105 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCVII) – Balaam (1)

¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré (Judas 1:11)

         El profeta Balaam es un personaje de la Biblia conocido por el episodio cuando el asna que lo transportaba comenzó a hablar. Es un caso trágico-cómico. Un profeta con menos revelación que el burro que montaba. Creo que merecerá la pena detenernos en él, la Escritura lo menciona en varios lugares y su historia contiene elementos suficientes para reclamar nuestra atención. Vayamos por partes.

En el texto de nuestro encabezamiento se menciona el error de Balaam. El apóstol Pedro lo pone como ejemplo de falsos maestros y falsos profetas, diciendo: «han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta» (2 P.2:15,16). Y en el libro de Apocalipsis, cuando el Señor habla a la iglesia de Pérgamo, le dice lo siguiente: «tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación» (Apc.2:14).

Por tanto, estamos ante una influencia que no solamente afectó a Israel en el episodio narrado en el libro de Números y que veremos a continuación, sino que estaba muy activo en las congregaciones a las que el apóstol Pedro escribió, en la iglesia de Pérgamo en el Asia Menor, y por supuesto, lo está también en la iglesia actual.

El error, el camino y la doctrina de Balaam siguen vigentes por lo que debemos entender bien de que se trata. Para ello haremos un breve recorrido por los capítulos del libro de Números donde encontramos la base de este comportamiento con sus complejidades, que las tiene, veremos la estrategia del diablo, que sigue vigente en la iglesia de hoy, y la enseñanza que se desprende para nuestro aprovechamiento y discernimiento.

Como introducción, y para seguir el pensamiento de nuestro texto, nos preguntamos ¿cuál fue el error de Balaam? Este profeta mantenía una gran reputación que atrajo al rey de Moab a contratar sus servicios. Era un oráculo al que se consultaba porque le precedía la fama; él mismo se denominó profeta de ojos abiertos, es decir, vidente, pero cometió un error tan grande y de tal envergadura que ha venido a ser el prototipo de profeta falso. ¿Cómo se produjo ese error y en qué consistía? Lo iremos viendo.

         Jesús dijo que los días antes de su venida habría una proliferación de profetas falsos que harían errar a muchos, Balaam es su prototipo.

104 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCVI) – Coré (3)

¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré (Judas 1:11)

         Un poco de levadura, leuda toda la masa, enseña el apóstol Pablo. Una raíz de amargura o rencor, brotando, puede hacer mucho daño, no solo en la propia persona, sino extenderse a otros sin control y no prever hasta dónde puede llegar. Una vez que ponemos en marcha el poder de la rebelión contra la autoridad establecida nunca sabremos las últimas consecuencias. Le hemos dado lugar al diablo, y como tal, una fuerza superior a la voluntad humana entrará en acción para aprovechar el impulso de la voluntad humana sometida a su tiranía y hacer su obra perversa hasta que pueda frenarse.

Hablamos de rebelión abierta, no de examinar conductas claramente nocivas que algunos líderes pretenden imponer con manipulación. Fue el caso de Coré y su séquito. Su acción premeditada contra la autoridad establecida por Dios en su pueblo, fue violentada con argumentos que mostraban su abierta rebelión. No debemos confundir juzgar la profecía con sedición contra el profeta. El caso que nos ocupa era un atentado directo, no solo al liderazgo de Moisés, sino al plan de redención establecido por Dios mediante un pacto. Por tanto, era un atentado contra Dios mismo. Se trataba de abortar el proyecto divino sustituyéndolo por otro.

Esta actitud perversa al extremo levantó la ira de Dios sobre los conspiradores, de tal forma que el juicio fue inmediato. Pero una vez juzgadas las personas responsables del suceso, la conspiración misma había tomado tal envergadura y se había ensanchado tanto, que cuando el pueblo vio las consecuencias de la misma culparon a Moisés y Aarón de sus efectos. Los culpables habían muerto, pero la rebelión no. Pusieron en marcha acciones que superaban el ámbito natural dando lugar a poderes de las tinieblas que seguían activos después de sucesos tan graves.

