El sistema de este mundo (4)

Sistema de este mundoCONVERSIONES DIVERSAS

A lo largo de mi vida cristiana he visto a muchos hermanos con experiencias similares, conversiones nítidas, cambios de vida evidentes y una entrega al servicio incondicional y sin intereses, que han llevado fruto para honrar al Dios de su salvación. Paradójicamente, los testimonios más claros de conversión los he constatado últimamente en la cárcel entre jóvenes que manifiestan una decisión clara de seguir a Jesús en medio de sus circunstancias actuales.

También he visto, especialmente en los últimos años, conversiones light, personas atraídas por los beneficios del evangelio que se adaptan a la rutina religiosa con sus múltiples y variopintas actividades; aprenden el lenguaje bíblico, cantan algunas canciones de moda en el ámbito cristiano, pero sus vidas están más centradas en sí mismos que sometidas a la voluntad de Aquel que los compró con su sangre preciosa. En otros casos hemos abandonado el primer amor para convertirnos en una iglesia rica en métodos mundanos y tibia, sin darnos cuenta que somos miserables, pobres, ciegos y desnudos como la iglesia de Laodicea.

Con esto no quiero caer en el tópico de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o en las comparaciones odiosas de unos tiempos pretéritos mejores que los actuales por el hecho de recordarlos con cierta nostalgia en contraste con el pesimismo actual. Estoy hablando de abandono, de alejamiento, de conformarse a los esquemas de este mundo en detrimento de la verdad permanente de la palabra de Dios.

He comenzado esta serie hablando de decadencia y eso es realmente lo que creo que vivimos en buena medida en muchas de nuestras congregaciones actuales. Decadencia camuflada bajo el disfraz de modernismo, bailes y teatro, música de discoteca en los cultos, predicaciones dirigidas a engordar el ego más que a levantar el nombre de Jesús y su obra redentora. Jesús dijo: si yo fuere levantado, a todos atraeré a mí mismo [1] (Juan 12:32).

CONTINUARÁ… 

El sistema de este mundo (3)

Sistema de este mundoMI SALIDA DEL ESQUEMA DE ESTE MUNDO

Cuando creí en el evangelio allá por el año 1980, algunos de los textos que más sonaban en mi corazón eran aquellos que tenían que ver con no conformarme al esquema de este mundo [1]; de saber que la amistad con el mundo era enemistad contra Dios [2]; que, lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. [3].

Comprendí pronto que mi vida daría un cambio muy pronunciado una vez que invocara el nombre de Jesús para salvación, y fui muy consciente del nuevo Señor de mi vida. Muy pronto supe que hay fuerzas hostiles que se oponen a los propósitos de Dios en la vida de las personas, y que cuando el diablo no puede impedir la salida de su dominio y la entrada en el reino de Dios, usará una estrategia dirigida a impedir el crecimiento en el conocimiento de Dios, tratando de paralizar el desarrollo de la nueva vida, conformándolo a un sistema religioso; o bien, mezclando la vida cristiana con una forma de vida adaptada a la manera de pensar de este mundo, y por tanto, debilitando en sus cimientos la fortaleza de un creyente renacido por el poder del Espíritu y la verdad que libera y aleja de la vana manera de vivir heredada de los padres.

Aprendí que tenía que poner tierra de por medio en cuanto a la forma de vida anterior. Así comenzó una lucha para evitar los pensamientos inicuos combatiéndolos con la palabra de verdad. Me propuse no escuchar música que no glorificara a Dios. Dejé de leer libros que no tuvieran base bíblica, y esto durante bastantes años, sólo leía la Biblia y libros de escritores que sabía eran nacidos de nuevo.

Me volví un tanto extraño, incluso para los creyentes. Me veía como extranjero y peregrino en la tierra. Iba a todas partes con mi bolsa colgada al hombro, donde siempre llevaba mi Biblia y un cuaderno para escribir y hacer anotaciones. Me impuse a mí mismo no hacer concesiones con lo que entendía era mundano y recordaba mi estilo de vida anterior. Dejé de decir palabrotas y blasfemar, de ver la televisión, y todo mi anhelo era estudiar las Escrituras llenando mi mente de la palabra de verdad.

Leí la Biblia completa en menos de ocho meses, subrayaba casi todo porque todo me parecía bueno e interesante. Me volví un bicho raro en mi casa, un exagerado para mi novia, un excéntrico en mi trabajo y un hermano disponible a todos los ofrecimientos que me hacían en la iglesia donde me congregaba. Toda esta determinación no acabó en el fin de una conferencia, ni en un retiro de semana santa o algún culto de avivamiento. Se mantuvo constante durante muchos años. Concebí la vida cristiana como un discipulado a tiempo completo en todo lo que hacía.

Comprensiblemente fui adoptando moderación en ciertos comportamientos, que para mí eran necesarios para romper con la vieja vida, y establecer bases sólidas que me han acompañado toda mi vida desde entonces. Han pasado más de treinta y seis años.

Notas:

[1] – Romanos 12:2

[2] – Santiago 4:4,5

[3] – 1 Juan 2:15-17

Continuará…

El sistema de este mundo (2)

Sistema de este mundoLA PÉRDIDA DE INTEGRIDAD

Y no estoy hablando de quedarnos anclados en la Edad Media, debemos conocer los tiempos y alcanzar a nuestra generación con el evangelio, pero no un evangelio adaptado a la permisividad dominante, sino el mensaje del evangelio que contiene todo el consejo de Dios, algunas de cuyas verdades molestarán siempre al hombre de pecado, al impío, incluso al religioso adaptado al paisaje y confundiéndose con él.

