57 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (VII) – Melquisedec

Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo… cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios… (Hebreos 7:1-3)

         Siguiendo la vida de Abraham nos encontramos con un personaje misterioso que salió a recibirle cuando el patriarca había librado a su sobrino Lot de la coalición de reyes que encabezaba Quedorlaomer. La personalidad de este sacerdote-rey que sale a recibir a Abraham es uno de esos misterios sin resolver definitivamente en la Escritura. Saquemos lo relevante para nuestro mensaje.

Melquisedec se aparece a Abraham como rey de Salem, y el autor de Hebreos nos dice que era Rey de justicia, y también Rey de Salem (una denominación que más adelante se identifica con la ciudad de Jerusalén Sal.76:2), esto es, Rey de paz. Por tanto, estamos delante de un Rey de justicia y paz, sobre una ciudad llamada Salem, que se equipara a Jerusalén.

Muchos lo han identificado con una manifestación del Hijo de Dios, aunque el texto que meditamos solamente dice que era «semejante» al Hijo de Dios. Sí es una figura indiscutible del Mesías y futuro sacerdote y rey de Israel. En el salmo 110 se menciona el orden de Melquisedec, distinto al orden de Aarón de donde procede el sacerdocio levítico, para identificar un sacerdocio no vinculado al orden de la ley, sino anterior a ella.

El libro de Hebreos no deja duda que se trata del sacerdocio de Jesús, nuestro sumo sacerdote, mediador del nuevo pacto. Tenemos, por tanto, aquí, una figura indiscutible del futuro rey-sacerdote y profeta, mayor que Abraham, (puesto que fue bendecido por él, y de quién recibió los diezmos), en la persona del Mesías en su triple ministerio de rey, sacerdote y profeta. Aparece vinculado con la ciudad de Jerusalén que aún no formaba parte del reino de Israel. Es un anticipo del reino que Dios establecerá en la tierra y del que ahora deja ver su propósito en la figura de Melquisedec.

El reino de Dios es un reino de justicia y paz. Primero justicia, llevada a cabo por nuestro mediador, el que ocupó nuestro lugar para ser hechos justos, y una vez justificados por la fe hallar paz con Dios. Ambas manifestaciones de su reino. Leer (Sal.85:10) (2 Co.5:21) (Rom.5:1 y 14:17).

Antes que Abraham heredara la promesa ya teníamos al Rey de Salem en la tierra; como dijo el Señor: Antes que Abraham fuese, yo soy (Jn.8:58).

         En la figura de Melquisedec nos encontramos, en los días de Abraham, con el Rey de Salem (Jerusalén), Rey de justicia y Rey de paz.

56 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (VI) – Abraham (2)

He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes… te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti… por pacto perpetuo, para ser tu Dios… Y te daré a ti y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos (Génesis 17:4-8)

         El apóstol Pablo interpreta en su carta a los Romanos este pacto y promesa como una herencia del mundo, ser heredero del mundo, de todos los redimidos, en definitiva, del reino de Dios en la tierra. Abraham es el inicio del reino de Dios en la tierra. El reino que Jesús anunció mediante parábolas y que estaba escondido desde la fundación del mundo (Mt.13:35).

En nuestro desarrollo asistimos al despliegue del plan de Dios. Escogió a un hombre, y cuando era uno solo y este casi muerto, lo llamó, lo bendijo y lo multiplicó (Is. 51:2). El autor de Hebreos lo expresa así: Por lo cual también, de uno, y ése casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar (Heb.11:12). Una multitud que nadie podía contar de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero.

Y cuando preguntaron quienes eran esta inmensa multitud, la respuesta fue: Estos son los que han salido de la gran tribulación [traducido por extensa, a todas las naciones], y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero (Apc. 7:13,14). Esa multitud ingente fueron redimidos para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apc.5:9,10). Estamos ante el reino de Dios y sus redimidos que reinan con el Mesías-Rey sobre la tierra (1 Co.6:2,3).

