Nada nuevo debajo del sol


FELIZ 2017Dice el autor del libro de Eclesiastés: ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido [1].

         Comenzaremos el nuevo año 2017 con ilusiones renovadas pensando en nuevos proyectos, abrazando nuevas esperanzas y encomendándonos a las uvas de la suerte para que los días y meses que presumimos vamos a vivir lo hagamos con buen pie, buenos deseos y esperando cambios por arte de magia, solo por desearlos. Está escrito que el perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada [2].

         Humanamente hablando no es malo desearse mutuamente tener un buen año. Mejor eso que maldecirnos los unos a los otros. Sin embargo, la naturaleza del hombre no es transformada por deseos humanos, sino por el poder del evangelio. Está escrito que: Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas [3]. Jesús dijo a una mujer que continuamente sacaba agua del pozo que podía beber un agua que él le daría y nunca más necesitaría volver a sacarla, porque esa agua en ella sería una fuente de agua viva que brotaría para vida eterna. La mujer aceptó esa agua que era el mismo Mesías transformando su vida, y desde aquella hora una nueva dimensión de vida brotó en ella.

         Podemos seguir deseando buenas cosas o recibir la mejor de ellas: el evangelio de la gracia de Dios que pone un nuevo rumbo en nuestras vidas hacia la eternidad.

         Podemos seguir anegados en la indiferencia y el egoísmo, o salir de ese círculo vicioso alzando nuestra mirada al cielo para alcanzar el pan de vida que el Señor ha preparado para dar de comer a quienes tienen hambre y sed de justicia.

         Podemos continuar llenos de buenos propósitos para quedar sin energía pasadas las primeras semanas y haber vuelto a la rutina diaria, o podemos venir a la cruz de Jesús donde se da inicio al más duradero de los viajes: de muerte a vida; del pecado a la justicia de Dios; de la confusión y condenación eterna a la certeza de salvación por gracia.

         Recuerda, la pereza hace caer en profundo sueño. Los caminos del hombre no están en su mano, pero hay uno que vela sobre él y te llama a venir a la Fuente de vida eterna. Si vienes a esa Fuente los años irán cayendo en el calendario pero en tu vida se habrá dado inicio una nueva dimensión trascendente que nunca más necesitará de múltiples supersticiones para sostenerte. El que sostiene el Universo con la palabra de su poder sostendrá tu vida sobre cimiento estable.

         Realmente no hay nada nuevo debajo del sol, pero más allá del sol hay un trono de gracia esperándote para que vengas bajo su dominio. El que está sentado allí ha vencido el poder de la muerte y ahora reina sobre quienes le reconocen como su Rey. Haz lo mismo. Invoca su nombre. Jesús es Señor y Mesías. Él es Salvador para ti hoy. Feliz año nuevo 2017 en Él.

[1] – Eclesiastés 1:9,10

[2] – Proverbios 13:4

[3] – 2 Corintios 5:17

Sobre la resolución de la ONU contra Israel

Resolución de la ONU contra Israel (3)Sobre la resolución de la ONU acerca de los asentamientos en los territorios en disputa de Judea y Samaria (Cisjordania), lugares históricos de la tierra de Israel, prometidos por YHVH a su amigo Abraham.

España, nuestro país, con el gobierno de Rajoy a la cabeza, ha sido uno de los 14 países que han votado contra la voluntad del Eterno. Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo (Hebreos 10:31).

Mi oración, junto con el profeta Habacuc, es: «En la ira, acuérdate de tener compasión» (Habacuc 3:2 LBLA).

Y con el salmista digo:

El Señor hace nulo el consejo de las naciones; frustra los designios (las maquinaciones RV60) de los pueblos  (Salmos 33:10).

Desde los días de la torre de Babel, las naciones han pretendido hacer coaliciones para oponerse a la revelación de Dios. Han tramado consejos contra Dios y su Ungido (Salmos 2:1-4), contra su pueblo Israel (Salmos 83), y contra los hijos del reino, que han escapado del sistema mundano que dirige el príncipe de la potestad del aire.

Los gobernantes fabrican leyes, en muchos casos, contrarias a la ley moral y natural, para resistir la voluntad del Soberano y Señor de toda la creación.

