27 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Ezequiel sobre Edom (3)

Lucha interiorEl profeta Ezequiel sobre Edom (III)

Por tanto, vivo yo —declara el Señor—, que a sangre te entregaré y la sangre te perseguirá; ya que no has odiado el derramamiento de sangre, la sangre te perseguirá  (Ezequiel 35:6 LBLA).

Dios es amor, pero aborrece el pecado. Jesús amó la justicia, pero aborreció la iniquidad, por eso Dios le ungió con aceite de alegría más que a sus compañeros (Heb. 1:9). El hombre con la naturaleza de Esaú ama el pecado y no aborrece el derramamiento de sangre.

Las naciones cuyos gobernantes legislan sin aborrecer el derramamiento de sangre quedarán dentro del juicio emitido sobre Edom. En ocasiones, las leyes encubren ese derramamiento de sangre mediante artimañas del lenguaje, con eufemismos engañosos que solo calman la conciencia de aquellos que se engañan a sí  mismos. El aborto es un claro ejemplo de lo que estoy diciendo. Cada aborto practicado deliberadamente es derramar sangre inocente. Una sociedad que no aborrece esa iniquidad, sino que la justifica con argumentos sobre el derecho a decidir de la mujer, está actuando en la naturaleza de Edom. No odia el derramamiento de sangre, por tanto, la sangre le perseguirá.

Una sociedad que permite la violencia, justificando al infractor y condenando al inocente, mantiene la simiente de Esaú en su seno.

Toda sangre derramada injustamente levanta una voz al cielo desde la tierra. La sangre de Abel, derramada por la mano de su hermano, levantó una voz tan fuerte que fue oída en el cielo y emitió un juicio que marcaría la vida de Caín. Y El le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor, vagabundo y errante serás en la tierra (Gn. 4:10-12).

La sangre derramada tiene voz. Esa voz clama por retribución. La vida está en la sangre, por tanto, derramarla es quitar la vida y quedar convicto ante el trono de Dios. La sangre de los mártires por causa de Jesús será vengada (Apc. 6:9,10). Esaú estuvo dispuesto a derramar sangre y la sangre le persiguió.

En muchas ocasiones, cuando un hombre mata a su mujer, la sangre le persigue de tal forma que solo quitándose la vida puede apagar la voz de su conciencia acusadora. Pero hay una sangre que también habla, y lo hace más fuerte que la sangre de Abel, es la sangre del Justo, derramada en la cruz del Calvario para que podamos obtener la justicia de Dios y escapar de la naturaleza perversa de Esaú.

         Si amas a Dios odiarás el derramamiento de sangre inocente.

26 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Ezequiel sobre Edom (2)

Lucha interiorEl profeta Ezequiel sobre Edom (II)

Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte Seir, y profetiza contra él, y dile: Así dice el Señor Dios: He aquí estoy contra ti, monte Seir, extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en desolación y en soledad. Dejaré en ruinas tus ciudades, y serás convertida en desolación; y sabrás que yo soy el Señor. Por cuando tuviste enemistad perpetua y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su calamidad, en el tiempo del castigo final  (Ezequiel 35:1-5 LBLA).

Está escrito que por dos o tres testigos se decidirá todo asunto (2 Co.13:1). Hemos visto que diversos profetas de Israel profetizaron sobre Edom. Su mensaje es coincidente. Lo cual viene a confirmar que en el consejo celestial se emitió una palabra determinante sobre la descendencia de Esaú. El Señor estaba en contra de esta nación y emitió su juicio definitivo para que quedara en desolación, soledad y ruina.

No se puede resistir la voluntad soberana de Dios. La soberbia del hombre levanta sus argumentos altivos contra el consejo divino, pero debemos aprender que no se puede resistir a Dios. Es Dios quién resiste a los soberbios; y es al diablo a quién debemos resistir, sometiéndonos al Señor.

Cuando no estamos dispuestos a humillarnos ante el Rey del Universo, será el mismo Señor quién nos doblegará y entregará a desolación y ruina. Está escrito que un día toda rodilla se doblará delante del Señor, y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre. Hoy podemos hacerlo voluntariamente, aceptando la voluntad del Señor sobre nuestras vidas y que no llegue a nosotros el día del juicio anunciado sobre los que participan de la misma naturaleza edomita. Si rechazamos la bondad de Dios el día de salvación, nos encontraremos con su ira que no podremos eludir.

