130 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XVII) – Isaías (3)

Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de YHVH, y del resplandor de su majestad… La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo YHVH será exaltado en aquel día. Y quitará totalmente los ídolos. Y se meterán en las cavernas de las peñas…  por la presencia temible de YHVH, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra  (Isaías 2:10-19)

         Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Heb.9:27). El predicador acabó su discurso con este mensaje: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea  buena o sea mala (Ecl.12:13,14). Hay un día señalado por el Hacedor de todas las cosas, en el cual juzgará al mundo con justicia, y lo hará mediante aquel varón, a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos (Hch.17:31). Este mensaje está ampliamente advertido en la Escritura.

Pero como en los días de Noé, cuando venga, sorprenderá a muchos que viven descuidados en sus pasiones y deleites cada día, hasta que la puerta del arca se cierre. Por eso está anunciado que hoy es día de salvación, y si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, para que aquel día no os sorprenda.

La presencia temible del Señor se manifestará en toda su majestad y autoridad. La altivez del hombre será abatida, porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. La soberbia será humillada, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. En ese día solo el Señor será ensalzado junto con los suyos, con quienes vendrá en su venida.

Quitará los ídolos. Tenemos aquí dos de los pecados predominantes del ser humano: la soberbia y la idolatría. Ambos se retroalimentan. Forman parte de una misma naturaleza caída en desobediencia. El reino de Dios en la tierra será sin soberbia, ni ídolos. Solo Él será exaltado. Toda rodilla se doblará ante su majestad. Vendrá para juzgar la tierra y sus moradores.

Entonces, quienes no se han arrepentido de su maldad se esconderán de la ira del Cordero. Se meterán en las peñas, y cuando estas no puedan esconderlos de la ira que vendrá, dirán que caigan sobre ellos, buscando la muerte (Ap.6:15-17). Por tanto, lo que para unos será día de redención y salvación, para otros de juicio y destrucción. El reino mesiánico anuncia también el día de la ira sobre los que no se han arrepentido. Hoy es tiempo de salvación. El arca sigue abierta. Entra.

         El reino de Dios en la tierra establece la adoración al único Dios; juzga a los soberbios e idólatras que no tendrán lugar donde esconderse.

129 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XVI) – Isaías (2)

Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de YHVH como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de YHVH, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de YHVH. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra  (Isaías 2:1-4)

         El primer capítulo del libro de Isaías es una denuncia demoledora de los juicios de Dios sobre Judá por sus pecados. El lenguaje es de alto voltaje. Israel no entiende (3). Generación de malignos, hijos depravados (4). La multitud de sus sacrificios no sirven para expiar el pecado porque el corazón del pueblo está lejos de la voluntad de Dios. Sus fiestas solemnes las aborrece el Señor (13,14). El profeta hace un llamado desgarrador para que el pueblo aprenda a hacer el bien, busque el juicio, restituya el agravio, haga justicia al huérfano y ampare a la viuda (16). Luego vengan al Señor y estemos a cuenta. Sus pecados como grana serán emblanquecidos como la nieve (18).

En el pasado, la ciudad de Jerusalén estuvo llena de justicia y habitó en ella la equidad, pero ahora predomina el pecado y la injusticia comenzando por los príncipes (21-23). Por tanto, el juicio de Dios está llamando a sus puertas. Pero antes de acabar el capítulo se anuncia un tiempo de restauración para los jueces y consejeros, por lo cual Jerusalén será llamada Ciudad de justicia y Ciudad fiel. Sion será rescatada con juicio (1:26,27).

Todo ello como preámbulo al capítulo dos en el que nos encontramos con el reinado universal del Mesías en la ciudad de Sion. Un mensaje anunciado para los últimos tiempos. El monte de la casa del Señor será afirmado como cabeza de montes, es decir, de naciones. Vendrán muchos pueblos y subirán al monte de YHVH porque allí se enseñará sus caminos; brota la revelación de Dios y su palabra para beneficio de los pueblos. Se juzgará a las naciones, y una vez establecida la justicia se consolidará un tiempo de paz universal como nunca antes. Lo mismo anunció el profeta Miqueas. Ese tiempo, nos dice Apocalipsis, será de mil años, en el que las naciones no se adiestrarán mas para la guerra. Ha llegado el reino mesiánico de paz.

