A los FILIPENSES – Revisado 2020

HISTORIFILIPENSESA DEL LIBRO

El autor, sin duda, es Pablo. Al escribirla, el apóstol se encontraba en la cárcel, seguramente en Roma, y paradójicamente, a esta carta se le llama la epístola del gozo. Vemos por tanto, que el gozo del Señor no está condicionado a las circunstancias externas sino que las trasciende. No depende del entorno sino que procede del hombre interior, del corazón. Pero no solamente es una carta de gozo, sino de distintas emociones y circunstancias. Sobre la base fundamental del evangelio encontramos en ella tristeza (2:27,28); a su autor llorando por los enemigos de la cruz (3:18,19); tribulación (4:14); y necesidades (4:16). Todo ello y mucho más en esta breve epístola.

La ciudad de Filipos. Situada en la provincia de Macedonia, al norte de Grecia,  fue hecha colonia romana por Augusto. Actualmente es la República independiente de Macedonia del norte que perteneció a la antigua Yugoslavia.

La iglesia de Filipos. Fue fundada por el apóstol Pablo. Los detalles los tenemos en Hechos 16:6-40. Comenzó con una visión del apóstol cuando vio a un varón macedonio suplicándole que pasara a Macedonia para ayudarlos (Hch.16:8-10) después de haberle sido prohibida la predicación en Asia. Se inició en la orilla de un rio donde se reunía un grupo de oración. Una de las mujeres congregadas era Lidia, vendedora de púrpura, que adoraba a Dios, y oyendo lo que Pablo decía el Señor abrió su corazón para recibir la palabra. Se bautizó y recibió a los mensajeros del evangelio en su casa (Hch.16:11-15). Poco después Pablo expulsó un espíritu de adivinación de una chica y por ello fueron enviados a la cárcel (Hch. 16:16-24). El carcelero también se convirtió al Señor después  que Pablo y Silas estuvieran a medianoche cantando himnos a Dios y hubiera un  terremoto en la cárcel (Hch.16:25-34). Así fue establecida la iglesia en Filipos, que fue también la primera iglesia cristiana fundada en Europa.

El motivo de la carta. Hacía tres o cuatro años que Pablo no había tenido noticias de Filipos, entonces llegó Epafrodito con una ofrenda de esta congregación para el apóstol. Su regreso fue aprovechado para enviar a los hermanos esta carta con algunas recomendaciones, mostrando también su profunda gratitud hacia los filipenses. En ella no se mencionan problemas severos como en otras cartas; tal vez lo más significativo sea el consejo del apóstol a Evodia y Síntique para que vivieran en armonía en el Señor (4:2). Ambas eran dos hermanas influyentes de la iglesia que habían tenido algunas discrepancias.

Preguntas y repasoENSEÑANZAS Y TEMAS DE LA CARTA

Hemos dicho antes que el apóstol se encontraba en la cárcel de Roma al escribir esta carta a los hermanos de Filipos, y sin embargo encontramos al menos dieciocho referencias al gozo, por lo que se conoce como la epístola del gozo. Aunque no solo hay gozo, sino toda una serie de otras emociones y experiencias que Pablo irá desgranando a lo largo de su contenido. De los temas que aparecen hemos hecho esta relación que iremos viendo a continuación.

  1. Los destinatarios (1:1-2)
  2. La oración de Pablo (1:3-11)
  3. El ejemplo de Pablo (1:12-26) (3:1-21)
  4. El ejemplo de Jesús (2:1-11)
  5. El ejemplo de Timoteo (2:19-24)
  6. El ejemplo de Epafrodito (2:25-30)
  7. La iglesia en Filipos como referente (4:10-20)
  8. Claves para una vida mental sana (4:1-9)

FILIPENSES - 2

1. Los destinatarios (1:1-2)

Encontramos los destinatarios de la carta en el primer versículo: A todos los santos en Cristo que están en Filipos, con los obispos y diáconos. En primer lugar los santos, luego obispos y diáconos. Dirigirse a los santos de la ciudad a la que escribe es un distintivo de las cartas de Pablo.

Los santos. Este término que Pablo usa aquí para referirse a todos los hermanos que se congregaban en la ciudad de Filipos después de haber recibido el evangelio, vino a ser siglos después una categoría especial de personas que alcanzan un grado especial de santidad que la iglesia católica primero beatifica (le declara feliz, beato, y a partir de ahí se inicia un proceso para rendirle culto) y luego le canoniza (le da entrada en el canon de personas muertas que han sido declaradas santas legalizando su culto en beneficio de otros) estableciendo así un sistema de mediación de personas muertas a las que se puede orar y pedir socorro. Todo ello introduce el antiguo culto a los muertos, los médiums, mediadores, eones, etcétera, práctica muy alejada de la enseñanza del apóstol en esta carta y de todo el Nuevo Testamento. Los santos a los que se refiere el autor son las personas que habiendo reconocido a Jesús como Señor de sus vidas se congregaban en la ciudad de Filipos para rendir culto a Dios y solo a Dios. Son los redimidos, justificados por la sangre de Jesús, y cuyos pecados han sido perdonados (1 Co.1:2 y 6:11). La santificación es posicional en Cristo una vez hemos sido lavados por su sangre cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en él; y es progresiva a medida que vamos siendo lavados día a día del barro que puede pegarse al andar en medio de este mundo. Pablo le dice a los corintios: ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados y justificados en el nombre del Señor Jesús. Los que son de Dios no practican el pecado, porque han nacido de la simiente de Dios (1 Juan 3:8,9). Y si alguno hubiere cometido pecado en su andar de fe, dice el mismo apóstol, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Juan 2:1). Desde nuestra posición en Cristo podemos orar los unos por los otros, corregirnos los unos a los otros, ayudarnos los unos a los otros, pero una vez que pasamos a su presencia no hay nada más que podamos hacer salvo dejar nuestro testimonio y obras en beneficio de los que siguen corriendo la carrera para que puedan ser estimulados a seguir adelante con el ejemplo de fe de quienes nos han precedido. Esto dista mucho del sistema mencionado anteriormente que pretende mediar desde la eternidad en favor de los vivos. Tal cosa no tiene fundamento en la Escritura. Sí tenemos una gran nube de testigos, mencionado en Hebreos 11, cuya fe debe servirnos para despojarnos de todo peso y pecado y correr con paciencia la carrera con los ojos puestos en Jesús (Heb.12:1-3).

Los obispos. Este oficio o servicio se convirtió con el paso del tiempo en un título de dominio y jerarquía alejado de su función original. Viene de la palabra griega episkopos que significa supervisor y era usado para referirse a las personas, generalmente ancianos de la congregación, que la supervisaban y dirigían mediante su ejemplo de fe y entrega a la iglesia que servían. Hoy en nuestras congregaciones se usa casi siempre el término pastor para quienes realizan esta función. En las cartas de Pablo a Timoteo y Tito encontramos los requisitos para estos responsables locales en las congregaciones.

Los diáconos. Del griego diákonos que significa «servidor». Los encontramos especialmente en aquellos que fueron escogidos de entre los discípulos para servir a las mesas de las viudas en la congregación de Jerusalén (Hch. 6:1-7). Suelen realizar tareas de ayudas diversas a la labor pastoral, y que junto con los obispos conformaban el presbiterio, es decir, el grupo de ancianos que componen el gobierno de una iglesia local (1 Tim.4:14). Los requisitos para su elección los tenemos también en las cartas pastorales.

La santificación2. La oración de Pablo (1:3-11)

Vemos una y otra vez en las cartas del apóstol de los gentiles que una de sus ocupaciones predominantes era la oración. Oraba intensa y constantemente por las congregaciones nuevas y los hermanos que habían venido a la fe del Mesías. Comprendía que una parte esencial del desarrollo cristiano estaba íntimamente ligada a la vida de oración. Pablo oraba una y otra vez. Lo vimos en la carta a los Efesios y volvemos a encontrarlo ahora. Es interesante notar cuáles eran las prioridades por las que elevaba su oración a Dios en favor de las distintas iglesias. En el caso de los filipenses lo hace, en primer lugar, dando gracias por la comunión que tenían los hermanos en aquel lugar con el evangelio (1:3-5). Lo hace con gozo. No era una pesada carga que había que realizar como parte de su ministerio, sino que el gozo predominaba en su tiempo de oración cuando lo hacía por los hermanos a quienes conocía o había oído de ellos. Su oración estaba edificada sobre cimiento estable; tenía pleno convencimiento de que Aquel que había comenzado la buena obra en ellos la perfeccionaría y la llevaría a término (1:6). Por tanto, su oración no era vaga, indecisa o vacilante, sino que elevaba su plegaria desde la convicción de fe en las promesas de Dios, que como él mismo escribió en otra carta, eran Sí y Amén en Cristo (2 Co.1:20). Esta oración por los filipenses la concreta de la siguiente manera: para que el amor de Dios abunde en ellos y se manifieste en ciencia y conocimiento (1:9); para que sepan escoger lo mejor en cada momento (1:10); para que sean sinceros e irreprensibles hasta el día de Cristo (1:10); para que vivan llenos de frutos de justicia que produce una vida que glorifica a Dios (1:11). Una vez más debemos tomar nota y aplicar el ejemplo apostólico en nuestras oraciones.

A partir de ahora vamos a encontrarnos con una serie de ejemplos dignos de imitar que aparecen hasta el final de esta carta. Es evidente que el máximo exponente de nuestra fe es el Señor, y que de nuestra comunión espiritual con él emanan todos los demás ejemplos dignos de reseñar. Seguiremos el orden del texto por ello comenzaremos con el ejemplo de Pablo.

Pablo3. El ejemplo de Pablo (1:12-26) (3:1-21)

Escoger bien los referentes es una tarea que tendrá amplias consecuencias a lo largo de nuestra vida. El apóstol lo deja meridianamente claro cuando apela a que los filipenses sean imitadores suyos y de aquellos que se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros (3:17). Y lo afirma así de tajante, incluso con lágrimas, porque hay por ahí muchos que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es su vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal (3:18,19). Hay los que naufragan en la fe porque son hechizados y manipulados por falsos maestros, que con un corazón malo, apartan de la fe y la piedad (1 Tim.1:19) (Gá. 3:1) (Gá. 4:17). Por tanto, es muy importante a lo largo de nuestra vida cristiana saber a quién escogemos para imitar o seguir su ejemplo. El autor de nuestra carta estaba en la cárcel por el evangelio, no por defraudar a Hacienda, ni por engaño o extorsión, sino por mantener la verdad del evangelio en territorio hostil. La valentía de Pablo estimuló a muchos para atreverse a dar testimonio del evangelio viendo su entrega (1:13,14). Se daba cuenta que también había quienes lo hacían por envidia, para medrar, o porque se pone de moda en algún lugar, y con falsa piedad aprenden el lenguaje evangélico pero sus vidas no concuerdan con la fe que proclaman. En España hemos tenido ejemplos de muchos que dieron su vida por el evangelio, sufrieron cárceles y procesos inquisitoriales para hacernos llegar el testimonio de las Escrituras cuando estaban encerradas bajo un sistema religioso dominante que lo impedía. Sin embargo, ese padecimiento anterior no debe llevarnos a la amargura histórica de anidar rencor enconado en nuestros días hacia quienes hoy representan el mismo sistema religioso; sabiendo que nuestro propio sistema evangélico produce también daños en muchas otras personas. Debemos recordar que a vosotros se os ha concedido, por amor de Cristo, no sólo creer en él, sino también sufrir por él (1:29). Pablo estaba dispuesto a glorificar al Señor en su cuerpo, ya sea que viviera o que muriera por su labor de ministro del evangelio (1:20,21). Lo condensó en una frase: Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Además estaba dispuesto a estimar todas las cosas que avalaban su curriculum personal impresionante como basura (circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo, en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible) por la excelencia del conocimiento del Mesías, su Señor, por amor del cual lo tenía todo por basura para ganar y conocer a su Señor, y el poder de su resurrección, llegando a ser semejante a él en su  muerte (3:7-10). No hay ninguna duda que el referente máximo de la fe de Pablo era el Mesías de Israel, aquel que se le apareció en el camino a Damasco y transformó el rumbo de su vida para siempre, y al de muchos otros a lo largo de las generaciones. Además, le embargaba y consumía un nuevo celo por seguir adelante, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Su ejemplo sigue estimulándonos hoy y es digno de imitar. Escoger buenos referentes orientará nuestras vidas hacia altas esferas de aprovechamiento y amplias dimensiones de servicio productivo y eterno. Debemos escoger bien a quién oímos y leemos, porque la fe viene por oír (Ro.10:17); y también la apostasía penetra por oír a espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1 Tim.4:1). No fallemos en esto y sigamos mirando otros ejemplos que aparecen en esta misma epístola.

Jesús nuestro modelo4. El ejemplo de Jesús (2:1-11)

Yeshúa el Mesías es más que un referente para nosotros, es el Hijo de Dios, el enviado a las naciones para que todo aquel que en él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna. Jesús es el autor y consumador de nuestra fe (Heb.12:2); y en él debemos tener puestos nuestros ojos como máxima prioridad. El es la imagen misma de Dios. El que lo da a conocer. Porque a Dios nadie le vio jamás, pero el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer (Jn. 1:18). El Maestro de Nazaret es único. Su ejemplo es único. Su obra es única y esencial para la salvación del hombre. Es mediador entre Dios y los hombres (1 Tim.2:5). Es Dios hecho carne y de ello dan testimonio ampliamente las Escrituras hebreas. Y se hizo hombre con una manera de pensar y sentir únicas que se nos enseña a imitar y seguir (2:5). Él dijo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mt.11:29). No se aferró a su divinidad, sino que se hizo hombre (2:6). Se despojó a sí mismo vaciándose de divinidad y derechos temporalmente para tomar forma de siervo (2:7) (Mr.10:45) (Jn.13:1-11). Se hizo semejante a los hombres, tomó nuestra humanidad con todas sus limitaciones y debilidades, pero sin pecado (2:7) (He.2:18;  4:15). Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; donde morían los malditos (fue hecho maldición por nosotros) y la escoria del mundo, para ser el siervo sufriente que aparece en el libro del profeta Isaías (2:8) (Gá. 3:13,14). Y de esa humillación suprema brotó la exaltación del nombre que es sobre todo nombre (2:9) (Mt.28:18) (Hch.4:12) (Ef.1:21). Recibió la glorificación en el cielo una vez puso su vida en expiación por muchos, obteniendo el fruto de la aflicción de su alma quedando satisfecho (Isaías 53:11,12). Mostró el camino a la exaltación mediante la humillación (Stg.4:10) (1 P.5:6) (Mt.23:12) (Lc.18:14) (Lc.14:11). He aquí la verdadera locura de la cruz. Locura para los que se pierden, poder y salvación para quienes se salvan. La máxima debilidad humana convertida en el mayor poder del universo, el poder de la resurrección que lo levantó de los muertos y lo sentó a la diestra del Padre. La consecuencia para nosotros es que todo aquel que invoca su nombre es salvo (Rom.10:9-13). Alcanza el reino eterno cuando las rodillas se doblan y se confiesa que Jesús es Señor para gloria de Dios Padre. Este es el epicentro del mensaje del evangelio. No es una institución la que salva. No es una denominación o un credo, es la invocación del nombre que es sobre todo nombre. Como se le dijo a Pablo: lava tus pecados invocando su nombre (Hechos 22:16). Esta confesión/invocación (en el sentido de «declarar lo que uno cree y sabe»), implica toda la obra redentora y su propósito. Es la culminación de todo el plan de salvación de Dios llevado a cabo por el Mesías. Así pues, cuando proclamamos a Jesús como nuestro Señor estamos confesando la realidad de su obra completa, desde que se hizo hombre hasta que fue exaltado hasta lo sumo. Este evangelio es el que debemos predicar para que otros obtengan también la salvación eterna en el Mesías.

Timoteo como ejemplo5. El ejemplo de Timoteo (2:19-24)

Nos encontramos ahora con uno de los discípulos más cercanos del apóstol Pablo. La vida de ambos quedó unida cuando en su segundo viaje misionero Pablo y Silas llegaron a Listra. Había allí cierto discípulo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego. Daban buen testimonio de él los hermanos, por lo que Pablo quiso que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares (Hch.16:1-3). El buen ojo del apóstol no defraudó sus expectativas en cuanto a Timoteo. Se inició así una relación duradera y fructífera que tantos beneficios produjo en el avance del evangelio. Tenemos dos cartas dirigidas a él. En ellas encontramos muchas instrucciones generales para cualquier líder, pastor, anciano o responsable en las congregaciones. Fijémonos por un momento en la dimensión carismática del ministerio de Timoteo por la ministración del apóstol Pablo. Reconoce que las profecías que se hicieron en cuanto a él tienen una influencia esencial sobre las que debe apoyarse para pelear la buena milicia, cumpliendo así con la misión encomendada (1 Tim.1:18). No debe descuidar el don que había en él, y que le fue conferido mediante profecía con la imposición de manos del presbiterio (conjunto de ancianos de la congregación); los maestros suelen coincidir en que ese don predominante en Timoteo era el de evangelista (1 Tim. 4:14). Ese don experimentó subidas y bajadas en su función por lo que el apóstol tiene que recordarle que lo avive una vez más; don que fue transmitido por la imposición de manos de Pablo (2 Tim.1:6). Por tanto, el discípulo Timoteo recibió imposición de manos (en un caso del presbiterio y en otro del propio apóstol) para liberar en él los dones espirituales para que fuese más eficaz en su servicio al Señor.

Volviendo al texto de la carta a los Filipenses encontramos que a Timoteo se le reconocen virtudes que eran un ejemplo para los hermanos, y este reconocimiento venía del mismísimo apóstol de los gentiles. Notemos algunas de sus expresiones.

A ninguno tengo del mismo ánimo (2:20). En la valoración que Pablo hace de los muchos discípulos que colaboraban con él en la extensión del evangelio veía que entre los más destacados, por su buen ánimo, se encontraba Timoteo. En la versión de la Biblia de las Américas se expresa así: A nadie más tengo del mismo sentir mío. El discípulo se había fundido con el sentir de su referente viendo en él un ejemplo digno de imitar. Este es el modelo bíblico. Siendo ejemplos de la grey (1 Pedro 5:3). No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado; error y abuso en el que han caído muchos líderes actuales. En demasiadas ocasiones se ha impuesto el modelo Diótrefes, o de los nicolaítas (3 Jn.9,10) (Apc.2:6,15), que se enseñoreaban de la grey de Dios, imponiendo un dominio piramidal opresor que abusando de su autoridad imponían una tiranía bajo el escudo del discipulado. Jesús dijo que no debe ser así entre sus discípulos (Mt. 20:25-28). El espíritu de Jesús es el de siervo, vino a servir, y los suyos deben mantener ese mismo espíritu de servicio, que como en el caso de Timoteo se convierten en una ayuda esencial para los apóstoles y los hermanos de las congregaciones en su edificación y servicio. Cuando se dan estos referentes entre los ministerios el sometimiento es fácil, voluntario y liberador para un servicio eficaz en el reino (Ef.4:11-16). Sujetándonos los unos a los otros en amor podemos manifestar los distintos dones en una amplia edificación del cuerpo. Es un modelo bíblico que tiene como base los hombres fieles (2 Tim.2:2). Leer también estos otros pasajes: (Ef.5:21) (He.13:7) (1 Ts.5:12,13) (Gá.6:6) (1 Co.9:9-18). Timoteo es un ejemplo y referente para nosotros que debemos imitar (1 Co.16:10) (2 Ti.3:10).

Y que esté sinceramente interesado en vuestro bienestar  (2:20). La sinceridad es una virtud que parece haber desaparecido de las sociedades modernas. Damos por hecho que todos mienten, por tanto, caemos en «el mal de muchos, consuelo de todos», y poco a poco somos contaminados alejándonos de la verdad y dando por sentado que la mentira debe estar presente siempre para sobrevivir en la selva de la disolución. La mentira, —refugio de los cobardes—, ha venido a ser uno de los pilares sobre el que está fundamentada nuestra democracia actual. La mentira parece salir gratis a muchos de nuestros políticos y se extiende como norma para vender a cualquier precio la ideología predominante. No somos conscientes que el padre de la mentira es el mismo Lucifer, aquel ángel caído que elabora siempre sus planes destructivos mediante manipulaciones de la verdad, mentiras a medias o flagrantes. Todo vale para imponer una idea que produzca dominio que acabe ejerciendo la tiranía correspondiente y trabaje en favor de los interese propios y en detrimento de los del prójimo. Hay ocasiones cuando parece que el engaño y la falsedad están tan extendidos, desarrollados y sofisticados, que perdemos el interés en combatirlos. Muchos justos pueden quedar paralizados y subyugados ante la inmensidad del mal que pierdan el interés en pelear por la verdad. El salmista parece vivir en ese tiempo cuando escribe: se acabaron los piadosos… han desaparecido los fieles… habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros y doblez de corazón (Sal.12:1,2). Sin embargo, siempre hay «siete mil que no doblan sus rodillas», ni se pliegan al engaño generalizado. Timoteo fue uno de ellos. Este discípulo de Jesús se interesaba con sinceridad por los hermanos de Filipos. El poder del evangelio había operado en él la fuerza dinámica para no conformarse al sistema de este mundo, sino enfrentarlo con determinación y realizar un servicio desinteresado en favor del prójimo. Una vez más encontramos en él un referente y ejemplo a seguir. Son estas personas a las que debemos imitar, sin caer en el desánimo ante el predominio del engaño y las manipulaciones en múltiples facetas, incluida la religiosa.

Porque todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús (2:21). Ahora nos encontramos con el antídoto al egoísmo generalizado que no es otro que buscar los intereses de Cristo, hacer su voluntad, servirle con los ojos fijos en él, autor y consumador de nuestra de. Servir al Señor mirando al Mesías nos libera del egoísmo de buscar nuestros propios intereses. Porque había quienes servían al evangelio por envidia, no sinceramente (1:15,16), añadiendo aflicción al apóstol que se encontraba en la cárcel por el mismo evangelio que para otros era motivo de crecer en sus intereses personales. He visto a lo largo de mi vida algunos predicadores que en el ejercicio de su labor manifiestan una proyección de sí mismo en lugar de predicar a Cristo crucificado, haciéndolo desde esa unión de crucificado juntamente con él (Gá. 2:20). Sirven a los hombres buscando su favor negando así al Señor que dicen servir (Gá. 1:10). Todo un entramado engañoso del corazón del hombre sometido a fuerzas dominadoras de soberbia que se enseñorean de él aunque vivan ajenos a la realidad de sus propios corazones (Sal. 19:12-14). Cuando encontramos a un Timoteo dispuesto a dejar de lado sus propios intereses por los de Aquel que le redimió y compró con su sangre, como hacía su maestro Pablo, estimando todas las cosas como pérdida por la excelencia de conocer a su Señor, sabemos que estamos ante el modelo del cielo reflejado en la tierra por la gloria proyectada del Espíritu en su vida (2 Co.3:18).

Vosotros conocéis sus probados méritos… (2:22). La vida de Timoteo era transparente. Vivía en luz y a todos era manifestó que andaba sin doblez de corazón, o escondiendo actitudes impropias, sino que pasaba la prueba una y otra vez de un testimonio veraz que fue la nota predominante desde que Pablo lo encontró en Listra. Daban buen testimonio de él. Fue su integridad lo que atrajo la atención del apóstol y le unió a él de forma leal hasta los últimos días de su vida. En estas breves reflexiones del autor de la carta se le reconoce su servicio al evangelio. Como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. Qué fácil es el reconocimiento cuando las obras de una persona son evidentes y no se esconden tras el doble ánimo, o falta de sinceridad y que sirven con generosidad y entrega a la causa del Mesías. No hay adulación, ni intereses ocultos. Hay transparencia, integridad y honestidad. Virtudes todas ellas que deben estar presentes en nuestras vidas como parte esencial de nuestro discipulado. Timoteo era de fiar. Había recibido dones carismáticos mediante profecía e imposición de manos. Su ánimo estaba dispuesto para el servicio con toda sinceridad; pensando más en los demás que en sí mismo, demostrando unos méritos que eran evidentes a todos y glorificando con su vida a Dios adornando la doctrina del evangelio. Sigamos su ejemplo, como él lo hizo del apóstol, y éste imitaba al Señor.

Epafrodito6. El ejemplo de Epafrodito (2:25-30)

La vida de Epafrodito se nos presenta como otro ejemplo para nosotros hoy. La misión encomendada a este discípulo del Señor precisaba de una entrega y determinación sin colorido. Tuvo que recorrer mil cien kilómetros para llevarla a cabo. Consistía en viajar desde Filipos a Roma para llevar a Pablo una ofrenda que los hermanos filipenses habían reunido para las necesidades del apóstol. Seguramente fue en ese largo viaje, con todas sus vicisitudes, que se enfermó y estuvo a punto de perder la vida para llevar a cabo la misión encomendada. Todo un ejemplo de fidelidad en el servicio que aunque no era una tarea tan atractiva como otras la cumplió con una determinación digna de quedar reseñada en el libro sagrado. Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir… porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí (2:27,30). Pablo muestra su gratitud ante este ejemplo de entrega a la causa del evangelio. Observa que llevar la ofrenda de los filipenses al apóstol, que estaba en la cárcel de Roma, en un viaje lleno de peligros, fue considerado un servicio al evangelio para suplir lo que a Pablo le faltaba en aquel momento de necesidad. Es la verdad que el mismo autor de la carta a los Colosenses expresa así: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís (Col.3:23,24). Necesitamos regresar a estas verdades esenciales del servicio a Dios. En un mundo donde se valora mucho más la apariencia de un servicio público y llamativo, es revolucionario regresar a la sencillez de la fidelidad a Dios en todo lo que hacemos, sea de palabra o de hecho. La fidelidad es uno de los grandes valores de la Escritura (Mt.24:45,46) (Mt.25:21,23) (Lc.16:10) (2 Ti.2:2). Incluso fidelidad en las cosas pequeñas. Dios es fiel y busca imitadores de su fidelidad aunque esta signifique poner en riesgo la propia vida. Eso fue lo que hizo Epafrodito. Un discípulo no conocido por su gran elocuencia, como Apolos, o sus dones carismáticos, como Timoteo, sino por su integridad en cumplir la misión que se le había encomendado dando la vida por ello si fuera necesario.

A esta persona el apóstol Pablo le llama hermano y colaborador, compañero de milicia, mensajero y ministrador de mis necesidades (2:25). Ministró para las necesidades del apóstol en sus necesidades. Ese es el ministerio más conocido de Epafrodito, muy alejado de las luces de neón que muchos buscan con demasiado afán en nuestros días, especialmente en la iglesia llamada occidental.

Dios tuvo misericordia de él, y no solo de él, sino también de Pablo para liberarle de demasiada tristeza (2:27); puesto que la enfermedad de su compañero de milicia le había entristecido pensando que lo hacía para servirle a él. El autor de la carta exhortó a los destinatarios para que lo recibiesen de vuelta y que tuvieran en alta estima a todas aquellas personas que fueran como él, participando de ese mismo espíritu de fidelidad y entrega a la causa del evangelio (2:28,29). Nosotros también podemos prestar un gran servicio de fidelidad al evangelio cuando mantenemos un corazón fiel en todo lo que hacemos. Recuerda que un gran ejemplo de fidelidad está construido sobre un gran número de detalles en los que actuamos fielmente. Tanto Timoteo como Epafrodito, dos de los colaboradores de Pablo, nos dan un gran ejemplo para imitar como referentes del evangelio de Dios.

Filipos7. La iglesia en Filipos como referente (4:10-20)

La congregación de Filipos parece haber tenido un hueco especial en el corazón del apóstol de los gentiles. En esta breve carta, donde podemos ver algunos de los mejores modelos a imitar, nos encontramos ahora con el ejemplo de toda una congregación. Destaca por su gran generosidad. No necesitaron un cuidado especial para tratar un tema siempre complejo y sometido a muchas deformaciones como es el dinero para sustentar a misioneros y la obra evangelizadora. Pablo lo trata con naturalidad, sin complejos ni prejuicios, porque conoce el corazón de estos hermanos que no necesitan una explicación exhaustiva para comprender que se puede ser parte de la extensión del evangelio colaborando con las ofrendas. Les dice sin rubor: cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades (4:15,16).

En nuestros días el tema económico ha sido deformado y mal usado en muchas congregaciones, hasta el punto de convertirse en motivo de vergüenza para el evangelio, porque se ha abusado de algunas verdades sobre la provisión de Dios convirtiéndolas en un evangelio, llamado de la prosperidad, que nada tiene que ver con la sana y equilibrada enseñanza de Jesús y los apóstoles. Se han pisoteado perlas que han despedazado congregaciones enteras por la codicia del dinero. Pero una vez más, debemos decir que los excesos y deformaciones de la verdad no la anulan. Pablo la expone en la última parte de esta carta usando algunas expresiones que se han malinterpretado o llevado a excesos indeseados. Analicemos brevemente su contenido.

Habéis revivido vuestro cuidado de mí (4:10). Los hermanos de esta congregación comprendieron que una parte de su amor a Dios pasaba por cuidar de las necesidades materiales de quienes anunciaban el evangelio con la actitud correcta, y Pablo lo era. Lo que no se había atrevido a hacer en la congregación de Corinto, dado su nivel espiritual de inmadurez en muchos aspectos y las dificultades para que comprendieran esta parte del evangelio, aunque no dejó de enseñarla con claridad (1 Co.9:9-14), sí pudo hacerlo en Filipos. A los corintios les dijo que no quería usar su derecho en el evangelio de recibir ayuda económica presentándoles el mensaje gratuitamente (1 Co.9:15-18). Sin embargo, a estos hermanos que nunca dudaron en apoyar el avance del reino de Dios mediante su entrega económica, —pero no solo económica—, les dice que se alegra de que hayan recuperado su cuidado de él para sus necesidades. Este hecho nos devuelve a la realidad de las distintas formas en que se puede abordar un mismo tema con alternativas distintas entre diferentes congregaciones y países. Hay iglesias que nunca maduran en este punto, el dinero se constituye siempre en una piedra de tropiezo, pero en otras lo asumen con la normalidad de quien hace lo correcto asumiendo su responsabilidad en la obra misionera. En España, tristemente, seguimos muy lejos de comprender esta verdad, lo digo en términos generales, siempre hay excepciones muy honrosas, pero el aspecto económico del evangelio siempre ha sido tabú y motivo de controversia.

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación (4:11). Aquí tenemos el otro lado de la moneda. Pablo muestra cual debe ser la actitud del misionero o pastor que recibe ayuda de la congregación. No presenta su derecho como exigencia, sino manteniendo una actitud de contentamiento en toda situación. Ha aprendido a vivir humildemente en los tiempos de escasez y en abundancia en los periodos de bonanza económica. Está enseñado, dice, a vivir saciado como a tener hambre, tener abundancia o padecer necesidad (4:12). A los corintios les había escrito: hasta esta hora padecemos hambre (1 Co.4:11). Y al hacer la relación de sus padecimientos como apóstol, escribe: en hambre y sed (2 Co.11:27). Por tanto, sabía lo que era soportar necesidades y hacerlo con contentamiento, sin presionar o manipular a los hermanos para  moverlos en beneficio propio. Aunque era su derecho, no lo hizo. Y en este contexto de vivir distintas experiencias como tener abundancia o escasez es cuando escribe: todo lo puedo en Cristo que me fortalece (4:13). ¡Como hemos malinterpretado este texto fuera de su contexto! La fortaleza del Señor es suficiente en cualquier tiempo o situación, lo cual no excluye que los hermanos debamos ser generosos y compartir cuando vemos a otro padecer necesidad. Pero desde el lado de los ministerios el ejemplo de Pablo aquí debería ser la guía a seguir, nos ahorraríamos muchos despropósitos en la vida de las congregaciones.

Bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación (4:14). El argumento que presenta el apóstol cierra todos los huecos por donde puedan colarse las zorras pequeñas que echan a perder las viñas (Cant.2:15). Aunque ha estado dispuesto a padecer necesidades, sin embargo, reconoce que lo que ha vivido ha sido tribulación por falta de los medios necesarios para su mantenimiento esencial. No su enriquecimiento, sino para suplir sus necesidades necesarias para hacer avanzar el plan de Dios en las naciones. Reconoce que desde el principio, cuando salió de Macedonia, no hubo otras congregaciones que participaran en el presupuesto para sus necesidades sino solamente los filipenses. Le enviaron ofrendas a Tesalónica una y otra vez para suplir sus necesidades (4:15,16). Y en uno de esos envíos realizados por Epafrodito fue cuando este discípulo estuvo a punto de perder la vida en su servicio. Todo un ejemplo que no pasa desapercibido para Pablo y deja constancia del hecho en esta hermosa carta.

Busco fruto que abunde en vuestra cuenta (4:17). Aquí tenemos uno de los argumentos que pudiera usarse para la extorsión o manipulación de los hermanos. No es la intención del apóstol ni mucho menos, pero como dijo Pedro «los indoctos e inconstantes tuercen» (2 Pedro 3:16); y por supuesto los codiciosos. Me refiero a la verdad de las consecuencias de nuestra generosidad. Hay consecuencias de sembrar escasamente o de hacerlo generosamente (2 Co.9:6). Pablo dice que busca fruto que abunde en la cuenta de los filipenses. Jesús dijo que debemos hacernos tesoros en los cielos. Pero una mente materialista, predominante en nuestra generación, que solo piensa en lo terrenal, se burla de estos principios espirituales con consecuencias personales y eternas. Y no solo se ríe sino que muchos pretenden usarlas en beneficio propio, para enriquecerse. Una vez más la cizaña no puede ahogar el trigo. No podemos arrancar la cizaña de hombres perversos y malos sin evitar el riesgo de arrancar también el trigo. Por ello, algunos encuentran fácil el engaño en este terreno, pero como dijo el mismo autor en otro lugar: Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuando a toda buena obra (Tito 1:15,16). Pablo, beneficiario de la generosidad y entrega de los filipenses, busca el beneficio de los hermanos como consecuencia de su amor al evangelio con las consecuencias que se derivan de ello. La fe obra por amor. La fe sin obras está muerta. Y cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor y acciones.

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (4:19). Ahora da un paso más en su narrativa. Afirma que Dios responde a la entrega y generosidad de los filipenses supliendo todas sus necesidades, lo cual viene a decir que no eran hermanos que nadaban en la abundancia económica y daban de lo que les sobraba, sino que os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia [Filipos y Tesalónica]; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riqueza de su generosidad (2 Co.8:1,2). No estamos hablando de una iglesia rica, sino generosa. No solo enviaron a Pablo para sus necesidades, sino que participaron generosamente con la ofrenda que el apóstol recogió en distintos lugares para las congregaciones de Judea que estaban padeciendo en su momento una crisis económica notoria. A estos hermanos les dice que Dios suplirá todo lo que les falta en Cristo. Este es otro de esos versículos que usamos con parcialidad aplicándolo indiscriminadamente sin conocer el contexto que lo envuelve. En definitiva, toda  nuestra vida es una inversión en el reino de Dios. Todo lo que hacemos tiene su contrapartida y consecuencias (Pr.3:9,10) (Mr.10:28-31) (Gá.6:7). Todo lo que el hombre siembra eso siega. Si sembramos el bien recogeremos una cosecha buena, apretada, remecida y rebosante (Lc.6:38). Pero si hacemos lo contrario también habrá cosecha en esa dirección. En algunos casos se recoge en esta vida, y en otros en la eternidad. No todo está supeditado a la vida presente, ni todo al cielo. Vivimos por fe; la fe es la certeza de esta vida presente y la venidera, ambas forman parte de la realidad del cristiano. No lo olvidemos. Pablo ha completado el círculo en una enseñanza que, repito, es motivo de controversia y confusión en nuestros días por los excesos que se han cometido abusando de una verdad que es tremendamente beneficiosa cuando se enseña y aplica con el debido equilibrio. En la vida cristiana no están separados los valores eternos y espirituales, de los temporales y terrenales. Dios quiere suplir todas las necesidades del ser humano (espíritu, alma y cuerpo) (3 Jn.2). Y para ello, en muchas ocasiones, usa a las congregaciones que, como la de Filipos, es ampliamente generosa, la cual es su cuerpo actuando en la tierra.

Una vida mental sana8. Claves para una vida mental sana (4:4-9)

Los problemas psicológicos se han multiplicado en las últimas décadas. Estamos sometidos a una gran presión de todo tipo y el alma se resiente. Somos frágiles. Aunque creemos ser fuertes mentalmente, una y otra vez se pone de manifiesto que no es así, el hombre quiebra en muchas ocasiones y las enfermedades psiquiátricas se han multiplicado. Sin embargo, la sociedad occidental en general ha abandonado los principios bíblicos que han dado respuesta mediante el evangelio a muchos de los desafíos a los que se ha enfrentado. Hemos ido a buscar a las cisternas rotas que no retienen el agua (Jer. 2:13), como son en gran medida las filosofías orientales, yoga, meditación trascendental, Nueva Era, incluso ahora se ha puesto de moda abrazar los árboles como terapia para recuperar el equilibro y la paz interior. Las Escrituras responden ampliamente a nuestra necesidad de paz interior y salud mental. Veamos algunos consejos de la enseñanza del apóstol en esta carta como verdades liberadoras que actuarán a nuestro favor.

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (4:4). Una de las muchas terapias que han proliferado desde hace tiempo y que actúa como un sucedáneo del evangelio es la risoterapia. Acudes a una reunión donde se trata de reír a mandíbula suelta para liberar el estrés acumulado. La risa es buena y saludable, de eso no me cabe ninguna duda, aunque no creo necesario establecerlo como una terapia, una de tantas terapias que están pretendiendo substituir la acción del evangelio en los corazones de los hombres en una sociedad que ha dado la espalda a Dios y busca nuevas alternativas y sucedáneos. Pablo dice: ¡Regocijaos! Y hacerlo en el Señor; en aquel que ha derrotado el poder del pecado y de la muerte sacando a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio. Su triunfo permite que el corazón se goce en la esperanza de gloria que llena de una dimensión nueva a todos los que son redimidos por la sangre del Cordero. El gozo del Señor es nuestra fortaleza (Neh. 8:10). Jesús dijo: Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido (Jn.15:11). La voluntad de Dios en el Mesías es que participemos de su gozo (Jn. 16:20, 22, 24 y 17:13). Los discípulos de Jesús estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo (Hch.13:52). El gozo del Señor es una característica propia de los hijos de Dios. El fruto del Espíritu es gozo. El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Rom. 14:17). Esta carta que estamos estudiando se conoce como la carta del gozo, a pesar de que su autor se encontraba en la cárcel en el momento de escribirla. Porque el gozo del evangelio supera las aflicciones. Dice la carta de Santiago, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia (Stg. 1:2,3). Por tanto, hablamos de un gozo que supera las circunstancias adversas. Es el gozo del cielo, sobrenatural, que penetra en nuestro hombre interior con la fe y actúa internamente mejor que una terapia alternativa. Otra vez digo ¡Regocijaos!

Por nada estéis afanosos (4:6). Aquí tenemos una declaración apostólica muy osada. Parte de la idea de que el afán y la ansiedad pertenecen al sistema de este mundo, forman parte de la vieja y vana manera de vivir. Jesús dijo que no debemos afanarnos por el día de mañana, sino entender que cada día tiene sus propios problemas y no debemos sobrecargar el peso de varios días sobre uno solo, de esa forma quedaremos doblegados y vencidos. Pero el apóstol no solo deja la frase en el aire para colgarla en la pared, sino que establece una relación directa entre no estar afanosos y la vida de oración. Inmediatamente añade: si no sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Aquí tenemos la clave para no caer en la ansiedad. Traer nuestras peticiones con toda su argumentación delante del trono de Dios. No sé cuantas veces a lo largo de mi vida he tenido que acudir a esta verdad de la Escritura para presentar delante del trono de la gracia las peticiones de  mi corazón, echando mi ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros (1 Pedro 5:7). Hay ocasiones en nuestras vidas cuando se hace muy cuesta arriba librarse de estas cargas de ansiedad que doblegan nuestro ánimo y dejan nuestra alma apesadumbrada. La preocupación es muy humana y difícil de substraerse a ella. Nuestro mundo está constituido de tal forma que nos parece muy extraña esta enseñanza evangélica, sin embargo, esa es la voluntad de Dios. Debemos recordar que cuando estamos en modo ansiedad nuestra fe queda paralizada. Cuando nos preocupamos desmedidamente hemos dejado de confiar en Dios y sus recursos para buscar de manera agitada los nuestros. La enseñanza apostólica es que en lugar de seguir atenazados por el afán y la ansiedad tomemos la iniciativa de venir delante del Señor para presentar todo aquello que nos perturba, y entonces…

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (4:7). Llegados a este punto debemos hacer un intercambio. Debemos soltar ante el Señor, en oración, nuestras ansiedades, y a cambio recibir la paz de Dios, que una vez comienza a operar en nosotros guarda nuestro corazón y mente en la fortaleza del Mesías. Aprender esta verdad y practicarla nos desinflará de agitación para dar lugar al remanso de la paz de Dios que supera cualquier otro pensamiento perturbador. Nuestra mente, tan increíblemente frágil, recibirá el impacto sobrenatural del poder del reino de Dios en nosotros. A esto le llama el autor de la carta a Hebreos participar de los poderes del siglo venidero (Heb. 6:4,5). Ese siglo venidero es el reino mesiánico, la era mesiánica que se establecerá cuando venga el Señor a reinar en Jerusalén. Un reino universal de paz que ya podemos comenzar a experimentar ahora como primicia, mediante el Espíritu, cuando actuamos en los parámetros que sostienen el reino de Dios. La oración respondida es parte esencial del reino futuro. Que cese la guerra, no solo entre las naciones, sino también nuestros corazones, será parte del futuro reino prometido a David y del que ya podemos beneficiarnos ahora. El inicio de ese reino futuro se manifiesta aquí y ahora cuando venimos al Mesías con nuestras cargas, llevamos su yugo, aprendemos de él y recibimos el descanso para nuestras almas (Mt.11:28-20). Pero hay algo más que el autor de esta carta quiere que sepamos.

En esto pensad (4:8,9). La gran perturbación que experimenta el ser humano siempre aparece en su mente inicialmente. De esa perturbación saldrán acciones, muchas de ellas erradas que agravarán el problema que estemos enfrentando. Por ello, ganar la batalla de la mente es primordial. ¿Cómo hacerlo? Teniendo los pensamientos adecuados. Pensar bien. Pero antes debemos experimentar una renovación de nuestra mente mediante la palabra de Dios, para que podamos conocer cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom.12:1,2). Es una batalla. Hay que pelearla. Debemos confrontar la manera de vivir, por tanto, de pensar, de este mundo. No conformarnos a sus esquemas y para ello necesitamos la fuerza de la verdad revelada en las Escrituras ocupando nuestras mentes. Pablo le dijo a Timoteo: Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas. ¿A qué cosas se refería? La lectura, la exhortación y la enseñanza (1 Tim. 4:15 y 13). En otra ocasión le dijo que las Escrituras le pueden hacer sabio para la salvación y que conocerlas ampliamente, desde la niñez, le serán útiles para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia para que el hombre de Dios sea apto y esté preparado para toda  buena obra (2 Tim.3:14-17). Es la palabra de verdad la que nos hace libres (Jn.8:32), permitiéndonos alcanzar los pensamientos de Dios (Isaías 55:8-11) que actúan en nosotros los creyentes (1 Tes.2:13). El argumento de Pablo en esta carta es que nuestra mente debe estar ocupada en los siguientes pensamientos: todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (4:8). Así conseguimos una mente sana y equilibrada en un mundo acosado por todo tipo de contrariedades y afanes.

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO EN FILIPENSES

1.- Anota algunas características de cómo fue fundada la iglesia en Filipos.

2.- ¿Dónde se encontraba Pablo al escribir esta carta?

3.- ¿Cuál es el destino de la carta? ¿A quiénes va dirigida en primer lugar?

4.- Explica el significa de «santo» según la enseñanza bíblica.

5.- ¿Qué destacarías de la oración de Pablo en el capítulo 1:3-11?

6.- ¿Qué significa confesar a Jesús como Señor?

7.- Qué destacarías del ejemplo de Timoteo.

8.- ¿Qué conclusión sacas del ejemplo de la iglesia en Filipos?

9.- ¿Cuáles son las claves para una vida mental sana? Explícalas.

Apéndices

Promesas especiales en las que puedes meditar.

(Filipenses 1:6) (1:21) (2:13) (3:20,21) (4:4) (4:6,7) (4:13) (4:19).

Referencias sobre el gozo, leerlas y meditarlas.

(Filipenses 1:4) (1:18) (2:2) (2:17,18) (3:1) (4:1) (4:4) (4:10).

Sobre el día de Jesucristo.

(Filipenses 1:6) (1:10) (2:16) (3:20,21) (4:5).

Referencias al evangelio.

(Filipenses 1:5) (1:7) (1:12) (1:17) (2:22) (4:3) (4:15).

                                                                                              Revisado octubre 2020

Carta a los EFESIOS – Revisado 2020

EFESIOS (2)HISTORIA DE LA CARTA

Fue escrita por el apóstol Pablo alrededor del año 61-63 d.C. cuando estaba en la cárcel de Roma.

La ciudad de Éfeso. Situada en el Asia Menor, lo que hoy es Turquía, y antigua provincia romana. Allí estaba el templo de la diosa Diana, que era uno de los edificios más importantes del mundo.

La iglesia en Éfeso. Fue establecida por Pablo en su tercer viaje misionero.  Ocupaba un lugar importante en la iglesia primitiva detrás de Jerusalén y Antioquia. Los pormenores de su fundación los encontramos en Hechos 18:18-20:1,17-28. Antes de asentarse durante varios años en la ciudad el apóstol hizo una primera visita poco después de salir de Corinto. En esa primera estancia que duraría tres meses, entró en la sinagoga, como era habitual en él, y discutió (debatió, persuadió) con los judíos. Estos le rogaron que se quedara con ellos por más tiempo, pero él no accedió puesto que tenía pensado llegar a Jerusalén para la fiesta que se aproximaba. Se comprometió a volver de nuevo dejando allí a sus compañeros de milicia Priscila y Aquila (Hch.18:18-21).

Mientras tanto, llegó a Éfeso un judío, predicador fogoso, elocuente y poderoso en las Escrituras, llamado Apolos, que aunque hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, solamente conocía el bautismo de Juan. Oyéndole Priscila y Aquila le tomaron a parte y le expusieron más exactamente el camino del Señor (Hch.18:24-26). Una vez aceptada la corrección por parte de Apolos, su mensaje cobró una nueva dimensión y fue de gran provecho a los hermanos de Acaya, la nueva provincia donde viajó para predicar, refutando con gran vehemencia y públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Mesías (Hch.18:27-28).

Tiempo después regresó a Éfeso el apóstol Pablo. Estuvo en la sinagoga durante tres meses nuevamente, como siempre hacía, y fue allí donde se encontró a doce discípulos del Señor que no habían oído hablar del Espíritu Santo, ni siquiera del bautismo en el nombre de Jesús (Hch.19:1-10). Una vez bautizados y llenos del Espíritu por la imposición de sus manos el conflicto fue inevitable. Algunos de la sinagoga se endurecieron, resistieron la palabra que se predicaba y maldijeron el Camino entre la multitud. Pablo apartó a los discípulos y abrió un lugar de enseñanza en un edificio llamado la escuela de Tiranno. Durante dos años estuvo entregado a la preparación de estos discípulos con una repercusión tan grande que los habitantes de Asia, ―judíos y griegos―, oyeron la palabra del Señor. Hubo manifestaciones milagrosas extraordinarias, incluso ponían sobre los enfermos los paños o delantales de Pablo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían (Hch.19:11,12). Y una vez más se desató la persecución. El detonante fue el negocio de los templecillos de Diana; el culto predominante de la ciudad de Éfeso. Este lugar albergaba uno de los templos más prominentes de la antigüedad. Su negocio religioso floreciente se veía ahora amenazado por el mensaje del evangelio, entrando en conflicto con los dioses que se hacen con las manos (Hch.19:23-41). Pablo tuvo que salir de la ciudad donde el evangelio había impactado con gran poder. Se produjo una revuelta social. Las multitudes se juntaron manipuladas por los comerciantes que vieron peligrar su negocio, aunque los discípulos no fueron iconoclastas, ni habían sido sacrílegos o blasfemadores de la diosa (Hch.19:37). El apóstol Pablo salió de la ciudad después de tres años en los que se estableció la nueva congregación. Llamó a los ancianos responsables a Mileto donde se reunió con ellos para darles las últimas instrucciones antes de partir.

El apóstol había fundado una de las congregaciones más importantes de la antigüedad. A esta iglesia se dirige ahora por escrito en una de sus cartas más profundas y de la que veremos su contenido a continuación. Recordemos también que fue a esta congregación donde se dirigió el primer mensaje de las siete iglesias de Apocalipsis (2:1-7). Posteriormente sería Timoteo el encargado de pastorearla (1 Tim.1:3,4); y según la tradición fue aquí donde el apóstol Juan pasó los últimos años de su vida.

Los temas predominantes en los que hemos dividido su contenido son los siguientes:

  1. Beneficios de la obra del Mesías. (1:3-14)
  2. Oraciones de Pablo por los efesios. (1:15-23) (3:14-21)
  3. De muerte a vida. (2:1-10)
  4. El misterio del evangelio. (2:11-3:13)
  5. Un sólo cuerpo: el cuerpo del Mesías. (4:1-16)
  6. Una nueva manera de vivir. (4:17-6:9)
  7. Batalla espiritual y la armadura de Dios. (6:10-20)

ENSEÑANZAS Y TEMAS DE LA CARTA

  1. EFESIOS (3) - lugares celestialesBeneficios de la obra del Mesías (1:3-14)

En esta epístola encontramos una excelente muestra de nuestra posición en el Mesías. En él tenemos grandes beneficios que debemos descubrir para conocer nuestra identidad, lo que somos, tenemos y podemos en él. La obra substitutoria de Cristo en nuestro lugar produce grandes beneficios que debemos descubrir a lo largo de nuestro peregrinaje. Aceptar la mesianidad de Jesús, llamado el Cristo (Mesías, Ungido), como Señor de nuestras vidas, debe llevarnos a permanecer firmes en él y su palabra con fidelidad (Rom. 10:8-10) (Fil.2:11) (Jn.8:31 y 15:7) (2 Jn.9).

Es por voluntad de Dios que hemos sido puestos en Cristo. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús (1 Co.1:30). No debemos olvidar la simbiosis que siempre aparece  en la predicación del evangelio entre la voluntad soberana de Dios y la responsabilidad del hombre al aceptarla. A los efesios les dice: En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Ef.1:13). Es importante recordar este aspecto crucial del evangelio en unos tiempos cuando ha rebrotado con fuerza la teología calvinista determinista que, pretendiendo combatir el liberalismo nocivo, hace naufragar la fe de algunos. Pero sigamos con el texto que nos ocupa.

Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en Cristo (1:3) (Hch.3:26). Las riquezas del evangelio tienen una dimensión espiritual evidente que no debemos torcer para convertirlas en un materialismo propio de nuestra generación.

Dios nos ha escogido en el Mesías antes de la fundación del mundo con el propósito evidente de que seamos santos (apartados) y sin mancha (1:4), en medio de una generación maligna y perversa (Dt.32:5 y Fil. 2:15). Ser luz y sal en la tierra es propósito fundamental de los hijos de Dios en un mundo anegado de oscuridad y obras inicuas. (Mt. 5:13-16) (1 Co.1:30 y 6:11) (2 Tes.2:13,14) (1 P.1:14-16).

Dios nos ha adoptado como hijos suyos por amor, y según su buena voluntad, mediante Jesús el Mesías (1:5). Debemos recordar que ser adoptados significa que no éramos hijos de la familia original (Israel), y que por la gracia del Señor hemos sido injertados en ella (Rom. 11:24). Encontraremos mas detalles a medida que avancemos en su contenido (Rom.8:14,15) (Gá. 4:4-7).

Dios nos ha aceptado como hijos mediante el Mesías, por su mediación, redención y substitución (1:6). En otro tiempo, nosotros los gentiles, éramos extranjeros, extraños a los pactos y las promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo, pero ahora mediante el Mesías de Israel, hemos sido aceptados como hijos con los mismos derechos mediante el nuevo pacto. No deberíamos olvidar nuestra condición anterior cayendo en la soberbia de la teología del reemplazo, pecado que hemos heredado y que ha producido un antisemitismo cristiano insoportable e incomprensible a lo largo de la historia. Ahora que hemos sido aceptados como hijos debemos recordar nuestra antigua condición de extraños y ajenos, lo que éramos sin Dios, el Dios de Israel, pero que ahora mediante el Mesías, hemos sido hechos cercanos para poder acceder al trono de la gracia con seguridad y confianza (Heb. 4:16 y 10:19-22) (Ef.3:12). Recordemos estos textos: (Rom.11:30) (Gá.4:8) (Ef.2:2,3,11,13) ( Col.1:21 y 3:7) (1 P. 2:10).

Dios nos ha librado del poder del pecado y de la muerte mediante la sangre de Jesús (1:7). La sangre derramada del justo lo ha hecho posible. Sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados. Sin la sangre penetrando al lugar santísimo no es posible la redención del hombre. Esa sangre, donde estaba contenida la vida del Hijo de Dios, venció la muerte y su poder. Quedó anulado su temor (Heb.2:14,15); fue vencida en victoria (1 Co.15:54); y sacada a luz la vida y la inmortalidad (2 Tim.1:10). Nuestros pecados han sido perdonados por la ofrenda de la sangre del Mesías, hecha una vez y para siempre, habiendo obtenido eterna redención (Heb.9:11,12) (Miq.7:18,19).

Dios nos ha hecho herederos juntamente con Cristo (1:11,14,18). La consecuencia de haber sido aceptados como hijos es que somos hechos herederos de la herencia que pertenece al primogénito (Col.1:15,18) (Ap.1:5) y de la que somos coparticipes y coherederos (Ro.8:15-17) (Gá.4:4-7).

Dios nos ha sellado con el Espíritu Santo de la promesa (1:13,14). Es el sello de propiedad y pertenencia hasta el día de la redención final (Ef.4:30). Hemos sido comprados por precio como propiedad de Dios para glorificarle y no hacernos esclavos de los hombres (1 Co. 6:20 y 7:23). Por eso el Espíritu que ha puesto en nosotros nos anhela celosamente (Stg.4:5). Esta fue la promesa que Jesús hizo a los suyos antes de ascender al cielo, y que debían esperar en Jerusalén cuando descendiera el Espíritu Santo para sellarla en nuestros corazones haciéndonos coparticipes de las abundantes riquezas de su gracia en los lugares celestiales (Hch.1:4 y 2:33), dándonos así un anticipo de la herencia eterna mediante las arras del Espíritu (2 Co.1:21,22) (Heb.6:4,5).

Debemos decir con el salmista: «Bendice, alma mía, al Señor… y no olvides ninguno de sus beneficios» (Sal.103:1-5). Y con el apóstol recordar las misericordias de Dios, presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro culto racional (Ro.12:1). Por tanto, memoria, gratitud y entrega deben ser tres de los pilares esenciales en nuestra nueva relación con Dios.

ESCUELA DE ORACIÓN2. Oraciones de Pablo por los efesios (1:15-23) (3:14-21)

La vida de oración era una constante en el apóstol y autor de esta carta. En tan solo seis capítulos encontramos dos oraciones especificas que Pablo hacia a favor de los hermanos de la congregación de Éfeso, y que podemos suponer también realizaba por otros. De ellas aprendemos algunas cosas importantes en relación a la vida de oración en la iglesia primitiva. Analicemos su contenido.

