218 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (CV) – Zacarías (9)

En aquel día, dice YHVH, heriré con pánico… mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera (Zacarías 12:4)

         Nuestro profeta insiste una y otra vez en los sucesos que tendrán lugar en aquel día. Un mensaje que se repite ampliamente en los profetas de Israel. Hay un día señalado para poner fin a la iniquidad y las obras que emanan de ella mediante los hijos de desobediencia.

En los últimos capítulos de Zacarías asistimos al levantamiento de las naciones contra Judá y Jerusalén. Esas acciones provocarán el celo del Señor por su pueblo, su tierra, y hará diferencia entre los pueblos de alrededor que se levantan contra él, como lo hizo en la antigüedad sobre Egipto (Ex.11:7).

Veamos. En aquel día el Señor pondrá a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos de alrededor y los hará temblar (12:2,3). Herirá con pánico a sus enemigos; mas sobre la casa de Judá abrirá sus ojos (4). Pánico y ceguera para unos, luz y fortaleza para el pueblo del Señor. Dará la victoria a los capitanes de Judá para consumir y derrotar a todos los pueblos de alrededor; mientras Jerusalén es habitada por el pueblo de Dios en su lugar (6).

YHVH defenderá al morador de Jerusalén; los débiles serán como David, y la casa de David como Dios, como el ángel de YHVH delante de ellos (8). Las naciones que vinieren contra Jerusalén serán destruidas (9). Pero sobre la casa de  David, y los  moradores de Jerusalén derramará espíritu de gracia y oración; Israel reconocerá a su Mesías, a quien traspasaron; y llorarán por la dureza de sus corazones cuando la revelación abra sus ojos; se afligirán por el tiempo cuando no reconocieron a su hermano, como no conocieron a José en Egipto, hasta que fue revelado como gobernador (10).

Habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido; porque la redención ha llegado; y el conocimiento del Mesías… Recuerda el llanto de José en el pozo, y el de sus hermanos cuando se dio a conocer a ellos. Es un llanto de arrepentimiento por la dureza y obstinación de sus corazones para no reconocer a su Rey que le había sido presentado con los ropajes de un «egipcio», o lo que es lo mismo, un Cristo romano, paganizado en sus formas y muy alejado de las tradiciones judías (11).

El apóstol Pablo, en su epístola de Romanos, termina su compleja exposición sobre el misterio del endurecimiento de Israel en parte, con el mensaje de la salvación de los judíos. Cuando haya entrado la plenitud de los gentiles; todo Israel será salvo (Rom.11:25,26). Glorioso día. El mensaje de Zacarías continúa. Sigamos…

         Hay un día señalado cuando el Señor hará diferencia entre su pueblo y sus enemigos. Es el día del Señor. Cuando el reino se establecerá en Jerusalén.

217 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (CIV) – Zacarías (8)

Profecía de la palabra de YHVH acerca de Israel. YHVH, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio de Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella (Zacarías 12:1-3)

         El profeta Zacarías tiene un mensaje claro y amplio sobre la ciudad de Jerusalén. Hemos dicho que es mencionada ampliamente en este libro. El Señor quiere enfatizar su relevancia. El profeta quiere dejar constancia de que quien habla es el Rey del Universo; el que extiende los cielos y funda la tierra; el que ha formado el espíritu del hombre dentro de él, el único y sabio Dios. El Hacedor y Sustentador de todas las cosas tiene una mensaje que anunciar a las naciones de la tierra: El Señor pone la ciudad de Jerusalén como una copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor y que mantienen una encarnizada lucha de exterminio sobre la ciudad y sobre Judá.

Observa que dice los pueblos de alrededor. Un simple mapa de la geografía de Oriente Medio pone delante de nosotros una terrible realidad: Israel, un minúsculo país, está situado hoy en medio de un mar de naciones islámicas que tienen un objetivo común: su destrucción y aniquilación. En este pequeñísimo país está su capital, Jerusalén, y en ella se encuentra Sion, el monte del Templo, donde aún está situada la explanada de la mezquita de Al Aksa y el Domo de la Roca.

