Los hijos de condenación (LXVII) – Babilonia (59)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones, y di: Así ha dicho YHVH el Señor sobre Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea (Ezequiel 16:1-3)
Estamos estudiando sobre todo la ciudad de Babilonia comparándola con la ciudad de Jerusalén que en la Biblia representan dos realidades opuestas. Ambas tienen una dimensión terrenal y otra espiritual. Quiero hacer ahora un breve regreso en el tiempo para conocer el origen de la Jerusalén terrenal. Lo encontramos en el capítulo 16 de Ezequiel.
Allí se compara la ciudad con una niña que nació en unas condiciones aciagas. Nació en la tierra de Canaán, donde habitaban hombres malvados, perversos y malditos. En esa atmósfera fue dada a luz aquella niña; no fue cortado su ombligo, ni lavada, no hubo quien se compadeciese de ella, fue arrojada sobre la faz de la tierra, menospreciada justo al nacer. Su nacimiento experimentó un fuerte rechazo.
Entonces pasó el Señor junto a ella, la vio sucia en sus sangres, y le dijo: ¡Vive! La hizo multiplicar, creció y se hizo grande, llegó a ser muy hermosa, se formaron sus pechos, le creció una hermosa melena, pero estaba desnuda y descubierta.
Pasó otra vez el Señor al lado de ella, la miró y vio que era tiempo de amores, extendió su manto sobre ella, cubrió su desnudez, y entró en pacto con ella, y fue propiedad del Señor. Entré en pacto contigo, dice YHVH el Señor, y fuiste mía (16:8). Fue lavada, ungida, vestida de lino y seda, ataviada con adornos, puso brazaletes en sus brazos y collar a su cuello, joyas en su nariz, y una hermosa diadema en su cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado… y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu nombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti (16:13,14).
Y llegando el momento álgido de su desarrollo, (había pasado del menosprecio a reinar), ocurrió lo inesperado. Confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre (16:15).
Comenzó así un deterioro progresivo hacia la decadencia que la llevó a corromperse con los ídolos de su entorno, es decir, la influencia de la ciudad ramera —Babilonia— contaminó sus caminos, olvidándose de dónde había venido.
Se corrompió de tal manera que imitó los peores comportamientos idólatras. Parece imposible de creer, pero el mismo proceso lo ha vivido la iglesia de Dios en la historia.
El origen terrenal de Jerusalén es cananeo, bajo maldición, pero llegó a reinar; luego se envaneció y prostituyó con idolatría olvidando su origen.