Taller de oración – 15

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Oh, Señor, he oído tu palabra, y temí… en la ira, acuérdate de tener compasión » (Habacuc 3:1,2 LBLA).

         Padre nuestro; Señor de toda la tierra; hemos oído lo que tu palabra dice de ti y el temor ha invadido nuestro corazón. Porque conocemos tu justicia, y la ira que se rebela contra toda impiedad de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Por eso, Señor, conociendo tu ira contra la impiedad, sabiendo que nuestros pecados hacen separación entre Dios y los hombres, que lo retienen en la muerte eterna, sin esperanza; por eso, Señor, alzamos nuestra voz al cielo para que en la ira, te acuerdes de tener compasión.

         Porque mejor que la vida es tu misericordia. Porque son nuevas cada mañana; porque grande es tu fidelidad; porque eres bueno y tu justicia permanece para siempre, por ello, Amado Señor del Universo, pedimos que tu misericordia triunfe sobre el juicio.

         Juicio, Señor, que merecemos por la inmensidad de nuestro pecado. Pensamos, oh Dios, en la decadencia que barre el continente europeo en nuestros días. Vemos con indignación como el impío se enseñorea de la verdad, menosprecia tu ley, y su arrogancia sin límites se levanta como la voz del necio que no sabe que su día se acerca.

         Padre, el remanente de tu pueblo, aquellos que no doblan sus rodillas ante los Baales y las Aseras, venimos ante ti confiados en la justicia de tu trono, y en la verdad de la compasión que muestras hacia los hijos de los hombres. ¡Perdónanos, Señor! Perdona la ignorancia de nuestro antisemitismo europeo. Perdona la soberbia de nuestros gobernantes y levanta hombres justos para dirigir las naciones de Europa.

         Señor, estamos abatidos; nuestra alma está turbada viendo los hechos inicuos de ellos. Oímos y vemos cada día la manipulación de muchos medios de comunicación que tuercen la verdad, ignoran que hay uno que vela sobre ella, y ponen de manifiesto que los dirige el padre de la mentira. Mienten sobre la causa de Israel. Por eso, Señor, levantamos nuestra oración ante ti para que Israel siga siendo restaurado en su tierra; el velo sea quitado y se vuelvan a ti; porque en su restauración sabemos que hay bienestar para todas las naciones.

         Padre, en la ira, acuérdate de la compasión. Acuérdate de España y trae en memoria el clamor de la sangre derramada de muchos «Abel» que han dado su vida por el avance del evangelio en nuestra tierra, y sánala. Entonces, Señor, se reedificarán las ruinas antiguas, se levantarán los lugares devastados de antaño, y se restaurarán las ciudades arruinadas, los lugares devastados de muchas generaciones [1]. Y tu nombre será exaltado por los siglos de los siglos. Amén.

Notas.

[1] – Isaías 61:4 LBLA

Taller de oración – 14

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer» (Habacuc 3:1,2 LBLA).

         Padre amado, oramos por tu obra en medio de los tiempos que vivimos. Sabemos, Señor, que tus obras son grandes y maravillosas, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues solo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado [1].

         Grandes son tus maravillas, Señor. Aviva tu obra en nuestro medio. Revela, Señor, por tu Espíritu, la obra de redención en los hijos de los hombres. Quita el velo que ciega nuestro entendimiento para que podamos ver y comprender la obra de Jesús en la Cruz del Calvario. Que podamos ver, Señor, la obra expiatoria que redime de toda maldad, y entremos, Señor, en el poder de la resurrección para andar en novedad de vida por tu Espíritu.

         ¡Aviva, oh Dios, tu obra! Nosotros, tus hijos, somos tu obra. Tu extraña obra. Tu excelente obra. Vivifícanos, Señor. Manifiesta a tu Hijo en nosotros para que podamos anunciar el ministerio de la reconciliación entre los hombres. Como colaboradores tuyos anunciamos que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados; por eso pedimos ante el trono de tu gracia, que venga tu obra de reconciliación en nuestra nación, dala a conocer, Señor, para que se sepa, que al que no conoció pecado, por nosotros fue hecho pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él [2].

