64 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LVI) – Babilonia (48)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         Habló el Señor contra Babilonia. Lo hizo por medio del profeta Jeremías. La primera dirección de sus palabras tiene como destino el imperio babilónico que dominaba el mundo conocido en días del profeta.

Ese es el primer destino de su profecía. Pero hay más. Había que anunciar, hacer saber, levantar bandera, publicar sin encubrimiento el mensaje que debía ser anunciado.

Observa el énfasis que el Señor le da al profeta para que sea conocido, anunciado, verbalizado, vocalizado y proclamado lo que el Señor tiene que decir.

El evangelio también tiene que ser anunciado y predicado por aquellos que han sido llamados por el Señor.

Hay que liberar la palabra de Dios en la tierra. No es nada mágico, es obedecer las directrices del Señor. Si callamos no hay salvación.

Esta verdad trascendente la conoce también el diablo y la usa para sus fines a través de los hijos de desobediencia, bien para anunciar falsedades, tergiversar o manipular la revelación del cielo, o bien para impedir que no se anuncie la buena nueva.

También hay que anunciar el juicio de Dios. Jeremías debía hacerlo. Pablo dijo que Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia. Anunciar el juico de Dios no es solo cosa de los profetas del AT, también lo es de los apóstoles y los discípulos del Señor. El que no crea será condenado. Eso es anunciar juicio. Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Eso es anunciar juicio.

Pero nos gusta predicar lo que el oído quiere escuchar, ser agradables a los hombres, no impopulares; pero si tratamos de agradar a los hombres no seremos siervos de Cristo.

Si anunciamos las obras malas del mundo, el mundo nos aborrecerá (Jn.7:7), pero si amamos más la gloria de los hombres que la gloria de Dios, evitaremos confesar nuestra fe, por miedo a ser expulsados de la sinagoga.

Observa lo que está escrito: Muchos de los gobernantes creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, ¿lo ves?, no lo confesaban, no liberaban su confesión de fe, ¿por qué?, por miedo a ser expulsados de la seguridad social, y porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Jn.12:42,43).

         Hablar contra Babilonia es oponerse al sistema de este mundo, atrayendo su aborrecimiento y desprecio sobre nosotros.

63 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LV) – Babilonia (47)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         Veamos algunos datos de interés en los capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías.

Lo primero que hay que reseñar es que el imperio que Dios usó como azote y castigo sobre Judá y otras naciones, ahora le llega el tiempo de dar cuenta ante el Todopoderoso por sus extralimitaciones.

Observemos lo siguiente. La Escritura nos abre una ventana, descorre el velo que cubre a todas las naciones (Isaías 25:7) para mostrar que el Señor reina y no ha dejado al azar los acontecimientos de la tierra. Vemos que levanta y quita reyes; anuncia el gobierno de los imperios, su decadencia y finalmente el juicio. El libro de Daniel no deja duda de ello. Babilonia fue el azote de Asiria; ahora se anuncia el juicio sobre Babilonia a través del imperio medo-persa. No hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas (Amós 4:7). Pues bien, el mismo profeta que anunció que Judá debía entregarse al rey Nabucodonosor, ahora declara el día de juicio sobre el imperio babilónico. Levantamiento y caída.

La Escritura nos enseña que todos los reinos de este mundo caerán, y se levantará un reino en Jerusalén que no tendrá fin, el anunciado a David en el pacto que el Señor hizo con él. Por tanto, y adelantándonos mucho al desarrollo que estamos haciendo en nuestras meditaciones sobre los hijos de condenación, digamos una vez más que aquí encontramos uno de los motivos principales por los que la aparición del Estado de Israel en su tierra, después de 1800 años de diáspora, ha sido, es y será un avispero en el corazón de todo lo que significa Babilonia, la ciudad que ha extendido su fornicación y corrupción a todas las naciones de la tierra.

