39 – El cielo en pie ante un hombre lleno del Espíritu en la tierra

La vida en el EspírituPero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios  (Hechos 7:55,56).

         Esteban había sido escogido como uno de los siete varones para servir en las mesas de las viudas, pero ahora está viendo al Hijo del Hombre de pie a la diestra del Padre. Juntamente con esta visión que muchos cristianos quisieran tener, el discípulo del Señor se encontraba ante una multitud enardecida que rechinaban los dientes, llenos de ira, y preparados para descargar sobre él una lluvia de piedras para acallarle. ¡Qué ambivalencia tan dispar puede experimentar un discípulo del Señor lleno del Espíritu!

En la Biblia Reina Valera no se aprecia lo que siempre me ha cautivado de este texto al leerlo en la Biblia de Las Américas. En esta última dice que Jesús estaba de pie a la diestra de Dios. El que se había sentado a la diestra del Padre una vez terminada la obra de redención (Hch. 2:34; Ef.1:20; Col.3:1), ahora estaba de pie. Cuando su testigo Esteban estaba en Jerusalén dando testimonio de lo que hacía poco tiempo él mismo había realizado en esa misma ciudad, se puso en pie para recibirle en el cielo. ¡Qué escena! ¡Me conmueve! Jesús levantado para ver mejor —es una expresión mía claro— a su testigo Esteban a punto de ser lapidado. El cielo movilizado por el testimonio dado en la tierra.

La trascendencia de este momento quedará grabada también en la retina y el corazón del futuro apóstol de los gentiles que estaba siendo testigo personal de cómo daba la vida un discípulo de Jesús ante sus ojos. Estoy seguro que esa imagen nunca fue borrada de la conciencia de Pablo. ¡Cuántos mártires seguirían a Esteban por esa senda! ¡Cuántos hombres y mujeres hoy en día están siendo decapitados (Apc. 20:4), mujeres vendidas como esclavas por su fe en aquel que se pone de pie para recibirlos en el cielo! Él mismo había dicho: «El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará» (Jn.12:25).

El testimonio de muchos mártires, discípulos de Jesús, ha permitido que el evangelio haya llegado a todas las generaciones, incluida la nuestra. Todo comienza con un hombre lleno del Espíritu Santo y sabiduría como Esteban. Cuando se consumó la ira humana sobre el justo, «Esteban invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, durmió».

         El cielo siempre se conmueve ante un discípulo de Jesús lleno del Espíritu entregando su vida por aquel que la derramó por todos.

38 – La dureza de corazón resiste al Espíritu

La vida en el EspírituVosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros  (Hechos 7:51).

         El testimonio que estaba dando Esteban, primer mártir de la iglesia primitiva, era tan elocuente que no pudieron resistir a la sabiduría y el Espíritu con el que hablaba a sus compatriotas de Jerusalén. Cuando un hombre o un pueblo están endurecidos en su corazón y en su oído no importa que tenga delante a un Esteban lleno del Espíritu y de fe, de sabiduría y gracia, de poder y señales, además de contar con una vida de buena reputación, para que sigan resistiendo la verdad.

El discurso de Esteban estaba siendo magistral, hizo un recorrido histórico-profético de la revelación de Dios a Israel que difícilmente es superable. Fue largo, bastante largo. La primera parte fue comprendida por la mayoría de los que le escuchaban, pero poco a poco fue entrando en los aspectos más espinosos, no los eludió, entró en ellos de lleno, con valentía y arrojo, sin temor de los hombres, si no como viendo al Señor en su trono. Encaró directamente a sus oyentes con un mensaje directo a sus corazones endurecidos, podía percibirlo en sus miradas, sus rostros eran rocosos, pétreos, impenetrables, el armazón que los cubría como un bunker diseñado para resistir hasta las últimas consecuencias. A pesar de ello, Esteban no se arrugó, sino que los confrontó directamente y disparó el dardo de la  verdad al centro de sus corazones: «vosotros sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos».

