La teología del reemplazo (8)

La enseñanza de Pablo en la carta a los Efesios

(Primera parte)

         ReemplazoEn la carta de Efesios el apóstol Pablo se dirige especialmente a los creyentes gentiles que se habían convertido en la ciudad de Éfeso. El tema predominante de la epístola es la iglesia de Dios, la posición de los creyentes en Cristo que ahora han sido unidos por la fe al pueblo que tenía los pactos, la ciudadanía y que ya eran la familia de Dios.

         Vuelve a mencionar Pablo un misterio que ha sido revelado y que lo sustancia en los siguientes términos: «Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y coparticipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio».

         Vemos tres aspectos principales: Que los gentiles son co-herederos, ¿qué significa esto? Significa que ya hay herederos y otros han sido incluidos en esa misma herencia, los gentiles somos herederos juntamente con el pueblo que ya había recibido la herencia, es decir, el pueblo de Israel. Qué más. Que somos miembros del mismo cuerpo, no somos un cuerpo aparte, ni ha habido un cambio de pueblo, sigue siendo el mismo cuerpo de creyentes que ya existía en la antigüedad y que nunca ha dejado de serlo. Además dice que somos co-partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. Una vez más vemos un término muy interesante, ¿qué significa ser co-partícipes? Significa participar de algo juntamente con otros, en este caso de la promesa que Dios le hizo a Abrahán y que llega a nosotros mediante el evangelio de Jesús, la simiente que había de venir y que el mismo apóstol enseña en la carta a los Gálatas (Gá. 3:6-18). Regresemos ahora al capítulo 2 de Efesios y veamos lo que nos dice a partir del versículo 11.

Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu (Efesios, 2:11-22).

         caminoDirigiéndose a los creyentes gentiles, el apóstol nos dice que en otro tiempo éramos llamados incircuncisión, es decir, no teníamos la señal del pacto que Dios había hecho con Abrahán y para el que le dio la circuncisión como señal externa de ese pacto (Gn.17:9-14). Por tanto, estábamos excluidos de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos y las promesas, sin esperanza, sin Cristo y sin Dios en el mundo. Ese era nuestro estado anterior.

         En otro lugar dice que estábamos muertos en delitos y pecados, vivíamos en las pasiones de la carne, siguiendo la corriente de este mundo y éramos por naturaleza hijos de ira, es decir, vivíamos bajo la ira de Dios porque estábamos alejados de los pactos que Dios ya había hecho con Israel.

         La mujer sirofenicia (gentil) que vino a Jesús con su hija atormentada por un demonio había comprendido perfectamente esta verdad, y lo expresó de forma un tanto provocativa para la mente refinada del hombre moderno.

Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama (Marcos, 7:24-30).

         El ministerio de Jesús fue dirigido en primer lugar a las ovejas perdidas de la casa de Israel; recorrió la mayoría de ciudades y aldeas de Galilea, Judea y algunas de Samaria, enseñando, sanando y liberando de demonios como respuesta a la profecía de Isaías (Isaías 61:1-2). Cuando Jesús nació el ángel dijo a los pastores judíos: «Os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo el Señor».

         ¿Cómo es posible pensar que Dios iba a cambiar de pueblo y sin embargo enviar a Su Hijo en primer lugar a la casa de Israel? No es cierto que Israel le rechazó, si no que algunos, especialmente los gobernantes del pueblo le rechazaron (Lucas 7:29-30). Hemos cometido el error de confundir a los líderes políticos y religiosos con la totalidad del pueblo, (se sigue haciendo hoy día); y los responsables políticos nacionalistas de hoy identifican su política con la tierra y la totalidad de sus habitantes, de tal manera que cuando se critican sus errores entienden que es una crítica antipatriota y por tanto destructiva de la nación.

         Jesús fue especialmente duro con los escribas, fariseos y saduceos, es decir, los gobernantes (Mateo 23), pero sumamente misericordioso y compasivo con los publicanos, pecadores, prostitutas, es decir, el pueblo llano (Mt. 9:10-13) (Lc.15:1-3).

         El sumo sacerdote de los días de Jesús en la carne profetizó que era necesario que un solo hombre muriera por el pueblo y no que toda la nación pereciera a manos de los romanos. Ellos pensaron que sus decisiones representaban a la totalidad, pero el pueblo amaba a Jesús, se iba tras él, incluso muchos de los gobernantes, aunque no lo confesaban por miedo a los fariseos para que no los expulsaran de la sinagoga, porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Juan 12:42-43).

         Bien, dicho esto, volvamos a Efesios. «Pero ahora en Cristo», dice Pablo, nosotros que en otro tiempo estábamos lejos de la posibilidad de acercarnos a Dios, hemos sido hechos cercanos por la sangre de Jesús. El Mesías es nuestra paz y de ambos pueblos ¿qué pueblos? el pueblo de Israel y los gentiles, las demás naciones, hizo uno, ¿qué significa esto?, ¿que Israel ha dejado de existir? ¡no!, que nosotros (gentiles) hemos sido incluidos en el único pueblo de Dios: Israel. Nosotros que no éramos pueblo, ahora somos pueblo de Dios mediante la fe en Jesús. «Derribando la pared intermedia de separación».

         El pueblo de Israel no podía juntarse con las demás naciones, no debían ellos convertirse a los pueblos que la rodeaban, sino las demás naciones debían convertirse a ellos, porque Israel tenía la ley, los pactos, las promesas. El pueblo de Israel, como sabemos, no siempre cumplió con este cometido, sino que en muchas ocasiones se dejó contaminar por la idolatría que le rodeaba y sufrió el castigo por romper el pacto y no ser fieles a su Dios. Pues bien, ahora, en Cristo Jesús, (el Mesías judío que anunciaron los profetas de Israel), nos han predicado la buena nueva los apóstoles judíos para que podamos ser parte de ese pueblo y participar de la misma savia del olivo, eliminando las enemistades, lo que nos separaba según la ley y juntos podamos acercarnos al Padre en el mismo Espíritu.

La teología del reemplazo (7)

La enseñanza de Pablo sobre el misterio de Israel

(Segunda parte)

          ReemplazoSiguiendo en el capítulo once de Romanos vemos que Pablo reconoce que algunas de las ramas de Israel fueron desgajadas de su propio olivo y en lugar de esas ramas han sido injertados los gentiles que han creído en lugar de ellas.

         Observa que no dice que Israel ha sido desechado, sino algunas ramas; ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles (11:25); y luego, dice, todo Israel será salvo (11:26).

