9 – UNIDOS CON EL MESÍAS: La inmensidad del Espíritu

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (2 Co.1:21-22) (Is.60:1)

Participantes de la inmensidad de LA VIDA EN EL ESPÍRITU

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es la unión con la divinidad. Toda la plenitud de la deidad reside corporalmente en Cristo, y él habita en nosotros (Col.2:9). Hemos sido sepultados y resucitados con él (Col.2:12), por ello, sabemos que todos los pecados nos han sido perdonados; el documento de deuda ha sido cancelado (Col.2:14); para levantarnos en una vida triunfante sobre todo poder y autoridad (Col.2:15). «Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses, 2:12-15).

La unión con Cristo es tan fuerte que estamos escondidos con él en Dios. «Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col.3:3). Por eso, toda manifestación de Cristo es también nuestra propia manifestación. Somos inseparables. «Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria» (Col.3:4). Recuerda, hemos sido unidos a la divinidad; lo divino y sobrenatural ha venido a ser lo natural en nosotros.

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

1.- Recibimos el Espíritu Santo y la unción. 

Desde hace tiempo se ha puesto de «moda» en la iglesia hablar de la unción, recibir la unción y fluir bajo la unción de Dios. Esa terminología nos ha llevado a pensar que recibir la unción es algo especial para cierto tipo de hombres especiales; sin embargo, las Escrituras nos muestran claramente que todos los nacidos de nuevo hemos recibido el Espíritu Santo y la unción de Dios en nuestras vidas. No es nada excepcional vivir la vida cristiana bajo la unción del Santo, si no todo lo contrario, es la cosa más normal en la vida de los renacidos. Le hemos dado una dimensión que no tiene y hemos convertido a los llamados «ungidos» en una especie de «súper-hombres» alejados de la realidad cotidiana. Ciertamente algunos se han encargado de que eso sea así, y han magnificado desproporcionadamente esta verdad para impresionar a las masas y dejarlas boquiabiertas ante la manifestación de dones espirituales y obras de poder como milagros y señales. Sí, hay hombres capacitados especialmente por Dios para cumplir una tarea particular y ser líderes de la iglesia, pero eso no los coloca en una posición de supremacía y soberanía, sino en una posición de liderazgo para edificar la iglesia de Dios y no para levantar una plataforma para sí mismos. Cada creyente ha recibido una medida del don de Cristo y la capacitación para realizar las obras preparadas de antemano por Dios. Por tanto, no hagamos ídolos de los llamados «ungidos de Dios», si no demos gracias al Señor por esos dones dados a la iglesia y establezcamos nuestra fe sobre la Roca firme de su palabra y la persona gloriosa de Jesucristo como piedra angular.

Dios nos ha dado lo que había prometido a Abraham, «para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu» (Gá.3:14); y que Jesús ratificó a sus discípulos: la promesa del Espíritu Santo. «Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días… Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís»  (Hch.1:4,5; 2:33). Es el sello de propiedad de Dios. La garantía de nuestra herencia. «En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria» (Ef.1:13,14).

El Espíritu Santo nos confirma el hecho de que somos propiedad de Dios; ungiéndonos para vivir en conformidad a nuestra nueva posición. «Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones» (2 Co.1:21,22).

Dios ha derramado abundantemente el Espíritu Santo sobre nosotros. «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador» (Tit.3:5-6); y sin medida. «Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida» (Juan, 3:34). Por lo tanto, hay una diversidad amplia de manifestaciones prácticas del Espíritu en nosotros. Veamos algunas.

Vivifica nuestros cuerpos.  «Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros» (Ro.8:11).

Nos da dirección y guía. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (Ro.8:14-16).

Regeneración. «Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador» (Tit.3:4,5)

Transformación a la imagen de Jesús. «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Co.3:18).

Nos enseña. «Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él» (1 Jn.2:27).

El fruto del Espíritu. «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gá.5:22,23).

       Amor. «Y la esperanza no avergüenza; Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Ro.5:5) (Gá-5:6) (Ef.3:19).

       Gozo. «A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas» (1Pedro,1:8) (Fil.3:1; 4:4,10).

       Paz. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Ro.5:1) (Fil.4:6-8).

       Benignidad. Perdón. «Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros» (Col.3:13).

       Fe. Fidelidad. «Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso» (Ef.1:1). «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (Romanos, 12:3).

Dones espirituales. «Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo… Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Co.12:4,7-11).   «De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría» (Ro.12:6-8).

Dones ministeriales. «Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo… Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Ef.4:7,11-13). «Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1Co.12:27-30).

Poder y sabiduría de Dios. Ambos van juntos para realizar las obras de Dios. «Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios» (1Co.1:24).

