6 – LA CAÍDA

La caídaLa iniquidad conspira

 Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti (Ezequiel 28:15)

Hemos meditado sobre el origen de la iniquidad en el seno de Lucifer, y su desarrollo en la tercera parte de los ángeles que no guardaron su señorío original. Veamos ahora su definición y cómo está ligada a la conspiración. La iniquidad es injusticia en el modo de obrar. Es haber recibido una posición tan elevada para dirigir la alabanza al Rey del Universo y no mantenerse en ella, si no llenarse de orgullo para pretender ocupar su trono.

Este proceso lo vemos repetido en la vida de Absalón, el hijo predilecto del rey David. Su hermosura fue aclamada por muchos. La adulación de su persona terminó produciendo en él un complejo de superioridad que lo llevó a su propia destrucción. Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto. No contento con ser el hijo favorito del rey, quiso ser el rey. Trazó una estrategia de conspiración al trono.

En el caso de la rebelión de Lucifer no sabemos cuánto tiempo estuvo diseñando su conspiración. La de Absalón fue así: Absalón se hizo de un carro y caballos, y de  cincuenta hombres que corrieran delante de él. Se levantaba temprano. Tenía una meta clara y estaba dispuesto a llevarla a cabo con diligencia. Absalón le decía: Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey. Decía además Absalón: ¡Quién me nombrara juez en la tierra! Todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia. ¡Qué astucia para suplantar a otro presentándose como mejor que él! Así ganaba el oído de sus oyentes con apariencia de piedad y justicia. Y sucedía que cuando alguno se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba.

Su corazón estaba lleno de orgullo y conspiración pero sus hechos pretendían esconderlo con un falso interés por los demás; la verdad es que solo pensaba en sí  mismo. De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio; así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel. Ahora vemos con claridad el carácter de la serpiente antigua, aquel que realizó la primera conspiración antes que el mundo fuese. Absalón Robó el corazón de los hombres. El hijo del rey David hizo un trabajo diligente y paciente durante cuatro años (2 Sam.15:7). Con una puesta en escena digna de los mejores guiones publicitarios, y todo ello para robar el corazón de Israel, usurpar el trono y ocupar el lugar de su padre.

         La primera conspiración luciferina sentó las bases de todas las que le siguieron después, comenzando con la realizada en el huerto de Edén.

5 – LA CAÍDA

La caídaLa iniquidad en desarrollo

Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti (Ezequiel 28:15).

La iniquidad brotó en Lucifer. Dios no es el creador de la maldad. Dios no puede ser tentado por el mal ni tienta a nadie. Que nadie diga cuándo es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie (Stg. 1:13 LBLA). El apóstol Santiago añade: sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido (Stg. 1:14).

Lucifer fue atraído por la iniquidad de rebelarse contra Dios. Quiso ocupar su lugar y recibir su adoración. Elaboró una estrategia de conspiración. Fascinó y sedujo a la tercera parte de los ángeles para que se unieran a su proyecto. Seguramente repartió prebendas futuras entre sus adláteres. Consiguió persuadir y seducir a un grupo lo suficientemente amplio de seres angelicales para iniciar la empresa. Y a los ángeles que no conservaron su señorío [«dignidad» RV60] original… (Judas 6 LBLA). El apóstol Pedro dice de ello: Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron.

Por tanto, tenemos que el origen del pecado y la rebelión por orgullo –el orgullo fue el primer acto pecaminoso y de él se derivan todos los demás− está en los ángeles y no en los hombres inicialmente, es anterior. El pecado precede a Adán pero tuvo lugar un tiempo anterior a la creación que narra el Génesis.

El lenguaje de los profetas es este: Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura (Ez. 28:17). Corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor (Ez.28:17). Con tu gran sabiduría, con tu comercio, has aumentado tus riquezas, y se ha enaltecido tu corazón a causa de tus riquezas (Ez.28:5). Por cuanto has igualado tu corazón al corazón de Dios (Ez. 28:6). Tu dijiste en tu corazón: subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea (Is.14:13). Me haré semejante al Altísimo (Is. 14:14). Este es el lenguaje de toda conspiración. Así se ha repetido a lo largo de la historia de los hombres y su codicia por el poder y las riquezas.

