188 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXV) – Ezequiel (1)

…Estando yo en medio de los cautivos juntos al rio Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, vino palabra de YHVH al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos… (Ezequiel 1:1-3)

         El sacerdote y profeta Ezequiel fue contemporáneo de Jeremías, quien era mayor que él y pudo haber sido su maestro. También fue contemporáneo de Daniel, quien llevaba nueve años en Babilonia cuando nuestro profeta fue deportado. Ezequiel significa «Dios fortalece» o «fortalecido por Dios».

Nos encontramos en el periodo de la deportación de Judá al cautiverio babilónico. Esa cautividad tuvo un proceso en tres fases. Comenzó en el año 606 a.C. cuando algunos fueron llevados cautivos, entre los que se encontraba Daniel. En el año 597 a.C. tuvo lugar la segunda fase del cautiverio, y es en esta cuando Ezequiel fue deportado. Finalmente en el 586 a.C. la ciudad fue destruida y el templo arrasado. Fueron setenta años de cautividad (606-536).

Ezequiel estuvo en Babilonia desde el año 597 a.C. y hasta al menos 570 d.C., aunque su ministerio profético se inició cinco años después, por tanto, su profecía alcanzó un periodo de veintidós años.

Su mensaje incide en la consolación del pueblo de Dios. Lo podemos dividir en tres partes. En la primera expone los pecados de Judá y advierte sobre el juicio mediante el cautiverio. En la segunda sección, los vecinos de Judá son condenados por su idolatría y el trato cruel hacia el pueblo de Dios; se mencionan los amonitas, moabitas, edomitas, filisteos, tirios, sidonios y egipcios. Finalmente, en la tercera parte de su profecía, aparece el mensaje de restauración y reunión de toda la nación. El Mesías vendrá a Jerusalén y destruirá todos sus enemigos; el templo será reedificado, y la gloria del Señor volverá a llenarlo en la era mesiánica.

En los primeros capítulos del libro nos encontramos con los detalles del llamamiento de Ezequiel a la misión que el Señor le había asignado. Es enviado a un pueblo de duro rostro y empedernido corazón (2:4). No debía tenerles miedo, sino hablarles la palabra del Señor que antes debía comer y asimilar para hablarles con ella, y no sus propios argumentos. La casa de Israel no le oiría porque se habían endurecido y obstinado de corazón (3:7). El Señor hizo el rostro del profeta fuerte para poder hablar al pueblo en estas circunstancias (3:8). Lo impulsó el Espíritu (3:14); y fue en amargura e indignación de espíritu, pero la mano del Señor era fuerte sobre él (3:14,15).

         Ezequiel fue enviado a los cautivos de Babilonia para anunciarles el motivo de su largo cautiverio, y el arrepentimiento para su restauración.

187 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXIV) – Jeremías (12)

Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid y juntémonos a YHVH con pacto eterno que jamás se ponga en olvido… Y volveré a traer a Israel a su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el monte de Efraín y en Galaad se saciará su alma. En aquellos días y en aquel tiempo… la maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré… (Jeremías 50:5,19,20)

         El final del libro de Jeremías es como un resumen de todo el contenido bíblico: el juicio sobre Babilonia, su destrucción final; y la restauración del reino de Israel en su tierra después del cautiverio a todas las naciones. Babilonia y Jerusalén frente a frente. Son las dos ciudades, en sus dos dimensiones, física y espiritual, que ejemplifican la revelación de Dios. Sobre Babilonia vimos un recorrido amplio en la serie «El hombre condenado», nos centraremos en el mensaje de esta serie sobre el reino mesiánico focalizado en la ciudad eterna de Jerusalén.

Los cautivos preguntarán por Sion y volverán allá (Sal.126). Ha sido el clamor de siglos al celebrar la Pascua: el próximo año en Jerusalén. Ya están allí. En estos días se cumplen 50 años de la recuperación de la ciudad en la Guerra de los Seis Días. Tiempos de restauración. Un proceso largo que se consolidó en el año 1948, en medio de gran oposición de los enemigos de Israel; y hoy continua la presión mundial de diversas formas para oponerse al futuro reino mesiánico.