         El juicio anunciado en el primer capítulo de Isaías sobre Judá da lugar a la justicia que será establecida desde Sion para todos los pueblos y naciones.

128 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XV) – Isaías (1)

Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla YHVH (Isaías 1:1,2)

         Nos encontramos en la mitad del siglo VIII antes de nuestra era. El profeta Isaías se levanta como uno de los gigantes de la profecía mesiánica, en su primera y segunda venida. Su libro, el segundo más citado en el Nuevo Testamento, después de los Salmos, se eleva ante nosotros como una cordillera montañosa, con sus valles, como un deleite para el espíritu humano poder coronarlas. La crítica moderna y mezquina ha querido minimizar su altura inventando dos Isaías para diluir su profecía y rebajarla a nivel terrenal, obviando sus mensajes proféticos anunciados con mucho tiempo de antelación.

Isaías anuncia la restauración de Israel en su tierra después del cautiverio babilónico antes de que este se hubiera producido. Proclama la llegada del Mesías a la tierra de Israel como hijo de una virgen; anticipa sus padecimientos como el substituto siervo del Señor llevando nuestros pecados y dolores en su cuerpo; y eleva su voz para dejar establecido el futuro reino mesiánico, dándonos más detalles que ningún otro profeta de su advenimiento.

Isaías significa YHVH es salvación, o salvación de YHVH. Inició su ministerio con la muerte del rey Uzías, en el año 740 a.C., con una visión imponente de la santidad de Dios en medio de un pueblo de labios inmundos (6:1-6). Su prolongado servicio a los santos se alargó hasta el año 686, por lo tanto, una duración aproximada de cincuenta años.

Anunció su profecía primeramente al reino de Judá, y desde allí a todas las naciones. Como está escrito: de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de YHVH (2:4). O como diría el apóstol de los gentiles: al judío primeramente, y también al griego. Recordemos también la excelsa obra musical de Handel, −el Mesías−, compuesta toda ella con textos de la Palabra de Dios, especialmente de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento que provienen sobre todo del mensaje de Isaías. Se interpretó por primera vez en Dublín el 13 de abril de 1742.

Un mensaje que el propio Isaías recibió como una visión de Dios para anunciarlo a los reyes de Judá y desde allí a los cielos y la tierra. Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla el Señor. Estamos ante un mensaje universal, cuya palabra no volverá vacía, sin haber hecho la obra para la cual ha sido enviada. Nos centraremos y acentuaremos lo concerniente al reino mesiánico por venir.

         El libro de Isaías nos abre una ventana amplia para asomarnos a la revelación de Dios sobre el futuro reino mesiánico que está por llegar.

127 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XIV) – Miqueas (5)

Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, YHVH será mi luz. La ira de YHVH soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia (Miqueas 7:8,9)

         Los profetas de Israel anuncian juicio y restauración. Una y otra vez son enviados por el Señor a su pueblo para que este regrese de sus malos caminos. Israel es la nación más expuesta en su condición de pueblo del pacto. También es el que tiene la historia más antigua. No hay otra nación en la actualidad que tenga una historia más conocida y extensa.

La Biblia es un libro mundialmente conocido y en él se exponen las características de este pueblo, en sus luces y sombras. Algunos enfatizan su lado oscuro, otros prefieren ver sus privilegios; los profetas vieron ambas partes. Los enemigos de Israel se alegran con los juicios de Dios sobre la nación, olvidando que todos compareceremos ante el tribunal de justicia divina. Se ensañan sobre los judíos y sus desgracias remarcadas por la historia, sin tener en cuenta otra parte del mensaje de los profetas, su restauración.

