74 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXVI) – Babilonia (58)

Por tanto, Aholiba, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor; los de Babilonia, y todos los caldeos…  (Ezequiel 23:22,23)

         Curiosa forma de terminar un enamoramiento: devorado por sus encantos. La Escritura dice que el corazón del hombre es engañoso, y que solo el Señor lo conoce de verdad. Una y otra vez somos engañados por nuestros sentimientos, que en algunos casos concluyen en tragedia. Fue el caso de la ciudad de Jerusalén después de haberse enamorado perdidamente de los babilonios. Aquellos caldeos vigorosos y viriles acabaron siendo sus propios verdugos.

Hoy tenemos una vez más el tema de la violencia de género en primer plano de las noticias. Algunos hombres que un día prometieron amor eterno, hicieron votos de fidelidad y entrega por su amada, terminan matando a sus amantes después de un proceso degenerativo de la relación que acaba trágicamente. Eso en el terreno de las relaciones personales, siempre complejas.

El caso que nos ocupa en nuestro texto tiene que ver con la fornicación idólatra de una sociedad que acaba siendo devorada por otra. La ciudad de Dios, Jerusalén, ha sido hechizada por la ciudad de perdición, Babilonia.

El juicio no se hace esperar, y es el mismo Señor quién usa a los antiguos amantes para culminar su castigo por la ruptura del pacto de su pueblo. No es un caso liviano. No tiene que ver con un desliz ocasional, una caída en pecado sin la práctica que lo sustente, es más bien un comportamiento sostenido en el tiempo, corregido y censurado por sus profetas en múltiples ocasiones pero sin arrepentimiento.

Estamos ante el pecado de la generación de Manasés, aquel rey de Judá que multiplicó la maldad más allá de lo que había sido la práctica de los pueblos cananeos que habitaban la tierra con anterioridad. Estamos ante la decadencia progresiva y el aumento de la maldad que subió a unos niveles de iniquidad que ni siquiera las reformas del rey Josías, siguiente rey de Judá, pudieron evitar el juicio de Dios sobre el reino del sur.

La voz del profeta Ezequiel liberó el juicio del Santo sobre su propio pueblo. Y me dijo YHVH: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones? Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aún a sus hijos que había dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos (23:36,37). El aborto que se practica hoy en las naciones es un culto idólatra a Moloc.

         El juicio de Dios viene cuando la idolatría produce obras perversas en una sociedad decadente, sin temor de Dios, que incluso mata a sus hijos.

73 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXV) – Babilonia (57)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Sigamos un poco más con los mismos textos de Ezequiel. Hablábamos de enamoramiento en nuestra reflexión anterior.

A menudo pensamos que el enamoramiento a primera vista es bueno, lo buscamos, lo esperamos, y a veces lo encontramos, pero como en todas las cosas buenas puede haber contraindicaciones.

El enamoramiento del que habla aquí el profeta se ha producido por un hechizo, de esa forma se ha enajenado la razón, su capacidad de razonar y pensar con sensatez, rindiéndose a sus enemigos idólatras con la suavidad que produce.

A partir de ahí se toman iniciativas contraproducentes motivadas por la seducción idólatra. Piensa en la vertiente natural y/o en la espiritual. Enviaron mensajeros a los caldeos, estos advirtieron la sumisión y se aprovecharon de ella. Se produjo un yugo desigual, porque ¿qué concordia tienen el templo de Dios y los ídolos? Así, pues, se llegaron a ella —a Jerusalén, llamada también Aholiba— los caldeos contaminando al pueblo de Dios, y estos contagiados voluntariamente por ellos, hasta que su alma se hastió.

Hoy vivimos estas contaminaciones en una parte de la iglesia.

El brillo babilónico, su esplendidez y riqueza, su vestido escarlata, de lino fino y apariencia de piedad, han sumergido a muchos cristianos en una decadencia de la que no son conscientes porque su enamoramiento de la ciudad babilónica ha enajenado sus sentidos para discernir, por tanto, se ha contaminado con el mundo y mezclado la adoración al Dios vivo con los ídolos de Babel.

