PANORÁMICA del Nuevo Testamento – 1 TIMOTEO

1 - TIMOTEO (2)Índice:

HISTORIA DE LA CARTA

  • Autor
  • Destinatario
  • Propósito

ENSEÑANZAS Y TEMAS

A. Instrucciones para la  iglesia

  1. Sobre ciertas enseñanzas extrañas (1:3-11) (4:1-5) (6:3-10)
  2. Sobre la oración (2:1-8) (4:4,5)
  3. Sobre los obispos (3:1-7)
  4. Sobre los diáconos (3:8-13)

B. Instrucciones personales  a  Timoteo

      Primera. Pelea la buena batalla de la fe (1:18) (6:12) (2 Ti.2:3,4) (2 Co.10:4)

     Segunda. Nutrido con las palabras de la fe (4:6)

     Tercera. Disciplínate a ti mismo para la piedad (4:7 LBLA)

     Cuarta. No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en        palabra, conducta, amor, fe y pureza (4:12)

     Quinta. Ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza (4:13)

     Sexta. No descuides el don espiritual que está en ti (4:14) (2 Ti.1:6)

     Séptima. Que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos  (4:15)

  Octava. Te mando… que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la              manifestación de nuestro Señor Jesucristo (6:13-16)

PREGUNTAS Y REPASO

1 - TIMOTEO (2)HISTORIA DE LA CARTA

Autor.  Escrita por el apóstol Pablo entre los años 62 al 64 d.C.

Destinatario. El joven discípulo Timoteo, colaborador del apóstol desde su segundo viaje misionero (Hch.16:1-3). Timoteo era natural de Listra (Hch.16:1), de madre judía y padre griego. Seguramente fue convertido por Pablo (1 Ti.1:2) en su primer viaje misionero, luego le tomó como colaborador dentro del equipo evangelístico que dirigía (Hch.16:1-3). Timoteo fue llamado por Dios al ministerio (2 Ti.1:9). Recibió capacitación espiritual por la imposición de manos del presbiterio (grupo de líderes), y de Pablo. (1 Ti.4:14) (2 Ti.1:6). Fue fiel colaborador del antiguo perseguidor de la iglesia, de su entera confianza, y quien continuó la obra apostólica después de él. Cuando recibió la carta era pastor principal de la iglesia de Éfeso. Las congregaciones aún no tenían grandes edificios para el culto, llevaban a cabo su labor en las casas mediante la instrucción de los discípulos a través de pastores locales; la misión de Timoteo era capacitar a estos responsables dirigiéndolos en su labor.

Propósito. Lo encontramos expuesto de la siguiente manera: Te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad (3:15 LBLA). El autor tiene dos objetivos principales al escribir esta carta a su discípulo más aventajado. Por un lado facilitarle consejos importantes de cómo debe dirigir la iglesia de Dios, y por otro instruirle personalmente para que su ministerio sea sólido y eficaz.

ENSEÑANZAS Y TEMAS

Esta epístola es de las denominadas pastorales, dirigidas especialmente a los líderes y responsables de las iglesias. Las otras dos son 2 Timoteo y a Tito. Una lectura panorámica de esta primera carta a Timoteo nos muestra que el apóstol Pablo orienta su escrito en dos direcciones fundamentales. Por un lado instrucciones para la iglesia que el joven debe establecer en su liderazgo sobre la congregación, y por el otro consejo personal que facilite la labor pastoral que debe llevar a cabo. Sobre estos dos objetivos desarrollaremos nuestro tema a continuación.

A. INSTRUCCIONES PARA LA IGLESIA

  1. Sobre ciertas enseñanzas extrañas (1:3-11) (4:1-5) (6:3-10)

Una vez predicado el evangelio en cualquier tiempo y lugar se produce un hecho inevitable: aparece la cizaña junto con el trigo. La parábola del Maestro lo dejó meridianamente claro. Pero mientras los hombres dormían, vino un enemigo y sembró cizaña, entre el trigo, y se fue (Mt.13:25 LBLA). Debemos tener claro que hay un enemigo dispuesto a mezclar el mensaje original del evangelio con doctrinas espurias con el fin de sembrar confusión para impedir el avance de la verdad que nos liberta y encamina a los propósitos eternos de Dios. Pablo lo llama doctrinas extrañas y le instruye a Timoteo para que impida el desarrollo de esas enseñanzas que vienen mediante predicadores posteriores al mensaje apostólico (1:3). Además le dice que no presten atención a mitos y genealogías interminables que producen discusiones inútiles en lugar de hacer avanzar el plan de Dios que es por fe (1:4). ¡No presten atención! Es decir, no prestar el oído para discusiones sobre mitos y genealogías a las que eran muy dados los maestros de la ley. Hoy ocurre lo mismo y más a través del mal uso que se hacen de las redes sociales donde es vergonzoso constatar la inmensidad de charlatanes que proliferan. La máxima apostólica es no prestar atención, poner el oído en aquello que edifica la fe y hace avanzar el plan de Dios. Una premisa muy necesaria para nuestros días.

Más adelante el apóstol vuelve al mismo tema, en esta ocasión para exponer claramente el origen de esas doctrinas extrañas. Observa con atención (aquí sí hay que activar todos nuestros sentidos) su mensaje: Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (4:1). En otro lugar pablo enseña que la fe viene por el oír la palabra de Dios (Rom. 10:17), aquí nos dice que la apostasía también viene por oír, (prestar atención), lo cual no es un oír casual, sino quedar atrapado en el hechizo de doctrinas de demonios y espíritus engañadores. No debemos ignorar sus maquinaciones. El poder de la mentira es uno de los más grandes poderes de este siglo. Asistimos hoy perplejos a la fascinación que producen ciertas ideologías predominantes que se están imponiendo como pensamiento único, subyugando naciones enteras en un festival de manipulación aceptado sumisamente por nuestros políticos que legislan para establecer como verdades intocables temas globales como el clima y sus consecuencias sobre la agricultura y la ganadería y por tanto sobre el sector primario y su repercusión sobre la alimentación mundial, la familia y su destrucción mediante nuevos modelos alejados de la ley natural que pervierten la esencia del ser humano poniendo en duda su identidad biológica y negando a los padres la capacidad de influir sobre sus hijos previamente manipulados generalmente en edades tempranas. Algunas de las denominaciones cristianas tradicionales también se están plegando a estos modelos de vida y sus agendas perversas alejándonos de la verdad revelada y conduciendo a las naciones lejos de la voluntad de Dios. Esta manipulación mundial está produciendo una apostasía de la fe de nuestros padres porque han conseguido conquistar nuestro oído; somos responsables de saber a quién estamos prestando nuestra atención, a quién oímos, porque acabamos siendo lo que digerimos. El apóstol nos dice claramente, porque lo ha oído del Espíritu de Dios, de donde emanan estas aguas contaminadas, este ajenjo que contamina y confunde nuestros sentidos en el discernimiento del bien y del mal. Hay una contaminación peor que la del carbón y las energías llamadas fósiles, es la alteración de la ley natural poniendo en duda la esencia misma del ser humano, que se produce mediante espíritus engañadores y doctrinas de demonios, por tanto, procedentes del mundo espiritual de las tinieblas, que son asumidas por hombres perversos y malos, para darle expresión en el mundo físico con pensamientos altivos de hombres soberbios y rebeldes que pretenden establecer un dominio desechando al Hacedor y Creador, como en los días de Nimrod en la llanura de Sinar. El texto de Pablo nos habla de hipocresía de mentirosos, un tándem nocivo en extremo, que prohibirán casarse, es decir, ataques a la familia mediante subterfugios como un sistema perverso en el que solo se puede sobrevivir trabajando ambos cónyuges para conseguir a duras penas un sueldo que les permita sacar adelante una familia de dos hijos en el mejor de los casos, o enfrentando los sexos en una guerra artificial, que presenta al hombre como un depredador sexual o asesino de mujeres usando algunos casos realmente repugnantes creando de comportamientos minoritarios un drama general. Además de prohibirnos alimentos que Dios creó en abundancia para «salvar el planeta» comiendo insectos y carne sintética. Observa que la base está en la prohibición y eso en sociedades llamadas libres y democráticas. ¡Qué gran hipocresía! Recuerda que la exposición del apóstol a Timoteo comienza con la importancia que tiene a quien prestamos atención, ¡qué oímos!