La causa de Israel será atendida y todas las naciones serán juzgadas por el trato que le han dado. Por ello, el antisemitismo o antisionismo será un baldón para los pueblos. Miqueas lo anuncia. Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos… se volverán amedrentados ante YHVH nuestro Dios, y temerán a causa de ti (7:16,17). Y todo ello porque hay un día de gracia, misericordia y perdón para Israel.

El Señor volverá a tener misericordia de su pueblo, sepultará sus iniquidades, y las echará en lo profundo del mar (7:19). Miqueas concluye su mensaje con estas palabras: Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos (7:20). Su palabra, las palabras del pacto con Abraham, nunca pasarán. El cielo y la tierra sí, pero sus palabras, no. Nuestro profeta acaba su testimonio a Israel con el cumplimiento de la palabra anunciada desde tiempos antiguos.

La soledad de Israel entre las naciones habrá llegado a su fin. Su tiempo se ha cumplido, y el Señor la consuela (Is.40:1,2); porque es la niña de sus ojos (Zac.2:8); tiene celo por Sion (Zac. 1:14,15 y 8:2). Las naciones deberían recordar esta última palabra: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion. Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa. Amén.

         Israel se levantará de su pecado con gracia y el Señor juzgará su causa. 

126 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XIII) – Miqueas (4)

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad (Miqueas 5:2)

         En ocasiones nos encontramos en la Escritura con pasajes, especialmente en los profetas, donde aparecen las dos venidas del Mesías. En una misma línea se anuncia su redención y su exaltación; su sacrificio y el reinado milenial. El pasaje que tenemos delante es uno de ellos. Es un texto muy conocido porque aparece en la visita que los magos hicieron a Herodes el día de su nacimiento. Vinieron buscando a aquel que anunciaban los profetas que había de nacer en la pequeña Belén (Mt.2:1-6). La profecía era conocida, lo cual nos indica el grado de expectativa que hubo en los días de su nacimiento como hijo de David. Pero debía ser declarado con poder Hijo de Dios, según el Espíritu de santidad (Ro.1:1-4). Por eso dice el profeta Miqueas que sus salidas son desde los días de la eternidad. Es Hombre y Dios. Se hizo carne humana, pero trajo la inmortalidad por el evangelio (2 Tim.1:10). Esta doble naturaleza del Mesías confunde y hace tropezar a muchos, pero la Escritura da testimonio expresamente de ella. Son inseparables.

También aparecen sus dos venidas a la tierra, una como Cordero y la última como León. La primera para ser sacrificado como substituto redentor, la segunda para gobernar como Rey sobre todos sus enemigos.

En el texto de Miqueas nos encontramos con el anuncio de aquel que nacerá en Belén, será Señor en Israel, apacentará con poder de YHVH, y sus habitantes morarán seguros (5:4). Será nuestra paz (5:5). Librará a Israel del asirio, la tierra de Nimrod (un recuerdo de Babilonia, de donde procede el islam), cuando viniere a hollar nuestra tierra (5:6). La mano del pueblo de Israel se alzará sobre sus enemigos, y todos sus adversarios serán destruidos (5:7-9).

Hoy Irán (antigua Persia) y el islam son las mayores amenazas que soporta el Estado de Israel, ellos dicen: Sea profanada y nuestros ojos se deleiten en Sion viendo su desdicha (4:11). Una y otra vez advierten de su destrucción mediante amenazas llenas de odio irracional. Pero los profetas anuncian otra cosa al final de los días. Todos tus adversarios serán destruidos. Israel se levantará como león en medio de muchos pueblos para sacudirse el dominio de sus enemigos. Habrá sido purificado, y el Señor se levantará en su favor, y con ira y furor hará venganza en las naciones que no obedecieron (5:8,10-15).

          La tierra que vio nacer al Hijo de Dios volverá a verlo en el mismo lugar reinando como Señor de su pueblo para establecer la justicia duradera.

