93 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXV) – Babilonia (77)

Tú, querubín, grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad (Ezequiel 28:14,15)

         La Escritura muestra que Satanás pone su trono y ejerce su influencia en la tierra en ciertos lugares físicos, especialmente donde hay ídolos que producen religiones, ideologías, filosofías (corrientes de pensamiento que se extienden por naciones enteras), mediante doctrinas de demonios y espíritus engañadores en connivencia con hombres perversos y malos, o personas de buena voluntad engañadas con falsa piedad e intereses aparentemente humanos, sociales, religiosos o culturales.

Hemos visto que Babel fue el epicentro de la actividad opositora a Dios mediante el liderazgo de Nimrod, y que su influencia se extendió a todas las naciones de la tierra. También hemos reseñado que la ciudad de Tiro vino a tener una influencia mundial mediante el comercio con las naciones del Mediterráneo y que el profeta Ezequiel ve en ella la actividad del mismo ángel caído, el querubín grande protector.

Esta personalidad espiritual, Lucifer, fue creado por Dios, estuvo en el monte de Dios dirigiendo la alabanza al Señor, perfecto era en todos sus caminos, hasta que se halló en el maldad, su corazón se enalteció y quiso ser semejante al Altísimo, ocupar el trono y recibir la adoración. Luego fue echado del cielo. Los dos primeros versículos de la Biblia pudieran mostrar ese suceso.

En el versículo uno dice que Dios creó los cielos y la tierra, y en el versículo dos se dice que la tierra estaba desordenada y vacía. Como Dios creó la tierra para ser habitada (Is.45:18), pudiera ser que la caída en pecado de Lucifer tuviera lugar entre ambos versículos, y se muestra el juicio de Dios que tuvo lugar. Según el maestro bíblico Derek Prince las palabras «desordenada y vacía» se traducen en hebreo tohu va-bohu. Solo hay tres textos en la Biblia donde aparecen estos dos términos juntos y en los tres se describe una desolación causada por un juicio de Dios por la maldad. Los textos son: Génesis1:1,2; Isaías 34:11 y Jeremías 4:23. La rebelión que brotó en el arcángel Luzbel atrajo el juicio de Dios produciendo desorden y vacío; confusión, como en Babel. La misma que ahora es anunciada sobre Tiro.

         La maldad hallada en el ángel caído fue introducida en la tierra por el hombre al participar de su misma naturaleza rebelde dándole expresión en sus dominios: la tierra que el Señor había puesto a su cuidado.

92 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXIV) – Babilonia (76)

En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación… (Ezequiel 28:13)

         La atracción seductora que va a ejercer Satanás sobre el rey de Tiro, (y que sigue ejerciendo hoy sobre millones de personas), tiene los siguientes componentes: riquezas mediante un comercio exitoso, sabiduría para expandir el comercio sobre las naciones, belleza o hermosura seductiva que apela a los apetitos de la carne, vestidos lujosos muy atractivos que cautivan los ojos y la vanagloria de la vida, ocultismo, idolatría mezclada con cultos de fuerte contenido erótico, sacrificios de niños a Moloc (hoy adoptan formas distintas como es el aborto, los efebos, niños y niñas como esclavos sexuales, pedofilia), la música con su poder hechicero sobre los sentidos y la juventud, mezclada con droga y sexo.  Todo ello y mucho más estaba reunido en la personalidad del ángel caído, Lucifer, que ahora es traspasado a las autoridades de Tiro, como en su día lo fue en Babilonia.

De entre los hombres más influidos por este hechizo se levantará una oligarquía para producir un gobierno mundial que domine sobre la tierra al antiguo estilo de Nimrod en la llanura de Sinar. Por supuesto podemos resumirlo en tres poderes: político, religioso y económico. El orden puede ser indistinto.