         ¡Señor mío, y Dios mío! Da a conocer tu obra en Israel. La obra de restauración que has comenzado como estaba anunciada por los profetas, que después de un largo cautiverio y exilio volverían a su tierra, la tierra que diste a Abraham tu amigo para que habitaran en ella para siempre. Dios de Israel, da a conocer a tu pueblo tu obra; vivifica estos huesos secos; derrama tu Espíritu sobre ellos y levanta un poderoso ejército de adoradores en Sión.

         Señor y Dios nuestro, has puesto todas tus obras en la creación. Has mostrado tu poder y piedad, por ello, alzamos nuestros ojos al santuario celestial, para que una vez más nos des vida y honremos tu nombre, santifiquemos tu nombre. Por amor de tu nombre, Señor, da a conocer tu obra en esta generación. Levanta a Jesús y su obra perfecta, hecha una vez y para siempre. Amén.

Notas

[1] – Apocalipsis 15:3-4

[2] – 2 Corintios 5:19-21

 

Taller de oración – 13

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot [canto vehemente]. Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí» (Habacuc 3:1,2 LBLA).

         Padre celestial, queremos unirnos con Habacuc en este canto vehemente y de lamento por nuestra generación. Vemos, Señor, las multitudes entregadas al vicio y los placeres temporales del pecado. Conocemos tus juicios y por tu palabra sabemos que son inexorables sobre quienes trasgreden tu ley, se mofan del evangelio y desprecian a tu pueblo. Por ello, Señor, venimos ante ti con temor y temblor por nuestra generación.

         Amado Dios, hemos oído tus obras en el pasado, sabemos que tú no cambias, por ello comprendemos que las mismas actitudes pecaminosas obtendrán el mismo juicio. Pero sabemos también que vivimos en tiempos de abundante gracia y misericordia, por ello alzamos ante ti nuestra súplica a favor de la tierra, de nuestra nación, nuestra familia y nuestras propias vidas.

         Comprendemos, Señor, que nuestro clamor no ha sido suficiente hasta ahora. Hemos sido tibios en súplicas, tardos en venir ante el trono de gracia con todo nuestro corazón, y por ello nos avergonzamos.

         Vivífica, oh Señor, nuestra vida de oración para que podamos levantar las manos caídas y las rodillas paralizadas. Derrama sobre nosotros un espíritu de gracia y súplica para venir ante ti a favor de la tierra. Conocemos tu palabra, sabemos lo que otros dicen de ti, cómo se burlan de su contenido, y porque no vienen juicios rápidos los hombres se vuelven soberbios.

         Pero tu pueblo conoce tu palabra, sabe las consecuencias de la desobediencia sobre las naciones, por eso tememos por la nuestra, oramos por España en esta hora de incertidumbre, desenfreno y disolución. Pedimos, Señor, ser librados de hombres perversos y malos. Pedimos gobernantes justos, íntegros y temerosos de Dios.

         También sabemos de muchos en Israel que viven lejos de tu voluntad, la que has expresado por los profetas. Trae, Señor, justicia en la tierra que diste a Abraham tu siervo. Restaura la fe en el Dios de nuestros padres y revela la simiente que ya ha venido para traer salvación a Israel. Líbralos, oh Dios, de quienes buscan su destrucción, y confirma la vida de oración de nuestras manos alzadas al santuario celestial, sí, la obra de nuestras manos confirma.

         Padre, con el profeta Habacuc levantamos ante ti nuestro lamento y súplica por Israel, por España, por las naciones de la tierra. Venga tu reino. Esperamos al Deseado de todas las naciones. Sí, ven, Señor Jesús. Amén.

Taller de oración – 12

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «El Señor está en su santo templo; calle delante de Él toda la tierra» (Habacuc 2:20 LBLA).

         Señor, alabado sea tu nombre. Tú estás sentado en tu santo templo, eres soberano sobre todas las naciones, y tienes todo el poder en tu mano. Los pueblos piensan y hablan cosas vanas. Han menospreciado tu ley y tu autoridad, por eso andamos errando sin pastor.