En el otro texto que hemos escogido de esta carta sobre las enseñanzas extrañas a las que Timoteo tiene que estar atento, nos da algunas claves más. Leemos. Si alguno enseña una doctrina diferente y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido y nada entiende, sino que tiene un interés morboso en discusiones y contiendas de palabras… (6:3,4). Vemos aquí el contraste entre la doctrina de la piedad según las enseñanzas del evangelio de Jesús y doctrinas diferentes que producen envanecimiento humano y contiendas interminables. Todo ello por rechazar la piedad, que en este contexto viene a ser el contentamiento de una vida sencilla, porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos llevar; pero teniendo nuestras necesidades básicas cubiertas estar contentos con lo que tenemos… Este razonamiento ha venido a ser extremadamente odioso en una sociedad materialista orientada a la codicia, el consumo y los excesos de todo tipo. La ambición personal se ha convertido en una virtud a reseñar en los nuevos curriculum a la hora de buscar trabajo. Ambición que no repara en el prójimo, sino únicamente en sí mismo, en un egoísmo exacerbado propio también de los últimos tiempos; amadores de sí mismos (2 Tim.3:1,2). Esta ambición dañina conduce a la pretensión de enriquecerse a toda costa, y los que así se conducen caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañinos que hunden a los hombres en la ruina y perdición (6:9). Esta mala doctrina ha penetrado, mediante el pensamiento neoliberal, en muchas iglesias de nuestros días, impulsadas por doctrinas de demonios y espíritus engañadores pervirtiendo el evangelio de las sanas palabras de nuestro Señor. Ser próspero se ha convertido en una señal de la bendición de Dios, y vivir una vida sencilla, humilde, conformado a las palabras del evangelio, en muestra de falta de fe. Semejante perversión no puede ser más extraña al evangelio de Jesús.

Adelantándonos a una de las instrucciones de Pablo a su discípulo en la segunda carta a Timoteo, podemos ver que esta perversión que denunciamos comienza en una falta de buena predicación, porque se pretende que semejantes doctrinas extrañas sean bíblicas, por eso dice el apóstol: Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, y reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción., Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos (2 Tim.4:2-4). Nuestra generación se ha cansado de la verdad del evangelio y la sana doctrina, y se han vuelto a mitos y fábulas poniendo su oído en maestros que les dicen lo que quieren oír conforme a sus propios deseos, otra vez el mismo patrón: egoísmo, egocentrismo; apartando el oído de la verdad. No quieren la verdad, prefieren la mentira placentera que la verdad liberadora. La doctrina de la piedad les aburre. Aborrecen la sencillez de una vida orientada al servicio de los demás, solo piensan en como enriquecerse y conseguir los máximos placeres traicionando en el camino la verdad, aunque sea la verdad del evangelio que un día abrazaron y del que hoy apostatan.

El apóstol quiere evitar que el mensaje de Dios quede libre de tales doctrinas extrañas, por lo que insta a su discípulo a que pelee la buena batalla de la fe para que el evangelio pueda ser transmitido a la siguiente generación en su pureza original. La lucha siempre ha sido cruenta, pero necesaria.

  1. Sobre la oración (2:1-8) (4:4,5)

Ante el naufragio de la fe de algunos mediante doctrinas extrañas que pervierten el evangelio, la doctrina apostólica insiste en la necesidad de la oración comunitaria. La oración es fuente de poder, que diría el gran maestro de la oración E.M. Bounds. Para el apóstol Pablo una vida eficaz de oración era fundamental para que la palabra de Dios corriera veloz, por lo que pedía a las congregaciones que levantaba su ayuda en este servicio de fe. Además, en sus instrucciones a Timoteo le da algunos consejos prácticos para que los hermanos oren con eficacia y dirección.

Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todo los hombres… (2:1). Subrayo «por todos los hombres». No hay persona que no pueda ser objeto de nuestras oraciones y por tanto de ser influido por la voluntad de Dios mediante la vida de oración de la iglesia. La exhortación es «ante todo». Prioritario. Estamos ante una de las claves del deterioro de nuestras sociedades occidentales. Gran parte de la decadencia que vivimos es consecuencia de la negligencia y tibieza de nuestra vida de oración. Pablo comenzó su primer viaje misionero al lado de Bernabé después de una reunión de oración y ayuno en la que el Espíritu Santo habló y los envió a las naciones (Hch.13:1-4).

Dentro de ese «todos los hombres» menciona especialmente a las autoridades: por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad (2:2). Y añade, Porque esto es bueno y agradable delante de Dios (2:3). Una vida de oración eficaz de la iglesia nos evitaría la maldición de gobernantes impíos que causan tanto daño. Deberíamos preguntarnos si uno de los motivos por los que tenemos hoy en España una de las peores generaciones de gobernantes es por nuestra negligencia en la vida de oración. Que ocupen los puestos de máxima responsabilidad de gobierno personas cuyo único mérito sea servir a un sistema corrupto de partidos, doblegándose sin escrúpulos ni principios a los caprichos del líder que los pone, es seguramente una consecuencia, entre otras, de la decadencia espiritual de la mayoría de las iglesias. No ha habido una voz profética de nuestros representantes denunciando el pecado, sino que en muchos casos se han plegado al poder sin molestar por un poco de reconocimiento y subvención estatal. Y cuando se organizan eventos de oración por el país en muchas ocasiones no son más que reuniones para sentirnos importantes, con un programa seco de vida quebrantada, sin espíritu de oración salvo los mecanismos fríos de una intercesión sin vida y sin coste alguno conformados con haber cumplido el papel de forma legalista.

Por consiguiente, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones (2:8). Gran parte de lo que llamamos el pueblo de Dios está dividido, fragmentado y enfrentado, en la mayor parte de las veces por motivos pueriles de «egos» sin crucificar, cada uno pensando ser el ombligo del mundo, pero hacemos el esfuerzo «titánico» de juntarnos un ratito para orar (esto en el mejor de los casos, porque a menudo ni siquiera superamos los obstáculos para aunar esfuerzos en este tema por nuestras distintas formas de entender y practicar la oración) de cara a la galería para rápidamente continuar cada uno con sus magnos proyectos personalizados. Sin embargo, cuando conseguimos evitar los estorbos a nuestras oraciones por la ira y las contiendas, podemos alcanzar el trono de Dios para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. En muchas ocasiones no se necesitan multitudes en esta batalla, basta dos o tres, incluso uno, como en el caso de Daniel en Babilonia, para cambiar la historia. Elías vivió en medio de una generación entregada a la idolatría y la manipulación hechicera de Jezabel en el trono de la nación, y sin embargo oro fervientemente para que no lloviera y no llovió, luego volvió a orar y vino una gran lluvia que alejó el fantasma del hambre.