Sin darles lugar a responder —aunque se sentían profundamente ofendidos en su interior, heridos, crujían los dientes contra él acumulando ira que estallaría al término del drama que se estaba desarrollando y encaminando hacia un final trágico, más trágico para los oyentes que para el mismo Esteban— les lanzó otro dardo: «vosotros resistís siempre al Espíritu Santo». Recuerda que no estaba hablando un fanático o lunático que despreciaba su vida, era un hombre lleno de sabiduría y del Espíritu, de fe, poder y gracia.

Pues bien, toda esta manifestación de sabiduría, gracia, fe, poder y llenura del Espíritu Santo, (todo ello unido en un solo hombre), no fue suficiente para romper una dureza tan resistente y predeterminada de antemano. Tal es el poder perverso de un corazón duro, endurecido y resistente al Espíritu de Dios. Por eso está escrito: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Nosotros y nuestra generación no somos  mejor que los de la sinagoga de los Libertos que acechaban al bueno de Esteban para matarle.

         Un corazón endurecido por la religión siempre resiste al Espíritu.

37 – Sabiduría y llenura del Espíritu siempre unidos

La vida en el EspírituPero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba  (Hechos 6:10).

         Hacer frente a las quejas con base cierta en la congregación de Dios debe ser motivo de gran seriedad en la búsqueda de soluciones. Para la congregación de Jerusalén lo fue. Buscaron hermanos; no hicieron un cursillo para prepararlos y darles el título de diáconos —ni siquiera aparece en el texto este título, se les llama los siete diáconos pero en realidad el término no aparece en el texto bíblico— ya eran hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Luego el autor de los Hechos guiado por el Espíritu se detiene especialmente en dos —Esteban y Felipe— aunque se mencionan por nombre a los siete: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás. De esta lista va a salir el primer mártir de la iglesia primitiva; un hombre escogido en primer lugar para servir a las mesas de las viudas que creció hasta convertirse en uno de los testigos más valientes de la incipiente congregación.

De Esteban se dice inicialmente que era un hombre de buena reputación, lleno del Espíritu y de sabiduría, un hombre lleno de fe, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Y claro, ante un hombre de estas características se levantó una turba de religiosos para discutir con él y contradecir lo que decía. Y aquí viene el texto que nos ocupa: «pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba». La vida de un hombre lleno del Espíritu está llena también de sabiduría de Dios, sabiduría de lo alto, de fe, de gracia, de poder, y su vida muestra la buena reputación que lo acompaña. Todo eso no es suficiente para aquellos que no aman la verdad.

Un hombre lleno del Espíritu es siempre un hombre sabio, porque el Espíritu de Dios es el Espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Dios (Isaías 11:2); todo ello es el Espíritu del Señor que reposa sobre el retoño del tronco de Isaí, del Mesías, y de aquellos que le siguen por donde quiera que va. Esteban le estaba siguiendo como discípulo y eso le llevó al martirio. Dios lo permitió, pero antes la tierra fue testigo de la vida de un verdadero discípulo de Aquel que dio su vida en rescate por muchos. Hoy existen demasiados sucedáneos de hombres con apariencia de piedad, que se apacientan a sí mismos y solo piensan en lo terrenal. Necesitamos algunos Esteban para dar testimonio del evangelio de Jesús.

         Un hombre lleno del Espíritu es siempre una persona sabia según Dios.

 

36 – Llenos del Espíritu para servir a las viudas

La vida en el EspírituPor tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea  (Hechos 6:3).

         La multiplicación de los discípulos en la congregación de Jerusalén trajo consigo una queja por desatender a las viudas de los judíos helenistas en favor de los judíos nativos. Debemos pararnos y meditar lo siguiente: una congregación en crecimiento y guiada por el Espíritu no está exenta de cometer errores prácticos. En medio de un movimiento espiritual pueden surgir quejas. Así fue en la iglesia primitiva. Las viudas eran desatendidas y eso causó malestar. Lo llamativo de este episodio, creo yo, es que este tema fue lo suficientemente importante como para que los doce convocaran a toda la congregación de los discípulos y buscaran una solución al problema presentado. Las tareas prácticas y sociales no debían estorbar el avance de la predicación de los apóstoles, pero tampoco debían ser desatendidas, por lo que pidieron a los hermanos que buscaran de entre ellos a siete varones para encomendarles la tarea.

