117 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (V) – Amós (1)

En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado (Amós 9:11)

         Una definición sencilla de lo que es un profeta de Dios es aquella que le define como el hombre que ha sido escogido por el Señor para transmitir su mensaje al pueblo. El profeta acaba viendo lo que Dios ve y lo anuncia como un transmisor de aquello que ve y oye de parte del Señor. No es original en su mensaje, sino que se ciñe estrictamente al contenido recibido, aunque sí lo será en las formas, que en muchos casos también formarán parte de la visualización del mensaje. En ocasiones los mismos profetas serán una señal para el pueblo en su forma de vida y actuaciones, todas ellas escogidas por Aquel que es el Dios de los espíritus de los profetas (Apc.22:6).

No es fácil ser profeta de Dios. Generalmente sus mensajes son impopulares, aunque la mayoría de los libros que tenemos de los profetas de Israel, después de anunciar juicios y castigos por el abandono del pacto y el pecado del pueblo, introducen siempre un mensaje de restauración para el pueblo, y gran parte de ese mensaje futuro tiene elementos que solo son posibles en el reino del Mesías. Es el caso del profeta Amós con el que iniciamos nuestro recorrido. El orden cronológico que seguiremos es el siguiente. Las fechas son aproximadas.

  1. Amós (767-753 a.C.)
  2. Oseas ((755-725 a.C.)
  3. Miqueas (740-700)
  4. Isaías (740-686)
  5. Habacuc (630 a. C.)
  6. Sofonías ((612-630 a.C.)
  7. Nahúm (612 a.C.)
  8. Jeremías (627-561 a.C.)
  9. Ezequiel (593-571 a.C.)
  10. Daniel (603-535 a.C.)
  11. Hageo (520 a.C.)
  12. Zacarías (518 a.C.)
  13. Malaquías (425 a.C.)

La restauración que anuncia el profeta Amós es la del tabernáculo caído de David, por tanto, una restauración de la alabanza, su reinado justo y victorioso.

         El libro del profeta Amós es uno de los libros proféticos más antiguos.

116 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (IV) – Introducción (4)

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos     (1 Pedro 1:10,11)

         Cuando hablamos de los profetas de Israel no solamente estamos pensando en los autores de los libros que conocemos como profetas mayores y menores. En la Escritura encontramos otros profetas que anunciaron parte del mensaje de Dios. Ya hemos visto al patriarca Jacob, que antes de ser unido a sus padres, anunció el advenimiento del Mesías como descendiente de Judá (Gn. 49:8-10). También Moisés, como profeta de Dios, anunció la llegada de un profeta único (Dt.18:15-19), que identificaron con el Mesías (Jn.1:45) (Hch. 3:22,23; 7:37). David también habló como profeta de Dios acerca del Mesías en muchos de sus salmos como hemos visto en anteriores capítulos.

Incluso el mismo Maestro se identifico con el mensaje de los profetas cuando entró en la sinagoga de Capernaún y se levantó a leer (Lc.4) con (Is.61). Luego, después de resucitar y aparecerse a dos de sus discípulos camino a Emaús, les señaló la insensatez de sus corazones por no comprender, ni creer, todo lo que los profetas habían dicho de él (Lc.24:25). Que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos (Lc.24:44). Bajo este contexto decimos, una vez más, que los apóstoles, aunque estuvieron con Jesús, y oyeron de él mismo cosas que otros solo las vieron de lejos, sin comprenderlas (Heb.11:13), eran herederos de su mensaje. La palabra se había hecho carne, habían visto su gloria y ahora la anunciaban como testigos de lo visto y oído.

Recuerda que el apóstol Pedro dijo que la palabra profética era más segura (2 P.1:19-21); añadiendo que debemos estar atentos a su mensaje como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana aparezca; significando con ello la necesidad de mirar las Escrituras hasta que él venga.