El mensaje del evangelio siempre será impopular para los desobedientes y rebeldes, y pretender hacerlo asequible al hombre moderno, acostumbrado al placer y el deleite, es como querer calmar el hambre de un tigre con chucherías.

Estoy hablando de la pérdida de integridad, de falta de firmeza en la fe para no avergonzarse de la cruz de Cristo y combatir unánimes por la fe del evangelio; de saber que el mundo entero está bajo el maligno [1], que no todos oirán, sino los que son de Dios [2]. El apóstol Pedro lo dijo de esta manera: Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles… A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan [3].

Toda conversión tiene un antes y un después; en algunas personas esta realidad está más pronunciada que en otras, puesto que no todos han caído en el mismo desenfreno y tocado los mismos niveles de corrupción, pero todos hemos nacido con la naturaleza caída, por tanto, todos necesitamos el retorno a la casa del Padre. No todas las conversiones son dramáticas en sus circunstancias, pero todos tenemos que lidiar después con la ley del pecado y de la muerte de la que habla el apóstol Pablo en Romanos siete.

Notas:

[1] – 1 Juan 5:19

[2] – 1 Juan 4:5-6

[3] – 1 Pedro 4:3,4

Próximo capítulo: MI SALIDA DEL ESQUEMA DE ESTE MUNDO.

El sistema de este mundo (1)

Sistema de este mundoDECADENCIA MORAL Y ESPIRITUAL.

Nota inicial. Comienzo aquí una breve serie sobre cómo está configurado el sistema de este mundo, como nos afecta y de qué forma podemos hacerle frente. Lo iré desarrollando en este y otros artículos que subiré a la página web a partir de hoy y en los próximos días.

Vivimos en una sociedad decadente. Los valores no solo caen en la bolsa de Tokio o New York, sino en el mismo corazón de los creyentes. Es como si los diques de contención se estuvieran resquebrajando y agrietando, dando paso a una inundación que disuelve los fundamentos morales. Verdades que hasta hace poco tiempo eran terreno sólido y firme en las convicciones, en estos momentos se están diluyendo en el relativismo moral que ha impuesto la sociedad postmodernista.

Esta marea, que más parece un tsunami, está poniendo a prueba la fortaleza de nuestra fe y los fundamentos que la sostienen. Las nuevas generaciones de creyentes en Jesús y en las verdades bíblicas están muy adaptadas a la manera de pensar y vivir del presente siglo. Vemos una gran debilidad del hombre interior, −la vida espiritual−, que está actuando como disolvente de las convicciones, llevándonos a una permisividad nociva para el pueblo que debe ser luz y sal, y una pasividad que raya con la paralización.

Nos hemos adaptado, amoldado y conformado al estilo de vida mundano. Nos hemos rendido a la cultura del placer y la comodidad. Hemos asimilado métodos del sistema de este mundo, diseñado por el paganismo y la filosofía contraria a los valores y principios judeocristianos. Nos hemos dejado seducir por el silbido de la serpiente que susurra una vez más a nuestros oídos: «seréis como dioses», que nos desliza en la soberbia. Nos hemos confundido con el paisaje y perdido la fortaleza de nuestra fe, la fe que vence al mundo y su sistema de valores laxos, neutros en cuanto a moralidad, y relativista en cuanto a verdades absolutas.

El mundo nos ha vencido en muchos casos, y nuestra rendición la explicamos con argumentos eufemísticos como: «hay que adaptarse a los tiempos», «debemos ser abiertos a la sociedad, no fanáticos o radicales». Argumentos válidos en algunos casos, pero que han producido en buena medida la asimilación de una tolerancia a las formas de vida contrarias a las enseñanzas del Maestro. Nos hemos cansado de sufrir el rechazo por el evangelio y de ser impopulares y molestos, (buena parte de la nueva generación de creyentes ni sabe lo que es eso). No queremos molestar, ni ser raros, procuramos que no nos pongan etiquetas de retrógrados, conservadores o aburridos.

Hemos imitado los métodos comerciales de marketing para conseguir resultados a cualquier precio. El fin ha justificado los medios en muchos casos, y hemos recogido una cosecha de vanidad y arrogancia por los números. El brillo del poder por la cantidad nos ha cegado, olvidando la calidad de una vida rendida a la voluntad de Dios. Asistimos complacientes al espectáculo de respetar a políticos corruptos para mendigar un poco de reconocimiento y subvención. Vivimos muy lejos de aquellos profetas de la antigüedad que apuntaban con el dedo a los gobernantes que llevaban al pueblo lejos de Dios, y por tanto a sus juicios; y esto con el argumento de no meternos en política. Aquí no se trata de políticas de un signo u otro, sino de leyes impías que forman autopistas inmensas para el pecado de una nación, y por ello, un camino de muerte y destrucción. Está escrito que: La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones [1].

Notas:

[1] – Proverbios 14:34

Próximo capítulo: La pérdida de integridad

La recompensa de la rutina DIARIA

Recompensa diariaEn ocasiones no es fácil asimilar la rutina diaria con un sentido de dirección y propósito.

