Taller de oración – 29

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos» (Juan 17:12,13 RV60).

         Padre amado, vivimos en medio de una gran oscuridad de los pueblos. El presente siglo ha aumentado en maldad de manera alarmante, por ello estamos necesitados de ser guardados para no caer bajo los hechizos del brillo babilónico. Señor, juntamente con Jesús pedimos que nos guardes en tu nombre. Guarda a tu iglesia, oh Dios, para que siga siendo luz y sal en la tierra. Vivifica a los redimidos para que podamos glorificar tu nombre en medio de esta densa oscuridad.

         Señor, tu nombre es torre fuerte. Por eso hemos venido a refugiarnos, juntamente con Rut la moabita, bajo las alas del Dios de Israel [1]. No seamos avergonzados de nuestra esperanza. Mediante tu Hijo y Mesías hemos quedado unidos para siempre a las promesas hechas a los padres Abraham, Isaac y Jacob. Decimos, oh Dios, con Rut: donde quiera que Israel vaya, iremos; su pueblo será nuestro pueblo; y su Dios es nuestro Dios [2].

         Padre santo, hemos recibido las palabras de Jesús que tu le diste para darnos. Esas palabras de vida que nos han sacado del presente siglo malo, nos han hecho extranjeros y peregrinos en la tierra, extraños para muchos, pero conocidos por ti. Somos ovejas de tu prado. Nos has llamado por nombre. Nos has escondido en Cristo [3]. Y hemos sido hechos justicia de Dios en él [4]. Gracias Señor.

         Padre, juntamente con las palabras de Jesús hemos recibido su gozo completo [5]. Aunque en ocasiones lloremos y estemos tristes, nuestra tristeza se convertirá en gozo [6]. Nos ha prometido que volveremos a verle y nadie nos podrá quitar nuestro gozo [7]. Aunque ahora no le veamos, nos gozamos con gozo inefable y glorioso [8]. Por eso, Padre, alzamos  nuestra voz al cielo en su nombre para pedir y recibir, y que nuestro gozo sea cumplido [9]. Alabado sea tu nombre.

         Gracias, oh Dios nuestro, por las palabras de vida recibidas mediante tu santo Hijo Jesús que llenan de gozo nuestras vidas el tiempo que nos queda para cumplir tu voluntad. Miramos al que se ha sentado a tu diestra para siempre después de acabar su obra. Queremos seguirle y alcanzar el reino eterno al lado suyo. Te alabamos en su nombre. Amén.

Notas:

[1] – Rut 2:12

[2] – Rut 1:16

[3] – Colosenses 3:3

[4] – 2 Corintios 5:21

[5] – Juan 15:11

[6] – Juan 16:20

[7] – Juan 16:22

[8] – 1 Pedro 1:8

[9] – Juan 16:24

Taller de oración – 28

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros» (Juan 17:9,10,11 RV60).

         Padre santo, desde nuestra unión con Cristo a través de tu Espíritu, queremos alzar nuestra voz para orar a ti en su nombre. Rogamos por tu congregación, la que has redimido apartándola del sistema de este mundo, del presente siglo malo, para ser tuyos. Sí, Padre, porque así te agradó [1].

         Oh Señor y Dios nuestro, el mundo de los impíos se ha levantado con toda su maldad en contra de tu pueblo Israel y tu iglesia. Guiados por el espíritu que opera en los hijos de desobediencia están ocupados en oponerse al evangelio, matar a tus testigos imponiendo un mensaje falso a través del humanismo secular y la potestad islámica. Por eso, Señor, rogamos hoy por tu iglesia perseguida en el mundo. ¡Guárdanos! ¡Protégenos! ¡Vindícanos! ¡Consuélanos!

         Padre amado, sabemos que tu delicia en con los hijos de los hombres, especialmente los que han sido redimidos y dados a Jesús. Son tuyos, Señor, comprados a precio de la sangre del Justo, para llevarnos a Dios [2]. No somos del mundo, por eso el mundo nos odia [3]. Con el salmista clamamos: ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti?; y fuera de ti, nada deseo en la tierra [4].

