30 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaPor el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino  (Salmos 37:23).

Con la mejor de las intenciones podemos escoger un camino errado. Yo sé, oh Señor, que no depende del hombre su camino, ni de quién anda el dirigir sus pasos (Jeremías 10:23). Los zarandeos que el diablo pide sobre los discípulos, para perturbar la fe, pueden desordenar nuestros pasos por un tiempo, hasta que el Señor ordena  nuestras vidas de nuevo. Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su final es camino de muerte. El hijo pródigo escogió un camino emancipado de la casa del padre, hasta que fue ordenado de nuevo y regresó al equilibrio. Nabucodonosor se enalteció por la gran Babilonia construida y Dios le envió a comer hierba por siete años, hasta que reconoció que el Señor es quién ordena los pasos del hombre. En el desorden y el vacío de nuestro corazón la palabra de Dios pone orden y luz para reorientarnos de nuevo.

Señor y Dios, ordena los pasos de Israel en esta generación, y a nosotros en España haznos conocer el camino por donde debemos andar, en el nombre de Jesús.

28 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaEncomienda al Señor tu camino, confía en El, que El actuará  (Salmos 37:5).

Durante diecisiete días del mes de diciembre del año 1981, bajé a primera hora de la tarde a un pequeño local que teníamos debajo del piso donde vivíamos, en Salamanca, para hacer esta oración. Abría mi Nuevo Testamento con Salmos y recitaba Salmos 37:5. Luego marchaba a hacer la práctica del carnet de conducir antes de ir a trabajar. En esos diecisiete días conseguí aprobar el examen que me acreditaba como nuevo conductor de turismos. Tenemos en este texto dos partes que nos corresponde hacer: encomendar y confiar. Y una que le corresponde al Señor: actuar. ¡Qué descanso viene al alma cuando encomendamos nuestras vidas a Aquel que es más fuerte que nosotros, y en quién podemos confiar! Pablo lo hacía con las congregaciones que levantaba en sus viajes misioneros (Hechos 20:32). Jesús lo hizo, cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23 RV60).

Padre Eterno, a ti encomendamos la restauración de Israel en su tierra y a su Dios, y la de nuestro país a tu voluntad, en el maravilloso nombre de Jesús. Amén.

27 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaPon tu delicia en el Señor, y El te dará las peticiones de tu corazón  (Salmos 37:4).

Sublime amor. A quién tengo yo en los cielos sino a ti, y fuera de ti nada deseo en la tierra… Puestos los ojos en Jesús, el autor de nuestra fe… Mi amado es mío, y con él tengo yo mi contentamiento… Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón… Señor, tu sabes que te amo… Una mujer que era pecadora, vino a él con un  frasco de alabastro, y poniéndose detrás de él, a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume.  A esta se le perdonó mucho, por que amó mucho. Tal es mi amado, y a este yo, he de exaltar y amar. ¿Habéis visto al que ama mi alma? … No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido; me mueves tan solo tú. Me mueve tu amor de tal manera, que aunque no hubiera cielo yo te quisiera; y aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero yo te quisiera… Y El te dará las peticiones de tu corazón.

Señor y Dios, no hay otro como tú. Eres nuestra delicia, el Deseado de las naciones. A ti venimos con nuestras peticiones. Amén.

 

26 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaLos ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor (Salmos 34:15).

El Señor tiene ojos y oídos. Puede ver a los justos y oír el clamor de sus oraciones. No solo oye, sino que está atento. El lenguaje del salmista muestra a un Dios cercano y dispuesto a proveer. Conoce nuestra condición, se acuerda que somos barro, débiles, pero con semejanza a su imagen. Ha puesto en nuestra boca la posibilidad de expresarnos delante de Él, verbalizar nuestras peticiones, presentar nuestros argumentos y solicitar su intervención en nuestros desafíos. Todos estos privilegios recaen sobre el justo. Pero ¿quién es justo delante de Él? No hay justo ni aún uno, no hay quién entienda… El postrer Adán, él es el Justo que nos justifica para llevarnos a Dios. Por tanto, sus ojos nos ven, sus oídos están atentos a nuestras oraciones, y si sabemos que El nos oye, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Juan 5:14,15). Todo el salmo deja claro que el Señor oye la oración de los justos. Alabado sea Su Nombre.

Padre amado, tú ves el estado deplorable en que vivimos. Levanta, Señor, a los justos en Israel, y en nuestro país, para presentar el clamor ante tu trono a favor de la tierra, en el glorioso nombre de Jesús.

25 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaHe aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre. Nuestra alma espera al Señor; El es nuestra ayuda y nuestro escudo; pues en Él se regocija nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea sobre nosotros tu misericordia, oh Señor, según hemos esperado en ti  (Salmos 33:18-22).

Aunque el Rey del Universo observa a todos los hombres y conoce todas sus obras, su mirada es atraída especialmente sobre los que le temen, los que esperan en su misericordia, los que creen en su ayuda, los que se regocijan al tener puesta la confianza en su Omnipotencia. Viven confiados porque conocen la misericordia de Dios en medio de cualquier circunstancia movible que les afecte, porque han puesto su esperanza en el Hacedor y Sustentador de todas las cosas. Estos son los hijos del reino eterno, que se han sometido a su voluntad, y han invocado su nombre en la tierra.