Parece como si el día a día fuera vivir una vida de segunda categoría, en comparación con esos «grandes proyectos» que muchas personas importantes llevan a cabo, para asombro y envidia del resto de los mortales. En esa tesitura, podemos llegar a aborrecer nuestra propia vida cotidiana y provocar situaciones que pueden llegar a romper el equilibrio de una familia estable.

La televisión nos presenta un mundo de fantasía y ensueño con personajes de plástico, caras bonitas, cuerpos esculturales y la fama de unos pocos que son la envidia de cualquier ciudadano de a pie con una vida cotidiana aburrida y sin sabor por el azote de la rutina diaria.

Y ante esta cortante realidad ¿qué podemos hacer? Tampoco nos ayudan mucho ciertos sermones que se oyen en las iglesias alabando la entrega al activismo clerical de cultos y más cultos, sin apreciar ni reconocer el mérito de un padre de familia que pasa la semana entera entregando su vida a favor de su casa; o de una esposa que con esfuerzo y abnegación ha dado lo mejor de su tiempo para satisfacer las necesidades de sus hijos. Sencillamente no está de moda la lucha diaria por mantener la estabilidad de un hogar normal.

Y yo me pregunto: ¿nuestra entrega a Cristo no tiene nada que ver con vivir cada día rodeado de blasfemos, engañadores, burlones, incrédulos, sensuales, corruptos, disolutos, egoístas, envidiosos, vanidosos que solo piensan en lo terrenal y mantenernos firmes en la fe del Hijo de Dios frente a los ataques a nuestra integridad? ¿Ser fieles a nuestras esposas, y educar a nuestros hijos en el temor de Dios, ante una sociedad disoluta que ha dado la espalda a Dios y vive en el desenfreno de la maldad, camuflada bajo el manto de la tolerancia, la modernidad y el progresismo, no tiene nada que ver con una vida espiritual ardiente y de fe?

¿Dónde quedan las palabras del apóstol Pablo ampliando nuestra vida de fe en Jesús y nuestra unión con él a todo lo que hacemos de palabra o de obra, porque a Cristo el Señor servimos? ¿No dice Pablo que somos suyos para vivir y para morir; que le pertenecemos por completo porque hemos sido comprados por precio y ya no nos pertenecemos a nosotros mismos? ¿Cómo entonces se da la impresión en la «iglesia» de hoy que existe una separación en nuestro servicio a Dios; por un lado, lo que tiene que ver con la participación en los cultos y las actividades de la «iglesia»; y por otro, todo lo que hacemos en el día a día?

Jesús dijo que la verdad nos haría libres; y esa verdad nos muestra que sí hay un propósito para la rutina diaria. Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís [1].

Todo lo que hacemos, lo hacemos para el Señor, desde la verdad indisoluble de nuestra unión con Cristo para vivir y para morir. La fidelidad en lo muy poco es garantía de serlo en las demás cosas [2], por tanto, hay recompensa para la rutina de la vida diaria.

NOTAS:

[1] – Colosenses 3:23,24

[2] – Lucas 16:10

¿Qué hacer cuando ya no puedo más?

Ya no puedo másMe doy cuenta que muchas de las intervenciones divinas en las Escrituras son «in extremis».

Dios nos lleva en ocasiones hasta el último momento de nuestra resistencia, cuando parece que ya hemos sobrepasado los límites de firmeza para encontrarnos con la provisión de Dios. Parece que el ser humano está más predispuesto para clamar y buscar ayuda del cielo cuando ha agotado todos sus recursos y posibilidades. Este principio se repite una y otra vez.

  • Lo vemos cuando Abrahán fue a sacrificar a su hijo Isaac en el monte Moriah.
  • David lo experimentó en Siclag, cuando los amalecitas habían robado todo su campamento y secuestraron a sus familias.
  • La prueba de Job le llevó hasta límites de difícil superación.
  • El apóstol Pedro fue librado de la cárcel la noche antes de su segura ejecución por Herodes.
  • Lázaro fue rescatado de la muerte cuando ya parecía que todo estaba decidido; cuatro días después llegó la intervención divina.
  • Jesús mismo superó de forma sobrenatural el tiempo de su posible aniquilación por las tinieblas resucitando de entre los muertos cuando parecía que su esperanza y cumplimiento de las promesas de Dios no se realizarían.
  • Por su parte el apóstol Pablo vivió varias veces la experiencia de perder la esperanza de conservar la vida. Una vez en Efeso, escribió mas tarde en su segunda carta a los corintios, fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aún perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos [1]. Y otra vez en su viaje a Roma experimentó una tempestad tan grande que él mismo dijo: Y no apareciendo ni sol (figura de Jesús), ni estrellas (figura de líderes espirituales o compañerismo ministerial) por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos [2].

Todos los que queremos vivir piadosamente en Cristo Jesús, siguiendo la estela del discipulado, experimentamos tempestades similares y tiempos cuando nos parece que nuestra esperanza ha perecido o está a punto de hacerlo. Esos tiempos son momentos cuando perdemos el rumbo y el sentido de dirección. El sentido de nuestra vida nos abandona, nos sentimos desorientados y el alma zozobra en esas aguas turbulentas que sacuden los cimientos de nuestra fe. Es la sensación de pérdida de la expectativa con que se inicia una carrera. En medio de esa oscuridad los sueños se apagan, las metas desaparecen y los objetivos marcados se diluyen en el ocaso para dar lugar al vacío… Los místicos de antaño lo llamaron la noche oscura del alma; y el salmista en su canto sublime de la oveja ante su pastor lo denominó el valle de sombra de muerte [3].

