127 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XIV) – Miqueas (5)

Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, YHVH será mi luz. La ira de YHVH soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia (Miqueas 7:8,9)

         Los profetas de Israel anuncian juicio y restauración. Una y otra vez son enviados por el Señor a su pueblo para que este regrese de sus malos caminos. Israel es la nación más expuesta en su condición de pueblo del pacto. También es el que tiene la historia más antigua. No hay otra nación en la actualidad que tenga una historia más conocida y extensa.

La Biblia es un libro mundialmente conocido y en él se exponen las características de este pueblo, en sus luces y sombras. Algunos enfatizan su lado oscuro, otros prefieren ver sus privilegios; los profetas vieron ambas partes. Los enemigos de Israel se alegran con los juicios de Dios sobre la nación, olvidando que todos compareceremos ante el tribunal de justicia divina. Se ensañan sobre los judíos y sus desgracias remarcadas por la historia, sin tener en cuenta otra parte del mensaje de los profetas, su restauración.

La causa de Israel será atendida y todas las naciones serán juzgadas por el trato que le han dado. Por ello, el antisemitismo o antisionismo será un baldón para los pueblos. Miqueas lo anuncia. Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos… se volverán amedrentados ante YHVH nuestro Dios, y temerán a causa de ti (7:16,17). Y todo ello porque hay un día de gracia, misericordia y perdón para Israel.

El Señor volverá a tener misericordia de su pueblo, sepultará sus iniquidades, y las echará en lo profundo del mar (7:19). Miqueas concluye su mensaje con estas palabras: Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos (7:20). Su palabra, las palabras del pacto con Abraham, nunca pasarán. El cielo y la tierra sí, pero sus palabras, no. Nuestro profeta acaba su testimonio a Israel con el cumplimiento de la palabra anunciada desde tiempos antiguos.

La soledad de Israel entre las naciones habrá llegado a su fin. Su tiempo se ha cumplido, y el Señor la consuela (Is.40:1,2); porque es la niña de sus ojos (Zac.2:8); tiene celo por Sion (Zac. 1:14,15 y 8:2). Las naciones deberían recordar esta última palabra: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion. Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa. Amén.

         Israel se levantará de su pecado con gracia y el Señor juzgará su causa. 

126 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XIII) – Miqueas (4)

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad (Miqueas 5:2)

         En ocasiones nos encontramos en la Escritura con pasajes, especialmente en los profetas, donde aparecen las dos venidas del Mesías. En una misma línea se anuncia su redención y su exaltación; su sacrificio y el reinado milenial. El pasaje que tenemos delante es uno de ellos. Es un texto muy conocido porque aparece en la visita que los magos hicieron a Herodes el día de su nacimiento. Vinieron buscando a aquel que anunciaban los profetas que había de nacer en la pequeña Belén (Mt.2:1-6). La profecía era conocida, lo cual nos indica el grado de expectativa que hubo en los días de su nacimiento como hijo de David. Pero debía ser declarado con poder Hijo de Dios, según el Espíritu de santidad (Ro.1:1-4). Por eso dice el profeta Miqueas que sus salidas son desde los días de la eternidad. Es Hombre y Dios. Se hizo carne humana, pero trajo la inmortalidad por el evangelio (2 Tim.1:10). Esta doble naturaleza del Mesías confunde y hace tropezar a muchos, pero la Escritura da testimonio expresamente de ella. Son inseparables.

También aparecen sus dos venidas a la tierra, una como Cordero y la última como León. La primera para ser sacrificado como substituto redentor, la segunda para gobernar como Rey sobre todos sus enemigos.

En el texto de Miqueas nos encontramos con el anuncio de aquel que nacerá en Belén, será Señor en Israel, apacentará con poder de YHVH, y sus habitantes morarán seguros (5:4). Será nuestra paz (5:5). Librará a Israel del asirio, la tierra de Nimrod (un recuerdo de Babilonia, de donde procede el islam), cuando viniere a hollar nuestra tierra (5:6). La mano del pueblo de Israel se alzará sobre sus enemigos, y todos sus adversarios serán destruidos (5:7-9).

