GRATITUD Y ALABANZA (59) – No glorificaron a Dios – Corazín y Betsaida

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Corazín y Betsaida

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto, os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras (Mateo 11:21,22).

Después del paréntesis que hemos hecho observando el ejemplo del profeta Daniel, sigamos nuestra andadura mirando el comportamiento de algunas otras ciudades, en este caso en el Nuevo Testamento. Las ciudades tienen carácter. Hay peculiaridades propias que identifican a una sociedad. Ya hemos visto algunos ejemplos. En este caso queremos pararnos en algunas de las ciudades que aparecen en los evangelios donde Jesús realizó una buena parte de su ministerio. Corazín y Betsaida estaban situadas en la región de Galilea, al norte de Jerusalén.

Hago un paréntesis para reseñar una práctica habitual que observo en la mayoría de los comentaristas bíblicos cuando se refieren a la geografía de Israel en tiempos de Jesús, lo hacen con el nombre de «Palestina» en lugar de referirse a Judea, Samaria, Galilea, o en sentido general la tierra de Israel. Este término no existía en tiempos de Jesús. Vino años después, como resultado de la rebelión de Bar Kogba, hacia el año 135 d.C. cuando el emperador Adriano, queriendo erradicar todo vestigio judío con la tierra de Israel le cambió el nombre por Siria Palestina, haciendo referencia a los antiguos moradores filisteos (Palestina significa tierra de filisteos) que ya no existían, y que los actuales árabes de la zona han recuperado para dar nombre a su estado ficticio.

Dicho esto sigamos con las dos ciudades de Galilea que queremos estudiar. Ambas estaban al norte del lago Tiberiades o mar de Galilea. Muy cercanas una de la otra, al lado también de Capernaún. En estas ciudades comenzó Jesús su ministerio público. En ellas hizo muchos de sus milagros. Betsaida era la ciudad de varios de sus discípulos: Felipe, Andrés y Pedro (Jn. 1:44). Fue aquí donde tuvo lugar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. También fue donde Jesús anduvo sobre las aguas, calmando la tempestad (Mr.6:44-52) (Lc.9:10-17). Y fue en esta misma ciudad donde Jesús sanó a un ciego escupiendo en sus ojos (Mr.8:22-26). Milagros extraordinarios que pocas ciudades tuvieron oportunidad de ver, y sin embargo, la dureza de sus corazones impidió su arrepentimiento general. Lo que nos lleva a concluir que los milagros no son garantía de conversión, aunque sí lo fuera en lugares como Lida y Sarón (Hch.9:32-35); o en Jope tras la resurrección de Dorcas (Hch.9:36-42). No así en Betsaida.

         La ingratitud de algunas ciudades agrava el juicio sobre ellas.

GRATITUD Y ALABANZA (58) – No glorificaron a Dios – Daniel como modelo

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Daniel como modelo

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes (Daniel 6:10).

No nos sirve lamentarnos solamente de una sociedad que evita a Dios y las cosas sagradas, menospreciando aquello que nosotros como hijos del reino amamos. Podemos ser conscientes de las graves consecuencias que se derivan de una actitud arrogante hacia los bienes recibidos, y sin embargo, mantenernos firmes en una vida bajo el temor de Dios y sus mandamientos. Daniel es un modelo motivador para todos nosotros. Vivió a lo largo de su vida experiencias suficientemente adversas como para decaer de una fe firme, sin embargo, superó los obstáculos, en varias ocasiones con su vida en juego, para elevarse hasta el trono de la gracia que lo sustentaba.

Fue sacado de su tierra y llevado al cautiverio. Establecido en una sociedad radicalmente distinta a la suya, se adaptó pronto a la nueva situación confiando en su Dios, a pesar de comprender que su nación había recibido el justo juicio por sus pecados y decadencia. Fue recorriendo el camino con la firme decisión de no dejarse contaminar por el entorno que le rodeaba, adaptándose a las nuevas circunstancias; el que lo sostenía era más relevante en su vida que las adversidades que soportaba.