El Señor sigue trayendo a los cautivos de Sion a su tierra. Allí se saciará su alma. La maldad de Israel no aparecerá y sus pecados serán perdonados. Israel y Judá no han enviudado de su Dios (51:5). El Señor sacó a luz sus justicias, y contarán en Sion la obra de YHVH nuestro Dios (51:10). Israel es el cetro de su herencia, la vara de su poder (51:19 y 10:16), mediante la cual quebrantará naciones y por medio de ti destruiré reinos (51:20).

El Señor pagará a Babilonia (figura del islam, antisemitismo, doctrinas falsas, idolatría e inmoralidades extendidas por toda la tierra) todo el mal que ellos hicieron en Sion (50:24). Sobre Babilonia caerá la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion (51:35). Hay un llamado a salir y huir de en medio de Babilonia, la ciudad de destrucción (51:6,41,45). Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra (51:49). El futuro de Babilonia es ser destruida, mientras la esperanza de Jerusalén (física y espiritual) es reinar con el Mesías sobre todas las naciones. Ahora comprendemos por qué los pueblos se juntan contra la santa ciudad, y se oponen mundialmente a ella.

         La luz de la palabra profética alumbra el día oscuro en que vivimos hoy.

186 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXIII) – Jeremías (11)

He aquí vienen días, dice YHVH, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: YHVH, justicia nuestra. Porque así ha dicho YHVH: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel (Jeremías 33:14-17)

         El reino de Judá está a punto de caer en manos del rey caldeo, pero el pacto que Dios hizo con David sigue firme y está plenamente vigente. Su palabra nunca pasará.

El tiempo vigente es movible en las circunstancias del presente siglo, pero es inconmovible en el reino de Dios (Heb.12:28). El Señor lo confirma mediante el profeta Jeremías que vive encarcelado, y aparentemente derrotado, en su ministerio al pueblo de Dios. Pero su palabra no está presa.

Habrá un rebrotar de la casa de David, el Renuevo anunciado en múltiples ocasiones. Traerá juicio y justicia a las naciones. El trono de David será establecido en la ciudad de David, en Sion, la ciudad del gran Rey. El tabernáculo caído de adoración será restablecido. El templo será reedificado, aunque no sepamos bien los detalles que presentará. La palabra es clara: voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de YHVH (33:11). Por ahora lo dejamos ahí.

En los días que anuncia el profeta Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura; se le llamará YHVH, Justicia nuestra. Este es el mensaje central del evangelio. La justicia de Dios mediante la fe en Jesús; justificados por su gracia.

No faltará varón a David que se siente sobre el trono, un anuncio inequívoco del Mesías que ha de volver; y no faltará varón a los sacerdotes y levitas que ofrezcan holocaustos y sacrificios todos los días (33:17,18); como recuerdo y memoria del sacrificio expiatorio del Cordero de Dios. En el pasado mirábamos al futuro sacrificio en el Calvario; y en el futuro reino mesiánico ―no es doctrina― miraremos al pasado recordando el verdadero sacrificio que quita el pecado del mundo.

El pacto con David no podrá invalidarse. Como tampoco se puede invalidar el pacto de que Israel es el pueblo de Dios para siempre. Algunos pensarán, dice Jeremías, que el cautiverio de Israel en Asiria, y de Judá en Babilonia (dos familias que YHVH escogiera) significa que Israel deja de ser nación y lo tendrán en poco (24). Pero permanecerá el pacto, como lo hace el día y la noche; las leyes del cielo y la tierra (25). Israel no ha sido desechado.

         La palabra que ha salido de la  boca de Dios, sobre el pacto con David y su Renuevo, y la nación de Israel, tiene cumplimiento y no será revocada.

185 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXII) – Jeremías (10)

Vino palabra de YHVH a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho YHVH… Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces… He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y verdad. Y haré volver a los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. Y los limpiaré de toda su maldad… y perdonaré todos sus pecados… y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra… (Jeremías 33:1-9)

         La palabra de Dios no está presa (2 Tim.2:9). Son palabras del apóstol Pablo a Timoteo cuando escribía su memoria apostólica poco antes de ser sacrificado. Acuérdate de Jesucristo, le dijo, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; y concluye, mas la palabra de Dios no está presa. ¡Aleluya! Tampoco lo estuvo para el profeta Jeremías. Su cuerpo estaba en la cárcel, injustamente tratado por dar testimonio de la palabra de Dios, pero su mensaje contenía la eternidad de Dios mismo. Su palabra nunca pasará.

