Taller de oración – 39

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.

«… Para que sepáis cuál es… la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza…» (Efesios 1:19 RV60).

Eterno Dios, somos pueblo tuyo y ovejas de tu prado, y como tales venimos ante ti en esta hora de incertidumbre mundial para que podamos saber, comprender y manifestar la supereminente grandeza de tu poder en nosotros. Poder que emana de ti mismo, Señor.

Padre amado, está escrito que tu poder se perfecciona en nuestra debilidad [1], por ello, nos alegramos en nuestra debilidad para que repose sobre nosotros el poder de Dios [2]. Como dice el apóstol, lo débil del mundo has escogido para avergonzar a los fuertes, aunque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres [3].

Soberano Señor; nuestro Redentor Jesucristo también murió en debilidad, pero vive por el poder de Dios [4]. Te pedimos, Señor, que el poder de su resurrección nos levante de nuestro letargo y adormecimiento, despertando en nosotros el potencial sobrenatural de la vida de Cristo. Oh Padre, las puertas del Hades no prevalecerán contra la congregación de los santos [5]. Tu nos has dado la victoria, nos has hecho más que vencedores, por medio de aquel que nos amó [6], para que nos levantemos en medio de una generación torcida y perversa siendo luminares en el mundo [7].

Oh Dios Todopoderoso, el poder está en tu mano y lo das a quien quieres. Tú eres el Rey de las naciones. El Soberano de los reyes de la tierra. El hombre se ha ensoberbecido y su corazón le ha engañado. Tu iglesia, Señor, también participa de este engaño, creyendo en la potencialidad humana más que en el poder de Dios que se perfecciona en nuestra debilidad.

Por ello, Padre, venimos ante tu trono de gracia y libertad para ser revestidos del autentico poder que emana de ti mismo. Pedimos, Señor, que ese poder real y sobrenatural esté operando en nosotros dándonos la fuerza para mantener la fe en ti en medio de un mundo impío. Que podamos sostener la llama de un corazón ardiente de vida eterna, y podamos transmitirla a nuestros hijos y a esta generación. Que ese potencial, −las armas de nuestra milicia−, sean puestas al servicio de la causa de Israel en su tierra y a su Dios.

Padre, sabemos que tu eres poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que nosotros podemos pedir o entender, según la supereminente grandeza de tu poder que actúa en nosotros [8]; porque cuando somos débiles, entonces somos fuertes.

Dios de Israel, nos unimos con el profeta, y mirándote a ti; esperando en ti; decimos: Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion [9]. En el glorioso nombre de Jesús lo pedimos. Amén.

NOTAS:

[1] – 2 Corintios 12:9

[2] – 2 Corintios 12:9

[3] – 1 Corintios 1:25

[4] – 2 Corintios 13:4

[5] – Mateo 16:18

[6] – Romanos 8:37

[7] – Filipenses 2:15

[8] – Efesios 3:20

[9] – Isaías 52:1,2

Taller de oración – 38

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.

«… Para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos…» (Efesios 1:18 RV60).

         Padre nuestro, seguimos orando para que nos des sabiduría, revelación, conocimiento, y alumbres los ojos de nuestro entendimiento para que sepamos cual es la esperanza a la que nos has llamado. Oh Dios, vivimos muchas veces anegados por las preocupaciones cotidianas, y perdemos de vista la esperanza gloriosa. Te pedimos perdón, Señor, por nuestra vista tan corta. Tu pueblo sigue pereciendo por falta de conocimiento [1].

         Oh Dios, Todopoderoso, es Cristo en nosotros la esperanza de gloria. Ponemos nuestros ojos en las cosas de arriba, donde nuestra vida verdadera está escondida con Cristo. Alzamos nuestros ojos a los montes de donde viene nuestro socorro. Ayúdanos, Señor, a perseverar en medio del presente siglo malo, para plena certeza de la esperanza [2].

