Introducción
Uno de los estorbos más comunes de la vida de oración, que la paraliza o ahoga más a menudo, tiene que ver con nuestras relaciones personales. Ya vimos al inicio de este tema que nuestra relación con el cónyuge puede estorbar una vida de oración eficaz (1 P. 3:7).
Por eso, al finalizar este recorrido inicial sobre una vida fluyente de oración, lo haremos exponiendo una de las condiciones esenciales de la vida de oración, la que tiene que ver con las relaciones personales.
Tal vez aquí tenemos uno de los motivos principales de nuestra pobre vida de oración. No podemos orar a Dios y odiar al hermano. No podemos orar a Dios con eficacia si nuestro corazón está lleno de rencor y amargura. Ambas cosas son incompatibles. El perdón es esencial para orar con eficacia. Leamos
Y cuando estéis [de pie, nota en LBLA] orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones (Mr. 11:25-26
A.- EL PERDÓN ES REQUISITO ESENCIAL EN LA VIDA DE ORACIÓN
El perdón nos libera de ataduras y permite que nuestra oración no tenga estorbos. Por eso decimos que hay un proceso en la oración, hay condiciones.
- El evangelio es un mensaje de reconciliación (2 Co.5:18-21).
Dios nos ha perdonado y aceptado, nosotros debemos perdonar y aceptar de la misma manera a los demás. No podemos amar a Dios y aborrecer al hermano. No podemos orar a Dios con un corazón de rencor y amargura.
- Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón (Pr. 4:23).
La oración debe emanar desde nuestro corazón, (el espíritu, el hombre interior), por ello es tan importante mantenerlo limpio, purificado, libre de ataduras, rencor, amargura o falta de perdón. Un espíritu edificado y fuerte.
- Ojo a las raíces de amargura (Heb. 12:15).
A veces podemos tener razón para estar amargados y decepcionados, pero debemos saber que ese estado interior paralizará nuestra vida de oración. Las raíces de amargura siempre se extienden, se propagan y son incompatibles con la oración que Dios responde.
- La enseñanza de Jesús sobre la oración está vinculada al perdón (Mt. 6:12,14,15).
… Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores… Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones (Mt.6:12, 14, 15)
Debemos perdonar hasta setenta veces siete (Mt. 18:21,22).
- La discordia entre hermanos (Mt. 18:15-35) (Pr.18:19).
El diablo siembra discordias (cizaña) entre hermanos como una de sus prioridades (Mt. 13:24-30). Una raíz que produce fruto venenoso (Dt. 29:18).
El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, y las contiendas son como cerrojos de fortaleza (Pr. 18:19).
El diablo sabe que si estamos unidos en el mismo sentir somos fuertes y mantendremos una autoridad poderosa sobre el reino de las tinieblas.
Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos (Mt.18:19).
Hay una autoridad sobrenatural delegada por Dios que está ligada a ponerse de acuerdo, a actuar como cuerpo, unidos, ser de un mismo corazón, unánimes.
En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo (Mt.18:18).
Hay mucha autoridad en la unidad de corazón y palabra. También hay mucha pérdida por una palabra pecaminosa. Rompe la armonía y enlaza a las personas (Pr.6:2). La liberación viene por la humillación (Pr. 6:3). La confesión de nuestros errores restaura la relación cuando hay perdón. Invocar su Nombre nos salva. Hay poder en la palabra hablada en fe, para vida y para muerte (Pr.18:21).
El perdón, la salud del corazón, y las buenas relaciones personales llevan a la unanimidad, a no juzgarnos unos a otros, a respetarnos a pesar de la diversidad, y por tanto, al mismo sentir en la oración que vence la
B.- EL PERDÓN CONDUCE A LA ORACIÓN UNÁNIME
Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt. 18:19-20).
El primer vínculo que se rompe con la falta de perdón y la amargura es la relación matrimonial. Un matrimonio unido, que ora en el mismo sentir, tiene un potencial espiritual evidente. El diablo ha venido para romper este primer vínculo esencial y neutralizar así la oración de autoridad.
Experiencia: año 1996, mes de marzo. Tomé la mano de mi mujer para orar juntos, de acuerdo, por un trabajo esa semana. Fue el domingo en un culto, el martes me llamaron para una entrevista, el miércoles estaba trabajando.
Las relaciones personales sanas conducen a la unanimidad, y ambas a la oración eficaz.
- El día de Pentecostés estaban orando unánimes (Hch. 2:1-4).
- La iglesia primitiva oró unánime (Hch. 4:24-32).
Esta unanimidad hizo temblar a las autoridades judías, incluso al imperio romano.
… Uno puede perseguir a mil, y dos hacer huir a diez mil… (Dt. 32:30) (Lv.26:8).
CONCLUSIONES
La madurez es amar, es perdonar, es aceptar al otro a pesar de la diversidad. Esta es la esencia de la vida cristiana. Un corazón sano ora. Un espíritu fuerte es aquel que perdona, no juzga, aunque exhorta en amor. El perdón nos capacita para orar con convicción. El perdón nos hace unánimes. El perdón y la unanimidad nos hacen eficaces en la vida de oración que hace avanzar el reino de Dios en la tierra. Es el modelo de la iglesia en Hechos.
Despojémonos… y corramos… con los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:1-2).