La integridad de su comportamiento levantó la envidia de sus competidores en la administración babilónica, de tal forma que no pudiendo encontrar fisuras en su carácter honrado, vieron la oportunidad en lo tocante a la ley de su Dios. De tal forma que cuando se emitió el edicto que no se hicieran oraciones a nadie salvo al rey Darío, nuestro hombre mantuvo la firmeza de su fe con integridad poniendo una vez más su vida en el altar de su entrega al Dios de quién era, y a quien servía.

Toda la vida de Daniel se forjó alrededor de su devoción diaria. Sabía que su fuerza interior no emanaba de la propia potencialidad, sino del Eterno Dios a quien servía. Sus hábitos no cambiaron ni un ápice frente a la maniobra perversa de sus enemigos. Como cada día, abrió sus ventanas en dirección a la ciudad amada, —aunque desolada en ese tiempo—, donde había estado el templo al Dios vivo, a pesar de haber sido destruido por el imperio al que ahora servía con sinceridad y entereza. Se arrodilló ante su Dios, hizo sus peticiones y dio gracias incluso en tales circunstancias, tal como solía hacerlo siempre. La eternidad en su corazón no se alteró por la adversidad presente, sino que influyó poderosamente en ella cerrando la boca de los leones, incluidos sus acusadores.

         La gratitud de Daniel no fue alterada frente al foso de los leones.

GRATITUD Y ALABANZA (57) – No glorificaron a Dios – Belsasar

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Belsasar

Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido… diste alabanza a dioses de plata y oro… que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste (Daniel 5:22,23).

Nuestra sociedad postmoderna, humanista y plagada de soberbia, pretende erradicar la fe de la vida pública, arrinconándola a la esfera privada de las personas creyendo erróneamente con ello que de esa forma evita la realidad de Dios y su acción en este mundo. La Biblia no es solo un libro para los creyentes, ni siquiera para contarnos la historia del Israel antiguo, es también la evidencia de que el Creador de todas las cosas tiene potestad y dominio sobre los reinos de este mundo.

Hemos visto en anteriores meditaciones la acción del Señor en el devenir de algunas ciudades paganas como Nínive, Sodoma, Gomorra y las ciudades fenicias de Tiro y Sidón. Además tenemos en los libros de los profetas detalles de los juicios emitidos sobre ciudades y naciones; vemos también la caída de imperios populosos que recibieron las consecuencias de su decadencia moral y espiritual. Dios no ha cambiado. El Eterno sigue siendo el mismo. Y los juicios siguen emitiéndose desde el consejo celestial sobre las naciones que trasgreden su ley de forma insoportable. Vivimos en esos tiempos de manera flagrante.

Despreciamos las cosas sagradas como la vida humana mediante leyes de género que atacan la familia natural creada por Dios. De la misma manera, el rey Belsasar, descendiente de Nabucodonosor en el trono de Babilonia, menosprecio al Señor usando los vasos sagrados del templo de Jerusalén para su fiesta orgiástica. Conociendo la historia reciente de su antecesor, su caída en desgracia por la soberbia de su corazón, cometió el error de pensar que sus actos no tenían repercusión en el mundo espiritual. Exactamente igual que en nuestros días.

Nos hemos emancipado del Dador de todos los beneficios que disfrutamos pensando que no tiene consecuencias. El conocimiento que tenía Belsasar de la historia de su propio reino, no impidió que se llenara de soberbia, diera alabanza a dioses de plata y oro cometiendo la temeridad de mezclarlos con el verdadero culto realizado en Jerusalén usando los vasos que ahora trasladados a Babilonia por la caída del reino de Judá, fueron mancillados en un culto inicuo. Este proceder no pasó desapercibido en el cielo y desde el trono se emitió el juicio sobre su persona y su reino. Belsasar no tuvo en cuenta al Dios en cuya mano estaba su vida y sus caminos. No le dio gloria, ni le honró, recibiendo el castigo a su extravío, como se usa, por ejemplo, la homosexualidad en nuestros días (Rom. 1:27).