         Oh Dios, Jesús ya no está en el mundo, aunque nos ha enviado su Espíritu para no dejarnos huérfanos [5]; por ello alzamos nuestro clamor a ti para ser guardados del presente siglo malo. Libértanos, Señor, del predominio de la maldad y el aumento de la iniquidad [6]; de la indiferencia predominante que ahoga el servicio en tu reino. Oh Dios, Dios nuestro, estamos afligidos viendo la deriva de la vanidad, la permisividad y la indolencia de tu pueblo. Señor, restáuranos.

         Padre glorioso, guárdanos en tu nombre, porque tu nombre es torre fuerte; a él corre el justo para ser librado [7]. Eres nuestro escudo. La fortaleza de Israel y la iglesia. Ayúdanos a ser uno en ti. Rompe, oh Dios, las mentiras que han separado a Israel de los redimidos. Somos pueblo tuyo y ovejas de tu prado, donde hay un solo Señor y un solo Pastor. Un Dios y Padre de todos. Amén.

Notas:

[1] – Mateo 11:26

[2] – 1 Pedro 3:18

[3] – Juan 15:18-19

[4] – Salmos 73:25

[5] – Juan 14:18

[6] – Mateo 24:12

[7] – Proverbios 18:10

Taller de oración – 27

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado, y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste» (Juan 17:5-8 RV60).

         Padre celestial, te damos gracias porque has glorificado a tu Hijo a la diestra de tu poder. Le has dado el nombre que es sobre todo nombre, para que en su nombre hagamos discípulos en todas las naciones anunciando tu palabra.

Oh Dios eterno, Jesús ha sido glorificado, y en esa glorificación vemos el triunfo de la obra redentora que nos ha rescatado de las garras del pecado, del diablo y la muerte. La obra ha sido consumada, y nuestro Maestro y Señor se ha sentado hasta que sus enemigos sean puestos bajo el estrado de sus pies.

         Padre amado, tu Hijo nos ha manifestado tu nombre, hemos podido acercarnos a ti mediante su obra expiatoria que nos ha hecho hijos tuyos; por tanto, podemos llamarte Padre nuestro. Alabado sea tu nombre. Señor y Dios, has dado a Jesús los apóstoles que luego anunciaron las palabras eternas enviadas a la tierra. Ellos las recibieron y pusieron el fundamento para que nuestra fe sea hoy sustentada sobre la Roca. Gracias Señor.

         Amado Dios, nosotros también, como hijos tuyos, hemos recibido tu palabra anunciada mediante el Verbo encarnado. Entendemos que hemos sido dados a Cristo el Mesías para guardarla, anunciarla y preservarla para la siguiente generación en toda su verdad. Ayúdanos, Señor, para llevar a cabo esta tarea imposible para los hombres, pero posible para ti.

         Oh Dios nuestro, hemos conocido que todas las cosas están reunidas en Cristo, tu Hijo. Sabemos, Señor, que en él habita toda la plenitud de la deidad [1]. Que todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están escondidos en él [2]. Por eso, Padre, hemos recibido la palabra que nos has enviado mediante Jesús. El es la verdad. La verdad para que los hombres vengan a conocerte y alcancen la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

         Dios Todopoderoso, hemos comprendido que el Mesías de Israel ha sido enviado para salvación de todos los hombres, aunque solamente la alcanzarán aquellos que reciben tus palabras. Señor, tu iglesia sabe que nos has dado testimonio en Jesús, que en él está la vida eterna, por ello, oh Dios, recibimos su testimonio y creemos que tu le enviaste. Te alabamos por ello Padre, y pedimos que sea revelado a Israel y a nuestra nación (España) en este tiempo, en el nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – Colosenses 2:9

[2] – Colosenses 2:3

Taller de oración – 26

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese » (Juan 17:3,4 RV60).