La Biblia está llena de hombres y mujeres de oración que cambiaron el curso de la historia. Recuerda a Ana, la madre de Samuel, y su alma afligida por la esterilidad, además de consumida por su Penina cercana, que derramó su alma sin articular palabras audibles y fue oída en el trono de la gracia liberando un profeta que cambiaría el clima espiritual de toda una nación, además de ungir a dos reyes. Y qué diremos de Moisés en el desierto en medio de la queja crónica de un pueblo duro de cerviz. Y un Nehemías cuya vida de oración le llevó a Jerusalén para construir las murallas en medio de gran tribulación, consiguiendo levantar de sus cenizas a un pueblo que regresaba del cautiverio. Y tantos y tantos hombres y mujeres anónimos que a lo largo de la historia de la iglesia han sostenido el edificio de la fe con sus vidas de oración y ayunos, como la viuda Ana, y el anciano Simeón que esperaban la redención de Israel y pudieron ver el advenimiento del Mesías, llegando así al máximo propósito de sus vidas; por eso oraron: Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel (Lc.2:29-32).

  1. Sobre los obispos (3:1-7)

A continuación el apóstol instruye a Timoteo para que sepa escoger a las personas idóneas como supervisores de la congregación de Dios. Palabra fiel es esta: Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer (3:1). Gran parte de la continuidad de la obra de Dios radica en encontrar a las personas apropiadas para cuidar el buen desarrollo de una congregación sana. Por ello Pablo se para aquí y expone los requisitos que deben tener quienes anhelen esta aspiración. El término «obispo» que ha venido a significar un título de prestigio y elevación sobre la grey de Dios no es el sentido que expresa el sentir apostólico. El oficio de obispo tiene su base en la tradición judía de los ancianos (presbítero) del pueblo, viene de la palabra episkopos que significa vigilantes, guardianes, inspectores, velar por, proteger, vigilar o guardar. Por tanto son supervisores que cuidan de los hermanos a su cargo como ancianos/obispos que viene a tener el mismo significado. El obispo supervisa no domina. Protege con un corazón de servicio y para ello Pablo hace una amplia lista de las cualidades que debe tener: Debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, (el texto griego no se refiere al adulterio ni a la poligamia, sino a las segundas nupcias), sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso, que gobierne bien su casa, no un recién convertido, para que no caiga en la condenación del diablo, debe tener buena reputación entre los de fuera de la iglesia, para no caer en descrédito y lazos del diablo. Como vemos todo un compendio de virtudes que adornan un carácter maduro y piadoso. No tiene nada que ver con un título ostentoso para impresionar y elevarse sobre los que han puestos bajo su cuidado, sino siendo ejemplos y referentes, alejados del tipo de liderazgo empresarial que predomina en muchas congregaciones actuales, especialmente muchas de las llamadas mega iglesias, que actúan según los parámetros de un liderazgo piramidal con sus franquicias que reproducen una visión particular en lugar de hacer discípulos del Maestro y no soldaditos de plomo del líder principal. Cuando la iglesia falla en este cometido pone las bases a todo tipo de modelos sectarios que acaban dispersando y decepcionando a muchos hermanos que se alejan de la fe y son traspasados de muchos dolores. Deberíamos recordar a menudo las exhortaciones del profeta Ezequiel sobre los pastores que se apacientan a sí mismos (Ez.34:2) y del profeta Jeremías sobre aquellos que profetizan sueños falsos y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y presunciones (Jer.23:32). Precipitarse en poner al frente de la congregación a personas jóvenes en la fe, sin la madurez requerida, significa abrir una brecha por la que el diablo penetrará para conducirlos a su misma condenación mediante la soberbia y la arrogancia que destruye la obra de Dios. O personas con gran carisma personal llenos de codicias ocultas por un tiempo que se manifiestan especialmente cuando alcanzan cierta notoriedad y éxito para sucumbir estrepitosamente en el tiempo de su caída. Necesitamos regresar urgentemente a las instrucciones apostólicas que en esta carta Pablo expone a Timoteo, y que en su segunda carta expresa así: Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2).

  1. Sobre los diáconos (3:8-13)

Nos encontramos ahora con el término diáconos que de la misma manera que los obispos nada tiene que ver con un título sino con una función de servicio. Diákonos significa servidores y son dados a los supervisores (obispos) como ayudadores en las diversas tareas que se realizan en una congregación local. La lista que el apóstol hace de las personas que anhelan servir como diáconos es muy parecida a la de obispos. La función de diácono puede ser un trampolín para alcanzar nuevas metas de servicio con mayor responsabilidad. Tenemos el ejemplo de los siete diáconos escogidos para servir a las necesidades de las viudas en la iglesia de Jerusalén (Hch.6), de la que el texto bíblico resalta luego el ministerio evangelístico de Felipe y el de Esteban como primer mártir de la iglesia. En este caso también había requisitos para ser escogidos como diáconos: escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea (Hch.6:3). Por su parte el apóstol Pablo menciona los siguientes: Los diáconos deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia (1 Tim.3:8,9). También aparecen mujeres diaconisas (3:11), que bien pueden ser las mujeres de los diáconos o mujeres escogidas para esta función específica. Recordemos a la hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencrea (Rom.16:1,2) a la que Pablo recomienda a los hermanos de Roma, y cuyo papel principal ha sido ayudar a muchos, incluso al mismo apóstol, es decir, ha hecho un buen servicio que debe ser reconocido como también lo expresa la iglesia de los tesalonicenses: Os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo (1 Tes.5:12,13). Como podemos ver el reconocimiento siempre viene por la vía del servicio, siguiendo el ejemplo del Maestro y Señor, que vino a servir, no para ser servido, y dar su vida en rescate por muchos (Mr.10:45).

Más adelante en la misma carta el apóstol da instrucciones a Timoteo sobre el trato respetuoso que se debe dar a los ancianos y ancianas de edad (5:1,2); a los jóvenes y las viudas, entre ellas distingue a las viudas jóvenes de las que superan los sesenta años. De las primeras dice que se casen y críen hijos (5:3-16). También menciona a los ancianos que gobiernan bien para que sean tenidos por dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y enseñanza (5:17). Por último, le da consejos sobre todos los que están bajo el yugo como esclavos, para que consideren a sus amos como dignos de todo honor siendo así adornada la doctrina (6:1,2) (Tito 2:9,10) (Ef.6:5-8). Tampoco se olvida de los ricos para que no pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida (6:17-19). Todo un «cursillo» para combatir el materialismo exacerbado usando los recursos en beneficio de los demás sin acapararlos ni usarlos como medio de dominación e imposición sobre los demás, una tentación demasiado frecuente en quienes acumulan riquezas desproporcionadas. Como vemos, el autor de la carta pasa por todas las capas sociales de la época y que estaban representadas en la iglesia. A continuación veremos las instrucciones personales que le da a su discípulo.

B. INSTRUCCIONES PERSONALES A  TIMOTEO

En los pasajes que veremos seguidamente, Timoteo recibe consejos como cristiano, joven, y pastor de una iglesia, en su caso la de Éfeso; lo que nos hace a nosotros partícipes, puesto que en alguna de esas áreas estaremos representados, o tal vez en más de una.

Primera. Pelea la buena batalla de la fe (1:18) (6:12) (2 Ti.2:3,4) (2 Co.10:4). Sin duda, hay muchas batallas que libramos a lo largo de nuestra vida, pero la batalla de la fe es la buena batalla. Es buena porque es la batalla de Dios, y Dios es bueno (Sal.34:8). Es una batalla contra las tinieblas que esclavizan al ser humano desde lo hondo de su ser y en favor de la salvación de su alma y la de muchos otros. La vida cristiana es una buena milicia que hay que pelear conforme a las profecías que se hacen sobre nosotros, en el caso de Timoteo mediante la imposición de manos del presbiterio (1:18 y 4:14), y el nuestro en ocasiones de la misma manera; y además por la palabra profética más segura a la que debemos estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 P.1:19) liberando una palabra vivificada que impulse nuestras vidas a la acción. A esta batalla somos llamados como soldados de Jesucristo (2 Tim.2:3,4) para librar una batalla de fe mediante las armas espirituales de  nuestra milicia, que no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios (2 Co.10:4,5).

