5 – TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (5)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Dolores de parto (5)

La mujer cuando da a luz, tiene dolores, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo (Juan 16:21,22)

         Ciertas enseñanzas placenteras como el denominado Estado del Bienestar, o teologías escapistas que enseñan un arrebatamiento antes de la tribulación, han educado a las nuevas generaciones en una conciencia hechizada mediante falsa seguridad. Me explico. Nosotros no sufriremos, piensan algunos, las generaciones anteriores de cristianos sí, nosotros no. Israel sí. La iglesia no. Aunque el mensaje de Jesús sea: en el mundo tendréis aflicción, no lo hemos oído, tenemos comezón de oír, hemos adaptado nuestro oído a la comodidad de nuestras apetencias. Estamos diseñados para eludir el sufrimiento. A nadie le gusta sufrir. Procuramos la comodidad. Aunque sabemos que vivimos en un mundo caído necesitado de redención final.  Con esto no estoy abogando por una conciencia fatalista, hay esperanza, Jesús dijo: pero confiad, yo he vencido al mundo. Lo cual no anula los tiempos de sufrimiento por diversos motivos; padecimientos por causa del evangelio. No es para todos igual, ni en todos los lugares. Pero debemos estar preparados sabiendo que vivimos en un mundo incierto, inestable, movible, y si nos aferramos a esta vida terrenal la perderemos, pero si vivimos con la mirada puesta en el Autor de la vida, en las cosas de arriba, en el reino venidero, la ganaremos. El corazón es engañoso y fácil de modelar hacia una conciencia de placer y bienestar pero falsa. Dicen paz, paz, pero no hay paz. La violencia predomina. Nos queda el evangelio, que contiene esperanza, la gloriosa esperanza de su venida en poder y gloria para reinar en Jerusalén. Ese día es anhelado por la misma creación, que ha sido sujetada a vanidad, esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Primero gemidos (Rom.8:19-23). Y no solo gime la creación. Nosotros, los hijos de Dios, también gemimos ante el predominio de las injusticias y la mentira esperando la adopción y redención de nuestros cuerpos de muerte para ser liberados de la esclavitud a la libertad gloriosa de hijos. Algunos lo quieren ya aquí y ahora, pero es dar coces contra el aguijón. Ese diseño pertenece al siglo venidero, bajo el reinado del Mesías-Rey. Tenemos las primicias del Espíritu pero no la plenitud. En nuestro texto dice Jesús: Os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.

         Una de las señales inequívocas de su venida, con sus múltiples facetas, son los dolores de parto que anuncian el nacimiento de un nuevo día.

4 – TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (4)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Dolores de parto (4)

… Y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra… Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria… Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios (Lucas 21:25-31)

         Siguiendo con los «ayes» que vimos en nuestro anterior capítulo, esa sucesión ininterrumpida de acontecimientos, y enlazando con el texto de Lucas donde aparece la misma enseñanza de Jesús sobre el tiempo anterior a su venida, veamos ahora algunos ejemplos más. En la tierra angustia de las gentes. Angustia. Nuestro diccionario define este término de la siguiente manera: «estado de intranquilidad o inquietud muy intensa causado especialmente por algo desagradable, la amenaza de una desgracia o un peligro». Hay una diversidad de sucesos que pueden producir angustia, entre ellos: crisis económicas, la incertidumbre sobre el futuro, no poder cobrar la pensión en su día, no poder ayudar a los hijos en sus necesidades, la inestabilidad de los gobiernos ante el movimiento de masas migratorias, especialmente de origen islámico, que no se adaptan a las normas del país de acogida, sino que pretenden implantar su forma de vida basada en la ley sharía. Angustia ante la impotencia de los fenómenos naturales como terremotos sucesivos en ciertos países, huracanes, tsunamis de una intensidad nunca vista, enfermedades nuevas para las que no hay cura por el momento. Angustia que no encuentra resortes para sostenerse produciendo enfermedades del alma como la ansiedad, depresiones con un cuadro de dolencias psicosomáticas que mantienen a sociedades enteras confundidas y desfalleciendo en su ánimo por el temor a las oleadas sucesivas de circunstancias que se acumulan sin dar tregua. Aparece en las sociedades más avanzadas el mayor índice de suicidios que contradice el argumento de que el materialismo y el bienestar traen la felicidad. La falta de sentido de dirección y futuro, la ausencia de incentivos duraderos para sostener la esperanza conduce a las multitudes al desenfreno por el placer temporal, sin valores, ni principios. Gobernantes que hacen cosas que no convienen. Todo ello dolores de parto. Principio de dolores que anuncian la llegada del día. Entonces verán… Sabed que está cerca el reino de Dios. La redención final.