         Padre, queremos saber cuáles son las verdaderas riquezas de la gloria de  nuestra herencia en comunión con los santos. Te damos gracias, Señor, porque nos has hecho coparticipes del llamado que diste a Israel de ser su especial tesoro sobre todos los pueblos de la tierra, y de formar parte de un reino de sacerdotes y gente santa, separada para tus propósitos [3].

         Nos unimos también, Señor, a la verdad que anunció el apóstol Pedro de ser linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable [4]. Pedimos, oh Dios nuestro, que el Cuerpo del Mesías, la congregación de los santos, podamos vivir en la esperanza y las riquezas de tu gloria para beneficio de nuestra generación.

         Padre, esperanza y herencia, la que tú nos has dado, para que vivamos como extranjeros y peregrinos en la tierra, esperando la redención de nuestros cuerpos. La transformación a la semejanza de tu Hijo. Coherederos de la promesa dada a los patriarcas [5]. Participantes de la gracia, y la esperanza del reino futuro. Un reino de justicia y paz. ¡Venga tu reino! Envíanos a tu Hijo, sentado a la diestra de tu trono, para que reine en Jerusalén y establezca la justicia en las naciones. En su nombre, oh Dios, levantamos nuestra voz para que guardes a Israel hoy, a nuestro país, nuestra familia y tu iglesia siga siendo luz de los pueblos. Amén.

NOTAS:

[1] – Oseas 4:6

[2] – Hebreos 6:11

[3] – Éxodo 19:6

[4] – 1 Pedro 2:9

[5] – Hebreos 11:9

Taller de oración – 37

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.

«… Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…» (Efesios 1:17,18 RV60).

         Padre amado, venimos ante ti en esta hora cuando las naciones han  sido anegadas por la oscuridad de sus malas obras, para que tu iglesia reciba un espíritu de sabiduría y revelación y podamos anunciar a las naciones el mensaje eterno del evangelio. El evangelio que estaba oculto desde antes de la fundación del mundo, pero que ahora ha sido dado a conocer mediante la revelación de las Escrituras [1].

         Pedimos, Señor, que tu pueblo redimido tenga la luz necesaria en sus vidas para anunciar el mensaje de salvación a los pueblos. Amado Dios, pedimos que haya revelación del misterio escondido desde tiempos eternos y que tu gloria sea dada a conocer en la faz de Jesucristo [2].

          Padre, revélanos a tu Hijo. Muéstranos, Señor, la magnificencia de quien hemos recibido la gracia y la verdad [3]. Y que de su plenitud podamos tomar gracia sobre gracia [4] para anunciar la verdad del evangelio.

         Necesitamos, Señor, una más amplia revelación del conocimiento de Jesús. Hemos pensado que sabemos lo suficiente y nos hemos vuelto a los débiles y pobres rudimentos de este mundo [5] para tratar de acercar la verdad a quienes solo buscan la vanidad de esta vida. Oh, Dios nuestro, queremos ver con Isaías tu santidad y reconocer que siendo hombres de labios inmundos y habitando en medio de un pueblo que tiene labios inmundos, podamos anunciar tu palabra habiendo visto al Rey de los ejércitos [6].

         Por eso, Padre, pedimos desde lo hondo del ser, que alumbres los ojos de nuestro entendimiento. Líbranos, Señor, de la ceguera de los pueblos, para que sepamos escoger lo mejor y no seamos arrastrados por la manipulación de los medios de las corrientes de pensamiento que se aleja del temor de Dios y avanzan hacia su propia destrucción.

         Dios de Abraham, trae ese mismo espíritu de revelación de Jesús, el Mesías, sobre tu pueblo Israel. Quita el velo y la venda que oculta su majestad y manifiesta su verdadera naturaleza al pueblo de la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos [7].

