92 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de dar

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de dar

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… el que da, con liberalidad… (Romanos 12:8).

En una sociedad orientada hacia el egoísmo personal, la competencia y los intereses mezquinos hablar de dar con liberalidad parece una utopía, sin embargo, este es un don que debe estar presente en la congregación de Dios porque el Espíritu Santo lo da. Conocí, hace años, a un hermano empresario que nos visitaba en Toledo y apoyaba la obra pionera que realizábamos, que cuando compartía con sencillez la palabra de Dios nos decía: «yo tengo el don de dar». Y realmente lo hacía con liberalidad. Nunca más he oído a otro hermano decir que tiene este don. Sí hay una insistencia en enseñar a dar para obtener una gran cosecha, pero eso no tiene nada que ver con el don que nos ocupa.

El apóstol nos dice: «el que da, con liberalidad». Y ¿qué es liberalidad? Pues es la cualidad de la persona que ayuda o da lo que tiene sin esperar nada a cambio. Es la virtud moral que consiste en distribuir generosamente sus bienes sin esperar recompensa. Es un don de Dios. Todos debemos aprender a darnos a nosotros mismos, pero hay un don que tiene la característica de dar a otros de tal forma que supera el ámbito natural, es una virtud del Espíritu de Dios distribuida a ciertas personas. Pablo dijo de Jesús: «el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gá.2:20b). El don de dar y el amor van juntos. Porque «si diera todos mis  bienes para dar de comer a los pobres… pero no tengo amor, de nada me aprovecha» (1 Co.13:3).

Recuerdo dos episodios cuando esta liberalidad se desató en toda la congregación. Uno en el desierto cuando Israel salió de Egipto y Moisés pidió una ofrenda para realizar el tabernáculo, trajeron tanto y con tanta liberalidad que hubo que pedir que dejaran de hacerlo. La otra fue en la iglesia primitiva cuando vendían sus propiedades y lo vendido lo ponían a los pies de los apóstoles. Pablo lo enseñó a los corintios cuando recogía una gran ofrenda, precisamente para los hermanos de Judea, por las necesidades que más tarde sobrevinieron. «Por la prueba dada por esta ministración, glorificarán a Dios por vuestra obediencia a vuestra confesión del evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos» (2 Co.9:13).

Estas prácticas tienen muy poco que ver con la insistencia en algunos púlpitos para forzar a los hermanos a «invertir» en el reino de Dios con la promesa de hacerse ricos. El don de dar con liberalidad nada tiene que ver con todo ello.

         Dar a otros con liberalidad significa hacerlo en amor y sin esperar una transacción económica y bursátil como si compráramos acciones de bolsa.

91 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de exhortación

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de exhortación

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… el que exhorta, en la exhortación… (Romanos 12:8).

Debemos antes de nada definir lo que significa exhortar. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua significa «incitar a uno con palabras, razones y ruegos que haga o deje de hacer alguna cosa». Esta es una misión de cada uno de los hermanos, aunque hay los que tienen un don de exhortación que suele acompañar al de enseñanza. Está escrito que debemos «exhortarnos los unos a los otros cada día… no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado» (Heb.3:13).

Si hay un llamado a exhortarnos los unos a los otros para no caer en el engaño del pecado, ¿cuánto más aquellos que han recibido esta función como un don especial deben ejercitarlo en beneficio de la comunidad de creyentes? El uso que se hace de esta función en el lenguaje bíblico no tiene nada que ver con lo que vulgarmente llamamos «echar la bronca». Tampoco tiene que ver con mandar a otros lo que tienen que hacer o dejar de hacer. Los dones son dados para la edificación del cuerpo de Cristo, para que haya edificación y cobertura sobre el engaño del pecado que tan fácilmente nos envuelve. Tiene que ver con animar a los demás.

Fue lo que hizo Bernabé cuando llegó a Antioquia y vio la gracia derramada sobre los discípulos. «Cuando vino y vio la gracia de Dios, se regocijó y animaba [exhortó RV60] a todos para que de corazón firme permanecieran fieles al Señor» (Hch.11:23 LBLA). Pablo lo hizo en medio de la tempestad del viaje a Roma. «Ahora os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida entre vosotros, sino sólo del barco» (Hch.27:22). Vemos que animar a los hermanos y la exhortación son sinónimos. En las congregaciones hay que «alentar a los de poco ánimo» (1 Tes.5:14), ¿cómo? exhortándolos con la palabra de fe, vida y esperanza. La práctica de la profecía tiene también esa función en la congregación. «El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación» (1 Co. 14:3).

