41 – LA LUCHA INTERIOR – La victoria se consolida por la obediencia

Lucha interiorLa victoria se consolida por la obediencia a la palabra

Samuel dijo a Saúl: El Señor me envío a que te ungiera por rey sobre su pueblo, sobre Israel; ahora pues, está atento a las palabras del Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel, cuando se puso contra él en el camino mientras subía de Egipto. Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él…  (1 Samuel 15:1-3)

El reinado de Saúl tuvo un comienzo prometedor. Mantuvo una actitud de humildad, aunque sobrepasaba en altura a la mayoría de sus contemporáneos. Las primeras victorias sobre Moab, Amón, Edom, los reyes de Soba, los filisteos y los amalecitas fueron una confirmación de que Dios estaba con él y le daba la victoria por donde quiera que fuera. Esa mentalidad victoriosa, tan de moda en nuestros días, tuvo que ejercer sobre él un atractivo especial que le haría creer que siempre sería así.

Una vez confiados en nuestras propias fuerzas es cuando estamos al borde del abismo. Una corte de aduladores nos hará olvidar fácilmente la prudencia de obedecer a Dios aún en los aspectos más aparentemente nimios. Una mentalidad de este tipo pone las bases para que escojamos obedecer lo agradable y desestimar lo impopular.

Saúl había sido ungido rey por Samuel, pero no basta con la unción, hay que estar atento a las palabras del Señor. La unción nunca opera contra la palabra de Dios, por el contrario, nos enseña a permanecer en la verdad. La unción no es una excusa para la desobediencia. Dios pone a prueba al rey. Le da una misión clara y específica que debe cumplir en su totalidad: Ve ahora, ataca a Amalec, destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él. Palabras claras para no tener duda de cuál es la voluntad de Dios. Jesús dijo: El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si hablo por mi propia cuenta (Jn.7:17).

La voluntad de Dios no cambia. Ya en los días de Moisés había emitido su juicio sobre Amalec para que fuera quitada su memoria de debajo del cielo. Volvió a repetirlo poco antes de que Israel entrara en la tierra prometida, y ahora vuelve a pedir a Saúl que cumpla su voluntad. La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. Está escrito: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, —es enemiga de Dios, debe ser crucificada en la cruz del Calvario−. El comienzo prometedor de Saúl va a poner en evidencia su fragilidad para obedecer a Dios.

         La obediencia a la palabra de Dios consolida nuestro crecimiento espiritual, o pone al descubierto nuestra desobediente vida carnal.

40 – LA LUCHA INTERIOR – Victorias iniciales sobre la carne

Lucha interiorVictorias iniciales sobre la carne

Cuando Saúl asumió el reinado sobre Israel, luchó  contra todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos; adondequiera que se volvía, resultaba vencedor. Obró con valentía derrotando a los amalecitas, y libro a Israel de manos de los que lo saqueaban  (1 Samuel 14:47,48).

Es interesante hacer un recorrido bíblico por la lucha que Israel mantuvo contra Amalec en diferentes momentos de su historia. También es una realidad inevitable la lucha del cristiano con el viejo hombre carnal. La historia de Israel muestra que experimentaron tiempos de victoria sobre Amalec y otros de derrota. Las generaciones se suceden pero la lucha se mantiene. Podemos aprender mucho de cómo otros, antes que nosotros, combatieron contra el pecado y llegaron al final de su carrera con gozo. También podemos aprender de los errores de quienes nos han precedido en la fe y evitar cometer los mismos tropiezos.

El reinado de Saúl comenzó con fuerza y victoria. Fue la respuesta permitida por Dios al clamor del pueblo por tener un régimen monárquico como las demás naciones. «Tener un rey que nos saque a la guerra, que vaya delante de nosotros. Un líder que podemos ver y seguir». Con esta actitud, aparentemente lógica, estaban desechando a Dios, −el camino de fe−, y escogiendo el modelo de las demás naciones. Estas decisiones comienzan a menudo con ciertas experiencias que parecen confirmar el acierto de una buena elección, aunque se verá que los gobiernos al estilo Saúl (figura del reinado del hombre carnal con sus potencialidades y hermosa apariencia) pronto demuestran su fragilidad. Eso lo veremos más adelante, ahora nos encontramos con un Saúl que actúa con valentía, derrota a los amalecitas y toda  una serie de enemigos alrededor de Israel.