         Los dolores de parto anuncian el alumbramiento de un nuevo día, no bajo los parámetros del presente siglo malo, sino mediante los poderes del siglo venidero de justicia y paz por el retorno del príncipe de paz.

3 – TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (3)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Dolores de parto (3)

Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores (Mateo 24:6-8)

         La vida natural viene precedida por dolores de parto que empujan su alumbramiento. Cuando Jesús nació en Belén como la luz verdadera que alumbra a todo hombre hubo dolores. Murieron muchos niños inocentes por la sentencia de Herodes. Dolores en Israel. En el tiempo cuando nació Moisés,  ―legislador y libertador de los hebreos―, para ser instrumento de Dios en la redención de Israel, hubo muchos niños hebreos que murieron por una sentencia de Faraón. Hoy estamos asistiendo, de forma aparentemente aséptica, al sacrificio de millones de niños en el seno materno mediante el aborto, por sentencia de los gobiernos que permiten y apoyan el asesinato de niños inocentes en todas las naciones antes del alumbramiento de un nuevo día. Parece una ley inexorable que antes de la luz viene un tiempo de gran oscuridad. El pueblo asentado en tinieblas luz le resplandeció (Mt.4:16). La luz en las tinieblas resplandece (Jn.1:5). Dios mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, y es el que resplandeció en nuestros corazones, para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Co.4:6). No es una novedad decir que vivimos tiempos de gran oscuridad por muy diversos motivos, lo cual vuelve a enseñarnos que estamos a las puertas del día con más luz. Como dice el apóstol Pedro: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 Pedro 1:19). La Escritura enseña con claridad que la vida se abre camino mediante dolores de parto, y la luz se manifiesta después de grandes oscuridades. Es la enseñanza de Jesús al anunciar los días anteriores a su venida. Hay una serie de acontecimientos concatenados en una sucesión imparable y sucesiva: guerra y rumores de guerra, levantamientos nacionalistas de nación contra nación y reino contra reino ―un mensaje claro del despertamiento de los nacionalismos―; también vemos aquí un gobierno supranacional o global, y pestes, —pandemias—, y hambres, y terremotos, todo ello como principio de dolores. Es muy similar a los «ayes» continuados que aparecen en Apocalipsis y los profetas.

         La continuidad de los dolores de parto, −contracciones seguidas−, del tiempo presente, anuncia el inminente regreso del Rey a Jerusalén.

2 – TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (2)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Dolores de parto (2)

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lucas 21:28)

         La historia de la iglesia ha tenido décadas, incluso siglos, dedicados al debate de algún punto doctrinal y teológico. En los siglos II, III y IV fue la naturaleza del Hijo, si era Dios y Hombre; solo Dios; solo Hombre; o ambas naturalezas. El pasado siglo XX fue testigo de un debate largo, muy largo, ―aún no ha terminado― sobre los acontecimientos y señales de los últimos tiempos. Se han dicho toda clase de disparates. Algunos ya pasaron de moda, otros permanecen en forma de doctrina. Se ha hecho teología ficción especulando sobre quién será el anticristo, cómo será el arrebatamiento, si la tribulación es antes o después de la venida de Jesús. En definitiva, todo un compendio de posturas divergentes sobre las señales del fin. Nosotros no vamos a entrar en ese debate aquí, anotaremos algunas de las señales que nos parecen más relevantes. Hemos iniciado este apartado sobre las señales de su venida con lo que la Biblia llama dolores de parto, o principio de dolores (Mt.24:8). Detengámonos en el contexto del pasaje donde se mencionan los acontecimientos anteriores a la redención de la que habla el Señor en Lucas 21. Observemos que una vez más se alude a la redención para el pueblo de Israel y todos aquellos que esperan su venida. Una redención, según la mentalidad judía de la época, física en primer lugar, liberación de la esclavitud; así como de una dimensión espiritual que alcanza al espíritu del hombre. El mensaje redentor que anunció Jesús en la sinagoga de Nazaret comprendía elementos físicos y espirituales. Veamos. El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Jesús sanó a los ciegos físicos. Trajo perdón de pecados. Puso en libertad a los oprimidos por el diablo y anunció buenas noticias a los pobres. Aspectos físicos y espirituales de la redención. Ahora anuncia señales en el sol, la luna y las estrellas; en la tierra angustia de las gentes, confusión y desfallecimientos por el temor que sobreviene como dolores de parto anteriores a la redención final que preceden a su segunda venida. No olvidemos: redención literal y espiritual. Lo iremos viendo.