125 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XII) – Miqueas (3)

En aquel día, dice YHVH, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y YHVH reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre… Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti… Levántate y trilla, hija de Sion… desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a YHVH su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra (Miqueas 4:6-8,11,13)

         Hay un día señalado por Dios para la redención del alma afligida. Un día cuando en lugar de luto se les dé óleo de alegría; en lugar de ceniza se les dé gloria (Is.61:3). Es el día cuando aparecerá el Príncipe de los pastores para dar la corona incorruptible de gloria a los suyos (1 P.5:4). Esto es justo delante del Señor. Viene para pastorear a la coja y descarriada, la débil y enferma para librarlas de aquellos que se habían enseñoreado de ellas con dureza y violencia. Anduvieron errantes y dispersas; fueron esparcidas, pero ahora: He aquí, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré… las sacaré de los pueblos… las atraeré a su propia tierra… y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David… y estableceré con ellos pacto de paz… y habitarán… con seguridad (Ez.34:4-25).

Dirá el débil; fuerte soy. Los mansos heredarán la tierra; los que tienen hambre y sed de justicia, serán saciados. Es el pueblo redimido que se encuentra con su Señor. Un mismo mensaje para Israel y la iglesia. Una misma restauración para quienes son su pueblo y aquellos que fuimos injertados en los pactos y las promesas dadas a Abraham y su simiente. Y reinará sobre ellos en el monte de Sion.

Pero antes hay días de turbulencia. Hay persecución y oprobio. Una cruz antes de las glorias que le siguen. Así fue para el Mesías y lo será para todos aquellos que aman su venida. Porque se han juntado las naciones, muchas naciones contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion (4:11).

Las acusaciones se multiplican en los últimos días sobre Israel y Jerusalén. La persecución es una constante en los días antes de su venida. Lo hacen porque no conocen los pensamientos de YHVH, no hay revelación, ni entienden; por lo cual los juntó como gavillas en la era (4:12), y puso en manos de su pueblo el levantarse y resplandecer para desmenuzar a muchos pueblos, y consagrar al Señor su botín y sus riquezas al Señor de toda la tierra (4:13). Estamos ante la victoria final de los hijos de Dios. En parte y solo en parte podemos vivirlo hoy, pero la victoria final está en las manos de aquel que viene a reinar.

         Hay todo un proceso de restauración establecido por Dios para sanar al pueblo afligido y llevarle a la victoria final y definitiva en su venida.

124 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XI) – Miqueas (2)

Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de YHVH de los ejércitos lo ha hablado (Miqueas 4:3-4)

         Después de siglos de conflictos, guerras, injusticias y gobernantes despóticos, el mundo conocerá, por fin, un reino justo de paz y prosperidad. Será en Jerusalén, no en Roma, ni en la Meca, ni en New York. Ese reino está anunciado para ser establecido en la ciudad de paz, la ciudad del gran Rey y capital del la nación de Israel. Se establecerá un trono en el que impartirá justicia un justo en el temor de Dios (2 Sam.23:3,4), tal como fue anunciado por el rey David, y manifestado como anticipo en el reinado de Salomón.

La tierra y las naciones, la iglesia, los hijos de Dios, gemimos dentro de nosotros mismos por ese día de redención, cuyo anticipo es el reino mesiánico (Ro.8:19-25). El Señor corregirá a naciones muy poderosas. Su justicia será impartida a lugares muy lejos de Jerusalén. Se establecerá un reino de paz y prosperidad nunca visto.

Los presupuestos que las naciones han invertido en construcción de armamento para la defensa de sus fronteras serán usados como utensilios de trabajo. Herramientas para trabajar la tierra (azadones), y cosechar las grandes superficies (hoces). Todas las energías diplomáticas actuales para establecer equilibrios de poder entre los pueblos; el desgaste de tiempo, dinero y maquinaciones para espiar a los demás, serán usados para el progreso común en negociaciones para implantar justicia y verdad que emanarán del trono mismo establecido en Jerusalén. Esta ciudad será un lugar de revelación para conseguir los mejores resultados en el comercio y el bienestar de todos.

