26 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaLos ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor (Salmos 34:15).

El Señor tiene ojos y oídos. Puede ver a los justos y oír el clamor de sus oraciones. No solo oye, sino que está atento. El lenguaje del salmista muestra a un Dios cercano y dispuesto a proveer. Conoce nuestra condición, se acuerda que somos barro, débiles, pero con semejanza a su imagen. Ha puesto en nuestra boca la posibilidad de expresarnos delante de Él, verbalizar nuestras peticiones, presentar nuestros argumentos y solicitar su intervención en nuestros desafíos. Todos estos privilegios recaen sobre el justo. Pero ¿quién es justo delante de Él? No hay justo ni aún uno, no hay quién entienda… El postrer Adán, él es el Justo que nos justifica para llevarnos a Dios. Por tanto, sus ojos nos ven, sus oídos están atentos a nuestras oraciones, y si sabemos que El nos oye, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Juan 5:14,15). Todo el salmo deja claro que el Señor oye la oración de los justos. Alabado sea Su Nombre.

Padre amado, tú ves el estado deplorable en que vivimos. Levanta, Señor, a los justos en Israel, y en nuestro país, para presentar el clamor ante tu trono a favor de la tierra, en el glorioso nombre de Jesús.

25 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaHe aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre. Nuestra alma espera al Señor; El es nuestra ayuda y nuestro escudo; pues en Él se regocija nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea sobre nosotros tu misericordia, oh Señor, según hemos esperado en ti  (Salmos 33:18-22).

Aunque el Rey del Universo observa a todos los hombres y conoce todas sus obras, su mirada es atraída especialmente sobre los que le temen, los que esperan en su misericordia, los que creen en su ayuda, los que se regocijan al tener puesta la confianza en su Omnipotencia. Viven confiados porque conocen la misericordia de Dios en medio de cualquier circunstancia movible que les afecte, porque han puesto su esperanza en el Hacedor y Sustentador de todas las cosas. Estos son los hijos del reino eterno, que se han sometido a su voluntad, y han invocado su nombre en la tierra.

Dios de Abraham, Isaac y Jacob, en ti están nuestra confianza y esperanza. Ayuda a Israel y a nuestro país en los tiempos de hambre y muerte, en el nombre de Jesús. Amén.

 

24 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaEl Señor mira desde los cielos; El ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada El observa a todos los habitantes de la tierra; El, que modela el corazón de cada uno de ellos; El, que todas las obras de ellos entiende  (Salmos 33:13-15).

¡Increíble! Alto es, no lo puedo comprender. Tal entendimiento es demasiado elevado para una mente mortal. ¿Cómo llegó el salmista a saber y tener esta certeza del conocimiento que Dios tiene del hombre? La respuesta debemos encontrarla en que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios (2 Pedro 1:20-21). Nada escapa a su observación. Su Omnipresencia es asumida por el cantor del salmo como algo natural, absoluto. La creación no es resultado del azar. El hombre es observado por el Creador y tendrá que rendir cuentas de sus actos. Su corazón es modelado para cumplir el propósito soberano de su Hacedor. Y las iniciativas propias de la voluntad del hombre son entendidas por el Rey del Universo.

Soberano Dios, ante ti vivimos, nos movemos y somos. Moldea, Señor, nuestras vidas para que hagamos siempre tu voluntad. Amén.

22 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaYo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti   (Salmos 32:8).

La fe en el Dios de la Biblia es una fe fundada en el conocimiento de sus caminos. La fe no anda a ciegas. Sabe a dónde va, porque confía en la palabra cierta de quién sustenta esa fe. Jesús es el camino. El apóstol Pablo dijo que la voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos, y vengan al pleno conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). Sin embargo, no siempre comprendemos rápidamente, debemos ponernos en marcha aún cuando no veamos todo el trayecto. Esa acción de fe será observada por el Señor para ver si andamos por el camino que Él nos ha mostrado. Abraham salió de su tierra por una palabra del Eterno, y al caminar en obediencia, fue descubriendo todo el plan de Dios para su vida. El Señor supervisa nuestras vidas para constatar nuestra obediencia.

Padre, enseña a Israel el camino que debe seguir, dale luz en medio de la oposición de las naciones, y a nosotros también. En el nombre de Jesús.

20 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaBendito sea el Señor, porque ha oído la voz de mis súplicas. El Señor es mi fuerza y mi escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido (Salmos 28:6,7).

El Señor ha oído la súplica. El salmista ha llegado a esta certeza plena, sabe que su clamor ha llegado hasta el lugar donde Dios habita, ha penetrado la oposición, se ha roto la resistencia que impedía la llegada de petición de auxilio, ahora descansa, confía, se sabe socorrido, ha vuelto a experimentar que su fuerza viene del Señor y que Él es su escudo. Como cuando en una batalla, el soldado que ha sido enviado a pedir refuerzos traspasa las líneas enemigas, llegando hasta el lugar donde su mensaje tendrá una acción inmediata que pondrá a salvo el cerco que los atenaza. Antes de que lleguen los refuerzos ya hay regocijo y acción de gracias, la respuesta está en camino, la victoria es segura. Bendito sea el Señor que oye la voz de nuestra súplica y viene en auxilio de los menesterosos.

