Capítulo 10 – Relaciones personales (Fin Serie)

Manos unidasIntroducción

Uno de los estorbos más comunes de la vida de oración, que la paraliza o ahoga más a menudo, tiene que ver con nuestras relaciones personales. Ya vimos al inicio de este tema que nuestra relación con el cónyuge puede estorbar una vida de oración eficaz (1 P. 3:7).

Por eso, al finalizar este recorrido inicial sobre una vida fluyente de oración, lo haremos exponiendo una de las condiciones esenciales de la vida de oración, la que tiene que ver con las relaciones personales.

Tal vez aquí tenemos uno de los motivos principales de nuestra pobre vida de oración. No podemos orar a Dios y odiar al hermano. No podemos orar a Dios con eficacia si nuestro corazón está lleno de rencor y amargura. Ambas cosas son incompatibles. El perdón es esencial para orar con eficacia. Leamos

Y cuando estéis [de pie, nota en LBLA] orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones (Mr. 11:25-26

A.- EL PERDÓN ES REQUISITO ESENCIAL EN LA VIDA DE ORACIÓN

El perdón nos libera de ataduras y permite que nuestra oración no tenga estorbos. Por eso decimos que hay un proceso en la oración, hay condiciones.

  1. El evangelio es un mensaje de reconciliación (2 Co.5:18-21).

Dios nos ha perdonado y aceptado, nosotros debemos perdonar y aceptar de la misma manera a los demás. No podemos amar a Dios y aborrecer al hermano. No podemos orar a Dios con un corazón de rencor y amargura.

  1. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón (Pr. 4:23).

La oración debe emanar desde nuestro corazón, (el espíritu, el hombre interior), por ello es tan importante mantenerlo limpio, purificado, libre de ataduras, rencor, amargura o falta de perdón. Un espíritu edificado y fuerte.

  1. Ojo a las raíces de amargura (Heb. 12:15).

A veces podemos tener razón para estar amargados y decepcionados, pero debemos saber que ese estado interior paralizará nuestra vida de oración. Las raíces de amargura siempre se extienden, se propagan y son incompatibles con la oración que Dios responde.

  1. La enseñanza de Jesús sobre la oración está vinculada al perdón (Mt. 6:12,14,15).

… Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores… Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones (Mt.6:12, 14, 15)

Debemos perdonar hasta setenta veces siete (Mt. 18:21,22).

  1. La discordia entre hermanos (Mt. 18:15-35) (Pr.18:19).

El diablo siembra discordias (cizaña) entre hermanos como una de sus prioridades (Mt. 13:24-30). Una raíz que produce fruto venenoso (Dt. 29:18).

El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, y las contiendas son como cerrojos de fortaleza (Pr. 18:19).

El diablo sabe que si estamos unidos en el mismo sentir somos fuertes y mantendremos una autoridad poderosa sobre el reino de las tinieblas.

 Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos (Mt.18:19).

Hay una autoridad sobrenatural delegada por Dios que está ligada a ponerse de acuerdo, a actuar como cuerpo, unidos, ser de un mismo corazón, unánimes.

En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo (Mt.18:18).

Hay mucha autoridad en la unidad de corazón y palabra. También hay mucha pérdida por una palabra pecaminosa. Rompe la armonía y enlaza a las personas (Pr.6:2). La liberación viene por la humillación (Pr. 6:3). La confesión de nuestros errores restaura la relación cuando hay perdón. Invocar su Nombre nos salva. Hay poder en la palabra hablada en fe, para vida y para muerte (Pr.18:21).

El perdón, la salud del corazón, y las buenas relaciones personales llevan a la unanimidad, a no juzgarnos unos a otros, a respetarnos a pesar de la diversidad, y por tanto, al mismo sentir en la oración que vence la

El perdónB.- EL PERDÓN CONDUCE A LA ORACIÓN UNÁNIME

Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt. 18:19-20).