El juicio sobre Edom vino por causa de su enemistad perpetua hacia Israel. Esa enemistad no agradó a Dios, y Él no ha cambiado. La cruz de Jesús ha derribado toda enemistad y pared intermedia de separación entre el judío y el gentil. Si rechazamos la intermediación de la sangre derramada del justo en la cruz del Calvario para nuestra reconciliación, estaremos frente a la ira del justo juicio de Dios sobre una naturaleza impía, incapaz de arrepentirse.

Esaú no solo mantuvo su enemistad hacia Israel, sino que aprovechó sus momentos de máxima debilidad para hacerle el mayor daño posible. Esta palabra se levanta hoy también sobre todas las naciones que se empeñan en el antisemitismo y odio a Israel. El juicio será el mismo: desolación, soledad y ruina.

         Mantener la enemistad hacia Israel es oponerse a Dios. El antisemitismo es pecado. La teología del reemplazo no es la voluntad de Dios.

25 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Ezequiel sobre Edom (1)

Lucha interiorEl profeta Ezequiel sobre Edom (I)

Así dice el Señor Dios: Por cuanto Edom ha obrado vengativamente contra la casa de Judá, ha incurrido en grave culpa y se ha vengado de ellos, por tanto, así dice el Señor: Yo extenderé también mi mano contra Edom y cortaré de ella hombres y animales y la dejaré en ruinas; desde Temán hasta Dedán caerán a espada. Pondré mi venganza contra Edom en mano de mi pueblo Israel, y harán en Edom conforme a mi ira y conforme a mi furor; así conocerán mi venganza, declara el Señor Dios  (Ezequiel 25:12-14 LBLA).

Hemos dicho que varios de los profetas de Israel profetizaron sobre Edom. Hasta ahora hemos visto la profecía de Isaías, Jeremías, Abdías y ahora veremos la de Ezequiel.

Toda la Escritura muestra con nitidez que Dios interviene en los asuntos de las naciones. La mentalidad materialista y laica de nuestra generación pretende ignorarlo porque ignora la Escritura y el poder de Dios. El apóstol Juan nos dice que el mundo está bajo el maligno, nos habla del príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia.

Hay un dominio espiritual detrás de las naciones que se oponen a la voluntad de Dios, y esa oposición siempre se manifiesta mediante resistir su palabra y perseguir al pueblo de Dios. El diablo se opone a Dios a través de su animadversión al pueblo que tiene las promesas y el evangelio, es decir, Israel y la iglesia.

El reino de Edom manifestó su naturaleza vengativa contra la casa de Judá cuando Israel estaba en su máxima debilidad. Esta actitud fue considerada grave en el consejo de Dios y por ello se emitió un juicio contra la casa de Esaú. Todo lo que el hombre siembra, eso siega. Edom sembró venganza y recogió venganza y ruina. La mano ejecutora sería el mismo Israel. Esta verdad se repite en la Escritura en varias ocasiones.

Dios pone su ira y furor en mano de imperios o reinos. Así fue con Babilonia sobre Judá, lo fue sobre Babilonia a mano de los persas. Por tanto, vemos muchos casos donde el Señor envía sus juicios mediante pueblos que más tarde son juzgados. No hay ningún reino establecido sobre verdadera justicia hasta que vengan el Rey de Israel.

Dios puso en manos de España el descubrimiento del Nuevo Mundo y gran parte de lo que vendría después, hasta que a su vez fue juzgada por sus extralimitaciones. No debemos ser ligeros a la hora de emitir veredictos sin revelación, pero sí debemos conocer las verdades reveladas que nos dan luz sobre el devenir de los pueblos. La justicia engrandece a la nación, más el pecado es afrenta de las naciones (Pr. 14:34).

         Edom nos enseña a no ser vengativos con Israel ni con ningún otro pueblo. El evangelio enseña que no debemos vengarnos nosotros mismos.

24 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Abdías sobre Edom (4)

Lucha interiorEl profeta Abdías sobre Edom (IV)

Pero en el monte Sión quedará un remanente, y será lugar santo, y la casa de Jacob volverá a tomar sus posesiones… Y subirán libertadores al monte Sión para juzgar al monte de Esaú, y el reino será del Señor  (Abdías 17,21 LBLA).