Toda esta influencia viene como un río sobre la naturaleza caída del hombre, el hombre carnal, que aún retiene en su personalidad elementos de la imagen de Dios, el potencial dado en su creación, y hacen que se fundan el espíritu del hombre con el espíritu del príncipe de este mundo para reproducir el mal en la tierra.

El profeta Ezequiel ha elevado su mensaje a un personaje que habitó Edén (no podía ser el rey de Tiro) y que nos presenta ahora vestido de piedras preciosas y de música. El vestido de este ente espiritual que supera la personalidad humana del príncipe de Tiro, está compuesto de un gran atractivo. Vestidos lujosos. Vestido de música. Lucifer fue creado con instrumentos musicales, se mencionan tamboriles y flautas. El profeta Isaías nos dice que quiso ocupar el trono de Dios, es decir, robar la adoración que solo pertenece al Eterno, quiso ser semejante al Altísimo y fue derribado al Seol. El diablo cayó de su posición como director de la adoración y mantuvo la influencia de sus vestidos para «compartirlos» ahora con todos aquellos que elijan adorarle en la tierra.

         El hombre natural es seducido por las riquezas, la belleza, la sabiduría terrenal, la moda, la música y por supuesto el poder que emana de Babel.  

91 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXIII) – Babilonia (75)

Vino a mi palabra del YHVH, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho YHVH el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura (Ezequiel 28:11, 12)

         Este capítulo de Ezequiel nos introduce directamente en la naturaleza del mal. El profeta ha estado emitiendo el juicio sobre Tiro, la ciudad fenicia, pero ahora hace un giro para encarar directamente a su rey, el príncipe de Tiro, y a partir de los textos que comenzamos a meditar ahora se funden en uno la persona del rey con un ente espiritual que le sobrepasa. El mensaje de Ezequiel profundiza en la naturaleza del mal que se ha entronizado en la persona del rey de Tiro.

La Escritura muestra en muchos lugares que el diablo y sus huestes de maldad buscan dar expresión a su naturaleza en la tierra a través de personas, se les llama hijos de desobediencia (Ef.2:2), hijos de ira (Ef.2:3), hombres destinados a condenación (Judas 1:4), para introducir su naturaleza en el gobierno de los hombres. Jesús lo expresa así: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí… (Mt.12:43-45). Observa. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre recorre lugares buscando reposo. Ha perdido su acción en la tierra porque el cuerpo que lo sustentaba ya no lo tiene.

El diablo necesita cuerpos físicos para operar en un mundo físico, aunque pertenece al mundo espiritual. Su reposo está en tener un cuerpo a través del cual expresar su naturaleza, y el mejor lugar para ello son las personas. Recuerda. Uno de los ministerios predominantes de Jesús en la tierra fue echar fuera demonios, es decir, liberar a los hombres y dejar sin expresión al diablo en sus vidas. La Biblia dice: No deis lugar al diablo. También dice: Someteos a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros. Las obras de la carne le dan lugar al diablo.

La soberbia de Tiro atrajo a espíritus engañadores fusionando la personalidad del rey fenicio con la naturaleza de Satanás. La idolatría babilónica en Tiro dio una plataforma a Lucifer para actuar legalmente en la tierra. Una mezcla de riqueza, idolatría y poder económico activó la naturaleza caída del hombre con soberbia, equiparándose a Dios, hablando como Dios, y todo ello permitió que Satanás pudiera acceder a las autoridades fenicias para reproducir sus obras y expandir el pecado en las naciones de la tierra sobre las que Tiro tenía una gran influencia por su comercio. Hoy es el mismo recorrido.

         El rey de Tiro y la civilización fenicia, sello de perfección, sabiduría y hermosura en las naciones, se fusionó con la naturaleza del mal para su caída.

90 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXII) – Babilonia (74)

Por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor (Ezequiel 28:6,7)

         Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. El que se humilla será exaltado, pero el que se enaltece, será humillado. ¡Que falta le hubiera hecho una predicación de este tipo al rey de Tiro! Aunque hoy se predica en muchos púlpitos y sin embargo seguimos cometiendo los mismos errores.

