50 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XLII) – Babilonia (34)

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas… (1 Pedro 1:10-12)

         Hasta ahora hemos visto fundamentalmente el desarrollo de la ciudad de Babilonia en el primer libro de la Biblia y en el último. Su influencia aparece en muchos otros lugares, especialmente en los libros de los profetas. Por ello, regresaremos a su contenido para ampliar la influencia de esta ciudad en sus dos vertientes, la física y la espiritual.

Los profetas de Israel profetizaron, inquirieron e indagaron con diligencia acerca de la salvación de Dios. Estudiaron sobre la persona y el tiempo en que se producirían los acontecimientos de los cuales hablaron. Se dieron cuenta que los sucesos que les eran revelados contenían dos aspectos opuestos. Por un lado los sufrimientos que conllevaba la salvación, y por otro las glorias que le sucederían.

Supieron que lo que vieron y hablaron no era para sí mismos, sino que muchas de las cosas que profetizaron tenían un destino más lejano —aunque algunas de sus predicciones tuvieron ya un primer cumplimiento en su tiempo— que el de su propia generación. Los profetas administraban la información pensando en un tiempo cuando otros serían quienes oirían y vivirían los sucesos que ellos anunciaban. El mismo apóstol Pedro dice en su segunda carta que debemos estar atentos a la palabra profética más segura, la cual es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro.

Pues bien, los profetas de Israel hablaron de Babilonia. En sus predicciones encontramos amplia información sobre la naturaleza de esta ciudad, y también del tiempo cuando sería un imperio. También encontramos que Dios usó a Babilonia como brazo de su juicio para muchas naciones, incluso para su pueblo, hasta anunciar el juicio sobre esta ciudad que se extralimitó en sus funciones. Por todo ello, creo que merece la pena ampliar un poco más nuestro recorrido y retroceder en el tiempo para ver lo que dijeron los enviados de Dios sobre ella.

Veremos que la influencia de esta ciudad y lo que representa fascinó al pueblo elegido y en diversos momentos quedó atrapado en sus encantamientos que no supieron resistir y por ello fueron juzgados.

         Los profetas de Israel indagaron diligentemente sobre la salvación que tiene como base salir de Babilonia y entrar en el reino de Dios.

49 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XLI) – Babilonia (33)

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado   (Apocalipsis 19:6,7)

         Una vez que Babilonia ha sido convertida en humo y el juicio de Dios ha sido ejecutado en plenitud, aparece otra ciudad llamada la esposa del Cordero. Es la Jerusalén celestial.

Babilonia termina su recorrido de fornicación, idolatría, avaricia, ocultismo, sexo, drogas y música en humo, y una nueva ciudad, vestida de la gloria de Dios, con vestido de lino fino, blanco y resplandeciente que son las acciones justas de los santos (Apc.19:8), reaparece en toda su hermosura para ser presentada como una virgen pura a Cristo.

Es la esposa que viene del desierto. Ha superado con fidelidad la prueba de su amor por su esposo y ahora ha llegado el tiempo de la boda. Este suceso es saludado en el cielo por una gran multitud mediante una voz, como el estruendo de muchas aguas, que dice: ¡Aleluya! Otra vez ¡Aleluya! Y es que no parece haber una expresión concentrada que recoja mejor el sentir de los acontecimientos que se están desarrollando en el cielo y en la tierra.

Ha llegado el reino esperado del Señor nuestro Dios Todopoderoso. El cielo se ha vestido de gala, es un día memorable, conocido del Padre, para que el Hijo, que fue inmolado, sea desposado con la esposa que compró mediante el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario. Después de los padecimientos ha llegado el día de las glorias. La sorpresa es que el autor de la revelación del libro de Apocalipsis nos dice que la esposa del Cordero es una ciudad. Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios (Apc.21:9,10).

Una ciudad construida de piedras vivas, diría el apóstol Pedro. Una ciudad santa que reaparece habiendo sido perseguida y asediada durante mucho tiempo por la ciudad babilónica con su influencia ocultista, hechicera, idólatra, sensual, avara, inmunda y sus homicidios, pero que se ha mantenido fiel a su amado durante la travesía del desierto. Ahora recoge el fruto en el reino eterno de su Señor con un grito que sale de sus entrañas: ¡Aleluya!