Por tanto, tenemos que la promesa dada a Abraham y su descendencia, el pueblo de Israel mediante el hijo de la promesa, Isaac, y cuya simiente es Cristo, hijo de Abraham y David (heredero de los pactos), incluía la formación de un reino con  personas de todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra. Ese reino reaparece al final de los tiempos para reinar juntamente con Cristo.

No debemos olvidar que la manifestación física de ese reino tiene su asentamiento en la tierra de Canaán, la tierra que Dios prometió a Abraham y su descendencia, que vendría a ser Eretz Israel, la tierra de Israel. Todo ello forma parte del pacto que Dios hizo con Abraham y su simiente.

         El reino de Dios sobre la tierra comienza a tomar forma mediante un solo hombre, como la semilla de mostaza, para luego crecer y crecer.

55 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (V) – Abraham (1)

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe (Romanos 4:13)

         Las primeras generaciones después de la caída del hombre, habiendo perdido el gobierno que el Dios Soberano le había dado para gobernar la tierra, se corrompieron rápidamente. La revelación de Dios pronto alcanzó un punto culminante cuando el Señor constató lo que la Escritura declara: Y vio YHVH que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal… Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos (Gn. 6:5,11,12,13).

Antes de hacer ningún otro comentario recordemos las palabras de Jesús anunciando su regreso: sería como en los días de Noé; el comportamiento de los hombres es similar. La corrupción de la tierra alcanzó pronto unas cotas insoportables, semejante a los días de su venida.

La entrega del dominio que el hombre le dio a Satanás produjo rápidamente un deterioro generalizado que empeoraron las condiciones de vida en la tierra. Es la naturaleza de pecado introducida por el padre de la mentira y homicida (Jn.8:44).

El juicio de Dios fue la respuesta del cielo. Una vez abandonado el arca, y habiendo recibido la misma orden de llenar la tierra, los hombres se unieron para hacer un simulacro de reino en Babel. Surgió un líder carismático, capaz de unificar la voluntad de la mayoría entorno a un proyecto: edificar un reino mundial imitando el plan original de Dios pero actuando al margen de su voluntad. Esta imitación de reino mundial o milenial, que muchos otros en la historia han intentado reproducir, tenía la simiente de la confusión actuando en oposición a Dios. Nimrod llevó el primer intento de reino mundial al fracaso. El juicio de Dios reapareció ante la desobediencia del hombre, actuando bajo el impulso del príncipe y dios de este siglo (2 Co.4:4).

Entonces el Señor toma la iniciativa y presenta su modelo desplegando en la tierra el propósito divino de establecer su reino, y lo hará escogiendo a un hombre, anciano, Abraham, para hacerle heredero del mundo, y ser padre de multitud de gentes y naciones, portando la simiente del Rey que vendría un día para reinar sobre todas las naciones… Y la simiente era Cristo (Gá.3:16).

         Dios le dio a Abraham la promesa de ser heredero del mundo, recuperando el reino mediante la simiente que habría de venir.

54 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (IV) – Desde la fundación del mundo (4)

Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tu postrado me adorares, todos serán tuyos (Lucas 4:5-7)

         ¿Cuándo le fueron entregados al diablo los reinos de este mundo? ¿Cómo es que tenía Satanás esta potestad y la gloria de ellos para darla a quién quisiera? Eso sí, con una condición, rendirse a su dominio, y postrarse ante su gobierno adorándole. Por tanto, vemos que el diablo tiene algo que ofrecer agradable a los sentidos de los hombres y para ello reclama la sumisión y adoración, el reconocimiento de su autoridad, una autoridad que le fue arrebatada al hombre en el huerto del Edén, cuando se doblegó a su engaño, alejándose de la soberanía de Dios y su pacto, para caer bajo el hechizo del ángel caído.

