208 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCV) – Hageo (2)

Porque así dice YHVH de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho YHVH de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice YHVH de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho YHVH de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice YHVH (Hageo 2:6-9)

         Alguien dijo en cierta ocasión que Israel es el piso piloto de los acontecimientos mundiales. Es una especie de laboratorio donde se lleva a cabo la prueba cuyas consecuencias alcanzan mas tarde a todas las naciones. Si nos adentramos en el periodo de la historia en la que vivió el profeta Hageo, podemos ver, por un lado, un tiempo de reconstrucción nacional en la tierra de sus padres, y por el otro, un mensaje de alcance universal.

La restauración de Israel tiene un alcance universal, a todas las naciones; por ello es el foco de las tensiones mundiales. Así la oposición a la revelación de Dios se centra en gran medida en aquel lugar y en este pueblo. Judá y Jerusalén debían ser restauradas para recibir en su suelo la llegada del Mesías que habría de venir a  redimir: Yeshúa ben Yosef, el siervo sufriente.

Hoy vivimos en el tiempo de la restauración de Israel en su tierra y a su Dios para que venga el Deseado de todas las naciones: Yeshúa ben David, el rey que ha de ser entronizado en Jerusalén.

En el tiempo de la restauración de Israel siempre hay periodos de conflicto, opresión, adversidad e intentos de paralizarla y aniquilarla. Son días de oración y clamor. De movimientos mundiales contra su levantamiento, porque en su restauración hay vida de entre los muertos (Ro.11:15).

Antes del regreso del Mesías, convulsión. Antes de su establecimiento en el trono de David, oposición mundial de todos aquellos que encarnan la naturaleza de Babilonia. El Señor hará temblar las naciones. Y los cielos, y la tierra y el mar y la tierra seca. Luego vendrá el Deseado de todas las naciones.

Piensa. Deseado por todas las naciones. Sí. El evangelio ha extendido la simiente de Dios en todos los pueblos. Han sido injertados en las promesas y los pactos mediante el Mesías, y a todas las naciones ha llegado el evangelio que ha redimido gente de toda lengua, pueblo y nación. Estos le anhelan. ¡Ven Señor Jesús! Le esperan. Y con él su gloria en la casa de Jerusalén y los recursos para su construcción (la plata y el oro). Una gloria mayor llenará la casa de YHVH, y habrá paz, paz mundial desde Jerusalén. ¿Podemos comprenderlo?

         La iglesia del Señor debe comprender la necesidad de restauración de Israel en su tierra y a su Dios porque a ella regresa el Deseado de las naciones.

207 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCIV) – Hageo (1)

En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de YHVH por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo (Hageo 1:1)

         El autor del Cantar de los Cantares menciona un tiempo cuando se oye la voz de la tórtola, preludio de que el invierno ha pasado, la lluvia se fue, se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola (Cant.2:11,12). También dice en otro lugar que todo tiene su tiempo y su hora debajo del sol.

Judá había sido llevado al cautiverio, habían pasado setenta años lejos de la tierra de la heredad, pero ahora la voz profética de la restauración sonaba con fuerza y los judíos se habían puesto en marcha para regresar del cautiverio. Sin embargo, la Escritura no deja lugar a dudas de que aunque estemos en el tiempo de Dios, no siempre el pueblo está a la altura de esos tiempos; la indiferencia y apatía pueden hacer mella en su ánimo, y la reconstrucción puede demorarse. Eso fue exactamente lo que estaba aconteciendo en los días de la voz del profeta Hageo.

El Dios de Israel no es Dios que se ve, sino voz que se oye. Una vez oída, la fe se pone en marcha y su propósito se activa; salvo que nos encontremos con un pueblo perezoso y desobediente que endurece su corazón al sonido de su voz.

Hageo significa «festivo», tal vez porque naciera en uno de los días festivos del calendario judío. El tiempo del cautiverio había concluido. El juicio había pasado. La restauración se estaba abriendo paso en medio de gran oposición.

