El pecado atrae la ira de Dios
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad (Romanos 1:18 LBLA)
El apóstol Pablo fue quién mayor revelación recibió del evangelio de Dios. Él lo llama «mi evangelio». Vivió por y para el evangelio, para que la verdad revelada permaneciese a la siguiente generación, y a través de sus cartas a todas las generaciones. En la carta a los Romanos hace la mejor y más amplia exposición que tenemos en la Biblia sobre el misterio que estaba oculto desde tiempos eternos. Así lo expresa al final de su epístola. Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe (Rom. 16:25,26).
El evangelio es un misterio revelado en las Escrituras. Estaba oculto, sin revelar en su totalidad, pero ahora ha sido manifestado por la predicación para ser dado a conocer a todas las naciones.
Un misterio oculto necesita revelación para ser comprendido. La revelación viene por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios cuando el hombre escucha el mensaje y se arrepiente de sus pecados. Y el comienzo del mensaje, según la exposición que hace Pablo en Romanos, es acerca de la ira de Dios contra la impiedad de los hombres. Por tanto, la predicación del evangelio comienza en la ira de Dios.
Cuando apareció Juan el Bautista les dijo a las multitudes: Quien os enseñó a huir de la ira venidera (Lc.3:7). Pablo le dijo a los tesalonicenses que Jesús nos libra de la ira venidera (1 Tes.1:10). El apóstol Juan dice en su evangelio que el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él (Jn.3:36).
Y ¿por qué está airado Dios? Por el pecado de los hombres que con impiedad e injusticia detienen la verdad. Por eso está escrito: Habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, porque Él ha establecido un día en el cuál juzgará al mundo con justicia, por medio de un Hombre a quién ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos (Hch. 17:30-31).
El pecado del hombre le mantiene bajo la ira de Dios, por ello necesitamos un redentor, Jesús, quien nos libra de la ira venidera.