Primera oración (Efesios 1:15-23)

Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Lo primero que menciona es la acción de gracias a Dios por la fe y el amor de los efesios hacia todos los santos (1:15,16). Luego pide a Dios lo que quiere para ellos: espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento del Mesías (1:17). Comprende el apóstol que llegar a conocer su naturaleza y obra es esencial para la vida del nuevo discípulo, algo que damos por hecho en muchas congregaciones hoy, y que no solo tiene que ver con una infinidad de estudios bíblicos. Sin revelación ni conocimiento, ―visión―, el pueblo perece, como diría el profeta Oseas (4:6). Y para ello es necesario que sean alumbrados los ojos del entendimiento (1:18), petición que hace Pablo por los efesios. Un entendimiento embotado, entenebrecido, obstinado en el error, la obcecación y el fanatismo legalista o libertario solo producirá trastorno a la causa del evangelio. Todo ello precisa de una oración bien concreta y eficaz de los responsables de las congregaciones.

Pablo estimaba una prioridad conocer al Mesías, su Señor (Fil.3:7-10). La verdadera excelencia de su vida era conocerle, teniendo todo lo demás por basura para ganar a Cristo, a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, participando en sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte. Todo ello muy lejos del cristianismo tibio de nuestra generación. También para el apóstol Pedro era una prioridad el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo (1 P.1:2,3,5,8). Comprende que escapar de las contaminaciones del mundo está ligado al conocimiento del Mesías (1 P.2:20); y que ese conocimiento tiene que ir creciendo en paralelo a la gracia recibida (2 P.3:18).

La meta final de todos los santos es alcanzar la madurez mediante el conocimiento del Hijo de Dios, llegar a un varón perfecto (maduro), a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías (Ef.4:13). Y siendo más preciso, el apóstol Pablo concreta cuales son las verdades que se deben alcanzar una vez que los ojos del entendimiento han sido alumbrados y la luz penetra en él. (1) La esperanza a la que Dios nos ha llamado (1:18) (Rom.8:29) (1 P.1:3) (1 Jn. 3:1-3) (Fil.3:20,21) (2 Tes.2:13,14). (2) Las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (1:18) (Ef.1:7; 2:6,7) (Fil.4:19) (Col.1:27). Y (3) cual es la supereminente grandeza de su poder para los que creemos (1:19). Se refiere al poder que obró en el Mesías cuando resucitó y fue exaltado hasta lo sumo sobre todo principado y señorío; sobre todo nombre que se nombra, y que fue dado como cabeza a la iglesia (Ef.1:19-23). Ese mismo poder que actuó en Cristo es el que Pablo está pidiendo para que actúe también en los discípulos de Éfeso. El evangelio es poder (Rom.1:16). La predicación debe ser con poder (1 Co.1:18; 2:4,5; 4:20; 5:4; 6:15). Esa era la fuerza que operaba en el apóstol de los gentiles como él mismo reconoce cuando escribe a los colosenses (Col.1:29).

Vivimos muy lejos de estas verdades y manifestaciones reales del poder de su fuerza. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad (2 Co.12:5,9,10 y 13:4); pero cuando creemos ser fuertes, sin necesidad de nada, entonces somos ineficaces para la edificación de la iglesia del Señor (Ap.3:14-17). Este es el estado espiritual mayoritario del cristianismo occidental de nuestra generación. Necesitamos volver a la oración de Pablo por los efesios, que en esta primera reseña concretó en dar gracias, pedir revelación para conocer verdaderamente al Mesías sabiendo acerca de nuestra esperanza, herencia y poder que emanan de él mismo.

Segunda oración (Efesios 3:14-21)

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

El apóstol nos indica en este caso la posición que toma al realizar la oración. Se pone de rodillas en la cárcel de Roma donde se encuentra para retomar la oración por los efesios. Aquí su plegaria está orientada a la petición. Pide que sean fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu (3:16). Comprende que la fortaleza verdadera procede del hombre interior en conexión con el Espíritu de Dios. De esa fortaleza interior debe brotar la realidad de que el Mesías habita en sus corazones y se manifiesta en sus vidas de manera evidente (3:17). Esta es una verdad fundamental de la fe cristiana: Cristo en nosotros la esperanza de gloria (Col.1:27). Con Cristo estamos crucificados, y ya no vivimos nosotros en nuestra capacidades y habilidades, sino el Mesías, y lo que hacemos en la vida cotidiana lo hacemos en la fe del Hijo de Dios (Gá. 2:20). Pide también que sean capaces de comprender y experimentar el amor de Yeshúa en sus cuatro dimensiones: anchura, longitud, profundidad y altura. El amor excede al conocimiento, porque el conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Co.8:1). Comprender el amor del Señor producirá inevitablemente una transformación interior de donde emanará su propia vida a través de la nuestra. Es la fusión que resume en otro lugar: El que se une al Señor es un espíritu con él (1 Co.6:17). El autor de esta carta está convencido que Dios hará todas las cosas más de lo que piden y entienden, según el poder que actúa en ellos (3:20). Por tanto, termina su oración con un canto de alabanza: A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén (3:21).

En estas dos oraciones tenemos un modelo para orar con eficacia por los hermanos de las congregaciones.

  1. EFESIOS (5) - de muerte a vidaDe muerte a vida (2:1-10)

Estos diez primeros versículos del capítulo dos son muy esclarecedores de lo que es la salvación que contiene el evangelio de Dios. Al desarrollarlos el apóstol hace énfasis en dos términos que son esenciales para comprender la diferencia entre una religión y la nueva relación que contiene el evangelio. Me refiero a muerte y vida. Veamos cada uno de ellos por separado

Muerte. Cuando estabais muertos en delitos y pecados (2:1). Debemos comprender que no se trata de la muerte física sino de muerte espiritual, es decir, separación de Dios, la Fuente de vida y salud. Incluso la muerte física no es aniquilamiento, sino separación del cuerpo y alma del ser humano. La muerte espiritual a la que se refiere el apóstol es la consecuencia del pecado que ha hecho separación entre Dios y el hombre, y nuestros pecados han hecho ocultar de nosotros su rostro para no oír (Is.59:2). Es la condición del hombre que vive en sus delitos y pecados, el hombre natural, no renacido, que sigue la corriente de este mundo bajo la influencia del príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales vivían antes los discípulos de Yeshúa en la ciudad de Éfeso, en los deseos de su naturaleza carnal y pecaminosa, haciendo la voluntad de ellos y movidos por los pensamientos ajenos a la voluntad de Dios. Esa forma de vida que la Biblia llama muerte espiritual, alejados de Dios, coloca a los hombres en un estado de hijos de ira y rebelión, la misma naturaleza heredada por el pecado de Adán, y desarrollada por la rebelión de Lucifer, el adversario de Dios.

Es una vida-muerte que no puede agradar a Dios ni tampoco puede (Ro.8:5-8). Es la deriva de los pensamientos humanos influidos por el príncipe de la potestad del aire y sus espíritus engañadores. El hombre en este estado está sometido a la tiranía del pecado y la opresión de potestades territoriales que ejercen dominio sobre él para impedirle obedecer a Dios y sujetarse a su justicia. Para ello se necesita renacer a una nueva vida y naturaleza. Y esa vida viene de Dios.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. En este texto se fundamenta gran parte de lo que en la teología calvinista se ha dado en llamar depravación total. Es decir, que el hombre no puede hacer nada para obtener la salvación puesto que está muerto y no tiene actividad volitiva o emocional. Esta postura teológica radical choca frontalmente con muchos textos bíblicos en los que la voluntad del individuo debe responder al ofrecimiento de la salvación una vez ha oído su mensaje. Este ha sido y es un conflicto teológico sin resolver entre la soberanía de Dios y el libre albedrio. Aquellos que se aferran a un sistema doctrinario cerrado y extremo pretenden salvar la soberanía de Dios creando otros que conducen a razonamientos deterministas que desembocan en Dios como autor del mal y el hombre como mero espectador de lo que ya ha sido establecido y no se puede cambiar. La Escritura desborda este reduccionismo sistémico y nos libera de sus ataduras aunque podamos encontrar en ellas cierta ambigüedad para una simbiosis compleja entre la voluntad de Dios y la nuestra a la hora de obtener la salvación.

Pretender que el hombre está preso de una depravación total y le imposibilita para oír y recibir el evangelio es una incongruencia que choca siempre con la predicación del evangelio a toda criatura. De todos modos no vamos a resolver este dilema aquí, entre otros motivos, porque entendemos que la misma Escritura no lo resuelve satisfactoriamente y por ello debemos avanzar en el contenido de la epístola sin aferrarnos a sistemas doctrinales que nunca aparecen diseñados en la Biblia. Resumiendo: la muerte de la que habla el autor es separación de Dios, de su vida y bendición, nos coloca bajo la ira justa de un Dios airado con el pecado y la rebelión (Jn.3:36), pero que en su misericordia nos ha dado vida después de oír el evangelio. Es lo que el mismo Pablo dice un poco antes: habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (1:13). Sin consciencia para oír, ni voluntad para recibir (como promulga el calvinismo determinista) no podremos recibir. Por lo que la depravación total a la que se refiere el sistema mencionado ni aparece en la Escritura, ni se deriva de este pasaje de Efesios.

Vida. Y él os dio vida a vosotros… Esta vida es de Dios, dada por gracia mediante el evangelio una vez oído y aceptado voluntariamente. Jesús vino para dar vida (Jn.10:10), después que la hubiéramos perdido en Edén por el engaño de Satanás. Por tanto, en él recuperamos la vida espiritual (Dios es Espíritu) que nos fue arrebata por el pecado produciendo muerte, ―separación―, del Autor de la vida. Esta vida penetra en nuestro espíritu mediante el renacimiento por el Espíritu de Dios. Es comunión con Dios cuando recibimos la salvación y el perdón de pecados. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom.6:23). Es la consecuencia del amor de Dios. Por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (Ef.2:4,5). La unión mística con Jesús se produce fusionándonos en un mismo espíritu (1 Co.6:17). Comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (1 Jn.1:3) 2 Co.13:14). Esta es una de las enseñanzas fundamentales del apóstol Pablo en todas sus cartas: «estamos en Cristo». Unidos con él. Y nada ni nadie nos podrán separar de su amor. Hemos sido unidos con el Mesías en su muerte, resurrección y exaltación, alejados del alcance del pecado que ya no se enseñoreará de nosotros (Rom.6:14), y sentados en lugares celestiales con Cristo en una posición de autoridad donde el diablo no podrá ejercer su dominio sobre nosotros (2:6).

Esta vida de Dios nos hace participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4); nos traslada de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Col.1:13). Nos hace coparticipes del poder de resurrección que operó en Cristo sentándole en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío (Ef.1:20-21) (Col.3:1-4). Es la vida bajo la bondad de Dios (2:7). Viviendo en la esfera de la gracia (Rom.5:1,2) protegiéndonos del dominio del pecado y capacitándonos para vivir y andar en una nueva manera de vivir. Las cosas viejas pasaron. Todo ello mediante la fe que ha liberado en nosotros la vida de Dios a través de la gracia. No hay meritos personales. Gracia. Sin gloria humana (2:8,9). Es la base de la salvación de Dios que pone en marcha en nuestras vidas las buenas obras preparadas de antemano para que andemos en ellas (2:10). Estas obras tienen el fundamento de la nueva vida; son el resultado de la nueva naturaleza (somos hechura suya) estrenada en Cristo. Creados en Cristo Jesús para buenas obras. Fe y obras son inseparables. El nuevo hombre ha sido creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24) (1 Jn.3:9 y 5:4,18), por la resurrección de Jesús (1 Pedro 1:3). Bajo este fundamento apostólico debemos comprender que la vida cristiana no es una serie de ceremonias y rituales religiosos, sino vida, la clase de vida de Dios (Zoé en griego). La vida cristiana es un cambio de naturaleza. Para ello es necesario nacer de nuevo (Jn.3:3-5). Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Jn.5:11,12). Hay que venir a Jesús, él es el dador de la vida (Jn.14:6).

EFESIOS (6) - el misterio del evangelio4. El misterio del evangelio (2:11-3:13)

El evangelio es un misterio revelado. Pablo lo deja meridianamente claro en el pasaje que vamos a estudiar en esta sección de su carta a los efesios. Un misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres como ahora estaba siendo revelado por el Espíritu mediante apóstoles y profetas (3:5). Todo misterio necesita revelación para que sea dado a conocer y pueda ser entendido y disfrutado en plenitud. El camino mediante el cual se produce este recorrido está bien delimitado. Leemos en Romanos 16:25,26 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes [naciones 1:5] para que obedezcan a la fe. Ese recorrido nos ha llegado mediante los profetas de Israel y el legado de las Escrituras que nos han dejado.

Por tanto, somos deudores y deberíamos ser agradecidos a Dios en primer lugar, y al canal que ha usado para hacernos llegar el misterio oculto que ahora ha sido manifestado y del que nos hemos beneficiado. Ese misterio se resume en una persona y un nombre, el nombre de Yeshúa. Es la predicación de su nombre y obra que libera el misterio para su bendición a todas las naciones. Una parte de ese misterio es que los gentiles, que en otro tiempo estábamos sin Mesías, alejados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo (2:11,12); ahora mediante el Mesías, nacido bajo la ley, heredero de Abraham y David, la simiente que había de venir, hemos sido hechos cercanos por la sangre derramada en la Cruz del Calvario (2:13). En esa obra redentora conseguimos la paz; él es nuestra paz (2:14). Una paz entre los pueblos, separados por cultura, tradición, pactos y promesas divididos en dos grandes bloques: Israel y las naciones (los gentiles, el resto de pueblos y naciones), ahora hemos sido hechos uno en el Mesías. La pared intermedia de separación con sus rituales y ceremonias incomprensibles para una mente profana como la nuestra, ha sido derribada para crear de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (2:14.15).

Hemos sido reconciliados con Dios en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades (2:16). Este misterio incomprensible para ambos, ahora se ha revelado para salud de todos. Los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (2:18). Por tanto, se ha establecido una fusión misteriosa en la que los gentiles, ajenos al Dios de Israel (salvo en algunos prosélitos) hemos sido hechos conciudadanos, miembros de la familia de Dios, coherederos y coparticipes de la promesa en Cristo mediante el misterio del evangelio (2:19) (3:6). Entramos así en la universalidad del mensaje a todas las naciones.

Observa estos términos: conciudadanos (significa que ya había ciudadanos del reino y ahora otros hemos sido incluidos en la ciudadanía de Israel, ya no somos extranjeros ni advenedizos). La familia de Dios (hemos sido hechos miembros de la familia de Dios que ya existía originalmente en la familia de Abraham y Sara, cuya descendencia formó el pueblo de Israel de quien viene la simiente santa ―el Mesías― para bendecir a todas las familias de la tierra). Coherederos (significa herederos junto con aquellos que ya lo son. Participamos de la herencia de Israel, sus promesas y pactos mediante el evangelio de Jesús). Copartícipes (nos recuerda una vez más que somos participantes de la promesa hecha a los padres de la nación hebrea y de la que ahora mediante el Mesías somos participantes, injertados en ella).

Es necesario recordar estas verdades esenciales porque el desarrollo ulterior a los escritos de los apóstoles ha sido muy distinta a como ellos la concibieron. La historia de la iglesia posterior a la sinagoga del primer siglo se apartó de las enseñanzas apostólicas, y aún más del mensaje de los profetas de Israel, y hemos pecado gravemente de arrogancia y soberbia a través de la Teología del Reemplazo que ha causado dolor y vergüenza al evangelio de Dios. En lugar de provocar a celos a Israel le hemos robado las Escrituras y predicado un Mesías no judío, sino helenístico en muchos aspectos. Por tanto, no hemos tenido tanta revelación del misterio de Cristo de la que seguimos jactándonos, cuando en lugar de comprender que la cruz derriba la pared intermedia de separación, y echa abajo las enemistades, hemos levantado muros ignominiosos que han provocado el rechazo del evangelio de los judíos desde el segundo siglo de nuestra era. Debemos rectificar y arrepentirnos de los pecados de nuestros padres (de la iglesia) y la herencia que hemos recibido de intransigencia reformada. Hay un solo cuerpo (2:16), el cuerpo del Mesías, compuesto de judíos y gentiles (Gá.3:26-28). El apóstol usa también la imagen de un edificio y un templo (2:21) donde Dios habita por el Espíritu (2:22).

Un nuevo hombre redimido que constituye un solo pueblo que ya existía y en el que hemos sido injertados gentes de todo pueblo y nación. Recordemos que los primeros diez años de cristianismo la práctica totalidad de convertidos al evangelio eran judíos, donde poco a poco fueron integrándose gentiles de toda condición. Sin embargo, el devenir posterior y su complejidad, hizo que se levantara un edificio institucional llamado la iglesia que pretendió ocupar el lugar de Israel en los planes de Dios. Una manifestación evidente del pecado de Jeroboam. Hay misterio en todo ello y la falta de revelación con la arrogancia añadida ha levantado teologías extrañas y ajenas al plan original al de Dios. Misterio, dice el mismo apóstol en su carta a los romanos, en cuanto al endurecimiento en parte de Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles (Rom.11:25). He desarrollado este trema ampliamente en mi libro El enigma Israel. Concluyo el capítulo con la siguiente reflexión: si sabemos que Dios resiste a los soberbios deberíamos preguntarnos como iglesia si no habremos abrazado algunas doctrinas extrañas resultado de la arrogancia heredada de escuelas teológicas que nos han alejado del evangelio que se había mantenido oculto desde tiempos eternos, y que por las Escrituras de los profetas se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe. Pensemos. El evangelio estaba contenido en el mensaje de los profetas y su revelación fue gradualmente dada a Israel hasta la llegada de aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, el Hijo de Dios, que era del linaje de David, según la carne. Este mensaje fue prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras (Rom.1:1-3).

  1. EFESIOS (7) - El cuerpo del MesíasUn sólo cuerpo: el cuerpo del Mesías (4:1-16)

Cuando abordamos el tema de la iglesia debemos entender que entramos en un conflicto de conceptos errados. El término iglesia ha venido a significar una institución eclesiástica que está muy alejado de su concepto original. Por otro lado pensamos mayormente en edificios cuando decimos vamos a la iglesia. Sin embargo, la etimología de la palabra iglesia viene del griego eklessia, que significa «reunión del pueblo», que a su vez procede del término hebreo Kahal, que se traduce habitualmente por «congregación» o «asamblea». Por tanto, al hablar de la iglesia como cuerpo de Cristo necesitamos saber a que nos referimos exactamente, qué imagen acude a  nuestra mente, y la comprensión que damos al término. Al pensar en iglesia como congregación o asamblea debemos entender que ya existía en el Israel antiguo; la congregación o asamblea era el pueblo de Israel reunido en torno a la voz de Dios y el templo de Jerusalén (Éxodo 12:3) (Jueces 20:1) (Esdras 2:64) (Salmos 22:22) (Hebreos 2:12) (Hechos 7:38). Deberíamos preguntarnos por qué, salvo alguna excepción, en el  Nuevo Testamento siempre se ha traducido el término congregación por iglesia. Parece haber un interés en desvincular la congregación ya existente en Israel con la iglesia como ente nuevo después del advenimiento del Mesías. Por tanto, estrictamente hablando, la iglesia no comenzó el día de Pentecostés, sino que ya existía el pueblo de Dios, su congregación, y el Señor nunca ha rechazado a su pueblo (Rom.11:1), por ello, cuando hablamos de iglesia en el NT como un organismo distinto a Israel como pueblo elegido hemos introducido la Teología del Reemplazo y el pecado de Jeroboam. Lo que vemos en las cartas apostólicas es que los gentiles hemos sido injertados en Israel, somos participantes de la ciudadanía de Israel y coherederos; lo vimos en el capítulo anterior. Dicho esto, procuremos comprender la enseñanza de Pablo en esta carta sobre el cuerpo del Mesías. Usaré el término «el cuerpo del Mesías» deliberadamente para confrontar nuestra mentalidad gentil con los vocablos hebreos originales. También lo haré con el concepto «iglesia» alternándolo con el más preciso de «congregación». Dicho esto, sigamos.

La congregación de Dios es un solo cuerpo, unida por el mismo Espíritu y llamada a guardar esa unidad. Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz (4:2,3). El apóstol introduce siete fundamentos esenciales que han de identificar a cada persona que forme parte del cuerpo del Mesías. Analicémoslos brevemente.

Un cuerpo. Como ya hemos dicho hay un solo pueblo, cuerpo, congregación, asamblea, edificio o casa de Dios; todos ellos imágenes o metáforas para identificar lo que hoy conocemos como iglesia, que es el término que se usa mayoritariamente con todas sus connotaciones. Este cuerpo es universal, de entre todas las naciones, y tiene una dimensión local que llamamos la iglesia local. La inmensa cantidad de denominaciones cristianas existentes dan cuenta de la complejidad a la que hemos llegado fraccionando el cuerpo, que es uno solo, identificado con los siete puntos que expone Pablo en esta carta.

Un Espíritu. El Espíritu de Dios distribuido sobre todos aquellos que conforman el cuerpo del Mesías. Este Espíritu sella como propiedad de Dios a cada uno de los redimidos formando parte del gran pueblo del Señor en la tierra. El Espíritu nos bautiza en un cuerpo (1 Co.12:11-13). Este Espíritu dirige, inspira, enseña, corrige y ayuda como Consolador a toda la iglesia. Si alguno no tiene el Espíritu de Dios no es del cuerpo, no es de Cristo (Rom.8:9).

Una esperanza. La esperanza de vida eterna. Es una de las señas de identidad básica de todo hijo de Dios. Esta esperanza contiene ser transformados a la imagen de su Hijo con un cuerpo glorificado (Rom.8:29) (Fil.3:20,21) (1 Jn.3:1-3) (2 Tes.2:14). Esperanza de resurrección (1 Co.15). Todos los que son del Mesías tienen esta esperanza viva en sus corazones como baluarte de la fe (1 Pedro 1:3,4).

Un Señor. Hay un solo Dios y un solo Señor, Jesucristo (1 Co.8:6). Y nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu (1 Co.12:3). Aquí tenemos un solo Dios manifestado en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Reconocer a Jesús como el Señor de nuestras vidas con todo lo que ello significa es la confesión de fe que nos identifica como pueblo de Dios (Rom.10:8-10). En su nombre tenemos salvación, perdón de pecados y somos trasladados a su reino, unidos al Mesías, por tanto, formando parte del pueblo de Dios (Hch.4:12) (Jn.14:6) (1 Tim.2:5) (Fil.2:9-11).

Una fe. La invocación del nombre de Yeshúa se concreta en una confesión de fe, la fe que salva y vence al mundo (1 Jn.5:4,5). El justo vive por fe (Hab. 2:4). En esta fe está incluida la doctrina esencial del evangelio fundamentada sobre apóstoles y profetas, siendo el Mesías la piedra principal del edificio de Dios (Ef.2:20).

Un bautismo. En la Escritura encontramos al menos tres bautismos esenciales: el bautismo en el cuerpo (1 Co.12:13); el bautismo en agua (Mt.28:19) (Mr.16:16); y el bautismo en el Espíritu (Hch.1:5) (Mt.3:11). A ello podemos añadir el bautismo de Juan, precursor del Mesías, y el bautismo en el sufrimiento (Mt.20:22,23). Creemos que el contexto de este pasaje que estamos estudiando se refiere al bautismo en el cuerpo, obra que realiza el Espíritu Santo una vez hemos reconocido al Mesías como Señor de  nuestras vidas habiendo oído el evangelio de la gracia y arrepintiéndonos de  nuestros pecados.

Un Dios y Padre. La paternidad de Dios no se inicia en el Nuevo Testamento, está presente en la relación de Dios con su pueblo Israel desde el principio. Sí podemos decir que el evangelio nos introduce en una dimensión mayor de esta verdad gloriosa. Jesús oraba al Padre (Jn.17:1) y enseñó a los suyos a orar: Padre nuestro (Mt.6:9). La filiación de hijos de Dios no es original de la predicación de los apóstoles, sino que está en los profetas y la revelación dada a Israel. Moisés le dijo a Faraón de parte de YHVH: Israel es mi primogénito (Ex.4:22). El profeta Isaías anuncia: Pero tú eres nuestro padre… tú, oh YHVH, eres nuestro padre (Is.63:16). Y un poco más adelante en su libro vuelve a decir: Ahora, pues, YHVH, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros (Is. 64:8). Por tanto, Israel ya tenía conciencia de ser hijo de Dios mediante el pacto hecho con los patriarcas y por ello de la familia de Dios (Abraham y Sara). El misterio del evangelio revela ahora que los gentiles también, mediante el Mesías, ya no son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Ef.2:19,20). Hemos recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡Abba Padre! Y el Espíritu mismo nos da testimonio de ser hechos hijos y herederos de Dios (Rom.8:15-17) (Gá. 4:6).

Estos son los siete fundamentos básicos de nuestra fe. Sobre ellos se sustenta la certidumbre de ser parte del cuerpo del Mesías, la congregación del Dios vivo. Jesús es la cabeza del cuerpo. Ha dado dones a los hombres mientras ascendía a lo alto para tomar su lugar a la diestra del Padre. Para edificar su cuerpo en la tierra ha constituido cinco ministerios: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo (Ef.4:11-15). En este breve pasaje de la carta del apóstol tenemos una síntesis de como se edifica el cuerpo del Mesías en la tierra. El propósito de los ministerios es perfeccionar a los santos, llevarlos a la madurez, alcanzar la unidad de la fe y la estatura de la plenitud del Mesías; dejando la niñez y fluctuaciones, aprovechadas por hombres que con artimañas del error seducen para apartar de la fe a los discípulos; sino que estos puedan seguir la verdad en amor creciendo hacia la cabeza del cuerpo. Y es desde la cabeza, ―el Mesías―, que todo el cuerpo, concertado y unido se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibiendo así el crecimiento y la edificación en amor (Ef.4:16). Todo un entramado sobrenatural para que el cuerpo como una orquesta armónica y coordinada pueda emitir un sonido agradable a Dios y a los hombres. Así crecía también Jesús en los días de su niñez y adolescencia. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres (Lc.2:52).

Es el modelo del Maestro de hacer discípulos, tal y como les encargó a los suyos poco antes de subir al cielo (Mt.28:18-20). Pablo también siguió este modelo como vemos en esta carta, y que encontramos en su consejo a Timoteo. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2). Además, usó tres metáforas distintas para enseñar lo que es la congregación de Dios:

  • Un edificio. (Ef. 2:19-22) Cristo como piedra principal.
  • Un cuerpo. (Ef. 1:23;  4:12,16) Cristo como la Cabeza.
  • El matrimonio. (Ef. 5:23-32) Cristo como el esposo.

El cuerpo del Mesías tiene una misión trascendente en la tierra: Ser luz en medio de la incredulidad (Fil.2:15) (Ro.8:19) (Mt.5:13-16). Revelar el misterio oculto del evangelio manifestado ahora por la predicación de las Escrituras para la obediencia a la fe en todas las naciones (Rom. 1:1-5 y 16:25-26). Incluso dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales (Ef.3:8-10).

EFESIOS (8) - nueva manera de vivir6. Una nueva manera de vivir. (4:17-6:9)

Tenemos ahora uno de los pasajes más amplios de esta carta concretando la nueva manera de vivir que tiene lugar en la vida de aquellos que viven en Cristo y forman parte del cuerpo del Mesías para beneficio de las naciones y las sociedades en las que viven.

La vida cristiana es una nueva manera de pensar, hablar y vivir que debe alcanzar a cada faceta de la vida. Es un proceso mediante el cual vamos dejando atrás la vieja y vana manera de vivir, heredada de los padres (1 Pedro 1:18,19), con sus vicios y pecados, para ser transformados gradualmente a la imagen y carácter de la cabeza del cuerpo que es el Mesías. El cristianismo bíblico es la manifestación de la vida de Jesús a través de cada uno de sus miembros (Gá.2:20) (1 Jn.5:11,12) (2 Co.3:18). Glorificamos a Dios el Padre mediante nuestras buenas obras (Mt.5:16). En este pasaje que vamos a recorrer ahora encontraremos una multitud de aspectos en los que debemos manifestar la nueva vida en Cristo.

La primera transformación que debe producirse en la vida del discípulo es un cambio en su manera de pensar. Debemos abandonar la vanidad de nuestra mente que estaba adaptada a las formas de vida de los otros gentiles (4:17). Recordemos: vivíamos muertos en delitos y pecados, según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de las tinieblas que opera en los hijos de desobediencia. En ese estado vivíamos en los deseos de nuestra carme, haciendo la voluntad de la carne (esclavos de concupiscencias) y de los pensamientos, siendo por naturaleza hijos de ira (2:1-3). Por tanto, la vida cristiana opera en primer lugar un cambio de mentalidad; renovación de nuestros pensamientos como enseña el mismo apóstol en Romanos 12:1,2.

Teníamos el entendimiento entenebrecido, ―oscurecido―, sin luz y verdad, ajenos a la vida de Dios, llenos de ignorancia y dureza de corazón (4:18).

Habíamos perdido toda sensibilidad y vivíamos entregados a la lascivia cometiendo con avidez toda clase de impurezas (4:19).

Pero ahora en Cristo hemos aprendido otra manera de vivir, conforme a la verdad que está en Jesús (4:20,21).

Esta nueva manera de vivir comienza con el despojo del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Continúa con la renovación de la mente (Rom.12:2), y culmina esta fase esencial con un vestido nuevo, vestidos del nuevo hombre, que ha sido creado conforme a la naturaleza de Dios, en justicia y santidad de la verdad (4:22-24) (2 Pedro 1:4) (1 Jn.3:9). Una vez que la verdad del evangelio comienza a influir en nuestros pensamientos la consecuencia lógica es adaptar nuestros viejos hábitos a la nueva manera de pensar. Es lo que muchos enemigos de la fe llaman «lavado de cerebro», «te han comido el coco» y cuyos argumentos tanto tememos a veces. Sin embargo, hay algo de verdad en ellos. Un cambio en la manera de pensar dará paso a nuevas costumbres. Invertimos nuestra vida de otra forma. Los valores cambian. Las prioridades también. Hay un nuevo horizonte que se ha abierto ante nosotros, un mundo nuevo que hemos comenzado a explorar. Veamos una reseña amplia de la nueva manera de vivir que aparece en esta carta.

El nuevo hombre y su nueva manera de vivir.

  • No habla mentira sino verdad (4:25).
  • Se enfada pero no peca no dejando que el enojo le domine (4:26).
  • No da lugar al diablo con sus engaños, tentaciones y maquinaciones (4:27).
  • No roba, sino trabaja con sus manos para suplir sus necesidades y compartir con los necesitados (4:28).
  • La manera de hablar experimenta un cambio evidente. No habla palabras corrompidas, sino las que sean buenas para edificar y dar gracia a los oyentes (4:29). No da paso a palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías (engaños o estafas), que no convienen, sino antes bien acciones de gracias (5:4).
  • No entristece al Espíritu Santo con pecado o desobedeciendo (4:30).
  • Desecha la amargura, el enojo, la ira, los gritos y la malicia; cambiándolo por benignidad, misericordia y perdón; perdonando a otros como ha sido perdonado por Dios en Cristo (4:31,32).
  • Como buen hijo, imita a su Padre (5:1) (Mt.5:48) (1 P.1:14-16).
  • Vive y anda según la ley del amor, siguiendo el ejemplo de Jesús que nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante (5:2) (Gá. 2:20).
  • Se aleja de la fornicación (relaciones sexuales antes del matrimonio), de toda inmundicia, y avaricia, que es idolatría. Sabe que ningún fornicario, inmundo o avaro (idólatra) tiene herencia en el reino del Mesías, por ello no se deja engañar con argumentos sutiles y modernos de permisividad, cambiando la doctrina de la piedad. Comprende que por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia, y no quiere participar en tales prácticas que la llamada Ideología de Género ha introducido en muchas legislaciones nacionales pretendiendo legalizar el pecado y los valores contrarios al reino de Dios (5:3-7) (Col.3:5).
  • Anda como hijo de luz.  Sabe que en el tiempo pasado vivió en tinieblas con sus obras predominantes, ahora no hay nada en su vida que tenga que permanecer escondido, puesto que todas sus obras son hechas en la luz y en una buena y limpia conciencia (5:8,9) (Jn.3:19-21) (1 Jn.1:6,7). Dios es luz y sus hijos andan en luz, alejados de la hipocresía.
  • Comprueba, sabe y hace lo que es agradable al Señor (5:10,17). Viviendo en luz, como Él está en luz, podemos conocer su voluntad, y alejarnos de necedades. Como dice el salmista: Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz (Sal.36:9). No participa de las obras infructuosas de las tinieblas, sino mas bien las reprende (5:11). Le es vergonzoso hablar de lo que muchos hacen en secreto. No le mueve la curiosidad morbosa (5:12). La luz acaba poniendo en evidencia las obras de cada uno (5:13) (1 Tim.5:24,25). Por lo cual el hijo de luz despierta y se levanta del sueño (una vida disipada y disoluta) para ser alumbrado por Cristo (5:14).
  • Se aleja de la necedad abrazando la sabiduría para aprovechar bien el tiempo en lo que sabe que es la voluntad del Señor (5:15-17) (Col.4:5).
  • Vive lleno del Espíritu Santo, hablando la palabra de Dios, cantando y alabando al Señor en su corazón, dando gracias siempre por todo al Dios y Padre. Es agradecido (5:18-20) (1 Ts.5:18).
  • Las mujeres casadas están sujetas a sus maridos como al Señor (5:22-24) Le respetan (5:33).
  • Los hombres casados aman a sus mujeres como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Se ocupan de su bienestar físico, mental, emocional y espiritual (5:25-27) (5:28-30). Ambos dejan a sus padres para formar una nueva familia (5:31). Los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, la sustenta y la cuida. En todo ello reconoce el apóstol hay un gran misterio identificándolo con el misterio del Mesías y la iglesia. Una unión santa donde no debe aparecer la promiscuidad, idolatría, prostituyéndose con otros dioses y prácticas mundanas. Como está escrito: Huid de la fornicación… el que fornica contra su propio cuerpo peca (1Co.6:15-20). Hay siempre una conexión entre nuestros actos físicos y el ámbito espiritual de la persona. Somos seres tripartitos integrales, no se puede dividir una actividad de otra, ambas forman parte del mismo ser. El apóstol concluye que somos templo del Espíritu y hemos sido comprados por un precio muy alto para no volver a viejos hábitos cuando éramos tinieblas.
  • Los hijos deben obedecer a sus padres como al Señor. Honrarlos y respetarlos al margen de las corrientes de pensamiento humanista  del espíritu generacional al que pertenecen cada uno (6:1,2).
  • Los padres, por su parte, deben criarlos en una disciplina sana, amonestándolos en amor cuando fuere necesario, sin provocar su ira con medidas irracionales y autoritarias. Instruyéndolos en los caminos del Señor desde la niñez para que cuando sean viejos no se aparten de sus caminos (6:4) (Pr.22:6).
  • Los trabajadores y empleados deben servir a sus jefes de corazón, haciéndolo de corazón como para el Señor y no para los hombres. Procurando el bienestar de la empresa, no por apariencias, sino con sinceridad y respeto. Con nuestra mirada puesta en las cosas de arriba, sirviendo al Señor y viendo en la ocupación que desarrollamos un servicio a Dios en toda su amplitud (6:5-8). Todo lo que hacemos debemos hacerlo de corazón como para el Señor, porque a él servimos, también en nuestro ámbito laboral (Co.3:17,23,24).
  • Por su parte, los amos creyentes, deben hacer lo mismo desde su responsabilidad como empresarios. Sin amenazas. Sabiendo que el Señor de ambos está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas (6:9).

El equilibro de la nueva manera de vivir mediante el Mesías contiene las claves para una vida de paz y bienestar mutuas. El evangelio es la respuesta de Dios a los desafíos sociales con toda su complejidad. Es la voluntad del Eterno para las naciones viviendo en quietud, honestidad, prosperidad y justicia social (1 Tim.2:1,2) (Jer. 29:7).

  1. EFESIOS (9) - La armadura de DiosBatalla espiritual y la armadura de Dios. (6:10-20)

Después de exponer magistralmente el milagro y misterio del evangelio en la vida del nuevo hombre, el apóstol concluye su carta con el mensaje claro de que hay una batalla que pelear. Hay un enemigo que se opone a los propósitos de Dios. La naturaleza pecaminosa y carnal siempre acecha en nuestro interior para impedir el proceso santificador necesario. El sistema de este mundo, orquestado por el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia también actúa sobre nosotros influyendo con sus corrientes de pensamiento. Y por supuesto, nuestro adversario el diablo anda buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8). Busca fórmulas para zarandearnos como a trigo pretendiendo desestabilizarnos y que caigamos en múltiples errores (Lc.22:31,32). Por todo ello el apóstol termina con una apelación a enfrentar esta batalla vestidos de toda la armadura de Dios. Tenemos un enemigo. En algunos círculos evangélicos parece como si el diablo no existiera. En otros puede haber un exceso de demonios. Por su parte el pensamiento postmoderno pretende ignorar su acción. La Escritura es clara en esto y debemos atender su mensaje. Veamos con calma y precisión este pasaje final de la carta a los efesios.

Esta armadura comienza en Dios y su fortaleza. Fortaleceos en el Señor, y en poder de su fuerza (6:10). Nuestra competencia viene de él (2 Co.3:5). Su poder se perfecciona en nuestra debilidad (2 Co.12:9). El rey David, un gran guerrero, siempre tenía presente que su fortaleza venía del Señor, por ello dice: A YHVH he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido (Sal.16:8) (Hch.2:25). Vivía con la consciencia de su presencia, esa era la fuente de su fortaleza. Una de las frases favoritas del profeta Elías, que adoptó también Eliseo, era esta: «vive el Señor en cuya presencia estoy» (1 R.17:1) (1 R.18:15) (2 R.3:14) (2 R.5:16). En medio de una sociedad cargada de idolatría y desobediencia, estos profetas vivieron con su mirada puesta en las cosas de arriba, en el trono de Dios, la fuente de toda autoridad. El apóstol tenía esa misma consciencia y vivía continuamente en una realidad suprema aunque atravesara tormentas en el mar Mediterráneo (Hch.27:23). Delante de Dios hablaba en Cristo (2 Co.2:17). Cuando apelaba a Timoteo lo hacía delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos (1 Tim.5:21). Dios es la fuente de nuestra fortaleza.

El siguiente paso es una acción de nuestra parte para vestirnos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo (6:11). ¿Cómo nos vestimos? Por la fe. El justo vive por fe, y la fe siempre habla desde el corazón, confesando con su boca. Por tanto, ponernos la armadura de Dios es verbalizar esa armadura paso a paso, depositando en nuestros corazones las verdades que contiene. Hay que vestirse para estar firmes contra las asechanzas del diablo. Hay diablo. Hay un poder espiritual que viene a destruirnos, robarnos y matarnos (Jn.10:10). Asechanza es «engaño o artificio para hacer daño a otro». Necesitamos firmeza ante los engaños del diablo que normalmente vienen a nosotros en forma de pensamientos, ideologías, filosofías, incluso teologías. Todo para movernos de nuestra firmeza en la fe del Hijo de Dios. Generalmente el diablo usa persona para realizar su operación. Recuerda: el espíritu que opera en los hijos de desobediencia (2:2).

Lo pondré de esta manera: tenemos lucha contra (6:12). La vida cristiana no es una arcadia feliz. No hemos sido llamados a un pacifismo pasivo, conformándonos con todas las circunstancias en una especie de determinismo fatalista, aceptando cualquier adversidad con un conformismo de que todo viene de Dios y nos ayuda a bien. Tenemos una lucha contra poderes infernales mencionados aquí como principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Aparece una especie de jerarquía de poderes espirituales que operan en personas, familias, naciones, sociedades y generaciones enteras con el propósito de oponerse a la voluntad de Dios. No es una lucha carnal, ni contra personas. Aunque los ataques vienen mediante hombres y mujeres que se alinean (conscientemente o no) con estos poderes espirituales para desplegar en la tierra los proyectos nacidos en el mismo infierno. Por tanto, nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas, vanas imaginaciones, y argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Co.10:3-6).

Por tanto (6:13). Como esto es así, dice el apóstol, debemos tomar toda la armadura de Dios, para poder resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, seguir estando firmes. Nota el empeño en la importancia de la firmeza, que no obstinación. Hay días malos diseñados para sacarnos de la firmeza de la fe, separarnos del amor de Dios y su plan eterno. El enemigo lo intentará, y sería una ingenuidad pensar que no puede conseguirlo abrazando una pasividad muy peligrosa que nos aleje de la exhortación del Maestro: velad y orad para que no entréis en tentación (Mt.26:41). Es cierto que está escrito por el mismo apóstol: Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar de amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom.8:37-39). Ambas realidades forman parte de la vida cristiana. Omitir una en oposición a la otra nos lleva al error. No son divergentes, sino complementarias. Hay días malos que pueden alterar nuestras vidas para siempre. Necesitamos firmeza, resistiendo y confiando en Dios que nos dará la salida para poder soportar (1 Co.10:13), y una vez acabado ese tiempo de zarandeo sigamos manteniendo la firmeza en la fe para las nuevas batallas que vendrán.

Nuestra lucha se presenta en el aire (2:2), en regiones celestes de tinieblas (6:12). Es una dimensión donde penetramos en batalla espiritual que tiene su vertiente física a través de la atmósfera que producen los hijos de desobediencia (2:2) y los que se oponen al evangelio (2 Tim.2:23-26). Además estas potestades ejercen su dominio sobre las personas débiles en la fe que dan lugar al diablo (1 Tes.5:14); sobre los niños (Mr.7:24-30) (Mr.9:21); los matrimonios; a través del ámbito de la mente (Apc.12:10); incluso pueden ejercer su influencia de manera pasajera en discípulos cercanos al Mesías (Mt.16:23); y en el caso extremo de Judas (Lc.22:3). También pidió poder zarandear como a trigo a todo el grupo de discípulos del Señor (Lc.22:31-32).

Por todo ello necesitamos atender al consejo apostólico para vestirnos de toda la armadura de Dios, que viene a ser como vestirse de Cristo (Rom.13:12-14), puesto que cada una de las partes de la armadura tiene su asiento en el Mesías, su naturaleza y su obra.

Ceñidos vuestros lomos con la verdad (6:14) (4:25). Yeshúa es la verdad (Jn.14:6); el evangelio es la verdad revelada a los hombres.

Vestidos con la coraza de justicia (6:14). Jesús es nuestra justicia (Jer.33:16) (1 Co.1:30) (2 Co.5:21). Hemos sido justificados en él. Hemos recibido una conciencia limpia por la sangre de Jesús (Heb.9:14).

Calzados los pies con el apresto [celo, entusiasmo] del evangelio de la paz (6:15). Jesús es nuestra paz, mensaje central del evangelio que debemos anunciar. Justificados por la fe tenemos paz con Dios (Rom.5:1) (Ef.2:14) (Is.54:10-13).

Tomad el escudo de la fe (6:16) para apagar todos los dardos de fuego del maligno. Hay dardos envenenados. Hay un maligno que viene a robar, matar y destruir que no debemos ignorar. Jesús nos enseñó a orar: líbranos del mal, literalmente el maligno. La fe en el Hijo de Dios vence al mundo y su poder (1 Jn.5:4,5).

Tomad el yelmo de la salvación (6:17). La cabeza protegida con la seguridad de la salvación (1 Jn.5:11-13). Es la certeza de haber escapado de la ira venidera (1 Tes.1:9,10) (Jn.3:36). «Grata certeza soy de Jesús» cantamos en el famoso himno.

Y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (6:17). Fue el arma que el mismo Jesús usó ante las tentaciones de Satanás. Es la espada de doble filo que penetra y discierne (Heb.4:12), combate la mentira, echa fuera los argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Co.10:3-5), y es útil para enseñarnos, corregirnos, e instruirnos a fin de que el hombre de Dios sea apto (2 Tim.3:14-17). Y por supuesto, es la palabra profética más segura a la cual debemos estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 P.1:18-21). También es la palabra del testimonio que derrota al acusador y sus argumentos (Apc.12:10-11).

Orando en todo tiempo (6:18). Orad sin cesar, dice el apóstol en otro lugar. Una vida de oración incesante nos permitirá aguzar nuestros sentidos espirituales para discernir (Heb. 5:13,14) en la misma presencia de Dios cuando estamos en su secreto de manera constante (Jer.23:18,22). Oración y súplica en el Espíritu, no una oración muerta, religiosa, sin vida, sino ferviente como la de Elías (Stg.5:17,18); y con gran clamor y súplica como la del Mesías Redentor (Heb.5:7).

Hay otras armas espirituales que no aparecen de forma explícita en el pasaje que estudiamos, recordemos tres de ellas.

La alabanza (2 Crónicas 20:19-22). En este pasaje vemos la victoria de Judá sobre sus enemigos liderada por el rey Josafat, los profetas y los levitas adoradores. Así está escrito: Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, YHVH puso contra los hijos de… emboscadas… y se mataron los unos a los otros. En otro lugar dice el salmista que Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo (Sal.22:3). Y el mismo apóstol Pablo la usó como un arma poderosa en la cárcel de Filipos (Hch.16:25,26).

El nombre de Yeshúa (Fil.2:9-11). Jesús dijo a los suyos poco antes de ascender al cielo, toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra, por tanto id y haced discípulos a todas las naciones (Mt.28:18,19). Jesús ha sido hecho Señor y Mesías (Hch.2:36). Toda autoridad está condensada en su nombre. Dios es rico para con todos los que invocan este nombre (Rom.10:12). En su nombre tenemos el perdón de pecados, sanidad y liberación. Su nombre es torre fuerte (Pr.18:10). El gravísimo problema que tenemos es que usamos su nombre en vano, echamos muchas veces las perlas a los cerdos y han sido pisoteadas (Mt.7:6). Pero en su origen y plenitud el nombre de Yeshúa contiene todo el consejo de Dios. En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres (Jn.1:4). No hay otro nombre dado a los hombres en el que podamos ser salvos (Hch.4:12). Toda la Escritura revela el glorioso nombre del Hijo de Dios y manifiesta su grandeza y gloria. El es el YO SOY de Éxodo 3:14 que luego encontramos en los evangelios en toda su amplitud. Jesús mismo dijo: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas… sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mr.16:15-20). El Mesías es la revelación de Dios a los hombres. El Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.  Es el Alfa y la Omega, primero y último. Ha vencido la muerte y sacado a luz la vida y la inmortalidad. Es la cabeza de la iglesia y el Rey de los judíos. Es el Deseado de las naciones, el justo que gobernará entre los hombres (2 Sam.23:3) (Jer.23:5,6 y 33:15-17). Conocerle era la máxima del apóstol Pablo en su vida (Fil. 3:8-11). En su nombre hemos sido enviados y capacitados por su Espiritu para realizar su voluntad en las naciones.

La sangre de Jesús  (Ef.1:7;  2:13) (1 P.1:19) (Ap.12:11). Es la sangre del justo que habla mejor que la sangre de Abel (Heb.12:24). Esa sangre tipificada en el hisopo con el que los hebreos rociaron los dinteles de sus puertas para que el ángel exterminador que mataba a los primogénitos no tocara las casas de los hijos de Israel. Esa señal protegió del juicio sobre Egipto al pueblo de las promesas que esa noche salió con mano fuerte de la esclavitud para afrontar una nueva vida de libertad como pueblo de Dios. En esa sangre tenemos redención, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Ef.1:7). Es la sangre que nos ha redimido de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres (1 P. 1:18,19). La misma sangre que nos hace vencedores ante los ataques y acusaciones del dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás (Apc.12:9-11). Es la sangre del nuevo pacto, establecido sobre mejores promesas (Heb.8:6); la sangre que limpia nuestras conciencias de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo (Heb.9:13,14). Con esta sangre entró el Mesías en el Lugar Santísimo, una vez y para siempre, habiendo obtenido eterna redención (Heb.9:12). ¡Alabado sea su nombre!

Todo un arsenal de armas espirituales que los hijos de Dios hemos recibido para pelear la buena batalla de la fe; poder resistir en el día malo las asechanzas del diablo, y habiendo acabado todas las circunstancias desestabilizadoras con sus zarandeos seguir estando firmes (Ef.6:13). Aprendamos a usarlas y abandonemos la queja.

CONCLUSIÓN

Esta epístola que escribió el apóstol Pablo estando en la cárcel de Roma es una de las más profundas del Nuevo Testamento. Debemos estudiarla una y otra vez. En cierta ocasión oí decir a un viejo y experimentado pastor sueco que él la leía cada día, tardaba unos diecisiete minutos en hacerlo. Nosotros hemos ido viendo algunos de los temas predominantes que nos presenta el texto inspirado por el Espíritu Santo. Acaba con estas palabras:

Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.  Amén.  (Ef.6:23,24).

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO

1.-  Actualmente dónde está situado Éfeso?

2.-  Anota los aspectos principales de la fundación de la iglesia en Éfeso según tu opinión.

3.-  Qué beneficios destacarías de la obra del Mesías.

4.- En 1:15-23 encontramos la primera oración de Pablo. ¿Qué aspectos incluirías en tus propias oraciones a partir de ahora?

5.-  Haz un resumen de los dos términos principales que aparecen en 2:1-10, muerte y vida.  ¿En cuál de ellos te ves a ti mismo?

6.- ¿Cuáles son los siete puntos básicos que identifican a una persona perteneciente a la Iglesia del Señor?

7.-  ¿Qué consecuencias de la nueva manera de vivir en Cristo consideras más importantes para los hermanos que te rodean? ¿Y los que te resultan más necesarios para tu propia vida?

8.-  ¿En qué lugar de esta carta se habla de la lucha espiritual y las armas que tenemos?

9.-  ¿Contra quién tenemos realmente la batalla espiritual según la Escritura?

10.- Haz una relación con las armas espirituales que se mencionan en el estudio.

Revisado Mayo 2020

Como leer la Biblia

La BibliaCOMO LEER LA BIBLIA

Virgilio Zaballos

 

INTRODUCCIÓN

Me gustaría ser muy práctico y compartir con vosotros algunos aspectos útiles a la hora de leer, estudiar y meditar las Escrituras, especialmente en vuestra vida devocional.

En primer lugar compra una Biblia para uso personal, mantenla siempre a mano y no la dejes olvidada en los bancos del local de culto. Debes tener una de uso continuo aunque luego tengas otras en versiones distintas.

  1. Se debe leer de forma continuada, no al azar. Es decir, si comienzas en Juan no lo dejes hasta acabarlo. No leas hoy aquí y mañana allí. Es necesario que tengas una panorámica global de las Escrituras por lo que necesitas una lectura constante y continuada.
  1. Evita la bibliomancia (adivinación por medio de un libro, generalmente la Biblia, que se abre al azar). Esta práctica la han seguido algunos creyentes sin darse cuenta del peligro que corren con semejante fórmula. Se cuenta que una persona haciendo esto abrió la Biblia y fue a parar al versículo: “Judas se ahorcó”. Volvió a abrir al azar y el mensaje fue: “Ve y haz tu lo mismo”. Y una vez más insistió encontrando el texto: “Lo que has de hacer hazlo pronto”. Aunque parezca gracioso hay hermanos que piensan que pueden conocer la voluntad de Dios de esa forma en situaciones extremas. Dios puede hablar hasta por un burro para frenar la locura del profeta, pero seguir como norma esta práctica puede llevarnos a situaciones cuando menos extrañas.
  1. Debes decidir apartar tiempo a solas y en quietud para hacerlo. Leer necesita tiempo. Unos lo hacen por la mañana, otros por la noche, eso depende de cada cual, la clave es saber que cuando lo hagas entras en contacto con las palabras de vida eterna, creyendo que el Espíritu te ayudará y te dará revelación. Su palabra es verdad, por tanto, debes mantener un corazón dispuesto a ser guiado, corregido, enseñado, renovado, vivificado o juzgado. Su palabra es un espejo y una antorcha que alumbra nuestras mentes y conciencias para salir de la oscuridad.
  1. Cuando no entiendas algo pregunta a los que saben más. Cuando te parezca haber encontrado alguna “exclusiva”, una revelación que no has oído a nadie, no corras enseguida por ahí contándolo; confírmalo con creyentes maduros, o lee algún comentario sobre ese particular; en ocasiones podemos creer haber descubierto un tesoro, y puede serlo, pero solo para tu uso particular, o tal vez es un disparate sin mayor trascendencia.
  1. No seas exclusivo. No eres único. Formas parte de un Cuerpo. Los ejemplos de los hombres de fe en la Biblia son para nuestra edificación, algunos se asemejan a nuestras propias experiencias, otros son modelos para nosotros, pero no pierdas de vista tu propia identidad y realidad. Podemos identificarnos desmedidamente con algún personaje bíblico y llevarlo a extremos delirantes. Atesora en tu corazón. Sé un buen depósito de las semillas de fe y espera en Dios el cumplimento de su palabra a su tiempo.
  1. Cuando necesites motivación para mantener la lectura bíblica de forma constante, en esos tiempos de aridez en que no tienes ninguna emoción especial al hacerlo, recuerda los resultados de ese esfuerzo y dedicación. Aquí tienes algunos para meditar.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Josué, 1:8)

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

 Sino que en la ley de YHVH está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará. (Salmos, 1:1-3)

La ley de YHVH es perfecta, que convierte el alma;

El testimonio de YHVH es fiel, que hace sabio al sencillo.

 Los mandamientos de YHVH son rectos, que alegran el corazón;

El precepto de YHVH es puro, que alumbra los ojos.

(Salmos, 19:7-8)

¿Con qué limpiará el joven su camino?

Con guardar tu palabra.

 Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos.

 En mi corazón he guardado tus dichos,

Para no pecar contra ti. (Salmos, 119:9-11)

¡Oh, cuánto amo yo tu ley!

Todo el día es ella mi meditación.

Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,

Porque siempre están conmigo.

 Más que todos mis enseñadores he entendido,

Porque tus testimonios son mi meditación.

 Más que los viejos he entendido,

Porque he guardado tus mandamientos;

 De todo mal camino contuve mis pies,

Para guardar tu palabra.

 No me aparté de tus juicios,

Porque tú me enseñaste.

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.

 De tus mandamientos he adquirido inteligencia;

Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira

(Salmos, 119:97-104)

Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

 Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo. (Proverbios, 4:20-22)

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

(Juan, 5:39)

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan, 8:31-32)

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

(Romanos, 10:17)

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (maduro), enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo, 3:16-17)

Por que la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. (Hebreos, 4:12-13)

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro, 1:19-21)

Estos son algunos pasajes que te animarán en los momentos de sequía. Recuerda que Jesús, por el gozo puesto delante de él, soportó la cruz. ¿Qué gozo era ese? El gozo de los resultados por haber dado su vida en rescate por muchos. Y Cuando lo vio quedó satisfecho. (Hebreos, 12:2) (Isaías, 53:11). Nosotros también debemos encontrar la manera de motivarnos y estimularnos a nosotros mismos viendo los resultados del tiempo que pasamos en la meditación, lectura y estudio de las Sagradas Escrituras.

  1. No te centres en los temas difíciles, especialmente los relacionados con los últimos tiempos, porque hay otros anteriores que deben fundamentar tu fe.
  2. Puedes estudiar temas concretos, por ejemplo: la seguridad de la salvación, la fe, la sanidad, la persona de Jesús, la obra de Jesús, la obra del Espíritu Santo, nuestra unión con Jesús y sus consecuencias en las cartas del apóstol Pablo, estudiar la vida de los intercesores, el crecimiento de la iglesia primitiva en el libro de los Hechos, estudiar la vida de José, de Josué, de David, etc. Si estás enfrentando un problema en concreto estudia lo que la Biblia dice al respecto, para ello es importante tener una panorámica general de todas las Escrituras y saber en cuales debes centrarte para abordar esos temas en particular. Tener una concordancia general de toda la Biblia te ayudará a encontrar pasajes específicos.

