Nacido de una virgen – La encarnación

Isaías 9Nacido de una virgen – La encarnación

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de YHVH de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6,7)

El profeta Isaías habla de él ampliamente. Lo identifica como un niño dado a Israel, cuyos títulos impresionan: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Además menciona lo dilatado de su imperio, cuya paz no tendrá límites, y culmina con la declaración de que será puesto sobre el trono de David, y su reino para siempre (Is.9:6,7). El profeta Miqueas menciona Belén Efrata como lugar de su nacimiento, de allí saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas son desde los días de la eternidad (Miq.5:2).

El Rey que viene es hombre, nacido de mujer, pero sus días se remontan a la eternidad. Es hombre y Dios. Siervo y Señor. Una conjugación difícil de comprender para los prejuicios religiosos y las limitaciones de una mente natural. Los principales sacerdotes y escribas del pueblo de Israel sabían que nacería en Belén, así lo declararon a Herodes, respondiendo a la pregunta de los magos sobre dónde nacería el rey de los judíos (Mt.2:1-6). Este suceso pone de manifiesto que podemos conocer algunas Escrituras perfectamente, identificar textos claros, y perder al mismo tiempo la revelación que emana de ella misma por no conocer el tiempo de la visitación. La palabra revelada necesita el espíritu de revelación, junto con la actitud correcta, para poder conectar con su mensaje.

El ángel que visitó a María, la mujer escogida como seno materno para la encarnación del Mesías, le dijo: Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lc.1:31-33).

La encarnación es un tema principal en la Escritura. Era necesario preparar un cuerpo humano, porque el cuerpo contiene sangre, y la sangre es para ser derramada, porque sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Por tanto, la encarnación del Hijo de Dios es una verdad esencial de la fe bíblica. Lo vemos desde Génesis 3:15, el primer anuncio sintetizado del evangelio, cuya verdad central es la venida de la simiente de la mujer, un hijo de mujer, nacido como hombre, el postrer Adán.

El apóstol Juan enseña con rotundidad que para saber diferenciar el mensaje que emana del Espíritu de Dios y aquel que viene del anticristo, la clave fundamental está en la confesión que se hace respecto al Mesías y su venida en carne. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (1Jn.4:2,3). Y lo repite en su segunda carta. Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo (2 Jn.7).

Saber de qué espíritu somos se revela por lo que confesamos. Los espíritus se identifican por lo que hablan, la verdad bíblica que confiesan, o el error que transmiten. Y en esto el epicentro de la revelación está en reconocer la venida en carne del Hijo de Dios. La encarnación es doctrina fundamental de la fe puesto que en ella descansa la manifestación de Dios en la Escritura (Heb.1:1). No es un tema baladí, ni secundario en cuanto a doctrina.

Tal vez tenemos aquí una de las respuestas al por qué padecemos una campaña insensata cada año en la fecha tradicional de la Navidad. Al margen de la mezcla que pueda contener dicha fiesta, el centro de su mensaje está en la encarnación. Nos ha nacido un niño. La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel (Isaías 7:14). Es la simiente de la mujer que había de venir para redimir a la humanidad y derrotar a la serpiente antigua. Ese es, y no otro, el centro de la cuestión. Las campañas islamistas y laicas para erradicar todo vestigio de celebración de la encarnación como hecho histórico en las naciones de tradición judeocristiana se acentúan cada año. Se pretende negar la confesión abierta de que ha nacido la simiente de la mujer, el Mesías que había de venir para redimir.

El autor a los Hebreos, recogiendo el texto del Salmo 40:6-8, dice: Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí… He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad… En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre (Heb. 10:5-10).

Si no hay cuerpo, tampoco hay ofrenda; si no hay ofenda, tampoco hay redención; si no hay redención, no hay perdón de pecados. La negación de la encarnación de Jesús nos devuelve a la desesperanza y la condenación. No hay esperanza sin encarnación. No hay salvación sin la ofrenda del cuerpo del Mesías levantado en el Gólgota. Las ofrendas anteriores no pudieron borrar el pecado, solo lo taparon por un tiempo hasta que vino Aquel que quita el pecado del mundo. El Cordero de Dios.