         Cuando la ciudad de Babilonia ha sido convertida en humo aparece en todo su esplendor la esposa del Cordero, la Jerusalén celestial.

48 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 48

Los hijos de condenación (XL) – Babilonia (32)

Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes   (Apocalipsis 19:3-5)

         En el cielo se grita ¡Aleluya! porque se ha consumado el juicio a Babilonia. La justicia de su juicio hace gritar al cielo: ¡Aleluya!

La gran ciudad que corrompía a todas las naciones de la tierra ha sido reducida a humo. ¡Aleluya! Una y otra vez se proclama ¡Aleluya! No hay pudor, ni timidez, es el grito de victoria, lo entonan los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes. Se postraron ante el trono de Dios diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! Llegó el día de cambiar nuestro lamento en baile. De consolar a todos los enlutados, de ordenar a los afligidos de Sion que se les dé gloria en lugar de ceniza —ahora la ceniza es para la ciudad de Babilonia que ha sido convertida en humo—, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado (Isaías 61:2,3).

La iglesia del Señor en nuestros días no ha penetrado a esta verdad eterna de la alabanza. Hemos hecho de ella en muchos casos un entretenimiento mundano, una fiesta pagana con sonidos infernales, hemos cambiado la fuerza de la verdad por palabras humanistas y románticas que no sirven para la batalla que estamos librando. Pablo y Silas alabaron a Dios en la cárcel de Filipos y un terremoto sacudió sus cimientos. Seguramente cantaron ¡Aleluya! Desde lo más hondo del ser brotó el grito que no puede apagar la oposición al evangelio; ambos, al unísono, emitieron el sonido que anunciaba la derrota de Babilonia y el triunfo de Jerusalén, ese sonido no era otro que el de ¡Aleluya! Los Salmos están llenos de esta exclamación. ¿Te has dado cuenta que hay muchos de los Salmos que comienzan así y terminan de la misma manera? Una y otra vez se nos invita a adorar al Señor, exaltar su nombre, anticipar su victoria; nuestra alabanza y adoración, entre otros muchos motivos, es anticipar el triunfo del reino que ha de venir, un reino asentado en la verdad y en la justicia.

Por tanto, podemos vivir anticipadamente, cuando alabamos a Dios con todo nuestro corazón, el futuro glorioso de la victoria definitiva sobre la ciudad destinada a condenación.

         Cantar Aleluya es unirnos con los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes que adoran al que está sentado en el trono diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!

47 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 47

Los hijos de condenación (XXXIX) – Babilonia (31)

Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella   (Apocalipsis 19:1,2)

         La muerte física no es el final. Jesús dijo: No temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Babilonia puede matar el cuerpo, pero no tiene potestad para destruir el alma de aquellos que salen de su dominio y son trasladados al reino eterno.

Sí tiene la posibilidad de producir dolor y muerte durante un tiempo, no en vano nuestro mundo y su historia está lleno de esta triste realidad, sin embargo, hay un día señalado por el Padre para poner fin a su dominio perverso y ser juzgada con severidad. Hubo una gran voz en el cielo, un grito de victoria que no fue reprimido, una proclamación muy conocida y poderosa: ¡Aleluya!

Por tanto, podemos decir que cuando cantamos y exclamamos con júbilo «¡Aleluya!» estamos adorando a Dios y a la vez anunciando el juicio futuro de Babilonia y sus obras. La adoración a Dios y la exaltación a su nombre con júbilo y proclamaciones como «¡Aleluya!» le recuerdan a Satanás que sus días están contados. Su derrota es inminente. Su dominio al estilo Nimrod tiene fecha de caducidad y su juicio ha sido decretado. Por eso nos dice al salmista: Cantad a YHVH cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten… Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos… para ejecutar en ellos el juicio decretado; gloria será esto para todos sus santos. Aleluya (Salmo 149). Esta alabanza tiene su base en el juicio a la gran ramera, Babilonia, porque ha corrompido a toda la tierra con su fornicación y la venganza por la sangre derramada de los siervos de Dios. El Señor es justo y lo hará.