         La soberbia y trasgresión de un rey puede atraer el juicio a la nación.

GRATITUD Y ALABANZA (56) – No glorificaron a Dios – Nabucodonosor

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Nabucodonosor

Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Daniel 4:29,30).

Si hay una ciudad en la Escritura que hechiza los sentidos, subyuga la voluntad, atrae la idolatría y pervierte a las naciones de la tierra, es la ciudad de Babilonia. Esta ciudad, en oposición a Jerusalén, ejerce una influencia en el mundo entero desde los días de Nimrod en la llanura de Sinar, en sus dos vertientes: física y espiritual. Hemos hecho un amplio recorrido con sus características en otra serie, aquí veremos algunos detalles relacionados con nuestro tema. Para ello viajaremos a los días del profeta Daniel y el más grande de los reyes cuando Babilonia se convirtió en un imperio, me refiero, claro, a Nabucodonosor.

Este rey complejo y ambivalente vivió experiencias diversas durante su reinado. Por un lado fue escogido por Dios para castigar al reino de Judá por la ruptura del pacto, atrayendo sobre sí misma, el juicio divino. Pero como suele suceder a menudo con los hombres que han tenido gran influencia en la historia acaban cayendo en soberbia, confundiendo sus logros consigo mismo en lugar de mantener la humildad de reconocer que solo son hombres mortales, limitados y frágiles. Pero el poder ejerce un hechizo perturbador sobre la fragilidad humana que los lleva en muchos casos a perder el equilibrio y el sentido de la realidad más alta. Nabucodonosor es un ejemplo típico.

Primeramente tuvo un sueño en el que era la cabeza de la estatua que vio y Daniel interpretó. Luego, en otro sueño, se le equiparaba con un gran árbol que daba cobijo y alimento a todos. Otra vez Daniel interpretó que ese árbol era el rey, pero en este caso fue turbado por su interpretación. Dios le mostró las consecuencias de la soberbia que emanaba de la edificación de la gran ciudad de Babilonia en la persona de Nabucodonosor. Pasado un año se enseñoreó de él (Sal.19:12-14), de tal forma que el engaño de su propio corazón le llevó a pensar en voz alta ser el artífice único de la edificación de aquella ciudad, ciertamente populosa, creada para su propia gloria. En ese mismo instante se cumplió el sueño siendo echado de entre los hombres.

Pasó siete años viviendo con las bestias del campo, despojado de su reino y autoridad, hasta que finalmente reconoció que es el Altísimo quien tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere (Dn.4:32). Cuando la razón le fue devuelta, bendijo al Altísimo; lo alabó y le glorificó; cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades (Dn.4:34). ¡Qué lección para todos nosotros aunque nunca lleguemos a ser emperadores de una gran potencia!

         La soberbia derriba al hombre, pero la humillación lo ensalza de nuevo.

GRATITUD Y ALABANZA (55) – No glorificaron a Dios – Tiro

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Ciudades ejemplarizantes – Tiro

Tú, hijo de hombre, entona una lamentación sobre Tiro. Dirás a Tiro, que está asentada a las orillas del mar, la que comercia con los pueblos de muchas costas: Así ha dicho el Señor: Tiro, tú has dicho: «mi belleza es perfecta» (Ezequiel 27:2,3 RV2020).

Las ciudades tienen un carácter que las identifica. Hemos visto que Sodoma y Gomorra mantenían un comportamiento pecaminoso generalizado (Ez.16:49,50) que finalmente subió hasta el trono de Dios y se emitió sobre ellas un juicio inexorable (Gn.18:20,21; y 19:12,13). Por su parte la ciudad de Nínive pudo escapar durante un tiempo del juicio divino en días del profeta Jonás, sin embargo, sucumbió varias generaciones después en el juicio anunciado por Nahúm.

