GRATITUD Y ALABANZA (119) – El vestido de lino fino (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1El vestido de lino fino – (2)

Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado… fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu nombre entre las naciones a causa de tu hermosura… que yo puse sobre ti… Pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre… Y tomaste tus vestidos, y te hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos (Ezequiel 16:13-16).

El profeta Ezequiel está denunciando la infidelidad de Jerusalén. Nos hace un retrato de su historia pasada y como el Señor la bendijo para llegar a ser reina entre las naciones. Fue vestida de lino fino, sus obras eran manifiestas a todos, pero la hermosura y los halagos torcieron su camino. Acabó prostituyéndose con los ídolos de las demás naciones. La que había sido escogida como ciudad del gran Rey fue hechizada por el brillo babilónico de la ciudad fornicaria. En lugar de gratitud y alabanza su desenlace fue entregarse a un culto falso; cambió la verdad de Dios por la mentira; habiendo conocido a Dios no le glorificó ni le dio gracias, sino que se envaneció, se hizo necia y fue oscurecida.

La ciudad de las fiestas del Señor vino a ser pisoteada por las naciones. Y como no tuvo en cuenta a Dios que la había rescatado cuando estaba en sus sangres, despreciada por todos, Dios la entregó a pasiones vergonzosas, a una mente depravada para hacer cosas que no convienen. El Señor juzgó a su amada Jerusalén, la ciudad escogida para poner en ella su nombre. Y si Dios hizo esto con la niña de sus ojos habiéndose prostituido con ídolos, ¿qué nos hace pensar que no será lo mismo con la iglesia si ensuciamos nuestro vestido de lino fino? La Biblia nos enseña a hacer buenas obras. Jesús dice que es nuestra manera de alumbrar en el mundo y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos (Mt.5:16). Pero si la sal se vuelve insípida será pisoteada y menospreciada. Eso fue lo que ocurrió con la Jerusalén de los tiempos del profeta Ezequiel.

Como iglesia de Dios podemos caer en idolatría. Somos susceptibles de ser atrapados en la vana manera de vivir heredada, y caer en la vanagloria de la vida si dejamos que el brillo de Babilonia, la ciudad ramera y fornicaria, nos seduzca ensuciando nuestro vestido de lino fino. Tejemos nuestra vida (Is.38:12), —el vestido que nos abriga—, mediante alabanza y gratitud, pero si nos volvemos a los ídolos intangibles de nuestro tiempo ensuciamos el ropaje que nos cubre (Ap. 3:4) y seremos hallados desnudos sin saberlo (Ap.3:17), como el cuento del rey desnudo. Es posible ensuciarnos y debemos estar alertas. Muchos en los tiempos finales tendrán apariencia de piedad, pero negarán su eficacia. Se puede falsificar el vestido nuevo, pero una vida de gratitud lo limpiará.

         Vistámonos de lino fino con gratitud y mantengámoslo siempre limpio.

GRATITUD Y ALABANZA (118) – El vestido de lino fino (1)

GRATITUD Y ALABANZA - 1El vestido de lino fino – (1)

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos (Apocalipsis 19:8).

La forma en que vestimos determina gran parte de nuestra propia personalidad. Escondemos tras el ropaje que nos cubre la naturaleza que abriga. Son increíbles los cambios que podemos experimentar en nuestro aspecto exterior dependiendo de una forma de vestir u otra. Sin duda, hay un porte y una belleza natural en algunas personas que realza sobremanera cualquier vestido, sin embargo, la mayoría de nosotros podemos ser transformados radicalmente cuando nos vestimos para una boda o alguna ceremonia especial. Luego vemos a esas mismas personas un día cualquiera y quedamos sorprendidos por el cambio realizado. En algunos casos no parece la misma persona. Podemos transformarnos exteriormente de tal manera que incluso haremos dudar de nuestra identidad a quienes nos conocen.