Los amalecitas habían seguido saqueando, está en su naturaleza. Las obras de la carne levantadas en nuestro interior volverán una y otra vez a las mismas acciones. Se repiten con demasiada frecuencia para recordarnos que deben ser destruidas, nunca contemporizar con ellas esperando que el hombre carnal se comporte decentemente y benevolencia. Es un gran error. La naturaleza de pecado está agazapada, esperando su oportunidad para saquear los bienes del reino en nuestros corazones, siempre que se le dé lugar. Es cuestión de tiempo.

         Ciertas victorias iniciales sobre la carne en nuestra vida cristiana no son evidencia de madurez; debe establecerse el reino de Dios por la obediencia.

39 – LA LUCHA INTERIOR – Coaliciones de enemigos contra Israel

Lucha interiorCoaliciones de enemigos contra Israel

Porque sucedía que cuando los hijos de Israel sembraban, los madianitas venían con los amalecitas y los hijos de oriente y subían contra ellos… así fue empobrecido Israel en gran manera por causa de Madián, y los hijos de Israel clamaron al Señor  (Jueces 6:3,6).

Las naciones cometen errores históricos que sufren sus efectos las siguientes generaciones. La desobediencia de nuestros padres nos alcanza en algún momento de nuestra propia historia. El poder del evangelio de Jesús penetra hasta esa espiral pecaminosa para romper los lazos de sangre de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres (1 Pedro 3:17,18). El profeta Jeremías dijo que vendría un día —los del Nuevo Pacto— cuando los hijos no llevarían la dentera porque sus padres habían comido uvas agrias, si no que cada cual morirá por su propia iniquidad (Jer. 36:29-31).

Israel no obedeció el mandato de Dios en boca de Moisés para borrar la memoria de Amalec (Dt. 25:17-19). Permitió que Amalec se moviera libremente por su territorio, y que hiciera alianza con otros pueblos enemigos de Israel. En el pasaje que estamos meditando encontramos una coalición de madianitas, amalecitas y de los hijos de oriente. Todos ellos se juntaron con un mismo fin: saquear, robar y destruir la herencia de los hijos del pacto. Estos pueblos tenían en común varias cosas, una de ellas, su forma de vida nómada; eran salteadores que aprovechaban el trabajo de pueblos más laboriosos para enriquecerse a su costa. Vemos en ellos a muchos de los especuladores actuales.

Otra de las características que los unía era su oposición al pueblo de Dios. Los amalecitas ya lo habían hecho antes junto a Moab. Se unieron a este pueblo en su estrategia ocultista, mediante la contratación del falso profeta Balaán, para que maldiciendo a Israel frenaran su avance hacia la tierra prometida (Nm.22:4-7). No lo consiguieron porque Israel caminaba en obediencia. Pero en los días de los jueces, Israel abandonó la ley de Dios y por ello fueron entregados en manos de Madián y Amalec.

La desobediencia empobreció a Israel y lo hizo esclavo de sus enemigos. De la misma forma, nuestra vida espiritual quedará neutralizada y empobrecida si damos lugar a la carne. En esos tiempos, la victoria está en volvernos a Dios en clamor y súplica para que seamos libertados de nuestros enemigos.

         Hay una triada de enemigos del hombre espiritual: el mundo, la carne y el diablo, unidos contra la edificación del espíritu renacido.

38 – LA LUCHA INTERIOR – El hombre sin temor de Dios

Lucha interiorEl hombre sin temor de Dios

Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino cuando saliste de Egipto, cómo te salió al encuentro en el camino, y atacó entre los tuyos a todos los agotados en tu retaguardia cuando estabas fatigado y cansado; y él no temió a Dios. Por tanto, sucederá que cuando el Señor tu Dios te haya dado descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que el Señor tu Dios te da en heredad para poseerla, borrarás de debajo del cielo la memoria de Amalec; no lo olvides  (Deuteronomio 25:17-19 LBLA).

El hombre carnal se identifica por la ausencia de temor de Dios. Aunque puede mantener formas religiosas, sus acciones revelan que no hay temor de Dios en su corazón, por tanto, actúa sin sabiduría. La ignorancia es muy atrevida. Pero es un atrevimiento sobre la debilidad del otro. La falta de temor de Dios engendra la cobardía del hombre. La cobardía se disfraza detrás de una supuesta valentía sobre aquellos que están en inferioridad de condiciones. Esa es la naturaleza de Amalec. Ese es el hombre carnal, nuestra vieja naturaleza de pecado, que debe ser borrada debajo del cielo en nuestra manera de andar.