Una vez más fue el poder de la intercesión de Moisés y Aarón lo que frenó el juicio de Dios que amenazaba con destruir a toda la congregación. Finalmente murieron catorce mil setecientas personas (16:47-49). La rebelión que comenzó con un hombre, Coré, a la que se unieron otros dos, Datán y Abiram, luego doscientas cincuenta personas de la tribu de sacerdotes, alcanzó finalmente a miles, hasta que la intercesión de Moisés y la expiación de Aarón puso fin al juicio divino. No sería la última vez.

         Cuando se extiende la rebelión en una congregación la intercesión de hombres de Dios, con base en la expiación, puede frenar el juicio que libera.

103 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCV) – Coré (2)

¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré (Judas 1:11)

         La rebelión de Coré tomó una fuerza inusitada. Arrastró a Datán y Abiram, y cuando fueron llamados por Moisés se negaron a obedecer con argumentos nocivos acerca de la frustración que experimentaban porque aún no habían sido introducidos en la tierra. Le acusaron de sacarlos de Egipto para hacerlos morir en el desierto; de actuar por su propia cuenta al margen de la voluntad divina; que Moisés quería enseñorearse de ellos, y de sacar los ojos de los hombres. No subiremos, dijeron (16:14).

Esta actitud con sus argumentos perversos hicieron enojar en gran manera al hombre más manso de la tierra en aquel momento. Se unieron otras doscientas cincuenta personas, y pronto la conspiración alcanzó a toda la congregación. Tal es el fuego que puede extenderse a través de hombres perversos y malos, aquellos que han sido destinados a condenación.

Pusieron en peligro todo el plan de redención. La congregación entera fue llevada al extremo de ser aniquilada por el mismo Señor. De no haber sido por la intercesión de Moisés, allí mismo hubieran perecido todos. Y YHVH habló a Moisés y a Aarón, diciendo: Apartaos de entre esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación? (16:20-22).

Está escrito que un pequeño fuego puede provocar un gran incendio que queme todo el bosque. También está escrito que la lengua es un fuego, un mundo de maldad, que contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno (Stg.3:5,6).

De no haber sido por la intercesión de Moisés y Aarón el fuego iniciado por la rebelión de Coré hubiera consumido a toda la congregación de Dios.

Estos hombres impíos (16:26) habían irritado al Señor (16:30), pecaron contra sus almas (16:38) y recibieron el justo juicio de Dios. La tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y todos sus bienes. Descendieron vivos al Seol, los cubrió la tierra, pereciendo en medio de la congregación (16:32,33).

Estos hombres habían salido de Egipto (redimidos), pasaron el Mar Rojo (fueron bautizados), vieron la nube y el fuego (dirección del Espíritu), pero sus corazones no eran rectos delante de Dios, como no lo fueron Ananías y Safira, o Simón el mago, y tantos otros en las congregaciones.

         La conspiración de Coré comenzó con un argumento altivo contra Moisés y prendió fuego mediante palabras corrompidas que extendieron el daño.  

102 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCIV) – Coré (1)

¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré (Judas 1:11)

         La epístola de Judas nos habla de hombres que se han infiltrado o entrado encubiertamente en la congregación de Dios. Esos hombres, dice el apóstol, habían sido destinados a condenación, los denomina hombres impíos que no temen hablar mal de las potestades superiores, blasfeman y se corrompen de forma irracional; para luego decir que han seguido el camino de Caín, el error de Balaam y la contradicción de Coré. Son manchas en vuestros ágapes, dice, lo cual pone de manifiesto que eran personas muy activas en la congregación de Dios con sus rebeliones.

La contradicción o rebelión de Coré la encontramos en el libro de Números 16. Coré pertenecía a la familia de Coat, por tanto, hijo de Leví, llamados al sacerdocio por Dios, pero no para ocupar la función que solo le fue concedida a los hijos de Aarón: ofrecer el incienso delante del Señor.