         Señor, reconocemos la inmensa ignorancia de nuestro pueblo, (España), en la verdadera sabiduría que emana del Hijo de Dios. Ayúdanos, Señor, y socórrenos enviando un espíritu de sabiduría en el mejor conocimiento de él. Perdona nuestra necedad y soberbia; límpianos de los pecados de generaciones pasadas [8], y danos un nuevo día de luz y salvación. Renueva, Señor, nuestros pensamientos y alumbra los ojos de nuestro entendimiento, en el maravilloso nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – Romanos 16:25-27

[2] – 2 Corintios 4:6

[3] – Juan 1:17

[4] – Juan 1:16

[5] – Gálatas 4:9

[6] – Isaías 6:5

[7] – Romanos 9:4,5

[8] – Isaías 58:12

Taller de oración – 36

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando por la iglesia con el apóstol Pablo en la carta de Efesios.

«Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones» (Efesios 1:15,16 RV60).

         Padre amado, vemos en tu palabra una infinidad de oraciones que han sido hechas delante de ti en favor de los tuyos, tu pueblo, los redimidos, la congregación de los llamados fuera del sistema de este mundo para servirte y glorificarte. Por ello, oh Dios, nosotros también queremos unirnos a la oración apostólica por tu cuerpo que es la iglesia en nuestra generación.

         Padre, hemos oído de la fe en el Señor Jesús de muchas personas en todas las naciones. Tu evangelio se ha extendido a los pueblos, como fue anunciado por los profetas, y ahora queremos darte las gracias por esa fe que ha sido dada una vez a los santos. La fe que vence al mundo. La fe de aquellos que creemos que Jesús es el Hijo de Dios, y en esa fe hemos recibido la vida eterna.

         También, Señor, oímos del amor que has derramado en los corazones de aquellos que son tuyos. Tu misma naturaleza, que es amor, ha sido transmitida a quienes llamaste y separaste para ti mismo. Gracias, oh Dios nuestro, por el amor ágape que emana de ti mismo, y que se manifiesta en las obras de justicia que tus hijos llevan a cabo en todo el mundo.

         Amado Señor, oramos por la iglesia de nuestro tiempo. Aquellos que han sido rescatados de la vana manera de vivir heredada de los padres, para ser luz y sal en medio de una generación torcida y perversa. ¡Vivifícanos, Señor! ¡Levántate en medio de tu congregación para que podamos seguir anunciando tu reino con valor!

         También, Señor, pensamos en la iglesia de nuestro país, España, los que tú has comprado mediante la sangre del Hijo. Que nuestra fe y amor sean la base de nuestro servicio a nuestro prójimo. Que anunciemos con fidelidad el testimonio que hemos recibido y seamos portadores del ministerio de la reconciliación. Ayuda, Señor, al nuevo gobierno que ha sido elegido en estos días, para que sean librados de hombres perversos y malos, de las bandas de amalecitas que vienen a destruir la nación. Dales, Señor, la valentía para sostener los valores de justicia, sabiduría y verdad que emanan de tu evangelio leudando nuestra sociedad.

         Padre, levantamos nuestra oración igualmente por Israel. Pensamos, oh Dios, en los miles que están anunciando tu evangelio al pueblo del pacto en su tierra. Dales, Señor, la unción adecuada para hacerlo y que muchos de los herederos de las promesas dadas a los padres vean la luz de tu rostro en la faz del Mesías. Amén.

Taller de oración – 35

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos» (Juan 17:25,26 RV60).

         Padre justo, tu reino es un reino de justicia. Por ello ungiste a tu Hijo, porque él amó la justicia y aborreció la iniquidad [1]. Padre nuestro, te damos gracias porque nos ha hecho partícipes de tu justicia, de tu naturaleza justa; hemos sido creados en justicia y santidad de la verdad [2]. El mundo, Padre, no te conoció en los días de tu Hijo en la carne, pero ahora ha sido dado a conocer a las naciones. Todos los pueblos han oído tu nombre, de modo que ya no tienen excusa [3].

