La naturaleza de BABILONIA
Virgilio Zaballos – España
Un recorrido por toda la Escritura sobre las dos vertientes de la ciudad babilónica, una física y otra espiritual.
Esta ciudad encarna el modelo que han seguido todas las naciones de la tierra en su forma de gobierno, manifestando su oposición a Dios desde los días de Babel. Por su parte, Jerusalén, revela el modelo divino, que será establecido, finalmente, en el reino mesiánico venidero.
Las meditaciones aquí reseñadas forman parte del tema más amplio «El hombre condenado», una de las series de nuestro tema general QUE ES EL HOMBRE.
Nimrod (1)
Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de YHVH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHVH. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad YCalne, en la tierra de Sinar (Génesis 10:8-10)
Inmediatamente después del diluvio la orden del Creador volvió a ser la misma que a la primera pareja: Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. En lugar de llenar la tierra se establecieron en la llanura de Sinar. En ese lugar se levantó un líder mundial como prototipo de todos los regímenes totalitarios, vino a ser el paradigma de los gobiernos que se levantan en oposición al Creador, contraviniendo las leyes de Dios mediante la tiranía, pero aunando voluntades en un proyecto común, su nombre: Nimrod. Era hijo de Cus, que a su vez era descendiente de Cam, el tercer hijo de Noé que fue maldecido por su padre para que fuera siervo de sus hermanos. Sin embargo, este Nimrod se hizo fuerte en la llanura de Sinar y contravino la verdad espiritual sobre su destino de siervo para levantarse como señor. Fue lo que vio el predicador en Ecl.10:7. Este modelo se ha perpetuado a lo largo de la historia, y hoy lo podemos encontrar en muchos líderes de toda condición que contraviniendo la voluntad soberana de Dios, se imponen mediante el empuje de una personalidad carismática y arrolladora ejerciendo dominio sobre sus gobernados. Se adelantan a su condición de sometimiento a la ley natural y moral dada por Dios para rebelarse contra ella y manipulando al pueblo con persuasión y carisma levantando un gobierno rebelde a su Hacedor. La razón humana ha suplantado hoy, (como quiso hacer con aquella vieja torre de Babel), la ley de Dios. Nimrod llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Era vigoroso cazador delante del Señor. Resuelto, decidido y pleno de potencialidad se opuso a Dios en su gobierno. Esa es la traducción correcta del término «delante de YHVH». Tuvo éxito. Edificó varias ciudades, como Nínive, y estableció un reino llamado Babel que luego aparece en la Escritura como Babilonia, madre de las rameras que lleva a las naciones a fornicar y levantar un sistema idólatra que ha influido en todas las naciones. El reino de Babel y la ciudad de Babilonia que comenzó con Nimrod es la antítesis del reino mesiánico que esperamos, cuyo Rey es el Deseado de todas las naciones (Hageo 2:7).
Nimrod aparece en la Escritura como el rey de Babel, la ciudad que corrompería a todas las naciones de la tierra con su idolatría, fornicación y abominaciones, destinada al juicio de Dios sin salvación posible.
Nimrod (2)
Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de YHVH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHVH. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad Y Calne, en la tierra de Sinar (Génesis 10:8-10)
Nimrod representa al líder dominante, que con una personalidad arrolladora cautiva a pueblos enteros para doblegar su voluntad y conseguir que le voten en unas elecciones democráticas, si es el caso, y una vez conseguido el poder manipularlo debidamente para dar expresión en la tierra al dominio que se ha engendrado en el mismo infierno. No olvidemos que la Escritura habla de toda una jerarquía de potestades espirituales, se les llama: principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef.6:12); tronos, dominios, principados, potestades (Col.1:16). Esas autoridades espirituales, o potestades superiores como las llama el apóstol Judas en su carta (1:8), buscan un canal de manifestación humana para ejercer su dominio sobre pueblos y naciones, y lo hacen a través de líderes humanos al estilo de Nimrod. Una vez conseguido este tipo de gobierno en la tierra es muy difícil soltarlo, y mucho más quedar libre de la condenación que lo sustenta. Porque Nimrod ha sido destinado para condenación. Es una de aquellas personas que menciona Judas en su carta como hombres impíos, que entran encubiertamente, incluso en las congregaciones de los santos, para convertir en libertinaje la gracia de Dios, negar su soberanía (puesto que están ejerciendo una autoridad que emana de la rebelión a Dios, de la misma naturaleza de Satanás) y que han sido destinados para condenación (Judas 1:4). Pretender que estas personas se conviertan es dar lugar al lobo en medio de las ovejas, es ser tan ingenuos como para pensar que somos más santos que Dios, y que nuestra predicación puede cambiar lo que el Señor ha destinado a condenación participando así de un espíritu soberbio que Dios resiste. Por supuesto, no todos los gobernantes de las naciones tienen el espíritu de Nimrod. La autoridad viene de Dios. Pero, pensemos, cuando esa autoridad delegada se usa para un fin distinto al que se le dio, se acaba levantando una ciudad babilónica opuesta a Dios y que acabará en confusión. La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es afrenta de las naciones (Pr.14:34). Por ello es necesario que la iglesia del Señor cumpla su función orando por los gobernantes para que no caigan en la condenación del diablo trayendo sufrimiento al pueblo.
Nimrod y quienes le siguen en su estilo de gobierno serán condenados.
Babilonia (1)
Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí (Génesis 11:1,2)
Hay dos ciudades en la Biblia que determinan gran parte de su contenido, son Babilonia y Jerusalén. Ambas tienen dos vertientes, una física y otra espiritual; son paralelas, antagónicas. Pertenecer a una de ellas determina nuestro destino eterno. Ambas tienen un carácter propio que las define, una naturaleza radicalmente opuesta. Se nos dice que hay que salir de Babilonia para poder entrar en Jerusalén. Las dos realidades, una material y otra espiritual de cada una de estas ciudades son complementarias. Ambas aparecen al principio de la Escritura y al final. Es como si la historia comenzara y terminara con ellas. Lo que representa cada una determina gran parte del mayor conflicto que tenemos hoy en la tierra, me refiero al conflicto árabe-israelí. Babilonia tiene el juicio y la ira de Dios decretado sobre su destino final. ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! (Apc.18:10). Y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira (Apc. 16:19). Por su parte a Jerusalén se le llama la ciudad del gran rey (Mt.5:35). La ciudad de David (2 Sam. 5:7). Ciudad celestial (Heb.12:22). Pero vayamos por partes. No queremos hacer aquí un contraste entre las dos ciudades predominantes en la Escritura, queremos examinar lo que significa el concepto Babilonia en su vertiente física/geográfica, así como el aspecto espiritual que se desprende de ella en la Biblia. Vemos que es una ciudad destinada a la destrucción, condenada por el juicio y la ira de Dios, porque se ha constituido en madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra. Por eso nos interesa ir al principio, al inicio de la construcción de esta ciudad y ver sus características. Ya hemos visto que fue construida en la llanura de Sinar (la antigua Mesopotamia), y su primer rey fue Nimrod. El modelo de gobierno y el proyecto que se llevó a cabo en esta ciudad fue trasvasado a todas las naciones de la tierra, por tanto, hay un componente babilónico en todas ellas, por eso me parece importante hacer un recorrido pausado sobre lo que significa Babilonia, el prototipo de ciudad destinada a destrucción. Lo iremos viendo en las próximas meditaciones.
Babilonia da cobijo a todos aquellos que han sido destinados a condenación eterna. Necesitamos salir de ella y entrar en Jerusalén para escapar de sus juicios.
Babilonia (2)
Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí (Génesis 11:1,2)
Comencemos. Después del juicio de Dios por el pecado del hombre en los días de Noé, el Señor volvió a hacer un pacto con Noé, le bendijo nuevamente y le dio una orden: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra (Gn.9:1). Era el mismo mandamiento que anteriormente había dado a Adán y Eva (Gn.1:28). Sin embargo, vemos que el hombre seguía teniendo una naturaleza independiente, con una tendencia innata a desobedecer los mandamientos de Dios, así que en lugar de obedecer el mandato de llenad la tierra y extenderse por su faz, buscaron un lugar para concentrarse y establecerse bajo el gobierno de un líder carismático (Nimrod) que ocupara el lugar de Dios. En ese tiempo tenían una misma lengua, por tanto, el entendimiento y la unanimidad fue la tónica predominante. Hablaban una misma cosa. Dice el texto: tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. La uniformidad era absoluta. Había un «partido único». Tenían la misma visión. Hablaban el mismo lenguaje, no solo por el idioma común, sino en la doctrina, la ideología, el propósito. Se puede ver fácilmente que aquí tenemos el germen de una visión global para establecer un gobierno mundial bajo la tiranía de un hombre con gran personalidad. Todos los regímenes totalitarios han continuado esta misma estrategia, incluyendo a muchos líderes religiosos. Pues bien, digamosló con rotundidad: ese tipo de gobierno procede de Babel, de Babilonia. Está opuesto a la voluntad de Dios. Y las consecuencias de semejante modelo siempre acaban en confusión, tiranía y destrucción. Pueden permanecer por un tiempo, pero lleva en su simiente la semilla del juicio de Dios que se abrirá camino más tarde o más temprano. Hoy seguimos estando bajo esta amenaza. Hay varios intentos de crear un gobierno mundial. Por un lado desde posiciones humanistas, políticas y económicas; y por el otro desde la cosmovisión religiosa y política que hoy encarna el islam. Antes hemos tenido otras ideologías totalitarias como el comunismo y el fascismo. Hoy tenemos el islam. Por eso vemos a muchas personas con ideas políticas de la izquierda radical apoyando mayoritariamente la causa árabe-palestina, ambos son totalitarismos, vasos comunicantes. Recordemos que el islam procede de la Babilonia geográfica.
Hablar una misma cosa, tener una misma visión y propósito no siempre se corresponde con un gobierno justo, en muchos casos acaba en tiranía.
Babilonia (3)
Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:3,4)
Tenían una meta clara, un lenguaje común para realizarla, y un líder carismático que los impulsaba con un gobierno único. Unificaron las fuerzas, trabajaron juntos, estaban motivados, adoptaron una ideología común, querían construir y dejar memoria de su obra. Los principios que los guiaban eran aparentemente buenos, útiles y necesarios en todo proyecto, no había desempleo, todos estaban ocupados en la edificación de la ciudad y la torre. Se animaban unos a otros: vamos, hagamos, edifiquemos. La obra se inició con todas las potencialidades humanas a disposición de un proyecto común. Creció rápido. Parecían tener prisa porque había una sombra que les perseguía y querían anticiparse a ella, esa sombra era el temor de ser esparcidos por la faz de la tierra. Debían dejar constancia de su nombre en la obra, buscar la inmortalidad, la gloria que trascendiera su temporalidad. Ese temor que les atenazaba y por el que corrían afanosamente en la obra que realizaban era que se activara la palabra de Dios. Tenían su propia voluntad, sus proyectos, estaban decididos a realizarlos a toda costa; sabían que estaban desobedeciendo al Dios Creador y Soberano, por ello se afanaban en conseguir sus objetivos antes que entraran en crisis y sus egos se vieran perturbados ante la posibilidad de no terminar la obra. Todo el proyecto estaba condenado al fracaso. La ciudad que estaban construyendo sería la madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra, el prototipo de gobierno idólatra que se extendería por todas las naciones de la tierra. Su destino era la condenación, pero vemos a multitudes afanadas en su construcción. Así ha dicho YHVH de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego (Jer.51:58). No hemos cambiado mucho. Hay que edificar, hay que llevar adelante los proyectos, trabajar juntos, tener responsables que nos dirijan, pero no para construir una Babilonia alejada de la voluntad de Dios, sino someternos a su soberanía, alejarnos de la idolatría y adorar al único Dios y Creador.
El proyecto babilónico ejerce un gran atractivo al hombre natural, pero está destinado a condenación por su rebelión e idolatría intrínseca.
Babilonia (4)
Y descendió YHVH para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo YHVH: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (Génesis 11:5,6)
La fuerza de un pensamiento humano, impulsado por las potestades superiores, puede llegar a constituir una idolatría tan fuerte que sea irrefrenable. La locura acaba siendo parte de un proyecto cuando la obstinación irracional de un hombre o un pueblo quedan fascinados por la idolatría de la soberbia y la vanidad. Los nacionalismos son un ejemplo de lo que estoy diciendo. Siempre tienen un proyecto ilusionante, un líder que lo impulsa, una idea de superioridad que los hechiza con la fascinación del paraíso en la tierra produciendo un esfuerzo unánime en pro de la construcción nacional. Una ciudad y una torre que llegue la cielo, un país que sea único entre todos los demás países, una cultura única, un linaje especial, aunque todos procedamos de una misma sangre, y todo ello como substituto de la religión o junto con ella, para evitar el gobierno de Dios según sus mandamientos. La torre que construían los «soldaditos de plomo» de Nimrod era para emanciparse del Creador, ser dueños de su propio destino, ese era el sueño de la autodeterminación, la quimera de una ciudad eterna. Todo ello con base en el ocultismo, que viene a ser el culto a la rebelión primigenia, siguiendo la corriente de este siglo conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia. La fuerza de este proyecto atrajo la atención de Dios. Y descendió el Eterno para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres. Mira lo que Dios dijo: He aquí el pueblo es uno (había unidad), y todos tienen un mismo lenguaje (la misma ideología o doctrina); han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (tenían determinación). Dios reconoce la fuerza del pensamiento humano con determinación. Si además ese pensamiento se extiende a un pueblo o una nación, solo el juicio de Dios puede frenar la locura resultante que se hace pasar por un proyecto ilusionante. Un pensamiento humano constituido en idolatría será imposible de derribar si no hay intervención de lo alto. Y si se mantiene la obstinación, sin tener en cuenta a Dios, Dios los entregará a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Ro.1:28). Babel es el inicio de todas las idolatrías de la tierra.
Un pensamiento humano construido en rebelión contra Dios atraerá siete espíritus peores para invadir aquella casa con idolatría que conduce al juicio.
Babilonia (5)
Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció YHVH desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad (Génesis 11:7,8)
El modelo babilónico siempre acaba en juicio. La ciudad ha sido destinada a la destrucción y condenación. Se nos dice que salgamos de ella para que no seamos partícipes de sus juicios, y entremos en Jerusalén, que es una figura de la ciudad celestial y eterna. Las formas de vida babilónicas tienen el brillo de lo temporal, las riquezas deseadas, obras faraónicas, pero están preñadas de rebelión, idolatría, ocultismo, soberbia, vanidad y finalmente destrucción y condenación. La obra que había comenzado como un proyecto ilusionante, altamente atractivo, que reunió a todos los hombres bajo el gobierno de un liderazgo mundial con una visión única, que produjo resultados inmediatos poniendo a disposición de la obra una infinidad de voluntades unidas por un mismo propósito, acabaría en confusión y dispersión de las multitudes. Los movimientos que ponen en marcha grandes concentraciones de personas, marcadas por la individualidad y el egoísmo, y a la vez ser capaces de ponerse de acuerdo en torno a un proyecto común puede significar dos cosas: es una obra milagrosa de Dios, como en Pentecostés, o por el contrario está impulsada por una corriente que procede de gobiernos espirituales de maldad en las regiones celestes. Hay modas, leyes e ideologías que se establecen en las naciones con una fuerza difícilmente explicable desde la perspectiva humana. Tienen recorrido durante un tiempo. Pueden durar algunos años, pero siempre acaban pasando como el tamo que arrebata el viento (Sal.1:4). Tal como vinieron se van, dejando en muchos casos confusión y destrucción a su paso. Fue lo que ocurrió en Babilonia. Esa unidad contraria a la voluntad de Dios hizo levantarse al Hacedor para confundirla y esparcirla. Se suscitaron diversas lenguas que hizo imposible el entendimiento que habían conseguido anteriormente. Esto dividió y separó a las familias en torno a sus propias lenguas, lo contrario que el día de Pentecostés, donde el Espíritu de Dios unió a un pueblo de muchos lugares y lenguas distintas en un mismo cuerpo. En Babel fueron esparcidos sobre la faz de toda la tierra, en Pentecostés quedaron unidos por el Espíritu de Dios. En Babel hubo uniformidad, en Pentecostés diversidad.
El modelo babilónico siempre termina en confusión, pero la unidad del Espíritu de Dios trae paz, en la diversidad, y extiende su reino en la tierra.
Babilonia (6)
Por ello fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió YHVH el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:9)
El apóstol Pablo aprendió a lo largo de su vida una lección que lo marcaría para siempre, se le dijo: dura cosa es dar coces contra el aguijón. En otras palabras, no se puede luchar contra Dios y vencer. Si Él ha establecido un plan nadie podrá oponerse. ¿Quién puede resistirle, somos más fuertes que Él? No. Puede haber un tiempo de resistencia, como fue el caso de Faraón en días de Moisés, pero finalmente su justicia se impone inexorablemente y el hombre rebelde queda expuesto en su necedad. Babel es el recordatorio de ello. Pero no aprendemos. Seguimos cometiendo los mismos errores. Continuamos legislando en contra de la ley moral del Creador del Universo (Sal.94:20). Durante un tiempo la soberbia humana se crece con fuerza para tratar de conseguir sus proyectos al margen de la voluntad de Dios, pero será de corta duración. Los imperios y reinos de la antigüedad han caído, incluyendo el de Babilonia, que un día fue el brazo ejecutor del juicio de Dios sobre su pueblo Israel, así como cayó el fascismo y el comunismo y caerá el totalitarismo islámico que nos azota hoy. Dios confundió a las multitudes que se habían reunido en la llanura de Sinar bajo el liderazgo de Nimrod. Todo aquel impulso inicial de construcción al margen de la palabra de Dios fue reducido a confusión, y en lugar de levantar una torre que alcanzase el cielo, quedó establecido un modelo idólatra que se extendió por todas las naciones desde aquel lugar. Había nacido la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Una potestad espiritual se apropió de aquel modelo y viajó en las alforjas de todos aquellos hombres esparcidos por la faz de la tierra. No hubo arrepentimiento del modelo babilónico, por tanto, fue rebrotando siglo tras siglo en distintos lugares. Las ideologías, filosofías o tradiciones que tienen su base en las potestades superiores no mueren con su líder, se reproducen mas tarde en otra persona y otro lugar. Pensemos. La fuerza que los impulsa no procede de la verdad, si no de la rebelión que la sustenta y que conecta con la naturaleza pecaminosa y carnal del hombre caído. Sigamos pensando. La ciudad de Babel no fue construida, pero el hombre no aprendió de su error, si no que exportó el modelo hasta hoy.
El inicio de Babel patentó un modelo de gobierno en las naciones que no murió con la confusión resultante, sino que se exportó a todas las naciones.
Babilonia (7)
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso (2 Corintios 6:17,18)
Babilonia vino a ser el prototipo de ciudad destinada a la destrucción por sus pecados de rebelión, hechicerías, ocultismo, sexo, drogas, avaricia, lo opuesto a Dios y su voluntad expresada en su palabra, por tanto se repite una y otra vez en la Escritura el llamado a salir de ella. Lo anunció el profeta Isaías: Salid de Babilonia (Isaías 48:20). Hizo lo mismo el profeta Jeremías: Huid de en medio de Babilonia (Jeremías 50:8). Lo recogió el apóstol Pablo en el texto que tenemos para meditar, y aparece el mismo mensaje en el libro de Apocalipsis: Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apc.18:4,5). Babilonia está destinada al juicio y la ira de Dios que conduce a su destrucción y condenación, por tanto, debemos salir de ella al oír el mensaje del evangelio de nuestra salvación para escapar de la ciudad destinada al fuego y entrar en la ciudad destinada a ser morada del Rey del Universo, la Jerusalén celestial. Estamos hablando del concepto espiritual de Babilonia, pero hay un concepto geográfico que no debemos olvidar y del que nos ocuparemos inmediatamente, para en próximas meditaciones hacerlo del aspecto espiritual de Babilonia y que alcanza a todas las naciones. Vayamos por partes. La Babilonia física y geográfica estaba situada en la antigua Mesopotamia, el reino de Babel que inicio Nimrod en la llanura de Sinar, de esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive (Gn.10:8-11). Es la zona donde están los ríos Tigris y Éufrates, por tanto, lugar del huerto del Edén, Oriente Medio, que hoy es el actual Irak. En esta zona estaba Ur, de donde Dios dijo a Abrahán que saliera y fuera a la tierra que le mostraría. Bien. En ese lugar estaba Babilonia, donde se produjo la gran rebelión de los hombres después del diluvio, seguramente donde Satanás se hizo fuerte en un principio, produciéndose la confusión de lenguas y el sincretismo religioso exportado mas tarde a todas las naciones. De este lugar surgió más tarde el islam. Es importante que entendamos esta base geográfica porque siempre en la Escritura hay una conexión entre el ámbito físico y el espiritual. La idolatría comienza en el terreno físico, pero responde a una realidad superior espiritual. Lo veremos.
Salir de Babilonia significa abandonar la ciudad de perdición para entrar en el reino de Dios, cuya capital es Jerusalén. La batalla está servida.
Babilonia (8)
Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación (Apocalipsis 14:8)
Antes de entrar de lleno en el concepto espiritual de Babilonia veamos un breve repaso de su ubicación geográfica. Hemos dicho que es el lugar donde estaba situado el huerto del Edén, aunque recordemos que la tierra ya había sufrido una transformación después de diluvio, lo sabemos por el lugar donde estaban los ríos Tigris y Éufrates. Fue donde se inició la ciudad de Babel para rebelarse contra la palabra de Dios, cuyo resultado fue confusión y mezcla. La ciudad de Ur de los caldeos estaba situada también en esa región, de donde el Señor dijo a Abrahán que saliera, como lo dice a todos los creyentes hoy, para entrar a la tierra de la promesa, Canaán para los hebreos, y la patria celestial para los cristianos. Es el lugar donde surgió el imperio babilónico, cuyo rey más conocido fue Nabucodonosor, el que destruyó el templo de Jerusalén por la apostasía de Israel, y a donde fueron transportados. En esa misma zona surgió el islam en el siglo VII, implantado hoy en todo Oriente Medio, salvo en el estado de Israel, piensa. El actual Irak es la zona geográfica de la antigua Babilonia, y desde donde hoy, a través del autodenominado Estado Islámico, se realizan matanzas de cristianos y otros grupos religiosos, incluidos los musulmanes que no son suficientemente estrictos en la observancia de la sharia. He querido pararme aquí porque creo que este aspecto arroja luz para comprender los acontecimientos dramáticos que se están viviendo hoy en la zona. Pero salgamos del aspecto físico-geográfico y entremos en las distintas variantes del concepto espiritual de Babilonia. En el libro de Apocalipsis se anuncia la caída en condenación de esta ciudad que ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. El concepto espiritual más amplio de Babilonia incluye fornicación religiosa, sincretismo, astrología, hechicería, ocultismo, sistema económico mundial, avaricia, el carácter inmoral, sexo, música y drogas, idolatría, mezclas de revelación de Dios con tradiciones humanas, en definitiva, todo lo que se opone al Dios de Israel. Todas las naciones han bebido y participado de este espíritu babilónico, por tanto recibirán los mismos juicios si no se arrepienten. El evangelio es la respuesta.
El concepto espiritual de Babilonia es muy amplio y ha contaminado a todas las naciones de la tierra con su fornicación y hechicería.
