El antisemitismo es una maldición para las naciones y los pueblos de la tierra. Está escrito: Serán avergonzados y vueltos atrás todos los que aborrecen a Sión [1].
Decidme, entonces, de donde puede venir semejante insistencia idólatra. Esta obstinación (que es idolatría) ha permanecido en la historia de los pueblos, muta con los tiempos, pero se mantiene fiel a sus orígenes: el odio a Israel.
Uno de los foros mundiales donde se manifiesta este comportamiento de manera irreverente es la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta organización internacional es como una gran Babel. Sin entrar a examinar sus resoluciones se aprecia un patrón de conducta generalizada: la facilidad con que se condena a Israel, y la impía pasividad con la que pasa por alto las peores injusticas de la tierra.
El nacimiento de este pequeño país (resultado en parte de una resolución de Naciones Unidas, y digo en parte porque los profetas de Israel anunciaron su renacimiento con anterioridad, y yo creo que el devenir de la historia está dirigido por la voluntad del Eterno manifestada en los profetas de Israel) es una piedra de tropiezo para muchas naciones opuestas al cumplimiento del plan de Dios, −el Dios de Israel−, en la historia.
De las 193 naciones que constituyen la ONU un porcentaje muy amplio son países musulmanes; otra parte son pequeñas naciones gobernadas por dictadores que necesitan no oponerse a los magnates del petróleo, o apoyar los intereses diversos de las primeras potencias del mundo. Si hacemos un rápido resumen de todo ello veremos que aunque haya 193 países representados las resoluciones de la asamblea general pueden ser relativamente fáciles de conseguir por mayoría, aunque cinco naciones tengan derecho a veto (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia).
Visto así, a vuela pluma, entiendo al salmista cuando dice: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra YHVH y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas [2]. ¿Cuáles son las ligaduras que las naciones quieren romper causadas por el Señor y su pueblo? Sin ahondar demasiado por razón de espacio, diré que las naciones se oponen a la ley de Dios dada a Israel. En Babel se opusieron al gobierno y la orden divina de llenar la tierra. La historia revela cómo Israel ha sufrido las consecuencias de ser portador de la revelación de Dios, el Dios eterno, contra el paganismo que emana de Babilonia.
Las naciones se levantan y consultan unidas contra el Señor y su ungido. No quiere esto decir que las políticas de Israel sean la voluntad perfecta de Dios, pero hay una causa trascendente –que es la causa de YHVH− en la existencia de los hijos de Jacob en la tierra del pacto, que provoca el rechazo mayoritario de sus vecinos, y por añadidura, a muchas otras naciones alimentadas por el mismo veneno antisemita. Existe una potestad espiritual que las une en un mismo propósito [3], se le llama la bestia en el libro de Apocalipsis.
En palabras del apóstol Juan: El mundo entero está bajo el maligno [4]. Por tanto, no nos dejemos llevar por las resoluciones mayoritarias en contra de Israel. El salmista une la causa del Señor con la de su ungido; de la misma forma que están unidos el discípulo y su Señor en el rechazo o aceptación al evangelio.
Ante estos hechos la actitud del Señor queda reflejada también por el salmista en unos términos sorprendentes: El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos [5]. La oposición al Dios de Israel, y por tanto, a la causa de Sion, es muy violenta pero tiene fecha de caducidad. Los hombres piensan cosas vanas, pero el que pesa los corazones sabe cuáles son sus intenciones, conoce sus impulsos vanos de oposición al Soberano.
Israel se cansa de esta actitud injusta hacia un pueblo que ha contribuido más que ningún otro pueblo a la comunidad de naciones. El salmista lo expresa así: estamos muy hastiados de menosprecio. Hastiada está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del menosprecio de los soberbios [6]. También la iglesia se ha cansado de la cruz de Cristo y su impopularidad. Algunos han caído en la vanidad del presente siglo malo; otros prefieren un mensaje adaptado a la voluntad de las naciones, pero hay quienes predican fielmente el mensaje del camino angosto que conduce a la vida.
En realidad hay un motivo trascendente, ignorado y oculto a las multitudes de la tierra, pero que el Señor revela a los niños [7]. Hay un velo que cubre a todas las naciones [8], y que el Señor destruirá en el monte de Sión en el futuro mesiánico; pero hoy, cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará [9] y verán –judíos y gentiles− lo que esconde este comportamiento injusto, irracional y partidista de muchas resoluciones de pueblos reunidos. Lo que esconde este velo de antisemitismo es el final de los tiempos; la derrota del príncipe de este mundo; la caída de Babilonia (la gran ramera), la derrota de la bestia y la exposición de la mentira del falso profeta. Todo ello ha sido revelado por los profetas de Israel y los apóstoles de nuestro Señor.
Otra vez es el salmista quien escribe: En verdad juró YHVH a David, y no se retractará de ello; de su descendencia pondré sobre su trono… sus hijos también se sentarán sobre su trono para siempre. Porque YHVH ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido… Allí haré retoñar el poder de David; he dispuesto lámpara a mi ungido. A sus enemigos vestiré de confusión, mas sobre él florecerá su corona [10].
Ahora mis ojos lo ven. Las naciones, mediante un gobierno mundial al estilo de Nimrod en Babel, se han propuesto ocupar el lugar de Dios y su ungido. Los dos testigos de Dios (Israel y la iglesia) recuerdan su fracaso. Oponiéndose a Israel y la iglesia verdadera del Señor lo hacen directamente contra el Señor y contra su ungido. El Señor nos habló antes por los profetas, ahora por el Hijo [11]. El vástago de David, heredero del trono mesiánico, volverá para reinar sobre todas las naciones. Aquí tenemos el verdadero motivo de tanta oposición.
Los hijos de Dios debemos verlo y alinearnos con la palabra revelada. Debemos comprender los tiempos. Israel y la iglesia deben converger, lo harán, y vendrá el Deseado de todas las naciones [12]. Amén.
NOTAS:
]1] – Salmos 129:5
[2] – Salmos 2:1-3
[3] – Apc.17:13
[4] – 1 Juan 5:19
[5] – Salmos 2:4
[6] – Salmos 123:3,4
[7] – Mateo 11:25
[8] – Isaías 25:7
[9] – 2 Corintios 3:16
[10] – Salmos 132:11-18
[11] – Hebreos 1:1,2
[12] – Hageo 2:7