Hoy Irán (antigua Persia) y el islam son las mayores amenazas que soporta el Estado de Israel, ellos dicen: Sea profanada y nuestros ojos se deleiten en Sion viendo su desdicha (4:11). Una y otra vez advierten de su destrucción mediante amenazas llenas de odio irracional. Pero los profetas anuncian otra cosa al final de los días. Todos tus adversarios serán destruidos. Israel se levantará como león en medio de muchos pueblos para sacudirse el dominio de sus enemigos. Habrá sido purificado, y el Señor se levantará en su favor, y con ira y furor hará venganza en las naciones que no obedecieron (5:8,10-15).

          La tierra que vio nacer al Hijo de Dios volverá a verlo en el mismo lugar reinando como Señor de su pueblo para establecer la justicia duradera.

125 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XII) – Miqueas (3)

En aquel día, dice YHVH, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y YHVH reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre… Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti… Levántate y trilla, hija de Sion… desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a YHVH su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra (Miqueas 4:6-8,11,13)

         Hay un día señalado por Dios para la redención del alma afligida. Un día cuando en lugar de luto se les dé óleo de alegría; en lugar de ceniza se les dé gloria (Is.61:3). Es el día cuando aparecerá el Príncipe de los pastores para dar la corona incorruptible de gloria a los suyos (1 P.5:4). Esto es justo delante del Señor. Viene para pastorear a la coja y descarriada, la débil y enferma para librarlas de aquellos que se habían enseñoreado de ellas con dureza y violencia. Anduvieron errantes y dispersas; fueron esparcidas, pero ahora: He aquí, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré… las sacaré de los pueblos… las atraeré a su propia tierra… y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David… y estableceré con ellos pacto de paz… y habitarán… con seguridad (Ez.34:4-25).

Dirá el débil; fuerte soy. Los mansos heredarán la tierra; los que tienen hambre y sed de justicia, serán saciados. Es el pueblo redimido que se encuentra con su Señor. Un mismo mensaje para Israel y la iglesia. Una misma restauración para quienes son su pueblo y aquellos que fuimos injertados en los pactos y las promesas dadas a Abraham y su simiente. Y reinará sobre ellos en el monte de Sion.

Pero antes hay días de turbulencia. Hay persecución y oprobio. Una cruz antes de las glorias que le siguen. Así fue para el Mesías y lo será para todos aquellos que aman su venida. Porque se han juntado las naciones, muchas naciones contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion (4:11).

Las acusaciones se multiplican en los últimos días sobre Israel y Jerusalén. La persecución es una constante en los días antes de su venida. Lo hacen porque no conocen los pensamientos de YHVH, no hay revelación, ni entienden; por lo cual los juntó como gavillas en la era (4:12), y puso en manos de su pueblo el levantarse y resplandecer para desmenuzar a muchos pueblos, y consagrar al Señor su botín y sus riquezas al Señor de toda la tierra (4:13). Estamos ante la victoria final de los hijos de Dios. En parte y solo en parte podemos vivirlo hoy, pero la victoria final está en las manos de aquel que viene a reinar.

         Hay todo un proceso de restauración establecido por Dios para sanar al pueblo afligido y llevarle a la victoria final y definitiva en su venida.

124 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XI) – Miqueas (2)

Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de YHVH de los ejércitos lo ha hablado (Miqueas 4:3-4)

         Después de siglos de conflictos, guerras, injusticias y gobernantes despóticos, el mundo conocerá, por fin, un reino justo de paz y prosperidad. Será en Jerusalén, no en Roma, ni en la Meca, ni en New York. Ese reino está anunciado para ser establecido en la ciudad de paz, la ciudad del gran Rey y capital del la nación de Israel. Se establecerá un trono en el que impartirá justicia un justo en el temor de Dios (2 Sam.23:3,4), tal como fue anunciado por el rey David, y manifestado como anticipo en el reinado de Salomón.