Tenemos aquí una doble abominación de la cosmovisión islámica y judía. Por un lado la abominación para los musulmanes de que exista en medio de Dar el islam, la tierra del islam, un país que se resiste a la asimilación y el sometimiento al islam. Esta es una afrenta insoportable para la teología islámica. Por otro lado, tenemos en la antigua fortaleza de Sion la abominación de haber levantado una mezquita en el lugar donde estuvo el Templo de Salomón, donde descendió la shekiná de Dios, su gloria.

Por ello, el conflicto árabe-israelí en su base es una batalla espiritual y religiosa, mezclada con política y otros intereses. El Dios de Israel reclama ese lugar como propio, y está escrito que la ciudad de Jerusalén será puesta como piedra pesada y tropiezo a todos los pueblos; todos los que se oponen y se juntan contra ella serán despedazados. Ayer mismo se celebró el fin del Ramadán con multitudes invocando a Alá en ese lugar

         El islam sigue fuerte en su obstinación por Jerusalén, pero su idolatría tiene fecha de caducidad; palabra del Rey del Universo, Dios de Israel.  

216 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (CIII) – Zacarías (7)

Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy YHVH su Dios, y los oiré… y volverán. Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria… Y yo los fortaleceré en YHVH, y caminarán en su nombre, dice YHVH (Zacarías 10:6,9,10,12)

         El retorno de los judíos a su tierra es uno de esos acontecimientos que ha marcado la historia reciente del mundo. Durante 18 siglos estuvieron esparcidos por todas las naciones, aunque siempre hubo comunidades judías en la tierra de Israel. Pero sonó con fuerza el sonido del shofar y muchos de los hijos de Abraham, dispersos entre las naciones, comenzaron a regresar a su tierra.

Se inició en el siglo XIX con el llamado movimiento Sionista, y se fue desarrollando paulatinamente durante diversos periodos de aliá, que significa «subir». A principios del siglo XX muchos de los judíos residentes en Europa del Este hicieron aliá a Israel. Subieron a la tierra de sus padres. El proceso ―explicado ampliamente en mi libro El enigma Israel― puede considerarse uno de los milagros más extraordinarios de la historia reciente judía. Hasta que el 14 de mayo de 1948 nació el nuevo Estado de Israel. Parece imposible no ver en todo este proceso de restauración de la nación hebrea el impulso de la palabra profética.

La restauración tiene diversas fases, y solo se han cumplido algunas de ellas, aunque los tiempos avanzan hacia su culminación final. Aún hay muchos judíos entre las naciones. Seguramente no todos volverán a la tierra de sus padres, pero sí en su mayor parte. Dice el profeta: Los haré volver. Volverán de Egipto, y de Asiria (un millón de judíos fueron expulsados de países árabes en la antigua Mesopotamia, −Asiria−, en la Guerra de la Independencia en 1948).

Veamos una relación de las comunidades judías más numerosas entre las naciones en la actualidad: Estados Unidos (5.425.000). Francia (478.000). Canadá (380.000). Gran Bretaña (290.000). Rusia (190.000). Argentina (182.000). Alemania (118.000 judíos). Australia (113.000). Brasil (95.000). La mayor población de judíos ya está en Israel (6.014.000).

La restauración es un proceso gradual. Algunos aspectos ya se han producido: el regreso a la tierra prometida a Abraham, en medio de gran oposición. Hay una lucha tremenda por la capitalidad de Jerusalén. En el futuro se anuncia la toma de Sion, o explanada del Templo (de las mezquitas para los islámicos). Vendrá la salvación de los judíos, y el regreso del Mesías

         Los profetas anuncian la edificación de Sion y el regreso a su Mesías.

215 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (CII) – Zacarías (6)

Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno… y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra… Y YHVH será visto sobre ellos… Y los salvará en aquel día YHVH su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra (Zacarías 9:9-16)

         La restauración de la ciudad de Jerusalén no tiene otro objetivo que preparar la venida del Señor. Podemos y debemos focalizar la importancia del advenimiento de Jesús a la tierra como la parte central y gloriosa de los acontecimientos finales y la era mesiánica; pero hay otras piezas de este puzle que forman parte del mismo propósito; uno de ellos, esencial, y del que el profeta Zacarías nos da amplia información, tiene que ver con la restauración de la ciudad de Jerusalén para que reciba al Rey.