El primer vínculo que se rompe con la falta de perdón y la amargura es la relación matrimonial. Un matrimonio unido, que ora en el mismo sentir, tiene un potencial espiritual evidente. El diablo ha venido para romper este primer vínculo esencial y neutralizar así la oración de autoridad.

Experiencia: año 1996, mes de marzo. Tomé la mano de mi mujer para orar juntos, de acuerdo, por un trabajo esa semana. Fue el domingo en un culto, el martes me llamaron para una entrevista, el miércoles estaba trabajando.

Las relaciones personales sanas conducen a la unanimidad, y ambas a la oración eficaz.

  • El día de Pentecostés estaban orando unánimes (Hch. 2:1-4).
  • La iglesia primitiva oró unánime (Hch. 4:24-32).

Esta unanimidad hizo temblar a las autoridades judías, incluso al imperio romano.

… Uno puede perseguir a mil, y dos hacer huir a diez mil… (Dt. 32:30) (Lv.26:8).

CONCLUSIONES

La madurez es amar, es perdonar, es aceptar al otro a pesar de la diversidad. Esta es la esencia de la vida cristiana. Un corazón sano ora. Un espíritu fuerte es aquel que perdona, no juzga, aunque exhorta en amor. El perdón nos capacita para orar con convicción. El perdón nos hace unánimes. El perdón y la unanimidad nos hacen eficaces en la vida de oración que hace avanzar el reino de Dios en la tierra. Es el modelo de la iglesia en Hechos.

Despojémonos… y corramos… con los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:1-2).

Capítulo 9 – Sus promesas (Cuarta parte)

 

promesasIntroducción

Hemos ido viendo en los tres capítulos anteriores que estamos conectados a las promesas de Dios. Estas promesas las tenemos en su palabra y debemos usarlas en nuestra vida de oración. Son la base sobre la cual podemos pedir con convicción. Porque Dios lo ha prometido es su voluntad cumplirlo. Sin embargo, tenemos oposición. Hay un adversario que pretende paralizar, obstruir y abortar el plan de Dios. Debemos afirmarnos en su palabra y reclamar su cumplimiento en nuestras vidas.

Ejemplo: La promesa de no abortar y tener hijos (Éxodo 23:26). Esta promesa la reclamamos mi mujer y yo durante años hasta su cumplimiento.

Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado (Salmos 119:49,59).

Las Escrituras están llenas de ejemplos en los que el pueblo de Dios pide a Dios conforme a sus promesas, basado en su palabra, recordándole lo que ha dicho. Veamos tres ejemplos:

DANIEL EN BABILONIA

  1. Daniel pudo entender en el libro de Jeremías que estaban establecidos setenta años de desolaciones sobre la ciudad de Jerusalén (Daniel 9:1-2) (Jeremías 25:11,12).
  2. Luego volvió su rostro a Dios para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza (Daniel 9:3). Hizo confesión de los pecados (Daniel 9:4,5).
  3. Tuvo la oposición del príncipe de Persia durante los 21 días de ayuno (Daniel 10:2,12,13).

NEHEMÍAS Y LA RESTURACIÓN

  1. Nehemías vivía en Susa, capital del reino persa. Le llegó un informe desolador de la situación de Jerusalén (Neh. 1:1-3).
  2. Cuando oyó esas palabras se sentó, lloró, hizo duelo y oró delante del Dios del cielo (Neh. 1:4,5).
  3. Veamos la oración inicial de Nehemías (Neh. 1:5-11).
  • Hizo confesión de pecados (1:5,6,7)
  • Le recordó al Señor la palabra dada a Moisés (1:8,9)

En el libro de Nehemías se repite hasta siete veces: «Acuérdate…» (1:8; 5:19; 6:14; 13:14, 22,29 y 31).

LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO

  1. Estaba profetizada por Joel (2:28-32).
  2. Jesús les dijo que esperaran la promesa del Padre (Hch. 1:4-5).
  3. Vino el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4, 14-21).

