A. LA SITUACIÓN ACTUAL. NUESTRA GENERACIÓN.
Textos: 1 Crónicas 12:32 / Rom.13:11 / Mt.16:1-4
Tengo la certeza, desde hace años, que vivimos en tiempos de decadencia. Y en muchos casos esa decadencia está encubierta y escondida detrás de una apariencia de bienestar social y material; se oculta detrás del ídolo de la realización personal, y una falsa libertad para conseguirla. Predomina la importancia del aspecto externo, las formas sin fondo. Se premia la imagen más que lo que somos; lo que hacemos más que lo que somos.
¿Qué quiero decir con una decadencia encubierta? Me refiero al hecho innegable de que vivimos en una decadencia social, moral, familiar y espiritual escondidas tras una apariencia de «bienestar» físico, material y de realización personal que oculta la verdad de este tiempo, y por tanto, impide la búsqueda de soluciones. Tenemos un ejemplo claro en la negación de la crisis económica del año 2007 que se negaba obstinadamente, para poco después imponerse con toda su fuerza sobre naciones, empresas y familias.
Quiero decir que vivimos en una realidad falsa que oculta la verdad de nuestra situación real y actual. Un edificio atacado por aluminosis actúa sobre su estructura básica, y si no se actúa sobre la enfermedad interna puede venirse abajo en el momento más insospechado.
La decadencia se puede ocultar durante un tiempo bajo el barniz del llamado Estado del Bienestar; la comodidad que adormece nuestros sentidos para discernir y despertar. También mediante una falsa libertad que permite a las sociedades modernas occidentales acometer todo tipo de leyes que pretenden dar respuesta a los diversos caprichos del ser humano. Lo llaman libertad; lo contrario es intolerancia, por ello, se buscan los argumentos adecuados para sustentar cualquier aberración en nombre de una falsa libertad. Internet y las redes sociales están llenos de esta falsa libertad de expresión que da paso a todo tipo de calumnias y maldades inflamadas por el mismo infierno (Stg.3:6).
La decadencia se ha instalado en distintas áreas de la sociedad. Afecta a gran parte de lo que somos y hacemos. Veremos una reseña general de la decadencia en la sociedad actual, pero lo que más me interesa es ver cómo esa disolución está influyendo sobre la iglesia en general, debilitándonos y haciéndonos inservibles como una estatua de sal. Porque si la sal se vuelve insípida o se desvanece no sirve para nada (Mt.5:13). El pueblo de Dios es luz del mundo y sal de la tierra; si se deja contaminar por su entorno pierde su sabor y la razón de su propósito. El profeta dijo: Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos (Jer.15:19). Veremos, por tanto, cómo podemos afrontar esta decadencia encubierta y seguir cumpliendo la voluntad de Dios el tiempo que nos resta.
Seamos sinceros; en mayor o menor medida, cada uno de nosotros estamos afectados por la decadencia que nos rodea. En algunos casos somos conscientes pero vemos la impotencia de hacerle frente; en otros ni siquiera eso; vivimos ajenos a una realidad oculta apagada por un falso bienestar que nos ha adormecido, anestesiado, viviendo sin vivir…
Vivimos tiempos de verdaderos camuflajes. Se pone tanto énfasis en la apariencia de las cosas que la esencia pierde su sentido, y el aspecto externo acaba siendo lo verdaderamente relevante. También en la iglesia hemos caído en esa trampa. Se premian los aspectos externos (imagen, número, influencia, atractivo) y se minusvaloran los verdaderos soportes de la vida cristiana: la firmeza en la fe, el amor, la esperanza, etc.
La disolución de los valores nos afecta. La permisividad ha invadido gran parte de la iglesia. Nos hemos conformado a este mundo. Rendido a sus hechizos. Fascinados por sus encantos.
En resumen. La decadencia se esconde y encubre detrás de: bienestar social y material; tras el deseo de realización personal; una falsa libertad y el predominio de la imagen externa sobre la realidad del corazón interno.
- Bienestar social / madurez espiritual
- Búsqueda de la realización personal / el evangelio de la cruz
- Falsa libertad / la libertad de ser esclavo de Cristo
- Predominio de la imagen externa / la realidad del corazón, lo que somos