3 – LA REDENCIÓN – El pecado atrae la ira de Dios

La locura de la cruzEl pecado atrae la ira de Dios

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad  (Romanos 1:18 LBLA)

El apóstol Pablo fue quién mayor revelación recibió del evangelio de Dios. Él lo llama «mi evangelio». Vivió por y para el evangelio, para que la verdad revelada permaneciese a la siguiente generación, y a través de sus cartas a todas las generaciones. En la carta a los Romanos hace la mejor y más amplia exposición que tenemos en la Biblia sobre el misterio que estaba oculto desde tiempos eternos. Así lo expresa al final de su epístola. Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe (Rom. 16:25,26).

El evangelio es un misterio revelado en las Escrituras. Estaba oculto, sin revelar en su totalidad, pero ahora ha sido manifestado por la predicación para ser dado a conocer a todas las naciones.

Un misterio oculto necesita revelación para ser comprendido. La revelación viene por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios cuando el hombre escucha el mensaje y se arrepiente de sus pecados. Y el comienzo del mensaje, según la exposición que hace Pablo en Romanos, es acerca de la ira de Dios contra la impiedad de los hombres. Por tanto, la predicación del evangelio comienza en la ira de Dios.

Cuando apareció Juan el Bautista les dijo a las multitudes: Quien os enseñó a huir de la ira venidera (Lc.3:7). Pablo le dijo a los tesalonicenses que Jesús nos libra de la ira venidera (1 Tes.1:10). El apóstol Juan dice en su evangelio que el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él (Jn.3:36).

Y ¿por qué está airado Dios? Por el pecado de los hombres que con impiedad e injusticia detienen la verdad. Por eso está escrito: Habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, porque Él ha establecido un día en el cuál juzgará al mundo con justicia, por medio de un Hombre a quién ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos (Hch. 17:30-31).

         El pecado del hombre le mantiene bajo la ira de Dios, por ello necesitamos un redentor, Jesús, quien nos libra de la ira venidera.

2 – LA REDENCIÓN – Sin pecado no se necesita redención

La locura de la cruzSin pecado no se necesita redención

Pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado (Romanos 5:13 RV60)

La redención es consecuencia de una condena. Si no ha habido condena no es necesaria redención de la pena. Esto lo saben muy bien los que han pasado por la cárcel. Redimir condena es acortar el tiempo de privación de libertad. Cumplir la condena en su totalidad significa poder salir en libertad, el pago está realizado.

La redención que ha hecho Jesús a favor de los hombres es completa, alcanza para toda la condena recibida. Pero si hay condena es porque antes ha habido un delito, y si hay delito es porque se ha transgredido una ley, y si hay una ley es porque existe una naturaleza pecaminosa que la necesita para limitar sus efectos. Es la naturaleza de pecado, el resultado de la caída. Hemos heredado una naturaleza de pecado que nos inclina al mal, nos puede, nos esclaviza, por tanto, necesitamos redención de la esclavitud del pecado, es decir, la naturaleza que nos domina e impide hacer la voluntad de Dios.

Si el hombre excluye de su pensamiento la realidad del pecado y lo enmascara con argumentos filosóficos y elucubraciones diversas, nunca verá la necesidad de un Redentor, un Libertador, un Salvador.

La doctrina del pecado es fundamental para el anuncio del evangelio, sin ella no hay de qué redimir, por tanto, el evangelio se convierte en un mensaje agradable para vivir de la mejor forma posible, sacar provecho al beneplácito de Dios sin pretender la regeneración y el cambio de naturaleza. Este ha sido y es el intento continuado de todas las religiones alejadas de la revelación de Dios. Este evangelio se predica en muchas iglesias hoy. Es un mensaje popular, dirigido al hombre caído para ayudarle a vivir bien pero sin llevarlo a la muerte completa para poder resucitar en novedad de vida. Para esto último necesitamos la redención de Jesús.

