85 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXVII) – Babilonia (69)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         En este capítulo de Ezequiel nos encontramos con la fusión que se establece entre el comportamiento de la ciudad de Tiro y su príncipe, −la influencia que llegaron a tener sobre todo el Mediterráneo, es decir, todo el mundo conocido, que dio lugar a un comercio mundial con su consiguiente dominio y poder sobre otros pueblos y naciones−, con las potestades superiores. El éxito de la ciudad de Tiro en mantener un mercado común europeo, (aunque ciertamente superaba las fronteras de Europa y llegaba hasta el Oriente Medio), propició, (o tal vez vino motivado por su vinculación anterior a la fuerza que ejercía el poder babilónico sobre ella), una combinación de fuerzas naturales y sobrenaturales. Me explico.

El ser humano tiene las potencialidades que el Creador le ha dado para dominar sobre la creación, ejercer de mayordomo y administrar lo que ha sido puesto bajo su custodia, pero una vez que se emancipa de la fuente de su autoridad, es decir, el Hacedor de todas las cosas, se activa otro poder espiritual que lo subyuga y ejerce su persuasión sobre él para conducirle más lejos aún de su dependencia primaria, inyectar en el ser humano su naturaleza rebelde y doblegarle a su dominio mediante la rebelión contra el Creador pretendiendo ocupar su lugar.

Esa fue la caída de Lucifer, el ángel o querubín caído, que ahora se proyecta sobre la naturaleza del hombre para conseguir los mismos resultados. Todo ello se desprende del texto que tenemos para meditar.

Una vez que la ciudad de Tiro consiguió una posición de influencia sobre las demás naciones mediante su comercio, aparece en la revelación que nos da el profeta de Dios, una fusión de voluntades entre el hombre y el que Jesús llama el príncipe de este mundo, y el apóstol Pablo, el príncipe de la potestad del aire, que opera sobre los hijos desobediencia, o hijos de ira.

Por eso, el profeta Ezequiel se dirige en su mensaje de este capítulo al príncipe de Tiro, y en el desarrollo de su exposición pone de manifiesto que está viendo en él al querubín, sello de la perfección, sabiduría y hermosura que estuvo en Edén.

         El profeta Ezequiel revela que detrás del éxito económico del príncipe de Tiro se manifestaba una naturaleza que sobrepasaba el ámbito natural.

84 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXVI) – Babilonia (68)

¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar? Cuando tus mercaderías salían de las naves, saciabas a muchos pueblos; a los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tu comercio… tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti… Los mercaderes de los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre, dejarás de ser (Ezequiel 27:32-36)

         El salmista nos advierte: Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas (Sal.62:10). Jesús también lo hace una y otra vez en sus enseñanzas. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y el apóstol Pablo escribe: Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Tim.6:9,10).

Hoy en muchos púlpitos cuando se leen estos textos rápidamente se pone el énfasis en que el problema está en el amor al dinero, no en el dinero mismo, éste es neutro, se enfatiza. La realidad es que parece haber muy poca capacidad en el ser humano para no ser subyugado por el brillo del oro.

Dinero, poder y sexo son una triada diabólica que hunden a los hombres en perdición haciendo emerger lo peor de la naturaleza humana.

Sin embargo, hay personas prósperas en la Biblia que no sucumbieron a semejante tentación: Abraham, Isaac, Jacob, Job, David y muchos otros. Pablo dice a Timoteo: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en Dios, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Tim.6:17).

No fue el caso de la ciudad de Tiro y sus habitantes. Como tampoco lo será el de las ciudades y naciones de hoy que prosperan un tiempo para envanecerse cayendo presa de sus propios excesos. Lo efímero de las riquezas pone a prueba el devenir de los pueblos.

La historia revela que grandes ciudades e imperios antiguos cayeron y nunca más se han levantado. ¿Qué nos hace pensar que las ciudades prósperas de Europa y América lo serán siempre? Si hubo juicio para Tiro, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas, lo habrá también para las nuestras si seguimos los mismos patrones de comportamiento. Dios no cambia.