Por tanto la exhortación debe tener como fundamento la palabra de verdad. Los profetas de Israel exhortaban al pueblo para que se volvieran a Dios. Pablo dijo a Timoteo y Tito que debían exhortar a la congregación con toda paciencia y doctrina (2 Tim.4:2) (Tito 1:9 y 2:15). No se trataba de enseñorearse de la grey, sino del ejercicio de autoridad delegada para edificación, no para destrucción. También debemos exhortar a nuestros hijos.

         La congregación de Dios necesita este don funcionando con valentía en la vida de la iglesia para evitar el error y engaño del pecado.

90 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de enseñanza

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de enseñanza

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… el que enseña, en la enseñanza… (Romanos 12:7).

Como es fácil entender no pretendo ser exhaustivo en la exposición de los dones del Espíritu, pero sí quiero iniciar el tema para que nos pueda servir de arranque en un estudio más profundo que cada uno puede hacer. Hay un don de enseñanza. No todos lo tienen, como los demás dones, y por tanto no todos deben enseñar, aunque podemos compartir experiencias y textos bíblicos, de la misma forma que todos podemos exhortar sin tener el don de la exhortación. Bien, dicho esto, meditemos.

¿Cuál debe ser la evidencia del don de enseñanza? Los que tienen este don exponen la doctrina de tal forma que facilitan el entendimiento de los oyentes. Su exposición abre la Escritura para comprenderla con cierta facilidad. También se trata de poner el sentido a lo que está escrito, como en el caso de los levitas en aquella reunión en los días de Esdras y Nehemías. El escriba Esdras leía el libro de la Ley de Moisés y había un grupo de personas mencionadas y los levitas que «explicaban la ley al pueblo… traduciéndolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura… los levitas que enseñaban al pueblo… Y todo el pueblo se fue a comer, a beber, a mandar porciones y a celebrar una gran fiesta, porque comprendieron las palabras que les habían enseñado» (Nehemías 8:1,7,8,9,12).

En los requisitos que se mencionan en las cartas de Pablo para los pastores y ancianos, uno de ellos es que sean aptos para enseñar (1 Tim.3:2 y 5:17). El que se dedica a la enseñanza, teniendo el don de Dios, no debe descuidar su estudio continuo. Podemos enseñar a otros de lo que hemos aprendido por estudiar, pero aquellos que tienen el don dado por el Espíritu demuestran una capacidad mayor en la exposición de la Escritura, convencen, persuaden, añadiendo a su don un carácter probado. Apolos tenía un don de enseñanza sólido, era vehemente, aunque eso no impidió que siguiera aprendiendo de Priscila y Aquila (Hch.18:24-28).

Jesús es el Maestro, y cuando expuso su mensaje a los dos discípulos de Emaús sus corazones ardieron cuando les abrió las Escrituras. Generalmente los pastores han recibido este don como parte de su equipo ministerial. Este don manifiesta siempre en sus poseedores un gran deseo de estudiar las Escrituras, como en Esdras, «que había dedicado su corazón a estudiar la ley del Señor, y a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel» (Esdras 7:10).

         El don de enseñanza facilita, con eficacia, el servicio de aquellos que han sido llamados por Dios para enseñar a otros.

89 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de servicio

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de servicio

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… si el de servicio, en servir… (Romanos 12:7).

Aprovechando el tema del don que nos ocupa debemos decir que aunque hay dones predominantes en diferentes hermanos, eso no significa que el resto no debemos o no podemos actuar en esa dirección. El servicio es una misión de todo cristiano, hemos sido llamados a servirnos los unos a los otros, pero hay algunos hermanos que han recibido un don especial en cierto tipo de servicios. De la misma manera que todos debemos evangelizar pero no por ello somos evangelistas.