         Dios nuestro, tu aborreces a aquellos que se enriquecen saqueando a otros (2:6-8). Tú eres justo para ver a quienes codician ganancia deshonesta para su casa expoliando a otros (2:9-11). Señor y Dios, tu aborreces a quienes mantienen el poder mediante la violencia y el derramamiento de sangre, aquellos que fundan ciudades sobre la iniquidad, de esta forma los pueblos trabajan para el fuego y las naciones se fatigan en vano (2:12,13); pero un día la tierra será llena del conocimiento de la gloria de YHVH, como las aguas cubren el mar (2:14). Señor, tu aborreces a quienes usan la borrachera de otros para aprovecharse de ellos (2:15-17), los que se enriquecen con el mal ajeno vendiendo drogas y estupefacientes por negocio ilícito. Y tú, Señor, aborreces a quienes levantan ídolos y dicen al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate (2:18,19).

         El Señor está en su santo templo viendo las obras de los hombres que ignoran voluntariamente. Danos cordura, oh Dios, enséñanos a contar nuestros días de tal forma que traigamos al corazón sabiduría.

         Padre amado, nuestro país está sin gobierno y muchos lo están aprovechando para que afloren sus rencores y calumnias. Vivimos en una encrucijada y no sabemos, Señor, hasta cuándo. Una nueva generación de gobernantes jóvenes y arrogantes se ha levantado movidos por el odio y el resentimiento. La soberbia los hace necios y su alma no es justa.

         Por eso, Padre Eterno, levantamos nuestros ojos y nuestro clamor al trono de tu gracia; tú que estás sentado sobre la redondez de la tierra, mira nuestra aflicción y concédenos quebrantamiento de corazón para que la nación pueda experimentar reconciliación. ¡Oramos por España! ¡Clamamos por España! ¡Sana nuestra tierra! ¡Perdona nuestras iniquidades! Callamos ante ti, Señor. Decimos con el salmista: En Dios solamente está callada mi alma, de ti viene nuestra salvación. Tú eres nuestro refugio.

         Amado Dios, venga tu reino a Israel. Hágase tu voluntad en tu pueblo elegido y se cumplan tus propósitos eternos. Edifica a Sión. Restaura Jerusalén, mientras esperamos a aquel que vendrá para poner sus pies en la santa ciudad, la ciudad del gran Rey. Y en su restauración, vengan a todas las naciones el resplandor de tu gloria, como las aguas cubren la mar. Amén.

Taller de oración – 11

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que El me dice, y que he de responder cuando sea reprendido. Entonces el Señor me respondió, y dijo: Escribe la visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea. Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará. He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá» (Habacuc 2:1-4 LBLA).

         Padre celestial, tú estás en el trono, eres soberano, y conoces los tiempos que han sido establecidos sobre los hijos de los hombres y las naciones. Estamos velando y orando a ti, oh Dios nuestro, para conocer tus propósitos y entender qué tenemos que responder ante las injusticias que nos rodean.

         Señor, hemos escrito y anunciado tu visión, hemos corrido con ella para darla a conocer en los pueblos. Tu evangelio ha salido por todo el mundo; el mensaje de salvación es conocido por las multitudes de nuestro país, lo hemos anunciado y seguimos haciéndolo de diversas formas; ahora, Señor, te pedimos que un Espíritu de revelación y sabiduría venga de tu presencia para que sea dado a conocer en los corazones de los hombres.

         Tu voz, oh Dios, ha sido oída por quienes aman tu ley. Otros muchos se han endurecido y por ellos te pedimos misericordia y gracia. Que donde ha abundando el pecado, sobreabunde tu gracia. Donde ha habido oscuridad, la luz resplandezca. Revélanos, Señor, la obra redentora de tu Hijo Amado. Dala a conocer en los pueblos. Salga como una antorcha que alumbra en lugar oscuro. Levanta a tu Hijo Jesucristo para que muchos sean atraídos a él. Dalo a conocer quitando el velo en Israel. Trae salvación a Sión y Jerusalén. Ayuda a quienes llevan la preciosa semilla a tu pueblo, la visión para todas las naciones.

         Amado Dios, tú no defraudas a quienes hemos confiado en ti. ¡Esperamos en ti! ¡Tu palabra se cumplirá! El cielo y la tierra pasarán, pero tus palabras no pasarán. Para siempre permanece tu palabra en los cielos.