Lucifer seguía anhelando la adoración que solo a Dios se debe, y después de intentarlo con los ángeles, lo amplió al hombre, obteniendo su gobierno sobre la tierra. Vino a ser el príncipe de la potestad del aire; el espíritu que opera en los hijos de desobediencia; el acusador de los hermanos; el príncipe de este mundo y el dios de este siglo; por ello ofrece al mismísimo Hijo de Dios la misma oferta: devolverle la autoridad de los reinos de este mundo a cambio de someterse a su dominio y recibir su adoración.

Muchos han caído bajo este hechizo; rendidos a la vanidad de esta vida temporal, han vendido su alma al diablo por un poco de gloria pasajera, para caer luego en la esclavitud de un tirano.

El Hijo del Hombre venció toda tentación. Derrotó al diablo en la cruz del Calvario. Y ha devuelto al hombre, a todo aquel que cree e invoca su nombre como Señor de su vida, la gloria y el reino perdido.

La Biblia muestra el camino del plan de Dios para restituir las cosas a su plan original habiéndolo regenerado para nunca más degenerar.

Haremos un recorrido por las promesas que anuncian el regreso del reino de Dios a la tierra, su reino en el corazón de los hombres primeramente, y su reino mesiánico a través del Hijo de Dios y heredero del trono de David en Jerusalén, su reino milenial, del que iremos viendo las promesas que lo sustentan desde el principio. Este reino, en dos fases, fue preparado y prometido a los hijos de los hombres desde la fundación del mundo. Conocemos su primera manifestación, y esperamos la segunda y definitiva venida del reino de Dios en la ciudad de David.

         El reino que perdimos en Adán lo recuperamos en Cristo para gloria de Dios, derrota del diablo, esperando su manifestación final en Israel.

53 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (III) – Desde la fundación del mundo (3)

Porque no hará nada YHVH el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas (Amós 3:7)

         Las cosas que están escondidas y ocultas necesitan ser reveladas. El plan que Dios diseñó antes de la fundación del mundo y que una vez creado el universo y la tierra dio origen al desarrollo de su voluntad. Dios desea expresar sus caminos al hombre. Y lo hace mediante aquellas personas que Él, en su soberana voluntad escoge.

El Dios de la Biblia revela sus propósitos a unos pocos, en ocasiones a un solo hombre, para que a través de él sean dados a conocer al resto de los hombres. Luego elige un pueblo mediante el cual introducir su reino en la tierra, su diseño y modelo de vida, sus mandamientos y ordenanzas. Exige obediencia, pero ha creado en libertad al ser humano para que pueda elegir la vida y vivir, o la muerte y morir.

Una vez que todas las cosas estaban pensadas y acordadas el Creador hizo el cielo y la tierra, puso en marcha el proceso creador, hasta llegar al hombre y la mujer. Fue a estos a quienes encargó el gobierno de la tierra, delegó en ellos su reino en la tierra.

Esta es la oración que nos enseñó el Maestro: Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Está escrito: Los cielos son los cielos de YHVH; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres (Sal.115:16). Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… y les dijo: fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread… (Gn.1:26-28).

En una palabra, el Señor creó al hombre y la mujer para darles el gobierno de la tierra, es decir, que fueran mayordomos y administradores bajo la soberanía del «Dueño de la viña».

El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en la tierra como embajador de los bienes recibidos para que los labrase y guardase (Gn.2:15). Hizo un pacto con él (Oseas 6:7); le dio ordenanzas; puso un límite que no debía traspasar, y «reinara» sobre todo lo demás. El mayordomo fue infiel, transgredió el pacto, y se rindió a un usurpador, que engañándole, vino a ser el príncipe de este mundo.

El reino fue robado y el hombre hecho esclavo en el mismo lugar donde fue puesto para gobernar. Había que recuperar el reino, y para ello se puso en marcha el plan predeterminado desde la fundación del mundo. El Hijo del Hombre lo llevaría a cabo en dos etapas: Redención y restauración del reino perdido.

         El gobierno que perdió Adán ha sido recuperado por el Mesías, y será manifestado en gloria en el reino venidero en Jerusalén.

