171 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LVIII) – Joel (4)

Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo…  (Joel 3:1-3)

         La Escritura enseña que el presente siglo malo se dirige inexorablemente a una batalla final. Esa guerra tiene a Israel como foco central. La tierra de Israel. Habrá una convergencia de naciones que se reunirán contra el pueblo de Dios y vendrán impulsados como un resorte hacia el conflicto que se avecina. De la misma manera que fueron impulsados al arca los animales el día del diluvio, serán impelidas las naciones contra Israel. En aquella ocasión para preservar las especies, en esta para depurar a los pueblos por el trato dado al pueblo de las promesas. Vivimos muy cerca de estos sucesos si atendemos al desarrollo progresivo de odio que se está gestando en el mundo contra Israel.

Las Naciones Unidas, organismo creado para evitar guerras, no cesa en sus resoluciones contra el Estado sionista. Se ha negado desde la Unesco todo vínculo de la ciudad de Jerusalén con la Historia de Israel, y por tanto, de la iglesia de Dios. El movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) sigue avanzando en la mayoría de naciones contra los intereses de Sion, atesorando en su matriz el odio y antisemitismo antiguo. Los árabes, mediante el islam, quieren erradicar a los judíos de la faz de la tierra. Europa presiona al gobierno de Tel-Aviv para que divida su tierra en dos estados. Por todas partes es más fácil el acercamiento a la causa palestina que al reconocimiento del mensaje de los profetas del Señor.

Hay una presión mundial para oponerse al plan de Dios. El viejo argumento ¿Conque Dios ha dicho? (Gn.3:1) se repite siempre en el padre de la mentira para negar la voluntad divina. La fuerza de la mentira domina el mundo. Pero Dios entrará en juicio con todas las naciones «a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad». ¿Por qué? Porque esparcieron entre las naciones [a Israel], y repartieron mi tierra; echaron suertes sobre mi pueblo. La soberbia de los gobernantes no pasa desaperciba al Dios de las naciones. Está escrito: tomará venganza de sus enemigos, y hará expiación por la tierra de su pueblo (Dt.32:43). El valle de Josafat será testigo de su juicio. La batalla que derrotará a sus enemigos y dará inicio a una nueva era de justicia y paz.

         Los acontecimientos mundiales van perfilando las condiciones que culminarán en una batalla final en el valle de Josafat.

170 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LVII) – Joel (3)

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán… soñarán sueños… verán visiones… Derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo… Antes que venga el día grande y espantoso de YHVH. Y todo aquel que invocare el nombre de YHVH será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación  (Joel 2:28-32)

         Esta profecía es muy conocida porque fue usada por el apóstol Pedro el día de Pentecostés. El apóstol identificó aquellos días con el derramamiento del Espíritu en la fiesta de Shavuot (Pentecostés), fiesta de las primicias, que anuncia el futuro de una gran cosecha. Por tanto, esta profecía no se ha cumplido en su totalidad, sino que el derramamiento del Espíritu en Jerusalén fue las primicias; anunciando un día cuando llegue la plenitud del Espiritu, que no es otro que el día de la era mesiánica.

A lo largo de la historia de la iglesia ha habido distintos derramamientos del Espíritu en diferentes lugares y personas, pero nada comparable con lo que habrá de venir. Un día cuando el Espíritu se derrame sobre toda carne. Habrá una manifestación gloriosa de Dios en forma de profecías, sueños y visiones. Prodigios en el cielo y en la tierra. Todo ello como inicio del día grande del Señor, cuando todo aquel que invoque su nombre será salvo.

Estamos ante la mayor cosecha de personas salvadas de toda la historia. Habrá salvación en el monte de Sion y Jerusalén; como anunciaron los profetas Isaías y Miqueas, porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del YHVH (Is.2:3) (Miq.4:2).

Vivimos el tiempo de las primicias del Espíritu. El reino de Dios en nuestros corazones, sellados con su Espíritu como propiedad de Dios. Hemos sido iluminados y gustado el don celestial; hemos sido hechos partícipes del Espíritu Santo; hemos gustado la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero (Heb.6:4,5); pero aún esperamos el día de la plenitud del Espíritu.

