44 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Otro tipo de experiencias

La vida en el Espíritu - MeditacionesOtro tipo de experiencias

Y el Espíritu dijo a Felipe: Ve y júntate a ese carruaje […] Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso  (Hechos 8:29,39).

Hemos hablado antes de cómo se desarrollaron los acontecimientos en la ciudad de Samaria cuando Felipe predicó el evangelio. Pues bien, ahora vemos otro tipo de experiencia en el caso del eunuco. Un ángel del Señor habló a Felipe para que saliera de la ciudad donde había un impacto tremendo del evangelio: milagros, sanidades, expulsión de demonios, llenuras del Espíritu Santo. También la mezcla que quiso realizar Simón el mago comprando el don de Dios con dinero para levantar un negocio religioso impresionando a las masas con una mezcla de sus antiguas prácticas paganas y lo nuevo que había visto en Felipe y los apóstoles.

Pedro y Juan habían regresado a Jerusalén. Felipe fue transportado a un lugar desierto donde un eunuco regresaba de adorar en alguna de las fiestas de Jerusalén, y lo hacía leyendo el libro de Isaías. Se acercó a él guiado por el Espíritu y le hizo una pregunta: «¿Entiendes lo que lees?» No, no entendía, así que Felipe se subió al carro y comenzó a explicarle el contenido de la lectura, y partiendo de ella le predicó el evangelio.

El mensaje de Felipe había incluido la necesidad de bautizarse, porque al pasar por cierto lugar donde había agua, el eunuco preguntó ¿me puedo bautizar? En la respuesta de Felipe vemos la simplificación y falta de requisitos interminables de los primeros discípulos. «Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó». Sencillo. Práctico.

Ahora bien, me llama la atención que en este caso, Felipe no esperó la llegada de Pedro y Juan para que impusieran las manos sobre el eunuco y recibiera el Espíritu Santo. La situación era otra. El Espíritu guía de distintas formas. Ahora el Espíritu arrebató a Felipe que no vio más al eunuco y este continuo gozoso su camino. Maravilloso. ¿Es doctrina esta experiencia? No. Pero tampoco lo puede ser el formulario intocable para que se cumpla el protocolo establecido. Necesitamos ser guiados por el Espíritu y eso siempre nos llevará a distintas experiencias que superen nuestros razonamientos. Quiero decir, en algunos casos orarán por nosotros con imposición de manos y en otros no. Lo importante es que el Espíritu de Dios esté presente haciendo la obra.

         Ser guiados por el Espíritu nos llevará a distintas experiencias en conformidad con la palabra revelada.

43 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El don de Dios y el dinero

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl don de Dios y el dinero

Entonces Pedro le dijo: Que tu plata perezca contigo, porque pensaste que podías obtener el don de Dios con dinero  (Hechos 8:20).

En estas meditaciones no pretendo resolver el conflicto que ha vivido la iglesia del siglo XX con dureza, las divisiones que se han producido entre las iglesias tradicionales y las pentecostales, que tuvieron su origen a inicios del pasado siglo. Durante años viví esta lucha de forma personal. Me movía entre una iglesia tradicionalista y otra pentecostal. Lo que hace todo distinto son las experiencias reales (no fantasías) que transforman nuestras vidas según la palabra revelada. En mi caso fue así. Ahora bien, no ignoro la gran  mercadería que se ha hecho en nuestros días de lo que se llama la unción, los ungidos y el enriquecimiento que muchos han tenido a costa de multitudes ingenuas llevadas por doquiera de vientos de doctrina, lo cual no anula la verdad de Dios.

Sin embargo, hoy vivimos en muchos lugares una situación distinta. Algunos líderes carismáticos se han enseñoreado de la grey de Dios. Han torcido la Escritura, han manipulado las experiencias y muchos han sido defraudados. Nada nuevo debajo del sol. Jesús enseñó que junto a la palabra sembrada como semilla, también se siembra cizaña, muy parecida la una a la otra, por tanto, es fácil confundir verdades y experiencias.