En el pasaje que ahora meditamos tenemos las dos venidas del Mesías. La primera ya tuvo lugar, y se cumplió exactamente como lo anunció Zacarías. Jesús entró en la ciudad de Jerusalén sentado humildemente sobre un asno, y al hacerlo se multiplicaron las manifestaciones de júbilo. Una explosión de alabanza y regocijo tuvo lugar en la ciudad del gran Rey en su primera venida. Lo tenemos reseñado con todo detalle en los evangelios (Lc.19:28-48); de tal forma que las autoridades religiosas se alarmaron por el griterío de la multitud y pidieron al Maestro que mandara callarla, pero él no lo hizo, sino que concluyó: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían. El grito de júbilo era: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!  El Príncipe de paz había llegado como salvador para todos aquellos que recibían el reino en sus corazones.

En la misma profecía se nos habla de su segunda venida, en la que hablará paz a las naciones (reino mesiánico de paz); su señorío será de mar a mar; la extensión de su reino alcanzará a todas las naciones como las aguas cubren el mar. Será visto. Todo ojo le verá. Así vendrá, como le habéis visto subir al cielo. Pondrá sus pies en el Monte de los Olivos. Será como un relámpago. Se tocará la trompeta (9:14). A la final trompeta (1 Co.15:52) (1 Tes.4:16). Vida y resurrección van delante de él.

El día viene. El Deseado de todas las naciones llegará. Salvará a su pueblo, y serán enaltecidos en su tierra (16). La redención de Eretz Israel será un hecho. La fusión de Cristo y la iglesia, el Rey de los judíos y su trono en Jerusalén; todo ello se cumplirá como está escrito. Se cumplió su primera venida, se cumplirá la segunda.

         El Rey viene a Jerusalén. Es tiempo de regocijo y salvación en su pueblo.

214 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (CI) – Zacarías (5)

Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades… y dirán: Vamos a implorar el favor de YHVH, y a  buscar a YHVH… Yo también iré. Y vendrán  muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a YHVH en Jerusalén, y a implorar el favor de YHVH… En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros (Zacarías 8:20-23)

         La historia profética tiene un faro que alumbra a todas las naciones: es la ciudad de Jerusalén. Su restauración es vital para el devenir de los planes de Dios en el mundo. No es extraño que estemos asistiendo en nuestros días a una lucha encarnizada por su dominio. Detrás de la escena política hay una dimensión oculta a los ojos de los gobernantes del mundo que no alcanzan a comprender el conflicto árabe-israelí, cuya piedra angular es la ciudad de Jerusalén.

Cuando fue reconquistada nuevamente en la Guerra de los Seis Días por el ejército israelí asistimos a un momento histórico-profético que aún no hemos digerido correctamente. Por otro lado, se cometieron algunos errores de bulto. Uno de ellos fue el que Moshé Dayan, en un gesto que el consideró generoso, entregó el control del Monte del Templo a los musulmanes; un error que se ha cobrado la vida de muchos judíos en diversas Intifadas, y que demostró la ignorancia del gobierno israelí en el alcance espiritual que supone recuperar la antigua fortaleza de Sion.

Por otro lado, la UNESCO ha despreciado la verdad histórica de la ciudad de Jerusalén al aceptar una resolución perversa que niega los vínculos judíos y cristianos con la ciudad vieja de Jerusalén. Y está por ver si el presidente americano cumple su promesa de llevar la embajada de EE.UU. a la ciudad capital del Estado de Israel.

Asistimos a una lucha trascendental en nuestros días por la restauración de Sion como anticipo del cumplimiento mesiánico. Jerusalén será el centro espiritual del mundo. Se le llama Ciudad de la Verdad y Monte de Santidad porque el Señor morará en ella. La salvación de los judíos tiene como epicentro la ciudad de Jerusalén (8:8). Vendrán a ella muchos habitantes de muchas ciudades a implorar el favor de Dios en esta ciudad. Naciones poderosas lo harán también.

La presencia del Mesías Rey en la ciudad recuerda los días de Salomón cuando venían de muchas naciones a escuchar su sabiduría. Jesús dijo que habría uno mayor que Salomón en este lugar (Mt.12:42). Los judíos, habitantes de la ciudad, serán un reclamo espiritual para que muchos busquen el favor de Dios en ellos.