Desde que el hombre y la mujer fueron despojados del vestido de gloria con el que estaban cubiertos antes de la caída se han elaborado todo tipo de diseños para cubrir nuestra desnudez, no solo la física, sino también las intenciones de nuestro corazón tras una fachada de apariencia de piedad. Desde las primeras hojas de higuera construidas por los primeros padres hasta las pasarelas de moda de la actualidad hemos hecho un recorrido ampliamente creativo para cubrirnos haciendo del vestido una prolongación de nuestra propia personalidad. Una parte esencial de nuestro ropaje tiene que ver con la calidad de las telas que se usan para su confección. No soy ni experto en telas, ni vestidos, ni en modas de diseño, en ocasiones tiene que ser mi mujer la que me dirija en esto, incluso en impulsarme para cambiar de ropa porque pocas veces reparo en los cambios que se deben hacer.

La Escritura enseña sobre la calidad de las telas que debían cubrir el vestido de los sumos sacerdotes cuando entraran al lugar santísimo una vez al año ofreciendo la ofrenda por todo el pueblo. El diseño estaba perfectamente indicado en la ley de Moisés. Hay un tejido que destaca sobre todos los demás: el lino fino. El lino impide la sudoración del cuerpo, por lo que el sacerdote debía usar incluso calzoncillos de esa tela para impedirla (Ex.28:42,43). Samuel ministraba al Señor con un efod de lino (1 Sam.2:18). David trajo el arca a Jerusalén vestido de lino fino, también todos los levitas (1 Cr.15:27). La mujer virtuosa de Proverbios se viste de lino fino (Pr.31:22). También la novia del Cordero en Apocalipsis está vestida de lino fino, y se nos dice que ese tipo de vestido son las acciones justas de los santos. Por tanto,  nuestras obras determinan nuestro vestido y le dan gloria a Dios.

         Nuestra gratitud teje el vestido de lino fino glorificando a Dios.

GRATITUD Y ALABANZA (117) – Gratitud en el cielo (7)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (7)

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado  (Apocalipsis 19:6,7).

Llegados a este momento en el desarrollo del libro de Apocalipsis nos encontramos con un grito de júbilo y victoria porque los juicios de Dios han llegado, y ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido la tierra con su fornicación, y el Señor venga la sangre de sus siervos que ha sido derramada en abundancia por la ciudad sanguinaria. Ese grito de victoria suena conocido: ¡Aleluya! Se repite una y otra vez en el cielo: ¡Aleluya! Es la palabra que sintetiza nuestra alabanza, adoración y gratitud al Dios Todopoderoso. Es una explosión verbal que condensa todo el potencial unificador de nuestra adoración. Una y otra vez resuena en el cielo como un estallido de triunfo final.

Finalmente la iniquidad es juzgada con todos sus responsables: la serpiente antigua, la bestia, el falso profeta, la ciudad ramera, la muerte y el Hades, y todos aquellos que han servido al reino de iniquidad: los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apc.19:20; 20:10,14,15; 21:8). Y sobre todo, ese grito de júbilo y triunfo tiene como fundamento la manifestación postrera del reino de Dios: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

El reino se establece definitivamente sobre toda la creación. La justicia ha vencido. Las primeras cosas han pasado. Dios enjugará toda lágrima vertida de los ojos de sus hijos; ya no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor (Ap. 21:4). Es el día esperado y anhelado por todas las generaciones de los justos que han llenado la historia de la humanidad.

Finalmente ha concluido el reino de muerte y su poder. Todo ha sido hecho nuevo. Una nueva ciudad aparece en el horizonte. Un nuevo gobierno se establece en todo el Universo. La esperanza de gloria ha llegado a su plenitud. Hay gozo y alegría porque las bodas del Cordero han llegado. El Rey entra con toda su magnificencia; su esposa preparada con el vestido de lino fino se une a su Señor para siempre. Se nos dice que esta esposa es una ciudad, la santa ciudad, la nueva Jerusalén, dispuesta como una esposa ataviada para su marido; es el tabernáculo de Dios con los hombres (Ap.21:2,3). Para finalizar esta serie nos fijaremos en el vestido de lino fino de la esposa en las tres últimas meditaciones.

         Aleluya es el grito de alabanza y gratitud que resume la victoria final.

GRATITUD Y ALABANZA (116) – Gratitud en el cielo (6)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (6)

Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado (Apocalipsis 15:3,4).