Toda conspiración está diseñada para ocupar el lugar de otro. Derribarle. Y ello se engendra a través de la iniquidad que brota en el corazón mismo de la persona, sea humana o angelical. Santiago culmina su tesis con estas palabras: Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte (Stg. 1:15). La conspiración de Absalón contiene el mismo proceso, lo veremos en la próxima meditación.

         El origen de la iniquidad está en Lucifer y siempre se extiende a otros.

4 – LA CAÍDA

La caídaLa iniquidad en su origen

Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti (Ezequiel 28:15).

Aunque no sepamos expresamente cómo se creó la iniquidad, o cómo se originó la maldad, sí sabemos dónde prendió en primer lugar. Fue en la naturaleza de Lucifer. En el texto de Ezequiel 28 se habla del príncipe de Tiro como naturaleza del mal. El texto sobrepasa el ámbito humano del personaje para adentrarse en una personalidad anterior que es llamado querubín protector (28:14). En este ser brotó la iniquidad. Es el punto más lejano que tenemos en la Escritura del pecado. Es anterior a Adán. Se genera fuera del ámbito de la creación del hombre.

Hagamos un recorrido por el texto de Ezequiel viendo la personalidad de este querubín, llamado Lucero por Isaías, o Lucifer; cuál es su desarrollo y a través del cual brotó la iniquidad. Lo primero que vemos es que se superponen dos personalidades. Por un lado se habla del príncipe de Tiro, del que se dan algunos datos precisos de su naturaleza y función, pero que pronto se confunde con otra personalidad, la de un ser angelical que le precede, un querubín con existencia anterior a la del propio rey de Tiro. Dos personalidades y un solo carácter. Esta verdad se encuentra en diversos lugares de la Escritura.

Vemos a Satanás operando detrás de la serpiente. Encontramos a Jezabel, que trasciende el ámbito natural de su influencia para alcanzar una trayectoria que la supera y se diversifica en muchas otras personas con su mismo carácter. Incluso vemos al apóstol Pedro, que en un momento de su vida se dejó influir por la forma de pensar de una entidad espiritual que Jesús llama Satanás (Mt.16:23). Lo vemos en la vida de David cuando Satanás se levantó contra Israel y le incitó a hacer un censo de Israel que trajo el juicio de Dios (1 Crónicas 21:1).

Es la influencia del mundo espiritual operando sobre el mundo material. Se trata de una personalidad espiritual actuando a través de personas físicas en el ámbito natural. El profeta Ezequiel ve la personalidad de Satanás detrás de la vida del príncipe de Tiro. Aunque existan elementos de convergencia, también hay factores esenciales que los diferencian. Lo vemos en muchos de los salmos mesiánicos, donde el salmista tiene experiencias en su vida que le trascienden y apuntan hacia la vida del Mesías.

Todo esto para entender que cuando el profeta Ezequiel comienza hablando de una autoridad humana en la persona del príncipe de Tiro, el Espíritu de Dios que inspira al profeta penetra más allá del velo de carne y encuentra una dimensión que le trasciende.

         La iniquidad se abre camino desde la primera rebelión a través de personas que asimilan su carácter y le dan proyección en el ámbito natural.

3 – LA CAÍDA

La caídaLucero/Lucifer/Luzbel

¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra tú que debilitabas a las naciones  (Isaías 14:12).

Vamos a introducirnos ahora en el tiempo pre-adámico. La Escritura no nos da mucha información sobre el origen de Satanás y por tanto del mal, pero tenemos al menos dos ventanas abiertas por donde mirar. Una la encontramos en Isaías 14, la otra está en Ezequiel 28. Por ellas trataremos de encontrar respuestas al origen del mal, la naturaleza corrompida que en su origen fue de luz.