Nuestro mensaje ha quedado diluido ofreciendo principios y métodos para poner parches a una naturaleza que solo tiene un destino: la muerte. Sin muerte no ha redención. El pecado nos ha conducido a la muerte, la separación de Dios. La paga del pecado es muerte. Nuestro Redentor tenía que participar de la muerte, a causa del pecado del hombre, para librar a todos los que por el temor a la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre. Nacemos muertos por causa del pecado. Necesitamos redención de la muerte y del pecado que nos tiene atados a una forma de vida alejada de Dios.

         Si obviamos el pecado, (la naturaleza caída del hombre), la redención viene a ser una opción en lugar de la liberación que necesitamos como cuestión de vida o muerte.               

1 – LA REDENCIÓN – Introducción

La locura de la cruzIntroducción

Y edificó Noé un altar al Señor…  (Génesis 8:20 LBLA)

Una vez que el juicio se ha consumado viene un tiempo de depuración y regeneración. Después que las aguas del diluvio anegaron la tierra, el Señor hizo un pacto con Noé. Ese pacto incluye no volver a destruir la tierra mediante agua, y le dio como señal el arco iris para recordar dicho pacto. El hombre y la tierra han sido depurados y regenerados mediante el juicio de Dios. Este principio lo encontramos a menudo en la Escritura.

Dios juzgó a Egipto con el fin de que dejara salir a su pueblo para servirle. Dios juzgó a Israel depurando la tierra que le había dado enviándolos 70 años a Babilonia para que la tierra descansara por no haber cumplido la ley del reposo (2 Crónicas 36:21). Dios ha juzgado a todos los imperios y naciones en diversos momentos cumpliendo así toda justicia por su iniquidad, y depura al hombre enseñándole las consecuencias de su propia maldad. La historia está llena de esta verdad, aunque el hombre y los historiadores nunca aprenden ni sacan las conclusiones oportunas.

Una vez depurada la tierra por el agua del diluvio, hemos visto que Dios hizo un pacto con Noé, y encontramos que esta es la forma de actuar de Dios con el hombre, lo hace a través de pactos. La Biblia nos habla de diversos pactos, podríamos ver la relación siguiente: el pacto con Noé, el pacto con Abraham, el pacto con Moisés, el pacto con David y llegamos así al Nuevo Pacto, establecido a través del Hijo de Dios y su sangre derramada en la cruz del Calvario.

Los pactos tienen que ver con la redención de Dios hacia los hombres. La redención se establece mediante un pacto expiatorio. Sin derramamiento de sangre no hay expiación. Noé, una vez salió del arca, lo primero que hizo fue un altar. Y edificó Noé un altar al Señor, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofició holocaustos en el altar (Gn.8:20). No podemos hacer un recorrido de cada uno de estos pactos, pero lo que haremos a partir de esta nueva serie es centrarnos en la redención, la redención del pecado del hombre después de la caída, nos ocuparemos de la redención final, la que llevó a cabo el Hijo de Dios, nuestro Mesías y Salvador. Para ello regresaremos a la epístola de Pablo a los Romanos, donde tenemos la mejor exposición del evangelio de Dios mediante la redención que es en Cristo Jesús.

         La redención del hombre tiene como base un pacto, un nuevo pacto, hecho una vez y para siempre, habiendo obtenido eterna redención.

NOTA INFORMATIVA – Meditaciones

CedroNOTA INFORMATIVA – Meditaciones

Hola a todos.

Durante las dos próximas semanas no podré enviar las meditaciones habituales. Hemos acabado la Serie “Después de la caída”; la próxima que enviaré será “La Redención”.

Recordaros también que cada día, de lunes a viernes, a las 8 de la tarde, hora española, podéis sintonizar RADIO BEREA FM – 92.1 a través de Internet, dónde se emite el programa “Momentos para la Reflexión” con las distintas series del tema: “Qué es el hombre” (el devenir humano desde antes de nacer hasta después de morir). Son tres minutos de reflexión directa que puedes compartir con tus amigos y contactos en las Redes.