La reaparición de Israel en su tierra es piedra de tropiezo a las naciones, una provocación insoportable para el islam, que a su vez quiere conquistar todo el mundo con un cambio de ley, la sharia, cambiando el gobierno de Dios por la tiranía de Nimrod; y el reino mesiánico por el del falso profeta que se opone a Dios y su Cristo.

Nuestra misión como iglesia del Señor, injertados en los pactos dados a Israel, es estar a su lado en estos días de asedio y antisemitismo.

         La palabra de Dios en boca de sus profetas dirige la historia. No hay nada entregado al azar, aunque el adversario pretenda torcer su destino.

62 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LIV) – Babilonia (46)

En aquel tiempo, dice YHVH, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo… El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo. YHVH se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia  (Jeremías 31:1-3)

         Judá vivía en tiempos de Jeremías en la antesala del cautiverio babilónico. Ese periodo incluía la derrota ante los caldeos, la entrada de los enemigos en Jerusalén, la destrucción del templo y ser entregados al cautiverio. Un proceso gradual como resultado de la desobediencia al pacto que Dios había hecho con Israel en Sinaí.

Pero el profeta no solo anuncia el cautiverio inminente, sino que se adelanta en su proyección profética y ve los días de la restauración del pueblo de Dios, que a pesar de su castigo no es rechazado por el Señor. Por un lado se anuncia una primera restauración a la vuelta de setenta años. Esa restauración se iniciaría con el edicto de Ciro. Pero se anuncia una restauración futura, por tanto, habría un nuevo cautiverio, que enlaza con las palabras de Jesús cuando dijo que habría una gran calamidad e ira sobre este pueblo, y serían llevados cautivos a todas las naciones.

Jerusalén sería hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lc. 21:23,24). Esto ocurrió a partir del año 70 d.C. cuando Tito, el general romano, destruyó el templo de Jerusalén y comenzó una diáspora que duraría unos 1800 años, hasta el tiempo de la restauración que también anuncia el profeta Jeremías. Observa el alcance de la profecía. El amor eterno del Señor por Israel se manifestaría de nuevo, aunque ahora, era necesario ser afligidos en diversas pruebas por su desobediencia y ser llevados al desierto de las naciones. Jesús lo expresó así: vuestra casa os es dejada desierta… hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor (Lc.13:34,35). Jeremías anuncia esos días. Subamos a Sión, a YHVH nuestro Dios (31:6). Su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor (31:12). Satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida (31:25). Haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (31:31). Todos me conocerán… y no me acordará más de su pecado (31:34). Los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente (32:37).

Esta restauración se inició en 1948 y sigue hoy en un proceso gradual hasta la venida del Mesías en Jerusalén y el establecimiento del reino mesiánico. Es el propósito eterno de Dios con Israel.

         El amor eterno de Dios por Israel supera el tiempo de juicio y alcanza su restauración para bendecir una vez más a todas las naciones.

61 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LIII) – Babilonia (45)

Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá… que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de YHVH delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo…  (Jeremías 28:1)

         El tiempo en que vivió Jeremías fue extremadamente convulso. Tanto, que el profeta dijo que era la generación objeto de la ira de Dios (7:29 y 8:3). Había muchos profetas anunciando paz y prosperidad (8:11). El contraste estaba servido. Como suele ocurrir a menudo la mayoría se inclinó a escuchar el mensaje de aquellos que anunciaban buenas cosas, aunque eran falsas de toda falsedad.

Por su parte, el mensaje de Jeremías era muy impopular. Incluso se le acusó de antipatriota y traidor a la nación por predicar que debían someterse al rey de Babilonia.