Uno de los títulos mesiánicos más usados en los evangelios es el de Hijo del Hombre, que aparece ampliamente en el libro del profeta Ezequiel (Ez.2:3), y que menciona el profeta Daniel (Dn.7:13; 10:16). El Rey que ha de venir es un hombre, aunque mucho más que hombre. Nacido de una virgen judía, de la descendencia de Abraham y Sara, Isaac y Jacob, de la tribu de Judá y la familia de David. Nacido en Belén se encarnó en el cumplimiento del tiempo, −en su primera venida−, para redimir a Israel y las naciones mediante el evangelio; y volverá como Rey para establecer su reino en la tierra que fue prometida a Abraham para siempre. Su nombre es Yeshúa (Jesús), el Hijo del Hombre.

Por tanto, reafirmemos nuestra fe en la encarnación, porque de ella depende todo el desarrollo de la salvación y redención del mundo, incluyendo el futuro reino mesiánico que se sustenta sobre la base del Siervo de YHVH entregado en sacrificio (Isaías 53), para poder reinar habiendo derrotado la simiente de la serpiente (Génesis 3:15). Nació de una virgen, fue llamado Jesús (Yeshúa), porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt.1:21). Nació de una virgen para recibir el trono de David su padre, y reinar sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lc.1:32,33). Amén.

Feliz encarnación.

Feliz Navidad 2023-2024.

Virgilio Zaballos – España.

64 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - Portada¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra… Mas para mí, estar cerca de Dios es mi bien; en Dios el Señor he puesto mi refugio, para contar todas sus obras  (Salmos 73:25,28).

         Vivir en la tierra con la trascendencia del cielo. Estas palabras del salmista suenan extrañas en una sociedad materializada como la nuestra. Todos los pensamientos del hombre postmoderno están dirigidos hacia sí mismo, lo que le rodea, sus intereses, hacer tesoros en la tierra, centralizar su vida alrededor de las pasiones de su alma. Cuyo dios es su apetito… los cuales piensan sólo en las cosas terrenales (Filipenses 3:19). El culto al cuerpo, adorar lo creado en lugar de al Creador. Comer, beber, divertirse, botellón, pasiones carnales, morir. ¡Cómo me recuerda los días de Noé, los días de Lot en Sodoma y los días de la venida del Hijo del Hombre… los nuestros! Sin embargo, el adorador tiene su mirada en el cielo, en el trono de la gracia. A la diestra del trono está su Señor exaltado, glorificado; él es su verdadero tesoro. Toda la adoración en el Apocalipsis se focaliza en ese lugar: al que está sentado en el trono y al Cordero de Dios. Me temo que en muchos casos hemos cambiado de adoración. Hemos vuelto a adorar a los dioses de plata y oro, al becerro, la fiesta y diversión. Más para mí, estar cerca de Dios es mi bien.

         Padre, te adoramos. Tus moradas son nuestro deleite. Estar contigo es nuestro bien. Amén.

63 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaPorque él librará al necesitado cuando clame, también al afligido y al que no tiene quien le auxilie. Tendrá compasión del pobre y del necesitado, y la vida de los necesitados salvará  (Salmos 72:12,13).

         ¿Quiénes son los necesitados delante de Dios? Todos. Sin embargo, solo reciben el auxilio los que lo solicitan, los que claman a Él. Dios no responde a los necesitados por ser necesitados, sino porque claman a Él. Le buscan. Le reconocen. Le invocan y piden su favor. Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:3). ¿Quiénes son los pobres en espíritu? Son aquellos que saben y reconocen su necesidad de Dios, de ahí que el reino esté lleno de ellos. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos… porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mateo 9:12,13). En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros. Porque Juan vino a vosotros en camino de justicia y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creerle (Mateo 21:31,32). Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan (Lucas 7:30). Se puede ser pobre y soberbio o rico y humilde. Pero cualquiera que clama a Dios en su necesidad encontrará salvación en Jesús.

         Señor, nos volvemos a ti en nuestra extrema necesidad y aflicción, pedimos tu auxilio en esta hora, en el nombre de Jesús. Amén.

62 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaTú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar vida, y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra… vuelve a consolarme  (Salmos 71:20, 21).