  • Poder de Dios. «Recibiréis poder» (Hch.1:8). «Mi poder se perfecciona en la debilidad… Porque aunque fue crucificado en debilidad, (Jesús), vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con nosotros» (2 Co.12:9 y 13:4). «Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí» (Col.1:29). «La supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que .. Según el poder que actúa en nosotros» (Ef.1:19;3:20). «Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios… Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder» (1 Co.2:4,5 y 4:20).
  • Sabiduría de Dios. «Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención» (1 Co.1: 30). «Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Ef.3:10). «En quien (Jesús) están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col. 2:3).

En Cristo, Dios nos ha conectado con la inmensidad del Espíritu. La vida en el Espíritu es una dimensión donde no hay estrechez, ni restricciones. Es la unión con el Eterno y sus recursos ilimitados. El hombre nuevo que ha nacido del Espíritu (Jn.3:8) tiene una amplitud de movimientos, funciones y manifestaciones tremendamente diversas. Dios nos ha dado ensanchamientos para poder movernos en un grandísimo campo de libertad, en el Espíritu Santo. «Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad» (2Co.3:15-17).

La estrechez y falsa humildad pertenecen al mundo religioso y terrenal; son barreras levantadas por la religión y los sentimientos equivocados. «No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros» (2 Co.6:12).

El otro extremo lo tenemos en la «extralimitación» que pretende sondear campos prohibidos como el ocultismo, la astrología y las ciencias ocultas; así como esferas que no nos han sido dadas. «Y mandó YHVH Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Gn.2:16,17). «Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros. Porque no nos hemos extralimitado, como si no llegásemos hasta vosotros, pues fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo. No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla» (2 Co. l0:13-15).

CONSECUENCIAS

En Cristo, podemos levantarnos en una nueva dimensión de vida en el Espíritu Santo. Hay mucha profundidad en la vida espiritual desde la base del nuevo hombre, el espiritual; de ahí que Dios nos llame a levantarnos y avanzar (Isaías, 60:1).

8 – UNIDOS CON EL MESÍAS: Conectados con Israel

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Ef. 2:11-22) (Is.60:1)

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es la unión con el Mesías de Israel. Es la unión con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Al ser unidos a Jesús somos unidos con los pactos y las promesas del Antiguo Testamento. Cristo es el cumplimiento de esos pactos y promesas, pero no su aniquilación. «La salvación viene de los judíos» (Jn.4:22). Nuestro salvador es un judío, nacido de una madre judía y en un pueblo judío. Los apóstoles fueron todos judíos de nacimiento, y la iglesia estuvo compuesta durante muchos años solo por judíos.

La voluntad de Dios es alcanzar a todas las naciones con salvación, incluido el pueblo de Israel, que un día será salvo por completo (Ro.11:26). Como cristianos estamos conectados con Israel. Veamos algunas derivaciones de esa conexión.

RESULTADOS DE ESA UNION

1.- En Cristo, hemos sido reconciliados con Israel. 

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Ef.2:14-l8).

Somos un nuevo hombre que surge entre judíos y gentiles. Esto no significa la suplantación del pueblo judío.

En la cruz, Jesús ha matado la enemistad entre judío y gentil, sin embargo, el cristianismo tradicional ha hecho lo contrario a lo largo de la Historia de la iglesia.

La cruz de Cristo nos habla de: reconciliación con Dios y reconciliación del judío y gentil, de ruptura de la enemistad y paz con Dios, con Israel y las naciones. El diablo ha hecho de la cruz un símbolo de separación, muerte y persecución entre el judío y el creyente. Hoy es tiempo de la restauración de todas las cosas. En Cristo tenemos entrada al Padre por un mismo Espíritu (el judío y el gentil).

2.- En Cristo, no somos extranjeros ni advenedizos.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Ef.2:19). Es decir, no estamos ajenos a la ciudadanía de Israel y los privilegios, que como nación, Dios les dio a ellos.

Somos conciudadanos de los santos. ¿Qué santos? Los patriarcas, y los escogidos en el A.T. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel (Ex.19:6). (Lv.11:44) (Dt.7:6) En Cristo, somos participantes del llamamiento original de Dios para ser un pueblo santo, en medio de las naciones.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1P.2:9,10).

En Cristo, hemos sido injertados en el pueblo de Dios, en la congregación de Dios que tiene su inicio en el desierto del Sinaí.

Somos la familia de Dios. ¿Qué familia? La que Dios escogió al principio, es decir, Abraham y Sara. Negar nuestra procedencia, origen, y familia en Cristo es negar nuestra propia identidad, nuestra historia y nuestra existencia. Un cristiano no puede ser antisemita.

3.- En Cristo, estamos edificados sobre los apóstoles y profetas.

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu (Ef. 2:20).

