Segunda de CORINTIOS
HISTORIA DE LA CARTA
Poco después de escribir su primera carta a los corintios Pablo estuvo a punto de perder la vida en el alboroto ocasionado en Éfeso (Hch.19). Partió hacia Macedonia y allí se encontró con Tito, que le traía noticias de los creyentes en Corinto, y cómo habían aceptado la carta anterior con sus amonestaciones. En general fueron bien recibidas, pero aún había entre los líderes quienes ponían en duda la autoridad apostólica de Pablo; por ello escribe esta segunda carta como defensa de su ministerio. Algunas de las cuestiones que aborda aquí también aparecen en la anterior epístola, ampliando así ciertos aspectos y enseñanzas de la vida cristiana.
ENSEÑANZAS Y TEMAS
En esta segunda carta a los corintios no encontramos tanta variedad de temas como en la primera, aunque sí podemos ver alguno de ellos expuestos más extensamente. Nos detendremos en aquellos que aún no fueron mencionados. Hemos escogido el siguiente recorrido:
- Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)
- Sobre el Nuevo Pacto (3:1-6:2)
- La tristeza que es según Dios (7:2-16)
- Acerca de las ofrendas (8:1-9:15)
- Lo que es un ministro de Dios (10:1-12:13) (6:3-13)
- Probando nuestra fe (13:1-10)
- Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)
De la manera que en la vida del cristiano se producen tiempos de tribulación, asimismo los de consolación. Pablo menciona 17 veces la palabra «consolar» en los pasajes que ahora estudiamos. Consolar es «aliviar la pena o aflicción de uno». El autor hará mención en esta carta, más allá de su intención inicial, de los sufrimientos que como ministro de Dios tuvo que padecer; sin embargo, comienza poniendo su mirada en la consolación de Dios en medio de toda su aflicción.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios (1:3,4).
Hay un por qué bendecir a Dios en medio de las tribulaciones, habiendo sido consolados, pudiendo luego consolar a otras personas que más tarde atravesarán por el mismo tipo de aflicción. El apóstol había sido consolado en Macedonia por medio de la llegada de Tito. Dios usó a Tito para bendecir a Pablo, y él a su vez había sido consolado por los hermanos de Corinto. Estamos ante la reciprocidad y comunión del cuerpo de Cristo, en el cual, cuando uno padece, los demás sufren con él, y cuando otro experimenta contentamiento los demás también participan de él (7:4-7,13). Es uno de los múltiples motivos de la importancia de congregarnos como iglesia. Un énfasis que la Escritura no soslaya (1 Co.14:26) (Sal.133:1-3) (He.10:24,25).
- Sobre el Nuevo Pacto(3:1-6:2)
Las Escrituras mencionan varios pactos que Dios ha hecho con el hombre. Algunos fueron con Noé, Abraham, Moisés y el pueblo de Israel. Luego hizo un pacto con David y su descendencia, de quien nacería el Mesías. Cuando vino Cristo, Dios hizo un «nuevo pacto», ya anunciado por el profeta Jeremías para la casa de Israel (Jer.31:31), que alcanza a todos los hombres y naciones. Este pacto es definitivo y eterno. Algunos de los anteriores fueron preludio del gran pacto de Dios con el ser humano a través de la obra del Mesías. Pablo dice que ha sido hecho ministro competente de éste nuevo pacto (3:6). Veamos algunas de sus características.
Texto (Jeremías 31:31-34)
- Está dirigido en primer lugar al pueblo de Israel, en el cual somos injertados mediante la fe en el Mesías judío.
- Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón (He.10:16).
- Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado (He.8:7-12).
Texto (Ezequiel 36:25-27)
- Os daré un corazón nuevo. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu (Jl.2:28,29) (Hch.2:16 ss.) (Ro.8:2-4).
- Es un pacto vinculado al derramamiento del Espíritu sobre todos los que entran en él. El judío primeramente, y también el griego. No es grabado en piedras, sino en el corazón (2 Co.3:6-8).
- Es un pacto de gloria, la gloria de Dios en nosotros (2 Co.3:8,18).
- De justificación, no de condenación (2 Co.3:9) (Ro.3:21-31).