         El salmista está orientado hacia Dios. Todo su deleite está en Él. Su vida ha transcurrido, y la esencia de su ser se ha diluido en la eternidad del Invisible. Su confesión nos abre su corazón. El salmo está repleto de lo que es Dios y lo que viene de Él. En ti me refugio… tu justicia… tu eres mi roca… tu eres mi esperanza… tu eres mi confianza… para ti es continuamente mi alabanza… llena está mi boca de tu alabanza y de tu gloria… de tu justicia y de tu salvación… de tu enseñanza… tus maravillas… tu poder… oh Dios, ¿quién como tú?. Y ahora viene el giro de otra verdad innegable en la vida del adorador: Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones volverás a darme vida. Es el mismo hombre, la misma vida, la misma experiencia. Todo ello forma parte de la propia biografía. No hay decepción. No hay frustración. Hay esperanza, esperanza de resurrección. Es el mismo consejo del apóstol: Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba… vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria (Colosenses 3:1-4).

         Padre, hemos visto angustias y aflicciones, pero al compararlas con tu gloria nos llevan a saber que en ti siempre hay nueva vida y vivificación. Amén.

61 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaDios mío, rescátame de la mano del impío… porque tú eres mi esperanza; oh Señor Dios, tú eres mi confianza desde mi juventud… tú eres el que me sacó del seno de mi madre… tú me has enseñado desde mi juventud  (Salmos 71:4, 5, 6,17).

         Que bonita conjugación aparece en este salmo de la segunda persona del singular del verbo ser, el pronombre «tú». Se repite con insistencia. El énfasis no está en la primera persona, «yo», (ya no vivo yo… Gálatas 2:20), sino en la segunda, que en el reino de Dios equivale a la primera y con mayúscula, «Tú eres», «Yo soy» (Éxodo 3:14). Vivimos un tiempo cuando necesitamos elegir los pronombres de los verbos en su forma correcta: tú eres mi esperanza… tú eres mi confianza… tú eres el que me sacó del seno materno… tú me has enseñado; y todo ello desde mi juventud. Maravilloso. Libertador. Esperanzador. El rescate no está en nuestra propia potencialidad, ni siquiera en la «todopoderosa» Comunidad Económica Europea. Este tipo de rescate de la iniquidad, la que nos ha hundido en la bancarrota espiritual, social, política y económica solo puede venir del Deseado de las naciones (Hageo 2:7 RV60). Aquel que con su propia sangre nos ha redimido de todo linaje, pueblo y nación; y si es posible, desde la niñez, o juventud, como el discípulo Timoteo (2 Timoteo 3:15).

         Padre, gracias por haber rescatado mi vida desde mi juventud. Amén

60 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaDios mío, rescátame de la mano del impío… (Salmos 71:4).

         Jesús dijo: no resistáis al que es malo. Pablo escribió que no nos vengáramos nosotros mismos, y Pedro, que cuando padeciéramos por causa de la justicia nos encomendáramos al que juzga justamente. La mano del impío, el poder del maligno y la influencia de los malos es tan poderosa, que no parece haber fuerza en nosotros mismos para resistirla con éxito. Dios dijo a Israel que quitaran toda adoración de ídolos, y costumbres impías de los cananeos, de lo contrario acabarían levantándose como espinas sobre ellos y haciéndoles esclavos. La sociedad actual, −todas las sociedades que nos han precedido−, muestran este trágico suceso repetidamente: la iniquidad acaba dominando allí donde no hay rescate. El misterio de la iniquidad ya está en acción, hay quién lo detiene (2 Tesalonicenses 2:7-13), pero su fuerza destructiva es de tal  magnitud que solo el resplandor de la venida del Señor podrá erradicarlo y destruirlo definitivamente. Hoy, solo si el Hijo nos libertare, seremos verdaderamente libres.  Nuestro rescate viene del Señor, no de nuestra propia fortaleza.

         Dios mío, rescata a Israel de la mano del impío. Rescata  nuestro país del poder del mal, y danos la libertad de vivir como hijos tuyos, en Jesús. Amén.