Puedes leer todo el Nuevo Testamento pensando, subrayando y anotando todo lo que dice sobre el tema que quieres estudiar. Cuando has invadido tu Biblia de notas, coloreando y subrayando lo que has querido puedes guardarla y comprar otra comenzando de nuevo. Esta práctica la he tenido desde mi conversión hace más de 39 años. En ocasiones me ha durado la Biblia uno o dos años, luego he comprado otra y siempre ha sido desafiante y motivador comenzar de nuevo, como si volviera una vez más con mi primera Biblia. De esa forma tengo en mi estantería 24 Biblias completas, y otros tantos Nuevos Testamentos, que he usado a lo largo de mis estudios y meditaciones personales. Comprendo que no todos pueden o quieren hacer eso, (conocí a un pastor y maestro de las Escrituras que siempre llevaba la misma Biblia, y como era un gran estudioso y amante de la palabra, su Biblia estaba tan usada que prácticamente quedaba abierta al colocarla en la mesa). Sea cual fuere el método que uses hazlo con aprovechamiento y confiando en la dirección del Espíritu Santo. Algunos son enemigos de pintar versículos y llegan a decir que es como tener un quinto evangelio, para mí no hay forma de leer sin subrayar, me motiva, me anima y me ayuda a recordar donde está la palabra que un día vivificó mi corazón.

Uses el método de lectura que uses lo fundamental es “que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros” (Colosenses, 3:16); que esté sobre tu corazón (Deuteronomio, 6:5-9); que no se aparte de tu boca (Josué, 1:8,9) (1 Pedro, 4:11) y que uses bien la palabra de verdad como obrero de Dios (2 Timoteo, 2:15).

Es relativamente fácil manipular, tergiversar o usar de forma partidista las Escrituras, el mismo diablo lo hizo cuando tentó a Jesús, por eso debemos seguir el ejemplo de Esdras: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de YHVH y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (Esdras, 7:10).

CONSIDERACIONES FINALES

La vida del creyente es un proceso muy parecido al de un bebé natural. Primero necesita la leche espiritual y poco a poco irá tomando alimento sólido. Sin embargo, no siempre el crecimiento se produce y muchos que debieran ser maduros espiritualmente tienen necesidad de leche; incluso hay a quienes no se les puede hablar como espirituales sino como a carnales, como a niños en Cristo (1 Corintios, 3:1-3). Tampoco debemos hacernos maestros por haber aprendido de memoria algunos textos o verdades bíblicas y jactarnos como necios (Santiago, 3:1); “no siendo niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1 Corintios, 14:20). “El que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal…” (Hebreos, 5:11-14).

No seamos simples ni prepotentes en el uso de las Escrituras, sino temerosos de Dios, sabiendo que no debemos poner cargas a otros que nosotros no movemos ni con un dedo, y tampoco las usemos para condenar: “si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado (Gálatas, 6:1).

Ahora bien, esta actitud de mansedumbre debe dar lugar a la firmeza cuando se trata de luchar unánimes por la fe del evangelio frente al error y la contaminación de la verdad (Filipenses, 1:27) (Judas, 3).

Si hacemos un recorrido sano en la fe, basados en las Escrituras y dirigidos por el Espíritu Santo podemos alcanzar un buen discernimiento que nos dará sabiduría para separar lo vil de lo precioso, la tradición religiosa de la verdad revelada y vivir enteramente preparados para toda buena obra como hombres y mujeres de Dios.

Uno de los grandes dilemas que enfrentamos en nuestro estudio y formación bíblica es el de una correcta interpretación, que en muchas ocasiones colisiona con otras interpretaciones, en principio igualmente de fundadas en la Biblia y que parecen contradecirse. Como no pretendo tener una varita mágica para solucionar estos dilemas que existen desde la antigüedad, sí puedo decir que una combinación de convicción y flexibilidad, estar abiertos y ser cuidadosos y siempre saber que no tenemos el monopolio absoluto de la verdad, aunque según la luz que hemos recibido podamos defender con honestidad nuestras convicciones, nos ayudará a no perdernos en disputas necias y engañosas que hunden a los hombres en destrucción acerca de cuestiones y contiendas de palabras. (2 Tim., 6:3-9).

Creo que el apóstol Pablo lo resumió muy bien con estas palabras:

Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Más evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. (2 Timoteo, 2:14-16)

La naturaleza de BABILONIA

BabiloniaLa naturaleza de BABILONIA

Virgilio Zaballos – España

 

Un recorrido por toda la Escritura sobre las dos vertientes de la ciudad babilónica, una física y otra espiritual.

Esta ciudad encarna el modelo que han seguido todas las naciones de la tierra en su forma de gobierno, manifestando su oposición a Dios desde los días de Babel. Por su parte, Jerusalén, revela el modelo divino, que será establecido, finalmente, en el reino mesiánico venidero.

Las meditaciones aquí reseñadas forman parte del tema más amplio «El hombre condenado», una de las series de nuestro tema general QUE ES EL HOMBRE.

 

Nimrod (1)

Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de YHVH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHVH. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad YCalne, en la tierra de Sinar (Génesis 10:8-10)

         Inmediatamente después del diluvio la orden del Creador volvió a ser la misma que a la primera pareja: Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. En lugar de llenar la tierra se establecieron en la llanura de Sinar. En ese lugar se levantó un líder mundial como prototipo de todos los regímenes totalitarios, vino a ser el paradigma de los gobiernos que se levantan en oposición al Creador, contraviniendo las leyes de Dios mediante la tiranía, pero aunando voluntades en un proyecto común, su nombre: Nimrod. Era hijo de Cus, que a su vez era descendiente de Cam, el tercer hijo de Noé que fue maldecido por su padre para que fuera siervo de sus hermanos. Sin embargo, este Nimrod se hizo fuerte en la llanura de Sinar y contravino la verdad espiritual sobre su destino de siervo para levantarse como señor. Fue lo que vio el predicador en Ecl.10:7. Este modelo se ha perpetuado a lo largo de la historia, y hoy lo podemos encontrar en muchos líderes de toda condición que contraviniendo la voluntad soberana de Dios, se imponen mediante el empuje de una personalidad carismática y arrolladora ejerciendo dominio sobre sus gobernados. Se adelantan a su condición de sometimiento a la ley natural y moral dada por Dios para rebelarse contra ella y manipulando al pueblo con persuasión y carisma levantando un gobierno rebelde a su Hacedor. La razón humana ha suplantado hoy, (como quiso hacer con aquella vieja torre de Babel), la ley de Dios. Nimrod llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Era vigoroso cazador delante del Señor. Resuelto, decidido y pleno de potencialidad se opuso a Dios en su gobierno. Esa es la traducción correcta del término «delante de YHVH». Tuvo éxito. Edificó varias ciudades, como Nínive, y estableció un reino llamado Babel que luego aparece en la Escritura como Babilonia, madre de las rameras que lleva a las naciones a fornicar y levantar un sistema idólatra que ha influido en todas las naciones. El reino de Babel y la ciudad de Babilonia que comenzó con Nimrod es la antítesis del reino mesiánico que esperamos, cuyo Rey es el Deseado de todas las naciones (Hageo 2:7).

         Nimrod aparece en la Escritura como el rey de Babel, la ciudad que corrompería a todas las naciones de la tierra con su idolatría, fornicación y abominaciones, destinada al juicio de Dios sin salvación posible.

 

Nimrod (2)

Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de YHVH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHVH. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad Y Calne, en la tierra de Sinar (Génesis 10:8-10)

         Nimrod representa al líder dominante, que con una personalidad arrolladora cautiva a pueblos enteros para doblegar su voluntad y conseguir que le voten en unas elecciones democráticas, si es el caso, y una vez conseguido el poder manipularlo debidamente para dar expresión en la tierra al dominio que se ha engendrado en el mismo infierno. No olvidemos que la Escritura habla de toda una jerarquía de potestades espirituales, se les llama: principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef.6:12); tronos, dominios, principados, potestades (Col.1:16). Esas autoridades espirituales, o potestades superiores como las llama el apóstol Judas en su carta (1:8), buscan un canal de manifestación humana para ejercer su dominio sobre pueblos y naciones, y lo hacen a través de líderes humanos al estilo de Nimrod. Una vez conseguido este tipo de gobierno en la tierra es muy difícil soltarlo, y mucho más quedar libre de la condenación que lo sustenta. Porque Nimrod ha sido destinado para condenación. Es una de aquellas personas que menciona Judas en su carta como hombres impíos, que entran encubiertamente, incluso en las congregaciones de los santos, para convertir en libertinaje la gracia de Dios, negar su soberanía (puesto que están ejerciendo una autoridad que emana de la rebelión a Dios, de la misma naturaleza de Satanás) y que han sido destinados para condenación (Judas 1:4). Pretender que estas personas se conviertan es dar lugar al lobo en medio de las ovejas, es ser tan ingenuos como para pensar que somos más santos que Dios, y que nuestra predicación puede cambiar lo que el Señor ha destinado a condenación participando así de un espíritu soberbio que Dios resiste. Por supuesto, no todos los gobernantes de las naciones tienen el espíritu de Nimrod. La autoridad viene de Dios. Pero, pensemos, cuando esa autoridad delegada se usa para un fin distinto al que se le dio, se acaba levantando una ciudad babilónica opuesta a Dios y que acabará en confusión. La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es afrenta de las naciones (Pr.14:34). Por ello es necesario que la iglesia del Señor cumpla su función orando por los gobernantes para que no caigan en la condenación del diablo trayendo sufrimiento al pueblo.

         Nimrod y quienes le siguen en su estilo de gobierno serán condenados.

 

Babilonia (1)

Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí (Génesis 11:1,2)

         Hay dos ciudades en la Biblia que determinan gran parte de su contenido, son Babilonia y Jerusalén. Ambas tienen dos vertientes, una física y otra espiritual; son paralelas, antagónicas. Pertenecer a una de ellas determina nuestro destino eterno. Ambas tienen un carácter propio que las define, una naturaleza radicalmente opuesta. Se nos dice que hay que salir de Babilonia para poder entrar en Jerusalén. Las dos realidades, una material y otra espiritual de cada una de estas ciudades son complementarias. Ambas aparecen al principio de la Escritura y al final. Es como si la historia comenzara y terminara con ellas. Lo que representa cada una determina gran parte del mayor conflicto que tenemos hoy en la tierra, me refiero al conflicto árabe-israelí. Babilonia tiene el juicio y la ira de Dios decretado sobre su destino final. ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! (Apc.18:10). Y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira (Apc. 16:19). Por su parte a Jerusalén se le llama la ciudad del gran rey (Mt.5:35). La ciudad de David (2 Sam. 5:7). Ciudad celestial (Heb.12:22). Pero vayamos por partes. No queremos hacer aquí un contraste entre las dos ciudades predominantes en la Escritura, queremos examinar lo que significa el concepto Babilonia en su vertiente física/geográfica, así como el aspecto espiritual que se desprende de ella en la Biblia. Vemos que es una ciudad destinada a la destrucción, condenada por el juicio y la ira de Dios, porque se ha constituido en madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra. Por eso nos interesa ir al principio, al inicio de la construcción de esta ciudad y ver sus características. Ya hemos visto que fue construida en la llanura de Sinar (la antigua Mesopotamia), y su primer rey fue Nimrod. El modelo de gobierno y el proyecto que se llevó a cabo en esta ciudad fue trasvasado a todas las naciones de la tierra, por tanto, hay un componente babilónico en todas ellas, por eso me parece importante hacer un recorrido pausado sobre lo que significa Babilonia, el prototipo de ciudad destinada a destrucción. Lo iremos viendo en las próximas meditaciones.

         Babilonia da cobijo a todos aquellos que han sido destinados a condenación eterna. Necesitamos salir de ella y entrar en Jerusalén para escapar de sus juicios.

 

Babilonia (2)

Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí (Génesis 11:1,2)

         Comencemos. Después del juicio de Dios por el pecado del hombre en los días de Noé, el Señor volvió a hacer un pacto con Noé, le bendijo nuevamente y le dio una orden: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra (Gn.9:1). Era el mismo mandamiento que anteriormente había dado a Adán y Eva (Gn.1:28). Sin embargo, vemos que el hombre seguía teniendo una naturaleza independiente, con una tendencia innata a desobedecer los mandamientos de Dios, así que en lugar de obedecer el mandato de llenad la tierra y extenderse por su faz, buscaron un lugar para concentrarse y establecerse bajo el gobierno de un líder carismático (Nimrod) que ocupara el lugar de Dios. En ese tiempo tenían una misma lengua, por tanto, el entendimiento y la unanimidad fue la tónica predominante. Hablaban una misma cosa. Dice el texto: tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. La uniformidad era absoluta. Había un «partido único». Tenían la misma visión. Hablaban el mismo lenguaje, no solo por el idioma común, sino en la doctrina, la ideología, el propósito. Se puede ver fácilmente que aquí tenemos el germen de una visión global para establecer un gobierno mundial bajo la tiranía de un hombre con gran personalidad. Todos los regímenes totalitarios han continuado esta misma estrategia, incluyendo a muchos líderes religiosos. Pues bien, digamosló con rotundidad: ese tipo de gobierno procede de Babel, de Babilonia. Está opuesto a la voluntad de Dios. Y las consecuencias de semejante modelo siempre acaban en confusión, tiranía y destrucción. Pueden permanecer por un tiempo, pero lleva en su simiente la semilla del juicio de Dios que se abrirá camino más tarde o más temprano. Hoy seguimos estando bajo esta amenaza. Hay varios intentos de crear un gobierno mundial. Por un lado desde posiciones humanistas, políticas y económicas; y por el otro desde la cosmovisión religiosa y política que hoy encarna el islam. Antes hemos tenido otras ideologías totalitarias como el comunismo y el fascismo. Hoy tenemos el islam. Por eso vemos a muchas personas con ideas políticas de la izquierda radical apoyando mayoritariamente la causa árabe-palestina, ambos son totalitarismos, vasos comunicantes. Recordemos que el islam procede de la Babilonia geográfica.

         Hablar una misma cosa, tener una misma visión y propósito no siempre se corresponde con un gobierno justo, en muchos casos acaba en tiranía.

 

Babilonia (3)

Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:3,4)

         Tenían una meta clara, un lenguaje común para realizarla, y un líder carismático que los impulsaba con un gobierno único. Unificaron las fuerzas, trabajaron juntos, estaban motivados, adoptaron una ideología común, querían construir y dejar memoria de su obra. Los principios que los guiaban eran aparentemente buenos, útiles y necesarios en todo proyecto, no había desempleo, todos estaban ocupados en la edificación de la ciudad y la torre. Se animaban unos a otros: vamos, hagamos, edifiquemos. La obra se inició con todas las potencialidades humanas a disposición de un proyecto común. Creció rápido. Parecían tener prisa porque había una sombra que les perseguía y querían anticiparse a ella, esa sombra era el temor de ser esparcidos por la faz de la tierra. Debían dejar constancia de su nombre en la obra, buscar la inmortalidad, la gloria que trascendiera su temporalidad. Ese temor que les atenazaba y por el que corrían afanosamente en la obra que realizaban era que se activara la palabra de Dios. Tenían su propia voluntad, sus proyectos, estaban decididos a realizarlos a toda costa; sabían que estaban desobedeciendo al Dios Creador y Soberano, por ello se afanaban en conseguir sus objetivos antes que entraran en crisis y sus egos se vieran perturbados ante la posibilidad de no terminar la obra. Todo el proyecto estaba condenado al fracaso. La ciudad que estaban construyendo sería la madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra, el prototipo de gobierno idólatra que se extendería por todas las naciones de la tierra. Su destino era la condenación, pero vemos a multitudes afanadas en su construcción. Así ha dicho YHVH de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego (Jer.51:58). No hemos cambiado mucho. Hay que edificar, hay que llevar adelante los proyectos, trabajar juntos, tener responsables que nos dirijan, pero no para construir una Babilonia alejada de la voluntad de Dios, sino someternos a su soberanía, alejarnos de la idolatría y adorar al único Dios y Creador.

         El proyecto babilónico ejerce un gran atractivo al hombre natural, pero está destinado a condenación por su rebelión e idolatría intrínseca.

 

Babilonia (4)

Y descendió YHVH para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo YHVH: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (Génesis 11:5,6)

         La fuerza de un pensamiento humano, impulsado por las potestades superiores, puede llegar a constituir una idolatría tan fuerte que sea irrefrenable. La locura acaba siendo parte de un proyecto cuando la obstinación irracional de un hombre o un pueblo quedan fascinados por la idolatría de la soberbia y la vanidad. Los nacionalismos son un ejemplo de lo que estoy diciendo. Siempre tienen un proyecto ilusionante, un líder que lo impulsa, una idea de superioridad que los hechiza con la fascinación del paraíso en la tierra produciendo un esfuerzo unánime en pro de la construcción nacional. Una ciudad y una torre que llegue la cielo, un país que sea único entre todos los demás países, una cultura única, un linaje especial, aunque todos procedamos de una misma sangre, y todo ello como substituto de la religión o junto con ella, para evitar el gobierno de Dios según sus mandamientos. La torre que construían los «soldaditos de plomo» de Nimrod era para emanciparse del Creador, ser dueños de su propio destino, ese era el sueño de la autodeterminación, la quimera de una ciudad eterna. Todo ello con base en el ocultismo, que viene a ser el culto a la rebelión primigenia, siguiendo la corriente de este siglo conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia. La fuerza de este proyecto atrajo la atención de Dios. Y descendió el Eterno para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres. Mira lo que Dios dijo: He aquí el pueblo es uno (había unidad), y todos tienen un mismo lenguaje (la misma ideología o doctrina); han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (tenían determinación). Dios reconoce la fuerza del pensamiento humano con determinación. Si además ese pensamiento se extiende a un pueblo o una nación, solo el juicio de Dios puede frenar la locura resultante que se hace pasar por un proyecto ilusionante. Un pensamiento humano constituido en idolatría será imposible de derribar si no hay intervención de lo alto. Y si se mantiene la obstinación, sin tener en cuenta a Dios, Dios los entregará a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Ro.1:28). Babel es el inicio de todas las idolatrías de la tierra.

         Un pensamiento humano construido en rebelión contra Dios atraerá siete espíritus peores para invadir aquella casa con idolatría que conduce al juicio.

 

Babilonia (5)

Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció YHVH desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad (Génesis 11:7,8)

         El modelo babilónico siempre acaba en juicio. La ciudad ha sido destinada a la destrucción y condenación. Se nos dice que salgamos de ella para que no seamos partícipes de sus juicios, y entremos en Jerusalén, que es una figura de la ciudad celestial y eterna. Las formas de vida babilónicas tienen el brillo de lo temporal, las riquezas deseadas, obras faraónicas, pero están preñadas de rebelión, idolatría, ocultismo, soberbia, vanidad y finalmente destrucción y condenación. La obra que había comenzado como un proyecto ilusionante, altamente atractivo, que reunió a todos los hombres bajo el gobierno de un liderazgo mundial con una visión única, que produjo resultados inmediatos poniendo a disposición de la obra una infinidad de voluntades unidas por un mismo propósito, acabaría en confusión y dispersión de las multitudes. Los movimientos que ponen en marcha grandes concentraciones de personas, marcadas por la individualidad y el egoísmo, y a la vez ser capaces de ponerse de acuerdo en torno a un proyecto común puede significar dos cosas: es una obra milagrosa de Dios, como en Pentecostés, o por el contrario está impulsada por una corriente que procede de gobiernos espirituales de maldad en las regiones celestes. Hay modas, leyes e ideologías que se establecen en las naciones con una fuerza difícilmente explicable desde la perspectiva humana. Tienen recorrido durante un tiempo. Pueden durar algunos años, pero siempre acaban pasando como el tamo que arrebata el viento (Sal.1:4). Tal como vinieron se van, dejando en muchos casos confusión y destrucción a su paso. Fue lo que ocurrió en Babilonia. Esa unidad contraria a la voluntad de Dios hizo levantarse al Hacedor para confundirla y esparcirla. Se suscitaron diversas lenguas que hizo imposible el entendimiento que habían conseguido anteriormente. Esto dividió y separó a las familias en torno a sus propias lenguas, lo contrario que el día de Pentecostés, donde el Espíritu de Dios unió a un pueblo de muchos lugares y lenguas distintas en un mismo cuerpo. En Babel fueron esparcidos sobre la faz de toda la tierra, en Pentecostés quedaron unidos por el Espíritu de Dios. En Babel hubo uniformidad, en Pentecostés diversidad.

          El modelo babilónico siempre termina en confusión, pero la unidad del Espíritu de Dios trae paz, en la diversidad, y extiende su reino en la tierra.

 

Babilonia (6)

Por ello fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió YHVH el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:9)

         El apóstol Pablo aprendió a lo largo de su vida una lección que lo marcaría para siempre, se le dijo: dura cosa es dar coces contra el aguijón. En otras palabras, no se puede luchar contra Dios y vencer. Si Él ha establecido un plan nadie podrá oponerse. ¿Quién puede resistirle, somos más fuertes que Él? No. Puede haber un tiempo de resistencia, como fue el caso de Faraón en días de Moisés, pero finalmente su justicia se impone inexorablemente y el hombre rebelde queda expuesto en su necedad. Babel es el recordatorio de ello. Pero no aprendemos. Seguimos cometiendo los mismos errores. Continuamos legislando en contra de la ley moral del Creador del Universo (Sal.94:20). Durante un tiempo la soberbia humana se crece con fuerza para tratar de conseguir sus proyectos al margen de la voluntad de Dios, pero será de corta duración. Los imperios y reinos de la antigüedad han caído, incluyendo el de Babilonia, que un día fue el brazo ejecutor del juicio de Dios sobre su pueblo Israel, así como cayó el fascismo y el comunismo y caerá el totalitarismo islámico que nos azota hoy. Dios confundió a las multitudes que se habían reunido en la llanura de Sinar bajo el liderazgo de Nimrod. Todo aquel impulso inicial de construcción al margen de la palabra de Dios fue reducido a confusión, y en lugar de levantar una torre que alcanzase el cielo, quedó establecido un modelo idólatra que se extendió por todas las naciones desde aquel lugar. Había nacido la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Una potestad espiritual se apropió de aquel modelo y viajó en las alforjas de todos aquellos hombres esparcidos por la faz de la tierra. No hubo arrepentimiento del modelo babilónico, por tanto, fue rebrotando siglo tras siglo en distintos lugares. Las ideologías, filosofías o tradiciones que tienen su base en las potestades superiores no mueren con su líder, se reproducen mas tarde en otra persona y otro lugar. Pensemos. La fuerza que los impulsa no procede de la verdad, si no de la rebelión que la sustenta y que conecta con la naturaleza pecaminosa y carnal del hombre caído. Sigamos pensando. La ciudad de Babel no fue construida, pero el hombre no aprendió de su error, si no que exportó el modelo hasta hoy.

         El inicio de Babel patentó un modelo de gobierno en las naciones que no murió con la confusión resultante, sino que se exportó a todas las naciones.

 

Babilonia (7)

Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso (2 Corintios 6:17,18)

         Babilonia vino a ser el prototipo de ciudad destinada a la destrucción por sus pecados de rebelión, hechicerías, ocultismo, sexo, drogas, avaricia, lo opuesto a Dios y su voluntad expresada en su palabra, por tanto se repite una y otra vez en la Escritura el llamado a salir de ella. Lo anunció el profeta Isaías: Salid de Babilonia (Isaías 48:20). Hizo lo mismo el profeta Jeremías: Huid de en medio de Babilonia (Jeremías 50:8). Lo recogió el apóstol Pablo en el texto que tenemos para meditar, y aparece el mismo mensaje en el libro de Apocalipsis: Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apc.18:4,5). Babilonia está destinada al juicio y la ira de Dios que conduce a su destrucción y condenación, por tanto, debemos salir de ella al oír el mensaje del evangelio de nuestra salvación para escapar de la ciudad destinada al fuego y entrar en la ciudad destinada a ser morada del Rey del Universo, la Jerusalén celestial. Estamos hablando del concepto espiritual de Babilonia, pero hay un concepto geográfico que no debemos olvidar y del que nos ocuparemos inmediatamente, para en próximas meditaciones hacerlo del aspecto espiritual de Babilonia y que alcanza a todas las naciones. Vayamos por partes. La Babilonia física y geográfica estaba situada en la antigua Mesopotamia, el reino de Babel que inicio Nimrod en la llanura de Sinar, de esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive (Gn.10:8-11). Es la zona donde están los ríos Tigris y Éufrates, por tanto, lugar del huerto del Edén, Oriente Medio, que hoy es el actual Irak. En esta zona estaba Ur, de donde Dios dijo a Abrahán que saliera y fuera a la tierra que le mostraría. Bien. En ese lugar estaba Babilonia, donde se produjo la gran rebelión de los hombres después del diluvio, seguramente donde Satanás se hizo fuerte en un principio, produciéndose la confusión de lenguas y el sincretismo religioso exportado mas tarde a todas las naciones. De este lugar surgió más tarde el islam. Es importante que entendamos esta base geográfica porque siempre en la Escritura hay una conexión entre el ámbito físico y el espiritual. La idolatría comienza en el terreno físico, pero responde a una realidad superior espiritual. Lo veremos.

         Salir de Babilonia significa abandonar la ciudad de perdición para entrar en el reino de Dios, cuya capital es Jerusalén. La batalla está servida.

 

Babilonia (8)

Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación (Apocalipsis 14:8)

         Antes de entrar de lleno en el concepto espiritual de Babilonia veamos un breve repaso de su ubicación geográfica. Hemos dicho que es el lugar donde estaba situado el huerto del Edén, aunque recordemos que la tierra ya había sufrido una transformación después de diluvio, lo sabemos por el lugar donde estaban los ríos Tigris y Éufrates. Fue donde se inició la ciudad de Babel para rebelarse contra la palabra de Dios, cuyo resultado fue confusión y mezcla. La ciudad de Ur de los caldeos estaba situada también en esa región, de donde el Señor dijo a Abrahán que saliera, como lo dice a todos los creyentes hoy, para entrar a la tierra de la promesa, Canaán para los hebreos, y la patria celestial para los cristianos. Es el lugar donde surgió el imperio babilónico, cuyo rey más conocido fue Nabucodonosor, el que destruyó el templo de Jerusalén por la apostasía de Israel, y a donde fueron transportados. En esa misma zona surgió el islam en el siglo VII, implantado hoy en todo Oriente Medio, salvo en el estado de Israel, piensa. El actual Irak es la zona geográfica de la antigua Babilonia, y desde donde hoy, a través del autodenominado Estado Islámico, se realizan matanzas de cristianos y otros grupos religiosos, incluidos los musulmanes que no son suficientemente estrictos en la observancia de la sharia. He querido pararme aquí porque creo que este aspecto arroja luz para comprender los acontecimientos dramáticos que se están viviendo hoy en la zona. Pero salgamos del aspecto físico-geográfico y entremos en las distintas variantes del concepto espiritual de Babilonia. En el libro de Apocalipsis se anuncia la caída en condenación de esta ciudad que ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. El concepto espiritual más amplio de Babilonia incluye fornicación religiosa, sincretismo, astrología, hechicería, ocultismo, sistema económico mundial, avaricia, el carácter inmoral, sexo, música y drogas, idolatría, mezclas de revelación de Dios con tradiciones humanas, en definitiva, todo lo que se opone al Dios de Israel. Todas las naciones han bebido y participado de este espíritu babilónico, por tanto recibirán los mismos juicios si no se arrepienten. El evangelio es la respuesta.

         El concepto espiritual de Babilonia es muy amplio y ha contaminado a todas las naciones de la tierra con su fornicación y hechicería.

 

Babilonia (9)

Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino  de su fornicación (Apocalipsis 17:1,2)

         Podemos ver la naturaleza del concepto espiritual de Babilonia en todo aquello que se opone a Dios y su palabra, en el paganismo corrompido, la fornicación religiosa, (que incluye inmoralidad sexual y sincretismo), la idolatría y el carácter inmoral. En los capítulos 17 y 18 del libro de Apocalipsis se muestra el juicio y la condenación decretada sobre la ciudad de Babilonia, que aparece como una mujer voluptuosa con una influencia mundial sobre las naciones. Vimos a Nimrod en la ciudad de Babel, ahora vemos el factor femenino en una mujer al estilo de Jezabel, con un poder de persuasión e influencia para matar a los profetas y oponerse a la revelación de Dios que no puede venir del hombre natural y carnal, sino en combinación con él. En nuestra anterior serie sobre el hombre glorificado vimos en las últimas meditaciones a una mujer como esposa del Cordero representada por una ciudad, la ciudad celestial, la Jerusalén de arriba. En Babilonia vemos a una mujer enlazada con la bestia y el falso profeta, una alianza sobrenaturalmente diabólica, opuesta a Dios y su plan de redención. Pues bien, la influencia de esta ciudad babilónica representada por una mujer vestida de púrpura y escarlata, ha hecho participar a todas las naciones «del vino de la pasión de su inmoralidad» (Apc. 14:8 LBLA). Ahora nos encontramos a esta mujer, que se le llama la gran ramera, sentada sobre muchas aguas (figura de las naciones Apc.17:15). Con ella han fornicado los reyes de la tierra, pero no solo los reyes, ricos y potentados, si no también lo han hecho los moradores de la tierra, es decir, las multitudes; su influencia ha llegado a todos y se han embriagado con el vino de su fornicación, o inmoralidad. Por tanto, hay una sentencia de Dios sobre ella y sobre todos aquellos que viven bajo su influencia, los que participan de sus deleites cada día, los sensuales que no tienen el Espíritu, aquellos que convierten en libertinaje la gracia del Señor y mezclan el evangelio con lo espurio y ajeno a la revelación de Dios. Por tanto, salid de ella, pueblo mío, dice el Señor.

         La influencia de Babilonia y su carácter inmoral, religioso, pagano, opuesto a Dios e idólatra ha llegado a todas las naciones para juicio.

 

Babilonia (10)

Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apocalipsis 17:3-5)

         No podemos hacer aquí un estudio exhaustivo del libro de Apocalipsis, lo que sí haremos es poner el acento en la naturaleza de Babilonia y su influencia en todas las naciones. Digamos ya ahora que Babilonia es la antítesis de Jerusalén. Su naturaleza es completamente diferente a la iglesia del Señor. El contraste no deja lugar a dudas. Babilonia representa el sincretismo de todas las religiones opuestas a la verdad de Dios. Es el paganismo en sus múltiples expresiones. Detrás de esas manifestaciones hay una potestad que las sustenta, representada por una mujer sentada sobre una bestia llena de nombres blasfemos, esta bestia tiene siete cabezas y diez cuernos que son alianzas de distintas naciones movidas por una única voluntad que las sustenta, la de la mujer sentada sobre la bestia. La blasfemia es su sello de identidad, lo cual significa que está opuesta a Dios y su verdad revelada a Israel y la iglesia, sin posibilidad de retorno. Los que están bajo su dominio (naciones, pueblos y personas) solo pueden escapar mediante el rescate del Siervo del Señor, quién nos libra de la potestad de las tinieblas y nos traslada al reino de su amado Hijo. La puesta en escena de la mujer es impresionante. Su aspecto ejerce una atracción irresistible al hombre carnal. Vestida de púrpura y escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas; tiene en su mano un cáliz lleno de abominaciones, inmundicia y fornicación, que contrasta con las copas llenas de incienso que son las oraciones de los santos (Apc. 5:8 y 8:4). Y en su frente un nombre escrito totalmente opuesto a la santidad de Dios. Isaías ve al Señor sentado en su trono y sus ángeles proclamando: SANTO, SANTO, SANTO. Por su parte Babilonia, representada aquí por una mujer, ejerce un poder hechicero sobre las naciones para someterlas a una adoración falsa, robada, mediante un sistema religioso falso, con apariencia de piedad, pero negando su eficacia. A la vez, sin ningún pudor, manifiesta su fornicación espiritual y abominaciones tratando de imitar y falsificar la ciudad de Dios.

         El poder hechicero que manifiesta Babilonia a través de una mujer voluptuosa ejerce un dominio espiritual irresistible para las naciones.

 

Babilonia (11)

Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos (Apocalipsis 17:6,7)

         El siguiente aspecto de la naturaleza de la mujer que representa a Babilonia es el de un homicida. Es fácil identificar la fuente de donde proceden sus manifestaciones. Jesús dijo que el diablo es el padre de la mentira, y además es homicida desde el principio. Lo vimos en la naturaleza de Caín matando a su hermano. Aquí tenemos a la mujer ebria de sangre. La muerte es su deleite y la sangre que emana de ella es bebida con delectación. Beber sangre está prohibido en la ley de Dios, porque la vida está en la sangre, sin embargo, una de las abominaciones que emanan de la naturaleza de Babilonia es la muerte por asesinato y embriagarse con la sangre, ¿la sangre de quién? La sangre de los santos, y la sangre de los mártires de Jesús. La mujer que mataba a los profetas de Dios en Israel era Jezabel, de la misma naturaleza que Babilonia. Por tanto, podemos ver aquí que hay dos grupos de personas a quienes la mujer que representa a Babilonia busca para matar, son los judíos y los cristianos. Los dos pueblos que siempre han sido perseguidos por las naciones que se oponen a la verdad de Dios y su evangelio. En el tiempo cuando se escribió el libro de Apocalipsis el Imperio Romano era quién estaba persiguiendo a los cristianos y masacrándolos en distintas persecuciones durante los primeros trescientos años de cristianismo. Roma cayó, pero la naturaleza asesina de Babilonia no. Ha continuado a lo largo de los siglos metamorfoseándose en distintos tipos de gusanos para continuar su obra. Jesús dijo: El diablo viene a matar, robar y destruir. Está en su naturaleza y en la de todos aquellos que la perpetúan en sus actos. Son los hijos de ira (Ef. 2:3) y los hijos del diablo (Hch.13:10). Hoy los tenemos en el yihadismo islámico, su brutalidad vuelve a embriagar a la gran ramera, insaciable en derramar sangre. También lo encontramos en el sacrificio de los niños abortados en el vientre de sus madres, otro culto procedente de Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra, que devora a niños inocentes mediante leyes inicuas y un lenguaje engañoso para cauterizar las conciencias llevándolas a la cautividad babilónica. Todo ello, dijo el ángel a Juan, encierra un misterio, el misterio de la mujer y de la bestia que la trae. Lo veremos.

         Babilonia está sedienta de sangre, la sangre de los hijos de Israel, la sangre de los mártires por Jesús, y también la sangre de niños abortados.

 

Babilonia (12)

La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (Apocalipsis 17:8)

         Llegamos ahora a lo que en el libro de Apocalipsis se denomina «la bestia». ¿Quién es esta bestia? Hace años uno de mis maestros en escatología me enseñó a sacar los ojos de la Roma papal y ponerlos en la Babilonia geográfica y espiritual. Dejar de mirar a la Iglesia Católica como el anticristo y ponerlos en el islam. «La bestia» aparece en distintas ocasiones en el libro de Apocalipsis. La vemos subiendo del abismo, vence y mata a los dos testigos  −otra vez podemos ver aquí una analogía a Israel y la iglesia− (Apc.11:7). El dragón (figura de Satanás) le da su poder, su trono y grande autoridad (13:2). Recibe adoración juntamente con el dragón (13:4). Mata a todo aquel que no adora su imagen (13:15). Esto se ha interpretado como la figura del césar romano, seguramente está incluido, pero recordemos que no se trata de adorar una imagen como de una proclamación de fe: «césar es señor», o, «no hay dios sino Alá y Mahoma es su profeta». Quien no confesaba o confiesa hoy esta declaración puede ser decapitado (20:4). La marca de la bestia es: 666 (13:18), y no se puede comprar ni vender sin tener esta marca. Ha habido toda clase de elucubraciones sobre la marca de la bestia, pienso que no se trata en primer lugar de una marca física sino de una declaración de fe ante la que hay que identificarse, adorar o no adorar un nombre. En el texto que tenemos para meditar se nos dice que: «la bestia que has visto era y no es, y está para subir del abismo». Pensemos. Roma era el imperio en la época de Juan, por tanto, no puede referirse a ella porque dice «era, y no es». ¿Qué otro imperio había sido antes de Roma y ahora no lo era? Babilonia, situada geográficamente en el lugar donde en el siglo VII d.C. sube del abismo el islam. Los moradores de la tierra se asombran de la bestia que en poco tiempo se extendió mediante la espada y la media luna por Oriente Medio, el Mediterráneo, norte de África, llegando hasta la India. El islam ha luchado contra judíos y cristianos y los ha vencido en muchas ocasiones. Juan ve a la bestia luchando contra el Rey de reyes y Señor de Señores (19:19). Ve también la bestia, el falso profeta y los que han recibido su marca junto con el dragón en el lago de fuego y azufre, para ser atormentados día y noche por los siglos de los siglos (20:4,10).

         La bestia que transporta a la mujer, identificada como Babilonia, que era y no es, y luego sube del abismo, habla del advenimiento del islam.

 

Babilonia (13)

Esto, para la mente que tenga sabiduría: las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición (Apocalipsis 17:9-11)

         Es difícil abordar estos textos del libro de Apocalipsis y no entrar en complicadas interpretaciones que pueden apartarnos de nuestro propósito original. Antes de continuar con la reflexión de los versículos que hemos anotado aquí quiero resaltar alguna de las cosas que se nos quedaron pendientes de la  meditación anterior. Se habla en Apc.17:8 de «aquellos cuyos nombres no están inscritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida». Este texto fue escrito por el mismo apóstol que escribió Juan 3:16, donde dice que Dios ama a todo el mundo de tal manera… Sin embargo, la Escritura muestra también que hay personas que no están escritas en el libro de la vida, los destinados a condenación que hemos encontrado en Judas 4, así como los ejemplos que estamos viendo y veremos a lo largo de esta serie. No entro ni salgo en la complejidad del tema, pero sí quiero dejar constancia del testimonio de la misma Escritura sobre este asunto. Lo iremos viendo y comprendiendo mejor a lo largo de la serie. Bien. Sigamos. Nos encontramos ahora con otros «enigmas» interpretativos. La bestia que transporta a la mujer llamada Babilonia, tiene siete cabezas y diez cuernos. Las siete cabezas son siete reyes, cinco han caído, uno es y el otro aún no ha venido. La relación que me enseñó mi maestro anteriormente citado es la siguiente: Asiria (722-606 a.C.). Babilonia (606-539 a.C.). Persia (538-333 a.C.). Greco-Macedonio (333-300 a.C.). Sirio-Seleúcida (300-64 a.C.). Imperio Romano (54 a.C. al 476 d.C.). Y el que vendría, Babilonia, mediante el islam. Y los diez cuernos que tienen un mismo propósito (Apc.17:12,13) son una alianza de diez países musulmanes: Irán, Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Etiopia, Egipto, Libia, Argelia y Marruecos. Lo que les une es su odio a Israel y a la iglesia. Por supuesto, lo que digo no es doctrina, pero pone el acento y la mirada no tanto en lo que tradicionalmente se ha interpretado sobre la Unión Europea y el Mercado Común, que en estos momentos lo conforman 28 países, y no diez. Creo que la historia comienza en Babilonia y en esa región geográfica terminará. Lo que sí está claro es que la bestia que era y no es, va a la perdición.

         Babilonia es un conglomerado de naciones e intereses que se oponen al propósito de Dios desde su origen en la llanura de Sinar.

 

Babilonia (14)

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es  Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles (Apocalipsis 17:12-14)

         Hemos dicho en la reflexión anterior que las siete cabezas son siete montes y a su vez siete reyes sobre los que se asienta la mujer llamada Babilonia, simbolizan a siete imperios que se caracterizan por una misma naturaleza: la que se impuso en Babilonia a través de Nimrod. Dice que de los siete reyes que representan a los imperios, cinco ya han caído, a saber: Asiria, Babilonia, Persia, Greco-macedonio y el Sirio-seleúcida. Uno es, el que dominaba en tiempo del apóstol Juan, es decir, el Imperio Romano; y un reino que ha de venir, el cual creemos es el babilónico a través del islam. Luego se habla de diez reyes que recibirán autoridad juntamente con la bestia. Creemos que la bestia aquí se refiere al islam, por tanto tenemos una alianza de reinos con un mismo propósito, unidos en un mismo sentir para edificar una ciudad y una torre que llegue al cielo, es decir, en oposición al Creador y Hacedor. Pues bien, el  propósito que une a esta alianza de diez reyes, unidos con el propósito de la bestia, creemos que no es otro que su odio a Israel y a la iglesia del Señor. Es increíble ver como los países musulmanes, tan divididos entre sí, siempre son capaces de ponerse de acuerdo en torno a un propósito: odiar a Israel.  En muchos de estos países se adoctrina a los niños en los colegios en su odio a Israel. También predomina el odio hacia la iglesia de Dios y los valores de la cultura occidental. Esta es la fuerza que los une hasta un grado de fanatismo incomprensible para la mente europea. Ese odio emana de una religión, el islam (aunque no todos son igual de fanáticos, pero está en su misma esencia desde el origen de su profeta Mahoma). También lo vemos en el antisemitismo irracional de la ideología de izquierda extrema, y en el humanismo con su ideología de género. Todos ellos, tan distintos y tan unidos en su odio a Israel y la tradición judeocristiana. Pensemos. Babilonia es capaz de embriagarse de unidad a través del odio con el fin de destruir el plan de Dios.

         Finalmente el Cordero los vencerá porque es Señor de señores y Rey de reyes. Y el pueblo que está con él, muy distinto al de Babilonia, son llamados, elegidos y fieles.

 

Babilonia (15)

Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbre, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios (Apocalipsis 17:15-17)

         El lenguaje del libro de Apocalipsis es altamente simbólico. Es complicado descifrarlo y se presta a múltiples interpretaciones. Comprendo que hay distintas escuelas teológicas en esto. Los maestros que tuve en este tema me enseñaron a no conformarme con la escatología dispensacionalista predominante en los años ochenta, y que tiene lagunas importantes pretendiendo dogmatizar en una enseñanza que no está cerrada en la Escritura; pero este no es el tema aquí. Sigamos. Babilonia se asienta como mujer sobre muchas aguas, que son pueblos, naciones y lenguas. Una vez más constatamos que lo ocurrido en la llanura de Sinar, donde Nimrod estableció su reino en Babel y otros lugares de la antigua Mesopotamia, fue trasvasado a todas las naciones. De allí se extendieron por toda la tierra llevando la semilla de un tipo de gobierno contrario a la ley de Dios, en oposición a Él, infectado de idolatría, ocultismo, culto al Zodiaco y las estrellas, preñado de inmoralidad, sincretismo, la unión de todas las religiones en un nexo común: rebelión contra el único Dios Creador, por tanto al monoteísmo, revelado poco después a Abrahán. No debemos confundir el llamado monoteísmo islámico con esto, el islam procede del paganismo preislámico, adora una piedra negra en la Kaaba de la Meca, por tanto es un culto idólatra, aunque su profeta anunciara un único dios, Ala, que no era otro que el más dominante de cuántos existían en la Kaaba de la Meca anterior al nacimiento de Mahoma. Recordemos que el diablo se disfraza como ángel de luz. Imita la revelación de Dios, y muchos, que no entran por la puerta, que es Jesús, no son sino ladrones y salteadores (Jn.10:8). La revelación de Dios viene por el hijo de la promesa, Isaac, no por Ismael, (como anuncia el islam), el hijo de Abrahán y la sierva de Sara, Agar. Todas las naciones, excepto Israel, que ha sido separada para YHVH (Dt.26:19) (Nm.23:9) (Sal.147:19,20), han sido idólatras, politeístas. La revelación del Dios único se la dio el Señor a Abrahán y sus hijos, Israel. Continuará…

         El Apocalipsis confirma lo que Génesis enseña: el modelo babilónico se ha extendido por todas las naciones. Juan dice: el mundo está bajo el maligno.

 

Babilonia (16) 

Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbre, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios (Apocalipsis 17:15-17)

         El modelo de gobierno babilónico se enseñorea de los pueblos. Incluso en los países con gobiernos democráticos se impone la tiranía, con más sutileza, pero tiranía al fin y al cabo. Puede ser la tiranía del capitalismo y el liberalismo exacerbado, con un sometimiento mediante manipulación y extorsión económica. Siempre serán más tolerables sistemas democráticos que totalitarios, pero el intento del hombre siempre es dominar a otro hombre de una u otra forma. Jesús dijo: sabéis que los gobernantes del mundo se enseñorean de vosotros, pero en el reino de Dios no será así. Seguimos con los textos de la anterior meditación. Vemos ahora que la alianza representada por los diez cuernos de la bestia que transporta a la mujer identificada como Babilonia se revuelve contra la ramera, la aborrece, la deja desolada y desnuda, devora sus carnes y la quema a fuego. ¡Cómo! ¡Si hace poco estaban unidos en un mismo propósito en su odio a Israel y a la iglesia del Señor! Pensemos. La unidad que procede de Babilonia es una unidad falsa, aunque provechosa para algunos fines. La unidad por la que oró Jesús en Juan 17 es distinta en su naturaleza. Algunos buscan la unidad traicionando la verdad, ese tipo de unidad solo puede volverse contra sí misma en el momento que cambian los intereses de ambos. Si interpretamos que la bestia se refiere al islam y una parte de Babilonia tiene que ver con el humanismo occidental contrario a la ley de Dios, a ideologías de izquierda o derecha que se encuentran en su antisemitismo y odio a la iglesia viva de Dios, tenemos que en un momento dado, aunque les une su odio a Israel, a la misma vez se odian entre ellas, y pelearán consigo mismas. Y todo ello, dice el texto que analizamos, procede del consejo de Dios, ha sido determinado por Aquel que es el Señor de todas las naciones, que pone y quita reyes, el Soberano de los reyes de la tierra. Le ha dado autoridad y reino a la bestia por un tiempo para ejecutar su juicio, como en su día lo hizo usando al imperio babilónico de Nabucodonosor para castigar a Israel por su desobediencia. Pero todo ello tiene un límite: hasta que se cumplan las palabras de Dios.

         La unidad de Babilonia un día se vuelve contra sí misma para juicio.

 

Babilonia (17) 

Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra (Apocalipsis 17:18)

         En Apocalipsis aparecen dos mujeres simbolizando a dos ciudades. Por un lado tenemos a la mujer que representa la ciudad de Babilonia, por el otro a una mujer que personifica la Jerusalén celestial. La primera está unida a la bestia, el falso profeta y el dragón, que es la serpiente antigua, el diablo y Satanás. Por su parte, la mujer que simboliza la Jerusalén celestial es la esposa del Cordero. Ambas están identificadas por reinos radicalmente opuestos. En nuestra serie anterior sobre el hombre glorificado vimos acerca de la esposa del Cordero, ahora nos estamos deteniendo en la mujer que representa a Babilonia. Se dice en nuestro texto que es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. «La gran ciudad que reina». Lo hace sobre los reyes de toda la tierra. El modelo lo vimos en la antigua ciudad de Babel, en la llanura de Sinar, donde Nimrod, junto con un pueblo sumiso a su voluntad levantó un gobierno mundial poderoso que hasta el mismo Señor dijo que nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer (Gn.11:6). Esa fuerza de pensamiento fue tan potente que el mismo Creador admitió la imposibilidad de hacerlos cambiar de parecer. Pensemos. Su determinación era diabólica, aunque toda la apariencia externa mostraba una obra impactante. Solo la confusión producida por la mezcla de lenguas los hizo desistir de su empeño. Ahora vemos en Apocalipsis que la potestad espiritual que operaba detrás de Babel se extendió a todos los reinos del mundo. Todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación (Apc.14:8; 18:3). El modelo babilónico fue trasplantado al resto del mundo. El furor resultante de su confusión y estorbo por no poder llevar a cabo sus planes en la llanura de Sinar hizo que se multiplicara su acción por todo lugar. El modelo babilónico se ha reproducido en cada nación. También en Israel durante un tiempo. Pero será en Jerusalén, la tierra prometida a Abraham y su simiente, donde se levantará un reino para todas las naciones mediante el descendiente de David en el reino mesiánico. Será en Jerusalén, en el monte de Sión, por ello ese lugar geográfico es hoy el punto neurálgico del mundo. Hay una lucha feroz por el monte donde estuvo el templo de Salomón y descendió la gloria de Dios, y en el que ahora hay una mezquita, la de Al-Aqsa, (un culto falso), levantada al estilo babilónico. Recuerda, el islam procede de Babilonia, incluso de la Babilonia geográfica.

         La potestad que operó detrás de la gran ciudad que reina sobre todas las naciones es la misma que levantó Nimrod contra Dios en la llanura de Sinar.

 

Babilonia (18)

Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible (Apocalipsis 18:1,2)

         Acto seguido. «Después de esto». Los sucesos se van desarrollando según el plan previsto. Hay un tiempo establecido para cada cosa. Babilonia ha tenido su tiempo de dominio sobre la tierra, ha influido sobre todas las naciones, ahora ha llegado el día de su juicio, un juicio que ya ha sido decretado (Sal.149:9). El juicio desciende del cielo con gran poder mediante un ángel. Los acontecimientos en la tierra son el resultado de la acción de las potestades superiores. Hemos visto que Babilonia opera sobre los pueblos y sus gobernantes mediante la influencia ejercida por gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef.6:12). También su juicio, decretado por el Rey del Universo, se ejecuta mediante ángeles poderosos que descienden del cielo. En esta batalla «cósmica» la oración de los justos en la tierra forma parte integral del cumplimiento de las palabras de Dios. Jesús nos enseñó a orar: Padre nuestro… venga tu reino y hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra. El cielo y la tierra están unidos por la oración. El mundo espiritual de las tinieblas en las regiones celestes está unido a la acción de los hombres impíos en la tierra; la idolatría de Babilonia libera en las naciones su dominio y aleja la luz del reino de Dios. Cuando el evangelio es anunciado en el poder del Espíritu Santo el reino se acerca, la voluntad de Dios se hace en la tierra, su soberanía se extiende en los corazones de los hombres, la nación se alegra porque los justos dominan; pero si los impíos se levantan el pueblo gime (Pr.29:2). Nuestro texto dice que Babilonia es una habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible, figura de demonios que se oponen a los pactos de Dios. Recordar cuando Dios habló a Abrahán en Génesis 15:9-11 para hacer un pacto con él y cómo las aves de rapiña descendían y Abram las ahuyentaba. Sin embargo, la soberanía de Dios ejecuta muchas de sus obras sin el concurso humano. Otras necesitan nuestra colaboración. Pablo dice que somos colaboradores de Dios, administradores de su gracia, en definitiva, hay un día decretado para la caída de Babilonia. Sigamos.

         El juicio a Babilonia está anunciado y es inexorable. La condenación que atesora esta ciudad se extiende a sus habitantes, por ello hay que salir de ella.

 

Babilonia (19)

Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites (Apocalipsis 18:3)

         El capítulo 18 de Apocalipsis que estamos estudiando se centra solamente en Babilonia, su naturaleza, y cómo influye sobre los hombres, las naciones y los pueblos. La bestia quedó en el capítulo 17, volvemos a encontrarla en los capítulos 19 y 20. Si resumimos en pocas palabras lo que significa la bestia y Babilonia diremos que la bestia es el islam y Babilonia es el sistema religioso y económico mundial con todo lo que arrastran con él. Examinemos la naturaleza de Babilonia en este capítulo. Todas las naciones han bebido del furor de su fornicación. ¿Qué significa furor? El diccionario de la lengua española dice que es furia, ira exaltada, un arrebato, actividad o agitación violenta. Y ¿fornicación? En el caso de Babilonia tiene dos vertientes complementarias, una física y otra espiritual. La una alimenta a la otra y viceversa. Recordemos las sacerdotisas de los cultos paganos. Hoy ese tipo de fornicación se manifiesta de otra forma pero el culto es el mismo, impulsado por el furor que el espíritu babilónico ejerce sobre las personas y los pueblos. Bien, si a eso le sumamos el sistema económico mundial tenemos un verdadero coctel explosivo. Religión, sexo, dinero, poder, alcohol y drogas impulsados por una potestad imposible de refrenar por el hombre caído. Recordemos que Babilonia ejerce su furor, violencia y agitación mediante la fornicación. A menudo oímos de ejecutivos que de forma irrefrenable entran en una espiral de negocios, sexo y drogas que han destruido su familia. En otra somos testigos de testimonios de personas que fueron expuestas a un momento de lujuria irresistible; la violencia o furor del espíritu babilónico se hace imposible de resistir. Políticos, empresarios, jueces, deportistas, pastores y sacerdotes son arrastrados por el hechizo que ejerce Babilonia sobre ellos. No se arrepienten, todo vale en este negocio; se recrean en sus errores hasta el día cuando quedan expuestos como juguetes rotos en las manos de quién tiene cauterizada su conciencia, dignidad, afecto natural y honor. Están atados mediante lazos, cautivos a voluntad de él (2 Tim.2:26). El furor y la violencia ejercida por la fornicación que emana de Babilonia, junto al hechizo de las riquezas, esclavizan de tal forma que hasta la empresa wolksvagen ha quedado expuesta en su fraude. El mensaje es salir de Babilonia y entrar en Jerusalén.

         Todas las naciones han sido expuestas a la influencia babilónica mediante la violencia del sexo, los negocios, las drogas y el poder.

 

Babilonia (20) 

Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apocalipsis 18:4,5)

         Babilonia ejerce una atracción irresistible mediante la potencia de sus deleites producidos por el enriquecimiento (Apc.18:3), que apenas hay fuerza en el hombre, las empresas y las naciones para resistirla. Pablo dice que los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición (1 Tim.6:9). Es la misma naturaleza de Babilonia operando sobre el hombre y hundiéndolo en perdición. Todos estamos expuestos a este hechizo. Los partidos políticos en nuestro país que han gobernado durante años la nación, de diversas ideologías, han caído en corrupción, arrastrados por el poder que emana de la fascinación que opera el espíritu babilónico sobre ellos. Muchos comenzaron bien, dispuestos a servir al pueblo, luego tropezaron y la tentación fue tan fuerte que su determinación inicial quedó neutralizada por la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Si al poder político le unimos el poder religioso obtendremos la tiranía propia de Nimrod. La voz necesaria para vencer a Babilonia viene del cielo mismo y dice: Salid de ella, pueblo mío. La salvación es de Dios. No está en nuestra potencialidad, para estas cosas nadie es suficiente. Necesitamos un libertador. Hay que salir para no ser partícipes de sus pecados y por tanto de sus plagas. El pecado de Babilonia ha llegado al cielo y Dios se ha acordado de sus maldades. Ese fue el llamamiento de Dios a Abram: salir de Ur (Babilonia). Luego le dijo que la maldad de los cananeos no había llegado a su colmo, pero llegaría el día cuando así sería y sus descendientes heredarían la tierra. Nuestro mundo está colmando el vaso de las maldades y pecados que atraerán el justo juicio de Dios. El llamamiento es salir de Babilonia. No salir del mundo (1 Co.5:9-13), sino del sistema de este mundo (1 Jn.2:15-17), para ser guardados del mal (Jn.17:15). No os conforméis a este mundo (Ro.12:1), como hizo Daniel, que viviendo en Babilonia, bajo el gobierno del tirano Nabucodonosor, no participó del espíritu babilónico, proponiéndose en su corazón no contaminarse. Esta debe ser la actitud de los hijos de Dios para no caer bajo el hechizo del sistema financiero mundial, el sexo, las drogas y la idolatría: Babilonia.

         Los pecados y maldades múltiples de Babilonia han llegado al cielo y solo hay una forma de no participar de sus plagas: salir de ella y su influencia.

 

Babilonia (21)

Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga (Apocalipsis 18:6-8)

         Debemos recordar que cuando hablamos de Babilonia y sus juicios lo estamos haciendo de las personas que gobiernan según el modelo babilónico, y todos aquellos que participan de la vorágine de vida que identifica a esta ciudad, figura de la oposición al Creador y sus leyes. Por tanto, estamos hablando de juicio a hombres y mujeres responsables que viven bajo el sistema de la madre de las fornicaciones de la tierra. Dicho esto, veamos lo que encontramos en los textos que meditamos ahora. Dios es justo. Y en justa reciprocidad, todo el dolor y el mal que ha causado el gobierno tiránico de Babilonia recibirán su justa retribución. Su naturaleza es altiva y buscadora de placeres. Ella se ha glorificado y ha vivido en deleites. Además, su arrogancia le lleva a pensar que  su dominio actual (estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto) será eterno, ignorando la soberanía de Dios y los juicios decretados sobre ella. Ese juicio tiene una parte que llevan a cabo los hijos del reino de Dios (¿no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?), en justa reciprocidad, como hemos dicho antes, y así está escrito: Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo… para dar retribución a los que no conocieron a Dios… cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (2 Tes.1:6-10). Babilonia y aquellos que viven bajo su dominio se glorifican a sí mismos, viven en deleites sensuales, solo piensan en lo terrenal, ejercen su dominio y reinado sobre quienes están bajo sus hechizos, pero los hijos del reino viven para glorificar a Aquel que los amó y se entregó a sí mismo por ellos. Ya no viven para sí mismos. Han salido del camino ancho, y experimentan el desprecio de los impíos, sin embargo, viene el día de las plagas a Babilonia: muerte, llanto y hambre, quemada a fuego, porque es juzgada.