OTROS EJEMPLOS

  1. Las profecías sobre el Mesías. Hay una infinidad. Mateo escribió una y otra vez, «esto ocurrió para que se cumpliera lo que dijo el profeta…» (Mt. 1:22,23).
  2. Simeón y Ana oraron a Dios por el cumplimiento de las profecías sobre el Mesías (Lc. 2:25-35 y 2:36-38).
  3. El apóstol Pablo fue llamado desde el vientre de su madre (Gá. 1:15,16).
  4. Nosotros somos llamados desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3-6).
  5. Lo declarado por el salmista en Salmos 139:13-16.
  6. Orar por la restauración de Israel en su tierra (Amós 9:14-15).

CONCLUSIONES

Debemos orar la palabra. Os recomiendo el libro ORANDO CON EL SALMISTA, diseñado para orar por Israel, por España, por las naciones de cada uno y nuestras propias vidas y familias.

Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho (1 Juan 5:14,15).

Capítulo 8 – Sus promesas (Tercera parte)

promesasIntroducción

Hemos visto que las promesas fueron hechas a Abraham y su simiente, la cual es Cristo. De tal manera que los gentiles, al aceptar el evangelio de la gracia, hemos quedado unidos, mediante Jesús, al pueblo de las promesas: Israel.

Nuestra unión con Cristo es la unión con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Al ser unidos a Jesús somos unidos con los pactos y las promesas hechas a los padres (Romanos 15:8). Cristo es el cumplimiento de esos pactos y promesas. La salvación viene de los judíos (Juan 4:22). Como cristianos estamos conectados (injertados) con Israel. Hemos venido a refugiarnos bajo las alas del Dios de Israel.

Y Booz le respondió, y dijo: todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu esposo me ha sido informado en detalle, y cómo dejaste a tu padre, a tu madre y tu tierra natal, y viniste a un pueblo que antes no conocías. Que el Señor recompense tu obra y que tu remuneración sea completa de parte del Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte (Rut 2:11,12).

La confesión de fe anterior que hizo Rut, la moabita, fue esta:

Pero Rut dijo: No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada. Así haga el Señor conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa (Rut 1:16,17).

Después de reconocer a Jesús como nuestro Señor, Dios nos da una nueva identidad en Cristo. Esta unión tiene muchas ramificaciones, una de ellas tiene que ver con Israel, el pueblo de los pactos y las promesas. Veamos algunos aspectos básicos de esta verdad que posiciona nuestra vida de oración.

  1. En Cristo, somos injertados en IsraelInjertados

Hemos sido injertados en Israel para ser participantes de las promesas hechas a los padres, por tanto, todas las promesas de Dios son SÍ y AMÉN en Jesús.

En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (Efesios 2:12,13).

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Efesios  2:11-20).

… Y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, no seas arrogante para con las ramas… Porque si tu fuiste cortado de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? (Romanos 11:17,24).

  1. En Cristo, ya no somos extranjeros ni advenedizos

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19).

No somos ajenos a la ciudadanía de Israel y las promesas, que como nación, Dios les dio a ellos. Somos conciudadanos de los santos. ¿Qué santos? Los patriarcas, los padres. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel (Ex.19:6) (Lv.11:44) (Dt.7:6).

  1. En Cristo, somos coherederos y copartícipes de la promesa.

Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Efesios 3:6).

Cristo nos redimió… a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe (Gálatas 3:13,14).  

¿Qué promesa? Todo lo que incluye el pacto hecho por Dios con Abraham, anterior a la ley de Moisés, que fue nuestro ayo, un paréntesis, hasta que viniera la simiente de Abraham, la cual es Cristo. Una vez venido Jesús ya no estamos bajo ayo, bajo la ley, sino que se ha activado el pacto de Dios hecho mediante una promesa y recibido por la fe (Gálatas 3 y 4). La promesa se concreta en recibir el Espíritu de su Hijo, para ser hechos hijos de Dios y herederos (Gá. 3:14 y 4:5-7). Veamos lo que incluye la herencia de la promesa:

  • La promesa del Espíritu Santo (Gálatas 3:14).
  • Justificados por la fe (Romanos 4:9-25)
  • El evangelio: perdón. Sanidad. Provisión. Liberación (Salmos 103:1-5).
  • Injertados en el pueblo de Israel, no substituirlo (Efesios 2:14-18).
  • Heredar la bendición de Abraham (Gálatas 3:13-14).
  • Victoria sobre los enemigos (Génesis 22:17).
  • Participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:3, 4)
  • La esperanza de la ciudad celestial (Hebreos 11:8-16).
  • La vida eterna (1 Juan 2:25).