         Padre amado, queremos llenarnos de la vida eterna. Ser henchidos del conocimiento del único Dios verdadero, el que tu Hijo Jesucristo ha revelado. Ta damos gracias, Señor, por la vida que nos has dado. Esa vida verdadera que está en tu Hijo y en nadie más [1].

         Padre, queremos conocerte y ser llenos de la abundancia de tu casa. Tú eres el Shaddai [2], el Todopoderoso, quien suple todas nuestras necesidades para todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Eres, oh Dios, el sustento de nuestra alma y la fortaleza de nuestra vida, por eso, esperamos en ti en todo tiempo.

         Sabemos, Señor, que tu plenitud habita en Jesucristo [3]; que en él estamos completos [4] y caminamos hacia la redención final de nuestros cuerpos para que seamos semejantes al cuerpo de la gloria suya, que por el poder tuyo ha de transformarnos [5]. Tu iglesia, Señor, está unida a Jesús. Nada podemos sin él. Necesitamos tu gracia. La gracia y la verdad que vinieron por medio de Jesucristo [6].

         Y todo ello, oh Dios, está unificado en conocerte a ti. Y el poder de la resurrección [7], que nos ha levantado de la muerte y su poder para hacernos uno contigo. Señor, alto es, no lo puedo comprender.

         Ahora, Señor, como iglesia, queremos glorificarte en la tierra como lo hizo Jesús. Queremos hacerlo unidos a él. Conociéndote a ti. Imitándote a ti. Reflejando tu gloria en la faz de Jesús en nosotros. Queremos, Señor, acabar la obra que nos has dado para hacer en nuestra generación. Cumplir tu voluntad en la tierra como ha sido establecida en el cielo. Dios mío, ayúdanos, socórrenos. Dependemos de ti. Que tu Espíritu nos asista en esta hora de oscuridad en las naciones.

         Padre, danos tu vida en Cristo, llénanos de ella, hazla conocer, sopla sobre los huesos secos aliento de vida [8]. Mira a Israel, Señor, y envía tu vida resucitada para que se levante un poderoso ejército de adoradores y servidores para tu gloria, y junto con tu congregación en todas las naciones, cumplamos tu voluntad acabando la obra que nos has dado para hacer; lo pedimos en el glorioso nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – 1 Juan 5:11,12

[2] – Génesis 17:1 Traducido como el Dios Todopoderoso

[3] – Colosenses 1:19 y 2:9

[4] – Colosenses 2:10

[5] – Filipenses 3:21

[6] – Juan 1:17

[7] – Filipenses 3:10

[8] – Ezequiel 37:9,10

Taller de oración – 25

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Jesús: «Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste» (Juan 17:1,2 RV60).

         Padre celestial, te damos gracias porque nos has enviado a tu Hijo Jesucristo para guiarnos a toda verdad, también para que nos enseñe a orar como conviene. Por eso, Señor, queremos seguir su ejemplo en esta oración denominada la oración sacerdotal que hizo con sus discípulos poco antes de ser entregado a la muerte.

         Padre amado, sabemos que Jesús es nuestro Abogado [1], es nuestro sumo sacerdote [2], y nuestro Mediador entre Dios y los hombres [3]; por ello, Señor, sabiendo que hemos sido hechos un espíritu con él [4], y desde esa unión indisoluble que has hecho posible por tu perfecta voluntad para con nosotros [5], queremos unirnos en oración ante el trono de la gracia juntamente con nuestro Maestro y Señor en oración.

         Padre, levantamos también nuestros ojos al cielo, de donde viene nuestro socorro, para que en esta hora en la que nos ha tocado vivir podamos cumplir el propósito para el cual tú nos has llamado. Queremos, oh Dios, glorificarte en la tierra como lo hizo tu Hijo amado, y magnificar tu nombre, eternamente y para siempre.

         Está escrito, Señor, que todo lo que hagamos lo hagamos para la gloria de Dios [6], por ello queremos seguir el ejemplo del Maestro y poner nuestras vidas bajo el estrado de tus pies. Somos pueblo tuyo, ovejas de tu prado, por eso, oh Dios, glorifica a tu Hijo Jesús en nuestro medio, para que levantado en gloria pueda atraer a la salvación a muchos de nuestro pueblo [7].