El enlace es el siguiente: http://www.bereafm.net/

Saludos: Virgilio Zaballos – España

15 – DESPUÉS DE LA CAÍDA (Final) – La paciencia de Dios duró cien años

Después de la caídaLa paciencia de Dios duró cien años

Y Noé tenía quinientos años, y engendró a Sem, a Cam y a Jafet… Y Noé hizo conforme a todo lo que el Señor le había mandado. Noé tenía seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra  (Génesis 5:32 y 7:5,6 LBLA)

El recorrido del mal desde la caída del hombre demuestra con toda nitidez que el desarrollo del pecado se tornó muy veloz. Dios acortó los días de vida de más de novecientos años a ciento veinte; primer juicio. En vista que el intento del corazón del hombre era siempre el mal, tuvo que tomar una medida más drástica. Le pesó en su corazón y tuvo tristeza por el devenir humano, entonces decidió comenzar de nuevo.

Halló a Noé, un hombre justo en medio de la maldad predominante, para encargarle que hiciera un arca porque la tierra iba a ser pasada por agua destruyendo todo ser viviente que no estuviera dentro de ella. Este proceso al parecer duró unos cien años. Desde que Dios le encargó a Noé la construcción del arca, hasta que el arca se cerró, pasaron alrededor de cien años. Un periodo suficiente para que aquella generación viera la madera del arca –semejante a la cruz− delante de sus ojos. La locura estaba en que nunca había llovido sobre la faz de la tierra. Siempre hay locura en el mensaje de la cruz. Dios enloquece la sabiduría de los hombres y escoge salvarlos por la predicación del evangelio.

Para la generación de Noé el mensaje era creer en el juicio venidero, creer que un día llovería y lo haría de tal forma que todo quedaría anegado en agua, poniendo obras a esa fe entrando en el arca. Sin embargo, no lo hicieron. Y esa misma fe, la que sí tuvo Noé, condenó al mundo. Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por lo cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe (Hebreos 11:7).

El apóstol Pedro recoge el mismo mensaje para recordarnos que de la misma manera que se burlaron los hombres en los días de Noé, se burlaban en su propio tiempo y se burlarán en los nuestros. Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas, por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua… El Señor no se retarda en cumplir su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento (2 Pedro 3:5-9).

         La paciencia de Dios es grande pero limitada en el tiempo. Hoy es día de salvación, el arca está abierta, la invitación hecha, ven a Jesús y se salvo.  

14 – DESPUÉS DE LA CAÍDA – La corrupción activa el juicio de Dios

Después de la caídaLa corrupción activa el juicio de Dios

Entonces dijo Dios a Noé: He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra. Hazte un arca…  (Génesis 6:13,14 LBLA)

El juicio de Dios en los días de Noé no se ha vuelto a repetir nunca más en la historia de la humanidad. Aunque sí tenemos indicaciones de que la forma de vida de la generación de Noé es semejante a la de los días anteriores a la venida del Hijo del Hombre (Lucas 17). Deberíamos preguntarnos cómo era la generación de Noé y qué similitudes pudiera tener con la nuestra. Para responder a esta pregunta debemos recordar que otro de los juicios terribles de Dios sobre los hombres fue en las ciudades de Sodoma y Gomorra. Ambas generaciones tienen aspectos comunes, por tanto, meditemos y aprendamos.

Uniendo los dos casos, el de los días de Noé y los de Lot, vemos que hay una secuencia similar en su forma de vida: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y construían hasta el mismo día del juicio. Una vida centrada en sí mismos, orientada a los placeres y el enriquecimiento. A esto hay que añadirle corrupción, violencia, y otros pecados que menciona el profeta Ezequiel como detonantes del juicio sobre Sodoma: He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: −dice el profeta− arrogancia, abundancia de pan y completa ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado, y se enorgullecieron y cometieron abominaciones delante de mí. Y cuando lo vi las hice desaparecer (Ezequiel 16:49,50).