Sin embargo, el Señor se reirá y frustrará sus consejos. Cuando se levanta la soberbia del hombre, Él la reduce a nada. Dios quita y pone reyes. Todas las naciones, delante de Él, son como una gota de agua que cae en un cubo, son estimadas como grano de polvo en la balanza, y ante Él son como nada, insignificantes (Isaías 40:15,17).

Dios frustra los consejos de las naciones que se levantan contra su palabra revelada por apóstoles y profetas. Por eso, bendita la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él ha escogido como herencia para sí (Salmo 33:12).

Señor y Dios, frustra los designios de las naciones contra tu pueblo Israel, y revélanos la palabra profética más segura a los hijos del reino. Amén

EL CARÁCTER: Aborrecedores de lo bueno

ABORRECER LO BUENOPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… aborrecedores de lo bueno…  (2 Timoteo 3:1,3).

Me llama la atención que toda la lista de calificativos que hace Pablo del carácter de los hombres en los últimos tiempos está en plural. No se trata de algunos sectores de la sociedad, sino de una gran mayoría. Es un carácter predominante instalado de manera común y natural.

Aborrecer lo bueno es propio de sociedades en decadencia. Pero como se pretende ser hombres civilizados y educados, hay que disimular, camuflar, esconder la realidad del corazón detrás de eufemismos, máscaras, apariencias y argumentos sutiles.

Deberíamos preguntarnos en primer lugar ¿qué es lo bueno? No hagamos una exegesis complicada. Bueno viene del bien y todos llevamos grabado en nuestra conciencia el bien y el mal, aunque luego se pueda malear, manipular, cauterizar o perturbar por agentes extraños externos.

Sin embargo, hay un bien común, una moral buena, leyes justas, aunque siempre estén supeditadas a interpretaciones diversas. Dios es bueno y corrige al que ama. Aborrecer lo bueno sería en este caso llamar a la disciplina «malo», desechando así las instrucciones reveladas en la palabra de Dios.

En una sociedad que idolatra el relativismo moral no hay posibilidad de definir el bien y el mal. Esta ideología postmoderna sin verdades absolutas que definan claramente un patrón de comportamiento nos lleva a una mezcla que solo puede conducirnos al caos y el vacío. Es decir, regresamos al comienzo del Génesis cuando la tierra estaba sin orden y vacía hasta que la voz del Creador separó la luz de las tinieblas y vio que la luz era  buena.

Hoy hemos cambiado la luz por tinieblas y las tinieblas por luz. La verdad por mentira, y la mentira por verdad. Lo amargo por dulce y lo dulce por amargo (Isaías 5:20).

Están de moda eufemismos como: «derecho a decidir» para llamar al aborto y el asesinato; «parejas de hecho» para encubrir la fornicación; «libertad de expresión» que esconden en muchos casos la calumnia con campañas diseñadas por ingeniería social que manipula a las masas.

         El evangelioEl evangelio nos enseña a discernir el bien del mal mediante una asimilación de la verdad que nos hace libres del pecado que destruye al hombre.

La palabra de Dios es viva y eficaz para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón engañoso. Jesús se presenta como la luz de este mundo que alumbra a todo hombre; el que le sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.

Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Hoy es tu día para ello.

NAVIDAD: cristianismo o paganismo

Nota preeliminar. El punto de vista sobre este tema tiene su base en los principios del Reino de Dios, sobre el fundamento de las Sagradas Escrituras, tal y como lo entiende el autor, haciéndose responsable único de aquellos aspectos en los cuales haya otras interpretaciones; y va dirigido en primer lugar a todos aquellos creyentes, nacidos de nuevo, y que forman parte del Cuerpo de Cristo.

Navidad

A estas alturas de la Historia la mayoría de los creyentes sabemos que Jesús no nació el 25 de diciembre. Sabemos también que esa fecha se tomó prestada de una fiesta pagana que celebraba el nacimiento del Sol invicto, en el solsticio de invierno, como un culto mitráico.