Nuestra base de fe es: Profetas (A.T.), Apóstoles (N.T.), Jesús (Piedra angular). Todos ellos tienen un origen judío de nacimiento. Dios ha querido que así sea en su soberana voluntad; debemos estar agradecidos, por tanto, a este pueblo.

4.- En Cristo, somos coherederos de la promesa.

Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Ef.3:6). ¿Qué promesa?  La promesa dada a Abraham y su descendencia de ser «herederos del mundo», porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe (Ro.4:13). «Herederos de las naciones», Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gá.3:29).

Esa promesa la encontramos en Génesis 17:4-6. Así dice en la versión de las Américas. En cuanto a mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de una multitud de naciones. Y no serás llamado Abran; Si no que tu nombre será Abraham; porque yo te haré padre de multitud de naciones. Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes. Y en Génesis 22:17-18 dice: De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.

Hemos recibido las primicias de la herencia mediante el Espíritu Santo, primicias de una gran cosecha venidera, en el reino mesiánico, cuando el Rey de Israel sea entronizado en Sion, y compartamos la herencia de las naciones como coherederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo (Ro.8:17). Por eso dice Pablo: Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios (1 Co.3:21-23). Todas las naciones son suyas; Jesús es el Deseado de todas las naciones (Hag.2:7); aunque haya un príncipe de la potestad del aire, el príncipe de este mundo, y dios de este siglo, que ha usurpado la herencia que no le corresponde. Jesús ha vencido, es el heredero, está sentado a la diestra del Padre hasta que todos sus enemigos sean puestos bajo el estrado de sus pies (Heb.10:13).

Hoy tenemos un pueblo de Dios redimido y diseminado entre todas las naciones, pero el día vendrá cuando todas las naciones doblen su rodilla ante Él. Todo esto concuerda con la enseñanza sobre la oración de Jesús a los suyos: ¡Venga tu reino! ¡Hágase tu voluntad! Como está escrito: Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra (Sal.2:8).

CONSECUENCIAS

La primera consecuencia de estas verdades debe ser un levantamiento de la iglesia en gratitud por todo lo que hemos recibido de Israel, a través del Mesías (Is.60:1). Debemos levantarnos en amor por esta nación, por su pasado, su presente y su futuro; orando por la paz de Jerusalén y el advenimiento del reino mesiánico en Sion.

Desechemos de nuestros corazones toda raíz de antisemitismo y oremos por la paz de Jerusalén y la restauración de la nación y el Estado de Israel.

7 – UNIDOS CON EL MESÍAS: Injertados en Israel

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Ro.11:16-18) (Ef.2:12,13) (Is.60:1,2)

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo tiene su base, su cuartel general y centro de operaciones, en el corazón; es decir, en el espíritu. Jesús vive en nuestro corazón por su Espíritu, y desde allí dirige nuestras vidas en cada una de sus facetas. Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor… (Ef.3:17). Es en el corazón donde Dios obra en nosotros tanto el querer como el hacer. Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil.2:13).

La fusión que hemos experimentado con Cristo en nuestro espíritu se ha convertido en el centro base de dirección de nuestra vida. Ahora Jesús nos dirige desde dentro no desde afuera. El Espíritu nos guía, nos impulsa, nos impele y dirige nuestro hombre interior, el hombre espiritual y renacido. A su vez, Jesús nos ha conectado con la iglesia, su cuerpo; y nos ha puesto en contacto con Israel, el tronco donde hemos sido injertados.

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

Nuestra unión con Cristo, el Mesías, tiene un resultado evidente y fundamental: somos injertados en Israel; somos unidos a la familia de Abraham y participamos de los pactos y las promesas que desembocan en Cristo. No se puede estar unido a Cristo y separado de Israel, es sencillamente imposible.

Injertados en Israel1.- Hemos sido injertados en Israel.

Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas [entre ellas LBLA], y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti… Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? (Ro.11:16-18,24).

La iglesia no ha substituido al pueblo de Israel. Los gentiles hemos sido unidos al tronco, es decir, Israel. No hay separación en Cristo, sino acercamiento. El cristianismo no puede existir sin reconocer su trasfondo, su Historia, y su vinculación con Israel. El nuevo templo, la iglesia, está compuesto de judíos y gentiles. Sin embargo, hay una nación llamada Israel, con la que Dios tiene planes eternos; y aunque todavía no hayan recibido al Mesías, como nación, un día todo Israel será salvo (Ro.11:25-26).

La iglesia tiene una gran deuda histórica con el pueblo de Israel. No podemos ignorarlos, tenemos un futuro común. La iglesia tiene hoy la responsabilidad de reconocer, consolar y apoyar el establecimiento del Estado de Israel. Esa es la voluntad de Dios. Es la palabra profética que ha salido de la boca de Dios.

Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de YHVH por todos sus pecados. Voz que clama en el desierto: Preparad camino a YHVH; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios (Is.40:1-3).

No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra (Is. 43:5-6).

No obstante, he aquí vienen días, dice YHVH, en que no se dirá más: Vive YHVH, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive YHVH, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres. He aquí que yo envío muchos pescadores, dice YHVH, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos (Jer. l6:14-16).

Pactos2.- En Cristo, hemos sido acercados a la ciudadanía de Israel y a los pactos de la promesa. 

En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (Ef.2:12,13).

El pacto con Abraham es un pacto de bendición, que nos alcanza en Cristo. Las promesas de Dios en el A.T. son Si y AMEN en Cristo. Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios (2 Co.1:20). Si nos desligamos de Israel, automáticamente cortamos la conexión con las promesas y los pactos que desembocan en Cristo, y por él en nosotros los gentiles. Hemos sido acercados a la esperanza y al Dios de Israel.

CONSECUENCIAS

La consecuencia de nuestra unión con Cristo nos lleva a identificarnos con la causa de Israel y los planes de Dios para su pueblo. Por ello, levantémonos en favor de Israel en los momentos actuales, colaborando de muy diversas formas en su levantamiento  como nación (año 1.948), en este tiempo histórico y profético que nos toca vivir (Is.60:1,2).

6 – UNIDOS CON EL MESÍAS: Hechos SANTOS Y TEMPLO de Dios

Unidos con el Mesías (2)Textos clave: (1Co. 1:30) (1Co. 3:16) (Is.60:1)

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es la base de lanzamiento para levantarnos luego en cada una de las facetas de esa unión. Es como la plataforma de lanzamientos de la NASA. De allí son enviados los satélites a diferentes misiones y siempre en contacto permanente con la base. Todo levantamiento tiene su base en la identificación con Cristo y sus resultados. De esa fusión surge la capacidad para llevar a cabo el plan de Dios.

RESULTADOS DE ESA UNION

1.- Somos hechos santos.

Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención… Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co.1:30 y 6:11).

Es decir, apartados para Dios y propiedad suya. Como resultado de la unión con Cristo somos hechos participantes de su naturaleza santa, llamados a andar conforme a la santidad. Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él (Ef.1:4). A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro (1 Co.1:2). Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación (1 P.1:14-17).

Por tanto, hemos crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gá.5:24); y el mundo ha sido crucificado para mi y yo para el mundo. Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo (Gá.6:14).

2.- Somos hechos el templo de Dios.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es (1 Co.3:16,17).

Ya no vamos al templo a adorar, ahora nosotros mismos somos el templo de Dios. Jesús dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré… Hablaba del templo de su cuerpo (Jn.2:19-21). Veamos lo que se deriva de esta verdad.

  • Dios habita en nosotros. ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo (2 Co.6:16).
  • Somos propiedad de Dios. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (2 Co.6:19-20). Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo (2 Co.10:7).
  • No hay diferencia entre personas: judío o griego; esclavo o libre; hombre o mujer, porque todos somos uno en Cristo. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gá.3:28-29).
  • Cada miembro, cada don y cada función es una piedra viva y útil en la edificación conjunta del Cuerpo de Cristo. Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho (Ro. 12:4-7). Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular (1 Co.12:27). Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo… Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Pedro, 2:5 y 4:10).

CONSECUENCIAS

La consecuencia más inmediata después de recibir la verdad expuesta anteriormente es un levantamiento para resplandecer como casa espiritual y sacerdocio santo, ofreciendo sacrificios espirituales aceptables a Dios, por medio de Jesucristo (Is.60:1) (1P.2:5). Podemos ser una parte integral del levantamiento de la iglesia en nuestra ciudad.

5-UNIDOS CON EL MESÍAS: hijos para heredar bendición

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Gá.1:13,14) (Ef.1:3) (Is.60:1)

UNIDOS CON YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es la unión con Dios como Padre, y por tanto, herederos de Él. Nuestra unión con Cristo es también la unión con la bendición de Dios. Somos hechos hijos benditos del Padre. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef.1:3). Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (Mt.25:34). El hijo pródigo fue unido con el Padre, devuelto a la casa, vestido con la dignidad de hijo y autorizado para heredar (Lc.15:20-24). Fue sacado (redimido) de la maldición de todo tipo de escasez, y puesto en la casa de abundancia. Eso mismo es lo que nos ha acontecido cuando hemos retornado a Dios a través de Jesucristo.

RESULTADOS DE ESA UNION

1.- Hemos sido redimidos de la maldición.

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gá. 3:13,14).

Jesús es nuestro substituto, él fue hecho maldición, para que nosotros seamos hechos bendición completa; bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo (Ef.1:3). Nadie nos puede maldecir con éxito, la maldición no nos alcanzará porque hemos sido bendecidos por Dios.