La tierra y las naciones, la iglesia, los hijos de Dios, gemimos dentro de nosotros mismos por ese día de redención, cuyo anticipo es el reino mesiánico (Ro.8:19-25). El Señor corregirá a naciones muy poderosas. Su justicia será impartida a lugares muy lejos de Jerusalén. Se establecerá un reino de paz y prosperidad nunca visto.

Los presupuestos que las naciones han invertido en construcción de armamento para la defensa de sus fronteras serán usados como utensilios de trabajo. Herramientas para trabajar la tierra (azadones), y cosechar las grandes superficies (hoces). Todas las energías diplomáticas actuales para establecer equilibrios de poder entre los pueblos; el desgaste de tiempo, dinero y maquinaciones para espiar a los demás, serán usados para el progreso común en negociaciones para implantar justicia y verdad que emanarán del trono mismo establecido en Jerusalén. Esta ciudad será un lugar de revelación para conseguir los mejores resultados en el comercio y el bienestar de todos.

Los hombres disfrutarán de la obra de sus manos sin que nadie los espante y amenacen con robar la propiedad privada; se sentarán debajo de sus higueras y vides en jornadas de verdadero solaz que mantendrá el cuerpo sano, el alma sin las presiones que producen hoy todo tipo de enfermedades psicosomáticas, y el espíritu edificado plenamente en la comunión y relación con la fuente de vida y salud que fluirá desde Jerusalén. Es el sueño de muchos hoy. Se nos ha dado las primicias por el Espíritu, pero lo mejor está por venir.

         Un reino de paz y bienestar ha salido de la boca de Dios en la voz de sus profetas que será manifestado el día de su venida.

123 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (X) – Miqueas (1)

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de YHVH será establecido por cabecera de montes, y más altos que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de YHVH, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de YHVH (Miqueas 4:1-2)

         El profeta Miqueas era contemporáneo de Isaías, se cree que algo más joven que él. También lo fue de Oseas y Amos, todos ellos anunciaron sus mensajes en el siglo VIII. Miqueas significa ¿Quién como YHVH?. Anunció su mensaje al reino de Judá, aunque también predijo la caída del reino de Samaria. El texto que nos ocupa es casi calcado de la profecía de Isaías 2:1-4. Como está escrito, por dos o tres testigos se decidirá todo asunto (2 Co.13:1). En realidad el testimonio del reino mesiánico lo podemos encontrar en una infinidad de textos, tanto en el AT como en NT.

Volvemos a encontrarnos con el epicentro de la revelación y la manifestación de Dios en Sion, el monte que será establecido como cabeza de montes. A ese lugar correrán los pueblos y naciones en busca de revelación del Dios de Israel y sus beneficios. El profeta Daniel ya miraba a la ciudad jerosolimitana en sus oraciones en un anticipo de la era mesiánica.

Nosotros recordamos lo que se ha llevado a cabo en la ciudad eterna y santa a los ojos de Dios: la muerte, resurrección y ascensión del Mesías. Fue el lugar donde apareció Jesús resucitado por más de cuarenta días a los suyos. En ella descendió el Espíritu Santo sobre los congregados en el aposento alto. Y fue desde Jerusalén que el evangelio salió a todas las naciones del mundo.

También a esta ciudad, escogida soberanamente por el Creador de todas las cosas, regresará el Rey de gloria. Muchas naciones subirán a ella con verdadera alegría, reconociendo que allí tiene lugar la manifestación de los caminos del Señor. De Sion y Jerusalén salen la revelación y la enseñanza del único Dios verdadero para beneficio de todos los pueblos. El profeta Zacarías anuncia que lo harán para celebrar la fiesta de los Tabernáculos (14:16). De donde se desprende que Jerusalén será el centro de la adoración a Dios. No lo será otra ciudad. Es en Sion, el lugar de su morada, donde el Rey de Israel establecerá su trono para fundamentar la justicia duradera y la prosperidad de todas las naciones.

         La ciudad que hoy es motivo de disputa mundial será un día, bajo el gobierno del Mesías, donde acudirán todos los pueblos a adorar al Rey.