Dicho esto, vamos a adentrarnos ahora en el mensaje de los profetas de Israel sobre la llegada del reino mesiánico. Al hacerlo seguimos al Señor, el Dios de los espíritus de los profetas (Apc.22:6). No hay división en el mensaje. Ciertas teologías separan la ley y la gracia, dividiendo en dispensaciones lo que Dios no ha separado. Nuestro fundamento es sobre profetas, apóstoles y el Cristo.

         El mensaje de los apóstoles del Señor entronca con el de los profetas de Israel en un mismo consejo: El Mesías en sus sufrimientos y glorias.

115 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los profetas de Israel (III) – Introducción (3)

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo… que era del linaje de David según la carne (Romanos 1:1-3)

         El mensaje del evangelio no comienza con la predicación de los apóstoles del Señor, sino que fue antes anunciado y prometido por los profetas en las Escrituras dadas a Israel. Al final de esta misma carta el apóstol de los gentiles regresa con el fundamento de su mensaje, y dice lo siguiente: Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe (16:25-27).

Pablo recibió luz y revelación sobre lo que ya estaba anunciado. No es su mensaje, se ha hecho copartícipe del evangelio, uno con él, lo recibió por revelación directa de Jesús mediante el testimonio que ya estaba escrito por los profetas (Gá. 1:11,12). Lo que antes estaba velado para él, le fue revelado mediante las Escrituras por la intervención directa del Señor sobre su vida en visión, pero estrictamente fundamentado sobre la revelación que fue dada a los profetas con anterioridad. Lo expuso así ante el rey Agripa: persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que había de suceder (Hch.26:22,23).

Por eso el evangelio es un misterio revelado para cada uno que lo recibe hoy. El dios de este siglo ha cegado el intelecto, pero cuando el Espíritu del Señor alumbra los ojos del entendimiento podemos ver lo que ya estaba escrito, que ahora se hace vivo y eficaz como palabra que es espíritu y vida.

Me he detenido en este aspecto del mensaje de los profetas para enfatizar que el evangelio no es de los gentiles, sino que fue dado y revelado a Israel, y de ellos, mediante el Mesías, lo hemos recibido. Esto debe  alejarnos de la arrogancia y el rechazo al pueblo judío mostrando gratitud al Señor. Hubo también falsos profetas en Israel, como habrá entre nosotros falsos maestros (2 P.2:1); por ello, haremos bien en estar atentos al mensaje revelado a los profetas del Señor que han sido reconocidos como inspirados por el Espíritu Santo (2 P.1:19-21). Veremos sus escritos, no solo en relación a su primera venida, sino a la segunda y definitiva para establecer el reino mesiánico.

El evangelio hunde sus raíces en el mensaje de los profetas de Israel, recogido por los apóstoles del Señor, mediante la doble revelación del Mesías.

114 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los profetas de Israel (II) – Introducción (2)

Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (Hechos 3:18,19)

         Quiero enfatizar el mensaje de los profetas como fundamento del evangelio. Los apóstoles son herederos del mensaje de los profetas de Israel, no a la inversa. El evangelio incluye las dos venidas del Mesías, la primera para redimir de nuestros pecados y establecer el reino en los corazones de los hombres que se arrepienten; y la segunda para redimir a Israel en su tierra, restaurar todas las cosas y reinar sobre todas las naciones desde Jerusalén. Y todo ello fue anunciado primeramente por los profetas a Israel, confirmado ahora por los apóstoles de nuestro Señor en la boca de Pedro, a las autoridades del pueblo judío, a quienes dijo: A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad (Hch.3:26).

Quiero enfatizar este hecho prioritario en el anuncio del evangelio porque la teología del reemplazo nos ha desordenado gran parte del mensaje, y la iglesia gentil ha quedado históricamente deslocalizada en cuanto a la herencia recibida. Quiero insistir en ello. Los apóstoles del Señor son herederos del mensaje que antes ya habían anunciado los profetas de Israel (Hch.13:32,34). Abraham era profeta (Gn.20:7). En el primer siglo se estaban cumpliendo las cosas que antes fueron anunciadas por boca de los profetas que Dios había enviado a su pueblo.