52 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (II) – Desde la fundación del mundo (2)

Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo (Mateo 13:34,35)

         Una gran parte de la enseñanza de Jesús sobre el reino de Dios la hizo a través de parábolas. Algunas de ellas eran difíciles de comprender, incluso sus discípulos no las entendían y le preguntaban aparte sobre su significado.

En nuestro texto el Maestro dice que iba a declarar algunas cosas que estaban escondidas desde la fundación del mundo, pero que ahora iban a ser reveladas. Recogía un texto del salmo 78:2 donde el salmista dejó anotado este principio. Una parte de esa revelación fue anunciada a Israel en días de Moisés. A Israel le fue confiada la palabra de Dios (Rom. 3:1,2); y aunque fue infiel al llamamiento del Señor, incumpliendo sistemáticamente el propósito divino, sin embargo, los profetas anunciaron cosas escondidas desde la fundación del mundo que Israel no comprendió y cumplieron muchas de ellas que estaban determinadas que sucedieran (Hch.4:27,28).

De la  misma forma se les anunció en el mismo salmo 78 el llamamiento de la tribu de Judá, el monte de Sión y la elección de David su siervo (78:68-70), como anticipo del reino que había de venir.

La revelación a Israel mediante los profetas incluía el evangelio y el reino a Israel (1 Pedro 1:10-12) (Rom.16:25-27); o si queremos, el reino a Israel y el evangelio a todas las naciones. Estas verdades gloriosas estaban escondidas desde la fundación del mundo. Es decir, ya habían sido acordadas en el consejo celestial, estaban diseñadas en la eternidad de Dios, pero aún no habían sido manifestadas y reveladas a los hombres. Esa revelación fue desarrollándose de manera progresiva en todo el contenido bíblico, comenzando con el llamamiento a Abraham, siguiendo por su descendencia, el hijo de la promesa, Isaac y Jacob, luego a la tribu de Judá, de donde nacería el vástago de Isaí (David), y de la que vendría el Mesías, la simiente de Abraham y el descendiente de David que heredaría el trono del reino anunciado desde la fundación del mundo.

Jesús anuncia el reino de Dios mediante parábolas, y lo hace para declarar cosas escondidas desde la fundación del mundo. En palabras del apóstol Pablo: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Co.2:9).

Haremos un recorrido por las promesas escondidas desde la fundación del mundo acerca del reino mesiánico.

         El reino escondido se manifestará en plenitud en su venida a Jerusalén.

51 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos orígenes del reino (I) – Desde la fundación del mundo (1)

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (Mateo 25:34)

         El reino venidero ya estaba preparado y prometido desde la fundación del mundo. Preparado para los benditos del Padre, los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt.5:3). Y prometido a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman (Stg.2:5).

Un reino preparado y prometido desde la fundación del mundo, que luego se truncaría por la entrada del pecado en el mundo, para recuperarlo en el final de los tiempos, después de todo un proceso de redención y regeneración mediante el Cordero de Dios que también ha sido inmolado desde el principio del mundo (Apc.13:8).

Todo está preparado desde la fundación del mundo, cuando el Todopoderoso descansó de sus obras, porque está escrito: las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día (Heb.4:3,4). En este último texto se habla de que queda un reposo futuro para el pueblo de Dios, porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas (Heb.4:9,10). Ese reposo futuro no es otro que la herencia del reino, un reino de paz y gozo con el Rey entronizado en la ciudad de Jerusalén.

Hemos visto en capítulos anteriores que al advenimiento del reino le preceden tiempos de tribulación, angustia y dolores de parto como señal de que el día del reposo se acerca, el séptimo día, el gobierno de Dios sobre las naciones para establecer un reino de justicia que traerá descanso a quienes forman parte del reino y muchas naciones se verán favorecidas por tiempos de refrigerio, como está escrito: así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado (Hch.3:19,20).

