EL EVANGELIO – 8

El evangelio (2)El evangelio en la epístola a los Romanos

Hemos ido viendo a lo largo de este capítulo que el apóstol de los gentiles nos ha dejado dos epístolas especialmente (Romanos y Gálatas) en las que habla del evangelio que le ha sido encomendado, y particularmente en la carta a los Romanos tenemos la exposición más profunda y erudita de las buenas nuevas de salvación. Por ello vamos a ver un resumen de esta importantísima carta a los Romanos.

Pablo ha sido apartado para el evangelio que había sido antes prometido por los profetas en las Santas Escrituras (cf. Ro.1:1,2). Una vez más queda claro que el evangelio no es de Pablo, sino que ya había sido prometido por Dios a través de los profetas. Pablo fue llamado por Dios y apartado para llevar a cabo el anuncio del evangelio. Su origen es Dios. El apóstol se hizo uno con el evangelio de tal forma que lo llamaba “mi evangelio” (Ro.2:16); y comprendió que fue aprobado por Dios para que se le confiase el evangelio (cf. 1 Ts.2:4).

Pablo no se avergüenza del evangelio porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (cf. Ro.1:16-17). Y a partir de este testimonio va a exponer con toda claridad esa verdad revelada ya por los profetas, a saber, que la justicia de Dios es por la fe y no por las obras de la ley.

Para llevarnos al milagro de la gracia y la justicia por la fe, primeramente inicia su exposición con la ira de Dios que se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad (cf. Ro.1:18). Luego nos habla del justo juicio de Dios, por la dureza y el corazón del hombre caído no arrepentido, atesorando para sí mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios (cf. Ro.2:5). Además aborda el espinoso asunto de la ley para decirnos que por las obras de la ley ningún ser humanos será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado (cf. Ro.3:20); y por cuanto todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (cf. Ro.3:23), no hay forma de escapar de la ira y del justo juicio de Dios por ningún medio humano. “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Ro.3:21). Esta justicia de Dios es aplicada al que cree mediante la base de la redención, propiciación y expiación de Jesucristo.

La clave está, por tanto, en la obra consumada de Jesús en la cruz del Calvario. De ahí que el apóstol Pablo, de forma muy resumida para captar el mensaje central, diga en primera de Corintios lo que es el epicentro del evangelio: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Co. 15:1-7).

Así, pues, la vigencia de la obra de Jesús nos libra de la ira venidera; del justo juicio de Dios por nuestros pecados y de la culpabilidad de la ley; por cuanto no hemos podido cumplirla. Estas son las buenas nuevas del evangelio. La grandeza de la gracia de Dios se manifiesta en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (cf. Ro.5:8). El apóstol lo expresa magistralmente con estas palabras:

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Romanos 3:24-26).

En estos primeros capítulos de Romanos aparecen varios términos judiciales que merecen la pena explicar brevemente, son: justificación, redención, propiciación y expiación.

Justificación: Ser declarado justo. Adecuación con la justicia o conformidad con lo justo.

Redención: Liberación de carga, gravamen, obligación o condena. Librados de la esclavitud del pecado.

Propiciación: Aplacar la ira de Dios mediante la obra de Jesús. Satisfacer la justicia de Dios mediante un sacrificio.

Expiación: Borrar las culpas mediante algún sacrificio.

En los capítulos siguientes (4 y 5), Pablo pone base Escritural para apoyar la veracidad del evangelio que predica.  Habla del ejemplo de Abraham, y la justicia que él recibió por la fe en la promesa de Dios (cf. Ro.4:1-5). Luego en el capítulo 6 habla de la nueva vida que surge como resultado de la justificación; una nueva naturaleza que emana de la unión con Jesús en la cruz, la sepultura y la resurrección. Esa unidad produce una novedad de vida; todos nuestros miembros que antes servían a la injusticia, ahora son puestos al servicio de una vida en santificación. No es un esfuerzo de nuestra propia voluntad para ser buenos, sino el resultado de la nueva naturaleza operando en nosotros.

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna (Romanos, 6:22).

En el capítulo 7 encontramos la lucha interior que aparece en el creyente; el conflicto entre el viejo hombre y el nuevo; el querer hacer el bien pero hallar una ley interior que se rebela contra la nueva realidad de ser hechos hijos de Dios.

Y en el capítulo 8 aparece la vida victoriosa andando en el Espíritu: “porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.

Download PDF

Deja un comentario