Simón el mago se había convertido, al menos había creído y bautizado, es lo que dice la Escritura, sin embargo, su corazón seguía en sus antiguas prácticas manipuladoras. Ahora quería apuntarse al nuevo poder que mostró Felipe y lo que más le sedujo fue la autoridad con la que Pedro y Juan oraban por los creyentes y estos recibían de forma evidente el don del Espíritu. Pensemos. Tuvo que haber experiencias manifiestas para que Simón viera lo que pasaba, de tal forma que quiso comprar esa capacidad de impresionar a las masas.

¡Cuántos Simones tenemos hoy detrás de muchos púlpitos! Conocen la Escritura, la citan, se han bautizado, incluso exhiben un tipo de poder electrizante que cautiva y se parece al don de Dios, pero sus corazones están en la plata y el oro. Pretenden hacer negocio con las almas. Nada nuevo debajo del sol. El apóstol Pedro se dio cuenta y lo reprendió duramente. «Que tu plata perezca contigo». Palabras duras. Sin miramientos ante la falsedad de un corazón lleno de maldad, hiel de amargura y cadena de iniquidad. No hubo diplomacia en Pedro sino firmeza y claridad.

         Mezclar el don de Dios y las riquezas es tan nocivo como el vómito de Babilonia. Estas mezclas apagan y deshonran la verdad revelada y contaminan las experiencias.

42 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Experiencia y doctrina

La vida en el Espíritu - MeditacionesExperiencia y doctrina

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo  (Hechos 8:14-17).

Algunos dicen que no se puede hacer doctrina de las experiencias del libro de los Hechos, que son las cartas del NT las que marcan la doctrina a seguir. No estoy de acuerdo. La experiencia y la doctrina deben ir juntas. Y seguramente los oyentes de Pablo en sus cartas ya habían recibido las experiencias de ser llenos del Espíritu en el orden del libro de Hechos, por lo cual el apóstol lo que hace es avanzar en el desarrollo de la vida cristiana una vez habiendo recibido la palabra, ser bautizados en el nombre de Jesús (según el mismo Señor en Mateo 28:18-20 en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo) y recibir la imposición de manos de los apóstoles para recibir la llenura del Espíritu Santo. Ese orden se ve en diversos momentos del libro de los Hechos, lo iremos viendo más adelante.

Pero la experiencia dice que los procesos no son iguales en todos los hermanos. La práctica usual de la primera congregación en Jerusalén fue la que estamos viendo desde el día de Pentecostés; se repitió en la ciudad de Samaria; mas adelante la vemos en casa de Cornelio y posteriormente en la ciudad de Éfeso. Por tanto debemos concluir que hay un proceso de experiencias en el libro de Hechos repetidas en los discípulos que recibían el evangelio.

Ese proceso general era el siguiente: oían el evangelio, lo recibían o rechazaban, los que recibían la palabra se bautizaban y en muchos casos el mismo día o poco después (fue el caso de la ciudad de Samaria) recibían imposición de manos para recibir el Espíritu Santo. Estas experiencias eran comunes y formaban parte del inicio de la vida cristiana. Además comenzaban a congregarse, predicaban el evangelio y experimentaban oposición y persecución. Así fue en el inicio de la congregación en Jerusalén y otras ciudades.

La vida del Espíritu fluía con normalidad. Había señales y milagros entre los discípulos, no circo o espectáculo carnal a mayor gloria de hombres plagados de sí mismos. Una vez que decayó el impulso inicial las cosas comenzaron a ser de forma distinta, y con ello, las pretensiones de tener las mismas experiencias –forzadas en algunos casos− sin que esté actuando el Espíritu de Dios sino el deseo de que todo siga igual que al principio.

         Todo este desarrollo se ha complicado pero al principio no fue así.

41 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – La palabra y el Espíritu

La vida en el Espíritu - MeditacionesLa palabra y el Espíritu deben ser recibidos

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo  (Hechos 8:14-17).

El dilema doctrinal al que me refería en la meditación anterior es el siguiente. Tenemos dos corrientes principales sobre la manera de recibir el Espíritu Santo en la vida del creyente. Por un lado los que dicen que una vez hemos creído en Jesús recibimos todo en su totalidad y ya no necesitamos más experiencias posteriores. Por otro, aquellos que enfatizan la necesidad de una segunda experiencia posterior a la conversión para recibir la llenura del Espíritu.