122 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (IX) – Oseas (4)

Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; el florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano… Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid… Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos?… Porque los caminos de YHVH son rectos, y los justos andarán por ellos; más los rebeldes caerán en ellos (Oseas 14:4-9)

         Algunos quieren ver en los profetas de Israel un mensaje duro y justiciero, en contraposición con el mensaje de los apóstoles de gracia y salvación. Es el mismo tipo de lenguaje que domina la teología dispensacionalista haciendo una diferencia entre la Ley y la Gracia como etapas distintas y separadas en el devenir de la revelación de Dios. Pero debo decir que no comparto esa postura.

El Dios de los profetas es el mismo que el de los apóstoles. Dios no cambia. Su mensaje es eterno. Su palabra permanece para siempre en los cielos (Sal.119:89). El mensaje de los profetas y los apóstoles se complementan. La gracia de Dios aparece desde el principio de la revelación. Noé halló gracia. Israel halló gracia. La iglesia halla gracia. Oseas nos dice alrededor del año 759 a.C. que el Señor amará a Israel de pura gracia. Sanará su rebelión. Apartará su ira de ellos. Será como el rocío para Israel. Florecerán como el lirio, y extenderán sus raíces. Todo ello anunciado como un mensaje de restauración después de andar casi dos milenios de cautiverio.

Hoy han regresado a la tierra de su heredad en medio de mucha oposición; pero están floreciendo en la habitación que el Señor les dio en promesa a Abraham y su descendencia. Es un anticipo de lo que ha sido señalado por sus profetas. Todo ello de pura gracia.

Hay todavía rebeldes, pero está anunciado un día cuando Efraín se sienta bajo su sombra; serán vivificados como el trigo; volverán a tener vida y florecerán. Es un anticipo del reino mesiánico. Nunca más se volverán a los ídolos. Comprenderán que los caminos del Señor son rectos y andarán por ellos.

La gracia de Dios se ha derramado para salvación de todos los hombres, también para Israel. No es para el milenio, es para ahora. Su amor es inalterable y eterno. El llamamiento de Dios es irrevocable. Hay esperanza para Israel hoy en su Dios, en la gracia que vino por medio de Jesucristo en una dimensión única y para todas las naciones, porque él estaba lleno de gracia y de verdad. Lo cual no significa que antes no hubiera gracia y misericordia. Si no hubiera sido por sus misericordias hubiéramos perecido.  Este es un mensaje del profeta Jeremías (Lam.3:22,23). Y de Oseas (14:4).

         El mensaje de los profetas es también de pura gracia para Israel.  

121 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (VIII) – Oseas (3)

Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a YHVH su Dios, y a David su rey; y temerán a YHVH y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5)

         Nuestro hombre anuncia un día cuando Israel volverá a su Dios; dice: «después». ¿Después de qué? A este regreso le precede un tiempo cuando el pueblo se entregó a la infidelidad, el adulterio y la fornicación. En este libro es algo más que una analogía, el propio profeta tuvo que casarse con una mujer entregada a la infidelidad conyugal; tuvo hijos de prostitución (2:4), porque su madre se prostituyó; una apelación al pueblo de Israel, el reino del norte.

Oseas anunció el día del juicio con la destrucción del reino del norte; pero luego dice: Después. El amor inalterable de Dios recupera a su esposa infiel con un nuevo corazón entregado a su Hacedor. Ha sido lavada y recuperada. El amor eterno de Dios se ha manifestado de nuevo, y ahora la esposa busca al esposo, y a David su rey; lo hace con un corazón temeroso, no se fía de sí misma; ha sido infiel una vez, se entregó a sus amantes; ahora regresa a la bondad de Dios.

Así lo anuncia el profeta: Venid y volvamos a YHVH; porque él arrebató, y nos curará; hirió y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a YHVH; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra (6:1-3).

Hay un día marcado en la agenda de Dios en favor de su pueblo para vendar sus heridas, darles vida nuevamente, como el mensaje de Ezequiel en medio del valle de los huesos secos recuperando la vida del Espíritu. Hay una resurrección anunciada para Israel saliendo de sus sepulcros (Ez. 37:12). Israel recobra la vida de Dios para vivir delante de Él. Conocerá a su Dios en una intimidad que nunca antes ha disfrutado. Será como el alba, como la lluvia que riega la tierra. Metáforas que anuncian un día glorioso y único. El día del Señor. Cuando viene para reinar en Jerusalén.