La promesa de Dios nos vuelve a conectar con el árbol de la vida (Jesús). Es el regreso al paraíso perdido, al Libro de la vida, participando de la naturaleza eterna de Dios, la eternidad de Dios. Dios ha elaborado un plan de salvación, un proceso de regreso a la vida perdida. Tiene un recorrido concreto a través del pueblo de Israel y su Mesías, para alcanzar a todas las familias y naciones de la tierra.

Todo ello hay que descubrirlo mediante la oración y la vida en el Espíritu (Efesios 1:15-23). No es algo mecánico. Necesitamos la palabra y el Espíritu, junto con la oración.

 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gálatas 3:29).

Capítulo 7 – Sus promesas (Segunda parte)

promesasIntroducción

Algunos dicen que tenemos unas 7.000 promesas en la Biblia. No las he contado, pero todas ellas, las que sean, son sí y amén EN CRISTO.

Las promesas de Dios son palabra de Dios, revelan su voluntad y son fieles y verdaderas, conforme a su naturaleza. Todas se cumplen. El tiempo de su cumplimiento corresponde decidirlo a Dios, a nosotros nos toca elevar nuestra oración al trono para que su palabra corra veloz por la tierra y cumpla el propósito para el cuál es enviada.

Sus promesas son nuestro arsenal para una vida de oración eficaz. Son la piedra que golpeará a Goliat para traer liberación al pueblo. Son la espada del Espíritu para luchar contra las tinieblas en oración (Salmos 149:6-9) (Efesios 6:17).

Debemos creer sus promesas y recordárselas a Dios en oración a favor de su cumplimiento en la tierra. La oración es trabajar junto con Dios para el establecimiento de su reino y su justicia entre nosotros. Más oración significa más acción de Dios, menos oración representa la ausencia de su poder y su reino, de lo contrario Jesús no nos hubiera enseñado acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1).

Ahora bien, cuando hablamos de promesas de Dios debemos saber a quién se las hizo,  y situar correctamente el proceso mediante el cual nos han llegado. Dios actúa en la tierra a través de sus escogidos. Es soberano. Escogió a Abrahán y su descendencia para darles las promesas y alcanzar con su bendición a todas las familias y naciones de la tierra.

Vamos a ver el recorrido de las promesas de Dios y su destino final: cada uno de nosotros.

PatriarcasLAS PROMESAS DADAS A LOS PADRES

Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres (Romanos 15:8).

¿Quiénes son los padres? Abraham, Isaac y Jacob. Las promesas fueron hechas a los padres de la nación hebrea. Primeramente Dios escogió a la descendencia de Abraham, el pueblo de Israel y le dio las promesas (Isaías 51:1,2) (Hebreos 11:11,12). Leamos las promesas dadas a Abraham en Génesis:

Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12:1-3).

La palabra del señor vino a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram, yo soy un escudo para ti; tu recompensa será muy grande… Ahora mira el cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: así será tu descendencia. Abram creyó en el Señor, y El se lo reconoció por justicia. Y le dijo: Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra para que la poseas… En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra… (Génesis 15:1, 5, 6, 7,18).

Luego le confirmó el pacto (Gn. 17:4-6), a él y su simiente (Gn. 22:17-18).

Las mismas promesas fueron hechas a Isaac y Jacob y a todo Israel. De Israel pasa a todas las naciones por medio de la fe en el Mesías.

Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: y a las descendencias, como refiriéndose a muchas, sino mas bien a una: y a tu descendencia, es decir, Cristo (Gálatas 3:16).

Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa (Gálatas 4:28).

El pacto con Abraham es un pacto de bendición que nos alcanza en Cristo. Las promesas de Dios en el A.T. son sí y amén EN CRISTO. Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios (2 Corintios 1:20).

Hemos sido acercados a la esperanza y al Dios de Israel por la fe en el Mesías.

Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne, que son israelitas, a quienes pertenecen la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén (Romanos 9:3-5).

Capítulo 6 – Sus promesas (Primera parte)

promesasIntroducción

Una de las preguntas más comunes sobre la oración es cómo podemos saber si lo que pedimos es la voluntad de Dios. Para ello debemos conocer las Escrituras, donde están contenidas las promesas de Dios, y por tanto la base para pedir con confianza. Nuestras oraciones deben estar basadas en la palabra de Dios, donde tenemos la revelación de Su voluntad.

Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho (1 Juan 5:14,15).

Las Escrituras están llenas de promesas que son la voluntad de Dios para sus hijos y para cualquier persona que busca a Dios.

Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí; por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros (2 Corintios 1:20).

Cornelio y PedroEl ejemplo de Cornelio

Cornelio es el prototipo de gentil que ora al Dios de Israel aunque no tiene mucho conocimiento de su voluntad. A pesar de ello, es piadoso, temeroso de Dios, apoya a Israel con ofrendas y oraba continuamente. Le faltaba oír el evangelio de la gracia de Dios en boca del apóstol Pedro.

Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto (Hechos 10:34,35).

Esta verdad concordaba con el mensaje de los profetas. Cornelio tenía práctica en la oración aunque le faltaba conocimiento. Nosotros tenemos conocimiento, aunque nos falta mucha práctica en la oración.

El profeta Isaías profetizó de la universalidad del mensaje de Dios a todas las naciones (Isaías 42:6 y 49:6). Allí tenemos la base de las promesas de Dios para acercarnos a Él y buscarle con confianza.

Jesús dijo que el evangelio debía ser predicado en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).

En el caso de Cornelio tenemos el encuentro de los gentiles con el mensaje de Dios dado a Israel, los profetas y los apóstoles, acerca del Mesías y el evangelio. Veamos cómo se produce la conexión

  • Cornelio ora a Dios continuamente (Hch. 10:1-6)
  • Se le aparece un ángel y le dice que busque a Pedro en Jope
  • Pedro ora en Jope al día siguiente (Hch. 10:9)
  • Tiene la visión de un lienzo con animales inmundos (Hch.10:10-18)
  • El Espíritu le dice que vaya a casa de Cornelio (Hch.10:19-22)
  • El encuentro de Pedro y Cornelio (Hch.10:23-43)
  • El Espíritu Santo se derrama como en Pentecostés (Hch.10:44-48)
  • Algunos judíos piden explicaciones a Pedro (Hch.11:1-18)

En todo este proceso vemos cómo el Espíritu de Dios conecta a dos personas y dos ciudades a través de la oración, para que el evangelio alcance a los demás pueblos, según las promesas de Dios.

La oración eficaz necesita la fe (Hebreo 11:6); y la fe se sustenta sobre la palabra de Dios (Romanos 10:17).

La Biblia está llena de promesas, pero esas promesas tienen un recorrido que no debemos ignorar para que nos alcancen y podamos disfrutarlas. La voluntad de Dios está expresada en su palabra a través de las promesas hechas al pueblo de Israel. Fueron anunciadas por los profetas. Nos llegan a través de Jesús para que alcancen a todas las naciones.

Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres (Romanos 15:8).

Para comprender bien este fundamento esencial haremos un recorrido breve por las promesas de Dios. Todo ello pondrá una base sólida en nuestra vida de oración.

Capítulo 5D – LA ORACIÓN EN EL ESPÍRITU

La unción - dia de pentecostesOrando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:18 RV60).

Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu (Judas 20).

Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios… El que habla en lenguas a sí mismo se edifica… Porque si oro en lengua, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento (1 Corintios 14:2, 4, 14,15).

Hay una dimensión de la oración que supera el entendimiento humano y la capacidad de la razón para orar e interceder. Necesitamos fluir con el Espíritu de Dios más allá de las limitaciones del ámbito natural y carnal. A menudo no superamos el primer nivel de la oración.

Ejemplos:

  • La oración de Ana por su hijo Samuel (1 Samuel 1:9-28).
  • La vida de oración de Simeón en el nacimiento de Jesús (Lc. 2:25-35).
  • La vida de oración de Ana en el templo (Lucas 2:36-38).
  • La oración final de Esteban (Hechos 7:55-56).

CONCLUSIONES

La vida de oración necesita el Espíritu Santo. Tenemos el Espíritu para ayudarnos a orar. Hemos sido sellados, hemos recibido el espíritu de adopción como hijos para clamar Abba Padre, para ayudarnos en nuestra debilidad y saber lo que Dios nos ha concedido orando en el Espíritu.

Necesitamos ser llenos del Espíritu, andar en el Espíritu, y vivir en el Espíritu para desarrollar una vida fluyente de oración en la congregación.

Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con  salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre (Efesios 5:18-20).

Capítulo 5A, B y C – CONDICIONES – El Espíritu Santo

La unción - dia de pentecostesIntroducción

Jesús ha sido glorificado a la diestra del Padre, por tanto, podemos recibir el Espíritu Santo y mantener una vida fluyente de oración en el Espíritu.

El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva». Pero El decía esto del Espíritu, que los que habían creído en El habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado (Juan 7:37-39).

La vida de oración sin el Espíritu de Dios es como metal que resuena o címbalo que retiñe. Necesitamos tener el Espíritu, andar en el Espíritu, vivir en el Espíritu y ser llenos del Espíritu para poder mantener una vida fluyente de oración. En la vida cristiana hay diversos niveles de llenura en el Espíritu.

Si contristamos al Espíritu (Efesios 4:30), le resistimos (Hechos 7:51) o le apagamos (1 Tesalonicenses 5:19) no podremos sostener una vida fluyente de oración. El Espíritu Santo es clave en la vida del cristiano.

                              Nacemos de nuevo por el Espíritu (Juan 3:5-8).

                              Crecemos por la palabra que es Espíritu y vida (Juan 6:63).

                              Maduramos por la obra del Espíritu en nosotros (Gálatas 5:16-25).

                              Somos vivificados por el Espíritu (Romanos 8:11) (2 Timoteo 1:6).

                              Somos ayudados por el Espíritu para orar (Romanos 8:26,27).

A. HEMOS SIDO SELLADOS CON EL ESPÍRITU SANTO

Oímos el evangelio, lo creemos y somos sellados con el Espíritu Santo.

En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa… (Efesios 1:13,14) y (2 Corintios 1:21,22).

B. HEMOS RECIBIDO EL ESPÍRITU DE ADOPCIÓN PARA CLAMAR

 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba Padre! (Romanos 8: 14,15).

El Espíritu Santo ha sido enviado a nuestros corazones, nos ha sellado como hijos de Dios, y nos enseña a clamar al Padre en oración. Esto concuerda con las palabras de Jesús de orar al Padre en su nombre.

C. EL ESPÍRITU NOS AYUDA EN NUESTRA DEBILIDAD

No siempre sabemos orar como conviene, ni pedir correctamente. El Espíritu nos ayuda para interceder en las necesidades que no podemos prever y que están más allá del ámbito natural.

Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismos intercede por nosotros con gemidos indecibles; y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque El intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios (Romanos 8:26,27).

Ejemplos:

  • El pueblo de Israel en Egipto (Éxodo 2:23,24).
  • En los días de los Jueces (Jueces 2:18)
  • Jesús se conmovió ante la tumba de Lázaro (Juan 11:33, 35,38).
  • Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén (Lucas 19:41-44)
  • Jesús clamó ser librado de la muerte (Hebreos 5:7) (Lucas 22:41-46).