Nuestra alabanza en la tierra puede unirse a la que se hace en el cielo en los mismos términos. Lo hacemos desde Jerusalén, en Espíritu y verdad. Decimos ¡Aleluya! Cantamos ¡Aleluya! Gritamos ¡Aleluya! Lo mismo dicen en el cielo. Alabanza al Señor y golpe de vara al enemigo (Is.30:32). Di conmigo: ¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del Señor nuestro Dios.

         Una gran voz en el cielo decía: ¡Aleluya! Unámonos en la tierra con la misma voz para anunciar la victoria de los santos sobre Babilonia.

46 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 46

Los hijos de condenación (XXXVIII) – Babilonia (30)

Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra  (Apocalipsis 18:24)

        Y llegamos al aspecto definitivo de la naturaleza de Babilonia: la muerte por homicidio. Todo el desarrollo del modelo babilónico tiene un propósito escondido y perverso revelado en la Escritura: la muerte del hombre en sus dos vertientes: física y espiritual. No nos engañemos con la atracción placentera que ejerce el hechizo y la fascinación de la ciudad de Nimrod. Incluso habiendo entrado en Jerusalén y escapado de sus garras, podemos volver a ser fascinados por su persuasión irresistible al hombre carnal. Fue la tentación de los gálatas (Gá. 3:1); y es la historia de la iglesia a lo largo de los siglos.

Babilonia puede atraer con música, sexo, drogas, idolatría, poder económico y político, religiosidad o sincretismo, pero el final de su acción sobre los hombres y los pueblos es la muerte, la separación de Dios. Es la naturaleza y el propósito de Satanás como diseñador de esta ciudad de perdición. Mira lo que dice Jesús de él: Ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Ha venido a hurtar y matar y destruir.

Una parte de la iglesia vive ignorando que estamos expuestos a su influencia si no velamos y oramos para no caer en tentación. Moisés resistió el espíritu babilónico cuando escogió antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón… en la ciudad celestial.

Babilonia mata a los profetas, como lo hizo Jezabel. Derrama la sangre de los santos y los justos, aquellos que son la luz del mundo y la sal de la tierra. Por eso Dios la juzga: Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra (Jer.51:49). Seguimos viviendo hoy bajo el poder demoníaco de esta potestad que busca, de diferentes formas, mentir, robar y finalmente matar. Matar el cuerpo físico y contaminar el alma mediante el engaño y la mentira, mezclando la revelación de Dios con falsificación; el trigo con la cizaña. La verdad nos hará libres. Si permanecemos en su palabra el diablo no podrá dañarnos. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn.5:18).

Babilonia tiene las manos manchadas de sangre desde los días de Caín.

45 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 45

Los hijos de condenación (XXXVII) – Babilonia (29)

Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones  (Apocalipsis 18:22, 23)

         El tema de la música cristiana siempre levanta controversia y distintos puntos de vista. Hay mucho que decir, volveremos sobre él cuando meditemos la profecía de Ezequiel sobre Babilonia.

Debemos ser muy cuidadosos en como adoramos a Dios. Es fácil caer en el espíritu mundano babilónico, la música atrapa el alma y sus emociones llevándonos en algunos casos a percepciones emocionales que podemos confundir con la vida en el Espíritu. En la adoración a Dios la música y los adoradores que guían al pueblo deben vivir en santidad. Debemos hacerlo en Espíritu y en verdad. Nuestro modelo está en la Escritura, especialmente en el libro de los Salmos.

Recordemos que hay una triada babilónica que actúa generalmente en sintonía, me refiero a la combinación de música, sexo y drogas. El resultante de semejante mezcla es tan poderoso que generaciones enteras han quedado atrapadas en su esclavitud para siempre. Hay cantantes y grupos musicales que representan esta forma de vida y que levantan una idolatría que sustituye a la religión establecida, especialmente cuando somos jóvenes. Pero no todo es música, sexo y drogas. Babilonia se apaga y con ella los que han hecho un ídolo de su trabajo, (ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti).