El juicio de Dios emitido sobre Edom contrasta con la restauración del reino de Israel. La Biblia muestra la eternidad del reino davídico, es decir, el reino mesiánico. Jesús nos enseñó a orar: venga tu reino. Ese reino tiene una dimensión física en Jerusalén, en Sión, y otra espiritual y celestial. Es el mismo reino. Su manifestación está ubicada en la tierra de Israel en los potreros días. Los mismos apóstoles preguntaron a Jesús poco antes de ascender al cielo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? (Hch. 1:6). La respuesta del Maestro los introdujo en los tiempos y las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad (Hch. 1:7 LBLA).

Ahora toca predicar el evangelio a todas las naciones, hasta que venga el día de la restauración de todas las cosas. Y una parte de esa restauración tiene que ver con el reino a Israel en Sión. Dicho esto, inmediatamente aparecen preguntas en nuestras mentes, preguntas muchas de ellas que quedan sin responder —recuerda la respuesta del Señor a los apóstoles— pero no por ello debemos ignorar el mensaje de los profetas.

Abdías acaba su visión recordando que hay diferencia entre el reino de Edom y lo que representa, además de la naturaleza de dicho reino; y el reino del Señor en Sión y Jerusalén. Hay diferencia. Como la hubo en los días de Israel en Egipto. Dios hizo diferencia entre la tierra de Gosén y la tierra de los egipcios.

El profeta Daniel interpretó el sueño del rey Nabucodonosor donde una gran estatua mostraba los reinos de este mundo. Vio una piedra cortada sin ayuda de manos que golpeó la estatua en sus pies de barro desmenuzándola. Luego el viento se los llevó sin que quedara rastro alguno de ellos. Pero la piedra que había golpeado los reinos de este mundo se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra (Dn. 2:31-35). Ese es el reino mesiánico. Es el reino de Dios. Es el reino al que se refiere el profeta Abdías que debe juzgar al monte de Esaú, y el reino será del Señor.

Hay convergencia en la Escritura. La restauración de todas las cosas; el retorno de los judíos a su tierra; el regreso a su Dios −mediante el evangelio−, y la manifestación del reino de Dios llenando toda la tierra, así como otros muchos eventos, tendrán lugar en el día del Señor.

         Dios hace diferencia entre el justo y el impío, entre la luz y las tinieblas, entre la naturaleza carnal y el hombre regenerado, entre el reino de Edom y el reino de Israel, no lo olvidemos.

23 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Abdías sobre Edom (3)

Lucha interiorEl profeta Abdías sobre Edom (III)

Porque se acerca el día del Señor sobre todas las naciones. Como tú has hecho, te será hecho; tus acciones recaerán sobre tu cabeza  (Abdías 15 LBLA).

A la generación de Noé le sorprendió el inminente juicio de Dios aunque tuvieron un pregonero de justicia en el constructor del arca. Poco después la generación de Lot cometió el mismo error, vivían en inmoralidad, ociosidad, violencia y un hedonismo insoportable, hasta que el fuego que cayó del cielo los sorprendió a todos, sólo Lot y sus dos hijas escaparon. Por su parte el profeta Jonás anuncio un juicio a la ciudad de Nínive dentro de cuarenta días y se arrepintieron proclamando un ayuno hasta de las bestias. Dios retrasó el juicio y aquella generación de Jonás no tuvo que sufrirlo.

Está escrito: No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gá. 6:7). Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Heb. 9:27). Y también que la ira de Dios se rebela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad (Ro.1:18). Sin embargo, nuestra generación vive a espaldas de estas verdades reveladas una y otra vez. Prefiere repetir el mismo error de generaciones pasadas e ignorar el inminente juicio de Dios sobre todas las naciones. Es el mensaje de muchos de los profetas de Israel, entre ellos Abdías.

La variante en el mensaje de este profeta es que el juicio viene a las naciones por el trato dado a Israel, y esto concuerda con otras Escrituras. Está escrito: el que os toca, toca la niña de su ojo (Zac.2:8). Que hay bendición o maldición para las naciones o familias que bendicen o maldicen a Israel (Gn. 12:1-4). Incluso Jesús enseñó que el juicio a las naciones viene por el trato dado a estos mis hermanos más pequeños, refiriéndose a los judíos (Mt. 25:31-46).

El texto de Abdías nos recuerda que de la misma manera que Edom hizo con Judá, así le seria hecho a Esaú, y todos aquellos que participan de su misma naturaleza pecaminosa. Podemos ignorar la verdad revelada, torcerla o manipularla, pero eso no la cambiará. Dios no cambia y lo que ha salido de su boca tiene cumplimiento, no solo en las promesas que tanto nos agradan, sino también en aquellas que apuntan hacia su juicio. No nos engañemos. Es el mismo Dios. Es la misma palabra. Teman las naciones y los pueblos ante el Dios de Israel y el anuncio de sus profetas.