El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad para pedir como conviene y saber lo que Dios nos ha concedido.

Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente (para que sepamos lo que Dios nos ha concedido RV60)  (1 Corintios 1:12).

Capítulo 4D – JESÚS COMO NUESTRO ABOGADO

Una vida fluyente de oraciónD. JESÚS COMO NUESTRO ABOGADO

Además de mediador y sumo sacerdote, Jesús aparece en las Escrituras como abogado ante el Padre. Un abogado es aquel que nos acompaña ante el juez para abogar y ayudarnos en nuestra causa en el tribunal.

¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Romanos 8:34).

No es María la que aboga por nosotros como mediadora, es Jesús. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre (1 Timoteo 2:5).

Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a  Jesucristo el justo (1 Juan 2:1).

Jesús lo hizo estando en la tierra con sus discípulos y lo hace ahora estando en el cielo ante el Padre. Desde ese lugar ha enviado el Consolador (paracletos, uno enviado al lado de otro para ayudar), el Espíritu Santo, para que esté con nosotros, nos recuerde sus palabras, nos guie a toda verdad (Juan 14:16,17, 26; 15:26; 16:7, 8,13-15), y nos ayude en nuestra debilidad para orar como debemos (Romanos 8:26,27).

En Juan 17 encontramos la oración sacerdotal de Jesús por los suyos y los que habían de creer en él por la palabra de ellos.

JesúsCONCLUSIONES

Todo lo que hemos visto y mucho más está concentrado en la Persona y el Nombre de Jesús. El apóstol Pablo nos dice: toda plenitud de la Deidad reside corporalmente en El, y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad (Colosenses 2:9,10).

La autoridad del nombre de Jesús es incuestionable. En él, Dios ha reunido todas las cosas. Podemos orar en su nombre con garantía plena porque es nuestro hombre en el cielo, nuestro mediador, nuestro sumo sacerdote, nuestro abogado, ha sido exaltado y glorificado, tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra, es nuestro pastor y por tanto nos guiará a través de su Espíritu a una vida fluyente de oración.

Recordemos la muerte de Esteban viendo al sumo sacerdote en pie a la diestra del Trono de Dios. No evitó su muerte pero se levantó a recibirlo (Hechos 7).

Capítulo – 4B y C CENTRALIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS

Una vida fluyente de oraciónB. CENTRALIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS EN LA IGLESIA PRIMITIVA

Todo el libro de los Hechos de los apóstoles muestra que la iglesia primitiva actuó bajo la autoridad del nombre de Jesús como consecuencia de su exaltación a la diestra del Padre. El Espíritu Santo vino para glorificar al Hijo, recordarles lo que les había enseñado y convencer de pecado, justicia y juicio a los oyentes del evangelio. Hagamos un recorrido de esta verdad en el libro de Hechos.

  • Anunciaron salvación en el nombre de Jesús (2:36-38) (4:12).
  • Perdón de pecados en el nombre de Jesús (Hechos 10:43) (22:16).
  • Sanaron en el nombre de Jesús (Hechos 3:6-16) (Hechos 4:8-12).
  • Sufrieron persecución por el nombre de Jesús (Hechos 4:1-3,17-20) (5:41) (9:14-21)
  • Oraron a Dios en el nombre de Jesús (Hechos 4:23-31).
  • Echaron fuera demonios en el nombre de Jesús (16:18) (19:13-17).
  • Murieron por el nombre de Jesús (Hechos 20:24) (21:

Sumo sacerdoteC. JESÚS NUESTRO SUMO SACERDOTE Y MEDIADOR

Jesús ha sido entronizado, exaltado y glorificado a la diestra del Padre; además actúa como nuestro sumo sacerdote en el santuario celestial. La carta de Hebreos muestra esta verdad de manera especial. Jesús es ofrenda y sacerdote a la vez. Con una sola ofrenda se ha presentado por nosotros delante de Dios. Ahora es nuestro Mediador ante el Padre. La carta a los Hebreos tiene como tema principal la figura de Jesús como sumo sacerdote.

Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe(Hebreos 3:1)

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna… (Hebreos 4:14-16).

Siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec… (5:10)

y que penetra hasta detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre… (6:19,20)

… Ha llegado a serlo… según el poder de una vida indestructible(7:16).

Por eso, Jesús ha venido a ser fiador de un mejor pacto (7:22).

… El conserva su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre. Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote; santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos…  (7:24-26).

Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre… (8:1,2).

Pero ahora El ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas… (8:6).

Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró en el Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna… (9:11,12).

Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros(9:24).

Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan… (9:28).

Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura (10:19-22).

El autor de Hebreos culmina su magnífica exposición con la trascendencia de nuestro acercamiento más allá del ámbito natural y religioso, lo expresa así:

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel (Hebreos 12:22-24).

Capítulo 4A – LAS CONDICIONES DE LA ORACIÓN: el nombre de Jesús

Una vida fluyente de oraciónINTRODUCCIÓN

A menudo los creyentes caemos en una confusión a la hora de orar. Mezclamos las cosas. No sabemos bien a quién nos dirigimos, si al Padre, al Hijo o al Espíritu Santo. A veces oramos a Jesús en el nombre de Jesús.

La Biblia nos enseña que debemos orar al Padre, en el nombre de Jesús y a través de la ayuda del Espíritu Santo.

Para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda (Juan.15:16).

Por tanto, ahora vosotros tenéis también aflicción; pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo… En ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí del Padre (Juan 16:23-27).

¿A qué día se refiere Jesús? Al día cuando él mismo rogaría al Padre para que enviase el Espíritu Santo a los discípulos (Juan 14:13-20). En ese día conoceréis (Juan 14:20). Jesús enseñó a los suyos que llegaría un día cuando pedirían al Padre en su nombre, y ese día sería después de la llegada del Espíritu Santo. Lo encontramos en el libro de Hechos: un día (el de Pentecostés), y un nombre (el de Jesús).

Veremos en este capítulo la importancia del nombre de Jesús en la vida de la iglesia primitiva, especialmente en la vida de oración, aunque llega a muchas otras áreas. Conocer la autoridad del nombre de Jesús es fundamental para desarrollar el discipulado en toda su amplitud.

JesúsA.- LA EXALTACIÓN Y AUTORIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS

El centro de todas las cosas es la persona y obra de Jesús. Dios ha reunido todas las cosas bajo la autoridad del nombre de Jesús (Efesios 1:10). Es el epicentro de donde emana la voluntad de Dios revelada a los hombres (Hebreos 1:1,2) (Juan 1:14-18). Es quién bautiza con el Espíritu Santo (Juan 1:33) (Mateo 3:11), y autoriza a los suyos para actuar en su nombre. Porque separados de mí nada podéis hacer (Juan 15:5).

Después de la humillación de Jesús su nombre fue exaltado hasta lo sumo.

  • Jesús ha vencido el poder del pecado (1 Juan 3:5) y de la muerte (Hechos 2:24) (Hebreos 2:14,15).
  • Ha derrotado al diablo en la cruz, triunfando sobre toda potestad y dominio (Colosenses 2:15).
  • Ha sido entronizado a la diestra del Padre (Efesios 1:20-23).
  • Ha sido glorificado (Hechos 2:32-33).
  • Se le ha hecho Señor y Cristo (Mesías) (Hechos 2:36).
  • Se le ha dado toda autoridad (Mateo 28:18-20).
  • Tiene un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9-11).
  • Su exaltación ha hecho posible enviar el Espíritu Santo (Juan 7:37-39), la promesa del Padre (Hechos 2:32,33), a los discípulos.
  • Ha delegado la autoridad de su nombre a los discípulos para que actúen en su nombre (Marcos 16:17-20) (Mateo 28:18-20).
  • En este nombre tenemos entrada al Padre en oración (Efesios 2:18).