Dios de Abraham, Isaac y Jacob, en ti están nuestra confianza y esperanza. Ayuda a Israel y a nuestro país en los tiempos de hambre y muerte, en el nombre de Jesús. Amén.

 

24 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaEl Señor mira desde los cielos; El ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada El observa a todos los habitantes de la tierra; El, que modela el corazón de cada uno de ellos; El, que todas las obras de ellos entiende  (Salmos 33:13-15).

¡Increíble! Alto es, no lo puedo comprender. Tal entendimiento es demasiado elevado para una mente mortal. ¿Cómo llegó el salmista a saber y tener esta certeza del conocimiento que Dios tiene del hombre? La respuesta debemos encontrarla en que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios (2 Pedro 1:20-21). Nada escapa a su observación. Su Omnipresencia es asumida por el cantor del salmo como algo natural, absoluto. La creación no es resultado del azar. El hombre es observado por el Creador y tendrá que rendir cuentas de sus actos. Su corazón es modelado para cumplir el propósito soberano de su Hacedor. Y las iniciativas propias de la voluntad del hombre son entendidas por el Rey del Universo.

Soberano Dios, ante ti vivimos, nos movemos y somos. Moldea, Señor, nuestras vidas para que hagamos siempre tu voluntad. Amén.

22 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaYo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti   (Salmos 32:8).

La fe en el Dios de la Biblia es una fe fundada en el conocimiento de sus caminos. La fe no anda a ciegas. Sabe a dónde va, porque confía en la palabra cierta de quién sustenta esa fe. Jesús es el camino. El apóstol Pablo dijo que la voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos, y vengan al pleno conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). Sin embargo, no siempre comprendemos rápidamente, debemos ponernos en marcha aún cuando no veamos todo el trayecto. Esa acción de fe será observada por el Señor para ver si andamos por el camino que Él nos ha mostrado. Abraham salió de su tierra por una palabra del Eterno, y al caminar en obediencia, fue descubriendo todo el plan de Dios para su vida. El Señor supervisa nuestras vidas para constatar nuestra obediencia.

Padre, enseña a Israel el camino que debe seguir, dale luz en medio de la oposición de las naciones, y a nosotros también. En el nombre de Jesús.

20 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaBendito sea el Señor, porque ha oído la voz de mis súplicas. El Señor es mi fuerza y mi escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido (Salmos 28:6,7).

El Señor ha oído la súplica. El salmista ha llegado a esta certeza plena, sabe que su clamor ha llegado hasta el lugar donde Dios habita, ha penetrado la oposición, se ha roto la resistencia que impedía la llegada de petición de auxilio, ahora descansa, confía, se sabe socorrido, ha vuelto a experimentar que su fuerza viene del Señor y que Él es su escudo. Como cuando en una batalla, el soldado que ha sido enviado a pedir refuerzos traspasa las líneas enemigas, llegando hasta el lugar donde su mensaje tendrá una acción inmediata que pondrá a salvo el cerco que los atenaza. Antes de que lleguen los refuerzos ya hay regocijo y acción de gracias, la respuesta está en camino, la victoria es segura. Bendito sea el Señor que oye la voz de nuestra súplica y viene en auxilio de los menesterosos.

Te alabamos Padre, Dios del cielo y de la tierra, porque oyes nuestra voz cuando a ti clamamos y nos envías el oportuno socorro. Amén.

 

19 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaA ti clamo, oh Señor; roca mía, no seas sordo para conmigo, no sea que si guardas silencio hacia mí, venga a ser semejante a los que descienden a la fosa. Escucha la voz de mis súplicas cuando a ti pido auxilio; cuando levanto mis manos hacia el lugar santísimo de tu santuario (Salmos 28:1,2).

Este salmo, como muchos otros, es de David. Sin embargo, el mensaje no es de rey, sino de siervo. No es de una persona autosuficiente, sino de quien expresa dependencia absoluta en Dios. A ti clamo, oh Señor, con voz de súplica pido auxilio. Tiene su mirada puesta en el lugar santísimo. La sangre de Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo para poder penetrar más allá del velo, por tanto, podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Ese camino, es camino de santidad, no de soberbia y arrogancia, si no de dependencia en la gracia y la misericordia de Dios.

Gracias Padre que podemos acercarnos en confianza hasta tu trono por la sangre de Jesús. Muestra este camino nuevo y vivo a Israel, y danos en nuestro país la humildad necesaria para reconocer que te necesitamos. Amén.

18 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaEspera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor  (Salmos 27:14 bis).

Una parte de la vida de oración tiene que ver con esperar en Dios. No es una espera pasiva, sino de esperanza en aquel que tiene el poder para cambiar nuestras vidas y las circunstancias adversas en posibilidades productivas. Sabiendo que la prueba de vuestra fe, produce paciencia. Ciertas esperas tienen un componente de conflicto, de perturbación, pero la espera en Dios es de confianza y salvación. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor (Lamentaciones 3:26). En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación (Salmos 62:1). Es una espera que alienta y fortalece el corazón porque sabe que de Él viene nuestra salvación. Es esperar los recursos de Dios porque he agotado los míos, y para ello, hay que decirse a sí mismo: Sí, espera al Señor.

Te damos gracias, Señor, porque eres el Dios de toda esperanza y consolación. Trae consuelo a Israel en su tierra y danos esperanza en España, en el maravilloso nombre de Jesús.