Segunda. Nutrido con las palabras de la fe (4:6). Un buen soldado debe estar bien alimentado para poder combatir con eficacia. Nuestro alimento indispensable es la palabra de Dios, nutridos con las palabras de la fe y de la buena doctrina que Timoteo había seguido del apóstol Pablo y nosotros también debemos hacerlo, así como de toda palabra que sale de boca de Dios. (Mt. 4:4) (Rom.10:17) (Col.3:16) (1 P.2:2). Todo el consejo de Dios (Hch.20:27) para no caer en el sectarismo. Observa que hablamos de estar  nutridos, bien alimentados, no solamente de engrosar nuestra mente intelectualmente de teología o filosofía, sino habiendo asimilado la palabra de verdad, diluida en nuestro organismo espiritual, el nuevo hombre, de tal manera que renueva nuestros pensamientos y por tanto nuestra manera de actuar. La buena nutrición tiene el potencial de mantenernos sanos acumulando los nutrientes necesarios que edificarán una fe sólida en la verdad. También se menciona «la buena doctrina que has seguido», dice el apóstol; recordemos que la hemos recibido, no es nuestra, ni de nuestra denominación, no es original ni creativa, es un legado recibido de los profetas y apóstoles, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, él es nuestra doctrina y visión. No es para ser doctrinarios peleando sobre matices o énfasis de líderes carismáticos o legalistas, es buena doctrina, sana, liberadora, transformadora, como enseñó el Maestro, si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn. 8:31,32). La buena doctrina del evangelio no está diseñada para atarnos a un sistema teológico denominacional, ni para convertirnos en autómatas sin corazón; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida, dijo la doctrina encarnada, Jesús de Nazaret (Jn.6:63). Por tanto, nutridos con las palabras de la fe, no obesos al borde de un infarto por sobre alimentación nociva.

Tercera. Disciplínate a ti mismo para la piedad (4:7 LBLA). El ejercicio físico ha vuelto loca a esta generación. Vivimos un autentico fanatismo por el deporte, que es bueno siempre en su justa medida, pero hemos abandonado la piedad, también muchos creyentes, y centramos nuestro tiempo y dinero en gimnasios altamente sofisticados que nos atrapan en el culto al cuerpo y la obsesión por la apariencia física que se ha convertido en una de las grandes idolatrías de nuestro tiempo. El apóstol le dice al discípulo a continuación que el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera (4:8). Vivimos en el tiempo de las adicciones, y una que sin lugar a dudas nos ha cautivado hasta convertirla en culto es el deporte. Hay todo un grandísimo negocio desde hace décadas alrededor del esfuerzo físico en sus múltiples facetas que nos recuerda el abandono de la piedad en favor de la imagen saludable y sensual. Pablo dice: disciplínate a ti mismo para la piedad. La disciplina es buena y recomendable, el mismo autor lo dice en su primera carta a los corintios (1 Co.9:24-27), golpea su cuerpo y lo pone en servidumbre (observa: en servidumbre, no dueño y señor que le dirige) para obtener una corona incorruptible de gloria. Por supuesto que hemos invertido el sentido y nuestra sociedad materialista y consumista ha abandonado la fe que produce una vida piadosa por las múltiples manifestaciones de egoísmo que nos han embriagado de nosotros mismos. El soldado de Jesucristo conoce la importancia de la disciplina y su aplicación personal. La disciplina piadosa nos da carácter probado poniendo un buen fundamento en lo porvenir. La versión de la Biblia NTV traduce así estos textos: No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene (1 Tim.4:7,8). La instrucción del apóstol a Timoteo la repite un poco más adelante, diciendo: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren (1 Tim.4:16).

Cuarta. No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza (4:12). La juventud no debe ser un impedimento para desarrollar un ministerio cristiano eficaz, sino un tiempo cuando pueda ponerse un fundamento sólido, como soldado del Señor, para toda una vida de gran provecho. Timoteo conocía las Escrituras desde la niñez (2 Tim.3:15), las cuales nos pueden hacer sabios para la salvación, y su ejemplo debía ser un referente para los hermanos. Al contrario de nuestro tiempo, donde se considera ser jóvenes como un factor privilegiado frente a la madurez de personas adultas, en la sociedad del siglo I, y especialmente en el mundo judío, ocurría lo contrario, ser joven era un hándicap para ocupar puestos de enseñanza, y por el contrario se valoraba mucho más a las personas mayores. Timoteo debía demostrar que su juventud no sería menoscabo para desarrollar su labor pastoral, por el contrario debería manifestar su eficacia siendo un verdadero ejemplo en palabra de verdad, una buena conducta y en las virtudes cristianas esenciales como el amor, la fe y una vida de pureza. Precisamente una de las objeciones del profeta Jeremías al ser llamado por Dios fue la de apelar a su juventud para evitar el desafío de su misión, por el contrario, el Señor no acepto ese argumento, sino que afirmó su confianza en el futuro profeta, que había sido llamado y conocido antes de ser formado en el vientre de su madre, y antes de nacer ya había sido apartado para la misión profética a las naciones (Jer.1:5-10). Lo cual nos muestra que una vida sometida a la voluntad de Dios, al margen de su edad, es el requisito indispensable para desarrollar un servicio eficaz. También nosotros podemos ser útiles al Señor desde nuestra juventud si estamos dispuestos a aprender con humildad sin envanecernos. Como está escrito: Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud (Lam.3:27). Acordarse del Creador desde los días de nuestra juventud pondrá buen fundamento cuando lleguen los días malos en los que podamos lamentarnos sin contentamiento por no haber aprovechado correctamente nuestro tiempo pasado (Ecl.12:1). El apóstol Pablo quiere evitarle a su discípulo esa experiencia y por ello le aconseja que no menosprecie ni eche a perder su juventud, más bien que edifique toda su vida a ser ejemplo de utilidad para su generación.

Quinta. Ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza (4:13). La vida de Timoteo, desde su niñez, estuvo influida por las Sagradas Escrituras. La fe de su abuela Loida y su madre Eunice le impactaron con una fe vigorosa (2 Tim.1:5) que después fue desarrollada ampliamente cuando llegó Pablo a Listra y quiso que fuera con él (Hech.16:1-3). A pesar de ello, el apóstol le insta ahora a seguir ocupándose de la lectura de las Escrituras, lo cual nos enseña que toda nuestra vida cristiana, al margen del tiempo que llevemos en el evangelio, debe estar centrada en el estudio que pueda consolidar después la exhortación y la enseñanza. Fue también el mensaje del Señor a Josué. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá  bien (Jos.1:8). Es la misma exhortación del salmo 1. Sino que en la ley de YHVH está su delicia, y en su ley medita de día y de noche (Sal.1:3). El resultado será vivir cerca de las corrientes de agua, como un árbol, que da su fruto a su tiempo, mantiene la hoja perenne y todo lo que hace prospera. Fue el mensaje de Jesús también a quienes no le creían: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Jn.5:39,40). Él mismo les abrió el entendimiento a los dos discípulos de Emaús exponiendo lo que decían las Escrituras que había de cumplirse, y al hacerlo, sus corazones ardían ante la exposición impresionante con que el Maestro les deleitó (Lc.24:32,44,46). Nuestra ocupación en la lectura de las Escrituras, si lo hacemos con el corazón adecuado, nos coloca en el epicentro de la revelación de Dios que transformará nuestras vidas y la de muchos otros sobre los que podemos influir de múltiples formas. Esta práctica la hemos abandonado trágicamente en muchas iglesias. Hemos suplantado el estudio, la meditación sosegada y cuidadosa de las Escrituras por múltiples entretenimientos que nos han hundido en gran debilidad de la fe y confusión de doctrinas extrañas. Por otro lado hemos aprendido algunas cosas que nos han hecho arrogantes y engreídos, contrariamente a lo que enseñan las Escrituras, para enseñorearnos de otros en lugar de ser ejemplos como Pablo le dice a Timoteo. Debemos acercarnos a la revelación escrita con humildad, disponer nuestros corazones para ser corregidos, instruidos en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea maduro y esté preparado para toda obra buena (2 Tim.3:16,17) (Col.3:16,17).