Y aquí es donde vemos algunos de los procedimientos que formaban parte de la incipiente congregación. Quiero llamar la atención sobre algunos de ellos. Primero. Los apóstoles no descuidaron su cometido principal de anunciar el evangelio. «No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas». Segundo. Eso no significó que servir las mesas fuera una labor menor que no debían atender debidamente, sino que tomaron una decisión de gran calado para resolverla. Tercero. Lo sabemos porque escogieron a hombres que debían reunir unas cualidades especiales para una labor que hoy nos podría parecer menor: «escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea». Un nivel de exigencia que sorprende. Cuarto. Los apóstoles no escogieron «a dedo» o por nepotismo a los siete varones, sino que esa decisión la encomendaron a los discípulos, no ejercían autoritarismo, sino que lo propuesto fue presentado a la asamblea para su aprobación. Una vez aprobados por la asamblea fueron presentados ante los apóstoles, que después de orar, pusieron sus manos sobre ellos (Hch.6:6).

Mientras tanto, los doce seguirían entregados a la oración y el ministerio de la palabra. Así la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén.

         La llenura del Espíritu Santo es también para servir a las viudas en las mesas diarias de distribución de alimentos.

35 – Llenos del Espíritu para obedecer

La vida en el EspírituEl Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quién vosotros habíais matado colgándole en una cruz. A éste Dios exaltó a su diestra como Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen. Cuando ellos oyeron esto, se sintieron profundamente ofendidos y querían matarlos  (Hechos 5:30-33).

         El libro de los Hechos es el testimonio vivo de las consecuencias que operan en la vida de los discípulos cuando están llenos del Espíritu Santo. Todo el libro muestra la transformación de hombres y mujeres sencillos en testigos de la verdad mediante la obra interior del Espíritu en sus vidas.

En la ciudad de Jerusalén han tenido lugar unos sucesos que son muy evidentes para unos y un gran dolor de cabeza para otros. Esta ciudad, única entre todas las ciudades del mundo, fue testigo de varios de los sucesos más trascendentales que han tenido lugar en la historia mundial. En sus calles el cordero de Dios fue llevado al matadero. Se levantó una cruz para colgar en ella al Autor de la vida, y redimir así a personas de todo linaje, pueblo y nación. En sus aceras se oyó la voz de la resurrección del Hijo de Dios, allí fue levantado al cielo y en el mismo suelo tuvo lugar el derramamiento del Espíritu Santo, tal como estaba profetizado por el profeta Joel. Sucesos únicos que cambiaron para siempre la historia de todas las naciones.

Pues bien, también la oposición fue tenaz y resistente para apagar la voz que debía salir a todos los pueblos. En la firmeza de los apóstoles y los discípulos estaba en juego que el evangelio saliera hasta lo último de la tierra. Era necesario oponerse a las autoridades del pueblo que a su vez eran opositores de la voluntad de Dios. Pedro había dicho: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres. También dijo: El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús. No es una nueva religión, no es un nuevo dios, es la culminación de un proceso revelador del plan de Dios que había comenzado con el pueblo de Israel y tenía su continuidad a través del mismo pueblo.

La piedra de tropiezo era Jesús y su resurrección. Dios le había exaltado como Príncipe y Salvador para que Israel pudiera arrepentirse de sus pecados. Los apóstoles eran testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que Dios da a todos aquellos que le obedecen. La llenura del Espíritu es para obedecer a Dios, y en esa obediencia está en juego nuestra propia vida, no es para el espectáculo carnal de quienes buscan circo en lugar de ser testigos y mártires para dar testimonio de la verdad revelada.

         La llenura del Espíritu es por y para obedecer a Dios.

34 – Llenos del Espíritu para hablar la palabra

La vida en el EspírituDespués que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor  (Hechos 4:31).