         La batalla mundial por la ciudad de Jerusalén tiene una dimensión mayor que la política, en ella se centrará la bendición de Dios para todas las naciones.

213 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (C) – Zacarías (4)

Así ha dicho YHVH de los ejércitos: Celé a Sion con gran celo, y con  gran ira la celé. Así dice YHVH: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de YHVH de los ejércitos, Monte de Santidad (Zacarías 8:1-3)

         Hemos dicho que en este libro se cita al menos 36 veces Jerusalén; una muestra de la importancia que tiene la ciudad en la profecía de Zacarías. En nuestro pasaje encontramos varias de las expresiones más impactantes sobre la ciudad. En primer lugar vemos que el Señor tiene celo por ella, no en vano en diversos lugares se la identifica con la esposa de YHVH. El profeta Ezequiel relata acerca de su infidelidad. Su origen era de la tierra de Canaán. Cuando nació fue arrojada sobre la faz del campo, con  menosprecio de su vida (16:5); pero el Señor pasó junto a ella, la vio sucia, y le dijo; ¡Vive! (16:6). Cubrió su desnudez, hizo pacto con ella y fue suya (16:8). Fue vestida de lino fino, seda y bordado, hermoseada en extremo, y prosperó hasta llegar a ser reina (16:13). Luego su infidelidad la llevó al desierto de los pueblos enemigos; fue mancillada por las naciones; el Señor la juzgó, pero recordó el pacto que había concertado con ella en los días de su juventud; la perdonó, porque fue amada por su Hacedor y siente por ella un gran celo. Un celo que provoca la ira de Dios contra sus enemigos.

Ha llegado el tiempo de su restauración, y el Señor morará en ella; por tanto, será llamada Ciudad de Verdad; y el monte de Sion Monte de Santidad.

La iglesia de Dios no alcanza a entender la importancia de Jerusalén en la profecía. La Escritura enseña que Dios dijo a Moisés que había escogido un lugar para poner en él su nombre (Dt.12:1-28). Ese lugar no se materializó hasta que David llegó a ser rey de Israel. Nada más ser entronizado una de las primeras cosas que hizo fue conquistar la fortalezas de Sion, donde puso su morada y le dio el nombre de la Ciudad de David (2 Sam. 5:6-10).

El rey David, figura indiscutible del Mesías, fue quien entendió cuál era el lugar que el Señor había escogido para poner en él su nombre. El profeta Ahías lo expresó así: Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre (1 Reyes 11:36). Fue allí donde entendió David que debía ser construido el templo mediante su hijo Salomón (1 Crónicas 28:9,10,19,20). Y así fue. El espíritu profético en David le reveló que Jerusalén estaba destinada a ocupar un lugar central en la historia de los planes de Dios con los hombres. Ahora el profeta Zacarías lo confirma.

         La ciudad de Jerusalén ocupa un lugar central en el devenir profético.

212 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCIX) – Zacarías (3)

He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de YHVH. Él edificará el templo de YHVH, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos… Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar el templo de YHVH… Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de YHVH vuestro Dios (Zacarías 6:12-15)

         Si antes ha enfatizado el profeta la preferencia del Señor por la ciudad de Jerusalén, ahora nos encontramos la figura del Renuevo (lo hemos visto en otros profetas también) y la centralidad del templo que será construido por el mismo Renuevo, una figura inequívoca del Mesías.

En este pasaje se habla simbólicamente de Josué, sumo sacerdote de la época de Zacarías, como una proyección del Mesías venidero para construir el templo en la era mesiánica. En la época de Zacarías el templo ya se había construido; ahora la profecía anticipa una era futura y gloriosa que supera a la actual. Antes aparece el Renuevo en su primera venida para quitar el pecado de la tierra en un día (3:8,9). Referencia clara a la redención que fue consumada por Jesús, el Hijo del Hombre.

Estamos ante uno de los textos más extraordinarios de la obra redentora y mesiánica de Rey de Israel. La traducción que hace el Tárgum, que viene a ser la traducción y paráfrasis en lengua aramea, del versículo 12 es la siguiente: He aquí el Varón cuyo nombre es Mesías, el que ha de ser revelado. La complejidad y controversia sobre la construcción del templo (no el de Zorobabel, sino el de la era mesiánica) tiene aquí una referencia clara sobre el hecho de que será construido por el Mesías, con ayuda de los que están lejos que vendrán y ayudarán en su construcción; creemos que es una referencia a la ayuda de las naciones gentiles en su construcción.