Hageo es el primer profeta de los tiempos de la restauración. La cronología de los hechos fue así: en el año 536 a.C. tuvo lugar el primer regreso de unos 50.000 judíos al mando de Zorobabel. Lo primero que hicieron fue levantar el altar del Señor y ofrecer sacrificios. Luego comenzó la obra de reconstrucción del templo que fue paralizada por los enemigos de Israel. Estamos en el año 535 a.C. y hasta el año 520 a.C. la construcción del templo estuvo detenida.

Fue en ese momento cuando el Señor envió su palabra al pueblo a través de Hageo con el mensaje de salir de la indiferencia, y sus ocupaciones personales, para retomar el propósito más elevado y de mayor alcance que el de sus propias vidas: edificar el templo, eje central de la comunidad judía, y centro vital de su restauración espiritual y física. Los enemigos externos y la indiferencia interna habían paralizado la obra que la voz profética pone nuevamente en marcha hasta su edificación completa.

         Los adversarios y la indiferencia paralizaron la obra divina; la voz profética la reactivó hasta su culminación.

206 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCIII) – Daniel (7)

Y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro… Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas… Anda, Daniel, pues estas palabras está cerradas y selladas hasta el tiempo del fin (Daniel 12:1,7,9)

         Algunos se empeñan en descifrar la complejidad de los últimos tiempos aunque hay palabras que están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Yo no pretendo tal cosa en estas breves reflexiones, solamente medito algunos textos y saco conclusiones, nunca exhaustivas, y mucho menos dogmáticas. En parte conocemos, y en parte profetizamos. La plenitud de la revelación está delante y nunca pertenece a una sola persona, sino al Autor de nuestra fe.

Por ello no entraré en el espinoso asunto de interpretar las famosas setenta semanas del capítulo 9 de este libro. Solo diré una cosa que menciona el texto con toda claridad: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (9:24). El énfasis está puesto sobre «tu pueblo» y «tu santa ciudad». Es decir, Israel y Jerusalén.

No en vano el mayor conflicto mundial de nuestros días (y de muchos otros periodos de la historia) está focalizado sobre Eretz Israel y la capitalidad del Estado de Israel, Jerusalén. Por algo será. Y en esto siempre nos da pistas el énfasis que las potestades espirituales ponen sobre ciertos asuntos de los hombres y las naciones. Por algo será.

Daniel culmina su mensaje anunciando un tiempo de angustia nunca antes visto, lo que conocemos como la gran tribulación, de la que muchos quieren escapar, sin comprender que la iglesia siempre ha existido en medio de ella, y el Señor sabe rescatar al justo en medio del presente siglo malo.

Uno de los énfasis del profeta en sus últimos capítulos está puesto sobre «tu ciudad», «tu santo monte», «tu pueblo» (9:16,19,24) (10:14) (12:1).

Está establecido un tiempo para la liberación del pueblo de Dios, cuando acabará la dispersión del cautiverio entre las naciones. Después de la opresión ejercida por las naciones del mundo, ―dirigidas por la entidad espiritual llamada Babilonia―, contra Israel y la iglesia, como referentes y depositarios de la revelación de Dios, llegará el día cuando es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder (2 Tes.1:6-10). No debemos ignorar que hemos sido injertados en Israel.

         Después de la aflicción viene el reposo, dice Daniel; y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días (12:13). Es la esperanza mesiánica y eterna.

205 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCII) – Daniel (6)

Pero se sentará el Juez, y le quitará su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán… (Daniel 7:26,27)

         No todas las piezas de este rompecabezas encajan como quisiéramos, por tanto, no sentaré doctrina en este caso con mis apreciaciones. Sin embargo, podemos seguir mirando los textos y tratar de sacar algunas consideraciones que pueden acercarnos a vislumbrar mejor los acontecimientos mundiales del momento actual. Teniendo como base Daniel 7 y Apocalipsis 13 y 17 tratemos de concretar algunos datos con sus conclusiones. Veamos. En estos textos se habla de santos y mártires de Jesús, que inicialmente son vencidos y degollados por el cuerno y la bestia que emana del reino babilónico. Tenemos aquí al pueblo de Dios, −judíos y gentiles−, unidos en un mismo destino, con un mismo enemigo y una misma aflicción.