Este hombre, Coré, junto con Datán y Abiram, tomaron gente y se levantaron contra la autoridad de Moisés. Su rebelión tiene el mismo carácter de aquel querubín que no mantuvo su posición, si no que quiso ocupar otra distinta, la de Dios. Este grupo quiso ocupar el lugar de Moisés mediante una conspiración para usurpar el llamamiento soberano dado por Dios. Además procuraron el sacerdocio que correspondía a Aarón; pretendían levantar un nuevo sistema religioso con ellos de líderes, al margen de la voluntad de Dios.

Muchos de los que hoy reclaman en algunas iglesias sometimiento a sus liderazgos lo hacen desde la rebelión no desde la autoridad delegada de Dios. Han usurpado un lugar que no les corresponde, usando principios bíblicos de autoridad para someter al pueblo a su conspiración. Esa fue la contradicción de Coré, su rebelión. En realidad esa rebelión no era contra Moisés y Aarón, si no contra el mismo Señor. Tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra YHVH; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él murmuréis? (16:11).

Esta actitud hizo enojar en gran manera a Moisés, que pidió al Señor no mirara la ofrenda que querían presentar los rebeldes. El drama se mascaba en la atmósfera. El corazón endurecido del grupo de conspiradores había traspasado todas las líneas rojas que dan lugar al arrepentimiento. La obstinación en el error, una vez más, iba a ser el desencadenante del juicio de Dios.

         La rebelión de Coré y un grupo de hombres impíos se extendió a toda la congregación como un fuego que la puso en peligro de extinción.

101 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCIII) – Faraón

Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece (Romanos 9:17,18)

         Debemos recordar que el tema de la soberanía de Dios que aparece en el texto que tenemos para meditar no es fácil de comprender desde la perspectiva humana, y menos aún desde la óptica del humanismo y postmodernismo del siglo XXI. La revelación de Dios nunca ha sido dirigida al hombre natural, para él es locura, porque se ha de discernir espiritualmente, y para ello necesitamos el Espíritu de Dios.

Siempre estaremos limitados a la hora de comprender la complejidad de la soberanía de Dios, su llamamiento y elección, su voluntad. Lo es incluso para los hijos de Dios. La iglesia ha dedicado demasiado tiempo en debatir sobre temas controversiales. Uno de ellos es el que nos ocupa.

Pero, la Escritura dice. El lenguaje del texto que tenemos para meditar parece como si la misma Escritura misma tuviera voluntad propia, como si fuera autónoma. «La Escritura dice». Sabemos que lo que está escrito por revelación de Dios no es de interpretación privada, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo; y que toda Escritura es inspirada por Dios y útil; también nos puede hacer sabios para la salvación.

Debatir con la Escritura no debe ser nuestro propósito, si no escudriñar las Escrituras. Y al hacerlo nos encontraremos con ciertas controversias de difícil solución. Está escrito que en parte conocemos, pero cuando venga lo perfecto, entonces conoceremos como hemos sido conocidos. Jesús les dijo a los discípulos: Lo que no entendéis ahora, lo comprenderéis después.

Obcecarse con aquello que no está revelado en la Escritura claramente es pretender adentrarnos en lo oculto. Porque lo que está revelado es para nosotros, pero las cosas secretas pertenecen a YHVH nuestro Dios (Dt.29:29). Y todo lo dicho no es para justificar la ignorancia, sino para reconocer las limitaciones. Es nuestro deber estudiar, meditar, y discernir para poder enseñar a otros con sana doctrina.

Y dicho esto, añado: Dios levantó a Faraón para mostrar su poder redentor a Israel y que su nombre fuera dado a conocer en toda la tierra. Endureció su corazón una y otra vez hasta llevarlo a una posición de obstinación que usó para mostrar la salvación que había preparado a Israel en Egipto. Ante esta verdad yo solamente digo: Amén.

         Las vidas de los hombres están en las manos de Dios y Él las moldea como quiere, incluso la de los poderosos como Faraón. ¿Qué es el hombre?  