Babilonia (9)
Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación (Apocalipsis 17:1,2)
Podemos ver la naturaleza del concepto espiritual de Babilonia en todo aquello que se opone a Dios y su palabra, en el paganismo corrompido, la fornicación religiosa, (que incluye inmoralidad sexual y sincretismo), la idolatría y el carácter inmoral. En los capítulos 17 y 18 del libro de Apocalipsis se muestra el juicio y la condenación decretada sobre la ciudad de Babilonia, que aparece como una mujer voluptuosa con una influencia mundial sobre las naciones. Vimos a Nimrod en la ciudad de Babel, ahora vemos el factor femenino en una mujer al estilo de Jezabel, con un poder de persuasión e influencia para matar a los profetas y oponerse a la revelación de Dios que no puede venir del hombre natural y carnal, sino en combinación con él. En nuestra anterior serie sobre el hombre glorificado vimos en las últimas meditaciones a una mujer como esposa del Cordero representada por una ciudad, la ciudad celestial, la Jerusalén de arriba. En Babilonia vemos a una mujer enlazada con la bestia y el falso profeta, una alianza sobrenaturalmente diabólica, opuesta a Dios y su plan de redención. Pues bien, la influencia de esta ciudad babilónica representada por una mujer vestida de púrpura y escarlata, ha hecho participar a todas las naciones «del vino de la pasión de su inmoralidad» (Apc. 14:8 LBLA). Ahora nos encontramos a esta mujer, que se le llama la gran ramera, sentada sobre muchas aguas (figura de las naciones Apc.17:15). Con ella han fornicado los reyes de la tierra, pero no solo los reyes, ricos y potentados, si no también lo han hecho los moradores de la tierra, es decir, las multitudes; su influencia ha llegado a todos y se han embriagado con el vino de su fornicación, o inmoralidad. Por tanto, hay una sentencia de Dios sobre ella y sobre todos aquellos que viven bajo su influencia, los que participan de sus deleites cada día, los sensuales que no tienen el Espíritu, aquellos que convierten en libertinaje la gracia del Señor y mezclan el evangelio con lo espurio y ajeno a la revelación de Dios. Por tanto, salid de ella, pueblo mío, dice el Señor.
La influencia de Babilonia y su carácter inmoral, religioso, pagano, opuesto a Dios e idólatra ha llegado a todas las naciones para juicio.
Babilonia (10)
Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apocalipsis 17:3-5)
No podemos hacer aquí un estudio exhaustivo del libro de Apocalipsis, lo que sí haremos es poner el acento en la naturaleza de Babilonia y su influencia en todas las naciones. Digamos ya ahora que Babilonia es la antítesis de Jerusalén. Su naturaleza es completamente diferente a la iglesia del Señor. El contraste no deja lugar a dudas. Babilonia representa el sincretismo de todas las religiones opuestas a la verdad de Dios. Es el paganismo en sus múltiples expresiones. Detrás de esas manifestaciones hay una potestad que las sustenta, representada por una mujer sentada sobre una bestia llena de nombres blasfemos, esta bestia tiene siete cabezas y diez cuernos que son alianzas de distintas naciones movidas por una única voluntad que las sustenta, la de la mujer sentada sobre la bestia. La blasfemia es su sello de identidad, lo cual significa que está opuesta a Dios y su verdad revelada a Israel y la iglesia, sin posibilidad de retorno. Los que están bajo su dominio (naciones, pueblos y personas) solo pueden escapar mediante el rescate del Siervo del Señor, quién nos libra de la potestad de las tinieblas y nos traslada al reino de su amado Hijo. La puesta en escena de la mujer es impresionante. Su aspecto ejerce una atracción irresistible al hombre carnal. Vestida de púrpura y escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas; tiene en su mano un cáliz lleno de abominaciones, inmundicia y fornicación, que contrasta con las copas llenas de incienso que son las oraciones de los santos (Apc. 5:8 y 8:4). Y en su frente un nombre escrito totalmente opuesto a la santidad de Dios. Isaías ve al Señor sentado en su trono y sus ángeles proclamando: SANTO, SANTO, SANTO. Por su parte Babilonia, representada aquí por una mujer, ejerce un poder hechicero sobre las naciones para someterlas a una adoración falsa, robada, mediante un sistema religioso falso, con apariencia de piedad, pero negando su eficacia. A la vez, sin ningún pudor, manifiesta su fornicación espiritual y abominaciones tratando de imitar y falsificar la ciudad de Dios.
El poder hechicero que manifiesta Babilonia a través de una mujer voluptuosa ejerce un dominio espiritual irresistible para las naciones.
Babilonia (11)
Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos (Apocalipsis 17:6,7)
El siguiente aspecto de la naturaleza de la mujer que representa a Babilonia es el de un homicida. Es fácil identificar la fuente de donde proceden sus manifestaciones. Jesús dijo que el diablo es el padre de la mentira, y además es homicida desde el principio. Lo vimos en la naturaleza de Caín matando a su hermano. Aquí tenemos a la mujer ebria de sangre. La muerte es su deleite y la sangre que emana de ella es bebida con delectación. Beber sangre está prohibido en la ley de Dios, porque la vida está en la sangre, sin embargo, una de las abominaciones que emanan de la naturaleza de Babilonia es la muerte por asesinato y embriagarse con la sangre, ¿la sangre de quién? La sangre de los santos, y la sangre de los mártires de Jesús. La mujer que mataba a los profetas de Dios en Israel era Jezabel, de la misma naturaleza que Babilonia. Por tanto, podemos ver aquí que hay dos grupos de personas a quienes la mujer que representa a Babilonia busca para matar, son los judíos y los cristianos. Los dos pueblos que siempre han sido perseguidos por las naciones que se oponen a la verdad de Dios y su evangelio. En el tiempo cuando se escribió el libro de Apocalipsis el Imperio Romano era quién estaba persiguiendo a los cristianos y masacrándolos en distintas persecuciones durante los primeros trescientos años de cristianismo. Roma cayó, pero la naturaleza asesina de Babilonia no. Ha continuado a lo largo de los siglos metamorfoseándose en distintos tipos de gusanos para continuar su obra. Jesús dijo: El diablo viene a matar, robar y destruir. Está en su naturaleza y en la de todos aquellos que la perpetúan en sus actos. Son los hijos de ira (Ef. 2:3) y los hijos del diablo (Hch.13:10). Hoy los tenemos en el yihadismo islámico, su brutalidad vuelve a embriagar a la gran ramera, insaciable en derramar sangre. También lo encontramos en el sacrificio de los niños abortados en el vientre de sus madres, otro culto procedente de Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra, que devora a niños inocentes mediante leyes inicuas y un lenguaje engañoso para cauterizar las conciencias llevándolas a la cautividad babilónica. Todo ello, dijo el ángel a Juan, encierra un misterio, el misterio de la mujer y de la bestia que la trae. Lo veremos.
Babilonia está sedienta de sangre, la sangre de los hijos de Israel, la sangre de los mártires por Jesús, y también la sangre de niños abortados.
Babilonia (12)
La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (Apocalipsis 17:8)
Llegamos ahora a lo que en el libro de Apocalipsis se denomina «la bestia». ¿Quién es esta bestia? Hace años uno de mis maestros en escatología me enseñó a sacar los ojos de la Roma papal y ponerlos en la Babilonia geográfica y espiritual. Dejar de mirar a la Iglesia Católica como el anticristo y ponerlos en el islam. «La bestia» aparece en distintas ocasiones en el libro de Apocalipsis. La vemos subiendo del abismo, vence y mata a los dos testigos −otra vez podemos ver aquí una analogía a Israel y la iglesia− (Apc.11:7). El dragón (figura de Satanás) le da su poder, su trono y grande autoridad (13:2). Recibe adoración juntamente con el dragón (13:4). Mata a todo aquel que no adora su imagen (13:15). Esto se ha interpretado como la figura del césar romano, seguramente está incluido, pero recordemos que no se trata de adorar una imagen como de una proclamación de fe: «césar es señor», o, «no hay dios sino Alá y Mahoma es su profeta». Quien no confesaba o confiesa hoy esta declaración puede ser decapitado (20:4). La marca de la bestia es: 666 (13:18), y no se puede comprar ni vender sin tener esta marca. Ha habido toda clase de elucubraciones sobre la marca de la bestia, pienso que no se trata en primer lugar de una marca física sino de una declaración de fe ante la que hay que identificarse, adorar o no adorar un nombre. En el texto que tenemos para meditar se nos dice que: «la bestia que has visto era y no es, y está para subir del abismo». Pensemos. Roma era el imperio en la época de Juan, por tanto, no puede referirse a ella porque dice «era, y no es». ¿Qué otro imperio había sido antes de Roma y ahora no lo era? Babilonia, situada geográficamente en el lugar donde en el siglo VII d.C. sube del abismo el islam. Los moradores de la tierra se asombran de la bestia que en poco tiempo se extendió mediante la espada y la media luna por Oriente Medio, el Mediterráneo, norte de África, llegando hasta la India. El islam ha luchado contra judíos y cristianos y los ha vencido en muchas ocasiones. Juan ve a la bestia luchando contra el Rey de reyes y Señor de Señores (19:19). Ve también la bestia, el falso profeta y los que han recibido su marca junto con el dragón en el lago de fuego y azufre, para ser atormentados día y noche por los siglos de los siglos (20:4,10).
La bestia que transporta a la mujer, identificada como Babilonia, que era y no es, y luego sube del abismo, habla del advenimiento del islam.
Babilonia (13)
Esto, para la mente que tenga sabiduría: las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición (Apocalipsis 17:9-11)
Es difícil abordar estos textos del libro de Apocalipsis y no entrar en complicadas interpretaciones que pueden apartarnos de nuestro propósito original. Antes de continuar con la reflexión de los versículos que hemos anotado aquí quiero resaltar alguna de las cosas que se nos quedaron pendientes de la meditación anterior. Se habla en Apc.17:8 de «aquellos cuyos nombres no están inscritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida». Este texto fue escrito por el mismo apóstol que escribió Juan 3:16, donde dice que Dios ama a todo el mundo de tal manera… Sin embargo, la Escritura muestra también que hay personas que no están escritas en el libro de la vida, los destinados a condenación que hemos encontrado en Judas 4, así como los ejemplos que estamos viendo y veremos a lo largo de esta serie. No entro ni salgo en la complejidad del tema, pero sí quiero dejar constancia del testimonio de la misma Escritura sobre este asunto. Lo iremos viendo y comprendiendo mejor a lo largo de la serie. Bien. Sigamos. Nos encontramos ahora con otros «enigmas» interpretativos. La bestia que transporta a la mujer llamada Babilonia, tiene siete cabezas y diez cuernos. Las siete cabezas son siete reyes, cinco han caído, uno es y el otro aún no ha venido. La relación que me enseñó mi maestro anteriormente citado es la siguiente: Asiria (722-606 a.C.). Babilonia (606-539 a.C.). Persia (538-333 a.C.). Greco-Macedonio (333-300 a.C.). Sirio-Seleúcida (300-64 a.C.). Imperio Romano (54 a.C. al 476 d.C.). Y el que vendría, Babilonia, mediante el islam. Y los diez cuernos que tienen un mismo propósito (Apc.17:12,13) son una alianza de diez países musulmanes: Irán, Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Etiopia, Egipto, Libia, Argelia y Marruecos. Lo que les une es su odio a Israel y a la iglesia. Por supuesto, lo que digo no es doctrina, pero pone el acento y la mirada no tanto en lo que tradicionalmente se ha interpretado sobre la Unión Europea y el Mercado Común, que en estos momentos lo conforman 28 países, y no diez. Creo que la historia comienza en Babilonia y en esa región geográfica terminará. Lo que sí está claro es que la bestia que era y no es, va a la perdición.
Babilonia es un conglomerado de naciones e intereses que se oponen al propósito de Dios desde su origen en la llanura de Sinar.
Babilonia (14)
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles (Apocalipsis 17:12-14)
Hemos dicho en la reflexión anterior que las siete cabezas son siete montes y a su vez siete reyes sobre los que se asienta la mujer llamada Babilonia, simbolizan a siete imperios que se caracterizan por una misma naturaleza: la que se impuso en Babilonia a través de Nimrod. Dice que de los siete reyes que representan a los imperios, cinco ya han caído, a saber: Asiria, Babilonia, Persia, Greco-macedonio y el Sirio-seleúcida. Uno es, el que dominaba en tiempo del apóstol Juan, es decir, el Imperio Romano; y un reino que ha de venir, el cual creemos es el babilónico a través del islam. Luego se habla de diez reyes que recibirán autoridad juntamente con la bestia. Creemos que la bestia aquí se refiere al islam, por tanto tenemos una alianza de reinos con un mismo propósito, unidos en un mismo sentir para edificar una ciudad y una torre que llegue al cielo, es decir, en oposición al Creador y Hacedor. Pues bien, el propósito que une a esta alianza de diez reyes, unidos con el propósito de la bestia, creemos que no es otro que su odio a Israel y a la iglesia del Señor. Es increíble ver como los países musulmanes, tan divididos entre sí, siempre son capaces de ponerse de acuerdo en torno a un propósito: odiar a Israel. En muchos de estos países se adoctrina a los niños en los colegios en su odio a Israel. También predomina el odio hacia la iglesia de Dios y los valores de la cultura occidental. Esta es la fuerza que los une hasta un grado de fanatismo incomprensible para la mente europea. Ese odio emana de una religión, el islam (aunque no todos son igual de fanáticos, pero está en su misma esencia desde el origen de su profeta Mahoma). También lo vemos en el antisemitismo irracional de la ideología de izquierda extrema, y en el humanismo con su ideología de género. Todos ellos, tan distintos y tan unidos en su odio a Israel y la tradición judeocristiana. Pensemos. Babilonia es capaz de embriagarse de unidad a través del odio con el fin de destruir el plan de Dios.
Finalmente el Cordero los vencerá porque es Señor de señores y Rey de reyes. Y el pueblo que está con él, muy distinto al de Babilonia, son llamados, elegidos y fieles.
Babilonia (15)
Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbre, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios (Apocalipsis 17:15-17)
El lenguaje del libro de Apocalipsis es altamente simbólico. Es complicado descifrarlo y se presta a múltiples interpretaciones. Comprendo que hay distintas escuelas teológicas en esto. Los maestros que tuve en este tema me enseñaron a no conformarme con la escatología dispensacionalista predominante en los años ochenta, y que tiene lagunas importantes pretendiendo dogmatizar en una enseñanza que no está cerrada en la Escritura; pero este no es el tema aquí. Sigamos. Babilonia se asienta como mujer sobre muchas aguas, que son pueblos, naciones y lenguas. Una vez más constatamos que lo ocurrido en la llanura de Sinar, donde Nimrod estableció su reino en Babel y otros lugares de la antigua Mesopotamia, fue trasvasado a todas las naciones. De allí se extendieron por toda la tierra llevando la semilla de un tipo de gobierno contrario a la ley de Dios, en oposición a Él, infectado de idolatría, ocultismo, culto al Zodiaco y las estrellas, preñado de inmoralidad, sincretismo, la unión de todas las religiones en un nexo común: rebelión contra el único Dios Creador, por tanto al monoteísmo, revelado poco después a Abrahán. No debemos confundir el llamado monoteísmo islámico con esto, el islam procede del paganismo preislámico, adora una piedra negra en la Kaaba de la Meca, por tanto es un culto idólatra, aunque su profeta anunciara un único dios, Ala, que no era otro que el más dominante de cuántos existían en la Kaaba de la Meca anterior al nacimiento de Mahoma. Recordemos que el diablo se disfraza como ángel de luz. Imita la revelación de Dios, y muchos, que no entran por la puerta, que es Jesús, no son sino ladrones y salteadores (Jn.10:8). La revelación de Dios viene por el hijo de la promesa, Isaac, no por Ismael, (como anuncia el islam), el hijo de Abrahán y la sierva de Sara, Agar. Todas las naciones, excepto Israel, que ha sido separada para YHVH (Dt.26:19) (Nm.23:9) (Sal.147:19,20), han sido idólatras, politeístas. La revelación del Dios único se la dio el Señor a Abrahán y sus hijos, Israel. Continuará…
El Apocalipsis confirma lo que Génesis enseña: el modelo babilónico se ha extendido por todas las naciones. Juan dice: el mundo está bajo el maligno.
Babilonia (16)
Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbre, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios (Apocalipsis 17:15-17)
El modelo de gobierno babilónico se enseñorea de los pueblos. Incluso en los países con gobiernos democráticos se impone la tiranía, con más sutileza, pero tiranía al fin y al cabo. Puede ser la tiranía del capitalismo y el liberalismo exacerbado, con un sometimiento mediante manipulación y extorsión económica. Siempre serán más tolerables sistemas democráticos que totalitarios, pero el intento del hombre siempre es dominar a otro hombre de una u otra forma. Jesús dijo: sabéis que los gobernantes del mundo se enseñorean de vosotros, pero en el reino de Dios no será así. Seguimos con los textos de la anterior meditación. Vemos ahora que la alianza representada por los diez cuernos de la bestia que transporta a la mujer identificada como Babilonia se revuelve contra la ramera, la aborrece, la deja desolada y desnuda, devora sus carnes y la quema a fuego. ¡Cómo! ¡Si hace poco estaban unidos en un mismo propósito en su odio a Israel y a la iglesia del Señor! Pensemos. La unidad que procede de Babilonia es una unidad falsa, aunque provechosa para algunos fines. La unidad por la que oró Jesús en Juan 17 es distinta en su naturaleza. Algunos buscan la unidad traicionando la verdad, ese tipo de unidad solo puede volverse contra sí misma en el momento que cambian los intereses de ambos. Si interpretamos que la bestia se refiere al islam y una parte de Babilonia tiene que ver con el humanismo occidental contrario a la ley de Dios, a ideologías de izquierda o derecha que se encuentran en su antisemitismo y odio a la iglesia viva de Dios, tenemos que en un momento dado, aunque les une su odio a Israel, a la misma vez se odian entre ellas, y pelearán consigo mismas. Y todo ello, dice el texto que analizamos, procede del consejo de Dios, ha sido determinado por Aquel que es el Señor de todas las naciones, que pone y quita reyes, el Soberano de los reyes de la tierra. Le ha dado autoridad y reino a la bestia por un tiempo para ejecutar su juicio, como en su día lo hizo usando al imperio babilónico de Nabucodonosor para castigar a Israel por su desobediencia. Pero todo ello tiene un límite: hasta que se cumplan las palabras de Dios.
La unidad de Babilonia un día se vuelve contra sí misma para juicio.
Babilonia (17)
Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra (Apocalipsis 17:18)
En Apocalipsis aparecen dos mujeres simbolizando a dos ciudades. Por un lado tenemos a la mujer que representa la ciudad de Babilonia, por el otro a una mujer que personifica la Jerusalén celestial. La primera está unida a la bestia, el falso profeta y el dragón, que es la serpiente antigua, el diablo y Satanás. Por su parte, la mujer que simboliza la Jerusalén celestial es la esposa del Cordero. Ambas están identificadas por reinos radicalmente opuestos. En nuestra serie anterior sobre el hombre glorificado vimos acerca de la esposa del Cordero, ahora nos estamos deteniendo en la mujer que representa a Babilonia. Se dice en nuestro texto que es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. «La gran ciudad que reina». Lo hace sobre los reyes de toda la tierra. El modelo lo vimos en la antigua ciudad de Babel, en la llanura de Sinar, donde Nimrod, junto con un pueblo sumiso a su voluntad levantó un gobierno mundial poderoso que hasta el mismo Señor dijo que nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (Gn.11:6). Esa fuerza de pensamiento fue tan potente que el mismo Creador admitió la imposibilidad de hacerlos cambiar de parecer. Pensemos. Su determinación era diabólica, aunque toda la apariencia externa mostraba una obra impactante. Solo la confusión producida por la mezcla de lenguas los hizo desistir de su empeño. Ahora vemos en Apocalipsis que la potestad espiritual que operaba detrás de Babel se extendió a todos los reinos del mundo. Todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación (Apc.14:8; 18:3). El modelo babilónico fue trasplantado al resto del mundo. El furor resultante de su confusión y estorbo por no poder llevar a cabo sus planes en la llanura de Sinar hizo que se multiplicara su acción por todo lugar. El modelo babilónico se ha reproducido en cada nación. También en Israel durante un tiempo. Pero será en Jerusalén, la tierra prometida a Abraham y su simiente, donde se levantará un reino para todas las naciones mediante el descendiente de David en el reino mesiánico. Será en Jerusalén, en el monte de Sión, por ello ese lugar geográfico es hoy el punto neurálgico del mundo. Hay una lucha feroz por el monte donde estuvo el templo de Salomón y descendió la gloria de Dios, y en el que ahora hay una mezquita, la de Al-Aqsa, (un culto falso), levantada al estilo babilónico. Recuerda, el islam procede de Babilonia, incluso de la Babilonia geográfica.
La potestad que operó detrás de la gran ciudad que reina sobre todas las naciones es la misma que levantó Nimrod contra Dios en la llanura de Sinar.
Babilonia (18)
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible (Apocalipsis 18:1,2)
Acto seguido. «Después de esto». Los sucesos se van desarrollando según el plan previsto. Hay un tiempo establecido para cada cosa. Babilonia ha tenido su tiempo de dominio sobre la tierra, ha influido sobre todas las naciones, ahora ha llegado el día de su juicio, un juicio que ya ha sido decretado (Sal.149:9). El juicio desciende del cielo con gran poder mediante un ángel. Los acontecimientos en la tierra son el resultado de la acción de las potestades superiores. Hemos visto que Babilonia opera sobre los pueblos y sus gobernantes mediante la influencia ejercida por gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef.6:12). También su juicio, decretado por el Rey del Universo, se ejecuta mediante ángeles poderosos que descienden del cielo. En esta batalla «cósmica» la oración de los justos en la tierra forma parte integral del cumplimiento de las palabras de Dios. Jesús nos enseñó a orar: Padre nuestro… venga tu reino y hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra. El cielo y la tierra están unidos por la oración. El mundo espiritual de las tinieblas en las regiones celestes está unido a la acción de los hombres impíos en la tierra; la idolatría de Babilonia libera en las naciones su dominio y aleja la luz del reino de Dios. Cuando el evangelio es anunciado en el poder del Espíritu Santo el reino se acerca, la voluntad de Dios se hace en la tierra, su soberanía se extiende en los corazones de los hombres, la nación se alegra porque los justos dominan; pero si los impíos se levantan el pueblo gime (Pr.29:2). Nuestro texto dice que Babilonia es una habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible, figura de demonios que se oponen a los pactos de Dios. Recordar cuando Dios habló a Abrahán en Génesis 15:9-11 para hacer un pacto con él y cómo las aves de rapiña descendían y Abram las ahuyentaba. Sin embargo, la soberanía de Dios ejecuta muchas de sus obras sin el concurso humano. Otras necesitan nuestra colaboración. Pablo dice que somos colaboradores de Dios, administradores de su gracia, en definitiva, hay un día decretado para la caída de Babilonia. Sigamos.
El juicio a Babilonia está anunciado y es inexorable. La condenación que atesora esta ciudad se extiende a sus habitantes, por ello hay que salir de ella.
Babilonia (19)
Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites (Apocalipsis 18:3)
El capítulo 18 de Apocalipsis que estamos estudiando se centra solamente en Babilonia, su naturaleza, y cómo influye sobre los hombres, las naciones y los pueblos. La bestia quedó en el capítulo 17, volvemos a encontrarla en los capítulos 19 y 20. Si resumimos en pocas palabras lo que significa la bestia y Babilonia diremos que la bestia es el islam y Babilonia es el sistema religioso y económico mundial con todo lo que arrastran con él. Examinemos la naturaleza de Babilonia en este capítulo. Todas las naciones han bebido del furor de su fornicación. ¿Qué significa furor? El diccionario de la lengua española dice que es furia, ira exaltada, un arrebato, actividad o agitación violenta. Y ¿fornicación? En el caso de Babilonia tiene dos vertientes complementarias, una física y otra espiritual. La una alimenta a la otra y viceversa. Recordemos las sacerdotisas de los cultos paganos. Hoy ese tipo de fornicación se manifiesta de otra forma pero el culto es el mismo, impulsado por el furor que el espíritu babilónico ejerce sobre las personas y los pueblos. Bien, si a eso le sumamos el sistema económico mundial tenemos un verdadero coctel explosivo. Religión, sexo, dinero, poder, alcohol y drogas impulsados por una potestad imposible de refrenar por el hombre caído. Recordemos que Babilonia ejerce su furor, violencia y agitación mediante la fornicación. A menudo oímos de ejecutivos que de forma irrefrenable entran en una espiral de negocios, sexo y drogas que han destruido su familia. En otra somos testigos de testimonios de personas que fueron expuestas a un momento de lujuria irresistible; la violencia o furor del espíritu babilónico se hace imposible de resistir. Políticos, empresarios, jueces, deportistas, pastores y sacerdotes son arrastrados por el hechizo que ejerce Babilonia sobre ellos. No se arrepienten, todo vale en este negocio; se recrean en sus errores hasta el día cuando quedan expuestos como juguetes rotos en las manos de quién tiene cauterizada su conciencia, dignidad, afecto natural y honor. Están atados mediante lazos, cautivos a voluntad de él (2 Tim.2:26). El furor y la violencia ejercida por la fornicación que emana de Babilonia, junto al hechizo de las riquezas, esclavizan de tal forma que hasta la empresa wolksvagen ha quedado expuesta en su fraude. El mensaje es salir de Babilonia y entrar en Jerusalén.