Siguiendo el texto que nos ocupa vemos con toda claridad que las personas que se habían convertido en Samaria a la predicación de Felipe recibieron la palabra. Fue tan evidente ese recibimiento del evangelio que el impacto llegó a oídos de la congregación en Jerusalén y enviaron a Pedro y Juan para constatar lo que allí estaba ocurriendo. Una vez llegados oraron por aquellos que ya habían recibido la palabra para que a su vez recibieran el Espíritu Santo. Habían sido incluso bautizados en el nombre de Jesús, pero no habían recibido el Espíritu Santo. Claro, nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu, por tanto el Ayudador estaba presente en la vida de los nuevos creyentes, pero no en la forma que había ocurrido en Jerusalén el día de Pentecostés.

Pedro y Juan oraron por ellos con imposición de manos y recibieron la experiencia de recibir el Espíritu. Eso fue tan evidente y palpable que el mismo Simón se dio cuenta queriendo comprar la autoridad de los apóstoles para que él también pudiera ejercerla, es decir, imitarla o falsificarla. Lo cual nos lleva a la reflexión siguiente: es posible que muchos que dicen transmitir la unción del Espíritu lo único que hagan sea imitar a Simón en este proceder.

Los creyentes, dice Pablo, una vez han creído en el evangelio son sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13), lo cual no quiere decir que no haya más experiencias para ser bautizados en el Espíritu, siendo llenos del Espíritu posteriormente al recibimiento de la palabra; él mismo lo reclama en Ef. 5:18. El relato de lo sucedido en Samaria no deja lugar a dudas. Podemos quedarnos solo en recibir la palabra y solo palabra, pero necesitamos también la llenura del Espíritu, sin estridencias pero con evidencia de la transformación y capacitación del Espíritu.

         Recibir la palabra precede al recibimiento del Espíritu. Ambas pueden ir juntas el mismo día (en Pentecostés), o por separado (en Samaria).

40 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Persecución y predicación

La vida en el Espíritu - MeditacionesA mas persecución mas predicación

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre de Señor Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo  (Hechos 8:14-17).

La muerte de Esteban causó gran pesar entre los discípulos. Fue el detonante para lanzar una persecución mayor contra la congregación de Dios en Jerusalén. Muchos fueron esparcidos por las regiones cercanas de Judea y Samaria (hoy llamadas Cisjordania por los palestinos), excepto los apóstoles, que se quedaron en la ciudad del gran Rey.

Esta persecución, lejos de amedrentar a los discípulos, los espoleó para llevar la palabra por todo lugar a donde llegaban. Mientras tanto, Saulo hacía estragos en la iglesia entrando de casa en casa, y arrastrando a hombres y mujeres, los echaba en la cárcel. Todo ello hizo que con más valor los discípulos dieran testimonio del evangelio.

Paradójicamente los tiempos de persecución suelen ser periodos de avance del reino más que de retroceso. Por el contrario, muchas veces los tiempos de supuesta libertad para hacerlo conduce a los creyentes a un estado de debilidad, apatía y pasividad, unido a cierta asimilación de las formas de vida placenteras de la sociedad. Creo que deberíamos meditar en esto con valentía.

Pero sigamos con el relato bíblico que se centra ahora en otro de los escogidos para servir a las viudas que habían sido desatendidas en su alimento, nos referimos a Felipe, conocido como el evangelista. Felipe llegó a Samaria, aquel lugar donde había estado Jesús hablando con una mujer, y que en uno de sus pueblos se habían convertido mayoritariamente. Ahora llegó uno de los siete varones escogidos para servir a las viudas predicando a Cristo. Lo hizo con señales y milagros, echando fuera demonios, por lo que hubo un gran regocijo en la ciudad. Incluso Simón el mago quedó subyugado por la evidencia del poder del evangelio de Dios.

Así que muchos creyeron lo que Felipe predicaba, porque les anunciaba las buenas del reino de Dios y el nombre de Jesús. Se bautizaban tanto hombres como mujeres. Semejante impacto no pasó desapercibido en Jerusalén, donde estaban los apóstoles, por lo que decidieron enviar a Pedro y Juan. A partir de este momento tenemos un dilema doctrinal, (o no), que veremos en la próxima meditación.

