En los evangelios (XII) – El Mesías recibido (8)
Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús… Y dijo… ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? (Lucas 9:7-9)
La fama de Jesús se extendía por todas las regiones del antiguo Israel. Su mensaje y milagros no pasaban desapercibidos, llegaron incluso a la corte del rey Herodes el tetrarca, hijo de Herodes el grande quien mandó matar a los niños de Belén.
El ministerio de Jesús no se hizo en algún rincón oculto de las regiones judías, como diría más tarde el apóstol Pablo en su disertación ante el rey Agripa: Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón (Hch.26:26). El cristianismo no tiene nada que ver con sociedades secretas o masónicas. Jesús, la luz del mundo, fue manifestado a Israel claramente.
El primer siglo fue testigo de la revelación del Mesías anunciado por los profetas, y tanto su mensaje como sus obras no pasaron desapercibidas para aquella generación. Desde los rincones de Judea, Samaria y Galilea salió la voz de Dios a todas las naciones. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor (Is.2:3) (Miq.4:2).
De la misma forma será en su segunda venida con la manifestación del reino mesiánico. Los reyes tendrán noticia del Rey de gloria. Las naciones serán testigo del reino de justicia y paz nunca antes visto. Las multitudes en Israel le seguirán y le reconocerán como aquel a quién traspasaron. Como José, el hijo de Jacob, fue reconocido por sus hermanos en Egipto después de haberle rechazado por un tiempo necesario, hasta que siendo gobernador del imperio egipcio fue instrumento de Dios, como él mismo dijo: para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación (Gn.45:7).
Una vez más estamos ante los misterios de la soberana voluntad de Dios. Primero los sufrimientos –como en la vida de José, tipo del Mesías−, luego las glorias que vendrán tras ellos. En los días de su carne, Yeshúa fue manifestado a Israel, y cuando la gente lo supo, le siguió; y él los recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados (Lc.9:10,11). Luego, al día siguiente de la transfiguración en el monte, donde el Maestro mostró su gloria a tres de sus discípulos, está escrito: cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro (9:37). Y todos se admiraban de la grandeza de Dios (9:43). Maravillándose todos de todas las cosas que hacía… (9:44). El Mesías fue recibido por los judíos.
Debemos volver a estudiar los evangelios y contextualizar los acontecimientos que tienen lugar en ellos. Todo su contexto es judío. Las multitudes que lo recibían eran judías. Las primicias del reino son judías.