         Permite, oh Señor, que la vida de Jesús se derrame entre nosotros y en esta generación. Oramos por España para que vengan de tu presencia tiempos de refrigerio y restauración. Tu iglesia en este país se une estos días en oración y clamor ante el trono de tu gracia [8], para que podamos alcanzar gracia para la ayuda oportuna una vez más en la tierra.

         Padre, en tu misericordia, acuérdate de España. Perdona nuestros pecados y los de nuestros padres. Límpianos de nuestra maldad. Redímenos de la vana manera de vivir, que hemos heredado, con la sangre preciosa de tu Hijo Jesucristo [9]. Sana, Señor, nuestra tierra. Derrama de tu Espíritu como nunca antes. Vivifícanos, Señor. Sálvanos, Señor. Nos unimos en oración con Jesús por las naciones, y en su nombre bendito te pedimos que des vida a todos los que le diste. Amén.

Notas:

[1] – 1 Juan 2:1

[2] – Salmos 110:4; Hebreos 3:1; 4:14,15; 6:20; 7:26; 8:1; 9:11

[3] – 1 Timoteo 2:5; Hebreos 8:6; 9:15; 12:24

[4] – 1 Corintios 6:17

[5] – 1 Corintios 1:30,31

[6] – 1 Corintios 10:31 y 2 Corintios 1:20

[7] – Juan 12:32

[8] – El sábado día 11 de junio es el día de oración conjunta de todas las iglesias de España en el evento «España oramos por ti»

[9] – 1 Pedro 1:18-20

Taller de oración – 20

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con el salmista por Israel: «Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel» (Salmos 83:3,4 RV60).

         Dios de Israel, bendice a Israel. Se han juntado nuevamente los pueblos pensando cosas vanas [1]. Han consultado con astucia y en secreto planes contra tu pueblo, sin darse cuenta que lo hacen contra ti mismo. Porque sabemos, Señor, que la oposición mundial contra Israel viene de la misma naturaleza del mal contra el Dios Santo.

         Oh, Roca de Jacob, los pueblos han entrado en consejo contra tus protegidos, como lo hizo Balac al contratar los servicios del falso profeta Balaam [2]. Tú, Señor, no permitiste el consejo de Balac y guardaste a Israel, por eso te pedimos hoy que también los guardes del consejo de los impíos.

         Su intención es destructiva; se unen contra tu pueblo para que no sean nación. Vemos hoy, Señor, como el islam lanza sus amenazas de muerte una y otra vez contra la destrucción de Israel, mientras las demás naciones callan o presionan a la niña de tus ojos para que haga concesiones que no se le pide a ningún otro pueblo. ¡Levántate, Señor! ¡No guardes silencio ante sus amenazas! Tus enemigos están movilizados mientras el pueblo redimido, en su gran mayoría, vive hipnotizado por el brillo de Babilonia.

         Acuérdate, Señor, que su intención es borrar la memoria del nombre de Israel. Pretenden dividir Jerusalén, la ciudad que tú escogiste para poner en ella tu nombre para siempre [3]. Aborrecen la tierra que prometiste a Abraham para poner en ella tu santo nombre, el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos y en la tierra.

         Padre celestial, acudimos a ti unidos a Israel en esta hora de oscuridad, de astucia y violencia; de secretismo y confusión que llevan a las naciones a la perdición. Levanta, Señor, al libertador de Sión. Venga tu reino; hágase tu voluntad y dales el pago de sus obras impías.

Oh Dios nuestro, estamos con Israel en esta hora cuando se juntan los pueblos contra ti y contra tu ungido. Han dicho: rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas [4]. Pero el que mora en los cielos se ríe de ellos [5], porque no hay nada que escape a tu mirada y juicio.