Hoy sabemos que el verdadero profeta de Dios era el que anunció juicio, y quienes hablaron positivamente a una generación extremadamente corrompida eran profetas falsos que agravaron aún más la situación ya de por sí trágica. Uno de ellos se llamaba Hananías. Este anunció que el cautiverio que ya se había iniciado en su primera fase —hubo tres periodos distintos en el proceso al cautiverio babilónico— solo duraría dos años, y después el yugo del rey de Babilonia se rompería y los cautivos regresarían a casa (28:2-4). Jeremías dijo amén a ese mensaje, aunque lo hizo irónicamente, porque el Señor le había mostrado que sería un cautiverio largo, de setenta años, y los que ya vivían en Babilonia debían establecer sus vidas edificando casas para sus familias hasta el tiempo de regresar, pero eso no sería pronto, sino después de un largo descanso de la tierra, la que había sido perjudicada por no guardar sus días y años de reposo (Levítico 26:34,35).

Esta tensión entre un tipo de profecía positiva y otra de castigo se ve en buena parte del libro de Jeremías. Comprendo que no era fácil aceptar un mensaje tan desagradable para un pueblo que se había acostumbrado a vivir lejos de la ley de Dios, romper el pacto, mezclar la fe de sus padres con la idolatría cananea, y haber hecho todo tipo de lugares de culto falsos para adaptarse al entorno, conseguir prosperidad, y sin embargo, entendían que llegado el  momento de dificultades podían clamar a su Dios y ser librados.

Este engaño del corazón cegado por la ignorancia es muy común en nuestros días. Y el juicio vino. Hananías murió ese mismo año (28:15-17) y Jeremías cumplió con su llamado.

         Para distinguir a los verdaderos profetas de Dios debemos conocer el tiempo en el que vivimos, tiempo de restauración o juicio.

60 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LII) – Babilonia (44)

Así habló YHVH Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he aquí que vienen días, dice YHVH, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho YHVH, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán  (Jeremías 30:2,3)

         Hemos dicho que la profecía bíblica tiene en algunas ocasiones varios cumplimientos; uno histórico, otro de más largo alcance, a menudo sobre el tiempo del fin.

La profecía puede superponerse en varias capas que no siempre es fácil interpretar. En el texto que tenemos para meditar tenemos un ejemplo de lo que quiero decir. Me explico. Judá fue llevado al cautiverio. El profeta Jeremías lo anunció, y también profetizó su regreso a los setenta años.

En nuestro texto estamos ante una profecía que tiene un primer cumplimiento en el regreso de Babilonia, pero además contiene otro de más largo alcance. Habrá otro retorno de Israel y Judá a la tierra de sus padres. Recordemos que Israel ya había sido llevado al cautiverio por Asiria en el año 722 a.C. Jeremías anuncia ahora un retorno a la tierra de la heredad dada a los patriarcas, no solamente de Babilonia, sino de todas las naciones, como se dice en otros lugares.

Por tanto, tenemos que habría un tiempo para Judá de cautiverio en Babilonia, que regresarían después de setenta años, pero que habría otro cautiverio posterior porque se anuncia un regreso a la tierra de sus padres cuando la disfrutarían. Esto tiene un alcance mayor del que ahora podemos explicar. En este mismo capítulo el profeta dice que después de un tiempo de angustia para Jacob, será librado (30:7). Que no volverán a poner a Israel en servidumbre, sino que servirán al Señor su Dios y a David su rey, a quién yo les levantaré (30:8,9). Aquí tenemos una referencia al reino mesiánico, muy distante aún de los días en que fue anunciado por Jeremías. Además se anuncia sanidad para Israel. La ciudad será edificada sobre su colina —una referencia profética a Jerusalén y Sion— y el templo será asentado según su forma (30:17,18).

Por ahora nos interesa comprender que hubo un tiempo cuando el pueblo de Dios fue llevado al cautiverio babilónico, y en ese lugar les fue dicho que debían casarse, engendrar hijos, multiplicarse, y procurad la paz de la ciudad a la cual fueron transportados; rogando al Señor por ella, porque en la paz de Babilonia, tendrían ellos mismos paz (Jer.29:4-7). La congregación de Dios hoy también vive en medio de la influencia babilónica y debemos ser luz el tiempo de nuestro cautiverio.