Las generaciones van y vienen, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Nuestro afán actual por las riquezas, el confort y el lujo desmesurado nos iguala a Tiro y su caída. Seamos sabios y aprendamos del testimonio escrito para todas las generaciones.

         Busquemos primero el reino de Dios y todo lo demás será añadido.

83 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXV) – Babilonia (67)

Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo comerciaba en tus ferias… Javán, Tubal y Mesec comerciaban también contigo… Los de la casa de Togarma… comerciaban en tu mercado… Edom traficaba contigo… Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo… Damasco comerciaba contigo… Arabia y todos los príncipes de Cedar traficaban contigo… Estos mercaderes tuyos negociaban contigo en varias cosas… Las naves de Tarsis eran como tus caravanas que traían tus mercancías; así llegaste a ser opulenta, te multiplicaste en gran manera en medio de los mares (Ezequiel 27:12-25)

         ¡Abrumador el comercio y la influencia que llegó a tener Tiro y las ciudades fenicias! Favorecidas por la costa sobre la cual estaban asentadas, su pericia para la navegación, y su destreza para el comercio y los negocios hacen de Tiro la envidia de muchas de las grandes ciudades en la actualidad.

La relación del profeta sobre ciudades y reinos que comerciaron con Tiro; la lista detallada que hace de sus productos y el resultado de todo ello la iguala a la ciudad de Babilonia que aparece en Apocalipsis 18. Una comparación de los productos nos deja asombrados por la similitud de sus ventas. No podemos aquí desarrollar un estudio minucioso, pero debemos sacar algunas conclusiones.

El comercio siempre es motivo de prosperidad en las ciudades y naciones. Las ciudades costeras tienen ventaja sobre las del interior, y sus mercancías pueden moverse con mayor rapidez, produciendo un comercio e intercambio entre pueblos que favorece a ambos. Las ferias comerciales modernas son reflejo de la actividad iniciada por los fenicios.

Un comercio mundial favorece una economía de mercado mundial que produce un sistema económico mundial y acumula la riqueza en aquellas ciudades que sepan hacer mejores negocios.

Esa acumulación de riqueza produce algunos efectos secundarios. Las potestades superiores acaban estableciendo su dominio espiritual sobre esas ciudades a través de los gobernantes, empresarios, banqueros y autoridades religiosas para establecer un gobierno mundial que lleve a los pueblos dócilmente a sus propósitos según el modelo piloto que se llevó a cabo en la llanura de Sinar, en Babel.

Y con todo este conglomerado de pasiones aparece en el corazón del hombre un dominio tan fuerte que lo lleva a confiar en sí mismo de una forma que acaba considerándose un dios, emanciparse del Creador y con ello precipitar su caída y el justo juicio de Dios.

         El corazón engañoso del hombre acaba cediendo a la influencia irrefrenable de sus logros comerciales que lo llevan a su caída en desgracia.

82 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXIV) – Babilonia (66)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Tú, hijo de hombre, levanta endechas sobre Tiro. Dirás a Tiro, que está asentada a las orillas del mar, la que trafica con los pueblos de muchas costas: Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura. En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron completaron tu belleza  (Ezequiel 27:1-4)

         Está escrito: Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron (Rom.15:4). También dice el apóstol: Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron… y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (1 Co.10:6,11).

Las naciones prósperas de hoy deberían comprender que corren un gran peligro si actúan con autosuficiencia, ignoran voluntariamente la profecía, y se levantan con soberbia oponiéndose a Israel mediante el antisemitismo o apoyando la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones). No debemos ignorar lo que está escrito, y aquello que la historia nos enseña.