         El milagro de un cojo de nacimiento había puesto patas arriba la ciudad de Jerusalén, sin embargo, pocos días antes, el mismo Jesús había realizado muchos milagros en el mismo lugar (Mateo 21:14) y la respuesta no había sido la misma. Ciertamente había surgido un alboroto con la entrada de Jesús en Jerusalén, pero los milagros realizados por él sobre ciegos y cojos no tuvieron la misma repercusión que el cojo que Pedro y Juan habían sanado en la puerta de la Hermosa. Jesús había dicho que los apóstoles harían mayores obras que él (Juan 14:12-14), o tal vez con más repercusión… aunque ciertamente era Jesús, mediante el Espíritu, quién hacía las obras a través de los apóstoles. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. Bien.

La oposición de las autoridades sobre los testigos de Jesús había producido una reunión de oración, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Al oír ellos esto, unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron… (Hch. 4:23,24). La vida de oración de la congregación estaba en un punto muy alto. Formaba parte de su hábitat natural, por tanto, vinieron a exponer su causa delante del trono de gracia, donde sabían que Jesús estaba sentado a la diestra del Padre. Y una vez presentada la causa que les ocupaba, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo.

Los mismos que habían sido llenos del Espíritu el día de Pentecostés, −y algunos más−, ahora volvían a ser llenos del mismo Espíritu. Meditemos. La llenura del Espíritu, ser llenos del Espíritu, no es de una vez y para siempre, la obra de Jesús sí, pero la llenura del Espíritu no. Necesitamos ser llenos continuamente del Espíritu. Y este derramamiento ¿que produjo? Que una vez más recibieron valor y denuedo para hablar la palabra de Dios. El conflicto era por la palabra de Dios. Las autoridades religiosas de cualquier tiempo y cultura se oponen a la palabra de Dios, aunque aparezcan como los representantes oficiales de la religión y quienes están interesados en hacer su voluntad. Curiosa paradoja.

Predicar la palabra de Dios siempre tiene oposición. Hay un conflicto inevitable cuando se anuncia el evangelio de la verdad con las autoridades asentadas en el dominio de las conciencias del pueblo. Los discípulos fueron llenos del Espíritu una vez más para no obedecer en este caso a las autoridades, sino afrontar la persecución con valentía y dar testimonio con valor.

         Ser llenos del Espíritu significa proclamar la palabra de Dios sin temor.

33 – Pedro lleno del Espíritu

La vida en el EspírituEntonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes y ancianos del pueblo, si se nos está interrogando hoy por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste ha sido sanado, sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quién vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por El, este hombre se halla aquí sano delante de vosotros  (Hechos 4:8-10).

         Después del día de Pentecostés los sucesos tuvieron lugar de forma imparable. A la primera predicación del apóstol Pedro y las primeras multitudes judías que reconocieron a Jesús como Mesías, le siguió un milagro en la puerta del templo. Un cojo de nacimiento fue sanado de su enfermedad, este hecho propició una nueva predicación del apóstol que había negado a Jesús en una noche oscura, pero que ahora, lleno del Espíritu Santo, era uno de los pilares del avance del reino de Dios en la ciudad de Jerusalén.

Con la predicación del evangelio viene la persecución de las autoridades religiosas que resisten la acción del Espíritu a través de los apóstoles. Los pusieron en la cárcel y les prohibieron que hablaran en el nombre de Jesús. Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo habló a los mismos gobernantes que habían crucificado a Jesús, de quienes había estado aterrado unos días antes, ahora los encaró con valentía. Algo había sucedido en la vida de Pedro.

La llenura del Espíritu Santo es para hablar con denuedo la palabra de Dios, no para hechizar a las masas con alardes carismáticos. La obra de fe y del Espíritu había producido beneficios a un hombre enfermo desde su nacimiento. Interrogaron a los apóstoles sobre el asunto, y Pedro, lleno del Espíritu Santo les dijo: sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quién vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por El, este hombre se halla aquí sano delante de vosotros. Lo dijo delante del sumo sacerdote Anás, de Caifás, de los gobernantes, ancianos y escribas del pueblo, recordándoles que habían crucificado a Jesús, que ahora ha resucitado, y por la fe en su nombre el cojo de nacimiento estaba delante de ellos sano.