Sexta. No descuides el don espiritual que está en ti (4:14) (2 Ti.1:6). Juntamente con el estudio de las Escrituras debe estar activado el don de Dios en nuestras vidas. Jesús dijo: Las palabras que os he hablado son espíritu y sin vida (Jn.6:63). Podemos caer, y lo hacemos, en dos extremos que deberían ser complementarios y nunca excluyentes. Por un lado, estudiosos de la Biblia, y por el otro, fluir en el Espíritu con libertad. Sin embargo, a menudo nos volvemos áridos en la enseñanza, o volátiles y excéntricos en los dones espirituales. Aquí el apóstol insta a Timoteo a no descuidar el don que ha recibido, y que le fue liberado mediante profecía con la imposición de manos del presbiterio o grupo de ancianos. Se trata del don del Espíritu Santo (Hch.2:38) (Hch.10:45) (Hch.11:17) que se manifiesta de múltiples formas, en el caso de Timoteo parece ser que fue el de evangelista (2 Tim.4:5). En otro lugar le dice que lo avive, que no pierda el fuego del don (2 Tim.1:6). Por lo cual vemos que se trata de mantener una combinación de ocupación en el estudio de las Escrituras y a la vez de fluir en el don del Espíritu que nos ha sido dado. Ambas partes deben ir juntas, son recíprocas, complementarias, inequívocamente necesarias para un servicio eficaz a los hermanos. A menudo dividimos a las iglesias en conservadoras y carismáticas como si fueran cosas distintas y excluyentes, o tal vez como si pudiéramos elegir lo que mejor se acomode a nuestra personalidad. Deberíamos saber conservar la verdad con firmeza y solidez, presentando defensa de la esperanza que tenemos (1 P.3:15), y a la vez no descuidar la manifestación del don carismático que hemos recibido fluyendo en el Espíritu de Dios con la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Necesitamos ocuparnos en la lectura de la palabra de Dios y no descuidar el don avivándolo continuamente, siendo llenos del Espíritu (Ef.5:18), sin apagarlo, ni menospreciar las profecías, examinándolo todo, reteniendo lo bueno (1 Tes.5:19-21).

Séptima. Que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos  (4:15). Mi madre, una mujer realmente trabajadora, siempre decía «el tiempo es oro y el que lo pierde es un bobo». Era imposible estar cerca de ella sin hacer nada, nos conminaba o reprendía, en ocasiones desmedidamente, con el fin de que aprovecháramos bien el tiempo. El buen uso del tiempo que nos ha sido dado es un reflejo de gran parte de nuestro carácter. La Biblia está llena de exhortaciones a la diligencia y amonestaciones contra la pereza. El apóstol Pablo lo expresa así: En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Rom.12:11). Hoy hemos sido atrapados en la cultura del entretenimiento. Existe una gran industria dirigida a mantenernos ocupados haciéndonos perder el tiempo en cosas superfluas, una paradoja propia de una generación orientada hacia las adicciones. A la vez pone de manifiesto la falta de sentido y propósito que nos azota. El Maestro nos advierte sobre el paralelismo entre los días de Sodoma y Gomorra y los últimos tiempos, una de cuyas características es la ociosidad que siempre da lugar a todo tipo de manifestaciones pecaminosas y disolutas. He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: arrogancia, abundancia de pan y completa ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado (Ez. 16:49). Pablo exhorta a Timoteo a estar ocupado en lo que realmente es provechoso, permaneciendo en la práctica de la lectura, la exhortación, la enseñanza, no descuidar el don, sino ejercerlo en beneficio de los hermanos, todo ello dará como resultado que su aprovechamiento será puesto de manifiesto siendo un ejemplo para los creyentes. Además, esta actitud provechosa le traerá el cuidado de sí mismo (4:16). Lo cual siempre es una necesidad vital para la vida de los responsables de las congregaciones. Los pastores deben ser realmente diligentes en seguir estos consejos apostólicos, de lo contrario dejarán de ser referentes y modelos produciendo la dispersión de la grey de Dios. El aprovechamiento es lo que marca la diferencia entre unos cristianos y otros, entre unos pastores y otros. El apóstol insiste: Mirad, pues,  con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos (Ef.5:15,16). Y la mejor forma de hacerlo es siendo entendidos de cuál sea la voluntad de Dios (Ef.5:17); lo cual nos lleva nuevamente al inicio de toda esta instrucción, es decir, vivir ocupándonos en la lectura, exhortación, enseñanza y el buen uso de los dones recibidos.

Octava. Te mando… que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo (6:13-16). Este mandato que el apóstol encarga a su hijo Timoteo lo hace delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato. Es decir, no es una orden caprichosa de un líder autoritario que pretende imponer su voluntad sobre los demás. Lo hace bajo el temor de Dios, sabiendo que vive ante su presencia y autoridad, por lo tanto, exponiendo su propia vida como quien ha alcanzado madurez para persuadir a quienes están bajo su responsabilidad (1 Co.2:6) (Heb.5:14). Todo ello muy alejado de posturas dominantes y abusos que han predominado en las últimas décadas entre quienes se han enseñoreado de la congregación de Dios, ejerciendo más como señores que como verdaderos siervos y ejemplos. El mandamiento que Pablo escribe a Timoteo para que sea guardado sin mácula ni reproche, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, es la palabra del evangelio en su amplitud. Todo el consejo de Dios, dirá en otro lugar. Es el evangelio que Pablo predicaba entre los gentiles y que expone ampliamente en sus cartas a los Romanos y los Gálatas. El apóstol Juan lo resume así: Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio (1 Jn.2:7). El mensaje del evangelio, que en síntesis es Jesús y su obra redentora, ya estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros (1 P.1:18-20); estaba escondido desde la fundación del mundo, dice el Maestro enseñándolo mediante parábolas (Mt.13:35). Precisamente en este último texto de Mateo, donde Jesús enseña acerca del reino a través de parábolas, hay un denominador común que sigue cada una de ellas, se le llama la palabra del reino (13:19), la buena semilla (13:24), trigo (13:25), grano de mostaza que crece hasta convertirse en árbol (13:31,32), levadura hasta que todo fue leudado (13:33), es un tesoro escondido (13:44), una perla preciosa (13:46), y una red de donde recogen lo bueno (13:48). Todas estas metáforas nos hablan de la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación que una vez sembrado, predicado y recibido en buena tierra nos hace renacer de una simiente incorruptible, que vive y permanece para siempre (1 P. 1:23-25). Es el Verbo de Dios (Jn.1:1,14), la verdad que nos hace libres (Jn.8:31), la salvación que fue preparada en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles (las naciones), y gloria de tu pueblo Israel (Lc.2:29-32). Este mandamiento es el que Timoteo debe guardar sin mácula ni reprensión, debe mantenerlo puro en su esencia para poder transmitirlo a las siguientes generaciones tal y como fue anunciado al principio. Porque hay un enemigo que viene a sembrar cizaña mezclándola con el trigo para diluir el mensaje; hay espinos que ahogan la palabra mediante los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas (Mt.13:22) haciéndola infructuosa, este pulso hay que mantenerlo hasta la aparición del Señor. Por lo cual hay una batalla que pelear, contender ardientemente por la fe del evangelio (Jud.1:3), porque en él están las palabras de vida eterna, el acceso a la inmortalidad (1 Tim.6:16), contiene la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quién abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio (2 Tim.1:9,10 LBLA). Por tanto, la exhortación a Timoteo, y a todos nosotros, es a mantener el legado y transmitirlo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2). Hacer discípulos, diría el Maestro (Mt.28:18-20). Estas son algunas de las instrucciones del apóstol Pablo a Timoteo en esta primera carta que ampliará, como hemos ido viendo anticipadamente, en la segunda, y por extensión a cada uno de nosotros.