Vemos ahora en el recorrido que estamos haciendo por algunos de los pasajes del libro de Apocalipsis que aparecen siete ángeles con las siete plagas finales que consuman la ira de Dios. Luego encontramos aquellos que habían alcanzado la victoria sobre la marca de la bestia, —el dominio ejercido con tiranía sobre los habitantes de la tierra—, que cantan el cántico de Moisés y del Cordero. Muchos se preguntan en medio de las injusticias sufridas en la tierra por qué Dios permanece impasible ante esas muestras de iniquidad. Sin embargo, sus juicios están en la tierra en múltiples ocasiones (Is.26:9), aunque hay un juicio final sobre todas las obras de iniquidad que ahora se le muestra a Juan. Como está escrito, todo tiene su tiempo debajo del sol. Y ha llegado el tiempo de las siete últimas plagas que consuman el furor de la ira de Dios.

Miremos también a los que han alcanzado la victoria sobre el dominio de la bestia cantando porque la hora de su juicio ha llegado. Veamos el contenido de este cántico. En primer lugar hay una alabanza por las obras de Dios. Grandes y maravillosas son tus obras. Primero la grandeza de Dios. Es el Todopoderoso. No tiene igual. A pesar del daño causado por el diablo, la bestia y el falso profeta sobre los moradores de la tierra, el Señor sigue en su trono como Dueño de la creación. Sus caminos son justos y verdaderos. Hay rectitud y verdad andando con Dios. Fuera de Él injusticia y mentira, que son las señas de identidad del príncipe de la potestad del aire que opera sobre los hijos de desobediencia.

El Señor habita la santidad y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Is.57:15). El cántico también contiene el temor de Dios y glorificar su nombre porque Él es santo, y la santidad conviene a su casa. Sin ella nadie verá al Señor (Heb.12:14). Vendrán todas las naciones y le adorarán. Entramos así en el reino mesiánico, donde la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar (Is.11:9) (Hab. 2:14). Y lo harán, termina el cántico, porque sus juicios se han manifestado. Un reino de justicia y paz sobre las naciones de la tierra tras una tormentosa deriva de iniquidad e injusticias que han llenado la historia de los pueblos.

          Los vencedores cantan el cántico de Moisés y del Cordero con gratitud.

GRATITUD Y ALABANZA (115) – Gratitud en el cielo (5)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (5)

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Apocalipsis 14:6,7).

En este capítulo el apóstol Juan nos dice que vio a tres ángeles en las regiones celestiales con tres mensajes distintos. El primero, que veremos aquí, tenía el evangelio para ser proclamado. El segundo ángel anunció la caída de Babilonia, la gran ciudad que ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación, una influencia arrolladora de iniquidad que ha sumergido a todas las naciones bajo su poder hechicero alejándolas de Dios (14:8). Y el tercer ángel anuncia que los adoradores de la bestia y su imagen beberán del vino de la ira de Dios, y serán atormentados con fuego y azufre; el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. No tienen reposo los que adoran a la bestia y a su imagen, ni los que reciben su marca (14:9-11).

Para evitar ese lugar de tormento y escapar de la ciudad fornicaria, cuyo hechizo ha influido sobre todas las naciones en su inmoralidad, es necesario, de vital importancia, el mensaje del primer ángel. Tenía el evangelio eterno. Es el misterio que estaba escondido desde antes de la fundación del mundo (1 P.1:18-20), pero que ha sido manifestado ahora, y por las Escrituras de los profetas dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe (Rom.16:25,26). Vemos la importancia de anunciar el evangelio para escapar de la ira venidera (1 Tes.1:10).

Encontramos en el mensaje del ángel algunos aspectos que queremos reseñar. En primer lugar que este evangelio ha de ser predicado a todas las naciones. Jesús dijo que una vez que eso sucediera vendría el fin (Mt.24:14). Este evangelio debe contener un mensaje claro acerca del temor de Dios. Temed a Dios. Porque nuestro Dios es fuego consumidor, dice el autor de Hebreos (12:28,29). El temor de Dios es un tema que aparece ampliamente en la Escritura. Es el principio de la sabiduría, cuya fuente está en el Mesías. En él somos hechos sabiduría… Esta parte del mensaje se nos ha olvidado ampliamente en nuestra predicación actual. En ocasiones predicamos un mensaje que no contiene la trascendencia del carácter de Dios. Su justicia. Su santidad. Su trono. Temed a Dios y dadle gloria. Ambas cosas van juntas en el mensaje del ángel. Y además contiene el juicio que ha llegado. Pablo lo predicó en el Areópago (Hch. 17:31). Y adorar al Creador de todas las cosas: el cielo, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Gratitud y adoración una vez más.