Hay un don de servicio que se ve en los hermanos que muestran una capacidad especial para servir, están dispuestos a realizar actividades que para otros son muy onerosas, pero ellos las hacen con verdadera pasión. Pienso en mujeres/hombres que muestran una capacidad especial en preparar comida para mucha gente, además tienen la habilidad de organizar eventos que para otros significan un verdadero «dolor de cabeza». Pienso en los hermanos que escogieron para servir las mesas de las viudas en la iglesia primitiva. Luego algunos de ellos evolucionaron de tal forma que se transformaron en evangelistas con la manifestación de otros dones de la lista de 1 Corintios 12 (caso de Felipe y Esteban). No podemos dejar de mencionar a Marta, la hermana de Lázaro, que siempre estaba dispuesta para las tareas domésticas, aunque ello le causara cierta aflicción, lo cual viene a enseñarnos que podemos ejercer un don sin que ello signifique que no lleguemos a experimentar cansancio y agotamiento en su uso.

En muchas congregaciones encontramos a hermanos que están siempre dispuestos a realizar cualquier tipo de trabajo a favor de otros. Siempre quieren ayudar y no escatiman esfuerzo en su realización. Manifiestan un verdadero deleite en el servicio a los demás, y esto puede manifestarse de múltiples formas, porque el servicio es siempre muy diverso.

Tal vez este don no es tan espectacular como otros dones, pero no debemos olvidar que todos son carismas, tienen un potencial sobrenatural porque proceden del Espíritu, no de nuestra propia habilidad, aunque podemos y debemos desarrollar y perfeccionar nuestros dones con práctica y esfuerzo añadido mediante un mayor aprendizaje. Los dones no son para hacer perezosos, sino que partiendo de la iniciativa del Espíritu lo perfeccionemos y desarrollemos a lo largo de nuestra vida, eso sería «negociar» con el talento recibido y no enterrarlo (Lucas 19:15).

         Jesús es nuestro modelo de servicio, el don inefable por excelencia.

88 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de profecía

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de profecía

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe… (Romanos 12:6).

El don de profecía no nos hace profetas. Las hijas de Felipe profetizaban pero no eran profetas (Hch.21:8,9). Pablo no está hablando aquí del ministerio de profeta, sino del don de profecía. Incluso dice en otro lugar que todos pueden profetizar para que todos sean exhortados (1 Co.14:31). El propósito de los dones es siempre la edificación del cuerpo de Cristo (1 Co.14:12). El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación (1 Co.14:3). En este caso se trata de una palabra de aliento, guiada por el Espíritu, para animar, corregir y consolar a los hermanos en la congregación. No es, en primer lugar, una profecía para adelantar el futuro, esa misión sí corresponde al ministerio de profeta, que ve en el Espíritu lo que viene, por ejemplo el profeta Agabo sobre el viaje de Pablo a Jerusalén (Hch.21:10,11).

Hay los que dicen que la profecía es la predicación, puede ser y debe ser así, pero de lo que habla el apóstol en este caso no es de la predicación sino del don de profecía. Lo explica en 1 Corintios 14:24,25 al compararlo con el que habla en lenguas con interpretación. Enseña que la manifestación del don de profecía es una señal para convencer, juzgar, poner al descubierto los secretos del corazón para que la persona se postre y adore a Dios, declarando que en verdad está entre vosotros.

Recuerdo una experiencia personal en los primeros años de mi conversión. Entré en un culto de visita por primera vez, y cuando terminó se acercó una mujer descubriendo los pensamientos que había tenido sobre la reunión gloriosa que acabábamos de tener dándome un mensaje del Señor sobre mi llamamiento al pastorado. Nunca me había visto y nunca más volví a ver a esa mujer, pero su mensaje puso al descubierto mi corazón y fui grandemente edificado y afirmado en mi fe.

Pablo enseña que no debemos menospreciar las profecías (1 Tes.5:19,20). Tampoco debemos recorrer el mundo entero detrás de ellas buscando lo que queremos oír. No podemos burlar a Dios. Sin embargo, el mal uso de las profecías no anula el don. Es posible la manipulación y las palabras infladas en todo ello, por eso hay que probar las profecías siempre, y confirmarlas por el Espíritu en nosotros y la palabra de Dios… nunca son palabra infalible (1 Jn.4:1,2). A pesar de las posibles dificultades el apóstol nunca las prohibió, sino que corrigió lo deficiente y enseñó un uso adecuado y con orden. El don siempre debe fundamentarse sobre un carácter probado y maduro.