Todas las naciones han sido expuestas a la influencia babilónica mediante la violencia del sexo, los negocios, las drogas y el poder.
Babilonia (20)
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apocalipsis 18:4,5)
Babilonia ejerce una atracción irresistible mediante la potencia de sus deleites producidos por el enriquecimiento (Apc.18:3), que apenas hay fuerza en el hombre, las empresas y las naciones para resistirla. Pablo dice que los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición (1 Tim.6:9). Es la misma naturaleza de Babilonia operando sobre el hombre y hundiéndolo en perdición. Todos estamos expuestos a este hechizo. Los partidos políticos en nuestro país que han gobernado durante años la nación, de diversas ideologías, han caído en corrupción, arrastrados por el poder que emana de la fascinación que opera el espíritu babilónico sobre ellos. Muchos comenzaron bien, dispuestos a servir al pueblo, luego tropezaron y la tentación fue tan fuerte que su determinación inicial quedó neutralizada por la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Si al poder político le unimos el poder religioso obtendremos la tiranía propia de Nimrod. La voz necesaria para vencer a Babilonia viene del cielo mismo y dice: Salid de ella, pueblo mío. La salvación es de Dios. No está en nuestra potencialidad, para estas cosas nadie es suficiente. Necesitamos un libertador. Hay que salir para no ser partícipes de sus pecados y por tanto de sus plagas. El pecado de Babilonia ha llegado al cielo y Dios se ha acordado de sus maldades. Ese fue el llamamiento de Dios a Abram: salir de Ur (Babilonia). Luego le dijo que la maldad de los cananeos no había llegado a su colmo, pero llegaría el día cuando así sería y sus descendientes heredarían la tierra. Nuestro mundo está colmando el vaso de las maldades y pecados que atraerán el justo juicio de Dios. El llamamiento es salir de Babilonia. No salir del mundo (1 Co.5:9-13), sino del sistema de este mundo (1 Jn.2:15-17), para ser guardados del mal (Jn.17:15). No os conforméis a este mundo (Ro.12:1), como hizo Daniel, que viviendo en Babilonia, bajo el gobierno del tirano Nabucodonosor, no participó del espíritu babilónico, proponiéndose en su corazón no contaminarse. Esta debe ser la actitud de los hijos de Dios para no caer bajo el hechizo del sistema financiero mundial, el sexo, las drogas y la idolatría: Babilonia.
Los pecados y maldades múltiples de Babilonia han llegado al cielo y solo hay una forma de no participar de sus plagas: salir de ella y su influencia.
Babilonia (21)
Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga (Apocalipsis 18:6-8)
Debemos recordar que cuando hablamos de Babilonia y sus juicios lo estamos haciendo de las personas que gobiernan según el modelo babilónico, y todos aquellos que participan de la vorágine de vida que identifica a esta ciudad, figura de la oposición al Creador y sus leyes. Por tanto, estamos hablando de juicio a hombres y mujeres responsables que viven bajo el sistema de la madre de las fornicaciones de la tierra. Dicho esto, veamos lo que encontramos en los textos que meditamos ahora. Dios es justo. Y en justa reciprocidad, todo el dolor y el mal que ha causado el gobierno tiránico de Babilonia recibirán su justa retribución. Su naturaleza es altiva y buscadora de placeres. Ella se ha glorificado y ha vivido en deleites. Además, su arrogancia le lleva a pensar que su dominio actual (estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto) será eterno, ignorando la soberanía de Dios y los juicios decretados sobre ella. Ese juicio tiene una parte que llevan a cabo los hijos del reino de Dios (¿no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?), en justa reciprocidad, como hemos dicho antes, y así está escrito: Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo… para dar retribución a los que no conocieron a Dios… cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (2 Tes.1:6-10). Babilonia y aquellos que viven bajo su dominio se glorifican a sí mismos, viven en deleites sensuales, solo piensan en lo terrenal, ejercen su dominio y reinado sobre quienes están bajo sus hechizos, pero los hijos del reino viven para glorificar a Aquel que los amó y se entregó a sí mismo por ellos. Ya no viven para sí mismos. Han salido del camino ancho, y experimentan el desprecio de los impíos, sin embargo, viene el día de las plagas a Babilonia: muerte, llanto y hambre, quemada a fuego, porque es juzgada.
Uno de los grandes engaños de Babilonia es creer que nunca habrá juicio para ella. Su arrogancia le impide ver la ruina que se acerca sobre sus muros.
Babilonia (22)
Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose de lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino su juicio! (Apocalipsis 18:9,10)
El Dios de Abraham que se revela en la Biblia es el Hacedor de todas las cosas. Es Creador, Sustentador y Soberano. Los cielos son los cielos del Señor; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres (Sal.115:16 LBLA). Así fue desde el principio, y pronto los hombres se buscaron muchos males. En Babel decidieron un gobierno unilateral para explotar los recursos de la tierra a espaldas del Creador. Se propusieron construir una gran ciudad aprovechando la generosidad de Dios, y sin alabarle por ello, ni darle gracias, se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Entonces vino la confusión sobre los hombres, pero el intento de apropiarse de los recursos naturales y explotar a los demás seres humanos se instaló en su conciencia colectiva de forma permanente. Así surgió el reino de Babilonia, con el cual han fornicado todos los reyes de la tierra, han vivido en deleites, acumulando riquezas para unos pocos mientras las masas, hechas a semejanza de Dios, son expoliadas, tiranizadas y dominadas por ideologías totalitaristas, sean comunistas o capitalistas. Por eso dice el proverbio: El que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende (Pr.11:26). Los reyes han fornicado con la mujer que representa Babilonia, la ciudad perversa y fornicaria, una potestad espiritual que opera sobre los hijos de desobediencia. Esta simbiosis entre hombres con autoridad terrenal y potestades superiores ejercen una grandeza y un poder (la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte) sobre las naciones que las lleva a pensar que siempre será así y nunca llegará su hora. Pero hay un Rey justo en los cielos que los juzgará; sus obras serán quemadas a fuego; en una hora viene su juicio con tormento para quienes se han opuesto a la voluntad de Dios mediante gobiernos impíos, el mal uso de la economía y los recursos dados a todos, que se han entregado a una vida de vicios y placeres, así como a la idolatría de todos ellos. Oligarquías pretendiendo un gobierno mundial. Todo ello que agrupa Babilonia bajo el poder de una ciudad populosa y fuerte la conducirá a una hora de juicio en la que no quedará nada de su soberbia.
Babilonia acapara los recursos naturales para su propio beneficio, domina a los hombres bajo su tiranía y distribuye solo a quienes se someten.
Babilonia (23)
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías… Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando… (Apocalipsis 18:11-15)
El impacto de la caída de Babilonia, que en primer lugar lamentan los reyes de la tierra, las personas en autoridad, los políticos; ahora le toca el turno a los mercaderes, los economistas, la banca, los empresarios, todo el sistema financiero. Ha llegado el tiempo de los lamentos, el llanto, porque la fuente que suministraba el deleite, las pasiones y fornicaciones, quién impulsaba la codicia de las riquezas y el sistema financiero corrupto, ha caído, se ha hundido, y con ella todos aquellos que colgaban de sus pechos para alimentarse. Se ha producido una crisis de tal envergadura que ya no hay quien compre las mercancías de todo tipo que han enriquecido a quienes comerciaban con ellas. Todo estaba en venta. El mundo era una gran tienda. Como en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos (Lc.17:28,29). Un gran Black Friday. La lista de todo lo que se compraba y vendía antes de la caída de Babilonia es exhaustiva, incluso se vendían almas de hombres. Cuando un hombre vende su alma ha vendido su vida, ha perdido la dignidad como criatura de Dios y a partir de ahí todo le da igual. Perdieron toda sensibilidad, y se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza (Ef.4:19). El alma humana es lo más importante de nuestra existencia, cuando la menospreciamos de tal forma que podemos venderla a cualquier hechizo hemos tocado fondo. Babilonia ha comerciado con las almas de los hombres. La parte religiosa de esta ciudad fornicaria arrastra a millones de personas con ella al hundimiento en el abismo. Cuando Babilonia cae se produce un gran vacío en el alma que ha vivido codiciando las cosas exquisitas y espléndidas que ahora le faltan, y que nunca más volverá a tener. Recuerdo las palabras de Abraham al rico anónimo que había vivido con esplendidez, vestía purpura y lino fino, sin reparar en la vida de Lázaro; ahora estaba atormentado y el patriarca le dijo: acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida. Llegó el tiempo de llorar y lamentar la verdadera pérdida: su alma.
Babilonia no tiene respuesta para quienes dependen de ella en su caída.
Babilonia (24)
… Y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! (Apocalipsis 18:16)
Babilonia es una gran falsificadora. Pretende ser y dar lo que es y tiene la ciudad de Dios, Jerusalén. Observa esto. Estaba vestida de lino fino. El lino fino, dice Juan, son las acciones justas de los santos (Apc.19:8). Por tanto, Babilonia quiere hacer pasar sus obras por justas, sus mercaderías, hechicerías, idolatría y fornicación como un gran negocio que da puestos de trabajo, por ello, justifica sus abominaciones tratando de imitar lo mejor de la vida del hombre. Hoy cualquier actividad que da dinero, obtiene beneficios económicos y permite puestos de trabajo es buena, aunque su actividad sea perversa. Pienso en las empresas que se lucran con el aborto; las que esclavizan a miles de personas en África consiguiendo material para fabricar ordenadores; las transacciones en las que se manipulan los precios para permitir que el sistema financiero produzca grandes beneficios imaginarios; los excesos de la banca, etcétera. Luego pretenden esconder sus verdaderos motivos con ciertas obras sociales de ayuda al necesitado para mostrar un vestido limpio, como el lino fino. Babilonia hace depender a las naciones y sus gentes de la mercadería de todo tipo manteniéndolas atrapadas en un falso bienestar. Nuestra sociedad del bienestar está edificada sobre una gran mentira, la de querer suplantar a Dios con beneficios materiales. El vestido de Babilonia es de lino fino, de púrpura y escarlata, adornado de oro y piedras preciosas. Coincide con el vestido del rico que fue atormentado en la llama, mientras Lázaro era consolado en el seno de Abraham. Había un rico, que se vestía de púrpura y de lino fino (Lc.16:19). El problema no estaba en su riqueza, sino en su unión con Babilonia. Participaba del espíritu babilónico de esplendidez y codicias interminables, mientras que a su lado un ser humano perece por falta del alimento mínimo para sobrevivir. El juicio sobre este hombre y su posterior tormento no fue por ser rico, si no por vivir en Babilonia, alimentado por su codicia y embrutecido por la indiferencia del dolor ajeno. Jesús enseñó a hacer amigos usando bien las riquezas injustas, para que cuando estas falten nos reciban en las moradas eternas (Lc.16:9). También dijo que no nos hagamos tesoros en la tierra, sino en el cielo, donde el ladrón que dirige la ciudad babilónica no puede llegar.
El falso vestido babilónico dejará desnudos a quienes se visten de su esplendidez temporal, pero el vestido de justicia en Cristo nos librará de ella.
Babilonia (25)
Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas… y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada! (Apocalipsis 18:17-19)
La ciudad de Babilonia ha acumulada una inmensidad de riquezas para poder comprar y vender con ellas a todas las naciones de la tierra. El impulso primario del hombre caído es acumular riquezas. Hacerse rico. Lo cual nos enseña que todos hemos sido amamantados a los pechos de la leche adulterada de Babilonia. Esas riquezas han sido puestas en la creación por el Hacedor de todas las cosas. Los recursos, que usados debidamente, generan la riqueza necesaria para sustentar a todos, han sido acumulados por unos pocos oligarcas en el espíritu de Nimrod. Esa acumulación injusta manipulada debidamente por intereses espurios es la raíz original del problema de la pobreza en el mundo. Porque el gran Dador y Sustentador de todas las cosas ha provisto para todos, pero la maldad del hombre que acumula para sí mismo los recursos que son de todos, deja desamparadas a millones de personas expuestas al hambre. Esa es nuestra historia. Necesitamos gobernantes justos para gestionar debidamente la riqueza que pueda suplir las necesidades de las naciones, y leyes adecuadas que salvaguardan el bien común. El evangelio de Jesús va directamente al núcleo del problema: el corazón del hombre. Del corazón mana la vida de Dios y debidamente gobernado por el único Rey justo, podremos hacer más justa la vida en la tierra. Sin embargo, Babilonia ha acumulada la riqueza, y esa acumulación será una gran pérdida cuando en una sola hora sean consumidas. Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lc.12:20,21). En este texto tenemos otra vez a un rico atrapado en el espíritu babilónico, queriendo acumular riquezas por avaricia, perdiéndolo todo en un instante. Pensemos y seamos sabios. Llega la hora cuando los que se han enriquecido mediante la avaricia babilónica entran en pánico, echan polvo sobre sus cabezas, dan voces, lloran y lamentan por la desolación que les ha atrapado sin remedio. Ahora es el tiempo para hacer buen uso de lo que debemos gestionar como mayordomos fieles, sometidos al Dueño de todo.
Acumular riqueza nos atrapa en la ciudad de Babilonia sin escapatoria posible el día y la hora de su desolación. Entonces vendrá el llanto y el crujir.
Babilonia (26)
Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella (Apocalipsis 18:20)
Todo tiene su tiempo debajo del sol. Babilonia tiene fecha de caducidad. Su estilo de vida avaro, idólatra, inmoral, religioso, pensando solamente en lo terrenal, vivir de forma egoísta, indiferente a las necesidades del prójimo, todo ello tiene fecha de caducidad. Aunque al presente tengamos que ser afligíos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce paciencia, y que por la fe y la paciencia se heredan las promesas. Porque es justo, delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder. Hay un día para los justos cuando el lamento es cambiado en baile. Cuando a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza; óleo de alegría en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de YHVH, para gloria suya (Isaías 61:3). Nuestra ciudadanía está en los cielos, no en Babilonia, de donde esperamos al Salvador, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Fil.3:20). Una voz ha emitido su mensaje: Alégrate sobre ella. Ha llegado el día de hacer justicia. Y el que ama la justicia es ungido con óleo de alegría. No puede haber gozo verdadero si no está fundado sobre la justicia de Dios. Pero ahora la voz invita a alegrarse al cielo, a los santos, a los apóstoles y los profetas, porque Dios os ha hecho justicia en ella. Para los santos de la iglesia primitiva significaba la caída de Roma, el imperio que los persiguió con crueldad. Los siglos siguientes fueron otros que amamantados por la misma loba babilónica produjeron los mismos frutos de inmundicia, persecución y oprobio. Hoy tenemos otros lobos, hienas y chacales que manifiestan la misma naturaleza perversa de Babilonia. Pero hay un día señalado por Dios cuando juzgará a todos, y cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo. No lo hará Babilonia por ti, ella habrá caído en el abismo, pero todos aquellos que amaron sus riquezas y contrataciones, que acumularon riquezas para su propia avaricia, recibirán el doble de la mano del Señor. Por eso, dice el apóstol, que Dios manda ahora a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan, por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia.
La caída de Babilonia como resultado del juicio de Dios será el momento esperado para alegría del cielo, de los santos, apóstoles y profetas.
Babilonia (27)
Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada (Apocalipsis 18:21)
Babilonia y su estilo de vida producen hartazgo. Hay un tiempo cuando el alma humana se deleita en los placeres y pasiones de la carne, pero ese estilo de vida no sacia su necesidad vital de eternidad, por ello, hay un día señalado para el aborrecimiento, como lo fue para los israelitas que en el desierto desearon comer carne, saciarse, el Señor les envió codornices, y cuando aún estaba en sus bocas, vino también el juicio de Dios e hirió al pueblo codicioso con una plaga. Comieron carne hasta que le salió por las narices, y la aborrecieron, por cuanto habían desechado al Señor que estaba en medio de ellos (Nm.11:18-20). El mismo juicio está determinado para los habitantes de Babilonia. El placer pecaminoso que predomina en una vida licenciosa al estilo babilónico con su mezcla de paganismo, sincretismo religioso, idolatría, carácter inmoral preñado de sensualidad, la avaricia del dinero, el poder político y económico, el ocultismo con sus modelos de control hechicero sobre personas y naciones (Masonería, Illuminatis, club Bilderberg, y otros con sueños de gobierno mundial tipo Nimrod), en definitiva el dominio del mundo al margen del Creador y Hacedor de todas las cosas, tiene un día marcado para su derrumbe. Babilonia será derribada con gran ímpetu, y la imagen que recoge el autor de Apocalipsis es muy gráfica: un ángel poderoso tomó una piedra grande, como piedra de molino, y la arrojó sobre el mar con fuerza diciendo: así será derribada Babilonia, y nunca más será hallada. Desaparecerá para siempre. Es la misma imagen que aparece en el libro de Jeremías y la caída de la Babilonia física. Vemos una vez más la conexión entre la vertiente literal histórica de la revelación de Dios, y su ámbito espiritual. Leamos. Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a Babilonia… dirás: Oh YHVH, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador… para siempre ha de ser asolado. Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Éufrates, y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella… (Jer.51:61-64). Es el destino final de Babilonia, física y espiritual, unidos en un mismo desenlace. Jerusalén, por su parte, está llamada a ser la ciudad del gran Rey y su reino mesiánico justo para todas las naciones.
Debemos salir de Babilonia con su estilo de vida y entrar en Jerusalén.
Babilonia (28)
Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones (Apocalipsis 18:22, 23)
Uno de los aspectos del poder hechicero-seductor-persuasivo de Babilonia que aún no hemos mencionado tiene que ver con la música. Lo ampliaremos cuando meditemos los capítulos del profeta Ezequiel sobre este mismo tema, pero ahora detengámonos por unos momentos en este aspecto y otros que aparecen en nuestro texto. Estamos asistiendo al final de los días de la influencia babilónica sobre las naciones. Se van apagando los distintos focos que han brillado con fuerza uno tras otro. Ahora le toca el turno al poder seductor de la música. Esta ha sido siempre una de las armas más poderosas de Satanás para cautivar a la juventud. Yo fui uno de esos cautivos. Por el profeta Ezequiel sabemos que Lucifer, llamado querubín grande protector, quiso la adoración a Dios para sí mismo; que seguramente era él quien ocupaba un lugar preeminente en la adoración a Dios; quiso el trono y se halló en él maldad. Incluso sus vestiduras o su mismo cuerpo estaba hecho de instrumentos musicales: los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación (Ez.28:13 RV60). El autor de la música es Dios, sin embargo, Lucifer, quién luego sería transformado en Satanás y Adversario, tenía un papel principal en la adoración celestial antes de que se hallara en él la maldad. Cuando cayó y fue expulsado del cielo se llevó consigo la capacidad de usar la música para atraer la adoración sobre sí mismo. El libro de Apocalipsis establece un contraste entre quienes adoran al que está sentado en el trono y al Cordero, y aquellos que adoran a la bestia y Satanás. Las multitudes quedan hechizadas en los conciertos de grandes músicos que atraen a generaciones enteras con su fascinación por el estilo de vida babilónico, que unido al sexo y las drogas, hacen una «trinidad» diabólica que atrapa a millones de personas en una adoración falsa y contraria a la voluntad de Dios. Debemos saber discernir qué música escuchamos. Todas las religiones tienen su porción musical en el ritual idólatra. También se han introducido en la iglesia de nuestros días sonidos y estilos de música, con letras superficiales, que en lugar de adoración al Dios vivo es un concierto al estilo babilónico.
La música tiene un potencial seductor para atraernos a Babilonia y hechizarnos con sonidos agradables y alejarnos de la verdadera adoración.
Babilonia (29)
Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones (Apocalipsis 18:22, 23)
El tema de la música cristiana siempre levanta controversia y distintos puntos de vista. Hay mucho que decir, volveremos sobre él cuando meditemos la profecía de Ezequiel sobre Babilonia. Debemos ser muy cuidadosos en como adoramos a Dios. Es fácil caer en el espíritu mundano babilónico, la música atrapa el alma y sus emociones llevándonos en algunos casos a percepciones emocionales que podemos confundir con la vida en el Espíritu. En la adoración a Dios la música y los adoradores que guían al pueblo deben vivir en santidad. Debemos hacerlo en Espíritu y en verdad. Nuestro modelo está en la Escritura, especialmente en el libro de los Salmos. Recordemos que hay una triada babilónica que actúa generalmente en sintonía, me refiero a la combinación de música, sexo y drogas. El resultante de semejante mezcla es tan poderoso que generaciones enteras han quedado atrapadas en su esclavitud para siempre. Hay cantantes y grupos musicales que representan esta forma de vida y que levantan una idolatría que sustituye a la religión establecida, especialmente cuando somos jóvenes. Pero no todo es música, sexo y drogas. Babilonia se apaga y con ella los que han hecho un ídolo de su trabajo, (ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti). La idolatría es consustancial al alma humana. Podemos hacer ídolos de todo aquello que comenzamos ejerciendo como una necesidad básica de la vida, acabando a veces atrapados en una adicción que conduce finalmente a la idolatría. También se apagan los grandes mercaderes de la tierra, que hechizados por el brillo de las riquezas y la avaricia han vivido engañados en una espiral de codicia irrefrenable. Se les llama los grandes de la tierra, son quienes dirigen el sistema financiero mundial, que vendiendo hasta sus almas viven para dominar las naciones con su manipulación económica, acumulando riqueza y poder para su propia perdición. Aclaremos. Ni la música, el trabajo, la economía de empresa, o los puestos de autoridad son necesariamente malos en sí mismos, pero si nos dominan con sus hechizos babilónicos necesitaremos liberación.
El engaño babilónico mediante la música, el trabajo, la economía y su hechicería nos arrastrará con ella si no salimos de esta ciudad de perdición.
Babilonia (30)
Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra (Apocalipsis 18:24)
Y llegamos al aspecto definitivo de la naturaleza de Babilonia: la muerte por homicidio. Todo el desarrollo del modelo babilónico tiene un propósito escondido y perverso revelado en la Escritura: la muerte del hombre en sus dos vertientes: física y espiritual. No nos engañemos con la atracción placentera que ejerce el hechizo y la fascinación de la ciudad de Nimrod. Incluso habiendo entrado en Jerusalén y escapado de sus garras, podemos volver a ser fascinados por su persuasión irresistible al hombre carnal. Fue la tentación de los gálatas (Gá. 3:1); y es la historia de la iglesia a lo largo de los siglos. Babilonia puede atraer con música, sexo, drogas, idolatría, poder económico y político, religiosidad o sincretismo, pero el final de su acción sobre los hombres y los pueblos es la muerte, la separación de Dios. Es la naturaleza y el propósito de Satanás como diseñador de esta ciudad de perdición. Mira lo que dice Jesús de él: Ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Ha venido a hurtar y matar y destruir. Una parte de la iglesia vive ignorando que estamos expuestos a su influencia si no velamos y oramos para no caer en tentación. Moisés resistió el espíritu babilónico cuando escogió antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón… en la ciudad celestial. Babilonia mata a los profetas, como lo hizo Jezabel. Derrama la sangre de los santos y los justos, aquellos que son la luz del mundo y la sal de la tierra. Por eso Dios la juzga: Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra (Jer.51:49). Seguimos viviendo hoy bajo el poder demoníaco de esta potestad que busca, de diferentes formas, mentir, robar y finalmente matar. Matar el cuerpo físico y contaminar el alma mediante el engaño y la mentira, mezclando la revelación de Dios con falsificación; el trigo con la cizaña. La verdad nos hará libres. Si permanecemos en su palabra el diablo no podrá dañarnos. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn.5:18).