Lo vemos físicamente en la vida de David cuando vio a Betsabé y recreándose en una mirada lasciva fue seducido hasta el hechizo paralizador de la verdad. Lo encontramos en la vida de uno de sus hijos, Amnón, que se enamoró a primera vista de su hermana Tamar; hechizado por su belleza no descansó hasta violarla para luego aborrecerla, su alma se hastió una vez consumado el acto. Lo vemos espiritualmente en la iglesia de los gálatas, que fueron fascinados por predicadores al estilo babilónico (Gá. 3:1). Y lo vemos también en los israelitas acampados en los campos de Moab; cómo fueron seducidos por las hijas de Moab, primeramente invitados al culto idólatra, para acabar poco después en un  desenfreno sexual que trajo el juicio de Dios (Núm. 25:1-3 y 31:16).

         Para no ser atrapados en el enamoramiento consentido de Babilonia debemos salir de ella, entrar en Jerusalén y no movernos de allí.

72 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXIV) – Babilonia (56)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Sigamos meditando en los mismos textos porque hay más que decir. Seamos claros y directos. En esta guerra no valen medias tintas. La tibieza y la ignorancia son dos de los mayores enemigos de todo gobernante. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes sigan diciendo que el islam es una religión de paz cuando toda su historia y la realidad del terrorismo actual dice lo contrario!

¡Cómo es posible que las obras de muerte y destrucción no sean suficientes para desenmascarar la naturaleza evidente del islam salafista! Por cierto, este islam, el salafista, es el original; sus patrocinadores y predicadores en muchas de las mezquitas que han invadido Europa y América anuncian el regreso al islam puro, el de los orígenes, es decir, el de Mahoma y su primera expansión por la espada y solo por la espada.

El islam emana de Babilonia. Proviene de Babilonia. Está situado originalmente y geográficamente en Babilonia. Es decir, Mesopotamia, el actual Irak. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes actuales en su amplia mayoría solo reaccionen cuando han matado a docenas de personas en nuestro suelo «santo» europeo, pero están callados cuando la sangre riega pueblos y naciones de África, y por supuesto, cuando la sangre es judía!

Entonces la alarma desproporcionada de los medios de comunicación, y la misma desproporción momentánea de la policía europea salen a la calle, cuando Israel lleva décadas luchando contra esta plaga de odio, muerte y cultura del caos, y siempre, digo, siempre, son criticados por su legítima defensa. ¡Es una batalla espiritual! Con sus consecuencias materiales, claro, siempre están unidas la vertiente espiritual de las cosas y su dimensión física.

El hechizo viene cuando un pueblo se ha entregado a la idolatría, como Judá en la antigüedad en días de Ezequiel. Y con ella, la ceguera, la ignorancia, la necedad, el encantamiento para enamorarse aún de sus propios enemigos. ¡Increíble! ¡Enamorados de sus enemigos!

Sí, Judá se enamoró de ellos a primera vista, y tomaron la iniciativa de enviar mensajeros a la tierra de los caldeos. Los invitaron a venir, tal vez con la idea ingenua de refugiados, una apariencia de bondad, falsa piedad que esconde un engaño que acaba destruyendo. La Biblia es muy actual.

         Cuando nos enamoramos de nuestros enemigos, y lo hacemos a primera vista, estamos bajo un hechizo babilónico producido por la idolatría.

71 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXIII) – Babilonia (55)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Es muy llamativa la seducción que hoy ejerce el llamado Estado Islámico (Daesh) sobre muchas jóvenes europeas.

Oyen de muchachos guerreros dispuestos a morir por su causa, determinados a luchar con arrojo, con una puesta en escena tremendamente aberrante, violenta, sanguinaria, perversa, sin embargo, muchas jovencitas y jóvenes occidentales son atraídos a sus filas, después de un lavado de cerebro rápido para viajar a Siria y ser esclavas sexuales en el caso de las chicas, y carne de cañón, (ovejas destinadas al matadero), en el caso de muchos jóvenes; jóvenes de familias de clase media, hastiados de una vida insípida y vacua, que son atrapados por el hechizo de soldados de la yihad, dispuestos a morir matando y sembrar el terror a su paso.