Joel anunció a los hijos de Sion la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio (2:23). El día del Señor será un día ―no creo que de 24 horas literales― cuando convergen una diversidad de sucesos. Por un lado hay juicio, por otro derramamiento del Espíritu. Hay condenación y salvación. Distintas recompensas. Juicio a las naciones y restauración de Israel en su tierra y a su Dios. Hemos visto las primicias, lo cual anuncia una gran cosecha postrera. El día de la redención final y era mesiánica.

         El pequeño libro de Joel contiene una diversidad de sucesos contrapuestos que resumen la variedad de sucesos del día del Señor.

169 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LVI) – Joel (2)

Y YHVH, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá YHVH, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones  (Joel 2:18,19)

         Después del juicio la restauración. El profeta Joel anuncia un juicio terrible sobre la tierra de Judá, por ello ha convocado al pueblo a una gran asamblea de ayuno y oración para pedir perdón y convertirse a YHVH. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él? (2:14). Una de las peticiones concretas ha sido para que el pueblo de Dios no sea entregado al oprobio de las naciones y que no se enseñoreen de ella (2:17).

Y es en este momento cuando el mensaje de Joel se vuelve anuncio de restauración y liberación para su pueblo. El lenguaje no deja lugar a dudas que estamos ante un tiempo nuevo para Israel y Judá. Día de restauración. El Señor será solícito por su tierra; perdonará a su pueblo; les enviará pan, mosto y aceite para que se sacien y nunca más sean el oprobio entre los pueblos (2:17,18). El antisemitismo se acabará. Quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra (Is. 25:8).

Es evidente que este tiempo aún no ha llegado. El antisemitismo sigue creciendo exponencialmente en todas las naciones. La presión sobre Israel sigue aumentando. El movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) trata de estrangular la economía del país, marginando a Israel como Estado paria. Los profetas de Israel han anunciado restauración. El día del Señor, grande y manifiesto, cuando después de los juicios sobre todas las naciones, vengan tiempos de restauración y refrigerio a su tierra (Hch.3:19-21).

Las naciones quieren repartir Eretz Israel (3:2) abogando por una solución al conflicto árabe-israelí con la partición en dos estados, uno judío y otro palestino. Esta postura atrae el juicio de Dios sobre las naciones. Pero se anuncian grandes cosas el día de su restauración (2:21). Los pastos del desierto reverdecerán, los árboles llevarán fruto, la higuera y la vid también darán sus frutos (2:22).

Estamos asistiendo al inicio de esta restauración en la tierra de Israel, no hay más que ver cómo ha reverdecido la tierra desde que los judíos regresaron y se proclamó el Estado moderno de Israel en 1948. El Señor restituirá los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta. Comerán hasta saciarse y alabarán el nombre de YHVH, el cual hizo maravillas con vosotros. Conocerán que no hay otro Dios como el Dios de Israel, y nunca más serán avergonzados (2:25-27).

         El Señor está solícito por su tierra, perdonará a Israel y nunca más serán el oprobio de las naciones. Cesará el antisemitismo. El día ha llegado.

168 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LV) – Joel (1)

Palabra de YHVH que vino a Joel, hijo de Petuel… Proclamad ayuno, convocad asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de YHVH vuestro Dios, y clamad a YHVH… Tocad trompeta en Sion… porque viene el día de YHVH, porque está cercano… porque grande es el día de YHVH, y muy terrible, ¿quién podrá soportarlo?  (Joel 1:1, 14; 2:1,11)

         Entramos ahora en el contenido de la profecía de Joel. Este libro es uno de los que no se conoce la fecha de su composición. Tampoco se sabe gran cosa de la biografía de su autor, salvo que era hijo de Petuel, y seguramente profetizó sobre Judá. Joel significa YHVH es Dios. Se cree que fue uno de los primeros profetas escriturales, y muchos expositores bíblicos concuerdan en situar el tiempo de su profecía en el periodo de los primeros profetas de Israel.