En el texto que meditamos, vemos el surgimiento de una nueva generación en el pueblo de Dios que no debe olvidar lo que hizo Amalec. La vida cristiana tiene momentos de renovación y restauración, cuando es avivado el fuego de Dios en nuestros corazones. Significa un nuevo levantamiento para heredar las promesas de Dios, sin olvidar la naturaleza del enemigo que nos acecha a menudo.

Debemos acordarnos lo que nos hizo Amalec cuando vivíamos muertos en delitos y pecados, alejados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos y las promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros (Tito 3:3). Sin temor de Dios. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, El nos salvó… por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo (Tito 3:4,5), por tanto, debemos  borrar de debajo del cielo la memoria de Amalec.

«Acordarnos y borrar» de la memoria, ambas verdades juntas en la experiencia de la nueva vida en Cristo. En ocasiones nos acordamos de la vida en la carne y mantenemos su memoria en la conciencia de obras muertas. La sangre de Jesús borra la memoria de Amalec para vivir en novedad de vida.

         La naturaleza carnal no teme a Dios y está destinada a ser borrada de la memoria. El hombre nuevo teme a Dios, es sabio, y guarda sus mandamientos.

37 – LA LUCHA INTERIOR – El pecado nos derrota frente a Amalec

Lucha interiorEl pecado nos derrota frente a Amalec

Y muy de mañana se levantaron y subieron a la cumbre del monte, y dijeron: Aquí estamos; subamos al lugar que el Señor ha dicho, porque hemos pecado. Mas Moisés dijo: ¿Por qué, entonces, quebrantáis el mandamiento del Señor, si esto no os saldrá bien? No subáis, no sea que seáis derribados  delante de vuestros enemigos, pues el Señor no está entre vosotros. Pues los amalecitas y los cananeos estarán allí frente a vosotros, y caeréis a espada por cuanto os habéis negado a seguir al Señor. Y el Señor no estará con vosotros. Pero ellos se obstinaron en subir a la cumbre del monte… Entonces descendieron los amalecitas y los cananeos que habitaban en la región montañosa, y los hirieron y los derrotaron persiguiéndolos hasta Horma  (Números 14:40-45).

Estas cosas están escritas para nosotros, para nuestra enseñanza, para que no hagamos lo mismo. La historia de las naciones tiene sucesos que marcan su devenir de forma trágica. La de Israel también. Estamos ante uno de ellos.

Después de haber desobedecido a Dios, poner en duda sus promesas, y debilitar al pueblo con un mensaje de incredulidad, la sentencia de Dios vino sobre la generación que había salido de Egipto: «En este desierto serán destruidos, y aquí morirán» (Nm.14:35). Oída la sentencia, vinieron las lágrimas del pueblo, pero esas lágrimas no cambiaron la voluntad de Dios. Después del llanto viene una valentía falsa, una determinación que parece devolverles la fe que antes no tuvieron. Demasiado tarde.

Hay procesos irreversibles y oportunidades que nunca vuelven. Pero se obstinaron en hacer lo que debían haber hecho andando en fe y obediencia, ahora quisieron producirlo en sus propias fuerzas, alejados de la voluntad de Dios, y como reacción a su pecado. Este tipo de emocionalismo no impresionó al Señor, que ya se había apartado de ellos.

Moisés los advirtió de la derrota, pero el sentimentalismo los llevó a desoír la evidencia. Los amalecitas y cananeos estaban frente a ellos. En esta ocasión las armas del pueblo de Dios eran carnales, en tales circunstancias siempre gana el hombre carnal, es decir, Amalec.

No podemos combatir las obras de la carne con pecado y desobediencia, seremos derrotados, y Dios lo permitirá. La derrota nos devolverá a la realidad. El desierto nos espera. Y toda aquella generación tuvo que deambular por él hasta un nuevo tiempo.

         Aunque escondamos nuestra desobediencia detrás de una osadía de fe fingida no podremos hacer frente a Amalec. Dios no confirmará nuestra determinación porque ha nacido como reacción a la incredulidad.