Las circunstancias presentes pueden ser duras, pero lo que ha nacido de Dios vence al mundo. No volverá a Él vacía sin haber cumplido el propósito para el cual es enviada. Dios llama las cosas que no son como si fueran.

Verdaderamente las cosas estaban muy oscuras para la ciudad de Jerusalén cuando el profeta recibió esta palabra, pero su contenido sobrepasa todas las circunstancias adversas para alcanzar el día señalado. Un día para la sanidad y medicina que curará la herida de su pueblo.

La oración ha estado presente en la vida del profeta, como lo ha estado en generaciones y generaciones de hijos de Dios clamando a Él para que vengan de su presencia días de refrigerio y restauración en Israel y las naciones. Aún vivimos en ese tiempo: clama a mí, y yo te responderé. Dios revelará abundancia de paz y verdad. Hará volver a los cautivos de Judá e Israel (observa: Judá e Israel, toda la nación; Ez.37:19-28); que serán restablecidos como al principio en un solo reino.

Serán limpios de su maldad; sus pecados serán perdonados; y todo ello será motivo de gozo y gloria para el nombre del Señor que habrá cumplido lo que prometió a Abraham su amigo. Las naciones verán el cumplimiento de toda palabra que sale de la boca de Dios. Todo esto, y mucho más, lo vio y anunció el profeta «llorón» estando en la cárcel esperando la derrota de su pueblo. Pero habrá un nuevo día, el día del Señor, que esperamos junto con Israel. Oremos.

         Las circunstancias adversas no limitan la revelación de Dios. Su palabra profética sobrepasa las experiencias del profeta atrapado en la cárcel.

184 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXI) – Jeremías (9)

He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos (Jeremías 32:37-39)

         El ejército babilónico del rey Nabucodonosor tenía sitiada la ciudad de Jerusalén; el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel, en casa del rey de Judá, por haber anunciado que la ciudad sería entregada en manos del enemigo por palabra de YHVH. En esas circunstancias llega al profeta un mensaje absolutamente contradictorio con la realidad del momento. Se le pide que compre una heredad en Anatot, y Jeremías comprende que era palabra del Señor y compró la heredad (32:1-9).

Hay momentos en la vida de los profetas de Israel cuando ellos mismos son por señal al pueblo. Este es uno de ellos. En medio de la inminente caída del reino de Judá en manos de sus enemigos se le pide que compre una heredad y haga la escritura correspondiente de compra. Porque vendrá un momento en la historia de la ciudad cuando se volverá a comprar heredades y habitar con seguridad. Ese mensaje tenía un alcance mayor que el regreso del cautiverio babilónico, cumplido setenta años más tarde.

Las circunstancias que rodean el mensaje anuncia un tiempo cuando Israel volverá de todas las naciones y lo hará a este mismo lugar, es decir, la tierra de Israel, a Jerusalén, Judea y Samaria, para habitar con seguridad, ser pueblo de Dios, recibir un nuevo corazón ―apelación al nuevo pacto mencionado con anterioridad―, y un camino para andar en la voluntad de Dios perpetuamente siendo bendecidos ellos y sus hijos.

Todo ello no tuvo su cumplimiento en los días del regreso con Zorobabel, Esdras y Nehemías. El alcance de esta profecía es mucho mayor. Vendrán de todas las naciones a su tierra después de una diáspora de dieciocho siglos; lo harán regresando al mismo lugar de donde fueron expulsados por la dureza de sus corazones, pero recogidos de nuevo por el amor eterno de Dios por su pueblo.

Ese suceso tuvo su inicio el 14 de mayo de 1948, cuando el Estado de Israel rebrotó de nuevo en su tierra. Sin embargo, eso no es todo. Ha comenzado el tiempo de la restauración de todas las cosas anunciadas por los profetas. Aún Israel no vive seguro en su tierra; ni siquiera ha recuperado toda la heredad; hay una lucha mundial por este cumplimiento. Pero está anunciado y se cumplirá. Oremos.