La penetración de las religiones solares en Roma se dio, principalmente, a través de la tremenda popularidad que obtuvo en todo el Imperio Romano una vieja deidad persa: el dios Mitra. Siendo Mitra una divinidad solar, identificada con el Sol Invencible, su natividad caía el 25 de diciembre.

Es probable que haya sido durante el gobierno del emperador Aureliano (270-275 d.C.) que se estableció la fecha de celebración del festival pagano “NATALIS SOLIS INVICTI” el cual será más tarde transformado en el “NATALIS CRISTI”. Fue a comienzos del siglo IV cuando la Iglesia decidió adoptar el 25 de diciembre como la verdadera fecha del nacimiento de Cristo. En la Iglesia Oriental, la costumbre fue adoptada posteriormente, introduciéndose en Antioquia en el año 325 aproximadamente. El motivo que llevó a los padres de la Iglesia a transferir y fijar la fecha de la celebración de la Natividad fue la necesidad de contrarrestar y competir con las famosas y muy populares fiestas paganas celebradas ese mismo día”.

Algunas de las preguntas que nos pueden surgir de forma inmediata son estas: Entonces ¿Cuándo nació realmente Jesús? ¿Es lícito celebrar unas fiestas de trasfondo pagano? ¿Qué estamos recordando realmente en estas fiestas? ¿Debemos poner belenes y árboles de navidad en nuestras casas? Antes de procurar dar respuesta a estas preguntas debo decir lo siguiente: Es evidente que la Navidad se ha convertido esencialmente en un culto al consumismo, un tiempo para el deleite del alma humana que busca de forma prioritaria el bienestar, la paz y armonía entre las familias y una disposición para el bien, aunque sea momentáneo y pasajero. Comer, beber, recibir regalos y entregarse a los placeres de la carne tiene en si mismo un atractivo innato en el corazón del hombre que le lleva a disfrutar de estas fiestas.

Sin embargo, en la mayoría de los casos no nos importa el fundamento de la celebración, sus bases paganas o cristianas, sino lo que realmente nos importa son los días de asueto, vacaciones y descanso. Lo que valoramos en estos días es el ambiente familiar que se genera, el acercamiento hogareño a los seres queridos y el recuerdo doloroso de los que partieron y ya no están con nosotros. Todo ello hace de la Navidad unos días entrañables y queridos por todos nosotros.

Ahora preguntémonos ¿Cuándo nació realmente Jesús? La Biblia no lo dice expresamente, aunque nos deja algunas pistas que lo sitúan en el otoño, durante la fiesta de los tabernáculos (septiembre-octubre). Debemos decir también que la tradición bíblica no pone especial énfasis en los nacimientos sino en la fecha de la muerte.

El apóstol Pablo nos enseña que la vida cristiana es una dimensión mayor a la celebración de días, meses o años. El culto a los días señalados es la sombra de una realidad mayor, intemporal y eterna.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo… Habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo…  Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses, 2 y 3)

Celebrar un día por encima de otro no nos hace mejores ni peores, no tiene valor transformador, porque nuestra vida es Cristo y no la celebración de días de fiesta. Sin embargo, somos libres para escoger y no juzgar a los demás que escogen una opción diferente a la nuestra.  “Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días.  Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Romanos, 14; 5,6).

Y dicho esto, añado: Aunque la fecha no concuerda y el trasfondo es pagano, si nos centramos en el hecho histórico de la encarnación y revelación del Hijo de Dios, Emmanuel, Dios con nosotros, el Verbo hecho carne, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que fue anunciado por los profetas y manifestado a Israel para luz y salvación a todas las naciones, entonces realmente hemos comprendido el sentido de la Navidad. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite…” (Isaías, 9:6,7)

Con esta perspectiva, los adornos externos, los belenes y los árboles de navidad vienen a tener una importancia relativa y secundaria. Personalmente en mi casa nos gusta poner el belén, y mis hijos disfrutan de esta costumbre.

Ahora bien, por encima de todos estos aspectos externos debe estar la revelación de Dios a todos los pueblos en la Persona de Jesús, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Galatas, 4;4,5). Es Cristo en nosotros la esperanza de gloria. Este es el testimonio, dijo el apóstol Juan, que Dios nos ha dado vida eterna; y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. (1 Juan, 5:11,12) También dijo que estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

En definitiva, en las fiestas navideñas se mezclan componentes paganos y cristianos pero eso no anula la revelación de Dios, como está escrito, “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo, 1:15).