Estamos, por tanto, ante una voz profética casi anónima. Aunque los datos biográficos siempre arrojan luz sobre su contexto histórico y ayudan a comprender su contenido, en el caso de Joel el mensaje es alto y claro. Se inicia con el anuncio de un juicio sobre la tierra de Judá de un ejército devastador en forma de plaga de oruga, saltón, revoltón y langosta. No hay una postura definitiva en cuanto a si esta plaga era literal, o una alegoría de un ejército invasor. Su literalidad concuerda con los juicios anunciados por el Señor sobre Israel en el caso de desobediencia al pacto (Dt.28:38-42).

En cualquier caso el anuncio de juicio es evidente y claro. Como lo es también el llamamiento  a proclamad ayuno; convocad asamblea; congregar a los ancianos y todos los moradores de la tierra en la casa de YHVH para clamar por su liberación. Tenemos aquí un principio que se repite por toda la Escritura. Si se humillare mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (2 Cr.7:14).

Es un llamamiento urgente por la inminencia del día del Señor. Y ese día es de juicio. Terrible. ¿Quién podrá soportarlo? Hasta en cinco ocasiones anuncia Joel ese día (1:5) (2:1,11,31) (3:14). Muchos otros profetas lo anunciaron también, y siempre está vinculado al juicio de Dios, el día de su ira; de tinieblas y no de luz (Amós 5:20). Un día anterior a la llegada del Mesías (Mal.4:5). El día de venganza (Is.61:2). Jesús lo llama el día postrero (Jn.6:39,40,44,54). Pablo y Pedro lo llaman el día del Señor (1 Tes.5:2) (Fil.1:6,10; 2:16) (2 P.3:10). Un día en el que convergen una serie de acontecimientos finales.

         La voz del profeta anuncia la necesidad de convocar ayuno y clamor antes de los juicios del día del Señor sobre la tierra.

167 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LIV) – Isaías (40)

Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo YHVH  (Isaías 65:24,25)

Maimónides, uno de los grandes eruditos judíos de todos los tiempos, natural de Córdoba, nacido hace unos 850 años, en su trabajo trascendental, una codificación de la ley judía llamada Mishné Torá, hace un comentario sobre la era mesiánica en estos términos: «Los sabios y profetas no desearon la era mesiánica para regir sobre el mundo ni para subyugar a las naciones, sino para ser libres para perseguir la Torá y su sabiduría. En ese tiempo no habrá hambre ni guerra, no habrá celos ni conflictos. El mundo entero estará ocupado adquiriendo el conocimiento de Dios, como dice: El mundo estará lleno del conocimiento de Dios como las aguas cubren el mar (Isaías 11:9)».

Esa esperanza está reseñada ampliamente, como estamos viendo, en el libro del profeta Isaías. Algunos detalles más aparecen en estos dos últimos capítulos. La vida de oración será intensa; sin la resistencia del diablo, que permanece atado en ese tiempo, la oración fluirá hacía el trono de Dios y sus respuestas llegarán con gran rapidez. Antes que clamen, responderé yo. Su oído estará atento a las oraciones de su pueblo.

Luego vuelve el profeta a mencionar los cambios que se producirán en el mundo natural. Ya lo hizo en el capítulo 11:6-9, ahora recuerda que el lobo y el cordero serán apacentados juntos, la paz llegará también al mundo animal. El león comerá paja como lo hace ahora el buey, se volverá herbívoro; por su parte las serpientes se alimentarán con el polvo de la derrota y la humillación. No harán mal en todo el santo monte del Señor. El peligro habrá pasado y una nueva era de paz y bienestar tendrá lugar.

Nuevamente vemos que la ciudad de Jerusalén ocupará un lugar central, donde estará asentado el trono del Rey, el tabernáculo de adoración, al que acudirán todas las naciones para ofrecer sus tributos al varón justo que reinará sobre todos los pueblos. Israel será saciado de las consolaciones del Señor, y se deleitará con el resplandor de su gloria (66:11). Extenderá la paz como un rio (66:12). En Jerusalén recibirá consuelo (66:13). Se alegrarán sus corazones, y reverdecerán como la hierba (66:14). Todas las naciones verán su gloria (66:18). Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo YHVH (66:23). Es el anhelo de toda la creación.