         Bien, pues para poner equilibrio en su mensaje, Pablo les habla a los gentiles para que no se jacten por ello, ni se ensoberbezcan, sino que teman; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales que fueron desgajadas, tampoco perdonará a los injertados si no permanecen en la bondad de Dios sino que por el contrario se vuelven arrogantes. Y usando una figura del mundo agrícola de lo más convincente, les dice a los gentiles: si vosotros siendo un olivo silvestre habéis sido injertados contra naturaleza en el buen olivo, las ramas naturales que fueron desgajadas de su propio olivo volverán a ser injertadas si no se mantienen en incredulidad.

         Por tanto, sigue habiendo esperanza para algunas de las ramas que se endurecieron por su desobediencia, lo cual quiere decir que la parte principal del olivo sigue fiel a los pactos, las promesas, la promulgación de la ley, la adopción, la fe de los patriarcas y la aceptación de la mesianidad de Jesús. Es decir, el olivo no ha desaparecido, Israel como portador de las promesas de Dios sigue siendo el pueblo de Dios y en ese pueblo hemos sido injertados nosotros gentiles.

         ¿Quién es el olivo? El pueblo de Israel, el remanente fiel a los pactos, las promesas, o sea, la rica savia del olivo, y de esa rica savia hemos venido a participar nosotros si nos mantenemos en la fe de los padres, los padres de la nación israelita.

Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo,  no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti. Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará.  Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado. Y también ellos, si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? (Romanos 11:17-14 LBLA)

         caminoY en los últimos versículos del capítulo 11 de Romanos Pablo viene a poner, una vez más, equilibrio en lo que parecen dos posturas difíciles de armonizar. A lo largo de su exposición se está debatiendo en un conflicto. Por un lado deja claro que Dios no ha desechado a su pueblo, por otro, ve que muchos judíos se han convertido en enemigos del evangelio y se han endurecido, como él mismo lo fue en un tiempo pasado; y a la vez los gentiles han creído en el anuncio que proclamaron los profetas en cuanto al Mesías en la persona de Yeshúa; y para que éstos no se ensoberbezcan y se vuelvan arrogantes les tiene que enseñar a mantener una posición de afecto al pueblo de Israel para provocarlos a celo y ganar en lo posible a muchas de esas ramas desgajadas que se mantienen en incredulidad al evangelio. Este encaje de bolillos, este trabajo de equilibrista, lo culmina el apóstol de los gentiles entendiendo que hay en todo ello un misterio de difícil comprensión y complejo en su exposición. Es el mismo conflicto que tenemos nosotros cuando queremos explicar este asunto sin caer en desequilibrios ni doctrinas extrañas en un extremo u otro. Bien, vamos a leer el texto final de Pablo en esta carta a los Romanos y luego meditamos en algunos aspectos.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos (Romanos 11:25-32 RV60).

         Ignorar este misterio. ¿Qué quiere decir? Porque si es un misterio es normal que se ignore porque no se comprende. Pero no es el sentido que le da aquí Pablo, si no que debemos entender, después de todo lo expuesto y habiendo tratado de explicarlo de la mejor manera, que en todo ello hay una parte de misterio de difícil comprensión, y si ignoramos este hecho podemos caer en arrogancia, como por otra parte ha ocurrido históricamente, mostrando con ello que no hicimos caso al apóstol de los gentiles, si no que ignoramos el misterio para caer en orgullo espiritual y dar un fruto malo con semejante actitud.

         Ya hemos dicho en otro lugar que el endurecimiento de Israel ha sido en parte, y eso hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles, lo cual quiere decir que las otras partes del todo (Israel) no se endurecieron, si no que creyeron en el Mesías, aunque con el desarrollo de los acontecimientos, especialmente después de la destrucción del templo y la devastación que llevó a cabo el emperador Adriano en el 132 d.C. de la tierra de Israel, se consolidó la separación entre los primeros discípulos de Jesús y el pueblo gentil con un liderazgo de trasfondo helénico que alejó las posiciones y consolidó la fractura creando una división contraria a lo expuesto por el mismo apóstol Pablo en la carta a los Efesios y que más adelante veremos.

         Se habla también en este pasaje de un día cuando todo Israel será salvo, y eso apoyado por el testimonio de los profetas, en este caso de Jeremías (Jer. 31:33,34). Una vez más vemos que Dios no ha rechazado a Su pueblo, porque en cuanto a la elección son amados por causa de los padres ¿Qué padres? Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, padres de la nación hebrea. Y esa elección y llamamiento es irrevocable. Dios nunca ha revocado los pactos con Abraham, Isaac y Jacob y su descendencia para siempre.

         Vivimos, pues, en el tiempo cuando el pueblo gentil debe anunciar el evangelio habiendo alcanzado misericordia por la desobediencia (no su rechazo, ni reemplazo como pueblo) de ellos (los judíos); porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. Con el anuncio del evangelio surgió una congregación de muchos pueblos y naciones que hemos llamado la iglesia, y que Pablo llama el Cuerpo de Cristo. En el próximo capítulo meditaremos en los textos de la carta a los Efesios, donde volvemos a encontrarnos con este tema que confirma y amplía lo ya visto en Romanos.

La teología del reemplazo (6)

La enseñanza de Pablo sobre el misterio de Israel

(Primera parte)

ReemplazoLa vida del apóstol de los gentiles es una de las más conocidas en el Nuevo Testamento. Si excluimos a Jesús, seguramente Pablo es de quien tenemos más datos biográficos en el escrito nuevo testamentario. Por ello sabemos que era un judío celoso de la fe de sus padres, y que siguió amando a Israel después de convertirse en el camino a Damasco. Llegó incluso a decir que «tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne…»

          De Pablo se han dicho y mantenido escuelas exegéticas diversas. Por un lado, los judíos le acusaban de traicionar a su nación, y por otro, le han endosado el cartel de ser el verdadero inventor de la religión cristiana. Ambos extremos son erróneos e injustos. También, ya lo dijo el apóstol Pedro, muchas de las cosas que enseñó los indoctos las torcieron por la sencilla razón de no comprenderlas o hacerlo mal (2Pedro 3:15-16).

         Verdaderamente hay algunas cosas en la enseñanza de Pablo que son difíciles de entender, a pesar de ello vamos a meditar por unos momentos en los pasajes donde aparece su enseñanza sobre el misterio de Israel y la controversia que suscita. Las dos cartas donde Pablo escribe sobre ello son Romanos y Efesios. No pretendo hacer un estudio exhaustivo de estas cartas, lo que haré será pararme en los textos que me parecen más relevantes para nuestro análisis. Tampoco pretendo comprenderlo todo, pero haré hincapié en aquellos aspectos que me parecen claros.