100 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCII) – Sodoma y Gomorra

Y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados… (2 Pedro 2:6,7)

         Antes del nacimiento de Isaac, Jacob y Esaú nos encontramos en la Escritura con el sobrino de Abram. El padre de la fe salió de Harán y Lot fue con él a la tierra de la promesa. Durante un tiempo caminaron juntos, pero la prosperidad de ambos hizo necesaria la separación para que pudieran abastecer a sus respectivos ganados. Hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot. Abram dio a escoger a su sobrino la tierra que prefería, y éste viendo la llanura del Jordán,  fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Más los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra YHVH en gran manera.

Lot se fue introduciendo en unas ciudades atestadas de impiedad. Su alma se afligía viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos, y el Señor le libró de tentación y la destrucción que había determinado sobre aquellas ciudades. El relato lo tenemos en el libro de Génesis con detalle.

El apóstol Pedro nos dice con claridad que esas ciudades fueron puestas de ejemplo para todas las ciudades que habían de vivir impíamente. El Señor condenó a Sodoma y las ciudades vecinas. Fueron arrasadas por fuego que cayó del cielo. Solo se libró Lot y su familia, aunque poco después su mujer quedó convertida en estatua de sal porque su corazón estaba atrapado con las formas de vida destinadas a condenación.

Jesús nos dice que la forma de vivir en Sodoma es semejante a la que precede a su venida. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos (Lc.17:28-30).

El modelo de vida es muy parecido al de la mayoría de las ciudades en la actualidad: llenas de disipación, hedonismo, consumismo, violencia, corrupción y seguimos creyendo que las consecuencias serán distintas. Dios no cambia. Esas ciudades fueron puestas como ejemplo, y la historia de la ciudad de Pompeya, la caída de los imperios de los que no han quedado más que piedras (Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma) muestran que la decadencia de los pueblos atrae el juicio de Dios, pero los justos serán librados.

         Ignorar la condenación destinada sobre ciudades impías y sus habitantes no anulará el decreto de Dios. Hay una puerta de salida: la cruz del Calvario.

99 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCI) – Esaú

Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera (Romanos 9:13,14)

         Después de la larga serie sobre Babilonia, quiero regresar a otros protagonistas con nombre propio que aparecen en la Escritura bajo el signo de hijos de condenación.

Es interesante notar que al modelo Nimrod/Babilonia, con su gobierno despótico, piramidal, totalitario, en activa oposición a Dios y su ley, encontramos que el Señor levanta un modelo patriarcal al que va a revelarse y con quien va a pactar el plan de redención y salvación para todas las familias de la tierra.

El Señor escoge un hombre, una familia y un pueblo. Lo hace mediante un modelo patriarcal para realizar su plan a través del cual vendrá la simiente que bendecirá a todas las familias de la tierra.

La revelación de la Escritura se centra en esta familia y la composición de la nación resultante: Israel. Pero dentro de esta familia, la línea de revelación, pactos y promesas será definida con exactitud.

El Señor escogió a Isaac, que casado con Rebeca, tuvieron dos hijos: Esaú y Jacob. Entre ellos, Dios escogió a Jacob y descartó a Esaú. Antes que las obras de cada uno quedaran de manifiesto Dios ya escogió en su soberana voluntad quien de los dos sería el portador de la simiente santa.

Cuando crecieron, Esaú mostró desinterés por el llamamiento de Dios menospreciando la primogenitura, tenía otras prioridades; mientras que Jacob, usando maniobras manipuladoras se fue abriendo camino hasta tener un encuentro trascendente con Aquel que le había llamado desde el vientre de su madre. Este proceso lo vemos en muchos de los llamados de Dios en la Escritura.

Hemos desarrollado ampliamente el paralelismo de las vidas de Jacob y Esaú en la serie «la lucha interior» por lo cual no repetiré aquí el proceso y lo que cada uno representa.

Esaú fue desechado y vino a ser enemigo de su hermano a través del reino de Edom. Encontramos un dato relevante sobre la naturaleza de Esaú en Salmos 137:7,8 donde dice: Oh YHVH, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, cuando decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos. Hija de Babilonia la desolada… Vemos su antagonismo hacia su hermano Israel y el motivo de ello es la simiente que anida en su interior. A Edom, los descendientes de Esaú, se le llama hija de Babilonia, de su misma naturaleza opuesta a Dios y su ley; la ciudad destinada a condenación. Una vez más encontramos ambas ciudades reflejadas en dos hermanos.