         Señor, perdona el pecado de incredulidad, de ignorancia y antisemitismo de mi pueblo, (España); y ayúdanos a levantar nuestro clamor desde los confines de la tierra, (en Sefarad), a favor de Israel y su restauración en su tierra y a su Dios.

Tú eres el Dios de nuestra salvación. Nos has unido a Israel, −el pueblo del pacto−, mediante el Mesías; por ello participamos de las mismas aflicciones, para compartir también la esperanza de Israel [6] y las glorias del mundo venidero [7]. Amén.  

Notas:

[1] – Salmos 2:1

[2] – Números 22:1-6

[3] – 1 Reyes 11:36 y 2 Crónicas 12:13

[4] – Salmos 2:2,3

[5] – Salmos 2:4

[6] – Jeremías 14:8,9 y 17:13

Hechos 28:20 y 26:6-8

Colosenses 1:23

[7] – 1 Pedro 1:11

Taller de oración – 19

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con el salmista: «Oh Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza» (Salmos 83:1,2 RV60).

         Padre amado, venimos ante ti como pueblo tuyo, unidos a Israel a través del Mesías y las promesas que fueron hechas a los padres, para rogarte que no guardes silencio en esta hora de oscuridad universal. Despierta, oh Dios, no te estés quieto; levántate, huyan de delante de ti todos tus enemigos [1].

         Porque se han levantado los impíos de la tierra contra tu pueblo. Las naciones se han vuelto vanas, y la soberbia del hombre le ha engañado para pensar que duermes y no les darás el pago.

         Señor, tus enemigos rugen, vociferan y levantan sus puños contra la justicia y la equidad de tu ley. Levantan su voz contra las promesas que hiciste a Abraham, Isaac y Jacob de darles la tierra de Canaán para poner allí tu nombre. Han pensado que saldrán inmunes de sus atropellos contra la promesa del Dios de Israel.

         Por eso, Señor, Dios de nuestra salvación: ¡Levántate! No guardes más silencio ante los que aborrecen tu causa. Despierta tu Espíritu sobre nosotros y vivifícanos. Tú que nos has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darnos vida, y de nuevo nos levantarás de los abismos de la tierra [2].

         Padre de toda consolación, consuela a los afligidos de Sión.

Consuela y llena de esperanza a quienes han perdido sus familias y casas en el terremoto de Ecuador. Oh Dios, Señor nuestro, volvemos a ti nuestros ojos con anhelo. ¡Te anhelamos Señor! ¡Te buscamos Señor! ¡Despierta! ¡Despierta! Mira a Sión y escucha las voces que cada día la menosprecian.

         No guardes silencio, Señor. No calles, oh Dios de Abraham. No te estés quieto y haz sonar el shofar en Israel. Que la alabanza llene el templo. Que tu trono sea establecido en medio de ella; mientras extiendes tu mano y tu poder para hacer señales y prodigios en la tierra como en los días de antaño; entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta [3].

         Señor, en ti esperamos en todo tiempo. Por qué han de decir los que te aborrecen: ¿dónde está su Dios? [4]. Guarda a Israel. Envíanos al Rey de todas las naciones [5], y no estés más tiempo callado. Amén.

Notas:

[1] – Salmos 68:1

[2] – Salmos 71:20

[3] – Salmos 42:4

[4] – Salmos 42:3

[5] – Jeremías 10:7, 10 y Apocalipsis 15:4

 

 

Taller de oración – 18

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «El Señor Dios es mi fortaleza; El ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar» (Habacuc 3:19 LBLA).

         Señor y Dios Todopoderoso, en medio de las aflicciones del tiempo presente tú eres nuestra fortaleza. Nuestra debilidad se perfecciona en el poder de Dios. Y aunque, como Jesús, que fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios; así también nosotros somos débiles en El, pero viviremos con El por el poder de Dios para con nosotros [1].

         Tú eres, oh Dios, el gran Yo Soy [2]; por tanto, en ti esperamos en todo tiempo. Eres el que rescata nuestras vidas del hoyo [3] y nos hace andar sobre peña [4]. Tu eres el autor de nuestra salvación, por ello te alabamos y glorificamos tu nombre eternamente y para siempre.