         Tú, Señor, resistes al soberbio, cuya alma no es recta, pero has dado fe a los justos para que vivan para ti. ¡El justo por la fe vivirá! Te alabamos por la fe que ha sido dada una vez a los santos, por la cual combatimos fervientemente para que sea conocida en nuestra generación.

         Está escrito, Señor, que la victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe, la fe que cree que Jesucristo es el Hijo de Dios. Por esa fe vivimos. Por esa fe morimos. Por la fe en Jesús y en tu palabra estamos confiados. Tenemos esperanza. Por ello, amado Dios, ayúdanos a anunciarla y proclamarla, para que muchos vengan al conocimiento de la verdad y sean salvos en Israel, en nuestro país, y en nuestra familia; lo pedimos en el glorioso nombre de Jesús. Amén.

Taller de oración – 10

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres como los peces, como reptiles que no tienen quien los gobierne? Sacará a todos con anzuelo, los recogerá su red, y los juntará en sus mallas; por lo cual se alegrará y se regocijará. Por esto hará sacrificios a su red, y ofrecerá sahumerios a sus mallas; porque con ellas engordó su porción, y engrasó su comida. ¿Vaciará por eso su red, y no tendrá piedad de aniquilar naciones continuamente? (Habacuc 1:13-17 RV60).

         Dios Todopoderoso, Padre Eterno y Rey de todas las naciones. Tú eres santo y limpio de ojos para ver el mal que nos rodea, no soportas la impiedad ni el agravio, por eso nos preguntamos con el profeta: ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él? Nos aflige, Señor, ver el levantamiento de los impíos. Nos duele ver la causa de los justos menospreciada y el ensalzamiento de aquellos que son movidos por la maldad de sus corazones.

         Señor, se han levantado multitudes empujadas por el islam para asolar a tu pueblo Israel. Están ofreciendo sacrificios y sahumerios a sus redes y mallas con las que atrapan a tus hijos, los aniquilan, crucifican y degüellan envanecidos ante el poder de su dios. Sus redes y mallas son el motivo de su regocijo, han engordado su porción, producen recursos que alimentan sus atrocidades. ¿No tendrán piedad de aniquilar naciones continuamente? Y nosotros, Señor, levantamos ante ti nuestro clamor para decir: ¿Hasta cuándo? ¿Te olvidarás para siempre del pueblo de tu pacto?

         Amado Dios, nuestro país está sin gobernantes; somos como peces que no tienen quién los gobierne. Los impíos se levantan como justos. Los malos pretenden dar respuesta a la nación aunque anida en sus corazones el odio y la revancha. ¡Oh, Dios, Dios nuestro! Sana la herida de mi pueblo. Perdona la iniquidad de nuestros padres. ¡Sana nuestra tierra! Haznos ver gozo y alegría. Recrea los huesos que has abatido y un espíritu noble y recto nos sustente.

         Porque tú eres, Señor, nuestra esperanza. A ti alzamos nuestra mirada. En ti está nuestro deleite y nuestra causa. Señor, no te tardes. Tú eres justo. La misericordia te rodea. Redime a Israel. Salva a nuestra generación de la red que nos han tendido. Líbranos de los cazadores y sus mallas. Libertanos del lazo del cazador. Rompe sus ligaduras de iniquidad. Levanta tu Espíritu para que tu pueblo sea vivificado. Haznos a nosotros pescadores de hombres al anunciar tu evangelio.

         Señor y Dios, hubiéramos perecido sino creyéramos que aún veremos tu salvación en la tierra de los vivientes. Por eso, Dios nuestro, concédenos que anunciemos tu palabra mientras extiendes tu mano para hacer señales y prodigios, en el maravilloso nombre de tu Santo Hijo Jesús. Amén.

 

 

 

Taller de oración – 9

Tiempo de Oración

ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.

Orando con Habacuc: «¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! Y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge discordia. Por eso no se cumple la ley y nunca prevalece la justicia. Pues el impío asedia al justo; por eso sale pervertida la justicia» (Habacuc 1:2-4 LBLA).