36 – LA LUCHA INTERIOR – Amalec deshecho pero no destruido

Lucha interiorAmalec deshecho pero no destruido

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Entonces dijo el Señor a Moisés: Escribe esto en un libro para que sirva de memorial, y haz saber a Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo  (Éxodo 17:13,14).

Una de las mayores frustraciones del cristiano es recaer varias  veces en la misma debilidad. Hay un tiempo cuando parece que ciertas áreas de nuestro carácter están vencidas para siempre, pero luego vemos que no ha sido así, y nuevamente se levantan para oponerse a nuestro crecimiento espiritual. Nuestro hombre viejo y carnal ha sido clavado en la cruz del Calvario, ha sido deshecho y el Nuevo Pacto contiene la memoria del suceso. Sin embargo, las enseñanzas de los apóstoles muestran que seguimos manteniendo un conflicto entre la carne y el Espíritu dentro de nosotros.

Amalec ha sido deshecho, pero no destruido. Josué deshizo a Amalec a filo de espada, lo puso en fuga, fue dispersado, pero el mismo pueblo aparece más adelante oponiéndose nuevamente a Israel en su avance a la tierra prometida (Nm.13:29 y 14:39-45). Esta aparente contradicción nos deja perplejos en ocasiones. Vemos una cosa en la Escritura y otra en la experiencia cotidiana.

No queremos encontrarnos con Amalec, pero éste aparece cuando menos lo esperamos. Sabemos que la voluntad de Dios está revelada sobre el hombre viejo, la sentencia está dada: crucificado. Hay un libro de memorial donde se nos recuerda que Dios borrará por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo, pero aún debemos mantener algunos episodios más contra este enemigo que acecha. La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. El juicio está emitido sobre el hombre pecaminoso y carnal, pero mantiene ciertas opciones sobre el hombre nuevo si nos alejamos de la verdad, la vida de oración y la firmeza de la fe sustentada sobre las promesas de Dios.

Amalec se hace fuerte cuando el pueblo de Dios es debilitado por la incredulidad. Si olvidamos el libro que está escrito como memorial del destino de Amalec, seremos fácilmente engañados viviendo por la vista y no por fe. El justo vive por fePorque por fe andamos, no por vista… Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe, la fe del que cree que Jesús es el Hijo de Dios. La memoria de nuestra fe está sustentada sobre la palabra eterna de Dios morando en nuestros corazones.

Jesús es nuestro Josué que nos recuerda que Amalec ha sido deshecho.

35 – LA LUCHA INTERIOR – El cansancio en la batalla

Lucha interiorEl cansancio en la batalla

Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol  (Éxodo 17:12 LBLA).

No hay nada más natural que el cansancio. Moisés se cansó en medio de la batalla. Jesús también se cansó y se sentó al lado del pozo de Sicar. El cansancio puede ser de diversos tipos. Hay cansancio físico, mental, del ánimo, de la voluntad, de los sentimientos, el cansancio moral en medio de la injusticia, y el cansancio espiritual. El hombre está sometido a resistencia y prueba en cada una de las áreas que componen su ser.

Los justos están sometidos a la prueba de cansarse por mantener la justicia en medio de un mundo impío. Muchos no resisten la presión y abandonan. La Escritura nos muestra ejemplos diversos de esta verdad. El salmista del Salmo 73 casi estuvo a punto de caer en la trampa, viendo prosperar a los impíos, y su vida, sujeta al temor de Dios, vapuleada por las circunstancias. Jeremías quiso abandonar, porque cada vez que hablaba de parte de Dios se burlaban de él, y llegó a la conclusión que no hablaría más en su nombre; pero hubo un fuego ardiente dentro de él que se lo impidió, luego el Eterno se levantó en su vida como Poderoso gigante.

La estrechez, en diversos ámbitos de la vida, pone a prueba la firmeza de nuestra fe. Dios la prueba. Algunos, en el momento de la prueba abandonan, otros, la superan y llegan a dar fruto que honra a Dios. Pablo dijo a los gálatas: No os canséis de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos sino desmayamos (Gá. 6:9). Debemos resistir el día malo vestidos de toda la armadura de Dios.

Moisés se cansó y necesitó la ayuda de sus compañeros en la lucha: Aarón y Hur. Cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente. Somos parte de un mismo cuerpo y nos necesitamos los unos a los otros, para estimularnos al amor y a las buenas obras. Cuando uno cae, el otro lo levanta. Consideremos a aquel que soportó tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado (Heb.12:3,4).