Tiro y los fenicios consiguieron durante un tiempo ser ciudades-estado de gran relevancia mundial. Su comercio se extendió por todo el Mediterráneo, que es como decir todo el mundo conocido de la época. El capítulo 27 de Ezequiel nos da una relación exhaustiva de su comercio con las principales ciudades y naciones de la zona. Fueron años, décadas y siglos de predominio comercial. Esto atrajo grandes riquezas a Tiro y Sidón, que a su vez formó grandes ejércitos, tuvo enorme influencia, y por supuesto, grandes arrogancias. Su importante industria naviera fue tan exitosa que dominaron los mares estableciendo un sistema comercial y financiero que creó una inmensa riqueza, y con ella el engaño de la autosuficiencia, pensamientos inflados que les hicieron confundirse con dioses en forma humana, aupado por las adulaciones del resto de las ciudades importantes con quienes traficaban.

Entonces el Señor habla a la ciudad de Tiro mediante el profeta. Piensa. Dios habla a una ciudad como si fuera una persona. Las ciudades tienen personalidad propia. Seguramente hay una potestad predominante que implanta su carácter sobre ella influyendo en las autoridades que asumen la naturaleza de esa potestad, liberando la influencia demoniaca sobre ella.

Jesús habló en ciertas ocasiones a Jerusalén por no conocer el tiempo de su visitación. ¿Por qué somos tan soberbios para pensar que las ciudades populosas de nuestras naciones han de ser distintas?

         El Señor habla a las ciudades que han adquirido personalidad propia con su sello distintivo, y lo hace para corregir lo deficiente en sus gobernantes.

81 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXIII) – Babilonia (65)

Porque así ha dicho YHVH el Señor: Yo te convertiré en ciudad desolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán. Y te haré descender con los que descienden al sepulcro… Te convertiré en espanto, y dejarás de ser; serás buscada, y nunca más serás hallada, dice YHVH el Señor  (Ezequiel 26:19-21)

         Los fenicios fueron durante varios siglos una sociedad pujante, muy influyente en toda la cuenca mediterránea. Ya en el siglo IX a.C. una colonia tiria fundó la ciudad de Cartago (la actual Túnez) que rivalizó con Roma. Finalmente los romanos se impusieron al general cartaginés Aníbal y desde entonces el dominio sobre el mundo conocido perteneció al Imperio Romano.

Partiendo de Tiro, Sidón, Biblos y otras ciudades fenicias se establecieron colonias en las principales ciudades de ambas costas del Mediterráneo, llegando hasta «el fin del mundo» conocido, el Non Plus Ultra de los griegos, la ciudad de Gadir (actual Cádiz) en el sur de la Península Ibérica, y antiguo reino de Tartessos.

Por tanto, estamos ante unas ciudades estado de gran trascendencia en el devenir histórico antiguo. Sin embargo, la piedra de tropiezo para Tiro fue Israel. Según los profetas del reino de Judá, lo que aceleró su caída y la pérdida de su dominio económico fue el trato infiel que dieron a Israel. Lo hemos reseñado en la anterior meditación en palabras de Joel y Amós. A su comportamiento impío hacia el pueblo de Dios añadió la soberbia de sentirse inexpugnable por su influencia mundial.

Siempre aparece en la historia de los pueblos la arrogancia por la prosperidad como detonante de su caída. Si a ello le añadimos un antisemitismo militante tenemos un cóctel mortal para precipitar su desaparición. Esta verdad se desprende una y otra vez de la revelación bíblica manifestada por los profetas.

Ezequiel lo pone de manifiesto con claridad. Por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones (26:2). Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura (27:3). Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste; Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares… (28:2).

De lo que hay en el corazón, dijo Jesús, habla la boca. Tiro habló con arrogancia contra Jerusalén, se enalteció por sus riquezas y esto fue la causa de su ruina. Esta forma de hablar es propia de nuestra generación. Por otro lado, la teología del reemplazo en la iglesia menosprecia los pactos de Dios con Israel.

Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Es soberbia oponerse a su soberanía frente a Jerusalén y jactarse como dios.

80 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXII) – Babilonia (64)

Porque así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho pueblo  (Ezequiel 26:7)

         Encontramos en esta profecía un enfrentamiento entre la Babilonia física, representada aquí por el rey Nabucodonosor, contra una hija espiritual de Babilonia como madre de todas las rameras en relación a la ciudad de Tiro, que mas adelante veremos representa el poder económico mundial y su sistema financiero a través del comercio de todo tipo.