         Seamos sabios y pongamos nuestras vidas a línea con la palabra de los profetas que hablaron de parte de Dios. En ella tenemos nuestra salvación.

22 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Abdías sobre Edom (2)

Lucha interiorEl profeta Abdías sobre Edom (II)

Por la violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza, y serás cortado para siempre  (Abdías 10 LBLA).

El libro del profeta Abdías es un mensaje o pregón del Señor contra Edom por el trato dado a su hermano Israel. Judá había sido derrotada y llevada al cautiverio por los caldeos. Cuando lo vieron sus hermanos edomitas, descendientes de Esaú, no solo se alegraron, sino que participaron con su propia violencia a la destrucción y el saqueo de los judíos. Aunque Judá estaba bajo el juicio de Dios en ese tiempo, sufriendo las consecuencias de su propia rebelión al pacto y recogiendo el fruto de su pecado contra su Dios, eso no significaba que Edom pudiera aprovecharse de su debilidad para «hacer leña del árbol caído».

Dios emitió un juicio sobre Edom para que la vergüenza cayera sobre ellos y fuera cortado para siempre. El Señor envió diversos juicios sobre Israel a lo largo del recorrido bíblico, pero siempre los profetas hablaron de su restauración. Dios no ha desechado a su pueblo. La teología del reemplazo ha puesto base doctrinal a lo largo de la historia de la iglesia para aprovechar la debilidad y dispersión de Israel a las naciones, ensañándose contra los judíos acusándoles de pueblo deicida, olvidando el mensaje del profeta Abdías.

Dios no ve con buenos ojos que las naciones aprovechen su castigo a Israel para destruirlos. La violencia de Esaú, −la misma naturaleza violenta−, ha sido usada contra Israel durante el tiempo de la diáspora por la mayoría de las naciones llamadas cristianas. Han participado del pecado de Edom. ¿Cuál fue ese pecado? Injuriaron a Jacob (vers. 10 RV60). Se unieron a sus enemigos (11). Se alegraron de su mal. No debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de su angustia (12). Robaron sus bienes (13). Edom ayudó a los babilonios para matar judíos el día de su calamidad entregándolos como prisioneros (14).

¡Cuántas naciones lo hicieron en los días del holocausto! Casi toda Europa colaboró por acción u omisión. El silencio cobarde permitió la mayor infamia cometida por la humanidad. La naturaleza de Esaú está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Dios la aborrece. La vergüenza cubrirá a todos aquellos que se oponen al pueblo de Dios, aunque este merezca su juicio. Edom fue cortado para siempre y nosotros deberíamos temer a un Dios que no cambia.

         La violencia hecha contra los hermanos es aborrecida por el Señor causando una vergüenza que nos cubrirá.

21 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Abdías sobre Edom (1)

Lucha interiorEl profeta Abdías sobre Edom (I)

Visión de Abdías. Así dice el Señor acerca de Edom: Hemos oído un mensaje del Señor, y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: Levantaos y alcémonos contra él en batalla  (Abdías 1 LBLA).

En nuestro contexto religioso cuando hablamos de visiones casi siempre tienen que ver con mensajes agradables. Anunciamos visiones y sueños, en muchos casos, que engordan el ego humano, ignoran el temor de Dios y olvidan la naturaleza de pecado del hombre. Por su parte el profeta Abdías tuvo una visión devastadora para la tierra de Edom. Y no porque el profeta sea catastrofista, sino porque es el mensaje que ha oído del Señor y que debe anunciar a Edom y las naciones.

Todas las naciones se parecen mucho unas a otras en su comportamiento contra el Señor y contra su ungido (Sal. 2:1-2). En el texto del Salmo 2 se refiere al advenimiento del Mesías y la oposición que las naciones harán a su manifestación. En el caso del profeta Abdías el ungido tiene que ver con Israel y los enemigos que se le oponen. Por tanto, las naciones tienen en común su oposición a Dios, a su ungido, a su pueblo, a su tierra y a su evangelio. En realidad es todo una misma cosa: el Adversario oponiéndose, a través de los hijos de desobediencia, a la voluntad soberana de Dios para establecer su reino en la tierra. Por tanto, en Edom vemos reflejada a nuestra propia nación; y en su actitud hacia Israel la de cada uno de nosotros como manifestación del hombre carnal.