59 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaEn ti, oh Señor, me refugio… Líbrame en tu justicia, y rescátame; inclina tu oído, y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente…   (Salmos 71:1-3).

         Tenemos siempre una gran necesidad de protección y seguridad. Las religiones han pretendido dar soporte a esta insuficiencia innata en el ser humano. Conscientes de un mundo cambiante y movible que no podemos controlar como quisiéramos, nos queda la alternativa de acudir a fuerzas mayores que nosotros mismos. La historia de la humanidad está llena del error de inventar dioses, hacer refugios a nuestra semejanza, basados en fuerzas limitadas, o poderes sobrenaturales ajenos al verdadero Dios. El Señor dio a Israel la revelación del Dios único, hizo un pacto con él a fin de bendecir a todas las naciones de la tierra. Quiso que fueran un reino de sacerdotes y nación santa (Éxodo 19:5-6). Incluso este plan fracasó. Entonces se activó el propósito definitivo acordado en el consejo celestial; concebido para redimir y recuperar lo que se había perdido. La piedra no cortada con mano que golpearía todos los reinos de este mundo. La Roca, que era Cristo, enviada para socorrer a los que son tentados y recibir la ayuda oportuna. Bendito sea Dios que nos ha dado un Salvador a quién podemos ir continuamente.

         Padre santo, venimos a la Roca de refugio, al Mesías, para que rescate a Israel y nuestras naciones del poder del maligno. Amén.

58 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaOh Dios, apresúrate a librarme; apresúrate, oh Señor, a socorrerme… estoy afligido y necesitado; oh Dios, ven pronto a mí. Tú eres mi socorro y mi libertador; Señor, no te tardes  (Salmos 70:1,5).

         El hombre es un ser necesitado. ¡Cuántas veces encontramos en las páginas del Libro Sagrado a personas de toda condición reconociendo su necesidad de Dios! Una y otra vez lo vemos en el libro de Salmos, un libro de oraciones y alabanzas. Una vez más vemos el sentimiento de urgencia. No fuimos creados para la necesidad, si no para la comunión. Dios colocó al hombre en un lugar de abundancia; y cuando vio que no era bueno que estuviera solo le dio una compañera. El Shaddai, el Todo-abundante, nos creó conforme a su propia naturaleza. Pero el hombre se buscó muchas aflicciones al desoír la voz del Eterno. Dios ha puesto eternidad en el corazón del hombre, por ello busca los poderes del siglo venidero, la abundancia de Dios, y no sabe vivir en necesidad. De ahí la urgencia por una respuesta de Dios a nuestro estado de aflicción. El retorno a la abundancia de Dios lo encontramos en una cruz levantada en el monte de la Calavera. Jesús ha venido a ser la respuesta para regresar al origen de la voluntad de Dios con los hombres.

         Padre celestial, suple lo que nos falta para poder servirte, y llévanos de vuelta a la abundancia de tu casa. Ven pronto a mí. No te tardes. Amén.

PANORÁMICA del Nuevo Testamento – 2 CORINTIOS

Anunciaron la palabraSegunda de CORINTIOS

HISTORIA DE LA CARTA

Poco después de escribir su primera carta a los corintios Pablo estuvo a punto de perder la vida en el alboroto ocasionado en Éfeso (Hch.19). Partió hacia Macedonia y allí se encontró con Tito, que le traía noticias de los creyentes en Corinto, y cómo habían aceptado la carta anterior con sus amonestaciones. En general fueron bien recibidas, pero aún había entre los líderes quienes ponían en duda la autoridad apostólica de Pablo; por ello escribe esta segunda carta como defensa de su ministerio. Algunas de las cuestiones que aborda aquí también aparecen en la anterior epístola, ampliando así ciertos aspectos y enseñanzas de la vida cristiana.