         La profecía debe usarse en proporción a la medida de la fe recibida.

87 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Usemos los dones

La vida en el Espíritu - MeditacionesUsemos los dones recibidos

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… (Romanos 12:6).

Generalmente relacionamos los dones del Espíritu con la primera carta a los corintios, pero estamos viendo que la carta a los romanos tiene mucho que decirnos al respecto. En el capítulo 12 encontramos una relación de dones espirituales que rara vez vinculamos a la lista de dones del Espíritu. Me propongo, con la ayuda del Espíritu de verdad, relacionarlos en las próximas meditaciones uno por uno. Ahora quisiera ahondar en algunos aspectos básicos que debemos tener en cuenta.

Hemos visto que el apóstol Pablo tenía el anhelo de viajar a Roma para impartir dones espirituales a los hermanos, él sabía que de esa forma la congregación de la capital del Imperio sería ampliamente edificada si los dones estaban actuando de manera regular entre ellos. De ahí su empeño en visitarlos y confirmarlos mediante la liberación de algunos dones en sus vidas. Los dones son regalos del Espíritu, pertenecen al Espíritu, no a la persona, aunque esta sea el mayordomo de los bienes recibidos y debe administrarlos con fidelidad y honestidad.

La función de los dones está ligada a la dependencia del Espíritu, a vivir y andar en el Espíritu, aunque también pueden manifestarse viviendo en la carne (caso de algunos corintios) y lejos de la voluntad de Dios (caso del rey Saúl). También puede haber imitaciones y falsificaciones. Los dones o la manifestación del Espíritu son dados para el bien común (1 Co.12:7), no para manipular o dominar a los creyentes.

Pablo nos da en este texto tres premisas básicas que no debemos olvidar para hacer un buen uso de los dones. En primer lugar dice que hay dones diferentes. Sencillo. No todos tenemos el mismo don, de otra forma ¿dónde estaría el cuerpo? Los dones son complementarios unos con otros. En segundo lugar los hemos recibido según la gracia de Dios, no por nuestro esfuerzo o capacidad especial. No debe haber motivo de arrogancia. No hemos hecho nada para merecerlos, los hemos recibido para el bien común. ¡Que pronto olvidamos esto! Y en tercer lugar, dice el apóstol, usémoslos. Recuerda la parábola de los talentos y el juicio del Señor sobre aquel que solo recibió un talento y lo guardó sin «negociar» con él. Fue desobediente aunque pensó que era prudente. El apóstol Pedro enseña lo mismo cuando dice: «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4:10 LBLA).

         Usar el don, o dones, que hemos recibido, es parte de nuestra obediencia a Dios y de servicio a los hermanos.

86 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Dones y llamamiento de Dios

La vida en el Espíritu - MeditacionesDones y llamamiento de Dios irrevocables

En cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto  a la elección de Dios, son amados por causa de los padres; porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables (Romanos 11:28-29).

Los dones —o carismas— y el llamamiento de Dios pertenecen a la soberanía de Dios. Son irrevocables. No se pueden revocar, por eso vemos a ciertos pastores que aunque sabemos viven en pecado aún actúan en ellos los dones que recibieron. Esto nos confunde, por eso Jesús enseñó que «por su frutos los conoceréis». El rey Saúl profetizó, es decir, se movió en los dones, aún cuando vivía en desobediencia a Dios y ya había sido desechado por el Señor (1 Sam. 19:23-24). También nos ha confundido que el pueblo judío, a pesar de ser enemigos del evangelio en muchos casos, siguen siendo amados por Dios por la elección soberana hecha a los padres Abraham, Isaac y Jacob. Esto no quiere decir que por ser judíos tienen un tratamiento especial, el llamamiento es como pueblo, como tal sigue siendo el pueblo de Dios y se mantienen los dones y el llamamiento recibido con todo lo dicho por los profetas, pero los rebeldes y contumaces serán juzgados y condenados. Lo mismo con algunos que comenzaron bien la carrera pero en algún momento se desviaron convirtiéndose en lobos rapaces que destruyen el rebaño.