La ciudad de Tiro, capital de la antigua Fenicia, aparece en varios libros proféticos. En ellos podemos ver la importancia que tuvo el comercio que predominó durante siglos y su influencia sobre muchas otras ciudades y naciones de la cuenca mediterránea, incluida nuestra Hispania. La habilidad de los fenicios para el comercio hizo que sus grandes ciudades, Tiro y Sidón, fueran durante mucho tiempo ejemplo de prosperidad y riqueza. Parece inevitable que con la abundancia y prosperidad de las ciudades y naciones vengan también la soberbia y la arrogancia, cayendo finalmente en comportamientos corruptos que atraen el juicio de Dios.

Está escrito que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. La ciudad de Tiro llegó a unos niveles de arrogancia insoportables en el trono celestial, de tal manera que su príncipe es confundido en el texto del profeta Ezequiel con el mismo querubín protector (Ez.28:14). El deterioro progresivo de esta ciudad, que disfrutó de una influencia y poder confundido y mezclado con la potestad luciferina, la llevó finalmente a levantarse con un carácter soberbio que aceleró su decadencia y ruina.

Una vez más la ingratitud dio lugar a creerse superior, de una belleza inigualable en comparación con otras ciudades y pueblos, que la condujeron a su desaparición de la escena internacional. Ezequiel lo confirmó con estas palabras: vendrás a ser espanto, y para siempre, dejarás de ser (Ez.27:36). La historia confirma la caída de influencia de Fenicia, dando paso al dominio de otras ciudades como Cartago (fundada por los mismos fenicios), y especialmente Roma.

Hoy asistimos al predominio económico, político, cultural e ideológico de algunas ciudades modernas, que salvando las distancias, cometen los mismos errores de antaño. La soberbia acaba apoderándose de muchos de sus ciudadanos, imponiendo sobre los demás pueblos su dominio nocivo y finalmente devastador. Aprendamos bajo el temor de Dios.

         La soberbia y hechizos de Tiro la condujeron a su perdición sin remedio.

GRATITUD Y ALABANZA (54) – No glorificaron a Dios – Nínive

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Ciudades ejemplarizantes – Nínive

Ponte en marcha, ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella. Porque la noticia de su maldad ha llegado hasta mí (Jonás 1:2 RV2020).

La historia del hombre es también la historia de sus ciudades. Antes de la era moderna con la creación de las naciones estado, las ciudades eran los núcleos de población donde se concentraba el comportamiento humano en sus múltiples manifestaciones. El carácter de una ciudad es la suma de la mayoría de sus habitantes. Algunas personas, especialmente las autoridades, reflejan su carácter sobre la naturaleza de las ciudades que construyen o habitan. Ese fue el caso de la ciudad de Nínive, edificada por Nimrod (Génesis 10:9-11). Esta ciudad llegó a ser capital del antiguo imperio Asirio, cuyo dominio se extendió por la antigua Mesopotamia durante varios siglos.

Los historiadores coinciden en señalar la crueldad que caracterizó a Nínive en sus múltiples conquistas. El libro del profeta Jonás nos narra el proceso de cómo Dios lo llamó para ir a esta populosa ciudad de la antigüedad porque su maldad había subido hasta el trono celestial y se acordó en el consejo divino darle la oportunidad de reconducir su comportamiento evitando así el juicio acordado en caso de no arrepentirse. El mensaje del profeta fue claro: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida (Jonás 3:4). El impacto que tuvo esta proclamación sobre aquella generación penetró hasta lo más profundo de la ciudad, de tal forma que el mensaje llegó hasta el rey de Nínive, que en señal de arrepentimiento se vistió de cilicio, se sentó sobre ceniza, proclamando un ayuno para toda la ciudad, incluidos los animales.