El mismo Mesías llevará su gloria, sentándose y dominando desde su trono, en un ministerio múltiple de sumo sacerdote, Rey y profeta. La paz será una realidad mundial, como fue anunciada por otros profetas también (Is.2:1-4) (Miq.4:1-3). Todo este proceso de restauración final en el reino mesiánico está condicionado a la obediencia, como enseña la Escritura en todo lugar: Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de YHVH vuestro Dios. Creemos que hay aquí un reconocimiento implícito de la identidad del Mesías por parte de Israel como nación. La revelación del nuevo pacto, con el derramamiento del Espíritu Santo para invocarle y guardar su palabra, parece asegurar su salvación.

         Una vez restaurada Jerusalén como capital de Israel, regresará el Renuevo para construir el templo con ayuda gentil en la era mesiánica. 

211 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCVIII) – Zacarías (2)

Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice YHVH, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella (Zacarías 2:4,5)

         Una primera aproximación al libro del profeta Zacarías pone de manifiesto la gran importancia de la ciudad de Jerusalén en su mensaje. Aparece citada al menos en 36 ocasiones en un libro que tiene 14 capítulos, por lo que hay una media de casi tres menciones por capítulo. Y eso solo en uno de los libros de la Biblia.

Debemos observar la verdad meridiana que la ciudad de Jerusalén aparece como lugar principal en las Sagradas Escrituras. En ellas se menciona la ciudad del gran Rey no menos de 760 veces; si eso lo comparamos con las que aparece en el Corán, libro sagrado de los musulmanes, en el que no aparece ni una sola vez citada por su nombre, podemos concluir la importancia que tiene esta ciudad en los planes del Dios de Israel y para su pueblo, en contraste con la nula citación en las escrituras islámicas. Este hecho incontestable debe hacernos reflexionar en el engaño que esconde la trascendencia que quieren darle hoy en su conflicto con el Israel moderno.

Por su parte la iglesia mantiene unos vínculos históricos innegables con la ciudad por su origen judío. En nuestro texto se dice que un día Jerusalén será habitada sin muros, hecho imposible en los días de Zacarías, cuya muralla fue reconstruía por Nehemías como parte esencial de su supervivencia y restauración.

El muro, dice el profeta, será el mismo Dios de Israel, como lo fue al pasar el mar Rojo y caminar en el desierto; por un lado como nube, y por otro como columna de fuego. El Señor es muro para Jerusalén. Tiene celo por Sion y Jerusalén (1:14) (8:2). Se vuelve a la ciudad con misericordia (1:16). En ella será edificada su casa (1:16). Será consolada por el Señor (1:17); y tiene una llamamiento especial sobre la ciudad (1:17). El Señor vendrá y morará en medio de ella lo cual será motivo de alabanza y regocijo en Sion (2:10).

La ciudad de Jerusalén será el centro alrededor de la cual se juntarán muchas naciones para venir al Dios de Jacob; porque el Señor morará en ella, y conocerán los hijos de Israel y las naciones la revelación que Dios ha hecho mediante sus profetas (2:11).

El Señor poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén (2:12). Y toda boca callará (Hab.2:20) y confesará que YHVH es Señor (Fil.2:11), porque se habrá levantado de su santa morada (2:13). Por ello sus enemigos se violentan contra ella (Sal.83:1,2).

         La centralidad de Jerusalén en el pensamiento y los planes de Dios es innegable. La ha escogido para habitar en ella y no la abandonará.

210 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCVII) – Zacarías (1)

En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de YHVH al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: (Zacarías 1:1)

         Hageo y Zacarías, además de contemporáneos, son profetas de la restauración. Exhortaron al pueblo que había regresado de Babilonia para cobrar ánimo en la reedificación del templo; pero su profecía tiene un alcance mayor.