         Padre amado y Dios de toda consolación, confiamos en tu fortaleza para escapar como el ciervo de las fauces del león. Has hecho nuestros pies ágiles para correr con paciencia la carrera que tenemos por delante [5]. Tu fortaleza en nosotros nos hace sólidos ante las injusticias de un mundo caído.

         Padre eterno, oramos con el profeta Habacuc en medio de la aflicción que nos rodea; hemos puesto nuestra mirada en ti; nuestra competencia viene de ti [6]; de la abundancia de tu gracia [7] que nos sostiene sobre la roca eterna de los siglos. Tú eres el que sostiene a Israel. Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado [8].

         Oh Dios nuestro, eres tu quién nos hace vivir y caminar en las alturas. Nos has colocado en lugares celestiales juntamente con Cristo [9], y nuestra vida verdadera está escondida con Cristo en Dios [10]. Nuestro peregrinaje, Señor, tiene su final en la ciudad celestial, aquella cuyo arquitecto y constructor es Dios [11]. Esa esperanza de gloria [12] nos da la fortaleza para seguir caminando.

         Pero, Señor, no somos ajenos al dolor que nos rodea. Vemos nuestra nación entregada a la idolatría y la soberbia de un corazón duro, por ello alzamos nuestro clamor a ti, Dios de misericordia y toda consolación, para que vengan de tu presencia tiempos de refrigerio [13]. Envíanos, Señor, tu palabra y seremos salvos. Danos la determinación para anunciarla con valentía, y decirle al justo que le irá bien [14]; pero a los desobedientes e incrédulos les aguarda el juicio inexorable de condenación [15].

         Por eso, Señor, en la ira, acuérdate de la compasión [16]. Tú eres mi fortaleza, quien hace mis pies como cierva; y en las alturas me hace caminar. Amén.

NOTAS:

[1] – 2 Corintios 13:4

[2] – Éxodo 3:14

[3] – Salmos 103:4

[4] – Salmos 40:2

[5] – Hebreos 12:1

[6] – 2 Corintios 3:5

[7] – Romanos 5:17

[8] – Isaías 26:3

[9] – Efesios 1:3 y 2:6

[10] – Colosenses 3:3

[11] – Hebreos 11:10

[12] – Colosenses 1:27

[13] – Hechos 3:19

[14] – Isaías 3:10

[15] – Apocalipsis 21:8

[16] – Habacuc 3:2

Taller de oración – 17

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (Habacuc 3:17,18 LBLA).

         Dios Todopoderoso, nuestra esperanza no son los recursos materiales, ni tan siquiera la provisión de cada día, que generosamente has provisto a las naciones; nuestra esperanza y gozo eres tú.

         Padre, nos ha azotado una crisis económica devastadora como lo fue en los días de José en Egipto. Una escasez de trabajo que ha significado para muchos tener que emigrar a otros países, como tuvo que hacerlo la familia de Elimelec y Noemí a Moab. Hemos sido turbados, Señor, por habernos alejado de tu ley, y haber dado lugar a la soberbia y la autosuficiencia.

         Señor, como en los días de los Jueces, hemos hecho lo que bien nos ha parecido, corrompiendo los principios de equidad que has establecido para que la justicia se extienda entre los pueblos, y nos alejemos de la avaricia y la codicia.

Hemos sufrido, Dios nuestro, el azote de las empresas que han tenido que cerrar, y ver cómo han desaparecido muchos puestos de trabajo con el consiguiente drama familiar. Hemos visto como las expectativas laborales se han reducido a cero. La economía se ha estancado, y no sabemos si tendremos lo suficiente para dar de comer a nuestros hijos. Los ahorros se han extinguido, y no sabemos cómo afrontar el día de mañana.