Será después de un largo cautiverio entre las naciones donde fue esparcido. Después del juicio sobre el reino del norte expresado con un lenguaje durísimo: los tomé aversión… no los amaré más… aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre. Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones  (9:15-17); se anuncia la compasión del Señor. Su amor (11:1). Los atrae hacía sí (11:4). Se inflamó su compasión (11:8). No ejecutó el ardor de su ira (11:9). Acudirán velozmente de Egipto y Asiria para habitar en su tierra (11:11). Y añade…

          Después del juicio del Señor sobre su pueblo volverán a buscarle con un corazón arrepentido y nuevo por la bondad mostrada de pura gracia.

120 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (VII) – Oseas (2)

Y te desposará conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a YHVH. En aquel tiempo responderé, dice YHVH, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra (Oseas 2:19-21)

         Cuando meditamos en el mensaje de los profetas, en sus juicios y promesas, debemos recordar siempre que los redimidos de entre los gentiles hemos sido injertados en Israel, el pueblo del pacto y las promesas, mediante el Mesías; por tanto, participamos de la herencia, la esperanza y consolación dada a Israel y su descendencia. Nuestra historia de fe es la misma que la historia de Israel, aunque no hayamos nacido israelitas. Nuestro futuro está ligado a la esperanza dada a los padres (Ro.15:8).

Por todo ello, cuando hablamos del reino mesiánico y su establecimiento en Jerusalén, la iglesia del Señor también participa de ese tiempo, viniendo con el Rey en su manifestación y en su reino. Debemos tener presente esta vinculación esencial para no disociar o separar Israel de la iglesia. La teología dispensacionalista separa a ambos en periodos distintos; personalmente creo que tal separación es errada. Repito, hemos sido injertados en Israel mediante el Mesías; a partir de ese hecho quedamos unidos al devenir profético anunciado por los profetas de Israel.

El profeta Oseas anuncia ahora una boda entre el Señor y su pueblo. Te desposaré conmigo. El apóstol Juan nos habla de la misma boda, él la llama las bodas del Cordero. Este casamiento, anunciado también en el libro de Cantar de los Cantares, tiene como base algunos aspectos que lo hacen único: es para siempre, es hecho en justicia, juicio, benignidad, misericordia y fidelidad. Habrá un conocimiento mutuo, es decir, una comunión única; una fusión indisoluble y para siempre.

La habitación que el Señor y esposo ha preparado es un lugar idílico, donde las condiciones de bienestar producirán gran deleite a la esposa, habitando en seguridad, con abundante provisión; será asentada en la tierra escogida por Dios; y donde las antiguas infidelidades serán borradas para siempre en un amor eterno. Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jer.31:3). Es un mensaje coincidente con lo anunciado ahora por el profeta Oseas. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama [no compadecida]; y diré a Lo-ammi [no pueblo mío]: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío (2:22-23).

         Está anunciada una boda que desposará a Israel con su Hacedor.

119 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (VI) – Oseas (1)

En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura (Oseas 2:18)

         En aquel día (Amós). En aquel tiempo (Oseas). Una parte del mensaje de los profetas, especialmente el que tiene que ver con el futuro, se mueve en unos términos abstractos, indefinidos y en una dimensión que no siempre es fácil de interpretar. El mensaje de nuestros dos primeros profetas en los que estamos meditando acerca del reino mesiánico encontramos esta expresión que volveremos a ver, con otros matices, pero siempre apuntando a un periodo futuro, indeterminado, siempre distinto a las condiciones de vida actuales. Los cambios son notorios, espectaculares, lo cual no deja lugar a dudas de que estamos ante un tiempo posterior al estado de cosas que prevalecen en la actualidad.