El islam conquistó muchas naciones cristianas en su origen; luego la antigua capital del Imperio Romano Oriental, −Bizancio−, en 1453, cuando cayó su capital Constantinopla a manos de Mehmet III y el imperio Otomano. Este cuerno habla grandes cosas (7:20); tiene un mensaje cautivador y hechicero. Incluso hablaba contra el Altísimo (7:25); una referencia clara a su oposición al mensaje del Judaísmo y el Cristianismo. Adora a Alá, un dios de la antigua Kaaba de la Meca, a quien se considera el más grande, Allahu Akbar, en oposición al Altísimo revelado a Israel, los profetas y apóstoles de Yeshúa.

El Corán y los Hadiz son un mensaje opuesto al Dios de Israel y el evangelio. Pensará en cambiar los tiempos (7:25); lo hizo en el año 622 d.C. con la Hégira (el viaje de Mahoma de la Meca a Medina); y la ley (7:25); una referencia a la sharía o ley islámica, que cambia la ley de Moisés, anula el evangelio y pretende superarlos; también ha cambiado su confesión de fe, la Shemá judía: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es»; por la Shahada islámica: «no hay más dios que Alá y Mahoma es su mensajero».

La naturaleza del islam y los valores judeocristianos son radicalmente opuestos. El islam es un sistema totalitario indiscutible, un dominio con fecha de caducidad, hasta que se levante el Juez y le sea quitado y dado el reino al pueblo de los santos del Altísimo. Esta es la lucha verdadera que se dirime hoy en las naciones, aunque nuestros gobernantes, nulos de relevación, insistan en negar la evidencia del conflicto planteado por el islam salafista actual. Asistimos al final de los tiempos.

         La lucha despiadada del islamismo y el antisemitismo contra Israel y la iglesia anticipan lo revelado en la Escritura: el reino mesiánico está cerca.

204 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCI) – Daniel (5)

Y veía yo que este cuerno hacia guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino (Daniel 7:21,22)

         Entramos ahora en uno de los «enigmas» sin resolver sobre la identidad del cuerno pequeño que vio Daniel en su visión. El profeta tuvo deseo de saber la verdad sobre la cuarta bestia, que era diferente de las demás. Era espantosa en gran manera, devoraba y desmenuzaba (19). Tenía diez cuernos en su cabeza, y otro cuerno que le había salido, delante del cual cayeron tres de los diez anteriores. Este cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros (20). Y un detalle más antes de seguir. Este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía (21).

Para comprender algo mejor todo esto debemos ir al libro de Apocalipsis 17. Allí vemos a la gran ramera, −Babilonia−, influyendo sobre las naciones. Estaba ebria de la sangre de los santos y los mártires de Jesús (17:6). La bestia que traía a la mujer, es decir, Babilonia, tiene siete cabezas y diez cuernos (7). Y ahora un dato muy revelador. La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra… se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (8).

Mi tesis es que la bestia aquí se trata del islam, que procede de Babilonia. Esta bestia había sido en el pasado (era, y no es) a través del imperio babilónico. Está para subir del abismo (lo hizo en el año 622 d.C. conquistando en poco tiempo todo Oriente Medio, el norte de África y llegando hasta la India), imponiendo el islam a través de la espada en países donde prevalecía el cristianismo primitivo, y aniquilando varias tribus judías asentadas en Arabia, especialmente en los alrededores de la ciudad de Media (la ciudad del profeta Mahoma).

Juan menciona a siete reyes; cinco de ellos han caído (Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia), uno es (Roma), y el otro aún no ha venido (el Califato musulmán, el islam) (Ap.17:10). Dice que durará breve tiempo, pero rebrotará en diferentes momentos de la historia, especialmente mediante el imperio Otomano (la herida de la primera bestia que fue sanada, Ap.13:11,12); y en nuestros días ha vuelto a resurgir con fuerza en todo el mundo mediante la doctrina salafista, un retorno a la pureza doctrinal del islam, que cautiva a millones de musulmanes con una visión escatológica destructiva mediante el caos y el terrorismo islamista que propiciará la venida del Mahdi, su mesías.