Babilonia tiene las manos manchadas de sangre desde los días de Caín.
Babilonia (31)
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella (Apocalipsis 19:1,2)
La muerte física no es el final. Jesús dijo: No temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Babilonia puede matar el cuerpo, pero no tiene potestad para destruir el alma de aquellos que salen de su dominio y son trasladados al reino eterno. Sí tiene la posibilidad de producir dolor y muerte durante un tiempo, no en vano nuestro mundo y su historia está lleno de esta triste realidad, sin embargo, hay un día señalado por el Padre para poner fin a su dominio perverso y ser juzgada con severidad. Hubo una gran voz en el cielo, un grito de victoria que no fue reprimido, una proclamación muy conocida y poderosa: ¡Aleluya! Por tanto, podemos decir que cuando cantamos y exclamamos con júbilo «¡Aleluya!» estamos adorando a Dios y a la vez anunciando el juicio futuro de Babilonia y sus obras. La adoración a Dios y la exaltación a su nombre con júbilo y proclamaciones como «¡Aleluya!» le recuerdan a Satanás que sus días están contados. Su derrota es inminente. Su dominio al estilo Nimrod tiene fecha de caducidad y su juicio ha sido decretado. Por eso nos dice al salmista: Cantad a YHVH cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten… Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos… para ejecutar en ellos el juicio decretado; gloria será esto para todos sus santos. Aleluya (Salmo 149). Esta alabanza tiene su base en el juicio a la gran ramera, Babilonia, porque ha corrompido a toda la tierra con su fornicación y la venganza por la sangre derramada de los siervos de Dios. El Señor es justo y lo hará. Nuestra alabanza en la tierra puede unirse a la que se hace en el cielo en los mismos términos. Lo hacemos desde Jerusalén, en Espíritu y verdad. Decimos ¡Aleluya! Cantamos ¡Aleluya! Gritamos ¡Aleluya! Lo mismo dicen en el cielo. Alabanza al Señor y golpe de vara al enemigo (Is.30:32). Di conmigo: ¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del Señor nuestro Dios.
Una gran voz en el cielo decía: ¡Aleluya! Unámonos en la tierra con la misma voz para anunciar la victoria de los santos sobre Babilonia.
Babilonia (32)
Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes (Apocalipsis 19:3-5)
En el cielo se grita ¡Aleluya! porque se ha consumado el juicio a Babilonia. La justicia de su juicio hace gritar al cielo: ¡Aleluya! La gran ciudad que corrompía a todas las naciones de la tierra ha sido reducida a humo. ¡Aleluya! Una y otra vez se proclama ¡Aleluya! No hay pudor, ni timidez, es el grito de victoria, lo entonan los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes. Se postraron ante el trono de Dios diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! Llegó el día de cambiar nuestro lamento en baile. De consolar a todos los enlutados, de ordenar a los afligidos de Sion que se les dé gloria en lugar de ceniza —ahora la ceniza es para la ciudad de Babilonia que ha sido convertida en humo—, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado (Isaías 61:2,3). La iglesia del Señor en nuestros días no ha penetrado a esta verdad eterna de la alabanza. Hemos hecho de ella en muchos casos un entretenimiento mundano, una fiesta pagana con sonidos infernales, hemos cambiado la fuerza de la verdad por palabras humanistas y románticas que no sirven para la batalla que estamos librando. Pablo y Silas alabaron a Dios en la cárcel de Filipos y un terremoto sacudió sus cimientos. Seguramente cantaron ¡Aleluya! Desde lo más hondo del ser brotó el grito que no puede apagar la oposición al evangelio; ambos, al unísono, emitieron el sonido que anunciaba la derrota de Babilonia y el triunfo de Jerusalén, ese sonido no era otro que el de ¡Aleluya! Los Salmos están llenos de esta exclamación. ¿Te has dado cuenta que hay muchos de los Salmos que comienzan así y terminan de la misma manera? Una y otra vez se nos invita a adorar al Señor, exaltar su nombre, anticipar su victoria; nuestra alabanza y adoración, entre otros muchos motivos, es anticipar el triunfo del reino que ha de venir, un reino asentado en la verdad y en la justicia. Por tanto, podemos vivir anticipadamente, cuando alabamos a Dios con todo nuestro corazón, el futuro glorioso de la victoria definitiva sobre la ciudad destinada a condenación.
Cantar Aleluya es unirnos con los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes que adoran al que está sentado en el trono diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!
Babilonia (33)
Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado (Apocalipsis 19:6,7)
Una vez que Babilonia ha sido convertida en humo y el juicio de Dios ha sido ejecutado en plenitud, aparece otra ciudad llamada la esposa del Cordero. Es la Jerusalén celestial. Babilonia termina su recorrido de fornicación, idolatría, avaricia, ocultismo, sexo, drogas y música en humo, y una nueva ciudad, vestida de la gloria de Dios, con vestido de lino fino, blanco y resplandeciente que son las acciones justas de los santos (Apc.19:8), reaparece en toda su hermosura para ser presentada como una virgen pura a Cristo. Es la esposa que viene del desierto. Ha superado con fidelidad la prueba de su amor por su esposo y ahora ha llegado el tiempo de la boda. Este suceso es saludado en el cielo por una gran multitud mediante una voz, como el estruendo de muchas aguas, que dice: ¡Aleluya! Otra vez ¡Aleluya! Y es que no parece haber una expresión concentrada que recoja mejor el sentir de los acontecimientos que se están desarrollando en el cielo y en la tierra. Ha llegado el reino esperado del Señor nuestro Dios Todopoderoso. El cielo se ha vestido de gala, es un día memorable, conocido del Padre, para que el Hijo, que fue inmolado, sea desposado con la esposa que compró mediante el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario. Después de los padecimientos ha llegado el día de las glorias. La sorpresa es que el autor de la revelación del libro de Apocalipsis nos dice que la esposa del Cordero es una ciudad. Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios (Apc.21:9,10). Una ciudad construida de piedras vivas, diría el apóstol Pedro. Una ciudad santa que reaparece habiendo sido perseguida y asediada durante mucho tiempo por la ciudad babilónica con su influencia ocultista, hechicera, idólatra, sensual, avara, inmunda y sus homicidios, pero que se ha mantenido fiel a su amado durante la travesía del desierto. Ahora recoge el fruto en el reino eterno de su Señor con un grito que sale de sus entrañas: ¡Aleluya!
Cuando la ciudad de Babilonia ha sido convertida en humo aparece en todo su esplendor la esposa del Cordero, la Jerusalén celestial.
Babilonia (34)
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas… (1 Pedro 1:10-12)
Hasta ahora hemos visto fundamentalmente el desarrollo de la ciudad de Babilonia en el primer libro de la Biblia y en el último. Su influencia aparece en muchos otros lugares, especialmente en los libros de los profetas. Por ello, regresaremos a su contenido para ampliar la influencia de esta ciudad en sus dos vertientes, la física y la espiritual. Los profetas de Israel profetizaron, inquirieron e indagaron con diligencia acerca de la salvación de Dios. Estudiaron sobre la persona y el tiempo en que se producirían los acontecimientos de los cuales hablaron. Se dieron cuenta que los sucesos que les eran revelados contenían dos aspectos opuestos. Por un lado los sufrimientos que conllevaba la salvación, y por otro las glorias que le sucederían. Supieron que lo que vieron y hablaron no era para sí mismos, sino que muchas de las cosas que profetizaron tenían un destino más lejano —aunque algunas de sus predicciones tuvieron ya un primer cumplimiento en su tiempo— que el de su propia generación. Los profetas administraban la información pensando en un tiempo cuando otros serían quienes oirían y vivirían los sucesos que ellos anunciaban. El mismo apóstol Pedro dice en su segunda carta que debemos estar atentos a la palabra profética más segura, la cual es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro. Pues bien, los profetas de Israel hablaron de Babilonia. En sus predicciones encontramos amplia información sobre la naturaleza de esta ciudad, y también del tiempo cuando sería un imperio. También encontramos que Dios usó a Babilonia como brazo de su juicio para muchas naciones, incluso para su pueblo, hasta anunciar el juicio sobre esta ciudad que se extralimitó en sus funciones. Por todo ello, creo que merece la pena ampliar un poco más nuestro recorrido y retroceder en el tiempo para ver lo que dijeron los enviados de Dios sobre ella. Veremos que la influencia de esta ciudad y lo que representa fascinó al pueblo elegido y en diversos momentos quedó atrapado en sus encantamientos que no supieron resistir y por ello fueron juzgados.
Los profetas de Israel indagaron diligentemente sobre la salvación que tiene como base salir de Babilonia y entrar en el reino de Dios.
Babilonia (35)
Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz… Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria… estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; YHVH de los ejércitos para revista a las tropas para la batalla… He aquí yo despierto contra ellos a los medos…Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada… (Isaías 13:1,2,3,4,17,19,20)
En este capítulo del libro del profeta Isaías encontramos un ejemplo de cómo se desarrolla la profecía en la Biblia. Me explico. Para ello debemos situarnos históricamente. El imperio babilónico aún no existía en tiempos del profeta, en ese periodo no era nada más que una provincia del imperio Asirio. Faltaban unos 200 años para que eso ocurriera. Sin embargo, Isaías ya anuncia el juicio que vendría sobre ella por la maldad de este imperio manifestada en iniquidad por la arrogancia de los soberbios, y la altivez de los fuertes (12:11). Ese juicio vendría mediante el imperio de los medos y persas, a quienes llama Isaías los valientes consagrados para esa misión. El Señor supervisa ese llamamiento a los medos pasando revista a sus tropas. Estos sucesos se narran en el libro de Daniel en días del rey Belsasar. Darío el medo tomó el reino, y poco después Ciro el persa. Ese fue el anuncio del juicio de Dios sobre el imperio babilónico que aún no existía. Antes vendría Nabucodonosor, rey de Babilonia, que a su vez fue instrumento para castigar a Israel por su pecado contra el Señor. Pero hay más. En estos sucesos históricos de la profecía de Isaías capítulo 13 se anuncia también un juicio sobre Babilonia en los últimos tiempos. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes (11). Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar… en el día del ardor de su ira (13). Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra… nunca más será habitada (19 y 20). Este juicio es el mismo que hemos ido viendo en los textos del libro de Apocalipsis, y que como hemos señalado, se refiere al tiempo del fin, y no solamente se refiere a la Babilonia física, sino a su dimensión espiritual introducida en todas las naciones. Por tanto, tenemos que el reino o imperio levantado al final de los días es el reino que no era en días de Juan el apóstol, que había sido (Babilonia), y que vendría (Apc.17:8).
Isaías nos anuncia el juicio a Babilonia mediante los medos, y también el juicio al final de los tiempos para la Babilonia que aparece en Apocalipsis.
Babilonia (36)
Porque YHVH tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob… Y en el día que YHVH te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir, pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! Quebrantó YHVH el báculo de los impíos… el que hería a los pueblos con furor… el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad (Isaías 14:1,3,4,5,6)
Ahora el profeta da un giro narrativo que debemos comprender, no hay separación entre el capítulo 13 y el 14. El mensaje continúa con una variante dirigida al regreso de Israel a su tierra. Recordemos. Estamos 200 años antes que se levantara el imperio babilónico. Israel aún vivía en su tierra, no había ido todavia al cautiverio, pero ya se anuncia su regreso para reposar en Judá. Eso vendría en días de Zorobabel, Esdras y Nehemías en su primera restauración, pero además debemos comprender que la profecía contiene más de un tiempo en su cumplimiento, por tanto, este texto nos introduce también en el regreso de Israel a su tierra en el tiempo presente. Ocurrió en mayo de 1948, cuando renació Israel en su tierra después de casi dos mil años de diáspora. Se les unen extranjeros que se juntan a la familia de Jacob. Recordemos que el evangelio de Jesús tiene su fundamento en los profetas de Israel, a ellos les fue anunciada esta salvación para un tiempo aún por llegar (1 Pedro 1:10-12). La salvación viene de los judíos. Los gentiles hemos sido injertados en los pactos y las promesas dadas a Israel mediante el Mesías. Ahora regresemos a los textos que nos ocupan. Babilonia ha oprimido a Israel, pero no solo a ella, sino a todas las naciones. Aquí volvemos a encontrarnos con la tiranía del espíritu babilónico y su gobierno iniciado en Babel por Nimrod y extendido a toda la tierra. Es ejercida mediante la codicia del oro, el poder del dinero y su sistema financiero. Su naturaleza impía ha herido a los pueblos, se han enseñoreado de ellos y los ha perseguido con crueldad. Por eso Dios la quebranta, y una vez ha sido juzgada, toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas (14:7). Es el mismo mensaje que hemos visto en Apocalipsis y que está por cumplirse. Por tanto, la profecía sobre esta ciudad imperial contiene una vertiente histórica y otra profética.
El profeta Isaías anuncia que la restauración de Israel en su tierra y a su Dios trae consigo restauración para todas las naciones del yugo babilónico.
Babilonia (37)
Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas (Isaías 46:1)
Bel era uno de los dioses de Babilonia, se supone que se refiere al nombre babilónico de Baal, que es identificado con el dios Marduk o Merodac, el dios protector de Babilonia. Por su parte Nebo era también una divinidad babilónica que presidia el saber y las obras literarias, la sede de su culto estaba cerca de la ciudad de Babilonia. Estamos, por tanto, ante el aspecto idólatra de Babilonia. Una ciudad sede de la idolatría de donde salió a todas las naciones. Por eso se le llama la madre de las rameras. El profeta Isaías es muy gráfico y contundente en su mensaje contra la idolatría, expresa la necedad de adorar ídolos que se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación (46:7). Los ídolos son llevados por los hombres o por bestias de carga, ambos acaban cansados de transportarlos. Sin embargo, el Dios de Israel es quién lleva a su pueblo, traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré (46:3,4). Los ídolos de Babilonia, Bel y Nebo, se postran y son abatidos delante del Señor y único Dios. Sin embargo, la ciudad de Babilonia con su idolatría produce un hechizo paralizador sobre naciones y pueblos. El poder fascinador de la idolatría produce la parálisis de la razón, subyuga los sentidos y altera las emociones en un engaño incomprensible. El profeta expone la insensatez de la formación de imágenes de talla. Todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden… No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender… su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? (Isaías 45:9,18,20). El contraste lo tenemos en la revelación que Dios dio a Israel de sí mismo. Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más… a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua (45:21-23). El Señor juzgará a Bel en Babilonia, por tanto, el mensaje es: salid de en medio de ella, pueblo mío (Jeremías 51:44,45).
Los ídolos de Babilonia caerán ante el único Dios revelado por los profetas de Israel, y manifestado por su Hijo Jesús como heredero de todo.
Babilonia (38)
Dijiste: Para siempre seré señora… Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú qué dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. (Isaías 47:7,8)
Dijiste. La Escritura enseña con rotundidad que por nuestras palabras seremos justificados o condenados (Mt.12:37). Que hay vida o muerte en nuestros labios. Y que la arrogancia sale por la boca más que por ningún otro lugar. Nuestras palabras nos delatan. Muchos que se oponen a Dios y su revelación escrita usan palabras grandilocuentes para su oposición, se pierden en su sabiduría, y llegan a realizar declaraciones que se vuelven contra ellos. De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Esta es la enseñanza del Maestro. Vemos en nuestro pasaje que Babilonia habla con arrogancia. Habla palabras infladas. Para siempre seré señora. Hay una indudable soberbia en esta declaración. Proclama su eternidad y señorío. Una vez más vemos que se identifica a la ciudad fornicaria con una mujer voluptuosa, sentada confiadamente, que dice: yo soy, y fuera de mí no hay más. Estamos ante una blasfemia. Observa cómo se parece el lenguaje al que hemos visto en Apocalipsis. La bestia habla grandes cosas y blasfemias (Apc.13:5). Abrió su boca en blasfemias contra Dios (13:6). Estaba llena de nombres de blasfemia (17:3). Aquí la blasfemia es ocupar el lugar de Dios. Usurpar su trono, su nombre santo, su exclusividad. Dios es uno, esa es la confesión de fe de Israel dada por Moisés. Es el único; fue lo que anunció una y otra vez el profeta Isaías. Sin embargo, la blasfemia de Babilonia lo contradice. Pensemos. ¿Cuál es la declaración de fe del islam? No hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta. ¿Cuál es la ley que quiere implantar el islam militante en todo el mundo? La sharia, o ley islámica. Cambio de confesión de fe y cambio de ley. También han cambiado los tiempos, que comienzan a contar para el islam a partir del 622 d.C. cuando Mahoma hizo la hégira, su viaje de la Meca a Medina. Mira lo que dice el profeta Daniel sobre el cuerno pequeño de su visión: y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas… Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley (Dn.7:20,25). El grito de guerra de los terroristas islámicos al realizar sus atentados es Allahú Akbar, que significa: Dios es el más grande, refiriéndose a Alá. Meditemos.
Recordemos. La fe viene por el oír, pero también la apostasía viene por oír a espíritus engañadores y doctrinas de demonios. Mirad, pues, como oís.
Babilonia (39)
Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti… (Isaías 47:9)
Estamos asistiendo hoy al levantamiento del islam con una fuerza inusitada. No es nuevo, la historia enseña con toda claridad que así ha sido siempre que se ha sentido fuerte. Lo fue desde su origen. En España lo padecimos a partir del año 711 d.C. cuando fuimos invadidos por las huestes musulmanas, aniquilando el reino visigodo y lo que quedaba de la cultura greco-romana-cristiana, aunque permaneció un resto en las montañas de Asturias que daría lugar al reino Astur-leonés desde donde se iniciaría la reconquista que duró siete siglos. Cuando el islam decayó en su empuje fundamentalista llegaron dos oleadas de islamismo radical, el de los almorávides y los almohades que fueron impulsores del yihadismo antiguo, el mismo que estableció Mahoma en su conquista de Medina y la Meca, y que luego se extendió por todo Oriente Medio, el norte de África y la cuenca mediterránea. Cuando el impulso inicial de las conquistas musulmanas decayó, especialmente en la época del imperio mongol, surgió la doctrina salafista que viene a decir algo así como que su decadencia se debe al abandono de la literalidad del Corán, por tanto, el regreso a los días de su esplendor pasa necesariamente por un retorno a las prácticas extremas del libro sagrado, la sunna y los hadices. La llegada de los turcos y el establecimiento del califato Otomano duraron más de cuatrocientos años, hasta 1923, que le dio un nuevo impulso al islam. Después de un tiempo de incertidumbre por el desmembramiento del califato otomano, ha vuelto a surgir con fuerza el islam fundamentalista y la declaración de la yihad para recuperar el dominio perdido, echar a los gobiernos musulmanes tibios del poder, y extender su dominio a todo el orbe mediante la fuerza de la espada. Así ha sido hasta nuestros días. Por tanto, una de las grandes falacias que el mundo occidental ha asimilado es que el islam es una religión de paz. Nunca lo ha sido y nadie que pretenda seguir al pie de la letra las enseñanzas del profeta Mahoma hará semejante afirmación. Hoy se ha levantado nuevamente con fuerza. Piensa establecer la ley islámica —la sharia— en todo el mundo, destruir a Israel y los cristianos, junto con todos los infieles que no asumen su versión rigorista y literal del islam. Pero esa fuerza será quebrada en un mismo día.
La historia del advenimiento del islam desde el 622 d.C. ha sido violenta, devorando a muchas naciones originalmente de tradición cristiana.
Babilonia (40)
… a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tú misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más (Isaías 47:9,10)
El levantamiento que vive hoy el islam contrasta con la decadencia que azota a gran parte de la iglesia de Dios, especialmente en Occidente. Por su parte, los gobiernos europeos que han renunciado a sus raíces judeocristianas históricas han puesto las bases para una invasión silenciosa del continente desde hace más de treinta años. Mientras que gran parte de los creyentes están entretenidos con todo tipo de placeres mundanos, el islam avanza en nuestros países con paso firme. Cuando la sociedad se desmorona mediante el quebranto de los valores morales y espirituales, la iglesia está sin fuerza para penetrar más allá del velo con gran clamor y lágrimas por las naciones. Si hay algo que está claro en la Escritura es que cuando el pueblo de Dios decae en la obediencia y es contaminado por los poderes mundanos que la rodean surge un poder determinado a destruirla. Así fue con Israel, hasta que fue llevado cautivo a Babilonia. Así ha sido en la historia de la iglesia en diversas ocasiones, y así es hoy en una parte amplia de la cristiandad. Sin embargo, el Señor sabe librar de tentación al justo. Siempre tiene un remanente que no dobla la rodilla ante los baales del momento. El Señor siempre se reserva un puñado de fieles con quienes llevar a cabo sus propósitos. Este es otro principio que aparece por toda la Escritura. Muchos son hechizados y encantados por Babilonia. Unos por el brillo del oro y el dinero, otros por los lazos religiosos que fascinan la conciencia y la cauterizan, estas son las dos fuerzas predominantes que hoy se están oponiendo al propósito eterno de Dios: Hablamos del humanismo y el islam. La vertiente relativista, hedonista, nihilista, con el sistema financiero mundial por un lado, y los muyahidines del islam por otro. Este último está atrapando a muchos jóvenes europeos, vacíos de sentido y proyección en la vida, para ser fascinados por la lucha revolucionaria yihadista que ni entienden, ni comprenden. Algunos son convertidos en poco más de dos meses de un joven de cultura netamente occidental, en fanáticos yihadistas dispuestos a suicidarse por una causa que les ha cautivado. Nuestro texto muestra que a pesar de la maldad, sus hechizos y encantamientos expresados por Babilonia, en la que tiene su confianza, será reducida a orfandad y viudez en un solo día. La soberbia de su exclusivismo, yo y nadie más, atraerán el juicio.
El profeta Isaías, como el apóstol Juan, dejan claro el juicio a Babilonia.
Babilonia (41)
Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud… Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti (Isaías 47:11-13)
Debemos volver a recordar la diversidad que agrupa la ciudad de Babilonia en su vertiente espiritual, sin olvidar su aspecto geográfico. De ella salió el paganismo, opuesto al Dios Creador, en sus múltiples facetas. Una siempre ha sido netamente religiosa, dando respuesta a la insaciable sed del alma humana de religión. La historia de la humanidad es la historia de sus religiones que forman el carácter de los pueblos. Los ritos, cultos, ceremonias, y tradiciones de los pueblos forjan indudablemente su idiosincrasia en un porcentaje muy alto. Eso por un lado. Por el otro, tenemos hoy otro tipo de religiones que no aparecen como tales. Se disfrazan de filosofías, psicologías, terapias alternativas, ideologías de género, nacionalismo, etc. Todo ello, y mucho más, no tiene el ropaje tradicional de una religión al uso, pero actúa como tal. Fascina de igual manera. Hechiza a una sociedad postmoderna que se burla de la religión tradicional sin saber que practica otro tipo de religión igualmente emanada de la misma ciudad ramera y fornicaria de Babilonia. Porque Babilonia tiene muchos ropajes y diseños pero la materia prima es la misma: rebelión contra Dios. Los que antes adoraban un ídolo de madera o escayola, hoy adoran el horóscopo. Los que antaño servían a ceremonias tribales, hoy pretenden descubrir los secretos del universo para alcanzar su realización personal y alcanzar un futuro motivador. Tenemos legión de libros que hablan de auto-estima y la mayor parte de los argumentos que presentan emanan de filosofías de la Nueva Era, es decir, el abrevadero de la ciudad fornicaria que edificó Nimrod. Nada nuevo debajo del sol. El diablo se disfraza a gusto de la sociedad a la que tiraniza. Incluso el islam que alardea de ser una religión monoteísta y dice adorar al único dios, en realidad el eje de su culto lo compone una piedra negra, pequeña (algunos dicen que un meteorito), incrustada en la Kaaba, alrededor de la cual dan vueltas. Al fin idolatría. Y sobre todo ello vendrá el mal, quebrantamiento y destrucción. El juicio de Dios.