El contexto del pasaje que estamos meditando muestra que la heredad del reino ha sido preparada para los hijos del reino desde la fundación del mundo, como consecuencia de la llegada del Hijo del Hombre viniendo en su gloria, y todos los santos ángeles con él, para sentarse en su trono de gloria en la ciudad de Jerusalén, donde serán reunidas delante de él todas las naciones para ser juzgadas por el trato dado a Israel (Mt.25:31,32,40). Y los suyos, los santos, ―hijos del reino― juzgarán al mundo y los ángeles (1 Co.6:2,3).

         Hay un reino preparado y prometido desde la fundación del mundo que heredarán los hijos del reino juzgando con Jesús a las naciones.

50 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLas señales de su venida (XXI) – El resurgimiento del islam (5)

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército  (Apocalipsis 19:19)

         Hemos hablado hasta ahora del islam como la primera bestia que menciona Juan en su libro de Revelación. Luego aparece una segunda bestia que identificamos en el siglo XIII cuando el islam primigenio no pasa por su mejor momento con la decadencia del califato de Bagdad, y el nuevo impulso que toma con la llegada de los turcos otomanos.

Son los turcos, que habían aceptado la fe musulmana por la influencia del califato abasida, quienes recuperan la fuerza conquistadora del islam a partir de los siglos XIII y XIV, especialmente con la caída de Constantinopla a manos del sultán Mehmet II.

El año 1453 la parte oriental del antiguo Imperio Romano quedó definitivamente absorbida por los turcos, que consiguieron mantener el sultanato durante unos cuatrocientos años, hasta su caída en la Primera Guerra Mundial (1917).

Las décadas siguientes son aprovechadas por las naciones europeas que han salido victoriosas de la Gran Guerra, especialmente Inglaterra y Francia, para repartirse el antiguo territorio otomano, inventando nuevas naciones, y trazando a punta de lápiz una nueva geografía sin tener en cuenta la diversidad de sus pueblos y la composición tribal a la que obedecían. Son los acuerdos Sykes-Picot.

Esa política, junto con los intereses emergentes del petróleo que sostienen la maquinaria industrial sobre la que se asienta la prosperidad occidental, dará lugar a unos conflictos territoriales, étnicos, religiosos, políticos y culturales que aún padecemos.

Por otro lado, hemos asistido a un nuevo resurgimiento del islam mas militante y salafista que pretende recuperar su antiguo dominio imponiendo a las naciones occidentales un terrorismo que amenaza ruina, y por otro lado una invasión silenciosa mediante la emigración de millones de musulmanes que actúa como caballo de Troya en una sociedad que ha abdicado de sus valores judeocristianos y se rinde sin luchar ante el empuje renovado de la bestia.

El totalitarismo islámico no es igual que sus hermanas (comunista y fascista), a pesar de compartir ideario de un gobierno mundial, sino que mantiene un entramado distinto que lo hace más peligroso y difícil de combatir. Señal inequívoca de la venida del Mesías de Israel, quién le destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes. 2:8).

         La batalla final enfrentará a la bestia y sus ejércitos, con el Mesías y los suyos; de lo se desprende que no desaparecerá el islamismo radical hasta la venida del Mesías-Rey.

49 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLas señales de su venida (XX) – El resurgimiento del islam (4)

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo… El dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad… y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia… se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias… y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra…  (Apocalipsis 13:2-8)

         Podemos tener dudas o diferentes posiciones sobre la identificación de la bestia, el anticristo y demás personajes apocalípticos, pero de lo que hoy no podemos dudar es de que estamos asistiendo a un resurgimiento del islam más radical, que en esencia es el islam verdadero, el de su origen primigenio.

Cualquiera que estudie mínimamente los orígenes del mundo musulmán y sus doctrinas esenciales se dará cuenta de varias cosas. En primer lugar que no es solamente una religión como las demás, se trata de un sistema que pretende controlar toda la vida y a todas las naciones bajo el sometimiento a una nueva ley, la sharía; un gobierno mundial, el del califato, con una figura semejante a la del Mesías de Israel, llamado el Mahdi.