         ¡Oh, Dios, Todopoderoso! Tú que eres santo me haces ver la iniquidad de mi pueblo. Tú que habitas entre las alabanzas de Israel me haces mirar la opresión. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te olvidarás para siempre? ¿Permitirás que tus hijos clamen a ti día y noche pidiendo ayuda y no escucharás?

         Oh, Señor, estamos anegados de violencia y maldad, la injusticia prevalece en nuestro medio y la voz se ha quebrado esperando a nuestro Dios. ¿Por qué, Señor, por qué? Cada día afligimos nuestra alma ante ti por la inmundicia que nos rodea. Cada día estamos hastiados de sinsabores. Vemos el despliegue de aquellos que aborrecen la verdad y se jactan en la práctica de sus propias iniquidades.

         Nos ha rodeado la opresión. Destrucción y violencia son nuestro pan diario. Las rencillas y las discordias no tienen fin. Los hombres incumplen tu ley. Se echan a las espaldas la justicia de tus demandas. Por tanto, prevalece el malo, se han levantado para destruir la nación, mientras los justos callan. Vivimos asediados por los impíos y la consecuencia es que la justicia sale pervertida. La disolución se ha establecido como norma. Nada parece impedir el avance de ríos de lodo cenagoso que han embarrado la convivencia.

         ¡Oh, Dios, Dios nuestro, no calles para siempre! ¡Levántate, Señor, y huyan de delante de ti todos tus enemigos! ¡Levántate, Señor, en favor de la causa de Sión! ¡Levántate, Poderoso de Israel, a favor de España! ¡Líbranos! ¡Rescátanos! ¡Libertanos! Porque Tú eres el Dios de nuestra salvación.

         Mira, Padre de misericordia y Dios de toda consolación, aquellos que en nuestros días están siendo masacrados por su fe en tu Hijo. Observa, Señor, como son llevados como ovejas al matadero. Su sangre clama delante de ti. Tú, Señor, que eres justo aboga por tu causa. Son tus hijos. Simiente santa. Redimidos para el Señor y su Cristo.

         Padre Eterno y Soberano Señor, ante ti estamos. Tus ojos llenan toda la tierra. No ignores a esta generación. Nuestros pecados han hecho apartar de nosotros tu rostro para no oír, pero hoy clamamos desde lo hondo de nuestro ser; gemimos a causa de las angustias que nos rodean, y derramamos nuestra alma ante el Rey del Universo para que vengan de tu presencia tiempos de refrigerio y restauración a Israel, a la iglesia, a nuestra nación y a nuestra familia, en el glorioso nombre de Jesús, Amén.

Cómo Hacerlo

Escuela de oración - como hacerloCon voz audible. De viva voz. Mediante lo que se llama oración sacramental (más adelante explicaré lo que significa). Haré oraciones escritas para que las leas primeramente y si estás de acuerdo puedas hacerlas conmigo, decir tu amén. Recuerda lo que dijo el Señor: Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt.18:19,20 LBLA).

Para explicarlo mejor quiero que leas conmigo varios textos de la Escritura donde se nos enseña a orar con voz audible de manera explícita. Hay diversas formas de orar, sí, incluso el silencio puede ser una oración de nuestro corazón, como dijo el salmista: En Dios solamente espera en silencio mi alma; de El viene mi salvación (Sal.62:1 LBLA). Pero aquí queremos enfatizar la oración audible, verbalizarla en voz alta, con fe en el corazón, creyendo cada palabra y pronunciándola minuciosamente. Hazlo con sabiduría y cordura dependiendo del lugar donde te encuentres. Veamos los textos.

Después que Samuel escuchó todas las palabras del pueblo, las repitió a oídos del Señor (1 Sam.8:21 LBLA). El pueblo había argumentado que quería un rey, como todas las naciones. Samuel conocía que esa no era la voluntad de Dios, sin embargo, trajo delante del Señor sus palabras, las repitió una por una, tal cual. ¿Acaso el Señor no había oído las palabras de los ancianos del pueblo? Claro que sí. Sin embargo, Samuel las repitió ante Él, las verbalizó de viva voz.