         Padre, tu evangelio ha sido anunciado a las naciones. El nombre de Jesús ha sido dado a conocer, y hoy vivimos en muchas de ellas tiempos de apostasía e iniquidad. Te pedimos, Señor, que sigas ungiendo a los tuyos para que tu nombre siga siendo anunciado en medio de los tiempos, en medio de estos tiempos turbulentos da a conocer tu obra [4], tu extraña obra [5].

         Oh Dios nuestro, te agradecemos el conocimiento de la vida eterna que está en tu Hijo. Porque el que tiene al Hijo, tiene la vida; pero el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida [6]. Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien has enviado.

         Padre, clamamos a ti por nuevos ungimientos de tu gracia y poder, la llenura de tu Espíritu, para que la congregación que has redimido sigamos despiertos en esta hora anunciando tu bendito nombre. Porque no hay otro nombre para ser salvos y alcanzar la vida eterna. Revela, oh Dios, una vez más a tu Hijo. Quita el velo que cubre a las naciones [7], para que puedan ver la gloria tuya en la faz de Jesucristo [8].

         Padre, levanta el velo en Israel. Trae luz a tu pueblo. Ayuda a sus gobernantes para que defiendan la causa de Sión en la ciudad de Jerusalén. Confunde, Señor, las maquinaciones de la UNESCO y la ONU contra tu santa ciudad, la ciudad del gran Rey [9].

         Y también, oh Dios, despierta a la iglesia para ver en la persecución a Israel su propia persecución. Porque compartimos una misma historia y nos encaminamos a la consumación de una misma esperanza, la esperanza de Israel anunciada por los profetas.

         Que el amor que diste a tu Hijo sea vivificado una vez más en tu iglesia. Que la comunión con tu Hijo sea eficaz en nosotros, para que participando de esa fe podamos seguir siendo anunciadores de todo el bien que está en nosotros mediante Cristo Jesús [10].

         Por último, Señor, traemos nuestra nación ante ti. España te necesita. Nuestros gobernantes te necesitan para que no hagan cosas que no convienen. Para que podamos vivir en piedad y honestidad, como de día, porque la noche está avanzada [11]. Padre, en la ira, acuérdate de tener compasión [12]. Guárdanos del mal y su naturaleza maligna. ¡Socórrenos! ¡Ayúdanos! Tú eres nuestra esperanza y a ti acudimos, con Jesús, en esta oración eterna que hemos presentado delante de ti. Amén.

 

NOTAS:

[1] – Hebreos 1:9

[2] – Efesios 4:24

[3] – Juan 15:22 y Romanos 1:20

[4] – Habacuc 3:2

[5] – Isaías 28:21

[6] – 1 Juan 5:11,12

[7] – Isaías 25:7

[8] – 2 Corintios 4:6

[9] – Mateo 5:35 y Salmos 48:2

[10] – Filemón 6

[11] – Romanos 13:12

[12] – Habacuc 3:2 LBLA

Taller de oración – 34

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo» (Juan 17:24 RV60).

         Padre nuestro, Padre de gloria y Dios de toda consolación, a ti acudimos en esta hora final para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros [1].

         Te damos gracias porque hemos sido dados a Jesús para ser sus seguidores, sus discípulos, los continuadores de su obra, coherederos juntamente con él [2]. También, oh Dios nuestro, para participar de la gloria que le has dado antes que el mundo fuese [3]. Estar con Cristo es muchísimo mejor [4].

         Te alabamos, Dios del cielo y de la tierra, porque nuestro Señor ha ido a preparar un lugar para nosotros [5], para que donde él está, nosotros también estemos un día [6]. Para ver la gloria que ha sido dada al Hijo del Eterno, porque ha sido glorificado hasta lo sumo, ha recibido un nombre que es sobre todo nombre [7], se ha sentado a la diestra del trono de Dios [8], hasta que sus enemigos sean puestos bajo el estrado de sus pies [9].

         Alabado sea tu nombre. Santificado sea tu nombre. Porque como él es, así somos nosotros también en este mundo [10], para vivir y para morir. Porque somos tuyos, ovejas de tu prado [11], hijos del Rey para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó [12] por su gloria y excelencia [13]. Alto es. No lo puedo comprender.