La gran pregunta, −que no tiene respuesta en la Biblia−, es cómo pudo originarse el mal en un ser creado por un Dios bueno. La respuesta más cercana que podemos dar es que este querubín tuvo la posibilidad de tomar sus propias decisiones y rebelarse contra el Creador. Pero no nos adelantemos. En nuestro texto aparece la figura de Lucero, que es la traducción al español del término hebreo «helel», que significa «dar luz, brillar». El vocablo proviene del latín y significa «portador de luz». De donde entendemos que Lucifer, −ángel de luz−, fue transmutado en Satanás, que significa adversario, el que se opone.

En el libro de Isaías encontramos algunos datos interesantes de quién era este Lucero. Se dice que fue derribado al Seol por su soberbia. Tu ostentación y la música de tus arpas (Is.14:11 LBLA). La música está relacionada con este portador de luz caído y derribado al Seol. Esta música no podría ser otra cosa que alabanza a Dios. Algún comentarista ha dicho que su mismo cuerpo era música. El texto dice: has caído del cielo, por tanto, estaba en aquel lugar y no puede tratarse de un ser humano sino angelical. Ezequiel le llama querubín (Ez.28:14). Dijiste en tu corazón: subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea (Is.14:13 LBLA).

La rebelión brotó de su mismo corazón para elevarse a un estado superior al que le correspondía, levantar un trono de adoración a sí mismo y sentarse en una asamblea, que no puede ser otra que de seres angelicales. En Apocalipsis vemos que una tercera parte de los ángeles le siguieron en su rebelión (Apc.12:4). Y se añade: me haré semejante al Altísimo. Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo (Is.14:14,15 LBLA). Aquí encontramos el origen del mal, que en su inicio fue el pecado de soberbia y rebelión.

         Una personalidad angelical, llamada Lucero o Lucifer, se rebeló contra el trono de Dios queriendo ocuparlo. Este arcángel, lleno de música, dirigía la alabanza en el cielo.                 

2 – LA CAÍDA

La caídaLa serpiente

Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: «No comeréis de ningún árbol del huerto»?  (Génesis 3:1).

Aquel lugar idílico donde Dios había creado y puesto a Adán y Eva tenía una limitación que en forma de ordenanza le fue transmitida al hombre: un árbol que daba entrada al conocimiento del bien y el mal. Por otra parte, ya existía una personalidad creada −con anterioridad al hombre− que podía mutarse o dar expresión a su naturaleza a través del mundo animal. Esta personalidad —iremos viendo en próximas meditaciones su carácter y naturaleza— iba a introducirse solapadamente en Edén a través de la serpiente, y mantener una conversación cargada de astucia con la mujer.

La Escritura muestra que la serpiente antigua, la que aparece en nuestro texto de Génesis, se le llama diablo y Satanás (Apc. 12:9). Una personalidad escondida detrás de un animal como la serpiente para, aprovechando su astucia y mentira, introducir la duda sobre la palabra de Dios. Todo un manual del protocolo que se ha seguido a lo largo de la historia del hombre para conseguir propósitos malignos: esconderse con astucia y mentira para operar en la mente del hombre alejándole de la palabra de Dios. Este proceso sigue siendo la fórmula para introducir en el mundo físico ideas que proceden de otro espiritual. Pablo lo escribió así mucho tiempo después: Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo (2 Co.11:3 RV60).

La serpiente, es decir, la personalidad de Satanás a través de ella, introdujo un argumento en Eva que alteraba la palabra dicha por Dios. ¿Con que Dios os ha dicho: No comeréis de ningún árbol del huerto?  Eva argumentó bien que se trataba solo del árbol que estaba en medio del huerto, del resto podían comer. Sin embargo, se estableció un diálogo que daría lugar al extravío de los sentidos de Eva, quedando hechizada y fascinada por el poder persuasivo de la serpiente.

Esta conversación introdujo un elemento tan potente en el razonamiento de Eva que la llevó a desear lo que había sido acotado por voluntad de Dios. Pablo dijo: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1 Co.15:33). Volveremos sobre este episodio más adelante, pero ahora nos detendremos en cómo se forjó la rebelión en aquella personalidad que estaba operando detrás de la serpiente, y que más tarde se introduciría en Edén.

