Los profetas de Israel (XVIII) – Isaías (4)
En aquel tiempo el renuevo de YHVH será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel… cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella… y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero (Isaías 4:2-6)
El libro del profeta Isaías es el que con más profusión habla del reino mesiánico en toda la Biblia. Nos encontramos con una gran diversidad de información explícita sobre el futuro reino, y otra que debemos entresacar de su contenido. El texto que tenemos para meditar es uno de ellos. No cabe duda que estamos ante un mensaje profético y mesiánico del futuro glorioso de Jerusalén. Aparece en él la figura del renuevo que es un título para el Mesías. Lo vemos en otros lugares como en el profeta Zacarías. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo… y quitaré el pecado de la tierra en un día (Zac. 3:8,9). Y un poco más adelante, en el mismo libro, nos encontramos con una profecía que dice así: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de YHVH. El edificará el templo de YHVH, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono… (6:12,13).
Por ahora solo quiero resaltar de la figura del Renuevo (cuando lleguemos al libro de Zacarías veremos con más detalle el contenido de su profecía) enlazándolo con el mensaje de Isaías en nuestro texto. Habrá un día cuando aparezca en Sion el aquel que será para hermosura y gloria de todos los pueblos. Pero en el momento en que Isaías escribe su mensaje Judá está viviendo una situación de juicio. Juicio por sus pecados de corrupción e injusticia social.
Publican su pecado como Sodoma, no lo disimulan (3:9); por tanto, el Señor ha traído juicio a la nación que consiste en un cambio de liderazgo inmaduro. El sustentador y fuerte, el valiente y hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano, el capitán y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador (3:1-3) han sido cambiados por un liderazgo de jóvenes príncipes (3:4), muchachos que ejercen opresión sobre el pueblo, y las mujeres se enseñorean de él (3:12). Se ha roto el orden establecido.
Las mujeres andan con cuello erguido, hasta que el juicio de Dios depura de nuevo la sociedad en días del Renuevo, cuando lave las inmundicias de las hijas de Sion (4:4). Cómo me recuerda este juicio nuestros días. Se ha levantado una nueva generación arrogante que no respeta a sus mayores, son engreídos y altivos.
La llegada del Renuevo, el siervo del Señor, pondrá fin a un tiempo de desorden social que ha alterado todas las cosas por el pecado del hombre.