EL EVANGELIO – 10 (Final)

El evangelio (2)Lo que incluye la salvación

El autor de la carta a los Hebreos nos dice que la salvación que nuestro sumo sacerdote ha conseguido es una salvación muy grande y completa (cf. Hebreos 2:3 y 7:25 en la versión de las Américas dice: “salvar completamente”). El anuncio del evangelio es la proclamación de esa salvación que contiene el eterno propósito de Dios y Su voluntad para toda criatura y para todas las naciones. El evangelio es un mensaje universal para todos los pueblos, lenguas y naciones.

Cuando Jesús se levantó en la sinagoga para leer el libro de Isaías y declarar la obra que el Espíritu Santo le daba para hacer, dijo que su misión era dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y predicar el año agradable (el año del jubileo, el tiempo de gracia) del Señor (cf. Lucas, 4:16-19). Todo esto está incluido en el evangelio de Jesús. Eso mismo fue lo que él hizo durante tres años y medio y encargó a los suyos para que continuaran haciéndolo.

Jesús fue ungido para hacer bienes y sanar a todos los oprimidos por el diablo. Vino a deshacer sus obras. El diablo vino a robar, matar y destruir, pero Jesús ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia. Alabado sea Su Nombre.

Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hechos 10:37,38).

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1 Juan 3:8).

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10).

Además de lo mencionado la salvación incluye:

Paz con Dios. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios” (Ro.5:1).

Sanidad. “Y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Liberación.  Una libertad nueva en el cuerpo, alma y espíritu. Libres de amargura, depresión, rencor, mal carácter, manías obsesivas, demonios.

La provisión de Dios. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33). Dios ha prometido atender nuestras necesidades materiales para que abundemos para toda buena obra; sin esclavizarnos por la avaricia, ni estemos en ansiosa inquietud por comida y bebida.

Mente sana. Desbloqueo de pensamientos perturbadores. Limpieza e higiene mental. Libertad de pensar bien. Salud mental (cf. Fil.4:8).

El Espíritu Santo.  La plenitud o el bautismo del Espíritu que nos capacita para servirle con poder. Es la clave para una vida cristiana victoriosa.

Ser guardados del mal. Una vida protegida por la sangre de Jesucristo que impide que seamos zarandeados por las circunstancias y la manipulación del diablo.

Todo ello se resume en las palabras del apóstol Juan cuando dijo:

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:11-13).

Es el mismo mensaje que Pablo nos ha dejado en la carta a los efesios.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados… Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo… Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:1-10).

El evangelio es vida. “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apc. 7:10). Es una nueva creación y esa vida se transmite a través de la Persona de Jesús; porque “en el estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). La gloria es de Dios, el origen de todas las cosas es Dios, por tanto a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Resumiendo

El evangelio de la gracia de Dios ha sido perseguido a lo largo de la historia; se ha falseado, adulterado, deformado y mezclado con  todo tipo de pensamientos religiosos que se han levantado como argumentos altivos contra el conocimiento de Dios. Ya en el primer siglo, en la época de los apóstoles, se levantaron hombres impíos para adulterar la palabra de Dios y que el mensaje fuera corrompido; sin embargo el Espíritu de Dios encontró a hombres y mujeres dispuestos a pelear la buena batalla de la fe y combatir unánimes por la fe del evangelio.

También en nuestros días se han levantado muchos enemigos de la verdad para oscurecerla mezclándola con  supuestas nuevas revelaciones que contradicen la sana doctrina. Es muy fácil mezclar el evangelio de la gracia de Dios con el evangelio de obras, y perder así la fortaleza que contiene la verdad que nos hace libres.

El evangelio es Jesús mismo. Toda predicación que no tiene al Hijo de Dios como eje central de su mensaje se aleja de la voluntad revelada de Dios. Dios habló en el pasado por los profetas, pero en este tiempo nos ha hablado por el Hijo (cf. Hebreos 1:1,2). Para Pablo el mensaje era “nosotros predicamos a Cristo crucificado; para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:23,24). Así que se nos exhorta a que “nos comportemos como es digno del evangelio de Cristo y estemos firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Filipenses 1:27). Y que “contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente… hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3,4).

Lo más reciente en este sentido lo tenemos en una nueva secta llamada “creciendo en gracia” cuyo líder se autoproclama Jesucristo Hombre; todo un despropósito que viene a confirmar lo avanzado de los últimos tiempos cuando muchos vendrán diciendo “yo soy el Cristo” (Mateo, 24:5). Son hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos… (cf. 2 Timoteo, 3:1,2). Por su parte los vasos de honra que Dios escoge son llamados “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mi, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).

Por mi parte quiero dejaros con las palabras que el apóstol dio a los ancianos de la iglesia antes de partir a Jerusalén. “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hch. 20:32).

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