         El evangelio contiene el temor de Dios, su gloria y el juicio venidero.

GRATITUD Y ALABANZA (114) – Gratitud en el cielo (4)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (4)

Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén (Apocalipsis 7:11,12).

El último libro de la Biblia es una ventana abierta por la que el apóstol Juan, que estaba desterrado en la isla de Patmos a causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, oyó y vio lo que luego pondría por escrito, mediante un lenguaje de figuras y símbolos. Se le dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas… (Apc.4:1). Y lo primero que vio a continuación fue un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. A partir de ese momento se desarrolla toda la visión del libro de Apocalipsis. En los capítulos 4 y 5 tenemos el epicentro de donde sale toda la información, con un trono celestial que recibe adoración de todos los seres angelicales y los redimidos que aparecerán más adelante en el mismo lugar.

Me parece ver varios círculos concéntricos que desde adentro hacia afuera se componen de la siguiente manera. En primer lugar el trono de Dios; alrededor de él cuatro seres vivientes que seguramente son figuras angelicales de alto rango; luego vemos veinticuatro ancianos sentados en los tronos, vestidos de ropas blancas y con coronas de oro en sus cabezas (4:4), tal vez doce personajes relevantes del antiguo pacto y doce del nuevo. Alrededor de ellos una multitud de ángeles que se postraban sobre sus rostros delante del trono adorando a Dios; y finalmente, vemos una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus, pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en sus manos, clamando a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero (7:9,10).

Observa el énfasis que pone el autor una y otra vez en la centralidad del trono, concentrándose en aquel que está sentado en el trono, y en el Cordero; ambos reciben la adoración; y vemos también que la salvación de Dios recibe un énfasis evidente. Los redimidos proclaman que la salvación pertenece a nuestro Dios. Él es su autor. No hay otro Salvador. No hay otro Dios, clamará el profeta Isaías en múltiples ocasiones en su libro. Y por ello, todos en el cielo proclaman en una explosión exuberante de júbilo que la bendición, la gloria, la sabiduría y acción de gracias, la honra y el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Nuestra adoración y gratitud deben estar focalizadas siempre hacia ese céntrico lugar.

         En el cielo estaban en pie para postrarse y adorar al sentado en el trono.

GRATITUD Y ALABANZA (113) – Gratitud en el cielo (3)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (3)

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza, y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir; Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 5:12,13).

El centro del Universo tiene un trono. Vivimos tan sumergidos en nuestro ámbito terrenal que perdemos la dimensión espiritual y eterna de nuestro ser. Hemos sido creados con concepto de eternidad (Ecl.3:11 BTX). El materialismo exacerbado que domina el pensamiento moderno nos ha enseñado a poner nuestro foco exclusivamente en lo temporal y perecedero, como si nuestras vidas solo tuvieran ese alcance. Hemos sido engañados. Nuestra ceguera, por el endurecimiento de corazón, ha tejido un tupido velo que nos impide ver la dimensión gloriosa de nuestro espíritu renacido en la persona del Mesías. Recuerdo bien cuando eso ocurrió en mi vida. Una ventana se abrió en mi interior que me conectaba con otro mundo, el mundo interior.

Parece mentira, pero muy pocas veces somos conscientes de ello. Pensamos que nuestros pensamientos naturales, por muy filosóficos que puedan llegar a ser, son todo. Pero estamos equivocados. Hay un nuevo mundo más allá del sol. El predicador dejó escrito que la vida es vanidad de vanidades debajo del sol. Pero existe un trono con su consejo celestial, los cuatro seres vivientes, los veinticuatro ancianos y una compañía inmensa de ángeles y redimidos que pueblan el cielo más allá del sol.

El autor de la carta a los Hebreos nos dice que no nos hemos acercado al monte que ser puede palpar, sino que nos hemos acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios… a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús… y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel (Heb. 12:18-24).