         Padre santo, nos gloriamos en la gloria de tu Santo Hijo Jesús. Anhelamos verla aquí en la tierra, como las aguas cubren la mar [14]. Vivir, Señor, en la tierra, con la mirada puesta en el cielo [15]. Andar como de día, porque la noche está avanzada [16] y se acerca el reino de justicia y paz. ¡Venga a nosotros tu reino! ¡Hágase tu voluntad!

         Tú, Señor, has amado a tu Hijo desde antes de la fundación del mundo, y en ese amor eterno hemos sido incluidos por la abundancia de la gracia y del don de la justicia [17]. La justicia que ahora nos ha sido aplicada en Cristo para acercarnos a ti en plena certeza de la esperanza [18].

         Oh Dios nuestro, pedimos por nuestro país (España) y por Israel, tu pueblo. Levanta una vez más tu misericordia y líbranos de nuestros enemigos, aquellos que se han levantado para destruirnos, en el glorioso nombre de Jesús. Amén.

 

Notas:

[1] – Hebreos 6:18

[2] – Romanos 8:17

[3] – Juan 17:5

[4] – Filipenses 1:23

[5] – Juan 14:2

[6] – Juan 14:3

[7] – Filipenses 2:9

[8] – Hebreos 10:12

[9] – Hebreos 10:13

[10] – 1 Juan 4:17

[11] – Salmos 79:13

[12] – 1 Pedro 2:9

[13] – 2 Pedro 1:3

[14] – Habacuc 2:14

[15] – Colosenses 3:1-4

[16] – Romanos 13:12

[17] – Romanos 5:17

[18] – Hebreos 6:11

Taller de oración – 33

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado» (Juan 17:22-23 RV60).

         Padre eterno, elevamos nuestra oración de gratitud ante tu trono de gloria, reconociendo la inmensidad de tu amor; la abundancia de la gracia que nos ha sido dada, y la gloria que compartimos con nuestro glorioso Señor. Alto es, no lo puedo comprender.

         Oh Dios de Israel, que esa gloria recibida cubra nuestras vidas de la desnudez heredada en Adán. Alabado sea tu nombre. Nos has vestido en Cristo, el Mesías, y ahora estamos vestidos y no desnudos; cubiertos con ropas celestiales para ser uno con el Hijo y con el Padre, mediante el Espíritu. Alto es, no lo puedo comprender.

         Oh Señor, a ti te ha placido y así lo recibimos. Por ello, nos vestimos en esta hora final de Jesucristo, para no proveer a los deseos de la carne. Vivimos, Señor, para andar como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidias [1]. Manifestando así la unidad a la que hemos sido entregados como cuerpo del Mesías.

         Y en esa unidad sobrenatural, Señor, pedimos con nuestro Abogado en la tierra y en el cielo: que el mundo te conozca; que sepa que ha sido enviada la salvación a la tierra, a todas las naciones, para que todo aquel que en él crea, no anda más perdido, sino tenga vida eterna.

         Que todos sepan, oh Dios nuestro, que has enviado a tu Hijo al mundo, para que el mundo sea salvo por medio de él. Que tu amor ha sido derramado en cada generación para que sepamos que ese amor fue manifestado en la cruz del Calvario, donde amaste hasta la muerte al Hijo que nos fue dado, y donde quedó de manifiesto tu amor eterno. Señor, que el mundo lo sepa. Dios mío, que nosotros sepamos que nos has amado y entregaste al justo, el Cordero que quita el pecado del mundo, para darnos vida y vida en abundancia.

         Para siempre, oh Señor, permanece tu misericordia en el cielo, por eso, oh Dios, no hemos sido consumidos. Pedimos con Jesús, levanta tu misericordia nuevamente cada mañana en la tierra, porque nunca decayeron tus misericordias. Grande es tu fidelidad. Mi porción es el Señor, dijo mi alma; por tanto en ti esperaré [2]. Amén.