         Uno de los grandes engaños de Babilonia es creer que nunca habrá juicio para ella. Su arrogancia le impide ver la ruina que se acerca sobre sus muros.

 

Babilonia (22)

Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose de lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino su juicio! (Apocalipsis 18:9,10)

         El Dios de Abraham que se revela en la Biblia es el Hacedor de todas las cosas. Es Creador, Sustentador y Soberano. Los cielos son los cielos del Señor; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres (Sal.115:16 LBLA). Así fue desde el principio, y pronto los hombres se buscaron muchos males. En Babel decidieron un gobierno unilateral para explotar los recursos de la tierra a espaldas del Creador. Se propusieron construir una gran ciudad aprovechando la generosidad de Dios, y sin alabarle por ello, ni darle gracias, se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Entonces vino la confusión sobre los hombres, pero el intento de apropiarse de los recursos naturales y explotar a los demás seres humanos se instaló en su conciencia colectiva de forma permanente. Así surgió el reino de Babilonia, con el cual han fornicado todos los reyes de la tierra, han vivido en deleites, acumulando riquezas para unos pocos mientras las masas, hechas a semejanza de Dios, son expoliadas, tiranizadas y dominadas por ideologías totalitaristas, sean comunistas o capitalistas. Por eso dice el proverbio: El que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende (Pr.11:26). Los reyes han fornicado con la mujer que representa Babilonia, la ciudad perversa y fornicaria, una potestad espiritual que opera sobre los hijos de desobediencia. Esta simbiosis entre hombres con autoridad terrenal y potestades superiores ejercen una grandeza y un poder (la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte) sobre las naciones que las lleva a pensar que siempre será así y nunca llegará su hora. Pero hay un Rey justo en los cielos que los juzgará; sus obras serán quemadas a fuego; en una hora viene su juicio con tormento para quienes se han opuesto a la voluntad de Dios mediante gobiernos impíos, el mal uso de la economía y los recursos dados a todos, que se han entregado a una vida de vicios y placeres, así como a la idolatría de todos ellos. Oligarquías pretendiendo un gobierno mundial. Todo ello que agrupa Babilonia bajo el poder de una ciudad populosa y fuerte la conducirá a una hora de juicio en la que no quedará nada de su soberbia.

         Babilonia acapara los recursos naturales para su propio beneficio, domina a los hombres bajo su tiranía y distribuye solo a quienes se someten.

 

Babilonia (23)

Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías… Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando… (Apocalipsis 18:11-15)

         El impacto de la caída de Babilonia, que en primer lugar lamentan los reyes de la tierra, las personas en autoridad, los políticos; ahora le toca el turno a los mercaderes, los economistas, la banca, los empresarios, todo el sistema financiero. Ha llegado el tiempo de los lamentos, el llanto, porque la fuente que suministraba el deleite, las pasiones y fornicaciones, quién impulsaba la codicia de las riquezas y el sistema financiero corrupto, ha caído, se ha hundido, y con ella todos aquellos que colgaban de sus pechos para alimentarse. Se ha producido una crisis de tal envergadura que ya no hay quien compre las mercancías de todo tipo que han enriquecido a quienes comerciaban con ellas. Todo estaba en venta. El mundo era una gran tienda. Como en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos (Lc.17:28,29). Un gran Black Friday. La lista de todo lo que se compraba y vendía antes de la caída de Babilonia es exhaustiva, incluso se vendían almas de hombres. Cuando un hombre vende su alma ha vendido su vida, ha perdido la dignidad como criatura de Dios y a partir de ahí todo le da igual. Perdieron toda sensibilidad, y se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza (Ef.4:19). El alma humana es lo más importante de nuestra existencia, cuando la menospreciamos de tal forma que podemos venderla a cualquier hechizo hemos tocado fondo. Babilonia ha comerciado con las almas de los hombres. La parte religiosa de esta ciudad fornicaria arrastra a millones de personas con ella al hundimiento en el abismo. Cuando Babilonia cae se produce un gran vacío en el alma que ha vivido codiciando las cosas exquisitas y espléndidas que ahora le faltan, y que nunca más volverá a tener. Recuerdo las palabras de Abraham al rico anónimo que había vivido con esplendidez, vestía purpura y lino fino, sin reparar en la vida de Lázaro; ahora estaba atormentado y el patriarca le dijo: acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida. Llegó el tiempo de llorar y lamentar la verdadera pérdida: su alma.

         Babilonia no tiene respuesta para quienes dependen de ella en su caída.

 

Babilonia (24)

… Y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!  (Apocalipsis 18:16)

         Babilonia es una gran falsificadora. Pretende ser y dar lo que es y tiene la ciudad de Dios, Jerusalén. Observa esto. Estaba vestida de lino fino. El lino fino, dice Juan, son las acciones justas de los santos (Apc.19:8). Por tanto, Babilonia quiere hacer pasar sus obras por justas, sus mercaderías, hechicerías, idolatría y fornicación como un gran negocio que da puestos de trabajo, por ello, justifica sus abominaciones tratando de imitar lo mejor de la vida del hombre. Hoy cualquier actividad que da dinero, obtiene beneficios económicos y permite puestos de trabajo es buena, aunque su actividad sea perversa. Pienso en las empresas que se lucran con el aborto; las que esclavizan a miles de personas en África consiguiendo material para fabricar ordenadores; las transacciones en las que se manipulan los precios para permitir que el sistema financiero produzca grandes beneficios imaginarios; los excesos de la banca, etcétera. Luego pretenden esconder sus verdaderos motivos con ciertas obras sociales de ayuda al necesitado para mostrar un vestido limpio, como el lino fino. Babilonia hace depender a las naciones y sus gentes de la mercadería de todo tipo manteniéndolas atrapadas en un falso bienestar. Nuestra sociedad del bienestar está edificada sobre una gran mentira, la de querer suplantar a Dios con beneficios materiales. El vestido de Babilonia es de lino fino, de púrpura y escarlata, adornado de oro y piedras preciosas. Coincide con el vestido del rico que fue atormentado en la llama, mientras Lázaro era consolado en el seno de Abraham. Había un rico, que se vestía de púrpura y de lino fino (Lc.16:19). El problema no estaba en su riqueza, sino en su unión con Babilonia. Participaba del espíritu babilónico de esplendidez y codicias interminables, mientras que a su lado un ser humano perece por falta del alimento mínimo para sobrevivir. El juicio sobre este hombre y su posterior tormento no fue por ser rico, si no por vivir en Babilonia, alimentado por su codicia y embrutecido por la indiferencia del dolor ajeno. Jesús enseñó a hacer amigos usando bien las riquezas injustas, para que cuando estas falten nos reciban en las moradas eternas (Lc.16:9). También dijo que no nos hagamos tesoros en la tierra, sino en el cielo, donde el ladrón que dirige la ciudad babilónica no puede llegar.

El falso vestido babilónico dejará desnudos a quienes se visten de su esplendidez temporal, pero el vestido de justicia en Cristo nos librará de ella.

 

Babilonia (25)

Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas… y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!  (Apocalipsis 18:17-19)

         La ciudad de Babilonia ha acumulada una inmensidad de riquezas para poder comprar y vender con ellas a todas las naciones de la tierra. El impulso primario del hombre caído es acumular riquezas. Hacerse rico. Lo cual nos enseña que todos hemos sido amamantados a los pechos de la leche adulterada de Babilonia. Esas riquezas han sido puestas en la creación por el Hacedor de todas las cosas. Los recursos, que usados debidamente, generan la riqueza necesaria para sustentar a todos, han sido acumulados por unos pocos oligarcas en el espíritu de Nimrod. Esa acumulación injusta manipulada debidamente por intereses espurios es la raíz original del problema de la pobreza en el mundo. Porque el gran Dador y Sustentador de todas las cosas ha provisto para todos, pero la maldad del hombre que acumula para sí mismo los recursos que son de todos, deja desamparadas a millones de personas expuestas al hambre. Esa es nuestra historia. Necesitamos gobernantes justos para gestionar debidamente la riqueza que pueda suplir las necesidades de las naciones, y leyes adecuadas que salvaguardan el bien común. El evangelio de Jesús va directamente al núcleo del problema: el corazón del hombre. Del corazón mana la vida de Dios y debidamente gobernado por el único Rey justo, podremos hacer más justa la vida en la tierra. Sin embargo, Babilonia ha acumulada la riqueza, y esa acumulación será una gran pérdida cuando en una sola hora sean consumidas. Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lc.12:20,21). En este texto tenemos otra vez a un rico atrapado en el espíritu babilónico, queriendo acumular riquezas por avaricia, perdiéndolo todo en un instante. Pensemos y seamos sabios. Llega la hora cuando los que se han enriquecido mediante la avaricia babilónica entran en pánico, echan polvo sobre sus cabezas, dan voces, lloran y lamentan por la desolación que les ha atrapado sin remedio. Ahora es el tiempo para hacer buen uso de lo que debemos gestionar como mayordomos fieles, sometidos al Dueño de todo.

         Acumular riqueza nos atrapa en la ciudad de Babilonia sin escapatoria posible el día y la hora de su desolación. Entonces vendrá el llanto y el crujir.

 

Babilonia (26)

Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella  (Apocalipsis 18:20)

         Todo tiene su tiempo debajo del sol. Babilonia tiene fecha de caducidad. Su estilo de vida avaro, idólatra, inmoral, religioso, pensando solamente en lo terrenal, vivir de forma egoísta, indiferente a las necesidades del prójimo, todo ello tiene fecha de caducidad. Aunque al presente tengamos que ser afligíos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce paciencia, y que por la fe y la paciencia se heredan las promesas. Porque es justo, delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder. Hay un día para los justos cuando el lamento es cambiado en baile. Cuando a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza; óleo de alegría en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de YHVH, para gloria suya (Isaías 61:3). Nuestra ciudadanía está en los cielos, no en Babilonia, de donde esperamos al Salvador, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Fil.3:20). Una voz ha emitido su mensaje: Alégrate sobre ella. Ha llegado el día de hacer justicia. Y el que ama la justicia es ungido con óleo de alegría. No puede haber gozo verdadero si no está fundado sobre la justicia de Dios. Pero ahora la voz invita a alegrarse al cielo, a los santos, a los apóstoles y los profetas, porque Dios os ha hecho justicia en ella. Para los santos de la iglesia primitiva significaba la caída de Roma, el imperio que los persiguió con crueldad. Los siglos siguientes fueron otros que amamantados por la misma loba babilónica produjeron los mismos frutos de inmundicia, persecución y oprobio. Hoy tenemos otros lobos, hienas y chacales que manifiestan la misma naturaleza perversa de Babilonia. Pero hay un día señalado por Dios cuando juzgará a todos, y cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo. No lo hará Babilonia por ti, ella habrá caído en el abismo, pero todos aquellos que amaron sus riquezas y contrataciones, que acumularon riquezas para su propia avaricia, recibirán el doble de la mano del Señor. Por eso, dice el apóstol, que Dios manda ahora a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan, por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia.

         La caída de Babilonia como resultado del juicio de Dios será el momento esperado para alegría del cielo, de los santos, apóstoles y profetas.

 

Babilonia (27)

Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada  (Apocalipsis 18:21)

         Babilonia y su estilo de vida producen hartazgo. Hay un tiempo cuando el alma humana se deleita en los placeres y pasiones de la carne, pero ese estilo de vida no sacia su necesidad vital de eternidad, por ello, hay un día señalado para el aborrecimiento, como lo fue para los israelitas que en el desierto desearon comer carne, saciarse, el Señor les envió codornices, y cuando aún estaba en sus bocas, vino también el juicio de Dios e hirió al pueblo codicioso con una plaga. Comieron carne hasta que le salió por las narices, y la aborrecieron, por cuanto habían desechado al Señor que estaba en medio de ellos (Nm.11:18-20). El mismo juicio está determinado para los habitantes de Babilonia. El placer pecaminoso que predomina en una vida licenciosa al estilo babilónico con su mezcla de paganismo, sincretismo religioso, idolatría, carácter inmoral preñado de sensualidad, la avaricia del dinero, el poder político y económico, el ocultismo con sus modelos de control hechicero sobre personas y naciones (Masonería, Illuminatis, club Bilderberg, y otros con sueños de gobierno mundial tipo Nimrod), en definitiva el dominio del mundo al margen del Creador y Hacedor de todas las cosas, tiene un día marcado para su derrumbe. Babilonia será derribada con gran ímpetu, y la imagen que recoge el autor de Apocalipsis es muy gráfica: un ángel poderoso tomó una piedra grande, como piedra de molino, y la arrojó sobre el mar con fuerza diciendo: así será derribada Babilonia, y nunca más será hallada. Desaparecerá para siempre. Es la misma imagen que aparece en el libro de Jeremías y la caída de la Babilonia física. Vemos una vez más la conexión entre la vertiente literal histórica de la revelación de Dios, y su ámbito espiritual. Leamos. Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a Babilonia… dirás: Oh YHVH, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador… para siempre ha de ser asolado. Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Éufrates, y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella… (Jer.51:61-64). Es el destino final de Babilonia, física y espiritual, unidos en un mismo desenlace. Jerusalén, por su parte, está llamada a ser la ciudad del gran Rey y su reino mesiánico justo para todas las naciones.

         Debemos salir de Babilonia con su estilo de vida y entrar en Jerusalén.

 

Babilonia (28)

Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones  (Apocalipsis 18:22, 23)

         Uno de los aspectos del poder hechicero-seductor-persuasivo de Babilonia que aún no hemos mencionado tiene que ver con la música. Lo ampliaremos cuando meditemos los capítulos del profeta Ezequiel sobre este mismo tema, pero ahora detengámonos por unos momentos en este aspecto y otros que aparecen en nuestro texto. Estamos asistiendo al final de los días de la influencia babilónica sobre las naciones. Se van apagando los distintos focos que han brillado con fuerza uno tras otro. Ahora le toca el turno al poder seductor de la música. Esta ha sido siempre una de las armas más poderosas de Satanás para cautivar a la juventud. Yo fui uno de esos cautivos. Por el profeta Ezequiel sabemos que Lucifer, llamado querubín grande protector, quiso la adoración a Dios para sí mismo; que seguramente era él quien ocupaba un lugar preeminente en la adoración a Dios; quiso el trono y se halló en él maldad. Incluso sus vestiduras o su mismo cuerpo estaba hecho de instrumentos musicales: los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación (Ez.28:13 RV60). El autor de la música es Dios, sin embargo, Lucifer, quién luego sería transformado en Satanás y Adversario, tenía un papel principal en la adoración celestial antes de que se hallara en él la maldad. Cuando cayó y fue expulsado del cielo se llevó consigo la capacidad de usar la música para atraer la adoración sobre sí mismo. El libro de Apocalipsis establece un contraste entre quienes adoran al que está sentado en el trono y al Cordero, y aquellos que adoran a la bestia y Satanás. Las multitudes quedan hechizadas en los conciertos de grandes músicos que atraen a generaciones enteras con su fascinación por el estilo de vida babilónico, que unido al sexo y las drogas, hacen una «trinidad» diabólica que atrapa a millones de personas en una adoración falsa y contraria a la voluntad de Dios. Debemos saber discernir qué música escuchamos. Todas las religiones tienen su porción musical en el ritual idólatra. También se han introducido en la iglesia de nuestros días sonidos y estilos de música, con letras superficiales, que en lugar de adoración al Dios vivo es un concierto al estilo babilónico.

         La música tiene un potencial seductor para atraernos a Babilonia y hechizarnos con sonidos agradables y alejarnos de la verdadera adoración.

 

Babilonia (29)

Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones  (Apocalipsis 18:22, 23)

         El tema de la música cristiana siempre levanta controversia y distintos puntos de vista. Hay mucho que decir, volveremos sobre él cuando meditemos la profecía de Ezequiel sobre Babilonia. Debemos ser muy cuidadosos en como adoramos a Dios. Es fácil caer en el espíritu mundano babilónico, la música atrapa el alma y sus emociones llevándonos en algunos casos a percepciones emocionales que podemos confundir con la vida en el Espíritu. En la adoración a Dios la música y los adoradores que guían al pueblo deben vivir en santidad. Debemos hacerlo en Espíritu y en verdad. Nuestro modelo está en la Escritura, especialmente en el libro de los Salmos. Recordemos que hay una triada babilónica que actúa generalmente en sintonía, me refiero a la combinación de música, sexo y drogas. El resultante de semejante mezcla es tan poderoso que generaciones enteras han quedado atrapadas en su esclavitud para siempre. Hay cantantes y grupos musicales que representan esta forma de vida y que levantan una idolatría que sustituye a la religión establecida, especialmente cuando somos jóvenes. Pero no todo es música, sexo y drogas. Babilonia se apaga y con ella los que han hecho un ídolo de su trabajo, (ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti). La idolatría es consustancial al alma humana. Podemos hacer ídolos de todo aquello que comenzamos ejerciendo como una necesidad básica de la vida, acabando a veces atrapados en una adicción que conduce finalmente a la idolatría. También se apagan los grandes mercaderes de la tierra, que hechizados por el brillo de las riquezas y la avaricia han vivido engañados en una espiral de codicia irrefrenable. Se les llama los grandes de la tierra, son quienes dirigen el sistema financiero mundial, que vendiendo hasta sus almas viven para dominar las naciones con su manipulación económica, acumulando riqueza y poder para su propia perdición. Aclaremos. Ni la música, el trabajo, la economía de empresa, o los puestos de autoridad son necesariamente malos en sí mismos, pero si nos dominan con sus hechizos babilónicos necesitaremos liberación.

         El engaño babilónico mediante la música, el trabajo, la economía y su hechicería nos arrastrará con ella si no salimos de esta ciudad de perdición.

 

Babilonia (30)

Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra  (Apocalipsis 18:24)

         Y llegamos al aspecto definitivo de la naturaleza de Babilonia: la muerte por homicidio. Todo el desarrollo del modelo babilónico tiene un propósito escondido y perverso revelado en la Escritura: la muerte del hombre en sus dos vertientes: física y espiritual. No nos engañemos con la atracción placentera que ejerce el hechizo y la fascinación de la ciudad de Nimrod. Incluso habiendo entrado en Jerusalén y escapado de sus garras, podemos volver a ser fascinados por su persuasión irresistible al hombre carnal. Fue la tentación de los gálatas (Gá. 3:1); y es la historia de la iglesia a lo largo de los siglos. Babilonia puede atraer con música, sexo, drogas, idolatría, poder económico y político, religiosidad o sincretismo, pero el final de su acción sobre los hombres y los pueblos es la muerte, la separación de Dios. Es la naturaleza y el propósito de Satanás como diseñador de esta ciudad de perdición. Mira lo que dice Jesús de él: Ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Ha venido a hurtar y matar y destruir. Una parte de la iglesia vive ignorando que estamos expuestos a su influencia si no velamos y oramos para no caer en tentación. Moisés resistió el espíritu babilónico cuando escogió antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón… en la ciudad celestial. Babilonia mata a los profetas, como lo hizo Jezabel. Derrama la sangre de los santos y los justos, aquellos que son la luz del mundo y la sal de la tierra. Por eso Dios la juzga: Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra (Jer.51:49). Seguimos viviendo hoy bajo el poder demoníaco de esta potestad que busca, de diferentes formas, mentir, robar y finalmente matar. Matar el cuerpo físico y contaminar el alma mediante el engaño y la mentira, mezclando la revelación de Dios con falsificación; el trigo con la cizaña. La verdad nos hará libres. Si permanecemos en su palabra el diablo no podrá dañarnos. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn.5:18).

Babilonia tiene las manos manchadas de sangre desde los días de Caín.

 

Babilonia (31)

Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella   (Apocalipsis 19:1,2)

         La muerte física no es el final. Jesús dijo: No temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Babilonia puede matar el cuerpo, pero no tiene potestad para destruir el alma de aquellos que salen de su dominio y son trasladados al reino eterno. Sí tiene la posibilidad de producir dolor y muerte durante un tiempo, no en vano nuestro mundo y su historia está lleno de esta triste realidad, sin embargo, hay un día señalado por el Padre para poner fin a su dominio perverso y ser juzgada con severidad. Hubo una gran voz en el cielo, un grito de victoria que no fue reprimido, una proclamación muy conocida y poderosa: ¡Aleluya! Por tanto, podemos decir que cuando cantamos y exclamamos con júbilo «¡Aleluya!» estamos adorando a Dios y a la vez anunciando el juicio futuro de Babilonia y sus obras. La adoración a Dios y la exaltación a su nombre con júbilo y proclamaciones como «¡Aleluya!» le recuerdan a Satanás que sus días están contados. Su derrota es inminente. Su dominio al estilo Nimrod tiene fecha de caducidad y su juicio ha sido decretado. Por eso nos dice al salmista: Cantad a YHVH cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten… Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos… para ejecutar en ellos el juicio decretado; gloria será esto para todos sus santos. Aleluya (Salmo 149). Esta alabanza tiene su base en el juicio a la gran ramera, Babilonia, porque ha corrompido a toda la tierra con su fornicación y la venganza por la sangre derramada de los siervos de Dios. El Señor es justo y lo hará. Nuestra alabanza en la tierra puede unirse a la que se hace en el cielo en los mismos términos. Lo hacemos desde Jerusalén, en Espíritu y verdad. Decimos ¡Aleluya! Cantamos ¡Aleluya! Gritamos ¡Aleluya! Lo mismo dicen en el cielo. Alabanza al Señor y golpe de vara al enemigo (Is.30:32). Di conmigo: ¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del Señor nuestro Dios.

         Una gran voz en el cielo decía: ¡Aleluya! Unámonos en la tierra con la misma voz para anunciar la victoria de los santos sobre Babilonia.

 

Babilonia (32)

Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes   (Apocalipsis 19:3-5)

         En el cielo se grita ¡Aleluya! porque se ha consumado el juicio a Babilonia. La justicia de su juicio hace gritar al cielo: ¡Aleluya! La gran ciudad que corrompía a todas las naciones de la tierra ha sido reducida a humo. ¡Aleluya! Una y otra vez se proclama ¡Aleluya! No hay pudor, ni timidez, es el grito de victoria, lo entonan los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes. Se postraron ante el trono de Dios diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! Llegó el día de cambiar nuestro lamento en baile. De consolar a todos los enlutados, de ordenar a los afligidos de Sion que se les dé gloria en lugar de ceniza —ahora la ceniza es para la ciudad de Babilonia que ha sido convertida en humo—, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado (Isaías 61:2,3). La iglesia del Señor en nuestros días no ha penetrado a esta verdad eterna de la alabanza. Hemos hecho de ella en muchos casos un entretenimiento mundano, una fiesta pagana con sonidos infernales, hemos cambiado la fuerza de la verdad por palabras humanistas y románticas que no sirven para la batalla que estamos librando. Pablo y Silas alabaron a Dios en la cárcel de Filipos y un terremoto sacudió sus cimientos. Seguramente cantaron ¡Aleluya! Desde lo más hondo del ser brotó el grito que no puede apagar la oposición al evangelio; ambos, al unísono, emitieron el sonido que anunciaba la derrota de Babilonia y el triunfo de Jerusalén, ese sonido no era otro que el de ¡Aleluya! Los Salmos están llenos de esta exclamación. ¿Te has dado cuenta que hay muchos de los Salmos que comienzan así y terminan de la misma manera? Una y otra vez se nos invita a adorar al Señor, exaltar su nombre, anticipar su victoria; nuestra alabanza y adoración, entre otros muchos motivos, es anticipar el triunfo del reino que ha de venir, un reino asentado en la verdad y en la justicia. Por tanto, podemos vivir anticipadamente, cuando alabamos a Dios con todo nuestro corazón, el futuro glorioso de la victoria definitiva sobre la ciudad destinada a condenación.

         Cantar Aleluya es unirnos con los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes que adoran al que está sentado en el trono diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!

 

Babilonia (33)

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado   (Apocalipsis 19:6,7)

         Una vez que Babilonia ha sido convertida en humo y el juicio de Dios ha sido ejecutado en plenitud, aparece otra ciudad llamada la esposa del Cordero. Es la Jerusalén celestial. Babilonia termina su recorrido de fornicación, idolatría, avaricia, ocultismo, sexo, drogas y música en humo, y una nueva ciudad, vestida de la gloria de Dios, con vestido de lino fino, blanco y resplandeciente que son las acciones justas de los santos (Apc.19:8), reaparece en toda su hermosura para ser presentada como una virgen pura a Cristo. Es la esposa que viene del desierto. Ha superado con fidelidad la prueba de su amor por su esposo y ahora ha llegado el tiempo de la boda. Este suceso es saludado en el cielo por una gran multitud mediante una voz, como el estruendo de muchas aguas, que dice: ¡Aleluya! Otra vez ¡Aleluya! Y es que no parece haber una expresión concentrada que recoja mejor el sentir de los acontecimientos que se están desarrollando en el cielo y en la tierra. Ha llegado el reino esperado del Señor nuestro Dios Todopoderoso. El cielo se ha vestido de gala, es un día memorable, conocido del Padre, para que el Hijo, que fue inmolado, sea desposado con la esposa que compró mediante el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario. Después de los padecimientos ha llegado el día de las glorias. La sorpresa es que el autor de la revelación del libro de Apocalipsis nos dice que la esposa del Cordero es una ciudad. Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios (Apc.21:9,10). Una ciudad construida de piedras vivas, diría el apóstol Pedro. Una ciudad santa que reaparece habiendo sido perseguida y asediada durante mucho tiempo por la ciudad babilónica con su influencia ocultista, hechicera, idólatra, sensual, avara, inmunda y sus homicidios, pero que se ha mantenido fiel a su amado durante la travesía del desierto. Ahora recoge el fruto en el reino eterno de su Señor con un grito que sale de sus entrañas: ¡Aleluya!

         Cuando la ciudad de Babilonia ha sido convertida en humo aparece en todo su esplendor la esposa del Cordero, la Jerusalén celestial.

Babilonia (34)

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas… (1 Pedro 1:10-12)

         Hasta ahora hemos visto fundamentalmente el desarrollo de la ciudad de Babilonia en el primer libro de la Biblia y en el último. Su influencia aparece en muchos otros lugares, especialmente en los libros de los profetas. Por ello, regresaremos a su contenido para ampliar la influencia de esta ciudad en sus dos vertientes, la física y la espiritual. Los profetas de Israel profetizaron, inquirieron e indagaron con diligencia acerca de la salvación de Dios. Estudiaron sobre la persona y el tiempo en que se producirían los acontecimientos de los cuales hablaron. Se dieron cuenta que los sucesos que les eran revelados contenían dos aspectos opuestos. Por un lado los sufrimientos que conllevaba la salvación, y por otro las glorias que le sucederían. Supieron que lo que vieron y hablaron no era para sí mismos, sino que muchas de las cosas que profetizaron tenían un destino más lejano —aunque algunas de sus predicciones tuvieron ya un primer cumplimiento en su tiempo— que el de su propia generación. Los profetas administraban la información pensando en un tiempo cuando otros serían quienes oirían y vivirían los sucesos que ellos anunciaban. El mismo apóstol Pedro dice en su segunda carta que debemos estar atentos a la palabra profética más segura, la cual es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro. Pues bien, los profetas de Israel hablaron de Babilonia. En sus predicciones encontramos amplia información sobre la naturaleza de esta ciudad, y también del tiempo cuando sería un imperio. También encontramos que Dios usó a Babilonia como brazo de su juicio para muchas naciones, incluso para su pueblo, hasta anunciar el juicio sobre esta ciudad que se extralimitó en sus funciones. Por todo ello, creo que merece la pena ampliar un poco más nuestro recorrido y retroceder en el tiempo para ver lo que dijeron los enviados de Dios sobre ella. Veremos que la influencia de esta ciudad y lo que representa fascinó al pueblo elegido y en diversos momentos quedó atrapado en sus encantamientos que no supieron resistir y por ello fueron juzgados.

         Los profetas de Israel indagaron diligentemente sobre la salvación que tiene como base salir de Babilonia y entrar en el reino de Dios.

 

Babilonia (35)

Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz… Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria… estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; YHVH de los ejércitos para revista a las tropas para la batalla… He aquí yo despierto contra ellos a los medos…Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada…  (Isaías 13:1,2,3,4,17,19,20)

         En este capítulo del libro del profeta Isaías encontramos un ejemplo de cómo se desarrolla la profecía en la Biblia. Me explico. Para ello debemos situarnos históricamente. El imperio babilónico aún no existía en tiempos del profeta, en ese periodo  no era nada más que una provincia del imperio Asirio. Faltaban unos 200 años para que eso ocurriera. Sin embargo, Isaías ya anuncia el juicio que vendría sobre ella por la maldad de este imperio manifestada en iniquidad por la arrogancia de los soberbios, y la altivez de los fuertes (12:11). Ese juicio vendría mediante el imperio de los medos y persas, a quienes llama Isaías los valientes consagrados para esa misión. El Señor supervisa ese llamamiento a los medos pasando revista a sus tropas. Estos sucesos se narran en el libro de Daniel en días del rey Belsasar. Darío el medo tomó el reino, y poco después Ciro el persa. Ese fue el anuncio del juicio de Dios sobre el imperio babilónico que aún no existía. Antes vendría Nabucodonosor, rey de Babilonia, que a su vez fue instrumento para castigar a Israel por su pecado contra el Señor. Pero hay más. En estos sucesos históricos de la profecía de Isaías capítulo 13 se anuncia también un juicio sobre Babilonia en los últimos tiempos. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes (11). Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar… en el día del ardor de su ira (13). Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra… nunca más será habitada (19 y 20). Este juicio es el mismo que hemos ido viendo en los textos del libro de Apocalipsis, y que como hemos señalado, se refiere al tiempo del fin, y no solamente se refiere a la Babilonia física, sino a su dimensión espiritual introducida en todas las naciones. Por tanto, tenemos que el reino o imperio levantado al final de los días es el reino que no era en días de Juan el apóstol, que había sido (Babilonia), y que vendría (Apc.17:8).

         Isaías nos anuncia el juicio a Babilonia mediante los medos, y también el juicio al final de los tiempos para la Babilonia que aparece en Apocalipsis.

 

Babilonia (36)

Porque YHVH tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob… Y en el día que YHVH te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir, pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! Quebrantó YHVH el báculo de los impíos… el que hería a los pueblos con furor… el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad  (Isaías 14:1,3,4,5,6)

         Ahora el profeta da un giro narrativo que debemos comprender, no hay separación entre el capítulo 13 y el 14. El mensaje continúa con una variante dirigida al regreso de Israel a su tierra. Recordemos. Estamos 200 años antes que se levantara el imperio babilónico. Israel aún vivía en su tierra, no había ido todavia al cautiverio, pero ya se anuncia su regreso para reposar en Judá. Eso vendría en días de Zorobabel, Esdras y Nehemías en su primera restauración, pero además debemos comprender que la profecía contiene más de un tiempo en su cumplimiento, por tanto, este texto nos introduce también en el regreso de Israel a su tierra en el tiempo presente. Ocurrió en mayo de 1948, cuando renació Israel en su tierra después de casi dos mil años de diáspora. Se les unen extranjeros que se juntan a la familia de Jacob. Recordemos que el evangelio de Jesús tiene su fundamento en los profetas de Israel, a ellos les fue anunciada esta salvación para un tiempo aún por llegar (1 Pedro 1:10-12). La salvación viene de los judíos. Los gentiles hemos sido injertados en los pactos y las promesas dadas a Israel mediante el Mesías. Ahora regresemos a los textos que nos ocupan. Babilonia ha oprimido a Israel, pero no solo a ella, sino a todas las naciones. Aquí volvemos a encontrarnos con la tiranía del espíritu babilónico y su gobierno iniciado en Babel por Nimrod y extendido a toda la tierra. Es ejercida mediante la codicia del oro, el poder del dinero y su sistema financiero. Su naturaleza impía ha herido a los pueblos, se han enseñoreado de ellos y los ha perseguido con crueldad. Por eso Dios la quebranta, y una vez ha sido juzgada, toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas (14:7). Es el mismo mensaje que hemos visto en Apocalipsis y que está por cumplirse. Por tanto, la profecía sobre esta ciudad imperial contiene una vertiente histórica y otra profética.

         El profeta Isaías anuncia que la restauración de Israel en su tierra y a su Dios trae consigo restauración para todas las naciones del yugo babilónico.

 

Babilonia (37)

Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas  (Isaías 46:1)

         Bel era uno de los dioses de Babilonia, se supone que se refiere al nombre babilónico de Baal, que es identificado con el dios Marduk o Merodac, el dios protector de Babilonia. Por su parte Nebo era también una divinidad babilónica que presidia el saber y las obras literarias, la sede de su culto estaba cerca de la ciudad de Babilonia. Estamos, por tanto, ante el aspecto idólatra de Babilonia. Una ciudad sede de la idolatría de donde salió a todas las naciones. Por eso se le llama la madre de las rameras. El profeta Isaías es muy gráfico y contundente en su mensaje contra la idolatría, expresa la necedad de adorar ídolos que se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación (46:7). Los ídolos son llevados por los hombres o por bestias de carga, ambos acaban cansados de transportarlos. Sin embargo, el Dios de Israel es quién lleva a su pueblo, traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré (46:3,4). Los ídolos de Babilonia, Bel y Nebo, se postran y son abatidos delante del Señor y único Dios. Sin embargo, la ciudad de Babilonia con su idolatría produce un hechizo paralizador sobre naciones y pueblos. El poder fascinador de la idolatría produce la parálisis de la razón, subyuga los sentidos y altera las emociones en un engaño incomprensible. El profeta expone la insensatez de la formación de imágenes de talla. Todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden… No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender… su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? (Isaías 45:9,18,20). El contraste lo tenemos en la revelación que Dios dio a Israel de sí mismo. Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más… a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua  (45:21-23). El Señor juzgará a Bel en Babilonia, por tanto, el mensaje es: salid de en medio de ella, pueblo mío (Jeremías 51:44,45).

         Los ídolos de Babilonia caerán ante el único Dios revelado por los profetas de Israel, y manifestado por su Hijo Jesús como heredero de todo.

 

Babilonia (38)

Dijiste: Para siempre seré señora… Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú qué dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. (Isaías 47:7,8)

         Dijiste. La Escritura enseña con rotundidad que por nuestras palabras seremos justificados o condenados (Mt.12:37). Que hay vida o muerte en nuestros labios. Y que la arrogancia sale por la boca más que por ningún otro lugar. Nuestras palabras nos delatan. Muchos que se oponen a Dios y su revelación escrita usan palabras grandilocuentes para su oposición, se pierden en su sabiduría, y llegan a realizar declaraciones que se vuelven contra ellos. De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Esta es la enseñanza del Maestro. Vemos en nuestro pasaje que Babilonia habla con arrogancia. Habla palabras infladas. Para siempre seré señora. Hay una indudable soberbia en esta declaración. Proclama su eternidad y señorío. Una vez más vemos que se identifica a la ciudad fornicaria con una mujer voluptuosa, sentada confiadamente, que dice: yo soy, y fuera de mí  no hay más. Estamos ante una blasfemia. Observa cómo se parece el lenguaje al que hemos visto en Apocalipsis. La bestia habla grandes cosas y blasfemias (Apc.13:5). Abrió su boca en blasfemias contra Dios (13:6). Estaba llena de nombres de blasfemia (17:3). Aquí la blasfemia es ocupar el lugar de Dios. Usurpar su trono, su nombre santo, su exclusividad. Dios es uno, esa es la confesión de fe de Israel dada por Moisés. Es el único; fue lo que anunció una y otra vez el profeta Isaías. Sin embargo, la blasfemia de Babilonia lo contradice. Pensemos. ¿Cuál es la declaración de fe del islam? No hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta. ¿Cuál es la ley que quiere implantar el islam militante en todo el mundo? La sharia, o ley islámica. Cambio de confesión de fe y cambio de ley. También han cambiado los tiempos, que comienzan a contar para el islam a partir del 622 d.C. cuando Mahoma hizo la hégira, su viaje de la Meca a Medina. Mira lo que dice el profeta Daniel sobre el cuerno pequeño de su visión: y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas… Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley (Dn.7:20,25). El grito de guerra de los terroristas islámicos al realizar sus atentados es Allahú Akbar, que significa: Dios es el más grande, refiriéndose a Alá. Meditemos.

         Recordemos. La fe viene por el oír, pero también la apostasía viene por oír a espíritus engañadores y doctrinas de demonios. Mirad, pues, como oís.

 

Babilonia (39)

Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti… (Isaías 47:9)

         Estamos asistiendo hoy al levantamiento del islam con una fuerza inusitada. No es nuevo, la historia enseña con toda claridad que así ha sido siempre que se ha sentido fuerte. Lo fue desde su origen. En España lo padecimos a partir del año 711 d.C. cuando fuimos invadidos por las huestes musulmanas, aniquilando el reino visigodo y lo que quedaba de la cultura greco-romana-cristiana, aunque permaneció un resto en las montañas de Asturias que daría lugar al reino Astur-leonés desde donde se iniciaría la reconquista que duró siete siglos. Cuando el islam decayó en su empuje fundamentalista llegaron dos oleadas de islamismo radical, el de los almorávides y los almohades que fueron impulsores del yihadismo antiguo, el mismo que estableció Mahoma en su conquista de Medina y la Meca, y que luego se extendió por todo Oriente Medio, el norte de África y la cuenca mediterránea. Cuando el impulso inicial de las conquistas musulmanas decayó, especialmente en la época del imperio mongol, surgió la doctrina salafista que viene a decir algo así como que su decadencia se debe al abandono de la literalidad del Corán, por tanto, el regreso a los días de su esplendor pasa necesariamente por un retorno a las prácticas extremas del libro sagrado, la sunna y los hadices. La llegada de los turcos y el establecimiento del califato Otomano duraron más de  cuatrocientos años, hasta 1923, que le dio un nuevo impulso al islam. Después de un tiempo de incertidumbre por el desmembramiento del califato otomano, ha vuelto a surgir con fuerza el islam fundamentalista y la declaración de la yihad para recuperar el dominio perdido, echar a los gobiernos musulmanes tibios del poder, y extender su dominio a todo el orbe mediante la fuerza de la espada. Así ha sido hasta nuestros días. Por tanto, una de las grandes falacias que el mundo occidental ha asimilado es que el islam es una religión de paz. Nunca lo ha sido y nadie que pretenda seguir al pie de la letra las enseñanzas del profeta Mahoma hará semejante afirmación. Hoy se ha levantado nuevamente con fuerza. Piensa establecer la ley islámica —la sharia— en todo el mundo, destruir a Israel y los cristianos, junto con todos los infieles que no asumen su versión rigorista y literal del islam. Pero esa fuerza será quebrada en un mismo día.

         La historia del advenimiento del islam desde el 622 d.C. ha sido violenta, devorando a muchas naciones originalmente de tradición cristiana.

 

Babilonia (40)

… a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tú misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más (Isaías 47:9,10)

         El levantamiento que vive hoy el islam contrasta con la decadencia que azota a gran parte de la iglesia de Dios, especialmente en Occidente. Por su parte, los gobiernos europeos que han renunciado a sus raíces judeocristianas históricas han puesto las bases para una invasión silenciosa del continente desde hace más de treinta años. Mientras que gran parte de los creyentes están entretenidos con todo tipo de placeres mundanos, el islam avanza en nuestros países con paso firme. Cuando la sociedad se desmorona mediante el quebranto de los valores morales y espirituales, la iglesia está sin fuerza para penetrar más allá del velo con gran clamor y lágrimas por las naciones. Si hay algo que está claro en la Escritura es que cuando el pueblo de Dios decae en la obediencia y es contaminado por los poderes mundanos que la rodean surge un poder determinado a destruirla. Así fue con Israel, hasta que fue llevado cautivo a Babilonia. Así ha sido en la historia de la iglesia en diversas ocasiones, y así es hoy en una parte amplia de la cristiandad. Sin embargo, el Señor sabe librar de tentación al justo. Siempre tiene un remanente que no dobla la rodilla ante los baales del momento. El Señor siempre se reserva un puñado de fieles con quienes llevar a cabo sus propósitos. Este es otro principio que aparece por toda la Escritura. Muchos son hechizados y encantados por Babilonia. Unos por el brillo del oro y el dinero, otros por los lazos religiosos que fascinan la conciencia y la cauterizan, estas son las dos fuerzas predominantes que hoy se están oponiendo al propósito eterno de Dios: Hablamos del humanismo y el islam. La vertiente relativista, hedonista, nihilista, con el sistema financiero mundial por un lado, y los muyahidines del islam por otro. Este último está atrapando a muchos jóvenes europeos, vacíos de sentido y proyección en la vida, para ser fascinados por la lucha revolucionaria yihadista que ni entienden, ni comprenden. Algunos son convertidos en poco más de dos meses de un joven de cultura netamente occidental, en fanáticos yihadistas dispuestos a suicidarse por una causa que les ha cautivado. Nuestro texto muestra que a pesar de la maldad, sus hechizos y encantamientos expresados por Babilonia, en la que tiene su confianza, será reducida a orfandad y viudez en un solo día. La soberbia de su exclusivismo, yo y nadie más, atraerán el juicio.

         El profeta Isaías, como el apóstol Juan, dejan claro el juicio a Babilonia.

 

Babilonia (41)

Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud… Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti (Isaías 47:11-13)

         Debemos volver a recordar la diversidad que agrupa la ciudad de Babilonia en su vertiente espiritual, sin olvidar su aspecto geográfico. De ella salió el paganismo, opuesto al Dios Creador, en sus múltiples facetas. Una siempre ha sido netamente religiosa, dando respuesta a la insaciable sed del alma humana de religión. La historia de la humanidad es la historia de sus religiones que forman el carácter de los pueblos. Los ritos, cultos, ceremonias, y tradiciones de los pueblos forjan indudablemente su idiosincrasia en un porcentaje muy alto. Eso por un lado. Por el otro, tenemos hoy otro tipo de religiones que no aparecen como tales. Se disfrazan de filosofías, psicologías, terapias alternativas, ideologías de género, nacionalismo, etc. Todo ello, y mucho más, no tiene el ropaje tradicional de una religión al uso, pero actúa como tal. Fascina de igual manera. Hechiza a una sociedad postmoderna que se burla de la religión tradicional sin saber que practica otro tipo de religión igualmente emanada de la misma ciudad ramera y fornicaria de Babilonia. Porque Babilonia tiene muchos ropajes y diseños pero la materia prima es la misma: rebelión contra Dios. Los que antes adoraban un ídolo de madera o escayola, hoy adoran el horóscopo. Los que antaño servían a ceremonias tribales, hoy pretenden descubrir los secretos del universo para alcanzar su realización personal y alcanzar un futuro motivador. Tenemos legión de libros que hablan de auto-estima y la mayor parte de los argumentos que presentan emanan de filosofías de la Nueva Era, es decir, el abrevadero de la ciudad fornicaria que edificó Nimrod. Nada nuevo debajo del sol. El diablo se disfraza a gusto de la sociedad a la que tiraniza. Incluso el islam que alardea de ser una religión monoteísta y dice adorar al único dios, en realidad el eje de su culto lo compone una piedra negra, pequeña (algunos dicen que un meteorito), incrustada en la Kaaba, alrededor de la cual dan vueltas. Al fin idolatría. Y sobre todo ello vendrá el mal, quebrantamiento y destrucción. El juicio de Dios.

         El corazón engañoso del hombre es fácilmente hechizado y encantado por la ciudad que se viste del ropaje y diseño que piden los tiempos.

 

Babilonia (42)

He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten. Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te salve (Isaías 47:14,15)

         La maldad tiene un recorrido con fecha de caducidad. El juicio de Dios alcanza a los malos inexorablemente. El malo se jacta de no ver su día, pero no sabe que hay uno en el cielo que vela sobre todos ellos y nadie escapa a  su ojo. Está anunciado el día cuando todas las ramificaciones de la ciudad babilónica serán juzgadas y reducidas a humo. Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Si hay una expresión de soberbia que atrae el juicio de Dios es la que brota de la ciudad de destrucción. Por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada a fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio (Apc.18:8,9). Una vez que el fuego destruye la ciudad fornicaria es reducida a humo por el incendio provocado en ella. El apóstol Pedro nos dice en su segunda carta que los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos (2 Pedro 3:7). Jesús dice hasta cuatro veces seguidas que el fuego de este juicio nunca se apaga (Marcos 9:43-48). En el Salmo 1 encontramos el mismo juicio sobre los malos. En contraste con los justos, dice: No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. El juicio sobre Babilonia es el mismo que sobre todos aquellos que viven en la ciudad destinada a destrucción. Nuestro texto dice: He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama. Muy evidente en la Escritura y evitado en muchos mensajes tan positivistas como falsos. Finalmente, Babilonia y sus habitantes, aquellos que se fatigaron traficando con ella desde su juventud, cuya naturaleza se inició en la llanura de Sinar bajo el liderazgo de Nimrod y que se extendió a todas las naciones, será juzgada y condenada. Su maldad no quedará impune ante la justicia de Dios.

         El profeta Isaías anuncia el juicio sobre Babilonia antes que esta viniera a ser un imperio alrededor de doscientos años después de su profecía.

 

Babilonia (43)

Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho YHVH, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre (Jeremías 25:11,12)

         Alrededor de doscientos años después de la profecía de Isaías sobre Babilonia encontramos al profeta Jeremías con un mensaje muy distinto acerca del rey Nabucodonosor. Para situarnos históricamente y comprender algo mejor el mensaje de Jeremías veamos algunos datos aclaratorios. Siendo muy joven, el profeta fue llamado por Dios para anunciar un mensaje impopular al reino de Judá. Puede haber sido por el año 627 a.C. El pecado de Judá había subido delante del Señor y el juicio fue decretado sobre su pueblo y la ciudad de Jerusalén. En ese tiempo el imperio Asirio había caído y la ciudad de Babilonia se constituyó en el nuevo imperio con su rey Nabucodonosor. El profeta Daniel diría de él: tú eres aquella cabeza de oro (Dn.2:38). Estamos ante la Babilonia física y su dominio sobre todo Oriente Medio. El mensaje original de Jeremías es que Judá se someta a Nabucodonosor. El Señor, Dios de Israel, lo había levantado para enseñorearse de las naciones del entorno, entre ellas el reino de Judá, y usarle como instrumento de su juicio sobre su propio pueblo que había abandonado el pacto. Por tanto, tenemos aquí que el espíritu babilónico había penetrado al pueblo elegido, y el juicio de Dios sobre Judá, a través del imperio emergente, surgió precisamente de Babilonia. Como el rey de Israel y sus príncipes no recibieron el mensaje de Jeremías, finalmente el juicio anunciado se convirtió en cautiverio durante setenta años. Luego, una vez consumado el juicio por el pecado de Judá —observemos que el Dios de la Biblia no hace acepción de personas a la hora de emitir sus juicios sobre las naciones, en esto Israel recibe el mismo trato por su pecado, una vez que transgrede el pacto— el mismo imperio babilónico sería a su vez juzgado, porque se extralimitó en sus competencias. El ensañamiento que los caldeos ejercieron sobre Judá y los pueblos vecinos vino en recuerdo de aquel que juzga a todas las naciones, y la maldad de Babilonia al ejecutar la voluntad del Señor recibió su justa retribución.

         El profeta Jeremías vivió en medio de la generación objeto del juicio de Dios. Su mensaje impopular recibió el rechazo de su pueblo en medio del avance imparable del imperio babilónico.

 

Babilonia (44)

Así habló YHVH Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he aquí que vienen días, dice YHVH, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho YHVH, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán  (Jeremías 30:2,3)

         Hemos dicho que la profecía bíblica tiene en algunas ocasiones varios cumplimientos; uno histórico, otro de más largo alcance, a menudo sobre el tiempo del fin. La profecía puede superponerse en varias capas que no siempre es fácil interpretar. En el texto que tenemos para meditar tenemos un ejemplo de lo que quiero decir. Me explico. Judá fue llevado al cautiverio. El profeta Jeremías lo anunció, y también profetizó su regreso a los setenta años. En  nuestro texto estamos ante una profecía que tiene un primer cumplimiento en el regreso de Babilonia, pero además contiene otro de más largo alcance. Habrá otro retorno de Israel y Judá a la tierra de sus padres. Recordemos que Israel ya había sido llevado al cautiverio por Asiria en el año 722 a.C. Jeremías anuncia ahora un retorno a la tierra de la heredad dada a los patriarcas, no solamente de Babilonia, sino de todas las naciones, como se dice en otros lugares. Por tanto, tenemos que habría un tiempo para Judá de cautiverio en Babilonia, que regresarían después de setenta años, pero que habría otro cautiverio posterior porque se anuncia un regreso a la tierra de sus padres cuando la disfrutarían. Esto tiene un alcance mayor del que ahora podemos explicar. En este mismo capítulo el profeta dice que después de un tiempo de angustia para Jacob, será librado (30:7). Que no volverán a poner a Israel en servidumbre, sino que servirán al Señor su Dios y a David su rey, a quién yo les levantaré (30:8,9). Aquí tenemos una referencia al reino mesiánico, muy distante aún de los días en que fue anunciado por Jeremías. Además se anuncia sanidad para Israel. La ciudad será edificada sobre su colina —una referencia profética a Jerusalén y Sion— y el templo será asentado según su forma (30:17,18). Por ahora nos interesa comprender que hubo un tiempo cuando el pueblo de Dios fue llevado al cautiverio babilónico, y en ese lugar les fue dicho que debían casarse, engendrar hijos, multiplicarse, y procurad la paz de la ciudad a la cual fueron transportados; rogando al Señor por ella, porque en la paz de Babilonia, tendrían ellos mismos paz (Jer.29:4-7). La congregación de Dios hoy también vive en medio de la influencia babilónica y debemos ser luz el tiempo de nuestro cautiverio.

         Hay un tiempo para el pueblo de Dios de vivir en Babilonia, incluso de procurar su paz y bienestar, pero la esperanza mayor es el regreso a Sión.

 

Babilonia (45)

Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá… que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de YHVH delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo…  (Jeremías 28:1)

         El tiempo en que vivió Jeremías fue extremadamente convulso. Tanto, que el profeta dijo que era la generación objeto de la ira de Dios (7:29 y 8:3). Había muchos profetas anunciando paz y prosperidad (8:11). El contraste estaba servido. Como suele ocurrir a menudo la mayoría se inclinó a escuchar el mensaje de aquellos que anunciaban buenas cosas, aunque eran falsas de toda falsedad. Por su parte, el mensaje de Jeremías era muy impopular. Incluso se le acusó de antipatriota y traidor a la nación por predicar que debían someterse al rey de Babilonia. Hoy sabemos que el verdadero profeta de Dios era el que anunció juicio, y quienes hablaron positivamente a una generación extremadamente corrompida eran profetas falsos que agravaron aún más la situación ya de por sí trágica. Uno de ellos se llamaba Hananías. Este anunció que el cautiverio que ya se había iniciado en su primera fase —hubo tres periodos distintos en el proceso al cautiverio babilónico— solo duraría dos años, y después el yugo del rey de Babilonia se rompería y los cautivos regresarían a casa (28:2-4). Jeremías dijo amén a ese mensaje, aunque lo hizo irónicamente, porque el Señor le había mostrado que sería un cautiverio largo, de setenta años, y los que ya vivían en Babilonia debían establecer sus vidas edificando casas para sus familias hasta el tiempo de regresar, pero eso no sería pronto, sino después de un largo descanso de la tierra, la que había sido perjudicada por no guardar sus días y años de reposo (Levítico 26:34,35). Esta tensión entre un tipo de profecía positiva y otra de castigo se ve en buena parte del libro de Jeremías. Comprendo que no era fácil aceptar un mensaje tan desagradable para un pueblo que se había acostumbrado a vivir lejos de la ley de Dios, romper el pacto, mezclar la fe de sus padres con la idolatría cananea, y haber hecho todo tipo de lugares de culto falsos para adaptarse al entorno, conseguir prosperidad, y sin embargo, entendían que llegado el  momento de dificultades podían clamar a su Dios y ser librados. Este engaño del corazón cegado por la ignorancia es muy común en nuestros días. Y el juicio vino. Hananías murió ese mismo año (28:15-17) y Jeremías cumplió con su llamado.

         Para distinguir a los verdaderos profetas de Dios debemos conocer el tiempo en el que vivimos, tiempo de restauración o juicio.

 

Babilonia (46)

En aquel tiempo, dice YHVH, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo… El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo. YHVH se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia  (Jeremías 31:1-3)

         Judá vivía en tiempos de Jeremías en la antesala del cautiverio babilónico. Ese periodo incluía la derrota ante los caldeos, la entrada de los enemigos en Jerusalén, la destrucción del templo y ser entregados al cautiverio. Un proceso gradual como resultado de la desobediencia al pacto que Dios había hecho con Israel en Sinaí. Pero el profeta no solo anuncia el cautiverio inminente, sino que se adelanta en su proyección profética y ve los días de la restauración del pueblo de Dios, que a pesar de su castigo no es rechazado por el Señor. Por un lado se anuncia una primera restauración a la vuelta de setenta años. Esa restauración se iniciaría con el edicto de Ciro. Pero se anuncia una restauración futura, por tanto, habría un nuevo cautiverio, que enlaza con las palabras de Jesús cuando dijo que habría una gran calamidad e ira sobre este pueblo, y serían llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén sería hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lc. 21:23,24). Esto ocurrió a partir del año 70 d.C. cuando Tito, el general romano, destruyó el templo de Jerusalén y comenzó una diáspora que duraría unos 1800 años, hasta el tiempo de la restauración que también anuncia el profeta Jeremías. Observa el alcance de la profecía. El amor eterno del Señor por Israel se manifestaría de nuevo, aunque ahora, era necesario ser afligidos en diversas pruebas por su desobediencia y ser llevados al desierto de las naciones. Jesús lo expresó así: vuestra casa os es dejada desierta… hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor (Lc.13:34,35). Jeremías anuncia esos días. Subamos a Sión, a YHVH nuestro Dios (31:6). Su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor (31:12). Satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida (31:25). Haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (31:31). Todos me conocerán… y no me acordaré más de su pecado (31:34). Los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente (32:37). Esta restauración se inició en 1948 y sigue hoy en un proceso gradual hasta la venida del Mesías en Jerusalén y el establecimiento del reino mesiánico. Es el propósito eterno de Dios con Israel.

         El amor eterno de Dios por Israel supera el tiempo de juicio y alcanza su restauración para bendecir una vez más a todas las naciones.