El corazón engañoso del hombre es fácilmente hechizado y encantado por la ciudad que se viste del ropaje y diseño que piden los tiempos.
Babilonia (42)
He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten. Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te salve (Isaías 47:14,15)
La maldad tiene un recorrido con fecha de caducidad. El juicio de Dios alcanza a los malos inexorablemente. El malo se jacta de no ver su día, pero no sabe que hay uno en el cielo que vela sobre todos ellos y nadie escapa a su ojo. Está anunciado el día cuando todas las ramificaciones de la ciudad babilónica serán juzgadas y reducidas a humo. Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Si hay una expresión de soberbia que atrae el juicio de Dios es la que brota de la ciudad de destrucción. Por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada a fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio (Apc.18:8,9). Una vez que el fuego destruye la ciudad fornicaria es reducida a humo por el incendio provocado en ella. El apóstol Pedro nos dice en su segunda carta que los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos (2 Pedro 3:7). Jesús dice hasta cuatro veces seguidas que el fuego de este juicio nunca se apaga (Marcos 9:43-48). En el Salmo 1 encontramos el mismo juicio sobre los malos. En contraste con los justos, dice: No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. El juicio sobre Babilonia es el mismo que sobre todos aquellos que viven en la ciudad destinada a destrucción. Nuestro texto dice: He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama. Muy evidente en la Escritura y evitado en muchos mensajes tan positivistas como falsos. Finalmente, Babilonia y sus habitantes, aquellos que se fatigaron traficando con ella desde su juventud, cuya naturaleza se inició en la llanura de Sinar bajo el liderazgo de Nimrod y que se extendió a todas las naciones, será juzgada y condenada. Su maldad no quedará impune ante la justicia de Dios.
El profeta Isaías anuncia el juicio sobre Babilonia antes que esta viniera a ser un imperio alrededor de doscientos años después de su profecía.
Babilonia (43)
Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho YHVH, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre (Jeremías 25:11,12)
Alrededor de doscientos años después de la profecía de Isaías sobre Babilonia encontramos al profeta Jeremías con un mensaje muy distinto acerca del rey Nabucodonosor. Para situarnos históricamente y comprender algo mejor el mensaje de Jeremías veamos algunos datos aclaratorios. Siendo muy joven, el profeta fue llamado por Dios para anunciar un mensaje impopular al reino de Judá. Puede haber sido por el año 627 a.C. El pecado de Judá había subido delante del Señor y el juicio fue decretado sobre su pueblo y la ciudad de Jerusalén. En ese tiempo el imperio Asirio había caído y la ciudad de Babilonia se constituyó en el nuevo imperio con su rey Nabucodonosor. El profeta Daniel diría de él: tú eres aquella cabeza de oro (Dn.2:38). Estamos ante la Babilonia física y su dominio sobre todo Oriente Medio. El mensaje original de Jeremías es que Judá se someta a Nabucodonosor. El Señor, Dios de Israel, lo había levantado para enseñorearse de las naciones del entorno, entre ellas el reino de Judá, y usarle como instrumento de su juicio sobre su propio pueblo que había abandonado el pacto. Por tanto, tenemos aquí que el espíritu babilónico había penetrado al pueblo elegido, y el juicio de Dios sobre Judá, a través del imperio emergente, surgió precisamente de Babilonia. Como el rey de Israel y sus príncipes no recibieron el mensaje de Jeremías, finalmente el juicio anunciado se convirtió en cautiverio durante setenta años. Luego, una vez consumado el juicio por el pecado de Judá —observemos que el Dios de la Biblia no hace acepción de personas a la hora de emitir sus juicios sobre las naciones, en esto Israel recibe el mismo trato por su pecado, una vez que transgrede el pacto— el mismo imperio babilónico sería a su vez juzgado, porque se extralimitó en sus competencias. El ensañamiento que los caldeos ejercieron sobre Judá y los pueblos vecinos vino en recuerdo de aquel que juzga a todas las naciones, y la maldad de Babilonia al ejecutar la voluntad del Señor recibió su justa retribución.
El profeta Jeremías vivió en medio de la generación objeto del juicio de Dios. Su mensaje impopular recibió el rechazo de su pueblo en medio del avance imparable del imperio babilónico.
Babilonia (44)
Así habló YHVH Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he aquí que vienen días, dice YHVH, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho YHVH, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán (Jeremías 30:2,3)
Hemos dicho que la profecía bíblica tiene en algunas ocasiones varios cumplimientos; uno histórico, otro de más largo alcance, a menudo sobre el tiempo del fin. La profecía puede superponerse en varias capas que no siempre es fácil interpretar. En el texto que tenemos para meditar tenemos un ejemplo de lo que quiero decir. Me explico. Judá fue llevado al cautiverio. El profeta Jeremías lo anunció, y también profetizó su regreso a los setenta años. En nuestro texto estamos ante una profecía que tiene un primer cumplimiento en el regreso de Babilonia, pero además contiene otro de más largo alcance. Habrá otro retorno de Israel y Judá a la tierra de sus padres. Recordemos que Israel ya había sido llevado al cautiverio por Asiria en el año 722 a.C. Jeremías anuncia ahora un retorno a la tierra de la heredad dada a los patriarcas, no solamente de Babilonia, sino de todas las naciones, como se dice en otros lugares. Por tanto, tenemos que habría un tiempo para Judá de cautiverio en Babilonia, que regresarían después de setenta años, pero que habría otro cautiverio posterior porque se anuncia un regreso a la tierra de sus padres cuando la disfrutarían. Esto tiene un alcance mayor del que ahora podemos explicar. En este mismo capítulo el profeta dice que después de un tiempo de angustia para Jacob, será librado (30:7). Que no volverán a poner a Israel en servidumbre, sino que servirán al Señor su Dios y a David su rey, a quién yo les levantaré (30:8,9). Aquí tenemos una referencia al reino mesiánico, muy distante aún de los días en que fue anunciado por Jeremías. Además se anuncia sanidad para Israel. La ciudad será edificada sobre su colina —una referencia profética a Jerusalén y Sion— y el templo será asentado según su forma (30:17,18). Por ahora nos interesa comprender que hubo un tiempo cuando el pueblo de Dios fue llevado al cautiverio babilónico, y en ese lugar les fue dicho que debían casarse, engendrar hijos, multiplicarse, y procurad la paz de la ciudad a la cual fueron transportados; rogando al Señor por ella, porque en la paz de Babilonia, tendrían ellos mismos paz (Jer.29:4-7). La congregación de Dios hoy también vive en medio de la influencia babilónica y debemos ser luz el tiempo de nuestro cautiverio.
Hay un tiempo para el pueblo de Dios de vivir en Babilonia, incluso de procurar su paz y bienestar, pero la esperanza mayor es el regreso a Sión.
Babilonia (45)
Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá… que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de YHVH delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo… (Jeremías 28:1)
El tiempo en que vivió Jeremías fue extremadamente convulso. Tanto, que el profeta dijo que era la generación objeto de la ira de Dios (7:29 y 8:3). Había muchos profetas anunciando paz y prosperidad (8:11). El contraste estaba servido. Como suele ocurrir a menudo la mayoría se inclinó a escuchar el mensaje de aquellos que anunciaban buenas cosas, aunque eran falsas de toda falsedad. Por su parte, el mensaje de Jeremías era muy impopular. Incluso se le acusó de antipatriota y traidor a la nación por predicar que debían someterse al rey de Babilonia. Hoy sabemos que el verdadero profeta de Dios era el que anunció juicio, y quienes hablaron positivamente a una generación extremadamente corrompida eran profetas falsos que agravaron aún más la situación ya de por sí trágica. Uno de ellos se llamaba Hananías. Este anunció que el cautiverio que ya se había iniciado en su primera fase —hubo tres periodos distintos en el proceso al cautiverio babilónico— solo duraría dos años, y después el yugo del rey de Babilonia se rompería y los cautivos regresarían a casa (28:2-4). Jeremías dijo amén a ese mensaje, aunque lo hizo irónicamente, porque el Señor le había mostrado que sería un cautiverio largo, de setenta años, y los que ya vivían en Babilonia debían establecer sus vidas edificando casas para sus familias hasta el tiempo de regresar, pero eso no sería pronto, sino después de un largo descanso de la tierra, la que había sido perjudicada por no guardar sus días y años de reposo (Levítico 26:34,35). Esta tensión entre un tipo de profecía positiva y otra de castigo se ve en buena parte del libro de Jeremías. Comprendo que no era fácil aceptar un mensaje tan desagradable para un pueblo que se había acostumbrado a vivir lejos de la ley de Dios, romper el pacto, mezclar la fe de sus padres con la idolatría cananea, y haber hecho todo tipo de lugares de culto falsos para adaptarse al entorno, conseguir prosperidad, y sin embargo, entendían que llegado el momento de dificultades podían clamar a su Dios y ser librados. Este engaño del corazón cegado por la ignorancia es muy común en nuestros días. Y el juicio vino. Hananías murió ese mismo año (28:15-17) y Jeremías cumplió con su llamado.
Para distinguir a los verdaderos profetas de Dios debemos conocer el tiempo en el que vivimos, tiempo de restauración o juicio.
Babilonia (46)
En aquel tiempo, dice YHVH, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo… El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo. YHVH se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:1-3)
Judá vivía en tiempos de Jeremías en la antesala del cautiverio babilónico. Ese periodo incluía la derrota ante los caldeos, la entrada de los enemigos en Jerusalén, la destrucción del templo y ser entregados al cautiverio. Un proceso gradual como resultado de la desobediencia al pacto que Dios había hecho con Israel en Sinaí. Pero el profeta no solo anuncia el cautiverio inminente, sino que se adelanta en su proyección profética y ve los días de la restauración del pueblo de Dios, que a pesar de su castigo no es rechazado por el Señor. Por un lado se anuncia una primera restauración a la vuelta de setenta años. Esa restauración se iniciaría con el edicto de Ciro. Pero se anuncia una restauración futura, por tanto, habría un nuevo cautiverio, que enlaza con las palabras de Jesús cuando dijo que habría una gran calamidad e ira sobre este pueblo, y serían llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén sería hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lc. 21:23,24). Esto ocurrió a partir del año 70 d.C. cuando Tito, el general romano, destruyó el templo de Jerusalén y comenzó una diáspora que duraría unos 1800 años, hasta el tiempo de la restauración que también anuncia el profeta Jeremías. Observa el alcance de la profecía. El amor eterno del Señor por Israel se manifestaría de nuevo, aunque ahora, era necesario ser afligidos en diversas pruebas por su desobediencia y ser llevados al desierto de las naciones. Jesús lo expresó así: vuestra casa os es dejada desierta… hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor (Lc.13:34,35). Jeremías anuncia esos días. Subamos a Sión, a YHVH nuestro Dios (31:6). Su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor (31:12). Satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida (31:25). Haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (31:31). Todos me conocerán… y no me acordaré más de su pecado (31:34). Los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente (32:37). Esta restauración se inició en 1948 y sigue hoy en un proceso gradual hasta la venida del Mesías en Jerusalén y el establecimiento del reino mesiánico. Es el propósito eterno de Dios con Israel.
El amor eterno de Dios por Israel supera el tiempo de juicio y alcanza su restauración para bendecir una vez más a todas las naciones.
Babilonia (47)
Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)
Veamos algunos datos de interés en los capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías. Lo primero que hay que reseñar es que el imperio que Dios usó como azote y castigo sobre Judá y otras naciones, ahora le llega el tiempo de dar cuenta ante el Todopoderoso por sus extralimitaciones. Observemos lo siguiente. La Escritura nos abre una ventana, descorre el velo que cubre a todas las naciones (Isaías 25:7) para mostrar que el Señor reina y no ha dejado al azar los acontecimientos de la tierra. Vemos que levanta y quita reyes; anuncia el gobierno de los imperios, su decadencia y finalmente el juicio. El libro de Daniel no deja duda de ello. Babilonia fue el azote de Asiria; ahora se anuncia el juicio sobre Babilonia a través del imperio medo-persa. No hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas (Amós 4:7). Pues bien, el mismo profeta que anunció que Judá debía entregarse al rey Nabucodonosor, ahora declara el día de juicio sobre el imperio babilónico. Levantamiento y caída. La Escritura nos enseña que todos los reinos de este mundo caerán, y se levantará un reino en Jerusalén que no tendrá fin, el anunciado a David en el pacto que el Señor hizo con él. Por tanto, y adelantándonos mucho al desarrollo que estamos haciendo en nuestras meditaciones sobre los hijos de condenación, digamos una vez más que aquí encontramos uno de los motivos principales por los que la aparición del Estado de Israel en su tierra, después de 1800 años de diáspora, ha sido, es y será un avispero en el corazón de todo lo que significa Babilonia, la ciudad que ha extendido su fornicación y corrupción a todas las naciones de la tierra. La reaparición de Israel en su tierra es piedra de tropiezo a las naciones, una provocación insoportable para el islam, que a su vez quiere conquistar todo el mundo con un cambio de ley, la sharia, cambiando el gobierno de Dios por la tiranía de Nimrod; y el reino mesiánico por el del falso profeta que se opone a Dios y su Cristo. Nuestra misión como iglesia del Señor, injertados en los pactos dados a Israel, es estar a su lado en estos días de asedio y antisemitismo.
La palabra de Dios en boca de sus profetas dirige la historia. No hay nada entregado al azar, aunque el adversario pretenda torcer su destino.
Babilonia (48)
Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)
Habló el Señor contra Babilonia. Lo hizo por medio del profeta Jeremías. La primera dirección de sus palabras tiene como destino el imperio babilónico que dominaba el mundo conocido en días del profeta. Ese es el primer destino de su profecía. Pero hay más. Había que anunciar, hacer saber, levantar bandera, publicar sin encubrimiento el mensaje que debía ser anunciado. Observa el énfasis que el Señor le da al profeta para que sea conocido, anunciado, verbalizado, vocalizado y proclamado lo que el Señor tiene que decir. El evangelio también tiene que ser anunciado y predicado por aquellos que han sido llamados por el Señor. Hay que liberar la palabra de Dios en la tierra. No es nada mágico, es obedecer las directrices del Señor. Si callamos no hay salvación. Esta verdad trascendente la conoce también el diablo y la usa para sus fines a través de los hijos de desobediencia, bien para anunciar falsedades, tergiversar o manipular la revelación del cielo, o bien para impedir que no se anuncie la buena nueva. También hay que anunciar el juicio de Dios. Jeremías debía hacerlo. Pablo dijo que Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia. Anunciar el juico de Dios no es solo cosa de los profetas del AT, también lo es de los apóstoles y los discípulos del Señor. El que no crea será condenado. Eso es anunciar juicio. Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Eso es anunciar juicio. Pero nos gusta predicar lo que el oído quiere escuchar, ser agradables a los hombres, no impopulares; pero si tratamos de agradar a los hombres no seremos siervos de Cristo. Si anunciamos las obras malas del mundo, el mundo nos aborrecerá (Jn.7:7), pero si amamos más la gloria de los hombres que la gloria de Dios, evitaremos confesar nuestra fe, por miedo a ser expulsados de la sinagoga. Observa lo que está escrito: Muchos de los gobernantes creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, ¿lo ves?, no lo confesaban, no liberaban su confesión de fe, ¿por qué?, por miedo a ser expulsados de la seguridad social, y porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Jn.12:42,43).
Hablar contra Babilonia es oponerse al sistema de este mundo, atrayendo su aborrecimiento y desprecio sobre nosotros.
Babilonia (49)
Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)
El profeta Jeremías tuvo que anunciar juicio primeramente a su pueblo por haberse unido al estilo de vida babilónico, su idolatría, mezcla, inmoralidad y paganismo. Al hacerlo recibió el desprecio de sus hermanos judíos. Luego tuvo que anunciar el juicio de Dios sobre el imperio babilónico, hacerlo de viva voz, anunciarlo en las naciones sin encubrirlo, exponiéndose nuevamente a su aborrecimiento. Un tiempo atrás, el profeta se benefició del trato afable que le obsequiaron las tropas de Nabucodonosor cuando entraron en Jerusalén, puesto que su mensaje les favorecía. Ahora pudo haber soslayado la proclamación de su juicio a la misma Babilonia tratando de evitar sus represalias, pero no lo hizo. Su llamamiento era más fuerte que los beneficios o perjuicios que se derivan de él. Además, lo hizo con osadía, levantado la voz, dejando constancia por escrito sin temer la ira del rey, como haría Moisés ante Faraón. Este es el espíritu de los profetas de Israel. Bien, avancemos. ¿Qué tenía que anunciar Jeremías? Un tiempo cuando Babilonia sería invadida. La fuerza que ahora mostraba su dominio sobre las naciones del entorno no duraría para siempre, tenía fecha de caducidad, y esa fecha la había establecido el Señor que gobierna sobre su creación. Además, caerían los cultos de los dioses que adoraban, sobre quienes se apoyaban, y a quienes hacían artífices de sus triunfos: Bel y Merodac (el dios babilónico Marduk). Pero el verdadero Dios, aquel que no comparte su gloria con nadie, pondría en evidencia que los ídolos no se pueden comparar con Él. Serían confundidos, deshechos, destruidos y quebrados todos los ídolos babilónicos. El Dios de Israel es el Soberano de los reyes de la tierra. No hay otro como él. Ha salido para vencer y es vencedor. Su gloria cubrirá toda la tierra como las aguas cubren el mar. Jeremías debe anunciarlo, y lo hace. Su testimonio está escrito para todas las generaciones. Israel sabe que después del juicio de Dios por sus pecados, viene el día de la restauración, la caída de sus enemigos, y el monte de Sión será cabeza de los montes para todas las naciones; y ese monte está en Jerusalén y en ningún otro lugar. He aquí la batalla de nuestros días.
El juicio y la restauración de Dios comienzan por su casa. Fue así con Israel. Lo es con la iglesia, y volverá a serlo con ambos. Vivimos en esos días.
Babilonia (50)
Porque subió contra ella una nación del norte, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá ni hombre ni animal que en ella more; huyeron, y se fueron (Jeremías 50:3)
Creo que merece la pena que nos detengamos en esta profecía y lo hagamos precisando algunos factores comunes a los mensajes dados por Dios a las naciones. Vivimos un tiempo cuando parece que Dios no existe. El humanismo, relativismo, hedonismo y la ciencia parecen haber ocupado el lugar de Dios. En las naciones de Occidente la revelación de Dios (que no la religión) ha sido desplazada por una cosmovisión laica, alejada de verdades absolutas y la herencia judeocristiana. Una gran Babel se ha levantado para oponerse al Creador. Nuestra sociedad ha dicho: no hay Dios, tenemos el destino en nuestras propias manos. La ciencia del hombre se ha elevado como una gran idolatría al estilo de la torre de Babel, y parece que solo ocurren las cosas que los hombres permiten y la Democracia acepta. Aquello que las mayorías consideran verdad se instala en la conciencia compartida. Creemos que por olvidarnos del Creador y Hacedor Él no existe. Craso error. Arrogancia y soberbia arcaica, muy retrógrada. Se reúnen las naciones en la ONU y determinan sobre el destino de los pueblos como si fueran Dios. El Señor se reirá de ellos (Sal.2:1-6). El imperio babilónico había sido el de mayor dominio hasta la fecha. Creyó controlar su destino. Sin embargo, el mismo rey Nabucodonosor tuvo un sueño perturbador en el que se anunciaba su caída, y el levantamiento de otro reino, el medo-persa (Dn.2:31-40). Se cumplió en días del rey Belsasar (Dn.5:17-31). Darío de Media tomó el reino. Lo anunció el mismo profeta Jeremías en los textos que estamos meditando. Subió contra ella una nación del norte (50:41). Ha despertado YHVH el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla (51:11). Preparad contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio (51:28). Parece que los reyes de Babilonia, a pesar de sus encantamientos, hechizos, idolatría y culto pagano no pudieron predecir su final. Aunque acumularon dominio y poder su futuro se decidió en otro trono, el trono celestial, y ahora su profeta, Jeremías, lo está anunciando. Preguntémonos una vez más ¿qué es el hombre?
La arrogancia del hombre actual creyendo que es dueño de su destino le impide comprender el juicio que se acerca. La historia de Babilonia y otros imperios lo ponen de manifiesto.
Babilonia (51)
Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad… (Jeremías 50:11)
Los juicios de Dios, el Dios de Israel, no son el capricho de una divinidad pagana. Debemos conocer (la teología nos ayuda en esto) los diversos atributos de Dios, su carácter y naturaleza, que están ampliamente revelados en la Biblia. Jesús dijo: Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, y a Jesucristo, a quién has enviado. Jesús es la revelación del Dios invisible, él le ha dado a conocer. El mismo Maestro dijo: el que me ha visto a mí, ha visto al Padre que me envió… Yo y el Padre uno somos. Pues bien, dicho esto, respondamos a la pregunta: ¿Por qué juzgó Dios a Babilonia? Ahora nos estamos refiriendo a la Babilonia física, el imperio en días de Jeremías, pero no olvidemos que hay una dimensión de su carácter y naturaleza, por tanto, de su juicio también, que son comunes y complementarios. El profeta Jeremías nos da varios de los motivos por los que el Señor juzgó a Babilonia. El primero tiene que ver con el trato dado a Israel. Os alegrasteis y os gozasteis destruyendo mi heredad. El rey Nabucodonosor y sus generales se habían extralimitado siendo la vara de Dios sobre Judá. Hicieron leña del árbol caído, y sintieron un gozo morboso por el mal ajeno. ¡Cuidado! Todas las naciones deberían tomar nota y combatir el antisemitismo. Hoy la mismísima ONU se extralimita en sus votaciones, declaraciones y condenas a Israel en una medida que está más allá de toda proporción. Se juzga al Estado de Israel con una dureza que nunca se aplica a otras naciones que mantienen gobiernos corruptos, dictaduras que causan vergüenza y la comunidad de naciones mira para otro lado. Pero cuando se trata de acusar y condenar al gobierno de Tel-aviv se usa una vara de medir fuera de toda equidad. Hace poco la UNESCO despojó a Israel de la custodia de las tumbas de los patriarcas. La lista sería interminable. Todo ello no pasa desapercibido en el cielo, aunque el hombre laico de nuestros días quiera ignorarlo. Pero además, Babilonia fue juzgada también por su soberbia (50:31,32; 51:55); porque pecó contra YHVH (50:14); porque su arrogancia hacia el pueblo de Dios fue contra el mismísimo Santo de Israel (50:29); por su idolatría (50:38); por el templo (50:28). ¿Por qué pensamos que las naciones de hoy recibirán un trato distinto? Dios no cambia.
Los juicios de Dios sobre las naciones de la tierra tienen un motivo predominante, entre muchos otros, su antisemitismo.