ENSEÑANZAS Y TEMAS

En esta segunda carta a los corintios no encontramos tanta variedad de temas como en la primera, aunque sí podemos ver alguno de ellos expuestos más extensamente. Nos detendremos en aquellos que aún no fueron mencionados. Hemos escogido el siguiente recorrido:

  1. Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)
  2. Sobre el Nuevo Pacto (3:1-6:2)
  3. La tristeza que es según Dios (7:2-16)
  4. Acerca de las ofrendas (8:1-9:15)
  5. Lo que es un ministro de Dios (10:1-12:13) (6:3-13)
  6. Probando nuestra fe (13:1-10)
  1. Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)

De la manera que en la vida del cristiano se producen tiempos de tribulación, asimismo los de consolación. Pablo menciona 17 veces la palabra «consolar» en los pasajes que ahora estudiamos. Consolar es «aliviar la pena o aflicción de uno». El autor hará mención en esta carta, más allá de su intención inicial, de los sufrimientos que como ministro de Dios tuvo que padecer; sin embargo, comienza poniendo su mirada en la consolación de Dios en medio de toda su aflicción.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios (1:3,4).

Hay un por qué bendecir a Dios en medio de las tribulaciones, habiendo sido consolados, pudiendo luego consolar a otras personas que más tarde atravesarán por el mismo tipo de aflicción. El apóstol había sido consolado en Macedonia por medio de la llegada de Tito. Dios usó a Tito para bendecir a Pablo, y él a su vez había sido consolado por los hermanos de Corinto. Estamos ante la reciprocidad y comunión del cuerpo de Cristo, en el cual, cuando uno padece, los demás sufren con él, y cuando otro experimenta contentamiento los demás también participan de él (7:4-7,13). Es uno de los múltiples motivos de la importancia de congregarnos como iglesia. Un énfasis que la Escritura no soslaya (1 Co.14:26) (Sal.133:1-3) (He.10:24,25).

  1. Sobre el Nuevo Pacto(3:1-6:2)

Las Escrituras mencionan varios pactos que Dios ha hecho con el hombre. Algunos fueron con Noé, Abraham, Moisés y el pueblo de Israel.  Luego hizo un pacto con David y su descendencia, de quien nacería el Mesías. Cuando vino Cristo, Dios hizo un «nuevo pacto», ya anunciado por el profeta Jeremías para la casa de Israel (Jer.31:31), que alcanza a todos los hombres y naciones. Este pacto es definitivo y eterno. Algunos de los anteriores fueron preludio del gran pacto de Dios con el ser humano a través de la obra del Mesías. Pablo dice que ha sido hecho ministro competente de éste nuevo pacto (3:6). Veamos algunas de sus características.

Texto (Jeremías 31:31-34)

  • Está dirigido en primer lugar al pueblo de Israel, en el cual somos injertados mediante la fe en el Mesías judío.
  • Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón (He.10:16).
  • Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado (He.8:7-12).

Texto (Ezequiel 36:25-27)

  • Os daré un corazón nuevo. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu (Jl.2:28,29) (Hch.2:16 ss.) (Ro.8:2-4).
  • Es un pacto vinculado al derramamiento del Espíritu sobre todos los que entran en él. El judío primeramente, y también el griego. No es grabado en piedras, sino en el corazón (2 Co.3:6-8).
  • Es un pacto de gloria, la gloria de Dios en nosotros  (2 Co.3:8,18).
  • De justificación, no de condenación (2 Co.3:9) (Ro.3:21-31).
  • La justicia de Dios cumplida en nosotros. (Ro.8:2-4) (2 Co.5:21).
  • Tenemos acceso hasta el lugar Santísimo (He.10:18-25).
  • Somos aceptados por Dios como hijos (Ef.1:6; 3:11-13).
  • Es un pacto de fe (2 Co.4:13) (Ro.1:17) (He.11:6) (2 Co.5:7).
  • De nueva vida bajo el señorío de Cristo y su voluntad (2 Co.5:14-17).
  • De gracia y las obras que le siguen (2 Co.6:1) (Ef.2:8-10) (Ro.3:24).
  • Contiene seguridad de salvación (2 Co.6:2) (Jn.5:24).
  1. La tristeza que es según Dios(7:2-16)