Pues bien, en estos tiempos de máximo desamparo y de total debilidad es cuando aparece la intervención divina in extremis. El por qué Dios nos permite llegar hasta esos extremos de total fragilidad lo ignoro, aunque siempre puede haber argumentos «solventes» al respecto, pero yo prefiero no lanzar proclamas especulativas y estereotipadas a favor de una interpretación simplista. Esos tiempos se constituyen en los baluartes del cambio. Siempre hay cambios cuando alcanzamos y superamos los momentos de máxima tensión y prueba.

EsperanzaLas Escrituras se levantan en nuestro socorro para darnos consolación, paciencia y esperanza hasta alcanzar el tiempo de bonanza y sosiego. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza [4]. La promesa es que no seremos tentados mas allá de nuestras fuerzas, sino que juntamente con la prueba se nos dará la salida para poder soportar [5]. Sin embargo, en muchas ocasiones nosotros llegamos antes a la conclusión de que ya no podemos más y que pronto haremos agua por todas partes.

Dios confía más en nuestra capacidad para soportar la prueba que nosotros mismos. Nuestra tendencia innata es claudicar, quejarnos y abandonar; pero en esos momentos es cuando debe levantarse nuestro hombre interior, −si está debidamente edificado y fortalecido−, para liderar la lucha y mantener la fe en el Dios vivo antes de soltar el ancla y perecer.

Dios cuida del ánimo de los suyos y levanta una palabra viviente para rescatarnos de la persecución, la muerte, el ostracismo, la desesperación y llevarnos a tierra firme para comenzar una nueva fase de nuestra vida.

Una y otra vez oigo en mi corazón el estímulo del Espíritu Santo diciéndome: ánimo. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia [6]. Así que me uno con Pablo para proclamar que: tuve en mi mismo sentencia de muerte, para que no confiase en mi mismo, sino en Dios que resucita a los muertos [7]. Esta esperanza de la resurrección, en sus múltiples facetas, es la realidad más elevada del hijo de Dios.

NOTAS:

[1] – 2 Corintios 1:8

[2] – Hechos 27:20

[3] – Salmos 23:4

[4] – Romanos 15:4

[5] – 1 Corintios 10:13

[6] – Isaías 41:10

[7] – 2 Corintios 1:9

La guerra es religiosa

terrorismo1Comparto con todos vosotros un artículo que he recibido del Boletín digital POR ISRAEL. Lo he resumido un poco, aunque mantiene la esencia del mensaje, y entiendo que es muy relevante para saber lo que está pasando, y la necesidad de levantar un clamor al cielo a favor de nuestros gobernantes, muchos de ellos ciegos, guías de ciegos.

La guerra es religiosa

por: Dr. Gerardo Stuczynski

Fuente: Por Israel

El terrorismo islámico nos ha declarado la guerra santa. Pretende someter a la ley islámica a los judíos y cristianos que considera infieles y a los musulmanes moderados, que desprecia por apóstatas. Combate contra el mundo occidental y sus valores. Esos valores de respeto a los derechos humanos, libertad de culto y tolerancia que, paradójicamente, obran como una barrera para obnubilar su discernimiento acerca de lo que está ocurriendo.

Occidente no puede creer ni quiere aceptar que está inmerso en una guerra religiosa que le es impuesta. Prefiere seguir aferrado a estereotipos simplistas que le atribuyen la causa del terrorismo islámico a la falta de un Estado palestino y al surgimiento del Estado Islámico.

Eso explica el consenso internacional existente respecto a la necesidad de presionar a Israel para crear un Estado palestino. A pesar que los hechos ya demostraron que, las concesiones territoriales sin compromisos a cambio, en lugar de aplacar al extremismo islámico, lo estimula. En 2005 Israel se retiró por completo de Gaza, tal como el mundo le sugería. Los islamistas tomaron el poder y convirtieron la Franja en un Estado islámico. En su feudo se les corta las manos a los ladrones, se persigue a los homosexuales, se somete a las mujeres y se genera el más despiadado terrorismo […].

Cuando estalla un atentado de proporciones en su propio suelo, los gobernantes occidentales demuestran su confusión. En medio del pánico y del caos, entre los cuerpos de decenas de víctimas inocentes y cientos de heridos, atinan a señalar que el origen de la barbarie se encuentra muy lejos de su hogar. A pesar que todos los indicios demuestran lo contrario, le atribuyen la causa de todos sus males al lejano Estado Islámico […].

¿Debemos creer, como sostiene Kerry, que una vez vencido el Estado Islámico obtendremos el estado idílico al cual hace referencia? Definitivamente no. El Estado Islámico, más que esparcir a los islamistas fanáticos por el mundo, los recluta y absorbe. Todos recordamos el impactante video de la decapitación de un rehén a manos del verdugo John, un programador informático británico originario de una familia londinense de clase media.

Los perpetradores de los atentados en Francia y Bélgica no provinieron de un lugar lejano. Por el contrario, todos eran de nacionalidad francesa y belga. Surgieron de las comunidades y barrios musulmanes donde recibieron esa educación y esos valores. Esos verdaderos guetos son impenetrables para la población en general e incluso para la policía. Ése es el semillero de donde brotan, regados por la incitación al odio y la intolerancia, los yihadistas […].