Babilonia (52)
Por tanto, oíd la determinación que YHVH ha acordado contra Babilonia, y los pensamientos que ha formado contra la tierra de los caldeos… Al grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las naciones (Jeremías 50:45,46)
El lenguaje del profeta sobre Babilonia es similar al juicio anunciado en el libro de Apocalipsis. Hay dos dimensiones de este juicio que tienen que ver con las dos Babilonias de las que venimos hablando, una la física-geográfica culminada en la historia; y otra su dimensión espiritual que alcanza y une en su juicio a todas las naciones, porque todas ellas han participado del vino de su furor y sus fornicaciones; recuerda, es la madre de las fornicaciones de la tierra. Pues bien, veamos ahora este otro aspecto del juicio de Dios sobre la gran ciudad. Nuestro texto recuerda el anunciado en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis que ya hemos visto. El juicio está determinado y acordado en el consejo celestial. Viene de los pensamientos de Dios, aquellos que dijo Isaías que son más altos que los nuestros. Ha venido tu fin, la medida de tu codicia (51:13). Vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones (51:41). Dormirán sueño eterno y no despertarán (51:57). Y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella (51:63,64). Un dato importante que debemos tener en cuenta: el juicio sobre Babilonia, decretado por el Señor, vendrá de la mano de Israel. Antes el reino de Judá fue castigado por su desobediencia mediante el rey caldeo, ahora se anuncia que el juicio a la ciudad, madre de todas las fornicaciones de la tierra, viene por Israel. Israel es el cetro de su herencia… martillo me sois… y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos (51:19-24). Recuerda la piedra pequeña de Daniel 2:35,44. Es el juicio anunciado por Jesús a las naciones por el trato dado a sus hermanos pequeños (Mt.25:31-46). El antisemitismo que la mayoría de las naciones manifiestan hacia el pueblo del pacto y las promesas (aquí están incluidos los gentiles que hemos sido injertados en Israel mediante el Mesías) tendrá graves consecuencias el día del juicio. Pero no solo ese día, hay juicios de Dios en la tierra ahora por el mismo motivo. Recordemos. El mensaje es salir de Babilonia y entrar en Jerusalén en su vertiente espiritual.
El juicio a Babilonia, y todas las naciones, viene por sus iniquidades y el trato dado a Israel, el pueblo del pacto, y los hijos del reino que han sido injertados en él.
Babilonia (53)
Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. Por tanto, así ha dicho YHVH: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que su corriente quede seca (Jeremías 51:35,36)
El apóstol Juan nos dice en su libro revelado en la isla de Patmos que vio a la mujer [Babilonia] ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi quedé asombrado con gran asombro… y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra (Apc.17:6,18). Ahora el profeta Jeremías nos dice que esta ciudad ha llevado a cabo una violencia extrema sobre el pueblo de Dios derramando sangre en abundancia. Por los muertos de Israel caerá Babilonia (51:49). El juicio anunciado es inexorable. Esta ciudad, portadora de violencia sobre los habitantes de Jerusalén recibirá su justa retribución. Llega el momento cuando el Señor juzga la causa de Israel. He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza (51:36). Si hay un pueblo que ha sufrido y sufre la ira de las naciones idólatras es el pueblo de Israel. Cuando digo Israel estoy siempre incluyendo a todos los que hemos sido injertados en él por la fe en el Mesías, formamos un solo pueblo, llamados por Juan: los santos y los mártires de Jesús, los que tienen el testimonio de Jesús. La ira de las naciones (incluyendo en ellas el poder político, económico y religioso) siempre está contra el pueblo escogido de Dios, los llamados de su nombre, no digo la religión nominal, si no los redimidos por la sangre del Cordero. En el caso de los judíos la historia (incluso una parte de la historia de la iglesia) es particularmente dolorosa. El odio al judío, el antisemitismo, el desprecio por ser distintos a causa de su llamamiento y el pacto dado a Abraham, solo se puede entender desde la perspectiva que estamos viendo: la naturaleza infernal de Babilonia y la bestia. Es un odio irracional, incomprensible, pero evidente hasta la nausea. Solo la dimensión espiritual de este conflicto puede acercarnos a comprender algo de sus manifestaciones. El Señor juzga la causa de Israel y la causa de la iglesia. Son complementarias. Es una misma con distinta función. El odio que reciben es común. Los redimidos del Señor tenemos una misma historia con Israel, somos conciudadanos de los santos, coparticipes de la misma promesa, la promesa del reino mesiánico que derrotará a Babilonia y levantará su trono en Jerusalén. Una vez más este es el llamamiento: Salid de Babilonia y entrad en Jerusalén.
Hay un juicio definitivo sobre Babilonia pensado por el Señor y ejecutado por su pueblo. Será desde Jerusalén, la ciudad del gran Rey.
Babilonia (54)
Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre… Y se llamaban, la mayor, Ahola, y su hermana, Aholiba; las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba (Ezequiel 23:1-4)
Pasamos ahora a la profecía de Ezequiel sobre Babilonia, y lo primero que nos encontramos es una metáfora para mostrar que el hechizo de Babilonia ha contaminado también al pueblo de Dios. Tal es la fuerza de sus encantamientos. Erramos cuando creemos que por ser hijos de Dios no seremos seducidos por el encantamiento de la gran ciudad, llamada la madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra. Vamos a meditar unos momentos en el capítulo 23 del profeta Ezequiel. Los términos que usa el profeta de Dios son similares a los de Jeremías y los del propio apóstol Juan en el libro de Apocalipsis. Se habla de fornicación, lujuria y prostitución como pecado de idolatría que ha seducido al pueblo que debía ser luz de las naciones. Este pecado emana de la idolatría que a su vez emerge de la ciudad babilónica. Es la misma idolatría que había en Egipto cuando los hijos de Israel vivieron allá antes de ser redimidos. La misma que emanaba del imperio Asirio que sedujo al reino del norte (Israel, cuya capital era Samaria y que en días de Ezequiel ya había sido llevada al cautiverio), y es también la misma idolatría que contaminó el reino del sur (Judá) seducidos por los caldeos. Piensa. La matriz que da a luz toda idolatría es una misma ciudad que se ramifica a todas las naciones. Es la madre de las abominaciones de la tierra. Es la mujer seductora llamada por el nombre de la ciudad de Babilonia. Es la misma verdad que venimos contando desde hace muchos capítulos. Ahora bien, la idolatría es la fuente de donde surge la rebelión contra Dios, pero no significa solamente postrarse ante un ídolo de madera o yeso, sino que el hechizo de la idolatría se ramifica en un comportamiento humano de diversas formas que hastía su alma y que Dios aborrece. ¿Cuáles son esas ramificaciones? Promiscuidad sexual. Adulterios y fornicaciones. Matar a sus propios hijos pasados por fuego (abortos) en el culto a Moloc. Oposición a la ley de Dios. Contaminación del santuario de adoración. Todo ello tuvo lugar en el caso de Judá en días del rey Manasés. La seducción babilónica atrapó al pueblo de Dios en una forma de vida y adoración falsa que siempre tiene el mismo origen: Babel.
La historia de Israel nos enseña que el pueblo de Dios puede ser atrapado en la seducción babilónica hasta recibir el juicio de Dios.
Babilonia (55)
… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos (Ezequiel 23:16,17)
Es muy llamativa la seducción que hoy ejerce el llamado Estado Islámico (Daesh) sobre muchas jóvenes europeas. Oyen de muchachos guerreros dispuestos a morir por su causa, determinados a luchar con arrojo, con una puesta en escena tremendamente aberrante, violenta, sanguinaria, perversa, sin embargo, muchas jovencitas y jóvenes occidentales son atraídos a sus filas, después de un lavado de cerebro rápido para viajar a Siria y ser esclavas sexuales en el caso de las chicas, y carne de cañón, (ovejas destinadas al matadero), en el caso de muchos jóvenes; jóvenes de familias de clase media, hastiados de una vida insípida y vacua, que son atrapados por el hechizo de soldados de la yihad, dispuestos a morir matando y sembrar el terror a su paso. Desde lejos nos preguntamos ¿cómo es posible? Creo que los profetas de Israel, y la misma historia antigua del pueblo judío nos dan la respuesta. ¿De dónde procede ese poder hechicero? ¿De dónde el encantamiento? Los medios de comunicación y los políticos lo naturalizan todo, no tienen discernimiento espiritual, solo ven lo que tienen delante de sus ojos, y a veces ni eso. Es una batalla espiritual para discernir espiritualmente. Sin discernimiento, (sin visión), el pueblo perece. Gobernantes ciegos, guías de ciegos, conducen al mismo hoyo a naciones enteras. Mira el lenguaje del profeta Isaías en otro lugar: ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié?… ¿que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? (Is.42:19,20). Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado (Is.56:10,11). Los gobernantes de las naciones europeas han dado lugar a la decadencia que vivimos. Se han embrutecido con los deleites de Babilonia, han sido cegados por la seducción del islam, habiendo antes negado la fe de sus padres, renunciando y menospreciando a la herencia judeocristiana hemos sido invadidos por los caldeos yihadistas, como en su día lo fue Judá.
Cuando las naciones cierran sus ojos a la verdad de Dios, el Señor envía un poder engañoso para que crean la mentira y sean atrapados en ella.
Babilonia (56)
… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos (Ezequiel 23:16,17)
Sigamos meditando en los mismos textos porque hay más que decir. Seamos claros y directos. En esta guerra no valen medias tintas. La tibieza y la ignorancia son dos de los mayores enemigos de todo gobernante. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes sigan diciendo que el islam es una religión de paz cuando toda su historia y la realidad del terrorismo actual dice lo contrario! ¡Cómo es posible que las obras de muerte y destrucción no sean suficientes para desenmascarar la naturaleza evidente del islam salafista! Por cierto, este islam, el salafista, es el original; sus patrocinadores y predicadores en muchas de las mezquitas que han invadido Europa y América anuncian el regreso al islam puro, el de los orígenes, es decir, el de Mahoma y su primera expansión por la espada y solo por la espada. El islam emana de Babilonia. Proviene de Babilonia. Está situado originalmente y geográficamente en Babilonia. Es decir, Mesopotamia, el actual Irak. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes actuales en su amplia mayoría solo reaccionen cuando han matado a docenas de personas en nuestro suelo «santo» europeo, pero están callados cuando la sangre riega pueblos y naciones de África, y por supuesto, cuando la sangre es judía! Entonces la alarma desproporcionada de los medios de comunicación, y la misma desproporción momentánea de la policía europea salen a la calle, cuando Israel lleva décadas luchando contra esta plaga de odio, muerte y cultura del caos, y siempre, digo, siempre, son criticados por su legítima defensa. ¡Es una batalla espiritual! Con sus consecuencias materiales, claro, siempre están unidas la vertiente espiritual de las cosas y su dimensión física. El hechizo viene cuando un pueblo se ha entregado a la idolatría, como Judá en la antigüedad en días de Ezequiel. Y con ella, la ceguera, la ignorancia, la necedad, el encantamiento para enamorarse aún de sus propios enemigos. ¡Increíble! ¡Enamorados de sus enemigos! Sí, Judá se enamoró de ellos a primera vista, y tomaron la iniciativa de enviar mensajeros a la tierra de los caldeos. Los invitaron a venir, tal vez con la idea ingenua de refugiados, una apariencia de bondad, falsa piedad que esconde un engaño que acaba destruyendo. La Biblia es muy actual.
Cuando nos enamoramos de nuestros enemigos, y lo hacemos a primera vista, estamos bajo un hechizo babilónico producido por la idolatría.
Babilonia (57)
… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos (Ezequiel 23:16,17)
Sigamos un poco más con los mismos textos de Ezequiel. Hablábamos de enamoramiento en nuestra reflexión anterior. A menudo pensamos que el enamoramiento a primera vista es bueno, lo buscamos, lo esperamos, y a veces lo encontramos, pero como en todas las cosas buenas puede haber contraindicaciones. El enamoramiento del que habla aquí el profeta se ha producido por un hechizo, de esa forma se ha enajenado la razón, su capacidad de razonar y pensar con sensatez, rindiéndose a sus enemigos idólatras con la suavidad que produce. A partir de ahí se toman iniciativas contraproducentes motivadas por la seducción idólatra. Piensa en la vertiente natural y/o en la espiritual. Enviaron mensajeros a los caldeos, estos advirtieron la sumisión y se aprovecharon de ella. Se produjo un yugo desigual, porque ¿qué concordia tienen el templo de Dios y los ídolos? Así, pues, se llegaron a ella —a Jerusalén, llamada también Aholiba— los caldeos contaminando al pueblo de Dios, y estos contagiados voluntariamente por ellos, hasta que su alma se hastió. Hoy vivimos estas contaminaciones en una parte de la iglesia. El brillo babilónico, su esplendidez y riqueza, su vestido escarlata, de lino fino y apariencia de piedad, han sumergido a muchos cristianos en una decadencia de la que no son conscientes porque su enamoramiento de la ciudad babilónica ha enajenado sus sentidos para discernir, por tanto, se ha contaminado con el mundo y mezclado la adoración al Dios vivo con los ídolos de Babel. Lo vemos físicamente en la vida de David cuando vio a Betsabé y recreándose en una mirada lasciva fue seducido hasta el hechizo paralizador de la verdad. Lo encontramos en la vida de uno de sus hijos, Amnón, que se enamoró a primera vista de su hermana Tamar; hechizado por su belleza no descansó hasta violarla para luego aborrecerla, su alma se hastió una vez consumado el acto. Lo vemos espiritualmente en la iglesia de los gálatas, que fueron fascinados por predicadores al estilo babilónico (Gá. 3:1). Y lo vemos también en los israelitas acampados en los campos de Moab; cómo fueron seducidos por las hijas de Moab, primeramente invitados al culto idólatra, para acabar poco después en un desenfreno sexual que trajo el juicio de Dios (Núm. 25:1-3 y 31:16).
Para no ser atrapados en el enamoramiento consentido de Babilonia debemos salir de ella, entrar en Jerusalén y no movernos de allí.
Babilonia (58)
Por tanto, Aholiba, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor; los de Babilonia, y todos los caldeos… (Ezequiel 23:22,23)
Curiosa forma de terminar un enamoramiento: devorado por sus encantos. La Escritura dice que el corazón del hombre es engañoso, y que solo el Señor lo conoce de verdad. Una y otra vez somos engañados por nuestros sentimientos, que en algunos casos concluyen en tragedia. Fue el caso de la ciudad de Jerusalén después de haberse enamorado perdidamente de los babilonios. Aquellos caldeos vigorosos y viriles acabaron siendo sus propios verdugos. Hoy tenemos una vez más el tema de la violencia de género en primer plano de las noticias. Algunos hombres que un día prometieron amor eterno, hicieron votos de fidelidad y entrega por su amada, terminan matando a sus amantes después de un proceso degenerativo de la relación que acaba trágicamente. Eso en el terreno de las relaciones personales, siempre complejas. El caso que nos ocupa en nuestro texto tiene que ver con la fornicación idólatra de una sociedad que acaba siendo devorada por otra. La ciudad de Dios, Jerusalén, ha sido hechizada por la ciudad de perdición, Babilonia. El juicio no se hace esperar, y es el mismo Señor quién usa a los antiguos amantes para culminar su castigo por la ruptura del pacto de su pueblo. No es un caso liviano. No tiene que ver con un desliz ocasional, una caída en pecado sin la práctica que lo sustente, es más bien un comportamiento sostenido en el tiempo, corregido y censurado por sus profetas en múltiples ocasiones pero sin arrepentimiento. Estamos ante el pecado de la generación de Manasés, aquel rey de Judá que multiplicó la maldad más allá de lo que había sido la práctica de los pueblos cananeos que habitaban la tierra con anterioridad. Estamos ante la decadencia progresiva y el aumento de la maldad que subió a unos niveles de iniquidad que ni siquiera las reformas del rey Josías, siguiente rey de Judá, pudieron evitar el juicio de Dios sobre el reino del sur. La voz del profeta Ezequiel liberó el juicio del Santo sobre su propio pueblo. Y me dijo YHVH: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones? Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aún a sus hijos que había dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos (23:36,37). El aborto que se practica hoy en las naciones es un culto idólatra a Moloc.
El juicio de Dios viene cuando la idolatría produce obras perversas en una sociedad decadente, sin temor de Dios, que incluso mata a sus hijos.
Babilonia (59)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones, y di: Así ha dicho YHVH el Señor sobre Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea (Ezequiel 16:1-3)
Estamos estudiando sobre todo la ciudad de Babilonia comparándola con la ciudad de Jerusalén que en la Biblia representan dos realidades opuestas. Ambas tienen una dimensión terrenal y otra espiritual. Quiero hacer ahora un breve regreso en el tiempo para conocer el origen de la Jerusalén terrenal. Lo encontramos en el capítulo 16 de Ezequiel. Allí se compara la ciudad con una niña que vino al mundo en unas condiciones aciagas. Nació en la tierra de Canaán, donde habitaban hombres malvados, perversos y malditos. En esa atmósfera fue dada a luz aquella niña; no fue cortado su ombligo, ni lavada, no hubo quien se compadeciese de ella, fue arrojada sobre la faz de la tierra, menospreciada justo al nacer. Su nacimiento experimentó un fuerte rechazo. Entonces pasó el Señor junto a ella, la vio sucia en sus sangres, y le dijo: ¡Vive! La hizo multiplicar, creció y se hizo grande, llegó a ser muy hermosa, se formaron sus pechos, le creció una hermosa melena, pero estaba desnuda y descubierta. Pasó otra vez el Señor al lado de ella, la miró y vio que era tiempo de amores, extendió su manto sobre ella, cubrió su desnudez, y entró en pacto con ella, y fue propiedad del Señor. Entré en pacto contigo, dice YHVH el Señor, y fuiste mía (16:8). Fue lavada, ungida, vestida de lino y seda, ataviada con adornos, puso brazaletes en sus brazos y collar a su cuello, joyas en su nariz, y una hermosa diadema en su cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado… y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu nombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti (16:13,14). Y llegando el momento álgido de su desarrollo, (había pasado del menosprecio a reinar), ocurrió lo inesperado. Confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre (16:15). Comenzó así un deterioro progresivo hacia la decadencia que la llevó a corromperse con los ídolos de su entorno, es decir, la influencia de la ciudad ramera —Babilonia— contaminó sus caminos, olvidándose de dónde había venido. Se corrompió de tal manera que imitó los peores comportamientos idólatras. Parece imposible de creer, pero el mismo proceso lo ha vivido la iglesia de Dios en la historia.
El origen terrenal de Jerusalén es cananeo, bajo maldición, pero llegó a reinar; luego se envaneció y prostituyó con idolatría olvidando su origen.
Babilonia (60)
Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas en tu sangre (Ezequiel 16:22)
¡Que frágil es la memoria del hombre para olvidar su antigua miseria en los días prósperos! Esta verdad se ha repetido y se está repitiendo en estos mismos momentos en personas, familias, pueblos y naciones en la actualidad. Y por supuesto, está sucediendo en la iglesia del Señor. Porque no olvidemos que Jerusalén es un tipo de la iglesia en la Escritura. ¡Qué fácil es cargar los juicios a Israel y Judá en la Biblia y las bendiciones a la iglesia! ¡Cómo nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que somos mejores que ellos! Jerusalén, una niña desahuciada y menospreciada al nacer, creció en hermosura y prosperó por la bendición y misericordia del Señor. Pero olvidó su pasado, y con él, la realidad de su origen. Por eso se suele decir que el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. También la iglesia del Señor. El desarrollo que vemos en el mensaje de Ezequiel sobre el deterioro de Jerusalén es estremecedor. La que había recibido gracia y vida se convirtió en ciudad malvada, fornicaria, peor que ramera, en adúltera, porque buscó a sus amantes, se entregó a ellos sin paga, voluntariamente, por lujuria. Llegó a ser peor que sus hermanas Samaria y Sodoma. Su comportamiento alcanzó cotas de maldad superiores a las de Sodoma que consistieron en: soberbia, saciedad de pan, abundancia de ociosidad, no fortaleció la mano del afligido, se llenó de soberbia y abominaciones delante del Señor (16:48-50). Jerusalén, capital del reino de Judá, la superó, por tanto, atrajo el juicio de Dios inexorablemente. El Señor no tendrá por inocente al malvado. Su justicia alcanza a su pueblo también. Si hacemos un paralelismo histórico viendo a Samaria como la iglesia católica y a Judá como la iglesia protestante (verdaderamente hay muchas similitudes que no podemos concretar aquí), encontramos que se repite la soberbia doctrinal. Judá se jactó y juzgó a sus hermanas Samaria y Sodoma, pero llegó a ser peor que ellas. Jesús enseñó que miramos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Nosotros también vivíamos, en otro tiempo, sin esperanza y sin Dios en el mundo; la gracia de Dios nos alcanzó, por tanto, no juzguemos erróneamente, sino hagámoslo con justo juicio (Juan 7:24).
La memoria frágil puede conducirnos al error olvidando nuestros antiguos fracasos para juzgar a otros con dureza. Jerusalén atrae la cordura.
Babilonia (61)
Pero más ha dicho YHVH el Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto? Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno (Ezequiel 16:59,60)
Si hay un mensaje claro en la Escritura es que si no hubiera sido por la misericordia del Señor hubiéramos perecido. Nuevas son cada mañana, grande es su fidelidad. Aunque nosotros seamos infieles, él permanece fiel. No hay justo, ni aún uno; todos se desviaron, a una se hicieron inútiles, no hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Por tanto, todos necesitamos su misericordia, todos somos deudores de su gracia, y todos podemos arrepentirnos para retornar al pacto. El Señor no tiene mala memoria, ni olvida el juramento que ha salido de su boca, el pacto que hizo con Abraham, con Moisés, con David y el nuevo pacto, establecido sobre la sangre del Mesías de Israel, el Hijo de Dios. La niña —Jerusalén— que nació en una tierra maldecida por el pecado, que fue encontrada en sus sangres y menospreciada por todos, llegó a su juventud y el Señor hizo un pacto con ella. Escogió a Sion para poner allí su nombre. Hizo construir un templo para manifestar su gloria y andar en medio de Israel. Jerusalén fue rebelde, se prostituyó, fue mezclada con Babilonia, recibió sus juicios —porque el Señor no hace acepción de personas ni de pueblos en lo que respecta a su santidad y justicia— y una vez castigada se acordó de su pacto hecho con Abraham y Moisés. Luego confirmó a David, que de su descendencia levantaría un vástago, del tronco de Isaí, para establecer su trono en Jerusalén, un reino de paz para todas las naciones de la tierra. Llegará el día cuando Jerusalén recuperará el propósito y llamamiento soberano del Dios de Israel, no así la ciudad destinada a condenación, Babilonia, la madre de todas las fornicaciones de la tierra. Hay esperanza para Jerusalén en los pactos hechos por el Señor señalados en Sion, pero hay un destino distinto para la ciudad de perdición. Salgamos de Babilonia aunque llevemos el nombre de Jerusalén. El Señor conoce a los que son suyos, y apártese de iniquidad todo aquel que invoca su nombre. Dios perdona los pecados de Jerusalén, pero de Babilonia hay que salir y huir. Ezequiel termina su mensaje con estas palabras: cuando yo perdone todo lo que hiciste (16:63). Hay perdón en Jerusalén, pero juicio eterno en Babilonia, porque esta ciudad alberga la sede de quién ha sido destinado a condenación.
Regresar a la cobertura del pacto hecho por el Señor nos hará recuperar el propósito para el cual fuimos llamados antes de nacer.