La idolatría es consustancial al alma humana. Podemos hacer ídolos de todo aquello que comenzamos ejerciendo como una necesidad básica de la vida, acabando a veces atrapados en una adicción que conduce finalmente a la idolatría. También se apagan los grandes mercaderes de la tierra, que hechizados por el brillo de las riquezas y la avaricia han vivido engañados en una espiral de codicia irrefrenable. Se les llama los grandes de la tierra, son quienes dirigen el sistema financiero mundial, que vendiendo hasta sus almas viven para dominar las naciones con su manipulación económica, acumulando riqueza y poder para su propia perdición.

Aclaremos. Ni la música, el trabajo, la economía de empresa, o los puestos de autoridad son necesariamente malos en sí mismos, pero si nos dominan con sus hechizos babilónicos necesitaremos liberación.

         El engaño babilónico mediante la música, el trabajo, la economía y su hechicería nos arrastrará con ella si no salimos de esta ciudad de perdición.

44 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 44

Los hijos de condenación (XXXVI) – Babilonia (28)

Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones  (Apocalipsis 18:22, 23)

         Uno de los aspectos del poder hechicero-seductor-persuasivo de Babilonia que aún no hemos mencionado tiene que ver con la música. Lo ampliaremos cuando meditemos los capítulos del profeta Ezequiel sobre este mismo tema, pero ahora detengámonos por unos momentos en este aspecto y otros que aparecen en nuestro texto. Estamos asistiendo al final de los días de la influencia babilónica sobre las naciones. Se van apagando los distintos focos que han brillado con fuerza uno tras otro.

Ahora le toca el turno al poder seductor de la música. Esta ha sido siempre una de las armas más poderosas de Satanás para cautivar a la juventud. Yo fui uno de esos cautivos. Por el profeta Ezequiel sabemos que Lucifer, llamado querubín grande protector, quiso la adoración a Dios para sí mismo; que seguramente era él quien ocupaba un lugar preeminente en la adoración a Dios; quiso el trono y se halló en él maldad. Incluso sus vestiduras o su mismo cuerpo estaba hecho de instrumentos musicales: los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación (Ez.28:13 RV60).

El autor de la música es Dios, sin embargo, Lucifer, quién luego sería transformado en Satanás y Adversario, tenía un papel principal en la adoración celestial antes de que se hallara en él la maldad. Cuando cayó y fue expulsado del cielo se llevó consigo la capacidad de usar la música para atraer la adoración sobre sí mismo. El libro de Apocalipsis establece un contraste entre quienes adoran al que está sentado en el trono y al Cordero, y aquellos que adoran a la bestia y Satanás.

Las multitudes quedan hechizadas en los conciertos de grandes músicos que atraen a generaciones enteras con su fascinación por el estilo de vida babilónico, que unido al sexo y las drogas, hacen una «trinidad» diabólica que atrapa a millones de personas en una adoración falsa y contraria a la voluntad de Dios. Debemos saber discernir qué música escuchamos. Todas las religiones tienen su porción musical en el ritual idólatra.

También se han introducido en la iglesia de nuestros días sonidos y estilos de música, con letras superficiales, que en lugar de adoración al Dios vivo es un concierto al estilo babilónico.

         La música tiene un potencial seductor para atraernos a Babilonia y hechizarnos con sonidos agradables y alejarnos de la verdadera adoración.

 

42 – EL HOMBRE CONDENADO – Los hijos de condenación (XXXIV) – Babilonia (26)

El hombre condenado¿QUE ES EL HOMBRE?

El hombre condenado – 42

Los hijos de condenación (XXXIV) – Babilonia (26)

Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella  (Apocalipsis 18:20)

Todo tiene su tiempo debajo del sol. Babilonia tiene fecha de caducidad. Su estilo de vida avaro, idólatra, inmoral, religioso, pensando solamente en lo terrenal, vivir de forma egoísta, indiferente a las necesidades del prójimo, todo ello tiene fecha de caducidad.