Es normal cansarse en medio de la batalla, pero Dios ha provisto compañeros que nos ayuden a mantener la lucha por la verdad y la justicia. Moisés, con Aarón y Hur, mantuvo sus manos firmes hasta que se puso el sol y Josué deshizo a Amalec.

         El cansancio no es motivo para abandonar la batalla; Dios renueva nuestras fuerzas en la firmeza de la fe, la oración y la verdad.

34 – LA LUCHA INTERIOR – La mano alzada de Moisés

Lucha interiorLa mano alzada de Moisés

Y Josué hizo como Moisés le dijo, y peleó contra Amalec; y Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedió que mientras Moisés tenía en alto su mano, Israel prevalecía; y cuando dejaba caer la mano, prevalecía Amalec  (Éxodo 17:10-11 LBLA).

Este episodio de la primera batalla que tuvo que enfrentar Israel, una vez que entró en el desierto, tiene mucha enseñanza para nosotros. El mensaje original que Dios dio a Moisés para que llevase a Faraón fue: Deja salir a mi pueblo para que me sirva. Ahora el pueblo ha salido, ha sido redimido de la esclavitud de Egipto y la tiranía de Faraón. Sin embargo, sigue habiendo enemigos. Amalec, figura de la carne, está al acecho y ha buscado el momento oportuno para atacar a Israel.

El servicio del pueblo de Dios se lleva a cabo en medio de enemigos que se oponen al llamamiento. El diablo siempre anda alrededor buscando para impedir el cumplimiento de Dios en nuestras vidas, en nuestras familias y naciones.

¿Cómo enfrentó Moisés esta pelea? Generalmente se interpreta la subida a la cumbre del collado de Moisés, Aarón y Hur como una figura de la vida de oración, es correcto, necesitamos vida de oración en la congregación para encarar la batalla con los enemigos de nuestros avances. Pero creo que también podemos ver en Moisés al legislador, portador de la ley de Dios, la palabra de Dios. Por tanto, cuando Moisés tenía en alto su mano, —la ley de Dios debe estar levantada en nuestros corazones para hacer frente a los amalecitas, ¿Con que limpiará el joven su camino, con guardar tu palabra… en mi corazón he guardado tus dichos para  no pecar contra ti (Sal. 119:9-11)—, Israel prevalecía.

Cuando las autoridades de una nación levantan la palabra de Dios en sus leyes, el pueblo prevalece sobre la maldad; cuando los padres de familia son temerosos de Dios y ordenan sus vidas y casas según sus estatutos, la familia puede hacer frente a las bandas de amalecitas que atacarán su estabilidad. Si abandonamos la palabra de Dios como baluarte de nuestra fe, pronto nuestros pensamientos serán invadidos por corrientes ideológicas de este siglo, seremos anegados por la mentira, y el hombre carnal tomará el control.

Israel nos enseña aquí, que desde temprano en la carrera, debemos hacer frente al enemigo mediante la oración y la palabra de verdad. Si nos cansamos en mantener la confesión de nuestra fe, pronto seremos zarandeados por las circunstancias y víctimas de bandas enemigas que vienen a impedir nuestro desarrollo espiritual.

         Las manos alzadas por la verdad, y las rodillas no paralizadas de la oración, nos darán la victoria sobre Amalec.

33 – LA LUCHA INTERIOR – Sal a pelear contra Amalec

Lucha interiorSal a pelear contra Amalec

Y Moisés dijo a Josué: Escógenos hombres, y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano (Éxodo 17:9 LBLA).

En ocasiones somos derrotados antes de salir a pelear. Hay una actitud pasiva en cierto tipo de cristianismo que mantiene una forma errada en cuanto a la guerra espiritual. También tenemos hoy en el lado opuesto iglesias que han llevado la guerra espiritual a extremos indeseados. Unos viven la vida cristiana como si el diablo no existiera, anegados por el humanismo y materialismo más ramplón; y otros, excitados por un desequilibrio que ve demonios en el mover de una hoja.

No podemos ignorar que la Biblia está llena de batalla. Hay una batalla en la vida del cristiano que no debemos evitar. Pablo le dijo a Timoteo: Pelea la buena batalla de la fe. Jesús dijo: Desde los días de Juan el Bautista el reino de los cielos sufre violencia, y lo violentos lo arrebatan (Mt.1 11:12). Nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas, y llevar cautivos los pensamientos altivos, y las vanas imaginaciones, a la obediencia de Cristo.