Al unir todo ello encontramos demasiadas similitudes con las formas de vida de nuestra propia generación. Una vida hedonista dirigida al enriquecimiento y el lucro personal; egoísta, ociosa, soberbia. La ociosidad produjo todo tipo de pasiones carnales. Cuyo dios era su vientre. Sin interés por los más necesitados. Amadores de sí mismos. Es la lista del carácter de los hombres en los últimos tiempos que menciona Pablo en Timoteo.

En definitiva, una sociedad tan parecida a la actual que abruma. El juicio está a las puertas. El arca ya se ha construido y levantado, fue en el monte Calvario, donde −también de madera, como el arca− se levantó una cruz, y en ella al Hijo de Dios, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna, huyendo así de la ira venidera. Jesús es nuestro Noé. La gracia es el arca que está abierta para huir de la destrucción que se avecina. Dios no ha cambiado, es paciente, esperando que vengamos al arrepentimiento y el conocimiento de la verdad.

         Cuando los juicios de Dios se acercan los habitantes del mundo aprenden justicia (Isaías 26:9). Es tiempo de buscarle con diligencia.

13 – DESPUÉS DE LA CAÍDA – La corrupción no pasa desapercibida en el cielo

Después de la caídaLa corrupción no pasa desapercibida en el cielo

Y miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra  (Génesis 6:12 LBLA)

Cuando dice el texto que Dios miro a la tierra en realidad se entiende que está viendo el modo de actuar de los hombres que la habitan. La naturaleza humana corrompida emite un olor tan desagradable que llega hasta el cielo. El pecado sube hasta la presencia de Dios. Tenemos muchos ejemplos de ello en la Escritura. Lo vemos en el caso de los cananeos (Gn.15:16). Lo vemos en los días de Noé. También en las ciudades de Sodoma y Gomorra. Como está escrito: El clamor de Sodoma y Gomorra ciertamente es grande, y su pecado es sumamente grave. Descenderé ahora y veré si han hecho en todo conforme a su clamor, el cual ha llegado hasta mí; y si no, lo sabré (Gn.18:20-21).

Los ángeles enviados por Dios a Sodoma y las ciudades vecinas dieron este informe: Vamos a destruir este lugar, pues su clamor ha llegado a ser tan grande delante del Señor, que el Señor nos ha enviado a destruirlo (Gn. 19:13). Cuando el hombre se aparta del propósito de Dios su camino se corrompe con facilidad y rápidamente; se extravía, conduciéndose a su propia destrucción.

Dios le dio un propósito al hombre: Cultivar y cuidar la tierra (Gn.2:15). Después de la caída ese propósito no cambió (Sal. 104:23), aunque lo haría con trabajo y sudor (Gn. 3:17-19). Debería dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer, ser una cola carne. En lugar de ello, el desarrollo del pecado produjo tal deterioro que trastornó los caminos y la voluntad de Dios para el hombre. Entonces las pasiones carnales le condujeron a la degeneración sexual, la corrupción y la violencia. ¡Cuánta soberbia en el hombre moderno teniendo por anacrónico el mensaje bíblico! No hay nada nuevo debajo del sol.

El humanismo predominante de hoy busca su propia realización alejado de los principios morales. Contraviene y corrompe el propósito original para luego pretender que el universo le sea favorable. Cuando el hombre pervierte su camino lejos de Dios está poniendo los cimientos para la corrupción en la tierra que deriva en su propia destrucción. Burlar las leyes divinas no pasa desapercibo en el cielo. Como dice nuestro texto: Miró Dios a la tierra. Corromper los principios morales y universales, −la ley natural−, legislando contra la conciencia que Dios ha puesto en el ser humano no es más que acelerar la corrupción y torcer los caminos del hombre.

         Hay camino que al hombre le parece recto, pero su final es camino de muerte.  Jesús nos devuelve a las sendas antiguas. Él es el camino al Padre.