         Los tiempos de persecución de una iglesia llena del Espíritu pueden ser el detonante de un gran avance del evangelio en nuevos pueblos y naciones.

39 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – El cielo en pie

La vida en el Espíritu - MeditacionesEl cielo en pie ante un hombre lleno del Espíritu en la tierra

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios  (Hechos 7:55,56).

Esteban había sido escogido como uno de los siete varones para servir en las mesas de las viudas, pero ahora ve al Hijo del Hombre de pie a la diestra del Padre. Juntamente con esta visión que muchos cristianos quisieran tener, el discípulo del Señor se encontraba ante una multitud enardecida que rechinaban los dientes, llenos de ira, preparados para descargar sobre él una lluvia de piedras que le acallara. ¡Qué ambivalencia tan dispar puede experimentar un discípulo del Señor lleno del Espíritu!

En la Biblia Reina Valera no se aprecia lo que siempre me ha cautivado de este texto al leerlo en la Biblia de Las Américas. En esta última dice que Jesús estaba de pie a la diestra de Dios. El que se había sentado a la diestra del Padre una vez terminada la obra de redención (Hch. 2:34; Ef.1:20; Col.3:1), ahora está de pie. Cuando su testigo Esteban daba testimonio en Jerusalén de lo que hacía poco tiempo él mismo había realizado en esa misma ciudad, se puso en pie para recibirle en el cielo. ¡Qué escena! ¡Me conmueve! Jesús levantado para ver mejor —es una expresión mía claro— a su testigo Esteban a punto de ser lapidado. El cielo movilizado por el testimonio dado en la tierra.

La trascendencia de este momento quedó grabado también en la retina y el corazón del futuro apóstol de los gentiles que estaba siendo testigo personal de cómo daba la vida un discípulo de Jesús ante sus ojos. Estoy seguro que esa imagen nunca fue borrada de la conciencia de Pablo. ¡Cuántos mártires seguirían a Esteban por esa senda! ¡Cuántos hombres y mujeres hoy en día están siendo decapitados (Apc. 20:4); mujeres vendidas como esclavas por su fe en aquel que se pone en pie para recibirlos en el cielo! Él mismo había dicho: «El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará» (Jn.12:25).

El testimonio de muchos mártires, discípulos de Jesús, ha permitido que el evangelio haya llegado a todas las generaciones, incluida la nuestra. Todo comienza con un hombre lleno del Espíritu Santo y sabiduría como Esteban. Cuando se consumó la ira humana sobre el justo, «Esteban invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, durmió».

         El cielo siempre se conmueve ante un discípulo de Jesús lleno del Espíritu entregando su vida por quien la derramó por todos.

38 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – La dureza de corazón

La vida en el Espíritu - MeditacionesLa dureza de corazón resiste al Espíritu

Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros  (Hechos 7:51).

El testimonio que estaba dando Esteban, primer mártir de la iglesia primitiva, era tan elocuente que no pudieron resistir a la sabiduría y el Espíritu con el que hablaba a sus compatriotas de Jerusalén. Cuando un hombre o un pueblo están endurecidos en su corazón y oído, no importa que tengan delante a un Esteban lleno del Espíritu y de fe, de sabiduría y gracia, de poder y señales, además de contar con una vida de buena reputación, para que sigan resistiendo la verdad.

El discurso de Esteban estaba siendo magistral; hizo un recorrido histórico-profético de la revelación de Dios a Israel difícilmente superable. Fue largo, bastante largo. La primera parte fue comprendida por la mayoría de los que le escuchaban, pero poco a poco fue entrando en los aspectos más espinosos, no los eludió, penetró en ellos de lleno, con valentía y arrojo, sin temor de los hombres, si no como viendo al Señor en su trono.

Encaró directamente a sus oyentes con un mensaje directo a sus corazones endurecidos, podía percibirlo en sus miradas, sus rostros eran rocosos, pétreos, impenetrables, el armazón que los cubría como un bunker diseñado para resistir hasta las últimas consecuencias.