Los hombres disfrutarán de la obra de sus manos sin que nadie los espante y amenacen con robar la propiedad privada; se sentarán debajo de sus higueras y vides en jornadas de verdadero solaz que mantendrá el cuerpo sano, el alma sin las presiones que producen hoy todo tipo de enfermedades psicosomáticas, y el espíritu edificado plenamente en la comunión y relación con la fuente de vida y salud que fluirá desde Jerusalén. Es el sueño de muchos hoy. Se nos ha dado las primicias por el Espíritu, pero lo mejor está por venir.

         Un reino de paz y bienestar ha salido de la boca de Dios en la voz de sus profetas que será manifestado el día de su venida.

123 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (X) – Miqueas (1)

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de YHVH será establecido por cabecera de montes, y más altos que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de YHVH, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de YHVH (Miqueas 4:1-2)

         El profeta Miqueas era contemporáneo de Isaías, se cree que algo más joven que él. También lo fue de Oseas y Amos, todos ellos anunciaron sus mensajes en el siglo VIII. Miqueas significa ¿Quién como YHVH?. Anunció su mensaje al reino de Judá, aunque también predijo la caída del reino de Samaria. El texto que nos ocupa es casi calcado de la profecía de Isaías 2:1-4. Como está escrito, por dos o tres testigos se decidirá todo asunto (2 Co.13:1). En realidad el testimonio del reino mesiánico lo podemos encontrar en una infinidad de textos, tanto en el AT como en NT.

Volvemos a encontrarnos con el epicentro de la revelación y la manifestación de Dios en Sion, el monte que será establecido como cabeza de montes. A ese lugar correrán los pueblos y naciones en busca de revelación del Dios de Israel y sus beneficios. El profeta Daniel ya miraba a la ciudad jerosolimitana en sus oraciones en un anticipo de la era mesiánica.

Nosotros recordamos lo que se ha llevado a cabo en la ciudad eterna y santa a los ojos de Dios: la muerte, resurrección y ascensión del Mesías. Fue el lugar donde apareció Jesús resucitado por más de cuarenta días a los suyos. En ella descendió el Espíritu Santo sobre los congregados en el aposento alto. Y fue desde Jerusalén que el evangelio salió a todas las naciones del mundo.

También a esta ciudad, escogida soberanamente por el Creador de todas las cosas, regresará el Rey de gloria. Muchas naciones subirán a ella con verdadera alegría, reconociendo que allí tiene lugar la manifestación de los caminos del Señor. De Sion y Jerusalén salen la revelación y la enseñanza del único Dios verdadero para beneficio de todos los pueblos. El profeta Zacarías anuncia que lo harán para celebrar la fiesta de los Tabernáculos (14:16). De donde se desprende que Jerusalén será el centro de la adoración a Dios. No lo será otra ciudad. Es en Sion, el lugar de su morada, donde el Rey de Israel establecerá su trono para fundamentar la justicia duradera y la prosperidad de todas las naciones.

         La ciudad que hoy es motivo de disputa mundial será un día, bajo el gobierno del Mesías, donde acudirán todos los pueblos a adorar al Rey.

122 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (IX) – Oseas (4)

Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; el florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano… Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid… Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos?… Porque los caminos de YHVH son rectos, y los justos andarán por ellos; más los rebeldes caerán en ellos (Oseas 14:4-9)

         Algunos quieren ver en los profetas de Israel un mensaje duro y justiciero, en contraposición con el mensaje de los apóstoles de gracia y salvación. Es el mismo tipo de lenguaje que domina la teología dispensacionalista haciendo una diferencia entre la Ley y la Gracia como etapas distintas y separadas en el devenir de la revelación de Dios. Pero debo decir que no comparto esa postura.

El Dios de los profetas es el mismo que el de los apóstoles. Dios no cambia. Su mensaje es eterno. Su palabra permanece para siempre en los cielos (Sal.119:89). El mensaje de los profetas y los apóstoles se complementan. La gracia de Dios aparece desde el principio de la revelación. Noé halló gracia. Israel halló gracia. La iglesia halla gracia. Oseas nos dice alrededor del año 759 a.C. que el Señor amará a Israel de pura gracia. Sanará su rebelión. Apartará su ira de ellos. Será como el rocío para Israel. Florecerán como el lirio, y extenderán sus raíces. Todo ello anunciado como un mensaje de restauración después de andar casi dos milenios de cautiverio.