Es cierto que los terroristas palestinos tienen mayores incentivos. Son considerados mártires, honrados y glorificados por su gobierno y sociedad. La Autoridad Palestina, que recibe cuantiosos fondos de todo tipo de organizaciones de solidaridad, destina 100 millones de dólares anuales para pagar compensaciones económicas a las familias de los suicidas […].

Nuestro gobierno [Uruguay], como sus pares europeos, optan por trasladar el centro de gravedad del peligro que nos acecha lo más lejos que pueden. Pero la terca realidad indica que el problema no está en los territorios palestinos ni en el Estado Islámico, sino que es intestino.

Hay una ideología totalitaria que se propaga a través de la educación, la cultura y los valores en forma de religión. Una corriente “religiosa” que incentiva el odio y ordena ejecutar a los infieles, santificando la violencia, el martirio y la muerte. Se enseña en las mezquitas y escuelas de las comunidades musulmanas, y se difunde gracias a la tecnología moderna a través las redes sociales a nivel global.

El respeto a la libertad de expresión y de culto es un límite que las democracias no han sabido sortear para diferenciar el debido respeto a todas las ideas y el necesario combate a los extremismos que las amenazan.

Las lecciones de Bruselas

Mi Enfoque, por David Mandel

bruselas-atentado-22M-4-efeTres terroristas entraron al aeropuerto de Bruselas, dos de ellos hicieron estallar sus bombas (el tercero cambió de idea a último momento y huyó) matando e hiriendo a pasajeros. Un rato más tarde otro terrorista suicida mató a un número de personas en el tren subterráneo de la ciudad. En total, hasta ahora, los dos atentados terroristas, (cuya autoría ha sido orgullosamente proclamada por ISIS) han causado más de 30 muertos y 200 heridos.

Los europeos deberían aprender lecciones de esta tragedia, lecciones que, evidentemente, no aprendieron cuando ocurrieron atentados terroristas en Paris, Londres y Madrid:

  • A pesar de la opinión expresada por Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, y de algunos líderes europeos, de que el terrorismo tiene justificación, (ej. la «desesperación de los palestinos») se debe decir en forma decisiva y clara que ningún terrorismo, tenga o no pretexto, es justificado. Justificar el terrorismo palestino es justificar el terrorismo de ISIS, al cual no le faltan pretextos para explicar la «justicia de sus acciones.»
  • La guerra del Islam extremista contra la Civilización Occidental es una guerra de conquista y de exterminio, motivada por el fanatismo religioso que es fomentado, alentado e incitado en las innumerables mezquitas que hoy hay en Europa. Si los europeos no toman medidas contra los clérigos que promueven el odio religioso, habrá más y más atentados.
  • El odio implacable de ISIS a Europa, al igual que el de los palestinos, tanto de Hamás como de Fatah, hacia Israel y hacia los judíos, no tiene fundamento geográfico, sino religioso. Basta leer la constitución de Hamás y escuchar las grabaciones de sus clérigos. El sentimiento de odio, rencor y envidia de Hamás alimentado por un extremismo religioso es idéntico al que motiva a ISIS.
  • El conflicto Israel-palestino, a pesar del convencimiento de gran parte de los europeos de que es el «problema más grande para la paz del mundo», no tiene para ISIS, como ellos mismos lo han declarado, ni prioridad ni mucha importancia.
  • Si Europa consigue su objetivo y crea en Judea y Samaria un Estado Palestino, este será, al igual que hoy lo es Gaza, un foco de tiranía, odio, terrorismo y causa de frecuentes guerras.
  • Si la Unión Europea, en vez de concentrarse en boicotear productos de Israel y financiar a organizaciones de izquierda anti-israelíes, tomasen nota y precauciones respecto a la quinta columna que son los islámicos extremistas en sus ciudades es posible que puedan evitar futuros atentados terroristas.
  • Francia está empecinada en organizar una conferencia internacional para forzar concesiones de Israel sin exigir nada de los palestinos. El gobierno francés debería seguir el consejo del versículo 23 del capítulo 3 del Evangelio de Lucas: «Médico, cúrate a ti mismo» antes de tratar de solucionar problemas ajenos.
  • Los europeos deberían aprender de la amarga experiencia israelí, tener más gente de seguridad en aeropuertos y centros comerciales, determinar pautas para poder reconocer a gente que representa un peligro, y conseguir información para prevenir ataques como el de Bruselas esta semana y el de París hace unos meses.

Otra vez abriré camino en el desierto

Camino en el desiertoRecuerdo el comienzo de una de las series de televisión que veía de niño, creo que se titulaba el agente 096, en la que aparecía al inicio de cada capítulo la imagen del protagonista caminando a paso firme y decidido, delante de él se iban abriendo puertas, una tras otra, hasta que llegaba al punto final donde daba comienzo la sesión de ese día. También he podido constatar que la vida del discípulo de Jesús a lo largo de su andadura viene a ser algo parecido.