 

Babilonia (47)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         Veamos algunos datos de interés en los capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías. Lo primero que hay que reseñar es que el imperio que Dios usó como azote y castigo sobre Judá y otras naciones, ahora le llega el tiempo de dar cuenta ante el Todopoderoso por sus extralimitaciones. Observemos lo siguiente. La Escritura nos abre una ventana, descorre el velo que cubre a todas las naciones (Isaías 25:7) para mostrar que el Señor reina y no ha dejado al azar los acontecimientos de la tierra. Vemos que levanta y quita reyes; anuncia el gobierno de los imperios, su decadencia y finalmente el juicio. El libro de Daniel no deja duda de ello. Babilonia fue el azote de Asiria; ahora se anuncia el juicio sobre Babilonia a través del imperio medo-persa. No hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas (Amós 4:7). Pues bien, el mismo profeta que anunció que Judá debía entregarse al rey Nabucodonosor, ahora declara el día de juicio sobre el imperio babilónico. Levantamiento y caída. La Escritura nos enseña que todos los reinos de este mundo caerán, y se levantará un reino en Jerusalén que no tendrá fin, el anunciado a David en el pacto que el Señor hizo con él. Por tanto, y adelantándonos mucho al desarrollo que estamos haciendo en nuestras meditaciones sobre los hijos de condenación, digamos una vez más que aquí encontramos uno de los motivos principales por los que la aparición del Estado de Israel en su tierra, después de 1800 años de diáspora, ha sido, es y será un avispero en el corazón de todo lo que significa Babilonia, la ciudad que ha extendido su fornicación y corrupción a todas las naciones de la tierra. La reaparición de Israel en su tierra es piedra de tropiezo a las naciones, una provocación insoportable para el islam, que a su vez quiere conquistar todo el mundo con un cambio de ley, la sharia, cambiando el gobierno de Dios por la tiranía de Nimrod; y el reino mesiánico por el del falso profeta que se opone a Dios y su Cristo. Nuestra misión como iglesia del Señor, injertados en los pactos dados a Israel, es estar a su lado en estos días de asedio y antisemitismo.

         La palabra de Dios en boca de sus profetas dirige la historia. No hay nada entregado al azar, aunque el adversario pretenda torcer su destino.

 

Babilonia (48)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         Habló el Señor contra Babilonia. Lo hizo por medio del profeta Jeremías. La primera dirección de sus palabras tiene como destino el imperio babilónico que dominaba el mundo conocido en días del profeta. Ese es el primer destino de su profecía. Pero hay más. Había que anunciar, hacer saber, levantar bandera, publicar sin encubrimiento el mensaje que debía ser anunciado. Observa el énfasis que el Señor le da al profeta para que sea conocido, anunciado, verbalizado, vocalizado y proclamado lo que el Señor tiene que decir. El evangelio también tiene que ser anunciado y predicado por aquellos que han sido llamados por el Señor. Hay que liberar la palabra de Dios en la tierra. No es nada mágico, es obedecer las directrices del Señor. Si callamos no hay salvación. Esta verdad trascendente la conoce también el diablo y la usa para sus fines a través de los hijos de desobediencia, bien para anunciar falsedades, tergiversar o manipular la revelación del cielo, o bien para impedir que no se anuncie la buena nueva. También hay que anunciar el juicio de Dios. Jeremías debía hacerlo. Pablo dijo que Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia. Anunciar el juico de Dios no es solo cosa de los profetas del AT, también lo es de los apóstoles y los discípulos del Señor. El que no crea será condenado. Eso es anunciar juicio. Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Eso es anunciar juicio. Pero nos gusta predicar lo que el oído quiere escuchar, ser agradables a los hombres, no impopulares; pero si tratamos de agradar a los hombres no seremos siervos de Cristo. Si anunciamos las obras malas del mundo, el mundo nos aborrecerá (Jn.7:7), pero si amamos más la gloria de los hombres que la gloria de Dios, evitaremos confesar nuestra fe, por miedo a ser expulsados de la sinagoga. Observa lo que está escrito: Muchos de los gobernantes creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, ¿lo ves?, no lo confesaban, no liberaban su confesión de fe, ¿por qué?, por miedo a ser expulsados de la seguridad social, y porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Jn.12:42,43).

         Hablar contra Babilonia es oponerse al sistema de este mundo, atrayendo su aborrecimiento y desprecio sobre nosotros.

 

Babilonia (49)

Palabra que habló YHVH contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías. Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos (Jeremías 50:1,2)

         El profeta Jeremías tuvo que anunciar juicio primeramente a su pueblo por haberse unido al estilo de vida babilónico, su idolatría, mezcla, inmoralidad y paganismo. Al hacerlo recibió el desprecio de sus hermanos judíos. Luego tuvo que anunciar el juicio de Dios sobre el imperio babilónico, hacerlo de viva voz, anunciarlo en las naciones sin encubrirlo, exponiéndose nuevamente a su aborrecimiento. Un tiempo atrás, el profeta se benefició del trato afable que le obsequiaron las tropas de Nabucodonosor cuando entraron en Jerusalén, puesto que su mensaje les favorecía. Ahora pudo haber soslayado la proclamación de su juicio a la misma Babilonia tratando de evitar sus represalias, pero no lo hizo. Su llamamiento era más fuerte que los beneficios o perjuicios que se derivan de él. Además, lo hizo con osadía, levantado la voz, dejando constancia por escrito sin temer la ira del rey, como haría Moisés ante Faraón. Este es el espíritu de los profetas de Israel. Bien, avancemos. ¿Qué tenía que anunciar Jeremías? Un tiempo cuando Babilonia sería invadida. La fuerza que ahora mostraba su dominio sobre las naciones del entorno no duraría para siempre, tenía fecha de caducidad, y esa fecha la había establecido el Señor que gobierna sobre su creación. Además, caerían los cultos de los dioses que adoraban, sobre quienes se apoyaban, y a quienes hacían artífices de sus triunfos: Bel y Merodac (el dios babilónico Marduk). Pero el verdadero Dios, aquel que no comparte su gloria con nadie, pondría en evidencia que los ídolos no se pueden comparar con Él. Serían confundidos, deshechos, destruidos y quebrados todos los ídolos babilónicos. El Dios de Israel es el Soberano de los reyes de la tierra. No hay otro como él. Ha salido para vencer y es vencedor. Su gloria cubrirá toda la tierra como las aguas cubren el mar. Jeremías debe anunciarlo, y lo hace. Su testimonio está escrito para todas las generaciones. Israel sabe que después del juicio de Dios por sus pecados, viene el día de la restauración, la caída de sus enemigos, y el monte de Sión será cabeza de los montes para todas las naciones; y ese monte está en Jerusalén y en ningún otro lugar. He aquí la batalla de nuestros días.

         El juicio y la restauración de Dios comienzan por su casa. Fue así con Israel. Lo es con la iglesia, y volverá a serlo con ambos. Vivimos en esos días.

 

Babilonia (50)

Porque subió contra ella una nación del norte, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá ni hombre ni animal que en ella more; huyeron, y se fueron (Jeremías 50:3)

         Creo que merece la pena que nos detengamos en esta profecía y lo hagamos precisando algunos factores comunes a los mensajes dados por Dios a las naciones. Vivimos un tiempo cuando parece que Dios no existe. El humanismo, relativismo, hedonismo y la ciencia parecen haber ocupado el lugar de Dios. En las naciones de Occidente la revelación de Dios (que no la religión) ha sido desplazada por una cosmovisión laica, alejada de verdades absolutas y la herencia judeocristiana. Una gran Babel se ha levantado para oponerse al Creador. Nuestra sociedad ha dicho: no hay Dios, tenemos el destino en nuestras propias manos. La ciencia del hombre se ha elevado como una gran idolatría al estilo de la torre de Babel, y parece que solo ocurren las cosas que los hombres permiten y la Democracia acepta. Aquello que las mayorías consideran verdad se instala en la conciencia compartida. Creemos que por olvidarnos del Creador y Hacedor Él no existe. Craso error. Arrogancia y soberbia arcaica, muy retrógrada. Se reúnen las naciones en la ONU y determinan sobre el destino de los pueblos como si fueran Dios. El Señor se reirá de ellos (Sal.2:1-6). El imperio babilónico había sido el de mayor dominio hasta la fecha. Creyó controlar su destino. Sin embargo, el mismo rey Nabucodonosor tuvo un sueño perturbador en el que se anunciaba su caída, y el levantamiento de otro reino, el medo-persa (Dn.2:31-40). Se cumplió en días del rey Belsasar (Dn.5:17-31). Darío de Media tomó el reino. Lo anunció el mismo profeta Jeremías en los textos que estamos meditando. Subió contra ella una nación del norte (50:41). Ha despertado YHVH el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla (51:11). Preparad contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio (51:28). Parece que los reyes de Babilonia, a pesar de sus encantamientos, hechizos, idolatría y culto pagano no pudieron predecir su final. Aunque acumularon dominio y poder su futuro se decidió en otro trono, el trono celestial, y ahora su profeta, Jeremías, lo está anunciando. Preguntémonos una vez más ¿qué es el hombre?

         La arrogancia del hombre actual creyendo que es dueño de su destino le impide comprender el juicio que se acerca. La historia de Babilonia y otros imperios lo ponen de manifiesto.

 

Babilonia (51)

Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad…  (Jeremías 50:11)

         Los juicios de Dios, el Dios de Israel, no son el capricho de una divinidad pagana. Debemos conocer (la teología nos ayuda en esto) los diversos atributos de Dios, su carácter y naturaleza, que están ampliamente revelados en la Biblia. Jesús dijo: Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, y a Jesucristo, a  quién has enviado. Jesús es la revelación del Dios invisible, él le ha dado a conocer. El mismo Maestro dijo: el que me ha visto a mí, ha visto al Padre que me envióYo y el Padre uno somos. Pues bien, dicho esto, respondamos a la pregunta: ¿Por qué juzgó Dios a Babilonia? Ahora nos estamos refiriendo a la Babilonia física, el imperio en días de Jeremías, pero no olvidemos que hay una dimensión de su carácter y naturaleza, por tanto, de su juicio también, que son comunes y complementarios. El profeta Jeremías nos da varios de los motivos por los que el Señor juzgó a Babilonia. El primero tiene que ver con el trato dado a Israel. Os alegrasteis y os gozasteis destruyendo mi heredad. El rey Nabucodonosor y sus generales se habían extralimitado siendo la vara de Dios sobre Judá. Hicieron leña del árbol caído, y sintieron un gozo morboso por el mal ajeno. ¡Cuidado! Todas las naciones deberían tomar nota y combatir el antisemitismo. Hoy la mismísima ONU se extralimita en sus votaciones, declaraciones y condenas a Israel en una medida que está más allá de toda proporción. Se juzga al Estado de Israel con una dureza que nunca se aplica a otras naciones que mantienen gobiernos corruptos, dictaduras que causan vergüenza y la comunidad de naciones mira para otro lado. Pero cuando se trata de acusar y condenar al gobierno de Tel-aviv se usa una vara de medir fuera de toda equidad. Hace poco la UNESCO despojó a Israel de la custodia de las tumbas de los patriarcas. La lista sería interminable. Todo ello no pasa desapercibido en el cielo, aunque el hombre laico de nuestros días quiera ignorarlo. Pero además, Babilonia fue juzgada también por su soberbia (50:31,32; 51:55); porque pecó contra YHVH (50:14); porque su arrogancia hacia el pueblo de Dios fue contra el mismísimo Santo de Israel (50:29); por su idolatría (50:38); por el templo (50:28). ¿Por qué pensamos que las naciones de hoy recibirán un trato distinto? Dios no cambia.

         Los juicios de Dios sobre las naciones de la tierra tienen un motivo predominante, entre muchos otros, su antisemitismo.

 

Babilonia (52)

Por tanto, oíd la determinación que YHVH ha acordado contra Babilonia, y los pensamientos que ha formado contra la tierra de los caldeos… Al grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las naciones  (Jeremías 50:45,46)

         El lenguaje del profeta sobre Babilonia es similar al juicio anunciado en el libro de Apocalipsis. Hay dos dimensiones de este juicio que tienen que ver con las dos Babilonias de las que venimos hablando, una la física-geográfica culminada en la historia; y otra su dimensión espiritual que alcanza y une en su juicio a todas las naciones, porque todas ellas han participado del vino de su furor y sus fornicaciones; recuerda, es la madre de las fornicaciones de la tierra. Pues bien, veamos ahora este otro aspecto del juicio de Dios sobre la gran ciudad. Nuestro texto recuerda el anunciado en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis que ya hemos visto. El juicio está determinado y acordado en el consejo celestial. Viene de los pensamientos de Dios, aquellos que dijo Isaías que son más altos que los nuestros. Ha venido tu fin, la medida de tu codicia (51:13). Vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones (51:41). Dormirán sueño eterno y no despertarán (51:57). Y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella (51:63,64). Un dato importante que debemos tener en cuenta: el juicio sobre Babilonia, decretado por el Señor, vendrá de la mano de Israel. Antes el reino de Judá fue castigado por su desobediencia mediante el rey caldeo, ahora se anuncia que el juicio a la ciudad, madre de todas las fornicaciones de la tierra, viene por Israel. Israel es el cetro de su herencia… martillo me sois… y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos (51:19-24). Recuerda la piedra pequeña de Daniel 2:35,44. Es el juicio anunciado por Jesús a las naciones por el trato dado a sus hermanos pequeños (Mt.25:31-46). El antisemitismo que la mayoría de las naciones manifiestan hacia el pueblo del pacto y las promesas (aquí están incluidos los gentiles que hemos sido injertados en Israel mediante el Mesías) tendrá graves consecuencias el día del juicio. Pero no solo ese día, hay juicios de Dios en la tierra ahora por el mismo motivo. Recordemos. El mensaje es salir de Babilonia y entrar en Jerusalén en su vertiente espiritual.

         El juicio a Babilonia, y todas las naciones, viene por sus iniquidades  y el trato dado a Israel, el pueblo del pacto, y los hijos del reino que han sido injertados en él.

 

Babilonia (53)

Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. Por tanto, así ha dicho YHVH: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que su corriente quede seca  (Jeremías 51:35,36)

         El apóstol Juan nos dice en su libro revelado en la isla de Patmos que vio a la mujer [Babilonia] ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi quedé asombrado con gran asombro… y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra (Apc.17:6,18). Ahora el profeta Jeremías nos dice que esta ciudad ha llevado a cabo una violencia extrema sobre el pueblo de Dios derramando sangre en abundancia. Por los muertos de Israel caerá Babilonia (51:49). El juicio anunciado es inexorable. Esta ciudad, portadora de violencia sobre los habitantes de Jerusalén recibirá su justa retribución. Llega el momento cuando el Señor juzga la causa de Israel. He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza (51:36). Si hay un pueblo que ha sufrido y sufre la ira de las naciones idólatras es el pueblo de Israel. Cuando digo Israel estoy siempre incluyendo a todos los que hemos sido injertados en él por la fe en el Mesías, formamos un solo pueblo, llamados por Juan: los santos y los mártires de Jesús, los que tienen el testimonio de Jesús. La ira de las naciones (incluyendo en ellas el poder político, económico y religioso) siempre está contra el pueblo escogido de Dios, los llamados de su nombre, no digo la religión nominal, si no los redimidos por la sangre del Cordero. En el caso de los judíos la historia (incluso una parte de la historia de la iglesia) es particularmente dolorosa. El odio al judío, el antisemitismo, el desprecio por ser distintos a causa de su llamamiento y el pacto dado a Abraham, solo se puede entender desde la perspectiva que estamos viendo: la naturaleza infernal de Babilonia y la bestia. Es un odio irracional, incomprensible, pero evidente hasta la nausea. Solo la dimensión espiritual de este conflicto puede acercarnos a comprender algo de sus manifestaciones. El Señor juzga la causa de Israel y la causa de la iglesia. Son complementarias. Es una misma con distinta función. El odio que reciben es común. Los redimidos del Señor tenemos una misma historia con Israel, somos conciudadanos de los santos, coparticipes de la misma promesa, la promesa del reino mesiánico que derrotará a Babilonia y levantará su trono en Jerusalén. Una vez más este es el llamamiento: Salid de Babilonia y entrad en Jerusalén.

         Hay un juicio definitivo sobre Babilonia pensado por el Señor y ejecutado por su pueblo. Será desde Jerusalén, la ciudad del gran Rey.

 

Babilonia (54)

Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre… Y se llamaban, la mayor, Ahola, y su hermana, Aholiba; las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba  (Ezequiel 23:1-4)

         Pasamos ahora a la profecía de Ezequiel sobre Babilonia, y lo primero que nos encontramos es una metáfora para mostrar que el hechizo de Babilonia ha contaminado también al pueblo de Dios. Tal es la fuerza de sus encantamientos. Erramos cuando creemos que por ser hijos de Dios no seremos seducidos por el encantamiento de la gran ciudad, llamada la madre de todas las rameras y de las abominaciones de la tierra. Vamos a meditar unos momentos en el capítulo 23 del profeta Ezequiel. Los términos que usa el profeta de Dios son similares a los de Jeremías y los del propio apóstol Juan en el libro de Apocalipsis. Se habla de fornicación, lujuria y prostitución como pecado de idolatría que ha seducido al pueblo que debía ser luz de las naciones. Este pecado emana de la idolatría que a su vez emerge de la ciudad babilónica. Es la misma idolatría que había en Egipto cuando los hijos de Israel vivieron allá antes de ser redimidos. La misma que emanaba del imperio Asirio que sedujo al reino del norte (Israel, cuya capital era Samaria y que en días de Ezequiel ya había sido llevada al cautiverio), y es también la misma idolatría que contaminó el reino del sur (Judá) seducidos por los caldeos. Piensa. La matriz que da a luz toda idolatría es una misma ciudad que se ramifica a todas las naciones. Es la madre de las abominaciones de la tierra. Es la mujer seductora llamada por el nombre de la ciudad de Babilonia. Es la misma verdad que venimos contando desde hace muchos capítulos. Ahora bien, la idolatría es la fuente de donde surge la rebelión contra Dios, pero no significa solamente postrarse ante un ídolo de madera o yeso, sino que el hechizo de la idolatría se ramifica en un comportamiento humano de diversas formas que hastía su alma y que Dios aborrece. ¿Cuáles son esas ramificaciones? Promiscuidad sexual. Adulterios y fornicaciones. Matar a sus propios hijos pasados por fuego (abortos) en el culto a Moloc. Oposición a la ley de Dios. Contaminación del santuario de adoración. Todo ello tuvo lugar en el caso de Judá en días del rey Manasés. La seducción babilónica atrapó al pueblo de Dios en una forma de vida y adoración falsa que siempre tiene el mismo origen: Babel.

         La historia de Israel nos enseña que el pueblo de Dios puede ser atrapado en la seducción babilónica hasta recibir el juicio de Dios.

 

Babilonia (55)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Es muy llamativa la seducción que hoy ejerce el llamado Estado Islámico (Daesh) sobre muchas jóvenes europeas. Oyen de muchachos guerreros dispuestos a morir por su causa, determinados a luchar con arrojo, con una puesta en escena tremendamente aberrante, violenta, sanguinaria, perversa, sin embargo, muchas jovencitas y jóvenes occidentales son atraídos a sus filas, después de un lavado de cerebro rápido para viajar a Siria y ser esclavas sexuales en el caso de las chicas, y carne de cañón, (ovejas destinadas al matadero), en el caso de muchos jóvenes; jóvenes de familias de clase media, hastiados de una vida insípida y vacua, que son atrapados por el hechizo de soldados de la yihad, dispuestos a morir matando y sembrar el terror a su paso. Desde lejos nos preguntamos ¿cómo es posible? Creo que los profetas de Israel, y la misma historia antigua del pueblo judío nos dan la respuesta. ¿De dónde procede ese poder hechicero? ¿De dónde el encantamiento? Los medios de comunicación y los políticos lo naturalizan todo, no tienen discernimiento espiritual, solo ven lo que tienen delante de sus ojos, y a veces ni eso. Es una batalla espiritual para discernir espiritualmente. Sin discernimiento, (sin visión), el pueblo perece. Gobernantes ciegos, guías de ciegos, conducen al mismo hoyo a naciones enteras. Mira el lenguaje del profeta Isaías en otro lugar: ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié?… ¿que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? (Is.42:19,20). Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado (Is.56:10,11). Los gobernantes de las naciones europeas han dado lugar a la decadencia que vivimos. Se han embrutecido con los deleites de Babilonia, han sido cegados por la seducción del islam, habiendo antes negado la fe de sus padres, renunciando y menospreciando a la herencia judeocristiana hemos sido invadidos por los caldeos yihadistas, como en su día lo fue Judá.

         Cuando las naciones cierran sus ojos a la verdad de Dios, el Señor envía un poder engañoso para que crean la mentira y sean atrapados en ella.

 

Babilonia (56)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Sigamos meditando en los mismos textos porque hay más que decir. Seamos claros y directos. En esta guerra no valen medias tintas. La tibieza y la ignorancia son dos de los mayores enemigos de todo gobernante. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes sigan diciendo que el islam es una religión de paz cuando toda su historia y la realidad del terrorismo actual dice lo contrario! ¡Cómo es posible que las obras de muerte y destrucción no sean suficientes para desenmascarar la naturaleza evidente del islam salafista! Por cierto, este islam, el salafista, es el original; sus patrocinadores y predicadores en muchas de las mezquitas que han invadido Europa y América anuncian el regreso al islam puro, el de los orígenes, es decir, el de Mahoma y su primera expansión por la espada y solo por la espada. El islam emana de Babilonia. Proviene de Babilonia. Está situado originalmente y geográficamente en Babilonia. Es decir, Mesopotamia, el actual Irak. ¡Cómo es posible que nuestros gobernantes actuales en su amplia mayoría solo reaccionen cuando han matado a docenas de personas en nuestro suelo «santo» europeo, pero están callados cuando la sangre riega pueblos y naciones de África, y por supuesto, cuando la sangre es judía! Entonces la alarma desproporcionada de los medios de comunicación, y la misma desproporción momentánea de la policía europea salen a la calle, cuando Israel lleva décadas luchando contra esta plaga de odio, muerte y cultura del caos, y siempre, digo, siempre, son criticados por su legítima defensa. ¡Es una batalla espiritual! Con sus consecuencias materiales, claro, siempre están unidas la vertiente espiritual de las cosas y su dimensión física. El hechizo viene cuando un pueblo se ha entregado a la idolatría, como Judá en la antigüedad en días de Ezequiel. Y con ella, la ceguera, la ignorancia, la necedad, el encantamiento para enamorarse aún de sus propios enemigos. ¡Increíble! ¡Enamorados de sus enemigos! Sí, Judá se enamoró de ellos a primera vista, y tomaron la iniciativa de enviar mensajeros a la tierra de los caldeos. Los invitaron a venir, tal vez con la idea ingenua de refugiados, una apariencia de bondad, falsa piedad que esconde un engaño que acaba destruyendo. La Biblia es muy actual.

         Cuando nos enamoramos de nuestros enemigos, y lo hacemos a primera vista, estamos bajo un hechizo babilónico producido por la idolatría.

 

Babilonia (57)

… Se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos  (Ezequiel 23:16,17)

         Sigamos un poco más con los mismos textos de Ezequiel. Hablábamos de enamoramiento en nuestra reflexión anterior. A menudo pensamos que el enamoramiento a primera vista es bueno, lo buscamos, lo esperamos, y a veces lo encontramos, pero como en todas las cosas buenas puede haber contraindicaciones. El enamoramiento del que habla aquí el profeta se ha producido por un hechizo, de esa forma se ha enajenado la razón, su capacidad de razonar y pensar con sensatez, rindiéndose a sus enemigos idólatras con la suavidad que produce. A partir de ahí se toman iniciativas contraproducentes motivadas por la seducción idólatra. Piensa en la vertiente natural y/o en la espiritual. Enviaron mensajeros a los caldeos, estos advirtieron la sumisión y se aprovecharon de ella. Se produjo un yugo desigual, porque ¿qué concordia tienen el templo de Dios y los ídolos? Así, pues, se llegaron a ella —a Jerusalén, llamada también Aholiba— los caldeos contaminando al pueblo de Dios, y estos contagiados voluntariamente por ellos, hasta que su alma se hastió. Hoy vivimos estas contaminaciones en una parte de la iglesia. El brillo babilónico, su esplendidez y riqueza, su vestido escarlata, de lino fino y apariencia de piedad, han sumergido a muchos cristianos en una decadencia de la que no son conscientes porque su enamoramiento de la ciudad babilónica ha enajenado sus sentidos para discernir, por tanto, se ha contaminado con el mundo y mezclado la adoración al Dios vivo con los ídolos de Babel. Lo vemos físicamente en la vida de David cuando vio a Betsabé y recreándose en una mirada lasciva fue seducido hasta el hechizo paralizador de la verdad. Lo encontramos en la vida de uno de sus hijos, Amnón, que se enamoró a primera vista de su hermana Tamar; hechizado por su belleza no descansó hasta violarla para luego aborrecerla, su alma se hastió una vez consumado el acto. Lo vemos espiritualmente en la iglesia de los gálatas, que fueron fascinados por predicadores al estilo babilónico (Gá. 3:1). Y lo vemos también en los israelitas acampados en los campos de Moab; cómo fueron seducidos por las hijas de Moab, primeramente invitados al culto idólatra, para acabar poco después en un  desenfreno sexual que trajo el juicio de Dios (Núm. 25:1-3 y 31:16).

         Para no ser atrapados en el enamoramiento consentido de Babilonia debemos salir de ella, entrar en Jerusalén y no movernos de allí.

 

Babilonia (58)

Por tanto, Aholiba, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor; los de Babilonia, y todos los caldeos…  (Ezequiel 23:22,23)

         Curiosa forma de terminar un enamoramiento: devorado por sus encantos. La Escritura dice que el corazón del hombre es engañoso, y que solo el Señor lo conoce de verdad. Una y otra vez somos engañados por nuestros sentimientos, que en algunos casos concluyen en tragedia. Fue el caso de la ciudad de Jerusalén después de haberse enamorado perdidamente de los babilonios. Aquellos caldeos vigorosos y viriles acabaron siendo sus propios verdugos. Hoy tenemos una vez más el tema de la violencia de género en primer plano de las noticias. Algunos hombres que un día prometieron amor eterno, hicieron votos de fidelidad y entrega por su amada, terminan matando a sus amantes después de un proceso degenerativo de la relación que acaba trágicamente. Eso en el terreno de las relaciones personales, siempre complejas. El caso que nos ocupa en nuestro texto tiene que ver con la fornicación idólatra de una sociedad que acaba siendo devorada por otra. La ciudad de Dios, Jerusalén, ha sido hechizada por la ciudad de perdición, Babilonia. El juicio no se hace esperar, y es el mismo Señor quién usa a los antiguos amantes para culminar su castigo por la ruptura del pacto de su pueblo. No es un caso liviano. No tiene que ver con un desliz ocasional, una caída en pecado sin la práctica que lo sustente, es más bien un comportamiento sostenido en el tiempo, corregido y censurado por sus profetas en múltiples ocasiones pero sin arrepentimiento. Estamos ante el pecado de la generación de Manasés, aquel rey de Judá que multiplicó la maldad más allá de lo que había sido la práctica de los pueblos cananeos que habitaban la tierra con anterioridad. Estamos ante la decadencia progresiva y el aumento de la maldad que subió a unos niveles de iniquidad que ni siquiera las reformas del rey Josías, siguiente rey de Judá, pudieron evitar el juicio de Dios sobre el reino del sur. La voz del profeta Ezequiel liberó el juicio del Santo sobre su propio pueblo. Y me dijo YHVH: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones? Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aún a sus hijos que había dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos (23:36,37). El aborto que se practica hoy en las naciones es un culto idólatra a Moloc.

         El juicio de Dios viene cuando la idolatría produce obras perversas en una sociedad decadente, sin temor de Dios, que incluso mata a sus hijos.

 

Babilonia (59)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones, y di: Así ha dicho YHVH el Señor sobre Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea  (Ezequiel 16:1-3)

         Estamos estudiando sobre todo la ciudad de Babilonia comparándola con la ciudad de Jerusalén que en la Biblia representan dos realidades opuestas. Ambas tienen una dimensión terrenal y otra espiritual. Quiero hacer ahora un breve regreso en el tiempo para conocer el origen de la Jerusalén terrenal. Lo encontramos en el capítulo 16 de Ezequiel. Allí se compara la ciudad con una niña que vino al mundo en unas condiciones aciagas. Nació en la tierra de Canaán, donde habitaban hombres malvados, perversos y malditos. En esa atmósfera fue dada a luz aquella niña; no fue cortado su ombligo, ni lavada, no hubo quien se compadeciese de ella, fue arrojada sobre la faz de la tierra, menospreciada justo al nacer. Su nacimiento experimentó un fuerte rechazo. Entonces pasó el Señor junto a ella, la vio sucia en sus sangres, y le dijo: ¡Vive! La hizo multiplicar, creció y se hizo grande, llegó a ser muy hermosa, se formaron sus pechos, le creció una hermosa melena, pero estaba desnuda y descubierta. Pasó otra vez el Señor al lado de ella, la miró y vio que era tiempo de amores, extendió su manto sobre ella, cubrió su desnudez, y entró en pacto con ella, y fue propiedad del Señor. Entré en pacto contigo, dice YHVH el Señor, y fuiste mía (16:8). Fue lavada, ungida, vestida de lino y seda, ataviada con adornos, puso brazaletes en sus brazos y collar a su cuello, joyas en su nariz, y una hermosa diadema en su cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado… y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu nombre entre las naciones  a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti (16:13,14). Y llegando el momento álgido de su desarrollo, (había pasado del menosprecio a reinar), ocurrió lo inesperado. Confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre (16:15). Comenzó así un deterioro progresivo hacia la decadencia que la llevó a corromperse con los ídolos de su entorno, es decir, la influencia de la ciudad ramera —Babilonia— contaminó sus caminos, olvidándose de dónde había venido. Se corrompió de tal manera que imitó los peores comportamientos idólatras. Parece imposible de creer, pero el mismo proceso lo ha vivido la iglesia de Dios en la historia.

         El origen terrenal de Jerusalén es cananeo, bajo maldición, pero llegó a reinar; luego se envaneció y prostituyó con idolatría olvidando su origen.

 

Babilonia (60)

Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas en tu sangre  (Ezequiel 16:22)

         ¡Que frágil es la memoria del hombre para olvidar su antigua miseria en los días prósperos! Esta verdad se ha repetido y se está repitiendo en estos mismos momentos en personas, familias, pueblos y naciones en la actualidad. Y por supuesto, está sucediendo en la iglesia del Señor. Porque no olvidemos que Jerusalén es un tipo de la iglesia en la Escritura. ¡Qué fácil es cargar los juicios a Israel y Judá en la Biblia y las bendiciones a la iglesia! ¡Cómo nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que somos mejores que ellos! Jerusalén, una niña desahuciada y menospreciada al nacer, creció en hermosura y prosperó por la bendición y misericordia del Señor. Pero olvidó su pasado, y con él, la realidad de su origen. Por eso se suele decir que el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. También la iglesia del Señor. El desarrollo que vemos en el mensaje de Ezequiel sobre el deterioro de Jerusalén es estremecedor. La que había recibido gracia y vida se convirtió en ciudad malvada, fornicaria, peor que ramera, en adúltera, porque buscó a sus amantes, se entregó a ellos sin paga, voluntariamente, por lujuria. Llegó a ser peor que sus hermanas Samaria y Sodoma. Su comportamiento alcanzó cotas de maldad superiores a las de Sodoma que consistieron en: soberbia, saciedad de pan, abundancia de ociosidad, no fortaleció la mano del afligido, se llenó de soberbia y abominaciones delante del Señor (16:48-50). Jerusalén, capital del reino de Judá, la superó, por tanto, atrajo el juicio de Dios inexorablemente. El Señor no tendrá por inocente al malvado. Su justicia alcanza a su pueblo también. Si hacemos un paralelismo histórico viendo a Samaria como la iglesia católica y a Judá como la iglesia protestante (verdaderamente hay muchas similitudes que no podemos concretar aquí), encontramos que se repite la soberbia doctrinal. Judá se jactó y juzgó a sus hermanas Samaria y Sodoma, pero llegó a ser peor que ellas. Jesús enseñó que miramos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Nosotros también vivíamos, en otro tiempo, sin esperanza y sin Dios en el mundo; la gracia de Dios nos alcanzó, por tanto, no juzguemos erróneamente, sino hagámoslo con justo juicio (Juan 7:24).

         La memoria frágil puede conducirnos al error olvidando nuestros antiguos fracasos para juzgar a otros con dureza. Jerusalén atrae la cordura.

 

Babilonia (61)

Pero más ha dicho YHVH el Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto? Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno  (Ezequiel 16:59,60)

         Si hay un mensaje claro en la Escritura es que si no hubiera sido por la misericordia del Señor hubiéramos perecido. Nuevas son cada mañana, grande es su fidelidad. Aunque nosotros seamos infieles, él permanece fiel. No hay justo, ni aún uno; todos se desviaron, a una se hicieron inútiles, no hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Por tanto, todos necesitamos su misericordia, todos somos deudores de su gracia, y todos podemos arrepentirnos para retornar al pacto. El Señor no tiene mala memoria, ni olvida el juramento que ha salido de su boca, el pacto que hizo con Abraham, con Moisés, con David y el nuevo pacto, establecido sobre la sangre del Mesías de Israel, el Hijo de Dios. La niña —Jerusalén— que nació en una tierra maldecida por el pecado, que fue encontrada en sus sangres y menospreciada por todos, llegó a su juventud y el Señor hizo un pacto con ella. Escogió a Sion para poner allí su nombre. Hizo construir un templo para manifestar su gloria y andar en medio de Israel. Jerusalén fue rebelde, se prostituyó, fue mezclada con Babilonia, recibió sus juicios —porque el Señor no hace acepción de personas ni de pueblos en lo que respecta a su santidad y justicia— y una vez castigada se acordó de su pacto hecho con Abraham y Moisés. Luego confirmó a David, que de su descendencia levantaría un vástago, del tronco de Isaí, para establecer su trono en Jerusalén, un reino de paz para todas las naciones de la tierra. Llegará el día cuando Jerusalén recuperará el propósito y llamamiento soberano del Dios de Israel, no así la ciudad destinada a condenación, Babilonia, la madre de todas las fornicaciones de la tierra. Hay esperanza para Jerusalén en los pactos hechos por el Señor señalados en Sion, pero hay un destino distinto para la ciudad de perdición. Salgamos de Babilonia aunque llevemos el nombre de Jerusalén. El Señor conoce a los que son suyos, y apártese de iniquidad todo aquel que invoca su nombre. Dios perdona los pecados de Jerusalén, pero de Babilonia hay que salir y huir. Ezequiel termina su mensaje con estas palabras: cuando yo perdone todo lo que hiciste (16:63). Hay perdón en Jerusalén, pero juicio eterno en Babilonia, porque esta ciudad alberga la sede de quién ha sido destinado a condenación.

         Regresar a la cobertura del pacto hecho por el Señor nos hará recuperar el propósito para el cual fuimos llamados antes de nacer.

 

Babilonia (62)

Aconteció en el undécimo año, en el día primero del mes, que vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré llena, y ella desierta…  (Ezequiel 26:1,2)

         Con esta meditación entramos en tres capítulos del libro de Ezequiel donde vamos a ir viendo el juicio anunciado sobre Tiro. Antes de nada debemos situarnos y reseñar algunos datos sobre la ciudad de Tiro para poder contextualizar la profecía. Tiro era la ciudad más importante de la antigua Fenicia, situada en la región conocida hoy como El Líbano, al norte de Israel. Otra ciudad fenicia era Sidón, de donde procedía Jezabel, la hija de Et-baal rey de los sidonios, que se casó con Acab, rey de Israel, en cuyo reino introdujo el culto a Baal (1 Reyes 16:31,32). Ambas ciudades, junto con Biblos, y algunas otras, tuvieron durante mucho tiempo una influencia predominante en la cuenca Mediterránea. Los fenicios establecieron colonias en muchos de los puertos del Mare Nostrum, llegaron hasta el sur de Iberia y fundaron Gadir, la actual ciudad de Cádiz. A ellos les debemos en nuestro país el alfabeto, que tiene una importancia extraordinaria en la Historia de la cultura humana, la agricultura y la ganadería avanzada, la producción del aceite de oliva, la metalurgia, la navegación, el consumo y el comercio. Su aportación a la historia de España antes de la llegada de los romanos fue extraordinaria. Los fenicios fundaron la ciudad de Cartago, actualmente Túnez, que rivalizó por el dominio mundial con Roma. Cartago fue derrotada en las guerras púnicas, y una vez destruida se despejó el camino para el dominio del Imperio Romano. Pero siglos antes, Fenicia tuvo gran relevancia. Tiro mantuvo relaciones amistosas con el rey David y Salomón. De esta ciudad procedía Hiram, uno de los artífices de la construcción del templo de Jerusalén, además de aportar grandes cantidades de madera del Líbano. Ahora el profeta Ezequiel anuncia juicio sobre Tiro por su actitud reprobable hacia el castigo que sufrió Jerusalén. Nabucodonosor la sometió a un asedio que duró trece años, hasta que finalmente fue conquistada. Esta ciudad fenicia habló contra Jerusalén diciendo: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones. Veremos cómo se consumó el juicio en esta ciudad que vino a ser una hija aventajada de la antigua Babilonia.

         Tiro, antigua dominadora del comercio en toda la cuenca mediterránea, se ve ahora expuesta al juicio de Dios por su soberbia actitud ante Jerusalén.

 

Babilonia (63)

… por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus olas  (Ezequiel 26:3)

         Hemos dicho en nuestra meditación anterior que Tiro se presenta en el libro del profeta Ezequiel como una hija adelantada de Babilonia. Recordemos que la manifestación de la ciudad contaminadora de todas las naciones es múltiple. En el caso de la ciudad de Tiro nos encontramos con el sistema financiero mundial a través del comercio en muchas naciones. Lo veremos con detenimiento más adelante, ahora quiero detenerme en lo que atrajo el juicio de Dios sobre esta ciudad populosa e influyente. Los primeros versículos del capítulo que estamos estudiando lo dejan claro, fue su actitud hacia la ciudad de Jerusalén. Recordemos. La capital del reino de Judá había sido juzgada por el Señor y llevada al cautiverio babilónico. El templo fue destruido y la pérdida de su influencia comercial y política en la zona fue aprovechada por la ciudad de Tiro para beneficio propio. Esto desagradó al Señor. La ciudad fenicia tampoco se libraría de ser conquistada por Nabucodonosor después de un asedio de trece años. Hay un dicho popular que dice: no hacer leña del árbol caído. Jesús dijo: el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, por tanto, nunca debemos alegrarnos del mal ajeno, y mucho menos tratar de sacar provecho de su debilidad. Esta actitud desagrada a Dios. El reino de Edom también cometió este pecado en el mismo tiempo recibiendo la reprobación divina por ello. El salmista lo expresó así: Oh YHVH, recuerda contra los hijos e Edom el día de Jerusalén, cuando decían: arrasadla, arrasadla hasta los cimientos. Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste (Sal.137:7,8). Edom es llamada hija de Babilonia actuando conforme a su naturaleza contra Judá. También Tiro era hija de Babilonia en este sentido. A ambos reinos les une su odio a Jerusalén, como ocurre hoy con muchas naciones islámicas, curiosamente situadas geográficamente en la misma zona, y también a muchas naciones de Europa y otros lugares por su antisemitismo. Esta actitud atrae el juicio de Dios. Está escrito: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré. El profeta Abdías lo anunció contra Edom (Abdías 1,3,10-15). Por su parte el profeta Ezequiel lo declaró sobre la ciudad de Tiro. El Señor no cambia.

         Las naciones del mundo deberían aprender las consecuencias que se derivan de su odio a Israel expresado en antisemitismo. Esta actitud atrae maldición a los pueblos y acaba acelerando el juicio de Dios.

 

Babilonia (64)

Porque así ha dicho YHVH el Señor: He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho pueblo  (Ezequiel 26:7)

         Encontramos en esta profecía un enfrentamiento entre la Babilonia física, representada aquí por el rey Nabucodonosor, contra una hija espiritual de Babilonia como madre de todas las rameras en relación a la ciudad de Tiro, que mas adelante veremos representa el poder económico mundial y su sistema financiero a través del comercio de todo tipo. Por tanto, podemos ver un enfrentamiento entre los ejércitos de Mesopotamia (simbolizados hoy por el islam), contra el poder económico mundial (representados hoy por la City de Londres, Wall Street y ciudades del sudeste asiático) encarnado en la ciudad de Tiro. La palabra proviene del mismo Señor, diciendo: He aquí del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor. Nada ocurre sin el permiso soberano del Rey del universo. Se anuncia juicio sobre la ciudad fenicia a través del dominio de la misma Babilonia. Este juicio está recogido por diversos profetas. Veamos. Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todo el territorio de Filistea?… vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra (Joel 3:4-6). El Señor es celoso de su pueblo, está escrito que es la niña de sus ojos, por tanto, llega la hora de su juicio sobre aquellas naciones que pelean contra Israel y los planes de Dios en su restauración. También lo vemos en el profeta Amós. Así ha dicho YHVH: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos. Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios (Amós 1:9,10). Este pacto entre hermanos puede referirse a las alianzas que hicieron el rey de Tiro con el rey David y Salomón en el pasado (1 Reyes 5:2-6,15-18 y 9:11-14). Pues bien, la infidelidad al pacto de Tiro sobre Israel fue recordado por el Señor, reprobando su actitud infiel. Vemos como se repite una y otra vez la trascendencia que tiene el trato dado a Israel por las naciones vecinas. La política no pasa desapercibida para el Señor de toda la tierra. Jesús habló del juicio a todas las naciones por el trato dado a Israel (Mateo 25:31-46). «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». Es un principio espiritual ineludible. Lo cual no quita que el mismo Israel sea también juzgado por el Señor como hemos visto anteriormente.

         La Escritura no deja lugar a dudas: hay un juicio decretado sobre aquellas naciones que oprimen a Israel y pretenden destruirla.

 

Babilonia (65)

Porque así ha dicho YHVH el Señor: Yo te convertiré en ciudad desolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán. Y te haré descender con los que descienden al sepulcro… Te convertiré en espanto, y dejarás de ser; serás buscada, y nunca más serás hallada, dice YHVH el Señor  (Ezequiel 26:19-21)

         Los fenicios fueron durante varios siglos una sociedad pujante, muy influyente en toda la cuenca mediterránea. Ya en el siglo IX a.C. una colonia tiria fundó la ciudad de Cartago (la actual Túnez) que rivalizó con Roma. Finalmente los romanos se impusieron al general cartaginés Aníbal y desde entonces el dominio sobre el mundo conocido perteneció al Imperio Romano. Partiendo de Tiro, Sidón, Biblos y otras ciudades fenicias se establecieron colonias en las principales ciudades de ambas costas del Mediterráneo, llegando hasta «el fin del mundo» conocido, el Non Plus Ultra de los griegos, la ciudad de Gadir (actual Cádiz) en el sur de la Península Ibérica, y antiguo reino de Tartessos. Por tanto, estamos ante unas ciudades estado de gran trascendencia en el devenir histórico antiguo. Sin embargo, la piedra de tropiezo para Tiro fue Israel. Según los profetas del reino de Judá, lo que aceleró su caída y la pérdida de su dominio económico fue el trato infiel que dieron a Israel. Lo hemos reseñado en la anterior meditación en palabras de Joel y Amós. A su comportamiento impío hacia el pueblo de Dios añadió la soberbia de sentirse inexpugnable por su influencia mundial. Siempre aparece en la historia de los pueblos la arrogancia por la prosperidad como detonante de su caída. Si a ello le añadimos un antisemitismo militante tenemos un cóctel mortal para precipitar su desaparición. Esta verdad se desprende una y otra vez de la revelación bíblica manifestada por los profetas. Ezequiel lo pone de manifiesto con claridad. Por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones (26:2). Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura (27:3). Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste; Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares… (28:2). De lo que hay en el corazón, dijo Jesús, habla la boca. Tiro habló con arrogancia contra Jerusalén, se enalteció por sus riquezas y esto fue la causa de su ruina. Esta forma de hablar es propia de nuestra generación. Por otro lado, la teología del reemplazo en la iglesia menosprecia los pactos de Dios con Israel.

Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Es soberbia oponerse a su soberanía frente a Jerusalén y jactarse como dios.

 

Babilonia (66)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Tú, hijo de hombre, levanta endechas sobre Tiro. Dirás a Tiro, que está asentada a las orillas del mar, la que trafica con los pueblos de muchas costas: Así ha dicho YHVH el Señor: Tiro, tú has dicho: Yo soy de perfecta hermosura. En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron completaron tu belleza  (Ezequiel 27:1-4)

         Está escrito: Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron (Rom.15:4). También dice el apóstol: Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron… y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (1 Co.10:6,11). Las naciones prósperas de hoy deberían comprender que corren un gran peligro si actúan con autosuficiencia, ignoran voluntariamente la profecía, y se levantan con soberbia oponiéndose a Israel mediante el antisemitismo o apoyando la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones). No debemos ignorar lo que está escrito, y aquello que la historia nos enseña. Tiro y los fenicios consiguieron durante un tiempo ser ciudades-estado de gran relevancia mundial. Su comercio se extendió por todo el Mediterráneo, que es como decir el mundo conocido de la época. El capítulo 27 de Ezequiel nos da una relación exhaustiva de su comercio con las principales ciudades y naciones de la zona. Fueron años, décadas y siglos de predominio comercial. Esto atrajo grandes riquezas a Tiro y Sidón, que a su vez formó grandes ejércitos, tuvo enorme influencia, y por supuesto, grandes arrogancias. Su importante industria naviera fue tan exitosa que dominaron los mares estableciendo un sistema comercial y financiero que creó una inmensa riqueza, y con ella el engaño de la autosuficiencia, pensamientos inflados que les hicieron confundirse con dioses en forma humana, aupado por las adulaciones del resto de las ciudades importantes con quienes traficaban. Entonces el Señor habla a la ciudad de Tiro mediante el profeta. Piensa. Dios habla a una ciudad como si fuera una persona. Las ciudades tienen personalidad propia. Seguramente hay una potestad predominante que implanta su carácter sobre ella influyendo en las autoridades que asumen la naturaleza de esa potestad, liberando la influencia demoniaca sobre ella. Jesús habló en ciertas ocasiones a Jerusalén por no conocer el tiempo de su visitación. ¿Por qué somos tan soberbios para pensar que las ciudades populosas de nuestras naciones han de ser distintas?

         El Señor habla a las ciudades que han adquirido personalidad propia con su sello distintivo, y lo hace para corregir lo deficiente en sus gobernantes.

 

Babilonia (67)

Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo comerciaba en tus ferias… Javán, Tubal y Mesec comerciaban también contigo… Los de la casa de Togarma… comerciaban en tu mercado… Edom traficaba contigo… Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo… Damasco comerciaba contigo… Arabia y todos los príncipes de Cedar traficaban contigo… Estos mercaderes tuyos negociaban contigo en varias cosas… Las naves de Tarsis eran como tus caravanas que traían tus mercancías; así llegaste a ser opulenta, te multiplicaste en gran manera en medio de los mares (Ezequiel 27:12-25)

         ¡Abrumador el comercio y la influencia que llegó a tener Tiro y las ciudades fenicias! Favorecidas por la costa sobre la cual estaban asentadas, su pericia para la navegación, y su destreza para el comercio y los negocios hacen de Tiro la envidia de muchas de las grandes ciudades en la actualidad. La relación del profeta sobre ciudades y reinos que comerciaron con Tiro; la lista detallada que hace de sus productos y el resultado de todo ello la iguala a la ciudad de Babilonia que aparece en Apocalipsis 18. Una comparación de los productos nos deja asombrados por la similitud de sus ventas. No podemos aquí desarrollar un estudio minucioso, pero debemos sacar algunas conclusiones. El comercio siempre es motivo de prosperidad en las ciudades y naciones. Las ciudades costeras tienen ventaja sobre las del interior, y sus mercancías pueden moverse con mayor rapidez, produciendo un comercio e intercambio entre pueblos que favorece a ambos. Las ferias comerciales modernas son reflejo de la actividad iniciada por los fenicios. Un comercio mundial favorece una economía de mercado mundial que produce un sistema económico mundial y acumula la riqueza en aquellas ciudades que sepan hacer mejores negocios. Esa acumulación de riqueza produce algunos efectos secundarios. Las potestades superiores acaban estableciendo su dominio espiritual sobre esas ciudades a través de los gobernantes, empresarios, banqueros y autoridades religiosas para establecer un gobierno mundial que lleve a los pueblos dócilmente a sus propósitos según el modelo piloto que se llevó a cabo en la llanura de Sinar, en Babel. Y con todo este conglomerado de pasiones aparece en el corazón del hombre un dominio tan fuerte que lo lleva a confiar en sí mismo de una forma que acaba considerándose un dios, emanciparse del Creador y con ello precipitar su caída y el justo juicio de Dios.

         El corazón engañoso del hombre acaba cediendo a la influencia irrefrenable de sus logros comerciales que lo llevan a su caída en desgracia.

 

Babilonia (68)

¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar? Cuando tus mercaderías salían de las naves, saciabas a muchos pueblos; a los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tu comercio… tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti… Los mercaderes de los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre, dejarás de ser (Ezequiel 27:32-36)

         El salmista nos advierte: Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas (Sal.62:10). Jesús también lo hace una y otra vez en sus enseñanzas. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y el apóstol Pablo escribe: Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Tim.6:9,10). Hoy en muchos púlpitos cuando se leen estos textos rápidamente se pone el énfasis en que el problema está en el amor al dinero, no en el dinero mismo, éste es neutro, se enfatiza. La realidad es que parece haber muy poca capacidad en el ser humano para no ser subyugado por el brillo del oro. Dinero, poder y sexo son una triada diabólica que hunden a los hombres en perdición haciendo emerger lo peor de la naturaleza humana. Sin embargo, hay personas prósperas en la Biblia que no sucumbieron a semejante tentación: Abraham, Isaac, Jacob, Job, David y muchos otros. Pablo dice a Timoteo: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en Dios, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Tim.6:17). No fue el caso de la ciudad de Tiro y sus habitantes. Como tampoco lo será el de las ciudades y naciones de hoy que prosperan un tiempo para envanecerse cayendo presa de sus propios excesos. Lo efímero de las riquezas pone a prueba el devenir de los pueblos. La historia revela que grandes ciudades e imperios antiguos cayeron y nunca más se han levantado. ¿Qué nos hace pensar que las ciudades prósperas de Europa y América lo serán siempre? Si hubo juicio para Tiro, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas, lo habrá también para las nuestras si seguimos los mismos patrones de comportamiento. Dios no cambia. Las generaciones van y vienen, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Nuestro afán actual por las riquezas, el confort y el lujo desmesurado nos iguala a Tiro y su caída. Seamos sabios y aprendamos del testimonio escrito para todas las generaciones.

         Busquemos primero el reino de Dios y todo lo demás será añadido.

 

Babilonia (69)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         En este capítulo de Ezequiel nos encontramos con la fusión que se establece entre el comportamiento de la ciudad de Tiro y su príncipe, −la influencia que llegaron a tener sobre todo el Mediterráneo, es decir, todo el mundo conocido, que dio lugar a un comercio mundial con su consiguiente dominio y poder sobre otros pueblos y naciones−, con las potestades superiores. El éxito de la ciudad de Tiro en mantener un mercado común europeo, (aunque ciertamente superaba las fronteras de Europa y llegaba hasta el Oriente Medio), propició, (o tal vez vino motivado por su vinculación anterior a la fuerza que ejercía el poder babilónico sobre ella), una combinación de fuerzas naturales y sobrenaturales. Me explico. El ser humano tiene las potencialidades que el Creador le ha dado para dominar sobre la creación, ejercer de mayordomo y administrar lo que ha sido puesto bajo su custodia, pero una vez que se emancipa de la fuente de su autoridad, es decir, el Hacedor de todas las cosas, se activa otro poder espiritual que lo subyuga y ejerce su persuasión sobre él para conducirle más lejos aún de su dependencia primaria, inyectar en el ser humano su naturaleza rebelde y doblegarle a su dominio mediante la rebelión contra el Creador pretendiendo ocupar su lugar. Esa fue la caída de Lucifer, el ángel o querubín caído, que ahora se proyecta sobre la naturaleza del hombre para conseguir los mismos resultados. Todo ello se desprende del texto que tenemos para meditar. Una vez que la ciudad de Tiro consiguió una posición de influencia sobre las demás naciones mediante su comercio, aparece en la revelación que nos da el profeta de Dios, una fusión de voluntades entre el hombre y el que Jesús llama el príncipe de este mundo, y el apóstol Pablo, el príncipe de la potestad del aire, que opera sobre los hijos desobediencia, o hijos de ira. Por eso, el profeta Ezequiel se dirige en su mensaje de este capítulo al príncipe de Tiro, y en el desarrollo de su exposición pone de manifiesto que está viendo en él al querubín, sello de la perfección, sabiduría y hermosura que estuvo en Edén.

         El profeta Ezequiel revela que detrás del éxito económico del príncipe de Tiro se manifestaba una naturaleza que sobrepasaba el ámbito natural.

 

Babilonia (70)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         La Biblia muestra con toda claridad que hay un mundo visible y otro invisible. Que este ejerce su influencia sobre aquel mucho más de lo que podemos percibir, de ahí que se hable de sentidos espirituales, de discernimiento de espíritus, de no creer a todo espíritu, sino de probarlos. El mismo ser humano está compuesto de espíritu, alma y cuerpo, es un ser tripartito, con la evidencia de que puede ser influenciado mas allá de su consciencia por el mundo invisible. El mismo apóstol Pedro lo fue, cuando llevado por afectos humanos quiso impedir que Jesús fuera a la cruz, y el Señor le reprendió con palabras duras: ¡Quítate de delante de mí Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. La fascinación, el hechizo momentáneo, el magnetismo, el carisma arrollador que ejercen algunos líderes sobre las multitudes solo se puede entender desde la influencia irresistible    que en un momento dado puede ejercer un ser humano sobre pueblos y naciones mediante la activación de las potestades superiores sobre su voluntad y razón. Es lo que vemos en el príncipe de Tiro. El profeta le llama hombre, pero a la vez ve una potestad dominante que lo ha subyugado mediante el orgullo para implantar en él su propia naturaleza que le lleva a querer ser igual a Dios. Todo comienza por la boca. Como dice el dicho popular: por la boca muere el pez. Así está escrito: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste… La soberbia da lugar a una forma determinada de hablar. A la vez, la manera de hablar pone de manifiesto lo que hay en el corazón de la persona. Por las palabras somos justificados o condenados. De lo que hay en el corazón habla la boca. Por eso está escrito: Sobre toda cosa guardada, guarda el corazón, porque de él mana la vida. La soberbia se había producido por el éxito comercial innegable de la ciudad de Tiro, y en concreto en la cabeza de esa ciudad, su príncipe (Is. 7:7-9). Una vez dominada la persona que ejerce autoridad sobre el pueblo, la naturaleza del mal puede abrirse camino fácilmente hacia las multitudes.

         Las personas que ejercen autoridad deben estar bajo autoridad, de lo contrario quedarán expuestos al dominio de las potestades superiores.

 

Babilonia (71)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         Veamos algo más sobre el significado de ser cabeza en la Escritura. Toda autoridad viene de Dios. Pablo enseña: Cristo es cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo (1 Co.11:3). Este es un mensaje impopular en nuestra generación, contraria a toda autoridad, seguramente por los excesos y falta de modelos reales de lo que significa ser cabeza. La idea errónea es que significa ser «jefe», mandar, imponerse, cautivar, dominar. Pero esa no es la verdad que se expresa en la Escritura. Cabeza en la Biblia siempre significa estar bajo autoridad, estar sujeto a, para poder ejercerla debidamente sobre. El hombre estaba sujeto a la cabeza, que es Cristo, pero cuando pecó se emancipó y escogió una aparente libertad que lo llevó a la esclavitud. Por tanto, toda emancipación de la autoridad significa acabar en esclavitud. Jesús, el postrer Adán, nació y vivió en un mundo caído, pero nunca se emancipó del Padre; vivió sujeto a su voluntad hasta la muerte, por eso triunfó en la resurrección y fue exaltado hasta lo sumo, recibiendo toda autoridad en el cielo y en la tierra. Ahora tiene un nombre que es sobre todo nombre. Los ladrones y salteadores de la autoridad nunca se sujetan, solo en apariencia, por tanto, acaban siendo tiranos, ejerciendo dominio a costa de la libertad de los demás, y para ello deben usar el miedo, la manipulación y el engaño para mantenerse en autoridad. Cuando el hombre de éxito, en cualquier ámbito, se enseñorea de quienes están bajo su autoridad es porque ha dejado de estar sujeto él mismo. Se ha emancipado como mayordomo pensando que tiene derecho a hacerlo y ha creído ser un dios; la soberbia activará en él la misma naturaleza de la primera personalidad espiritual que se rebeló contra Dios, y a partir de ese momento quedará preso de ese dominio que lo impulsará a su propia ruina, causada por una combinación de factores humanos, −muy humanos−; el apóstol los llama las obras de la carne; un poder hechicero cauterizará su conciencia para perder su humanidad y llegar al engaño de creer que es dios. Eso es lo que ocurrió con el príncipe de Tiro y su autoridad sobre la ciudad fenicia.