Te alabamos Padre, Dios del cielo y de la tierra, porque oyes nuestra voz cuando a ti clamamos y nos envías el oportuno socorro. Amén.

 

19 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaA ti clamo, oh Señor; roca mía, no seas sordo para conmigo, no sea que si guardas silencio hacia mí, venga a ser semejante a los que descienden a la fosa. Escucha la voz de mis súplicas cuando a ti pido auxilio; cuando levanto mis manos hacia el lugar santísimo de tu santuario (Salmos 28:1,2).

Este salmo, como muchos otros, es de David. Sin embargo, el mensaje no es de rey, sino de siervo. No es de una persona autosuficiente, sino de quien expresa dependencia absoluta en Dios. A ti clamo, oh Señor, con voz de súplica pido auxilio. Tiene su mirada puesta en el lugar santísimo. La sangre de Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo para poder penetrar más allá del velo, por tanto, podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Ese camino, es camino de santidad, no de soberbia y arrogancia, si no de dependencia en la gracia y la misericordia de Dios.

Gracias Padre que podemos acercarnos en confianza hasta tu trono por la sangre de Jesús. Muestra este camino nuevo y vivo a Israel, y danos en nuestro país la humildad necesaria para reconocer que te necesitamos. Amén.

18 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaEspera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor  (Salmos 27:14 bis).

Una parte de la vida de oración tiene que ver con esperar en Dios. No es una espera pasiva, sino de esperanza en aquel que tiene el poder para cambiar nuestras vidas y las circunstancias adversas en posibilidades productivas. Sabiendo que la prueba de vuestra fe, produce paciencia. Ciertas esperas tienen un componente de conflicto, de perturbación, pero la espera en Dios es de confianza y salvación. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor (Lamentaciones 3:26). En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación (Salmos 62:1). Es una espera que alienta y fortalece el corazón porque sabe que de Él viene nuestra salvación. Es esperar los recursos de Dios porque he agotado los míos, y para ello, hay que decirse a sí mismo: Sí, espera al Señor.

Te damos gracias, Señor, porque eres el Dios de toda esperanza y consolación. Trae consuelo a Israel en su tierra y danos esperanza en España, en el maravilloso nombre de Jesús.

17 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaEspera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor   (Salmos 27:14).

¿A quién se dirige el salmista con esta admonición? ¿A sí mismo? ¿A cada uno de nosotros? Por el lenguaje general de este salmo parecería que está hablando consigo mismo, aunque esta opción no excluye la otra. Hay un tipo de declaración en la Escritura que tiene que ver con alentarse y esforzarse a sí mismo, que va dirigida hacia nosotros mismos. Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de Él viene mi esperanza (Salmo 62:5). El hijo pródigo se dijo a sí mismo: Me levantaré e iré a mi padre, y le diré… También tenemos ejemplos en negativo. Jesús habló del hombre necio que hablaba con su alma diciéndole: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete. Pero Dios le dijo: ¡Necio! En la declaración del salmista que nos ocupa, parece que podríamos llegar a la conclusión de que el espíritu le dice al alma: espera al Señor, esfuérzate, aliéntese tu corazón, sí, espera al Señor.

Señor y Dios Todopoderoso, ayuda a Israel a esperar en ti, esforzarse y alentarse en ti; también a cada uno de nosotros, porque Tú eres nuestra esperanza. Amén.

16 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaVuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido… no sea yo avergonzado, porque en ti me refugio… porque en ti espero  (Salmos 25:16, 20, 21).

El salmista reclama la atención del Señor hacía él. Ha elevado su oración, ha puesto su mirada en el trono de gracia, aún así, pide que el rostro del Señor se vuelva hacia él porque se siente solo y afligido. La vida de oración no siempre nos libera del sentimiento de soledad. Elías decía vivir en la presencia de Dios pero se sintió solo ante las masas idólatras. Pablo tuvo que ser reconfortado con una visión de Jesús para que supiera que no estaba solo en la batalla por el evangelio en la ciudad de Corinto, Jesús estaba con él y tenía mucho pueblo en esa ciudad.

Oh Dios, mira a Israel, solitario y afligido; vuélvete con piedad. Tú eres su refugio y esperanza. Que tu iglesia se levante en oración y consuelo por ellos y nuestros propios conciudadanos, en el nombre de Jesús.

 

15 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaDe continuo están mis ojos hacia el Señor, porque El sacará mis pies de la red (Salmos 25:15).

Poner la mirada en el Señor nos eleva en oración. El libro de Apocalipsis contiene la revelación de Jesucristo y ésta se focaliza en el trono de Dios. Ese es el lugar donde deben estar mirando nuestros ojos. Puestos los ojos en JesúsPoner la mirada en las cosas de arriba, donde nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Esa visión sacará nuestros pies de la red y de los lazos del cazador. Los profetas decían: Vive YHWH, en cuya presencia estoy. Jesús dijo: Padre… yo sabía que siempre me oyes. A Esteban le sostuvo, el día de su martirio, la visión del Hijo de Dios de pie a la diestra del Padre. Y Pablo dijo a Timoteo: Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús…  Cuando contemplamos la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria.

Padre, quita el velo para que Israel vea tu gloria y saque sus pies de la red. Trae revelación de tu Hijo también sobre España, y sobre la iglesia que mira hacia tu trono. Amén.