Y ese mensaje contiene la redención de Israel y las naciones en dos fases, una primera mediante la expiación del Cordero de Dios, anunciado por Isaías como el siervo sufriente que nos ha sido dado; y una segunda parte de la redención y restauración de todas las cosas, mediante el regreso en gloria del mismo Mesías ahora para reinar como León de la tribu de Judá.

Los profetas anunciaron ambas venidas y en ocasiones mezcladas de tal forma que parecían una sola; por ello, muchos en Israel no comprendieron la plenitud del mensaje en la persona de Yeshúa y rechazaron su primera venida, aunque siguen esperando su advenimiento.

En todo ello encontramos también un misterio de la soberanía de Dios y causa de tropiezo para muchos. Debemos enfatizar que era necesario que el Cristo padeciera. Sin embargo, hemos buscado una y otra vez culpables de su muerte en la persona de los judíos, cegados de arrogancia, por no comprender que era necesario que así fuera.

         Los apóstoles son herederos del mensaje de los profetas, anunciado para cumplirse en la persona del Mesías, sin carga de culpabilidad sobre los judíos.

113 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los profetas de Israel (I) – Introducción (1)

[…] Y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo (Hechos 3:20,21)

         Después del recorrido amplio que hemos realizado en el libro de los Salmos, donde nos hemos encontrado con muchas de las profecías acerca del reino mesiánico venidero, queremos ahora adentrarnos en el mensaje de los profetas de Israel. Está escrito que nuestra fe descansa sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo la piedra angular. También se nos insta a que estemos atentos a la palabra profética más segura, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana aparezca en nuestros corazones (2 Pedro 1:19,20).

Es decir, debemos conocer y familiarizarnos con el mensaje de los profetas hasta que el día postrero, aquel día cuando el Señor, con voz de mando y con trompeta de Dios descenderá del cielo para poner su trono en Jerusalén. Por ello nos hemos propuesto en esta serie hacer un recorrido por el mensaje de todos los profetas que anunciaron ampliamente su segunda venida para establecer su reino mesiánico.

Por el momento, es necesario, nos dice nuestro texto, que el cielo reciba a aquel que se ha sentado a la diestra del Padre, mientras se van restaurando todas las cosas. Y una vez que todo haya sido restaurado, tal y como ha sido anunciado de antemano por los profetas de Israel, veremos un día, el día y la hora que ha sido determinado por Aquel que tiene todas las cosas sujetas a su potestad, para ser manifestado en gloria con sus ángeles y todos aquellos que nos han precedido en la fe, los redimidos del Cordero.

Este mensaje ya fue anunciado por el apóstol Pedro el mismo día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos, y el Señor había sido entronizado en el cielo. Los apóstoles fueron conscientes en ese momento que tenían una ardua tarea que llevar adelante: ir a todas las naciones con el mensaje del evangelio para que la salvación que se manifestó en Jerusalén en aquellos días, consumada por el Hijo de Dios en la cruz, la muerte, la resurrección y ascensión al cielo, ahora era confirmada su glorificación enviando el Espíritu sobre aquellos que debían ir a todas las naciones anunciando la  buena nueva; mientras son restauradas todas las cosas para que el Señor regrese a la tierra de nuevo, a Jerusalén, de donde subió al cielo, para reinar.

         El apóstol Pedro recoge la herencia de los profetas el día de Pentecostés anunciando la restauración de todas las cosas antes de su venida.

112 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XXII) – La exaltación de su reino

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre… Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones (Salmos 145:1,13)

         Acabamos nuestro recorrido por el libro de Salmos reiterando lo que ha sido un mensaje repetitivo: el Rey gobierna desde Sion sobre todas las naciones y por todas las generaciones. El reconocimiento de este hecho universal  no puede sino elevar la adoración incondicional de todos aquellos que reconocen su señorío y autoridad exaltándole eternamente y para siempre.

La piedra que habían desechado los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo y piedra angular de un nuevo edificio, no hecho de manos, sino eterno en los cielos (118:22) (2 Co.5:1).