FELIZ NAVIDAD,   FELIZ AÑO  Y  FELIZ  JANUCÁ

Anti-navidadNOTA ADICIONAL SOBRE LAS CAMPAÑAS ANTI-NAVIDAD

Que la fecha no sea correcta, que muchos aprovechen las fiestas navideñas para hacer lo contrario de lo que significa el nacimiento de Jesús, no justifica, creo yo, una campaña anti-navidad que los iguala en su oposición con la postura musulmana (en Paquistán condenan a muerte a quienes celebran la navidad) y el laicismo militante de nuestros días que pretende borrar todo signo de cristianismo en Europa.

No hay evangelio sin encarnación. No hay evangelio sin el niño que nos es dado, porque no hay cruz, ni redención, si el niño no ha nacido en Belén. Ambos sucesos son fundamentales en la redención.

Jesús ha nacido, no en esta fecha, pero ha nacido, eso es lo relevante, no disputas sobre días, las cuales no nos hacen mejores, ni peores ante Dios.

Jesús ha nacido y fue noticia de gran gozo para todo el pueblo.

Para quienes se centran en los aspectos paganos de la navidad, muchos de los cuales comparto, les diré lo siguiente:

Los nombres de los días de la semana son paganos.
Los nombres de los meses del año son paganos.
La partición del tiempo en segundos, minutos y horas son babilónicos.
La obstinación también es idolatría.
El legalismo conduce al fariseismo que lleva a la idolatría.
El ministerio cristiano puede desembocar en idolatría del yo.

Y si queremos ser «puristas» al extremo debemos salir del mundo y marchar a vivir a otro planeta porque el mundo entero está bajo el maligno, es un mundo caído plagado de paganismo. Jesús oró por los suyos: no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Seamos luz en medio de una generación torcida y anunciemos que Jesús vino en carne, nació en una fecha histórica aunque no la conozcamos, y si quisiera ser extremista podría decir que aquellos que se oponen a recordar su nacimiento están negando la encarnación, lo cual, dice el apóstol Juan conduce a no ser de Dios (1 Juan 4:2,3). No lo digo, es un ejemplo de cómo se pueden forzar las Escrituras para buscar exclusivismos sectarios.

Recordemos en libertad. Ten tu propia convicción sin estridencias y aprovecha estos días para echar luz sobre el verdadero sentido de la encarnación del Hijo de Dios.

Celebremos que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo carne, habitó entre nosotros, vimos su gloria y sigue siendo Salvador para todo aquel que cree en él.

Un saludo.

EL CARÁCTER: Desenfrenados y crueles

desenfrenadosPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles (“peligrosos” RV60). Porque los hombres serán… desenfrenados (intemperantes)…  (2 Timoteo 3:1,3).

         Una sociedad sin freno. Desenfrenada. Que usa la libertad como pretexto para hacer lo malo.

La maldad es ausencia de ley moral, de límites. Vivimos tiempos de extralimitación. Llevamos la vida al extremo, sin equilibrio.

Hay un tiempo para cada cosa, dice el sabio, pero nosotros hemos decidido adelantar los tiempos, tenerlo todo ahora, atravesar las etapas de la vida sin la transición necesaria.

No ponemos límites a los hijos en el tiempo de la educación, por tanto, crecen sin control, sin normas claras, desenfrenados y entregados a los placeres y las adicciones. El dominio propio desaparece dando lugar a la inquietud. Hay mucha inquietud, (que equivale a falta de paz interior), en una persona que tiene delante todos los placeres al alcance de un clic.

Cuando la tiranía de los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida subyuga la eternidad del corazón, quedamos atrapados en una espiral de apetencias carnales que no satisfacen el alma humana y la destruyen mediante drogas y depresión que produce frustración.

Querer y no poder puede llevarnos a soltar cualquier freno moral en favor de la consecución de nuestros deseos a cualquier precio.