Por tanto, podemos ver un enfrentamiento entre los ejércitos de Mesopotamia (simbolizados hoy por el islam), contra el poder económico mundial (representados hoy por la City de Londres, Wall Street y ciudades del sudeste asiático) encarnado en la ciudad de Tiro.

La palabra proviene del mismo Señor, diciendo: He aquí del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor. Nada ocurre sin el permiso soberano del Rey del universo. Se anuncia juicio sobre la ciudad fenicia a través del dominio de la misma Babilonia. Este juicio está recogido por diversos profetas.

Veamos. Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todo el territorio de Filistea?… vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra (Joel 3:4-6). El Señor es celoso de su pueblo, está escrito que es la niña de sus ojos, por tanto, llega la hora de su juicio sobre aquellas naciones que pelean contra Israel y los planes de Dios en su restauración.

También lo vemos en el profeta Amós. Así ha dicho YHVH: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos. Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios (Amós 1:9,10). Este pacto entre hermanos puede referirse a las alianzas que hicieron el rey de Tiro con el rey David y Salomón en el pasado (1 Reyes 5:2-6,15-18 y 9:11-14).

Pues bien, la infidelidad al pacto de Tiro sobre Israel fue recordado por el Señor, reprobando su actitud infiel. Vemos como se repite una y otra vez la trascendencia que tiene el trato dado a Israel por las naciones vecinas.

La política no pasa desapercibida para el Señor de toda la tierra. Jesús habló del juicio a todas las naciones por el trato dado a Israel (Mateo 25:31-46). «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». Es un principio espiritual ineludible. Lo cual no quita que el mismo Israel sea también juzgado por el Señor como hemos visto anteriormente.

         La Escritura no deja lugar a dudas: hay un juicio decretado sobre aquellas naciones que oprimen a Israel y pretenden destruirla.

79 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXXI) – Babilonia (63)

… por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus olas  (Ezequiel 26:3)

         Hemos dicho en nuestra meditación anterior que Tiro se presenta en el libro del profeta Ezequiel como una hija adelantada de Babilonia.

Recordemos que la manifestación de la ciudad contaminadora de todas las naciones es múltiple. En el caso de la ciudad de Tiro nos encontramos con el sistema financiero mundial a través del comercio en muchas naciones.

Lo veremos con detenimiento más adelante, ahora quiero detenerme en lo que atrajo el juicio de Dios sobre esta ciudad populosa e influyente. Los primeros versículos del capítulo que estamos estudiando lo dejan claro, fue su actitud hacia la ciudad de Jerusalén.

Recordemos. La capital del reino de Judá había sido juzgada por el Señor y llevada al cautiverio babilónico. El templo fue destruido y la pérdida de su influencia comercial y política en la zona fue aprovechada por la ciudad de Tiro para beneficio propio. Esto desagradó al Señor. La ciudad fenicia tampoco se libraría de ser conquistada por Nabucodonosor después de un asedio de trece años. Hay un dicho popular que dice: no hacer leña del árbol caído.

Jesús dijo: el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, por tanto, nunca debemos alegrarnos del mal ajeno, y mucho menos tratar de sacar provecho de su debilidad. Esta actitud desagrada a Dios. El reino de Edom también cometió este pecado en el mismo tiempo recibiendo la reprobación divina por ello. El salmista lo expresó así: Oh YHVH, recuerda contra los hijos e Edom el día de Jerusalén, cuando decían: arrasadla, arrasadla hasta los cimientos. Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste (Sal.137:7,8).

Edom es llamada hija de Babilonia actuando conforme a su naturaleza contra Judá. También Tiro era hija de Babilonia en este sentido. A ambos reinos les une su odio a Jerusalén, como ocurre hoy con muchas naciones islámicas, curiosamente situadas geográficamente en la misma zona, y también a muchas naciones de Europa y otros lugares por su antisemitismo. Esta actitud atrae el juicio de Dios. Está escrito: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré. El profeta Abdías lo anunció contra Edom (Abdías 1,3,10-15). Por su parte el profeta Ezequiel lo declaró sobre la ciudad de Tiro. El Señor no cambia.