En su regreso a la tierra será aclamado como Bendito el que viene en el nombre de YHVH (118:26) (Mt.23:39). Viene para sentarse en el trono de David y reinar sobre la casa de Jacob para siempre (Lc.1:32,33). Será recibido como el Rey de Israel (Jn.12:31). La bendición de Dios es derramada desde Sion (134:3). Su reino es reino de todos los siglos, y su señorío en todas las generaciones (145:13). Reinará YHVH para siempre; tu Dios, oh Sion, de generación en generación. Aleluya (146:10). Los hijos de Sion se gozarán en su Rey y Hacedor (149:2). Se regocijarán los santos en su gloria porque el día de la venganza del Señor ha llegado, el juicio que había sido decretado se ejecutará sobre sus enemigos; y esto será para gloria de todos sus santos. Aleluya (149:5-9). Se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es YHVH a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación (Isaías 25:9).

Los redimidos de entre los gentiles estamos conectados con las promesas y pactos dados a Israel mediante la fe en el Mesías. Hemos sido injertados en el buen olivo para ser copartícipes, coherederos y  miembros de la familia de Dios. Nosotros que en otro tiempo estábamos lejos, pero que ahora hemos sido acercados mediante la sangre de Jesús. En otro tiempo no éramos pueblo, pero ahora somos pueblo; como lo fue Rut al unirse de forma indisoluble con su nuera Noemí. Esta fue su declaración: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y adondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios (Rut 1:16).

Necesitamos identificarnos hoy con Israel. Tenemos un mismo destino, una misma esperanza, porque todas las promesas de Dios son en Cristo, sí; y en él, Amén.

         La exaltación del Rey ha sido consumada en el cielo. Ahora debemos hacerlo en la tierra, mientras esperamos su venida para reinar en Sion.

111 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XXI) – El dominio universal del Rey

YHVH dijo a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que oponga a tus enemigos por estrado de tus pies. YHVH enviará desde Sion la vara de su poder… quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones…   (Salmos 110:1-6)

         Estamos ante el texto más citado en el Nuevo Testamento. Una vez que el Mesías-Rey consumó su obra de redención en la tierra se sentó a la diestra de Dios en las alturas. Jesús fue glorificado en el cielo, recibido arriba en gloria (1 Tim.3:16), como parte del misterio de la piedad que había sido consumado.

La entronización de Jesús tuvo una primera consecuencia en la tierra: fue derramado el Espíritu Santo sobre los discípulos para realizar la obra que les había sido encomendada (Jn.7:39) (Hch.2:33). Una y otra vez se apela a esta verdad trascendental y definitiva en los escritos de los apóstoles (Mt.26:64) (Mr.14:62; 16:19); (Lc.22:69); (Hch.2:34-35; 7:55-56); (Rom.8:34); (1 Co.15:24); (Ef.1:20); (Col.3:1); (Heb.1:3,13); (10:12-13; 12:2); (1 P.3:22); (Apc.3:21). Este hecho único tiene una significación sublime en el devenir de la historia universal. Ahora Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. A él están sujetos: ángeles, autoridades y potestades (1 P.3:22). Tiene un nombre que es sobre todo nombre. Y está esperando a que todos sus enemigos sean puestos bajo el estrado de sus pies mediante la autoridad delegada a los suyos en la tierra.

El que ha sido hecho Señor y Mesías, volverá como Rey universal de todas las naciones para reinar desde Jerusalén. Lo hará como Juez justo para dar retribución a los que no obedecieron a la verdad (2 Tes. 1:5-10). Eso será en el reino mesiánico venidero, para posteriormente, después de la última batalla, una vez que el diablo haya sido liberado del abismo, en la que será derrotado para siempre y echado al lago de fuego y azufre. Entonces será establecido el reino celestial y eterno para siempre. Será establecido el dominio sobre todas las fuerzas rebeldes que se confabularon contra el Soberano Rey de reyes y Señor de señores.