         El regreso de Israel a su tierra ha comenzado. Las primicias de quienes han vuelto a su Dios también. La restauración está en marcha. Oremos. 

183 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXX) – Jeremías (8)

Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a YHVH; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice YHVH; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado… Si faltaren estas leyes delante de mí, dice YHVH, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente (Jeremías 31:34-36)

         El nuevo pacto tiene una dimensión que aún no hemos recibido en su totalidad. Somos herederos de las primicias mediante el Espíritu, pero esto significa que debe venir la plenitud. Hemos sido hechos participantes de los poderes del siglo venidero, iluminados, gustado el don celestial, partícipes del Espíritu Santo, y gustado la buena palabra de Dios (Heb.6:4.5). Todo ello como primicias de la plenitud, (Jn.1:16) (Ef.1:23; 3:19; 4:13). Un día cuando todos le conocerán, como las aguas cubren el mar. La maldad será perdonada para siempre; es el anuncio de la era venidera y mesiánica. Un día cuando ya no se dirá más: los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad (31:29).

En el antiguo pacto sigue existiendo la posibilidad de heredar los pecados y el juicio de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación; pero en Cristo hemos sido redimidos de la vana manera de vivir, heredada de nuestros padres, con la sangre preciosa de Cristo (1 P.1:18,19).

Haber entrado en el nuevo pacto, −en las primicias de ese pacto−, nos da la posibilidad de disfrutar buena parte de esa dimensión de vida en libertad, por la redención y la libertad que produce la verdad en nuestros corazones (Jn.8:31). Aquí tenemos un campo de conflicto enorme, donde el enemigo ha sembrado cizaña y confusión para oscurecer la luz del evangelio y que no nos resplandezca la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

El amor de Dios por su pueblo es inalterable. Sin embargo, las naciones han sembrado odio y rechazo mediante el antisemitismo y teologías falsas, para evitar la bendición de Dios sobre su pueblo y las naciones. Israel nunca ha dejado de ser nación delante de Dios. Mientras exista el sol y la luna permanecerá ese hecho inalterable, modificado solamente por la ignorancia y oscuridad de los pueblos.

La iglesia redimida también ha sido perseguida y menospreciada, es la misma lucha por la misma revelación. La verdad es atacada para ser detenida y disfrutada. Pero un día vendrá cuando todos le conocerán y la justicia, mediante la verdad, será establecida.

         Hay un día señalado para conocer al Creador y Hacedor de todas las cosas, darle gracias y adorarle. Hoy puede comenzar ese día en tu vida.  

182 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXIX) – Jeremías (7)

He aquí que vienen días, dice YHVH, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice YHVH. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice YHVH: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jeremías 31:31-33)

         En este texto nos encontramos con un anuncio tremendamente significativo. Se anuncia un nuevo pacto. No como el anterior en el monte Sinaí, que fue invalidado por la infidelidad de la esposa de Adonai. El contrato matrimonial anunciado por Dios a Moisés fue inconsistente puesto que una de las partes lo incumplió. Pero el amor eterno de Dios por su pueblo ―aquí se presenta el Señor como un marido para Israel― estableció que vendría un día cuando un nuevo pacto se establecería con la casa de Israel y Judá.

Este nuevo pacto contiene un aspecto muy relevante, distinto al anterior, y es que mientras antes la ley fue escrita en piedras, ahora lo sería en el corazón, por su Espíritu, dándole una dimensión extraordinaria, de tal manera que «todos me conocerán»; pondrá en ellos el Espíritu de Dios que hará posible andar en sus estatutos, y guardar sus preceptos poniéndolos por obra (Ez.36:26,27).

La ley no se abroga, sino que toma una nueva dimensión en el corazón del pueblo de Dios para sellar en ellos la realidad de propiedad, capacitándoles para andar en ella. Una nueva creación a la que son invitados también los gentiles.