         En la carta a los Romanos, después de explicar el lugar de la ley y la circuncisión, el apóstol se pregunta:

¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito… (Rom. 3:1-4).

         Primera deducción. A los judíos les fue confiada la palabra de Dios. Han sido ellos los que nos han transmitido el contenido de las Escrituras, sin ellas nunca hubiéramos conocido al único Dios creador de todas las cosas. Sin la fidelidad de Israel a los escritos de Moisés, los profetas y los Salmos nunca hubiéramos conocido el plan de Dios de salvación. Nosotros las hemos recibido de ellos y lo que hemos hecho en muchos casos ha sido despojarlos de sus Escrituras y apropiárnoslas nosotros, además de usarlas contra ellos. ¿Qué calificativo le podemos poner a esto?

         Otra cosa. Si algunos de los judíos históricamente han sido desobedientes o incrédulos, ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera. Pablo vuelve a preguntar. ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? Y la respuesta vuelve a ser: En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Sin embargo, la soberbia religiosa nos ha hecho pensar que nosotros, gentiles, por haber creído en Jesús y que nuestros pecados hayan sido perdonados, teníamos derecho a apuntar a los judíos como pecadores endurecidos y con ello dar lugar a acusarlos y condenarlos, ocupando el lugar de Dios. Esto mismo sirve para cualquier otra persona o pueblos. Dios no nos ha llamado a juzgar, sino a anunciar; sin embargo, la Historia nos enseña que lo hemos hecho en muchos casos, especialmente con los hebreos.

         Siguiendo en la epístola a los Romanos, nos encontramos a partir del capítulo nueve que Pablo hace un paréntesis para meterse de lleno en la controversia de qué pasa entonces con el pueblo de Israel, que no aceptan la justicia de Dios por la fe, sino que mantienen la Ley como base de su acercamiento a Dios. Bien, lo primero que dice el apóstol de los gentiles es que les tiene un gran amor, tanto, que desearía él mismo estar separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne (Rom. 9:3). Pablo les llama hermanos, no solo parientes según la carne, sino hermanos de fe, hijos del mismo Padre, a pesar de que comprende que están siendo desobedientes al evangelio, pero ello no les hace ser repudiados, sino hijos desobedientes y esta actitud concretada en un tiempo determinado, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles (9:25-26).

         Pablo conocía las Escrituras y sabía que Israel es el primogénito de Dios (Éxodo, 4:22), que los profetas hablaron de Dios como Padre del pueblo hebreo (Jeremías, 31:9), por tanto, los judíos son hermanos y es lo que Pablo dice en Romanos. Jesús es el Unigénito Hijo de Dios, Israel es el primogénito.

         Pablo dice que el pueblo de Israel son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuáles, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén (9:4,5). Una vez más pone el fundamento en la elección del pueblo de Israel como receptor de los propósitos de Dios.

         La herencia de la fe que hemos recibido viene de los judíos. Como gentiles hemos sido incorporados al pueblo de Israel por adopción, a  la gloria, al pacto, a la promulgación de la ley, al culto, las promesas, unidos a los patriarcas y sobre todas las cosas al Mesías, que nos ha sido dado por la herencia recibida en la línea genealógica del pueblo que Dios escogió para darles las promesas.

         Luego habla de la extensión que Dios ha hecho en su misericordia para alcanzar no solo a los judíos, sino también a los gentiles, y pone como ejemplo el mensaje y la vida del profeta Oseas, donde se dice que llamará pueblo mío al que no era pueblo, y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente (9:2426). Israel nunca ha dejado de ser pueblo de Dios, a pesar de que fueron desobedientes a la voz del Señor. Antes al contrario, somos nosotros los gentiles quienes antes no éramos pueblo y ahora hemos sido incluidos en el pueblo de los pactos.

        El apóstol luego habla del remanente (9:27-29) que se ha mantenido fiel, porque es verdad que no todo el pueblo de Israel se ha mantenido fiel a las promesas y al cumplimiento de la ley de Dios. En muchos episodios de la Historia bíblica vemos que Israel se endurece, se aleja de los caminos de Dios y se deja contaminar con el sistema del mundo que le rodea, exactamente igual que ha pasado en diversos momentos de la Historia de la iglesia, sin embargo, la iglesia no ha dejado de existir, el Señor la ha edificado y siempre ha encontrado un remanente que ha mantenido la verdad del evangelio para que sea anunciado a todos los pueblos. Entonces, ¿por qué en el caso de Israel decimos que Dios lo ha rechazado y suplantado y en el caso de la iglesia comprendemos que se han superado esos momentos oscuros de su historia para volver a rebrotar? Nuestra propia teología nos apunta a nosotros mismos y nos delata por nuestra parcialidad.

         caminoMuchos en el pueblo de Israel tropezaron en la piedra de tropiezo que es Jesús (9:30-33), pero no fue un tropiezo para que cayesen, sino un tropiezo con un propósito de que la salvación alcanzase a los gentiles. ¿Que no entendemos este tipo de tropiezos? Pues eso es exactamente lo que dice el apóstol Pablo. Ya dijimos que hay cosas en su enseñanza que son difíciles de entender, pero el hecho de que no entendamos no significa que debamos torcer las Escrituras.

Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? (Romanos 11:11-12).

         Si hubiéramos entendido este mensaje hubiéramos procurado la restauración de Israel no su eliminación. Sí, me dirás, se ha intentado convertir a los judíos pero se han resistido y por tanto los hemos puesto en la disyuntiva de aceptar por la fuerza la conversión o la expulsión de los territorios cristianos. Ese ha sido nuestro método de provocarles a celo y procurar con ello mostrarles el amor que hemos recibido por gracia de su mismo Dios y Padre. Es fácil comprender por qué no hemos conseguido más éxito en nuestra labor, aunque comprendamos que hay un tiempo para cada cosa.

         Nosotros hemos tenido celo pero no conforme a Dios, sino un celo carnal, lleno de soberbia y prepotencia para mostrarles nuestra superioridad en la fe. Lo que ha ocurrido históricamente es lo contrario, hemos tenido envidia en muchos momentos de los judíos porque hemos visto que prosperaban en muchos campos, y generaciones de cristianos perecían en la indigencia moral, social, etc. Pero como vivían en nuestras tierras, habían sido despojados de la suya y vivido como parias en todas las naciones por donde se extendieron, creímos ver en ello el derecho de expropiarlos, menospreciarlos, humillarlos y expulsarlos. No creo que el apóstol Pablo estuviera pensando en este tipo de métodos cuando habló de provocarlos a celos, el método que el apóstol usó con los judíos lo vemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, fue el amor por los de su nación, no el odio por su endurecimiento.

Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación… Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? (Romanos 10:1; y 11:13-15).

La teología del reemplazo (5)

Textos en los que se basa la teología del reemplazo

Reemplazo          La argumentación para consolidar la postura de rechazo a Israel como pueblo de Dios se funda básicamente en unos pocos textos que vamos a examinar. Uno de ellos dice: el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él [1]. Vamos  a ver ahora el contexto del pasaje y notar que el Maestro se está refiriendo a los edificadores.

Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?  Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.  Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta [2].

         ¿Quiénes son los edificadores en este contexto? La respuesta la encontramos en el mismo texto: los principales sacerdotes (saduceos, las autoridades del templo) y los fariseos, así lo entendieron ellos mismos. No está hablando de la totalidad del pueblo, porque el pueblo le tenía por profeta. Así mismo lo entendió el apóstol Pedro cuando le condujeron ante las autoridades religiosas (los gobernantes, ancianos, escribas, el sumo sacerdote Anás y Caifás y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes Hechos 4:5-6) para que dejaran de hablar y enseñar en el nombre de Jesús. Esta fue la respuesta del apóstol:

Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos [3].

         La fortaleza del testimonio de Pedro tiene un componente añadido, y es que eran las mismas autoridades que habían acusado a Jesús unos días antes y a las que la mayoría temía, incluido el apóstol del Señor que le había negado y huido en aquellos días de tinieblas sobre la ciudad de Jerusalén. Ahora muchos judíos habían creído en Jesús como Mesías, llegaron a ser millares de  millares según Hechos 21:20, que continuaron viviendo como judíos, a pesar de que las autoridades nunca reconocieron la mesianidad del galileo. Este mismo argumento sirve para otro texto que se presenta como prueba de la doctrina que estamos contradiciendo, se encuentra en Juan 1:9-12.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

         Jesús mismo dijo que no hay profeta sin honra sino en su propia tierra y entre los suyos. Hubo un tiempo en que ni siquiera sus hermanos creyeron en él [4], aunque más tarde comprendieron que en Jesús se cumplían las palabras de los profetas y fueron testigos de su resurrección. Pues bien, extender el argumento a la totalidad comporta un atropello de la verdad y una injusticia al pueblo de Israel.

        Hay que recordar que todos los apóstoles eran judíos, todos los escritores del Nuevo Testamento, menos Lucas, eran judíos; durante los primeros años todos los que se convertían a la fe de Jesús eran judíos, hasta que con Cornelio se abrió la puerta a los gentiles y las demás naciones. Por tanto, no podemos ignorar los acontecimientos que narra el libro de los Hechos de los apóstoles, la vida de los primeros discípulos, llamados cristianos por primera vez en Antioquia.

         El evangelio se extendió rápidamente a través de judíos y algunos gentiles convertidos. Se predicó en primer lugar a los judíos en sus sinagogas, y aunque es cierto que muchos se constituyeron en enemigos del mensaje anunciado por los apóstoles, no por ello podemos concluir que el pueblo de Israel rechazó a su Mesías en su totalidad. Fueron principalmente las autoridades, que a través de su influencia produjeron una resistencia que afectó a la marcha de la nación. El apóstol Pablo lo expresó con estas palabras: Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios [5].

         Otro de los episodios que suele presentarse para validar la defenestración de los judíos es la acusación de pueblo deicida. ¿Qué quiere decir esto? Que los judíos mataron a Jesús y que proclamaron ante Pilatos: su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos [6]. A esta proclamación respondió el Señor en la misma cruz con estas palabras: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen [7]. Además hay que decir que ese argumento de acusar a los judíos de matar a Jesús, o matar a Dios como se dijo después, demuestra una ignorancia alarmante del plan de redención. Jesús mismo dijo que: ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y también les dijo: Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos [8]. En el primer mensaje del apóstol Pedro después de Pentecostés les dijo a las personas que habían participado en el proceso de la condena a Jesús, lo siguiente: A éste (Yeshúa), entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis… [9]. Y en su segundo discurso volvió a repetirles el mensaje.

Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste está completa sanidad en presencia de todos vosotros. Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo [10].

  camino        Una misma Escritura puede usarse para vida o para muerte. El apóstol reconoce que ellos han negado y matado (junto con la sentencia del gobernador romano) al Autor de la vida, pero expone que lo han hecho por ignorancia y que Dios ha cumplido de esta manera la palabra de los profetas que ya estaba anunciada. Además los llama hermanos, algo impensable si Pedro hubiese creído la teología del reemplazo. Por tanto, si tenemos que acusar a alguien de la muerte de Jesús es directamente al Padre (lo cual es un dislate); o al mismo Jesús que estuvo dispuesto a aceptar la voluntad de Dios (Hebreos 10:7-10), y a cada uno de nosotros, porque todos hemos pecado y todos hemos necesitado la muerte expiatoria de Jesús para satisfacer la justicia de Dios y ser declarados justos. Las mismas palabras de Jesús en Juan 10:17,18 dejan claro que él no estaba pensando en buscar culpables de su muerte, sino que él mismo ponía su vida para volverla a tomar.

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mi mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

         La muerte de Jesús es para justificar al pecador, no para condenar a sus ejecutores materiales, aunque en realidad todos hemos sido culpables de esa muerte vicaria. Por tanto, acusar al pueblo de Israel de pueblo deicida y cargarle la maldición de haber dado muerte al Mesías es una iniquidad que sólo puede surgir del mismo infierno. Pues bien, esta mentira ha sido usada a lo largo de demasiado tiempo (aún se sigue haciendo en algunos círculos) y es hora de que alcemos la voz para deshacer semejante falacia. La proclamación del evangelio siempre lleva implícito el anuncio de la muerte y la resurrección de Jesús, y en esa obra perfecta y acabada es anunciada vida a todos los pecadores. La falta de revelación del evangelio (que es un misterio revelado, dice el apóstol Pablo) ha producido una ceguera que ha conducido a cometer actos indignos de aquellos que se confesaban seguidores de la religión cristiana.

