RESPUESTA (1): La generación del profeta Jeremías
Al profeta Jeremías se le conoce como el profeta llorón. Gran parte de su vida estuvo marcada por el dolor de vivir en medio de una generación decadente, y más que eso, él mismo sabía que era la generación objeto de la ira de Dios. El Señor mismo le llamó a levantar llanto sobre las alturas; porque YHVH ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira (7:29) (8:3) (22:28).
Jeremías fue escogido siendo muy joven; apartado para de Dios antes de ser formado en el vientre de su madre (1:5). Fue llamado como profeta a las naciones, aunque su ministerio predominante se desarrolló en Judá. Sintió su incapacidad ante semejante desafío. Argumentó delante del Señor que no sé hablar, porque soy niño (1:6). El Señor no aceptó esta argumentación, sino que fue enviado con sus palabras al pueblo que vivía muy alejado del pacto, siendo testigo de la profunda decadencia en la que había entrado Judá.
Gran parte de su mensaje fue llamar al arrepentimiento para regresar a las sendas antiguas (6:16). Lo tuvo que hacer en medio de una proliferación de falsos profetas que anunciaban un mensaje bien distinto de paz y prosperidad (6:14 y 8:11) (22:21).
Jeremías afrontó la decadencia en la que le tocó vivir al lado del pueblo de Dios. Denunció su pecado, pero no abandonó la tierra de sus padres, sino que aceptó el destino que le aguardaba; incluso cuando pudo elegir los beneficios y la protección que le ofreció el general babilónico (39:11-14) (40:1-6). Pudo optar por la protección de Nabucodonosor y vivir en Babilonia, pero eligió quedarse con los pobres del pueblo que no tenían nada (39:10). Incluso cuando mataron a Gedalías, puesto como gobernante de Judá por Nabucodonosor (2 R.25:25) sobre el pueblo de la tierra. Más tarde desobedecieron la respuesta del Señor a la oración de Jeremías de quedarse a vivir en Judea y no descender a Egipto (Jer. 42:1-22 y 43:1-7). Incluso en Egipto continúo su ministerio profético anunciando al pueblo su rebelión (43:8-13) (44:7-30).
Jeremías aceptó la soledad de anunciar un mensaje impopular y minoritario en medio de muchas predicaciones agradables pero falsas. Esperó el juicio de Dios sobre su pueblo y unió su destino al suyo, esperando la redención futura del Señor. Así afrontó el profeta la decadencia encubierta en la que vivió, aunque para él era muy evidente el tiempo de juicio en el que vivían. Jeremías llevó a cabo un ministerio de 40 años en tiempos turbulentos que podemos resumir de la siguiente manera.
- Vivió en medio de una generación decadente.
- Se le llama la generación objeto de la ira de Dios (7:29).
- Fue escogido siendo muy joven, antes de ser formado en el vientre (1:5).
- Argumentó su incapacidad de hablar por ser niño (1:6).
- Dios le envió con sus palabras (1:9).
- Su mensaje predominante fue el arrepentimiento para volver a las sendas antiguas (6:16).
- Lo hizo en medio de otros mensajes positivistas y falsos: paz y prosperidad (6:14 y 8:11) (22:21).
- Aceptó la soledad de anunciar un mensaje impopular y minoritario en medio de otros muchos mensajes atractivos pero falsos.
- Afrontó la decadencia de su tiempo al lado del pueblo, denunciando su pecado siendo fiel al llamado.
- Esperó el juicio de Dios en sus días de la mano del ejército babilónico, aunque paradójicamente fue librado de la cárcel por los invasores cuando entraron en Jerusalén donde estaba preso (38:28 y 39:14).
- Rechazó la protección de Nabucodonosor para vivir cómodamente en Babilonia (39:11-14) (40:1-6). Como hizo Moisés (Heb.11:23-26).
- Eligió quedarse con los pobres del pueblo que no tenían nada (39:10).
- Aceptó seguir su ministerio entre el pueblo desobediente que regresó a Egipto en lugar de quedarse en la tierra de sus padres según la respuesta de Dios sus oraciones (42:1-22) (43:1-7) (43:8-13 y 44:7-30).
- Creyó en la restauración futura de su pueblo comprando una propiedad (32:1-44). Preludio y señal del reino mesiánico (33:1-26).
- La última generación también es objeto de la ira de Dios, como lo fue la de Noé y Lot. El Señor dijo que la generación anterior a su venida sería como aquellas (Lc.17:26-30).