Consideraciones finales (4) – Las señales
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas (Lucas 21:25)
Cuando estudiamos sobre señales de la segunda venida del Mesías nos encontramos una ambivalencia. Por un lado se nos dice que el Señor vendrá como ladrón en la noche, por tanto, sin advertencia (Lc.17:20-21); por otro, somos instados a conocer el tiempo y que aquel día no nos sorprenda.
Nadie conoce el día exacto de la parusía, pero sí podemos conocer el tiempo que le precede. Las señales son muchas y variadas. Hemos visto en nuestro recorrido las que nos parecen más relevantes y claras. El Maestro usa el ejemplo de los dolores de parto en una mujer embarazada para enseñar sobre algunas de las señales que preceden su venida. En realidad la mujer encinta no sabe exactamente el momento específico de dar a luz, pero conoce los síntomas que lo preceden, los dolores de parto que anuncian la llegada del alumbramiento.
En este sentido la iglesia del Señor no está en tinieblas, ni debe vivir despreocupada. Como dice el apóstol: Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón (1 Tes.5:4). Hay señales. Debemos conocer el tiempo.
Una señal inequívoca de que se acerca el día de más luz es precisamente un periodo de tinieblas. El aumento de la maldad. Las obras de iniquidad que multiplican las manifestaciones pecaminosas de múltiples formas, cada vez más vergonzosas para los hijos de Dios, y con menos pudor para los hijos de las tinieblas.
El amor de muchos se enfriará manteniendo las formas externas de religiosidad, pero negando la eficacia de la piedad. Se manifiesta el hombre de pecado. La multiplicación de la mentira, falsas doctrinas, evangelios laicos con ideologías humanas y espíritus engañadores, desprecio de la sana doctrina que es conforme a la piedad, apostasía, materialismo, hedonismo y consumismo exacerbado. En definitiva, el misterio de la iniquidad. La corrupción del carácter de los hombres, expresado ampliamente por el apóstol en su segunda carta a Timoteo. La pérdida de toda sensibilidad moral. Entregados a la inmundicia.
También tenemos una señal para todo el mundo: la restauración de Israel en su tierra, después de un exilio de dos mil años, que ha levantado, a su vez, la oposición feroz del islam, según mi opinión la bestia del Apocalipsis, como vimos en anteriores capítulos. Todo ello, y mucho más, señales inequívocas que preceden a su venida y revelan el tiempo que vivimos.
Hay señales claras que muestran el tiempo de la venida del Rey a Sion.