         Bien, se preguntarán algunos, si Israel sigue siendo el pueblo de Dios ¿significa eso que hay dos pueblos? ¿Donde colocamos a la iglesia? Además, si hay judíos que no han creído en Jesús como Salvador ¿son salvos? Y si no son salvos ¿pueden ser el pueblo de Dios todavía? En nuestra doctrina evangélica no encaja la idea de que alguien pueda ser del pueblo de Dios sin haber levantado la mano en un culto o recitar una oración aceptando a Jesús como Señor y Salvador. No entra en nuestros parámetros mentales y doctrinales el que podamos pensar en términos de pueblo sin haber pasado por el proceso o sistema religioso que tenemos en nuestras iglesias para definir al pueblo de Dios. Nos hemos alejado tanto de las raíces hebreas de nuestra fe, y hemos dado tanto lugar a la arrogancia y la exclusividad que el orgullo espiritual nos impide ver otra cosa que no sea el marco doctrinal que hemos asimilado por generaciones, lo cual me vuelve a recordar el pecado de Jeroboam y cómo se vuelve tan sólido al unirlo con las tradiciones culturales y territoriales.

         Con esto no estoy minimizando la importancia que tiene la doctrina, soy un defensor de la sana doctrina, y creo que hay que luchar ardientemente por la fe dada una vez a los santos. No soy trivial con un asunto de tanta trascendencia, pero eso no excluye el que debamos revisar teologías que han causado un daño tan grande como la que estamos estudiando.

        Por supuesto que hay que creer en Jesús para nacer de nuevo, pero debemos recordar una vez más que él es la simiente de Abraham, él es en quién se cumplen las promesas dadas a Israel y su descendencia, y que nosotros gentiles hemos sido incluidos en ellas por la fe. La salvación  viene de los judíos. La revelación del Dios único fue dada a este pueblo y nosotros, gentiles, hemos sido incluidos en esas promesas y pactos. Para comprender mejor todo esto vamos a examinar los textos donde el apóstol Pablo aborda este tema en particular. Será en el próximo capítulo.

[1] – Mateo 21:43

[2] – Mateo 21:33-46

[3] – Hechos 4:8-12

[4] – Juan 7:1-9

[5] – Romanos 11:28,29

[6] – Mateo 27:25

[7] – Lucas 23:34

[8] – Lucas 24:26 y 44

[9] – Hechos 2:23

[10] – Hechos 3:14-21

Próximo capítulo: La enseñanza de Pablo sobre el misterio de Israel

 

La teología del reemplazo (4)

ReemplazoLas preguntas claves

Debemos hacernos algunas preguntas que son clave para entender este tema. Al hacerlo, pueden surgir otros interrogantes y en algunos casos tal vez no hay una respuesta satisfactoria como nos gustaría, porque este asunto contiene una parte de misterio que debemos dejar a Dios; por otro lado, es importante que seamos honestos cuando alguna de las preguntas y sus respuestas desencajen o desajusten alguna otra doctrina. En fin, preguntémonos:

¿Ha desechado Dios a su pueblo Israel?

¿Es verdad que por haber rechazado al Mesías como nación Dios les ha enviado a la sala de los olvidos y que hoy Israel es uno más entre las naciones?

La respuesta a ambas preguntas es NO. El apóstol Pablo ya hizo esta pregunta y lo dejó muy claro, leamos:

Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció (Romanos 11:1,2).

En ninguna parte de la Escritura vemos que Dios haya desechado definitivamente a Israel como pueblo suyo. Por el contrario, sí encontramos con toda claridad que la elección del pueblo de Israel nunca dejará de tener efecto. Mientras dure este sol que nos alumbra, la luna y las estrellas Israel será nación ante los ojos de Dios. Es lo que nos dice el profeta Jeremías, que precisamente profetizó en un tiempo cuando el juicio de Dios vino de forma expresa sobre el pueblo de Israel por el abandono del Pacto y la Ley.

Así ha dicho Adonai, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; El Señor de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Adonai, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente. Así ha dicho Adonai: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Adonai. (Jeremías 31:35-37).

Y el mismo profeta denuncia que hay los que están empeñados en tener en poco a Israel y dejar de considerarla como nación. Toda la Biblia muestra  que Dios eligió a Israel como su exclusiva propiedad e hizo de él una nación singular en la tierra con un propósito específico. No podemos ignorar esta verdad esencial.

Vino palabra de Adonai a Jeremías, diciendo: ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo,       diciendo: Dos familias que Adonai escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. Así ha dicho Adonai: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia. (Jeremías 33:23-26).

Has declarado solemnemente hoy que El Señor es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Adonai ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo al Señor tu Dios, como él ha dicho (Deuteronomio, 26:17-19).

Esta singularidad o exclusividad no era para que Israel pensara que es mejor que las demás naciones, ni para que se enalteciera o monopolizara la revelación de Dios y sus mandamientos, sino para que fuera una luz a las naciones, como dijo el profeta Isaías (Isaías 27:6; 42:6; 49:6 y 60:3), y cauce de sus promesas con la llegada del Mesías para alcanzar a todos los pueblos, naciones y lenguas con su salvación.

Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Adonai y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Adonai os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Adonai con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto (Deuteronomio, 7:6-8).

Próximo capítulo: Textos en los que se basa la teología del reemplazo

                                   

La teología del reemplazo (3)

Reemplazo¿Qué es la teología del reemplazo? (Segunda parte)

Esta teología no solo enseña que Dios ha reemplazo a Israel por la iglesia, sino que contiene un aguijón perverso por cuanto incluye el argumento de que los judíos son un pueblo deicida, que mataron a Jesús, dijeron que su sangre cayera sobre ellos y sus hijos y por tanto está justificada la persecución, el odio, el despojo de todos sus bienes y el desprecio eterno por parte de aquellos que deberían seguir la enseñanza de Jesús sobre amar al prójimo, incluso orar por sus enemigos y bendecir a los que los maldicen.

Esta doctrina le ha dado la vuelta como un calcetín a las enseñanzas básicas de la fe cristiana, y estos son hechos que han tenido lugar a lo largo de demasiado tiempo en nombre del Mesías judío de Israel. Realmente debería producir una vergüenza tan grande en nosotros que solo el arrepentimiento, la restitución y las obras dignas de arrepentimiento puedan mínimamente compensar el daño causado. Ya sé que en muchos casos no hemos sido nosotros mismos quienes hemos llevado a cabo estos hechos, pero sí podemos hacernos copartícipes del pecado de nuestros padres en la fe; nuestra historia manchada de sangre nos señala y todo ello no puede mantenernos en la indiferencia lavándonos las manos como Pilatos.