Aquel dominio que fue entregado a Adán, y que usurpó el diablo, para llegar a ser el príncipe de este mundo, y de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia. También será vencida la muerte y su poder, el postrer enemigo, cuyo imperio fue establecido mediante la entrada del pecado en el mundo por el hombre, a quienes ha tenido cautivos bajo su servidumbre durante toda la vida (Heb.2:14,15). Un verdadero Hombre ha vencido y es hoy nuestro representante en el cielo.

         Jesús es Hombre y Dios, Señor y Mesías, nuestro Rey glorificado a la diestra del Padre con toda autoridad para regresar y reinar en Jerusalén.

110 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XX) – La edificación de Sion

Entonces las naciones temerán el nombre de YHVH, y todos los reyes de la tierra tu gloria; por cuanto YHVH habrá edificado a Sion y en su gloria será visto (Salmos 102:15,16)

         Hemos dicho en el recorrido que estamos haciendo por el libro de Salmos, donde aparece una y otra vez Sion relacionado con el reino mesiánico, el trono de David y la justicia sobre todas las naciones, que Sion es un concepto amplio en la Escritura. Por un lado es el monte de Jerusalén donde fue construido el templo y cuya fortaleza conquistó el rey David edificando allí su residencia, por ello se le llama también la ciudad de David. Por otro lado, Sion contiene una dimensión espiritual que supera el ámbito físico pero no lo anula. Ambas configuraciones, la física y la espiritual, conviven en la Escritura en múltiples ocasiones.

El Dios de Israel es el Creador de la materia, y también es Espíritu. El mundo material ha sido creado por Él, y también la dimensión espiritual del hombre. Por tanto, la edificación de Sion contiene un aspecto terrenal y material en la tierra física de Israel, pero además incluye una extensión trascendente. Ambas edificaciones van juntas.

Se anuncia que ha llegado el tiempo de tener misericordia de Sion, porque el tiempo y plazo de su edificación ha llegado. Israel ha vuelto a su tierra, que está siendo edificada en medio de gran oposición y tribulación. Su levantamiento en la heredad que fue prometida a Abraham y su descendencia forma parte de la restauración de todas las cosas antes de que venga el Mesías a reinar en la ciudad del gran Rey, donde será edificada Sion en una dimensión nunca vista hasta ahora. Su edificación física y espiritual, mediante el reino establecido en aquel lugar, hará que las naciones teman el nombre del Señor, y todos los reyes de la tierra vean su gloria; por cuanto YHVH habrá edificado a Sion y en su gloria será visto.

Todo ello como respuesta a la oración de los desvalidos, que el Señor no habrá desechado (17). Tenemos aquí una referencia clara a la necesidad de orar sin cesar por Sion, hasta que el Señor la haga resplandecer y la ponga por alabanza en la tierra (Is.62:16,7).

Debemos comprender que la edificación del pueblo judío en su tierra, en Sion, forma parte del plan de Dios para la bendición de todas las naciones, por ello necesitamos orar sin cesar por su restauración, puesto que la consecuencia será un avivamiento mundial. Observa que en el reino mesiánico las naciones siguen presentes. Que Sion será el centro de la adoración mundial, y los pueblos servirán al Dios de Israel (22).

         Nuestro entendimiento debe ser alumbrado para ver que a la edificación de Sion le sigue la bendición de Dios a todas las naciones.

109 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XIX) – YHVH reina

Decid entre las naciones: YHVH reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los pueblos en justicia… delante de YHVH que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad  (Salmos 96:10-13)

         A continuación veremos un mensaje que se repite de forma reiterada en los salmos 96,97 y 98: YHVH reina. ¿Quién es YHVH? Este es el nombre con el que el Señor se dio a conocer a Moisés cuando se le apareció en la zarza. Ante la pregunta de con qué nombre se presentaría delante de faraón para que dejara salir a su pueblo, la respuesta que recibió fue: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: YHVH, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con el que se me recordará por todos los siglos (Ex.3:14,15).