         La era mesiánica está muy presente en el libro del profeta Isaías, cuyos detalles hemos ido viendo, siempre en parte, porque en parte conocemos.

166 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LIII) – Isaías (39)

No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas… porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de YHVH, y sus descendientes con ellos  (Isaías 65:20-23)

         En los versículos anteriores el profeta nos ha anunciado el tiempo del fin, las condiciones postreras en los cielos nuevos y la tierra nueva; ahora regresa al periodo anterior, el reino mesiánico, antes que el diablo sea desatado finalmente y se produzca la batalla definitiva; para anunciar algunas de las cosas más llamativas de este periodo milenial. Ya lo hizo en un pasaje anterior cuando anunció el reinado justo del Mesías (11:1-16). Ahora lo completa con más detalles.

Están vigentes las condiciones especiales del reino mesiánico, aunque se mantienen la muerte y los efectos de la naturaleza pecaminosa. El niño morirá de cien años. Una gran longevidad tendrá lugar, aunque como hemos dicho estará presente aún la mortalidad. El pecador que muera de cien años se le considerará maldito. Las personas vivirán tanto como los árboles más longevos. Aún se edificarán casas y se plantarán viñas. Con la salvedad de que las casas serán habitadas con seguridad, y se disfrutará del trabajo de nuestras manos.

Esa fue en el principio la voluntad de Dios con el hombre desde su creación. Es el sueño de cada uno de nosotros en la actualidad. El corazón del hombre anhela paz y bienestar, sin embargo, una y otra vez queda atrapado en sus pasiones que le llevan a codiciar los bienes ajenos, tratando de robarlos mediante conflictos bélicos. El trabajo no será en vano, como ya es un hecho en los redimidos del Señor hoy (1 Co.15:58).

Nacerán nuevos niños. Los hijos engendrados entre los redimidos serán bendecidos por Dios. Observemos aquí que habrá otro tipo de nacimientos que no experimentarán la misma bendición, porque habrá niños que mueran de cien años, muchos, sin duda, pero pocos años para las condiciones en la era mesiánica. Recordemos que las naciones, pobladas de gentes, estarán presentes en ese tiempo, y no todos serán de los benditos de YHVH. Pero el pueblo de Israel, y los injertados en él, disfrutarán de la bendición del Eterno como nunca antes.

         En el reino milenial se disfrutará de gran longevidad y abundante bienestar material y espiritual. La realización personal será satisfecha en Dios.

165 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LII) – Isaías (38)

Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor  (Isaías 65:17-19)

         Una de las grandes preocupaciones del hombre actual, de los gobernantes de las naciones y los poderosos de la tierra, es sin duda, la alteración que está sufriendo la tierra a nivel mundial. Sin entrar en lo que se llama calentamiento global, y cambio climático, que algunos vinculan con una nueva religión, y la adoración a la creación en lugar de al Creador, debemos regocijarnos, porque están anunciados nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.

El pecado del hombre tuvo sus efectos devastadores sobre toda la creación el día que escogió la autodeterminación. La misma naturaleza expresa su gemido para ser libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Ro.8:19-21). El profeta Isaías anuncia ese día como parte de la agenda de Dios. La transformación será de tal magnitud que no habrá más memoria de su estado anterior. Ni siquiera subirá al pensamiento. Es una regeneración. Un nacimiento de nuevo de la tierra. Será libertada de los efectos de la iniquidad a la libertad de la redención.

En esos cielos nuevos y tierra nueva mora la justicia. Se desborda el gozo de la nueva creación. De la misma manera que hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente y pasa de muerte a vida, así habrá gozo en el cielo y la nueva tierra como resultado de la acción de Dios, el Dios de Israel. El profeta dice que ya están creados. El que está en el trono dijo: Hecho está (Ap.21:5,6).