Hagamos un recorrido del juicio anunciado en este pequeño libro de la Biblia y aprendamos. Una vez más vemos que el centro de la naturaleza de Esaú se manifiesta en la soberbia de su corazón. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? (3). Tiene su seguridad puesta en la habilidad para buscar refugios y alturas inaccesibles para sus enemigos, por tanto se siente seguro y declara con altivez que nadie podrá derribarlo.

Así es como se ve Edom, pero el profeta tiene un mensaje distinto para esta nación orgullosa: He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera (2). Otra vez la soberbia nos engaña. Nos hace creer que estamos seguros cuando en realidad vivimos al borde del precipicio. La altivez de corazón piensa y dice que no tiene necesidad de nada, pero no sabe que en verdad es miserable, pobre, ciego y está desnudo (Apc. 3:17).

         Dios no hace nada sin anunciarlo por medio de sus profetas, y está escrito que resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.

20 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Jeremías sobre Edom (3)

Lucha interiorEl profeta Jeremías sobre Edom (III)

Por tanto, oíd el plan [«consejo» RV60] que el Señor ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán…  (Jeremías 49:20).

La paciencia de Dios es mayor que la nuestra. Él es paciente esperando que procedamos al arrepentimiento. Antes de ello envía su palabra para hacernos volver del error de nuestro camino y evitar las consecuencias de  nuestra resistencia a la verdad, viviendo obstinadamente aferrados a la soberbia y el orgullo que Dios resiste.

La Biblia  muestra con toda claridad que una vez superados los tiempos de ignorancia, debemos proceder al arrepentimiento. La Escritura pone de manifiesto con toda claridad que podemos traspasar los límites y entrar en la extralimitación que nos conduce a un camino sin retorno. Los profetas nos advierten una y otra vez para volver y buscar a Dios mientras pueda ser hallado. El evangelio de Jesús nos ofrece un cambio de naturaleza para regresar a la cordura del arrepentimiento y la fe en Jesús. Sin ese cambio trascendental continuaremos desarrollando la naturaleza de Esaú que nos llevará al juicio de Dios, como lo encontraron los descendientes de Edom.

El profeta Jeremías declara las consecuencias. He aquí te haré pequeño entre las naciones, menospreciado entre los hombres. Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón… de allí te haré descender… y se convertirá Edom en desolación… como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra y de sus ciudades vecinas, dice YHWH… (Jer.49:15-18). Observa que es un juicio que ya ha sido realizado en otras ciudades, las de Sodoma y Gomorra, así como en otras ciudades vecinas. Sin embargo, Edom no aprende.

El hombre obstinado en su arrogancia no puede ver ni aprender en «cabeza ajena». Como dijo Salomón: Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó (Ecl. 3:15). Y otra vez dice: ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol (Ecl. 1:9). Entonces ¿por qué el hombre moderno piensa que Dios pasará por alto su comportamiento, que no habrá consecuencias de la impiedad, y que las naciones pueden traspasar indefinidamente la ley del Rey del Universo? El profeta responde: Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón (Jer.49:16). Ese fue el pecado de Esaú y es el nuestro hoy.

         Si desechamos al que habla desde el cielo no queda más que una expectación de juicio que nos ha de devorar (Hebreos 10:27).

19 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Jeremías sobre Edom (2)

Lucha interiorEl profeta Jeremías sobre Edom (II)

Por tanto, oíd el plan [«consejo» RV60] que el Señor ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán…  (Jeremías 49:20 LBLA).

Cuando venimos a las Escrituras de los profetas, la Torah, los Salmos y los escritos de los apóstoles, debemos saber que estamos entrando en la soberanía de Dios expresada en su palabra revelada. No venimos para encontrar apoyo a nuestros razonamientos, sino para aceptar el consejo de Dios, todo el consejo de Dios, diría Pablo. Y una parte de ese consejo son juicios.

Pretender ver en la Biblia solo amor, bondad y misericordia es engañarse a sí mismo. El propósito de Dios incluye juicios sobre los impíos, sobre aquellos que resisten su voluntad, y sobre las naciones que se oponen a su soberanía. Hay también un juicio sobre el hombre carnal, porque los que viven según la carne no pueden agradar a Dios, y su destino es la separación de Dios eternamente. Las obras de la carne serán juzgadas y aquellos que las practican no pueden heredar el reino de Dios (Gá. 5:19-21).