Ejemplo: Balac, Balaán y el pueblo de Israel.

Entonces dijo Dios a Balaán: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es… ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que YHVH no ha execrado?… Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel.

YHVH su Dios está con él, Y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo. Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios! (Nm.22:12;23:8,19-23).

El apóstol de los gentiles lo expresa así en Ro. 8:28,31-39.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados… ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Por tanto, la bendición nos alcanzará en cada campo de nuestra vida, y la maldición no nos tocará. De este hecho se derivan otras verdades, veamos:

  • Somos libres de la maldición del pecado. En quien (Jesús) tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Ef.1:7). En quien (Jesús) tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Col.1:14). Hemos sido perdonados. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Ef.4:32). Libres de la maldición de pecar. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios (1 Jn.3:6-9). Significa también que somos guardados de pecar y del maligno. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn.5:18).
  • Libres de la vana manera de vivir heredada de los padres. Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro, 1:18-19).
  • Libres de las contaminaciones (maldiciones) que hay en el mundo. Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia… Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error (2P.1:4 y 2:18).
  • Libres de la maldición de la pobreza. La pobreza, escasez, la falta de recursos económicos y materiales necesarios para vivir no es la voluntad de Dios para sus hijos. Dios ha hecho provisión en Cristo para que todas nuestras necesidades sean suplidas. Este es un terreno difícil y complejo por lo que representa en la vida diaria. No podemos decir que los hermanos que viven en pobreza estén bajo maldición, ni sean inferiores a nadie. Por otro lado, la palabra de Dios es verdad a pesar de nuestras circunstancias. Dios sigue llamando a la salvación aunque muchos la ignoren. Dios sana y prospera, liberta y da vida aunque las circunstancias digan lo contrario. El mensaje del profeta Habacuc fue que aunque la higuera no florezca, contrariamente a su naturaleza, con todo yo me alegraré y me gozaré en el Dios de mi salvación (Hab.3:17,18). El Shaddai ha provisto para su pueblo en Cristo. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil.4:19). Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2Co.8:9).
  • Libres de las enfermedades. Somos bendecidos con salud. Quien (Jesús) llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (1P.2:24). Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan, 2).
  • Libres de las acusaciones de la Ley. Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz (Col. 2:14). Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra (Ro.7:4-6).
  • Libres de la maldición de la esterilidad en cualquiera de sus formas. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días (Ex.23:26). Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas (Is.54:1,2). Somos hechos fecundos. Una de las palabras hebreas para alabanza, usada en el Antiguo Testamento, es Barak, que significa: Declarar a Dios como fuente de poder para alcanzar el triunfo, bienestar, y fertilidad.

CONSECUENCIAS

En Cristo, podemos levantarnos en fe para tomar posesión de nuestra herencia de bendición en cada área de nuestra vida. Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de YHVH ha nacido sobre ti (Is.60:1). Hay bendiciones sobre la cabeza del justo (Pr.10:6). Esa bendición debe fluir hacia otros también a través de nosotros. Hemos sido hechos benditos para ser de bendición en nuestra familia, ciudad, país, etc.

4-UNIDOS CON EL MESÍAS: Somos hechos HIJOS DE DIOS

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Juan, 1:12-13) (Isaías, 60:1)

UNIDOS CON YESHÚA

La desobediencia del hombre le despojó del vestido de la gloria de Dios que le cubría (Gn.3:7). Nuestra unión con Cristo nos ha revestido y nos ha devuelto el vestido de gloria y justicia que habíamos perdido en Adán.

Como está escrito: En gran manera me gozaré en YHVH, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas (Is. 61:10). Jesucristo es nuestro vestido nuevo de protección, como una armadura, que nos protege de los ataques del reino de las tinieblas (Ef.6:l0-18). Si no vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Ro.13: 14). Es el vestido que nos da la dignidad de hijos de Dios, herederos con Cristo, y nos guarda de la maldición que aún opera en esta tierra hasta que sea liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Ro.8:19-23). Nuestro nuevo vestido de gloria, Cristo, nos mantiene dentro de la esfera de la bendición de Dios (Ef.1:3).

Tenemos un ejemplo claro en la parábola del hijo pródigo (Lc.15:20-24). Observa lo que dijo el Padre:

  • Traed la mejor ropa
  • Vestidlo
  • Poned un anillo en su mano
  • Poned sandalias en sus pies
  • Comamos y regocijémonos

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

Somos hechos hijos de Dios.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jn.1:12,13).