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO

  1. Anota todo lo que sepas sobre la relación que unía a Pablo con Timoteo.
  2. Que dos propósitos principales tenía Pablo al escribir esta carta.
  3. Anota las tres epístolas que aparecen en el Nuevo Testamento y que son denominadas «pastorales». ¿Por qué se llaman así?
  4. Que destacarías de las instrucciones que Pablo le da a Timoteo para el buen funcionamiento de la iglesia.
  5. Pablo le da también instrucciones personales a Timoteo. ¿Cuáles destacarías? ¿Cuáles consideras más importantes y necesarias para tu propia vida?

55 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (16)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (16)

Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión (Habacuc 3:2 LBLA)

Quiero culminar esta serie sobre tiempos finales con la oración del profeta Habacuc. Un breve análisis de este libro profético nos muestra que su mensaje fue previo al inminente juicio de Dios sobre Judá a manos del Imperio Babilónico. La atmósfera espiritual de los días de Habacuc era de decadencia y juicio, muy similar a la nuestra. Comienza preguntándose por qué su oración no ha sido oída, por qué permite el Señor que la iniquidad predomine y la opresión sea generalizada. El impío asedia al justo. Además, comprende que el Señor usará la vara de Babilonia para juzgar a su pueblo. En esa tesitura, el profeta se coloca en su puesto de guardia, sobre la fortaleza velará para ver en qué consiste la respuesta del Señor. Entiende que el juicio sobre Judá es irreversible, por tanto, esperará confiado y tranquilo el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirlos (3:16 LBLA); culminando con un canto de esperanza y fortaleza en el Dios de su salvación, aunque al presente las circunstancias sean muy desfavorables: Ni la higuera, ni las viñas, ni el olivo producen alimento, faltan las ovejas y las vacas en los establos, a pesar de ello se alegrará en el Señor, se regocijará en el Dios de su salvación, porque el Señor Dios es la fortaleza que lo sostiene en medio de una situación tan adversa (3:17-19 LBLA). Antes, al inicio de su oración en tono de Sigionot,  (canto vehemente), expresa su conocimiento del Señor: He oído lo que se dice de ti y temí. Conoce el carácter justo del Dios de pacto, y ese pacto ha sido quebrantado, por tanto, es consciente de las consecuencias que se derivan de ello. Eleva un clamor para que se avive su obra, que en este caso es de juicio y no de avivamiento como habitualmente se ha interpretado. Porque el Señor no tendrá por inocente al culpable, tampoco debemos imaginar otro escenario en la presente generación. Hemos transgredido la ley y sobrepasado todos los límites de la paciencia de Dios. Somos culpables. Por ello, el juicio sobre las naciones es inevitable. Pero el profeta hace un quiebro en su oración apelando a la misericordia de Dios sin eludir su ira contra la impiedad, por tanto levanta un último clamor en favor de aquella generación y que podemos hacer nuestro para este tiempo: En la ira, acuérdate de tener compasión. En medio de los tiempos finales llenos de maldad y la manifestación justa de la ira de Dios, podemos apelar a su compasión, a derramamientos del Espíritu Consolador, para superar este tiempo oscuro y alcanzar la restauración venidera.

         La compasión de Dios estará presente en medio del juicio inevitable.

54 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (15)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (15)

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención… Antes bien sed llenos del Espíritu  (Efesios 4:30 y 5:18)

Las malas experiencias no anulan la verdad de Dios. Los múltiples casos de falsificaciones espirituales nunca podrán impedir nuevos derramamientos del Espíritu de Dios. Está profetizado. Es palabra de Dios que permanece para siempre en el cielo (Salmos 119:89). En los postreros tiempos derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. La multiplicación de la maldad no podrá vencer el poder de la gracia, porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Incluso aunque el Señor solo encuentre un justo, Noé, y toda su generación esté corrompida y llena de violencia, el Dios de toda gracia hará reverdecer la justicia y la equidad una vez más. Aunque Moisés esté solo ante un pueblo quejoso, incrédulo y desobediente; a pesar de sus múltiples sinsabores en el camino, el Señor volverá a abrir caminos en el desierto y ríos en la soledad (Isaías 43:19). Es la fuerza de la luz y la vida sobre las tinieblas y la muerte. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5). El cielo y la tierra pasarán, pero su palabra eterna nunca pasará. Las tinieblas llenan la tierra sobre naciones gobernadas por poderes babilónicos mediante un pretendido gobierno mundial, pero sobre Jerusalén aparecerá el Señor, y sobre ella será vista su gloria. El reino es del Señor. La justicia será establecida en la tierra porque habrá un justo que gobierne. Por tanto, no debemos entristecer al Espíritu con temor, incredulidad y ansiedades; sino buscarlo con pasión como la novia del Cantar de los Cantares busca a su amado en circunstancias a menudo muy desfavorables. Pero el amor es más fuerte que la muerte. El sello del Espíritu con el que fuimos sellados para el día de la redención final de nuestros cuerpos mortales nos recuerda que somos extranjeros y peregrinos en la tierra, que buscamos una patria celestial, y ahora la saludamos, creyendo, confesando y degustando los poderes del siglo venidero (Hebreos 11:13-16 y 6:4,5). Hemos sido hechos partícipes del Espíritu Santo, la promesa del Padre, la cual recibimos por fe, y no debemos ser como los gálatas insensatos fascinados y hechizados por el brillo de doctrinas falsas, sino saber que recibimos el Espíritu por el oír con fe (Gálatas 3:1-3). Hemos comenzado por el Espíritu. La vida cristiana es Cristo en nosotros, —la perla de gran precio—; no seamos engañados con otras piedras sin brillo, perecederas, que nunca edifican nuestras vidas sobre la Roca, el edificio de Dios, sino sobre heno paja y hojarasca. Los tiempos pueden ser malos, (y lo son), pero sobre ti amanecerá el Señor y sobre ti será vista su gloria.

         Nuestra verdadera necesidad sigue siendo ser llenos del Espíritu de Dios.

53 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (14)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (14)

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno (1 Tesalonicenses 5:16-21)

Las malas experiencias nos paralizan, las buenas nos impulsan y transforman. Los desequilibrios y contradicciones que se presentan en todo ser humano tienen el potencial de desestabilizarnos y llevarnos  a una vida zarandeada que impida el cumplimiento del plan de Dios. El sabor amargo que dejan las decepciones o el ser defraudados y traicionados puede marcar el rumbo de nuestras vidas irremediablemente. También en las congregaciones y movimientos espirituales. Cuando hablamos de manifestaciones del Espíritu aparecen con rapidez los ejemplos de fraude y falsificación, que los hay, y con ellos el temor paralizante que nos roba la superación de los escollos y el desarrollo hasta su culminación. He sido parte de diversos movimientos del Espíritu en congregaciones locales que impulsaron un tiempo de refrigerio espiritual y una libertad gloriosa del Espíritu donde fluían los dones y la comunión edificante de los hermanos. Luego, sin saber bien como (en algunos casos están bien definidos) surgen pequeñas zorras que echan a perder la cosecha (Cantares 2:15). La división mediante las obras clásicas de la carne apaga la dinámica inicial y pronto perdemos el ánimo con la siguiente dispersión de la grey. Estos ciclos se han repetido demasiadas veces en nuestro país. También aparecen experiencias espurias con actitudes de dominio y abuso de ciertos líderes que imponen una pesada carga de control dejando un regusto amargo que defraudará a muchos. Seguramente todo ello viene como consecuencia de no seguir las directrices apostólicas registradas en nuestro texto. Perdemos el gozo, dejamos de orar con fervor, la gratitud nos abandona olvidando fácilmente los beneficios del evangelio, apagamos el Espíritu, menospreciamos las profecías, y sobre todo, al examinar la situación nos quedamos solo con los malos ejemplos, las decepciones, sin retener todo lo bueno que hemos acumulado durante ese tiempo. Es evidente que hay experiencias traumáticas que provocan un daño irreparable en las personas. La libertad del Espíritu en ocasiones produce todo tipo de excesos indeseables. La inmadurez de muchos, especialmente de los líderes, echa a perder la obra original del Espíritu y así entramos en una dinámica de edificar y destruir que se repite en forma de círculos viciosos con pérdida para todos. Sin embargo, podemos volver a levantarnos con gozo, oración y gratitud mediante el Espíritu.