Amalec atacó a Israel en un momento de debilidad y descanso, lo hizo por la espalda, en la retaguardia, pero una vez que el pueblo se recompuso, Moisés (el hombre más manso de la tierra en aquellos días) dijo a Josué: Sal a pelear contra Amalec.

No podemos permitir a la simiente carnal que domine nuestros afectos y nos atrape en su espiral de pecado e inmundicia. Hay que salir a pelear. Moisés lo hizo en su lugar, en la cumbre del collado, por su parte Josué enfrentó cara a cara las bandas de asaltantes amalecitas. Dos dimensiones y ámbitos de la lucha. Una en «los aires», otra en la tierra. Nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados y potestades, contra huestes de maldad en las regiones celestes. Pero no todo es espiritual.

Vivimos en un mundo material y físico, por tanto, en muchas ocasiones deberemos complementar el ámbito espiritual con el desarrollo natural de las cosas. No somos gnósticos, somos hijos del reino, seres tripartitos, y necesitamos actuar en fe y con osadía en todas las esferas de nuestra vida. Siempre hay que complementar la acción con oración, nunca orar sin actuar, o actuar sin orar. Esta combinación nos enseña la batalla que Moisés y Josué presentaron a Amalec. Moisés tenía en su mano la vara de Dios, Josué tenía la espada, también de Dios. Vara y espada para derrotar a Amalec. Disciplinas espirituales junto con las acciones oportunas.

         El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y peleará. Amalec debe ser combatido y encarado para que no dañe nuestra retaguardia.

32 – LA LUCHA INTERIOR – Amalec pelea contra Israel

Lucha interiorAmalec pelea contra Israel

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim  (Éxodo 17:8 LBLA).

Amalec significa «belicoso» o «pueblo que lame». La violencia, el robo, los asaltos y la traición están en su ADN. El carácter de este pueblo se distingue por asaltar de improviso al pueblo de Dios, en momentos de gran debilidad, para saquear su herencia. Está orientado al saqueo más que a la edificación de su propio pueblo. Se mueve en bandas de salteadores buscando la espalda de sus víctimas para hacer el mayor daño posible.

El cristiano experimenta en ocasiones estos asaltos de forma súbita que le roban las fuerzas espirituales para resistir al diablo. Por momentos queda atrapado en la vieja naturaleza pecaminosa que neutraliza el potencial de la nueva vida. Lo vemos de forma analógica en el pasaje que tenemos para meditar.

Israel ha salido de Egipto, ha cruzado el Mar Rojo, ha superado las primeras murmuraciones por la aflicción del desierto, ha recibido el maná del cielo y agua de la roca, pero ahora, de forma repentina, aparece un enemigo de improvisto para atacarle en Refidim. Refidim significa «espacios», «camas» (lugares de descanso), o «sostén» y «soporte».

Cuando parece que ha llegado el tiempo de calma, en los momentos cuando nos relajamos creyendo que el peligro ha pasado, y podemos disfrutar de un merecido descanso, aparece Amalec para pelear y destruir. Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino cuando saliste de Egipto, como te salió al encuentro en el camino, y atacó entre los tuyos a todos los agotados en tu retaguardia cuando estabas fatigado y cansado; y él no temió a Dios (Dt. 25:17-18). Este es el carácter de Amalec. Atacar al pueblo de Dios cuando está cansado, y lo hace por la retaguardia, sin dar la cara, sin una lucha abierta, si no escondida, a traición, y en los momentos de máxima debilidad.

Las obras de la carne tienen el mismo potencial destructivo. No hay tregua. Hemos recibido un llamamiento a velar y orar para no caer en tentación. A la verdad el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra todas las asechanzas del diablo.

Los que estaban con Nehemías en tiempos de la restauración de la muralla de Jerusalén, con una mano empuñaban la pala y con la otra la espada. El rey David, un día que se quedó solo, sin ir a la batalla, una banda de amalecitas en forma de lujuria de la carne se abalanzó sobre él y no pudo neutralizarla. El diablo ha venido a matar, robar y destruir. El pueblo de Dios que ignora sus maquinaciones será presa de sus ardides.

         Tenemos un enemigo que no podemos ignorar, ni siquiera en los tiempos de descanso. Amalec permanece al acecho para pelar contra Israel.