Desde lejos nos preguntamos ¿cómo es posible? Creo que los profetas de Israel, y la misma historia antigua del pueblo judío nos dan la respuesta. ¿De dónde procede ese poder hechicero? ¿De dónde el encantamiento? Los medios de comunicación y los políticos lo naturalizan todo, no tienen discernimiento espiritual, solo ven lo que tienen delante de sus ojos, y a veces ni eso. Es una batalla espiritual para discernir espiritualmente. Sin discernimiento, (sin visión), el pueblo perece. Gobernantes ciegos, guías de ciegos, conducen al mismo hoyo a naciones enteras.

Mira el lenguaje del profeta Isaías en otro lugar: ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié?… ¿que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? (Is.42:19,20). Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado (Is.56:10,11).

Los gobernantes de las naciones europeas han dado lugar a la decadencia que vivimos. Se han embrutecido con los deleites de Babilonia, han sido cegados por la seducción del islam, habiendo antes negado la fe de sus padres, renunciado y menospreciando a la herencia judeocristiana hemos sido invadidos por los caldeos yihadistas, como en su día lo fue Judá.

         Cuando las naciones cierran sus ojos a la verdad de Dios, el Señor envía un poder engañoso para que crean la mentira y sean atrapados en ella.

70 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXII) – Babilonia (54)

Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre… Y se llamaban, la mayor, Ahola, y su hermana, Aholiba; las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba  (Ezequiel 23:1-4)

         Pasamos ahora a la profecía de Ezequiel sobre Babilonia, y lo primero que nos encontramos es una metáfora para mostrar que el hechizo de Babilonia ha contaminado también al pueblo de Dios. Tal es la fuerza de sus encantamientos.

Erramos cuando creemos que por ser hijos de Dios no seremos seducidos por el encantamiento de la gran ciudad, llamada la madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra. Vamos a meditar unos momentos en el capítulo 23 del profeta Ezequiel.

Los términos que usa el profeta de Dios son similares a los de Jeremías y los del propio apóstol Juan en el libro de Apocalipsis. Se habla de fornicación, lujuria y prostitución como pecado de idolatría que ha seducido al pueblo que debía ser luz de las naciones. Este pecado emana de la idolatría que a su vez emerge de la ciudad babilónica.

Es la misma idolatría que había en Egipto cuando los hijos de Israel vivieron allá antes de ser redimidos. La misma que emanaba del imperio Asirio que sedujo al reino del norte (Israel, cuya capital era Samaria y que en días de Ezequiel ya había sido llevada al cautiverio), y es también la misma idolatría que contaminó el reino del sur (Judá) seducidos por los caldeos. Piensa.

La matriz que da a luz toda idolatría es una misma ciudad que se ramifica a todas las naciones. Es la madre de las abominaciones de la tierra. Es la mujer seductora llamada por el nombre de la ciudad de Babilonia. Es la misma verdad que venimos contando desde hace muchos capítulos.

Ahora bien, la idolatría es la fuente de donde surge la rebelión contra Dios, pero no significa solamente postrarse ante un ídolo de madera o yeso, sino que el hechizo de la idolatría se ramifica en un comportamiento humano de diversas formas que hastía su alma y que Dios aborrece.

¿Cuáles son esas ramificaciones? Promiscuidad sexual. Adulterios y fornicaciones. Matar a sus propios hijos pasados por fuego (abortos) en el culto a Moloc. Oposición a la ley de Dios. Contaminación del santuario de adoración. Todo ello tuvo lugar en el caso de Judá en días del rey Manasés. La seducción babilónica atrapó al pueblo de Dios en una forma de vida y adoración falsa que siempre tiene el mismo origen: Babel.

         La historia de Israel nos enseña que el pueblo de Dios puede ser atrapado en la seducción babilónica hasta recibir el juicio de Dios.

69 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LXI) – Babilonia (53)

Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. Por tanto, así ha dicho YHVH: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que su corriente quede seca  (Jeremías 51:35,36)

         El apóstol Juan nos dice en su libro revelado en la isla de Patmos que vio a la mujer [Babilonia] ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi quedé asombrado con gran asombro… y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra (Apc.17:6,18).