Jesús inauguró ese nuevo pacto (Mt.26:27-29) la noche que fue entregado (1 Co.11:23). Las primicias de este nuevo pacto fueron los judíos. Los gentiles hemos sido injertados en él mediante el Mesías. Luego se extiende a todas las naciones mediante el evangelio, y tendrá una culminación nuevamente centrada en Jerusalén y el pueblo de Israel cuando llegue el reino mesiánico.

El Espíritu será derramado sobre toda carne. Una gran cosecha mediante todos aquellos que invocarán el nombre del Señor, puesto que habrá sido devuelto a los pueblos pureza de labios (Sof.2:9). El día de Pentecostés se inaugura la era del Espíritu. No comienza la iglesia ―Kahal, eklessia, congregación―, que ya existía con Israel; ni la gracia, que está presente desde el principio, manifestada por medio de los profetas y el llamamiento de Israel antes de la ley. El nuevo pacto establece una nueva dimensión en la relación con el Eterno.

         El nuevo pacto ha sido establecido con la casa de Israel y Judá, incluidos los gentiles mediante el Mesías, y el Espíritu derramado como primicia.

181 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXVIII) – Jeremías (6)

Así ha dicho YHVH: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice YHVH, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice YHVH, y los hijos volverán a su propia tierra (Jeremías 31:16,17)

         No debemos olvidar el contexto de la generación en la que vivió nuestro profeta; él mismo anunció que era la generación objeto de la ira de Dios (7:29); a pesar de ello, en un libro y un autor que ha sido tildado de «profeta llorón», y no cabe duda que a Jeremías le tocó verter muchas lágrimas por la rebelión y la herida de su pueblo; este mismo profeta, y a pesar de la época que le tocó vivir, anunció al pueblo que llegaría el tiempo cuando habría salario por su trabajo, es decir, consolación por el duro trato recibido por sus rebeliones; y esperanza para su porvenir. Había porvenir.

Conocía los pensamientos de Dios «acerca de vosotros, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis» (29:11). Si había salario y esperanza para su porvenir, Israel remontaría y volvería a encontrarse con su Dios. No estaba todo perdido. Es la historia de Israel a lo largo de los siglos remontándose de sus cenizas, y como ave fénix, recuperar el propósito original de Dios, su llamado para ser bendición a todas las naciones.

En esa misma esperanza podemos también nosotros encontrar aliento para recuperar el vigor en medio de los días llenos de tinieblas y adversidad. Israel sigue siendo un ejemplo para nosotros, y las cosas que le sucedieron están escritas para amonestarnos, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (1 Co.10:6,11).

La esperanza de Israel es también nuestra esperanza. Y esa esperanza está ligada al Mesías y su retorno a Jerusalén para reinar. En el mismo capítulo, y antes de anunciar el nuevo pacto, se apela a Israel para establecer señales, poner majanos altos, notar atentamente la calzada porque volverán por el camino por donde fueron al cautiverio (31:21).

Después de andar errantes por las naciones regresarán a su tierra (aquí no se trata del regreso de Babilonia, sino del exilio a todas las naciones que ha durado 18 siglos), volverán a la tierra del pacto y dirán: YHVH te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo. Y habitarán allí Judá… Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida (31:23-25).

Hay un día en la agenda del Eterno cuando serán pastoreadas las ovejas perdidas de la casa de Israel. Hoy es un día para volver al Pastor, trabajados y cargados, recibiendo las primicias de su bondad para con los hijos de los hombres. En esto me desperté, y mi sueño me fue agradable (31:26).

         Hay recompensa y esperanza para quienes esperan en el Señor hoy.

180 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXVII) – Jeremías (5)

En aquel tiempo, dice YHVH, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo. Así ha dicho YHVH: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo. YHVH se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:1-3)

         Venimos sosteniendo a lo largo de nuestras meditaciones que el evangelio está presente en el mensaje de los profetas de Israel. Que los apóstoles son depositarios de su mensaje, ampliado mediante el Mesías que ya vino en su primera venida. Sin embargo, cierta teología ha querido separar la ley de la gracia, haciendo caer el tiempo de la ley sobre Israel y la gracia en la iglesia. La gracia está presente en la redención de Israel, no hay otra forma de salvación que no sea mediante su misericordia.