         Hay un tiempo para el pueblo de Dios de vivir en Babilonia, incluso de procurar su paz y bienestar, pero la esperanza mayor es el regreso a Sión.

59 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (LI) – Babilonia (43)

Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho YHVH, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre (Jeremías 25:11,12)

         Alrededor de doscientos años después de la profecía de Isaías sobre Babilonia encontramos al profeta Jeremías con un mensaje muy distinto acerca del rey Nabucodonosor.

Para situarnos históricamente y comprender algo mejor el mensaje de Jeremías veamos algunos datos aclaratorios. Siendo muy joven, el profeta fue llamado por Dios para anunciar un mensaje impopular al reino de Judá. Puede haber sido por el año 627 a.C.

El pecado de Judá había subido delante del Señor y el juicio fue decretado sobre su pueblo y la ciudad de Jerusalén. En ese tiempo el imperio Asirio había caído y la ciudad de Babilonia se constituyó en el nuevo imperio con su rey Nabucodonosor. El profeta Daniel diría de él: tú eres aquella cabeza de oro (Dn.2:38). Estamos ante la Babilonia física y su dominio sobre todo Oriente Medio. El mensaje original de Jeremías es que Judá se someta a Nabucodonosor.

El Señor, Dios de Israel, lo había levantado para enseñorearse de las naciones del entorno, entre ellas el reino de Judá, y usarle como instrumento de su juicio sobre su propio pueblo que había abandonado el pacto.

Por tanto, tenemos aquí que el espíritu babilónico había penetrado al pueblo elegido, y el juicio de Dios sobre Judá, a través del imperio emergente, surgió precisamente de Babilonia. Como el rey de Israel y sus príncipes no recibieron el mensaje de Jeremías, finalmente el juicio anunciado se convirtió en cautiverio durante setenta años. Luego, una vez consumado el juicio por el pecado de Judá —observemos que el Dios de la Biblia no hace acepción de personas a la hora de emitir sus juicios sobre las naciones, en esto Israel recibe el mismo trato por su pecado, una vez que transgrede el pacto— el mismo imperio babilónico sería a su vez juzgado, porque se extralimitó en sus competencias.

El ensañamiento que los caldeos ejercieron sobre Judá y los pueblos vecinos vino en recuerdo de aquel que juzga a todas las naciones, y la maldad de Babilonia al ejecutar la voluntad del Señor recibió su justa retribución.

         El profeta Jeremías vivió en medio de la generación objeto del juicio de Dios. Su mensaje impopular recibió el rechazo de su pueblo en medio del avance imparable del imperio babilónico.

58 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (L) – Babilonia (42)

He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten. Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te salve (Isaías 47:14,15)

         La maldad tiene un recorrido con fecha de caducidad. El juicio de Dios alcanza a los malos inexorablemente. El malo se jacta de no ver su día, pero no sabe que hay uno en el cielo que vela sobre todos ellos y nadie escapa a  su ojo.

Está anunciado el día cuando todas las ramificaciones de la ciudad babilónica serán juzgadas y reducidas a humo.

Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Si hay una expresión de soberbia que atrae el juicio de Dios es la que brota de la ciudad de destrucción. Por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada a fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio (Apc.18:8,9). Una vez que el fuego destruye la ciudad fornicaria es reducida a humo por el incendio provocado en ella. El apóstol Pedro nos dice en su segunda carta que los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos (2 Pedro 3:7). Jesús dice hasta cuatro veces seguidas que el fuego de este juicio nunca se apaga (Marcos 9:43-48).

En el Salmo 1 encontramos el mismo juicio sobre los malos. En contraste con los justos, dice: No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.

El juicio sobre Babilonia es el mismo que sobre todos aquellos que viven en la ciudad destinada a destrucción. Nuestro texto dice: He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama. Muy evidente en la Escritura y evitado en muchos mensajes tan positivistas como falsos.