- La justicia de Dios cumplida en nosotros. (Ro.8:2-4) (2 Co.5:21).
- Tenemos acceso hasta el lugar Santísimo (He.10:18-25).
- Somos aceptados por Dios como hijos (Ef.1:6; 3:11-13).
- Es un pacto de fe (2 Co.4:13) (Ro.1:17) (He.11:6) (2 Co.5:7).
- De nueva vida bajo el señorío de Cristo y su voluntad (2 Co.5:14-17).
- De gracia y las obras que le siguen (2 Co.6:1) (Ef.2:8-10) (Ro.3:24).
- Contiene seguridad de salvación (2 Co.6:2) (Jn.5:24).
- La tristeza que es según Dios(7:2-16)
En su primera carta el apóstol produjo en los creyentes una tristeza que los llevó al arrepentimiento. Pablo trató asuntos delicados y difíciles surgiendo así un sentir de tristeza que llevó a los corintios a cambiar y corregir lo que era necesario. Esta tristeza es llamada «según la voluntad de Dios». Produce arrepentimiento y éste restaura el gozo de la salvación (Sal.32:3,5) (Sal.51:1,2,10-12). Sin embargo, también habla el apóstol de una tristeza del mundo que produce muerte. La salvación y la nueva vida en Cristo nos libran de esa clase de tristeza llevándonos al gozo de la vida de fe en el Señor y su palabra. Demasiadas personas en el mundo están viviendo hoy sumergidas en ese nivel de tristeza. El temor, la incertidumbre e inseguridad, la falta de amor y un sinfín de situaciones adversas, mantienen al hombre de hoy sumido en una profunda depresión que le llevan a buscar remedio en el alcohol, las drogas, el sexo, la infidelidad, sucedáneos que nunca pueden librarle de su estado depresivo. Por su parte, el evangelio que presenta el apóstol de los gentiles satisface plenamente la necesidad del hombre y restaura la tristeza en gozo (Ef.5:18-20) (Jn.7:37-39).
- Acerca de las ofrendas(8:1-9:15)
Pablo expone ahora un tema importante en la vida de la iglesia, −aunque no debemos dejar por ello que ocupe un lugar preeminente en el culto− y que debemos entender bien: las ofrendas en la obra de Dios. En estos dos capítulos tenemos ciertos principios fundamentales sobre este asunto, que también se abordan en otros lugares de la Escritura. El trasfondo es el siguiente. Pablo recogía una ofrenda para llevarla a los hermanos de Jerusalén y Judea, que atravesaban un periodo de crisis económica en el país. Al iniciar su desarrollo lo hace poniendo como ejemplo de entrega a este servicio las iglesias de Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea), que curiosamente eran poblaciones, al menos las congregaciones mencionadas, con un poder adquisitivo inferior al de la región de Acaya, más próspera en aquel tiempo, y que atravesaban un periodo de tribulación económica, lo cual no fue motivo para impedir su abundante generosidad. Os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad (8:1-4).
Como quiera que este tema siempre despierta enconos, y toca aspectos delicados de la convivencia, analicemos los principios generales que el apóstol desarrolla aquí y que deben estar presentes a la hora de estudiar sobre las ofrendas; tema que en nuestros días ha llegado a ser excesiva y negativamente predominante en algunos contextos religiosos, siempre sensibles y dados a los excesos y el abuso.
a). Se dieron primeramente al Señor (8:5). Es imprescindible haber nacido de nuevo para entender bien que nuestras ofrendas son parte del servicio a Dios, una consecuencia natural en nuestra nueva manera de vivir (1Co.2:14).
b). Es una obra de gracia (8:6,7). Nace del amor, viendo la necesidad, y actúa sin pedir nada a cambio, aunque siempre hay consecuencias (positivas y negativas) en la manera de tratar este asunto (Mt.6:2-4) (Mt.10:8).
c). Para mostrar el amor sincero y la buena voluntad (8:8,19). La fe obra por el amor. Y el amor siempre se manifiesta en buenas obras; en una voluntad dispuesta para compartir con el que tiene necesidad (Ef.4:28).