Bien, vayamos por partes para ir poniendo, en la medida de lo posible, algunas luces, en forma de verdades, que puedan darnos claridad para poder ver un poco mejor lo que hasta ahora ha estado oculto a nuestros ojos.

Lo quiero hacer con sencillez, sin pretender ser más listo que nadie, pero a la vez con la firmeza y contundencia que exige un tema tan trascedente y de tantas consecuencias como éste. No creo que sea un asunto baladí, ni que esté incluido en los temas secundarios de doctrina, porque nuestra identidad ha sufrido y sufre por ello.

Nuestra historia como creyentes tiene un fundamento frágil sino sabemos situarnos correctamente en el lugar que nos corresponde y nuestras acciones y obras sufren (fuego amigo que causa destrozos donde debería haber apoyo) la contrariedad de encaminarse a objetivos equivocados y por tanto a su ineficacia.

Debemos conocer los tiempos y levantarnos del sueño, vestirnos con las armas de la luz y andar como de día, desechar las obras de las tinieblas y no proveer para los deseos de la carne [1].

Antes de entrar en la argumentación quiero decir que mi posición no es caer en el otro extremo, es decir, repudiar la iglesia cristiana como reacción pendular en el amor hacia Israel. Conozco extremos en el lado opuesto que pretenden desvincularse de todo lo cristiano como reacción a una «nueva luz» que nos lleva a hacernos judíos renunciando incluso a nuestra propia nación y cultura, (lo que hay de Dios en ella), y caer en el mismo error pero viéndolo desde el otro lado de la trinchera. No pretendo caer en desequilibrios, y comprendo que tal vez no satisfaga ni a unos ni a otros, pero en conciencia voy a exponer lo que creo según las Escrituras.

[1] – Romanos 13:11-14

Próximo capítulo: Las preguntas claves

 

La teología del reemplazo (2)

Reemplazo¿QUE ES LA TEOLOGÍA DEL REEMPLAZO? 

(Primera parte)

        

Leyendo el documento titulado «Desenmascarando al BDS» (Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel), me encuentro con que este movimiento antisemita halla su apoyo en algunas de las iglesias protestantes tradicionales inspiradas en teologías radicales, especialmente la denominada teología del reemplazo. Lo que viene a confirmar la actualidad de este tema y que sepamos identificarla adecuadamente.

Dicho esto definamos ahora lo que llamamos teología del reemplazo. No es una teología que aparece en los manuales de enseñanza como tal, ni con ese nombre. Se trata de enseñar que Dios ha desechado a Israel por haber rechazado al Mesías (Yeshúa) y que su lugar lo ocupa la iglesia, un concepto que en parte de su evolución histórica vino a constituirse en una institución y un estado, el del Vaticano. Se cambió el centro de la fe apostólica de Jerusalén a Roma, y la iglesia como institución vino a ocupar también el vacío que dejó la caída del Imperio Romano.

Una vez unido el poder religioso con el político la bestia resultante se erigió en perseguidor de judíos y del mismo cristianismo vivo, los que no se conformaron con esa mezcla babilónica que tanto daño ha hecho a la fe del evangelio.

La teología del reemplazo enseña que ahora la iglesia es el nuevo pueblo de Dios, el Israel espiritual, los herederos de las promesas hechas a Abraham y su simiente. Las Escrituras ya no pertenecen a los judíos, sino a la iglesia; el cristianismo comienza con la llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y a partir de ahí ha comenzado una nueva realidad alejada de Israel por cuanto el pueblo judío dio la espalda a Jesús. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, Dios les dio potestad de ser hechos hijos de Dios [1].

Además, proclama esta teología, el mismo Maestro señaló que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él [2]. Una vez que Jerusalén fue destruida y el templo arrasado por los romanos en el año 70 d.C. se confirmaba el juicio de Dios sobre su pueblo Israel, su rechazo y la substitución por otro pueblo, la iglesia, que la conforman gente de toda raza, lengua, pueblo o nación, pero que se constituye en un nuevo pueblo, dando comienzo a la era del cristianismo.

Todo este enfoque tiene, admitámoslo, cierta verosimilitud si nos situamos en el devenir de la historia posterior a los sucesos de la destrucción del templo, y mucho más después de la rebelión de Bar Kojba en el 132 y el arrasamiento que sufrió la tierra de Israel por parte del emperador Adriano, que dio comienzo a una diáspora judía a todas las naciones que ha durado tantos siglos.

La historia parecía dar la razón a los teóricos de esta enseñanza, aunque para ello tuvieran que ignorar las profecías de la restauración de Israel y la exposición que el apóstol Pablo hace en Romanos capítulos 9 al 11, así como de otros textos que iremos viendo en nuestra exposición.

Diré ya ahora, que todos los profetas de Israel que anunciaron el juicio de Dios sobre el pecado de Su pueblo acabaron su mensaje con la restauración de Israel en su tierra (sí, por supuesto, algunas de esas profecías se cumplieron en el retorno de Babilonia después de los setenta años de cautiverio, pero recordemos también que nuestros exégetas enseñan que una profecía puede tener uno o más cumplimientos). Cuando algunas de estas profecías se han comenzado a cumplir delante de nuestros ojos en el pasado siglo XX, tenemos la obligación moral de examinar nuestra teología y ver el fruto que ha producido.

Una vez enunciada en sus aspectos principales la teología que estamos examinando, debemos preguntarnos por el fruto que ha producido. Todos sabemos la enseñanza de Jesús sobre el árbol que no puede dar fruto bueno si su base es mala, el árbol se conoce por su fruto. En este caso no creo que haya mucha duda sobre el resultado amargo que ha producido la teología del reemplazo a lo largo de los últimos dieciocho siglos. Fruto amargo para Israel como pueblo, y resultados de intolerancia, obstinación en el error (que es idolatría), arrogancia manifiesta y maldición para las naciones que han maldecido la simiente que Dios ha bendecido.

[1] – Juan 1:11,12

[2] – Mateo 21:43

Próximo capítulo: ¿Qué es la teología del reemplazo? (Segunda parte)

La teología del reemplazo (1)

Reemplazo

INTRODUCCIÓN

         Aunque pueda parecernos chocante, la teología ha estado al servicio del antisemitismo en ciertos periodos de la historia de la iglesia. No toda la teología, pero sí cierta teología que se ha dado en llamar del reemplazo.

         Me propongo desarrollar este tema a partir de esta introducción, mediante una serie de artículos que iré subiendo a la página web semanalmente.