         Hay una diversidad de dolores en forma de angustia, confusión, desfallecimientos y temor que preceden a la venida redentora del Mesías.

1 – TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (1)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Dolores de parto (1)

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lucas 21:28)

         Enlazando con la esperanza de su venida tenemos la pregunta recurrente sobre cuándo será ese momento y que señales habrá de su venida. En los próximos capítulos iremos viendo algunas de las señales más evidentes del advenimiento del día del Señor, es decir, el momento cuando será establecido el reino mesiánico en la tierra. Porque su venida tiene que ver con el reino prometido a David. Dijimos que esa es la esperanza de Israel, lo sigue siendo hoy. Era lo que esperaban muchos en Israel en los días cuando apareció el Mesías. Las cosas no acontecieron como algunos esperaban y la separación entre la comunidad judía que creyó en Yeshúa como el Hijo de Dios, aquel del que hablaban los profetas; (como le dijo Felipe a Natanael: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Jn.1:45); y la congregación de gentiles, se fue distanciando más y más hasta quedar completamente separadas durante los últimos dieciocho siglos. Fue un proceso gradual e irreversible que condujo a la primacía de la iglesia sobre la sinagoga, el abandono de muchas de las raíces hebreas de la fe del evangelio, dado que el nuevo liderazgo de la iglesia fue mayoritariamente de procedencia gentil, en detrimento del liderazgo primigenio de los apóstoles judíos. Vino la persecución, que primeramente había sido de los judíos sobre los cristianos; se volvió al revés cuando la nueva religión se institucionalizó en el Imperio Romano, dando lugar a la teología del reemplazo y una historia luctuosa que no podemos abordar aquí. Pero ahora, habiendo sido llevados cautivos los judíos a todas las naciones, y hollada Jerusalén por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se cumpla (Lc.21:24), se inicia un retorno a la esperanza del reino mesiánico, precedido por los dolores de parto antes del alumbramiento. En este tiempo de dolores de parto se suceden distintos acontecimientos, algunos de los cuales anunció Jesús en su discurso a los discípulos antes de ser entregado a la cruz. Leamos. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra. Y añade: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lc.21:25-28).

         Los dolores de parto permanecerán durante un tiempo indeterminado anunciando el preludio de la redención de Israel.

Unas palabras finales – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaUNAS PALABRAS FINALES…

Debo decir, al concluir este libro, que para mí ha sido, y es, un gran deleite meditar y orar estos textos eternos del libro de Salmos. Siempre he tenido el hábito de llevar un libro conmigo donde quiera que vaya. Un libro te acompaña en los momentos cuando teniendo que esperar una cola en cualquiera de los muchos lugares donde tenemos que esperar, te sirve de compañía para aprovechar el tiempo. También es una forma de ocupar la mente con la palabra viviente durante los tiempos «muertos», −tantos en algunos casos− y regresar a la meditación del texto escogido. El mismo salmista nos dice: y en su ley medita de día y de noche. Deberíamos recuperar la disciplina de la meditación en la palabra de Dios. En unos tiempos cuando estamos siendo bombardeados continuamente con información de todo tipo, que ocupa y preocupa nuestro bienestar, volvernos al remanso de la meditación en el trajín y bullicio de las grandes ciudades, donde vivimos la mayoría de nosotros, se puede convertir en una forma de no ser anegados y devorados por el desenfreno que nos rodea.

         Además, la mayoría de los textos escogidos son oraciones que expresan el clamor del alma a Dios. Creo que estamos en un momento cuando nuestro clamor debe ser incesante. Con esto, lo que quiero decirte, amado lector, es que puedes tener un ejemplar de este libro contigo para que te acompañe a lo largo del día, y en los pequeños momentos de quietud que te permita la actividad que desarrollas, puedas pararte y leer, parar unos instantes y meditar, aquietar tu alma y orar. Elevar tu oración en cualquier momento y lugar. Tener como hábito orar por Israel y tu país. No solo devorar información crítica y hablar en la misma dirección, si no huir de los patrones impuestos con tiranía, rebelarte a ser llevado y zarandeado por la corriente ocupando tu lugar contracorriente. Creo que esta guía de meditación y oración puede ser un buen compañero de viaje en esos momentos de osadía y determinación cuando alzas tu voz al cielo.