d). Para la gloria de Dios (8:19). Lo hacemos en fe, mirando al Señor. (Col.3:17,23) (Mt.6:3,4). Para su gloria (1 Co.10:31) (2 Co.9:13).
e). Produce acción de gracias a Dios (9:11,12).
f). Es parte de la obediencia al evangelio (9:13).
g). Se ofrenda por generosidad, no por exigencia (9:5).
h). Cómo y cuánto dar. Conforme a lo que uno tiene (8:11,12). Con el corazón (9:7). Con alegría (9:7). Dios ama al dador alegre. Todo lo que hacemos es por fe, no por obligación, y el que actúa en fe está contento porque lo hace en amor (Ro.14:22,23) (He.11:6).
i). Principios espirituales sobre el dar. La siembra escasa produce poco (9:6). La siembra abundante produce abundantemente (9:6). Este principio opera no solamente en lo económico, sino en todo lo que hacemos.
j). Consecuencias y resultados. Nada faltará a los que dan así (9:8). Hay provisión, multiplicación y beneficio en todo (9:10,11). Suple lo que falta a los necesitados (9:12).
En resumen, todo comienza con la entrega de nuestras vidas al Señor, continuando con una vida de fe y obediencia a la palabra del Señor. Esta nueva forma de vivir generosa, conforme al corazón de Dios, nuestro Padre, producirá bendición en otros y en nosotros mismos. El motivo no es egoísta o mercantilista, sino el de un corazón regenerado y agradecido, que ama a Dios y al prójimo con todo lo que es y todo lo que tiene. En los últimos años ha habido un abuso de estos principios dando como resultado una teología llamada de la prosperidad que pretende comerciar con los valores del reino de Dios, pero el Señor conoce los corazones de cada uno, y que se aparte de iniquidad todo aquel que invoca su nombre. No podemos engañarle. No somos más fuertes que Él. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón. El concepto de abundancia o prosperidad se ha deformado y torcido de tal forma que ha perdido su sentido esencial. Entiendo que prosperidad es tener nuestras necesidades básicas suplidas y que podemos compartir con otros según lo que tenemos, no según lo que no tenemos. Nunca es el resultado de la codicia o el amor al dinero. Nunca debe ser expuesto como un resultado inequívoco de la bendición de Dios, porque no todos los hombres de Dios vivieron siempre con todas sus necesidades cubiertas, sino que muchos de ellos pasaron tiempos de gran necesidad. Uno de ellos fue el mismo apóstol Pablo, que vivió tiempos de necesidad y abundancia, para concluir con esta máxima: todo, lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil.4:11-13). En la lista de héroes de la fe en Hebreos encontramos que muchos que anduvieron con Dios fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra (Heb.11:37,38). Qué fácil es retener de la Escritura aquello que confirma nuestra codicia innata y olvidar deliberadamente lo que la combate. Seamos equilibrados sin ser arrastrados por la corriente de pensamiento materialista predominante de este siglo.
- Lo que es un ministro de Dios(10:1-12:13) (6:3-13)
Otro de los conflictos que tuvo que afrontar Pablo en la iglesia de Corinto fue el de su autoridad apostólica. Algunos líderes la ponían en duda y él tuvo que adoptar una postura osada para defenderse ante sus detractores que de otra forma nunca hubiera hecho. El apóstol explicó su llamado con las consecuencias de sufrimiento que padeció nada más iniciarse (Hch.9:15,16). Luego hace dos listas de gran parte de esos padecimientos que como apóstol experimentó en su vida. La primera la encontramos en 2 Co.6:3-10; y la segunda en 2 Co.11:23-28. Un paseo por ellas nos dará una panorámica existencial de lo que significó para el autor de esta carta su llamado al apostolado. Luego se ve en la obligación de exponer, como sello de su autoridad, las visiones y revelaciones que ha recibido del Señor, aunque para ello tenga que parecer como loco (12:1-6). Para que no se envaneciera e inflara de orgullo por las revelaciones recibidas le fue dado un aguijón en su carne (siempre un debate «entretenido» en qué consistía), con la conclusión de que la gracia de Dios le bastaba para sobreponerse a ello (12:7-10). Por último menciona las señales de autoridad y respaldo divino que ha recibido su ministerio, sustentándolo en los siguientes términos: paciencia, prodigios y milagros (12:12,13) (Ro.15:18-21). Con todo ello, el apóstol lo que pretende es confirmar la autoridad, revelación y sabiduría que ha recibido del Señor y que le fue dada para la edificación de los hermanos (13:10) (10:8). El alcance de la gracia recibida de Dios en el ministerio del apóstol Pablo llega hasta nosotros a través de sus cartas en el Nuevo Testamento (2 Pedro 3:15,16).