A pesar de ello, Esteban no se arrugó, sino que los confrontó directamente y disparó el dardo de la  verdad al centro de sus corazones: «vosotros sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos». Sin darles lugar a responder —aunque se sentían profundamente ofendidos en su interior, heridos, crujían los dientes contra él acumulando ira que estallaría al término del drama que se estaba desarrollando y encaminando hacia un final trágico, más trágico para los oyentes que para el mismo Esteban— les lanzó otro dardo: «vosotros resistís siempre al Espíritu Santo».

Recuerda que no estaba hablando un fanático o lunático que despreciaba su vida, era un hombre lleno de sabiduría y del Espíritu, de fe, poder y gracia. Pues bien, toda esta manifestación de sabiduría, gracia, fe, poder y llenura del Espíritu Santo, (todo ello unido en un solo hombre), no fue suficiente para romper una dureza tan resistente y predeterminada de antemano. Tal es el poder perverso de un corazón duro, endurecido y resistente al Espíritu de Dios. Por eso está escrito: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

Nosotros y nuestra generación no somos mejor que los de la sinagoga de los Libertos que acechaban al bueno de Esteban para matarle.

         Un corazón endurecido por la religión siempre resiste al Espíritu.

37 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Sabiduría y llenura unidos

La vida en el Espíritu - MeditacionesSabiduría y llenura del Espíritu siempre unidos

Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba  (Hechos 6:10).

Hacer frente a las quejas con base cierta en la congregación de Dios debe ser motivo de gran seriedad en la búsqueda de soluciones. Para la congregación de Jerusalén lo fue. Buscaron hermanos, no hicieron un cursillo para prepararlos y darles el título de diáconos —ni siquiera aparece en el texto este título, se les llama los siete diáconos pero en realidad el término no aparece en el texto bíblico— ya eran hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría.

Luego el autor de los Hechos guiado por el Espíritu se detiene especialmente en dos —Esteban y Felipe— aunque se menciona por nombre a los siete: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás. De esta lista va a salir el primer mártir de la iglesia primitiva, un hombre escogido en primer lugar para servir a las mesas de las viudas que creció hasta convertirse en uno de los testigos más valientes de la incipiente congregación.

De Esteban se dice inicialmente que era un hombre de buena reputación, lleno del Espíritu y sabiduría, un hombre lleno de fe, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Y claro, ante un hombre de estas características se levantó una turba de religiosos para discutir con él y contradecir lo que decía. Y aquí viene el texto que nos ocupa: «pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba».

La vida de un hombre lleno del Espíritu está llena también de sabiduría de Dios, sabiduría de lo alto, de fe, de gracia, de poder, y su vida muestra la buena reputación que lo acompaña. Todo eso no es suficiente para aquellos que no aman la verdad.

Un hombre lleno del Espíritu es siempre un hombre sabio, porque el Espíritu de Dios es el Espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Dios (Isaías 11:2); todo ello es el Espíritu del Señor que reposa sobre el retoño del tronco de Isaí, del Mesías, y de aquellos que le siguen por donde quiera que va.

Esteban le seguía como discípulo y esa entrega le llevó al martirio. Dios lo permitió, pero antes la tierra fue testigo de la vida de un verdadero discípulo de aquel que dio su vida en rescate por muchos. Hoy existen demasiados sucedáneos de hombres con apariencia de piedad, que se apacientan a sí mismos y solo piensan en lo terrenal. Necesitamos algunos Esteban para dar testimonio del evangelio de Jesús.

         Un hombre lleno del Espíritu es siempre una persona con sabiduría de Dios.

36 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Para servir a las viudas

La vida en el Espíritu - MeditacionesLlenos del Espíritu para servir a las viudas

Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea  (Hechos 6:3).

La multiplicación de los discípulos en la congregación de Jerusalén trajo consigo una queja por desatender a las viudas de los judíos helenistas en favor de los judíos nativos. Debemos pararnos y meditar lo siguiente: una congregación en crecimiento y guiada por el Espíritu no está exenta de cometer errores prácticos. En medio de un movimiento espiritual pueden surgir quejas. Así fue en la iglesia primitiva. Las viudas eran desatendidas y eso causó malestar. Lo llamativo de este episodio, creo yo, es que el tema fue lo suficientemente importante como para que los doce convocaran a toda la congregación de los discípulos y buscaran una solución al problema presentado.