Notas:

[1] – Romanos 13:13,14

[2] – Lamentaciones 3:22-24

Taller de oración – 32

Tiempo de Oración


ANTES DE ORAR:
Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:20-21 RV60).

         Padre amado, te damos gracias por el privilegio de haber recibido el testimonio tuyo mediante aquellos que lo recibieron antes que nosotros, a quienes tu escogiste, y ha llegado a nosotros a través de las generaciones que nos han precedido en la fe.

         Te damos gracias, Señor del Universo, porque la oración de Jesús sigue vigente ante el trono de tu gracia a favor de cada uno de nosotros que hemos creído la palabra de los apóstoles y profetas, que a su vez recibieron de tu santo Hijo Jesús.

         Oh Dios Todopoderoso, ayúdanos a guardar la unidad de la fe en el vínculo de la paz [1]. Ayúdanos, Señor, para mantener la unidad del Espíritu, habiendo sido bautizados en un solo cuerpo [2]. Somos tu pueblo. Ovejas de tu prado. Por ello, pedimos que sepamos guardar la verdad que nos ha sido dada y podamos transmitirla a la próxima generación.

         Padre santo, la fe que hemos recibido sostiene que Dios es uno. Como le fue dicho a nuestro legislador Moisés: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es [3]. Y como nuestro Mesías ratificó en su enseñanza: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento [4].

         Queremos, oh Dios, proclamar con rotundidad: «el Señor nuestro Dios, el Señor uno es». Y pedimos fundirnos en esa unidad con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. Reafirmamos nuestra confesión. No hay otro Dios que el Dios de Israel; ni tampoco hay ningún otro mediador entre Dios y los hombres que Jesucristo hombre. Porque para nosotros, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él [5].

         Padre, ayúdanos a mantener esta fe en el Dios único. Sabemos que muchos de nuestros hermanos están siendo masacrados por mantenerla; por ello, Señor, te imploramos: ¡Guárdalos! ¡Susténtalos! Protégelos, para que su fe no falte [6]. Y a nosotros, oh Dios, que sepamos guardar la unidad para que el mundo crea que has enviado a Jesús. En su nombre glorioso y eterno te lo pedimos. Amén.

Notas:

[1] – Efesios 4:3

[2] – 1 Corintios 12:13

[3] – Deuteronomio 6:4

[4] – Marcos 12:28-31

[5] – 1 Corintios 8:6

[6] – Lucas 22:31,32

Taller de oración – 31

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sea santificados en la verdad» (Juan 17:17-19 RV60).

         Padre nuestro, te damos gracias por la oración de Jesús por nosotros. Sabemos que esas palabras siguen estando delante de tu trono a favor de quienes han de heredar la salvación. Nos unimos a esa oración para que tu iglesia sea santificada en la verdad de tu palabra. Pedimos perdón por todos aquellos que hoy la niegan dentro de ella. Muchos que se avergüenzan de confrontar la permisividad predominante de esta generación y hacen concesiones imposibles.

         Dios nuestro, tu palabra sigue siendo nuestro asidero para limpiar nuestras vidas de la contaminación de carne y de espíritu [1]. Tu palabra es verdad, y la verdad nos santifica haciéndonos libres para adorarte y servirte con integridad. Recordamos, Señor, las palabras del salmista cuando preguntó: ¿Con que limpiará el joven su camino? La respuesta fue inequívoca: Con guardar tu palabra [2].

         Padre santo, las contaminaciones del sistema de este mundo han diluido en una parte de tu iglesia la fortaleza de la verdad imperecedera. Afirmamos aquí, Señor, nuestra fe en la verdad, la palabra eterna, dada una vez a los santos, y nos decidimos a combatir por ella para que podamos transmitirla a nuestra generación y a nuestros hijos.