Finalmente, Babilonia y sus habitantes, aquellos que se fatigaron traficando con ella desde su juventud, cuya naturaleza se inició en la llanura de Sinar bajo el liderazgo de Nimrod y que se extendió a todas las naciones, será juzgada y condenada. Su maldad no quedará impune ante la justicia de Dios.

         El profeta Isaías anuncia el juicio sobre Babilonia antes que esta viniera a ser un imperio alrededor de doscientos años después de su profecía.  

57 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XLXIX) – Babilonia (41)

Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud… Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti (Isaías 47:11-13)

         Debemos volver a recordar la diversidad que agrupa la ciudad de Babilonia en su vertiente espiritual, sin olvidar su aspecto geográfico. De ella salió el paganismo, opuesto al Dios Creador, en sus múltiples facetas. Una siempre ha sido netamente religiosa, dando respuesta a la insaciable sed del alma humana de religión.

La historia de la humanidad es la historia de sus religiones que forman el carácter de los pueblos. Los ritos, cultos, ceremonias, y tradiciones de los pueblos forjan indudablemente su idiosincrasia en un porcentaje muy alto. Eso por un lado.

Por el otro, tenemos hoy otro tipo de religiones que no aparecen como tales. Se disfrazan de filosofías, psicologías, terapias alternativas, ideologías de género, nacionalismo, etc. Todo ello, y mucho más, no tiene el ropaje tradicional de una religión al uso, pero actúa como tal. Fascina de igual manera. Hechiza a una sociedad postmoderna que se burla de la religión tradicional sin saber que practica otro tipo de religión igualmente emanada de la misma ciudad ramera y fornicaria de Babilonia.

Porque Babilonia tiene muchos ropajes y diseños pero la materia prima es la misma: rebelión contra Dios.

Los que antes adoraban un ídolo de madera o escayola, hoy adoran el horóscopo. Los que antaño servían a ceremonias tribales, hoy pretenden descubrir los secretos del universo para alcanzar su realización personal y alcanzar un futuro motivador.

Tenemos legión de libros que hablan de auto-estima y la mayor parte de los argumentos que presentan emanan de filosofías de la Nueva Era, es decir, el abrevadero de la ciudad fornicaria que edificó Nimrod.

Nada nuevo debajo del sol. El diablo se disfraza a gusto de la sociedad a la que tiraniza.

Incluso el islam que alardea de ser una religión monoteísta y dice adorar al único dios, en realidad el eje de su culto lo compone una piedra negra, pequeña (algunos dicen que un meteorito), incrustada en la Kaaba, alrededor de la cual dan vueltas. Al fin idolatría. Y sobre todo ello vendrá el mal, quebrantamiento y destrucción. El juicio de Dios.

         El corazón engañoso del hombre es fácilmente hechizado y encantado por la ciudad que se viste del ropaje y diseño que piden los tiempos

56 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XLVIII) – Babilonia (40)

… a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tú misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más (Isaías 47:9,10)

         El levantamiento que vive hoy el islam contrasta con la decadencia que azota a gran parte de la iglesia de Dios, especialmente en Occidente.

Por su parte, los gobiernos europeos que han renunciado a sus raíces judeocristianas históricas han puesto las bases para una invasión silenciosa del continente desde hace más de treinta años.

Mientras que gran parte de los creyentes están entretenidos con todo tipo de placeres mundanos, el islam avanza en nuestros países con paso firme.

Cuando la sociedad se desmorona mediante el quebranto de los valores morales y espirituales, la iglesia está sin fuerza para penetrar más allá del velo con gran clamor y lágrimas por las naciones. Si hay algo que está claro en la Escritura es que cuando el pueblo de Dios decae en la obediencia y es contaminado por los poderes mundanos que la rodean surge un poder determinado a destruirla. Así fue con Israel, hasta que fue llevado cautivo a Babilonia. Así ha sido en la historia de la iglesia en diversas ocasiones, y así es hoy en una parte amplia de la cristiandad.