12 – DESPUÉS DE LA CAÍDA – El pecado corrompe la tierra y la llena de violencia

Después de la caídaEl pecado corrompe la tierra y la llena de violencia

Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia  (Génesis 6:11 LBLA)

El pecado del hombre corrompe la tierra. La tierra no se envilece por sí  misma si no que sufre los efectos de la acción humana. Hay una conexión evidente entre la moral humana y el deterioro del medio ambiente. Dios creó la tierra como una habitación para ser habitada por el hombre. En ella puso todo tipo de provisión, con una inmensidad de recursos naturales que el hombre tenía que gestionar y administrar. Pero la falta de integridad trae consigo la perversión de todo lo que se hace.

El efecto corrosivo del pecado no se detiene en el hombre, sino que desde la corrupción del ser humano alcanza al medio en el que vive y lo llena de violencia. La violencia engendra muerte antes de tiempo, caos y aflicción. Ese es el escenario en el que el príncipe de la potestad del aire se mueve, por ello está tan interesado en pervertir el corazón del hombre. Todo este proceso se inicia en el epicentro del ser, el corazón, el interior de la persona, por ello la Escritura nos exhorta: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (Pr. 4:23).

La naturaleza de pecado tiene un fin último: producir las condiciones de caos, corrupción y violencia para acelerar el reino de muerte y destrucción. Esta es la naturaleza de Satanás. El es homicida desde el principio. Ha venido a matar y destruir. Lo hace mediante los hijos de desobediencia; genera el juicio justo de Dios, porque el hombre es responsable de sus propios actos, tiene voluntad propia aunque esté manipulada y sojuzgada por la ley del pecado que ha invadido su ser.

Los juicios de Dios son tiempos de depuración. La tierra misma será libertada de la corrupción y vanidad a la que fue sometida mediante la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Una vez más vemos la interrelación entre la creación natural y la creación del hombre. La creación gime y sufre dolores de parto para ser liberada de la corrupción. La sangre derramada de Abel en la tierra levantó una voz que fue oída en el cielo (Heb. 12:24). Sangre derramada por la violencia de un hombre corrompido en su naturaleza interior. Hoy vivimos también la manifestación de ese binomio: corrupción y violencia. Parecen ser hermanas gemelas. Recuerda que estamos meditando en la generación de Noé, de la que Jesús dijo que sería similar a la que precede a su venida.

         Una sociedad corrompida se llena rápidamente de violencia. No seamos tan ligeros enjuiciando la moral cristiana que siempre actúa como salero de toda corrupción. Pero si la sal se vuelve insípida…

11 – DESPUÉS DE LA CAÍDA – Una generación corrupta no impide andar con Dios

Después de la caídaUna generación corrupta no impide andar con Dios

Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios  (Génesis 6:9 LBLA).

El texto bíblico hace una especie de paréntesis entre la mucha maldad de los hombres (Gn.6:5), y una tierra corrompida llena de violencia. En medio nos encontramos un hombre con otro espíritu, otra forma de actuar. Un justo que no se ha dejado corromper por el medio que le rodea, no le afecta la influencia degradante de sus contemporáneos, sino que haya gracia.

Noé era un hombre justo, con el carácter del Padre. Noé andaba con Dios. La maldad predominaba, los pensamientos de los hombres estaban de continuo inclinados al mal, sin embargo, Dios encuentra un hombre que vive de otra forma. La vida de Noé no pasó desapercibida para Dios, atrajo su atención, el cielo se movió en dirección a Noé.