Ahora el profeta Jeremías nos dice que esta ciudad ha llevado a cabo una violencia extrema sobre el pueblo de Dios derramando sangre en abundancia. Por los muertos de Israel caerá Babilonia (51:49). El juicio anunciado es inexorable.

Esta ciudad, portadora de violencia sobre los habitantes de Jerusalén recibirá su justa retribución. Llega el momento cuando el Señor juzga la causa de Israel. He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza (51:36). Si hay un pueblo que ha sufrido y sufre la ira de las naciones idólatras es el pueblo de Israel.

Cuando digo Israel estoy siempre incluyendo a todos los que hemos sido injertados en él por la fe en el Mesías, formamos un solo pueblo, llamados por Juan: los santos y los mártires de Jesús, los que tienen el testimonio de Jesús. La ira de las naciones (incluyendo en ellas el poder político, económico y religioso) siempre está contra el pueblo escogido de Dios, los llamados de su nombre, no digo la religión nominal, si no los redimidos por la sangre del Cordero.

En el caso de los judíos la historia (incluso una parte de la historia de la iglesia) es particularmente dolorosa. El odio al judío, el antisemitismo, el desprecio por ser distintos a causa de su llamamiento y el pacto dado a Abraham, solo se puede entender desde la perspectiva que estamos viendo: la naturaleza infernal de Babilonia y la bestia. Es un odio irracional, incomprensible, pero evidente hasta la nausea. Solo la dimensión espiritual de este conflicto puede acercarnos a comprender algo de sus manifestaciones.

El Señor juzga la causa de Israel y la causa de la iglesia. Son complementarias. Es una misma con distinta función. El odio que reciben es común. Los redimidos del Señor tenemos una misma historia con Israel, somos conciudadanos de los santos, coparticipes de la misma promesa, la promesa del reino mesiánico que derrotará a Babilonia y levantará su trono en Jerusalén. Una vez más este es el llamamiento: Salid de Babilonia y entrad en Jerusalén.

         Hay un juicio definitivo sobre Babilonia pensado por el Señor y ejecutado por su pueblo. Será desde Jerusalén, la ciudad del gran Rey.

68 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LX) – Babilonia (52)

Por tanto, oíd la determinación que YHVH ha acordado contra Babilonia, y los pensamientos que ha formado contra la tierra de los caldeos… Al grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las naciones  (Jeremías 50:45,46)

         El lenguaje del profeta sobre Babilonia es similar al juicio anunciado en el libro de Apocalipsis. Hay dos dimensiones de este juicio que tienen que ver con las dos Babilonias de las que venimos hablando, una la física-geográfica culminada en la historia; y otra su dimensión espiritual que alcanza y une en su juicio a todas las naciones, porque todas ellas han participado del vino de su furor y sus fornicaciones; recuerda, es la madre de las fornicaciones de la tierra.

Pues bien, veamos ahora este otro aspecto del juicio de Dios sobre la gran ciudad. Nuestro texto recuerda el anunciado en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis que ya hemos visto.

El juicio está determinado y acordado en el consejo celestial. Viene de los pensamientos de Dios, aquellos que dijo Isaías que son más altos que los nuestros. Ha venido tu fin, la medida de tu codicia (51:13). Vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones (51:41). Dormirán sueño eterno y no despertarán (51:57). Y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella (51:63,64).

Un dato importante que debemos tener en cuenta: el juicio sobre Babilonia, decretado por el Señor, vendrá de la mano de Israel. Antes el reino de Judá fue castigado por su desobediencia mediante el rey caldeo, ahora se anuncia que el juicio a la ciudad, madre de todas las fornicaciones de la tierra, viene por Israel.

Israel es el cetro de su herencia… martillo me sois… y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos (51:19-24). Recuerda la piedra pequeña de Daniel 2:35,44. Es el juicio anunciado por Jesús a las naciones por el trato dado a sus hermanos pequeños (Mt.25:31-46).