Babilonia (62)
Aconteció en el undécimo año, en el día primero del mes, que vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré llena, y ella desierta… (Ezequiel 26:1,2)
Con esta meditación entramos en tres capítulos del libro de Ezequiel donde vamos a ir viendo el juicio anunciado sobre Tiro. Antes de nada debemos situarnos y reseñar algunos datos sobre la ciudad de Tiro para poder contextualizar la profecía. Tiro era la ciudad más importante de la antigua Fenicia, situada en la región conocida hoy como El Líbano, al norte de Israel. Otra ciudad fenicia era Sidón, de donde procedía Jezabel, la hija de Et-baal rey de los sidonios, que se casó con Acab, rey de Israel, en cuyo reino introdujo el culto a Baal (1 Reyes 16:31,32). Ambas ciudades, junto con Biblos, y algunas otras, tuvieron durante mucho tiempo una influencia predominante en la cuenca Mediterránea. Los fenicios establecieron colonias en muchos de los puertos del Mare Nostrum, llegaron hasta el sur de Iberia y fundaron Gadir, la actual ciudad de Cádiz. A ellos les debemos en nuestro país el alfabeto, que tiene una importancia extraordinaria en la Historia de la cultura humana, la agricultura y la ganadería avanzada, la producción del aceite de oliva, la metalurgia, la navegación, el consumo y el comercio. Su aportación a la historia de España antes de la llegada de los romanos fue extraordinaria. Los fenicios fundaron la ciudad de Cartago, actualmente Túnez, que rivalizó por el dominio mundial con Roma. Cartago fue derrotada en las guerras púnicas, y una vez destruida se despejó el camino para el dominio del Imperio Romano. Pero siglos antes, Fenicia tuvo gran relevancia. Tiro mantuvo relaciones amistosas con el rey David y Salomón. De esta ciudad procedía Hiram, uno de los artífices de la construcción del templo de Jerusalén, además de aportar grandes cantidades de madera del Líbano. Ahora el profeta Ezequiel anuncia juicio sobre Tiro por su actitud reprobable hacia el castigo que sufrió Jerusalén. Nabucodonosor la sometió a un asedio que duró trece años, hasta que finalmente fue conquistada. Esta ciudad fenicia habló contra Jerusalén diciendo: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones. Veremos cómo se consumó el juicio en esta ciudad que vino a ser una hija aventajada de la antigua Babilonia.
Tiro, antigua dominadora del comercio en toda la cuenca mediterránea, se ve ahora expuesta al juicio de Dios por su soberbia actitud ante Jerusalén.
Babilonia (63)
… por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus olas (Ezequiel 26:3)
Hemos dicho en nuestra meditación anterior que Tiro se presenta en el libro del profeta Ezequiel como una hija adelantada de Babilonia. Recordemos que la manifestación de la ciudad contaminadora de todas las naciones es múltiple. En el caso de la ciudad de Tiro nos encontramos con el sistema financiero mundial a través del comercio en muchas naciones. Lo veremos con detenimiento más adelante, ahora quiero detenerme en lo que atrajo el juicio de Dios sobre esta ciudad populosa e influyente. Los primeros versículos del capítulo que estamos estudiando lo dejan claro, fue su actitud hacia la ciudad de Jerusalén. Recordemos. La capital del reino de Judá había sido juzgada por el Señor y llevada al cautiverio babilónico. El templo fue destruido y la pérdida de su influencia comercial y política en la zona fue aprovechada por la ciudad de Tiro para beneficio propio. Esto desagradó al Señor. La ciudad fenicia tampoco se libraría de ser conquistada por Nabucodonosor después de un asedio de trece años. Hay un dicho popular que dice: no hacer leña del árbol caído. Jesús dijo: el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, por tanto, nunca debemos alegrarnos del mal ajeno, y mucho menos tratar de sacar provecho de su debilidad. Esta actitud desagrada a Dios. El reino de Edom también cometió este pecado en el mismo tiempo recibiendo la reprobación divina por ello. El salmista lo expresó así: Oh YHVH, recuerda contra los hijos e Edom el día de Jerusalén, cuando decían: arrasadla, arrasadla hasta los cimientos. Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste (Sal.137:7,8). Edom es llamada hija de Babilonia actuando conforme a su naturaleza contra Judá. También Tiro era hija de Babilonia en este sentido. A ambos reinos les une su odio a Jerusalén, como ocurre hoy con muchas naciones islámicas, curiosamente situadas geográficamente en la misma zona, y también a muchas naciones de Europa y otros lugares por su antisemitismo. Esta actitud atrae el juicio de Dios. Está escrito: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré. El profeta Abdías lo anunció contra Edom (Abdías 1,3,10-15). Por su parte el profeta Ezequiel lo declaró sobre la ciudad de Tiro. El Señor no cambia.
Las naciones del mundo deberían aprender las consecuencias que se derivan de su odio a Israel expresado en antisemitismo. Esta actitud atrae maldición a los pueblos y acaba acelerando el juicio de Dios.
Babilonia (64)
Porque así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho pueblo (Ezequiel 26:7)
Encontramos en esta profecía un enfrentamiento entre la Babilonia física, representada aquí por el rey Nabucodonosor, contra una hija espiritual de Babilonia como madre de todas las rameras en relación a la ciudad de Tiro, que mas adelante veremos representa el poder económico mundial y su sistema financiero a través del comercio de todo tipo. Por tanto, podemos ver un enfrentamiento entre los ejércitos de Mesopotamia (simbolizados hoy por el islam), contra el poder económico mundial (representados hoy por la City de Londres, Wall Street y ciudades del sudeste asiático) encarnado en la ciudad de Tiro. La palabra proviene del mismo Señor, diciendo: He aquí del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor. Nada ocurre sin el permiso soberano del Rey del universo. Se anuncia juicio sobre la ciudad fenicia a través del dominio de la misma Babilonia. Este juicio está recogido por diversos profetas. Veamos. Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todo el territorio de Filistea?… vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra (Joel 3:4-6). El Señor es celoso de su pueblo, está escrito que es la niña de sus ojos, por tanto, llega la hora de su juicio sobre aquellas naciones que pelean contra Israel y los planes de Dios en su restauración. También lo vemos en el profeta Amós. Así ha dicho YHVH: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos. Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios (Amós 1:9,10). Este pacto entre hermanos puede referirse a las alianzas que hicieron el rey de Tiro con el rey David y Salomón en el pasado (1 Reyes 5:2-6,15-18 y 9:11-14). Pues bien, la infidelidad al pacto de Tiro sobre Israel fue recordado por el Señor, reprobando su actitud infiel. Vemos como se repite una y otra vez la trascendencia que tiene el trato dado a Israel por las naciones vecinas. La política no pasa desapercibida para el Señor de toda la tierra. Jesús habló del juicio a todas las naciones por el trato dado a Israel (Mateo 25:31-46). «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». Es un principio espiritual ineludible. Lo cual no quita que el mismo Israel sea también juzgado por el Señor como hemos visto anteriormente.
La Escritura no deja lugar a dudas: hay un juicio decretado sobre aquellas naciones que oprimen a Israel y pretenden destruirla.
Babilonia (65)
Porque así ha dicho YHVH el Señor: Yo te convertiré en ciudad desolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán. Y te haré descender con los que descienden al sepulcro… Te convertiré en espanto, y dejarás de ser; serás buscada, y nunca más serás hallada, dice YHVH el Señor (Ezequiel 26:19-21)
Los fenicios fueron durante varios siglos una sociedad pujante, muy influyente en toda la cuenca mediterránea. Ya en el siglo IX a.C. una colonia tiria fundó la ciudad de Cartago (la actual Túnez) que rivalizó con Roma. Finalmente los romanos se impusieron al general cartaginés Aníbal y desde entonces el dominio sobre el mundo conocido perteneció al Imperio Romano. Partiendo de Tiro, Sidón, Biblos y otras ciudades fenicias se establecieron colonias en las principales ciudades de ambas costas del Mediterráneo, llegando hasta «el fin del mundo» conocido, el Non Plus Ultra de los griegos, la ciudad de Gadir (actual Cádiz) en el sur de la Península Ibérica, y antiguo reino de Tartessos. Por tanto, estamos ante unas ciudades estado de gran trascendencia en el devenir histórico antiguo. Sin embargo, la piedra de tropiezo para Tiro fue Israel. Según los profetas del reino de Judá, lo que aceleró su caída y la pérdida de su dominio económico fue el trato infiel que dieron a Israel. Lo hemos reseñado en la anterior meditación en palabras de Joel y Amós. A su comportamiento impío hacia el pueblo de Dios añadió la soberbia de sentirse inexpugnable por su influencia mundial. Siempre aparece en la historia de los pueblos la arrogancia por la prosperidad como detonante de su caída. Si a ello le añadimos un antisemitismo militante tenemos un cóctel mortal para precipitar su desaparición. Esta verdad se desprende una y otra vez de la revelación bíblica manifestada por los profetas. Ezequiel lo pone de manifiesto con claridad. Por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones (26:2). Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura (27:3). Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste; Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares… (28:2). De lo que hay en el corazón, dijo Jesús, habla la boca. Tiro habló con arrogancia contra Jerusalén, se enalteció por sus riquezas y esto fue la causa de su ruina. Esta forma de hablar es propia de nuestra generación. Por otro lado, la teología del reemplazo en la iglesia menosprecia los pactos de Dios con Israel.
Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Es soberbia oponerse a su soberanía frente a Jerusalén y jactarse como dios.
Babilonia (66)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Tú, hijo de hombre, levanta endechas sobre Tiro. Dirás a Tiro, que está asentada a las orillas del mar, la que trafica con los pueblos de muchas costas: Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura. En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron completaron tu belleza (Ezequiel 27:1-4)
Está escrito: Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron (Rom.15:4). También dice el apóstol: Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron… y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (1 Co.10:6,11). Las naciones prósperas de hoy deberían comprender que corren un gran peligro si actúan con autosuficiencia, ignoran voluntariamente la profecía, y se levantan con soberbia oponiéndose a Israel mediante el antisemitismo o apoyando la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones). No debemos ignorar lo que está escrito, y aquello que la historia nos enseña. Tiro y los fenicios consiguieron durante un tiempo ser ciudades-estado de gran relevancia mundial. Su comercio se extendió por todo el Mediterráneo, que es como decir el mundo conocido de la época. El capítulo 27 de Ezequiel nos da una relación exhaustiva de su comercio con las principales ciudades y naciones de la zona. Fueron años, décadas y siglos de predominio comercial. Esto atrajo grandes riquezas a Tiro y Sidón, que a su vez formó grandes ejércitos, tuvo enorme influencia, y por supuesto, grandes arrogancias. Su importante industria naviera fue tan exitosa que dominaron los mares estableciendo un sistema comercial y financiero que creó una inmensa riqueza, y con ella el engaño de la autosuficiencia, pensamientos inflados que les hicieron confundirse con dioses en forma humana, aupado por las adulaciones del resto de las ciudades importantes con quienes traficaban. Entonces el Señor habla a la ciudad de Tiro mediante el profeta. Piensa. Dios habla a una ciudad como si fuera una persona. Las ciudades tienen personalidad propia. Seguramente hay una potestad predominante que implanta su carácter sobre ella influyendo en las autoridades que asumen la naturaleza de esa potestad, liberando la influencia demoniaca sobre ella. Jesús habló en ciertas ocasiones a Jerusalén por no conocer el tiempo de su visitación. ¿Por qué somos tan soberbios para pensar que las ciudades populosas de nuestras naciones han de ser distintas?
El Señor habla a las ciudades que han adquirido personalidad propia con su sello distintivo, y lo hace para corregir lo deficiente en sus gobernantes.
Babilonia (67)
Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo comerciaba en tus ferias… Javán, Tubal y Mesec comerciaban también contigo… Los de la casa de Togarma… comerciaban en tu mercado… Edom traficaba contigo… Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo… Damasco comerciaba contigo… Arabia y todos los príncipes de Cedar traficaban contigo… Estos mercaderes tuyos negociaban contigo en varias cosas… Las naves de Tarsis eran como tus caravanas que traían tus mercancías; así llegaste a ser opulenta, te multiplicaste en gran manera en medio de los mares (Ezequiel 27:12-25)
¡Abrumador el comercio y la influencia que llegó a tener Tiro y las ciudades fenicias! Favorecidas por la costa sobre la cual estaban asentadas, su pericia para la navegación, y su destreza para el comercio y los negocios hacen de Tiro la envidia de muchas de las grandes ciudades en la actualidad. La relación del profeta sobre ciudades y reinos que comerciaron con Tiro; la lista detallada que hace de sus productos y el resultado de todo ello la iguala a la ciudad de Babilonia que aparece en Apocalipsis 18. Una comparación de los productos nos deja asombrados por la similitud de sus ventas. No podemos aquí desarrollar un estudio minucioso, pero debemos sacar algunas conclusiones. El comercio siempre es motivo de prosperidad en las ciudades y naciones. Las ciudades costeras tienen ventaja sobre las del interior, y sus mercancías pueden moverse con mayor rapidez, produciendo un comercio e intercambio entre pueblos que favorece a ambos. Las ferias comerciales modernas son reflejo de la actividad iniciada por los fenicios. Un comercio mundial favorece una economía de mercado mundial que produce un sistema económico mundial y acumula la riqueza en aquellas ciudades que sepan hacer mejores negocios. Esa acumulación de riqueza produce algunos efectos secundarios. Las potestades superiores acaban estableciendo su dominio espiritual sobre esas ciudades a través de los gobernantes, empresarios, banqueros y autoridades religiosas para establecer un gobierno mundial que lleve a los pueblos dócilmente a sus propósitos según el modelo piloto que se llevó a cabo en la llanura de Sinar, en Babel. Y con todo este conglomerado de pasiones aparece en el corazón del hombre un dominio tan fuerte que lo lleva a confiar en sí mismo de una forma que acaba considerándose un dios, emanciparse del Creador y con ello precipitar su caída y el justo juicio de Dios.
El corazón engañoso del hombre acaba cediendo a la influencia irrefrenable de sus logros comerciales que lo llevan a su caída en desgracia.
Babilonia (68)
¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar? Cuando tus mercaderías salían de las naves, saciabas a muchos pueblos; a los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tu comercio… tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti… Los mercaderes de los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre, dejarás de ser (Ezequiel 27:32-36)
El salmista nos advierte: Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas (Sal.62:10). Jesús también lo hace una y otra vez en sus enseñanzas. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y el apóstol Pablo escribe: Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Tim.6:9,10). Hoy en muchos púlpitos cuando se leen estos textos rápidamente se pone el énfasis en que el problema está en el amor al dinero, no en el dinero mismo, éste es neutro, se enfatiza. La realidad es que parece haber muy poca capacidad en el ser humano para no ser subyugado por el brillo del oro. Dinero, poder y sexo son una triada diabólica que hunden a los hombres en perdición haciendo emerger lo peor de la naturaleza humana. Sin embargo, hay personas prósperas en la Biblia que no sucumbieron a semejante tentación: Abraham, Isaac, Jacob, Job, David y muchos otros. Pablo dice a Timoteo: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en Dios, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Tim.6:17). No fue el caso de la ciudad de Tiro y sus habitantes. Como tampoco lo será el de las ciudades y naciones de hoy que prosperan un tiempo para envanecerse cayendo presa de sus propios excesos. Lo efímero de las riquezas pone a prueba el devenir de los pueblos. La historia revela que grandes ciudades e imperios antiguos cayeron y nunca más se han levantado. ¿Qué nos hace pensar que las ciudades prósperas de Europa y América lo serán siempre? Si hubo juicio para Tiro, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas, lo habrá también para las nuestras si seguimos los mismos patrones de comportamiento. Dios no cambia. Las generaciones van y vienen, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Nuestro afán actual por las riquezas, el confort y el lujo desmesurado nos iguala a Tiro y su caída. Seamos sabios y aprendamos del testimonio escrito para todas las generaciones.
Busquemos primero el reino de Dios y todo lo demás será añadido.
Babilonia (69)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)
En este capítulo de Ezequiel nos encontramos con la fusión que se establece entre el comportamiento de la ciudad de Tiro y su príncipe, −la influencia que llegaron a tener sobre todo el Mediterráneo, es decir, todo el mundo conocido, que dio lugar a un comercio mundial con su consiguiente dominio y poder sobre otros pueblos y naciones−, con las potestades superiores. El éxito de la ciudad de Tiro en mantener un mercado común europeo, (aunque ciertamente superaba las fronteras de Europa y llegaba hasta el Oriente Medio), propició, (o tal vez vino motivado por su vinculación anterior a la fuerza que ejercía el poder babilónico sobre ella), una combinación de fuerzas naturales y sobrenaturales. Me explico. El ser humano tiene las potencialidades que el Creador le ha dado para dominar sobre la creación, ejercer de mayordomo y administrar lo que ha sido puesto bajo su custodia, pero una vez que se emancipa de la fuente de su autoridad, es decir, el Hacedor de todas las cosas, se activa otro poder espiritual que lo subyuga y ejerce su persuasión sobre él para conducirle más lejos aún de su dependencia primaria, inyectar en el ser humano su naturaleza rebelde y doblegarle a su dominio mediante la rebelión contra el Creador pretendiendo ocupar su lugar. Esa fue la caída de Lucifer, el ángel o querubín caído, que ahora se proyecta sobre la naturaleza del hombre para conseguir los mismos resultados. Todo ello se desprende del texto que tenemos para meditar. Una vez que la ciudad de Tiro consiguió una posición de influencia sobre las demás naciones mediante su comercio, aparece en la revelación que nos da el profeta de Dios, una fusión de voluntades entre el hombre y el que Jesús llama el príncipe de este mundo, y el apóstol Pablo, el príncipe de la potestad del aire, que opera sobre los hijos desobediencia, o hijos de ira. Por eso, el profeta Ezequiel se dirige en su mensaje de este capítulo al príncipe de Tiro, y en el desarrollo de su exposición pone de manifiesto que está viendo en él al querubín, sello de la perfección, sabiduría y hermosura que estuvo en Edén.
El profeta Ezequiel revela que detrás del éxito económico del príncipe de Tiro se manifestaba una naturaleza que sobrepasaba el ámbito natural.
Babilonia (70)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)
La Biblia muestra con toda claridad que hay un mundo visible y otro invisible. Que este ejerce su influencia sobre aquel mucho más de lo que podemos percibir, de ahí que se hable de sentidos espirituales, de discernimiento de espíritus, de no creer a todo espíritu, sino de probarlos. El mismo ser humano está compuesto de espíritu, alma y cuerpo, es un ser tripartito, con la evidencia de que puede ser influenciado mas allá de su consciencia por el mundo invisible. El mismo apóstol Pedro lo fue, cuando llevado por afectos humanos quiso impedir que Jesús fuera a la cruz, y el Señor le reprendió con palabras duras: ¡Quítate de delante de mí Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. La fascinación, el hechizo momentáneo, el magnetismo, el carisma arrollador que ejercen algunos líderes sobre las multitudes solo se puede entender desde la influencia irresistible que en un momento dado puede ejercer un ser humano sobre pueblos y naciones mediante la activación de las potestades superiores sobre su voluntad y razón. Es lo que vemos en el príncipe de Tiro. El profeta le llama hombre, pero a la vez ve una potestad dominante que lo ha subyugado mediante el orgullo para implantar en él su propia naturaleza que le lleva a querer ser igual a Dios. Todo comienza por la boca. Como dice el dicho popular: por la boca muere el pez. Así está escrito: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste… La soberbia da lugar a una forma determinada de hablar. A la vez, la manera de hablar pone de manifiesto lo que hay en el corazón de la persona. Por las palabras somos justificados o condenados. De lo que hay en el corazón habla la boca. Por eso está escrito: Sobre toda cosa guardada, guarda el corazón, porque de él mana la vida. La soberbia se había producido por el éxito comercial innegable de la ciudad de Tiro, y en concreto en la cabeza de esa ciudad, su príncipe (Is. 7:7-9). Una vez dominada la persona que ejerce autoridad sobre el pueblo, la naturaleza del mal puede abrirse camino fácilmente hacia las multitudes.
Las personas que ejercen autoridad deben estar bajo autoridad, de lo contrario quedarán expuestos al dominio de las potestades superiores.
Babilonia (71)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)
Veamos algo más sobre el significado de ser cabeza en la Escritura. Toda autoridad viene de Dios. Pablo enseña: Cristo es cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo (1 Co.11:3). Este es un mensaje impopular en nuestra generación, contraria a toda autoridad, seguramente por los excesos y falta de modelos reales de lo que significa ser cabeza. La idea errónea es que significa ser «jefe», mandar, imponerse, cautivar, dominar. Pero esa no es la verdad que se expresa en la Escritura. Cabeza en la Biblia siempre significa estar bajo autoridad, estar sujeto a, para poder ejercerla debidamente sobre. El hombre estaba sujeto a la cabeza, que es Cristo, pero cuando pecó se emancipó y escogió una aparente libertad que lo llevó a la esclavitud. Por tanto, toda emancipación de la autoridad significa acabar en esclavitud. Jesús, el postrer Adán, nació y vivió en un mundo caído, pero nunca se emancipó del Padre; vivió sujeto a su voluntad hasta la muerte, por eso triunfó en la resurrección y fue exaltado hasta lo sumo, recibiendo toda autoridad en el cielo y en la tierra. Ahora tiene un nombre que es sobre todo nombre. Los ladrones y salteadores de la autoridad nunca se sujetan, solo en apariencia, por tanto, acaban siendo tiranos, ejerciendo dominio a costa de la libertad de los demás, y para ello deben usar el miedo, la manipulación y el engaño para mantenerse en autoridad. Cuando el hombre de éxito, en cualquier ámbito, se enseñorea de quienes están bajo su autoridad es porque ha dejado de estar sujeto él mismo. Se ha emancipado como mayordomo pensando que tiene derecho a hacerlo y ha creído ser un dios; la soberbia activará en él la misma naturaleza de la primera personalidad espiritual que se rebeló contra Dios, y a partir de ese momento quedará preso de ese dominio que lo impulsará a su propia ruina, causada por una combinación de factores humanos, −muy humanos−; el apóstol los llama las obras de la carne; un poder hechicero cauterizará su conciencia para perder su humanidad y llegar al engaño de creer que es dios. Eso es lo que ocurrió con el príncipe de Tiro y su autoridad sobre la ciudad fenicia.
Nuestra generación vive atrapada en este engaño por su soberbia.
Babilonia (72)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)
Si hubiéramos entendido el principio bíblico de autoridad y cabeza, junto con el de mayordomía, no seríamos tan negligentes a la hora de orar por los reyes y los que están en eminencia, es decir, las personas que ocupan el lugar de cabeza en una sociedad. Son ellos quienes están más expuestos a los ataques demoníacos y más sutiles, apelando a los instintos más bajos para doblegar la voluntad y tiranizar la mente, su forma de pensar mediante ideologías, espíritus engañadores y doctrinas de demonios, y a partir de ellas dominar pueblos y naciones en el ámbito político, económico, cultural, social, religioso. El profeta Isaías escribió: La cabeza de Siria es Damasco [su capital], y la cabeza de Damasco, Rezín [su rey]… Y la cabeza de Efraín es Samaria [su capital], y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías [su rey]. Y añade unas palabras misteriosas: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Is.7:1,8-9). Observa el orden. La cabeza de una nación es su capital, y dentro de la capital el rey. En esos lugares y sobre esas personas ejercerán su dominio principal las potestades espirituales. Por eso el profeta Ezequiel en el texto que tenemos de base en las últimas meditaciones se dirige a la autoridad de la ciudad, en él están representados todos sus ciudadanos, porque el carácter predominante de los líderes se acaba extendiendo a quienes están bajo su dominio, aceptando su influencia como algo natural o cultural, justificando el mal de muchos en el consuelo de todos. Pues bien, el profeta se dirige a la cabeza de Tiro para exponer su mensaje. Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto, he aquí yo traigo sobre ti… (28:6,7). Y a partir de ese momento se presenta el juicio al que ha sido sometida la ciudad de Tiro. Sin embargo, las cosas no suceden de un momento a otro, el juicio de Dios tiene su desarrollo, y en su misericordia, espera que el hombre se arrepienta. El recorrido lo recoge el proverbio: Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu (Pr.16:18). Este proceso está activado en nuestra generación y debemos pararlo con arrepentimiento sincero.
La soberbia y avaricia que echaron a perder el comercio y la prosperidad de Tiro producirá los mismos resultados en nosotros si seguimos los mismos pasos.