El hombre, ¿qué es el hombre? Algunos dicen que el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. ¡Ojalá fueran solo dos veces! Repetimos una y otra vez los mismos errores, los mismos pecados, no aprendemos en cabeza ajena, si fuera así lo podríamos hacer de la historia del pueblo fenicio.

Fueron un gran pueblo, durante siglos dominaron los mares, la navegación, el comercio y el sistema financiero mundial. Sin embargo, hoy solo queda de ellos la memoria de su antiguo esplendor.

Por el contrario, el pueblo de Israel que durante siglos fue perseguido después de ser desposeído de su tierra, guardaron la fe, la sabiduría y la ciencia de la que Dios les dotó, y hoy han vuelto a rebrotar con brillantez en su tierra, siguen siendo pioneros en muchas ciencias, una bendición para la Humanidad, aunque se les oponen fuerzas mucho más fuertes que su propia debilidad nacional. Israel ha guardado su corazón en Dios, ha aprendido de sus errores y pecados y es una señal para los pueblos.

Al contrario, las naciones europeas que un día fueron (lo siguen siendo en alguna medida) modelo de civilización avanzada, prósperas en industrialización, exportadoras de ciencia y valores, hoy están en decadencia porque su corazón, al estilo de Tiro, se ha levantado como corazón de Dios.

Es más, Europa ha dicho: no necesitamos a Dios, nuestra potencialidad humana, nuestra ciencia y logros tecnológicos son suficientes, somos nuestro propio dios. Y como no ha tenido en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen. Los entregó en manos de sus enemigos, aquellos que durante siglos han envidiado sus riquezas, (como lo fue Roma para los bárbaros), y está siendo invadida por el islam, culturas extrañas a sus valores y principios que han abandonado. La espada está en alto. Los ataques terroristas ensucian su sabiduría y esplendor, como en Tiro.

         Europa es hoy arrogante y antisemita, como lo fue Tiro. Su corazón se ha levantado como dios, atrayendo así el juicio que enterró el esplendor de Fenicia y lo hará con nosotros si no nos arrepentimos.

89 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXI) – Babilonia (73)

Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón (Ezequiel 28:4-5)

         Hay personas y pueblos especialmente dotados para los negocios. No todos valemos para ello. Los fenicios, y especialmente los tirios, sí lo fueron. La mezcla de talento y astucia para los negocios los llevó a dominar durante mucho tiempo el comercio marítimo en todo el Mediterráneo.

Pero no nos engañemos, todos sabemos que hay pocos negocios que no acaben ensuciando nuestras manos, directa o indirectamente, a medida que penetramos en sus entrañas.

Los diversos intereses que afloran en todo negocio hacen surgir también lo peor de la naturaleza humana.

El egoísmo suele imponerse, la avaricia acaba dominando los motivos que un día fueron honestos, y cuando caemos en la cuenta hemos sido atrapados en redes y lazos que hacen muy difícil mantener su desarrollo sin entrar en áreas sombrías del alma que oscurecen los sentidos. Entonces damos inicio a gestiones con cierta dosis de manipulación, otras veces presionamos o coaccionamos para conseguir los objetivos, y por fin perdemos la honestidad que nos hace insensibles para ver más allá de nuestros propios intereses, sean de empresa o de estado. Una diversidad de argumentos acudirán a socorrer nuestra conciencia para que podamos transgredirla y no ser punzados por ella. Hemos llegado a la dureza del corazón. Perdemos toda sensibilidad y nos entregamos con avidez a cometer toda clase de impurezas (Efesios 4:19).

Este deterioro fue el que se produjo progresivamente en Tiro, la ciudad más próspera de la antigua Fenicia, y cuyo rey enalteció su corazón para compararse con un dios. Esa altivez fue transmitida a toda su generación, que asumió con normalidad la soberbia de su idiosincrasia, confundida con la cultura comercial, justificando su acción para sobrevivir en un mundo salvaje y competitivo que no da tregua. No hemos cambiado mucho.