         Esaú fue desechado y no hubo oportunidad de arrepentimiento para él, aunque lo procuró con lágrimas, habiendo endurecido su corazón con amargura (Hebreos 12:15-17).

98 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XC) – Babilonia (82)

Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de YHVH, le dará su pago (Jeremías 51:6)

         Babilonia y Jerusalén son irreconciliables. No hay mediación posible para un acuerdo. Representan naturalezas radicalmente opuestas. Tinieblas y luz. Mentira y verdad. Ídolos y el Dios vivo. Pecado y santidad. Condenación y salvación. Por tanto, toda maniobra que pretenda mezclarlas está destinada al fracaso y el juicio de Dios. Babilonia representa la ciudad cuyo gobierno está en rebelión contra el Señor. Y aunque Dios la usa para sus fines, una vez realizados se impone el decreto: para siempre dejarás de ser, el Señor le dará el pago a la ciudad y todos sus habitantes. Por ello, es imprescindible salir, huir, para librar la vida y no perecer en sus juicios por la maldad que la habita.

Hemos ido viendo una gran diversidad de manifestaciones que tienen su asiento en esta ciudad, hemos repetido que aparece en la Escritura con dos vertientes, una física y otra espiritual, lo mismo decimos de Jerusalén.

Veamos el contraste de lo que representa cada una.

Babilonia: se le llama la gran ramera; domina sobre muchos pueblos; ha influido con su idolatría a todas las naciones; es gobernada por el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia; en ella hay una adoración falsa, robada; se la identifica con incredulidad, iniquidad, tinieblas, Belial, el anticristo, riquezas injustas, inmoralidad sexual, religión y sincretismo, poder político, gobierno mundial, sistema financiero mundial, comercio que produce soberbia, ocultismo y hechicería, música y drogas, astrología y antisemitismo. Esta ciudad de perdición se identifica con la antigua Babel, Nimrod, el falso profeta, la bestia, Satanás.

Por su parte, Jerusalén representa a la esposa del Cordero, el reino de Dios sobre los redimidos de toda lengua, pueblo y nación; la adoración al Dios vivo y verdadero en Espíritu y verdad; el creyente; la justicia; luz; Cristo; el templo de Dios; una vida de santidad, justificada y glorificada. Es la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. La puerta, la única puerta de entrada a esta ciudad celestial, es Cristo, el pastor de las ovejas, el camino, la verdad y la vida. La cruz del Gólgota ha abierto un camino nuevo y vivo para entrar. Un camino de fe y gracia. No se puede servir a dos señores. Hay dos caminos, pero uno solo conduce a la vida; ahora es estrecho, pero permanece por toda la eternidad. Tienes que escoger: Babilonia o Jerusalén.

         Jesús es la luz del mundo para discernir la oscuridad de Babilonia y la eternidad de Jerusalén. Es la puerta de entrada a la vida para escapar y vivir.

97 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXIX) – Babilonia (81)

Y oí una voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apocalipsis 18:4,5)

         Hay un mensaje que se repite en la Escritura una y otra vez: salid de Babilonia. Hay un llamamiento a salir. Hemos visto a través de esta larga serie sobre Babilonia que esta ciudad está destinada a condenación. No hay regeneración para ella. La única alternativa posible es salir para no participar de sus plagas. El mismo mensaje se repite de distintas formas a lo largo de la revelación de Dios.

El Señor llamó a Abraham para que saliera de Ur de los caldeos (Babilonia). Lot fue apremiado por los ángeles de Dios para que saliera con su familia de Sodoma antes de ser destruida por fuego. Moisés fue enviado a Faraón, rey de Egipto, para que dejara salir a su pueblo para adorarle y no participar de sus plagas. Israel fue llamado por los profetas a salir de Babilonia (Jer. 50:8; 51:6,45). El mismo mensaje anuncia el apóstol Pablo a la iglesia para que salga de la idolatría, es decir Babilonia (2 Co.6:14-18).

