ANTES DE ORAR: Haz una primera lectura para ti mismo; si estás de acuerdo con el contenido oremos juntos y unánimes con voz audible.
Orando con el salmista por Israel: «Hazles como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón; que perecieron en Endor, fueron hechos como estiércol para la tierra. Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb; como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes, que han dicho: Heredemos para nosotros las moradas de Dios» (Salmos 83:9-12 RV60).
Padre celestial. Dios de Israel. Tú eres un Dios justo, y cuando tu pueblo abandona el pacto los castigas, porque no tendrás por inocente al culpable; pero cuando se arrepienten y te buscan, tu misericordia se levanta nueva cada mañana hasta la tercera y cuarta generación de los que te temen.
Oh Dios nuestro, Israel se apartó de ti en días de los Jueces, y los vendiste en manos de los madianitas. Fueron oprimidos por sus enemigos. Se escondían en cuevas y en cavernas. Sembraban sus tierras pero luego subían los madianitas, amalecitas y los hijos de oriente contra ellos para devastarla. Así empobrecía Israel en gran manera a causa de Madián (la actual Arabia).
Pero luego, Señor, Israel clamó a ti desde lo hondo de su aflicción y enviaste a Gedeón para libertarlos. Le diste la victoria sobre las multitudes de Madián y los hijos del oriente. Entonces, Señor, tomaron prisioneros a los reyes que les habían oprimido, aquellos que llevaban adornos de lunetas en sus camellos porque adoraban la media luna, una idolatría preislámica, que luego ha extendido el propio islam.
Hoy también, Señor, se han juntado las naciones que rodean la tierra de Israel para venir a heredar las moradas de Dios; la tierra que le diste a tu amigo Abraham. Los adoradores antiguos de la media luna son los mismos que hoy pretenden destruir la nación de Israel. Por eso, Dios de Jacob, hazles como a Madián, como a Sísara y a Jabín en el torrente de Cisón.
Señor y Dios, los antiguos enemigos de Israel perecieron y fueron hechos estiércol para la tierra. Hoy se han levantado los mismos pueblos contra tu ungido, el pueblo de las promesas, a quien has dicho, mediante tus profetas, que ha de venir el Mesías y Rey de Israel para establecer tu reino sobre todas las naciones.
Señor, levántate; huyan tus enemigos. Guarda a Israel. Levanta, Señor, generales como Gedeón. Un pueblo dispuesto para la batalla; mientras los redimidos por la sangre del Cordero nos levantamos en oración y clamor para que se haga tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo. Y tu nombre, oh Dios, sea levantado en Sión.
Perdona a mi nación, Señor, la ignorancia que lleva a nuestros gobernantes a ponerse al lado de los enemigos de Israel. Libertanos del miedo que hoy ejerce el islam sobre las naciones y sus gobernantes. Desenmascara, Señor, la mentira que anida en sus entrañas, y danos la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Te lo pedimos en el maravilloso nombre de Jesús, rey de Israel y Cabeza de la iglesia. Amén.
Notas:
Textos paralelos: Jueces 6,7 y 8