Sin embargo, el Señor sabe librar de tentación al justo. Siempre tiene un remanente que no dobla la rodilla ante los baales del momento. El Señor siempre se reserva un puñado de fieles con quienes llevar a cabo sus propósitos. Este es otro principio que aparece por toda la Escritura.

Muchos son hechizados y encantados por Babilonia. Unos por el brillo del oro y el dinero, otros por los lazos religiosos que fascinan la conciencia y la cauterizan, estas son las dos fuerzas predominantes que hoy se están oponiendo al propósito eterno de Dios: Hablamos del humanismo y el islam. La vertiente relativista, hedonista, nihilista, con el sistema financiero mundial por un lado, y los muyahidines del islam por otro. Este último está atrapando a muchos jóvenes europeos, vacíos de sentido y proyección en la vida, para ser fascinados por la lucha revolucionaria yihadista que ni entienden, ni comprenden. Algunos son convertidos en poco más de dos meses de un joven de cultura netamente occidental, en fanáticos yihadistas dispuestos a suicidarse por una causa que les ha cautivado. Nuestro texto muestra que a pesar de la maldad, sus hechizos y encantamientos expresados por Babilonia, en la que tiene su confianza, será reducida a orfandad y viudez en un solo día. La soberbia de su exclusivismo, yo y nadie más, atraerán el juicio.

         El profeta Isaías, como el apóstol Juan, dejan claro el juicio a Babilonia.

55 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XLVII) – Babilonia (39)

Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti… (Isaías 47:9)

         Estamos asistiendo hoy al levantamiento del islam con una fuerza inusitada. No es nuevo, la historia enseña con toda claridad que así ha sido siempre que se ha sentido fuerte. Lo fue desde su origen.

En España lo padecimos a partir del año 711 d.C. cuando fuimos invadidos por las huestes musulmanas, aniquilando el reino visigodo y lo que quedaba de la cultura greco-romana-cristiana, aunque permaneció un resto en las montañas de Asturias que daría lugar al reino de Astur-leonés desde donde se iniciaría la reconquista que duró siete siglos.

Cuando el islam decayó en su empuje fundamentalista llegaron dos oleadas de islamismo radical, el de los almorávides y los almohades que fueron impulsores del yihadismo antiguo, el mismo que estableció Mahoma en su conquista de Medina y la Meca, y que luego se extendió por todo Oriente Medio, el norte de África y la cuenca mediterránea.

Cuando el impulso inicial de las conquistas musulmanas decayó, especialmente en la época del imperio mongol, surgió la doctrina salafista que viene a decir algo así como que su decadencia se debe al abandono de la literalidad del Corán, por tanto, el regreso a los días de su esplendor pasa necesariamente por un retorno a las prácticas extremas del libro sagrado, la sunna y los hadices. La llegada de los turcos y el establecimiento del califato Otomano duraron más de  cuatrocientos años, hasta 1923, que le dio un nuevo impulso al islam. Después de un tiempo de incertidumbre por el desmembramiento del califato otomano, ha vuelto a surgir con fuerza el islam fundamentalista y la declaración de la yihad para recuperar el dominio perdido, echar a los gobiernos musulmanes tibios del poder, y extender su dominio a todo el orbe mediante la fuerza de la espada. Así ha sido hasta nuestros días.

Por tanto, una de las grandes falacias que el mundo occidental ha asimilado es que el islam es una religión de paz.

Nunca lo ha sido y nadie que pretenda seguir al pie de la letra las enseñanzas del profeta Mahoma hará semejante afirmación. Hoy se ha levantado nuevamente con fuerza. Piensa establecer la ley islámica —la sharia— en todo el mundo, destruir a Israel y los cristianos, junto con todos los infieles que no asumen su versión rigorista y literal del islam. Pero esa fuerza será quebrada en un mismo día.

         La historia del advenimiento del islam desde el 622 d.C. ha sido violenta, devorando a muchas naciones originalmente de tradición cristiana.