Recordemos que estaban en Jerusalén, la capital de Israel; ante un auditorio completamente judío, un pueblo que recibía las buenas nuevas del evangelio, y unas autoridades que se resistían a reconocer lo que estaba ocurriendo delante de sus ojos. Los milagros no son prueba irrefutable para que algunos crean, especialmente si tienen intereses religiosos y políticos que atender.

         El mismo apóstol que negó tres veces a Jesús, ahora exponía con valentía su fe. Pedro estaba lleno del Espíritu y eso marcó la diferencia.

32 – Una promesa de largo alcance

La vida en el EspírituAsí que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís… Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame  (Hechos 2:33,38,39).

         Dios es veraz. Su palabra es verdad y se cumple. Hay un tiempo para cada cosa debajo del sol. Dios tiene sus tiempos y se cumplen según sus designios en la tierra. Estamos ante uno de muy largo alcance. Jesús ha sido glorificado (exaltado) a la diestra del Padre; el cielo lo ha recibido en honor de multitudes. Ha sido coronado como Señor y Mesías. Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo (Hch.2:36). ¿Por qué lo sabía el apóstol Pedro? Porque se estaba cumpliendo lo anunciado por el Maestro en los días de su carne. Les había dicho que no se fueran de la ciudad de Jerusalén, que esperaran la promesa del Padre, la cual vendría una vez que él fuera glorificado a la diestra del trono de Dios (Jn.7:37-39).

Ahora el cielo daba testimonio de este hecho celestial y los apóstoles en la tierra de Israel podrían constatarlo viendo y oyendo lo que acabada de suceder. De la misma forma como Dios dio testimonio a Israel en el Sinaí a través de Moisés, ahora daba testimonio, también a Israel, mediante el derramamiento del Espíritu Santo. Sepa, ciertísimamente, toda la casa de Israel. Se había dado inicio a una nueva dimensión de la revelación de Dios como resultado de la obra redentora de Jesús y su glorificación a la diestra del Padre. La obra estaba consumada. Ahora los discípulos debían darlo a conocer en Jerusalén, Judea, Samaria y a todas las naciones. Habían sido investidos de poder para ello. Y todos aquellos que se arrepintieran de sus pecados, reconocieran a Jesús como Mesías y Señor experimentarían también la promesa del Padre, el don del Espíritu Santo; porque la promesa era para ellos y sus hijos (la siguiente generación de judíos), y para todos los que estaban lejos (seguramente se refiere a los dispersos de la casa de Israel), y para todos aquellos cuántos el Señor llamare, es decir, a todas las naciones.

A partir de este momento la historia de la humanidad entra en una nueva era. El mensaje eterno del evangelio de Dios sale al mundo desde Jerusalén.

         La promesa de Dios de enviar su Espíritu a todo aquel que invoque el nombre de Jesús no tiene límites nacionales, es para todo el mundo.

31 – El día de Pentecostés

La vida en el EspírituEL ESPÍRITU SANTO EN EL LIBRO DE LOS HECHOS

         Este capítulo es uno de los más amplios de esta serie. Haremos un recorrido por el libro de los Hechos de los Apóstoles parándonos en la mayoría de los textos donde vemos la obra del Espíritu en su diversidad.

         Veremos también que las experiencias son una parte consustancial a la vida del discípulo, experiencias carismáticas, es decir, producidas por el carisma de Dios, el don de Dios, el Espíritu Santo. Todo comienza el día de Pentecostés, (la fiesta de Shavuot), que tenía lugar a los cincuenta días después de la Pascua; los mismos que habían transcurrido desde que Jesús, nuestra Pascua, fuese sacrificada. En ella se celebraba la fiesta de la Torá, para conmemorar el hecho histórico cuando Dios entregó a Moisés las tablas de la ley en Sinaí. Este día, en Jerusalén, la ley de Dios sería grabada en los corazones de los discípulos por el Espíritu Santo. Son cuarenta y cuatro meditaciones que nos darán una panorámica de todo el libro de Hechos y la obra del Espíritu en la congregación de Dios.