Hoy han regresado a la tierra de su heredad en medio de mucha oposición; pero están floreciendo en la habitación que el Señor les dio en promesa a Abraham y su descendencia. Es un anticipo de lo que ha sido señalado por sus profetas. Todo ello de pura gracia.

Hay todavía rebeldes, pero está anunciado un día cuando Efraín se sienta bajo su sombra; serán vivificados como el trigo; volverán a tener vida y florecerán. Es un anticipo del reino mesiánico. Nunca más se volverán a los ídolos. Comprenderán que los caminos del Señor son rectos y andarán por ellos.

La gracia de Dios se ha derramado para salvación de todos los hombres, también para Israel. No es para el milenio, es para ahora. Su amor es inalterable y eterno. El llamamiento de Dios es irrevocable. Hay esperanza para Israel hoy en su Dios, en la gracia que vino por medio de Jesucristo en una dimensión única y para todas las naciones, porque él estaba lleno de gracia y de verdad. Lo cual no significa que antes no hubiera gracia y misericordia. Si no hubiera sido por sus misericordias hubiéramos perecido.  Este es un mensaje del profeta Jeremías (Lam.3:22,23). Y de Oseas (14:4).

         El mensaje de los profetas es también de pura gracia para Israel.  

121 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (VIII) – Oseas (3)

Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a YHVH su Dios, y a David su rey; y temerán a YHVH y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5)

         Nuestro hombre anuncia un día cuando Israel volverá a su Dios; dice: «después». ¿Después de qué? A este regreso le precede un tiempo cuando el pueblo se entregó a la infidelidad, el adulterio y la fornicación. En este libro es algo más que una analogía, el propio profeta tuvo que casarse con una mujer entregada a la infidelidad conyugal; tuvo hijos de prostitución (2:4), porque su madre se prostituyó; una apelación al pueblo de Israel, el reino del norte.

Oseas anunció el día del juicio con la destrucción del reino del norte; pero luego dice: Después. El amor inalterable de Dios recupera a su esposa infiel con un nuevo corazón entregado a su Hacedor. Ha sido lavada y recuperada. El amor eterno de Dios se ha manifestado de nuevo, y ahora la esposa busca al esposo, y a David su rey; lo hace con un corazón temeroso, no se fía de sí misma; ha sido infiel una vez, se entregó a sus amantes; ahora regresa a la bondad de Dios.

Así lo anuncia el profeta: Venid y volvamos a YHVH; porque él arrebató, y nos curará; hirió y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a YHVH; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra (6:1-3).

Hay un día marcado en la agenda de Dios en favor de su pueblo para vendar sus heridas, darles vida nuevamente, como el mensaje de Ezequiel en medio del valle de los huesos secos recuperando la vida del Espíritu. Hay una resurrección anunciada para Israel saliendo de sus sepulcros (Ez. 37:12). Israel recobra la vida de Dios para vivir delante de Él. Conocerá a su Dios en una intimidad que nunca antes ha disfrutado. Será como el alba, como la lluvia que riega la tierra. Metáforas que anuncian un día glorioso y único. El día del Señor. Cuando viene para reinar en Jerusalén.

Será después de un largo cautiverio entre las naciones donde fue esparcido. Después del juicio sobre el reino del norte expresado con un lenguaje durísimo: los tomé aversión… no los amaré más… aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre. Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones  (9:15-17); se anuncia la compasión del Señor. Su amor (11:1). Los atrae hacía sí (11:4). Se inflamó su compasión (11:8). No ejecutó el ardor de su ira (11:9). Acudirán velozmente de Egipto y Asiria para habitar en su tierra (11:11). Y añade…

          Después del juicio del Señor sobre su pueblo volverán a buscarle con un corazón arrepentido y nuevo por la bondad mostrada de pura gracia.