En este capítulo que iniciamos ahora nos encontramos con que Israel haya gracia después de un tiempo en el desierto. El amor de Dios por su pueblo ha sido eterno y prolongado en su misericordia sobre él. Gracia, amor eterno y misericordia son verdades que contiene el evangelio y que siempre han estado presentes en el trato de Dios con su pueblo. Aunque Israel se endureció por un tiempo, mientras se cumple el tiempo de los gentiles, está anunciado que el amor de Dios nunca se ha desvanecido hacia ellos.

Este mensaje no era muy propicio en los días de Jeremías, cuando Judá vivía en rebelión abierta, abandonando el pacto, y se anunciaban días de juicio y cautiverio. A la misma vez se publica restauración. Porque nunca decayeron sus misericordias, son nuevas cada mañana (Lam.3:22,23).

El mensaje de este capítulo no deja dudas. «Aún te edificaré, y serás edificada» (31:4). «Aún plantarás viñas en los montes de Samaria… y disfrutarás de ellas» (31:5). Hoy a Judea y Samaria se le llama Cisjordania, o territorios en disputa; allí quieren las naciones árabes y la ONU hacer un estado palestino. Eso no es lo que anuncia el profeta Jeremías aquí. Se llama a Israel «cabeza de naciones» (31:7) (Sal.47:1-3). «Yo lo hago volver» (31:8). «Soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito» (31:9). Leamos lo que está escrito: Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de YHVH, al pan, al vino, al aceite… y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza… y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor (31:12,13). Es un lenguaje inequívoco de la era mesiánica.

         Jeremías resalta la gracia, el amor eterno y la misericordia de Dios para Israel en un tiempo de juicio por abandonar el pacto.

179 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXVI) – Jeremías (4)

En aquel día, dice YHVH de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán a YHVH su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré… y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante (Jeremías 30:8-10)

         El profeta Jeremías anuncia el cautiverio de Judá en Babilonia; revela que durará 70 años, como respuesta de Dios a la desobediencia de su pueblo. Ese mensaje ya estaba incluido en las palabras de Moisés antes de entrar a poseer la heredad (Dt.29:28); también se anunció la restauración como consecuencia de su arrepentimiento (Dt.30:1-5). Pues bien, la profecía no solo incluía el retorno de Babilonia, sino que el profeta menciona otro cautiverio que tendría lugar posteriormente, y que hoy sabemos se inició el año 70 d.C. con la destrucción del templo, para entrar en lo que se llama la diáspora judía a todas las naciones, y que ha durado 1800 años.

La misma palabra profética anuncia el retorno de esa última cautividad en la que los judíos han estado esparcidos por todas las naciones y que el año 1948 tuvo su final cuando se estableció el moderno Estado de Israel.

Después de esa cautividad, dice Jeremías en nuestro texto, el Señor quebrará el yugo de su cuello, romperá sus coyundas y extranjeros no volverán a ponerle en servidumbre, sino que servirán a YHVH su Dios y a David su rey, a quien el Señor levantará. Todo esto indica que estamos viviendo en medio de un tiempo profético, cuya restauración de Israel en su tierra y a su Dios está anunciada, como preámbulo de «aquel día», el día cuando la niña de sus ojos, el primogénito de YHVH, inicie la era mesiánica. Ese tiempo será inaugurado por el Mesías que reinará en Jerusalén y desde allí a todas las naciones.

Israel volverá del cautiverio. Descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. Son los días de paz y bienestar anunciados por sus profetas ampliamente. El Señor hará venir sanidad y sanará sus heridas (30:17). La ciudad será edificada sobre su colina, también el templo será edificado (30:18); aquí tenemos una declaración explícita de su construcción. Saldrá de ella acción de gracias y voz de nación que está en regocijo. Serán multiplicados y no serán disminuidos ni menoscabados (30:19). Serán castigados todos sus opresores (30:20). Y de la ciudad saldrá su príncipe y señoreador, en clara referencia al Mesías (30:21). Le serán por pueblo y el Eterno por su Dios (30:22). Todo ello lo entenderán al final de los días (30:24).

         Los diversos periodos de cautiverio y restauración de Israel están anunciados por los profetas.