Esaú es el representante del hombre carnal. El profeta Jeremías declaró el juicio de Dios sobre la descendencia de Edom. Ese juicio vino como consecuencia de la arrogancia y la soberbia manifestada en múltiples ocasiones. Dios resiste a los soberbios, y da gracia  a los humildes. No es nada nuevo. El Señor es el mismo y no cambia. Se anuncia un tiempo de quebrantamiento y castigo (49:8). Será desnudado (49:10) y descubiertos sus escondrijos, no podrá esconderse, será destruido y dejará de ser.

Así es también el destino del hombre opuesto al Eterno. Las obras de cada uno serán expuestas; los que han edificado sobre paja, heno y hojarasca el fuego destruirá su obra, está anunciado. Podemos escondernos un tiempo, ignorar las consecuencias de nuestros actos como si no tuviéramos que dar cuenta a nadie, pero el día llega como le llegó a Edom. El juicio ha sido decretado (Sal. 149:6-9).

Porque por mí he jurado —declara el Señor— que Bosra [ciudad de Edom] será motivo de horror, de oprobio, de ruina y de maldición; todas sus ciudades [las del reino de Edom] se convertirán en ruinas perpetuas (Jer. 49:13 LBLA). Y el día llegó para los descendientes de Esaú; como llegará para todos aquellos que eligen la soberbia del hombre carnal en oposición a la humildad del hombre nacido del Espíritu.

         No debemos engañarnos, todo lo que el hombre siembra, eso siega. Esaú lo cosechó y el juicio está decretado para todos aquellos que eligen su naturaleza soberbia.

18 – LA LUCHA INTERIOR – El profeta Jeremías sobre Edom (1)

Lucha interiorEl profeta Jeremías sobre Edom (I)

Por tanto, oíd el plan [«consejo» RV60] que el Señor ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán…  (Jeremías 49:20).

Los profetas de Israel hablaron de parte del Dios de Israel. Su palabra es eterna. Permanece en los cielos para siempre y es enviada a la tierra cumpliendo el propósito para el cuál ha sido enviada. Mucho del mensaje de los profetas era dirigido al pueblo de Israel, el pueblo del pacto y las promesas, pero también profetizaron sobre las naciones vecinas emitiendo sus juicios. No era el juicio del profeta, era y es el consejo decretado en el trono de Dios. Ese consejo tiene que ver en muchos casos con un juicio decretado sobre diversas naciones y pueblos.

En este capítulo del profeta Jeremías hay un juicio sobre el pueblo de Edom, es decir, Esaú, o el monte Seir. La profecía bíblica, en sentido general, contiene al menos dos dimensiones de interpretación, una literal y física que no debemos olvidar, y otra espiritual que tiene un alcance más amplio, aunque en ningún caso se opone la una a la otra, sino que se complementan.

En el tema que estamos tratando no debemos ignorar el sentido literal de la profecía, aunque vayamos más allá y veamos en la analogía de Jacob y Esaú un conflicto interno que surge en el mismo seno familiar. Dicho esto, debemos saber que Dios decretó un juicio sobre Edom y las ciudades más importantes de su territorio como eran Temán, Dedán y Bosra. Me paro sobre la de Temán porque era reconocida como una ciudad con habitantes sabios, aunque en este tiempo habían perdido la sabiduría. ¿No hay sabiduría en Temán? ¿Se ha perdido el consejo de los prudentes? ¿Se ha corrompido su sabiduría? (Jer. 49:7). Precisamente uno de los «amigos» de Job (Elifaz temanita) venía de esta ciudad (Job 2:11).

Pues bien, esta sabiduría carnal, procedente de los descendientes de Esaú, tiene un  alcance temporal y perecedero. La sabiduría de Temán termina en soberbia humana opuesta a Dios. Es terrenal, natural y diabólica, está llena de celos y ambición personal, y miente contra la verdad (Stg. 3:13-16). Por su parte la sabiduría que viene de lo alto es primeramente pura, pacífica, amable, llena de  misericordia y buenos frutos (Stg. 2:17). Sobre Edom pende un juicio decretado que alcanza a todas sus ciudades.

         Hay dos consejos opuestos entre sí, uno proviene de Esaú y su naturaleza; el otro es decretado por Dios desde su trono. Estos dos se oponen entre sí y debemos saber escoger.