Babilonia (73)
Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón (Ezequiel 28:4-5)
Hay personas y pueblos especialmente dotados para los negocios. No todos valemos para ello. Los fenicios, y especialmente los tirios, sí lo fueron. La mezcla de talento y astucia para los negocios los llevó a dominar durante mucho tiempo el comercio marítimo en todo el Mediterráneo. Pero no nos engañemos, todos sabemos que hay pocos negocios que no acaben ensuciando nuestras manos, directa o indirectamente, a medida que penetramos en sus entrañas. Los diversos intereses que afloran en todo negocio hacen surgir también lo peor de la naturaleza humana. El egoísmo suele imponerse, la avaricia acaba dominando los motivos que un día fueron honestos, y cuando caemos en la cuenta hemos sido atrapados en redes y lazos que hacen muy difícil mantener su desarrollo sin entrar en áreas sombrías del alma que oscurecen los sentidos. Entonces damos inicio a gestiones con cierta dosis de manipulación, otras veces presionamos o coaccionamos para conseguir los objetivos, y por fin perdemos la honestidad que nos hace insensibles para ver más allá de nuestros propios intereses, sean de empresa o de estado. Una diversidad de argumentos acudirán a socorrer nuestra conciencia para que podamos transgredirla y no ser punzados por ella. Hemos llegado a la dureza del corazón. Perdemos toda sensibilidad y nos entregamos con avidez a cometer toda clase de impurezas (Efesios 4:19). Este deterioro fue el que se produjo progresivamente en Tiro, la ciudad más próspera de la antigua Fenicia, y cuyo rey enalteció su corazón para compararse con un dios. Esa altivez fue transmitida a toda su generación, que asumió con normalidad la soberbia de su idiosincrasia, confundida con la cultura comercial, justificando su acción para sobrevivir en un mundo salvaje y competitivo que no da tregua. No hemos cambiado mucho. Los mismos negocios siguen produciendo los mismos resultados. Hay un tiempo de prosperidad causada por el buen hacer, la sabiduría innata para los negocios, la sagacidad para saber contratar, comprar y vender con rentabilidad, pero cuando la arrogancia aparece, y con ella la superioridad de nuestra cultura, hemos puesto la primera piedra de la caída.
Hacer negocios rentables requiere sabiduría, prudencia y negociar adecuadamente, aunque el mayor negocio será guardar el corazón de la soberbia cuando las riquezas aumenten.
Babilonia (74)
Por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor (Ezequiel 28:6,7)
Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. El que se humilla será exaltado, pero el que se enaltece, será humillado. ¡Que falta le hubiera hecho una predicación de este tipo al rey de Tiro! Aunque hoy se predica en muchos púlpitos y sin embargo seguimos cometiendo los mismos errores. El hombre, ¿qué es el hombre? Algunos dicen que el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. ¡Ojalá fueran solo dos veces! Repetimos una y otra vez los mismos errores, los mismos pecados, no aprendemos en cabeza ajena, si fuera así lo podríamos hacer de la historia del pueblo fenicio. Fueron un gran pueblo, durante siglos dominaron los mares, la navegación, el comercio y el sistema financiero mundial. Sin embargo, hoy solo queda de ellos la memoria de su antiguo esplendor. Por el contrario, el pueblo de Israel que durante siglos fue perseguido después de ser desposeído de su tierra, guardaron la fe, la sabiduría y la ciencia de la que Dios les dotó, y hoy han vuelto a rebrotar con brillantez en su tierra, siguen siendo pioneros en muchas ciencias, una bendición para la Humanidad, aunque se les oponen fuerzas mucho más fuertes que su propia debilidad nacional. Israel ha guardado su corazón en Dios, ha aprendido de sus errores y pecados y es una señal para los pueblos. Al contrario, las naciones europeas que un día fueron (lo siguen siendo en alguna medida) modelo de civilización avanzada, prósperas en industrialización, exportadoras de ciencia y valores, hoy están en decadencia porque su corazón, al estilo de Tiro, se ha levantado como corazón de Dios. Es más, Europa ha dicho: no necesitamos a Dios, nuestra potencialidad humana, nuestra ciencia y logros tecnológicos son suficientes, somos nuestro propio dios. Y como no ha tenido en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen. Los entregó en manos de sus enemigos, aquellos que durante siglos han envidiado sus riquezas, (como lo fue Roma para los bárbaros), y está siendo invadida por el islam, culturas extrañas a sus valores y principios que han abandonado. La espada está en alto. Los ataques terroristas ensucian su sabiduría y esplendor, como en Tiro.
Europa es hoy arrogante y antisemita, como lo fue Tiro. Su corazón se ha levantado como dios, atrayendo así el juicio que enterró el esplendor de Fenicia y lo hará con nosotros si no nos arrepentimos.
Babilonia (75)
Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho YHVH el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura (Ezequiel 28:11, 12)
Este capítulo de Ezequiel nos introduce directamente en la naturaleza del mal. El profeta ha estado emitiendo el juicio sobre Tiro, la ciudad fenicia, pero ahora hace un giro para encarar directamente a su rey, el príncipe de Tiro, y a partir de los textos que comenzamos a meditar ahora se funden en uno la persona del rey con un ente espiritual que le sobrepasa. El mensaje de Ezequiel profundiza en la naturaleza del mal que se ha entronizado en la persona del rey de Tiro. La Escritura muestra en muchos lugares que el diablo y sus huestes de maldad buscan dar expresión a su naturaleza en la tierra a través de personas, se les llama hijos de desobediencia (Ef.2:2), hijos de ira (Ef.2:3), hombres destinados a condenación (Judas 1:4), para introducir su naturaleza en el gobierno de los hombres. Jesús lo expresa así: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí… (Mt.12:43-45). Observa. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre recorre lugares buscando reposo. Ha perdido su acción en la tierra porque el cuerpo que lo sustentaba ya no lo tiene. El diablo necesita cuerpos físicos para operar en un mundo físico, aunque pertenece al mundo espiritual. Su reposo está en tener un cuerpo a través del cual expresar su naturaleza, y el mejor lugar para ello son las personas. Recuerda. Uno de los ministerios predominantes de Jesús en la tierra fue echar fuera demonios, es decir, liberar a los hombres y dejar sin expresión al diablo en sus vidas. La Biblia dice: No deis lugar al diablo. También dice: Someteos a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros. Las obras de la carne le dan lugar al diablo. La soberbia de Tiro atrajo a espíritus engañadores fusionando la personalidad del rey fenicio con la naturaleza de Satanás. La idolatría babilónica en Tiro dio una plataforma a Lucifer para actuar legalmente en la tierra. Una mezcla de riqueza, idolatría y poder económico activó la naturaleza caída del hombre con soberbia, equiparándose a Dios, hablando como Dios, y todo ello permitió que Satanás pudiera acceder a las autoridades fenicias para reproducir sus obras y expandir el pecado en las naciones de la tierra sobre las que Tiro tenía una gran influencia por su comercio. Hoy es el mismo recorrido.
El rey de Tiro y la civilización fenicia, sello de perfección, sabiduría y hermosura en las naciones, se fusionó con la naturaleza del mal para su caída.
Babilonia (76)
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación… (Ezequiel 28:13)
La atracción seductora que va a ejercer Satanás sobre el rey de Tiro, (y que sigue ejerciendo hoy sobre millones de personas), tiene los siguientes componentes: riquezas mediante un comercio exitoso, sabiduría para expandir el comercio sobre las naciones, belleza o hermosura seductiva que apela a los apetitos de la carne, vestidos lujosos muy atractivos que cautivan los ojos y la vanagloria de la vida, ocultismo, idolatría mezclada con cultos de fuerte contenido erótico, sacrificios de niños a Moloc (hoy adoptan formas distintas como es el aborto, los efebos, niños y niñas como esclavos sexuales, pedofilia), la música con su poder hechicero sobre los sentidos y la juventud, mezclada con droga y sexo. Todo ello y mucho más estaba reunido en la personalidad del ángel caído, Lucifer, que ahora es traspasado a las autoridades de Tiro, como en su día lo fue en Babilonia. De entre los hombres más influidos por este hechizo se levantará una oligarquía para producir un gobierno mundial que domine sobre la tierra al antiguo estilo de Nimrod en la llanura de Sinar. Por supuesto podemos resumirlo en tres poderes: político, religioso y económico. El orden puede ser indistinto. Toda esta influencia viene como un río sobre la naturaleza caída del hombre, el hombre carnal, que aún retiene en su personalidad elementos de la imagen de Dios, el potencial dado en su creación, y hacen que se fundan el espíritu del hombre con el espíritu del príncipe de este mundo para reproducir el mal en la tierra. El profeta Ezequiel ha elevado su mensaje a un personaje que habitó Edén (no podía ser el rey de Tiro) y que nos presenta ahora vestido de piedras preciosas y de música. El vestido de este ente espiritual que supera la personalidad humana del príncipe de Tiro, está compuesto de un gran atractivo. Vestidos lujosos. Vestido de música. Lucifer fue creado con instrumentos musicales, se mencionan tamboriles y flautas. El profeta Isaías nos dice que quiso ocupar el trono de Dios, es decir, robar la adoración que solo pertenece al Eterno, quiso ser semejante al Altísimo y fue derribado al Seol. El diablo cayó de su posición como director de la adoración y mantuvo la influencia de sus vestidos para «compartirlos» ahora con todos aquellos que elijan adorarle en la tierra.
El hombre natural es seducido por las riquezas, la belleza, la sabiduría terrenal, la moda, la música y por supuesto el poder que emana de Babel.
Babilonia (77)
Tú, querubín, grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad (Ezequiel 28:14,15)
La Escritura muestra que Satanás pone su trono y ejerce su influencia en la tierra en ciertos lugares físicos, especialmente donde hay ídolos que producen religiones, ideologías, filosofías (corrientes de pensamiento que se extienden por naciones enteras), mediante doctrinas de demonios y espíritus engañadores en connivencia con hombres perversos y malos, o personas de buena voluntad engañadas con falsa piedad e intereses aparentemente humanos, sociales, religiosos o culturales. Hemos visto que Babel fue el epicentro de la actividad opositora a Dios mediante el liderazgo de Nimrod, y que su influencia se extendió a todas las naciones de la tierra. También hemos reseñado que la ciudad de Tiro vino a tener una influencia mundial mediante el comercio con las naciones del Mediterráneo y que el profeta Ezequiel ve en ella la actividad del mismo ángel caído, el querubín grande protector. Esta personalidad espiritual, Lucifer, fue creado por Dios, estuvo en el monte de Dios dirigiendo la alabanza al Señor, perfecto era en todos sus caminos, hasta que se halló en el maldad, su corazón se enalteció y quiso ser semejante al Altísimo, ocupar el trono y recibir la adoración. Luego fue echado del cielo. Los dos primeros versículos de la Biblia pudieran mostrar ese suceso. En el versículo uno dice que Dios creó los cielos y la tierra, y en el versículo dos se dice que la tierra estaba desordenada y vacía. Como Dios creó la tierra para ser habitada (Is.45:18), pudiera ser que la caída en pecado de Lucifer tuviera lugar entre ambos versículos, y se muestra el juicio de Dios que tuvo lugar. Según el maestro bíblico Derek Prince las palabras «desordenada y vacía» se traducen en hebreo tohu va-bohu. Solo hay tres textos en la Biblia donde aparecen estos dos términos juntos y en los tres se describe una desolación causada por un juicio de Dios por la maldad. Los textos son: Génesis1:1,2; Isaías 34:11 y Jeremías 4:23. La rebelión que brotó en el arcángel Luzbel atrajo el juicio de Dios produciendo desorden y vacío; confusión, como en Babel. La misma que ahora es anunciada sobre Tiro.
La maldad hallada en el ángel caído fue introducida en la tierra por el hombre al participar de su misma naturaleza rebelde dándole expresión en sus dominios: la tierra que el Señor había puesto a su cuidado.
Babilonia (78)
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector (Ezequiel 28:16)
La palabra «contrataciones» se usa en tres ocasiones en este capítulo de Ezequiel. Este término está vinculado a la forma de actuar de Lucifer antes de la caída, cuando se halló en él iniquidad. A la vez se asocia con los contratos realizados en una gestión comercial. En ocasiones se relaciona con la habilidad de manipular a otros para conseguir un fin prefijado. Es la habilidad en los negocios que con palabras persuasivas seducen y subyugan a otros para conseguir lo que se proponen. Estas técnicas están muy de moda en los negocios, la banca, las empresas, en la política, la cultura, la moda, la música y por supuesto en el ámbito religioso para alcanzar el éxito; aderezado habitualmente con ocultismo, superstición y ritos paganos. Todo ello procede de Babilonia y estamos viendo que se relaciona con la forma de actuar de Lucifer y su personificación en el príncipe de Tiro, la ciudad fenicia que destacó durante siglos por sus negocios, su comercio mundial y la influencia que extendió por todo el Mediterráneo. No debemos perder de vista estas conexiones porque se dan con demasiada frecuencia en nuestra sociedad de consumo, preñada de compra-venta, negocios, y la competencia desenfrenada para colocar cada uno sus productos. Veamos los textos. En 28:5 se relaciona las contrataciones con sabiduría, grandeza, riquezas y enaltecimiento del corazón, todo ello vinculado con el príncipe o rey de Tiro. Podríamos conjugarlo de la siguiente manera: una habilidad innata para los negocios requiere sabiduría comercial que produce grandeza y riquezas y a causa de ella el corazón se enaltece sobre los demás. En 28:16 las contrataciones están vinculadas al querubín protector; sus operaciones tienen lugar en el monte de Dios (un lugar para identificar los lugares celestiales) produciendo iniquidad y pecado por la conspiración que se llevó a cabo para rebelarse contra el gobierno soberano de Dios, que a su vez produjo su expulsión de los lugares celestiales donde se llevaron a cabo. Y finalmente en 28:18 vemos que se vuelve a referir a las contrataciones del querubín que lleno de maldad profanó el santuario para quedar expuesta su iniquidad y ser arrojado como ceniza sobre la tierra. Es fácil suponer que esas maquinaciones invadieron la tierra donde ahora se reproduce nuevamente la misma batalla.
Las contrataciones que sustentan buena parte de los negocios se alimentan de la vieja estrategia de rebelión a la autoridad de aquel querubín.
Babilonia (79)
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti (Ezequiel 28:17)
Tenemos aquí dos ejemplos superpuestos de cómo la hermosura, sabiduría y esplendor originales pueden corromperse mediante la arrogancia del corazón para acabar siendo expuesto al vituperio. El primer ejemplo tiene que ver con aquel querubín creado con unas capacidades excepcionales para cumplir una misión única y exclusiva: dirigir la adoración al Dios Todopoderoso, el Rey del universo que ocupa el trono soberano. De sí mismo brotó la iniquidad por no guardar su dignidad y abandonar su propia morada y propósito (Judas 6). Por otro lado, tenemos al rey de Tiro que era el sello de las capacidades comerciales; por esa sabiduría recibida para acumular riqueza y con ella esplendor entre todas las naciones, acabó pensando y diciendo que era un dios (28:2-6) atrayendo así el juicio del Soberano y único Señor. Dos formas iguales de proceder: una con personalidad espiritual y otra persona física. La misma naturaleza en ambas. Idénticas formas de actuar. Vimos anteriormente que tanto Lucifer como el rey de Tiro, no conformes con la habilidad recibida para los negocios y contrataciones, usaron esos talentos para beneficio propio, mezclados con rebelión al Hacedor. Una y otra vez se ha repetido de forma cansina a lo largo de la historia del hombre este comportamiento. Y una y otra vez las consecuencias han sido las mismas. El que se enaltece, será humillado, y el que se humilla, será enaltecido. Luzbel se enalteció queriendo ser igual a Dios y fue desechado, arrojado de su dignidad y expuesto ante los reyes de la tierra. Ha venido a ser Satanás, el adversario, ladrón y padre de mentira, corrompiendo al ser humano que voluntariamente se rindió a su persuasión. El príncipe de Tiro, rey de la ciudad más populosa de la época, identificada con la ciudad de destrucción, (Babilonia), y dominadora de los mares, vino a ser espanto para las naciones con las que había comerciado y traficado. Fue humillada y desapareció de la historia. La misma soberbia está activada hoy en todas aquellas ciudades y naciones que viven a espaldas de Dios, se jactan de sus logros y sabiduría para el comercio, de la acumulación de riqueza y por tanto, embriagadas de esplendor y hermosura creen ser dioses atrayendo sobre sí mismas la humillación de quienes se enaltecen.
La hermosura, sabiduría y esplendor que producen soberbia de corazón en los pueblos contra Dios será el inicio de su caída y humillación.
Babilonia (80)
Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser (Ezequiel 28:18,19)
Las palabras finales del profeta Ezequiel sobre Tiro nos devuelven al paralelismo con la ciudad de Babilonia y su destrucción final. Un mismo final para ambas, y para todas aquellas ciudades en las que predomina el pecado, la maldad y la iniquidad. Dios no hace acepción de ciudades, como no hace acepción de personas. Los mismos comportamientos obtienen el mismo juicio condenatorio. Dios no puede ser burlado. El aumento de la maldad y la iniquidad, propio de la generación anterior a la venida del Mesías, enfría el amor y la vida en el Espíritu. Cuando se extiende la maldad por pueblos y naciones, globalizando la iniquidad, se llega a un nivel insoportable de pecado que sube delante del Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo, que no soportará más. Así ocurrió en los días de Noé, lo mismo en los días de Lot en Sodoma y Gomorra, también en la tierra de los cananeos, cuyo pecado subió al colmo de la maldad y fueron juzgados (Gn.15:16). La paciencia de Dios espera que los hombres se arrepientan y vivan, pero hay un día cuando se cierra la puerta del arca, y la lluvia lo inunda todo. Hay un tiempo cuando la paciencia de Dios se acaba y el fuego caerá sobre este mundo. Pero hoy es día de salvación. Por eso, si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Podemos vivir en Sodoma, en Tiro o Babilonia, pero aún de esos lugares nos rescatará el Señor, porque el Señor sabe rescatar de tentación al justo, como lo hizo con el justo Lot y lo hace con el remanente que no dobla sus rodillas ante Baal, y son sellados para Dios y su Mesías. Tiro, un día esplendor del Mediterráneo, fue consumida en ceniza por el fuego que salió de sí misma. Los pueblos vieron su caída, surgieron otras ciudades. Cartago (ciudad fundada por los fenicios) tomó el relevo un tiempo hasta que a su vez fue vencida por Roma. El viejo Imperio también cayó. Todos los reinos, hijos de Babilonia, caerán y vendrán a ser del Señor y de su Cristo. Hoy se llaman la City de Londres, Wall Street en New York y otras, todas ellas mantienen un denominador común: son hijas de Babilonia y por tanto, coherederas de su caída. Espanto serán, y para siempre dejarán de ser.
El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras de Jesús no pasarán. Babilonia y sus sucursales caerán, pero Sión será habitada para siempre.
Babilonia (81)
Y oí una voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apocalipsis 18:4,5)
Hay un mensaje que se repite en la Escritura una y otra vez: salid de Babilonia. Hay un llamamiento a salir. Hemos visto a través de esta larga serie sobre Babilonia que esta ciudad está destinada a condenación. No hay regeneración para ella. La única alternativa posible es salir para no participar de sus plagas. El mismo mensaje se repite de distintas formas a lo largo de la revelación de Dios. El Señor llamó a Abraham para que saliera de Ur de los caldeos (Babilonia). Lot fue apremiado por los ángeles de Dios para que saliera con su familia de Sodoma antes de ser destruida por fuego. Moisés fue enviado a Faraón, rey de Egipto, para que dejara salir a su pueblo para adorarle y no participar de sus plagas. Israel fue llamado por los profetas a salir de Babilonia (Jer. 50:8; 51:6,45). El mismo mensaje anuncia el apóstol Pablo a la iglesia para que salga de la idolatría, es decir Babilonia (2 Co.6:14-18). El evangelio anuncia la redención de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres, dejando atrás las cosas viejas e iniciar una andadura nueva de fe, justicia y santidad en Cristo. Se nos anuncia el traslado de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Col.1:13). El evangelio tiene el potencial de Dios para vivir en este mundo pasajero sin participar de sus obras impías. No conformarnos a su manera de vivir, si no caminar como extranjeros y peregrinos a la ciudad celestial. Hemos escapado de las contaminaciones que hay en el mundo y no debemos enredarnos otra vez en ellas. Hemos sido redimidos por la sangre de Jesús para entrar al reino de Dios, una dimensión de fe, obediencia, autoridad, soberanía y gracia que nos capacitará para vivir en este mundo pero no ser parte de él. En definitiva, un mismo mensaje: salid de Babilonia y entrar en Jerusalén. Hay que nacer de nuevo en otra ciudad. No es posible parchear el viejo hombre. La vieja ciudad de perdición y pecado impide la regeneración; sus condiciones «medioambientales» actúan contra la nueva naturaleza; hay que salir, nacer de nuevo con un cuerpo diseñado para otra ciudad, el cuerpo que Jesús ha hecho posible en la cruz. Hay que aprender a vivir en la nueva ciudad y no regresar a los viejos hábitos dependiendo del Espíritu Santo. Esa es la vida cristiana. Una salida para un nuevo amanecer.
Solo se puede vencer a Babilonia saliendo de ella, y esto es posible mediante la redención que quiebra su hechizo y abre la puerta a Jerusalén.
Babilonia (82)
Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de YHVH, le dará su pago (Jeremías 51:6)
Babilonia y Jerusalén son irreconciliables. No hay mediación posible para un acuerdo. Representan naturalezas radicalmente opuestas. Tinieblas y luz. Mentira y verdad. Ídolos y el Dios vivo. Pecado y santidad. Condenación y salvación. Por tanto, toda maniobra que pretenda mezclarlas está destinada al fracaso y el juicio de Dios. Babilonia representa la ciudad cuyo gobierno está en rebelión contra el Señor. Y aunque Dios la usa para sus fines, una vez realizados se impone el decreto: para siempre dejarás de ser, el Señor le dará el pago a la ciudad y todos sus habitantes. Por ello, es imprescindible salir, huir, para librar la vida y no perecer en sus juicios por la maldad que la habita. Hemos ido viendo una gran diversidad de manifestaciones que tienen su asiento en esta ciudad, hemos repetido que aparece en la Escritura con dos vertientes, una física y otra espiritual, lo mismo decimos de Jerusalén. Veamos el contraste de lo que representa cada una. Babilonia: se le llama la gran ramera; domina sobre muchos pueblos; ha influido con su idolatría a todas las naciones; es gobernada por el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia; en ella hay una adoración falsa, robada; se la identifica con incredulidad, iniquidad, tinieblas, Belial, el anticristo, riquezas injustas, inmoralidad sexual, religión y sincretismo, poder político, gobierno mundial, sistema financiero mundial, comercio que produce soberbia, ocultismo y hechicería, música y drogas, astrología y antisemitismo. Esta ciudad de perdición se identifica con la antigua Babel, Nimrod, el falso profeta, la bestia, Satanás. Por su parte, Jerusalén representa a la esposa del Cordero, el reino de Dios sobre los redimidos de toda lengua, pueblo y nación; la adoración al Dios vivo y verdadero en Espíritu y verdad; el creyente; la justicia; luz; Cristo; el templo de Dios; una vida de santidad, justificada y glorificada. Es la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. La puerta, la única puerta de entrada a esta ciudad celestial, es Cristo, el pastor de las ovejas, el camino, la verdad y la vida. La cruz del Gólgota ha abierto un camino nuevo y vivo para entrar. Un camino de fe y gracia. No se puede servir a dos señores. Hay dos caminos, pero uno solo conduce a la vida; ahora es estrecho, pero permanece por toda la eternidad. Tienes que escoger: Babilonia o Jerusalén.
Jesús es la luz del mundo para discernir la oscuridad de Babilonia y la eternidad de Jerusalén. Es la puerta de entrada a la vida para escapar y vivir.