Por otro lado, venimos viendo ampliamente que el Rey que vendrá a reinar en Jerusalén es el Mesías anunciado por los profetas, por tanto, debemos concluir que YHVH es Jesús. Estamos ante una evidencia clara de la divinidad del hijo de David. Los fariseos no entendían la pregunta que el mismo Maestro les hizo cuando dijo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: de David. Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra (Mt.22:41-46).

Encontramos muchas referencias en la Escritura en las que YHVH se refiere a Jesús, el Mesías que ya vino y volverá para reinar sobre el trono de David. Ahora el salmista lo declara alto y claro: decid entre las naciones: YHVH reina… vino a juzgar la tierra, juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con verdad. Y continúa: YHVH reina; regocíjese la tierra… justicia y juicio son el cimiento de su trono… Oyó Sion y se alegró (97:1-9).

La proclamación continúa en el salmo 98. A vista de las naciones ha descubierto su justicia… todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios… Cantad alegres… levantad la voz… aplaudid, cantad salmos… delante del rey YHVH… delante de YHVH, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud (98:1-9). Y sabemos que el que vendrá a Sion a reinar sobre todos los pueblos es Yeshúa. YHVH es el Señor y Rey.

         La divinidad de Jesús es indudable en el mensaje del salmista que anuncia el reinado de YHVH, identificando a Yeshúa con el Dios de Israel.

108 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Salmos (XVIII) – Un pacto para todas las generaciones

Hice un pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo: para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones  (Salmos 89:3,4)

         El Pacto que Dios hizo con la casa de David es un pacto para siempre y por todas las generaciones. Incluye sentar en el trono de Jerusalén a un vástago de la casa de Isaí. Esta promesa que Dios juró a David tiene distintas vertientes que debemos diferenciar para clarificarlo en lo posible. Por un lado, ese pacto estaba vinculado a que los herederos del rey cantor de Israel cumplieran con los requisitos de la ley de Dios, que no se apartaran de ella, de lo contrario serían quitados recibiendo el castigo, como así ocurrió con los reyes de Judá.

Pero el pacto incluye un aspecto que sobrepasa las limitaciones humanas con sus fracasos. Habrá un vástago de la casa de Isaí sobre el que reposará el Espíritu del Señor juzgando con justicia y fidelidad (Isaías 11); su reinado alcanzará un tiempo único en la historia (veremos más detalles cuando entremos en el mensaje de los profetas); un justo que gobernará en el temor de Dios (2 Sam.23:3,4), y que el mismo David pudo saber que no vería corrupción, es decir, no se corrompería, como él y sus hijos lo hicieron.

Tenemos aquí la señal del Mesías que habría de venir para establecer un reino cuyo trono será por todas las generaciones. Los judíos le esperan. Los salmistas anunciaron ampliamente su venida. En la misma cruz, donde el hijo de David sería colgado, se puso el título de su causa, que decía: ESTE ES JESÚS EL REY DE LOS JUDÍOS (Mt.27:37).

Este Mesías no concordaba con todos los aspectos profetizados sobre él y fue rechazado por muchos de su pueblo, sin embargo, es el mismo que volverá para heredar el trono de David y establecer su reino milenial. El salmo 89 y el 132 hablan ampliamente de su reinado. Se dice que: nuestro rey es el Santo de Israel (89:18). El cimiento de su trono son la justicia, el juicio, la misericordia y la verdad (89:14). Es el más excelso de los reyes de la tierra (89:27). En él es confirmado el pacto y el trono davídico para siempre (89:28,29,34-36) (Sal.132:10-12).

Este reino tiene una ubicación terrenal y física en Sion, en Jerusalén, donde regresará el Mesías y será aclamado como el bendito que viene en el nombre del Señor, el hijo de David (Mt.23:39). Sus pies serán afirmados en el monte de los olivos (Zacarías 14:4). Allí hará retoñar el poder de David vistiendo de confusión a sus enemigos, más sobre él florecerá su corona (132:17,18). Amén.

         La palabra de Dios pactada con David es para todas las generaciones. Su trono florecerá en Sion para siempre y sus enemigos confundidos.