En las Cartas (VII) – 1 y 2 Tesalonicenses (3)
Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder (2 Tesalonicenses 1:5-7)
La venida del Mesías encuentra a los suyos padeciendo por el reino. Lo cual debe llevarnos a meditar bien sobre ciertas teologías escatológicas escapistas que ponen el acento en una huída de la tribulación, mientras el apóstol nos dice en otro lugar que es necesario que entremos en el reino a través de muchas tribulaciones (Hch.14:22).
El día de su venida habrá justicia. Se manifestará el justo juicio de Dios dando a cada uno según sus obras. Los que han padecido por el reino serán recompensados y consolados. Es el día de venganza del Señor que consuela a los enlutados; ordena que a los afligidos de Sion se les de gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espíritu angustiado (Is.61:2,3). Esto es demostración del justo juicio de Dios.
Habrá tribulación para quienes han causado aflicción al pueblo de Dios. Serán excluidos de la presencia del Señor y su gloria (2 Tes. 1:9). En Tesalónica había quienes esperaban de forma inminente el retorno del Mesías y tomaron algunas medidas que estaban fuera de la voluntad de Dios, abandonando sus obligaciones temporales y laborales. El apóstol enseñó que hay una serie de sucesos que preceden a su venida: apostasía, manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2:1-4).
Es una sociedad que niega la adoración a Dios y centra su culto en el hombre; el humanismo predominante de nuestros días. Europa vive bajo este manto de oscuridad. Debe manifestarse aquel inicuo, que engañará a muchos con prodigios mentirosos, con engaño de iniquidad para los que se pierden; y a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida.
Por tanto, tenemos antes de la venida del Rey a Jerusalén un tiempo de gran oscuridad, iniquidad y apostasía. Predominio de la mentira y el engaño mediante poderes espirituales de difícil resistencia en una sociedad entregada a la iniquidad y la disolución de valores según la ley de Dios y el evangelio. La iglesia vive en medio de esa atmósfera, ―siempre ha sido así―, para ser luz, velando y orando para no caer en tentación, sino esperando y apresurando su venida libertadora.
Hay un día señalado para dar retribución a cada uno en su venida.