         Las naciones del mundo deberían aprender las consecuencias que se derivan de su odio a Israel expresado en antisemitismo. Esta actitud atrae maldición a los pueblos y acaba acelerando el juicio de Dios.

78 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXX) – Babilonia (62)

Aconteció en el undécimo año, en el día primero del mes, que vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré llena, y ella desierta…  (Ezequiel 26:1,2)

         Con esta meditación entramos en tres capítulos del libro de Ezequiel donde vamos a ir viendo el juicio anunciado sobre Tiro.

Antes de nada debemos situarnos y reseñar algunos datos sobre la ciudad de Tiro para poder contextualizar la profecía.

Tiro era la ciudad más importante de la antigua Fenicia, situada en la región conocida hoy como El Líbano, al norte de Israel. Otra ciudad fenicia era Sidón, de donde procedía Jezabel, la hija de Et-baal rey de los sidonios, que se casó con Acab, rey de Israel, en cuyo reino introdujo el culto a Baal (1 Reyes 16:31,32).

Ambas ciudades, junto con Biblos, y algunas otras, tuvieron durante mucho tiempo una influencia predominante en la cuenca Mediterránea. Los fenicios establecieron colonias en muchos de los puertos del Mare Nostrum, llegaron hasta el sur de Iberia y fundaron Gadir, la actual ciudad de Cádiz.

A ellos les debemos en nuestro país el alfabeto, que tiene una importancia extraordinaria en la Historia de la cultura humana, la agricultura y la ganadería avanzada, la producción del aceite de oliva, la metalurgia, la navegación, el consumo y el comercio. Su aportación a la historia de España antes de la llegada de los romanos fue extraordinaria.

Los fenicios fundaron la ciudad de Cartago, actualmente Túnez, que rivalizó por el dominio mundial con Roma. Cartago fue derrotada en las guerras púnicas, y una vez destruida se despejó el camino para el dominio del Imperio Romano. Pero siglos antes, Fenicia tuvo gran relevancia. Tiro mantuvo relaciones amistosas con el rey David y Salomón. De esta ciudad procedía Hiram, uno de los artífices de la construcción del templo de Jerusalén, además de aportar grandes cantidades de madera del Líbano.

Ahora el profeta Ezequiel anuncia juicio sobre Tiro por su actitud reprobable hacia el castigo que sufrió Jerusalén. Nabucodonosor la sometió a un asedio que duró trece años, hasta que finalmente fue conquistada. Esta ciudad fenicia habló contra Jerusalén diciendo: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones. Veremos cómo se consumó el juicio en esta ciudad que vino a ser una hija aventajada de la antigua Babilonia.

         Tiro, antigua dominadora del comercio en toda la cuenca mediterránea, se ve ahora expuesta al juicio de Dios por su soberbia actitud ante Jerusalén.

77 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXIX) – Babilonia (61)

Pero más ha dicho YHVH el Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto? Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno  (Ezequiel 16:59,60)

         Si hay un mensaje claro en la Escritura es que si no hubiera sido por la misericordia del Señor hubiéramos perecido. Nuevas son cada mañana, grande es su fidelidad. Aunque nosotros seamos infieles, él permanece fiel. No hay justo, ni aún uno; todos se desviaron, a una se hicieron inútiles, no hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Por tanto, todos necesitamos su misericordia, todos somos deudores de su gracia, y todos podemos arrepentirnos para retornar al pacto. El Señor no tiene mala memoria, ni olvida el juramento que ha salido de su boca, el pacto que hizo con Abraham, con Moisés, con David y el nuevo pacto, establecido sobre la sangre del Mesías de Israel, el Hijo de Dios. La niña —Jerusalén— que nació en una tierra maldecida por el pecado, que fue encontrada en sus sangres y menospreciada por todos, llegó a su juventud y el Señor hizo un pacto con ella. Escogió a Sion para poner allí su nombre. Hizo construir un templo para manifestar su gloria y andar en medio de Israel.