Dicho esto, (sabiendo que el tema es mucho más complejo de lo que puedo abordar aquí), lo que quiero puntualizar es que los dones de Dios están ligados al llamamiento para una función. Esos dones forman parte de la operación soberana de Dios en el corazón de la persona elegida, son irrevocables, seguirán actuando aún cuando la persona pueda haberse apartado de la verdad y andar en caminos errados. Muchos se aprovechan de los dones recibidos para seguir influyendo sobre masas de creyentes que les siguen sin discernir el espíritu del error. Incluso en la vida de Balaán, (ejemplo de falso profeta y ambición personal), el Señor permitió que profetizara correctamente sobre Israel, aunque su camino era de rebelión por cuanto desobedeció a Dios en su primera y verdadera respuesta para no ir a ver a Balac (Num.22:9-12 y 24:1-2).

Muchos dirán, Señor, en tu nombre echamos fuera demonios… (operaron los dones de Dios en sus vidas), pero él les dijo, apartaros de mí hacedores de maldad». Los dones no son garantía que Dios confirma lo que hacemos, es la obediencia a su voluntad lo que confirma nuestro llamamiento.

         Los dones y el llamamiento van juntos, pero lo que confirma o no la verdad de nuestro servicio es la obediencia a Dios y el fruto del Espíritu.

85 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Impartir algún don (3)

La vida en el Espíritu - MeditacionesImpartir algún don espiritual (III)

Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía (Romanos 1:11-12).

La práctica de la imposición de manos se encuentra entre los rudimentos de la doctrina, es decir, las enseñanzas básicas (Heb.6:1-2). Algunos se quedan pegados a ella como si no hubiera otra cosa que hacer que imponer manos a todo el mundo. Otros lo ven como superchería, aunque hemos dicho que es una doctrina bíblica; practicada por los profetas y apóstoles. También se practica en muchas otras religiones… lo cual no anula la verdad de Dios. En algunos casos ha quedado como un acto hueco y sin vida, practicado como tradición pero sin que produzca ningún resultado. Lo tenemos en uno de los sacramentos de la iglesia católica, el de la confirmación, que viene a ser la imposición de manos del obispo sobre los que fueron bautizados de niños, tomaron la comunión con 8 o 10 años y más adelante son confirmados como señal de recibir el Espíritu. Vana tradición. Yo mismo fui confirmado cuando tenía unos 14 años y debo decir que nada cambió en mi vida.

Pero también debemos señalar que hay muchos pastores que imponen las manos a diestra y siniestra sin que ocurra nada más que un poco de ruido y movimiento, sin cambios ni transformaciones, tampoco liberación de dones. Sin embargo el apóstol Pablo lo anunció a los hermanos en Roma, para que cuando llegara pudiera transmitir dones espirituales mediante la oración con imposición de sus manos. Vemos que lo hizo en Éfeso y también en la vida de Timoteo.

El propósito es poner en libertad los dones que el Espíritu ya nos ha concedido y que necesitan un impulso libertador para que se accionen, luego hay que aprender a usarlos con sabiduría y un carácter maduro, fundado en el fruto del Espíritu. Pero debemos practicarlos. La iglesia y sus responsables deben confiar en la obra del Espíritu dando lugar a esta liberación de dones entre los discípulos, y no pretendiendo controlarlo todo por temor a que haya desórdenes imprevistos. Pablo practicaba su acción. Los corintios son un ejemplo de ello. Luego tuvo que acotar y dar instrucciones para un uso equilibrado y sabio, pero nunca para negarlos o prohibirlos. Los gálatas comenzaron por el Espíritu y se desviaron hacia las obras de la carne (Gá. 3:1-5), el apóstol los reprendió para que regresaran a la vida en el Espíritu. La obra es de Dios.

         Los dones espirituales liberados son para la edificación de la iglesia.

84 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Impartir algún don (2)

La vida en el Espíritu - MeditacionesImpartir algún don espiritual (II)

Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía (Romanos 1:11-12).

La verdad de Dios no queda anulada por las falsedades o manipulaciones de los hombres. Cuando una perla ha sido pisoteada se menosprecia y confunde con el mismo barro. Esto ha ocurrido con verdades del evangelio que maestros contumaces del error han ocasionado la pérdida y el abandono en la iglesia para huir de tales extremos. Hay extremos. Hay falsificaciones. Hay que probar los espíritus, y las profecías, examinadlo todo y retener lo bueno. El llamado neo pentecostalismo causa estragos en la iglesia de Dios de nuestro tiempo con sus extravagancias y espectáculos irreverentes y profanos, que quieren pasarlos por «el gran poder de Dios» (como Simón el mago), o una unción mal entendida, pero eso no puede anular las verdades acerca del Espíritu y los dones.