El sexo era la nota predominante, la promiscuidad sexual dominaba aquella generación, sin embargo, Noé, que tenía mujer e hijos, no participó de ese espíritu promiscuo. Noé andaba con Dios. A este hombre le llegaban noticias de las formas de vida de sus coetáneos. «Los medios de comunicación» anunciaban una y otra vez la violencia generalizada de aquella generación; la bolsa subía y bajaba; el consumo estaba en su punto más alto, por tanto, había trabajo, las «fábricas» producían a pleno rendimiento. Los banquetes proliferaban, había bacanales, fiestas por cualquier excusa (cumpleaños, comuniones, bodas, aniversarios) eran una proyección cotidiana de aquella sociedad desenfrenada en los placeres de la carne. Sin embargo, todo aquello no impidió que Noé anduviera con Dios.

El entorno corrupto y el mal generalizado no es motivo para caer en la permisividad imperante. El pecado no se enseñoreará de vosotros si vivís bajo la gracia de Dios. Los miembros de nuestro cuerpo no obedecen a la injusticia si andamos en novedad de vida, bajo el régimen del Espíritu. Noé andaba con Dios bajo el gobierno del Espíritu. El apóstol dice: Andar en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. Es posible.

Daniel vivió en medio de una Babilonia presuntuosa, rica y llena de posibilidades para enriquecerse de forma rápida, pero propuso en su corazón no contaminarse. A ellos la gracia destinada ya les había alcanzado, esa gracia que los profetas anunciaron (1 Pedro 1:10-11), y que ahora se ha manifestado para salvación a todos los hombres. La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo, pero su manifestación ya estuvo presente en los días de Noé.

         Podemos andar con Dios en medio de nuestra generación, afirmados en su gracia que nos sustenta y es más fuerte que el pecado predominante.

10 – DESPUÉS DE LA CAÍDA – Donde abunda el pecado sobreabunda gracia

Después de la caídaDonde abunda el pecado sobreabunda la gracia

Mas Noé halló gracia ante los ojos del Señor  (Génesis 6:8 LBLA)

La generación de Noé estaba entregada al pecado, a los placeres de la carne y la disolución de una vida desenfrenada. Predominaban las multitudes inclinadas al mal. Su pecado era de tal magnitud que llegó al cielo, y a Dios le pesó haber creado al hombre. Dios quedó entristecido ante la dimensión de la maldad. Por tanto, Él no siempre está contento. El carácter santo de Dios no le permite alegrías cuando su creación más elevada está entregada al vicio.

El carácter justo de Dios no tolera la injusticia, el abuso y la iniquidad de unos contra otros. No nos engañemos. Dios no siempre calla de amor. No siempre se regocija sobre ti con cánticos. Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre siembra eso siega. Dios manda a todos los hombres que se arrepientan de su pecado para que puedan entrar en el «arca», en la expiación que ha preparado en la cruz del calvario. Hay condiciones, mandamientos, y provisión.

La gracia de Dios supera el poder del pecado. La misericordia triunfa sobre el juicio, aunque no tendrá por inocente al culpable. Una sociedad entregada al vicio no pasa desapercibida delante de un Dios justo y santo. Hay gracia. Noé halló gracia ¿por qué? porque era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios (Gn.6:9).

La gracia vive en medio de gran pecado. Es posible vivir en una sociedad embriagada de vicio y maldad y andar con Dios. La gracia de Dios en el hombre es más fuerte que el pecado de una sociedad entera. Sublime gracia. Inmensa gracia. Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. La provisión de Dios para su pueblo que vive rodeado de violencia, enriquecimiento ilegítimo, placeres y bienestar carnal, no es llenarlo de más placeres mundanos, sino colmarlo de su gracia. ¡Bástate mi gracia! Noé halló gracia ante los ojos del Señor.

La gracia que halló Noé fue el resultado de la vista de Dios. El Señor veía su vida entrelazada en una generación torcida y perversa, y en medio de esa situación Noé resplandecía como un luminar en el mundo que le rodeaba. He aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia (Sal. 33:18 LBLA). La gracia es anterior a la ley y se alimenta de las obras de la fe. Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por lo cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe (Hebreos 11:7).

         La gracia de Dios se ha manifestado para salvación; nos enseña que renunciemos a la impiedad y los deseos mundanos viviendo en la piedad.