         Estamos aquí ante un puzle complejo, en el que nos encontramos con distintas piezas del rompecabezas en los libros de Daniel y Apocalipsis.

203 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XC) – Daniel (4)

En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto (Daniel 7:1)

         La visión que relata el profeta Daniel en este capítulo es impresionante, además de contener una amplitud de datos muy relevantes. Algunos, como siempre ocurre en la profecía, difíciles de interpretar, o con distintas formas de hacerlo. No haré una exégesis amplia de este pasaje, ni trataré de desentrañar todos los detalles; procuraré centrarme en aquellos que interesan a  nuestro tema.

Belsasar fue el último rey babilónico, con él se puso fin al reino, para iniciarse después el imperio medo-persa. Las cuatro bestias que aparecen aquí tienen un paralelismo con la estatua del sueño de Nabucodonosor y los reinos que allí hemos visto. Daniel vio un Anciano, cuyo vestido era blanco, el pelo de su cabeza como lana limpia, y su trono celestial llama de fuego (9). Un rio de fuego procedía de delante del trono; millares y millares le servían, y millones de millones asistían delante de él. Luego el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos (10). Una visión extraordinaria del trono celestial con características similares a la visión que siglos más tarde tendría Juan en Apocalipsis 20:12.

Luego aparece uno como hijo de hombre, que vino al Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él (13). A este hijo de hombre (título que posteriormente asumirá Jesús de Nazaret) le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (14); en clara referencia al Mesías, hijo de David, y su reino mesiánico.

Se trata del mismo reino que aparece en el capítulo 2 como una piedra, cortada sin mano, que hirió a todos los reinos del mundo, convirtiéndose en un gran monte que llenó toda la tierra (2:34,35). Daniel preguntó por el significado y esta fue la respuesta: Las cuatro bestias que has visto son cuatro reyes que se levantarán en la tierra (Babilonia, Persia, Grecia y Roma). Después de ellos recibirían el reino los santos del Altísimo eternamente y para siempre (17).

La referencia es clara al reino mesiánico centralizado en la ciudad de Jerusalén. Veremos el resto del capítulo en la siguiente meditación, pero ahora quiero resaltar que hay un paralelo entre los capítulos 2 y 7 del libro de Daniel. En ellos se habla de imperios que caerán y un reino que nunca será destruido. Todo ello concentrado en Oriente Medio, y dos lugares: Babilonia y Jerusalén.

         La visión de Daniel concuerda con el sueño de Nabucodonosor. Ambos muestran imperios perecederos y un reino único que permanece para siempre.

202 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXIX) – Daniel (3)

Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación (Daniel 4:2,3)

         Después que Daniel interpretó el fabuloso sueño del rey Nabucodonosor, y ser engrandecido con muchos honores, de tal manera que fue nombrado gobernador de toda la provincia de Babilonia, y haber solicitado que sus amigos fueran puestos sobre los negocios de la provincia babilónica, el rey tuvo que quedarse pensativo sobre la parte del sueño que hablaba específicamente de él. Tú eres aquella cabeza de oro (2:38), le había dicho el profeta.

Esas palabras, con toda seguridad, debieron producir en él un elevado concepto de sí mismo, llegando a pensar que todos debían adorarle. Así concibió un plan que encontramos en el capítulo 3. Mandó construir una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos (unos 30 metros). Luego reunió a los gobernadores de las provincias para que la estatua fuese dedicada. Al sonido de los instrumentos musicales todos debían postrarse y adorar la estatua, viendo en ella una representación de sí mismo.

Este tipo de idolatría se ha repetido en la historia humana hasta la saciedad. Lo hicieron los emperadores romanos. Todos los dictadores colocan grandes fotografías en las ciudades donde ejercen su dominio (léase Stalin, Lenin, Mao, Hitler); y en nuestros días lo vemos en la dinastía Kim en Corea del Norte, donde las multitudes tienen la obligación de presentar su respeto y reverencia a los padres y «salvadores» de la patria. Nada nuevo debajo del sol.