Esperar el desarrollo propio de cada tiempo en las etapas de la vida se vuelve una tortura indeseada. Por qué esperar si está al alcance de la mano. Lo tenemos delante, nos instan a tomarlo, poseerlo, adquirirlo, sea un objeto material, un proyecto, una persona. «Si lo quieres puedes conseguirlo». «Si lo deseas suficientemente lo tendrás». «Solo tienes que tomarlo, a qué esperar, vive la vida, es corta, comamos y bebamos que mañana moriremos». Con estos y otros argumentos cualquier resistencia queda rota, entrando en una vida de desenfreno, sin  control de nosotros mismos, para ser manipulados por un sistema consumista, materialista, relativista.

         El evangelioEl evangelio de Jesús es para los que tienen necesidad de médico. Para los que no pueden, −ni saben−, controlarse  a sí mismos. Para aquellos que se rinden, trabajados y cargados, viniendo al descanso de una vida en yugo con aquel que nos hace descansar. De esta forma recibimos un espíritu nuevo, un espíritu de amor, de poder y de dominio propio. Somos traslados del dominio de las tinieblas, al reino de su Hijo amado. Su reino es paz y gozo. Primicias del reino mesiánico y eterno.

EL CARÁCTER: crueles 


Crueles (5)Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… crueles
(salvajes)  (2 Timoteo 3:1,3).

         Se ha dicho en muchas ocasiones que el hombre es el mayor enemigo del hombre. La mayoría de nuestras aflicciones vienen dadas por nuestros semejantes, también buena parte de nuestros mayores deleites tienen su base en las buenas relaciones humanas.  Por tanto, el hombre puede ser nuestro peor enemigo o nuestro mejor aliado.

La naturaleza humana contiene grandes misterios difíciles de descifrar. Nuestro comportamiento puede representar alivio o aflicción en otros. Ambas manifestaciones suelen darse en una misma persona.

Si una de las características de los hombres de los últimos tiempos es la crueldad debemos esperar sociedades atrapadas en la angustia.

¿Qué es la crueldad? El diccionario la define como «el que se deleita en hacer sufrir a los demás». Es causar sufrimiento al prójimo. La Biblia de las Américas lo traduce por «salvaje». Pensar en este término parece llevarnos a tribus lejanas y pueblos extraños, sin  embargo, nuestro pasado siglo XX ha sido testigo de las mayores crueldades y salvajismo que el hombre puede cometer sobre otro hombre.

El Holocausto fue planificado como una industria de la muerte de todo un pueblo, el judío.

Crueles (4)Los gulags soviéticos fueron un océano de maldad y crueldad sobre ciertas clases sociales en nombre de una ideología.

Los millones de muertos por hambre en la Ucrania soviética, (llamadas tierras de sangre), lo fueron por decisiones políticas contra sus semejantes.

La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto el extremismo de la crueldad humana escondido detrás de pueblos cultos y educados.

Las modernas leyes del aborto son crueles y salvajes para los más inocentes e indefensos. La salvación del hombre no puede venir, en ningún caso, del mismo hombre. Está fuera de él.

Los atentados terroristas indiscriminados en nombre del islamismo salafista nos ha vuelto a mostrar, una vez más, la crueldad del ser humano actuando en nombre de una ideología perversa que desprecia la vida humana con unos niveles de salvajismo comparables a los «viejos» totalitarismos.

El evangelio El evangelio es de Dios. La salvación pertenece a nuestro Dios (Apc. 7:10). No es la capacidad humana para maquillar su naturaleza corrompida mediante religión. Precisa fe y arrepentimiento. Contiene el poder de Dios para salvar al hombre de sí mismo. De su naturaleza cruel y salvaje.

El evangelio es Jesús mismo, la bondad de Dios hecha carne y habitando entre nosotros. «Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1:14).

Solo el evangelio de Jesús transforma la vida del hombre de tal manera que nos libra «de este cuerpo de muerte» (Rom. 7:24).

La maldad llevó al Justo a la cruz. Pagó por nosotros. Satisfizo la justicia de Dios. Nos da una nueva naturaleza, creada en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). ¡Gracias a Dios por su don inefable!