Los mismos negocios siguen produciendo los mismos resultados. Hay un tiempo de prosperidad causada por el buen hacer, la sabiduría innata para los negocios, la sagacidad para saber contratar, comprar y vender con rentabilidad, pero cuando la arrogancia aparece, y con ella la superioridad de nuestra cultura, hemos puesto la primera piedra de la caída.

         Hacer negocios rentables requiere sabiduría, prudencia y negociar adecuadamente, aunque el mayor negocio será guardar el corazón de la soberbia cuando las riquezas aumenten.

88 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXX) – Babilonia (72)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         Si hubiéramos entendido el principio bíblico de autoridad y cabeza, junto con el de mayordomía, no seríamos tan negligentes a la hora de orar por los reyes y los que están en eminencia, es decir, las personas que ocupan el lugar de cabeza en una sociedad. Son ellos quienes están más expuestos a los ataques demoníacos y más sutiles, apelando a los instintos más bajos para doblegar la voluntad y tiranizar la mente, su forma de pensar mediante ideologías, espíritus engañadores y doctrinas de demonios, y a partir de ellas dominar pueblos y naciones en el ámbito político, económico, cultural, social, religioso.

El profeta Isaías escribió: La cabeza de Siria es Damasco [su capital], y la cabeza de Damasco, Rezín [su rey]… Y la cabeza de Efraín es Samaria [su capital], y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías [su rey]. Y añade unas palabras misteriosas: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Is.7:1,8-9). Observa el orden. La cabeza de una nación es su capital, y dentro de la capital el rey. En esos lugares y sobre esas personas ejercerán su dominio principal las potestades espirituales.

Por eso el profeta Ezequiel en el texto que tenemos de base en las últimas meditaciones se dirige a la autoridad de la ciudad, en él están representados todos sus ciudadanos, porque el carácter predominante de los líderes se acaba extendiendo a quienes están bajo su dominio, aceptando su influencia como algo natural o cultural, justificando el mal de muchos en el consuelo de todos.

Pues bien, el profeta se dirige a la cabeza de Tiro para exponer su mensaje. Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto, he aquí yo traigo sobre ti… (28:6,7). Y a partir de ese momento se presenta el juicio al que ha sido sometida la ciudad de Tiro. Sin embargo, las cosas no suceden de un momento a otro, el juicio de Dios tiene su desarrollo, y en su misericordia, espera que el hombre se arrepienta. El recorrido lo recoge el proverbio: Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu (Pr.16:18). Este proceso está activado en nuestra generación y debemos pararlo con arrepentimiento sincero.

         La soberbia y avaricia que echaron a perder el comercio y la prosperidad de Tiro producirá los mismos resultados en nosotros si seguimos los mismos pasos.

87 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXIX) – Babilonia (71)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         Veamos algo más sobre el significado de ser cabeza en la Escritura. Toda autoridad viene de Dios. Pablo enseña: Cristo es cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo (1 Co.11:3). Este es un mensaje impopular en nuestra generación, contraria a toda autoridad, seguramente por los excesos y falta de modelos reales de lo que significa ser cabeza. La idea errónea es que significa ser «jefe», mandar, imponerse, cautivar, dominar. Pero esa no es la verdad que se expresa en la Escritura. Cabeza en la Biblia siempre significa estar bajo autoridad, estar sujeto a, para poder ejercerla debidamente sobre. El hombre estaba sujeto a la cabeza, que es Cristo, pero cuando pecó se emancipó y escogió una aparente libertad que lo llevó a la esclavitud. Por tanto, toda emancipación de la autoridad significa acabar en esclavitud.