         A pesar de todo, amado Señor, nos gozamos en ti, nos alegramos en ti, porque tú eres nuestra salvación. Eres el Dios de toda esperanza y consolación [1]. Nuestros ojos se vuelven a ti. Oramos por nuestros gobernantes, causantes en muchos casos del latrocinio cometido, para que nos des hombres y mujeres llenos del aceite divino, la sabiduría de lo alto, y el temor de Dios en sus corazones.

         Padre amado, nos gozamos con Habacuc en medio de las aflicciones presentes. Sabemos que en ti está el poder de la resurrección para volver a dar vida a aquello que murió; por tanto, en ti esperaremos el día de nuestra redención.

         Está escrito que el gozo del Señor es nuestra fortaleza [2]. Que debemos regocijarnos siempre en ti [3]. Que tú eres nuestro refugio; por tanto, confiamos que Israel volverá a reverdecer en su tierra, y que todas las naciones volverán a ser bendecidas por el Mesías que ha de volver.

         Gracias por tu cuidado en medio de la aflicción. Gracias, Señor, por guardarnos y hacer más de lo que pedimos y entendemos, según el poder que actúa en nosotros [4]. Oramos por España y las familias que sufren hoy. Venga tu reino y hágase tu voluntad, ahora y siempre, en el nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – Romanos 15:4,5

[2] – Nehemías 8:10

[3] – Filipenses 4:4

[4] – Efesios 3:20

Taller de oración – 16

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Con indignación marchaste por la tierra; con ira hollaste las naciones. Saliste para salvar a tu pueblo, para salvar a tu ungido… Oí, y se estremecieron mis entrañas; a tu voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy. Tranquilo espero el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirnos» (Habacuc 3:12,13,16 LBLA).

         Padre celestial, el pecado de nuestra generación te ha indignado, la soberbia del hombre altivo ha atraído tu ira sobre las naciones, y ahora estamos atrapados en la incertidumbre y el pesar. Has derramado sobre las naciones el peso de tu indignación, porque todas ellas se juntan contra el Señor y contra tu ungido.

         Te has levantado para salvar a tu pueblo, −tu ungido−, porque el maligno ha salido para destruir al justo y al pueblo de las promesas. Señor, guarda a Israel en esta hora de violencia y corrupción; de mentira y falsedad; de engaños y manipulación de la verdad.

         Hemos oído la palabra que ha salido de tu boca, el juicio sobre las naciones rebeldes que se levantan contra ti y contra tus testigos. Las naciones de Europa se han vuelto necias, sus gobernantes están intimidados por el poder hechicero del islam; las violencias que provocan y paralizan a las autoridades que no saben qué hacer. Las multitudes se refugian en Estados débiles, ignorando que solo tú eres verdadero refugio.

         Señor, se ha colado en nuestros huesos la podredumbre y el temblor por causa del enemigo y el vengativo. Estamos atrapados y nuestras entrañas se conmueven. Nuestra salvación viene de ti. Tú eres nuestro socorro. Torre fuerte es el nombre del Señor, a él correrá el justo para ser librado [1]. Venimos ante ti, amado Padre, para que nos llenes de tu paz en medio de la angustia de las gentes.

         Oh Dios nuestro, oímos todos los días las señales de angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas [2]. Y en medio de estas señales del fin, esperamos tranquilos el día de la angustia, y el tiempo cuando el pueblo de tu ira se levanta para invadirnos.

         Padre eterno, en medio de estos tiempos esperamos con anhelo la señal del Hijo del Hombre en su retorno y su venida en gloria. Levantamos erguidos nuestras cabezas, porque se acerca la redención [3]. Tú eres nuestra esperanza. En ti esperamos todo el día el tiempo de la liberación del presente siglo malo.

         Nos encomendamos a ti, Señor, y a la palabra de tu gracia, que tiene poder para sobreedificarnos, y darnos herencia entre los santificados [4], en el poderoso nombre de Jesús. Amén.

Notas:

[1] – Proverbios 18:10

[2] – Lucas 21:25,26

[3] – Lucas 21:27,28

[4] – Hechos 20:32