EL CARÁCTER: Calumniadores

Calumniadores (5)Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles («peligrosos» RV60). Porque los hombres serán… calumniadores…  (2 Timoteo 3:1,3).

¿Qué es una calumnia? Es una acusación falsa que se hace con malicia para hacer daño a otro.

Si la blasfemia se dirige hacia Dios, la calumnia tiene al hombre como destinatario.

Es la consecuencia de la falta de amor verdadero por la verdad y la justicia.

Es el lenguaje común de la serpiente antigua, del padre de la mentira, el acusador de los hermanos.

El hombre calumniador es la boca de Satanás para dar expresión al veneno mortífero que lleva como naturaleza de serpiente.

Hemos tenido calumniadores siempre en la historia de la humanidad, ¿por qué, entonces, el apóstol dice que será una señal del carácter de los hombres en los últimos tiempos? No cabe duda que hay muchas de las características expresadas en este pasaje de Pablo que se han manifestado siempre, en todos los periodos de la historia, sin embargo, creo que en el final de los tiempos la proporción aumentará. Es un tipo de carácter generalizado.

En nuestra sociedad los medios de comunicación tienen un poder, (lo llaman el cuarto o quinto poder), que bajo la consigna de libertad de expresión dan lugar en muchas ocasiones a todo tipo de manipulaciones e ingeniería social para llevar naciones a un lavado de cerebro de masas.

Internet, que es un medio muy útil en muchos casos, se vuelve perverso cuando la calumnia corre por la red sin control y mueve a multitudes como manada en estampida.

Una de las muchas manipulaciones que están instaladas en nuestra sociedad es la llamada violencia de género. Parece haber una calumnia dirigida a denigrar la familia natural en la figura del padre. Aprovechando algunos casos de maltrato real, se presenta la acusación con la idea de que todos los hombres son maltratadores, violentos, y que quieren destruir a la mujer. Esta puede acusar injustamente a su pareja y el hombre ser puesto en la cárcel antes de saber si la acusación es verdadera o falsa. Me recuerda el caso de Nabot. Jezabel consiguió el capricho del rey Acab quitándole la viña a su dueño, acusándolo falsamente mediante hombres perversos y calumniadores (1 Reyes 21:5-15).

        El evangelio El evangelio transforma nuestra manera de hablar. Nos saca del dominio de la mentira y nos introduce en el reino de la verdad. Jesús es la verdad.

El evangelio santifica nuestros labios, (como en el caso de Isaías, que vivía en medio de un pueblo de labios inmundos, como el nuestro), para que sirvamos a la justicia, hablemos la verdad y traigamos vida a los oyentes.

EL CARÁCTER: Implacables


ImplacablesPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… implacables… 
(2 Timoteo 3:1,3).

Cuando hablamos de un hombre implacable estamos identificando a esa persona con un carácter violento en extremo. Sin escrúpulos. Inflexible. Endurecido. Sin afecto natural. Sin conciencia. Parece haber perdido la humanidad y su capacidad de conmoverse. No le importa el sufrimiento ajeno.

La vida humana no tiene ningún valor para las personas con este tipo de carácter. Generalmente son líderes, gobernantes que acaparan un gran dominio sobre sociedades o naciones.

También los encontramos en los hogares, en las empresas, en las universidades, en la política y por supuesto en el ámbito religioso.

Pueden tener aspecto agradable, bien vestidos, encorbatados, pero detrás de una sonrisa pasajera puede haber una frialdad y dureza de corazón que hiela la sangre.

La implacabilidad puede esconderse detrás de intereses de estado, de empresa, del cumplimiento de una visión, de un proyecto donde están en juego miles o millones de euros. Entonces todo vale.

El interés económico que se ramifica en dominio sobre los hombres, poder sexual sobre el sexo contrario que doblega las voluntades más firmes cuando se decide el pan de los hijos, el bienestar material y trepar en la escala social.

De esta forma, ser despiadados se convierte en una necesidad básica justificando cualquier medio para conseguir los fines. En definitiva, se llega a la «lógica» de aceptar el carácter implacable de los hombres como parte del juego democrático y de libertades.