Las tareas prácticas y sociales no debían estorbar el avance de la predicación de los apóstoles, pero tampoco ser desatendidas, por lo que pidieron a los hermanos que buscaran de entre ellos a siete varones para encomendarles la tarea. Y aquí es donde vemos algunos de los procedimientos que formaban parte de la incipiente congregación. Quiero llamar la atención sobre algunos de ellos.

Primero, los apóstoles no descuidaron su cometido principal de anunciar el evangelio. «No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas».

Segundo, eso no significó que servir las mesas fuera una labor menor que no debían atender debidamente, sino que tomaron una decisión de gran calado para resolverla.

Tercero, lo sabemos porque escogieron a hombres que debían reunir cualidades especiales para una labor que hoy nos podría parecer menor: «escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea». Un nivel de exigencia que sorprende.

Cuarto, los apóstoles no escogieron «a dedo» o por nepotismo a los siete varones, sino que esa decisión la encomendaron a los discípulos; no ejercían con autoritarismo, sino que lo propuesto fue llevado a la asamblea para su aprobación. Una vez aprobados por la asamblea fueron presentados ante los apóstoles, que después de orar, pusieron sus manos sobre ellos (Hch.6:6).

Mientras tanto, los doce seguirían entregados a la oración y el ministerio de la palabra. Así la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén.

         La llenura del Espíritu Santo es también para servir a las viudas en las mesas diarias de distribución de alimentos.

35 – LA VIDA EN EL ESPÍRITU – Llenos del Espíritu para obedecer

La vida en el Espíritu - MeditacionesLlenos del Espíritu para obedecer

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quién vosotros habíais matado colgándole en una cruz. A éste Dios exaltó a su diestra como Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen. Cuando ellos oyeron esto, se sintieron profundamente ofendidos y querían matarlos  (Hechos 5:30-33).

El libro de los Hechos es el testimonio vivo de las consecuencias que operan en la vida de los discípulos cuando están llenos del Espíritu Santo. Todo el libro muestra la transformación de hombres y mujeres sencillos en testigos de la verdad mediante la obra interior del Espíritu en sus vidas.

En la ciudad de Jerusalén tuvieron lugar unos sucesos que eran muy evidentes para unos y un gran dolor de cabeza para otros. Esta ciudad, única entre todas las ciudades del mundo, ha sido testigo de varios de los sucesos más trascendentales que han tenido lugar en la historia mundial. En sus calles el cordero de Dios fue llevado al matadero. Se levantó una cruz para colgar en ella al Autor de la vida, y redimir así a personas de todo linaje, pueblo y nación. En sus aceras se oyó la voz de la resurrección del Hijo de Dios; allí fue elevado al cielo, y en el mismo suelo tuvo lugar el derramamiento del Espíritu Santo, tal como estaba anunciado por el profeta Joel. Sucesos únicos que cambiaron para siempre la historia de todas las naciones. También la oposición fue tenaz y resistente para apagar la voz que debía salir a todos los pueblos.

En la firmeza de apóstoles y discípulos estaba en juego que el evangelio llegara hasta lo último de la tierra. Era necesario oponerse a las autoridades del pueblo que a su vez se oponían a la voluntad de Dios. Pedro había dicho: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres. También dijo: El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús. No era el anuncio de una nueva religión, ni un nuevo dios, era la culminación de un proceso revelador del plan de Dios que comenzó con el pueblo de Israel y tenía ahora su continuidad a través del mismo pueblo.

La piedra de tropiezo es Jesús y su resurrección. Dios le había exaltado como Príncipe y Salvador para que Israel pudiera arrepentirse de sus pecados. Los apóstoles eran testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que Dios da a todos aquellos que le obedecen. La llenura del Espíritu es para obedecer a Dios, y en esa obediencia está en juego nuestra propia vida; no es para el espectáculo carnal de quienes buscan circo en lugar de ser testigos y mártires para dar testimonio de la verdad revelada.

         La llenura del Espíritu es por y para obedecer a Dios.