Jerusalén fue rebelde, se prostituyó, fue mezclada con Babilonia, recibió sus juicios —porque el Señor no hace acepción de personas ni de pueblos en lo que respecta a su santidad y justicia— y una vez castigada se acordó de su pacto hecho con Abraham y Moisés. Luego confirmó a David, que de su descendencia levantaría un vástago, del tronco de Isaí, para establecer su trono en Jerusalén, un reino de paz para todas las naciones de la tierra.

Llegará el día cuando Jerusalén recuperará el propósito y llamamiento soberano del Dios de Israel, no así la ciudad destinada a condenación, Babilonia, la madre de todas las fornicaciones de la tierra. Hay esperanza para Jerusalén en los pactos hechos por el Señor señalados en Sion, pero hay un destino distinto para la ciudad de perdición. Salgamos de Babilonia aunque llevemos el nombre de Jerusalén. El Señor conoce a los que son suyos, y apártese de iniquidad todo aquel que invoca su nombre.

Dios perdona los pecados de Jerusalén, pero de Babilonia hay que salir y huir. Ezequiel termina su mensaje con estas palabras: cuando yo perdone todo lo que hiciste (16:63).

Hay perdón en Jerusalén, pero juicio eterno en Babilonia, porque esta ciudad alberga la sede de quién ha sido destinado a condenación.

         Regresar a la cobertura del pacto hecho por el Señor nos hará recuperar el propósito para el cual fuimos llamados antes de nacer.

76 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXVIII) – Babilonia (60)

Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas en tu sangre  (Ezequiel 16:22)

         ¡Que frágil es la memoria del hombre para olvidar su antigua miseria en los días prósperos! Esta verdad se ha repetido y se está repitiendo en estos mismos momentos en personas, familias, pueblos y naciones en la actualidad. Y por supuesto, está sucediendo en la iglesia del Señor. Porque no olvidemos que Jerusalén es un tipo de la iglesia en la Escritura.

¡Qué fácil es cargar los juicios a Israel y Judá en la Biblia y las bendiciones a la iglesia! ¡Cómo nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que somos mejores que ellos! Jerusalén, una niña desahuciada y menospreciada al nacer, creció en hermosura y prosperó por la bendición y misericordia del Señor. Pero olvidó su pasado, y con él, la realidad de su origen. Por eso se suele decir que el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. También la iglesia del Señor.

El desarrollo que vemos en el mensaje de Ezequiel sobre el deterioro de Jerusalén es estremecedor. La que había recibido gracia y vida se convirtió en ciudad malvada, fornicaria, peor que ramera, en adúltera, porque buscó a sus amantes, se entregó a ellos sin paga, voluntariamente, por lujuria. Llegó a ser peor que sus hermanas Samaria y Sodoma. Su comportamiento alcanzó cotas de maldad superiores a las de Sodoma que consistieron en: soberbia, saciedad de pan, abundancia de ociosidad, no fortaleció la mano del afligido, se llenó de soberbia y abominaciones delante del Señor (16:48-50).

Jerusalén, capital del reino de Judá, la superó, por tanto, atrajo el juicio de Dios inexorablemente. El Señor no tendrá por inocente al malvado. Su justicia alcanza a su pueblo también. Si hacemos un paralelismo histórico viendo a Samaria como la iglesia católica y a Judá como la iglesia protestante (verdaderamente hay muchas similitudes que no podemos concretar aquí), encontramos que se repite la soberbia doctrinal.

Judá se jactó y juzgó a sus hermanas Samaria y Sodoma, pero llegó a ser peor que ellas. Jesús enseñó que miramos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Nosotros también vivíamos, en otro tiempo, sin esperanza y sin Dios en el mundo; la gracia de Dios nos alcanzó, por tanto, no juzguemos erróneamente, sino hagámoslo con justo juicio (Juan 7:24).

         La memoria frágil puede conducirnos al error olvidando nuestros antiguos fracasos para juzgar a otros con dureza. Jerusalén atrae la cordura.