El profeta Jeremías había exhortado al pueblo a volverse a Dios, luego que se sometieran a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y después que estarían setenta años exiliados en Babilonia. Incluso les dijo que se hicieran casas, que buscaran la paz de las ciudades a donde iban a ser llevados cautivos, porque en su paz tendrían ellos paz. Y por último les anunció que el Señor volvería a visitarlos y los traería de vuelta a su tierra, la tierra de Israel. En este caso se trataba del antiguo reino del Sur, Judá, puesto que las diez tribus del reino norteño habían quedado diluidas en el imperio asirio.
Cuando se cumplieron los setenta años encontramos al profeta Daniel orando al Señor a favor del regreso de los judíos a su tierra y cómo la palabra de Dios se activó en el tiempo propicio para poner en el corazón del rey Ciro que proclamara la emancipación de todos los judíos para que regresaran a Judá todos aquellos que lo quisieran. Veamos una serie de textos que aclaran todo este proceso.
Así dijo el Señor: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.Puse también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos (Jeremías, 6:16-17)
Y a este pueblo dirás: Así ha dicho el Señor: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. El que quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas el que saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por despojo. Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice el Señor; en mano del rey de Babilonia será entregada, y la quemará a fuego (Jeremías, 21:8-10).
Así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella al Señor; porque en su paz tendréis vosotros paz. Porque así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho el Señor. Porque así dijo el Señor: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice el Señor, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice el Señor; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar (Jeremías, 29:4-14).
Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra del Señor por boca de Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo: Así dice Ciro, rey de los persas: El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea el Señor su Dios con él, y suba (2 Crónicas, 36:22-23).
En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra del Señor por boca de Jeremías, despertó el Señor el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Adonai el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa al Señor Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén (Esdras, 1:1-4).
En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Adonai al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.
Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré al Señor mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra (Daniel, 9:1-6)
De esta forma se puso en marcha todo el proceso de restauración. Judá regresa a su tierra después de estar setenta años en el cautiverio babilónico. Los libros que nos hablan de todo este proceso en la Biblia, que son contemporáneos de este tiempo son Esdras, Nehemías, Ester, Hageo, Zacarías y Malaquías. Este periodo abarca unos cien años 536-432 a.C.
Para poner en orden todo este proceso histórico voy a seguir la cronología que aparece en el Compendio Manual de Henry H. Halley. Debemos distinguir tres periodos distintos aunque complementarios, o dicho de otro modo, hubo tres regresos (con Zorobabel, luego Esdras y el de Nehemías) con dos periodos distintos (la reconstrucción del altar, los sacrificios y el templo en primer lugar; después la instrucción de la Ley al pueblo y la restauración de la muralla).
536 a.C. Regreso del gobernador Zorobabel con 42.360 judíos, siervos, cantores, caballos, mulos, camellos, asnos, y utensilios de oro y plata (Esdras 2). Durante los veinte próximos años pusieron en marcha la edificación del altar y los sacrificios (Esdras 3). Luego se detuvo la obra del templo y profetizaron Hageo y Zacarías. Finalmente se terminó de construir el templo en 516 a.C.
457 a.C. Regreso del sacerdote Esdras con 1.754 varones y un cargamento de talentos de oro y plata (Esdras, 7). Esdras puso en marcha las reformas religiosas para conformar la vida de los que habían regresado del cautiverio a las ordenanzas y mandamientos de la Ley de Dios. En este periodo regresó también Nehemías (444 a.C.) con la misión de reconstruir el muro de la ciudad de Jerusalén que estaba derribado y fortificarla. En el libro de Esdras tenemos un relato de ambos periodos, mientras que en el libro de Nehemías solo se habla del segundo periodo.
El orden cronológico de este proceso de restauración, que duró casi cien años, lo podemos concretar de la siguiente manera:
536 a.C. Primer regreso con Zorobabel de Babilonia a Jerusalén.
535 a.C. Se construye el altar y se ofrecen sacrificios.
535 a.C. Se inicia la obra del templo y es detenida.
520 a.C. Hageo y Zacarías reavivan con su profecía la obra del templo. Había estado parada durante casi quince años.
516 a.C. Se termina la reconstrucción del segundo templo.
478 a.C. Ester es hecha reina de Persia.
457 a.C. Esdras llega a Jerusalén desde Babilonia.
444 a.C. Nehemías llega a Jerusalén y reconstruye la muralla.
432 a.C. Nehemías regresa a Babilonia.
Es necesario decir que en todo este proceso de restauración hubo muchos judíos que se quedaron viviendo en Babilonia (algunos autores judíos lo cifran en más del 90%); precisamente el libro de Ester se desarrolla entre los judíos que seguían viviendo en ese lugar, y que conformarían una sociedad pujante en los próximos siglos.
Con el relato de este periodo llamado de restauración terminan los libros que compondrán el Antiguo Testamento o Tanaj judío. El libro de Malaquías es el último, así entramos en el llamado periodo intertestamentario, es decir, la franja de tiempo que tenemos entre el último libro del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo Testamento.
Muy buen contenido, Dios le bendiga