Aquí encontramos la trascendencia del comportamiento de las autoridades y gobernantes (en este caso el rey) de una ciudad sobre su historia. El rey invitó a su pueblo a clamar a Dios fuertemente; convertirse cada uno de su mal camino, de la rapiña de sus manos, porque ¿quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, apartando el ardor de su ira para no perecer? (3:8,9). Este arrepentimiento de toda una ciudad llegó al mismo trono de la gracia cambiando el anuncio emitido sobre ella. El juicio fue retenido y aplazado. Pasaron alrededor de ciento cincuenta años antes que una nueva generación de ninivitas consumaran su pecado, olvidando la gracia recibida con anterioridad, ignorando su propia historia y exponiendo esta populosa ciudad al juicio inexorable que nos narra otro profeta de Israel, Nahúm. ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarse del pillaje!… maestra de hechizos, que seduce a las naciones… y a los pueblos con sus hechizos… Nínive es asolada… No hay medicina… tu herida es incurable (Nahúm 3:1,4,7,19). Una misma ciudad con dos realidades distintas.

         La ciudad de Nínive nos enseña a no olvidar episodios reparadores.

GRATITUD Y ALABANZA (53) – No glorificaron a Dios – Ingratitud de un reino

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios –Ingratitud de un reino

Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente… Y me dijo YHVH: Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá (Jeremías 3:10,11).

¡Cómo nos cuesta a las personas, ciudades y naciones aprender de los errores ajenos! La historia siempre es una gran maestra pero continuamente la ignoramos y por ello repetimos tropiezos cayendo en comportamientos cuyas consecuencias siguen siendo devastadoras. Nos negamos a escarmentar en cabeza ajena. Tampoco tenemos en cuenta el dicho popular: «cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar». O como dijo Salomón: Lo que es, ya ha sido, y lo que será, ya fue… no hay nada nuevo debajo del sol (Eclesiastés 3:15 y 1:9 LBLA).

El reino del norte pronto emprendió un camino errado, alejado de la voluntad de Dios, cosechando la ruina que lo siguió siendo llevado al cautiverio por Asiria. Su hermana Judá, el reino del sur, cuya capital era Jerusalén, aunque prevalecieron ciertos periodos de contención mediante algunos reinados (Josafat, Ezequías, Josías), finalmente se impuso la deriva de la rebelión y deslealtad que acabó en las mismas circunstancias que le condujeron a otro cautiverio, en este caso a Babilonia. La ingratitud de un reino que le fue dado a la casa de David, desechado el de la casa de Saúl, atrajo de manera progresiva la decadencia que finalizó en un juicio devastador sobre Jerusalén y Judá. El proceso decadente del reino antiguo de Judá acabó en una generación que el profeta Jeremías llama la generación objeto de su ira (Jeremías 7:29). Judá no aprendió del mal ejemplo del reino del norte que ya había caído en cautiverio y desolación, sino que multiplicó su pecado superándolo (Jeremías 3:6-10) (Ezequiel 26:51).

Jerusalén que había sido escogida cuando fue arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de su vida el día que nació, y pasando el Señor junto a ella, viéndola sucia en sus sangres, le dijo: ¡Vive! Cubrió su desnudez, entró en pacto con ella, fue suya; adornada y vestida de lino fino, hermoseada y prosperada hasta llegar a reinar, confió en su hermosura y se prostituyó. Edificó lugares altos y se hizo ramera desvergonzada atrayendo el juicio de Dios (Leer  Ezequiel 16). La ingratitud y el olvido de su historia atrajeron el mal a sus calles. Los babilonios la profanaron hasta los días de su restauración por la misericordia y el pacto hecho con David. El juicio comienza por la casa de Dios. Es también la historia de la iglesia, por ello dice el Señor: Recuerda de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las obras primeras… (Apc.2:5). No somos mejores, ni aprendemos lo necesario. Esta generación necesita volver a Dios.

         La ingratitud y el olvido de sus beneficios conducen a la devastación.