La vida cristiana es un camino hacia el encuentro final con el Amado Salvador. En ese peregrinaje se van abriendo puertas delante y cerrándose detrás. Unas se abren pronto, otras tardan en abrirse y dan paso a lo que llamamos la espera en el Señor. Esos tiempos son momentos de gran prueba para la fe y la paciencia que hereda las promesas. Son especialmente dolorosos en los que tenemos un carácter impetuoso, impaciente y enérgico por naturaleza. Se convierten en tiempos de depuración, limpieza y restauración de los motivos que nos impulsan para dar paso a la madurez de la fe y la estabilidad que trae la confianza real en Dios. Tiempos de muerte y crucifixión del alma, para dar lugar a la vida sólida del Espíritu.

El Dios de toda consolación sabe como consolarnos en esos períodos angustiosos, cuando estamos esperando para dar el siguiente paso en su voluntad. Su palabra trae a nosotros el bálsamo de la esperanza, y el Espíritu Santo nos recuerda las otras veces cuando el Señor nos guió y abrió la senda por donde andar. Aunque no nos quedamos detenidos en el pasado, sin embargo, somos consolados al saber que Dios ha estado con nosotros en otros momentos realmente difíciles, y su gran poder nos abrió paso a través de los muros que se levantaban ante nosotros. El mismo que derribó los muros de Jericó volverá a hacerlo llegado el momento.

Esa es la esperanza que nos trae descanso y paz a nuestra alma afligida y azotada, frente a la incertidumbre de las circunstancias que tenemos delante. Su voz profética se levanta como un baluarte sólido desde el que podemos permanecer quietos, expectantes y confiados en su mano poderosa. Esa voz clama en mi espíritu: He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad [1].

Esta experiencia la he vivido en diversas ocasiones a lo largo de mi vida cristiana. Son tiempos cuando aprendemos a clamar con el salmista: Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí. Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y roca mía [2]. Vemos en los autores bíblicos las mismas experiencias, las mismas incertidumbres y las mismas consolaciones que hoy vivimos.


La primera gran prueba
frente a un muro erguido ante mí fue a los dieciocho años. Mi vida parecía haber llegado a tocar techo y todo era rutinario, vacío y desesperante. Entonces conocí a mi novia y una nueva dimensión de vida se abrió. Luego juntos conocimos la nueva vida en Cristo. Alrededor de dos años después me encontraba ante otra puerta que debía abrirse y para la que me sentía impotente; solo podía clamar y esperar en Dios. Iba a dejar el trabajo, con un contrato fijo en una oficina comercial, abandonar el esquema de vida que había constituido mi mundo hasta entonces, para marchar a otra ciudad y matricularme en una Escuela Bíblica siguiendo el llamado de Dios. El tiempo llegó y Dios me sostuvo como viendo al Invisible. Salí de Salamanca, llegué a Lérida, sin saber lo que me esperaba, y el paso que debía dar después de los seis meses que duraban los estudios. Nuevamente era tiempo de clamar, orar y esperar para que Dios me abriera una nueva puerta y pudiera entrar a su servicio que era lo que más anhelaba en mi corazón. La puerta se abrió en su momento. Uno de los maestros de la Escuela estaba formando un equipo de colaboradores para llevar a cabo una obra pionera en la provincia de Toledo, y el Señor le había dicho que yo era uno de sus integrantes.

En el entretanto, estaba frente a otro desafío, que mi novia se casara conmigo y decidiera acompañarme en la andadura de fe que estaba seguro debía emprender. Necesitaba otro milagro de su gracia y la puerta abierta del corazón de mi joven esposa para que me acompañara a otra ciudad, con otras personas que aún no conocía y trabajara en el equipo evangelístico. La puerta se abrió, no sin dificultades, y el peregrinaje siguió su curso.

Más tarde lo que se nos cerró a cal y canto fue la matriz de mi mujer. Quedó embarazada pero al poco tiempo perdió el embrión. Luego vinieron tiempos de clamor, de angustia y confianza en la palabra a favor de la herencia del Señor que son los hijos. Al cabo de siete años de matrimonio, por fin mi mujer concibió a nuestro primer hijo, después de atravesar un periodo de prueba con una nueva amenaza de aborto durante los primeros meses. Mantuvimos firmes nuestra esperanza en Dios y Él nos sacó a lugar espacioso. Tuvimos nuestro primer hijo sano, lleno de vida y vitalidad. Luego el segundo con la misma energía que su hermano, y más tarde, cuando creíamos haber completado el «cupo» de hijos, Dios nos dio un tercero, que superado el «susto» inicial, vino a llenar nuestro hogar de gozo y ruido.

Pasados doce años de servicio activo y una militancia sin  titubeos en la obra ministerial, llegamos frente a un nuevo desafío de cambio. Sabíamos que debíamos salir del mundo que había significado todo para nosotros y emprender una nueva senda incierta. Este proceso fue aún más largo y costoso desde el momento en que el Señor me habló de la salida hasta que vimos el nuevo rumbo a seguir. Nos traslados de Jaén (Andalucía) a Terrassa (Cataluña) para entrar en una nueva situación como miembros de una iglesia local buscando un empleo para cubrir nuestras necesidades económicas. De nuevo ante otro reto: encontrar un trabajo estable en medio de una aguda crisis laboral, con un porcentaje de paro elevado, además de un nuevo idioma (el catalán) que estrechaba las posibilidades laborales y retaba a nuestros hijos en la nueva situación escolar.