         Nuestra generación vive atrapada en este engaño por su soberbia.

 

Babilonia (72)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; (Ezequiel 28:1-2)

         Si hubiéramos entendido el principio bíblico de autoridad y cabeza, junto con el de mayordomía, no seríamos tan negligentes a la hora de orar por los reyes y los que están en eminencia, es decir, las personas que ocupan el lugar de cabeza en una sociedad. Son ellos quienes están más expuestos a los ataques demoníacos y más sutiles, apelando a los instintos más bajos para doblegar la voluntad y tiranizar la mente, su forma de pensar mediante ideologías, espíritus engañadores y doctrinas de demonios, y a partir de ellas dominar pueblos y naciones en el ámbito político, económico, cultural, social, religioso. El profeta Isaías escribió: La cabeza de Siria es Damasco [su capital], y la cabeza de Damasco, Rezín [su rey]… Y la cabeza de Efraín es Samaria [su capital], y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías [su rey]. Y añade unas palabras misteriosas: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Is.7:1,8-9). Observa el orden. La cabeza de una nación es su capital, y dentro de la capital el rey. En esos lugares y sobre esas personas ejercerán su dominio principal las potestades espirituales. Por eso el profeta Ezequiel en el texto que tenemos de base en las últimas meditaciones se dirige a la autoridad de la ciudad, en él están representados todos sus ciudadanos, porque el carácter predominante de los líderes se acaba extendiendo a quienes están bajo su dominio, aceptando su influencia como algo natural o cultural, justificando el mal de muchos en el consuelo de todos. Pues bien, el profeta se dirige a la cabeza de Tiro para exponer su mensaje. Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto, he aquí yo traigo sobre ti… (28:6,7). Y a partir de ese momento se presenta el juicio al que ha sido sometida la ciudad de Tiro. Sin embargo, las cosas no suceden de un momento a otro, el juicio de Dios tiene su desarrollo, y en su misericordia, espera que el hombre se arrepienta. El recorrido lo recoge el proverbio: Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu (Pr.16:18). Este proceso está activado en nuestra generación y debemos pararlo con arrepentimiento sincero.

         La soberbia y avaricia que echaron a perder el comercio y la prosperidad de Tiro producirá los mismos resultados en nosotros si seguimos los mismos pasos.

 

Babilonia (73)

Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón (Ezequiel 28:4-5)

         Hay personas y pueblos especialmente dotados para los negocios. No todos valemos para ello. Los fenicios, y especialmente los tirios, sí lo fueron. La mezcla de talento y astucia para los negocios los llevó a dominar durante mucho tiempo el comercio marítimo en todo el Mediterráneo. Pero no nos engañemos, todos sabemos que hay pocos negocios que no acaben ensuciando nuestras manos, directa o indirectamente, a medida que penetramos en sus entrañas. Los diversos intereses que afloran en todo negocio hacen surgir también lo peor de la naturaleza humana. El egoísmo suele imponerse, la avaricia acaba dominando los motivos que un día fueron honestos, y cuando caemos en la cuenta hemos sido atrapados en redes y lazos que hacen muy difícil mantener su desarrollo sin entrar en áreas sombrías del alma que oscurecen los sentidos. Entonces damos inicio a gestiones con cierta dosis de manipulación, otras veces presionamos o coaccionamos para conseguir los objetivos, y por fin perdemos la honestidad que nos hace insensibles para ver más allá de nuestros propios intereses, sean de empresa o de estado. Una diversidad de argumentos acudirán a socorrer nuestra conciencia para que podamos transgredirla y no ser punzados por ella. Hemos llegado a la dureza del corazón. Perdemos toda sensibilidad y nos entregamos con avidez a cometer toda clase de impurezas (Efesios 4:19). Este deterioro fue el que se produjo progresivamente en Tiro, la ciudad más próspera de la antigua Fenicia, y cuyo rey enalteció su corazón para compararse con un dios. Esa altivez fue transmitida a toda su generación, que asumió con normalidad la soberbia de su idiosincrasia, confundida con la cultura comercial, justificando su acción para sobrevivir en un mundo salvaje y competitivo que no da tregua. No hemos cambiado mucho. Los mismos negocios siguen produciendo los mismos resultados. Hay un tiempo de prosperidad causada por el buen hacer, la sabiduría innata para los negocios, la sagacidad para saber contratar, comprar y vender con rentabilidad, pero cuando la arrogancia aparece, y con ella la superioridad de nuestra cultura, hemos puesto la primera piedra de la caída.

         Hacer negocios rentables requiere sabiduría, prudencia y negociar adecuadamente, aunque el mayor negocio será guardar el corazón de la soberbia cuando las riquezas aumenten.

 

Babilonia (74)

Por tanto, así ha dicho YHVH el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios, por tanto yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor (Ezequiel 28:6,7)

         Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. El que se humilla será exaltado, pero el que se enaltece, será humillado. ¡Que falta le hubiera hecho una predicación de este tipo al rey de Tiro! Aunque hoy se predica en muchos púlpitos y sin embargo seguimos cometiendo los mismos errores. El hombre, ¿qué es el hombre? Algunos dicen que el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. ¡Ojalá fueran solo dos veces! Repetimos una y otra vez los mismos errores, los mismos pecados, no aprendemos en cabeza ajena, si fuera así lo podríamos hacer de la historia del pueblo fenicio. Fueron un gran pueblo, durante siglos dominaron los mares, la navegación, el comercio y el sistema financiero mundial. Sin embargo, hoy solo queda de ellos la memoria de su antiguo esplendor. Por el contrario, el pueblo de Israel que durante siglos fue perseguido después de ser desposeído de su tierra, guardaron la fe, la sabiduría y la ciencia de la que Dios les dotó, y hoy han vuelto a rebrotar con brillantez en su tierra, siguen siendo pioneros en muchas ciencias, una bendición para la Humanidad, aunque se les oponen fuerzas mucho más fuertes que su propia debilidad nacional. Israel ha guardado su corazón en Dios, ha aprendido de sus errores y pecados y es una señal para los pueblos. Al contrario, las naciones europeas que un día fueron (lo siguen siendo en alguna medida) modelo de civilización avanzada, prósperas en industrialización, exportadoras de ciencia y valores, hoy están en decadencia porque su corazón, al estilo de Tiro, se ha levantado como corazón de Dios. Es más, Europa ha dicho: no necesitamos a Dios, nuestra potencialidad humana, nuestra ciencia y logros tecnológicos son suficientes, somos nuestro propio dios. Y como no ha tenido en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen. Los entregó en manos de sus enemigos, aquellos que durante siglos han envidiado sus riquezas, (como lo fue Roma para los bárbaros), y está siendo invadida por el islam, culturas extrañas a sus valores y principios que han abandonado. La espada está en alto. Los ataques terroristas ensucian su sabiduría y esplendor, como en Tiro.

         Europa es hoy arrogante y antisemita, como lo fue Tiro. Su corazón se ha levantado como dios, atrayendo así el juicio que enterró el esplendor de Fenicia y lo hará con nosotros si no nos arrepentimos.

 

Babilonia (75)

Vino a mi palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho YHVH el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura (Ezequiel 28:11, 12)

         Este capítulo de Ezequiel nos introduce directamente en la naturaleza del mal. El profeta ha estado emitiendo el juicio sobre Tiro, la ciudad fenicia, pero ahora hace un giro para encarar directamente a su rey, el príncipe de Tiro, y a partir de los textos que comenzamos a meditar ahora se funden en uno la persona del rey con un ente espiritual que le sobrepasa. El mensaje de Ezequiel profundiza en la naturaleza del mal que se ha entronizado en la persona del rey de Tiro. La Escritura muestra en muchos lugares que el diablo y sus huestes de maldad buscan dar expresión a su naturaleza en la tierra a través de personas, se les llama hijos de desobediencia (Ef.2:2), hijos de ira (Ef.2:3), hombres destinados a condenación (Judas 1:4), para introducir su naturaleza en el gobierno de los hombres. Jesús lo expresa así: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí… (Mt.12:43-45). Observa. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre recorre lugares buscando reposo. Ha perdido su acción en la tierra porque el cuerpo que lo sustentaba ya no lo tiene. El diablo necesita cuerpos físicos para operar en un mundo físico, aunque pertenece al mundo espiritual. Su reposo está en tener un cuerpo a través del cual expresar su naturaleza, y el mejor lugar para ello son las personas. Recuerda. Uno de los ministerios predominantes de Jesús en la tierra fue echar fuera demonios, es decir, liberar a los hombres y dejar sin expresión al diablo en sus vidas. La Biblia dice: No deis lugar al diablo. También dice: Someteos a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros. Las obras de la carne le dan lugar al diablo. La soberbia de Tiro atrajo a espíritus engañadores fusionando la personalidad del rey fenicio con la naturaleza de Satanás. La idolatría babilónica en Tiro dio una plataforma a Lucifer para actuar legalmente en la tierra. Una mezcla de riqueza, idolatría y poder económico activó la naturaleza caída del hombre con soberbia, equiparándose a Dios, hablando como Dios, y todo ello permitió que Satanás pudiera acceder a las autoridades fenicias para reproducir sus obras y expandir el pecado en las naciones de la tierra sobre las que Tiro tenía una gran influencia por su comercio. Hoy es el mismo recorrido.

         El rey de Tiro y la civilización fenicia, sello de perfección, sabiduría y hermosura en las naciones, se fusionó con la naturaleza del mal para su caída.

 

Babilonia (76)

En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación… (Ezequiel 28:13)

         La atracción seductora que va a ejercer Satanás sobre el rey de Tiro, (y que sigue ejerciendo hoy sobre millones de personas), tiene los siguientes componentes: riquezas mediante un comercio exitoso, sabiduría para expandir el comercio sobre las naciones, belleza o hermosura seductiva que apela a los apetitos de la carne, vestidos lujosos muy atractivos que cautivan los ojos y la vanagloria de la vida, ocultismo, idolatría mezclada con cultos de fuerte contenido erótico, sacrificios de niños a Moloc (hoy adoptan formas distintas como es el aborto, los efebos, niños y niñas como esclavos sexuales, pedofilia), la música con su poder hechicero sobre los sentidos y la juventud, mezclada con droga y sexo.  Todo ello y mucho más estaba reunido en la personalidad del ángel caído, Lucifer, que ahora es traspasado a las autoridades de Tiro, como en su día lo fue en Babilonia. De entre los hombres más influidos por este hechizo se levantará una oligarquía para producir un gobierno mundial que domine sobre la tierra al antiguo estilo de Nimrod en la llanura de Sinar. Por supuesto podemos resumirlo en tres poderes: político, religioso y económico. El orden puede ser indistinto. Toda esta influencia viene como un río sobre la naturaleza caída del hombre, el hombre carnal, que aún retiene en su personalidad elementos de la imagen de Dios, el potencial dado en su creación, y hacen que se fundan el espíritu del hombre con el espíritu del príncipe de este mundo para reproducir el mal en la tierra. El profeta Ezequiel ha elevado su mensaje a un personaje que habitó Edén (no podía ser el rey de Tiro) y que nos presenta ahora vestido de piedras preciosas y de música. El vestido de este ente espiritual que supera la personalidad humana del príncipe de Tiro, está compuesto de un gran atractivo. Vestidos lujosos. Vestido de música. Lucifer fue creado con instrumentos musicales, se mencionan tamboriles y flautas. El profeta Isaías nos dice que quiso ocupar el trono de Dios, es decir, robar la adoración que solo pertenece al Eterno, quiso ser semejante al Altísimo y fue derribado al Seol. El diablo cayó de su posición como director de la adoración y mantuvo la influencia de sus vestidos para «compartirlos» ahora con todos aquellos que elijan adorarle en la tierra.

         El hombre natural es seducido por las riquezas, la belleza, la sabiduría terrenal, la moda, la música y por supuesto el poder que emana de Babel.

 

Babilonia (77)

Tú, querubín, grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad (Ezequiel 28:14,15)

         La Escritura muestra que Satanás pone su trono y ejerce su influencia en la tierra en ciertos lugares físicos, especialmente donde hay ídolos que producen religiones, ideologías, filosofías (corrientes de pensamiento que se extienden por naciones enteras), mediante doctrinas de demonios y espíritus engañadores en connivencia con hombres perversos y malos, o personas de buena voluntad engañadas con falsa piedad e intereses aparentemente humanos, sociales, religiosos o culturales. Hemos visto que Babel fue el epicentro de la actividad opositora a Dios mediante el liderazgo de Nimrod, y que su influencia se extendió a todas las naciones de la tierra. También hemos reseñado que la ciudad de Tiro vino a tener una influencia mundial mediante el comercio con las naciones del Mediterráneo y que el profeta Ezequiel ve en ella la actividad del mismo ángel caído, el querubín grande protector. Esta personalidad espiritual, Lucifer, fue creado por Dios, estuvo en el monte de Dios dirigiendo la alabanza al Señor, perfecto era en todos sus caminos, hasta que se halló en el maldad, su corazón se enalteció y quiso ser semejante al Altísimo, ocupar el trono y recibir la adoración. Luego fue echado del cielo. Los dos primeros versículos de la Biblia pudieran mostrar ese suceso. En el versículo uno dice que Dios creó los cielos y la tierra, y en el versículo dos se dice que la tierra estaba desordenada y vacía. Como Dios creó la tierra para ser habitada (Is.45:18), pudiera ser que la caída en pecado de Lucifer tuviera lugar entre ambos versículos, y se muestra el juicio de Dios que tuvo lugar. Según el maestro bíblico Derek Prince las palabras «desordenada y vacía» se traducen en hebreo tohu va-bohu. Solo hay tres textos en la Biblia donde aparecen estos dos términos juntos y en los tres se describe una desolación causada por un juicio de Dios por la maldad. Los textos son: Génesis1:1,2; Isaías 34:11 y Jeremías 4:23. La rebelión que brotó en el arcángel Luzbel atrajo el juicio de Dios produciendo desorden y vacío; confusión, como en Babel. La misma que ahora es anunciada sobre Tiro.

         La maldad hallada en el ángel caído fue introducida en la tierra por el hombre al participar de su misma naturaleza rebelde dándole expresión en sus dominios: la tierra que el Señor había puesto a su cuidado.

 

Babilonia (78)

A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector (Ezequiel 28:16)

         La palabra «contrataciones» se usa en tres ocasiones en este capítulo de Ezequiel. Este término está vinculado a la forma de actuar de Lucifer antes de la caída, cuando se halló en él iniquidad. A la vez se asocia con los contratos realizados en una gestión comercial. En ocasiones se relaciona con la habilidad de manipular a otros para conseguir un fin prefijado. Es la habilidad en los negocios que con palabras persuasivas seducen y subyugan a otros para conseguir lo que se proponen. Estas técnicas están muy de moda en los negocios, la banca, las empresas, en la política, la cultura, la moda, la música y por supuesto en el ámbito religioso para alcanzar el éxito; aderezado habitualmente con ocultismo, superstición y ritos paganos. Todo ello procede de Babilonia y estamos viendo que se relaciona con la forma de actuar de Lucifer y su personificación en el príncipe de Tiro, la ciudad fenicia que destacó durante siglos por sus negocios, su comercio mundial y la influencia que extendió por todo el Mediterráneo. No debemos perder de vista estas conexiones porque se dan con demasiada frecuencia en nuestra sociedad de consumo, preñada de compra-venta, negocios, y la competencia desenfrenada para colocar cada uno sus productos. Veamos los textos. En 28:5 se relaciona las contrataciones con sabiduría, grandeza, riquezas y enaltecimiento del corazón, todo ello vinculado con el príncipe o rey de Tiro. Podríamos conjugarlo de la siguiente manera: una habilidad innata para los negocios requiere sabiduría comercial que produce grandeza y riquezas y a causa de ella el corazón se enaltece sobre los demás. En 28:16 las contrataciones están vinculadas al querubín protector; sus operaciones tienen lugar en el monte de Dios (un lugar para identificar los lugares celestiales) produciendo iniquidad y pecado por la conspiración que se llevó a cabo para rebelarse contra el gobierno soberano de Dios, que a su vez produjo su expulsión de los lugares celestiales donde se llevaron a  cabo. Y finalmente en 28:18 vemos que se vuelve a referir a las contrataciones del querubín que lleno de maldad profanó el santuario para quedar expuesta su iniquidad y ser arrojado como ceniza sobre la tierra. Es fácil suponer que esas maquinaciones invadieron la tierra donde ahora se reproduce nuevamente la misma batalla.

         Las contrataciones que sustentan buena parte de los negocios se alimentan de la vieja estrategia de rebelión a la autoridad de aquel querubín.

 

Babilonia (79)

Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti (Ezequiel 28:17)

         Tenemos aquí dos ejemplos superpuestos de cómo la hermosura, sabiduría y esplendor originales pueden corromperse mediante la arrogancia del corazón para acabar siendo expuesto al vituperio. El primer ejemplo tiene que ver con aquel querubín creado con unas capacidades excepcionales para cumplir una misión única y exclusiva: dirigir la adoración al Dios Todopoderoso, el Rey del universo que ocupa el trono soberano. De sí mismo brotó la iniquidad por no guardar su dignidad y abandonar su propia morada y propósito (Judas 6). Por otro lado, tenemos al rey de Tiro que era el sello de las capacidades comerciales; por esa sabiduría recibida para acumular riqueza y con ella esplendor entre todas las naciones, acabó pensando y diciendo que era un dios (28:2-6) atrayendo así el juicio del Soberano y único Señor. Dos formas iguales de proceder: una con personalidad espiritual y otra persona física. La misma naturaleza en ambas. Idénticas formas de actuar. Vimos anteriormente que tanto Lucifer como el rey de Tiro, no conformes con la habilidad recibida para los negocios y contrataciones, usaron esos talentos para beneficio propio, mezclados con rebelión al Hacedor. Una y otra vez se ha repetido de forma cansina a lo largo de la historia del hombre este comportamiento. Y una y otra vez las consecuencias han sido las mismas. El que se enaltece, será humillado, y el que se humilla, será enaltecido. Luzbel se enalteció queriendo ser igual a Dios y fue desechado, arrojado de su dignidad y expuesto ante los reyes de la tierra. Ha venido a ser Satanás, el adversario, ladrón y padre de mentira, corrompiendo al ser humano que voluntariamente se rindió a su persuasión. El príncipe de Tiro, rey de la ciudad más populosa de la época, identificada con la ciudad de destrucción, (Babilonia), y dominadora de los mares, vino a ser espanto para las naciones con las que había comerciado y traficado. Fue humillada y desapareció de la historia. La misma soberbia está activada hoy en todas aquellas ciudades y naciones que viven a espaldas de Dios, se jactan de sus logros y sabiduría para el comercio, de la acumulación de riqueza y por tanto, embriagadas de esplendor y hermosura creen ser dioses atrayendo sobre sí mismas la humillación de quienes se enaltecen.

         La hermosura, sabiduría y esplendor que producen soberbia de corazón en los pueblos contra Dios será el inicio de su caída y humillación.

 

Babilonia (80)

Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser (Ezequiel 28:18,19)

         Las palabras finales del profeta Ezequiel sobre Tiro nos devuelven al paralelismo con la ciudad de Babilonia y su destrucción final. Un mismo final para ambas, y para todas aquellas ciudades en las que predomina el pecado, la maldad y la iniquidad. Dios no hace acepción de ciudades, como no hace acepción de personas. Los mismos comportamientos obtienen el mismo juicio condenatorio. Dios no puede ser burlado. El aumento de la maldad y la iniquidad, propio de la generación anterior a la venida del Mesías, enfría el amor y la vida en el Espíritu. Cuando se extiende la maldad por pueblos y naciones, globalizando la iniquidad, se llega a un nivel insoportable de pecado que sube delante del Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo, que no soportará más. Así ocurrió en los días de Noé, lo mismo en los días de Lot en Sodoma y Gomorra, también en la tierra de los cananeos, cuyo pecado subió al colmo de la maldad y fueron juzgados (Gn.15:16). La paciencia de Dios espera que los hombres se arrepientan y vivan, pero hay un día cuando se cierra la puerta del arca, y la lluvia lo inunda todo. Hay un tiempo cuando la paciencia de Dios se acaba y el fuego caerá sobre este mundo. Pero hoy es día de salvación. Por eso, si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Podemos vivir en Sodoma, en Tiro o Babilonia, pero aún de esos lugares nos rescatará el Señor, porque el Señor sabe rescatar de tentación al justo, como lo hizo con el justo Lot y lo hace con el remanente que no dobla sus rodillas ante Baal, y son sellados para Dios y su Mesías. Tiro, un día esplendor del Mediterráneo, fue consumida en ceniza por el fuego que salió de sí misma. Los pueblos vieron su caída, surgieron otras ciudades. Cartago (ciudad fundada por los fenicios) tomó el relevo un tiempo hasta que a su vez fue vencida por Roma. El viejo Imperio también cayó. Todos los reinos, hijos de Babilonia, caerán y vendrán a ser del Señor y de su Cristo. Hoy se llaman la City de Londres, Wall Street en New York y otras, todas ellas mantienen un denominador común: son hijas de Babilonia y por tanto, coherederas de su caída. Espanto serán, y para siempre dejarán de ser.

         El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras de Jesús no pasarán. Babilonia y sus sucursales caerán, pero Sión será habitada para siempre.

 

Babilonia (81)

Y oí una voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (Apocalipsis 18:4,5)

         Hay un mensaje que se repite en la Escritura una y otra vez: salid de Babilonia. Hay un llamamiento a salir. Hemos visto a través de esta larga serie sobre Babilonia que esta ciudad está destinada a condenación. No hay regeneración para ella. La única alternativa posible es salir para no participar de sus plagas. El mismo mensaje se repite de distintas formas a lo largo de la revelación de Dios. El Señor llamó a Abraham para que saliera de Ur de los caldeos (Babilonia). Lot fue apremiado por los ángeles de Dios para que saliera con su familia de Sodoma antes de ser destruida por fuego. Moisés fue enviado a Faraón, rey de Egipto, para que dejara salir a su pueblo para adorarle y no participar de sus plagas. Israel fue llamado por los profetas a salir de Babilonia (Jer. 50:8; 51:6,45). El mismo mensaje anuncia el apóstol Pablo a la iglesia para que salga de la idolatría, es decir Babilonia (2 Co.6:14-18). El evangelio anuncia la redención de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres, dejando atrás las cosas viejas e iniciar una andadura nueva de fe, justicia y santidad en Cristo. Se nos anuncia el traslado de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Col.1:13). El evangelio tiene el potencial de Dios para vivir en este mundo pasajero sin participar de sus obras impías. No conformarnos a su manera de vivir, si no caminar como extranjeros y peregrinos a la ciudad celestial. Hemos escapado de las contaminaciones que hay en el mundo y no debemos enredarnos otra vez en ellas. Hemos sido redimidos por la sangre de Jesús para entrar al reino de Dios, una dimensión de fe, obediencia, autoridad, soberanía y gracia que nos capacitará para vivir en este mundo pero no ser parte de él. En definitiva, un mismo mensaje: salid de Babilonia y entrar en Jerusalén. Hay que nacer de nuevo en otra ciudad. No es posible parchear el viejo hombre. La vieja ciudad de perdición y pecado impide la regeneración; sus condiciones «medioambientales» actúan contra la nueva naturaleza; hay que salir, nacer de nuevo con un cuerpo diseñado para otra ciudad, el cuerpo que Jesús ha hecho posible en la cruz. Hay que aprender a vivir en la nueva ciudad y no regresar a los viejos hábitos dependiendo del Espíritu Santo. Esa es la vida cristiana. Una salida para un nuevo amanecer.

         Solo se puede vencer a Babilonia saliendo de ella, y esto es posible mediante la redención que quiebra su hechizo y abre la puerta a Jerusalén.

 

Babilonia (82)

Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de YHVH, le dará su pago (Jeremías 51:6)

         Babilonia y Jerusalén son irreconciliables. No hay mediación posible para un acuerdo. Representan naturalezas radicalmente opuestas. Tinieblas y luz. Mentira y verdad. Ídolos y el Dios vivo. Pecado y santidad. Condenación y salvación. Por tanto, toda maniobra que pretenda mezclarlas está destinada al fracaso y el juicio de Dios. Babilonia representa la ciudad cuyo gobierno está en rebelión contra el Señor. Y aunque Dios la usa para sus fines, una vez realizados se impone el decreto: para siempre dejarás de ser, el Señor le dará el pago a la ciudad y todos sus habitantes. Por ello, es imprescindible salir, huir, para librar la vida y no perecer en sus juicios por la maldad que la habita. Hemos ido viendo una gran diversidad de manifestaciones que tienen su asiento en esta ciudad, hemos repetido que aparece en la Escritura con dos vertientes, una física y otra espiritual, lo mismo decimos de Jerusalén. Veamos el contraste de lo que representa cada una. Babilonia: se le llama la gran ramera; domina sobre muchos pueblos; ha influido con su idolatría a todas las naciones; es gobernada por el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia; en ella hay una adoración falsa, robada; se la identifica con incredulidad, iniquidad, tinieblas, Belial, el anticristo, riquezas injustas, inmoralidad sexual, religión y sincretismo, poder político, gobierno mundial, sistema financiero mundial, comercio que produce soberbia, ocultismo y hechicería, música y drogas, astrología y antisemitismo. Esta ciudad de perdición se identifica con la antigua Babel, Nimrod, el falso profeta, la bestia, Satanás. Por su parte, Jerusalén representa a la esposa del Cordero, el reino de Dios sobre los redimidos de toda lengua, pueblo y nación; la adoración al Dios vivo y verdadero en Espíritu y verdad; el creyente; la justicia; luz; Cristo; el templo de Dios; una vida de santidad, justificada y glorificada. Es la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. La puerta, la única puerta de entrada a esta ciudad celestial, es Cristo, el pastor de las ovejas, el camino, la verdad y la vida. La cruz del Gólgota ha abierto un camino nuevo y vivo para entrar. Un camino de fe y gracia. No se puede servir a dos señores. Hay dos caminos, pero uno solo conduce a la vida; ahora es estrecho, pero permanece por toda la eternidad. Tienes que escoger: Babilonia o Jerusalén.

         Jesús es la luz del mundo para discernir la oscuridad de Babilonia y la eternidad de Jerusalén. Es la puerta de entrada a la vida para escapar y vivir.

Carta de Pablo a los GÁLATAS

Gálatas (2)HISTORIA DE LA CARTA

Galacia. En los días del apóstol Pablo era una provincia romana situada geográficamente en lo que hoy es Turquía. Algunas de sus ciudades más importantes, y en las que Pablo fundó iglesias nuevas, eran: Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (Ver Hechos capítulos 13 y 14).

Motivo de la carta.  El motivo esencial de esta carta es salir al paso de ciertas enseñanzas judaicas que algunos maestros de la ley habían introducido. Entre ellas estaba la de obligar a guardar la ley y circuncidarse para alcanzar la salvación. El apóstol afrontó esta corriente doctrinal que diluía y mezclaba el evangelio anulando su poder, y presentando un mensaje distinto al que Pablo había predicado a los gálatas. Por ello les dijo:

Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos predicado, sea anatema [maldito]  (1:8).

Fecha. Se cree que fue escrita alrededor del año 57 d.C., diez o doce años después de haber establecido las iglesias, aunque en ese tiempo hizo varias visitas a los nuevos discípulos.

La circuncisión. Es uno de los temas centrales de esta carta. Se practicaba a todos los niños judíos a los ocho días de nacer; o a quienes se convertían al Judaísmo. Se trata de cortar el prepucio que cubre el glande del miembro viril. Fue el signo externo que Dios mandó a Abraham como señal del pacto que hizo con él y toda su descendencia (Gn.17:1-10). El apóstol de los gentiles expondrá ampliamente en esta epístola que no es necesario, para los gentiles, ser circuncidados para formar parte de la familia de Dios. El evangelio, con todo su poder, no necesita esta señal externa para producir una nueva creación (Gá. 5:6 y 6:15). De la misma manera, hay que decir que los judíos siguen practicando este rito tradicional, incluso aquellos que reciben el evangelio, como parte de su herencia judía.

Los judaizantes. Eran un sector influyente de judíos que sí habían aceptado la mesianidad de Yeshúa, pero que obligaban a los gentiles convertidos a circuncidarse para ser parte de la ciudadanía de Israel. Pablo se opuso frontalmente a esta postura, contraria a la verdad del evangelio que él había recibido por revelación de Jesucristo. La discusión se hizo tan fuerte que fue motivo del primer Concilio en la iglesia de Jerusalén (Hch.15). Muchos judíos, predicadores ambulantes, seguían insistiendo en las mismas iglesias que el apóstol Pablo había anunciado el evangelio, la obligatoriedad de acercarse a Dios mediante el Judaísmo. Los gentiles debían guardar la ley de Moisés para ser aceptados en la familia de Dios (Hch.15:24). Este mensaje produjo perturbación en los nuevos discípulos entre los gentiles, por ello se convocó el mencionado concilio, y el apóstol Pablo tuvo que escribir esta importantísima carta doctrinal para aclarar y asentar la verdad del evangelio.

GálatasENSEÑANZAS Y TEMAS DE LA CARTA

Los temas que aparecen en esta breve, pero significativa carta de Pablo, y que veremos a continuación, son estos:

  1. No hay otro evangelio (1:6-10)
  2. Cómo y de quién lo recibió Pablo (1:11-2:10)
  3. La defensa del evangelio ante Pedro y los judaizantes (2:11-21)
  4. El propósito que tuvo la ley (3:19-4:31)
  5. El significado de la promesa
  6. La promesa del Espíritu se recibe por la fe (3:1-18)
  7. La libertad y el fruto del Espíritu (5:1-6:10)
  8. Sobre la cruz de Cristo (6:11-17) (5:11) (2:20)

1.- No hay otro evangelio  (1:6-10)

El apóstol Pablo no se anduvo con rodeos cuando se trataba de defender el mensaje del evangelio. Estaba maravillado de que tan pronto los gálatas hubieran puesto su oído a otros evangelios, fascinados por el brillo falso de mensajes, seguramente atractivos para el hombre religioso y carnal, pero falsos. El evangelio es un misterio eterno revelado, por tanto, se necesita revelación, dependencia, lo cual significa que el verdadero evangelio de Dios precisa de la intervención divina para comprenderlo y recibirlo. Otros evangelios pueden ser entendidos fácilmente sin la intervención sobrenatural ―especialmente los que descansan sobre las obras para sustentarse― pero el evangelio de Dios es de Dios, no de los hombres, procede de Él, por ello, somos dependientes de su Espíritu para poder acceder a él mediante el arrepentimiento y la fe.

         El misterio que esconde el evangelio que Pablo predicó en Galacia se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero ahora ha sido manifestado por las Escrituras de los profetas. En esas Escrituras se recogen los sufrimientos del Mesías y las glorias que vendrían después para beneficio de todos los llamados del Señor. Los profetas hablaron de una gracia destinada, dirigida por Dios para que fuera alcanzada por todos aquellos que oyen el mensaje y lo reciben; anunciada por los apóstoles que predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo.

Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén (Ro.16:25-27).

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles (1 Pedro, 1:10-12).

En estos pasajes donde se recoge la esencia apostólica de lo que es el evangelio, vemos que es un mensaje eterno que había sido preparado desde antes de la fundación del mundo, por tanto, es un propósito diseñado por Dios, un plan de redención. Ese plan se fue revelando progresivamente a través de los profetas, y tuvo su culminación en la persona de Jesucristo. Ha sido revelado a través de la predicación de los apóstoles por el Espíritu Santo, y recogido en sus escritos para todas las generaciones posteriores. Pablo es consciente de este misterio revelado y de la necesidad de transmitirlo correctamente, sin adulteraciones, cuando pide la oración de los hermanos de Éfeso a favor de su apostolado.

orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;    y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar (Efesios, 6:18-20).

En su carta a los colosenses, Pablo deja constancia de esta verdad fundamental: que el mensaje que anunciaba le fue dado por Dios para ser proclamado; de esa forma el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, sería revelado. Ese misterio se sintetizaba en poner de manifiesto las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria (Colosenses, 1:24-29).

El evangelio es la buena noticia de la llegada del Mesías y Salvador del mundo (Lc.2:10,11). Es la gracia de Dios manifestada para salvar a todo aquel que cree (Tit.2:11) (Ro.3:24). Tiene su base en la obra redentora de Jesucristo, su muerte y resurrección (1 Co.15:1-5). Es el único camino para que el ser humano sea librado del poder del pecado y de la muerte; permitiendo acercarnos a Dios en plena certidumbre de fe (Jn.14:6) (Hch.4:12) (1 Ti.2:5) (Ef.3:12) (He.10:19-22). Este es el evangelio que el apóstol Pablo predicó a los gálatas y en el que debían permanecer firmes, porque no hay otro evangelio revelado a los hombres. Concluyendo: si otra persona, o un ángel del cielo, anuncian otro evangelio distinto del que les ha sido anunciado, sea anatema, maldito (1:8,9).

Hubo, y hay, quienes anunciaban otros evangelios distintos al que enseñaron los apóstoles, sobre ellos recae un juicio de maldición (1:9). Más adelante expone las bases sobre las que asienta una tesis absoluta, inequívoca, y que no admite alternativa: el evangelio de Dios es poder para salvar. Se distingue porque trae libertad al hombre y no dependencia de sistemas religiosos. Los otros «evangelios» esclavizan, perturban, roban la libertad del individuo, le frustra y nunca pueden llegar a suplir las verdaderas necesidades del ser humano (Jn.8:31,32,36) (Hch.15:24,32) (Ro.8:15; 14:17) (1 Co.14:3) (Gá.2:4; 5:1,13). La verdad del evangelio no tiene lugar con el sincretismo (sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes) de los primeros siglos; ni tiene que ver con el pretendido ecumenismo de nuestros días. El apóstol Pablo lo deja meridianamente claro en esta carta.

2.- Cómo y de quién lo recibió Pablo (1:11-2:10)

         Ahora bien, los gálatas, ―y nosotros mismos―, debemos preguntarnos ¿por qué el evangelio que predicó Pablo y los demás apóstoles es el verdadero evangelio de Dios? ¿Qué bases tenemos para poder fundamentar esta premisa básica de la fe? El apóstol va a poner su exégesis al servicio de la comprensión del mensaje eterno, con las bases que lo avalan, comenzando con estas palabras: El evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo (Gá.1:11,12).

         Pablo aseguraba que el evangelio es un misterio revelado, por ello deja claro que él mismo lo recibió por revelación, y ésta, directamente de Jesucristo, sin intervención humana.  Antes había sido un judío estricto, fariseo, perseguidor de la iglesia; hasta que el Señor mismo le salió al encuentro en el camino a Damasco (Hechos 9). Y sustenta su argumentación en las siguientes aseveraciones:

  • Fue llamado por Dios desde el vientre de su madre (1:15).
  • Fue escogido para ser apóstol a los gentiles (Hch.9:15,16) (Gá.2:7-10).
  • No consultó enseguida con hombres, sino que fue a Arabia.  Seguramente a un lugar apartado donde seguir recibiendo las revelaciones del Señor (1:17).
  • Luego fue a Damasco (1:17) donde siguió dando testimonio a los judíos de su conversión (Hch.9:20-22).
  • Mas tarde, subió a Jerusalén para ver a Pedro (1:18); y de esta manera confirmar el mensaje con aquellos que eran testigos oculares de lo que él había recibido por revelación directa. Por tanto, la revelación recibida fue confirmada por el testimonio de los demás apóstoles, que ahora eran testigos ante el pueblo de las cosas que habían visto y oído (2:6-10).

Por tanto, tenemos que el evangelio que predicó Pablo estaba en armonía con las enseñanzas de los doce apóstoles; aunque él había recibido un llamado especial para llevarlo a los gentiles (Ef.3:1-13). Fue Pablo quién mejor entendió la universalidad del evangelio: Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y coparticipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Ef.3:6). Por otro lado, el evangelio de Dios está edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra principal Jesucristo mismo (Ef.2:20).

3.- La defensa del evangelio ante Pedro y los judaizantes (2:11-21)

         El apóstol Pedro hizo un viaje a la iglesia de Antioquia de Siria, desde donde Bernabé y Pablo habían salido en su primer viaje misionero (Hch.13:1-3). Cuando el antiguo pescador llegó a la ciudad comía y se relacionaba con los hermanos gentiles, pero cuando vinieron algunos judíos, estrictos guardadores de la ley de Moisés, que le acusaron de comer con gentiles, su actitud cambió y los evitaba por temor a sus hermanos de Jerusalén (Hch.11:1-4). Incluso, el mismo Bernabé fue arrastrado por esa conducta hipócrita, que no pasó desapercibida para Pablo; por lo cual, viendo que no andaban conforme a la verdad del evangelio (2:4), en el que no hay diferencia entre judío o gentil, (3:27-28), los exhortó delante de todos, cara a cara, con estas palabras: El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley,  por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado  (2:16). Y continúa con una de las declaraciones más poderosas del mensaje del evangelio: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (2:20).

         Pablo no estuvo dispuesto a hacer nula la gracia de Dios, regresando a las viejas costumbres y ritos judíos que tenían un peso muy fuerte aún en la iglesia primitiva. Levantó su voz para que la libertad del evangelio prevaleciera con los discípulos. Y sentenció: No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (2:21). Depender de las obras de la ley para obtener el favor de Dios es colocarse bajo maldición, porque está escrito: maldito todo aquel  que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas (3:10). Concluyendo con lo dicho por el profeta Habacuc: El justo por la fe vivirá (3:11). Al final de la carta dice taxativamente: en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación (6:15).

4.- El propósito que tuvo la ley (3:19-4:31)

Pablo da continuidad a su exposición adelantándose a la pregunta que automáticamente surgiría en la mente de todo judío sincero: Entonces, ¿para qué sirve la ley? (3:19). Nosotros hoy podríamos preguntarnos: «entonces, para que sirven las buenas obras y mis tradiciones religiosas? La respuesta del apóstol es que la ley sirvió para dar a conocer el pecado del hombre y llevarlo a la necesidad de un Salvador (Ro.3:20; 5:20; 7:7). La ley ceremonial de Moisés sirvió como ayo hasta que viniera el Mesías y remediara el pecado del hombre (3:19). Una vez realizada la redención, ya no estamos bajo ayo, sino que la justicia de Dios se manifiesta mediante la fe, para todos los que creen en él (3:22) (Ro.3.21,22) (Gá.3:24,25,26; 4:2,4-7) (Jn.1:12).

         Estando ahora en Cristo, hemos sido hechos, por la fe, descendientes de Abraham y herederos de la promesa (Gá.3:29) (Ro.4:11,16,18). El autor de la carta fundamenta esta verdad en la alegoría de las dos mujeres del padre de la fe: Sara y Agar, que constituyen dos pactos bien distintos. Veamos.

AGAR:

  • Su hijo Ismael, ejemplifica al hijo de la carne.
  • Simboliza el pacto del Sinaí, la ley.
  • Lo relaciona con la Jerusalén actual que está en esclavitud (Roma).

SARA:

  • Su hijo Isaac ejemplifica al hijo de la promesa.
  • Simboliza el nuevo pacto y la gracia revelada.
  • Relacionado con la Jerusalén celestial y libre (He.12:22) (Ap.21:2,10).

         La diferencia entre ambos pactos es notable. Vemos que hay un hijo nacido según la carne que da hijos para esclavitud, estos son los descendientes de Agar; y un hijo nacido de la promesa, por el Espíritu, que da hijos en libertad. Entre ambos se establece una lucha inevitable: muerte o vida, esclavitud o libertad, religión o revelación (Ro.8:2) (Gá.4:29-31). Este conflicto prevalece aún en la vida del hijo de Dios (Ro.7:14-25) (Gá.5:16,17). La victoria está en vivir y andar en el Espíritu, llenos del Espíritu (Gá.5:25) (Ef.5:18). Veamos ahora más concretamente a que se refiere el apóstol Pablo con la promesa, una expresión que se repite ampliamente en el desarrollo de su carta.

5.- El significado de la promesa

         Para comprenderlo mejor debemos remontarnos al pacto que Dios hizo con Abraham, y que tenemos expuesto en el libro de Génesis. Ese pacto incluía el que Dios haría de Abraham una gran nación (Gn.12:2). Le bendeciría ampliamente (12:2); y esa bendición se extendería a todas las familias de la tierra (12:3). Además le daría la tierra de Canaán como herencia perpetua (13:14-17). Le daría un heredero, Isaac, y mucha descendencia, como la arena del mar y las estrellas del cielo (15:4-6). La Escritura también nos habla del pacto que Dios hizo con David, prometiéndole que de su descendencia vendría un justo que gobernaría para siempre sobre todas las naciones (2 Sam.7:16,29 y 23:3-5). Además de otras muchas promesas que Dios hizo a través de los profetas de Israel, y que tienen su cumplimiento en el advenimiento del Mesías (2 Co.1:20) (Lc.22:37). Ahora bien, en el contexto de la carta a los gálatas, la promesa se sustancia de la siguiente manera:

  • La promesa de ser hechos hijos de Dios. Adoptados como hijos  (Gá.3:26; 4:4-7).
  • La promesa del Espíritu Santo (Gá.4:6; 3:14) (Lc.24:49) (Hch.1:4;  2:33,39) (Ef.1:13,14).
  • La promesa de ser herederos con Cristo (Gá.4:7; 3:29) (Ro.8:15-17). Coherederos del mismo cuerpo (Ef.3:6; 2:19) (1 P.2:9,10). Herederos de la vida eterna (Tit.3:7) (He.1:14).

Todo ello es parte de la revelación que Pablo había recibido de Jesucristo, y que son fundamento de las buenas nuevas del evangelio de Dios para todos los hombres, judíos y gentiles.

6.- La Promesa del Espíritu se recibe por la fe (3:1-18)

         La enseñanza clara del apóstol en esta carta es que la victoria sobre la carne y vieja naturaleza es consecuencia de vivir y andar en el Espíritu; la promesa de Dios se recibe por medio de la fe, no por las obras de la ley. Como está escrito: el justo por la fe vivirá (Hab.2:4) (Gá.3:11). Los receptores del evangelio que Pablo había predicado en las ciudades de Galacia habían sido confundidos a través de predicadores judaizantes. De tal forma que los que habían comenzado la vida cristiana mediante la acción del Espíritu de Dios en sus vidas, ahora eran impelidos a regresar a los viejos rudimentos de guardar la ley para ser aceptados (Gá. 3:1-5). Habían comenzado por el Espíritu y estaban regresando a vivir en la carne, es decir, un sistema religioso ajeno al evangelio de la gracia de Dios. Pablo corrigió con valentía este error usando como ejemplo el pacto que Dios hizo con Abraham.

La Escritura dejaba claro que Abraham fue justificado por la fe antes de que viniera la ley de Moisés (3:6). La fe es anterior a la ley. La promesa dada a Abraham de ser justificado mediante la fe fue antes que la ley. Abraham es anterior a Moisés (3:16-18). La simiente de Abraham es Cristo, y su obra redentora es la base fundamental de la salvación mediante la fe en todos aquellos que la reciben; y al hacerlo, son hechos hijos de Abraham, herederos de la promesa (3:7,16,18). Cristo nos redime de la maldición de la ley, porque la ley misma dice: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley (3:10) (Dt.27:26). Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Stg.2:10,11). Para ello vino el Mesías al mundo, para cumplir la ley por nosotros (Mt.5:17); y que su justicia fuese imputada a todos aquellos que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia (2 Co.5:21) (Ro.5:17).

Por ello, los que viven según la fe son bendecidos con el creyente Abraham (3:9); no confiando en una justicia propia, sino en la justicia de Dios. Ahora, a parte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él (Ro.3:21,22). Y esa bendición, en su multiforme expresión, llega a nosotros mediante Cristo (3:14). El mismo apóstol nos enseña que hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef. 1:3). Estamos completos en él, porque en él habita corporalmente toda la plenitud de Dios, y es la cabeza de todo principado y potestad (Col.2:9,10).

7.- La libertad y el fruto del Espíritu (5:1-6:10)

         Una vez que el apóstol usó la alegoría de las dos mujeres de Abraham (Sara y Agar), con sus dos hijos (Isaac e Ismael), simbolizando los dos pactos, uno para libertad, otro para esclavitud, concluye al inicio del capítulo 5 con estas palabras: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud (5:1). Podemos perder la libertad del evangelio. Podemos regresar a los viejos rudimentos de realizar obras de cualquier sistema religioso para agradar a Dios, pretendiendo ser justificados por la justicia propia. Fue el peligro que el apóstol vio en los gálatas. En su caso era la circuncisión judía la que ponía en peligro la verdad del evangelio. Esa opción, en los gentiles, conducía a la obligación de guardar toda la ley; lo cual los desligaba de Cristo, cayendo de la gracia (5:3,4). Este es un peligro que ha estado presente en toda la historia de la iglesia. También en nuestros días. Hay quienes pretenden volver a la justicia de la ley, cualquier ley religiosa, para tratar de agradar a Dios, anunciando con ello que la obra redentora de Jesús no es suficiente. Un gravísimo error que debemos evitar. De ahí que el apóstol Pablo enfatice el hecho de mantener la libertad con la que Cristo nos ha hecho libres. Esa libertad que tuvo que defender ante el mismísimo apóstol Pedro, arrastrados por la influencia intimidadora de los judaizantes. Tal era su fuerza; tal es hoy el poder de todo sistema religioso opuesto al fundamento del evangelio, cuyo epicentro es la justicia de Dios mediante la fe en Cristo.

          Pablo pone de manifiesto, en su exégesis, que hay una batalla para mantener la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Por ello, es necesario afrontar la lucha inevitable entre las obras de la carne y el Espíritu. Es necesario andar en el Espíritu desechando las obras de la carne. La vida cristiana comienza por el Espíritu (vivimos por el Espíritu), y se debe desarrollar andando en el Espiritu. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu (5:25). La vida en el Espíritu produce libertad (2 Co.3:17), sin embargo, las obras de la carne producen esclavitud, y finalmente muerte (Ro.8:6) (Jn.8:34-36). Esta es la esencia del evangelio de Dios que está oculto a los ojos de las multitudes. Las aparentemente «deleitosas» obras de la carne (adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes) conducen irremediablemente fuera de la herencia del reino de Dios. Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (5:21). Por el contrario, el fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza) es evidencia de que la vida de Dios se expresa en nosotros con libertad, y conduce a la vida eterna (6:8). Ante esta realidad superior no hay ley porque es superada por la ley del Espíritu de vida en Cristo (5:23) (Ro.8:2); o como la llama Pablo en otro lugar, la ley de Cristo (6:2) (1 Co.9:21).

         La vida cristiana produce obras; las obras del Espiritu. No son las que nos justifican ante Dios, sino las que manifiestan el resultado de nuestra regeneración. El evangelio produce buenas obras en aquellos que han sido lavados, justificados y santificados mediante la fe en Cristo (Tit.2:14; 3:1,8,14).   La Biblia enfatiza este hecho fundamental de la fe. Porque la fe sin obras está muerta. Las obras producen recompensa eterna (2 Co.5:10). Determinan en gran medida el galardón y la función en el reino mesiánico y la eternidad (Lc.19:13,16,17,18,19-24) (He.11:24-26) (Ap.22:12). Hay un motivo trascendente para entregarnos a una vida de buenas obras, las obras del Espíritu (Jn.15:4-8). Además, Dios recibe gloria y alabanza mediante ellas (Fil.1:11). Por su parte, las obras de la carne, no tienen solamente el sentido de lo inmoral y sensual, sino también de todo aquello que se opone a Dios, que no le da gracias al Hacedor de todas las cosas (Ro.1:21); es obrar la salvación por sí mismo mediante justicia propia; son aquellos cuya esperanza está solamente en las cosas materiales y terrenales, que actúan según sus propios instintos (Fil.3:39) (Ro.8:5).

8.- Sobre la cruz de Cristo (6:11-17) (5:11) (2:20)

         El apóstol finaliza su carta enfatizando un tema que ha sido muy maltratado y peor comprendido, se refiere a llevar la cruz o ser crucificados con Cristo. «Llevar la cruz» se ha convertido en un concepto religioso que normalmente tiene el sentido de sobrellevar una situación lastimosa o difícil en la vida. Sin embargo, ese no es el sentido que le da la Escritura.

Llevar la cruz es un requisito previo al discipulado. Nadie puede ser discípulo de Jesús si antes no ha tomado su cruz y le sigue con determinación (Lc.14:27). ¿Qué significa llevar la cruz? Alguien lo definió de la siguiente manera: La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargó sobre el Hijo de Dios, y que el mundo cargará sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente.

Llevar la cruz significa decir la verdad en todo momento, andar en luz (Ef.4:25; 5:7-12). Significa no avergonzarse del Señor delante de los hombres (Lc.12:8,9). Revela la victoria de Jesús sobre el pecado, la muerte y Satanás (1 Jn.3:5,8). Significa que hemos sido redimidos de la maldición de la ley (Gá.3:13,14). En ocasiones es persecución (Gá.5:11 y 6:12) (Mt.5:11,12). Significa que he muerto para el mundo, con su sistema de valores, y el mundo ha muerto para mí (Gá.6:14) (1 Jn.2:15-17). Significa ser contado por loco o insensato, pero que actúa el poder de Dios en nosotros (Gá.5:11) (1 Co.1:18). Significa que ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí (Gá.2:20). Que Jesús es mi Señor, he sido comprado con su sangre, y ya no me pertenezco; soy hijo de Dios, y si vivo, vivo para el Señor, y si muero, lo hago para el Señor. Vivo para aquel que murió y resucitó por mí (Ro.14:8,9) (2 Co.5:14-16) (1 P.4:1-5). Estas son algunas respuestas de lo que significa, según las Escrituras, llevar la cruz e ir en pos del Maestro.

Cuán lejos estamos, una gran parte de la iglesia de nuestros días, de esta verdad esencial del evangelio. Para los gálatas fue la obligación de ser circuncidados y guardar la ley el detonante para robarles la libertad que habían adquirido mediante el evangelio. Para nosotros hoy es una sociedad hedonista, cuyos valores son la cultura del placer, el mínimo esfuerzo, la negación del dolor, el sufrimiento y la abnegación por los demás. Puede ser que hoy la mayoría de nosotros no tengamos el problema de caer de la gracia mediante el rito de la circuncisión y guardar las obras de la ley para ser salvos, pero el aumento de la maldad que nos rodea ha enfriado nuestro amor por Dios de tal forma que ya no sabemos nada de lo que significa la vida discipular, llevando la cruz de Cristo, y siendo crucificados con él.

CONCLUSIÓN

         Esta carta que Pablo escribiera a los gálatas tenía el propósito de corregir las falsas enseñanzas que los llamados judaizantes habían introducido en la iglesia. Al hacerlo, nos ha dejado un documento extraordinario de los fundamentos del evangelio que el apóstol de los gentiles predicó. Con esta carta afirmó a los discípulos en la fe y la vida del Espíritu. Les abrió su propio corazón contándoles cómo había recibido el mensaje del evangelio mediante revelación directa; cómo lo había confirmado con los demás apóstoles y las Escrituras de los profetas, que siguen siendo la base esencial de nuestra fe. En ella tenemos contenido la totalidad del mensaje del evangelio de Dios, y no hay otro evangelio, aunque sea anunciado por ángeles. Debemos, por tanto, asegurarnos si el evangelio que hemos creído y recibido está en concordancia plena con la enseñanza apostólica, que a su vez emana de los profetas de Israel.

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO

1.-  ¿Qué ciudades comprendía la provincia de Galacia?

2.-  En Hechos 13 y 14 encontramos la historia de las iglesias en Galacia. Haz un resumen breve de las circunstancias que rodearon la fundación de dichas iglesias.

3.-  ¿Por qué tuvo que escribir Pablo esta carta?

4.-  ¿Qué es lo que distingue el evangelio de Dios de otros mensajes religiosos, políticos y humanos?

5.-  ¿Sobre qué bases se apoya el evangelio de Dios que predicó el apóstol Pablo?

6.-  ¿Qué propósito tuvo la ley dada a Moisés?

7.-  ¿A qué se refiere Pablo en Gálatas cuando habla de la promesa? ¿A qué promesa se refiere?

8.-  ¿Qué significado tiene la expresión: «vivir según la carne»?

9.- Explica la diferencia de vivir según la carne o según el Espíritu, es decir, el fruto de la carne y el fruto del Espíritu.

Segunda de CORINTIOS

Segunda de CorintiosHISTORIA DE LA CARTA

Poco después de escribir su primera carta a los corintios, Pablo estuvo a punto de perder la vida en el alboroto ocasionado en Éfeso (Hch.19). Partió hacia Macedonia y allí se encontró con Tito, que le traía noticias de los creyentes en Corinto, y cómo habían aceptado la carta anterior con sus amonestaciones. En general fueron bien recibidas, pero aún había entre los líderes quienes ponían en duda la autoridad apostólica de Pablo; por ello escribe esta segunda carta como defensa de su ministerio. Algunas de las cuestiones que Pablo aborda en aquí también aparecen en la anterior epístola, ampliando así ciertos aspectos y enseñanzas de la vida cristiana.

ENSEÑANZAS Y TEMAS DE LA CARTA

En esta segunda carta a los corintios no encontramos tanta variedad de temas como en la primera, aunque sí podemos ver alguno de ellos expuestos más extensamente. Nos detendremos más en aquellos que aún no fueron mencionados. Hemos escogido el siguiente recorrido:

  1. Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)
  2. Sobre el Nuevo Pacto (3:1-6:2)
  3. La tristeza que es según Dios (7:2-16)
  4. Acerca de las ofrendas (8:1-9:15)
  5. Lo que es un ministro de Dios (10:1-12:13) (6:3-13)
  6. Probando nuestra fe (13:1-10)
  1. Dios Consolador (1:3-11) (7:4-7,13)

De la manera que en la vida del cristiano se producen tiempos de tribulación, asimismo los de consolación. Pablo menciona 17 veces la palabra «consolar» en los pasajes que ahora estudiamos. Consolar es: aliviar la pena o aflicción de uno. Pablo va a tener que hacer mención en esta carta, más allá de su intención inicial, de los sufrimientos que como ministro de Dios tuvo que padecer; sin embargo, comienza poniendo su mirada en la consolación de Dios en medio de toda su aflicción.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios (1:3,4).

Hay un por qué bendecir a Dios en medio de las tribulaciones, habiendo sido consolados, pudiendo luego consolar a otras personas que más tarde atravesarán por el mismo tipo de conflicto. El apóstol había sido consolado en Macedonia por medio de la llegada de Tito. Dios usó a Tito para bendecir a Pablo, y él a su vez había sido consolado por los hermanos de Corinto. Estamos ante la reciprocidad y comunión del Cuerpo de Cristo, en el cual, cuando uno padece, los demás sufren con él, y cuando otro experimenta contentamiento los demás también participan de él (7:4-7,13). Es uno de los múltiples motivos de la importancia de congregarnos como iglesia. Un énfasis que la Escritura no soslaya (1 Co.14:26) (Sal.133:1-3) (He.10:24,25).

  1. Sobre el Nuevo Pacto (3:1-6:2)

Las Escrituras mencionan varios pactos que Dios ha hecho con el hombre. Algunos de ellos fueron con Noé, Abraham, Moisés y el pueblo de Israel.  Luego hizo un pacto con David y su descendencia, de quien nacería el Mesías. Cuando vino Cristo, Dios hizo un «nuevo pacto» que alcanza a todos los hombres y naciones. Este pacto es definitivo y eterno.  Algunos de los anteriores fueron preludio del gran pacto de Dios con el ser humano a través de la obra de Cristo. Pablo dice que ha sido hecho ministro competente de éste nuevo pacto (3:6). Veamos algunas de sus características.