Aunque al presente tengamos que ser afligíos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce paciencia, y que por la fe y la paciencia se heredan las promesas. Porque es justo, delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder. Hay un día para los justos cuando el lamento es cambiado en baile. Cuando a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza; óleo de alegría en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de YHVH, para gloria suya (Isaías 61:3).

Nuestra ciudadanía está en los cielos, no en Babilonia, de donde esperamos al Salvador, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Fil.3:20). Una voz ha emitido su mensaje: Alégrate sobre ella. Ha llegado el día de hacer justicia. Y el que ama la justicia es ungido con óleo de alegría. No puede haber gozo verdadero si no está fundado sobre la justicia de Dios.

Pero ahora la voz invita a alegrarse al cielo, a los santos, a los apóstoles y los profetas, porque Dios os ha hecho justicia en ella. Para los santos de la iglesia primitiva significaba la caída de Roma, el imperio que los persiguió con crueldad. Los siglos siguientes fueron otros que amamantados por la misma loba babilónica produjeron los mismos frutos de inmundicia, persecución y oprobio.

Hoy tenemos otros lobos, hienas y chacales que manifiestan la misma naturaleza perversa de Babilonia. Pero hay un día señalado por Dios cuando juzgará a todos, y cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo. No lo hará Babilonia por ti, ella habrá caído en el abismo, pero todos aquellos que amaron sus riquezas y contrataciones, que acumularon riquezas para su propia avaricia, recibirán el doble de la mano del Señor.

Por eso, dice el apóstol, que Dios manda ahora a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan, por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia.

         La caída de Babilonia como resultado del juicio de Dios será el momento esperado para alegría del cielo, de los santos, apóstoles y profetas.

41 – EL HOMBRE CONDENADO – Los hijos de condenación (XXXIII) – Babilonia (25)

Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas… y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!  (Apocalipsis 18:17-19)

         El hombre condenadoLa ciudad de Babilonia ha acumulada una inmensidad de riquezas para poder comprar y vender con ellas a todas las naciones de la tierra. El impulso primario del hombre caído es acumular riquezas. Hacerse rico. Lo cual nos enseña que todos hemos sido amamantados a los pechos de la leche adulterada de Babilonia. Esas riquezas han sido puestas en la creación por el Hacedor de todas las cosas. Los recursos, que usados debidamente, generan la riqueza necesaria para sustentar a todos, han sido acumulados por unos pocos oligarcas en el espíritu de Nimrod.

Esa acumulación injusta manipulada debidamente por intereses espurios es la raíz original del problema de la pobreza en el mundo. Porque el gran Dador y Sustentador de todas las cosas ha provisto para todos, pero la maldad del hombre que acumula para sí mismo los recursos que son de todos, deja desamparadas a millones de personas expuestas al hambre. Esa es nuestra historia. Necesitamos gobernantes justos para gestionar debidamente la riqueza que pueda suplir las necesidades de las naciones, y leyes adecuadas que salvaguardan el bien común.

El evangelio de Jesús va directamente al núcleo del problema: el corazón del hombre. Del corazón mana la vida de Dios y debidamente gobernado por el único Rey justo, podremos hacer más justa la vida en la tierra. Sin embargo, Babilonia ha acumulada la riqueza, y esa acumulación será una gran pérdida cuando en una sola hora sean consumidas. Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lc.12:20,21). En este texto tenemos otra vez a un rico atrapado en el espíritu babilónico, queriendo acumular riquezas por avaricia, perdiéndolo todo en un instante. Pensemos y seamos sabios.

Llega la hora cuando los que se han enriquecido mediante la avaricia babilónica entran en pánico, echan polvo sobre sus cabezas, dan voces, lloran y lamentan por la desolación que les ha atrapado sin remedio. Ahora es el tiempo para hacer buen uso de lo que debemos gestionar como mayordomos fieles, sometidos al Dueño de todo.

         Acumular riqueza nos atrapa en la ciudad de Babilonia sin escapatoria posible el día y la hora de su desolación. Entonces vendrá el llanto y el crujir.