La misma enseñanza encontramos en el apóstol Pablo. El enseñó: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias… (Fil.4:6 RV60). ¿Cómo hacemos conocidas nuestras peticiones delante de Dios? Con nuestras palabras, verbalizando de viva voz el anhelo de nuestros corazones. ¿No conoce Dios ya nuestras necesidades? Sí, pero el mandamiento es que sean conocidas, repetidas delante de Él.

Y el salmista lo enseña una y otra vez. Veamos un ejemplo claro. Escucha mis palabras, oh Señor; considera mi lamento. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro. Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré (Sal.5:1-3 LBLA). Fíjate las veces que se repite la necesidad de que nuestras palabras sean oídas, vocalizadas, articuladas de viva voz, en voz alta.

Pablo dice: Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: CREÍ, POR TANTO HABLE, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos (2 Co.4:13 LBLA).

Jesús oraba tan alto cuando estaba solo que sus discípulos le oyeron y fueron persuadidos para pedirle que les enseñara a orar (Lc.11:1) (Jn.11:41-43) (Lc.23:46).

Y qué diríamos de muchos de los que se acercaron a Jesús para formular sus peticiones, lo hicieron a gran voz, incluso gritando, aunque otros se escandalizaban. Bartimeo (Mr.10:46-52). La entrada de Jesús en Jerusalén (Lc.19:37-40).

La oración del profeta Habacuc, recogida en el capítulo 3 de su libro dice lo siguiente: Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot (Hab.3:1 LBLA). ¿Y que es una oración en tono de Sigionot? La nota que aparece en la Biblia de las Américas nos dice que es «canto vehemente». Como la oración del profeta Elías. Nos dice el apóstol Santiago: Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses (Stg.5:17).

Sin embargo, el salmista David nos dice: Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día… dije: Confesaré mis transgresiones a YHVH; y tú perdonaste la maldad de mí pecado… Y luego añade: Con cánticos de liberación me rodearás (Sal.32:3,5,7 RV60).

Sí, podemos caer en la vana palabrería y repetición. Podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que repetir palabras como mantras cambiará nuestras circunstancias. Ese error ya lo hemos cometido en muchas ocasiones, y se sigue haciendo. Pero esos extremos no anulan la verdad de Dios. Nuestras palabras dichas delante del Señor, en humildad, sometidos y atados a Cristo en oración sincera, resonarán en el cielo en favor de la tierra.

Tenemos el libro de Salmos que es un libro de oración y alabanza en su mayor parte. Podemos comenzar a orar esas oraciones. Hay lo que se llama en la liturgia cristiana la oración sacramental. Veamos lo que significa.

La oración sacramental

Este tipo de oración se hace mediante oraciones escritas, bien articuladas, que dan respuesta a muchas de las necesidades del alma humana. Al ser escritas, meditadas y reflexionadas evitamos la dispersión, nos concentramos en la letra que tenemos delante y la hacemos nuestra mediante la fe, para orar con verdadera pasión en un espíritu abierto y dispuesto.

Este tipo de oración nos da la posibilidad de usar este medio para orar juntos en un mismo sentir, unánimes, diciendo nuestro amén al final con plena convicción. Para ello podemos leer primero la oración escrita y luego, una vez asumida, hacerla nuestra y realizarla en voz alta, en plena certidumbre de fe.

La tradición cristiana ha usado ampliamente este tipo de oración, especialmente el libro de los Salmos. También tenemos lo que se llama El Libro de Oración Común de las iglesias Episcopales y otros. Yo no pretendo introducir ningún libro de oración, lo que quiero hacer es usar esta herramienta para que podamos orar juntos desde la página web y de forma práctica.

Aunque pueda parecernos extraño, este tipo de oración aparece en la Escritura de diversas formas, y por supuesto la encontramos en la tradición judía. Tenemos un ejemplo claro en la Shema que es la oración que recitan los judíos al menos dos veces al día. Esta oración la encontramos en Dt. 6:4 LBLA y dice así: Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Y luego añade el texto: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes (Dt.6:6,7 RV60). Con toda seguridad fue hecha por el mismo Jesús en muchas ocasiones.