         No debemos cansarnos de hacer el bien y buscar la fuente de vida.

52 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (13)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (13)

Y temerán desde el occidente el nombre de YHVH, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como un río, más el Espíritu de YHVH levantará bandera sobre él (Isaías 59:19)

Hoy el movimiento pentecostal, ampliado en el movimiento carismático, es aceptado y reconocido mayoritariamente en la Cristiandad, pero no siempre fue así. Recuerdo la tensión que produjo en mis primeros años en el evangelio mantener la comunión con la iglesia pentecostal de Lérida y la de Asamblea de Hermanos en Salamanca. Aprendí mucho de ambas. Luego me enseñaron mis maestros a estar abierto a todo el Cuerpo del Mesías. Dejando a un lado mis recuerdos, quiero reseñar, como he dicho en una meditación anterior, que todo movimiento espiritual, lo que llamamos avivamientos, mantienen una línea ondulada, con altibajos, comienza con una búsqueda sincera y quebrantada del corazón clamando por los ríos de agua viva, una vez se establecen pierden su impulso original dando lugar al estancamiento de sistemas religiosos viviendo en buena parte del pasado glorioso. Cuando disminuye la búsqueda de Dios aumentan los ídolos y los cultos extraños. La maldad crece y con ella la decadencia y apostasía de la fe. Una vez más se necesita el clamor al cielo por nuevos derramamientos del Espíritu que levanten bandera ante las fuerzas opresoras del mal. El profeta Isaías nos dice que el Espíritu del Señor levantará bandera sobre los ríos de iniquidad. Y en ese tiempo vivimos. El misterio de la iniquidad está muy presente en la sociedad actual, pero hay quien lo detiene (2 Tesalonicenses 2:7). La vida de los justos frena el proceso degenerativo de la convivencia; pero si la sal se vuelve insípida no servirá para cumplir su función. La luz y la sal de la tierra es el pueblo del Señor en un mundo a la deriva. Debemos brillar. Necesitamos para ello la llenura del Espíritu, el Consolador y Ayudador. Lo necesitaron los primeros discípulos esperándolo, por mandato del Señor, el día de Pentecostés, para poder cumplir con la misión encomendada. Nosotros no podemos ser tan arrogantes creyendo que nuestras propias fuerzas y habilidades serán suficientes en esta batalla. No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu (Zacarías 4:6), le dijo el Señor a Zorobabel gobernador de Judá. Seguimos necesitando el don de Dios en nuestros corazones. No descuidar el don, dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio, que diría Pablo a Timoteo (1 Timoteo 4:14). Avivarlo una y otra vez (2 Timoteo 1:6), porque el mal avanza, el amor se enfría, pero el Espíritu que Dios ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente (Santiago 4:5).

         Como está escrito: Dios desea fervientemente que el espíritu que puso dentro de nosotros le sea fiel (Santiago 4:5 NTV).

51 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (12)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (12)

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15)

Mis primeras experiencias transformadoras tuvieron lugar en una pequeña iglesia pentecostal de Lérida. Avanzaba el año 1980 y estaba cumpliendo mi servicio militar. La combinación de mi propia búsqueda personal, la lectura del Nuevo Testamento y el encuentro con esta congregación, cuyo origen se debía en gran medida al apoyo de las iglesias pentecostales suecas, pusieron las bases de mi crecimiento y desarrollo espiritual posterior. Eran años cuando llegaban a España algunos ministerios avalados por una gran experiencia carismática en otros lugares. Los cultos se volvieron más espontáneos, la oración predominaba, el ayuno era habitual, y la alabanza brotaba de muchos corazones ansiosos de la presencia de Dios y el derramamiento del Espíritu. En sus inicios, el movimiento pentecostal creció entre la gente más humilde, los parias entre los evangélicos y denominaciones tradicionales, que por otro lado hicieron todo lo posible por frenar aquel avance imparable del evangelio. Eran gentes sencillas, humildes, quebrantados de corazón, sin grandes recursos ni talento, pero fue entre ellos que se reinició la profecía de Joel en los últimos tiempos. Desde una casa semi-abandonada en la calle Azusa de los Ángeles se volvieron a oír cristianos que hablaban en nuevas lenguas y profetizaban. Los milagros no tardaron en aparecer y pronto el mover se extendió por todas las naciones. Como una semilla de mostaza el mensaje de ser bautizados en el Espíritu Santo con la manifestación de hablar en nuevas lenguas se abrió camino entre la tibieza generalizada y un nuevo mover de santidad, que ya se había iniciado con anterioridad, invadió el mundo cristiano llegando incluso a la Iglesia Católica con el movimiento carismático posterior. La mayor explosión de crecimiento del evangelio de toda la historia del cristianismo ha tenido lugar en los últimos cien años motivada por el impulso pentecostal. Los datos hablan de alrededor de setecientos millones de personas convertidas al evangelio desde aquel mítico año 1906 en la calle Azusa. Es evidente que junto con el trigo crece la paja, y con la palabra sembrada también la cizaña. No todo ha sido, ni es, romántico en las iglesias pentecostales. Ha habido excesos, comportamientos indeseables, sí, pero lo que ha caracterizado este movimiento en sus orígenes ha sido un corazón quebrantado buscando al Señor, de ello fui testigo, como he dicho, en los primeros años de mi conversión.

         Dios vivifica, también en tiempos finales, el corazón de los quebrantados.

50 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (11)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (11)

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Corintios 1:26-29)

El evangelio es poder de Dios aunque muchos han pretendido usar ese poder para dominar a otros. La iglesia pronto se apartó del modelo Jerusalén para seguir el modelo griego y romano. La sabiduría y filosofía griega y el potencial romano para establecer estructuras de poder se infiltró temprano en la iglesia uniendo política, racionalismo y espiritualidad; de tal forma que durante siglos gran parte de la actividad eclesiástica giró en torno a debates interminables sobre tecnicismos teológicos con palabras latinas o griegas para asentar el dogma. Por supuesto, siempre hubo un remanente, como en la historia de Israel, que mantenía la llama de la fe viva, aunque muchos de ellos fueran desconocidos, vivieran en desiertos y sus nombres no figuren entre los llamados «padres» de la iglesia. Por ese camino se abandonó la dependencia del Espíritu ocupando su lugar la intelectualidad mezclando el evangelio con filosofía griega que le daba al mensaje un aire más atractivo para los intelectuales de la época. Estos procedimientos nunca han cambiado excesivamente a lo largo de los siglos. El modelo de Dios sigue siendo el mismo: avergonzar a los sabios y fuertes escogiendo lo necio, vil y menospreciado del mundo. El gravísimo problema es que muchas de estas personas que comienzan siendo menospreciadas y que con humildad dependen del Espíritu de Dios, pronto se vuelven sofisticadas abandonando su sencillez inicial y abrazando el reconocimiento de los hombres que los vuelven débiles en el Espíritu y fuertes en su propia potencialidad impostada. Hay excepciones. Pocas. No reconocidas. Pero ellos serán los desconocidos valientes de David que ganarán batallas esenciales para todo el pueblo. Dios no quiere arrogantes en su presencia. Él resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Por ello, uno de los movimientos más transformadores de la iglesia en los últimos tiempos se inició en una casa desvencijada de la calle Azusa, en los Ángeles, California, cuyo más conocido exponente fue un predicador negro llamado William J. Seymour. Se iniciaba el año 1906 y comenzaba así el movimiento pentecostal. Este movimiento, denostado y maltratado ampliamente, sería la espoleta para un crecimiento espiritual nunca antes visto.