El antisemitismo que la mayoría de las naciones manifiestan hacia el pueblo del pacto y las promesas (aquí están incluidos los gentiles que hemos sido injertados en Israel mediante el Mesías) tendrá graves consecuencias el día del juicio.

Pero no solo ese día, hay juicios de Dios en la tierra ahora por el mismo motivo. Recordemos. El mensaje es salir de Babilonia y entrar en Jerusalén en su vertiente espiritual.

         El juicio a Babilonia, y todas las naciones, viene por sus iniquidades  y el trato dado a Israel, el pueblo del pacto, y los hijos del reino que han sido injertados en él.

67 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LIX) – Babilonia (51)

Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad…  (Jeremías 50:11)

         Los juicios de Dios, el Dios de Israel, no son el capricho de una divinidad pagana. Debemos conocer (la teología nos ayuda en esto) los diversos atributos de Dios, su carácter y naturaleza, que están ampliamente revelados en la Biblia.

Jesús dijo: Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, y a Jesucristo, a  quién has enviado. Jesús es la revelación del Dios invisible, él le ha dado a conocer. El mismo Maestro dijo: el que me ha visto a mí, ha visto al Padre que me envióYo y el Padre uno somos.

Pues bien, dicho esto, respondamos a la pregunta: ¿Por qué juzgó Dios a Babilonia?

Ahora nos estamos refiriendo a la Babilonia física, el imperio en días de Jeremías, pero no olvidemos que hay una dimensión de su carácter y naturaleza, por tanto, de su juicio también, que son comunes y complementarios.

El profeta Jeremías nos da varios de los motivos por los que el Señor juzgó a Babilonia. El primero tiene que ver con el trato dado a Israel. Os alegrasteis y os gozasteis destruyendo mi heredad. El rey Nabucodonosor y sus generales se habían extralimitado siendo la vara de Dios sobre Judá. Hicieron leña del árbol caído, y sintieron un gozo morboso por el mal ajeno.

¡Cuidado! Todas las naciones deberían tomar nota y combatir el antisemitismo.

Hoy la mismísima ONU se extralimita en sus votaciones, declaraciones y condenas a Israel en una medida que está más allá de toda proporción. Se juzga al Estado de Israel con una dureza que nunca se aplica a otras naciones que mantienen gobiernos corruptos, dictaduras que causan vergüenza y la comunidad de naciones mira para otro lado. Pero cuando se trata de acusar y condenar al gobierno de Tel-aviv se usa una vara de medir fuera de toda equidad.

Hace poco la UNESCO despojó a Israel de la custodia de las tumbas de los patriarcas.

La lista sería interminable.

Todo ello no pasa desapercibido en el cielo, aunque el hombre laico de nuestros días quiera ignorarlo.

Pero además, Babilonia fue juzgada también por su soberbia (50:31,32; 51:55); porque pecó contra YHVH (50:14); porque su arrogancia hacia el pueblo de Dios fue contra el mismísimo Santo de Israel (50:29); por su idolatría (50:38); por el templo (50:28). ¿Por qué pensamos que las naciones de hoy recibirán un trato distinto? Dios no cambia.

         Los juicios de Dios sobre las naciones de la tierra tienen un motivo predominante, entre muchos otros, su antisemitismo.

66 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LVIII) – Babilonia (50)

Porque subió contra ella una nación del norte, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá ni hombre ni animal que en ella more; huyeron, y se fueron (Jeremías 50:3)

         Creo que merece la pena que nos detengamos en esta profecía y lo hagamos precisando algunos factores comunes a los mensajes dados por Dios a las naciones.

Vivimos un tiempo cuando parece que Dios no existe. El humanismo, relativismo, hedonismo y la ciencia parecen haber ocupado el lugar de Dios.

En las naciones de Occidente la revelación de Dios (que no la religión) ha sido desplazada por una cosmovisión laica, alejada de verdades absolutas y la herencia judeocristiana.

Una gran Babel se ha levantado para oponerse al Creador.

Nuestra sociedad ha dicho: no hay Dios, tenemos el destino en nuestras propias manos. La ciencia del hombre se ha elevado como una gran idolatría al estilo de la torre de Babel, y parece que solo ocurren las cosas que los hombres permiten y la Democracia acepta.