Este tipo de oración no está en contradicción con el espíritu del Nuevo Pacto, donde se nos dice que la ley de Dios ha sido escrita en nuestros corazones, se nos ha dado un nuevo corazón. Pues bien, es desde ese corazón nuevo que podemos elevar nuestra oración sacramental al trono de la gracia.

También en el Nuevo Testamento encontramos declaraciones que eran repetidas en las congregaciones en el tiempo del culto. Una de ellas parece haber sido un himno primitivo, la tenemos en 1 Tim.1:17 RV60. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. Y otro ejemplo lo vemos en la declaración de fe que aparece en 1 Tim.3:16 RV60 donde dice: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.

Por supuesto, este tipo de oración sacramental nunca debe sustituir a nuestras oraciones espontáneas, pero sí pueden complementarlas para ser usadas aquí.

Resumiendo. Podemos decir que la oración sacramental es una oración escrita para hacer en voz audible, con fe, unidos en el mismo sentir. Antes de orar podemos leerla para ver su contenido, y si estamos de acuerdo, hacerla nuestra con toda convicción. Iré poniendo diversos tipos de oraciones en el apartado ENTRA Y ORA. Si te identificas con la oración que escribiré de forma continuada, puedes ponerte de acuerdo conmigo y orar en voz alta, no es necesario que grites, usa la cordura y el sentido común dependiendo de donde te encuentres, y allí donde estés puedas orar de todo corazón.

Una vez hecha la oración, habrá un pequeño apartado donde si quieres puedes escribir tu amén y anotar tu nombre y país.

Esa misma oración se puede hacer en distintos momentos del día, incluso algunas estarán allí varios días. Las iré renovando. Las oraciones ya realizadas quedarán archivadas en la misma página web.

Usaremos varios modelos de oración que encontramos en la Escritura, comenzando con la oración de Jesús en Mateo 6.

Una vez conoces la mecánica de esta Escuela de Oración pasa al vínculo ENTRA Y ORA y comienza a orar.

Los Motivos

motivacionUno de los aspectos básicos de la vida de oración es conocer los motivos por los que vamos a orar. Primero nuestra motivación. ¿Qué es lo que nos impulsa a orar?

Podemos orar erróneamente con nosotros mismos, como el fariseo de la parábola. Si tenemos pecado en nuestros corazones el Señor no oirá nuestras oraciones, porque si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará (Sal.66:18 LBLA). Por tanto, debemos atender a nuestros motivos.

Pablo dijo: Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación (Ro.10:1 RV60). La motivación del apóstol en este caso era orar por la salvación de Israel. Este es uno de nuestros motivos principales: ORAR POR ISRAEL en esta hora de gran necesidad, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de restauración y refrigerio, la restauración de Israel en su tierra y a su Dios, porque en su restauración todas las naciones recibirán vida de entre los muertos (Ro.11:15 RV60), es decir, avivamiento y avance del evangelio.

El profeta Samuel, iniciador de la escuela de profetas y uno de los grandes intercesores en la Escritura, entendió que pecaría contra el Señor dejando de orar por Israel. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra YHVH cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto (1 Sam. 12:23 RV60). En este aspecto la iglesia del Señor ha pecado. No hemos orado por Israel como debiéramos, por ello quiero enfatizar esta necesidad vital en el tiempo avanzado en el que vivimos.

El salmista nos interpela para que oremos POR LA PAZ DE JERUSALÉN. Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman (Sal.122:6).

Y el profeta Isaías dice: Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha… Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de YHVH, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que resplandezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra (Is.62:1,6,7 RV60).

Se nos dice también que debemos orar POR LOS REYES y los que están en eminencia, es decir, las autoridades de nuestras respectivas naciones, con el fin de que vivamos en quietud y reposo (1 Tim.2:1,2). También POR LA CIUDAD donde vivimos. Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al Señor por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar (Jer.29:7 LBLA). Y POR NUESTRA FAMILIA, por LA CONGREGACIÓN de Dios, por NUESTRAS PROPIAS NECESIDADES. Lo haremos paso a paso, con perseverancia.

Por tanto, los motivos son amplios y variados, pero hay uno que sobresale entre los demás: ORAR POR ISRAEL. Aunque no entendamos todo lo que está pasando en Oriente Medio, oraremos para que el Señor cumpla sus propósitos eternos revelados por los profetas de Israel.