         Dios avergüenza y deshace para que nadie se jacte en su presencia.

49 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (10)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (10)

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad (Hebreos 2:3,4)

La carta a los Hebreos es una advertencia a no volver atrás. La historia antigua de Israel es un ejemplo claro de que podemos ser redimidos, escogidos con un propósito, y perder en su desarrollo el contenido esencial del plan de Dios. Una y otra vez el pueblo se alejaba del camino, los profetas eran enviados para que regresaran, a veces los oían y otras muchas eran maltratados y despreciados. ¿Por qué creemos que en la iglesia es diferente? La historia nos demuestra que hemos cometido los mismos errores; precisamente el apóstol de los gentiles nos advierte que estas cosas están escritas como ejemplo para nosotros, y para amonestarnos y reconducirnos (1 Corintios 10:6,11). El autor de la carta a los Hebreos nos exhorta que podemos descuidar nuestra salvación, ¿cómo? mediante incredulidad y desobediencia, por volver una y otra vez a los rudimentos de la doctrina en lugar de avanzar y madurar ejercitándonos en el discernimiento del bien y del mal; por abandonar la fe inicial y mezclarla con cualquier tipo de religiosidad suplantadora. Volver al origen es regresar a la necesidad de ser llenos del Espíritu, guiados por el Espíritu, obedecerle y seguirle más que a las estructuras eclesiásticas. A lo largo de nuestra historia hemos hecho exactamente lo opuesto. Descuidar la salvación incluye no tener en cuenta que Dios ha dado testimonio mediante señales, prodigios y diversos milagros y estos nunca han cesado en su perfecta voluntad; (si no los experimentamos es en gran medida por causa de incredulidad y argumentos altivos); incluyendo repartimientos del Espíritu que siguen siendo la voluntad de Dios para su pueblo. Todo ello y mucho más es descuidar nuestra salvación. Quienes argumentan su cesacionismo están negando la voluntad de Dios. Él no cambia, ni hay sombra de variación en Él. La promesa es para todos cuantos el Señor llamaré aunque ciertas teologías hayan negado la obra de Dios y se hayan opuesto a que el pueblo busque nuevas llenuras y repartimientos del Espíritu según su voluntad. Todo el libro de los Hechos de los Apóstoles es el acompañamiento del Señor, mediante su Espíritu, en el avance del evangelio del reino en la tierra, y esto no ha cesado, ni siquiera en los tiempos finales que vivimos. Hoy también Dios testifica mediante señales, milagros y repartimientos del Espíritu a pesar de las falsificaciones que no pueden invalidar la verdad.

         No debemos descuidar la salvación impidiendo la llenura del Espíritu.

48 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu – (9)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (9)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen […] Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:4,38,39)

No hay exclusividad en el don del Espíritu. La promesa no era solamente para los apóstoles, ni para el día del Pentecostés, el apóstol Pedro lo dejó claramente asentado: la promesa es para vosotros (judíos en la ciudad de Jerusalén del siglo I), es también para vuestros hijos (la siguiente generación); y para todos los que están lejos (en la diáspora judía), pero no solo para ellos, sino también para cuantos el Señor nuestro Dios llame de toda lengua, pueblo o nación en todas las generaciones. Porque el llamamiento de Dios sigue vigente, no ha cesado, por tanto, la promesa de recibir el don del Espíritu Santo como en el día de Pentecostés es para todos los que se arrepienten, se bautizan, invocan su nombre en todo lugar; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Fue lo que aconteció y vemos relatado ampliamente en el libro de los Hechos en la ciudad de Samaria cuando predicó Felipe. Lo vemos en la casa de Cornelio: el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje, como sobre nosotros al principio (Hechos 11:15), dijo el apóstol Pedro cuando tuvo que dar explicaciones a los hermanos de la congregación judía en Jerusalén. Y también ocurrió sobre los discípulos de la ciudad de Éfeso que habiendo creído parte del evangelio no habían recibido el don del Espíritu hasta que el apóstol Pablo impuso sobre ellos las manos (Hechos 19:6). En todas estas experiencias la evidencia fue que hablaban en lenguas y profetizaban tal y como había anunciado el profeta Joel. Pero pronto, como en la salida de Egipto, comenzaron las quejas, los razonamientos altivos, la frialdad de un corazón tibio, el temor a confiar y obedecer la acción del Espíritu y así los ríos de agua viva se convirtieron en sequedades de verano. De forma gradual los debates teológicos ocuparon gran parte de la comunión de la iglesia, las peleas dogmáticas sobre palabras y tecnicismos coparon gran parte del dinamismo inicial, por ello la manifestación del Espíritu y una fe vibrante fue suplantada y en gran medida cesaron; no porque esa fuera la voluntad de Dios; recuerda: la promesa es para los hijos, los que están lejos y todos aquellos que el Señor llama; sino por la desobediencia y la incredulidad, como la generación en el desierto. Por ello necesitamos siempre nuevos derramamientos del Espíritu.

          La promesa del Espíritu sigue vigente también para nuestros días.

47 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (8)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (8)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen […] Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:4,38,39)

Toda experiencia de derramamiento del Espíritu en una congregación levanta dudas, burlas y persecución. El hombre natural no percibe las cosas de Dios. Por su parte el hombre religioso prefiere la seguridad de una estructura eclesiástica que levante un edificio en el que pueda sentirse cobijado y cuyos límites no se traspasen perturbando su tranquilidad. Así fue el día de Pentecostés en la ciudad de Jerusalén. La experiencia plena de los apóstoles fue perturbadora en la ciudad. El pueblo se juntó viendo el estruendo provocado por el suceso que previamente había anunciado el Maestro a sus discípulos. La multitud se mostró confusa, atónita y maravillada. Todo ello en la misma masa de gente. Siempre es así en los distintos avivamientos que han surgido a lo largo de la historia. La perplejidad de los espectadores dio paso al primer discurso del apóstol Pedro. Al hacerlo, identificó la experiencia que acaban de tener con la profecía de Joel. En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne (Hechos 2:17). Las consecuencias de ese derramamiento serían: profecías, visiones, sueños, prodigios, señales y salvación mediante la invocación del nombre del Señor para ser salvo. La multitud, después de oír al apóstol encararlos con su propia responsabilidad en la muerte del Mesías, fue herida en su conciencia, y compungidos de corazón dijeron: Varones hermanos, ¿qué haremos? La respuesta fue inmediata: Arrepentíos, bautizaos y recibiréis el don del Espíritu Santo. Tres mil personas respondieron al llamamiento de Pedro recibiendo la palabra anunciada, y a partir de ese momento sus vidas quedaron unidas a la comunión que se había producido como consecuencia del derramamiento del Espíritu Santo. Los postreros tiempos habían comenzado. El Imperio Romano seguía dominando el mundo conocido. Israel estaba sometido políticamente al yugo de Roma pero algo nuevo había tenido lugar y ese movimiento sobrenatural superaría las adversidades llegando a cada rincón del mundo conocido. Hoy también los días son malos. Vivimos sometidos en gran medida a una tiranía globalista; los nuevos faraones pretenden someternos a esclavitud y opresión, pero el derramamiento del Espíritu de Dios sigue siendo nuestra mayor necesidad.

         El don del Espíritu nos pondrá a salvo de esta generación perversa.