Las religiones también lo hacen de otra forma. El islam postrándose en dirección a la Meca, donde hay una pequeña piedra negra en la Kaaba, eje central de su idolatría. Hoy se adora la ciencia, la tecnología, el humanismo, el deporte y muchas otras formas de idolatría que recorren las naciones desde que se extendieron a partir de Babilonia.

Volvamos a Nabucodonosor. En su reino había algunos judíos que no adoraban estatuas, ni hombres. El rey caldeo, lleno de soberbia, olvidó pronto el mensaje de Daniel y se colocó él mismo en el centro de la adoración. Tuvo otro sueño, en este caso de un árbol, cuya altura era grande (4:10); y que volvía a representarle a él mismo. La soberbia lo pudo y fue entregado como animal a comer hierba, hasta que reconoció el reino sempiterno del único Dios cuyo señorío es de generación en generación, y por todas las edades (4:34).

         Dios da y Dios quita. Su reino es eterno y permanece para siempre.

201 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXVIII) – Daniel (2)

Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días… Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó… y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra… y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido… pero él permanecerá para siempre (Daniel 2:28,34,35,44)

         El libro de Daniel es trepidante. Los hechos se suceden sin tiempo para recobrarse de la impresión que suscitan. En el capítulo dos nos encontramos con el sueño que el rey babilónico ha tenido sin que nadie pueda interpretarlo. Solo Daniel, y la reunión de oración con sus amigos, permitió que la revelación se produjera y el enigma pudiera ser descifrado.

Una gran estatua, levantada en tierra de Sinar (paradójicamente la antigua llanura donde Nimrod y aquella gran congregación de unánimes soñadores edificaron una ciudad cuya confusión se extendió por toda la tierra Gn.10:10 y 11:2), que mostraba los imperios levantados hasta el advenimiento de un reino que no tendrá fin. Esos imperios son: Babilonia, la cabeza; el Medo-persa, pecho y brazos; Grecia, vientre y muslos; y por último Roma, piernas y pies de hierro y barro.

Una vez identificada la estatua levantada, cuya imagen era muy grande, aparece una piedra, cortada sin mano de hombre, que hiere a la imagen en sus pies de hierro y barro cocido, desmenuzándola (2:34). Cuando la piedra golpeó los pies de la estatua cayeron también todos los demás reinos, que vinieron a ser como tamo que se lleva el viento sin que de ellos quedara rastro alguno (2:35).

Luego, increíblemente, de la misma piedra que golpeó con fuerza todos los imperios, se levantó un gran monte para llenar toda la tierra. La estupefacción de Nabucodonosor tuvo que ser insoportable queriendo saber la naturaleza de ese reino tan poderoso que se levantará en toda la tierra; de ahí la urgencia por llamar a magos y astrólogos para interpretar el sueño.

Daniel tuvo la respuesta: Hay un Dios en los cielos que revela los misterios; y ha revelado a un rey pagano lo que ha de acontecer en los postreros días (28). En los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido… desmenuzará a todos los reinos, pero él permanecerá para siempre (44). Jesús es la piedra (Mt.21:42); y su reino no tendrá fin (Lc.1:33).

         El reino mesiánico será como un monte que llenará toda la tierra y nunca será destruido.

200 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXVII) – Daniel (1)

En el año tercero del reinado de Joacím rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió… Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos… Entre estos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías… Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse… (Daniel 1:1,3,4,6,8)

         Siendo muy joven, Daniel fue llevado cautivo a Babilonia. Allí vivió todo el tiempo que duró el cautiverio, ocupando altos cargos en los imperios babilónico y persa. Babilonia era la gran potencia dominante de aquellos días. La vida de Daniel se extiende desde el primer año de Nabucodonosor, durante los cinco reinados siguientes, hasta la caída de Babilonia a manos del naciente imperio persa. Estuvo allá desde 606 a.C. hasta 534 a.C., un total de 72 años, como testigo de Dios en el palacio del imperio que dominaba el mundo antiguo.