Para los que aún tengan prejuicios sobre la prioridad de orar por Israel como énfasis prioritario, les diré lo siguiente.

Israel es cabeza de las naciones delante del Señor, y su ungido el Siervo, hijo de David (Sal.18:43 LBLA). Israel es su primogénito (Ex. 4:22 RV60). Recibió un llamamiento de Dios para ser su especial tesoro y un reino de sacerdotes y gente santa (Ex.19:5,6 RV60). No es contado entre las naciones (Nm.23:9 LBLA). Se les ha confiado la palabra de Dios (Ro.3:2 RV60). Tiene las promesas hechas a los padres, a quienes pertenecen la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo (Ro.9:1-5 LBLA). Nosotros, gentiles, hemos sido injertados en Israel y por tanto hechos participantes de las promesas en Cristo, de la ciudadanía de Israel, de la adopción, somos coherederos y miembros del mismo cuerpo, coparticipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Ro.11:17 LBLA) (Ef.2:11-13 y 3:1-6 RV60). El Señor los ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra (Dt.7:6-8 RV60). Es su exclusiva posesión. El te pondrá en alto sobre todas las naciones que ha hecho, para alabanza, renombre y honor; y serás un pueblo consagrado al Señor tu Dios, como El te ha dicho (Dt. 26:17-19 LBLA).

Bíblicamente hablando, Israel ha sido puesto en eminencia sobre las naciones de la tierra. Su historia es única. Ha sido escogido por la soberana voluntad de Dios, y como dice el apóstol Pablo, debemos orar por los reyes y los que están en eminencia. Esto no excluye a las demás naciones, pero debemos entender y aceptar el orden de Dios. Incluso la predicación del evangelio tiene un orden: al judío primeramente, y también al griego (Ro.1:16). Jesús dijo que se anunciara en Jerusalén, luego en Judea, después en Samaria y por fin hasta lo último de la tierra, a todas las naciones (Hch.1:7,8). Dios es un Dios de orden. Sigamos su orden también en nuestras oraciones, obedezcamos su voluntad y recibamos la bendición que le sigue. No pretendo con este enfoque ser dogmático, sino práctico; no llevarlo a extremos indeseados, sino seguir el propósito de Dios.

Pero no solo oraremos por Israel, también por nuestra propia nación, en mi caso es España, por las autoridades, por la ciudad donde vivimos, por nuestra familia, por la congregación de Dios y la extensión del evangelio a todas las naciones. Estos serán nuestros motivos principales.

El Propósito

Escuela de oración - PropósitoEl propósito fundamental de esta sección es ORAR. No solo hablar de la oración, sino orar. No solo estudiar o leer acerca de la oración, sino orar.

Antes de comenzar debemos saber cuál es la voluntad de Dios en aquello por lo que vamos a orar, si no lo sabemos debemos orar por dirección, incluyendo el estudio de la Escritura. Si su voluntad está expresada claramente en su palabra tendremos convicción para hacerlo con fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios, pero con fe le agradamos y recibimos.

Para no dudar debemos sustentar nuestra oración sobre la palabra de verdad, que es la voluntad de Dios revelada. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Jn.5:14,15 RV60).

La primera cosa que debemos saber es que ORAR es la voluntad de Dios. Jesús dijo: Vosotros, pues, oraréis… Primero la necesidad de orar siempre y no desmayar, luego debemos saber orar como conviene. Oraréis así. ¿Cómo? En la Escritura encontramos varios modelos y niveles de oración. La vida de oración es un mundo inmenso, un universo para explorar, empezaremos por algunas cosas esenciales, y dependeremos del Espíritu Santo al hacerlo.

Orar es obedecer a Dios, por tanto, nuestro propósito esencial es obedecer al Señor orando. Toda la Escritura enseña la necesidad de orar. Jesús nos mostró el ejemplo viviendo una vida intensa de oración. Por tanto, oremos.

Esta página web pretende ser una herramienta, una plataforma, o una atalaya para que desde ella podamos orar. El profeta Habacuc dijo: Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que El me dice, y que he de responder cuando sea reprendido (Hab.2:1 LBLA).