Así, nuestra sociedad cobija, respeta y comprende a líderes de hielo, sin atisbo de humanidad, porque un poder superior dirige a todos ellos: gobernantes y gobernados en el ámbito que sea.

Implacables (2)En muchos colegios podemos encontrar a jovencitos siendo implacables en su acoso a otros compañeros por el simple placer de verles sufrir. Incluso niños de corta edad manifiestan este tipo de carácter, actúan con dureza en su tiranía hacia los padres, que estos aceptan como muestra de amor mal entendido, para no permitir la frustración que significa decir NO a los caprichos infantiles.

El evangelioEl evangelio de Jesús cambia el corazón de piedra y lo transforma en un corazón conforme al corazón de Dios. Nos libra de la violencia de una naturaleza caída y carnal, para producir la vida del príncipe de paz.

El mensaje de la cruz quebranta la maldad y el pecado del hombre, y le devuelve la humanidad con la simiente eterna.

El evangelio es poder de Dios para salvar a los hombres de sí mismos, de su propia iniquidad, trasladándolos al reino de su amado Hijo. Señor, venga a nosotros tu reino. Amén.

EL CARÁCTER: Sin afecto natural (sin amor)

Sin afecto naturalPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… sin afecto natural (sin amor)…  (2 Timoteo 3:1,3).

         Definitivamente está instalado en nuestra sociedad occidental el afecto hacia los animales sobre el afecto natural. ¿Qué es el afecto natural?  En la Biblia de las Américas esta expresión se traduce por: «sin amor».

El amor a Dios y al prójimo lo hemos substituido por el amor a los animales, al deporte, a la ciencia, a la tecnología, al trabajo, al dinero, al sexo; en definitiva, amor a sí mismo y lo nuestro.

Perder el afecto natural es perder toda sensibilidad humana, es dilapidar la humanidad.

El afecto natural es el amor a los padres, a los hijos, a los hermanos, a los abuelos, a la familia, al ser humano.

¿Por qué se pierde el afecto natural? La respuesta la encontramos en la misma Escritura: «Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen» (Romanos 1:28 LBLA).

La fuente del afecto y el amor es Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Sin embargo, el pecado ha deformado esa imagen, aunque existe en el ser humano de manera innata el amor por la justicia y la equidad, que se pierden progresivamente a medida que se desarrolla el misterio de la iniquidad y el aumento de la maldad, por tanto, el enfriamiento del amor y la pérdida de los afectos naturales.

Vivimos en ese tiempo cuando las aberraciones son cada vez mayores y nos impresionan menos.

Estamos habituándonos a perder toda sensibilidad. Se impone el interés económico por encima de todo. El amor a las riquezas estropea los mejores amores. El afán de dominio pisotea los valores más elementales que protegen a una sociedad de la descomposición y la corrupción definitiva.

        El evangelio En el evangelio hay sal y luz. Jesús es la luz del mundo y la sal de la tierra. Es el pan de vida, el camino al Padre, la justicia de Dios.

Jesús ha dado a luz un nuevo hombre mediante su resurrección. Su naturaleza, por el Espíritu, se ha distribuido a todo el cuerpo de redimidos levantando un edificio, en tres días, de todo linaje, pueblo y nación.

El evangelio dice que Dios es amor y lo ha derramado, por su Espíritu, sobre cada uno de sus hijos.

En el amor no hay temor. El que ama es de Dios, el que no ama no es de Dios, porque Dios es amor.

La expresión de amor más grande que conoce el Universo es la del Hijo del Hombre levantado en el monte de la Calavera, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, (dilapidando el afecto natural, el amor), sino que tenga vida eterna.

EL CARÁCTER: impíos (irreverentes)

ImpiedadPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… impíos (irreverentes)…  (2 Timoteo 3:1,2).

         La impiedad podríamos definirla como la falta de piedad. Pablo escribe que la gracia nos enseña a renunciar a la impiedad (Tito 2:11-12). Y en otro lugar dice:«¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia?» En ninguna manera.