El Señor se gozará con Jerusalén y su pueblo. El reino de Dios no es comida, ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu (Ro.14:17). El Espíritu Santo nos da las primicias de los poderes del siglo venidero. Podemos ver a lo lejos, como Moisés en lo alto del Pisga, la tierra prometida. Esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2 P.3:13). Juan vio el cielo nuevo y la tierra nueva, la ciudad celestial, como una esposa ataviada (Ap.21:1). El salmista anunció que la tierra y el cielo envejecerán como un vestido, y el Señor los mudará, pero Él es el mismo, y sus años no acabarán; el Señor permanece para siempre (Sal.102:25-28).

         Cielos nuevos y tierra nueva. Regeneración cósmica. Gozo perpetuo. Nunca más llanto ni clamor. Está cumplido y hecho. Falta su manifestación.

164 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LI) – Isaías (37)

¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar… los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el año de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado… Y con mi ira hollé a los pueblos…  (Isaías 63:1-6)

         La venida del Rey a Jerusalén conlleva varias manifestaciones de su carácter: justicia y fidelidad. Justicia sobre quienes han tratado a su pueblo injustamente y recibirán su recompensa. Como está escrito: ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (Ro. 2:8). Por otro lado, hay recompensa, pero de otra índole, para los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad (Ro.2:7). El Señor pagará a cada uno conforme a sus obras (Ro. 2:5,6).

En el capítulo anterior de Isaías vimos a los que han estado orando por amor de Sion, unidos con la palabra profética, no dieron descanso a sus gemidos hasta que la justicia y salvación se encendió como una antorcha. Estuvieron sobre los muros donde el Espíritu de Dios los puso como guardas, para orar e implorar el favor de Dios sobre su santa ciudad. Son muchos los que hoy lo hacen, algunos desde la misma ciudad, otros en sus respectivas naciones levantando su clamor por la restauración de Israel.

Pero antes que llegue ese día, el profeta anuncia que el Mesías viene de Edom con vestidos rojos por la sangre derramada. Será vertida en la batalla que en otras escrituras se ubica en el Valle de Josafat (Joel 3:12). También en el Valle de Armagedón (Apc. 16:16). En nuestro texto viene de Bosra, una metrópoli situada en la antigua Edom. Todos estos lugares seguramente hablan de la misma y final batalla que tendrá lugar al final de los tiempos, antes de dar inicio al reino mesiánico en Israel.

El mismo Señor ejecuta el juicio decretado sobre los pueblos y naciones (Sal.149:1-9). Esta batalla final tiene, como en muchas otras del antiguo reino de Judá, una combinación de juicio y alabanza. La victoria del Señor se manifiesta en medio de una gran alabanza por su triunfo sobre todos sus enemigos. Es un día para la derrota de los impíos y la recompensa de los justos. El trono se asentará victorioso sobre la justicia y la paz duraderas. Los redimidos cantarán: justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos… (Apc.15:3,4).

         La justicia del reino de Dios se extenderá por toda la tierra desde Jerusalén. La hora del juicio ha llegado con sus recompensas.

163 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (L) – Isaías (36)

He aquí que YHVH hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra. Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de YHVH; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada  (Isaías 62:11,12)

         Una parte de la profecía de Isaías apunta hacia la restauración de Judá en el regreso del cautiverio babilónico. Cautiverio que aún no se había producido, y ya se anuncia su regreso para restaurar la ciudad en días de Zorobabel, Esdras y Nehemías. Pero hay una dimensión en la profecía que tiene su punto de mira hacia una restauración más lejana en el tiempo, después del cautiverio a todas las naciones, que se produjo a partir del año 70 d.C., luego de la destrucción de Jerusalén. También se anuncia la primera venida del Mesías a la tierra de Israel y su entrada en la ciudad del gran Rey. Todo esto ha sido cumplido.