         La sociedad en la que vivimos nos ha impuesto un modelo de pensamiento superficial, vano, vulgar y dirigido por un materialismo desequilibrado, por tanto, al lado de, −o dentro de−, nuestros artilugios electrónicos, podemos incluir un ejemplar de este libro y orar, meditar, parar, reflexionar, elevar nuestro pensamiento, transportarnos más allá de la inmediatez, y como dijo el mismo salmista, alzar nuestros ojos al trono de Dios, más allá del sol, vivir con la consciencia de Dios, como dijo Elías: vive el Eterno, en cuya presencia estoy…

120 – Orando con el salmista – FINAL

Orando con el salmista - Portada¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario; alabadle en su majestuoso firmamento. Alabadle por sus hechos poderosos; alabadle según la excelencia de su grandeza. Alabadle con sonido… con arpa… con pandero y danza… con instrumentos de cuerda y flauta… con címbalos sonoros… con címbalos resonantes. Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya!   (Salmos 150).

         Comenzamos estas meditaciones sobre el libro de Salmos viendo a Dios como nuestro refugio. Acabamos con la necesidad de alabarle continuamente y con todo tipo de instrumentos musicales. Refugio y alabanza. Son complementarios, porque la alabanza al Dios de Israel forma un refugio que nos protege de la idolatría de nosotros mismos. Dios establece su reino en la alabanza. Nuestro hombre no se cansa de repetirlo: ¡«alabadle»! Hacedlo en el santuario escogido, hacedlo bajo el firmamento, en cualquier lugar bajo el sol. La adoración a Dios levanta un altar en el lugar donde nos encontramos. Hagámoslo en espíritu y en verdad. Traspasemos el velo de carne. Soltemos nuestras cadenas y manifestemos con júbilo la alabanza. Con todo tipo de instrumentos y danza. Todo lo que respira le alabe. Hemos recibido Su aliento de vida, por tanto, devolvámoslo en gratitud y exaltación. Hemos sido creados para la alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6). Nuestras vidas le pertenecen. Los adoradores viven para El.

         Padre, te damos gracias por escogernos para alabanza de tu gloria. Establece tu reino en medio de la alabanza en Israel, en España y en las naciones. Que Jesús, el Rey, sea levantado. Le esperamos. Amén.

119 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaSean los loores de Dios en su boca, y una espada de dos filos en su mano, para ejecutar venganza en las naciones, y castigo en los pueblos; para atar a sus reyes con cadenas, y a sus nobles con grillos de hierro; para ejecutar en ellos el juicio decretado: esto es gloria para todos su santos. ¡Aleluya!   (Salmos 149:6-9).

         Este penúltimo salmo es sorprendente. Muestra la colaboración entre el cielo y la tierra para librar las batallas del Señor. Vemos al pueblo de Dios liberando en la tierra la acción determinada por el cielo. La conexión que hay entre la manifestación de una alabanza poderosa de exaltación al Rey, y la derrota de nuestros enemigos. Veamos el proceso. El pueblo del Señor con los loores de Dios en su boca. Una espada de dos filos, (figura de la palabra de Dios), en su mano. Esa combinación ejecuta venganza en las naciones, castigo en los pueblos, tiene autoridad de atar a reyes y autoridades para neutralizarlos. Ejecuta en ellos un juicio que ya ha sido decretado en el ámbito espiritual, en el consejo celestial. El resultado es gloria para todos sus santos. Algunos pueden desequilibrarse con este principio y llevarlo a  extremos delirantes, pero eso no anula la verdad revelada. Una alabanza ruidosa puede ser únicamente manifestación carnal, o puede contener la sustancia y el potencial espiritual para derrotar a los enemigos de la verdad. Lo vemos en los días de Josafat y su batalla contra una coalición de moabitas, amonitas y meunitas (2 Crónicas 20). Lo vimos en los días de la restauración con Nehemías. Los vemos en la cárcel de Filipos donde pusieron a Pablo y Silas, su alabanza causó un terremoto que sacudió los cimientos para quedar libres. La generación del salmista David fue una generación que combinó los loores de Dios en su boca y la espada en su mano. Se levantó un tabernáculo de alabanza continua que nunca después se repitió en la historia. El profeta nos dice que hay un día para levantar el tabernáculo caído de David, reparar sus brechas, levantar sus ruinas y reedificarlo como en el tiempo pasado (Amós 9:11). Son nuestros días.

