Justicia es el cetro de su reino
Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino (Salmos 45:6)
Debemos tener claro que Dios no es el autor de la iniquidad. El trono de Dios está establecido sobre la justicia y el carácter de Dios, y en Él no hay iniquidad. Por tanto, escuchadme, hombres de entendimiento. Lejos esté de Dios la iniquidad, y del Todopoderoso la maldad (Job 34:10).
El origen de la iniquidad brotó de un querubín (Ez.28:14,15). Dios la combatió porque su trono no puede ser contaminado con el pecado. El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto (Dt. 32:4 RV60).
Toda la Escritura muestra el combate de la luz y las tinieblas; la justicia y la iniquidad; la verdad y la mentira; Babilonia y Jerusalén; el reino de Dios y el reino de las tinieblas. De la misma manera que en el tiempo pre-adámico hubo una batalla con derrota de los conspiradores, se estableció un conflicto después de la caída, entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. El justo y el impío enfrentados hasta la batalla final visualizada en el libro de Apocalipsis.
La rebelión celestial se reprodujo en la tierra, pero eso lo iremos viendo en próximas meditaciones. Ahora debemos recordar que el trono de Dios está establecido sobre la equidad y la justicia. Ambas son innegociables para el Señor, amante de la verdad. Por este camino viene la unción capacitadora para la victoria. El siguiente versículo al texto que estamos viendo dice: Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por tanto Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros (Salmos 45:7).
El diablo trató de corromper al Mesías durante su encarnación como hombre, sin conseguirlo. Quiso hacerle partícipe de su naturaleza rebelde metiendo discordia en la comunión del Ungido y el Padre, sin lograrlo. El postrer Adán venció el pecado y la muerte. Mantuvo la justicia como cetro de su reino y abrió un camino nuevo para recuperar la naturaleza caída del hombre mediante la regeneración. Fue creado un nuevo hombre en justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24). Esa nueva naturaleza es semejante a la del Hijo, y todos aquellos que escapan del lazo del cazador son destinados a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Sin la posibilidad de volver a practicar el pecado (1 Juan 3:6,9). El diablo fue echado fuera del cielo y la batalla se presentó en la tierra.
El trono de Dios tiene como base la justicia y la equidad. El origen de la maldad hay que buscarlo lejos de él.