En su primera carta el apóstol produjo en los creyentes una tristeza que los llevó al arrepentimiento. Pablo trató asuntos delicados y difíciles surgiendo así un sentir de tristeza que llevó a los corintios a cambiar y corregir lo que era necesario. Esta tristeza es llamada «según la voluntad de Dios». Produce arrepentimiento y éste restaura el gozo de la salvación (Sal.32:3,5) (Sal.51:1,2,10-12). Sin embargo, también habla el apóstol de una tristeza del mundo que produce muerte. La salvación y la nueva vida en Cristo nos libran de esa clase de tristeza llevándonos al gozo de la vida de fe en el Señor y su palabra. Demasiadas personas en el mundo están viviendo hoy sumergidas en ese nivel de tristeza. El temor, la incertidumbre e inseguridad, la falta de amor y un sinfín de situaciones adversas, mantienen al hombre de hoy sumido en una profunda depresión que le llevan a buscar remedio en el alcohol, las drogas, el sexo, la infidelidad, sucedáneos que nunca pueden librarle de su estado depresivo. Por su parte, el evangelio que presenta el apóstol de los gentiles satisface plenamente la necesidad del hombre y restaura la tristeza en gozo (Ef.5:18-20) (Jn.7:37-39).

  1. Acerca de las ofrendas(8:1-9:15)

Pablo expone ahora un tema importante en la vida de la iglesia, −aunque no debemos dejar por ello que ocupe un lugar preeminente en el culto− y que debemos entender bien: las ofrendas en la obra de Dios. En estos dos capítulos tenemos ciertos principios fundamentales sobre este asunto, que también se abordan en otros lugares de la Escritura. El trasfondo es el siguiente. Pablo recogía una ofrenda para llevarla a los hermanos de Jerusalén y Judea, que atravesaban un periodo de crisis económica en el país. Al iniciar su desarrollo lo hace poniendo como ejemplo de entrega a este servicio las iglesias de Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea), que curiosamente eran poblaciones, al menos las congregaciones mencionadas, con un poder adquisitivo inferior al de la región de Acaya, más próspera en aquel tiempo, y que atravesaban un periodo de tribulación económica, lo cual no fue motivo para impedir su abundante generosidad. Os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad (8:1-4).

Como quiera que este tema siempre despierta enconos, y toca aspectos delicados de la convivencia, analicemos los principios generales que el apóstol desarrolla aquí y que deben estar presentes a la hora de estudiar sobre las ofrendas; tema que en nuestros días ha llegado a ser excesiva y negativamente predominante en algunos contextos religiosos, siempre sensibles y dados a los excesos y el abuso.

a). Se dieron primeramente al Señor (8:5). Es imprescindible haber nacido de nuevo para entender bien que nuestras ofrendas son parte del servicio a Dios, una consecuencia natural en nuestra nueva manera de vivir (1Co.2:14).

b). Es una obra de gracia (8:6,7). Nace del amor, viendo la necesidad, y actúa sin pedir nada a cambio, aunque siempre hay consecuencias (positivas y negativas) en la manera de tratar este asunto (Mt.6:2-4) (Mt.10:8).

c). Para mostrar el amor sincero y la buena voluntad (8:8,19). La fe obra por el amor. Y el amor siempre se manifiesta en buenas obras; en una voluntad dispuesta para compartir con el que tiene necesidad (Ef.4:28).

d). Para la gloria de Dios (8:19). Lo hacemos en fe, mirando al Señor. (Col.3:17,23) (Mt.6:3,4). Para su gloria (1 Co.10:31) (2 Co.9:13).

e). Produce acción de gracias a Dios (9:11,12).

f). Es parte de la obediencia al evangelio (9:13).

g). Se ofrenda por generosidad, no por exigencia (9:5).

h). Cómo y cuánto dar. Conforme a lo que uno tiene (8:11,12). Con el corazón (9:7). Con alegría (9:7). Dios ama al dador alegre. Todo lo que hacemos es por fe, no por obligación, y el que actúa en fe está contento porque lo hace en amor (Ro.14:22,23) (He.11:6).

i). Principios espirituales sobre el dar. La siembra escasa produce poco (9:6). La siembra abundante produce abundantemente (9:6). Este principio opera no solamente en lo económico, sino en todo lo que hacemos.

j). Consecuencias y resultados. Nada faltará a los que dan así (9:8). Hay provisión, multiplicación y beneficio en todo (9:10,11). Suple lo que falta a los necesitados (9:12).