GRATITUD Y ALABANZA (52) – No glorificaron a Dios – Liderazgo maldito (3)

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios –Liderazgo maldito (3)

Ve y di a Jeroboam: Así ha dicho YHVH Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel… y tú no has sido como David mi siervo… sino que hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición para enojarme… por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam(1 Reyes 14:7-10).

La maldición nunca viene sin causa (Proverbios 26:2). Somos responsables de la deriva de nuestras vidas. Con nuestras propias acciones atraemos condenación o bendición. La historia de los pueblos está construida sobre una multitud de acontecimientos, sin embargo, hay sucesos que abren una puerta al mal, y una vez puesto en marcha es posible corregirlo, pero en esos momentos entra en juego la soberbia humana, la obstinación idólatra que nos atrapa en una espiral irrefrenable de perdición.

El rey Jeroboam, primer monarca del nuevo reino del norte, dividido por causa de la idolatría de Salomón, pronto inventó un nuevo sistema político-religioso para marcar la diferencia con los vecinos del reino del sur. Puso sacerdotes del pueblo sin ser de la familia de Aarón. Instituyó nuevas fiestas en fechas distintas a las dadas por el Señor a Moisés. Levantó dos lugares de culto falsos en Dan y Bet-el con sus respectivos becerros alejándose así del culto revelado por Dios a su pueblo en la ciudad de Jerusalén. Esas decisiones se consolidaron de tal forma que fueron transmitidas a las siguientes generaciones sin poder reconducir el rumbo. La maldición se abrió paso durante los posteriores reinados, con distintas dinastías, que repitieron el pecado de Jeroboam hasta su desaparición en el cautiverio asirio.

Dios envió profetas para que volvieran del error de su camino salvando de muerte el alma (Santiago 5:19-20). El primero nada más consumado el pecado de Jeroboam. Un profeta de Judá fue enviado para amonestarlo. Clamó contra el altar profano levantado por el rey, incluso, cuando este mandó prenderle extendiendo su brazo, la mano que había extendido contra él se le secó, y no la pudo enderezar. Señales que confirmaban la decisión tomada en el trono celestial que liberó el juicio, la maldición, sobre aquel antiguo reino.  Incluso el Señor envió a Elías y Eliseo, dos de los profetas más impresionantes de la Biblia, que también fracasaron en su deseo de reconducir el destino maldito de un reino que comenzó en la voluntad de Dios.

¡Que nos hace pensar que Dios ha cambiado! Los mismos pecados, la misma obstinación e idolatría, obtendrán los mismos resultados más pronto o tarde. Dios envía juicios a la tierra (Isaías 26:9). Nuestra generación ha superado los límites ampliamente.

         Un líder que libera la maldición atraerá quebranto para muchos.

GRATITUD Y ALABANZA (51) – No glorificaron a Dios – Liderazgo maldito (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios –Liderazgo maldito (2)

Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David… Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-él, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado (1 Reyes 12:26-30).

Una de las grandes verdades que encontramos en la Biblia es cómo se puede deteriorar rápidamente el ser humano, y especialmente los que ocupan puestos de liderazgo. La necedad del hombre para torcer fácilmente el rumbo de su vida con las repercusiones sobre sus semejantes es evidente. El corazón es engañoso. La soberbia, los temores, la codicia y sobre todas ellas la capacidad innata de hundirse en la idolatría es consustancial al género humano. Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas (1 Timoteo 5:24,25). Esto fue lo que le ocurrió al incipiente reinado de Jeroboam.

Pues habiendo conocido a Dios y su voluntad, —tras las palabras del profeta Ahías—, no le glorificó como a Dios, ni le dio gracias, sino que se envaneció en sus razonamientos, y su necio corazón fue  entenebrecido (Romanos 1:21). Muchos de los políticos que hacen campañas electorales con promesas que atraen y seducen a muchos votantes, creyendo sus palabras, pronto olvidan el origen de toda autoridad y se comportan como verdaderos necios corrompidos por la codicia del poder. Jeroboam tiene mucho que enseñarnos de cómo se pueden poner los cimientos para llevar a un pueblo en un proceso de deterioro que acabe en ruina.