Jesús, el postrer Adán, nació y vivió en un mundo caído, pero nunca se emancipó del Padre; vivió sujeto a su voluntad hasta la muerte, por eso triunfó en la resurrección y fue exaltado hasta lo sumo, recibiendo toda autoridad en el cielo y en la tierra. Ahora tiene un nombre que es sobre todo nombre.

Los ladrones y salteadores de la autoridad nunca se sujetan, solo en apariencia, por tanto, acaban siendo tiranos, ejerciendo dominio a costa de la libertad de los demás, y para ello deben usar el miedo, la manipulación y el engaño para mantenerse en autoridad.

Cuando el hombre de éxito, en cualquier ámbito, se enseñorea de quienes están bajo su autoridad es porque ha dejado de estar sujeto él mismo. Se ha emancipado como mayordomo pensando que tiene derecho a hacerlo y ha creído ser un dios; la soberbia activará en él la misma naturaleza de la primera personalidad espiritual que se rebeló contra Dios, y a partir de ese momento quedará preso de ese dominio que lo impulsará a su propia ruina, causada por una combinación de factores humanos, −muy humanos−; el apóstol los llama las obras de la carne; un poder hechicero cauterizará su conciencia para perder su humanidad y llegar al engaño de creer que es dios. Eso es lo que ocurrió con el príncipe de Tiro y su autoridad sobre la ciudad fenicia.

         Nuestra generación vive atrapada en este engaño por su soberbia.

86 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXVIII) – Babilonia (70)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         La Biblia muestra con toda claridad que hay un mundo visible y otro invisible. Que este ejerce su influencia sobre aquel mucho más de lo que podemos percibir, de ahí que se hable de sentidos espirituales, de discernimiento de espíritus, de no creer a todo espíritu, sino de probarlos.

El mismo ser humano está compuesto de espíritu, alma y cuerpo, es un ser tripartito, con la evidencia de que puede ser influenciado mas allá de su consciencia por el mundo invisible. El mismo apóstol Pedro lo fue, cuando llevado por afectos humanos quiso impedir que Jesús fuera a la cruz, y el Señor le reprendió con palabras duras: ¡Quítate de delante de mí Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

La fascinación, el hechizo momentáneo, el magnetismo, el carisma arrollador que ejercen algunos líderes sobre las multitudes solo se puede entender desde la influencia irresistible que en un momento dado puede ejercer un ser humano sobre pueblos y naciones mediante la activación de las potestades superiores sobre su voluntad y razón. Es lo que vemos en el príncipe de Tiro. El profeta le llama hombre, pero a la vez ve una potestad dominante que lo ha subyugado mediante el orgullo para implantar en él su propia naturaleza que le lleva a querer ser igual a Dios.

Todo comienza por la boca. Como dice el dicho popular: por la boca muere el pez. Así está escrito: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste… La soberbia da lugar a una forma determinada de hablar. A la vez, la manera de hablar pone de manifiesto lo que hay en el corazón de la persona. Por las palabras somos justificados o condenados. De lo que hay en el corazón habla la boca. Por eso está escrito: Sobre toda cosa guardada, guarda el corazón, porque de él mana la vida.

La soberbia se había producido por el éxito comercial innegable de la ciudad de Tiro, y en concreto en la cabeza de esa ciudad, su príncipe (Is. 7:7-9). Una vez dominada la persona que ejerce autoridad sobre el pueblo, la naturaleza del mal puede abrirse camino fácilmente hacia las multitudes.

         Las personas que ejercen autoridad deben estar bajo autoridad, de lo contrario quedarán expuestos al dominio de las potestades superiores.

85 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXVII) – Babilonia (69)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         En este capítulo de Ezequiel nos encontramos con la fusión que se establece entre el comportamiento de la ciudad de Tiro y su príncipe, −la influencia que llegaron a tener sobre todo el Mediterráneo, es decir, todo el mundo conocido, que dio lugar a un comercio mundial con su consiguiente dominio y poder sobre otros pueblos y naciones−, con las potestades superiores. El éxito de la ciudad de Tiro en mantener un mercado común europeo, (aunque ciertamente superaba las fronteras de Europa y llegaba hasta el Oriente Medio), propició, (o tal vez vino motivado por su vinculación anterior a la fuerza que ejercía el poder babilónico sobre ella), una combinación de fuerzas naturales y sobrenaturales. Me explico.