         Una personalidad rebelde, preexistente, se introdujo en la serpiente para poder actuar en Edén sobre Eva.    

1 – LA CAÍDA

La caída

Introducción

Después de haber hecho un recorrido panorámico de la realidad del hombre antes de la caída queremos pasar a meditar en algunos pasajes y contenidos teológicos que tuvieron lugar después de ese tiempo de comunión con Dios.

La caída en pecado del hombre marcó un antes y un después radical en muchas áreas. Produjo grandes y graves alteraciones de diversos tipos: en relación a la comunión con Dios, sobre la naturaleza del hombre original, sobre la creación del mundo natural y animal. Todo fue perturbado y las consecuencias llegan hasta nuestros días.

Una vez más vuelven a surgir preguntas alrededor de este hecho. Algunas de ellas no encuentran respuesta suficiente en la Escritura para aclarar todo su contenido y trascendencia, tendremos que conformarnos con el marco que tenemos, sin trasgredir los límites impuestos en la Biblia, ni entrar en especulaciones que no llevan a ninguna parte.

Iremos viendo cómo se introdujo el pecado en la tierra, pero también ahondaremos —hasta donde podamos— en el origen, anterior a Edén, de la transgresión. Haremos un viaje fuera del tiempo actual —la Biblia lo llama el presente siglo malo— para ver cómo se produjo la entrada de la rebelión anterior a la creación de Adán.

Una vez meditados los textos que nos abren una ventana al tiempo pre-adámico, nos adentraremos en el hecho en sí de «La Caída» y sus consecuencias. Veremos temas profundamente teológicos, no exhaustivos, aunque espero que lo suficientemente sólidos, a pesar de su brevedad, para poner un fundamento estable en la verdad que nos ha sido revelada. Llegaremos hasta donde podamos.

No buscamos originalidad ni sensacionalismo. Huimos de la especulación gratuita. Procuraremos ceñirnos a lo revelado en la Escritura hasta donde podemos entender. Por tanto, en esta nueva serie de meditaciones acerca de la pregunta original: ¿Qué es el hombre? haremos un viaje cósmico anterior al tiempo presente, para regresar a nuestro siglo y ver cómo se introdujo el pecado en el mundo y las consecuencias funestas que le siguieron.

Si no entendemos bien este proceso nunca conseguiremos penetrar en la profundidad necesaria de la obra redentora en la cruz del Calvario para comprender nuestra redención. Sin caída no se necesita expiación. Sin la entrada del pecado en el mundo todo el proyecto de redención revelado en las Escrituras no sería más que un mito o especulación entre los que abundan en la historia de las religiones y filosofías humanas. La caída activó el plan predeterminado desde antes de la fundación del mundo para el rescate del hombre en toda su amplitud. Comencemos.

SERIE – 4 / La caída – Índice

La caída

Iniciamos una nueva serie de nuestra andadura a través de la pregunta que nos encontramos en el texto bíblico: «¿Qué es el hombre?«.

Hemos visto algunos detalles sobre lo que fue la vida del primer hombre y su compañera en el huerto de Edén. Ahora nos adentraremos en como se llevó a cabo la caída en pecado y sus consecuencias.

A continuación os dejo el índice de temas que trataremos. Como viene siendo habitual seguiré enviando las meditaciones los lunes, miércoles y viernes. Un saludo cordial.

ÍNDICE:

  1. Introducción
  2. La serpiente
  3. Lucero/Lucifer/Luzbel
  4. La iniquidad en su origen
  5. La iniquidad en desarrollo
  6. La iniquidad conspira
  7. Consecuencias de la conspiración
  8. El misterio de la iniquidad
  9. Justicia es el cetro de su reino
  10. Expulsado del cielo
  11. La serpiente con su astucia engañó a Eva
  12. El árbol era bueno, agradable y deseable
  13. Fueron abiertos los ojos y estaban desnudos
  14. Se escondieron de la presencia de Dios
  15. Buscando culpables
  16. El juicio a la serpiente
  17. El juicio a la mujer
  18. El juicio al hombre
  19. Vestidos de piel
  20. Echados del paraíso como Lucifer del cielo

 

Nota: En esta serie he usado la versión de la Biblia de las Américas (LBLA).