  1. El día de Pentecostés (Hch.2:1-4)
  2. Una promesa de largo alcance (Hch.2:33,38,39)
  3. Pedro lleno del Espíritu (Hch.4:8-10)
  4. Llenos del Espíritu para hablar la palabra (Hch.4:31)
  5. Llenos del Espíritu para obedecer (Hch.5:30-33)
  6. Llenos del Espíritu para servir a las viudas (Hch.6:3)
  7. Sabiduría y llenura del Espíritu siempre unidos (Hch.6:10)
  8. La dureza de corazón resiste al Espíritu (Hch.7:51)
  9. El cielo en pie ante un hombre lleno del Espíritu en la tierra (Hch.7:55,56)
  10. A más persecución mas predicación (Hch.8:14-17)
  11. La palabra y el Espíritu deben ser recibidos (Hch.8:14-17)
  12. Experiencia y doctrina (Hch.8:14-17)
  13. El don de Dios y el dinero (Hch.8:20)
  14. Otro tipo de experiencias (Hch.8:29,39)
  15. Ser llenos del Espíritu una experiencia posterior (Hch.9:17)
  16. Temor de Dios y fortaleza del Espíritu (Hch.9:31)
  17. El Espíritu confirma las visiones y los éxtasis (Hch.10:19,20)
  18. Pedro confrontado con los prejuicios judíos (Hch.10:19,20)
  19. La predicación de Pedro en casa de Cornelio (I) (Hch.10:38-43)
  20. La predicación de Pedro en casa de Cornelio (II) (Hch.10:38-43)
  21. La predicación de Pedro en casa de Cornelio (III) (Hch.10:44)
  22. La predicación de Pedro en casa de Cornelio (IV) (Hch.10:45,46)
  23. La predicación de Pedro en casa de Cornelio (V) (Hch.10:47,48)
  24. Reproches y explicaciones de Pedro (I) Hch.11:15,16)
  25. Reproches y explicaciones de Pedro (II) (Hch.11:17,18)
  26. La iglesia en Antioquia de Siria (I) (Hch.11:24-26)
  27. La iglesia en Antioquia de Siria (II) (Hch.11:28)
  28. La iglesia de Antioquia de Siria (III) (Hch.13:1,2)
  29. Enviados por el Espíritu a la obra misionera (Hch.13:3,4)
  30. La confrontación inevitable (Hch.13:9-11)
  31. Discípulos llenos de gozo y del Espíritu (Hch.13:52)
  32. El primer concilio presidido por el Espíritu (Hch.15:8,9)
  33. El Espíritu Santo no impone cargas (Hch.15:28,29)
  34. Impedidos de hablar la palabra en Asia (Hch.16:6,7)
  35. Hay que oír del Espíritu Santo (Hch.19:2)
  36. Las limitaciones en la predicación (I) (Hch.19:3-5)
  37. Las limitaciones en la predicación (II) (Hch.19:3-5)
  38. Las limitaciones en la predicación (III) (Hch.19:6,7)
  39. Después de las experiencias el avance del reino (Hch.19:21)
  40. El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu sin engañarnos (Hch.20:22,23)
  41. Supervisores de la grey de Dios (Hch.20:28)
  42. Una aparente contradicción del Espíritu (Hch.21:4)
  43. De Jerusalén a Roma. El tiempo de los gentiles (Hch.28:25-29)
  44. El final del libro de los Hechos (Hch.28:30,31)

pentecostesCuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según les daba habilidad para expresarse.  (Hechos 2:1-4).