Esto no es un proceso de santificación. Nacemos en la familia de Dios con toda la dignidad de hijos. No estamos tratando de serlo, somos hijos por la voluntad de Dios. Hemos sido predestinados para ello, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Ef.1:5); y por la fe en Cristo somos hechos hijos, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Gá.3:26). De este hecho se derivan otras verdades que debemos saber y recordar. Veamos algunas:

a.- Tenemos una relación íntima con el Padre, y podemos llamarle «Abba, Padre». Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro.8:16)

b.- Somos hechos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro. 8:17) Lo que Jesús hereda nosotros también lo heredamos, en este mundo y en el venidero.

Por ser de Cristo, somos descendencia de Abraham, y por ello, herederos de la promesa. ¿Qué promesa? Ser los herederos del mundo, de las naciones (Gá.3:29 con Ro.4:13 y Gn.17:4-6; 22:17). Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesaPorque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la feHe aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de tiDe cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigosAsí que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro,  y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios (1 Co.3:21-23).

c.- Debemos salir de la niñez y entrar en la mayoría de edad para poder comenzar a heredar las promesas de Dios en sus primicias. Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gá.4:1-7).

d.- Somos herederos de grandes riquezas en Cristo, presentes y venideras. Meditemos en estas expresiones:

Riquezas de su gloria. Y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria (Ro.9:23). Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecido con poder en el hombre interior por su Espíritu (Ef.3:16). Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil.4:19).

Riquezas para los gentiles. Y si su trasgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? (Ro.11:12).

Riquezas de su gracia. En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia… para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús  (Ef.1:7 y 2:7).

Inescrutables riquezas. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo (Ef.3:8).

Dios ha querido que podamos alcanzar todas estas riquezas, como está escrito: Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo (Col.2:2); por ello las ha dado a conocer en Cristo, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria (Col.1:27); y de ahí que el apóstol Pablo orase por los creyentes: Que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis… cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (Ef.1:18).

Las Escrituras que estamos viendo dejan claro que las riquezas de Dios se alcanzan mediante el conocimiento, un conocimiento revelado al corazón a través del Espíritu Santo de Dios. Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús (Filemón, 1:6). Este pasaje en la versión de las Américas dice así: Y ruego que la comunión de tu fe llegue a ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en vosotros mediante Cristo. En este sentido el pueblo de Dios puede perecer por falta de conocimiento. Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos (Oseas, 4:6).

El apóstol Pablo lo explica ampliamente y de forma magistral en la primera carta de los corintios, cuando dice:

Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?. Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Corintios, 2:6-16).

CONSECUENCIAS

Por nuestra unión con Cristo hemos sido hechos hijos de Dios, vestidos con toda la dignidad de hijos y herederos. Por tanto, podemos levantarnos y tomar posesión de nuestra herencia en Cristo Jesús, mediante la fe (Is.60:1) (Miq. 4:13).

3-UNIDOS CON EL MESÍAS: Hemos sido hechos NUEVA CREACIÓN

Unidos con el Mesías (2)Texto clave: (2 Co.5:17)

UNIDOS  CON  YESHÚA

La unión del creyente con Cristo es tan fuerte y real, que encontramos en las Escrituras expresiones tan determinantes como estas: Somos un espíritu con Jesús (1Co.6:17). Tenemos la mente de Cristo (1 Co.2:16). Podemos andar como el anduvo (Col. 2:6) (1 Jn.2:6). El que os recibe a vosotros, a mí me recibe (Mt.10:40). Como él es, así somos también nosotros en este mundo (1 Jn.4:17). Y nadie las arrebatará de mi mano (Jn.10:28). Ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo (Ro.8: 38-39). Esta unidad sólo es posible con una nueva creación. Ninguna religión puede conseguirla, es una naturaleza nueva según Dios.

RESULTADOS DE ESA UNION

1.- Somos hechos una nueva creación.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co.5:17) Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación (Gá.6:15). En Cristo somos nuevas criaturas, un hombre nuevo, creado a la semejanza de Dios. La primera obra humana de Dios, Adán, fue desobediente al propósito divino; el segundo Adán, Cristo, fue obediente y realizó la obra de Dios. Ahora Yeshúa es el nuevo modelo de hombre para que el ser humano recupere el propósito divino. En Cristo, somos hechos un nuevo hombre.

Veamos algunas características de esta nueva creación

  • Es creado con el carácter de Dios. Justicia y santidad de la verdad. Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef.2:10).
  • Es participante de la naturaleza divina. Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (2P.1:4).
  • Puede ver y oír en el Espíritu. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Co.2:9).
  • Recibe revelación y los pensamientos de Dios. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios… lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual… Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Co.2:10,13,16). Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él (Ef. 1:17).
  • Recibe fortaleza por el Espíritu. Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu (Ef. 3:16).
  • Tiene en su interior ríos de agua viva que brotan. El último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jn.7:37-39).
  • Puede ofrecer sacrificios espirituales de alabanza. Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre (Heb.13:15). Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1 P. 2:5).
  • Puede entrar al Lugar Santísimo. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (Heb.10:19-22).
  • Puede ser arrebatado hasta el tercer cielo. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo (2 Co.12:2). El espíritu nuevo, renacido, está capacitado para entrar en la morada de Dios; sin este espíritu nuevo dado por Dios en el nuevo nacimiento sería imposible, ya que carne y sangre no pueden heredar el Reino de Dios.