El islam es anticristiano, por más que se le pretenda disfrazar de pacífico y moderado. Niega a Cristo, porque niega que sea el Hijo de Dios; niega su muerte expiatoria en La cruz del Calvario, por tanto su resurrección; anuncia un «evangelio» de obras que nunca asegura la salvación, ni siquiera la del mismísimo profeta y mensajero, solo los muyahidines (soldados de la yihad) que mueren matando judíos y cristianos tienen asegurado el paraíso con sus 72 vírgenes (huríes) de ojos negros, y que pueden mantener una infinidad de coitos sin dejar nunca de ser vírgenes. Solo la propia sangre de los «mártires» que entregan sus vidas en actos terroristas puede redimir y asegurar su salvación, y la de setenta familiares.

Una religión que glorifica la muerte, la mentira y el engaño si con ello se consigue hacer avanzar la causa del islam, que desprecia la vida humana, la propia, la de sus mismos hijos y la ajena, no puede ser una religión más.

La brutalidad a la que estamos asistiendo en los últimos años procedente de aquellos que matan en nombre del dios más grande (esa es la confesión de los yihadistas: allahu akbar, es decir, Alá es el dios más grande), y a la vez anunciado como el misericordioso, pone de manifiesto su verdadera naturaleza; se trata de una deidad que nada tiene que ver con el Dios de la Biblia.

         Podemos elucubrar sobre la naturaleza «pacífica» del islam original, pero la realidad de sus obras no admiten duda, y su mensaje es anti-Cristo.

48 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLas señales de su venida (XIX) – El resurgimiento del islam (3)

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra… Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará  (Apocalipsis 11:3,4,7)

         En la mitad de los años ochenta, cuando la inmensa mayoría de los escatólogos orientaban su mirada hacia Europa, el resurgir de Roma mediante el Mercado Común Europeo, la implantación de un inmenso ordenador en Bruselas que marcaría a todos con el sello de la bestia, insistiendo que la Iglesia Católica Romana era el anticristo, mis maestros me enseñaron a poner la mirada en Oriente Medio, en la zona de Mesopotamia, la antigua Babilonia, y el nacimiento del islam en el siglo VII, como la bestia que «era y no es y será».

«Era» el levantamiento del antiguo imperio Babilónico que en la forma de las conquistas musulmanas del siglo VII, («estaba para subir del abismo») invadieron gran parte del cristianismo primitivo, ocasionando su eliminación, (en algunas naciones para siempre), y del que hemos tenido un resurgimiento en el siglo XX, con la violencia que lo caracteriza en su versión original.

Hoy asistimos a un nuevo levantamiento del islamismo radical que pretende por un lado la destrucción de Israel como pueblo (el odio que destila es de tal magnitud que no puede ser únicamente humano, procede del abismo); y por el otro, el degollamiento de los cristianos en los países donde se ha instalado el llamado Estado Islámico. Todo ello no deja lugar a dudas de la verdadera naturaleza de su origen: el abismo del que habla el apóstol Juan en nuestro texto.

Los dos testigos que menciona no pueden ser otros que Israel y la iglesia, los dos testigos que Dios tiene para dar su testimonio en la tierra. Siguiendo la enseñanza que recibí hago el siguiente comentario sobre el texto que tenemos para meditar.

La ciudad santa (Jerusalén) será hollada durante cuarenta y dos meses (11:2), que son tres años y medio. Si contamos un año por cada día (42×30, más un cuarto cada año por el año bisiesto) salen 1.278 años. La historia nos dice lo siguiente: en el año 638 d.C. Jerusalén cayó en manos de los árabes hasta el año 1917 cuando fueron expulsados junto con los turcos por los ingleses. Comienza así un retorno a la tierra de Israel progresiva y generalizada de los judíos. Por otro lado, la iglesia vivió un periodo de oscuridad por el dominio islámico con apariencia de muerte en el mundo.

         Israel y la iglesia han sido perseguidos y dominados por el islam durante un tiempo limitado; está rebrotando en Europa, preludio del reino mesiánico.