La gracia enseña a vivir en la doctrina de la piedad. Esta doctrina tiene su contrapartida en usarla como medio de ganancia. Cuando se usa la doctrina de la piedad como medio para enriquecerse hemos entrado en la impiedad, la impiedad de los hombres en los últimos tiempos. Actuamos con irreverencia a la verdad. Sin respeto por la justicia.

La irreverencia es falta de respeto, falta de respeto a Dios y su palabra; es la nulidad del temor de Dios. La necedad se instala en el ser humano y la osadía irrumpe con fuerza para pretender traspasar los límites de la gracia, la libertad del Espíritu, la ley de Dios y hacerlo con presunción, blasfemando de las potestades superiores y exigiendo un sometimiento incondicional en nombre de una autoridad extralimitada.

Nuestra sociedad se caracteriza por la falta de respeto a las autoridades: a los padres, a los maestros, a las leyes humanas y por supuesto a la ley de Dios.

Este proceso de irreverencia e irresponsabilidad ha cimentado la corrupción como compañero habitual en los gobiernos.

No se respeta a la mujer ni al marido; los hijos no respetan a los padres; algunos padres ni respetan al no nacido y se lo quitan de en medio como si fuera un grano de la pubertad.

No se respeta el medio ambiente, ni los bienes públicos, en definitiva, los hombres serán impíos, irreverentes.

        El evangelio En el evangelio se nos enseña que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, ese es nuestro culto racional, esa es la manifestación de nuestro respeto y reverencia a Dios.  Que nos presentemos a Dios como vivos de entre los muertos, y nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia y piedad. La sana doctrina es conforme a la piedad.

Por el fruto se conoce el árbol. Está escrito: «Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia» (Hebreos 12:28 LBLA).

EL CARÁCTER: ingratos

IngratitudPero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… ingratos…  (2 Timoteo 3:1,2).

         La ingratitud afea el rostro de los hombres. En una sociedad donde se impone el culto al cuerpo, donde la belleza ocupa un lugar prioritario, la ingratitud del carácter destruye cualquier maquillaje que pretende esconder la muerte que emana del mismo cuerpo.

Una sociedad no agradecida desprecia el esfuerzo de las generaciones anteriores. No valora el trabajo que ha costado llegar a conseguir el beneficio presente. Rápido nos acostumbramos a los derechos establecidos sin importarnos cómo se consiguieron.

El pueblo que olvida los beneficios recibidos se vuelve despilfarrador, menospreciador, ingrato. No valora el trabajo de otros, solo piensa en sí mismo y en correr con la recompensa.

Diez leprosos vinieron a Jesús. Todos fueron sanados mientras caminaban hacia el beneficio de obtener la salud. Solo uno, y este samaritano, regresó para dar gloria al Dios de Israel.

La exhortación del salmista al pueblo elegido es esta: Bendice, alma mía, al Señor y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.

Cuando olvidamos el beneficio recibido entramos en la ingratitud a toda velocidad.

Las sociedades democráticas modernas se denominan: «Estado de derecho». Tenemos derecho porque pagamos impuestos. Compramos el bienestar y exigimos su cumplimiento. En el reino de Dios no es así.

         En el reino de Dios obtenemos el beneficio de pura gracia y vivimos agradecidos para siempre. Le amamos porque Él nos amó primero.

Un pueblo que da por hecho la salvación y el precio que costó pone los cimientos para ser atrapado por los sistemas de este mundo, invadido por el culto a Baal y la idolatría de la reina del cielo.

El evangelioUno de los propósitos de la llamada «santa cena» es recordar que el precio está pagado. Es memorizar. Haced esto en memoria de mí. Hacer memoria de que fuimos comprados con sangre, la sangre del Justo, y que volverá, por tanto, somos extranjeros y peregrinos, y deberíamos vivir agradecidos a Aquel que nos compró como propiedad suya para siempre. No somos nuestros.

El evangelio dice: Sed agradecidos (Colosenses 3:1). En palabras de Teresa de Ávila quedaría así: No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, me mueves tan solo tú. Me mueve tu amor de tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te quisiera; y aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero yo te quisiera.

La Ley y los profetas se cumplen en esta máxima: Amar a Dios con todo el corazón, y a tu prójimo como a ti mismo. La ley de Dios nos libra de la ingratitud.