Es fácil, por temor, evitar las manifestaciones del Espíritu, Pablo no lo hizo. Llegó a Roma decidido a poner en libertad dones espirituales que los hermanos ya tenían (porque los dones son del Espíritu, no de un hombre ungido), pero faltaba la imposición de manos del apóstol para liberar su función. La iglesia de Dios se edifica mediante los dones del Espíritu, la diversidad de dones del Cuerpo, dados para su edificación (veremos sobre los dones más adelante). Sin dones liberados y funcionando bajo el temor de Dios no seremos útiles en la extensión del reino. Pablo lo hizo con su discípulo aventajado Timoteo.

Mira el lenguaje de Pablo. «No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio» (1 Tim.4:14). En otra ocasión le dice: «Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tim.1:6). La mayoría de los maestros concuerdan en decir que el don de Timoteo era el de evangelista. Hubo varias ocasiones en la vida del discípulo Timoteo cuando impusieron las manos sobre él para que su desarrollo ministerial fuera eficaz. En una de ellas fue el presbiterio (grupo de ancianos de la congregación), y en otra fue el apóstol Pablo. También se le dijo que peleara la buena batalla acordándose de las profecías que se habían hecho sobre él (1 Tim.1:18). Imposición de manos y profecías ayudaron a Timoteo a cumplir su llamamiento dado por Dios.

         Pablo practicó la imposición de manos con Timoteo y otros discípulos para liberar la acción de los dones que ya habían recibido del Espíritu.

83 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Impartir algún don (1)

La vida en el Espíritu - MeditacionesImpartir algún don espiritual (I)

Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía (Romanos 1:11-12).

El apóstol Pablo aún no había tenido ocasión de visitar la congregación de Roma, pero estaba ansioso de hacerlo, lo anhelaba de veras para poder confirmar su fe, siendo edificados a la vez mutuamente cada uno por la fe del otro. ¿Y cómo pensaba confirmar la fe de los discípulos en Roma? Mediante la impartición de algún don espiritual. Meditemos. Pablo creía en la imposición de manos para transmitir, (tal vez debemos decir: liberar), dones espirituales en la vida de los creyentes. Me llama poderosamente la atención esta expresión tan osada del apóstol.

La tradición judía está plagada de esta verdad. Jacob impuso sus manos sobre los hijos de José, Efraín y Manasés, para bendecirlos. Lo hizo también sobre cada uno de sus doce hijos poco antes de morir. Moisés lo hizo sobre Josué en diversas ocasiones para impartirle autoridad y recibir el espíritu de sabiduría (Dt.34:9) (Nm.27:18-20,23). La imposición de manos de Moisés transmitió autoridad, sabiduría y dignidad de líder. Pedro y Juan lo hicieron en Samaria para que los discípulos recibieran el Espíritu Santo. Pablo hizo lo mismo en Éfeso sobre los discípulos que ni siquiera habían oído hablar si había Espíritu. También lo hizo sobre Timoteo (veremos este caso en la próxima meditación). Incluso Simón el mago, impresionado por esta verdad manifestada en Samaria quiso comprar el don y fue reprendido por Pedro.

Siempre hay desequilibrados que están dispuestos a toda hora para imponer las manos como si fuera un acto mágico. Pretenden limitar la acción del Espíritu a través de sus manos, pero este hecho nunca anula la soberanía de Dios. Otros imponen manos vacías sobre cabezas huecas, el resultado es nulo. Algunos se conforman con el espectáculo externo de caídas al suelo o cualquier otra experiencia, pero si no hay respaldo divino en quién pretende transmitir o liberar dones será como metal que resuena o címbalo que retiñe. El apóstol Pablo tenía esta capacidad y anhelaba impartir dones a los hermanos en Roma. No todos la tienen, por mucho que griten o empujen sobre las cabezas de aquellos que ingenuamente piensan resolver sus dificultades mediante un acto «mágico». Pero hay quienes liberan la acción del Espíritu con su oración…

         Impartir o liberar dones espirituales confirma la fe de los discípulos.