Aquello que las mayorías consideran verdad se instala en la conciencia compartida. Creemos que por olvidarnos del Creador y Hacedor Él no existe. Craso error. Arrogancia y soberbia arcaica, muy retrógrada. Se reúnen las naciones en la ONU y determinan sobre el destino de los pueblos como si fueran Dios. El Señor se reirá de ellos (Sal.2:1-6). El imperio babilónico había sido el de mayor dominio hasta la fecha. Creyó controlar su destino. Sin embargo, el mismo rey Nabucodonosor tuvo un sueño perturbador en el que se anunciaba su caída, y el levantamiento de otro reino, el medo-persa (Dn.2:31-40). Se cumplió en días del rey Belsasar (Dn.5:17-31). Darío de Media tomó el reino.

Lo anunció el mismo profeta Jeremías en los textos que estamos meditando. Subió contra ella una nación del norte (50:41). Ha despertado YHVH el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla (51:11). Preparad contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio (51:28).

Parece que los reyes de Babilonia, a pesar de sus encantamientos, hechizos, idolatría y culto pagano no pudieron predecir su final. Aunque acumularon dominio y poder su futuro se decidió en otro trono, el trono celestial, y ahora su profeta, Jeremías, lo está anunciando. Preguntémonos una vez más ¿qué es el hombre?

         La arrogancia del hombre actual creyendo que es dueño de su destino le impide comprender el juicio que se acerca. La historia de Babilonia y otros imperios lo ponen de manifiesto.

65 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LVII) – Babilonia (49)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         El profeta Jeremías tuvo que anunciar juicio primeramente a su pueblo por haberse unido al estilo de vida babilónico, su idolatría, mezcla, inmoralidad y paganismo. Al hacerlo recibió el desprecio de sus hermanos judíos. Luego tuvo que anunciar el juicio de Dios sobre el imperio babilónico, hacerlo de viva voz, anunciarlo en las naciones sin encubrirlo, exponiéndose nuevamente a su aborrecimiento.

Un tiempo atrás, el profeta se benefició del trato afable que le obsequiaron las tropas de Nabucodonosor cuando entraron en Jerusalén, puesto que su mensaje les favorecía. Ahora pudo haber soslayado la proclamación de su juicio a la misma Babilonia tratando de evitar sus represalias, pero no lo hizo.

Su llamamiento era más fuerte que los beneficios o perjuicios que se derivan de él. Además, lo hizo con osadía, levantado la voz, dejando constancia por escrito sin temer la ira del rey, como haría Moisés ante Faraón. Este es el espíritu de los profetas de Israel.

Bien, avancemos. ¿Qué tenía que anunciar Jeremías? Un tiempo cuando Babilonia sería invadida. La fuerza que ahora mostraba su dominio sobre las naciones del entorno no duraría para siempre, tenía fecha de caducidad, y esa fecha la había establecido el Señor que gobierna sobre su creación. Además, caerían los cultos de los dioses que adoraban, sobre quienes se apoyaban, y a quienes hacían artífices de sus triunfos: Bel y Merodac (el dios babilónico Marduk).

Pero el verdadero Dios, aquel que no comparte su gloria con nadie, pondría en evidencia que los ídolos no se pueden comparar con Él. Serían confundidos, deshechos, destruidos y quebrados todos los ídolos babilónicos.

El Dios de Israel es el Soberano de los reyes de la tierra. No hay otro como él. Ha salido para vencer y es vencedor. Su gloria cubrirá toda la tierra como las aguas cubren el mar. Jeremías debe anunciarlo, y lo hace. Su testimonio está escrito para todas las generaciones.

Israel sabe que después del juicio de Dios por sus pecados, viene el día de la restauración, la caída de sus enemigos, y el monte de Sión será cabeza de los montes para todas las naciones; y ese monte está en Jerusalén y en ningún otro lugar. He aquí la batalla de nuestros días.

  El juicio y la restauración de Dios comienzan por su casa. Fue así con Israel. Lo es con la iglesia, y volverá a serlo con ambos. Vivimos en esos días.