Texto (Jeremías 31:31-34)

  • Está dirigido en primer lugar al pueblo de Israel, en el cual somos injertados mediante la fe en el Mesías judío.
  • Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón (He.10:16).
  • Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado (He.8:7-12).

Texto (Ezequiel 36:25-27)

  • Os daré un corazón nuevo. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu (Jl.2:28,29) (Hch.2:16 ss.) (Ro.8:2-4).
  • Es un pacto vinculado al derramamiento del Espíritu sobre todos los que entran en él. El judío primeramente, y también el griego. No es grabado en piedras, sino en el corazón (2 Co.3:6-8).
  • Es un pacto de gloria, la gloria de Dios en nosotros  (2 Co.3:8,18).
  • De justificación, no de condenación (2 Co.3:9) (Ro.3:21-31).
  • La justicia de Dios cumplida en nosotros. (Ro.8:2-4) (2 Co.5:21).
  • Tenemos acceso hasta el lugar Santísimo (He.10:18-25).
  • Somos aceptados por Dios como hijos (Ef.1:6; 3:11-13).
  • Es un pacto de fe (2 Co.4:13) (Ro.1:17) (He.11:6) (2 Co.5:7).
  • De nueva vida bajo el señorío de Cristo y su voluntad (2 Co.5:14-17).
  • De gracia, no de obras (2 Co.6:1) (Ef.2:8-10) (Ro.3:24).
  • Contiene seguridad de salvación (2 Co.6:2) (Jn.5:24).
  1. La tristeza que es según Dios (7:2-16)

En la primera carta el apóstol produjo en los creyentes una tristeza que los llevó al arrepentimiento. Pablo trató asuntos delicados y difíciles surgiendo así un sentir de tristeza que llevó a los corintios a cambiar y corregir lo que era necesario. Esta tristeza es llamada «según la voluntad de Dios». Produce arrepentimiento y éste restaura el gozo de la salvación (Sal.32:3,5) (Sal.51:1,2,10-12). Sin embargo, también habla el apóstol de una tristeza del mundo que produce muerte. La salvación y la nueva vida en Cristo nos libran de esa clase de tristeza llevándonos al gozo de la vida de fe en el Señor y su palabra. Muchísimas personas en el mundo están viviendo hoy sumergidas en ese tipo de tristeza. El temor, la incertidumbre e inseguridad, la falta de amor y un sinfín de situaciones adversas, mantienen al hombre de hoy sumido en una profunda tristeza que llevan a buscar remedio en el alcohol, las drogas, el sexo, la infidelidad, sucedáneos que nunca pueden librarle de su estado depresivo. Por su parte, el evangelio que presenta el apóstol de los gentiles satisface plenamente la necesidad del hombre y restaura la tristeza en gozo (Ef.5:18-20) (Jn.7:37-39).

  1. Acerca de las ofrendas. (8:1-9:15)

Pablo expone ahora un tema importante en la vida de la iglesia, −aunque no debemos dejar por ello que ocupe un lugar preeminente en el culto− y que debemos entender bien: las ofrendas en la obra de Dios. En estos dos capítulos tenemos ciertos principios fundamentales sobre este asunto, que también se abordan en otros lugares de las Escrituras. El trasfondo es el siguiente. Pablo recogía una ofrenda para llevarla a los hermanos de Jerusalén y Judea, que estaban atravesando un periodo de crisis en el país. Al iniciar su desarrollo lo hace poniendo como ejemplo de entrega a este servicio a las iglesias de Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea), que curiosamente eran poblaciones, al menos las congregaciones mencionadas, con un poder adquisitivo inferior al de la región de Acaya, más próspera en aquel tiempo, y que atravesaban un periodo de tribulación económica, lo cual no fue motivo para frenar su abundante generosidad. Os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad (8:1-4).

Como quiera que este tema siempre despierta enconos, y toca aspectos delicados de la convivencia, analicemos los principios generales que el apóstol desarrolla aquí y que deben estar presentes a la hora de estudiar sobre las ofrendas; tema que en nuestros días ha llegado a ser llamativa y negativamente predominante en algunos contextos religiosos, siempre sensibles y dados a los excesos y el abuso.

a. Primero es necesario darse al Señor (8:5). Es necesario haber nacido de nuevo para entender bien que nuestras ofrendas son parte del servicio a Dios, una consecuencia natural en nuestra nueva manera de vivir (1Co.2:14).

b. Es una obra de gracia (8:6,7). Es una obra que nace del amor, viendo la necesidad, y que actúa sin pedir nada a cambio, aunque siempre hay consecuencias (positivas y negativas) en la manera de tratar este asunto (Mt.6:2-4) (Mt.10:8).

c. Es para mostrar el amor sincero y la buena voluntad (8:8,19). La fe obra por el amor. Y el amor siempre se manifiesta en buenas obras; en una voluntad dispuesta para compartir con el que tiene necesidad (Ef.4:28).

d. Se hace para la gloria de Dios (8:19). Lo hacemos en fe, mirando al Señor. (Col.3:17,23) (Mt.6:3,4). Para su gloria (1 Co.10:31) (2 Co.9:13).

e. Produce acción de gracias a Dios (9:11,12).

f. Es parte de la obediencia al evangelio (9:13).

g. Se ofrenda por generosidad, no por exigencia (9:5).

h. Cómo y cuánto dar. Conforme a lo que uno tiene (8:11,12). Con el corazón (9:7). Con alegría (9:7). Dios ama al dador alegre. Todo lo que hacemos es por fe, no por obligación, y el que actúa en fe está contento porque lo hace en amor (Ro.14:22,23) (He.11:6).

i. Leyes espirituales sobre el dar. La siembra escasa produce poco (9:6). La siembra abundante produce abundantemente (9:6). Este principio opera no solamente en lo económico, sino en todo lo que hacemos.

j. Consecuencias y resultados. Nada faltará a los que dan así (9:8). Hay provisión, multiplicación y beneficio en todo (9:10,11). Suple lo que falta a los necesitados (9:12).

En resumen, todo comienza con la entrega al Señor de nuestras vidas, continuando con una vida de fe y obediencia a la palabra del Señor. Esta nueva forma de vivir generosa, conforme al corazón de Dios, nuestro Padre, producirá bendición en otros y en nosotros mismos. El motivo no es egoísta o mercantilista, sino el de un corazón regenerado y agradecido, que ama a Dios y al prójimo con todo lo que es y todo lo que tiene. En los últimos años ha habido un abuso de estos principios dando como resultado una teología llamada de la prosperidad que pretende comerciar con los valores del reino de Dios, pero el Señor conoce los corazones de cada uno, y que se aparte de iniquidad todo aquel que invoca su nombre. No podemos engañarle. No somos más fuertes que Él. Conoce las intenciones de nuestro corazón. El concepto de abundancia o prosperidad se ha deformado y torcido de tal forma que ha perdido su sentido esencial. Entiendo que prosperidad es tener nuestras necesidades básicas suplidas y que podemos compartir con otros según lo que tenemos, no según lo que no tenemos. Nunca tiene que ver con la codicia o el amor al dinero. Jamás es un síntoma inequívoco de la bendición de Dios, porque no todos los hombres de Dios vivieron siempre con todas sus necesidades cubiertas, sino que muchos de ellos pasaron tiempos de gran necesidad. Uno de ellos el mismo apóstol Pablo, que vivió tiempos de necesidad y abundancia, para concluir con esta máxima: todo, lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil.4:11-13).

  1. Lo que es un ministro de Dios (10:1-12:13) (6:3-13)

Otro de los conflictos que tuvo que afrontar Pablo en la iglesia de Corinto fue el de su autoridad apostólica. Algunos líderes la ponían en duda y él tuvo que adoptar una postura osada para defenderse ante sus detractores que de otra forma nunca hubiera hecho. El apóstol explicó su llamado con las consecuencias de sufrimiento que padeció nada más iniciarse (Hch.9:15,16). Luego hace dos listas de gran parte de esos padecimientos que como apóstol experimentó en su vida. La primera la encontramos en 2 Co.6:3-10; y la segunda en 2 Co.11:23-28. Un paseo por ellas nos dará una panorámica existencial de lo que significó para el autor de esta carta su llamado al apostolado. Luego se ve en la obligación de exponer, como sello de su autoridad, las visiones y revelaciones que ha recibido del Señor, aunque para ello tenga que parecer como loco (12:1-6). Para que no se envaneciera e inflara de orgullo por las revelaciones recibidas le fue dado un aguijón en su carne (siempre un debate «entretenido» en qué consistía), con la conclusión de que la gracia de Dios le bastaba para sobreponerse a ello (12:7-10). Por último menciona las señales de autoridad y respaldo divino que ha recibido su ministerio, sustentándolo en los siguientes términos: paciencia, prodigios y milagros (12:12,13) (Ro.15:18-21). Con todo ello, el apóstol lo que pretende es confirmar la autoridad, revelación y sabiduría que ha recibido del Señor y que le fue dada para la edificación de los hermanos (13:10) (10:8). El alcance de la gracia recibida de Dios en el ministerio del apóstol Pablo llega hasta nosotros a través de sus cartas en el Nuevo Testamento (2 Pedro 3:15,16).

  1. Probando nuestra fe. (13:1-10)

Por último, Pablo insta a los creyentes de Corinto a ponerse a prueba y examinarse cada uno a sí mismo, para ver si están en la fe. La Biblia nos enseña esta verdad en otros lugares, ya que el corazón del hombre es engañoso, más que todas las cosas (Jer.17:9,10), por ello necesitamos examinarlo a menudo para no abrazar engaños que podamos pasarlos por verdades reveladas. El salmista David conocía bien esta trampa, por ello apelaba al Señor para que fuera El quién le examinara y le mostrara la senda de la verdad (Sal.139:1-14,23,24). En cierta ocasión exclamó: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión (Sal.19:12,13).

El autor de la carta a los Hebreos nos pone en alerta para que no haya en nosotros raíces de amargura que nos hagan apartar de la justicia y la verdad (He.12:15). Por ello, debemos mantener un examen y cuidado continuo del estado de nuestro corazón (Pr.4:23). El apóstol Juan nos da la respuesta mostrándonos la salida a través de vivir en luz y en comunión con el Dios Trino (1 Jn.1:5-7) (Jn.3:19-21).

En ocasiones el Señor usará a otros hermanos para librarnos del engaño del pecado. Usó a Natán con David (2 Sam.12:7). La disciplina puede venir a través de otros miembros del Cuerpo de Cristo para nuestra edificación y salvación. Debemos estar dispuestos a recibirla en beneficio del desarrollo de nuestras vidas espirituales y la salud de la iglesia (Pr.4:13; 12:15; 19:20) (He.3:12,13;  10:24,25).

CONCLUSIONES

En esta segunda carta de Pablo a los corintios, el apóstol comienza presentándonos a Dios como nuestro Consolador. Se adentra después en el complejo asunto del Nuevo Pacto que tan a menudo mezclamos con el pacto mosaico. Al respecto debemos diferenciar la ley moral (que no ha sido abrogada y está presente y dentro de la ley de Cristo), de la ley ritual y legislativa (que fue dada al pueblo de Israel, y cuya aplicación ha sufrido sustanciales variantes desde la destrucción del templo). Hemos visto también la diferencia entre la tristeza que es según Dios, que produce arrepentimiento; de aquella otra que es según el mundo y que produce muerte. Trata ampliamente el tema de la ofrenda que estaba recogiendo para los hermanos de Judea, introduciendo algunos principios básicos y generales que deben regir este servicio a los santos, para ayudar a los hermanos y la obra de Dios. Luego encara el conflicto presentado por algunos «superapóstoles» que habían puesto en duda la autoridad de su apostolado. Para ello echó mano de las visiones y revelaciones que el Señor le había dado para edificación. La autoridad de Pablo queda reflejada para toda la iglesia posterior en las enseñanzas de sus cartas recogidas en el Canon de las Escrituras. Y por último, termina instándonos a vivir confiados y a la vez bajo el examen y la prueba de la fe que profesamos.

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO

1.-  Que enseñanza encuentras sobre la verdad de la consolación de Dios en (1:3-11 y 7:4-7,13).

2.-  Haz una relación con los puntos que caracterizan el Nuevo Pacto.

3.-  Cómo diferencias la tristeza del mundo de la tristeza que es según Dios.

4.-   En esta carta se aborda la enseñanza sobre las ofrendas, ¿qué destacarías de esta verdad? ¿Por qué?

5.-  Después de leer las dos listas que Pablo hace de sus sufrimientos como apóstol (6:3-10 y 10:23-33), haz una relación con todos ellos. Subraya los que tú mismo hayas experimentado.

6.-  ¿Que conclusión sacas del capítulo 6 del estudio: «probando nuestra fe»?

Primera de CORINTIOS

1 de CorintiosHISTORIA DE LA CARTA

Autor. El apóstol Pablo comienza la carta dejando constancia de su autoría: Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios… a la iglesia de Dios que está en Corinto. La iglesia de Corinto había sido establecida por el apóstol de los gentiles durante los 18 meses de estancia en aquel lugar. Los pormenores de como se fundó la iglesia están narrados por Lucas en Hechos 18:1-18. Pablo se encontraba en Éfeso cuando la escribió, alrededor de tres años después de haber salido de la ciudad de Corinto. La fecha de su composición data sobre el año 57 d.C. (1 Co.16:5-8). Con anterioridad había escrito otras cartas que no se conservan (1 Co. 5:9); y también los corintios se habían puesto en contacto con el apóstol por este medio (7:1 y 8:1). En esta extensa epístola Pablo va a dar respuesta a las preguntas que los hermanos de aquella congregación le habían hecho llegar con anterioridad.

La ciudad de Corinto. En tiempos de Pablo la ciudad era la más importante de Grecia. Contaba con alrededor de 400.000 habitantes. Tenía tres puertos importantes, dada su localización geográfica, y por ellos pasaba toda clase de tráfico marítimo. Al oeste tenía el mar Adriático y Jónico, y al este el mar Egeo. Prevalecía el punto de vista comercial y materialista; así como toda clase de vicios e inmoralidades traídas a la ciudad por la multitud de marineros, comerciantes, aventureros y refugiados de otros países. La población se componía de griegos, judíos e italianos. El interés intelectual prevalecía sobre la vida moral. La iglesia estaba compuesta por gente sencilla. Los miembros eran recién convertidos del paganismo al cristianismo. Estaban rodeados de costumbres y prácticas paganas en una de las ciudades más corrompidas de aquel tiempo. El mensaje del evangelio tuvo una gran prueba en aquel lugar. Se enfrentó a múltiples manifestaciones de la naturaleza carnal del hombre y preguntas filosóficas. La primera destrucción de Corinto fue en el año 146 a.C. y sus grandes tesoros fueron llevados a Roma. Julio Cesar la restauró en el 46 a.C. y llegó a ser el gran centro comercial que hemos descrito anteriormente.  Hacia el siglo II de nuestra era se había convertido en una de las ciudades más ricas del mundo. Luego vino su segunda destrucción. Un terremoto, el paludismo y el enérgico gobierno turco la arrasaron más tarde, quedando siete columnas de un templo antiguo. Eso y una aldea cercana, es lo que queda hoy de aquella antigua ciudad de riquezas, lujo e inmoralidad.

La fundación de la iglesia. Pablo llegó a Corinto después de haber visitado Atenas. Allí conoció al matrimonio Aquila y Priscila. Juntos trabajaron en la construcción de tiendas. El apóstol predicaba los sábados en la sinagoga de los judíos; y pronto se desató la persecución al mensaje del evangelio; por ello quiso salir de la ciudad pero una intervención directa del Señor le retuvo durante un año y medio. El Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad (Hch.18:9,10). Unas palabras que han consolado y animado a muchos hermanos en muchos lugares posteriormente a lo largo de la historia de la iglesia.

ENSEÑANZAS Y TEMAS DEL LIBRO

Encontramos en esta importante carta del Nuevo Testamento una gran diversidad de temas y enseñanzas sobre múltiples aspectos de la vida congregacional, la conducta de los creyentes y el culto a Dios. Haremos un breve recorrido por la mayoría de ellos que pueden servir de introducción para un estudio posterior mas profundo. Los que veremos son los siguientes:

  1. ¿Divisiones en el cuerpo de Cristo? (1:10-17) (3:1-23)
  2. La palabra de la cruz y la revelación del Espíritu (1:18-2:16)
  3. Los derechos de un apóstol (4:1-21) (9:1-27)
  4. Un caso de fornicación (5:1-13)
  5. Juicios ante los incrédulos (6:1-11)
  6. Templo del Espíritu Santo (6:12-20) (3:16) (2 Co.6:14-18)
  7. Sobre el matrimonio (7:1-40)
  8. Sobre la carne sacrificada a ídolos (8:1-13) (10:23-33)
  9. Sobre la idolatría (10:1-22)
  10. La mujer en la iglesia (11:1-16) (14:33-40)
  11. Acerca de la cena del Señor (11:17-34)
  12. Los dones espirituales (12:1-11) (12:31) (14:1,2)
  13. La iglesia: el cuerpo de Cristo (12:12-31)
  14. La excelencia del amor (13:1-13)
  15. La profecía y hablar en lenguas (14:1-40)
  16. La resurrección (15:1-58)
  17. Las ofrendas (16:1-4)

1. ¿Divisiones en el cuerpo de Cristo? (1:10-17) (3:1-23)

Una de las prioridades de la iglesia es guardar la unidad. El Señor oró por ella de manera clara en su oración sacerdotal (Jn.17:11,21,22). Pablo enseñó acerca de esta gran verdad (Ef.4:1-16). Los corintios se habían dividido según los diferentes líderes de la iglesia, cada uno escogió al que le parecía más interesante. «Yo soy de Pablo. Yo de Apolos. Yo de Pedro. Yo soy de Cristo». El apóstol les dijo con rotundidez que esa actitud no era más que una señal de su inmadurez y carnalidad. No pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo (3:1-4). Por esta causa no podían asimilar las verdades sólidas de la fe cristiana. Pablo enseñó a los corintios que los ministros de Dios son servidores del evangelio, cada uno debe servir según el don y la misión que ha recibido; por tanto, cada uno recibirá su recompensa conforma a su labor (3:5,8); pero todos forman el cuerpo de Cristo. Los líderes deben ser modelos a seguir, aunque los ojos han de estar puestos en Jesús (Heb.12:2), no en los hombres. Jesucristo es el fundamento sobre el que debemos edificar nuestras vidas (3:11). Hoy tenemos el conflicto denominacional que causa divisiones en el cuerpo de Cristo, aunque no debería ser así, sino comprender que la diversidad enriquece el cuerpo y no debilitarlo. El respeto a la diversidad, dentro de la unidad establecida en la Escritura, nos hará fuertes. La diversidad de dones y ministerios debe conducirnos a la complementación que permita llevar el evangelio a todas naciones.

La locura de la cruz2. La palabra de la cruz y la revelación del Espíritu (1:18-2:16)

La predicación del evangelio es locura para los que rechazan su contenido, pero para quienes lo abrazan experimentan el poder de Dios en sus vidas; de tal forma que pueden comprender la revelación de las verdades espirituales y eternas. La semilla de la palabra de Dios produce nueva vida en el corazón, haciendo renacer la naturaleza divina que vive y permanece para siempre. Leer estos textos: 1 Pedro 1:23-2:3; Santiago 1:18 y 2 Pedro 1:3,4.

La palabra de la cruz, dice Pablo, es locura para el intelecto humano que no puede asimilar un mensaje de contenido espiritual, puesto que para él es locura y no lo puede entender (1:18-21); se precisa la acción del Espíritu de Dios para saber lo que El nos ha concedido (2:12). Además, a menudo, es anunciado por personas no dotadas inicialmente de capacidades intelectuales impresionantes (1:25-31), lo cual viene a ser, en algunos casos, piedra de tropiezo para los sabios de este mundo. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues, mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne… sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios…  Lo cual no quiere decir que sea normativo mantener la insensatez, o glorificar la ignorancia, para predicar el evangelio. Pablo no era precisamente un ignorante, aunque comprendía que toda su preparación intelectual y tradicional era inútil para anunciar a Cristo (Fil.3:7-11). Pablo sabía que era deficitario en su habilidad humana, dependiendo del Espíritu Santo para cumplir una labor que precisa del potencial espiritual, cuya revelación es necesaria para anunciarlo y recibirlo. El apóstol pone el acento de su predicación en tres aspectos fundamentales:

  • Predicar a Jesucristo crucificado.
  • No hacerlo basándose en sabiduría humana.
  • Predicarlo en el poder de Dios y la demostración del Espíritu.

Una vez anunciado el mensaje y recibido, Pablo enseña que hay una sabiduría más elevada, espiritual, la sabiduría de Dios, a la que podemos acceder mediante la revelación progresiva del Espíritu Santo (2:6-8). Es para los que han alcanzado madurez, quienes por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Heb.5:14). El Espíritu Santo enseña a hombres espirituales y maduros lo que Dios nos ha concedido (2:12).

El apóstol identifica tres tipos de personas que encontramos en las congregaciones: el hombre natural (que no ha renacido espiritualmente); el hombre espiritual (que ha madurado en la fe); y el hombre carnal o niño espiritual, que no ha crecido y mantiene un entendimiento limitado de las verdades eternas, así como un comportamiento que causa tropiezos a hermanos débiles como estaba ocurriendo en la iglesia de Corinto con diversos pecados que veremos. Esta diversidad de desarrollos espirituales es lo que hace complicadas, a veces, las relaciones personales en las congregaciones.

3. Los derechos de un apóstol (4:1-21) (9:1-27)

Los apóstoles, en el contexto que Pablo menciona en estos capítulos, son hombres que han alcanzado madurez y transmiten a otros lo que han recibido del Señor. Son servidores (no una titulación que los eleva por encima de los demás) de Cristo; administradores de los misterios de Dios; hombres fieles (4:1,2) a quienes se les ha encomendado el evangelio (1 Tes.2:3,4) (1 Tim.1:11). Son ejemplos de fe y conducta que podemos y debemos imitar (4:6,16,17) (Heb. 13:7). Entregan sus vidas en beneficio de la iglesia de Dios (Col.1:24-29). Viven en calidad de mártires (4:9). Aparecen como insensatos, débiles, despreciados; padecen hambre, sed, frío, bofetadas y no tienen un lugar fijo de residencia. Trabajan con sus manos, bendicen a los que les maldicen, padecen persecución, tienen mala fama injustamente; han venido a ser como la escoria del mundo y el desecho de todos (4:9-13). En una paradoja incomprensible, además de todo lo anterior, son padres espirituales; han engendrado a muchos por medio del evangelio (4:15); y el sello que los caracteriza es la unción del Espíritu Santo en sus vidas (4:19,20) (Ro.15:17-21).

Antes de entrar en el debate sobre si hay apóstoles hoy o no, deberíamos repasar despacio las listas que Pablo hace sobre ellos en sus cartas a los corintios. Hoy algunos son deslumbrados por las luces de neón que anuncian ministerios apostólicos a bombo y platillo. Muchos «superapóstoles» piden sometimiento incondicional a sus personalidades carismáticas. Hemos errado cuando colocamos el foco sobre la apariencia de piedad y no en la piedad misma.

Hay muchos autodenominados «siervos» que están prestos a reclamar los derechos de apóstol que el mismo Pablo enseña en esta carta, aunque la mayoría olvidan que renunció a sus derechos para no poner tropiezo al evangelio. Algunos hacen hoy lo contrario reclamando derechos, en algunos casos legítimos, manifestando el estado real de sus corazones. Porque como dijo el Maestro: donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mt.6:21). No obstante, hay derechos apostólicos que son relacionados aquí, veamos cuales son.

¿No tenemos derecho de comer y beber?  (9:4).

¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer…?  (9:5).

Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio  (9:14).

Los apóstoles verdaderos de Jesucristo siembran lo espiritual y están en su derecho de recibir apoyo material de aquellos que reciben los beneficios espirituales de su trabajo (9:11) (Ro.15:27) (Gá.6:6). Tenemos en el otro extremo del espectro eclesiástico congregaciones que abusan de la entrega incondicional de hermanos honestos y abnegados que hacen un servicio espléndido en el reino de Dios, siendo menospreciados con una actitud egoísta por parte de quienes debían alabarlos, honrarlos y cubrir sus necesidades económicas.

Por su parte Pablo no usó de sus derechos como apóstol en la iglesia de Corinto porque la inmadurez y carnalidad predominante no se lo permitía, prefiriendo no poner tropiezo ante quienes –seguramente influidos por la filosofía griega que separaba lo material y espiritual, cosa que no aparece en la Escritura, puesto que Dios es el Creador de ambas concepciones− no eran capaces de comprender que materia y espíritu son parte de una misma realidad creacional. Sin embargo, el mismo apóstol sí recibió ayuda financiera de los hermanos de Filipos que comprendían sin prejuicios esta verdad bíblica (Fil.4:10-20). Vemos como este tema, siempre controversial por sus extremos indeseables, puede aplicarse de distinta forma en función del grado de madurez espiritual de la iglesia local a la que servimos.

4. Un caso de fornicación (5:1-13)

Uno de los graves problemas con los que se encontró Pablo en la iglesia de Corinto fue el de fornicación. El diccionario explica esta palabra de la siguiente manera: «Tener ayuntamiento carnal fuera del matrimonio». La Biblia lo prohíbe expresamente (1 Co.6:18) (1 Ts.4:3). En Corinto un hombre tenía la mujer de su padre (5:1). Pablo reprocha a los responsables de la congregación que no hayan tomado ninguna decisión al respecto, y emite su propio veredicto: Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús (5:3-5). La postura que adopta el apóstol es dura y firme con el fin de que los demás hermanos no sean contaminados (5:6-11). En su segunda carta a los corintios perdonará al ofensor, después que mostró arrepentimiento, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre vosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Co.2:5-11). Lo cual pone de manifiesto que la disciplina en la iglesia, lejos de dejar de aplicarse, debe hacerse con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Gá. 6:1). En definitiva, lo que se busca es la restauración de la persona y no su destrucción.

5. Juicios ante los incrédulos (6:1-11)

Otro problema planteado en la iglesia de Corinto fue que algunos hermanos buscaban la resolución de conflictos internos en los tribunales de oficio; lo cual solo atraía descrédito al evangelio y su doctrina. En esto, nuevamente mostraban su inmadurez. Por un lado, acudiendo a los tribunales ordinarios, y el por el otro, poniendo a personas inmaduras a solventar asuntos de la iglesia que precisaba la acción de personas maduras, sabias y prudentes. Una parte de esos agravios, dice el apóstol, deben ser aceptados y soportados en beneficio del buen nombre del Señor. Aprovechando la ocasión, Pablo enseña a los corintios una de las misiones futuras de los hijos de Dios: ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? (6:11); seguramente una reseña del reinado milenial del Mesías. En definitiva, los corintios debían aprender a solucionar sus desacuerdos entre ellos; incluso, en ciertos casos, sufrir más bien el agravio y ser defraudados (6:7); aprendiendo así del Maestro, que cuando le maldecían, no respondía con maldición, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23).

Templo del Espíritu6. Templo del Espíritu Santo (6:12-20) (3:16) (2 Co.6:14-18)

En los pasajes que aparecen en este subtítulo, el autor de la carta vuelve sobre el tema de la fornicación, además de los pecados que tienen el exceso de comida como base. Al hacerlo saca a la luz una verdad gloriosa: «¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (6:19). En una sola frase la sabiduría expresada aquí por Pablo impresiona por las múltiples repercusiones que tiene y que debemos meditar. Ignorar que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo puede llevarnos a la fornicación y la gula que ponen lazos a nuestro desarrollo espiritual. Ignorar que el Espíritu de Dios está en nosotros puede conducir al pecado de ignorancia que a su vez nos introduzca en cualquier tipo de disolución. Por otro lado, el apóstol deja claro que el cuerpo, nuestro cuerpo físico, no nos pertenece, pertenece a Dios; y en otro lugar enseña, en el caso de los casados, que su cuerpo pertenece al cónyuge (7:1-4); no como una licencia para los excesos, sino manteniéndolo en santidad y honor, no en pasión de concupiscencias (1 Tes.4:4,5). Debemos incluir también aquí nuestra forma de vestir, con pudor y modestia, dice el apóstol (1 Tim.2:9,10). Todo nuestro ser debe ser guardado irreprensible hasta la venida del Señor (1 Tes.5:23). Porque hemos sido comprados por precio, debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, los cuales son de Dios (6:20). Y no hacernos esclavos de los hombres (7:23).

7. Sobre el matrimonio (7:1-40)

Los corintios habían escrito a Pablo preguntándole sobre diversos temas relacionados con el matrimonio. En este capítulo dará respuesta a una variedad de interrogantes vinculados con la vida matrimonial. Veamos cuáles son.

  1. Relaciones conyugales en el matrimonio (7:2-6). Si anteriormente hemos visto que el sexo fuera del matrimonio (fornicación, adulterio) está prohibido en las Escrituras, por el contrario, la sexualidad está reservada para el matrimonio. En ningún lugar de la Biblia se dice que el sexo sea malo; el énfasis recae sobre el orden establecido por Dios. Dentro de ese orden, la Escritura dice que es bueno y necesario (Gn.2:24) (Pr.5:15-23) (He.13:4) (1 Co.7:2-6).
  2. Casarse o quedarse soltero (7:7-9, 25-38). Lo que se desprende en el contexto amplio de la Biblia es que no hay una norma única sobre casarse o abstenerse de hacerlo, especialmente en el Nuevo Testamento. Cada uno tiene su propio don de Dios [de continencia o no] (7:7). Pablo se inclina más en este pasaje por la opinión de vivir sin la responsabilidad de una familia, con el fin de tener toda su vida enfocada hacia la predicación del evangelio. El pensamiento del apóstol es que «el tiempo es corto», por lo cual el objetivo prioritario –sea estar casados o no− es vivir orientado hacia las cosas de arriba (7:29-31). En otro contexto, en la carta a Timoteo, relacionando los requisitos para los obispos o pastores de las congregaciones, dice que deben ser maridos de una sola mujer, tener a los hijos en sujeción y cuidar de la familia de forma adecuada (1 Ti.3:2,4,5,12) (Tit.1:5,6). Y en la segunda carta a Timoteo, dentro de un escenario de falsas doctrinas y espíritus engañadores, señala que quienes prohíben casarse, o abstenerse de comer ciertos alimentos, viven bajo la influencia de la apostasía causada por doctrinas de demonios. (2 Ti. 4:1-3). De todo ello podemos concluir que la postura del apóstol de los gentiles en cuanto al tema de casarse, o no, está en dependencia a la decisión y circunstancias de cada persona en particular, culminando con esta frase: Si no tiene don de continencia, cásense (7:9).
  3. Matrimonios mixtos (7:10-20). Otra problemática que presentaba la iglesia de Corinto era la de los matrimonio mixtos, es decir, uno de los cónyuges era creyente y el otro no. El evangelio llegó a uno de los miembros de la familia y había que gestionar esta realidad. En primer lugar, dice el apóstol, no tienen por qué separarse, a no ser que el incrédulo así lo desee (tal vez esta era la situación de Pablo) y en tal caso el creyente no debe casarse otra vez (7:11). Sin embargo, es mejor permanecer juntos por dos razones: 1) porque el marido incrédulo es santificado en la mujer y viceversa, recibiendo los hijos el beneficio de la fe de sus padres, viviendo bajo una influencia de santidad y no de inmundicia (7:14). 2) Porque ¿qué sabes tú si quizá hagas salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salvo a tu mujer (7:16). En estos supuestos, quienes no creen a la palabra, son ganados sin palabra por la conducta del creyente (1 P.3:1).
  4. Las viudas (7:39-40) (1 Ti.5:3-16) (Ro.7:2,3). El hombre o la mujer casada está ligado por la ley mientras su cónyuge vive; pero si muere uno de ellos puede casarse con quién quiera, solo se precisa un requisito, que sea en el Señor. Aunque Pablo aconseja que mejor es dedicarse por entero al Señor, como Ana, la viuda que encontramos en Lc.2:36-38. Por otro lado, en su carta a Timoteo expresa la necesidad de que las viudas jóvenes se casen, y no sean chismosas y entrometidas, hablando lo que no debieran. Por su parte las viudas que ya pasan de cierta edad deben ser atendidas por sus propias familias. Vimos en el libro de Hechos que para la iglesia primitiva fue una prioridad dar la asistencia necesaria a las viudas, para ello se escogió a siete hombres llenos del Espíritu Santo que se dedicaran expresamente a ello.

8. Sobre la carne sacrificada a ídolos (8:1-13) (10:23-33)

Otra controversia suscitada en la iglesia de Corinto tuvo que ver con la carne que se sacrificaba a los ídolos. Muchas de las religiones de la época tenían como práctica habitual sacrificar animales a sus dioses; detrás de estos cultos el apóstol identifica una actividad demoníaca, aunque recuerda que el ídolo en sí mismo nada es. La carne que era sacrificada en esos cultos se llevaba luego a las carnicerías para venderla. De esta forma surgió el conflicto de si era lícito que los creyentes la consumieran o no. Se suscitó así un problema de conciencia. Había quienes decían que no les causaba ningún problema hacerlo; pero hubo otros que eran perjudicados viendo esa práctica que su conciencia no les permitía conciliar con su fe. Muchos de los corintios que recibieron el evangelio habían practicado esas costumbres paganas con anterioridad y ahora las relacionaban con su vieja vida, por ello se oponían y juzgaban a quienes lo hacían. Un tema, éste, para encontrar algunas vías de acercamiento a problemas de conciencia que siempre han afectado a la iglesia a lo largo de su historia. El apóstol encontró el equilibro entre ambas posturas, resumiéndolo de la siguiente forma:

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro… Hacedlo todo para la gloria de Dios (10:23,24,31).

Estamos aquí ante verdades no fundamentales de la fe, pero en las que hay que encontrar vías adecuadas de sabiduría y equilibro que no produzcan divisiones y tropiezos en el cuerpo. Hoy son otros los temas que molestan a unos y otros. Podíamos enumerar muchos, algunos de ellos son mas reminiscencias de la cultura heredada y tradiciones adquiridas que de doctrinas fundamentales. El apóstol nos deja algunos consejos sabios que nos sirvan de guías maestras en estos casos, aunque no en todos ellos podamos encontrar la solución deseada. Predomina la necesidad de edificar y no poner tropiezos. La esencia del evangelio es: «niéguese a sí mismo, y sígame». Pablo dice:

No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios  (10:32).

De manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano (1 Co.8:12,13).

Idolatría al dinero9. Sobre la idolatría (10:1-22)

De la misma manera que hemos visto que hay aspectos de la vida del cristiano que son optativos y dirigidos por la conciencia, cuyo fundamento debe ser el amor al prójimo; hay otros que no son opcionales, sino ordenanzas expresas del Señor. Es el caso de la idolatría (10:7,14). Ni seáis idólatras. Huid de la idolatría. Este es uno de los temas más amplios en la Escritura, y de mayor relevancia, aunque no podamos hacer aquí un estudio exhaustivo sobre él. Si diremos que, como en muchos temas doctrinales, existe la posibilidad de caer en dos extremos: la laxitud y el radicalismo. Debemos, primeramente, saber lo que es un ídolo. Hoy ya no son únicamente los que se hacen de escayola o madera, hay otros muchos ídolos que no tienen imagen propia pero son tan nocivos y seductores como aquellos. Toda la Biblia denuncia cualquier manifestación idólatra. Dios no comparte su gloria, ni la adoración, con nadie más que Él mismo (Is.42:8). Leer también (Lv.26:1) (Is.44:9-20) (Is.45:20-20-46:13) (Ez.20:18) (1 Jn.5:21). En este mismo capítulo de Corintios aparecen otros pecados como: tentar al Señor (10:9); y la murmuración (10:10). Algunos, muy iconoclastas en su posición ante la idolatría, pueden luego caer en la obstinación, que también es idolatría (1 Sam. 15:23) (Mr.7:9-13); o tentar al Señor murmurando contra Él. Toda manifestación contra la ley de Dios es pecado (1 Jn.3:4)

10. La mujer en la iglesia (11:1-16) (14:33-40)

Entramos ahora en otro de esos temas polémicos, irresolubles, y con posturas, en algunos casos, radicalmente enfrentadas. La posición de la mujer en la iglesia, y en concreto, en la enseñanza del apóstol Pablo, ha encontrado reacciones que van desde acusarle de misógino, a la de pionero en defensa de los derechos de la mujer. La estupidez humana no tiene límites, por tanto, las posturas en este tema a lo largo de los siglos han sido, y son, sin limitación de estulticia y extremismos. Hoy estamos en el extremo feminista. Anteriormente hemos vivido siglos de machismo. En ambos casos se pone de manifiesto la naturaleza caída del hombre. Las leyes de ideología de género que padecemos en la actualidad no dejan lugar a dudas; todo comienza con la corrupción del lenguaje, y aquí es donde algunas frases del autor de esta carta han dado juego a quienes las tuercen. Por un lado, para malinterpretarlas, y por otro, para torcerlas deliberadamente (ya lo anticipó el apóstol Pedro cuando comentó los escritos de Pablo: hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen 2 P.3:15,16). En ambos casos, deberíamos ir al contexto general de su enseñanza para acercarnos lo máximo posible a su pensamiento. Vayamos por partes.

Lo que primeramente se aborda en el capítulo 11 tiene que ver con el orden creacional, que Pablo recoge de la siguiente manera: Cristo es cabeza del varón; el varón es cabeza de la mujer; y Dios es la cabeza de Cristo (11:3). ¿Y qué significa ser cabeza? De forma resumida diré: ir delante. Cubrir. Asumir la responsabilidad. Dar la cara. Dar la vida por quienes están a nuestro cuidado. Ser el modelo a seguir. Jesús es la cabeza de la iglesia y dio su vida por ella, entregándose hasta la muerte. Todas las veces que hemos interpretado que la Biblia aboga por el sometimiento incondicional de la mujer al hombre hemos errado estrepitosamente, alejándonos de la verdad, y usando la Escritura de forma inadecuada; algo muy humano, carnal, pecaminoso y que atrae el juicio de Dios. El orden al que se refiere Pablo es de naturaleza espiritual, procede de la fuente de toda autoridad que es Dios mismo. Dios es Dios de orden, lo contrario nos adentra en la anarquía, la desestabilización y el caos, un regreso al estado en que da inicio la Biblia, hasta que la palabra de Dios puso orden en todas las cosas creadas (Gn.1:1,2).

Sobre el pasaje del capítulo 14:33-40, donde parece haber una exigencia para callar a las mujeres en las congregaciones, debemos acudir a dos apoyos para interpretarlo correctamente. Por un lado, el cultural y de herencia judía en la composición de las sinagogas, donde había  un altillo en el que se colocaban las mujeres, y tal vez desde aquel lugar hacían preguntas a sus maridos que interrumpían el culto. En la sinagoga del Tránsito de Toledo se puede ver perfectamente lo que digo. Pero como seguramente este argumento no es suficiente para aclarar el texto, debemos acudir a otros pasajes que amplían el tema. Es decir, interpretar un texto a la luz del contexto, y en este caso, a escritos del mismo apóstol. Si el significado fuera que las mujeres no deben participar en el culto no se entiende que el mismo apóstol en la misma carta hable de mujeres que oran o profetizan en el culto (1 Co.11:5,6,13). En el último capítulo de su carta a los Romanos Pablo hace una lista extensa de saludos a distintas personas, en las que destacan muchas mujeres, entre ellas algunas como colaboradoras del apóstol, que han trabajado mucho en el Señor (Ro.16:1,2,6,12).

Hay otro texto controvertido de Pablo en 1 Timoteo 2:9-15 donde habla de la manera de vestir de las mujeres; deben hacerlo de forma decorosa, con pudor y modestia, con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. Y añade, que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción, porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Recuerda también que Adán fue formado primero, que la mujer fue engañada, incurriendo en transgresión, y que se salvará engendrando hijos, si permanece en fe. Sin duda, un lenguaje chocante parta la mente moderna.

Brevemente. La forma de vestir modesta debe aplicarse también a los hombres; aunque todos sabemos que la mujer está dotada de un cuerpo mucho más llamativo que el masculino, y que una forma de vestir inapropiada relanza su figura como objeto sexual. Sin duda, era parte de la sociedad licenciosa de Corinto que las mujeres temerosas de Dios debían evitar. La elegancia y belleza femenina no deben ser reprimidas por mentes pecaminosas. A la vez, toda mujer cristiana debe glorificar a Dios en su forma de vestir honrando a su marido y familia. Y como diría el mismo Pablo, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre (11:16). Como está escrito: Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia está corrompidas (Tito 1:15).

En cuanto a que la mujer enseñe o predique diré lo siguiente. Ya hemos visto que el mismo Pablo menciona las oraciones y profecías públicas de las mujeres. También habla de hermanas diaconisas (Ro.16:1). Entiendo que la mujer debe estar sujeta a su cabeza al hacerlo; como lo debe estar el hombre a la suya. Ejercer dominio no solo tiene que ver con una mujer suelta y dominante; sino también con pastores al estilo Diótrefes, que no estaban sujetos a la autoridad apostólica, y mucho menos a Cristo. Y doy por hecho que la mujer puede y debe predicar si ha recibido un llamamiento del Señor, porque en el Señor, en nuestra nueva creación en Cristo, no hay varón ni mujer, sino dones y llamamientos que vienen directamente de la cabeza de la iglesia, y ningún liderazgo eclesiástico debería coartar. Los ejemplos de mujeres piadosas usadas por Dios sería muy amplio, pero muchas de ellas han tenido que luchar contra represiones doctrinales.

Me llama la atención que quienes mantienen una postura contraria a que las mujeres prediquen o ejerzan autoridad ministerial, no tengan dilema a la hora de leer sus libros, que no deja de ser otra forma de enseñar e influir bajo la autoridad de la palabra de Dios. En el mismo grupo de Jesús había muchas mujeres. La primera predicadora de su resurrección fue una mujer. Las madres enseñan a sus hijos, educan, los dan a luz, y no es posible que Pablo enseñara que se salvan engendrándolos, eso nos llevaría a otro camino de salvación, y sabemos que solo hay un evangelio y una salvación por fe en Cristo. Más bien, pienso, que el apóstol está abogando, en su mensaje a Timoteo, por el rol materno de la mujer, de gran trascendencia, y que nuestra sociedad actual ha abandonado por unas causas u otras. Para no alargarme más no entraré ahora en todos los debates al respecto.

Vemos en el libro de los Hechos que el Espíritu Santo fue derramado sobre hijos e hijas, siervos y siervas, entre ellas la madre de Jesús y otras mujeres que acompañaban a los apóstoles en el Aposento Alto. Dios no hace acepción de personas. Una reunión de mujeres orando fue donde acudió Pablo en Filipos (Hch.16:11-15). Felipe el evangelista tenía cuatro hijas que profetizaban (Hch.21:8,9). Incluso en el AT nos encontramos con mujeres que fueron escogidas por el Señor para su obra: Miriam, Débora, Ana, Ester, Noemí, Rut, Elisabeth, María y tantas y tantas otras.

Para concluir, sin acabar el debate, podemos hacerlo con las palabras del mismo Pablo, cuando dijo: en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios  (1 Co.11:11,12). Y concluye en su carta a los Gálatas: Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (3:27,28).

La cena del Señor11. Acerca de la cena del Señor (11:17-34)

Los corintios habían hecho de la santa cena una especie de fiesta donde había excesos de comida y bebida, seguramente recordando sus viejas costumbres, donde se emborrachaban y comían en exceso haciendo diferencias entre ricos y pobres. De esta manera, lo que está establecido para ser una bendición se convirtió en juicio, cuyas consecuencias eran que hubiera algunas personas enfermas, debilitadas y muchos habían muerto antes de tiempo por este hecho. El apóstol los amonesta con rotundidez y recuerda el significado del acto.

  • El cuerpo de Cristo, partido por nosotros, y simbolizado en un pan que es repartido entre todos, nos habla de la unidad de la iglesia (11:24) (10:17). Es memoria de la redención realizada y aceptada.
  • La sangre de Jesús, simbolizada por el vino, es la copa del nuevo pacto, que nos habla del perdón de los pecados (11:25) (10:16). Es memoria de la expiación consumada y aplicada.
  • La cena del Señor debe hacerse en memoria del Señor, recordando su obra y nuestra redención (11:25,26).
  • Confesamos y anunciamos nuestra fe en la obra redentora de Jesús hasta que el venga (11:26).
  • Confesamos que estamos esperando el retorno de Cristo.  (11:26b).

Este hecho tiene su base histórica en el día de la Pascua judía, cuando los israelitas salieron de Egipto, después de comer el cordero y señalar el dintel de la puerta con su sangre (Ex.12:1-51). De ahí que Jesús sea llamado el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1:29). Para los israelitas la pascua tuvo una triple bendición: Provisión (Ex.12:35,36). Liberación (Ex.12:37-41). Sanidad (Sal.105:37). No será menos para nosotros si lo tomamos en fe (He.8:6); habiéndonos examinado y probado nuestro corazón, para no dar lugar a una confesión hipócrita; puesto que en la cena del Señor confesamos ser del mismo cuerpo viviendo en amor los unos por los otros; en unidad con el cuerpo (la iglesia) y la cabeza (Cristo).

12. Los dones espirituales (12:1-11) (12:31) (14:1,2)

Los dones son capacidades o manifestaciones que están en el Espíritu, y que El reparte a cada uno en particular como El quiere. También hay una apelación a nuestra voluntad para procurarlos, con el fin de edificar la iglesia (14:12) y para provecho de los hermanos (12:7). Encontramos una lista de dones en este capítulo que no es exhaustiva, puesto que en Romanos 12:6-8 vemos que se mencionan más dones. Si unimos ambos pasajes podremos hacer la siguiente lista de dones, que tampoco será exhaustiva.

  • Palabra de sabiduría.
  • Palabra de ciencia.
  • Fe.
  • Sanidades.
  • Milagros.
  • Profecía.
  • Discernimiento de espíritus.
  • Diversos géneros de lenguas.
  • Interpretación de lenguas.
  • Servicio.
  • Enseñanza.
  • Exhortación.
  • Repartir.
  • Presidir.
  • Hacer misericordia (obra social).

El que produce estas manifestaciones siempre es el Espíritu Santo en nosotros. Negar que estos dones estén vigentes es limitar la acción del Espíritu para edificación de la iglesia. Extralimitarnos y pretender producir manifestaciones más allá de la obra del Espíritu de Dios es entrar en otro espíritu y dar lugar al error, espectáculos inapropiados, incluso a doctrinas de demonios. Está escrito que no debemos apagar el Espíritu (1 Tes.5:19); ni contristarlo (Ef.4:30); ni resistirlo (Hch.7:31). Mucho menos blasfemar contra el Espíritu Santo, confundiendo su obrar con la obra de Beelzebú o Satanás. Es lo que se desprende del contexto donde Jesús enseñó sobre ello (Mt.12:22-32). No debemos ser rápidos en calificar este pecado con demasiada ligereza. Sería contraproducente y entiendo que es una actitud progresiva contra la obra del Espíritu.

13. La iglesia: el cuerpo de Cristo (12:12-31)

Pablo usa aquí la figura del cuerpo humano para verter una gran verdad acerca de lo que es la iglesia de Jesucristo. Es un cuerpo espiritual (12:12). Cristo es la cabeza (Ef.1:22; 4:15,16) (Col.1:18). Cada uno que ha sido redimido por la sangre de Jesús forma parte del resto del cuerpo. Recibe dirección de la cabeza. Cada uno en particular tiene su función en él; todas ellas necesarias y ninguna más importante que otra. Los miembros se preocupan los unos de los otros (12:25) (Ef.4:15,16) (Col.2:19). El vínculo espiritual que los une hace posible que las repercusiones positivas o negativas de uno u otro miembro afecten al resto del cuerpo (12:26). Somos un solo cuerpo, el de Cristo, y miembros cada uno en particular con diferentes funciones y ministerios (12:28-30) (Ef.4:11-16).

Amor agape14. La excelencia del amor (13:1-13)

El motor que debe mover los dones y ministerios es el amor. Sin amor nada somos. El amor del que nos habla Pablo en este capítulo excelso sobre su naturaleza, es el amor de Dios, el amor ágape, que no busca lo suyo, es sufrido y benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, ni se envanece, no hace nada indebido, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser, las profecías si acabarán un día, y cesarán las lenguas y la ciencia, pero el amor es eterno, porque Dios es amor. Está escrito: Todas vuestras cosas sean hechas con amor (1 Co.16:14). Si hacemos las obras más increíbles, incluso por los demás, pero nuestro móvil no es el amor, vendrán a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. El amor es:

  • El amor es Dios mismo (1 Jn.4:8,16), su misma esencia. Solo de Él podemos recibirlo para poder darlo a otros (Ro.5:5).
  • El amor echa fuera el temor y la ansiedad (1 Jn.4:18).
  • El amor cubre todas las faltas (Pr.10:12) (1 P.4:8).
  • El amor de Dios rompe las cadenas de opresión, odio y amargura.
  • El amor de Dios tiene su máxima expresión en la cruz del Calvario, el que nunca comprenderemos debidamente, porque pertenece a una dimensión eterna (Ef.3:17-19) (2 Co.5:14,15) (Ro.5:8).

15. La profecía y hablar en lenguas (14:1-40)

La profecía que menciona Pablo en el capítulo 14 tiene un propósito triple. El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación (14:3). Edificar significa aquí infundir en otros sentimientos de piedad y virtud. Exhortar tiene el sentido de inducir, mediante argumentos convincentes, a una persona para que realice una acción. Consolar es aliviar la pena o aflicción. El apóstol enseña a los corintios que es más importante profetizar que hablar en lenguas, de esta manera la iglesia recibe edificación. Algunos incluyen en el profetizar la predicación. Sin duda, la predicación tiene el propósito de edificar la fe, exhortar para cambiar en la buena dirección, y consolar a los afligidos mediante palabras de esperanza. Sin embargo, el contenido en su contexto tiene la función de ser una manifestación esporádica, no premeditada, guiada por el impulso del Espíritu en una circunstancia concreta.

En cuando a hablar en lenguas es obvio que la iglesia en Corinto lo practicaba con fruición, incluso con cierto desorden en los cultos, por ello el apóstol tiene que dar instrucciones para su correcto uso, nunca para su eliminación. Este tema que a muchos ha asustado a lo largo de los últimos años, −desde que surgió el movimiento pentecostal−, en su justa medida es una ayuda maravillosa del Espíritu para la vida de oración personal; y cuando hay interprete en la congregación, para edificar a los hermanos. El texto no admite duda. El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios… El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica… Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas (14:2,4). Luego dice que debe hacerse con el debido orden; y que el propio apóstol habla en lenguas más que todos ellos (14:18). Sin duda, las lenguas no son para impresionar; y no todos que dicen hacerlo lo hacen debidamente, algunos repiten ciertas palabras una y otra vez, pero se trata de una lengua, no un balbuceo repetitivo. Es un lenguaje que no pasa por la mente, sino que procede directamente del espíritu de la persona. Como dice en otro lugar: mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto (14:14). Y añade: Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento (14:15). Una vez más es necesario decir que, el hecho de que haya quien mal usa estas manifestaciones del Espíritu, esos excesos no anulan la verdad de Dios. El que algunos lo lleven a extremos indeseados y pretendan hacer de hablar en lenguas un nivel superior de espiritualidad (absolutamente erróneo) no puede ser motivo para el rechazo; puesto que lo mismo podríamos hacer con cualquier otra verdad del evangelio. El libro de los Hechos abunda en ejemplos sobre esta práctica en la iglesia primitiva (Hch.2:4; 10:44-46; 11:15-18; 19:6). No puedo enfatizar lo suficiente la gran ayuda que significa en la vida de oración personal y en la batalla espiritual (Ro.8:26,27) (Judas 1:20).

La resurrección16. La resurrección (15:1-58)

En los primeros versículos del capítulo 15 encontramos un breve resumen de lo que es la esencia del evangelio: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y para dejar constancia de un hecho único y trascendente, que nadie, ha podido repetir ni lo hará, se apareció a una diversidad de testigos, que mas tarde dieron testimonio de la verdad de la resurrección de Jesús.

Pero esta parte esencial de la fe cristiana no iba a quedar sin su contra argumentación en forma de cizaña. Esta verdad fundamental de la fe fue atacada desde el inicio, pero los apóstoles dieron testimonio con valentía y autoridad ante quienes quisieron negarla. Pablo dice que Jesús resucitado se apareció a Pedro, luego a los doce apóstoles, y a más de quinientos hermanos, entre los que debemos resaltar a muchas de las mujeres que estuvieron con él desde Galilea. A Corinto también llegaron los negadores de esta verdad irrenunciable, por ello el apóstol expone ampliamente en este capítulo sus argumentos para rebatir el error.

Un resumen sería este. El perdón de los pecados (15:17) se asienta en la obra completa de Jesús, su muerte y resurrección; si no hubiera sido así nuestra fe es vana, dignos de lástima. Además habríamos recibido un mensaje en boca de farsantes, un ataque directo a la credibilidad de los apóstoles que lo anunciaron. Si Cristo no ha resucitado, tampoco nosotros resucitaremos, con lo que se derriba todo el edificio construido en torno a la obra redentora. La justificación descansa sobre la muerte y resurrección de Jesús; el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Ro.4:25). La nueva vida en Cristo, el nuevo nacimiento y regeneración, tiene su fundamento en ella; puesto que la misericordia de Dios nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 P.1:3).

Pero algunos preguntaban ¿cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Pablo responde de la siguiente manera:

  • Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.
  • Se siembra en deshonra, resucitará en gloria.
  • Se siembra en debilidad, resucitará en poder.
  • Se siembra un cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.
  • Hay cuerpo terrenal (Adán) y cuerpo celestial (Cristo).

El Maestro anduvo durante cuarenta días con sus discípulos en su cuerpo resucitado. Comió con ellos, habló con ellos acerca del reino, traspasó las paredes cuando estaban reunidos por temor a los fariseos, y fue alzado al cielo ante sus ojos. Por tanto, tenemos un ejemplo vivo del cuerpo resucitado de Jesús en la tierra. Un día, los que somos de Cristo, llevaremos un cuerpo como el suyo (Fil.3:20,21). Gloriosa esperanza. La muerte y su poder ha sido vencida (Heb.2:14,15). La inmortalidad ha salido a luz mediante el evangelio (2 Ti.1:9,10). Ese día, el postrer enemigo del hombre, la muerte, será destruido para siempre (1 Co.15:26). Cuando este cuerpo corruptible se vista de incorrupción, y lo mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria (15:53-54).

17. Las ofrendas (16:1-4)

Y culmina el apóstol de los gentiles su amplia exégesis haciendo una breve referencia a las ofrendas, aunque será en su segunda carta a los corintios donde abundará en su contenido. Lo veremos en nuestro próximo estudio con más calma. La reseña que sí nos deja aquí es esta: Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas (16:2).

CONCLUSIÓN FINAL

Por el contenido de esta carta sabemos que en la iglesia de Corinto se le presentaron al apóstol Pablo una diversidad de desafíos a los que tuvo que hacer frente. Sus respuestas apostólicas nos permiten, no solo conocer algunos de los conflictos de las primeras congregaciones, sino obtener valiosas aportaciones que sirven de guía a toda la iglesia. Veamos una relación:

  • Divisiones entre los hermanos.
  • Falta de madurez y conocimiento espiritual.
  • No reconocían la autoridad apostólica de Pablo.
  • Problemas de fornicación.
  • Dar mal testimonio en los tribunales civiles.
  • Interrogantes sobre el matrimonio.
  • Problemas con la comida sacrificada a los ídolos.
  • Idolatría.
  • Abusos en la santa cena.
  • Desordenes en los cultos.
  • Mal uso de los dones, especialmente el de lenguas.
  • Dudas sobre la resurrección.