En resumen, todo comienza con la entrega de nuestras vidas al Señor, continuando con una vida de fe y obediencia a la palabra del Señor. Esta nueva forma de vivir generosa, conforme al corazón de Dios, nuestro Padre, producirá bendición en otros y en nosotros mismos. El motivo no es egoísta o mercantilista, sino el de un corazón regenerado y agradecido, que ama a Dios y al prójimo con todo lo que es y todo lo que tiene. En los últimos años ha habido un abuso de estos principios dando como resultado una teología llamada de la prosperidad que pretende comerciar con los valores del reino de Dios, pero el Señor conoce los corazones de cada uno, y que se aparte de iniquidad todo aquel que invoca su nombre. No podemos engañarle. No somos más fuertes que Él. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón. El concepto de abundancia o prosperidad se ha deformado y torcido de tal forma que ha perdido su sentido esencial. Entiendo que prosperidad es tener nuestras necesidades básicas suplidas y que podemos compartir con otros según lo que tenemos, no según lo que no tenemos. Nunca es el resultado de la codicia o el amor al dinero. Nunca debe ser expuesto como un resultado inequívoco de la bendición de Dios, porque no todos los hombres de Dios vivieron siempre con todas sus necesidades cubiertas, sino que muchos de ellos pasaron tiempos de gran necesidad. Uno de ellos fue el mismo apóstol Pablo, que vivió tiempos de necesidad y abundancia, para concluir con esta máxima: todo, lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil.4:11-13). En la lista de héroes de la fe en Hebreos encontramos que muchos que anduvieron con Dios fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra (Heb.11:37,38). Qué fácil es retener de la Escritura aquello que confirma nuestra codicia innata y olvidar deliberadamente lo que la combate. Seamos equilibrados sin ser arrastrados por la corriente de pensamiento materialista predominante de este siglo.

  1. Lo que es un ministro de Dios(10:1-12:13) (6:3-13)

Otro de los conflictos que tuvo que afrontar Pablo en la iglesia de Corinto fue el de su autoridad apostólica. Algunos líderes la ponían en duda y él tuvo que adoptar una postura osada para defenderse ante sus detractores que de otra forma nunca hubiera hecho. El apóstol explicó su llamado con las consecuencias de sufrimiento que padeció nada más iniciarse (Hch.9:15,16). Luego hace dos listas de gran parte de esos padecimientos que como apóstol experimentó en su vida. La primera la encontramos en 2 Co.6:3-10; y la segunda en 2 Co.11:23-28. Un paseo por ellas nos dará una panorámica existencial de lo que significó para el autor de esta carta su llamado al apostolado. Luego se ve en la obligación de exponer, como sello de su autoridad, las visiones y revelaciones que ha recibido del Señor, aunque para ello tenga que parecer como loco (12:1-6). Para que no se envaneciera e inflara de orgullo por las revelaciones recibidas le fue dado un aguijón en su carne (siempre un debate «entretenido» en qué consistía), con la conclusión de que la gracia de Dios le bastaba para sobreponerse a ello (12:7-10). Por último menciona las señales de autoridad y respaldo divino que ha recibido su ministerio, sustentándolo en los siguientes términos: paciencia, prodigios y milagros (12:12,13) (Ro.15:18-21). Con todo ello, el apóstol lo que pretende es confirmar la autoridad, revelación y sabiduría que ha recibido del Señor y que le fue dada para la edificación de los hermanos (13:10) (10:8). El alcance de la gracia recibida de Dios en el ministerio del apóstol Pablo llega hasta nosotros a través de sus cartas en el Nuevo Testamento (2 Pedro 3:15,16).

  1. Probando nuestra fe.(13:1-10)

Por último, Pablo insta a los creyentes de Corinto a ponerse a prueba y examinarse cada uno a sí mismo, para ver si están en la fe. La Biblia nos enseña esta verdad en otros lugares, ya que el corazón del hombre es engañoso, más que todas las cosas (Jer.17:9,10), por ello, necesitamos examinarlo a menudo para no abrazar engaños que podamos pasarlos por verdades reveladas. El salmista David conocía bien esta trampa, por ello apelaba al Señor para que fuera él quién le examinara y mostrara la senda de la verdad (Sal.139:1-14,23,24). En cierta ocasión exclamó: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión (Sal.19:12,13).