         Padre glorioso, pon tus loores en nuestra boca, y tu espada en nuestras manos, para liberar tu decreto en Israel y las naciones. Amén.

118 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaEnvía sus órdenes a la tierra; su palabra corre velozmente… Envía su palabra y los derrite; hace soplar su viento y el agua corre. Declara su palabra a Jacob, y sus estatutos y sus ordenanzas a Israel. No ha hecho así con ninguna otra nación; y en cuanto a sus ordenanzas no las han conocido. ¡Aleluya!   (Salmos 147:15-20).

         El reino de Dios se establece a través de su palabra. Dios habla y sus órdenes llegan a la tierra. Todas las cosas fueron creadas de esta forma. Dios habló y creó. Envía su palabra y ésta corre veloz para realizar la obra que lleva implícita; y no volverá a Él vacía, sin haber cumplido el propósito para el cual ha sido enviada (Isaías 55:11). Este proceso se repite en las Escrituras una y otra vez. Un hombre dijo a Jesús: Di la palabra, y mi siervo sanará. Jesús enseñó: Vuestro sí sea sí, y  vuestro no, sea no. Pablo dijo a Timoteo: predica la palabra. Pedro enseñó: Si alguno habla que hable conforme a la palabra de Dios. La iglesia en Hechos crecía porque recibían la palabra enviada. La palabra crecía porque se obedecía. Nuestro crecimiento es proporcional a la obediencia de la palabra de Dios. Salomón enseñó este principio: No te des prisa en hablar, ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios… Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque El no se deleita en los necios… Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas. No permitas que tu boca te haga pecar (Eclesiastés 5:1-6). Santiago enseña que cuando somos oidores, y no hacedores de la palabra, nos engañamos a  nosotros mismos. Nuestra sociedad ha perdido, trágicamente, el valor de la palabra dada. La iglesia también. Sin embargo, Jacobo, Pedro y Juan le dieron a Bernabé y a Pablo la diestra (un apretón de manos) en señal de compañerismo, y de esa forma se cerró el acuerdo para la misión de cada uno de ellos (Gálatas 2:9). Aprendamos de los apóstoles. Dios envió su palabra a Israel. No lo ha hecho con ninguna otra nación. Les ha sido confiada la palabra de Dios (Romanos 3:2).

         Padre, gracias por darnos tu palabra a través de los profetas, los apóstoles y el Mesías de Israel. Ayúdanos a obedecerla y anunciarla en nuestro pueblo. Amén.

117 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - Portada¡Aleluya! Porque bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios, porque agradable y apropiada es la alabanza. El Señor edifica a Jerusalén; congrega a los dispersos de Israel; sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas  (Salmos 147:1-3).

         Me encanta la palabra ¡Aleluya! Expresa alabanza al Rey. Significa: «Alabad a Dios». Exalta al que está en el trono. Los últimos cinco salmos comienzan y terminan con esta expresión: ¡Aleluya! Es un grito de júbilo. Expresa regocijo por la majestad de Dios. Algunos la relacionan con cierto tipo de creyentes exaltados y excéntricos. En el cielo se dice ¡Aleluya! Lo vemos en Apocalipsis. Hay tantas canciones con esta sola palabra que aún no han agotado su profundidad. Todo se puede trivializar. Incluso las perlas se pueden pisotear. Pero un corazón adorador expresará con júbilo su alabanza a nuestro Dios. Porque es bueno cantar alabanzas. Es agradable y apropiada. Es el hábitat natural de un espíritu renacido. De un corazón agradecido. Nuestro hombre sabe que, después de la manifestación de la alabanza al Rey, viene la edificación de Jerusalén. El trono de Dios es levantado en la tierra en medio de las alabanzas de su pueblo. Jesús dijo: Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo (Juan 12:32). El salmista nos dice aquí que después de la debida alabanza a Dios, viene la edificación, la congregación de los dispersos, la sanidad de los quebrantados de corazón, y el vendaje de sus heridas, para recuperar el propósito de Dios, y que su reino sea establecido en la tierra. Todo un proceso liberador. Sumergirnos en la alabanza nos introduce a la dimensión celestial. Nos arranca de la atracción terrenal para envolvernos con la gloria eterna. Por eso es buena, agradable y apropiada. Alabemos a Dios y digamos sin temor y a viva voz: ¡Aleluya!

         Padre, te adoramos, te alabamos. Edifica Jerusalén, congrega a los dispersos de Israel en su tierra. Sana y venda sus heridas, también la herida de mi pueblo, en el nombre de Jesús. Amén.