Sin embargo, el mensaje de Isaías tiene un alcance mayor. Su dardo profético llega hasta el retorno del Mesías. Y lo hará a la ciudad de Jerusalén, tal y como fue anunciado por los ángeles a los apóstoles cuando fue alzado ante sus ojos desde el monte de los Olivos: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hch.1:11). Ese mismo mensaje es anunciado por Isaías en nuestro texto.

La voz de Dios salió hasta lo último de la tierra, diciendo: He aquí viene tu Salvador. Viene con la recompensa para todos aquellos que han sido mayordomos fieles de su casa, han negociado con sus talentos y dones, y ahora recogerán el fruto de su fidelidad. Volverá a Jerusalén, que será llamada Ciudad Deseada y no desamparada. Ya lo había anunciado antes el profeta (40:10). Y lo hizo el apóstol Juan en su libro de Revelación (22:12). He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según su obra.

Es la recompensa para los obreros de su viña, no para alcanzar la salvación, que es por gracia, sino para obtener el beneficio de servirle hoy con amor y fe, fidelidad y entrega a su señorío voluntariamente. Jerusalén será Deseada por las naciones. En ella será establecido el trono del rey justo. Allí estará su santuario (62:9). La alabanza será impresionante. Celebraremos la fiesta de los Tabernáculos (Zac. 14:16-18). Llamarán a Sion Pueblo Santo, Redimidos de YHVH. El pueblo odiado injustamente durante siglos en todas las naciones, será liberado del antisemitismo y brotará alabanza en la tierra con su Rey.

         El mensaje es para la hija de Sion y los redimidos que han sido injertados en ella. El Señor viene con la recompensa. Su reino ha llegado.

162 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XLIX) – Isaías (35)

Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha… Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de YHVH, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra (Isaías 62:1,6,7)

         El Dios de Israel ama a Israel con amor eterno. Voz del profeta Jeremías en un tiempo de juicio sobre Jerusalén por sus pecados. Aún en medio de ese contexto su voz es clara y eterna: YHVH se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué  mi misericordia (Jer.31:3). ¿Por qué la iglesia ha olvidado esta verdad? Es inequívoca. Es eterna. Permanece en los cielos para siempre. El Señor está contra los profetas que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano (Jer. 23:30).

La iglesia del Señor debe ser sionista, no sionista política, sino plegarse al amor de Dios por su pueblo y su tierra. ¡Por amor de Sion! En dos ocasiones clama el profeta expresando el sentir de Dios por Sion y Jerusalén. Dios no cambia. Nosotros hemos cambiado la Escritura con sistemas teológicos de Reemplazo. Hemos leído «iglesia» donde dice «Sion y Jerusalén» ¿por qué?

Por su parte el islam pretende robar la novia y esposa del Hacedor reclamando la ciudad de Jerusalén como propia, cuando no se menciona ni una sola vez en el Corán. Asistimos hoy a una lucha falsa por Jerusalén. La ciudad pertenece a Dios. La ha dado a Israel. Es la niña de sus ojos. Es la ciudad del gran Rey. El gozo de toda la tierra, es el monte de Sion (Sal.48:1,2). ¿Robará el hombre a Dios? El que ha venido a robar, matar y destruir lo intenta mediante sistemas religiosos diversos.

Jerusalén ha sido infiel a su Esposo, pero Él ha seguido amándola. Ha sido llamada Desamparada y Desolada, pero un día, el día del Señor, dejará de serlo, porque el amor de YHVH estará en ti, y tu tierra será desposada. Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo (62:4,5).

Se refiere a la esposa/iglesia, me dirás; pero está hablando de Sion y Jerusalén, cuando sea puesta ―en el reino mesiánico― por alabanza en la tierra. Por amor no callará, ni descansará, hasta que salga su justicia y salvación en la ciudad amada. Sí, hay una dimensión espiritual aquí, seguro, pero no anula la terrenal. Dios es el Creador de la materia y el espíritu. ¿Por qué tanta opresión contra Jerusalén si no fuera así? Piensa…

         Debemos orar por y hacia Jerusalén. Unirnos con su causa, es la nuestra.