Una decadencia sin precedentes

DecadenciaY muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin    (Mateo 24:11-14)

         Estamos asistiendo en los últimos años a un enfriamiento del amor, las convicciones y los principios del evangelio en las sociedades modernas, (aquellas que crecieron y prosperaron porque abrieron sus naciones a la influencia de los valores bíblicos), como nunca antes. La decadencia moral y espiritual, que se traslada inmediatamente a todos los ámbitos de la vida pública y privada, ha hundido a naciones enteras en el pozo de la apostasía.

         Paralelamente a este decaimiento de los resortes que sostienen la conciencia dentro de unos parámetros aceptables, se ha producido un resurgimiento del islamismo más radical en la dirección opuesta. Es decir, la iglesia y sus valores están a la baja, mientras que las imposiciones de la sumisión al totalitarismo coránico están en niveles desorbitados.

         Por otro lado, vemos que algunas de las naciones que hace poco eran la cola en economía y libertad, están ahora en un proceso ascendente de fe y valores judeocristianos, véase algunas de las naciones del antiguo bloque del Este de Europa, por citar un solo ejemplo.

         Estos procesos están claramente reseñados en las páginas del Libro. Están escritos para enseñarnos en cabeza ajena. La historia del antiguo Israel lo muestra con nitidez. Los tiempos de bonanza y bienestar pronto dan lugar al relajamiento de las buenas costumbres para entrar en decadencia y juicio. Por otro lado, los tiempos de aflicción y angustia conducen a la necesidad de clamar a Dios, el Dios de Israel, para salir del pozo y recuperar la ansiada libertad con sus valores tradicionales.

         Nuestro país −España− es otro ejemplo claro de lo estoy diciendo. Después de una Dictadura (tal vez «dictablanda» si la comparamos con las verdaderas dictaduras comunistas, fascistas o islamistas) de casi cuarenta años, vivimos un proceso de Transición que llevó a la nación a la reconciliación, la restauración de las libertades y el bienestar económico que cambió el decorado nacional. Hoy, después de otros casi cuarenta años de prosperidad, la decadencia de valores y principios es de tal magnitud que asombra a quienes superamos los cincuenta. Una nueva generación que no aprecia el valor de lo conseguido se ha levantado para menospreciar el esfuerzo y la generosidad de nuestros padres, dando lugar a una soberbia y altivez propia de necios, que en algunos casos ni siquiera reconoce los logros realizados. Por tanto, recogemos lo que sembramos. La soberbia es señora mientras la humildad se desprecia.

       Umea  Hoy mismo he leído varias noticias que ponen de manifiesto lo que quiero decir. La «cristianísima» Suecia (de la que conozco personalmente su gran generosidad misionera en los años 70, 80 y 90) niega y prohíbe a los niños de la ciudad de Umea la posibilidad de orar en los colegios para dar gracias a Dios por la comida y leer la Biblia. Por otro lado, una encuesta realizada en EE.UU (siempre el referente de cómo evolucionan las cosas en el resto del mundo Occidental) muestra que ha aumentado de manera rotunda el apoyo de los cristianos evangélicos al matrimonio gay. Y para completar el cóctel que se está elaborando ante nuestros ojos, leo y oigo con asombro que en el Egipto de Nasser (1958) se hacía burla con la posibilidad de que las mujeres llevaran el velo por la calle. Y no solo en El Cairo, sino también en Kabul (Afganistán), Damasco (Siria) o Teherán (Irán), se consideraba impensable que pudiera imponerse la obligatoriedad de llevar el hiyab.

         Estos ejemplos (hay muchos) ponen de manifiesto la siguiente consideración: estamos asistiendo a una decadencia sin precedentes de los valores y principios judeocristianos en muchas naciones consideradas tradicionalmente cristianas; y a la vez vemos el resurgir del islam (entiendo que una manifestación clara de Apc.13:12 donde la bestia, −personalmente creo que se trata del islam−, hace que la herida mortal sea sanada y los moradores de la tierra la adoren) está invadiendo las naciones europeas e imponiendo la sharia islámica, en su desprecio por una cultura que aborrece. No hay más que ver la proliferación de mezquitas en todas las capitales europeas ante la falta de reciprocidad que no exigen nuestros gobernantes en los países musulmanes, y cómo muchas de las antiguas sedes de iglesias tradicionales se cierran o convierten en centros de ocio. El cristianismo tradicional decae, el islamismo avanza.

         Estos procesos están expresados claramente en la Escritura. Babilonia emergió cuando Israel, el pueblo de las promesas, traicionó la ley de Dios, siendo devorada por los caldeos como resultado del juicio de Dios. El paganismo y los cultos a Baal y las Aseras se impusieron en la tierra de Israel cuando el pueblo del pacto fue asimilado por las prácticas paganas. El clamor y la oración del pueblo fiel condujeron una y otra vez a la restauración de la nación y su propósito.

         Cuando una sociedad se opone a la verdad y la desprecia, abre sus entrañas a un poder engañoso para creer la mentira (2 Tes.2:10-12). Cuando toda una generación cambia los parámetros de su cosmovisión, dando lugar a la mentira, antes que a la verdad; cuando menosprecia los beneficios recibidos y adora las criaturas antes que al Creador; cuando se envanecen en sus razonamientos, y detienen con injusticia la verdad; Dios mismo los entrega a la inmundicia para despreciar sus propios cuerpos; son entregados a pasiones vergonzosas, y a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1).

       La sal  Cuando la sal se vuelve insípida la corrupción se acelera y es menospreciada porque ha perdido su sabor. Cuando la luz no brilla sino que se expone a un exhibicionismo vanidoso el reflejo que produce no permite ver sino que ciega la verdad, levantando creencias de cualquier tipo.

         Cuando se activa el misterio de la iniquidad; cuando la maldad aumenta; cuando el amor de muchos se enfría; cuando la decadencia es tan evidente que no se percibe; cuando la mentira se establece como norma avalada por leyes humanas (como las que anida la Ideología de Género), solo hay un camino para regresar a la cordura y el equilibro de la sensatez y el sentido común: la humillación ante Dios, el arrepentimiento, la oración al Dios del cielo; para que vengan de su presencia tiempos de restauración y refrigerio. Cuando hemos provocado la ira de Dios, el Dios Santo; habiendo menospreciado su bondad para con los hombres, solo queda un camino posible: el juicio. Y estamos a las puertas de un día terrible.

         Como está escrito: vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán (1 Tes.5:3). Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre… estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en encasamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos (Mt.24:37,38). A partir de aquí nos queda velar y orar, para no caer en tentación. Velar y orar para que aquel día no nos sorprenda. Velar y orar para conocer los tiempos, porque es hora de levantarnos del sueño (Ro.13:14).

         En medio de todo ello hay los que perseveran en la senda del justo. Siempre hay un remanente fiel y discreto que anuncia el evangelio para testimonio a las naciones; y entonces vendrá el fin. Hoy el refugio sigue siendo el Mesías, que volverá a Jerusalén para establecer su reino de justicia para todas las naciones. Sí, ven, Señor Jesús. Estas son las buenas noticias.

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Un comentario sobre “Una decadencia sin precedentes

  1. Muy bueno Virgilio, gracias por estas explicaciones que nos hacen ver la realidad de este tiempo y tener confianza de que Dios estará con sus escogidos hasta el fin. Un abrazo.

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