 

15 – ANTES DE LA CAÍDA (Fin de la Serie)

Antes de la caída (3)De Él y para Él son todas las cosas

Porque de Él, por El y para El son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén (Romanos 11:36). Para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quién proceden todas las cosas y nosotros somos para El; y un Señor, Jesucristo, por quién son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros (1 Corintios 8:6).

Antes de acabar esta serie sobre la realidad del hombre y la mujer antes de la caída me gustaría recapitular lo visto en las anteriores meditaciones. La Escritura no deja lugar a dudas que Dios es el Creador de todas las cosas, incluido el hombre, y fueron hechas por Él y para Él. De Dios proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él. Hay un Señor, el Mesías, por quién todas las cosas subsisten, y por medio del cual existimos nosotros. Pablo lo resumió con estas palabras: «Esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quién soy y a quién sirvo». Este es el propósito original de Dios que se vio perturbado por la aparición de una  rebelión pre-adámica.

Hemos visto, sin embargo, que antes de ese momento trascendental Dios creó al hombre recto, con una naturaleza justa, aunque el hombre se buscó muchas perversiones posteriores. Somos el resultado de la voluntad expresa de un Dios Creador que decidió soberanamente traernos a existencia. Además puso en el hombre su propia imagen y semejanza, que como vimos, al margen de su aspecto físico, creemos que tiene que ver con el ámbito espiritual, racional, moral e inmortal con el que fuimos creados. Se le dio dominio sobre toda la creación natural y animal, fue constituido mayordomo bajo la soberanía del Hacedor.

Dios produjo también las condiciones para que el ser creado a su imagen tuviera abundante provisión para todas sus necesidades. Sopló en él aliento de vida, fue hecho un ser viviente –el apóstol Pablo lo dividiría en un ser tripartito: espíritu, alma y cuerpo− y lo puso en medio de un lugar amplio, hermoso y placentero: el huerto del Edén.

Además trajo al hombre una ayuda idónea que fue tomada del varón, la mujer, para que lo complementara, fuera su compañera y pudieran compartir juntos la inmensa creación de Dios formando una familia con capacidad reproductiva. El hombre la recibió y fueron hechos una sola carne. Estaban vestidos de la gloria de Dios, alejados de la vergüenza y el temor, manteniendo comunión y relación cercana y amistosa con el Rey del Universo.

La entrada del mal rompió ese mundo. Fueron expulsados del paraíso y obligados a vivir en unas condiciones mucho peores.

El Señor Dios tenía un plan regenerador para recuperarlos, porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén.

14 – ANTES DE LA CAÍDA

Antes de la caída (3)Paseaban en el huerto al fresco del día

Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día…  (Génesis 3:8).

Esta breve reseña parece indicar lo que pudiera haber sido una costumbre en la comunión entre Dios y el hombre durante el tiempo anterior a la caída en pecado. Dice que Dios se paseaba en el huerto, lo que viene a significar que lo hacía con un cuerpo semejante al de Adán. En la Biblia de Jerusalén se traduce así: «Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa».

Dios andaba en comunión y amistad con el hombre. Le haría partícipe de múltiples consejos para poder cumplir con éxito su cometido en el mundo natural puesto bajo su cuidado. Hablaría con él cara a cara, como hizo tiempo después con Moisés (Éxodo 33:11), y que más tarde fue imposible sin que el hombre pudiera resistir la presencia de Dios sin morir (Génesis 32:30).