         Y llegó el día. Diez días después de la ascensión de Jesús al cielo, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís (Hch.2:33). Esta fue la respuesta del apóstol Pedro ante una multitud atónita y confundida por el suceso que acababa de tener lugar. Era el día de Pentecostés, (Shavuot), una de las tres fiestas judías principales y anuales, llamada también de las Semanas, cincuenta días desde la Pascua y los primeros frutos hasta Pentecostés. Algunos ven en este suceso el nacimiento de la iglesia, pero recordemos que la congregación de Dios ya existía, nació en el Sinaí, llamado el día de la asamblea por Moisés en Deuteronomio 9:10; 10:4 y 18:16. Es el término Kahal, en hebreo, que se ha traducido al griego por eklessia, que significa congregación o asamblea.

Pues bien, en este día estaban juntos los apóstoles, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de él; estaban unánimes, entregados de continuo a la oración (Hch. 1:14). Cuando de repente les sorprendió un ruido del cielo como una ráfaga de viento impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. ¡Estaban sentados! Curioso. De pronto comenzaron a tener experiencias excepcionales: lenguas como de fuego repartidas sobre cada uno de ellos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y todos comenzaron a hablar en otras lenguas, según la habilidad que les daba el Espíritu para expresarse. Su lengua fue desatada para hablar las maravillas de Dios, y todo ello como cumplimiento de la profecía de Joel, así como el anuncio que Jesús les había hecho de que se quedaran en Jerusalén para ser investidos de poder de lo alto.

Esta experiencia, con pequeñas diferencias, se va a repetir en el libro de los Hechos en diversas ocasiones, lo veremos más adelante. Todo el proceso anunciado por Jesús se estaba cumpliendo delante de sus ojos. Ya no serían los mismos nunca más. La historia entraba en una nueva era, la del Espíritu Santo revelando a Jesús.

         Hay un día señalado para ser lleno del Espíritu y mudado en otro hombre. Cuando llega nuestras vidas son transformadas para siempre.

 

 

30 – Poder para ser testigos/mártires

La vida en el EspírituEntonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? Y El les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra   (Hechos 1:6-8).

         La obra de Dios no puede ser hecha a través del potencial humano. ¿Qué es el hombre? Jesús necesitó la potencia del Espíritu para realizar la voluntad de Dios; ahora les recuerda a los suyos que no es posible hacerlo sin la intervención de la promesa del Padre. Los apóstoles seguían elucubrando sobre la posibilidad de que en poco tiempo se manifestara el reino de Dios entre ellos. Un reino político y físico. No eran tan espirituales como pensamos. Su mente judía y práctica les llevó una vez más a esperar una manifestación distinta a la que el Padre tenía pensada. Hasta ese punto y hasta el último momento (estamos en los instantes anteriores a la ascensión de Jesús al cielo) los encargados de la continuidad de la obra de Jesús no comprendían realmente la naturaleza de los acontecimientos que se acababan de producir en Jerusalén. El Maestro orienta sus pensamientos en otra dirección.

Hay tiempos y épocas fijadas por el Padre que corresponden a su autoridad no a la nuestra. Pero debemos saber lo que nos corresponde hacer a nosotros. Jesús les dijo: a vosotros os toca recibir el poder del Espíritu Santo para ser testigos, es decir, mártires. ¡Hasta ese punto se daba cuenta el Señor del conflicto que significaría predicar el evangelio! Los apóstoles necesitaban el potencial del Espíritu para ser testigos no para alardear de unción. Tampoco para exhibir dominio. No. Para poder dar testimonio del evangelio de Jesús poniendo sus vidas en riesgo hasta la muerte. Poco después tendrían ocasión de vivirlo in situ. Ambas cosas van juntas: el poder del Espíritu y la exposición a la muerte.

¡Qué lejos estamos hoy de entender lo que significa anunciar el reino! Hemos convertido el recibimiento del poder del Espíritu en una especie de experiencia para iniciados, una exclusiva para ciertas denominaciones solamente, una práctica extravagante para el entretenimiento y la curiosidad de las masas reunidas para exhibirse a sí mismas. No. No es eso. Dudo que esas manifestaciones tengan algo que ver con las palabras de Jesús a los que debían ser testigos —mártires— en la ciudad de Jerusalén, en toda Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra.

         El poder del Espíritu está vinculado a ser testigos y mártires de Jesús.