En los Salmos (I) – Introducción (1)
Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían… Y les dijo: Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos (Lucas 24:27, 44)
Las Escrituras dan testimonio de Jesús (Jn.5:39). En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia. El Hijo de Dios es la plenitud de todas las cosas. Es la imagen del Dios invisible. Es el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros. Es el motivo por el cual Dios hizo todas las cosas. La imagen misma de su sustancia. Quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder; el que llevó a cabo la purificación de nuestros pecados, para después sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas, esperando hasta que sus enemigos sean puestos bajo el estrado de sus pies (Heb. 1:3) (Sal.110:1).
Jesús mismo enseñó que debemos escudriñar las Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de él. Lo hacen en su primera y en su segunda venida. Toda la sabiduría y revelación está reunida en él. Es el único que puede abrir el libro sellado, escrito por dentro y por fuera, que contiene los sellos, las trompetas y las copas de ira que consuman el plan de Dios (Apc.5:1-3). Nadie podía abrir este libro, pero «he aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos» (5:5).
La Escritura habla de todo el consejo de Dios que podemos resumirlo en Cristo, el Mesías-Rey, él es la plenitud, todo el consejo de Dios, en él está concentrada toda la revelación de Dios, no solo de su primera venida para redimir del pecado, sino también de su segunda venida para reinar en gloria desde Jerusalén. Debemos proclamar el evangelio que anuncia perdón de pecados en su nombre, y también su venida postrera para reinar en Sión.
Lo que nos proponemos a partir de ahora en nuestro recorrido acerca del reino mesiánico es escudriñar las Escrituras que anuncian su segunda venida para establecer justicia en las naciones desde Jerusalén; ser el heredero del trono de David, y constituir las condiciones de gobierno nunca antes vista en la historia de la humanidad. Todo ello como anticipo de la eternidad, cuando entregue el reino a Dios el Padre. Iniciaremos nuestro recorrido por el libro de Salmos y continuaremos por los profetas. Lucas nos dice que debe cumplirse todo lo que está escrito de él en los salmos.
Hay salmos mesiánicos que anuncian la primera venida de Jesús, y hay otros que revelan su reino mesiánico postrero. Todo ello habrá de cumplirse.