Hay muchas otras características de este hombre nuevo, puesto que es ilimitado, y se mueve en una dimensión espiritual amplísima de exploración. El nuevo hombre ya tiene la capacidad y el equipo necesario para vivir eternamente unido a la Divinidad.

CONSECUENCIAS

La consecuencia de nuestra unión espiritual con Jesús, de donde surge una nueva creación, debe ser un levantamiento en el Espíritu. Podemos vencer la vida pecaminosa y el dominio de las tinieblas por el poder de Dios que actúa en nosotros. Como dice el profeta: Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria (Is.60:1,2).

2-UNIDOS CON EL MESÍAS: Hemos sido hechos JUSTICIA de Dios

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (2 Co.5:21) (Fil.1:11) (Is.60:1)

UNIDOS  CON  YESHÚA

Nuestra unión con Cristo es la unión con la justicia; porque él es justo, para llevarnos a Dios (1P.3:18).  En 2 Co.6:14-16 se presenta como una unidad del mismo yugo y la misma asociación la JUSTICIA, la LUZ, a CRISTO, al CREYENTE y al TEMPLO de Dios. Todo ello forma parte de una fusión plena; y en ella se asocia a Cristo con la justicia y a ambos con el creyente. La unión de Cristo con el creyente es tan real, que el apóstol Juan declara: Cómo él es, así somos también nosotros en este mundo (1 Jn. 4:17) Esa unión nos conduce a un resultado glorioso: Somos hechos justos ante Dios.

RESULTADOS DE ESA UNION

  1. Somos hechos justicia de Dios (2 Co.5:21).

«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él».  No se trata de un cambio de vestido, sino de una nueva naturaleza justa; y una posición ante Dios de justificación. Somos hechos justos. Se usan diferentes expresiones en la Escritura al respecto, veamos: Siendo justificados gratuitamente (Ro.3:24). Justificados por la fe (Ro.5:1). El don de la justicia (Ro.5:17). La justificación de vida (Ro.5:18). Fuisteis justificados en Jesús  (1 Co.6:11). La justicia de Dios en Cristo nos libera de la conciencia de culpabilidad; somos libres de culpa, como si nunca hubiéramos pecado. «¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Heb.9:14).

  1. Podemos gloriamos en Jesús.

Ya no somos miserables pecadores y hombres derrotados; en Jesús recuperamos la gloria perdida en Adán (Ro.3:23,24). «Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación… Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere» (Ro.5:11 y 15:17) (2 Co.10:17) (Fil.3:3) (2 Ts.1:12).

No tenemos por qué avergonzarnos de nuestra fe en Jesús y su gloriosa esperanza. Hemos sido elevados a la dignidad de seres creados a semejanza de Dios. «Como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado». «Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado» (Ro.9:33 y 10:11). Somos el aroma de justicia para Dios en este mundo. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida (2 Co.2:15).

  1. Reinamos en vida por la justicia.

«Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia» (Ro.5:17).

El reino de Dios es un reino de justicia. Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Ro.14:17), que actúa en este mundo a través de sus hijos hechos justos. Debemos, por tanto, tomar la iniciativa de ser luz y sal en medio de nuestra generación, «siendo cabeza y no cola» (Dt.28:13).

CONSECUENCIAS

Nuestra unión con Cristo nos ha hecho justos, sin culpa, ni condenación; por tanto, podemos y estamos en posición de levantarnos, llenos de fruto de justicia (Is.60:1) (Fil.1:11), en una vida triunfante que glorifica a Dios. En Cristo podemos levantarnos para hacer las obras de justicia que Dios ha preparado para que andemos en ellas (Ef.2:10).

1-UNIDOS CON EL MESÍAS: Vida, gracia y salvación

Unidos con el Mesías (2)Textos claves: (Ef.2:1-6) (Ro.5:2) (Tit.3:5) (Is.60:1)

UNIDOS  CON  YESHÚA

La fusión entre Cristo y el creyente es la base fundamental sobre la que se asienta el resurgir del nuevo hombre. Esa fusión tiene su punto más fuerte en la expresión del apóstol Pablo: El que se une al Señor, es un espíritu con él (1 Co.6:17).

Hemos sido unidos con Jesús en su CRUCIFIXION.