El llamado «pecado de Jeroboam» se institucionalizó de tal forma; quedó asentado en Israel tan firmemente; que fue imposible reconducir el rumbo al desastre que puso en marcha este rey. Todo comenzó con un razonamiento invadido por el temor a perder el poder. Creyó que si el pueblo seguía asistiendo a la ciudad de Jerusalén, capital del reino del sur, el de Judá, se volverían a la casa de David, perdiendo con ello su dominio. Ese pensamiento original fue confirmado por sus consejeros, que decidieron, —inventaron—, dos lugares de culto, uno en el norte del reino (Dan), y otro en el sur (Bet-el), haciendo dos becerros (el doble del que hizo Israel en el desierto al salir de Egipto), para que no tuvieran que acudir a adorar a Dios en la ciudad que había sido escogida para hacerlo poniendo allí su nombre (Deuteronomio 12:5) (1 Reyes 11:32) (1 Reyes 14:21. Corrompieron el lenguaje dando a estos dos ídolos la misma función del Señor que los había sacado de Egipto.

         La idolatría no se santifica usando mal el nombre del Dios único.

GRATITUD Y ALABANZA (50) – No glorificaron a Dios – Liderazgo maldito (1)

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Liderazgo maldito (1)

Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo YHVH Dios de Israel: He aquí yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus; y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén… Por cuanto me han dejado, y han adorado a Astoret…a Quemos… y a Moloc… (1 Reyes 11:30-33).

Hay gobernantes que hunden a las naciones en la miseria moral, espiritual, social, económica y política. Por ello se nos instruye en la Escritura a orar por los reyes y los que están en eminencia, para que podamos vivir quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad (1 Timoteo 2:1-3). Por lo cual podremos deducir que una parte de la responsabilidad por los gobernantes mencionados está en nuestra falta de intercesión verdadera en favor de la convivencia. El tema es muy amplio y son muchos los factores a tener en cuenta, de lo que no hay duda es que los líderes de las naciones atraen bendición o maldición, son puertas para el bienestar y la prosperidad de un pueblo, o por el contrario para su deriva inmoral y miseria. Israel es nuestro modelo en ambos casos. La historia que encontramos en la Escritura ha sido desarrollada con el fin de que aprendamos, está escrita como ejemplo para nosotros y para amonestarnos a no caer en los mismos errores, siguiendo los buenos principios y valores que también encontramos en ella (1 Corintios 10:6,11).

Miremos unos momentos el tiempo posterior al reinado de Salomón, un tiempo de paz y prosperidad como nunca hubo en Israel. Al reinado de Saúl le siguió una generación de hombres íntegros, valientes y entregados al mejor rey de Israel, el rey David. Después de las grandes batallas y un periodo de múltiples victorias de la mano del hijo de Isaí, le siguió, como hemos dicho, un periodo de paz y bienestar. El final del reinado de Salomón estuvo marcado por la deriva idólatra del rey sabio, que influido por sus muchas mujeres extranjeras, levantó templos a otros dioses poniendo las bases de la posterior división del reino de Israel. De esta manera llegamos a la profecía de Ahías. Este profeta fue enviado por Dios a Jeroboam para decirle que el reino había sido dividido; de las doce tribus, diez quedarían bajo su gobierno, y las otras dos, Judá y Benjamin, seguirían formando parte del reino de Judá que estaría bajo la dinastía de los hijos de David y Salomón (1 Reyes 11:28-40). Así comenzó el liderazgo de Jeroboam como monarca del reino del norte en Israel. Un comienzo en la voluntad de Dios expresada por el profeta y que no sería suficiente para garantizar su éxito como veremos en próximas meditaciones.

         Un liderazgo divino se trunca cuando es atrapado en la idolatría.