Dios había creado un ser libre, con voluntad propia para compartir con él en una dimensión tal vez mayor que con los ángeles. El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Recibió el aliento de vida de Dios, de su propia naturaleza. Dios es Espíritu e hizo copartícipe al ser humano de la dimensión espiritual. Esa comunión con Dios se producía en dos dimensiones que parece podrían estar íntimamente ligadas: una física, −en el mundo terrenal−, y otra espiritual, en la medida que participaban de la misma naturaleza.

Esto me hace pensar en la cercanía que establece el Mesías en su enseñanza sobre la oración del Padrenuestro: «Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo». «Cuando ores, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que está en secreto te recompensará en público». Cielo y tierra unidos por la oración. Ambos están más cerca de lo que pensamos. La oración nos devuelve esa comunión de la que Adán disfrutaba en el huerto del Edén, a la caída de la tarde, en el momento de la brisa; ahora la disfrutamos por fe –sin fe es imposible agradar a Dios− una vez devuelta la comunión perdida por el pecado en el sacrificio del Hijo. Jesús nos ha dado entrada al trono de la gracia a través de un camino nuevo y vivo por medio de su sangre.

Pero esa tarde algo había pasado que rompió la amistad e introdujo el temor y la vergüenza, hizo al hombre esconderse de la presencia de Dios. Una gran sima se había levantado transformando el devenir de la historia del hombre en unos parámetros nuevos. Lo que había sido relación cercana y amistosa dio paso a una separación que alteraría toda la creación.

         Dios creó al hombre para tener comunión con él, para alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6).  

13 – ANTES DE LA CAÍDA

Antes de la caída (3)Estaban ambos desnudos

Y estaban ambos desnudos, el hombre y la mujer, y no se avergonzaban (Génesis 2:25).

En este pasaje tenemos otro de esos misterios difíciles de resolver. Las condiciones de vida creadas por Dios para el hombre y la mujer, el hábitat donde habían sido puestos, tenían los elementos necesarios para desarrollarse en armonía, sin desequilibrios, sin complejos, con naturalidad. El vestido que cubría a Adán y Eva era la gloria de Dios (Ro.3:23), juntamente con la ausencia de la vista del pecado y las tinieblas. Jesús enseñó que «la lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad» (Lc.11:34).

Inmediatamente después de tomar del árbol de la ciencia del bien y del mal, los ojos fueron abiertos y penetró la «luz del mal» que atrajo las tinieblas a todo su ser. Antes de esa entrada no había posibilidad de ver nada perturbador, ni avergonzarse, porque la gloria de Dios, el vestido original de Dios, cubría al ser humano. Ese vestido de la gloria de Dios mantenía al hombre en comunión con su Creador. Cuando el vestido se perdió por el pecado, la vergüenza, el temor y los complejos anidaron en el corazón del hombre. A partir de ese momento se necesitó otro vestido.

El primer intento vino del mismo hombre. «Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales» (Gn.3:7). Más adelante es Dios quién tiene que proveer un vestido para la primera pareja (Gn.3:21). Aunque estamos adelantándonos en el recorrido de los sucesos, creo que es necesario que hagamos ese ejercicio para tratar de entender cuál era el vestido que los cubría. Físicamente estaban desnudos, pero no apreciaban ninguna vergüenza dado que sus ojos no se habían abierto al mal.

Cuando el pecado se apodera de la vista del hombre, sus ojos pueden percibir lo que se encuentra más allá del bien, es decir, el mal que estaba oculto tras aquel árbol que daba entrada a un mundo de pecado –parece que ya existente, es lógico pensar así, más adelante el profeta Isaías y Ezequiel nos dan una entrada al origen del mal en la persona de Lucifer y su rebelión contra Dios− y cuyo poder de seducción era tan poderoso que Dios prohibió que se tomara de él.

Sin esa penetración del mal al alma humana el vestido que cubría a Adán y Eva les permitía vivir alejados de la vergüenza y el temor, disfrutando plenamente de todos los placeres creados por Dios. Hay placer sin pecado. Hay desnudez sin vergüenza cuando la gloria de Dios cubre al hombre.

         Dios había vestido al hombre y la mujer con el ropaje de su gloria, los cubrió de tal forma que no sentían vergüenza.