Experimenté de forma muy viva lo que supone andar sobre las aguas, apoyado sobre la palabra que Dios me había dado y que nos sostenía en una dimensión sobrenatural venciendo los informes naturales y que conscientemente conocía. Después de probar varios trabajos temporales por más de dos meses, el oleaje y los vientos de la situación comenzaron a soplar con fuerza. Llegué a un punto de máxima presión. La ansiedad por la búsqueda de un empleo sólido se me hizo insoportable, hasta que aparté tres días para ayunar y orar definitivamente. Poco después de alcanzar el punto más álgido de mí desesperación, el Señor me habló claramente. Estaba al lado de mi mujer en uno de los cultos de la iglesia donde el pastor ministraba a los enfermos. Dije a  mi esposa: «vamos a ponernos de acuerdo para que esta semana encuentre el trabajo». Tomé su mano con convicción, y poco después de orar el Espíritu Santo me dijo: «El miércoles de esta semana comenzarás a trabajar». Quedé sobrecogido y meditativo, y sin darme mucho tiempo a pensar oí también que me decía: «díselo a tu mujer». Dudé unos instantes pero sabía que estaba en un momento especial así que lo hice.

El martes de esa semana tuve una entrevista con el jefe de personal de la fábrica donde trabajaba un hermano de la iglesia y que anteriormente le había hablado de mí. Yo no sabía nada, así que me presenté, y después de hablar unos minutos con el responsable de la empresa, me dijo: «si te interesa el trabajo puedes venir mañana miércoles a las seis de la mañana para empezar a trabajar». Una vez más la puerta se había abierto. Me regocijé grandemente y corrí a comunicárselo a María. Empezaba una nueva etapa en nuestras vidas. Han pasado más de seis largos años y en este tiempo no me ha faltado trabajo en la fábrica de encuadernación [3]. He aprendido un nuevo oficio con mucho sufrimiento y el Señor ha suplido todas nuestras necesidades económicas.

Puerta abiertaSin embargo, mi espíritu me dice desde hace bastante tiempo que nos quedan nuevas puertas por delante que se abrirán en su momento. El sabio Salomón dijo: la vida del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. No hay lugar al establecimiento definitivo para los hijos de Abraham por la fe. Somos extranjeros y peregrinos en esta tierra; vivimos en tiendas de campaña hasta llegar a las moradas de la casa celestial que Jesús ha ido a preparar para nosotros. Jesús es la Estrella de la mañana y tiene en su mano las llaves que abren y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir. El discípulo del Señor ha sido puesto en estrecho y no debe conformarse al esquema de vida de este mundo, sino transformarse por medio de la renovación del entendimiento para conocer la voluntad del Señor. La unión con Jesús nos lleva a una realidad más elevada: ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi, y lo que vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí [4].

Nuestras vidas nunca llegan a un lugar de seguridad definitivo, porque vivimos en un mundo movible y cambiante. Dependemos siempre de Dios y su gracia, por ello, no podemos dejar de clamar día y noche buscando el próximo paso a dar. Aunque nuestras vidas estén aparentemente establecidas en parámetros fijos y definitivos, no es así, hay nuevas puertas que se abrirán en su momento y su voz sigue diciendo: He aquí que yo hago cosa nueva, pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad.

Notas:

[1] – Isaías 43:19

[2] – Salmos 42:5

[3] – Este artículo fue escrito en el año 2002. Trabajé en esa fábrica hasta    2008, cuando cerró.

[4] – Gálatas 2:20

 

 

 

 

 

Feminismo superficial y falsario

feminismo-radical-220x300Estamos asistiendo a un tiempo donde parece haber una competencia cada vez más desenfrenada por realizar el mayor disparate, pronunciar la peor provocación al sentido común, y llevarlo al Parlamento para elevarlo a ley y consolidarlo como forma de vida para que todos lo acepten como dogma de fe; y el que no lo haga se le señale como retrógrado, intolerante, enemigo de la sociedad que avanza y por tanto lapidarlo de una u otra forma.

         En algunos lugares han cambiado la imagen de un hombre en los semáforos por el de una mujer con falda. Otros quieren cambiar el letrero del Congreso de los Diputados añadiendo Diputadas. La mayoría de los políticos alargan sus discursos neciamente con apelaciones a españoles y españolas, miembros y miembras, jóvenes y «jóvenas». Hemos llegado a la asimilación de un lenguaje con el que se pretende ser moderno, feminista y progre.

         Algunas posiciones feministas pretenden criminalizar al hombre solo por ser hombre, y por tanto, sospechoso de machista, dominante y asesino de mujeres. Por otro lado, se ocultan las muertes de hombres a manos de sus mujeres, pero se amplifican en los medios de comunicación los casos de violencia de género donde la víctima es una mujer asesinada (condenable sin paliativos) a manos de su esposo o pareja.

El feminismo superficial y falsario que nos ha invadido pretende criminalizar al hombre por ser hombre, de la misma manera que se hacía con la burguesía en la lucha de clases, o como se hace injustamente con el Estado de Israel y los judíos por existir, al margen de los hechos.

         Hay un ataque a la familia sin precedentes en la sociedad actual. Uno de los objetivos es denigrar al hombre como esposo y padre de familia, que en muchos casos ha abandonado sus responsabilidades cediendo de forma cobarde ante el empuje de un falso feminismo que lo ha acomplejado. Si el machismo ha sido y será siempre reprobable, el feminismo es igual pero en el otro extremo del péndulo. Se pretende una guerra de sexos contra natura, ver al hombre como enemigo y sospechoso por el solo hecho de haber nacido varón. Esto me recuerda la advertencia que nos hace la Escritura sobre los postreros tiempos. Leamos.

         Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse… [1].

machismo-feminismoObservemos varias cosas. En los últimos tiempos predomina la apostasía por oír a espíritus engañadores y establecer doctrinas de demonios a través de personas hipócritas y mentirosas que han perdido toda sensibilidad y sus conciencias se han cauterizado, no tienen capacidad de distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto, la verdad de la mentira. Han sido atrapados en corrientes de pensamiento mayoritario que, como los antiguos barbaros, han invadido la sociedad moderna. Y esas corrientes de pensamiento tienen un objetivo: prohibir. ¿Qué es lo que prohíben? En este caso, casarse, es decir, despreciar la familia, deformarla con leyes contrarias a la ley moral y natural, erradicarla mediante el menosprecio, la infamia, el odio a los géneros, la sexualidad pervertida, la promiscuidad sexual, hacer del matrimonio un contrato de convergencia de intereses y nada más, generalizar las conductas machistas como si fueran la única posible, normalizar el matrimonio homosexual, las parejas de hecho, la fornicación y el adulterio, poner la educación de los hijos en manos de un Estado laico, etcétera, etcétera.

         El liberalismo de muchas iglesias ha corrompido la verdad revelada para aceptar este modelo impuesto por doctrinas de demonios y espíritus engañadores. Se abandona la verdad de la Escritura que impedirá poder discernir las verdaderas intenciones de estas leyes que se presentan como derechos, escondiendo su engaño con eufemismos y una falsa apariencia de piedad que pretende defender los derechos de la mujer, de los homosexuales y de los niños; cuando en realidad se esclaviza a las mujeres y se sigue usando como objeto sexual, se desprecia a las personas por ser homosexuales, criminalizando a los cristianos que son quienes verdaderamente buscan su bienestar real, y se mata a los niños en el útero materno con argumentos que emergen del mismo infierno. Pues bien, cuando se abandona la verdad de la palabra revelada perdemos la capacidad de discernir las verdaderas intenciones de estas leyes inicuas.

Así está escrito: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma del espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón [2]. Observa. La palabra de Dios penetra en nuestro ser interior para poder discernir los pensamientos y las intenciones verdaderas del corazón. No solo lo que la ideología de género impone, sino la verdad de las cosas, la verdad de una estrategia diseñada malévolamente, por una mente perversa, un ente espiritual que se abre camino en la mente humana para introducir sus argumentos en las sociedades, implantarla como ley, −cambiando la ley de Dios−, y cegar el entendimiento con un engaño infernal que se establece como dogma de fe en naciones y continentes. ¡Pensemos! ¡Despertemos!

          Toda corriente de pensamiento ideologizado que se establece con una fuerza irresistible en naciones enteras no puede ser natural, aunque el hombre lo impulse; tienen un origen sobrenatural, la fuerza de una mente espiritual, una potestad superior, que el ser humano no puede resistir en sus limitaciones, como no pudo el rey Acab oponerse a la hechicería de Jezabel, −sacerdotisa de Baal−, que le impulsaba a hacer lo malo mediante un dominio idólatra que dirigía al hombre, −cabeza del reino−, a su antojo.

         El orden de Dios se ha soslayado. (Soslayar es «evitar con un rodeo»). No solo el orden creacional, también su autoridad, su soberanía, su voluntad, y nunca, nunca, esta pretensión soberbia trae nada bueno. Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre siembra, eso siega.

caminoEl orden es este: Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo [3].

El Padre nunca tiranizó al Hijo cuando éste vivió bajo su autoridad en la tierra; como tampoco el hombre ha sido llamado a hacer de la mujer su esclava. Está escrito que la mujer procede del hombre, pero también que el hombre procede de la mujer. Lo dice el mismo apóstol un poco más adelante: Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios [4].

         En el principio había desorden y vacío, confusión y caos [5], pero la palabra de Dios introdujo el orden mediante la luz de la verdad, a través del Verbo que ordena todas las cosas. Jesús es el Verbo de Dios; y aquel Verbo se hizo carne, habitó entre nosotros para que viéramos la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. La rebelión produce caos y confusión, la verdad nos hará libres.

         Hoy predomina el espíritu de Jezabel a través del feminismo; el error de Balaam mediante el afán de lucro; y la rebelión de Coré mediante el desafío a la autoridad establecida. Tenemos el modelo totalitario de Nimrod y el modelo manipulador/seductor/hechicero de Jezabel, ninguno de ellos son la voluntad de Dios.

         Nuestro modelo es el evangelio de Jesús. El nuevo hombre creado en justicia y santidad de la verdad. Este es el modelo del futuro reino mesiánico que establecerá el Mesías de Israel en Sión. Ese día caerán todos los dominios y el Señor será exaltado en su monte santo. A él acudirán todas las naciones, cuando hayan sido suprimidos todos los dominios y potestades, que ya han sido expuestos y derrotados en la cruz del Calvario mediante la redención llevada a cabo por el Hijo de Dios.

Notas.

[1] – 1 Timoteo 4:1-3

[2] – Hebreos 4:12

[3] – 1 Corintios 11:3

[4] – 1 Corintios 11:11,12

[5] – Génesis 1:1-5