La amenaza de aniquilación a Israel es una constante en la historia de las naciones. La enésima la hemos vuelto a conocer no hace mucho, aunque viene produciéndose desde hace años, procedente de la República islámica de Irán, junto con el denominado Estado islámico.
Faraón, rey de Egipto y figura del adversario de Dios, quiso exterminar a los niños hebreos porque se estaban reproduciendo demasiado y se sintió amenazado, aunque algunas generaciones anteriores fue precisamente un hebreo, José, hijo de Jacob, el que providencialmente interpretó los sueños de otro Faraón constituyéndose así en gobernador del imperio y la supervivencia de toda aquella generación. Luego cambiaron las condiciones políticas poniendo a los hijos de Israel al borde del aniquilamiento. Pero está escrito: en aquel mismo tiempo nació Moisés [1].
Luego se levantó otro enemigo en el imperio persa (la actual irán) que concibió un plan de exterminio sobre todo el pueblo de Israel que estaba repartido por todo Oriente Medio. Amán, mano derecha del rey persa, hizo de la aniquilación de Israel el motivo principal de su existencia. Su realización personal pasaba por ver destruido al pueblo de las promesas. Pero está escrito: ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? [2]. Fueron las palabras de Mardoqueo a Ester cuando se conoció la amenaza de exterminio sobre todo el pueblo judío. El Señor levantó a Ester para esa hora.
Llegado el cumplimiento del tiempo [3], cuando muchos en Israel esperaban la redención de Jerusalén [4], Herodes buscaba al niño para matarlo [5]. Una vez que Jesús fue manifestado a Israel [6], el diablo le persiguió una y otra vez, de distintas maneras, para tratar de evitar que se completara su obra; se apartó de él por un tiempo [7] buscando ocasión para matar y deshacer el plan de Dios. Esta es la naturaleza del diablo: robar, matar y destruir la obra de Dios.
Lo vemos también en la mujer de Apocalipsis cuando estuvo de parto para dar a luz. El dragón se paró frente a ella con el fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese [8]. Una y otra vez el adversario repite su oposición a la realización del proyecto divino. Israel es el proyecto de Dios desde el principio, cuando escogió a Abraham y su descendencia para que en su simiente (el Mesías) fueran bendecidas todas las familias y naciones de la tierra.
Si podemos entender este principio expresado por toda la Escritura, ¿por qué nos cuesta tanto comprender la fijación que tienen hoy los países islámicos por el aniquilamiento de Israel? ¿Por qué no podemos ver, en toda su crudeza, el propósito del antisemitismo patológico de la mayoría de las naciones a lo largo de la historia?
En tiempos más recientes hemos asistido al intento de aniquilamiento de Israel en Europa mediante una ideología perversa, (el nazismo), poseyendo a un hombre, (Hitler), y sus adláteres, para dar expresión y canalización en la tierra a la mente infernal del mismo Satanás. Derrotado el III Reich, se trasladó al mundo islamista el odio eterno a Israel para que no regresara a su tierra.
Pronto se levantó un líder árabe egipcio, Gamal Abdel Nasser, con un lenguaje extremadamente violento contra Israel, tratando de unir al mundo árabe para volver a intentar el aniquilamiento de Israel. La Guerra de los Seis Días puso fin a esta locura infernal, pero no terminó con el odio y la fijación por el exterminio judío. Se han sucedido los líderes y países árabes islámicos con un mismo propósito: odio a Israel y echarlos al mar.
En los años 90 fue el asesino Saddam Hussein el que quiso abanderar la lucha contra Israel, aprovechando su invasión de Kuwait, para buscar apoyos atacando a Israel con misiles scud y anunciando su exterminio pronto.
El terrorista y líder palestino, Yasser Arafat, ha sido otro de los que lideró la lucha contra Israel durante mucho tiempo. Siempre con argumentos falaces y engañando a las naciones del mundo con la falsa pretensión de que habría paz si Israel cedía tierra. No ha sido así. Israel hizo un acuerdo de paz con Egipto entregando el Sinaí; salió de Gaza unilateralmente y pronto se adueñaron de ese territorio los terroristas de Hamás para bombardear a la población civil israelí con cohetes incesantes sobre su territorio. Tampoco esa concesión ha traído la paz a la región.
Y hoy lideran la amenaza una confluencia de líderes y naciones islamistas que solo les une su odio a Israel: Irán, el Estado Islámico, Hamás, Hezbolláh, aunque tienen un mismo impulso en la concepción de un islam violento que pretende vender al resto de las naciones la destrucción de Israel como solución a todos los problemas mundiales. Si sabemos quién está detrás de esta estrategia podemos comprender que su naturaleza es mentirosa y falsa en su concepción.
Mientras tanto, ¿qué hace la iglesia de Dios? Hay una parte que ya ha entendido su papel al lado de Israel, porque formamos parte de un mismo pueblo, el pueblo de Dios y las promesas, con distintos roles que debemos cumplir en diferentes planos. Pero hay otra parte de la misma iglesia opuesta a la voluntad de Dios, y alineada con las tesis árabes-palestinas que contradice a los profetas de Israel. El Señor le diría a Pablo: dura cosa te es dar coces contra el aguijón [9]. El Señor peleará por su pueblo [10]; lo hizo en Egipto y lo hará hoy. Hemos llegado a esta hora para estar al lado de Israel en su soledad ante la familia de naciones. Como dijo Pablo, el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas [11]. Hay un llamamiento del profeta Isaías para consolar a su pueblo [12], y decirle que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado.
Oremos con los nuestros, el pueblo redimido que inició en Jerusalén la expansión del evangelio a todas las naciones, en esta hora de amenazas: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo… Ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra… [13]. Amén.
Notas
[1] – Hechos 7:20
[2] – Ester 4:14
[3] – Gálatas 4:4
[4] – Lucas 2:38
[5] – Mateo 2:13
[6] – Juan 1:31
[7] – Lucas 4:13
[8] – Apocalipsis 12:1-4
[9] – Hechos 9:5
[10] – Éxodo 14:14
[11] – 2 Timoteo 4:17
[12] – Isaías 40:1
[13] – Hechos 4:23-26,29