Su nombre significa «Dios es [mi] Juez». Sobre el libro de Daniel se ha conjeturado y puesto en duda que sea un único autor. En el siglo III d.C. un tal Porfirio, propuso la teoría de que el libro era una falsificación del periodo macabeo (168-164 a.C.). Sin embargo, el libro es un documento histórico verídico que data de los días de Daniel; esa postura se ha mantenido unánime entre los eruditos judíos y cristianos hasta el surgimiento de la crítica moderna, que volvió a retomar la teoría de Porfirio.

Si el libro de Daniel no fuera tal como sustenta su contenido, ¿cómo podemos creer que Dios sea partícipe de un engaño semejante? Estaríamos ante la anulación del mensaje profético que contiene, puesto que las profecías citadas serían historia en lugar de mensaje revelado. Creemos más bien que el orgullo intelectual se resiste a reconocer los maravillosos milagros y las sorprendentes profecías que contiene este libro.

El libro mismo presenta a Daniel como su autor (7:1,28; 8:2; 9:2; 10;1,2; 12:4,5); si así no fuera estaríamos ante un engaño insostenible de las Escrituras. El mismo Jesús confirmó su legitimidad en Mateo 24:15. Dejando atrás todas las conjeturas sobre la historicidad del libro, iremos viendo algunas de las sorprendentes profecías acerca del reino mesiánico que contiene. De inicio nos encontramos con la determinación de Daniel y sus amigos de no ser asimilados por la cultura babilónica. Dios les dio gracia, conocimiento e inteligencia; y fueron hallados diez veces mejores que los magos y astrólogos.

         Daniel es un ejemplo de integridad y calidad de un profeta de Dios.

199 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXVI) – Ezequiel (12)

Y pondré mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán mi juicio que habré hecho, y mi mano que sobre ellos puse. Y de aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que yo soy YHVH su Dios. Y sabrán las naciones…Y sabrán que yo soy YHVH su Dios… habré derramado de mi Espíritu… (Ezequiel 39:21-29)

         Estamos en estos capítulos finales del profeta Ezequiel ante una coalición de naciones lideradas por Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal, que subirán a luchar contra Israel para destruirla (38:2,5,6-16,22). Dejaremos al margen si Gog es el anticristo, liderando a las naciones contra Israel, y con quién identificarlo, para centrarnos en los hechos generales evidentes.

Habrá una coalición mundial contra Israel. Vendrán a la tierra deseada con la intención de destruirla (una voluntad que se ha mantenido a lo largo de los siglos, y que hoy es sustentada especialmente por las naciones musulmanas).

El inicio de esa estrategia tiene lugar en la subida de palabras al corazón de un líder carismático capaz de unificar en torno a él a múltiples naciones. Piensa. Subirán palabras en tu corazón, y concebirás mal pensamiento (38:10). Estas expresiones siempre me recuerdan las palabras que el apóstol Pablo mencionó para los últimos días: El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Tim.4:1): Un pensamiento cautivo que procede del mundo espiritual, convertido en doctrina de demonios, que cauteriza la conciencia de un líder, o muchos líderes, para arrastrar tras de sí a naciones enteras con un solo objetivo: destruir a Israel y lo que significa de valores y revelación. Hoy ya vivimos ese tiempo a través del islam y la Ideología de Género. Sigamos.

Una vez reunidas las naciones, «hechizadas» por Gog, convencidas de una victoria segura, el Señor mostrará su poder llamando la espada contra ellas, la espada de cada cual contra su hermano (38:21). Litigará contra Gog y lo juzgará junto con las naciones que están con él (22). Entonces las naciones sabrán quien es el Dios verdadero (23). También Israel lo sabrá, porque hará notorio su nombre en medio de su pueblo Israel (39:7).

Las naciones verán el juicio de Dios. Israel sabrá que yo soy YHVH su Dios (39:22). Las naciones sabrán que fue el pecado de Israel lo que trajo el juicio sobre ella durante un tiempo, pero ahora vuelven de la cautividad, y el Señor tiene misericordia de toda la casa de Israel, mostrándose celoso por su santo monte (39:23-25). Habitarán en su tierra con seguridad (26). Será derramado el Espíritu sobre la casa de Israel (29). La gloria y el trono de Dios serán establecidos para siempre en el templo (43:1-7).

         La ceguera de las naciones dará lugar a «saber» quien es el Dios Eterno.