El evangelio anuncia la redención de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres, dejando atrás las cosas viejas e iniciar una andadura nueva de fe, justicia y santidad en Cristo. Se nos anuncia el traslado de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Col.1:13).

El evangelio tiene el potencial de Dios para vivir en este mundo pasajero sin participar de sus obras impías. No conformarnos a su manera de vivir, si no caminar como extranjeros y peregrinos a la ciudad celestial. Hemos escapado de las contaminaciones que hay en el mundo y no debemos enredarnos otra vez en ellas. Hemos sido redimidos por la sangre de Jesús para entrar al reino de Dios, una dimensión de fe, obediencia, autoridad, soberanía y gracia que nos capacitará para vivir en este mundo pero no ser parte de él.

En definitiva, un mismo mensaje: salid de Babilonia y entrar en Jerusalén. Hay que nacer de nuevo en otra ciudad. No es posible parchear el viejo hombre. La vieja ciudad de perdición y pecado impide la regeneración; sus condiciones «medioambientales» actúan contra la nueva naturaleza; hay que salir, nacer de nuevo con un cuerpo diseñado para otra ciudad, el cuerpo que Jesús ha hecho posible en la cruz. Hay que aprender a vivir en la nueva ciudad y no regresar a los viejos hábitos dependiendo del Espíritu Santo. Esa es la vida cristiana. Una salida para un nuevo amanecer.

         Solo se puede vencer a Babilonia saliendo de ella, y esto es posible mediante la redención que quiebra su hechizo y abre la puerta a Jerusalén.

96 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXXVIII) – Babilonia (80)

Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser (Ezequiel 28:18,19)

         Las palabras finales del profeta Ezequiel sobre Tiro nos devuelven al paralelismo con la ciudad de Babilonia y su destrucción final. Un mismo final para ambas, y para todas aquellas ciudades en las que predomina el pecado, la maldad y la iniquidad. Dios no hace acepción de ciudades, como no hace acepción de personas. Los mismos comportamientos obtienen el mismo juicio condenatorio. Dios no puede ser burlado.

El aumento de la maldad y la iniquidad, propio de la generación anterior a la venida del Mesías, enfría el amor y la vida en el Espíritu. Cuando se extiende la maldad por pueblos y naciones, globalizando la iniquidad, se llega a un nivel insoportable de pecado que sube delante del Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo, que no soportará más.

Así ocurrió en los días de Noé, lo mismo en los días de Lot en Sodoma y Gomorra, también en la tierra de los cananeos, cuyo pecado subió al colmo de la maldad y fueron juzgados (Gn.15:16).

La paciencia de Dios espera que los hombres se arrepientan y vivan, pero hay un día cuando se cierra la puerta del arca, y la lluvia lo inunda todo. Hay un tiempo cuando la paciencia de Dios se acaba y el fuego caerá sobre este mundo. Pero hoy es día de salvación. Por eso, si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

Podemos vivir en Sodoma, en Tiro o Babilonia, pero aún de esos lugares nos rescatará el Señor, porque el Señor sabe rescatar de tentación al justo, como lo hizo con el justo Lot y lo hace con el remanente que no dobla sus rodillas ante Baal, y son sellados para Dios y su Mesías.

Tiro, un día esplendor del Mediterráneo, fue consumida en ceniza por el fuego que salió de sí misma. Los pueblos vieron su caída, surgieron otras ciudades. Cartago (ciudad fundada por los fenicios) tomó el relevo un tiempo hasta que a su vez fue vencida por Roma. El viejo Imperio también cayó.

Todos los reinos, hijos de Babilonia, caerán y vendrán a ser del Señor y de su Cristo. Hoy se llaman la City de Londres, Wall Street en New York y otras, todas ellas mantienen un denominador común: son hijas de Babilonia y por tanto, coherederas de su caída. Espanto serán, y para siempre dejarán de ser.

         El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras de Jesús no pasarán. Babilonia y sus sucursales caerán, pero Sión será habitada para siempre.