El autor de la carta a los Hebreos nos alerta para que no haya en nosotros raíces de amargura que nos aparten de la justicia y la verdad (He.12:15). Por ello, debemos mantener un examen y cuidado continuo del estado de nuestro corazón (Pr.4:23). El apóstol Juan nos da la respuesta mostrándonos la salida a través de vivir en luz y en comunión con el Dios Trino (1 Jn.1:5-7) (Jn.3:19-21).

En ocasiones el Señor usará a otros hermanos para librarnos del engaño del pecado. Usó a Natán con David (2 Sam.12:7). La disciplina puede venir a través de otros miembros del Cuerpo de Cristo para nuestra edificación y salvación. Debemos estar dispuestos a recibirla en beneficio de nuestras vidas espirituales y la salud de la iglesia. Leer: Pr.4:13; 12:15; 19:20; He.3:12,13; 10:24,25.

CONCLUSIONES

En esta segunda carta de Pablo a los corintios el apóstol comienza presentándonos a Dios como nuestro Consolador. Se adentra después en el complejo asunto del Nuevo Pacto que tan a menudo mezclamos con el pacto mosaico. Al respecto debemos diferenciar la ley moral (que no ha sido abrogada y está presente y dentro de la ley de Cristo), de la ley ritual y legislativa (que fue dada al pueblo de Israel, y cuya aplicación ha sufrido variantes sustanciales desde la destrucción del templo). Hemos visto también la diferencia entre la tristeza según Dios, que produce arrepentimiento; de aquella otra que es según el mundo y produce muerte. Trata ampliamente el tema de la ofrenda que estaba recogiendo para los hermanos de Judea, introduciendo algunos principios básicos y generales que deben regir este servicio a los santos para ayudar a los hermanos y la obra de Dios. Luego encara el conflicto presentado por algunos «superapóstoles» que habían puesto en duda la autoridad de su apostolado. Para ello echó mano de las visiones y revelaciones que el Señor le había dado para edificación. La autoridad de Pablo queda reflejada en toda la iglesia posterior mediante las enseñanzas de sus cartas recogidas en el Canon de las Escrituras. Y por último, termina instándonos a vivir confiados y a la vez bajo el examen y la prueba de la fe que profesamos.

PREGUNTAS Y REPASO

  1. Que enseñanza encuentras sobre la verdad de la consolación en estos pasajes: 2 Co. 1:3-11 y 2 Co. 7:4-7,13.
  2. Haz una relación con los puntos que caracterizan el Nuevo Pacto.
  3. Cómo diferencias la tristeza del mundo de la tristeza que es según Dios.
  4. ¿Qué destacarías de la enseñanza sobre las ofrendas?
  5. Después de leer las dos listas que Pablo hace de sus sufrimientos como apóstol (2 Co. 6:3-10 y 10:23-33), haz una relación con todos ellos. Subraya los que tú mismo hayas experimentado.
  6. ¿Qué conclusiones sacas del capítulo 6 sobre «probando nuestra fe»?

57 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaViva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. Porque el Señor oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos (Salmos 69:32,33).

         Saber que somos de Dios no nos libra de ciertas prisiones. La Biblia está llena de esta verdad. En ocasiones la cárcel, −física o mental−, forma parte de la vida del discípulo. Una vez más, ni la prisión, ni el pozo, ni el desierto, ni estar rodeados de enemigos que desprecian nuestras vidas y buscan hacer daño, pueden impedir que nuestro corazón viva. Que de todo corazón busquemos al Señor, porque El oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos. Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos (Hebreos 13:3). En este mismo momento hay infinidad de presos, −en muchas naciones−,  que tienen la fe en el Eterno Dios. Algunos en cárceles físicas, otros en mazmorras de temor, incertidumbre, inseguridad, enfermedades o ruptura familiar. Todos ellos, que son suyos, son oídos y tenidos en cuenta por el Dios que liberta de la muerte y trae vida e inmortalidad por el evangelio. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5).

         Padre de gloria y consolación, somos tus presos, por tanto, en ti esperamos el día de la liberación y restauración. Amén.