Afirmo que cierta teología cristiana ha estado al servicio del antisemitismo poniendo las bases doctrinales para la persecución de los judíos, incluso el odio, y como consecuencia la destrucción y muerte de muchos hijos de Israel. Es una grave iniquidad que desde algunas posturas teológicas se hayan justificado comportamientos que están radicalmente en contra de la enseñanza de Jesús y sus apóstoles. Hoy estas teologías no llevan a la muerte de judíos pero sí mantienen el error en la posición sobre el conflicto árabe-israelí y producen la pasividad de muchas iglesias con respecto a orar por la paz de Jerusalén, apoyar desde el ámbito espiritual y práctico la restauración del pueblo de Israel anunciada por los profetas que leemos todos los domingos en las congregaciones cristianas.

Por supuesto que debemos orar por todos los hombres, pueblos y naciones, Dios no hace acepción de personas, pero Israel, como pueblo de las promesas, recibe una presión única por parte de los poderes espirituales de las tinieblas para impedir el cumplimiento de la voluntad de Dios en la tierra. En este sentido, una teología errónea sobre Israel nos hará inútiles a la hora de consolar y ayudar a la vieja Noemí; volveremos, como Orfa, a nuestros quehaceres religiosos y no compartiremos con Rut la historia del pueblo donde hemos sido injertados por la fe en el Mesías.

Jesús explicó algunas verdades del reino de Dios a través de parábolas. En una de ellas dijo que el sembrador sale a sembrar y siembra buena semilla en el campo, pero mientras dormían los hombres vino un enemigo y sembró cizaña entre el trigo [1]. Aunque en esta parábola relacionó la buena semilla con los hijos del reino, y la cizaña con los hijos del malo, en otra ocasión dijo que la semilla era también la palabra [2], que sembrada y entendida da buen fruto, pero sembrada y no entendida o tergiversada, mezclada o sin raíz da un fruto malo, puede volverse cizaña, o peor aún, veneno para quienes digieren semejante semilla.

A lo largo de la Historia del hombre las palabras han sentado las bases para las acciones, sean buenas o malas. A menudo unos han sido los «cabeza-pensantes», filósofos, ideólogos; y otros han sido los ejecutores, los que ponen en acción las ideas que otros han producido. Unos siembran cizaña, o semillas mezcladas, sin llegar a la raíz, con un conocimiento parcial de verdades profundas que a veces esconden misterios que dependen del corazón de las personas para recibir la revelación oportuna o mantenerse en oscuridad por la torpeza, obstinación (que es idolatría) o aferrados al error transmitido de generación en generación, como el pecado de Jeroboam.

Algo de esto es lo que se ha producido con la llamada teología del reemplazo.

Jesús sembró buena semilla. Vino a los perdidos de la casa de Israel, enseñó a los suyos y aunque muchos de ellos no le recibieron, otros muchísimos sí.

Nació judío, vivió como judío y murió por todos los hombres como rescate y expiación, un plan predeterminado desde antes de la fundación del mundo. Luego en un proceso gradual algunos sembraron cizaña en la complejidad del misterio de Israel y concluyeron que Dios había desechado a su pueblo y que ahora el nuevo pueblo era la iglesia. De esta forma se despojó y expolió a Israel de sus Escrituras poniendo las bases para su rechazo, persecución y antisemitismo. Todo ello tuvo su origen en unos planteamientos teológicos, enseñados en algunos casos por personas amantes de las Escrituras hebreas que produjeron una acusación inicua de deicidio por ignorar las mismas Escrituras y el poder de Dios.

[1] – Mateo 13:24-30

[2] – Lucas 8:11 y Marcos 4:14

Próximo capítulo: ¿Qué es la teología del reemplazo?

Una nueva banda de amalecitas

Manda de lobosEn la Biblia, Amalec y las bandas de amalecitas, aparecen como uno de los muchos enemigos de Israel. No puedo hacer aquí un estudio exhaustivo del carácter de estas bandas, las motivaciones que tenían, cómo se ganaban la vida y en qué medida fueron un azote para el pueblo de Dios en diversos momentos de su historia. Puedes leer sobre ellos en el enlace siguiente que aparece también en esta página web.

https://virgiliozaballos.es/?p=622

Cuando pienso en ellos y su manera de actuar me viene al recuerdo el asalto al que estamos siendo sometidos en España desde que apareció esta nueva formación política denominada, ellos dicen, yo no, Podemos. Su asalto tiene que ver en primer lugar con una ocupación de los medios de comunicación que sorprende como ha sido posible en tan poco tiempo. También han aprovechado la coyuntura actual de Internet para asaltar las Redes Sociales, que copan cuando hay algún debate político y son multitud los que llenan los espacios digitales con sus comentarios. Se mueven como manada de lobos cazando su presa.

Hace unos días han asaltado el Congreso de los Diputados de España con sus extravagancias, alardes de infinita estulticia pasada por novedosa, ante la boca abierta de muchos periodistas y políticos viejos que en su fuero interno envidian su impacto mediático y babean ante la atención que reciben.

Pues bien, estas bandas de «amalecitas» zarrapastrosos, indecentes, desinhibidos y con apariencia de novedosos, son lo más viejo del lugar. En su naturaleza habita el viejo antisemitismo que caracterizó a los antiguos hijos de Madián, procedentes de la actual Arabia, de donde procede el islam, y mira por donde, Irán es una de las naciones, que según un informe de la UDEF (la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la policía española) apadrina y apoya económicamente desde hace años la irrupción de este grupo político en la escena nacional. Además representan la vieja y totalitaria ideología comunista que ha sido, hasta hace bien poco (lo sigue siendo en Corea del Norte) la culpable de más de cien millones de muertos en el pasado siglo XX.

Lo verdaderamente asombroso es la capacidad de hechizo y seducción que ejercen sobre las masas de nueva generación (y algunos de la vieja generación amargados con vísceras infestas de odio) con tan poca base argumental. Unos cuántos eslóganes, ciertas formas de vestir y peinar, algunos gestos caducos y una lengua viperina de vieja serpiente engañosa, son suficientes para cautivar a las masas que idiotizadas por la decadencia generalizada y la vulgaridad prefiere estas bandas destructivas, aunque en ellas la nación quede hecha un solar. Muera yo con los filisteos. Parece que el odio es más fuerte que la razón. Que la destrucción atrae más que la edificación. El embrutecimiento de las masas parece más fácil a medida que son guiadas al abismo que la cordura y el sentido común. Hoy mismo he leído de un político decente, ignorado en las pasadas elecciones, lo siguiente: «He visto una sociedad sin valores que ha votado corruptos».