Un mundo nuevo se abre a nuestros ojos cuando venimos al camino, la verdad y la vida en la persona del Mesías. En ese lugar encontramos al que está sentado en el trono y al Cordero recibiendo adoración y alabanza del cielo, la tierra, y debajo de la tierra, el mar, toda la creación de Dios adorando al Padre y al Hijo. Prueba inequívoca de la divinidad de Yeshúa. Jesús también recibe nuestra adoración en el cielo. Y en la tierra (Mt.14:33; 28:9 y 28:17). El apóstol oyó la adoración en el cielo como un estruendo de gratitud y alabanza de todo lo creado. Acerquémonos mediante la fe y la oración.

         La tierra y el cielo están unidos a través de la gratitud y alabanza.

GRATITUD Y ALABANZA (112) – Gratitud en el cielo (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (2)

Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11).

El cielo reconoce la creación de Dios y lo expresa en adoración y gratitud. En el libro de Apocalipsis tenemos un centro sobre el cual gira toda su revelación, desde donde salen todos los acontecimientos que se van desplegando a lo largo del libro: el trono de Dios. El libro más complejo de toda la Biblia tiene un núcleo, un centro vital desde donde se emiten las órdenes que determinan los acontecimientos en la tierra. Es el trono de Dios. A la vez vemos otro trono, este en oposición al Creador, una adoración falsa, usurpada al único merecedor de ella, es el trono de Satanás, que junto con la bestia y el falso profeta ejercen su dominio mediante la idolatría que pretenden robar la gloria de Dios.

En medio de ambas adoraciones encontramos al hombre, con su dimensión espiritual y terrenal, siendo llamado o impelido a escoger a quien va a rendir su vida mediante una adoración u otra. Este es el conflicto que se presenta a lo largo de toda la Biblia. Josué lo resumió en esta frase: Escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová (Jos. 24:15). Pasado el tiempo el profeta Elías tuvo que desafiar a Israel de la misma manera: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él (1 Reyes 18:21). El doble ánimo (alma) es inconstante y no recibirá cosa alguna del Señor. Hay un conflicto cósmico que debemos saber desentrañar a lo largo de nuestra vida. Necesitamos escoger a quien vamos a servir, si al pecado para muerte, o a la justicia para vida.

¿Agradecemos a la «madre naturaleza» por sus dones y bienes, o al Creador de todas las cosas? ¿Escogemos la teoría de la evolución o el diseño inteligente? El cielo escoge al que creó todas las cosas y por su voluntad existen y fueron creadas. Decidimos a quien adoramos y al hacerlo nos convertimos en siervos de aquel a quien servimos (Rom.6:16). No podemos servir a Dios y a las riquezas. No podemos andar en el camino que conduce a la vida y a la vez en el ancho que culmina en perdición. Jesús es el camino al Padre, por tanto, al cielo, el trono de Dios y la verdadera adoración, dándole gracias por su bondad para con los hijos de los hombres. Pablo dijo que le había visitado el ángel del Dios de quién soy y a quien sirvo (Hch. 27:23). Nuestra elección determina nuestro destino eterno. La vida cristiana es servir a Dios, adorarle y darle gracias en todo y por todo.

         La gratitud nos une al trono de Dios de donde procede su gracia.

GRATITUD Y ALABANZA (111) – Gratitud en el cielo (1)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (1)

Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos… (Apocalipsis 4:9).

Pasemos ahora del comportamiento netamente terrenal, natural y diabólico, a visualizar cual es una de las actitudes predominantes en el cielo. El cielo y la tierra parecen muy lejanos el uno del otro, sin embargo, podemos intercambiarlos en muchas ocasiones con nuestra manera de ser y hacer. Un hogar puede momentáneamente ser un trozo de cielo en la tierra, y en otras ese cielo convertirse en un infierno. Vivimos entre ambas coordenadas y el peso de una u otra se deja sentir en nuestro diario vivir.

Cuando adoramos a Dios sobre la tierra en ocasiones experimentamos la esencia del cielo, una atmósfera celestial que nos envuelve y atrapa de tal forma que nuestro cuerpo parece levitar, perder el peso de la gravedad y elevarse a una dimensión sobrenatural  para la que fuimos creados. Para alabanza de la gloria de su gracia. La nueva creación, —el nuevo hombre—, ha sido diseñada en Cristo para el cielo, recuperando la comunión de vida que perdimos en Adán. Traemos el cielo a la tierra cuando adoramos en Espíritu y verdad. Como dijo el salmista: Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel (Sal.22:3).