El libro de Zacarías es uno de los que más se menciona en el Nuevo Testamento, alrededor de cuarenta veces. Nacido seguramente en Babilonia, nuestro profeta, además de este ministerio, era sacerdote, como ocurre en algunos otros. Su profecía se inicia alrededor del año 520 a.C. y el tiempo que duró su ministerio fue de unos cuatro años.

Zacarías significa «El Señor recuerda». El Dios de Israel no había olvidado a su pueblo aunque habían pasado setenta años de cautiverio en tierra extraña. La palabra de Dios contiene tiempos de vivificación cuando cobra vida de nuevo activando  nuevamente el plan orquestado. Era tiempo de regresar y edificar. El pacto hecho con Abraham y su descendencia seguía vigente, y uno de sus aspectos esenciales tiene que ver con la tierra que el Señor prometió a su amigo, donde regresarían una vez consumado el juicio por la desobediencia.

En este libro nos encontramos con mensaje proféticos acerca del Mesías venidero en su primera y segunda venida. En cuanto a la primera aparece la entrada del Mesías en Jerusalén cabalgando sobre un asno (9:9). Se menciona que sería vendido por treinta monedas de plata (11:12,13). Se anuncia  su muerte como pastor herido (13:7). También se reseña su regreso al monte de los Olivos (14:4). Y muchas otras profecías acerca del reinado milenial (14:9) que iremos viendo en los próximos capítulos.

En el primer capítulo vemos ya algunos indicios que apuntan lo que será una constante a lo largo de todo su contenido: el alcance de su mensaje supera los días del autor y llega hasta el retorno del Mesías. Así ha dicho YHVH: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa… Clama aún, diciendo: Así dice YHVH de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará YHVH a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén (1:16,17).

Es evidente que en los días de Zacarías vieron una parte de esta restauración de la ciudad que el Señor había escogido para poner en ella su nombre; pero la dimensión más amplia está reservada para los días de abundancia y consolación que en plenitud pertenecen a la era mesiánica (Is.40:1).

         Zacarías es uno de los profetas que con más profusión nos habla de las dos venidas del Mesías. Su mensaje tiene un alcance local y universal.

209 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XCVI) – Hageo (3)

Habla a Zorobabel gobernador de Judá, diciendo: Yo haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano. En aquel día… (Hageo 2:21-23)

         Temblar, trastornar, destruir. Temblores en los cielos y la tierra. ¿Cómo podemos interpretarlo? Parece como si las fuerzas de la naturaleza se rebelaran contra la maldad de los hombres, que han detenido con injusticia la verdad. Parece también los gemidos y dolores de parto de la creación por su redención y liberación (Ro.8:20-23). Me recuerdan las palabras de Jesús cuando dijo: habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra (Lc.21:25,26). Me recuerdan los días que estamos viviendo con todas sus convulsiones de distinta índole.

Y sigue el profeta. Los reinos de este mundo trastornados y su fuerza destruida. Recuerdo aquí las palabras del apóstol Juan en la voz de la trompeta del séptimo ángel: Hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos (Ap. 11:15) (Heb.12:26,27).

La soberbia de las naciones y sus gobernantes, que durante tanto tiempo han ejercido potestad sobre ellas, enseñoreándose más allá de la autoridad delegada recibida, son reducidas a su verdadera pequeñez; como dijo Isaías: He aquí las naciones le son como la gota de agua que cae en el cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas… como nada son todas las naciones delante de él (Is.40:15,17). La soberbia las confunde. Y siempre enemigas de Israel, la niña de sus ojos. Porque las naciones han maltratado a Israel «mi primogénito», y como hijos de Faraón serán heridas.

Todo su poderío en el que se apoyan para promover un gobierno mundial, ejercer dominio sobre los hombres y mujeres creados a semejanza de Dios; toda su naturaleza babilónica, hechicera, ocultista, codiciosa e inicua, llena de maldad y arrogancia será reducida a polvo; sus armas: carros, jinetes, caballos, espadas, se volverán contra sí mismos.

El antisemitismo que ha alimentado el odio irracional hacia Israel será diluido en aquel día. Hageo lo hace saber a Zorobabel, antepasado del Mesías, de la casa de David, a quien esperamos para que establezca su reino mesiánico, derrotados todos sus enemigos. Amén.

         Los temblores y trastornos darán lugar a una era de paz y bienestar.