- Probando nuestra fe.(13:1-10)
Por último, Pablo insta a los creyentes de Corinto a ponerse a prueba y examinarse cada uno a sí mismo, para ver si están en la fe. La Biblia nos enseña esta verdad en otros lugares, ya que el corazón del hombre es engañoso, más que todas las cosas (Jer.17:9,10), por ello, necesitamos examinarlo a menudo para no abrazar engaños que podamos pasarlos por verdades reveladas. El salmista David conocía bien esta trampa, por ello apelaba al Señor para que fuera él quién le examinara y mostrara la senda de la verdad (Sal.139:1-14,23,24). En cierta ocasión exclamó: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión (Sal.19:12,13).
El autor de la carta a los Hebreos nos alerta para que no haya en nosotros raíces de amargura que nos aparten de la justicia y la verdad (He.12:15). Por ello, debemos mantener un examen y cuidado continuo del estado de nuestro corazón (Pr.4:23). El apóstol Juan nos da la respuesta mostrándonos la salida a través de vivir en luz y en comunión con el Dios Trino (1 Jn.1:5-7) (Jn.3:19-21).
En ocasiones el Señor usará a otros hermanos para librarnos del engaño del pecado. Usó a Natán con David (2 Sam.12:7). La disciplina puede venir a través de otros miembros del Cuerpo de Cristo para nuestra edificación y salvación. Debemos estar dispuestos a recibirla en beneficio de nuestras vidas espirituales y la salud de la iglesia. Leer: Pr.4:13; 12:15; 19:20; He.3:12,13; 10:24,25.
CONCLUSIONES
En esta segunda carta de Pablo a los corintios el apóstol comienza presentándonos a Dios como nuestro Consolador. Se adentra después en el complejo asunto del Nuevo Pacto que tan a menudo mezclamos con el pacto mosaico. Al respecto debemos diferenciar la ley moral (que no ha sido abrogada y está presente y dentro de la ley de Cristo), de la ley ritual y legislativa (que fue dada al pueblo de Israel, y cuya aplicación ha sufrido variantes sustanciales desde la destrucción del templo). Hemos visto también la diferencia entre la tristeza según Dios, que produce arrepentimiento; de aquella otra que es según el mundo y produce muerte. Trata ampliamente el tema de la ofrenda que estaba recogiendo para los hermanos de Judea, introduciendo algunos principios básicos y generales que deben regir este servicio a los santos para ayudar a los hermanos y la obra de Dios. Luego encara el conflicto presentado por algunos «superapóstoles» que habían puesto en duda la autoridad de su apostolado. Para ello echó mano de las visiones y revelaciones que el Señor le había dado para edificación. La autoridad de Pablo queda reflejada en toda la iglesia posterior mediante las enseñanzas de sus cartas recogidas en el Canon de las Escrituras. Y por último, termina instándonos a vivir confiados y a la vez bajo el examen y la prueba de la fe que profesamos.
PREGUNTAS Y REPASO
- Que enseñanza encuentras sobre la verdad de la consolación en estos pasajes: 2 Co. 1:3-11 y 2 Co. 7:4-7,13.
- Haz una relación con los puntos que caracterizan el Nuevo Pacto.
- Cómo diferencias la tristeza del mundo de la tristeza que es según Dios.
- ¿Qué destacarías de la enseñanza sobre las ofrendas?
- Después de leer las dos listas que Pablo hace de sus sufrimientos como apóstol (2 Co. 6:3-10 y 10:23-33), haz una relación con todos ellos. Subraya los que tú mismo hayas experimentado.
- ¿Qué conclusiones sacas del capítulo 6 sobre «probando nuestra fe»?