Los profetas de Israel (LXXV) – Ezequiel (1)
…Estando yo en medio de los cautivos juntos al rio Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, vino palabra de YHVH al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos… (Ezequiel 1:1-3)
El sacerdote y profeta Ezequiel fue contemporáneo de Jeremías, quien era mayor que él y pudo haber sido su maestro. También fue contemporáneo de Daniel, quien llevaba nueve años en Babilonia cuando nuestro profeta fue deportado. Ezequiel significa «Dios fortalece» o «fortalecido por Dios».
Nos encontramos en el periodo de la deportación de Judá al cautiverio babilónico. Esa cautividad tuvo un proceso en tres fases. Comenzó en el año 606 a.C. cuando algunos fueron llevados cautivos, entre los que se encontraba Daniel. En el año 597 a.C. tuvo lugar la segunda fase del cautiverio, y es en esta cuando Ezequiel fue deportado. Finalmente en el 586 a.C. la ciudad fue destruida y el templo arrasado. Fueron setenta años de cautividad (606-536).
Ezequiel estuvo en Babilonia desde el año 597 a.C. y hasta al menos 570 d.C., aunque su ministerio profético se inició cinco años después, por tanto, su profecía alcanzó un periodo de veintidós años.
Su mensaje incide en la consolación del pueblo de Dios. Lo podemos dividir en tres partes. En la primera expone los pecados de Judá y advierte sobre el juicio mediante el cautiverio. En la segunda sección, los vecinos de Judá son condenados por su idolatría y el trato cruel hacia el pueblo de Dios; se mencionan los amonitas, moabitas, edomitas, filisteos, tirios, sidonios y egipcios. Finalmente, en la tercera parte de su profecía, aparece el mensaje de restauración y reunión de toda la nación. El Mesías vendrá a Jerusalén y destruirá todos sus enemigos; el templo será reedificado, y la gloria del Señor volverá a llenarlo en la era mesiánica.
En los primeros capítulos del libro nos encontramos con los detalles del llamamiento de Ezequiel a la misión que el Señor le había asignado. Es enviado a un pueblo de duro rostro y empedernido corazón (2:4). No debía tenerles miedo, sino hablarles la palabra del Señor que antes debía comer y asimilar para hablarles con ella, y no sus propios argumentos. La casa de Israel no le oiría porque se habían endurecido y obstinado de corazón (3:7). El Señor hizo el rostro del profeta fuerte para poder hablar al pueblo en estas circunstancias (3:8). Lo impulsó el Espíritu (3:14); y fue en amargura e indignación de espíritu, pero la mano del Señor era fuerte sobre él (3:14,15).
Ezequiel fue enviado a los cautivos de Babilonia para anunciarles el motivo de su largo cautiverio, y el arrepentimiento para su restauración.