Los orígenes del reino (XX) – Alabanza profética
… Encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. Entonces el Espíritu de YHVH vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre (1 Samuel 10:5,6).
Una vez que Dios permitió la petición que hicieron los ancianos de Israel de tener un rey como las demás naciones, se puso en marcha todo un proceso para ungirlo. Un rey que seria del pueblo, escogido por Dios. La historia posterior revela las consecuencias de obstinarse contra la voluntad perfecta del Señor.
Samuel sería el puente entre el periodo de los jueces y la llegada de la monarquía a Israel. Dios le mostró que el elegido era el hijo de Cis, de la tribu de Benjamin. Una vez que Saúl «apareció» delante de Samuel, se le anunciaron una serie de sucesos que tendrían lugar hasta la consumación de su llamamiento como rey.
Hay que llamar la atención sobre el hecho de que fue Samuel quien inició lo que llamamos la escuela de profetas. La unción profética que estaba sobre el hijo de Ana se extendió a muchos otros, de tal manera que a partir de ahora nos encontramos con una expresión que se repetirá a lo largo de la historia antigua de Israel: los hijos de los profetas. Vemos cómo en distintas ocasiones aparece un varón de Dios, un vidente, un profeta enviado para una misión concreta. A menudo ni siquiera se menciona su nombre. Son vasos escogidos para que la palabra de Dios llegue a personas específicas, especialmente los reyes.
Pues bien, ese grupo de profetas tenían lugares donde se congregaban, estudiaban las Escrituras y fluían en el Espíritu de revelación. Una de sus características será la unción sobre el canto, de tal forma que muchos profetizaban en una atmosfera de adoración y una dimensión nueva y fresca del Espíritu de Dios. Todo ello antes de la llegada del rey de la casa de Judá.
En nuestro texto tenemos unas palabras muy relevadoras que Samuel traslada a Saúl antes de ser confirmado en el reino. Tenía que encontrarse con una compañía de profetas, precedidos de una expresión de alabanza con salterio, pandero, flauta y arpa; y en medio de esa adoración la compañía de profetas profetizando. Esa atmósfera atraparía también al tímido Saúl de aquellos días que sería envuelto por aquel ambiente celestial de adoración en el Espíritu; entonces vendría él Espíritu de Dios sobre él con poder y profetizaría junto con el grupo de profetas. Esta experiencia cambió la vida de Saúl de tal forma que a partir de entonces ya no sería el mismo.
La adoración en el poder del Espíritu precede al reino mesiánico.