En el pasaje que tenemos delante para meditar nos encontramos con un pacto hecho por Dios con las bestias del campo, las aves del cielo y las serpientes de la tierra para que su instinto depredador y asesino, procedente de la caída en pecado del hombre, quede neutralizado, regresando al estado anterior a la caída del hombre. Es decir, estamos ante un regreso a las condiciones de vida que prevalecían en el huerto de Edén.

Habrá una ausencia de violencia y guerra, porque el Señor ha quitado de la tierra arco y espada, lo cual conduce a un periodo de seguridad nunca antes visto. Te haré dormir segura. No se adiestrarán mas para la guerra. Es un reino de paz cuyas condiciones serán ampliadas por el profeta Isaías y otros más adelante. Por tanto, estamos ante unas formas de vida nunca vistas en la tierra desde que el pecado, introducido por el hombre, desordenó todas las cosas. El mundo material quedó afectado por el pecado del hombre. La naturaleza original y terrenal: bestias, aves y animales terrestres, así como la naturaleza del hombre, recibieron una transformación maligna que alteraron toda la creación.

El Señor anuncia ahora, mediante su profeta, un regreso a las condiciones anteriores, aunque con limitaciones. El milenio será un retorno limitado al paraíso perdido, puesto que aún el pecado y la muerte no habrán sido definitivamente erradicados; aunque el diablo estará atado y eso hará muy distinta la atmosfera y realidad espiritual. El Señor está hablando aquí a Israel como a una esposa infiel que vuelve a ser desposada y recuperada para su marido, el Hacedor, el cual le hará habitar segura.

         Hay un pacto pendiente de ser impulsado por el Señor en favor de Israel con las bestias, aves y serpientes de la tierra, así como desactivar la guerra.

118 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (VI) – Amós (2)

Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantare sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho YHVH Dios tuyo (Amós 9:11)

         Una de las peculiaridades del profeta Amós es que él mismo no se consideraba profeta, al menos, no un profeta en el sentido profesional como sí lo era el sacerdote Amasías (7:10-17). Amós era boyero, no pertenecía a ninguna familia de profetas, por tanto, no era relevante para la sociedad de su tiempo, pero sí tenía un mensaje claro de parte del Señor que anunció sin tapujos, ni timidez. Después de anunciar la destrucción del reino del norte, el reino de Israel, y su entrega al cautiverio del que aún no ha regresado, el profeta anuncia un día cuando Israel recupera el reinado de David, que en sentido estricto se refiere a la llegada del Mesías para establecer su reino en Jerusalén.

Una de las características de la restauración anunciada por los profetas que se va a repetir una y otra vez, es que Israel regresa del cautiverio para recuperar la tierra que le fue entregada en el pacto que Dios hizo con Abraham para siempre. Por tanto, la restauración del reino mesiánico tiene que ver con el regreso de los judíos a su tierra ancestral, hecho que hemos visto el pasado siglo XX.

Amós anuncia un tiempo de cosechas aceleradas y fructíferas que conseguirán una gran productividad de la tierra. El que ara alcanzará al segador, y el pisador de la uva al que lleva la simiente. Israel edificará las ciudades asoladas, las habitarán, plantarán viñas, y beberán el vino de ellas; harán huertos, y comerán de su fruto; lo cual indica el regreso de una gran devastación anterior.

Como en el principio de la creación, el caos y la desolación, donde las tinieblas cubrían la faz de la tierra, la palabra de Dios creó una nueva realidad de orden y armonía. Así es el regreso del reino mesiánico a la tierra anunciado por Amós. Israel será plantado en su tierra, y nunca más será arrancado de ella (se repite esta expresión una y otra vez), tierra que le fue dada por Dios mismo, en la cual será establecido su anunciado gobierno sobre todas las naciones. Todo el lenguaje tiene un sentido literal, físico y material. Es un reino en la tierra en unas condiciones nunca antes vistas, en las que Israel ocupa un protagonismo principal para no ser nunca más removido en cautiverio. Es la esperanza mesiánica.

         A la restauración de Israel en su tierra le sigue un periodo de gran prosperidad, victoria sobre sus enemigos, y el reino de Dios en Jerusalén.