La gratitud es celestial. El cielo está lleno de gratitud y alabanza. En Cristo hemos sido creados en justicia y santidad de la verdad para vivir las primicias de los poderes del siglo venidero, ser hechos partícipes del Espíritu Santo y gustar la buena palabra de Dios (Heb.6:5). Todo ello pertenece al nuevo hombre, renacido en Cristo para iniciar una andadura en la tierra que culmina en el cielo. Jesús dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Y el apóstol nos recuerda que tal como hemos traído la imagen del hombre terrenal, traeremos también la imagen del celestial (1 Co.15:47-49).

En el cielo vemos a seres vivientes que dan honra, gloria y acción de gracias a Dios; al que está sentado en el trono; por tanto, cuando en la tierra vivimos en gratitud y alabanza estamos alineándonos con el cielo. Podemos unirnos en espíritu con aquella adoración celestial porque ya estamos diseñados para ella. Nuestro espíritu ha sido hecho nuevo para poder acceder ante el trono de la gracia. Tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Ef.2:18). Esa dimensión gloriosa ya está presente en el espíritu renacido para poder soltar las cargas terrenales y penetrar a sus moradas eternas durante periodos de tiempo cuando le adoramos y agradecemos por todos sus beneficios. Es el milagro de la nueva vida en Cristo. Haremos un breve recorrido por esa adoración celestial.

         El nuevo hombre ha sido diseñado para unirse a la gratitud celestial.

GRATITUD Y ALABANZA (110) – Idolatría y juicio (12)

GRATITUD Y ALABANZA - 1INGRATITUD – Idolatría y juicio (12)

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1:28).

La consecuencia natural de mantener una vida mental depravada es hacer cosas que no nos convienen. Si mantenemos nuestra mirada en ingentes imágenes pornográficas inundarán nuestros pensamientos con la esclavitud al sexo que perturbarán nuestra relación de pareja. El sexo desordenado no es más que la manifestación de la idolatría de los antiguos cultos paganos. En esos cultos el sexo se ejecutaba públicamente como ofrenda a la deidad. Fue lo que hicieron los hijos de Elí (1 Sam.2:22). Sexo y ritual idólatra son manifestaciones paganas de un culto a los demonios de lujuria que se esconden tras los ídolos. En nuestro tiempo lo hacen mediante gran parte de la industria de entretenimiento. Lo vemos en la vulgaridad, violencia, desnudez y desenfreno que invaden las series de televisión, y cuyos protagonistas aparecen en la televisión como sacerdotisas seductoras de una deidad territorial. Todo envuelto en glamour, vestidos y joyas deslumbrantes, droga y negocio. Todos estos ingredientes los encontramos en el consejo de Balaán para debilitar a Israel en su camino a Canaán. Lo que no consiguió la hechicería se obtuvo mediante la seducción de las hijas de Moab (ver Nm.25 y 31:16). Hicieron cosas que no debían y recibieron el juicio de Dios.

Hoy nuestros gobernantes hacen tantas cosas que no convienen que ocuparía varias páginas enumerarlas. Pensemos en las leyes anti desahucio que defienden al infractor y penalizan al dueño de la vivienda. Miremos la inmigración descontrolada que destruye la identidad nacional en personas que han trabajado la vida entera para que muchos extranjeros ilegales despojen las arcas del Estado en detrimento de los nacionales. Muchas de las prestaciones sociales tienen este sentido. Pensemos en las leyes de violencia «machista» que condena al hombre sin pruebas, solo por una denuncia de la mujer que puede ser falsa, teniendo que probar más tarde su inocencia en un proceso que a menudo culmina en tragedias familiares.

Estando atestados de toda injusticia… sigue nuestro texto. Hacer cosas que no convienen conduce al aumento de las injusticias. No tener en cuenta a Dios acarrea endurecimiento del corazón, de donde saldrán los malos pensamientos que legalizarán el mal, cambiando la verdad por la mentira y nos expondrá al juicio que depura las sociedades. La respuesta a todo este proceso degenerativo la da el apóstol en los siguientes capítulos de su carta exponiendo ampliamente el evangelio. La justicia de Dios se ha manifestado mediante la fe en Jesucristo, para todos los que creen, escapando de la ira venidera.

         La ingratitud nos entrega al error haciendo cosas que no convienen.