El ser humano tiene las potencialidades que el Creador le ha dado para dominar sobre la creación, ejercer de mayordomo y administrar lo que ha sido puesto bajo su custodia, pero una vez que se emancipa de la fuente de su autoridad, es decir, el Hacedor de todas las cosas, se activa otro poder espiritual que lo subyuga y ejerce su persuasión sobre él para conducirle más lejos aún de su dependencia primaria, inyectar en el ser humano su naturaleza rebelde y doblegarle a su dominio mediante la rebelión contra el Creador pretendiendo ocupar su lugar.

Esa fue la caída de Lucifer, el ángel o querubín caído, que ahora se proyecta sobre la naturaleza del hombre para conseguir los mismos resultados. Todo ello se desprende del texto que tenemos para meditar.

Una vez que la ciudad de Tiro consiguió una posición de influencia sobre las demás naciones mediante su comercio, aparece en la revelación que nos da el profeta de Dios, una fusión de voluntades entre el hombre y el que Jesús llama el príncipe de este mundo, y el apóstol Pablo, el príncipe de la potestad del aire, que opera sobre los hijos desobediencia, o hijos de ira.

Por eso, el profeta Ezequiel se dirige en su mensaje de este capítulo al príncipe de Tiro, y en el desarrollo de su exposición pone de manifiesto que está viendo en él al querubín, sello de la perfección, sabiduría y hermosura que estuvo en Edén.

         El profeta Ezequiel revela que detrás del éxito económico del príncipe de Tiro se manifestaba una naturaleza que sobrepasaba el ámbito natural.

84 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXVI) – Babilonia (68)

¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar? Cuando tus mercaderías salían de las naves, saciabas a muchos pueblos; a los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tu comercio… tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti… Los mercaderes de los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre, dejarás de ser (Ezequiel 27:32-36)

         El salmista nos advierte: Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas (Sal.62:10). Jesús también lo hace una y otra vez en sus enseñanzas. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y el apóstol Pablo escribe: Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Tim.6:9,10).

Hoy en muchos púlpitos cuando se leen estos textos rápidamente se pone el énfasis en que el problema está en el amor al dinero, no en el dinero mismo, éste es neutro, se enfatiza. La realidad es que parece haber muy poca capacidad en el ser humano para no ser subyugado por el brillo del oro.

Dinero, poder y sexo son una triada diabólica que hunden a los hombres en perdición haciendo emerger lo peor de la naturaleza humana.

Sin embargo, hay personas prósperas en la Biblia que no sucumbieron a semejante tentación: Abraham, Isaac, Jacob, Job, David y muchos otros. Pablo dice a Timoteo: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en Dios, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Tim.6:17).

No fue el caso de la ciudad de Tiro y sus habitantes. Como tampoco lo será el de las ciudades y naciones de hoy que prosperan un tiempo para envanecerse cayendo presa de sus propios excesos. Lo efímero de las riquezas pone a prueba el devenir de los pueblos.

La historia revela que grandes ciudades e imperios antiguos cayeron y nunca más se han levantado. ¿Qué nos hace pensar que las ciudades prósperas de Europa y América lo serán siempre? Si hubo juicio para Tiro, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas, lo habrá también para las nuestras si seguimos los mismos patrones de comportamiento. Dios no cambia.

Las generaciones van y vienen, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Nuestro afán actual por las riquezas, el confort y el lujo desmesurado nos iguala a Tiro y su caída. Seamos sabios y aprendamos del testimonio escrito para todas las generaciones.

         Busquemos primero el reino de Dios y todo lo demás será añadido.