Ante este espectáculo de amalecitas parecen quedar paralizadas el resto de bandas políticas. El camello parece tener más vigor que la alfombra roja pisada con zapatos de charol y corbata de seda. La arena del desierto de las antiguas bandas de los nietos de Esaú se impone al asfalto del siglo XXI. Los amalecitas han aprendido bien a usar los modernos aparatos de persuasión que anulan a sus contrarios y fascinan a espectadores pasivos mediante programas de televisión paralizantes. Esto me recuerda el impacto de la propaganda de ISIS provocando el terror con sus abominables escenas de terror.

Sigue siendo la primitiva seducción de la vieja Babilonia, la madre de las rameras de toda la tierra, que con sus hechizos ha vuelto a rebrotar para imponer su viejo modelo Nimrod totalitario, mientras se encamina a su caída inminente ante el Deseado de todas las naciones, el Rey de Israel que viene a Jerusalén para reinar y establecer su reino mesiánico. Entonces todo dominio ideológico, y todo nombre que se esconde tras la diversidad antisemita será expuesto y sometido a su voluntad buena, agradable y perfecta.

 

 

Dos en uno: Varapalo al BDS y acuchillamientos

En el apartado de esta semana sobre antisemitismo quiero compartir con vosotros dos artículos. El primero es sobre el BDS, nuestro tema anterior, que ha recibido un varapalo en España en una sentencia histórica que acogemos con satisfacción, dentro de nuestro combate contra la judeofóbia o antisionismo que hemos heredado en España de nuestros mayores. Aparece en distintos medios, hemos recogido el de la revista EL MEDIO.

El segundo es un breve artículo de David Mandel que aparece en su Boletín MI ENFOQUE de fecha 24 de diciembre, y trata los acuchillamientos que se están produciendo en Israel y que los medios de comunicación silencian vergonzosamente. En él se exponen los argumentos que usan los palestinos para llevarlos a cabo y como ninguno de esos argumentos se sostiene en la verdad de los hechos, sino como siempre, en el único propósito de destruir a Israel y sacarlo de su tierra, la que el Eterno prometió a Abraham y su descendencia para siempre.

Varapalo al BDS en España

BDS - Boicot Desinversiónes y SancionesEl Consejo de Estado ha dictado que la Universidad de Ariel fue objeto de discriminación en 2009, cuando fue excluida de un concurso internacional por estar radicada en Samaria, en los denominados territorios ocupados, cuyo estatus definitivo ha de dirimirse en el marco de una negociación entre las partes (Israel y la Autoridad Nacional Palestina).

A juicio de la referida entidad, el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero atentó contra el derecho a la igualdad, sancionado en la Constitución española, por lo que el Estado español debería declarar nula de pleno derecho la decisión discriminatoria e indemnizar a la universidad israelí con 70.000 euros.

ACOM, organización que tiene por objetivo mejorar las relaciones entre España e Israel, ha calificado de “histórica” esta decisión del más alto órgano consultivo del Gobierno de España.

El BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones) es un movimiento antiisraelí que busca la marginación internacional del Estado judío con medidas como esta del Gobierno de Zapatero contra la Universidad de Ariel.

¿Por qué acuchillan los palestinos?

Mi Enfoque #582, 24 de diciembre,  2015 por David Mandel

Acuchillamientos en IsraelAyer, dos terroristas palestinos se ensañaron con un israelí en la Puerta de Jaffa, en Jerusalén, y lo acuchillaron repetidamente hasta matarlo. Dos soldados mujeres vinieron corriendo y dispararon a los terroristas matándolo. Lamentablemente, una bala perdida mató a otro israelí. Hoy, jueves 24 de diciembre, hasta este momento (medio día) ya han ocurrido dos incidentes más de acuchillamiento.

¿Por qué acuchillan los palestinos? Entre las respuestas más comunes están: la ocupación israelí de la Cisjordania, la pobreza y la desesperación, el incitamiento y adoctrinamiento del odio que realizan los líderes palestinos.

Analicemos cada una de estas explicaciones por separado:

La ocupación israelí de Cisjordania

Muchos de los acuchilladores son residentes de Jerusalén y no de Cisjordania. No están «ocupados». Tienen todos los derechos de los israelíes, pueden viajar libremente por todo el país, y reciben los mismos derechos sociales y tratamiento médico de los israelíes. Debido a que decidieron no recibir ciudadanía israelí, sólo tienen derecho a votar en las elecciones municipales y no en las nacionales. No creo que acuchillen para lograr que se les conceda el derecho de votar en las elecciones parlamentarias.

La pobreza y la desesperación

Muchos de los asesinos son de familias de excelente situación económica, estudiantes universitarios. Sus familias tienen casas propias, automóviles. Algunos trabajaban en empresas israelíes. La pobreza y la desesperación no son la causa de los acuchillamientos.

Incitamiento y adoctrinamiento de odio

La acusación de que los judíos quieren destruir la mezquita Al-Aqsa no es nueva. Al contrario, está por celebrar en pocos años su 100 aniversario. Fue inventada por el Gran Mufti de Jerusalén, Mohammed Amin al-Hussein en la década de los 20 del siglo pasado, y utilizada para fomentar desmanes y masacres contra la población judía. Cada cierto número de años la acusación es vuelta a utilizar por los líderes palestinos para azuzar a su población contra Israel. En octubre de 1996 Arafat revivió la acusación y la consecuencia fue la muerte de decenas de personas. Hoy, Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Palestina, la utiliza para incitar a su población a atacar y matar israelíes.

El odio ciega el raciocinio y extermina la lógica. Ningún palestino se ha preguntado a sí mismo, a que se debe que, durante los últimos noventa años, y especialmente desde el año 1967 cuando Israel liberó Jerusalén, nunca se ha registrado un intento judío de dañar la mezquita.

Ningún palestino se ha preguntado en qué forma acuchillar por la espalda a un transeúnte, hombre o mujer, anciano o niño, en Jerusalén, Tel Aviv, Raanana, y otras ciudades israelíes evitan «la destrucción de la mezquita Al-Aqsa.»

Gente crédula, ignorante e indoctrinada, que carece de la capacidad de pensar por sí mismos, no se dan cuenta que las continuas acusaciones son calumnias sin fundamento. Mientras que sus líderes continúan viviendo cómodamente en lujosas residencias en Ramallah y otras ciudades, la gente a quienes han inculcado un odio irrazonable comete crímenes que muchas veces terminan con su propia muerte.

Esa es la verdadera causa de los diarios acuchillamientos.