Llama la atención, que a pesar de la multitud de los problemas presentados en esta congregación, y sin dejar de hacerle frente con las soluciones oportunas, el texto no titubea en cuanto a la posición de los hermanos ante Dios. Pablo se dirige a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados [separados] en Cristo Jesús, llamados a ser santos (1:2). Les dice con certeza que están en Cristo, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención (1:30). Añade más adelante que después de haber practicado todo tipo de pecados sexuales y de otra índole, ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (6:11).

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO.

1.- Haz un breve resumen de la ciudad de Corinto en los días de Pablo.

2.- Que peculiaridades destacarías de la iglesia de Corinto, así como la forma en que fue fundada.

3.- Según (1 Co.2:14-3:1) hay tres tipos de hombres, el natural, el espiritual y el carnal.  Anota las características de cada uno de ellos.

4.-  Anota dos textos sobre la idolatría y di que es exactamente.

5.-  Destaca los puntos básicos de lo que es la santa cena.

6.- ¿Quiénes reciben dones del Espíritu? ¿Cuál es el propósito de los dones y los ministerios que Dios da a la iglesia?

7.-  Que destacarías de la enseñanza de Pablo sobre la iglesia en (12:12-31).

8.-  Haz un breve resumen de lo que es el amor, según el capitulo trece, con tus propias palabras.

A los ROMANOS

ROMANOSHISTORIA DEL LIBRO

Esta carta, la más teológica del Nuevo Testamento, fue escrita por el apóstol Pablo hacia el año 57-58 d.C. cuando estaba en la ciudad de Corinto (Ro.15:22-27), en vísperas de partir para Jerusalén con la ofrenda para los hermanos de aquel lugar. Una mujer llamada Febe, natural de Cencrea, puerto oriental de Corinto, llevó la carta a Roma (16:1,2). Pablo aún no había estado en la ciudad imperial, pero pensaba visitarla pronto. La iglesia romana había sido formada años antes, tal vez por medio de un grupo de judíos residentes en aquel lugar que habían estado en Jerusalén el día de Pentecostés (Hch.2:10). El apóstol de los gentiles va a exponer aquí el contenido amplio del evangelio de Jesucristo. El desarrollo lo podemos bosquejar de la siguiente manera:

  • El evangelio de Dios (1:1-17)
  • La naturaleza del hombre caído (1:18-3:20).
  • La justificación por la fe produce una nueva naturaleza (3:21-5:21).
  • La santidad como nueva forma de vivir (6:1-23).
  • La lucha interior del hombre renacido (7:1-25).
  • La victoria a través de la vida en el Espíritu (8:1-39).
  • El endurecimiento de Israel y su restauración (9:30-11:36).
  • Aspectos prácticos de la vida cristiana (12:1-21).
  • Las autoridades y motivos de conciencia (13:1-15:6).
  • Saludos personales (16:1-27).

ROMANOS (2)ENSEÑANZAS Y TEMAS DEL LIBRO

En el primer capítulo, Pablo afirma con claridad que su misión es difundir el evangelio. Ha sido llamado a ser apóstol y apartado para el evangelio de Dios (1:1). Este mensaje había sido prometido antes por los profetas en las santas Escrituras (1:2), por lo cual deja claro desde el inicio que no es suyo, sino que ya estaba recogido previamente en los profetas de Israel. La esencia del evangelio, dice Pablo, es acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne (1:3) –poniendo de manifiesto su naturaleza humana−, y que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos (1:4), lo cual sustenta la verdad de su naturaleza divina. Por tanto, desde el principio, el apóstol deja asentado el mensaje del evangelio cuyo fundamento es Jesucristo, en su doble naturaleza, humana y divina. Todo ello anunciado con anterioridad por los profetas; de lo que podemos deducir que el evangelio que va a exponer a continuación tiene su asiento en las Escrituras de los profetas, por tanto, los apóstoles son herederos de aquel mensaje, anunciado y cumplido por el Señor, cuyos apóstoles son ahora testigos de las cosas que han visto y oído (1:5) (1 Jn.1:1-4).

Este evangelio es el que Pablo está dispuesto a anunciar en Roma (1:15). Porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (1:16). En él se manifiesta la justicia de Dios mediante la fe, como está escrito: mas el justo por la fe vivirá (1:17). A partir de ese momento el autor de la epístola va a desarrollar los distintos aspectos del evangelio de Dios, comenzando con la ira contra toda impiedad; el justo juicio de Dios por el pecado del hombre; la provisión que contienen las buenas nuevas de salvación; el surgimiento de la nueva vida y naturaleza del hombre redimido y justificado; la lucha interior que deberá afrontar y cómo entrar en la victoria mediante la vida en el Espíritu.

Estas son las enseñanzas principales en que hemos dividido las enseñanzas de la carta a los Romanos.

  1. La ira de Dios contra la impiedad (1:18; 2:5)
  2. El juicio de Dios (1:32; 2:2,5,16; 3:19)
  3. La ley es insuficiente (2:12-15; 2:17-29) (3:19-21)
  4. El pecado del hombre (1:18; 29; 3:9,10-12,23)
  5. La provisión de Dios (Ro.3:21-28; 5:1; 5:8-10)
  6. Surge la nueva vida (Ro.6:1-23)
  7. La lucha interior (Ro.7:1-25)
  8. La victoria: viviendo en el Espíritu (Ro.7:25-8:39)
  9. Israel y los gentiles (Ro.9:1-11:36)
  10. Deberes cristianos (Ro.12:1-13:14)
  11. Motivos de conciencia (14:1-15:6)
  12. Saludos personales (16:1-24)
  1. La ira de Dios contra la impiedad (1:18; 2:5)

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad (1:18).

Así está escrito: Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada (Sal.7:11,12). Y en otro lugar, uno de los profetas sobre quienes el apóstol Pablo entendía que descansaba el mensaje del evangelio, dice así: Porque YHVH está airado contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero (Is.34:2). La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres. No pasa desapercibida a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Esta parte del mensaje del evangelio, muy poco predicado, no proviene solamente de los predicadores «justicieros» del llamado Antiguo Testamento, sino que forma parte esencial del anuncio de las buenas nuevas proclamadas por el mismo Jesús. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él [permanece, dice la Biblia de las Américas] (Jn.3:36).

Dios no puede tolerar la maldad del hombre, ni tendrá por inocente al culpable. Hay un día señalado para el derramamiento de la ira de Dios sobre la tierra, de la cual podemos librarnos si atendemos a la totalidad del mensaje del evangelio que Pablo está anunciando en su escrito (1 Ts.1:10) (Ro.5:9) (Ap.16:1-21).

  1. El juicio de Dios (1:32; 2:2,5,16; 3:19)

… quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican (1:32).

Además de la ira, que parece tener un sentido generalizado, Dios juzgará a cada uno de nosotros en particular. Dios es justo y no dejará de juzgar las obras de cada uno que han practicado el pecado con delectación (2:2). La dureza del corazón no arrepentido atraerá la ira y el juicio justo de Dios el día de su manifestación (2:5). Dios juzgará por Jesucristo los secretos del corazón de los hombres, y lo hará según el evangelio (2:16) (Hch.17:31).

El hombre, en su estado de naturaleza caída por haber heredado el pecado de Adán, será condenado ante Dios el día del juicio, puesto que ha trasgredido la ley de Dios (Stg.2:11). Está establecido para los hombres, que mueran una sola vez, y después el juicio (Heb.9:27).

  1. La ley es insuficiente (2:12-15; 2:17-29) (3:19-21)

He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorias en Dios… (2:17). Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado (3:20).

Cuando el apóstol aborda el tema de la ira y el justo juicio de Dios sobre los hombres, se da cuenta que el judío está pensando ser excluido de esa ira y juicio, puesto que tiene en la ley su gloria, el conocimiento de la voluntad de Dios, es instruido por ella para aprobar lo mejor, confía que es guía de ciegos (los gentiles), y luz de los que están en tinieblas (las demás naciones excepto Israel) (2:17-20). Sin embargo, el pueblo del pacto mosaico no ha cumplido la ley a cabalidad. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Stg.2:10). En muchos casos ha sido infractor de ella, aunque con apariencia de cumplirla estableciendo así una justicia propia (Ro.10:13).

Este aspecto siempre es complejo de abordar porque contiene el conflicto supuesto entre la ley y la gracia, que no podemos profundizar aquí, pero sí diremos que el apóstol pone de manifiesto que la ley, aunque es buena y cumple el propósito de mostrar al hombre su pecado, no es suficiente para justificarlo ante Dios, porque nadie ha cumplido la ley en su totalidad (solo Jesús, nuestra justicia), por tanto, todos quedamos convictos (Stg.2:9), para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado (Ro.3:19,20).

Por tanto, judíos y gentiles hemos heredado una naturaleza pecaminosa y carnal, enemiga de Dios, que la ley dada a Moisés limita en sus acciones transgresoras, pero no puede transformar su esencia. La ley cumple su propósito de llevarnos a Cristo, es nuestro ayo-pedagogo hasta que viniese la simiente que había de redimir (Gá. 3:19-4:7). Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión [judíos] vale nada, ni la incircuncisión [gentiles], sino una nueva creación (Gá.6:15).

  1. El pecado del hombre (1:18, 29; 3:9,10-12,23)

¿Qué, pues, ¿Somos mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (3:9,10,23)

En cuanto a la justicia del hombre delante de Dios no hay diferencia entre judío y gentil. La naturaleza heredada de pecado es la misma en ambos casos. No hay escapatoria posible del juicio de Dios. La ley tampoco podrá redimir al hombre y presentarlo justificado ante el Santo de Israel. Todos los hombres somos culpables en el justo juicio de Dios, por tanto, merecemos el castigo de su ira. Los sacrificios en el templo de Jerusalén apenas podían cubrir el pecado por un tiempo, repitiendo una y otra vez la ceremonia ritual de expiación que nunca pudieron quitar los pecados.

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados (Heb.10:1-4).

La salvación pertenece a Dios (Ap.7:10). El evangelio es de Dios. La naturaleza pecaminosa y carnal del hombre, corrompida en extremo, no puede salvarse a sí mismo. Necesita un salvador. Y en este punto debemos recordar el mensaje inicial de la promesa sobre la simiente que había de venir (Gn.3:15). Por la línea genealógica de Abraham, Isaac y Jacob. De la descendencia de David, de la tribu de Judá, nacido en Belén. Y la simiente era Cristo (Gá. 3:16). El es la provisión de Dios.

  1. La provisión de Dios (Ro.3:21-28; 5:1; 5:8-10)

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él (Ro.3:21,22)

Observa. El evangelio estaba contenido en la ley y en los profetas. No es ajeno a ellos. La justicia de Dios que libra al hombre de su destino trágico es una parte esencial del evangelio, cuyo mensaje ya estaba dentro de la ley y de los profetas. En la ley como sombra de lo que había de venir (aunque no debemos confundir la ley ceremonial con la ley moral, aquella estaba centrada en el ritual del templo de Jerusalén; pero esta sigue vigente y ha sido grabada por el Espíritu en el corazón de los redimidos como parte del nuevo pacto), y en los profetas porque anunciaron la venida del justo, primero sus sufrimientos (como cordero), y luego las glorias, en su segunda venida como rey (1 Pedro 1:10-12). Los profetas profetizaron de la gracia destinada, «escondida» en su mensaje como un misterio que sería más tarde revelado (Ro. 16:25-27) con la aparición del Mesías (2 Tim.1:8-11).

Dios es amor. Conoce la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo de la ira, el juicio, el pecado y la insuficiencia de la ley para redimirlo, por ello elaboró un plan de redención para salvarlo desde antes de los tiempos de los siglos (2 Tim.1:9). La provisión de Dios, mediante el Cordero que fue inmolado para establecer su justicia y justificar al hombre por la fe en él, fue preparada desde el principio del mundo (Ap.13:8). Misterio que el evangelio revela por la predicación (Col.1:26-29) (Ef.3:1-7).

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (Ro. 3:24,25).

Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad… En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre (Heb.10:5-7,10).

La provisión de Dios para justificar al pecador y liberarlo de la naturaleza pecaminosa, es Jesucristo y su ofrenda expiatoria, hecha una vez y para siempre. Una vez oído el mensaje, −la buena nueva de salvación−, hay que preguntarse (como lo hicieron muchos judíos el día de Pentecostés): Varones hermanos, ¿qué haremos? La respuesta del apóstol Pedro fue clara: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hch.2:37,38).

Como quiera que encontramos en estos textos algunos términos teológicos que no siempre son de fácil comprensión, quisiera explicarlos brevemente.

Justificación: significa ser declarado justo (3:24; 4:25; 5:16,18) (1 Co.1:30).

Redención: ser librados de la esclavitud del pecado. Vueltos a comprar por precio, después de perderse, regresando al antiguo Dueño (3:24) (Ef.1:7).

Propiciación: aplacar la ira de Dios mediante un sacrificio, en este caso la obra de Cristo en la cruz del Calvario (3:25) (1 Jn.2:2; 4:10).

Gracia: regalo de la misericordia de Dios. Generosidad divina no merecida. No se puede comprar, ni conseguir por méritos propios, solo recibirla (3:24; 4:16; 5:2) (Ef.2:8).

En los capítulos 4 y 5 el apóstol Pablo establece la base escritural para apoyar la veracidad del evangelio que predica. Se remontará a Abraham, el padre de la fe, anterior a la ley de Moisés, para establecer la justicia de Dios mediante la fe y la promesa de Dios (4:1-5)

Luego se dirige a quienes ya han recibido la gracia de Dios, mediante la fe, para decir lo siguiente: Y no solamente respecto a él [Abrahán] se escribió que le fue contada [su fe], sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro; el cuál fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quién tenemos entrada, por la fe, a esta gracia en la cual estamos firmes… (Ro.4:23-5:2).

  1. Surge la nueva vida (Ro.6:1-23)

Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia… Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin la vida eterna.  (Ro.6:19,22).

Aquel hombre, cuya naturaleza de pecado vivía bajo la ira de Dios, su juicio, y que la ley no había podido ayudar, ahora es justificado y redimido, habiendo recibido la gracia de Dios. Es un hombre nuevo. Ha sido hecho, por la fe en Jesús, hijo de Dios (Jn.1:12,13). Ha sido hecho justo, por la justicia del justo. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co.5:21). El justo [Jesús] por los injustos [todos nosotros], para llevarnos a Dios (1 P.3:18).

Una nueva naturaleza es creada en el hombre caído. Se ha producido un intercambio. Jesús tomó en la cruz nuestra naturaleza caída, donde fue juzgada por la santidad de Dios, y nos dio la suya justa ante Dios. Su justicia nos ha sido imputada. Otro ocupó nuestro lugar de juicio y condenación. Es el cordero llevado al matadero que el profeta Isaías había anunciado como siervo de Dios, nuestro sustituto (Is.53:4-12). Esa nueva naturaleza ha sido creada en justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). Es una nueva creación, las cosas viejas pasaron y todas fueron hechas nuevas (2 Co.5:17). Hemos sido redimidos de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres, mediante la sangre preciosa de Jesús (1 P. 1:17-19).

Este nuevo hombre ha muerto al pecado y vive para Dios. Ya no obedece al poder del pecado, ni lo practica, sus miembros obedecen ahora a otro, a la justicia, para servir a Dios (Ro. 6:2,10-13). Este es el evangelio de Dios. La redención ha comenzado. El proceso de santificación se ha iniciado hasta el día de Jesucristo. Somos transformados de gloria en gloria a la imagen de Jesús (2 Co.3:18) (Ro.8:29). Seremos semejantes a él cuando le veamos tal como él es (1 Jn.3:1-3). Este cuerpo de muerte y humillación será transformado a la semejanza del cuerpo de la gloria suya (Fil.3:21). Es el día de la redención final de nuestros cuerpos mortales (Ro.8:11, 23) (Ef.1:14 y 4:30).

  1. La lucha interior (Ro.7:1-25)

Queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (7:21-24).

Todo parecía idílico en el apartado anterior, sin embargo, pronto aparece en el nuevo hombre una lucha interior que lo confunde. Comprueba que, de la misma manera que Rebeca, al concebir a sus dos hijos, Esaú y Jacob, experimentó una lucha interna que le quitó las ganas de vivir (Gn. 25:21-23), la nueva criatura que ha nacido en el interior de la persona se encuentra con un «gemelo» que entabla un conflicto insoportable. El Isaac, hijo de la promesa, que ha nacido se ha encontrado con que ya vivía en la casa un Ismael que lo menosprecia y pretende apropiarse de la herencia (Gn.21:8-10).

Esta lucha nos debilita y confunde en un primer impacto. El hombre carnal y el espiritual han colisionado. Parece haber en nosotros dos naturalezas que son radicalmente opuestas. Mientras una se deleita en la ley de Dios y quiere hacer su voluntad, la otra se muestra rebelde y contradictoria para oponerse a los designios nuevos que han comenzado a brotar. La nueva manera de vivir debe aprender a vencer y establecer los nuevos parámetros según el Espíritu de Dios. Querer y no poder parece un hecho que nos destina al fracaso. La culpabilidad y condenación que emergen de semejante lucha pondrán a prueba la fiabilidad del evangelio y el nuevo hombre. La lucha nos desalienta. El mensaje no parece funcionar. La realidad se impone con dureza y en última instancia clamamos:¡Miserable hombre de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Ro.7:24).

Para un estudio más amplio sobre este conflicto ver: «La lucha interior» https://virgiliozaballos.es/?p=622

  1. La victoria: Viviendo en el Espíritu (Ro.7:25-8:39)

Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro… Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús… porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (7:25 y 8:1,2).

La Escritura no nos engaña. Existe un combate contra el pecado (Heb.12:4), aunque hayamos nacido de nuevo y seamos nuevas criaturas. Mientras estemos en este cuerpo soportaremos las aflicciones del cuerpo presente (Ro. 8:18), tanto en el ámbito físico, como en el conflicto interior.

El clamor y la angustia de la lucha interna tienen su respuesta en Cristo. Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Él nos lleva en su triunfo. Nos ha hecho más que vencedores. El pecado no se enseñoreará de nosotros. Estamos en Cristo, y esa posición nos lleva a andar en el Espíritu. De la manera que habéis recibido a Cristo, andad en él (Col.2:6). La ley del Espíritu de vida en Cristo, nos libra de la ley del pecado y de la muerte (8:2). El Consolador y Ayudador es enviado para capacitarnos. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu  (Ro.8:3,4).

Este es el Nuevo Pacto de Dios, anunciado por los profetas (Jeremías 31 y Ezequiel 36). El pacto del Espíritu. La ley escrita en nuestros corazones (Heb.8:8-10). La vida en el Espíritu es la victoria. Debemos entregarnos al Espíritu, andar en el Espíritu, ser llenos del Espíritu (Gá.5:16-18,22-25) (Ef.5:18). Veamos algunos aspectos de la realidad del Espíritu en nosotros.

  • Es el sello de pertenencia a Cristo (Ro.8:9) (Ef.1:13) (2 Co.1:21,22).
  • Por el Espíritu hacemos morir las obras de la carne (Ro.8:13).
  • Somos guiados, como hijos, por el Espíritu de Dios (Ro.8:14).
  • El Espíritu nos da testimonio de que somos de Dios (Ro.8:16).
  • Nos ayuda en nuestra debilidad para saber interceder (Ro.8:16,27).
  • Nos guarda en Cristo, y nada ni nadie podrá separarnos de su amor, ni  acusarnos, o condenarnos. En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro.8:28-39).

Para un estudio más amplio sobre «La vida en el Espíritu» ver el siguiente enlace: https://virgiliozaballos.es/?p=625

  1. Israel y los gentiles (Ro.9:1-11:36)

Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció (11:1,2)

En los siguientes tres capítulos el apóstol de los gentiles va a entrar en el dilema que presenta el pueblo de Israel. Dilema porque los gentiles que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por la fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por las obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo (9:30-33). Y esa piedra de tropiezo no es otra que el Mesías, su naturaleza y su obra expiatoria.

Pablo abre su corazón de judío en favor de sus hermanos, los que son sus parientes según la carne, israelitas, de quienes son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas (9:3-5). Y lo hace con un profundo amor por ellos, deseando él mismo vivir separado de Cristo por amor a sus hermanos, cuya situación de endurecimiento le causa un profundo dolor y tristeza (9:1-3).

Comprende que Dios no los ha desechado, aunque ellos se han endurecido a causa del evangelio. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios (10:3). Este conflicto, que dura hasta nuestros días, y que ha causado gran dolor en la historia de la iglesia y del pueblo judío, primero por la obstrucción que los judíos pusieron al evangelio (aunque muchos, millares, fueron los primeros en seguirlo, pero como nación lo rechazaron bajo la influencia de las autoridades rabínicas), y luego, por la extensa persecución que la iglesia llevó a cabo a partir del siglo IV, sustentada en una teología errónea que contradecía lo que Pablo enseña en estos capítulos, es decir, que la iglesia había sustituido a Israel porque estos rechazaron y mataron al Mesías. Pues bien, el apóstol va a desarrollar su comprensión de este misterio en estos capítulos. No haremos un estudio exhaustivo de ellos; para los que quieran profundizar en él lo he tratado ampliamente en mi libro «El enigma Israel» https://virgiliozaballos.es/?p=216

A modo de conclusión, el apóstol de los gentiles se dirige a los hermanos de las naciones en unos términos que dejan abierto el misterio de Israel; la arrogancia que caracterizará mayoritariamente el comportamiento de la iglesia los siglos siguientes, haciendo caso omiso de la exhortación apostólica; así como el tiempo de la restauración de Israel y su salvación desde Sion, una apelación al reino mesiánico. Leamos.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito… Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (11:25-29).

  1. Deberes cristianos (Ro.12:1-13:14)

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (12:1-2).

En los capítulos 12 y 13 el autor de la carta hace referencia a una diversidad de temas que tienen que ver con la práctica de la vida cristiana. La base de nuestra entrega incondicional son las misericordias de Dios, y por ellas presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo. Renovar nuestros pensamientos para alcanzar los de Dios y hallar así su voluntad buena, agradable y perfecta. Hemos recibido una medida de fe (3). Diferentes dones para servir (4-8). El amor sin fingimiento, fervientes en espíritu, bendiciendo, gozosos, unánimes, buscar la paz con todos, sin venganzas (9-21), sometiéndonos a las autoridades (13:1-5), pagar los impuestos debidos (6-8), sabiendo que amar al prójimo es cumplir la ley (8,9). La nueva vida en Cristo tiene como eje central el amor al prójimo, una máxima que ya está presente en la ley de Moisés (Lv.19:18) y el mensaje de los profetas (Miq.6:6-8). Finaliza con la necesidad de conocer el tiempo profético en el que viven, identificar la noche y vivir como de día, desechando las tinieblas y vistiéndose con luz, del Señor Jesucristo (11-14).

  1. Motivos de conciencia (14:1-15:6)

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones… Uno cree que se ha de comer de todo… uno hace diferencia entre día y día… pero ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí… Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano… Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (14:1-19).

Al final de la carta el apóstol entra en algunos temas de conciencia en los que puede haber distintos puntos de vista. Uno de ellos es sobre cierto tipo de alimentos, seguramente que habían sido sacrificados a los ídolos, como ya desarrolló en su carta a los corintios. Otro asunto tiene que ver con guardar o no cierto tipo de días. La conclusión de Pablo es que cada uno de nosotros no vivimos para nosotros mismos, sino para el Señor. Además cada uno de nosotros daremos cuenta a Dios de nuestros actos. Somos responsables ante Él. Por tanto, no debemos juzgarnos en este caso los unos a los otros. El amor cubre todas las faltas, y esa es la máxima nuclear del mensaje evangélico. Por ello, resume, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. Como enseña en otro lugar: Así que, todos los que somos perfectos, [maduros espiritualmente, Biblia Textual] esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, eso también os lo revelará Dios (Fil. 3:15).

Y concluye con el modelo de vida que tenemos en el Maestro. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo (15:2,3) (Mt.7:12).

  1. Saludos personales (16:1-24)

Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos… (16:1,2).

Y finaliza el apóstol su extensa carta haciendo recomendación de una mujer, junto con una multitud de saludos a distintos hermanos, entre los cuales sobresalen muchas mujeres. Veamos la lista. Febe, Priscila, María, Junias (en este nombre tenemos un conflicto entre quienes aseguran que era una mujer, con «s» al final de su nombre, o quienes dicen era un hombre, sin «s», Junia, y la consiguiente postura sobre el apostolado de una mujer o no, dependiendo si entendemos que Andrónico y Junia(s) destacaban entre los apóstoles, o eran considerados por los apóstoles), Amplias, Trifena y Trifosa, Pérsida, Julia, Olimpas. En fin, sin querer caer en el feminismo rampante y falsario que nos anega, hay que reconocer que siendo Pablo atacado por muchos como misógino, encontramos multitud de mujeres en su lista de colaboradores reconociendo su gran labor en la obra del Señor.

Y la llamada doxología final es apoteósica. En ella se recoge una vez más el fundamento sobre el que descansa el evangelio. Un misterio revelado que ha estado oculto desde tiempos eternos, pero que ahora por la predicación de Jesucristo se ha dado a conocer a todas las naciones para ser llevadas a la obediencia de la fe (1:5). El sustento de ese misterio revelado, llamado evangelio, y del que Pablo ha dado una amplia explicación en esta carta, se fundamenta en las Escrituras de los profetas, según el mandamiento de Dios. Porque en última instancia, todo procede de Él, por Él y para Él (11:36).

Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén (16:25-27).

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO 

1.- Anota todo lo que sepas de la introducción a esta carta.

2.- Haz un resumen de cinco veces que Pablo menciona el evangelio en 1:1-17.

3.- Haz una exposición simplificada de lo que es el evangelio que Pablo predicó.  Incluye los ocho primeros capítulos de Romanos. Recuerda que puede servirte como guía a la hora de compartirlo con otros.

4.-  En los capítulos 12 y 13 encontramos las cosas prácticas en las que el cristiano debe vivir.  ¿Cuáles destacarías?

5.-  En asuntos donde hay diversas formas de actuar, según la conciencia ¿cuál debe ser la norma a seguir? (Ro.14:19; 15:2,3).

HECHOS de los Apóstoles

Hechos de los apóstolesHISTORIA DEL LIBRO

El libro de los Hechos narra los acontecimientos posteriores a la ascensión del Señor, así como el surgimiento de la congregación de Dios en Jerusalén, después del derramamiento del Espíritu Santo.

El evangelio es difundido por todo Israel; luego llega a los pueblos gentiles, hasta llenar todo el Imperio Romano y el mundo conocido (Col.1:23). Este libro es la narración esencialmente de dos de los apóstoles, Pedro y Pablo, aunque encontramos el testimonio de muchos otros; pero sobre todo podemos denominarlo los hechos del Espíritu Santo. Es la tercera Persona de la Trinidad quien pone en marcha a los discípulos y obra con poder las maravillas y prodigios que llegarán hasta nuestros días.

Se escribió alrededor del año 63 d.C., dos años después del encarcelamiento de Pablo en Roma, y antes de conocerse el veredicto al que sería sometido el apóstol de los gentiles.

Su autor es Lucas, y enlaza su mensaje con el final del evangelio que lleva su nombre. Ambos libros formaron parte de una misma obra inicialmente, según se cree. Podemos dividirla en tres grandes partes:

1.- Comienzo del movimiento judeocristiano en Jerusalén (1:15-8:3).

  • Matías, sucesor de Judas.
  • Derramamiento del Espíritu Santo.
  • Predicación de Pedro.
  • Problemas con las autoridades.
  • Muerte de Esteban.
  • La persecución.

2.- La extensión del evangelio desde Jerusalén (8:4-12:25).

  • Predicación de Felipe en Samaria.
  • Conversión de Saulo de Tarso (Pablo).
  • Conversión de Cornelio (el evangelio a los gentiles).
  • La iglesia en Antioquia.
  • Persecución de la iglesia.

3.- El evangelio a todo el mundo conocido

  • Primer viaje misionero de Pablo y Bernabé.
  • El concilio de Jerusalén.
  • Segundo viaje misionero de Pablo.
  • Tercer viaje misionero de Pablo.
  • Prisiones de Pablo en Jerusalén, Cesárea y Roma.

Es interesante observar que cada una de las tres partes en las que hemos dividido el libro de Hechos termina con persecución de la iglesia, y de los discípulos de Jesús que llevan a cabo la obra de evangelización en el mundo.


Hechos de los apóstoles (2)ENSEÑANZAS Y TEMAS DEL LIBRO

El libro de los Hechos es historia, la historia de los comienzos del gran movimiento cristiano que se ha extendido por todo el mundo llegando hasta nosotros hoy. Narra el desarrollo de las múltiples vicisitudes y acontecimientos que dieron lugar al establecimiento de la iglesia del Señor desde Jerusalén. Es primordial para nosotros, la iglesia de Dios del siglo XXI, que miremos al modelo original que encontramos en este libro único. En él veremos el desarrollo espectacular del evangelio en todo el mundo conocido, que siempre debe ser nuestra fuente de inspiración y referencia a imitar, dependiendo en todo momento del Espíritu de Dios que es quien impulsa sobrenaturalmente su obra. Hagamos un breve recorrido por los cuatro temas principales con los que nos encontramos en la narración de Lucas.

  1. El Espíritu SantoLa unción - el ungido del Señor

Jesús prometió a los discípulos que enviaría la promesa del Padre, es decir, el Espíritu Santo (Hch.1:4); que no les dejaría solos ante la gran obra. Jesús mismo les dijo que el Espíritu Santo sería en ellos «poder» para ser testigos de su resurrección (1:8). Llegó el día de Pentecostés (2:4) con manifestaciones nuevas de su venida. «Comenzaron a hablar en lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen». Pedro dijo que la promesa del Espíritu Santo, tal y como ellos la habían recibido, era «para nuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare»  (2:39). Eso significa que es también para nosotros hoy.

Veamos un resumen de la llegada de la promesa del Padre y sus consecuencias en la vida de los discípulos.

  • La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés (2:1-4), y los posteriores derramamientos, dieron valor a los discípulos para enfrentar las adversidades (4:8 ss.), y para hablar la palabra del Señor sin miedo ni temor (4:31,33).
  • El Espíritu de Dios era testigo de lo que había sucedido en Jerusalén junto con los discípulos (5:32).
  • Capacitaba a los hombres para cumplir su labor, fuera del tipo que fuera (6:3-5).
  • El don del Espíritu Santo era transmitido por los apóstoles a los que creían  (8:14,15,17).
  • El Espíritu hablaba a los discípulos para llevar a cabo la misión (8:29) (10:19) (11:21) (13:2,4)  (16:6,7) (21:4,11) (28:25) ¿Cómo lo hacía?  Unas veces mediante una voz interior clara y que no admitía duda (8:29) (10:19). Otras a través de un discípulo o profeta (21:4,11).
  • En casa de Cornelio vino el Espíritu Santo de la misma manera que el día de Pentecostés; lo supieron «porque les oían que hablaban en lenguas y que magnificaban a Dios»  (10:45,46;  11:15).
  • Es el Espíritu Santo quién toma la iniciativa de la obra misionera y escoge a los vasos elegidos para la misión (13:2-4).
  • El Espíritu Santo dirigía la iglesia y daba solución a momentos difíciles como en el primer concilio en Jerusalén (15:28). A la vez los apóstoles eran instrumentos para llevar a cabo su voluntad (16:6,7).
  • En la ciudad de Éfeso el Espíritu fue derramado sobre los discípulos y tuvieron la misma experiencia que el día de Pentecostés: «Vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaron en lenguas y profetizaban»  (19:6).
  • También escogía a los responsables para el ministerio en las congregaciones locales (20:28).

Todas estas manifestaciones y experiencias son para todos los siglos; también para nosotros hoy. La iglesia de Dios en nuestros días ha de funcionar con las bases y principios de la iglesia primitiva. La experiencia de los apóstoles y discípulos el día de Pentecostés, y en otros momentos posteriores siendo llenos del Espíritu, debe ser el modelo para nuestros días, sin estridencias ni manipulaciones indeseadas.

  1. El Mensaje (la palabra)PANORAMA BÍBLICO

La predicación del mensaje de la palabra de Dios es otro de los temas que resalta este libro. Vemos la importancia de hablar, oír, recibir o rechazar el mensaje de Dios. Primeramente el énfasis está puesto en hablar o predicar; no pensamientos o filosofías humanas, sino la palabra de Dios; que en síntesis consiste en el evangelio: la muerte y resurrección de Jesús, «conforme a las Escrituras» (1 Co.15:1-7). Luego vemos que había muchos que oían el mensaje y lo recibían (2:41) (11:1); otros lo rechazaban (13:46) (14:1,2). En recibir o rechazar «las palabras de esta vida» (5:29) está la salvación o perdición de los hombres. Esa palabra, en esencia, es el evangelio de Dios.

  1. Los Mensajeros (discípulos)La unción - todos reciben el ES

Dios ha escogido hombres y mujeres para que anuncien este mensaje glorioso en el poder del Espíritu Santo. En el libro de Hechos vemos un gran número de siervos de Dios que se pusieron a la disposición del Espíritu para llenar el mundo con el evangelio de la gracia de Dios. Primero encontramos a 120 (1:15) reunidos en oración y alabanza. Entre ellos estaban los doce, así como María y otras mujeres (1:4). Luego Juan y Pedro sobresalen en su labor (3:1; 4:13). Los seis diáconos (Felipe, Esteban, Prócoro, Nicanor, Timón y Pármenas) (6:5). Los desconocidos, «unos varones» (11:20) que anunciaron el evangelio también a los griegos. Saulo (Pablo) y Bernabé (13:2). Juan (Marcos) el ayudante de Pablo y Bernabé que se volvió atrás en el primer viaje misionero (13:5,13), aunque más adelante fue útil para la obra del Señor (2 Ti.4:11). Pablo y Silas (15:40). Bernabé y Marcos (15:39). Encontramos también una listad e colaboradores del apóstol Pablo:

  • Timoteo (16:1-3)
  • Lucas (16:6-10 «Procuramos»)
  • Aquila y Priscila (18:20)
  • Apolos (18:24 ss.)
  • Sópater de Berea (20:4)
  • Aristarco (20:4)
  • Segundo (20:4)
  • Gayo de Derbe (20:4)
  • Tíquico y Trófimo de Asia (20:4)

Como podemos ver encontramos un gran número de mensajeros o discípulos del Señor que dedicaron sus vidas a la extensión del reino de Dios. Luego, en cada ciudad donde Pablo fundaba una iglesia, «constituyeron ancianos» para afianzar, establecer y continuar la obra (14:23) (20:17) (1 Tim.5:17) (Tito 1:5; 2:2) (Stg. 5:14) (1 Pedro 5:1-5). Otro aspecto importante que encontramos es que siempre vemos a dos o más discípulos trabajando juntos, nunca a una persona sola. Esto nos recuerda el modelo que constituyó el Señor (Lc.10:1).

  1. La IglesiaLa iglesia primitiva

La traducción del término griego «ekklessía», vocablo que procede de la palabra «kahal» en hebreo, es «asamblea» o «congregación» de aquellos que «Cristo ha llamado de las tinieblas a su luz admirable» (Col.1:13) (1 P.2:9). La iglesia como asamblea o congregación ya existía en el Antiguo Testamento, ahora bien, la iglesia cristiana del N.T. comienza o surge en el momento cuando el Espíritu Santo desciende y crea la comunión del Cuerpo de Cristo en la tierra. Sin embargo, en muchos casos el término iglesia ha venido a significar una institución perdiendo el contenido primario del concepto. También hemos confundido en la práctica la iglesia con el lugar de reunión. El libro de Hechos de los apóstoles pone de manifiesto que nos hemos alejado mucho de lo que fue en su origen la iglesia del Señor. Todos los aviamientos posteriores han pretendido recuperar la esencia inicial, hasta que lleguemos a la restauración de todas las cosas.

La congregación o iglesia de los redimidos comenzó con 120 personas (1:15), luego se convirtieron 3.000 más (2:41). Después se habla de 5.000 varones, que pueden haber sido unas 15.000 personas incluyendo a las mujeres y niños. Luego se habla de una multitud (4:32); para más adelante decir que el número de los discípulos se multiplicaban en Jerusalén (6:7). El crecimiento llegó a toda Judea, Galilea y Samaria, que siendo edificadas, andaban en el temor del Señor, y crecían fortalecidas por el Espíritu Santo (9:31). Más adelante nos encontramos con que cada día surgían iglesias. «Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día» (16:5). La marcha del evangelio era imparable, llegando a Europa a través de una visión que el apóstol Pablo recibió de un varón macedonio (16:6-10). Esa fue la base sobre la que todo un continente fue establecido progresivamente en los principios y valores del reino de Dios, que hunden sus raíces en una concepción judeocristiana de la vida. El autor de los Hechos reseña finalmente que en la ciudad de donde había salido el mensaje a todas las naciones conocidas eran millares de judíos los que habían creído (21:20). Millares, significa en el texto griego diez miles de judíos que habían creído en el Mesías de Israel. El crecimiento fue espectacular, y el reino de Dios se expandió como una levadura que leudó la gran masa de naciones gentiles con la verdad emanada del evangelio (Mt.13:33). Un evangelio en el que inquirieron e indagaron los profetas de Israel diligentemente acerca de la gracia destinada y la salvación resultante (1 P.1:10-12).

La iglesia o congregación de Dios fue formada por los que recibieron la palabra (2:41); que luego fueron bautizados como resultado inmediato, formando la comunión de todos los creyentes. Estos estaban juntos (2:42) y perseveraban en:

  • La doctrina de los apóstoles.
  • La comunión unos con otros.
  • El partimiento del pan.
  • Las oraciones.

Cada día se reunían en el templo y en las casas (2:46). En estos dos lugares se congregaban. Las casas constituían un lugar importantísimo para los creyentes. Allí había enseñanza, oración y comunión (Hch.5:42; 16:11-15 ss. 28:30). El templo era el que existía en Jerusalén, que visitó el Señor en los días de su carne, y que fue destruido en el año 70 d.C. por los romanos. La iglesia no construyó lugares de culto de manera estable hasta principios del siglo IV.

En cada ciudad y provincia existían iglesias locales con un liderazgo espiritual  (14:23). Las reuniones o cultos se componían de himnos, oraciones y enseñanza de las Escrituras. Celebraban la santa cena o partimiento del pan; compartiendo el mensaje de esperanza y salvación con judíos y gentiles.

En la iglesia del Nuevo Testamento se administraban dos sacramentos: El bautismo y la santa cena. El bautismo era el inicio de la vida cristiana. Inmediatamente después de recibir la palabra eran bautizados. Encontramos muchos ejemplos de esta práctica (2:41) (8:12) (8:35-39) (9:17,18) (10:47) (16:14,15) (16:31-33). La santa cena se hace en memoria de Cristo (1 Co.11:24,25). El pan es símbolo de su cuerpo y nos habla de un solo Cuerpo con muchos miembros. El vino es símbolo de la sangre de Jesús, señal del Nuevo Pacto que borra nuestros pecados.

La oración y el ayuno eran parte importante y esencial en el desarrollo de la iglesia primitiva.  En una reunión de oración y ayuno vino el Espíritu Santo (1:4;  2:1-4). Algunos otros ejemplos los encontramos en los siguientes textos. (3:1) (4:24-31) (6:4) (9:11) (10:9) (12:5,12) (13:1-3) (16:13,16) (20:36) (28:8).

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO DEL LIBRO DE LOS HECHOS

1.-  ¿Quién escribió el libro de los Hechos?

2.-  Haz un breve resumen de la temática de este libro

3.-  ¿En qué capítulo se narra el día de Pentecostés?

       Anota otros pasajes donde hubo experiencias similares.

4.-  ¿Qué  labor tuvo el Espíritu Santo en la iglesia primitiva?

5.-  Lee Hch. 2:39 y responde: ¿cuál es la promesa? y ¿para quién es dada esta promesa?

6.-  En Hch. 2:14-40 tenemos el primer discurso de Pedro con la conversión de 3.000 personas (2:41). Señala las partes básicas del mencionado discurso.

7.- Haz una relación con varios de los apóstoles y discípulos que sobresalen en  este libro.  ¿Por qué crees que sobresalieron?

8.-  Haz un resumen general con las características que encuentras en la iglesia primitiva.

Evangelio de JUAN

Evangelio de SAN JUAN (2)HISTORIA DEL LIBRO

Hay una aceptación muy amplia de que estamos ante el evangelio con la fecha más tardía de los cuatro que componen el Canon. Se escribió alrededor del año  90 d.C.

Autor. Aunque no se menciona expresamente en el libro, se da por seguro que fue Juan, hermano de Jacobo, ambos hijos de Zebedeo, también conocidos como «hijos del trueno». La palabra clave que aparece por todo su contenido es «creer», se menciona  sobre unas 97 veces y expresa claramente cuál fue el propósito de escribir el libro:

… Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre  (Jn.20:31).

Juan pone el énfasis, no en lo que Jesús hizo, sino en lo que dijo. Se mencionan largos pasajes de las enseñanzas del Maestro a sus discípulos. Este evangelio presenta a Jesús como el Hijo del Dios, su divinidad. El autor pone su empeño en demostrar que Jesús de Nazaret era más que un simple humano. De ello veremos datos muy importantes en el recorrido de este importantísimo escrito de la literatura canónica.


Evangelio de JUANENSEÑANZAS Y TEMAS DEL LIBRO

Juan comienza su relato hablando de lo que Jesús era antes de aparecer en la tierra: la eterna Palabra de Dios que se hizo hombre y vivió entre nosotros (Jn.1:14). Es el Verbo de Dios, la palabra hecha carne para manifestar la gloria de Dios.

Algunas de las características de Jesús en el prólogo de este evangelio son las siguientes: (Jn.1:1-18).

  • Es el Verbo de Dios, la Palabra (1:1).
  • Es Dios. El Verbo «era Dios» (1:1).
  • Es Creador (1:3) (Col.1:16) (Ap.4:11).
  • Es la luz del mundo que alumbra a todo hombre (1:7) (Jn.8:12).
  • Fue encarnado; se hizo hombre y habitó entre nosotros (1:14).
  • Es la plenitud de Dios, de quien recibimos gracia sobre gracia (1:16)  (Col.2:1-3,9,10).
  • Es la fuente de gracia y verdad (1:17).
  • Es la imagen del Dios invisible (1:18) (Col.1:15) (Heb.1:3)
  • El unigénito Hijo de Dios (1:18)

Hemos dicho que este evangelio presenta a Jesús como el Hijo de Dios; veamos el testimonio de siete testigos que así lo afirmaron:

  • Juan el Bautista (1:34).
  • Natanael (1:49).
  • Pedro (6:69).
  • Marta (11:27).
  • Tomás (20:28).
  • Juan (20:31).
  • Jesús mismo lo dijo (10:36).

El título «Hijo de Dios» nos habla de su divinidad, así lo entendieron los judíos: Decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios  (5:17,18). Porque tú, siendo hombre, te haces Dios… Vosotros decís: Tu blasfemas porque dije: Hijo de Dios soy (10:33-36). Según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios (19:7).

Se usa dicho título para expresar la subordinación de Jesús al Padre en la humillación de la encarnación como hombre (Fil.2:5-8). Es en este sentido que el Padre es mayor que el Hijo (Jn.14:28). Veamos otra prueba de su deidad.

Jesús revela su naturaleza divina en la manifestación del YO SOY. Leamos antes en (Ex.3:13-15,17). Ahora veamos la revelación del YO SOY en Juan.

  • YO SOY el pan de vida (6:35).
  • YO SOY la luz del mundo (8:12).
  • Antes que Abraham fuese YO SOY (8:58).
  • YO SOY el buen Pastor (10:11).
  • YO SOY la resurrección y la vida (11:25).
  • YO SOY el camino, la verdad y la vida (14:6).
  • YO SOY la vid verdadera (15:1).

A esta lista podemos añadir cualquier otra necesidad en la vida del hombre. La respuesta de Jesús es: YO SOY. Cristo es todo lo que necesitamos, de ahí que Pablo diga: Vosotros estáis completos en él (Col.2:10).

Reseñemos brevemente algunas enseñanzas propias del evangelio de Juan.

1. El Nuevo Nacimiento (3:1-21)NuevoNacimiento11

Una de las verdades fundamentales que da entrada a la vida cristiana, y que aparece en este evangelio es el nuevo nacimiento. Lo encontramos en el capítulo tres en la conversación que el Señor sostuvo con un fariseo, principal entre los judíos, llamado Nicodemo. Jesús le dijo estas palabras: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (3:3). Posteriormente, el Señor dio un paso más en la revelación de esta enseñanza, y le dijo: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios  (3:5). Nacer del agua y del Espíritu. Veamos lo que significa y cómo se amplifica esta enseñanza en otros lugares de la Escritura.

De agua. Se trata de una figura que nos habla de la Palabra de Dios como se desprende de los siguientes textos: para santificarla [a la iglesia], habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra (Ef.5:26). Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad (Stg.1:18). Y dice más adelante en la misma epístola de Santiago: Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas (1:21). Como dice el apóstol Pedro: siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P. 1:23). Al preguntarnos cómo se realiza este misterio en el corazón del hombre encontramos la respuesta a través de tres verbos claves: oír, creer y entender. Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Ef.1:13). Esto concuerda con las palabras de Jesús en la parábola del sembrador cuando dijo: Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno (Mt.13:23). Ahora nos preguntamos ¿qué es lo que hay que oír, creer y entender? La respuesta es: el evangelio de Jesús. El misterio que estaba oculto desde antes de la fundación del mundo, pero que ahora ha sido revelado por las Escrituras de los profetas (Ro. 16:25-27) (Col.12:26,27). Este evangelio se sustancia o sintetiza en el mensaje que Pablo anuncia: Os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis… que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras; y que apareció… (1 Co.15:1-7). El cual [Jesucristo] fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Ro.4:25 y 5:1). Todo ello lo tenemos condensado en la enseñanza de Jesús a Nicodemo sobre la necesidad de nacer del agua, por la palabra de Dios.

Del Espíritu. Como hemos leído en el pasaje de Efesios 1:13,14; una vez hemos oído y creído el mensaje del evangelio, somos sellados con el Espíritu Santo de la promesa. El agua de la palabra y el Espíritu que da vida a la palabra actúan al unísono en el corazón del hombre arrepentido para producir una nueva naturaleza, creada en Cristo, en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). Nueva criatura es (2 Co.5:17). El Espíritu de Dios produce la regeneración y renovación en el espíritu humano. Como está escrito: Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3:4,5). Como dice en otro lugar. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él… El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro. 8:9,16).

2. Jesús y la mujer samaritana (4:1-42) La mujer samaritana

En este evangelio encontramos a Jesús hablando con algunas personas individualmente. No solo hablaba a las multitudes, sino que en ciertas ocasiones lo hizo a una sola persona. Lo cual pone de manifiesto que la salvación es individual, persona a persona, para luego formar parte de un cuerpo, que es la iglesia. Tenemos también la parábola de la oveja perdida, cómo el pastor dejó las noventa y nueve y fue a buscar la número cien que se había perdido. Hemos visto su conversación con el fariseo Nicodemo, nos encontramos ahora a Jesús dialogando con una mujer, samaritana, y de mala reputación (había tenido cinco maridos, y el que ahora tenía no era su marido); además de que samaritanos y judíos no se trataban entre sí; vivían como vecinos pero igual que el agua y el aceite, no mantenían relaciones fluidas como resultado de la herencia recibida. Para comprender mejor esta realidad de los días de Jesús debemos remontarnos a la época cuando el reino del norte fue llevado al cautiverio por Asiria, y la zona de Samaria fue repoblada por colonos que trajo el rey asirio. Puedes ver el origen de este hecho histórico leyendo en 2 Reyes 17, especialmente los versículos del 24 al 41.

Si pensamos en la realidad social de la mujer en la época que Jesús mantuvo esta conversación con la samaritana, y le añadimos la animadversión entre judíos y samaritanos, tenemos en este episodio uno de los aspectos liberadores del evangelio que no hace diferencia entre hombre o mujer, judío, griego o samaritano. Los mismos discípulos, al llegar donde el Maestro hablaba con ella, se sorprendieron ampliamente. En Cristo no hay barreras sociales, ni religiosas, porque la cruz ha derribado la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, para crear un nuevo hombre reconciliado mediante la sangre de su cruz (Ef.2:15,16). Como está escrito en otro lugar: Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gá. 3:28).

Jesús había olvidado su propia necesidad de alimentarse ante la ocasión que se le presentó de anunciar a una mujer samaritana su necesidad de agua viva y salvación. Su prioridad era hacer la voluntad del Padre; esa, dijo, era su verdadera comida y bebida (4:31-34). La mujer se convirtió en una evangelista inmediatamente para su pueblo, anunciando el mensaje que acababa de recibir del mismísimo Mesías. Jesús se quedó dos días en aquel pueblo samaritano, −Sicar−, y muchos de sus habitantes creyeron en él. Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el salvador del mundo, el Cristo (4:42). Jesús sigue siendo al agua viva que calma la sed del hombre y la mujer, poniendo en su interior una fuente de vida que salta para vida eterna. Es la respuesta del cielo para el vacío existencialista de nuestra generación.

3. Jesús es el pan de vida (6:25-71).El pan de vida

El Señor también es el pan de vida que satisface el hambre espiritual de cada uno de nosotros. Los judíos le seguían en masa porque habían comido, pero el Señor les mostró que tenían una necesidad aún mayor, y esa era espiritual. El espíritu humano solo encuentra reposo en Dios, su Creador. El es el Padre de los espíritus (Nm. 27:16) (Heb.12:9).

Muchos de los judíos que le seguían y habían comido pan y peces, cuando oyeron algunas de sus palabras que no hallaron cabida en ellos, como fue que debían comer su carne y beber su carne (un mensaje abominable para un judío) le abandonaron. Volvieron atrás. Sus pensamientos estaban anegados en las necesidades materiales, por un lado, y los conceptos religiosos insalvables, por otro. A los que se quedaron les explicó después, que las palabras que había hablado son espíritu y son vida (6:63). Una interpretación literal del mensaje del Maestro, −en este caso−, había dado lugar para hacer una criba entre quienes le buscaban por interés personal, o aquellos que no tenían otro lugar donde ir; porque solo tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (6:67-69).

No hemos cambiado mucho. Hay quienes se acercan a Jesús hoy, −o al mensaje bíblico−, por interés egoísta; pronto sus intenciones son depuradas quedando sin fruto. Pero quienes vienen a Jesús recibiéndole como el pan de vida que bajó del cielo, aquel que tiene palabras por las cuales serán salvos, permanecen en él porque entienden quién es: el Mesías de Dios. El Redentor del mundo. Muchos buscan bendiciones materiales en la religión, creyendo que la piedad es fuente de ganancia (1 Tim.6:5), pero tropiezan en la palabra de verdad sobre el auténtico discipulado, aquel que toma su cruz cada día y le sigue, el que pierde su vida para ganar a Cristo (Jn.12:24-26). Sin embargo, hubo un remanente de incondicionales que habían entendido quien era Jesús. Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente  (6:67-69). Esa decisión de los apóstoles transformó sus vidas y el curso de la historia. Su decisión influyó en todo el mundo conocido, y hasta nuestros días ha llegado el eco de su fidelidad a Dios y su palabra. Los que creemos en él somos herederos de su legado. Hoy el Señor sigue llamando a hombres y mujeres para servir a su propia generación, según la voluntad de Dios, como hizo David, y fue reunido con sus padres (Hch.13:36).

4. Jesús el Maestro Lavando los pies(13:1-20)

Uno de los pilares de la enseñanza de Jesús es este: el que quiera ser el mayor entre vosotros sea el que sirve a todos. En una sociedad como la nuestra, donde la competitividad ha sido elevada al rango de máxima realización personal, este mensaje no encuentra cabida y es desechado o manipulado debidamente para que sirva a nuestros propios intereses. El espíritu de servicio a los demás se camufla tras un interés comercial; conseguir ser el primero; ocupar los primeros puestos, y todo ello sin escatimar zancadillas, rodillazos y argucias sin escrúpulos; abandonando los valores tradicionales de la honestidad y el respeto mutuo, por aquellos que han sido implantados por la corriente de este mundo.

Jesús tomó una toalla, se la ciñó, puso agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Mostró el ejemplo de un verdadero Maestro. Había dicho que él no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida, entregarla en sacrificio por la humanidad. Entonces les dijo:

¿Sabéis lo que he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis (Jn.13:12-15).

Esa costumbre de lavar los pies a los huéspedes, habitual en el Medio Oriente de la época, era un trabajo reservado para los esclavos. Jesús se hizo siervo, se humilló a sí mismo, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas.

5. Jesús y la Promesa del Padre pentecostes

Poco antes de ser entregado, la última noche que pasó con sus discípulos, Jesús hizo uno de sus más largos discursos a los suyos. En él les habló de una diversidad de cosas, pero hubo una que predominó ampliamente: el anuncio de que enviaría el Consolador y Ayudador, el Espíritu Santo, la promesa del Padre, para que estuviese con ellos para siempre. Lo tenemos recogido en los capítulos del 13 al 16. Veamos algunos detalles que anunció el Maestro sobre la venida del Espíritu Santo a los discípulos.

  • Estará con vosotros para siempre (14:16).
  • Os enseñará todas las cosas (14:26).
  • Os recordará todo lo que les había dicho (14:26).
  • Dará testimonio junto con ellos de Jesús (15:26,27).
  • Convencerá al mundo de pecado, justicia y juicio (16:8).
  • Los guiará a toda verdad (16:13).
  • Les hará saber las cosas que habrán de venir (16:13)
  • Glorificará a Jesús sobre todas las cosas (16:14)
  • Tomará de Jesús y lo hará a saber a los suyos (16:14,15)

6. La oración sacerdotal de Jesús (17:1-26) the-power-of-prayer

Y acabado el discurso, levantó los ojos al cielo orando por los suyos ante el Padre que se los había dado (1). Era consciente de que la hora había llegado. Su tiempo había concluido. La obra que el Padre le dio para hacer estaba acabada, y quería recuperar la gloria que tuvo junto al Padre antes que el mundo fuese. Regresaría para sentarse a su diestra después de cumplir fielmente con la obra encomendada. Regresaba al Padre pero dejaba a los suyos en la tierra para que continuaran la obra iniciada, por ello levantó su voz en oración diciendo: Padre,

Guárdalos en tu nombre (17:11,12).

Que tengan mi gozo en ellos  (17:13).

Guárdalos del mal (17:15).

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (17:17).

Que sean uno… que también sean uno en nosotros (17:22).

Que sean perfectos en unidad (17:23).

Quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado… (17:24).

Esta oración no la hizo solamente por los doce discípulos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (17:20). En ese grupo estamos incluidos nosotros también, aquellos que hemos recibido su palabra, y creído en él, que somos guiados por el Espíritu Santo de la promesa.

Luego el Hijo de Dios fue entregado a la muerte; resucitó al tercer día, y apareció de nuevo a los suyos con el siguiente mensaje: Paz  a  vosotros.  Como  me  envió el Padre, así también yo os envío… (20:21).

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre (20:30,31).

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO DEL EVANGELIO DE JUAN

1.-   ¿Cuál es el propósito de este evangelio?

2.-   ¿Cómo es presentado Jesús en este libro?

3.-   Lee Jn.5:17,18;  10:33-36 y 19:7 y di qué entendían los judíos por el término Hijo de Dios?

4.-   Lee Jn.1:1-18 y anota algunas características que se mencionan de Jesús.

5.-    Cómo relacionarías Ex.3:13-15,17 con el evangelio de San Juan.

6.-   Que enseñanza fundamental trata Jesús con Nicodemo en el capítulo tres.

7.-   Que le enseña Jesús a la mujer samaritana.

8.-  Que fue lo que hizo posible que Pedro y los demás apóstoles siguieran a Jesús, al contrario de otros muchos que le abandonaron. Leer 6:60-71.

9.-  Anota algunas cosas en las que nos ayuda el Espíritu Santo.

10.- Lee la oración sacerdotal de Jesús en Jn.17:1-26, y anota algunas de las cosas que pide al Padre por nosotros