         Oh Dios Todopoderoso, tú enviaste a tu Hijo al mundo para que el mundo sea salvo por medio de él [3]. Ahora, Señor, nos unimos a la oración de Jesús para que nosotros también seamos enviados al mundo para anunciar las buenas nuevas del evangelio. ¡Capacítanos, Señor! ¡Llénanos de tu Espíritu para llevarlo a cabo! Tú eres nuestra competencia. Nos has dado el Espíritu de poder, amor y dominio propio para no avergonzarnos de ti en medio de una generación maligna y perversa.

         Eterno Dios que revelaste la verdad de tus caminos a Abraham, Isaac y Jacob. Tú que nos has dado a tu Hijo, el Mesías de Israel, te pedimos que guardes a Israel de todos sus enemigos. Restaura tu tierra, Señor. Te pedimos por España, que tengamos un gobierno de hombres íntegros, temerosos de Dios y apartados del mal. Líbranos, Señor, de la amenaza islamista [4]; la bestia que ha salido para devorar a las naciones. Levanta bandera mediante tu Espíritu [5] para que sean reprendidos los que se alzan contra ti y tu pueblo, y nos envíes al Deseado de todas las naciones [6]; en el poderoso nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – 2 Corintios 7:1

[2] – Salmos 119:9-11

[3] – Juan 3:17

[4] – Salmos 74:23

[5] – Isaías 59:19

[6] – Hageo 2:7

Taller de oración – 30

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes de mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo» (Juan 17:14-16 RV60).

         Padre amado, juntamente con Jesús, queremos levantar nuestra voz al cielo en esta hora. Hemos recibido tus palabras que nos han elevado sobre la realidad material de una vida plagada de vanidad. Tu palabra es verdad, Señor, y al recibirla en nuestras vidas hemos quedado expuestos al aborrecimiento del mundo que nos rodea. Muchos, oh Dios, destinan su odio hacia nosotros pensando en ti mismo. Dan un rodeo también a través de tu pueblo Israel.

         Oh Dios Todopoderoso, nuestra identidad en Cristo nos ha sacado del presente siglo malo; ya no somos de este mundo; hemos recibido tu reino en nuestros corazones y vivimos contigo aunque soportamos, Señor, la extrañeza de muchos que no comprenden nuestro destino. Te adoramos, Señor, por Jesús. Nuestra unión con él se ha hecho patente y quienes no le conocen nos aborrecen y dicen toda clase de mal contra nosotros mintiendo [1].

         Soberano Señor, guárdanos del mal. No nos dejes caer en las tentaciones que nos rodean a cada paso. Queremos vivir en el mundo con gozo, siendo luz y sal en la tierra, para que otros muchos puedan verte y venir al conocimiento de la verdad [2]. Dios mío, usa a tu iglesia, la congregación de los santos, aquellos que han sido separados del mundo, aunque viven en él sin se atrapados en sus redes de pecado e iniquidad, para que la gloria de tu nombre sea dada a conocer.

         Oh Dios nuestro, pertenecemos a tu Hijo. Nos has comprado para ser tuyos por toda la eternidad. Enséñanos a contar nuestros días de tal forma que traigamos al corazón sabiduría [3]. Oh Señor, vemos nuestra generación entregada a los placeres temporales del pecado y volvemos nuestro rostro a ti para que la luz del evangelio alumbre sus ojos, y vengan de tu presencia tiempos de refrigerio. Señor, acuérdate del pacto con Abraham, para que en su simiente fueran bendecidas todas las familias de la tierra. Derrama de tu Espíritu en nuestra nación (España). Habla a los huesos secos de Israel y sopla el aliento de vida. Vivifícanos, Señor.

         Padre santo, haznos comprender la fragilidad de la vida humana. Haznos saber, oh Dios, nuestro fin; y cual sea la medida de nuestros días [4]. En el maravilloso nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – Mateo 5:11

[2] – 1 Timoteo 2:4

[3] – Salmos 90:12

[4] – Salmos 39:4