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado (Ro.6:6).

Hemos sido unidos con Jesús en su MUERTE.

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (Ro.6:3).

Hemos sido unidos con Jesús en su SEPULTURA.

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro.6:4).

Hemos sido unidos con Jesús en su RESURRECCIÓN.

Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (Ro.6:5). Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos (Col.2:12).

Hemos sido unidos con Jesús en su EXALTACION.

Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Ef.2:6).

Esta unidad con el Mesías tiene resultados asombrosos en nuestras vidas presentes y futuras.

 
Unidos con CristoRESULTADOS  DE  ESA  UNION

1.Nuestro cuerpo de pecado ha sido reducido a la impotencia

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido [«reducido a la impotencia», nota en LBLA], a fin de que ya no seamos esclavos del pecado (Ro.6:6 LBLA).

Ya no somos esclavos del pecado, hemos muerto al pecado. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Ro.6:11).

2. Hemos recibido la vida de Dios (Zoé).

Y él os dio vida [Zoé, «significa vida, la clase de vida de Dios»] a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida [Zoé] juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) (Ef.2:1-5).

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida [Zoé] eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida [Zoé]; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida [Zoé] (1 Jn.5:11,12).

3. Hemos recibido entrada a la esfera de la gracia.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Ro.5:2).

Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia (Ro.5:17).

4. Hemos sido llamados por la gracia.

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente (Gá.1:6).

Esta gracia es más fuerte que el pecado. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia (Ro.5:20).

Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús (1 Ti.1:12-14).

5. Hemos recibido salvación (Ef.2:8).

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Ti.3:5).

Una salvación muy grande y completa que abarca a todo el ser (Heb.2:3 y 7:25) y que incluye: reconciliación y el ministerio de la reconciliación (2Co.5:18-21). Libertad de condenación (Ro.8:1). Sanidad. Liberación. Mente sana. Ser guardados del mal. Provisión. Un abogado (1 Jn.2:1). Un intercesor continúo (Ro.8:34) (Heb.7:25). Un Sumo Sacerdote (Heb.4:14 y 9:15).

CONSECUENCIAS

Cuando un creyente entiende su unión con el Mesías y ve los resultados que se derivan de esa unión, la consecuencia lógica será un levantamiento en fe para resplandecer, comenzando en el lugar donde se encuentra.

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de YHWH ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá YHWH, y sobre ti será vista su gloria (Is.60:1-2).

UNIDOS CON EL MESÍAS (Nueva Serie)

Unidos con el Mesías (2)Introducción

La vida cristiana es una nueva identidad. Es un nuevo lugar de localización, es decir, tenemos otro domicilio; una nueva residencia donde estamos ubicados. Estamos EN EL MESÍAS. La base de nuestra nueva identidad es JESUCRISTO. De esa nueva identidad surgen CINCO nuevos exponentes o ramificaciones:

Un NUEVO hombre

Una  NUEVA familia

Un  NUEVO reino

Unas  NUEVAS leyes

Una  NUEVA historia

Estos cinco exponentes que emanan de nuestra UNIÓN CON EL MESÍAS, son nuestra nueva identidad, nuestro nuevo lugar de localización. Por tanto, hemos de identificarnos con cada uno de ellos. Todos los exponentes forman una unidad con Cristo, aunque en nuestro estudio nos detendremos más en el NUEVO hombre y la fusión con el Mesías. Para ello haremos un recorrido por todas LAS EPÍSTOLAS del Nuevo Testamento.

En los evangelios Jesús actúa fuera de nosotros; en las epístolas lo hace desde dentro y a través de nosotros por el Espíritu Santo. En las cartas vemos la obra del Mesías glorificado sobre sus discípulos después de la unión o fusión espiritual EN Cristo.

De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne; aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así (2 Co.5:16).

La clave para «saber» está en la revelación y manifestación de nuestra UNION CON EL MESÍAS glorificado.

Porque separados de mi nada podéis hacer (Jn.15:5)

Pero el que se une al Señor, es un espíritu con El (1 Co.6:17)

Con Cristo estoy… y la vida que vivo en la carne la vivo por fe en el Hijo de Dios… (Gá-2:20)


Unidos con el MesíasResumiendo.
 El tema que comenzamos tiene su base esencial en el recorrido que haremos por todas las epístolas del Nuevo Testamento, encontrándonos con la verdad de nuestra UNION CON EL MESÍAS, los resultados que se derivan de esa unión y las consecuencias prácticas que le siguen. Por ello, cada lección estará compuesta de tres partes principales que se repetirán en cada una de ellas.

  • UNIDOS CON EL MESÍAS
  • RESULTADOS DE ESA UNION
  • CONSECUENCIAS